En el XC aniverario de Migel Delibes

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EN EL 90º ANIVERSARIO DE MIGUEL DELIBES (1920-2010)
Es como lo de Madrid. Mira que a mí me gusta Madrid,
Mario, que es locura por Madrid, que me chifla,
todo lo que te diga es poco, bueno, pues prefiero no ir...
Miguel Delibes. Cinco horas con Mario
LA SENCILLEZ DE UN GRAN NOVELISTA
Miguel Delibes no ha sentido nunca la tentación de abandonar sus predios nativos. Sin quitarle a
Madrid lo que le corresponde como receptáculo y resonador de muchas ambiciones a menudo
limitadas, constreñidas por lo provincial, demuestra Delibes que una vocación literaria puede no
solamente realizarse con universalidad en la provincia, sino incluso potenciarse en ella.
Este caminante y cazador solitario nos acaba de decir: “El ideal de la caza sería, sin duda, la del
hombre libre, sobre tierra libre, contra pieza libre”. Y añade: “Es sencillo. Lo que yo envidio es
la caza primitiva, al cazador prehistórico, al que según Ortega, tratamos de imitar los hombres
civilizados del siglo XX”.
Miguel Delibes nació en Valladolid el 17 de octubre de 1920 y falleció en su ciudad natal el 12
de marzo de 2010. Estudia Derecho y Comercio. Catedrático de Derecho mercantil y de Historia
de la cultura en la Escuela de Comercio de Valladolid. Director del diario El Norte de Castilla.
Obtiene el premio Nadal (1947) por su primera novela, La sombra del ciprés es alargada. A
esta novela le sigue Aún es de día. La primera es narración tradicional en cuanto a andadura y
recursos expresivos, novela desolada, fría y sombría en una ciudad de Ávila no “protegida” por
sus murallas, sino “encerrada” por ellas, con un único camino posible el que conduce al
cementerio, hacia la muerte. En Aún es de día, de tendencias naturalistas e incluso mecanicistas,
con una atmósfera provinciana y estrecha en torno a un comercio local y un miserable y gris
personaje, Delibes eleva la desgracia y la mediocridad a categoría vital, bien de acuerdo con
tantos aspectos de la realidad diaria de la España del momento. Se ha dicho que El camino
(1950) supone una auténtica metamorfosis en Delibes: ha desaparecido el estilo narrativo
realista; nos hallamos otra vez ante un mundo visto con ojos infantiles, los de tres niños de un
pueblo y en una vida que se nos aparece tan auténtica como poética, con sencillez y optimismo.
“Hoy más que nunca gusta el hombre de recuperar su conciencia de niño -escribe Delibes-, de
evocar una etapa -tal vez la única que merece ser vivida- cuyo encanto, cuya fascinación sólo
advertimos cuando ya se nos ha escapado de entre los dedos...”. Delibes vuelve a su detallismo
inicial en Mi idolatrado hijo Sisi, historia de un matrimonio en que él descubre por último la
vaciedad de su vida y ella aparece presentada como la vulgar esposa fría y estúpida.
En 1956 obtiene el Premio Nacional de Literatura con su obra Diario de un cazador. Aquí la
depuración del lenguaje, matizado de tonos populares, sirve como base a la narración sencilla,
de gran penetración humana. De menos valor quizá es Diario de un emigrante, que continúa la
anterior. En Las ratas une su habitual realismo contenido a un mayor lirismo. Sus cuentos y
novelas cortas se hallan reunidos en diversos volúmenes: El loco, Los raíles, La partida y
Siestas con viento Sur. También han sido muy celebrados sus libros de viajes: Un novelista
descubre América y Por esos mundos. Todos estos géneros vuelven a encontrarse en la
producción de los últimos años: Viejas historias de Castilla la Vieja, Usa y yo, Vivir al día, La
primavera de Praga, Alegrías de la caza, Parábola de un náufrago, Cinco horas con Mario,
Los santos inocentes, He dicho.
En esta madurez de Miguel Delibes se advierte cuán beneficioso ha sido para su obra el
apartamiento provincial, que le ha cargado de ternura, de humor delicado, de gusto por la
sencillez y la modestia humana de sus personajes; para la precisión del lenguaje en los vocablos
y los giros propios de Tierra de Campos. Sus protagonistas, como los de esa tierra, están hechos
de dignidad y dolor, de frustración y esperanza: Ni humillados ni ofendidos. Sencillamente
humanos. No en vano nos decía Delibes: “Para mí, la novela es el hombre, y el hombre, en sus
reacciones auténticas, espontáneas, sin mixtificar, no se da ya a estas alturas de civilización sino
en el pueblo...”.
Francisco Arias Solís
Paz y Libertad.
Portal de Internautas por la Paz y la Libertad y de Foro Libre.
URL: http://www.internautasporlapaz.org
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