CIENCIA Y TRADICIONES KUHN A LA LUZ DE LA CONCEPCIÓN

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CIENCIA Y TRADICIONES
KUHN A LA LUZ DE LA CONCEPCIÓN ESTRUCTURALISTA
DE LAS TEORÍAS CIENTÍFICAS
Inmaculada Perdomo
1. INTRODUCCIÓN
La filosofía de la ciencia como disciplina tiene una historia muy reciente; podemos
situar su comienzo alrededor de los años 30 cuando Neurath y Carnap publican un manifiesto donde exponen el programa del Círculo de Viena. Este programa iba encaminado
hacia la necesidad de elaborar criterios que permitieran eliminar toda recurrencia a conceptos metafísicos en el seno de la ciencia. Este proyecto acaba cristalizando en las tesis
básicas de la Concepción Heredada o enunciativa de las teorías; salvaguardar la objetividad, neutralidad, racionalidad e intersubjetividad de los enunciados científicos son las metas
de una filosofía de la ciencia con claro espíritu normativo. A este proyecto se dedican,
entre otros, Hempel y Carnap.
A raíz de la publicación en 1962 de La estructura de las revoluciones científicas, de T.S.
Kuhn, la filosofía de la ciencia comienza a sufrir una transformación radical. La llamada
tradición historicista surge a partir del convencimiento de que la disciplina había llegado a un
punto donde, a pesar de los esfuerzos de Popper por establecer criterios de falsación para las
teorías y conservar la decidibilidad sobre la verdad o falsedad de las construcciones teóricas
y la racionalidad de los procesos científicos, las construcciones formalistas de los filósofos
no daban cuenta de los procesos reales ocurridos en la Historia de la Ciencia.
La propia disciplina histórica había sufrido también una transformación. A partir de los
trabajos de P. Tannery, G. Sarton y A. Koyré, la historia de la ciencia ya no es una mera
crónica de descubrimientos científicos sino que se opta por una reconstrucción de los períodos históricos, atendiendo a la coherencia interna de todos los elementos que forman la
cosmología de una época determinada. Kuhn, discípulo de Koyré, lanza a los filósofos el reto
de tomar en cuenta estas reconstrucciones, criticando el que se recurra a ella como mero
banco de datos del que extraer ejemplos para ilustrar sus escritos. Habría acabado Kuhn con
la clásica distinción entre contextos de descubrimiento y justificación diseñada por
Reichenbach, en base a la cual, la filosofía de la ciencia sólo debía ocuparse del segundo.
Nos situaremos en esta tradición historicista (de la que también forman parte los trabajos de Lakatos y Laudan) para evaluarla a la luz de una nueva filosofía de la ciencia: la
concepción estructuralista de las teorías científicas, la cual opta por tomar en cuenta el reto
kuhniano. Según éste, las teorías tienen un desarrollo histórico y son relativas a una comunidad científica que las elabora y sustenta. La introducción de estos factores pragmáticos
en la filosofía de la ciencia, obliga al filósofo a entrar en diálogo directo con la historia de
la ciencia.
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2. “KUHN SNEEDIFICADO”1 O “SNEED KUHNIANO”
Quizá no haya habido un encuentro tan fructífero como el que se ha dado entre la propuesta de Kuhn, y la tradición historicista en general, y la de Sneed y el resto de los arquitectos de la concepción estructuralista de las teorías científicas2. Si a Kuhn le faltaba un análisis
riguroso de la estructura matemática interna de una teoría física que añadir a su influyente
estudio de la dinámica de las teorías, a la filosofía de la ciencia tradicional le faltaba precisamente una interpretación adecuada de las revoluciones o cambios que se producían en las
teorías aparentemente tan bien organizadas deductivamente. En otras palabras, la concepción
enunciativa de las teorías parecía ser demasiado general y demasiado simple. El irrumpimiento
de la llamada escuela o enfoque historicista en la filosofía de la ciencia no hace más que
hacer explícito lo ya evidente a raíz de las continuas reformulaciones e intentos de solución
de problemas que, en buena medida, eran provocados por ella misma.
Junto con ello, los duros trabajos centrados en análisis más profundos de la estructura
matemática interna de las teorías científicas llevados a cabo por Simon, Suppes, Adams y el
propio Sneed, dan como resultado el hecho de que las teorías tienen una estructura mucho
más compleja que la de una simple lista de enunciados, significando ello, además, que no se
podía obviar el hecho de que las teorías científicas eran algo más que estructuras estáticas:
que tienen su nacimiento, evolución y desarrollo y, en muchos casos, su muerte y reemplazo.
Según Moulines:
Sneed no escribió su libro para tratar fundamentalmente de la problemática kuhniana, su objetivo principal era otro: desarrollar un nuevo aparato conceptual con el cual reconstruir formalmente la estructura estática de las teorías físicas, así como su contenido empírico. Sin embargo,
como efecto secundario, este aparato permite dar un sentido preciso a las tesis de Kuhn3.
1
Expresión utilizada por Feyerabend para denotar que el enfoque estructuralista es un intento de
reconstruir las ideas de T.S. Kuhn, en su crítica al libro de Stegmüller Estructura y Dinámica de Teorías.
Artículo titulado “Changing patterns of reconstruction”, en The British Journal for the Philosophy of
Science Vol. 28, nº4 (Dic. 1977).
2
Las tesis de la concepción estructuralista de las teorías son expuestas por Sneed en The Logical
Structure of Mathematical Physics, Dordrecht, Reidel y que, publicada en 1971 marca el comienzo del
nuevo rumbo en la filosofía de la ciencia. Las tres obras de W. Stegmüller (traducidas al castellano):
Teoría y Experiencia, Ariel, 1979, Estructura y dinámica de Teorías, Ariel, 1983 y La concepción
estructuralista de las teorías, Alianza universidad, 1981, donde se exponen de forma detallada las
principales tesis del estructuralismo y la respuesta a las críticas de Feyerabend. La obra de U. Moulines
Exploraciones Metacientíficas, Alianza Universidad, 1982. Y una última exposición donde se producen
nuevas matizaciones al formalismo para acomodar nuevos aspectos de la dinámica de las teorías,
publicada por Balzer y Moulines: An Architectonic for Science, Dordrecht, Reidel, 1987.
3
U. Moulines, Exploraciones Metacientíficas. Alianza universidad. Madrid 1982. p. 77.
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Además:
La obra de Kuhn puede interpretarse no tanto como una filosofía de la ciencia alternativa sino
como el reto filosófico de un historiador a los filósofos de la ciencia “profesionales”. El reto
consiste en exigir de los filósofos un aparato conceptual preciso que dé cuenta de los aspectos
de las ciencias empíricas que Kuhn ha revelado en sus análisis históricos4.
2. LA CONCEPCIÓN ESTRUCTURAL DE LAS TEORÍAS
Es Feyerabend quien acuña la expresión “Kuhn sneedificado” para indicar que el enfoque estructuralista es un intento de reconstrucción de las ideas de T. S. Kuhn. Stegmüller
responde a Feyerabend en su obra La concepción estructuralista de las teorías, que tal enfoque debe considerarse como un desarrollo a partir de las axiomatizaciones mediante predicados conjunto-teóricos, de la mecánica clásica y la relatividad llevados a cabo fundamentalmente por P. Suppes, donde el hecho de que se dé cuenta de algunos aspectos de las ideas de
Kuhn no es más que un efecto colateral.
Suppes utiliza sólo la lógica informal y la teoría de conjuntos para clarificar la estructura matemática interna de una teoría física. Se consigue de esta forma la axiomatización
sin necesidad de recurrir a la lógica de primer orden, problema que había de convertir en
estéril a la Concepción Heredada. Ahora los filósofos de la Ciencia podían utilizar métodos conjuntistas en lugar de metamatemáticos para reconstruir el aparato matemático de
una teoría científica.
Ahora bien, una teoría científica pretende dar información, explicaciones, etc., sobre el
mundo real, lo que significa que tiene un contenido empírico determinado, una realidad a la
que se aplica. Son necesarios los trabajos de Sneed para tratar de elucidar cuáles son las relaciones que se establecen entre esas estructuras matemáticas y la “realidad”, y de qué modo lo
hacen. El interés principal de Sneed, según Stegmüller, se centraba en el problema de cómo una
teoría física, cuya estructura matemática ha sido descrita axiomáticamente según el procedimiento de Suppes, podía transformarse en una “teoría empírica real”. Ello no significa que
Suppes no se ocupara del problema de la aplicación de las teorías, aunque el resultado es un
operacionalismo demasiado estricto que no parece dar cuenta de aspectos fundamentales de los
conceptos utilizados en una teoría científica. Tampoco significa que Sneed y el resto de los
contribuyentes de la concepción estructuralista resuelvan el problema ya que, en este caso, el
resultado es un constructivismo que, según sus críticos, es también demasiado estricto.
La afirmación básica de la concepción estructuralista es que una teoría científica se reconstruye utilizando técnicas conjuntistas, donde el elemento mínimo del análisis estructural son los
modelos, no los enunciados, de tal manera que “los modelos de una teoría son los correlatos
4
Ibid. p. 76.
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formales de los trozos de realidad a los que la teoría se aplica”5. Así por ejemplo un modelo de la
mecánica clásica de partículas es cualquier entidad que satisfaga el predicado MCP, predicado
que se define utilizando la lógica y la teoría de conjuntos de tal manera que “a es un MCP” debe
explicitarse estipulando que “a” es una entidad constituida a su vez por cinco entidades: un conjunto de partículas, un intervalo temporal, una función de posición, una función fuerza y una
función masa que cumplen una serie de condiciones, en particular el Segundo Principio de Newton6.
La consecuencia primera y más importante de esto es que no existe un único modelo
estándar sino que, por el contrario, existen innumerables modelos de la misma teoría, todos
determinados por la misma ley fundamental (en el caso de la MCP, el Segundo Principio de
Newton). Tales modelos son las aplicaciones de la teoría a la realidad, lo cual significa además que no existe un único universo fijado al que la teoría se aplique sino que las teorías se
aplican a determinados trozos de la realidad, trozos que no están instaurados desde el principio, sino que el mismo desarrollo y evolución de la teoría supone encontrar nuevas parcelas
o aspectos de la realidad a los que aplicarla con éxito.
Un segundo elemento del análisis estructural son las relaciones que pueden establecerse
entre los distintos modelos de una misma teoría. Esto es, en cada modelo se especifican las
entidades que forman parte de él, además de sus funciones específicas y valores. Pero, por lo
general, entre los modelos se producen interconexiones o “solapamientos”. El ejemplo más
sencillo de interconexión es el hecho de que un mismo individuo aparezca en diversos modelos. Siguiendo con la MCP es obvio que “el planeta Tierra aparece tanto en un modelo planetario como en uno que estudia la trayectoria de un proyectil”7. A tales relaciones entre los
modelos Sneed las llamó “constraints”, el término castellano utilizado es el de “condiciones
de ligadura”: C. El núcleo de la teoría: K, queda conformado por el conjunto de las modelos
de la teoría y las interrelaciones que pueden establecerse entre sus elementos.
Ahora bien, Sneed mantiene una de las caracterizaciones más generales de una teoría: la
existencia de dos niveles conceptuales, esto es, una superestructura teórica, y un campo de
aplicaciones empíricas: A. Podemos ahora definir una teoría como el par <K,A>. Sin embargo, la distinción entre la superestructura teórica y el campo de aplicaciones empíricas no se
corresponde con la dicotomía clásica teórico-observacional. De hecho, en esto va a consistir
una de las innovaciones más importantes de la concepción estructuralista.
3. LA T-TEORICIDAD
En realidad la dicotomía clásica teórico-observacional encierra una doble dicotomía8:
teórico-no teórico y observable-inobservable. La concepción estructuralista opta por consi-
5
Ibid. p. 78.
Ibid. p. 79.
7
Ibid. p. 81.
8
Autores como Bar-Hillel o Putnam habían venido señalando que la distinción no era genuina porque
se basaba en definir de manera intuitiva y aproximada la noción de “observable” y luego definir “teórico”
6
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derar sólo la primera dicotomía9, ya que no hay forma de fijar la segunda. Cualquier criterio
para establecer de forma objetiva la línea divisoria entre lo observable y lo inobservable falla.
Este problema, que fue tratado arduamente por la concepción heredada y los posteriores
revisionistas y críticos, no halló solución. Lejos de ello, la instauración de puentes para tratar
de traducir los términos teóricos a un lenguaje básico empirista, tales como las reglas de
correspondencia, no hizo más que agravar el problema.
La solución propuesta por la concepción estructuralista pasa por considerar sólo la
primera de las dicotomías, de tal manera que todos los términos incluidos en una teoría son
teóricos o no teóricos, donde teóricos son aquellos que son introducidos por primera vez en
la teoría que estemos considerando y no teóricos aquellos que ya vienen definidos por una
teoría anterior más básica. Esto es, la dicotomía no es general y no se establece de una vez
por todas, muy al contrario, es relativa a cada teoría. Ello significa que se establece una
jerarquía de teorías desde las más básicas: geometría física, cinemática, mecánica etc. Así
por ejemplo, el término fuerza es T-teórico en la MCP, no así el concepto de distancia que
es T-teórico respecto a la geometría física y T-no teórico con respecto a todas las que le
siguen en la jerarquía.
Tal solución es eminentemente pragmática, ya que estrictamente se refiere al uso (en
términos wittgenstenianos) que se hace de los conceptos en una teoría determinada. Ahora
bien, esto hace que a la hora de analizar una teoría, como ya hemos mencionado, hablemos de
dos niveles diferenciados: una estructura matemática o superestructura teórica y un campo de
aplicaciones propuestas. Ello hace que se necesite un criterio funcional que permita clasificar los conceptos como pertenecientes a la base empírica o a la superestructura teórica. El
contenido empírico de la teoría T que estemos analizando viene determinado por la relación
postulada entre ambos niveles. Tal criterio funcional establece que aquellas funciones de una
teoría física T cuya medición presuponga la validez de la teoría en cuestión son T-teóricas,
mientras que aquellas que no presuponga su validez serán las T-no teóricas.
El uso de tal criterio hace que el conjunto M de los modelos de una teoría sufra una
disección en tres conjuntos: Mpp, Mp y M. Los Mp son modelos potenciales de una teoría.
Intuitivamente, un modelo potencial de una teoría dada T es cualquier sistema del que sabemos que tiene la estructura conceptual requerida para ser un modelo de T, pero no sabemos si
cumple realmente las leyes de T y, por lo tanto, no sabemos si efectivamente es un modelo de
T. Con las estructuras contenidas en Mp “conceptualizamos la realidad de determinada ma-
por negación. Quedaban más claras las categorías al definirlas todas positivamente; además, se hace
así explícito que la dicotomía es doble.
9
La aceptación de la segunda dicotomía como la relevante hace que un grupo de filósofos se desmarque
de esta opción de los estructuralistas, nos referimos a la llamada concepción semántica o semanticista
de las teorías, propugnada entre otros, por F. Suppe, Van Fraassen y R. Giere. Consideran que todos las
entidades de una teoría son teóricas, en tanto que forman parte y son introducidas por ella, y que la
dicotomía a sostener es la de observable-inobservable permitiendo que se pueda establecer, en última
instancia, si una teoría es aproximadamente verdadera, o al menos empíricamente adecuada.
136
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nera (de la manera correspondiente al lenguaje de T). Pero con ello, naturalmente, aún no
queda garantizado que esa conceptualización sea empíricamente válida y fructífera”10. M es
un subconjunto de Mp, esto es, aquellos modelos efectivos de una teoría. Y Mpp o modelos
parciales son las estructuras que describen mediante conceptos no-teóricos los sistemas posibles a los que es concebible aplicar T. Constituyen la base empírica de T. Generalmente, tales
modelos parciales son proporcionados por otras teorías, previas a T. Así, por ejemplo son
modelos parciales de la MCP las descripciones cinemáticas de sistemas físicos. También
puede decirse que Mp y Mpp comparten la misma descripción estructural siendo Mpp el
resultado si eliminamos los términos teóricos de los Mp.
Queda caracterizado así el núcleo K de la teoría según la concepción estructuralista:
K=<M, Mp, Mpp, C> y estipulan que esto se corresponde con la parte formal de lo que
constituye un paradigma, en términos kuhnianos.
4. PARADIGMAS
“Algo más sobre paradigmas”11 es un estudio cuyo interés central es aclarar los posibles
sentidos de tal concepto a raíz de las críticas ante la plasticidad excesiva del término paradigma, del cual se han encontrado hasta veintidós usos diferentes. Según Kuhn12, los usos del
término “se dividen en dos conjuntos que requieren tanto de nombres como de análisis separados. Nuestro sentido de paradigma es global y abarca todos los compromisos compartidos
por un grupo científico; el otro aisla una clase de compromiso, especialmente importante y
es, por consiguiente un subconjunto del primer sentido”.
Ese primer sentido de paradigma, el global, entraña todos aquellos compromisos que
una comunidad científica mantiene y que, a la inversa, hace posible que podamos hablar de la
existencia misma de una comunidad científica. Para este primer sentido propone Kuhn una
nueva terminología: la de matriz disciplinar. Aunque la concepción estructuralista mantiene
el término paradigma en lugar del de matriz disciplinar, afirma que el núcleo de la teoría tal
como ha quedado caracterizado mediante el predicado conjuntista, es el correlato formal de
este sentido amplio de paradigma. Tal núcleo es lo que todos los científicos comparten y
sobre el que mantienen el compromiso de sustentarlo y que no será puesto en entredicho o
rechazado a menos que se produzca un proceso revolucionario. La matriz disciplinar consta
de tres elementos: las generalizaciones simbólicas, los modelos (analógicos) y los ejemplares. Las primeras son los componentes formales de la matriz, los modelos son de carácter
10
U. Moulines, Op. cit., p. 109.
T.S. Kuhn, Capítulo XII de La tensión esencial. F.C.E. 1982. Estudio publicado también bajo el título
“Segundas reflexiones acerca de los paradigmas”, en F. Suppe (comp.) La estructura de las teorías
científicas. Editora nacional, 1979. También está publicado bajo el título Segundos pensamientos sobre
paradigmas. Técnos 1978. Las referencias son de la primera edición señalada.
12
Ibid. p. 318.
11
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heurístico y sirven de guías a la investigación y los ejemplares son soluciones de problemas
concretos que funcionan como paradigmáticos.
El término “ejemplar” denota ese segundo sentido de paradigma incluido en el primero,
más amplio. La concepción estructural llama a esto “aplicaciones paradigmáticas”. Tales
aplicaciones paradigmáticas son un subconjunto del conjunto total de los modelos parciales
de la teoría. Son parciales en el sentido, ya apuntado, de que en ellos no aparecen funciones
o términos T-teóricos. Estas aplicaciones paradigmáticas sirven de ejemplos para el uso de la
teoría en otros ámbitos diferentes. En términos de Kuhn, cumplen la función de aportar o
identificar el formalismo que conviene a un problema nuevo. Obviamente es necesario, en
toda práctica científica, comprobar empíricamente los constructos formales que se proponen
para solucionar problemas nuevos, pero “regularmente, los formalismos especiales son aceptados como plausibles o rechazados como implausibles desde antes del experimento”13. Y es
este el sentido estricto, e inicial, del término paradigma y no aquel otro más amplio, aunque
“veo poco probable recuperar paradigma para su uso original, el único propio desde el punto
de vista filosófico”14.
Núcleo y aplicaciones paradigmáticas (subconjunto de las aplicaciones propuestas A) se
corresponden por lo tanto con la matriz disciplinar kuhniana y constituyen los supuestos
básicos, indiscutibles, con los que se trabaja durante el período de ciencia normal. Con ello se
habría ofrecido un formalismo conjuntista para conceptos ya tradicionales en la filosofía de
la ciencia, si bien muchas veces utilizados de forma poco nítida. Pero esta caracterización de
las teorías científicas sólo nos ofrece una visión sincrónica de las mismas. Debemos observar
también los procesos de formación, cambio o desarrollo de teorías para tratar de establecer si
la dinámica de teorías según la concepción estructural encaja también los conceptos kuhnianos.
Para ello resulta clarificador que tengamos en cuenta la introducción de un nuevo concepto o noción, la de red teórica15, que permitirá analizar y concebir a las teorías como elementos que forman parte de un entramado mayor y más complejo donde es posible ver las
relaciones entre esos elementos, estipuladas como relaciones interteóricas. Son de tres tipos:
teorización, especialización, y reducción. Y, en particular, esta última es la relación interteórica
que Stegmüller propone para dar cuenta de la relación entre dos teorías en los procesos de
cambio revolucionario.
Una red teórica está formada por un conjunto de elementos teóricos (teorías, leyes
fundamentales) que, a partir de un primer elemento teórico, se despliegan a lo largo de un
período temporal en forma de redes. Cada elemento teórico tiene la forma <K,A>, donde
13
Ibid. p. 325.
Ibid. p. 331.
15
Tal noción es introducida por Balzer y Sneed en 1977, para dotar de precisión al concepto de “expansión
de los núcleos” al proponerse nuevas leyes especiales a partir de las fundamentales y permitir la
predicción, así como la propuesta de nuevas aplicaciones de la teoría. Puede hablarse de una segunda
etapa en la concepción estructuralista. Así lo considera J. Echeverría en el capítulo titulado “La
concepción estructural de las teorías científicas” de su obra, Introducción a la Metodología de la
Ciencia. Barcanova, Barcelona. 1989.
14
138
INMACULADA PERDOMO
las leyes que forman parte de cada uno de esos elementos son especializaciones de la ley
fundamental original, o ley fundamental del elemento teórico básico de la red. El modelo
analógico de tal estructura es la de un árbol invertido, donde, a partir de un tronco común,
surgen las futuras ramificaciones. El surgimiento y desarrollo de tales ramificaciones ilustra el tipo de actividad que se da en el período de ciencia normal. El proceso de muerte y
sustitución de tal tronco por otro ilustra el de ciencia revolucionaria. Aunque también podríamos establecer relaciones entre las ramas de uno y otro, lo que significa que, según el
estructuralismo, debemos hablar de cambios de núcleos estructurales más que de cortes
radicales inconmensurables.
En tanto sólo tengamos en cuenta un intervalo histórico se puede mostrar el estado o
estructura estática de una red teórica. Si hablamos de sucesión de intervalos obtenemos sucesiones temporales de redes teóricas, donde podemos encontrar sucesivos refinamientos de
los elementos teóricos, y propuesta de nuevas aplicaciones, o cambios de redes teóricas.
5. ASPECTOS DIACRÓNICOS Y PRAGMÁTICOS DE LAS TEORÍAS
Tradicionalmente, la filosofía de la ciencia no tenía como objeto de estudio la dinámica
de las teorías; parecía que sólo debía ocuparse de las características de las teorías tomadas
como sistemas organizados, en sus aspectos sincrónicos, diseccionando y aislando determinados períodos históricos cuando no ocupándose sólo de las teorías en boga. El estudio dinámico sería emprendido por psicólogos, sociólogos o historiadores de la ciencia. Tal concepción fue precisamente la que autores como Kuhn, Lakatos y Laudan pusieron en entredicho,
lanzando a los filósofos de la ciencia el reto de tomar en cuenta las biografías de las teorías
científicas objeto de sus análisis.
La concepción estructuralista introduce la necesidad de los estudios históricos desde el
momento en que considera que el conjunto abierto de la clase de las aplicaciones propuestas,
de las cuales un subconjunto son las aplicaciones paradigmáticas, correspondientes a los
ejemplares o ejemplos estándar de una comunidad, son además los primeros modelos parciales que se logró explicar con una nueva teoría. Por ejemplo, en la MCP el conjunto paradigmático de aplicaciones estaría constituido por los primeros modelos parciales que Newton
consiguió explicar con su teoría, esto es, el sistema planetario, con sus subsistemas16. Pero
además cumple otra función importantísima, obviamente relacionada con ello y que fue
explicitada por Kuhn, y es que, junto con las generalizaciones simbólicas, son el arsenal
básico con que todo estudiante de la disciplina entra a formar parte del grupo de científicos
que componen la comunidad científica.
Moulines es quien introduce en el aparato formal del estructuralismo estos dos elementos pragmáticos (y que a falta de una pragmática sistemática está obligado a tratarlos en el
formalismo como conceptos borrosos): H o un intervalo histórico determinado y CC o comu-
16
U. Moulines, Op. cit., p. 85.
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139
nidad científica, en tanto que toda aplicación propuesta es relativa a un momento histórico
determinado y a la comunidad científica que la propone. De esta forma se explicita que la
historia de la ciencia es imprescindible a la hora de averiguar cuáles son las aplicaciones
paradigmáticas; hay que averiguar cómo nació la teoría y cómo evolucionó.
Tal estudio debe entonces dar como resultado el hecho de que el núcleo y las aplicaciones paradigmáticas (en tanto primeras explicaciones exitosas de la teoría novel) se constituyen en un primer momento, y es el supuesto básico sobre el que la comunidad científica
trabaja, a menos que se produzca una revolución. Estamos hablando ya implícitamente de
dos tipos de procesos diferentes que debemos analizar: el desarrollo normal de una teoría, el
período de ciencia normal en términos kuhnianos, y el cambio revolucionario de teorías. En
éste último es donde encontraremos una de las cuestiones problemáticas centrales, que lleva
a los estructuralistas a sostener que cierran las fisuras arracionales de la teoría kuhniana,
valedora de tantas críticas por parte de los racionalistas y empiristas, en particular, su tesis de
la inconmensurabilidad, la cual hacía imposible una evaluación de la posibilidad de progreso
en las ciencias, dejándonos en manos del relativismo. Cerrando tal fisura, el estructuralismo
pretende haber superado a la tradición enterrando, ahora sí, definitivamente, a la concepción
enunciativa de las teorías, pecado que, a pesar de todo, habría cometido Kuhn al utilizarla
para sostener tal tesis.
5.1. CIENCIA NORMAL O AMPLIACIONES DEL NÚCLEO ESTRUCTURAL
Pero veamos primero el aspecto dinámico de las teorías en el período de ciencia normal.
Popper diría que la actitud del científico normal es lamentable ya que es la actitud de un
profesional sin espíritu crítico, que toma la doctrina dominante como una moda, no la pone
en cuestión nunca y exige de sus estudiantes que adopten la misma actitud acrítica17. Tal es la
idea que Kuhn se ve obligado a revisar explicitando que la actividad propia del científico
durante el período de ciencia normal –la de “resolución de rompecabezas”– no implica sólo
la habilidad del experimentador para resolver problemas aplicando la teoría que sostiene,
sino que tal actividad es más compleja, ya que incluye también los procesos de elaboración,
modificación o rechazo de hipótesis. En terminología estructuralista, a pesar de que la teoría
sigue siendo la misma :
<K, A >,
a. pueden descubrirse nuevas aplicaciones de la teoría y nuevas conexiones entre ellas
mediante condiciones de ligadura adicionales, y
b. pueden postularse nuevas leyes para algunas de las aplicaciones conocidas.
a. El científico en el período de ciencia normal busca nuevos sistemas físicos que puedan ser también aplicaciones efectivas de la teoría, esto es, que puedan convertirse en mode-
17
K. Popper, “Normal Science and Its Dangers” en Lakatos y Musgrave, Criticism and the Growth of
Knowledge. Cambridge, 1970. pp. 51-58.
140
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los de la teoría. Ello significa que el conjunto A de aplicaciones de la teoría es un conjunto
abierto que se desarrolla en el tiempo y que permite que la teoría se vaya expandiendo al ir
encontrando nuevas parcelas de la realidad que puede explicar, al tiempo que es posible
encontrar nuevos solapamientos entre los modelos propuestos explicitándose en nuevas condiciones de ligadura. En otras palabras, el plano empírico de la teoría puede irse acrecentando, mostrando de esta forma el poder explicativo de la misma.
El concepto de “disponer de una teoría” obtiene aquí también un sentido más concreto:
el científico utiliza la teoría para investigar y tratar de solucionar nuevos problemas bajo su
patrocinio. En este sentido, podemos decir que el paradigma mismo da las condiciones de
posibilidad de nuestras construcciones sobre la realidad, al mismo tiempo que restringe o
elimina otras posibles.
Aquí se plantea una de las críticas más interesantes a la concepción estructuralista. La
utilización de la teoría como medio para determinar sus propias aplicaciones parece llevarnos a un círculo vicioso, esto es, a la autoverificación de la teoría. La respuesta del estructuralismo es que no puede hablarse de autoverificación ya que los núcleos estructurales y sus
ampliaciones no son el tipo de entidades a los que pueda atribuirse los predicados de “verificado” o “falsado”18. Es en este punto donde su constructivismo se hace más que evidente,
aunque, según los componentes de la concepción estructural, esto no implica nunca arbitrariedad ni irracionalidad.
b. Otra parte del trabajo del científico en el período de ciencia normal consiste en añadir
a la teoría leyes especiales, más estrictas que la ley fundamental ya que ésta suele ser de
carácter tan general que no permite hacer predicciones exactas. Esto es, pueden hacerse también contribuciones o cambios en el plano teórico. La característica fundamental de estas
leyes especiales es que, estrictamente hablando, no forman parte de la teoría (del núcleo
estructural), y tampoco tienen validez universal. Se proponen para cierto tipo de aplicaciones
y, por lo tanto, son ampliaciones del núcleo, que después de todo pueden resultar falsadas en
la medida en que no se obtengan resultados fidedignos. En tal caso, la ley propuesta puede
ser reemplazada sin que, de nuevo, afecte al par <K,A>. El falsacionismo popperiano tiene su
hueco también en la propuesta estructuralista en este proceso de falsación de leyes especiales, en el caso de que no sean apropiadas. De esta forma encuentran un punto de reconciliación entre las propuestas de Kuhn y Popper ya que es posible falsar leyes al tiempo que la
teoría queda a salvo de ese fracaso, de forma que, al mantener la teoría, el científico no se
está comportando irracionalmente.
En el caso en que la propuesta de una ley especial sea exitosa estamos ante un proceso
de refinamiento de la teoría. Esto es, se pueden formular enunciados empíricos más exactos,
las predicciones son exitosas, etc. El contenido del enunciado empírico central de la teoría es
más exacto en la medida que es posible ir introduciendo precisiones en la teoría a lo largo del
tiempo. Recoge también este punto la idea kuhniana de “fe en el progreso de la teoría” por
parte de una comunidad científica en un intervalo histórico determinado. El concepto de
18
W. Stegmüller, Estructura y Dinámica de teorías, Ariel, Barcelona, 1983. p. 253.
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141
progreso científico normal recoge “la convicción de que conservando el fundamento conceptual de la teoría, es decir, su núcleo estructural, pueden hacerse aserciones con el tiempo cada
vez más fuertes acerca de los sistemas físicos a los que hay que aplicar la teoría, o como
también se podría decir: de que el comportamiento de los individuos que pertenecen a dichos
sistemas se podrá explicar en el futuro cada vez mejor”19.
Es por ello que evaluar el progreso científico en los períodos de ciencia normal normalmente consiste en tratar de ver cómo a partir de la certeza o comprensión de una serie de
fenómenos se pasa de formulaciones muy simples al establecimiento de leyes científicas, o
de leyes básicas a leyes más refinadas. Y cómo hablamos de aumento o adición acumulativa
de conocimiento. Uno de los ejemplos que propone Kuhn para ilustrar la idea de progreso
acumulativo es el de la ley de Boyle. Antes de diseñar la ley, ya se poseían los conceptos de
presión y volumen de un gas, igualmente se disponía del instrumental científico necesario
para establecer sus magnitudes. El descubrimiento de la relación de proporcionalidad inversa, o lo que es lo mismo, la constatación de que el producto de ambas era una constante se
añadía al conocimiento ya disponible de ambas variables. Según Kuhn, la gran parte de lo
que conocemos como avance científico es de este tipo.
Esta caracterización del período de ciencia normal, y los tipos de cambio que se producen, que dan como resultado el hecho de que constantemente se esté reajustando la red teórica, es plenamente satisfactoria a juicio de Kuhn20. Otra cosa es que algunos casos de cambio
del núcleo estructural correspondan a lo que Kuhn ha llamado revoluciones científicas.
5.2. REVOLUCIONES CIENTÍFICAS O CAMBIOS DE NÚCLEO ESTRUCTURAL
El tipo de episodios que más expectación levantó a raíz de la publicación de la obra de
Kuhn21 fueron las revoluciones científicas, períodos en los que una teoría es suplantada por
otra más novedosa y que parece explicar los mismos fenómenos de una manera más efectiva
o precisa, esto es, es sustituida por un nuevo marco conceptual que permite un mejor tratamiento de los fenómenos ya conocidos, al tiempo que da cuenta de otros nuevos: descubrimientos que no pueden acomodarse en la antigua teoría, invención de nuevos conceptos etc.
Cambios como el paso de la astronomía ptolemaica a la copernicana, o los conceptos de
fuerza y masa en la mecánica newtoniana ilustran este tipo de proceso.
19
Ibid. p. 244.
Así lo afirma en la conferencia pronunciada en el Simposio sobre el cambio científico celebrado en
1975 en Ontario (Canadá), al cual asisten Sneed, Stegmüller y Kuhn. La conferencia de Kuhn se publicó
bajo el título “Theory-change as structure-change”, en Erkenntnis, 10 (1976), pp. 179-199 y de la que
existe traducción castellana de D. Quesada “El cambio de Teoría como cambio de estructura”, en
Teorema, VII:2 (1977), pp. 141-165.
21
Nos referimos a La estructura de las revoluciones científicas, publicada en castellano en FCE, 1975.
20
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INMACULADA PERDOMO
Según Kuhn el proceso consiste en que cuando un “rompecabezas”, esto es, un problema a solucionar por parte del científico utilizando la teoría que sustenta, se convierte en una
anomalía o, lo que es lo mismo, se duda de que tal problema obtenga una solución satisfactoria aplicando las leyes o reglas tradicionales dominantes en la comunidad científica, se inicia
un período de crisis. La acumulación de anomalías, junto con la proliferación de intentos
novedosos de tratamiento de los problemas, la especulación o el análisis filosófico, caracteriza este período y se pasa de hacer ciencia normal a hacer ciencia extraordinaria. En un
período relativamente corto de tiempo un nuevo paradigma acaba imponiéndose. El resultado es que los científicos post-revolucionarios trabajan y ven un mundo diferente, aunque
trabajen en el mismo mundo, utilicen los mismos instrumentos y muchas veces los mismos
conceptos, ya que la superestructura teórica de la teoría sustituyente T’ es diferente de la
superestructura teórica de la teoría desalojada T. Es por esto que la tradición científica normal que surge después de una revolución científica es, no sólo incompatible sino inconmensurable con la anterior. El concepto de inconmensurabilidad ha provocado también un arsenal de críticas a Kuhn, ya que entraba en confrontación directa con las filosofías positivista y
popperianas sobre la neutralidad de los enunciados básicos de la ciencia que se suponían
comunes a las teorías que estuviesen en pugna, lo cual hacía posible la elección racional entre
ambas. En definitiva ponía en entredicho todos los procesos verificacionistas o falsacionistas
que hacían posible catalogar a la empresa científica como racional y progresiva22.
Cuando un nuevo paradigma surge tras una revolución los fenómenos son reinterpretados,
los antiguos conceptos cambian aunque se mantengan las mismas expresiones. El mundo
queda modificado. Y no existe ningún lenguaje ni argumento racional que permita trazar un
puente entre la teoría suplantada y la suplantadora pertenecientes a paradigmas diferentes.
¿Cómo hablar entonces de si tal proceso constituye o no progreso científico? Parece que la
única respuesta a esta pregunta es que, desde luego, para el grupo partidario del nuevo estado
de cosas el cambio ha supuesto progreso ¡admitir lo contrario es admitir que se han equivocado! Las categorías para describir estos cambios no son las de corroboración, comprobación
rigurosa, confirmación experimental etc, sino las de persuasión, propaganda, fe en la nueva
teoría etc. El resultado de ello es que Kuhn nos ha dejado, según sus críticos, en manos del
total irracionalismo y del relativismo.
Según Stegmüller la reconstrucción de esta polémica entre Kuhn, y todos sus críticos
(Popper, Shapere, Lakatos entre otros), representa una de las formas más fantásticas de hablar sin entenderse ya que la filosofía de la ciencia en la que se encuadran sus oponentes se
22
Tanto para los racionalistas como para los empiristas la suplantación de una teoría por otra no suponía
nunca un corte tan radical como el que afirma Kuhn. El desarrollo científico consiste en un aumento
paulatino de conocimientos, al tiempo que se va eliminando el lastre acientífico, con lo cual la imagen
del progreso científico resultante es la de que la ciencia se aproxima sucesivamente a la verdadera
constitución de la naturaleza. Kuhn pone en entredicho el dogma empirista de la existencia de un
lenguaje observacional neutral como árbitro de decisión entre teorías rivales al hablar de la tesis de
Hanson de la carga teórica de los datos observacionales, y también pone en entredicho el dogma
racionalista de la existencia de un lenguaje intersubjetivo común a toda comunidad científica.
KUHN A LA LUZ DE LA CONCEPCIÓN ESTRUCTURALISTA...
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sitúa en el marco de la concepción enunciativa, en particular en la tesis básica de que la
estructura de una teoría consiste en una lista de enunciados, mientras que el concepto de
teoría intuido por Kuhn se desmarca de tal concepción, aunque no formulara explícitamente
o formalmente una nueva filosofía de la ciencia.
Según los estructuralistas, la relación interteórica de reducción da un sentido más preciso al tipo de cambio que se produce en los procesos de revolución científica. Tal relación de
reducción es aproximada, no exacta, y no es conveniente, por lo tanto, identificarla con la de
deducción. Tampoco es necesario entrar en el problema de los cambios semánticos sino que
basta con establecer una comparación entre las estructuras correspondientes de ambas teorías. Una reducción de T a T’ es una relación interteórica entre los modelos potenciales de
ambas tal que a cada modelo potencial de T le corresponde al menos un modelo potencial de
T’, y los modelos de la teoría reducida se pueden “derivar” de los de la reductora. Desaparecen de esta forma, los problemas ligados a los términos teóricos y a las leyes de ambas,
manejándose solamente un lenguaje modelo-teórico. Claro que ello no significa que los problemas de la inconmensurabilidad (tanto teórica como empírica) hayan dejado de existir sino
que son abordados en un marco conceptual diferente.
A juicio de Kuhn23, aunque el formalismo estructural no se opone a la existencia de las
revoluciones, no hace casi nada por clarificar la naturaleza del cambio revolucionario, si bien
puede resultar prometedor evaluar ciertos tipos de cambio como yuxtaposiciones de elementos sacados de un núcleo estructural tradicional con otros extraídos de una de sus expansiones recientes, ya que esto puede permitir hablar de lo que permanece a través de los cambios
de núcleo estructural. Aunque esto sólo puede hacerse si las dos teorías tienen un aparato
matemático muy fuerte, donde sea posible identificar los modelos de cada una de ellas y
aplicar las técnicas de reducción. Pretender sistematizar el paso de la química del XVIII,
cuyo vocabulario era esencialmente cualitativo a la química de las mediciones precisas en el
siglo siguiente, es cuando menos muy dificultoso, si no imposible, ya que el cambio es mucho más profundo. El conjunto Mpp de la teoría del flogisto no puede ser analizado desde el
conjunto Mpp’ de la moderna teoría química.
Aunque se han producido expansiones de la propia concepción estructural en los últimos años y refinamientos de la teoría, siguen existiendo elementos de los procesos revolucionarios que parecen escapar a todo tratamiento formalista. Quizá no sea desacertado afirmar que el concepto de revolución científica o cambio de paradigmas, en sentido amplio,
necesita también de las contribuciones de los estudios historiográficos exhaustivos, junto
con las de los estudios sociales de la ciencia para que sean comprensibles de forma global. Al
fin y al cabo, la ciencia puede ser comprendida perfectamente como un fenómeno cultural
que, como tal, mantiene interrelaciones con otros fenómenos culturales. Tal es la idea de
ciencia que sostiene Kuhn. Y, aunque la concepción estructural da precisión a la mayoría de
sus conceptos, es posible que alguno de ellos, después de todo, no lo necesiten tanto.
La Laguna, Octubre de 1994
23
Kuhn, (1977).
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