Los nuevos retos de las mutuas versus los servicios de las

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Los nuevos retos de
las mutuas versus
los servicios de las
sociedades de prevención
Vicente Aparicio Mulet, subdirector general de Asepeyo.
esde que en España se instituye la
Ley General de la Seguridad Social
(LGSS), las Mutuas de Accidentes de
Trabajo y Enfermedades Profesionales
de la Seguridad Social (MATEPSS) –denominadas
Mutuas Patronales hasta 1990– pasan a colaborar en la gestión de las contingencias profesionales –accidente de trabajo (AT) y enfermedad profesional (EP)–; para ello, están amparadas en una
normativa especifica bajo la vigilancia, dirección y
tutela del Ministerio de Trabajo.
D
Esa gestión de colaboración se desarrolló,
cada vez con más incidencia, en el conjunto del
tejido empresarial español y con la asunción de
un importante volumen de trabajadores afiliados
a la Seguridad Social. El legislador debió entender que esta participación en la gestión de los recursos públicos era beneficiosa, pues en la década de los 90 se aprueban diversas normas que
trasladan a las mutuas una mayor función de colaboración, a la par que demandan la realización
de actividades que no son propias, en lo fundamental, de la Seguridad Social.
En efecto, por un lado las mutuas pasan a asumir competencias en la parcela de enfermedad común, tanto del Régimen General como en los Regímenes de Autónomos y Agrario, y posteriormente,
hacia 2003, amplían la gestión a las contingencias
profesionales del Régimen Especial de Trabajadores
Autónomos (RETA). Y en paralelo, la Ley 31/1995
de Prevención de Riegos Laborales (LPRL), en su
artículo 32, implica a las mutuas, al otorgarles la facultad de realizar la función de servicio de prevención para sus empresas asociadas.
Esta última asunción competencial nace en
un delicado contexto de urgencia al que se ve
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compelido el Gobierno de aquel entonces, acuciado por la Unión Europea (UE), cuando diversas
directivas debían ser atendidas por España, y la
más urgente entonces era ésta, la de prevención.
El proceso
de fusiones de
mutuas, que
casualmente
coincide con
la segregación
de la actividad
preventiva,
parece encaminar
el sector
hacia una
concentración
En ese momento, el país no cuenta con unas
infraestructuras que den respuesta a este mandato, pero de entre lo poco que existía con conocimientos y dotación, las mutuas podían ser un elemento de aplicación inmediata en tanto que, con
sus criterios y con experiencia contrastada de un
buen número de años en esta gestión, estaban
desarrollando parcelas especificas de la prevención: investigación de los accidentes, formación a
los trabajadores, propuestas de corrección en hábitos laborales o procesos productivos, asesoramiento al empresario, etc.
Y como siempre ha sucedido, a pesar del
más que precario desarrollo de las normas aplicables a las mutuas en la función de servicio de
Prevención, éstas asumieron el reto, a la vez que
el compromiso, de características bien diferentes
a las de colaboración con la Seguridad Social, en
el entendimiento de que su papel preventivo era
esencial, especialmente en esos primeros años
de aplicación de la Ley. Esto les obligó, entre
otras cosas, a aumentar sus plantillas con personal técnico y médico, fundamentalmente en paralelo a dotarles de una formación en la materia
–especialmente al técnico–, por la escasez de
plantilla médica especializada.
Creada toda esta infraestructura y pasados
casi diez años, el legislador resuelve que esta actividad de las mutuas debe segregarse de ellas,
con la constitución de sociedades de prevención,
en junio de 2005. En pocos meses las mutuas,
casi en su totalidad, una vez más ajustan su hacer
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a lo que marca esta normativa, en un proceso en
la que fija el tempus y que, en una gran parte de
éstas, concluye en esta separación efectiva, con
efecto desde el 1 de junio de 2006.
Desde ese momento, la actividad de prevención es ajena a las mutuas –con la excepción de
la presencia residual contemplada en la LGSS– y
estas nuevas sociedades, constituidas con el patrimonio privativo de las mutuas, ajustan sus funciones a la normativa del RD 688/2005, de 10
de junio, y a la propia del régimen societario escogido –salvo error u omisión todas las sociedades constituidas son limitadas–, con dotación de
personal, equipamiento e instalaciones del todo
separadas e independientes.
Este desplazamiento de la prevención hacia
entidades al margen de las mutuas está enmarcado en unas exigencias –creación de toda una estructura específica y aportación de capital– que,
previsiblemente, no todas podrán llevar a buen
término en sus inicios, o quizás noten sus efectos
más adelante, a pesar de sus esfuerzos. Y probablemente, coincidiendo con ello, aunque bien pudieran existir otras razones, el sector de mutuas
ha comenzado a experimentar en los últimos meses un proceso de fusiones de mutuas pequeñas
y en algún caso medianas.
Así, son varias las mutuas fusionadas: Mutua
Vizcaya Industrial y Pakea, creando Mutualia –en
febrero de 2006, a la que recientemente se ha
añadido La Previsora–; Midat se fusionó con
Cyclops, surgiendo Mutual Midat Cyclops –resolución de abril de 2006–; Egara, de Terrassa, y
SAT, de Sabadell se fusionaron en julio de 2006
en Egarsat; Umi y Mutua Valenciana Levante
(Muvale), se fusionaron a finales del año pasado
creándose umivale; por su parte, Reddis, de
Reus, y MATT, de Tarragona, lo hicieron a principios de este año.
Este proceso, que casualmente coincide con
la segregación de la actividad preventiva, parece
encaminar el sector hacia una concentración de
las mutuas que según las fuentes de dónde proceda la información hasta casi podría llegar a las
diez mutuas, pero esta información varía y no hay
nota oficial al respecto del Ministerio de Trabajo.
Esta evolución va aparejada con un acervo de
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Hacia dónde avanza el sector
Las mutuas deberán apostar, cada vez más, por la creación de servicios específicos,
las técnicas más avanzadas en la curación y rehabilitación de los accidentados…
normas reglamentarias de diferente calado, algunas ya publicadas, que en su conjunto están encaminadas a demandar, o están demandando ya,
que el sector deba, necesariamente, reorientar
sus postulados y apostar, decididamente y sin tapujos, por lo que es su objeto social, es decir, la
prestación asistencial, la recuperación profesional
y el pago de las prestaciones económicas a todos
aquellos trabajadores que las precisen.
Es evidente que las mutuas deberán apostar, cada vez más, por la creación de servicios específicos, acercar los servicios a los trabajadores,
mejorar sus instalaciones, introducir las técnicas
más avanzadas en la curación de los accidentados o en su rehabilitación, con la dotación de
servicios encaminados a la formación al mismo o
a varios puestos de trabajo para aquéllos que hayan sufrido un accidente laboral o una enfermedad profesional, intentando así ir más allá del pa-
go de la invalidez, pensando que la sociedad, y
estos mismos empleados, demandan tener opciones de reincorporarse al mundo del trabajo.
Este nuevo enfoque de la actividad mutual,
que en realidad es el mismo desde su propia existencia, también va a precisar la total colaboración
y asunción por el Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales, en la medida que es quien tiene en estos momentos gran parte de las facultades de autorización en alquileres, compras, equipamientos,
presupuestos para gastos de administración, etc.
Si no se participa abiertamente en esta perspectiva, si no se dan las oportunidades de desarrollo
por la mutua, resultará muy difícil asumir este reto, que en realidad es el compromiso de las mutuas por ser lo que son y estar orientadas a la satisfacción de necesidades y prestaciones sociales
de los trabajadores y garantizar las responsabilidades de los empresarios.
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