Drathen. 153 LA VIRESCENCIA • LA 9 , 5 ( 6 & O ( 1 & , $ ( 1 A/ * C()\1() lJ N AS ( 6 ) P( ( 1 2 & , ( 6 0 ( 1 2 V( F5(&8(17( * ( 7 $ / ( 6 POR T+EO D 5 A T IlEN En varios t rah;1jos de los años pasados (en esta l?evista y en la Revista U ni~'er..·, itn ria) con1un iq u{· un a serie de ntunerosas observacion es sobre 1\Iacrocarpía, Proliferación y Virescen cia de algunas especies que se hallan en los terreno~ alrededor de Santiago . .\fe referí allí a 'l'a razac utn, C: ichoriutn, Sonchus, Cephalophora y ()enothcra. (~ reo j us ti fi cado tratar, en sí n t csis, estos casos análogos ha jo el con cepto de Viresccncia. I . o hago aquí para sitnplificar, si fuera posihl.e, el prohlcn1a de la explicación del fenón1eno. Se entiende por Virescencia la transforn1ación del gineceo o de otro ciclo floral en notnófilos (hojas con1unes). L.os casos referidos aquí se parecen todos en estos do~ aspectos: no se produce sernilla y no precede a la an tesis el estado de ]a vema cerrada . Se trata aquí, con excepción de un caso, de plantas silvestres. En r.:uropa se estudian tales n1onstruosidades desde 1832. I\1 uy particulartnente exi ste bibliografía sobre casos análogos de un vegetal que aquí no he podido encontrar con semejante anon1alía, y es el Trt·bol blanco (Trifolium repens) . E sta papilionácea, si no cuida su flor y si en vez de desarrollar un buen ovario, produce hojitas H V W a U L O H V o tnechones filon1áti.cos (proliferación) que se levantan sobre la flor, no arriesga su propagación, porque tiene estolones, que garantizan 1a nueva generación . . Pero ni.nguno de los vegetales de mi observación dispone de otro tnedio de multi plicaci6n, sino de la sernilla. ~~s cierto que todas estas especies producen tanta y tan buena sen1iBa. que po~ el móinen to no peligra su domi,n !O en los terrenos que han ocupado y tan1bién es un hecho que en ciertas partes no se observa todavía ni un caso de anoinalía entre n1iles de ejemplares revisados. ( B ui.n, L. a Serena) . Esta ú1 ti m a ci rcu n stancia persuade en cierto' sen ti do, dar bastan te importancia a las condicione~ del lugar, no tanto, quizás, topológicas, sino talvez parasitológicas. No creo que se trata de organisn1os macrocóspicos que adulteraran la forinación de la flor: pero no me puedo olvidar de un cuadro n1icrosc6pico en que la hifa obscura de un hongo envolviÓ todas l.as partes de una plan• 154 REVISTA CHILENA DE HISTORIA NATURAL tita enana que había logrado cultivar cotno brote de un ovario-monstruo de 'faraxacutn. Se entiende que el n1isn1o hecho de obtener una nueva planta con hojitas y con sin1ulacros de flores, con1o producto # • • • • • • • • • • • • - • • • • • • • • • • • - • • • • • • , X " • ~ -- Fig. 24.- Cichoriu·m . de una yema endocárpica, es persuasivo tarnbién en otro sentido. ¿Podría el Taraxacu m, que tanto prospera con la bondad del cHma chileno, buscarse talvez un tnodo tnás sencillo y más rápido de n1ultiplicación que la forinación de una Dratben. LA VIRESCENCIA 155 semilla con su aparato de protección y de transporte? ;,0 serán las condiciones geológicas del suelo las que influyen en la deformación del ovario y en la frustracjón de la semilla en plantas sinantéreas por lo den1ás tnuy resistentes? Como no tne es posible encontrar la causa de la deforrnación aunque pude observar el fenón1eno ya en 10 especieR de una localidad bastante litnitada. tne pern1ito aquí ofrecer una sinopsis breve de los casos para que el conjunto pudiera sugerir una hipótesis a otro naturalista de un espí_rj tu tnás sintético. La especie con f!Ue empecé tnis estudios es Ja lechuguilla (Taraxacunl officinale). Alrededor de Santiago hay can1pos en que la cuarta parte de los individuos es afectada de la tnacrocarpía. I.~n tnuchos casos no se presenta como una abierta v~rescencia; pero un gran nítn1ero de extremos indica claramente que el ovario abultado y alargado no es sino el pedestal de unas hojitas que del pistilo no guardan ni la forma, ni la función. El últin1o record de los ovarios-monstruo~ es uno que mide 4 cm. siendo el ovario normal de sóJo 1,5 tnm. (Chacra Virginia, 1935). Debo repetir, en esta ocasión, lo que dije antes que aJgunos ovarios especiahnen te robustos y largos albergaban un brote que alcanzó a representar una I.echuguil}a enana. En Nos y Buin y en la Serena, donde revis(' centenares de ejemplares, no encontré ni uno sólo que tnostrase indicios de la deformación carpe)ar. La especie más parecida a la lechuguilla es sin duda la que la acompaña en los can1pos, en l.a orilla de los canales y hasta en las murallas y en las veredas de las calles, el ñi1h u e (Sonchus oleraceus). Le acompaña también en la frustración del fruto por medio del alargamiento del ovario. Parece que, hasta el. momento, no sucumbe tan frecuentemente a la fuerza defortnadora (desconocida) como el Taraxacum. Los únicos casos conocidos y descritos son de la misn1a localidad n1uy limitada que me proporcionó la mayor abundancia de anotnalías de la lechuguilla. También son de allí la tercera, cuarta, quinta, sexta y séptima especies que son afectadas de J.a anomaUa en referencia y en otras partes no se me han presentado casos análogos. De la 3. 8 especie, Senecio vulgaris, cosn1opolita, con1o las dos anteriores, puedo decir que en un ejemplar vigoroso observé algunas flores que mostraban una ovario detnasiado largo. La 4. 8 especie y tambi(:.n la .5. a no se separan todavía de la familia que tratamos hasta ahora, son especies deJa gran familia de las Compue~tas (Sinant(.. reas). Pasemos a los extra- 156 REVISTA CHILENA DE HISTORIA NATURAL vías de la achicoria ( & L F K R U L X P intybus) otra tna!eza tan abundante en algunos can1po~, que quita Ia luz y el ~uelo a todos los vegetales que cn1piezan a cotnpetir con ella. l)e ella enco11trt~ ejcn1plos clúsicos de la virescencia, en que • • • • • • • • • • • • • • • • • ' • . / • • • • O Y'- .. • •• • • .. • • • • • • . • ~ - • • • • • • • • • •• • / Fig. 25. Picris todas las inflorecencias, sin excepción; habían degenerado y habían dejado de las flores algo con1o un sitnulacro verde. ~=n uno y otro caso se pudo observar tatnbién aquí el fenótneno de la n1acrocarpelia, n1ostrando, en general, e1 ovario una defortnación tan tn~rcada, que no recuerda ya ~u fi sonotnía. • Dtathen. • LA VIRESCENCIA 157 En particular esta especie n1e ofreció un ejetnplar tan degenerado (vea la figura Cichoriun1) que, aunque alto y vigoroso, no alcanzó extender sus ran1as en el ángulo debido y que las levanta casi verticahnente, sen1bradas de pequeños mechones, que no son sino cabezuelas de flores frustradas. Estudiando en seguida la 5: a especie, debo advertir qtie en ella más que en las otras pude notar el factor «estación». (Standort en alentán). Se trata de la sinan térea Picris echioides, agradezco la dctertninación de la especie al señor Víctor Baeza, profe~or jefe de la sección Botánica del J->edagógico, planta que no goza todavía de notnbrc vulgar, aunque ha invadido, desde los últin1os años, todos los canales y acequias de las chacras alrededor de la ca pi tal. r:s un vegetal robusto y amenaza con sus cerdas, que cubren los tallos, las hojas y hasta el respetable involucro, al que desea conocerlo más de cerca. En la Chacra Virgini_a no se conoció la llicris, hasta que en Febrero de 1935 encontré dos ejen1plares al lado del canal y, como si las condiciones del sitio fueran etnbrujadas, uno de los únicos dos representantes debía estar con la epiclen1ia de lugar, con la 11I<1.crocarpelia (vea la figura I)icris) el único caso que conocí. ,.roda la p!an ta tne llan1ó la atención por ~u color más obscuro,. por el fi Jon1a n1ús corto, por las cerdas débiles y por lo pequeño de los capítulos que no ostentaban los pétalos an1ariiios, los cuales en la planta nortnal se ason1an bastan te. P~sando ahora a las dos e~pecies del tnisnto lugar, pero no de la tnistna fan1ilia botánica, non1bro pritnero a l{aphanus raphanistrutn, que es tan conocido bajo el non1hre de rúbano campestre y es de la fan1ilia de las & U X F t I H U D V a Q n1edio de otros «parientes~', el yuyo y el «prinlO>." de t)ste n1isn1o, el Rapi_strun1 rugosun1, encontré un ejetnplar de un color ba~­ tante obscuro, de hojas que reYelan el parentc~co y por lo denlá<:i de una configuración tan insegura, que habría sido difícil distinguirlo del l{apistrunl. No hubo ninguna flor normal; pero tnuchas seudoilores cubrían las ran1as. Se nota han elen1entos con 4 sépalos o con tnenos, con 6 estatnb• es (níunero normal de la fatnilia) o con 3, sietnpre estériles, y el centro ocupaban h_ojitas o un pedúnculo coronado de varias seudoflores enanas. Ni yetnas ni frutos existían en este ejetnplar, que presenta un caso títpico de la vircscencia. L.o que distingue esta forn1a de las otras especies non1bradas es la conlplcta ausencia del ovario. El últin1o ejetnplo de la n1isn1a Chacra es para notnbrarlo sin entrar en detalles y es un fenón1cno bastante frecuente, la deforn1ación del ovario en las pequeñas flores del llantén • • 158 REVISTA CHILENA DE HISTORIA NATURAL (P4tntago lanceolata) donde, en vez del pistilo, salen unas . hojitas. Tampoco me detendré en la descripción de un racin1o de flores sumamente extrañas, que me trajo, el año pasado, un amigo y que, de ningún modo, se habría podidof detern1inar, si no fuera por otra ratna de la n1isma mata que mostraba dos flores normales de un l)elphiniunl (Espuela de caballero) que tnucho se vende en las jardinerías. En vez del color purpúreo de las flores encapuchadas y con e~puela larga (nectario) • • • Fig. 26.·-Cephalophora no hubo nada que se pareciera a una vara de flores, sino un eje rodeado de ruedas verdes en número de 15. Cada rueda descansaba en un pedúnculo de 4 cm.; en el centro ostentaba 3 hojitas largas rodeadas de muchos estatnbres sin polen y del centro salían en cruz 4 peciolos de 2 cn1. que rerna taban cada una en una copita verde y setniglobosa. Ahora debemos extender la localidad y traemos n1ateria de dos especies de la costa (Algarrobo, las costa más cerca na) una sinantérea, la Cephalophora aromática, que llaman Drathen.--·LA • VIRESCENCJA 159 la «manzanilla del catnpo» y la otra es el «Don Diego de la noche» una especie de Oenothera. I.~a pritnera la describí con s us anon1alías en la Re·cista Universitar~ia, N ·o S-6 del año 1933 y la segunda en esta J{evista, 1932. La manzanilla del campo se asen1eja mucho en sus anomalías (vea fig . Ccphalophora) a la especie que, como antes dije, es la que en Europa se distingue tnás por la virescencia, el trébol blanco. También tiene su inllorescencia en forn1a de una bolita. De e sta bolita se levan tan sea pequeñas hojas, sea mechones de inflorescencias falsas, todas (\stas como deformaciones del ovario. Si el l)r. l\'1erkenschlager detern1ina es ta clase de tnonstruosidades como un estado in tern1ediari'o entre las tendencias sexuales y an tisexuales, (U mschan, 1934) n1e parece, no adelantaría con esto la explicaci.ó n del fenómeno; pero si opi,na que hay talvez hormonas sexuales y hormonas vegetativas en I.as plantas y que en una fase de la lucha entre éstos dos principios ganara la sexual a formar flores y la otra a tneterles hojas donde debería es tar el pistilo, podría estudiarse poco a poro el asunto de las horn1onas vegetales, ya que la exi.s tencia de una tal hormona del rrecimien to parece asegurada. Pero siempre quedaría abierta la cuestión ;,Qué factores favorecen ].a deformación de los ciclos florales? o si quiere ¿Qué condición del clitna, suelo, humedad, etc., ayuda la hormona vegetativa para eliminar el ovario, el óvulo, el color de los pétalos, el pólen, etc.,? Terminemos con una brevísima revisión de las seudoflores de Oenothera. Las recogí en gran número a principios de los años 1931 y 32 y, buscándolas en el mismo 1ugar los años 33 v 35, no hallé ni una sola muestra. Estos s imulacros verdes. " pequeños y muy variados de las hermosas flores an1arillas, grandes y tan características, aparecen sólo después de la fructificación de las verdaderas flores -v se encuentran en ramitas cortas, cuyo filoma desvía bastante de la forma de las hojas caulinares. N un ca se ve un pistilo legítimo; pero casi siempre existen los 8 estambres conocibles como tales y el estado de yema falta aquí como en todos los casos an t.eriores. Pongo fin a la corta sinopsis del n1aterial observado y de nuevo manifiesto n1is deseos, que un naturalis ta de n1ás horizonte científico idee una explicación aceptable de estos hechos. LA SERENA, Julio de 1935 . • ~··········e:··········· •••••••••••••••••••••