hay que impedir que ciudadanos pobres tengan que subsidiar a

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HAY QUE IMPEDIR QUE CIUDADANOS
POBRES TENGAN QUE SUBSIDIAR A
ESTUDIANTES PUDIENTES
Jueves, 15 de Marzo de 2007
Página 29
Editorial
El ministro de Transporte Andrés Uriel Gallego tuvo una muy buena intención al
proponer el proyecto de Ley 039 del 2006 para subsidiar a los estudiantes menores de 25
años, a los adultos mayores y a los ciudadanos con discapacidad motriz o visual.
Desafortunadamente no se estudiaron con cuidado todas las consecuencias de esa medida, que
resultaría regresiva al gravar a los ciudadanos más pobres para favorecer a otros con mayores
ingresos, y pondría en grave riesgo de quiebra a los sistemas de transporte masivo cuyos
principales beneficiarios son los ciudadanos de menores recursos.
Los sistemas de transporte masivo tipo TransMilenio están en una etapa muy incipiente
en nuestro país. TransMilenio debe llegar a cubrir la casi totalidad del transporte público de la
ciudad y por ahora sólo atiende el 23 por ciento de la demanda. El sistema de Pereira lleva
funcionando apenas un par de meses. Y los de Medellín, Cali, Bucaramanga, Barranquilla,
Cartagena y ahora probablemente Cúcuta ni siquiera han entrado a funcionar. No es el
momento de colgarles subsidios, sino de ver cómo es que pueden sobrevivir y prestar el mejor
servicio posible.
En el caso de TransMilenio, si llegara a haber un margen de rentabilidad ya sea por el
lado de mayores ingresos o menores costos, se deben aplicar a que los buses vayan menos
llenos, como es el clamor de sus usuarios. El problema es tan grave, que pone en riesgo la
viabilidad del sistema, que se ha convertido, no obstante sus fallas que deben ser
solucionadas, en ejemplo para el mundo. Mal puede el gobierno del presidente Uribe poner en
riesgo la calidad, la autosostenibilidad y aún la viabilidad de los sistemas de transporte
masivo, cuando este es posiblemente el principal proyecto de inversión del primer y segundo
gobierno del presidente Uribe.
No presenta el estudio ningún análisis serio sobre los medios para controlar que los
beneficiarios sean realmente los que se busca beneficiar, o sobre los costos de estos controles.
Cuando ingresan decenas de miles de ciudadanos simultáneamente a todas las estaciones,
¿habría alguien revisando las identificaciones que los acreditan como legítimos beneficiarios?
¿Cómo hacer que los más de 10.000 establecimientos educativos de todo tipo en la ciudad de
Bogotá por ejemplo, no expidan identificaciones espúreas? ¿Se van a revisar todas las cédulas
a la entrada de cada estación?
El proyecto de Ley estima que para otorgar los subsidios, habría que incrementar la
tarifa en "...un porcentaje cercano al 8 por ciento", lo que daría, con la tarifa de 1.400 pesos
que entrará próximamente en vigencia para TransMilenio, 112 pesos adicionales por pasajero.
La gerencia de TransMilenio estima que el costo del subsidio sería de más de 300 pesos por
pasajero. Esto equivale a 187.000 pesos anuales para un trabajador promedio, 43 por ciento de
un salario mínimo mensual. Esto es gravísimo para los ciudadanos de estrato 1 y 2 de Usme,
Ciudad Bolívar o Bosa, que van a pagarlo. Va a configurarse la situación en la que los
ciudadanos más pobres de Bogotá terminarán subsidiando la tarifa de los estudiantes de
estratos medio y alto.
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El impacto -y más aún el riesgo tarifario que implica el subsidio que ordena la Ley- es
tan grande, que el mismo proyecto contempla que las entidades territoriales cubran el costo
"con cargo a su presupuesto". Si las entidades territoriales deben cubrir el costo del subsidio
con cargo a su presupuesto, las distorsiones son aún más graves. Se le quitan recursos a
programas sociales bien focalizados a los más pobres como 'Bogotá sin hambre', los jardines
sociales o la educación, o se le quitan a necesidades tan críticas como el mantenimiento vial,
para canalizarlos a un subsidio mal focalizado puesto que va a ciudadanos pobres y de
ingresos altos por igual. En el caso de Bogotá se estima que con la cobertura actual de
TransMilenio el costo del subsidio para el Distrito sería de casi 100.000 millones de pesos
anuales, y eso ignorando los costos del control y minimizando el costo de beneficiarios que se
cuelen sin tener derecho al subsidio. Con el sistema integrado de transporte que debe
implementarse durante los próximos años, el costo ascendería a 500.000 millones de pesos, el
70 por ciento del recaudo anual por el impuesto predial.
Ningún proyecto de ley en el Congreso que genere gasto para la Nación puede ser
aprobado sin el aval del Ministerio de Hacienda. En este caso se le generan grandes
erogaciones a las entidades territoriales, sin su consentimiento y sin consultarlas siquiera y sin
ningún estudio serio al respecto.
El gobierno del presidente Uribe y el Congreso deben reconsiderar la conveniencia de
un proyecto que, no obstante sus buenas intenciones, puede hacerle un grave daño a la
equidad y a la competitividad de las ciudades colombianas.
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