Hemorragia de tubo digestivo bajo diagnóstico y tratamiento. Manotas Solano, Sneider. En los últimos decenios se ha registrado una disminución de la mortalidad por sangrado gastrointestinal bajo, esto al parecer se atribuye a que el sangrado se localiza y se diagnostica mejor, por medio de la colonoscopia y angiografía, lo que a su vez permite un tratamiento quirúrgico más selctivo. Actualmente se considera que su mortalidad varia de un 6 a un 21%. En estos pacientes el 80% de los episodios hemorrágicos se resuelven espontáneamente y el 20% presentan un sangrado persistente. En aquellos en que el sangrado cesa, un 25% de los episodios hemorrágicos se repiten. Entre los factores etipatológicos, la enfermedad diverticular es la responsable de la hemorragia masiva del conducto gastrointestinal inferior en un 70% de los casos. A partir de 1960 en que se inicia el empleo de angiografía, existe un aumento en el número de casos de hemorragias debido a malformaciones vasculares del intestino, en la actualidad se considera que estas lesiones son la segunda causa de hemorragia del tubo digestivo bajo. Otras causas de sangrado en estas patologías son las lesiones anales (hemorroides, fisuras, colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, infecciosas, isquemicas, pólipos, neoplasias, invaginación, discrasias sanguíneas, vasculitis, trauma rectal y anticoagulantes). Las características del sangrado gastrointestinal bajo, además de la hematoquecsia, depende de cada uno de los factores causales que pueden provocarlas. Para el diagnóstico de esta patología, todos los pacientes requieren de una historia clínica y una exploración física completa. Un primer dato de utilidad en la historia es la edad del paciente; en los ancianos con proctorragia leve recidivante las principales consideraciones diagnósticas incluyen pólipos colónicos o cáncer; en lo jóvenes, una condición local como hemorroides o una enfermedad inflamatoria. Cinto Aguilar, Leopoldo.