V. El Corrage De Ser Humilde Alguien ha dicho que el comienzo de una buena autoestima no está precisamente en leer libros de psicología popular. Este concepto está, sin embargo, bien unido al reconocimiento de que, siendo hijos de Dios, no somos ni mejores ni peores que cualquier otro ser humano. Pero para experimentar esto adecuadamente se necesita el coraje de ser humilde. La humildad, se ha dicho, es la verdad. Sin embargo, la verdad, a veces, duele y nos cuesta tremendamente aceptar nuestras limitaciones, defectos personales y, sobre todo, el hecho de que no siempre tenemos la razón. Cuando alguien nos dice una de esas verdades que poca gente se atreve a decirnos, en muchas ocasiones reaccionamos defensivamente. Entonces, no permitimos el paso de la crítica constructiva que puede ayudarnos a corregir nuestros defectos y crecer como seres humanos. J. M. Barrie decía que la vida era una larga lección de humildad. ¡Cuánta verdad hay en eso! Pero parece que nos cuesta mucho ser humildes, bajar la cabeza, aceptar que no siempre estamos acertados. Nuestro ego está comprometido y cuando se nos confronta con nuestros propios errores abrumamos a los que nos rodean con nuestras justificaciones. De esta manera pretendemos ahogar nuestro sentido de culpa. La autenticidad de nuestras vidas está en el aceptarnos como somos y no tratando de ser alguien que solo existe en nuestras fantasías. Es necesario tener coraje para ser humildes. Dr. Juan E. Romagosa