Carta de SS Juan Pablo II - Juventud y Familia Misionera

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Juventud y Familia Misionera
www.demisiones.com
Queridos hijos e hijas, miembros de la Juventud Misionera Evangelizadora y de la Familia
Misionera Evangelizadora del Regnum Christi:
Al reunirnos después de haber realizado una amplia misión en las periferías de las grandes
ciudades y entre las poblaciones indígenas de la montaña de esa querida tierra mexicana, os
saludo cordialmente con la "paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro"
(1Tim.1,2).
Con vuestra acción os habéis propuesto llevar el Evangelio a todos los hombres, anunciando la
salvación con la proclamación gozosa de la Palabra, la alegría de la solidaridad fraterna propia de
los discípulos de Jesús y el testimonio ilusionado de vuestra fe. Habéis querido imitar así al
maestro recorriendo las ciudades y aldeas, enseñando, proclamando la Buena Nueva del reino,
llevando consuelo y esperanza a la debilidad humanan (cf. Mt. 9,35)
Vuestra tierra mexicana ha sido bendecida con una rica y profunda tradición cristiana que
especialmente a vosotros jóvenes os corresponde continuar, afianzar, difundir y también defender
con valentía ante las sombras amenazadoras que se ciernen contra la fe y los valores evangélicos.
Esta era la invitación que os hacía en l primera visita a México en 1979 y que os repito de nuevo:
"¡Jóvenes, comprometeos humana y cristianamente en cosas que merecen esfuerzo,
desprendimiento y generosidad! ¡La iglesia lo espera de vosotros y confía en vosotros!" (discurso a
los estudiantes, 30/01/79).
Hoy el mundo necesita una Nueva Evangelización que espera mucho de nuestro legado espiritual
y de vuestra generosidad como jóvenes, par que ningún puerta se cierre a Cristo y para que todos
puedan reconocerle como la verdadera alegría, la fuente de toda esperanza y la causa de toda
salvación. de Cristo, más que de nadie, tienen necesidad los hombres y las mujeres, las familias,
los niños, los ancianos, los enfermos, los fuertes y los débiles.
Como sucedió al Maestro, tampoco vuestro camino es fácil. Pero de nuevo os digo: ¡No tengáis
miedo! Siguiendo los pasos de Cristo que se hizo Camino, nuestros pies no vacilarán en la vereda
(Sal. 17/16,3). ¡No decaiga vuestro ánimo! él nunca nos abandona y sabes bien en Quién hemos
puesto toda nuestra confianza (2Tim. 1,12). ¡Sed fieles! No os dejéis seducir por falaces reclamos
que prometen lo que no tiene y lo que no pueden dar. tened más bien los ojos puestos en el Seño
que no dejará de reconocer a quienes le siguen con fidelidad y prudencia (Mt. 25,23).
Unidos en Cristo y bajo la materna protección de la Virgen, Nuestra Señora de Guadalupe,
proseguid en vuestro testimonio cristiano, en vuestro servicio a la Iglesia y en vuestro compromiso
misionero. Con estos sentimientos os imparto con afecto la Bendición Apostólica.
Vaticano, 8 de abril de 1998.
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