Alerta. La comunidad productiva sostiene que la sustancia - RAP-AL

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Alerta. La comunidad productiva sostiene que la sustancia es inocua. Los científicos opinan
lo contrario
Advierten sobre la alta toxicidad del herbicida más usado del país
Un informe de la Facultad de Bioquímica indica que el glifosato es perjudicial para la
salud humana
Luis Emilio Blanco / La Capital
Un informe de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad
Nacional de Rosario advierte sobre la existencia de estudios toxicológicos recientes que
indican que el glifosato, una sustancia que se utiliza para formular herbicidas, fue
"erróneamente catalogado como toxicológicamente benigno, tanto a nivel sanitario como
ambiental". El contenido del escrito atiende a un pedido realizado por el Concejo Municipal
de Roldán al Laboratorio de Toxicología Experimental, dependiente de la mencionada casa
de altos estudios, cuyo texto fue remitido en noviembre último a este cuerpo deliberativo.
La solicitud de los concejales Gustavo Renz, Ricardo Martín y Erica Ugarte fue canalizada
para ampliar los conocimientos respecto del "uso, aplicación, contaminación ambiental y
efectos perjudiciales para la salud en el corto, mediano y largo plazo de agroquímicos en
general y en especial sobre el glifosato", cuyo nombre comercial más común es Round Up,
de la compañía Monsanto, entre otros productos que ocupan menor franja en el mercado.
En el informe, el bioquímico Federico Paggi indicó que "recientes estudios toxicológicos
conducidos por instituciones científicas independientes parecen indicar que el glifosato fue
erróneamente calificado como toxicológicamente benigno", y que por ende "los herbicidas
en base a glifosato pueden ser altamente tóxicos para animales y humanos". Además indica
que no es desacertado el pedido de una zona de exclusión para la fumigación entre la
población y las superficies cultivables que debería ser "como mínimo de 1.000 metros".
Reclasificación de plaguicidas
Tras diferentes pruebas de laboratorios ensayadas por la Agencia de Protección Ambiental
de Estados Unidos se reclasificaron los plaguicidas que contienen glifosato como clase II
"altamente tóxicos, por ser irritante de los ojos". Por su parte "la Organización Mundial de
la Salud (OMS) describe efectos más serios", calificando su ingrediente activo como
"extremadamente tóxico (categoría I)".
Según explica un estudio sobre toxicología del glifosato, realizado por Jorge Kaczewer de
la Universidad Nacional de Buenos Aires, "los herbicidas más comercializados en la
Argentina incorporan dentro de su fórmula al glifosato, en razón de que algunos cultivos
transgénicos, como la soja por ejemplo, están manipulados genéticamente para desarrollar
una resistencia a esa sustancia química". En ese informe se presenta una larga serie de
riesgos que esa sustancia conlleva para la salud humana, al tiempo que alerta sobre las
debilidades en los sistemas nacionales que regulan sobre bioseguridad.
En un resumen sobre la historia de la utilización de los herbicidas no selectivos, Paggi
aseguró que "son frecuentes los accidentes laborales con agroquímicos en todo el mundo"
por lo que ante "la habitual exposición de trabajadores a estas sustancias debería protegerse
en forma especial a los aplicadores, en lugar de seguir insistiendo con la baja toxicidad del
glifosato", un argumento reiterado por los fabricantes y expendedores y multiplicado por
los productores.
"En seres humanos -continúa el informe- los síntomas de envenenamiento incluyen
irritaciones dérmicas y oculares, náuseas y mareos, edema pulmonar, descenso de la
presión sanguínea, reacciones alérgicas, dolor abdominal, pérdida masiva de líquido
gastrointestinal, vómito, pérdida de conciencia, destrucción de glóbulos rojos,
electrocardiogramas anormales y daño renal".
Paggi explicó que "la revisión toxicológica del glifosato conducida por un equipo
norteamericano de científicos independientes (Northwest Coalition for Alternatives to
Pesticides) indicó efectos adversos en todas las categorías estándar de toxicología:
subcrónicos, crónicos, carcinogenéticos, mutagénicos y reproductivos".
Finalmente tras detallar los efectos de los estándares mencionados en el párrafo anterior y
consultado por los ediles sobre la posibilidad de establecer una franja de exclusión entre la
zona poblada y la cultivable, Paggi asumió que "la solicitud de una zona de exclusión de
500 metros es totalmente acertada y que, más aún, debería extenderse a un mínimo de 1.000
metros. Esta situación también es válida para los depósitos de químicos dentro del ejido
urbano debido a su volatilización".
Para Kaczewer "merece examinarse el riesgo adicional para la salud humana planteado por
la utilización de este tipo de herbicidas en base al glifosato. Nuestra sociedad no desarrolló
ninguna política o aparato para restringir efectivamente la competitiva carrera
biotecnológica, para regular apropiadamente sus productos o para guiarlos hacia rumbos
más seguros o productivos. Esta deficiencia se relaciona también con la falta de criterio
científico en la toma de decisiones y en el establecimiento de estándares en la
reglamentación sobre bioseguridad. Es el riesgo sanitario resultante de la estrategia
implementada por la industria de la transgénesis (basada en la ingeniería genética) para
minimizar en el público los miedos ante los diversos riesgos aquí analizados y lograr
rápidamente que la gente se acostumbre a comer alimentos transgénicos, una estrategia que
en la Argentina se materializa bajo la forma de un plan denominado Soja Solidaria.
Revertir la situación
Desde hace varios años y desde diversos sectores, se trabaja con la intención de
concientizar a los operadores que manejan agroquímicos desde las plantas de elaboración,
transporte, almacenamiento y aplicación. Sin embargo, los numerosos esfuerzos aislados no
logran revertir la situación de desmanejos respecto al uso de plaguicidas.
Las innumerables denuncias de vecinos de poblaciones rurales, de plantas acopiadoras de
cereales o de zonas portuarias, dan cuenta de situaciones de abusos de insecticidas y
herbicidas en sembrados, camiones y plantas de acopio de cereales.
Quienes están relacionados con el sector productivo ven en esos reclamos una velada
amenaza a sus fuentes de ingresos, sin advertir que su preocupación debería orientarse a
determinar los mecanismos preventivos para evitar situaciones de riesgo, incluso de su
propia salud y la de sus familiares.
En la Legislatura santafesina, diputados y senadores presentaron gran cantidad de proyectos
para intentar echar luz sobre el asunto y preservar, ante todo, la salud de la población. Los
senadores radicales Felipe Michlig y Carlos Fascendini presentaron un proyecto de ley que
proponía establecer un control del manejo, almacenamiento, transporte y disposición final
de las sustancias químicas de uso agrícola en la provincia de Santa Fe. La iniciativa
propiciaba un sistema de control con mayor responsabilidad en el cuidado del medio
ambiente y de la calidad sanitaria del trabajador rural.
Del mismo modo, el bloque de diputados provinciales del ARI, presentó a lo largo de este
año diferentes proyectos relacionados con la utilización de agroquímicos, transporte de
cereales, cuidado medioambiental y los controles que se ejercen en el ámbito santafesino.
Los diputados Verónica Benas, Aldo Strada, Antonio Riestra y Alicia Gutiérrez presentaron
dos proyectos de comunicación y pedidos de informe a la Secretaría de Estado de Medio
Ambiente y Desarrollo Sustentable para conocer la existencia de "estudios epidemiológicos
sobre los efectos que podrían tener para la salud humana la aspiración permanente de
material particulado en suspensión e insecticidas a los que están expuestos los vecinos de
San Lorenzo en barrio Moscón, 2 de Abril y Morando por el tránsito de camiones".
Este primer pedido, que fue aprobado aunque no hubo respuesta, se basó en la "denuncia de
vecinos, médicos y ambientalistas que plantean el aumento de alergias respiratorias, asma,
leucemia y otras enfermedades hematológicas provocadas por el polvillo originado por el
continuo tránsito de camiones", y que ese aumento obedece "claramente a la combinación
de este material particulado con agroquímicos de alta toxicidad".
El segundo pedido de informe, realizado a la dependencia provincial mencionada, solicitó
conocer si habían actualizado los datos de 2005 y 2006 de las "auditorías ambientales
realizadas a las empresas radicadas en el cordón industrial del departamento San Lorenzo".
En mayo los legisladores del ARI presentaron un proyecto de modificación de varios
artículos de la ley 11.273 de fitosanitarios, que aún está en comisión. La iniciativa intenta
reparar vacíos que deja esa legislación y la brecha existente entre sus imposiciones y la
aplicación práctica.
En junio, otro pedido de informe solicitó al Ministerio de Agricultura, Ganadería, Industria
y Comercio que dé cuenta "sobre aspectos relacionados con la aplicación de las leyes
11.273 y sus modificaciones en la localidad de Susana, departamento Castellanos". Entre
sus objetivos el pedido apuntaba a conocer "si se crearon, organizaron, implementaron y se
mantienen actualizados los registros de inscripción obligatoria de distribuidores y
expendedores de agroquímicos, aplicadores aéreos y terrestres, operarios habilitados,
regentes y asesores técnicos, y si de haberse encontrado irregularidades, se obró en
consecuencia".
El caso emblemático por excelencia dentro de la provincia de Santa Fe lo encabeza la
localidad de Las Petacas, en el departamento San Martín, donde una agrupación de vecinos
autoconvocados hizo sentir sus reclamos en diversos sectores gubernamentales y en medios
periodísticos. Ante esa situación, hubo disímiles reacciones de diversos organismos del
Estado. Algunos entes se están ocupando del caso como la Secretaría de Trabajo que
recientemente detectó la labor de niños banderilleros y lleva adelante un proceso de
contención de los menores en riesgo.
La contrapartida la protagonizan los funcionarios del Ministerio de la Producción que, lejos
de ocuparse del asunto, relativizaron los efectos de los agroquímicos en una reunión
realizada recientemente en la localidad.
La semana pasada, la Defensoría del Pueblo de Santa Fe explicó que un grupo de vecinos
de Las Petacas se presentó ante el organismo para denunciar el uso de la fumigación con
agroquímicos, tanto terrestres como aéreos sobre la zona urbana, una situación que
LaCapital publicó reiteradamente desde marzo de 2005.
En la oportunidad, presentaron un estudio particular que arroja como resultado que el 50
por ciento de la población padece algún tipo de alergia a causa de la utilización de este tipo
de productos, así como una morbilidad por cáncer mayor que la habitual. También se
presentaron fotografías en las que se observan depósitos de agroquímicos dentro del radio
urbano, contraviniendo las normas vigentes en la materia.
En tal sentido, la Defensoría del Pueblo inició el trámite para dar curso a este reclamo, para
lo cual se elevaron pedidos de informe a diversas reparticiones del Estado provincial, como
uno dirigido al Ministerio de Salud con el objetivo de que se realice un estudio
epidemiológico.
Fuente: diario “La Capital”, de Rosario, 24 de diciembre de 2006.
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