La inteligencia emocional (IE): métodos de evaluación en el aula (2ª

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La inteligencia emocional (IE): métodos de evaluación en el aula (2ª. Parte)
Los educadores observan que sus alumnos difieren en su nivel académico
y en sus habilidades emocionales. En la última década se ha demostrado que las
habilidades personales influyen de forma decisiva en la adaptación psicológica de los
alumnos en clase; en su bienestar emocional, en sus logros académicos y en su futuro
laboral. Las capacidades de percepción, comprensión y regulación emocional son de vital
importancia para la adaptación al entorno; contribuyen al bienestar psicológico y al
crecimiento personal, independiente del nivel cognitivo y del rendimiento académico.
Ni los investigadores ni los
educadores tienen claridad sobre las herramientas
de evaluación para obtener un perfil emocional de
los niños. Con todo, la evaluación del IE en el aula
supone una valiosa información para el docente
porque permite conocer el desarrollo afectivo de
los alumnos e implica la obtención de datos que
marquen el punto de inicio para el trabajo con los
objetivos fundamentales transversales.
En el ámbito educativo se han empleado tres
enfoques para evaluar la IE:
El primer grupo incluye los instrumentos clásicos de medidas
basadas en cuestionarios e informes personales.
- El segundo grupo reúne medidas de evaluación de observadores
externos basadas en cuestionarios que son completados por compañeros
de curso o por el propio profesor.
El tercer grupo agrupa las llamadas medidas de habilidad o de
ejecución de IE compuesta por diversas tares emocionales que el alumno
debe resolver.
Cuestionarios, escalas e informes personales
Esta metodología de evaluación es la más tradicional y utilizada en el
campo de psicología. Los cuestionarios permiten establecer perfiles variables de
personalidad, evaluando aspectos emocionales y también, factores cognitivos. Los
informes de personalidad, en la medida en que abarquen un período prolongado y se
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detengan en aspectos específicos del comportamiento, constituyen instrumentos valiosos
tanto para padres como para educadores y psicólogos.
Es evidente que los cuestionarios de IE pueden ser afectados por los sesgos
perceptivos de la persona que se evalúa, con tendencias a falsear las respuestas para crear
una imagen más positiva. Como el mundo emocional es interior, uno de los métodos más
eficaces para conocer al alumno es preguntarle cómo se siente, qué piensa, o como lo
afectan determinadas situaciones que ocurren en el aula. La evaluación de la IE a través de
cuestionarios es muy útil en los casos en que el educador quiere obtener un índice del
ajuste emocional de los niños y obtener un perfil de carencias afectivas en determinadas
áreas, pero la única forma de evaluar es a través de la propia introspección del alumno.
Evaluación a través de observadores externos
Estos procedimientos constituyen un medio eficaz para evaluar la
inteligencia interpersonal: nos revelan el nivel de habilidad emocional percibida por los
demás. Son instrumentos basados en la observación externa. Se solicita la estimación por
parte de los compañeros de curso o el profesor para que den su opinión sobre cómo el
alumno es percibido con respecto a su interacción con el grupo; cómo actúa si se trata de
resolver los conflictos en el aula o enfrontar situaciones de estrés. Esta forma de
evaluación, probablemente más objetiva, sirve de información adicional y tienden a
evitar mejor los sesgos de aceptación social.
Este tipo de metodología evalúa aspectos interpersonales y adolece de
algunas limitaciones: es difícil que el evaluador observe el comportamiento individual
específico, ya que se trata de una evaluación basada en observaciones de otra persona
con su respectivo sesgo perceptivo. Con este procedimiento es difícil obtener datos sobre
las habilidades emocionales intrapersonales, como la conciencia emocional, la atención
afectiva y la claridad emocional interna.
Sin embargo, a través de la evaluación de observadores externos se obtiene
información muy valiosa: cómo perciben al alumno los demás compañeros a nivel socio emocional. Es de gran utilidad para evaluar destrezas relacionadas con las habilidades
interpersonales, la falta de autocontrol y los niveles de impulsividad y de manejo
emocional en situaciones de conflicto social.
Evaluación a través de tareas de ejecución
El objetivo de estos instrumentos es evitar el falseamiento de respuestas
por los propios sujetos en situaciones donde se desea mostrar una imagen positiva y, por
otra, disminuir los sesgos perceptivos y situacionales provocados por los observadores
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externos. Para evaluar si una persona es hábil o no en un determinado ámbito, la mejor
forma es comprobar sus habilidades.
En general, las medidas de habilidad consisten en un conjunto de tareas
emocionales novedosas en su procedimiento y formato que evalúan la forma en que un
estudiante resuelve determinados problemas emocionales. Enseguida se comparan sus
respuestas con criterios de puntuación predeterminados, objetivos. Estos trabajos
abarcan cuatro áreas de inteligencia emocional: percepción emocional, asimilación
emocional, comprensión emocional, y regulación afectiva.
Esta forma de evaluación también presenta limitaciones: requiere mejorar
los esquemas de medición; las pruebas – al presentar situaciones concretas -, son muy
contextuales y deben adaptarse a la población que se a evaluar; los cuestionarios
requieren mayor tiempo de aplicación, lo cual implica sesgos en las respuestas por el
cansancio del niño. Sin embargo, el contexto de la vida escolar ofrece innumerables
ocasiones para que el profesor perciba actitudes y comportamiento de los niños.
Entonces, debe estar capacitado para observar y registrar sus observaciones,
completándolas con las observaciones de otros colegas y evitando los sesgos por simpatía
personal y rendimiento académico, que muchas discriminan negativamente.
Estos procesos - y más aún los de registro personal, encuestas, entrevistas , requieren de profesores preparados, perceptivos, bien dispuestos, que asuman un
compromiso real por el desarrollo afectivo y emocional de sus alumnos. Todas estas ideas
constituyen una ilusión si los docentes no tienen un desarrollo social y emocional
adecuado: es imposible generar en los niños simpatía, asertividad, empatía, buena
disposición… si el docente no las posee.
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