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NO LO RECOJAS, NO ESTÁ ABANDONADO, SU MADRE LO PROTEGE.
El corzo es una de las especies
cuya adaptación le ha permitido
desarrollarse en los diferentes
ecosistemas peninsulares. Sin
embargo, su particular forma de
protegerse de los depredadores
hasta ser adultos, hace pensar en
el abandono por parte de las
madres.
¿Por qué están entre la hierba?
El corzo lactante permanece
inmóvil entre las altas hierbas,
mimetizándose con el entorno
gracias a sus manchas blancas.
Las corzas, por su parte, se
acercan periódicamente para
darles de mamar y limpiarles
escrupulosamente, evitando los
olores que pudieran atraer a
sus enemigos.
Todo ello, unido a su
aspecto inocente, hace
que algunas personas se
sientan tentadas a
llevarles a casa.
Pero ese es el peor
destino para el corcino,
condenándole a una
muerte casi segura.
¿Por qué no hay que recogerlos?
Muy pocos sobreviven al
cautiverio y, de hacerlo, al
haber perdido el miedo al ser
humano, no pueden ser
puestos en libertad.
Su instinto como animales
territoriales, no permitiendo
intrusos en su entorno, hace
muy difícil la convivencia con
el corzo adulto pudiendo
convertirles en muy peligrosos.
Un corzo macho puede inferir graves heridas, incluso llegar a matar a una
persona adulta.
¿Qué hay que hacer si nos encontramos un corcino?
NO SE DEBE RECOGER, no está
abandonado, su madre siempre está cerca,
observándole y protegiéndole.
NO SE DEBE TOCAR,
puede impregnarse de nuestro olor y su
madre puede abandonarle al no reconocerle.
NO PERMANECER EN LA ZONA,
nuestro olor en el entorno puede hacer que
la madre le rechace y podrá atraer a
depredadores oportunistas como el zorro.
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