“Un daltónico vería Las V entas de un modo parecido al que yo

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“Un daltónico vería Las Ventas de un modo
parecido al que yo muestro, posiblemente”
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ENTREVISTA
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Javier Abella
Su página web se inicia con una cita de Marcel Proust en la que
puede leerse: “El verdadero acto del descubrimiento no consiste en
salir a buscar nuevas tierras sino en aprender a ver la vieja tierra con
nuevos ojos”. Estarán con nosotros que la elección de la cita desvela mucho sobre
el personaje con el que a continuación nos vamos a encontrar. Francamente, Javier Abella es un invitado de difícil engranaje en esta sección; sí, difícil mas no imposible. Suya es la imagen que ilustrará esta temporada las entradas con las que
accederemos a Las Ventas.
Texto: Laura Tenorio
Fotos cedidas por Javier Abella
S
u fotografía fusiona imagen y arquitectura con una intensidad donde el negro
es protagonista. Negro, negro toro,
que diría aquél. Pero no, en su obra no asoma burel alguno. Solo fachadas, que no trapío. Solo ángulos, planos, cielos y perfiles –
skyland, que pronuncian los más cosmopolitas entre los que no solemos habitar los taurinos. También en sus negativos –que son
siempre positivos- vemos gente, gente que
contempla la monumentalidad inacabada
de una catedral –la Sagrada Familia-, gente
como la que ocupa los tendidos de otras catedrales de piso redondo y cielo a la intemperie. Aunque él: Javier Abella, fotógrafo profesional con gran predicamento entre los de
su gremio, jamás ha dirigido su objetivo al interior de una plaza de toros. De momento.
Pregunta | Una vez debutado en los medios (por su acercamiento a los toros en
estos últimos tiempos), ¿cómo enfocaría
desde su cámara a los protagonistas de
la Fiesta?
Respuesta | Con la curiosidad de un nuevo
reto. Sería curioso realizar una serie de retratos en negativo. Cuando hago ese tipo de
trabajo, me gusta jugar con distintos colores
en el sujeto fotografiado, que me dé pie a buscar una composición más artística quitándole importancia a las caras. La policromía de
los trajes de luces es para ello estupenda. Las
caras no resultan muy agraciadas en el arte
del negativo, pero que se lo digan a Picasso
con sus retratos.
Al observar su obra, Otras realidades, es
fácil concluir que para usted traducir en
curvas lo que a la vista de un observador de a pie es pura geometría es casi inevitable. ¿Cómo lo hace?
Carl Jung decía: “Todo depende de cómo ve-
mos las cosas y no de cómo son en realidad”.
El negativo reafirma esa frase, ya que mis
“Otras realidades” no alteran la realidad. La
muestran de otro modo realzando aspectos
más imperceptibles. Posiblemente un daltónico vea Las Ventas de un modo parecido al
que yo muestro.
¿Qué forma geométrica ve, entiende, observa en el toreo? ¿Por qué?
Juan Barjola y Picasso plasmaron magistralmente la geometría en el Toreo. Incluso el gran
Francis Bacon parece como que estuviera pintando el toreo en redondo del propio Morante,
en sus pinturas en movimiento. Cuando un
pintor se enfrenta a un lienzo, suele hacer una
geometría para una correcta composición.
Como fotógrafo busco en las composiciones
el equilibrio, y la geometría siempre ayuda a
encontrarlo. Ramón Masats y Anya Bàrtels,
más recientemente, dan una lección con sus
fotografías taurinas. Cualquier lance del torero
ante el toro es un devenir de líneas y curvas
trazadas, compuestas estratégicamente para
captar la atención del toro. Como fotógrafo el
arte estaría en saber plasmar ese baile.
En un catálogo de una de sus exposiciones (sobre la Flor del Ceibo) decía que
“las heridas de lo real se hacen luces al
invertirlas”. ¿Cómo fotografiaría una
taleguilla desgarrada, un muslo herido?
¿Sería capaz de invertir también el dolor
que tales imágenes generan?
Supongo que trataría de buscar composiciones abstractas que al aparecer como luces y
sombras invertidas nos hicieran olvidar el dolor del desgarro producido. Nunca me he visto en ese lance. De cualquier modo, no todo
vale en negativo y me cuesta imaginarme ese
ejemplo a no ser de un modo abstracto.
El embroque –momento en el que el toro
entra en la jurisdicción del torero, se reúnen ambos en el mismo espacio– entre
toro y torero, digo que a veces en ese
embroque se crean tensiones imposibles, al tiempo que la faena va narrando
su discurso, tanda a tanda. Entre cámara
e imagen, ¿cómo se produce ese embroque, es espontáneo, o es buscado y provocado como la embestida del burel?
Con la fotografía se dan todas esas situaciones, la espontaneidad suele darnos las grandes
fotografías de la historia: El beso, de Doisneau; Los milicianos, de Cappa; El cura portero, de
Masats son embroques instantáneos. En mi
obra hay muchos edificios estáticos, mi búsqueda es habitualmente en función de la luz.
Repito escenarios con el fin de conseguir una
composición más precisa según el momento
del día, pero por supuesto siempre está presente la espontaneidad de la vida cotidiana.
¿Qué tiene el negro –capa por excelencia del toro–, y qué tiene el grana –color
de la muleta–, que tanto juego le dan en
su “faenas”? –ver su sthendaliana serie
Le rouge et le noir.
Cuando me encuentro con la flor del Ceibo
por primera vez descubro que, según como la
coloque, podía dar lugar a diversos personajes. Homenajear a “Le rouge et le noir” era una
buena idea. El rojo intenso de la flor me recordaba a los rojos renacentistas. Un rojo pasión que resaltaba aún más por la gran carga
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Dar una concepción más artística a un monumento emblemático de Madrid. El juego
de luces y sombras que ofrecían los arcos y
pórticos de Las Ventas me permitieron realzar los elementos arquitectónicos dándole
una áurea más misteriosa a la plaza. Es como
en mis series de ciudades en las que pretendo obligar al espectador a redescubrir las
ciudades. Reconozco que la vuelta al ruedo
realizada en los exteriores de la plaza me ha
dado juego.
erótica de la serie. El negro dota a la flor de
mayor protagonismo.
En el toreo, no todos lo consiguen,
pero haberlos haylos. Me refiero a aquellos que logran convertir lo singular en
extraordinario con apenas un toque de
muñeca o un quiebro de cintura. En la
fotografía usted lo ha conseguido, ¿diga
cómo, por favor?
Observar es lo principal. Para mí fue una grata sorpresa el salto a la fotografía digital. Mi
primera cámara, con la cual sigo trabajando,
me permitía ver la imagen en negativo. Pasé
muchas horas en el cuarto de revelado con los
negativos. Era muy curioso poder verlos, pero
coloreados en la propia cámara. Llevo diez
años viendo la vida en negativo con un resultado muy positivo.
Sabemos, por Gonzalo Santonja, que el
nacimiento del llamado toreo moderno
está fechado en el Siglo XVII. Pese al
paso de los años, este arte mantiene su
imagen cuasi intacta, en estos albores del
siglo XXI. Una estampa que, pese a ser
hoy puro anacronismo, no parece reñida con la tecnología: los toreros tienen
páginas WEB, los portales taurinos son
los medios que por inmediatez más
consultan los aficionados, etc. En su
mundo, ¿mantienen buen maridaje los
anacronismos y la tecnología?
Mi postura en cierto modo resulta anacrónica, ya que digo que mi fotografía es un homenaje a la fotografía antigua, a ese negativo que mencionaba anteriormente y que algún día recuperaré.
Usted es un apasionado de la arquitectura, su volumen, forma y geometría.
Pero hojeando su obra la sensación es
que las flores, ya mencionadas antes, son
también una de sus debilidades. Las taleguillas están llenas de ellas, ¿se atrevería a innovar sobre una seda bordada?
¿Cómo?
Tengo varios proyectos en marcha para llevar mi obra a textil. He ofrecido mi obra a
Desigual para hacer una serie. Si no es con
ellos será con otros pero llegará esa serie. ¡Se
buscan mecenas! Las taleguillas de los toreros darán bastante juego.
Ya lo sabe, decía Beethoven que “la arquitectura es una música de piedras y la
música una arquitectura de sonidos”.
¿Qué es para usted la arquitectura de
una plaza de toros?
Un lugar de reunión, un sitio que siempre me
ha transportado a los coliseos romanos donde se interpretaba desde teatro hasta lucha de
gladiadores.
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Ya sé que tiene difícil comparación con
el toreo, pero si le digo que el toro obliga al diestro a dar lo mejor de sí, y después le pregunto que a qué obliga un negativo, ¿qué diría?
Obliga a divertirse, a observar el doble que en
positivo, a buscar la luz y la toma adecuada.
Y por supuesto cuando un creador muestra
su obra al público siempre va a tratar de mostrar lo mejor de sí mismo.
¿Por qué en su proyecto, Otras Realidades: Madrid, las fotos de Las Ventas la
acompaña con una cita de Confucio
(Debes tener siempre fría la cabeza…)?
La acepción de la frase de Confucio no es la
misma que la que yo pretendo darle, pero podría aplicársela al pensamiento de un torero:
La cabeza fría, para tomar decisiones; el corazón caliente, por todo lo que significa la
Fiesta, y larga la mano para el tranco final del
muletazo. De cualquier modo me quedo
con la visión siempre generosa de Confucio.
La imagen con la que el aficionado capitalino se va a encontrar cada tarde de
toros en la entrada de esta temporada es
suya. Cuéntenos qué buscó al hacerla y
qué ha querido contar en ella.
La técnica que usted usa –el solarizado–,
¿es como un tendido de sol y sombra?
¿de sombra solo, quizá?
Las luces son sombras y las sombras serán luces en el negativo. Los cielos negros de mis
imágenes representan la plena luz de un día
sin nubes.
El toreo es emoción, una emoción en la
que arte, drama, color y rito se hacen
uno. Una faena sin emoción se huele,
pasa sin dejar rastro. ¿Qué deja una instantánea huera de emoción?
Nada artístico. El arte no es arte sin emoción.
Decía en estas mismas páginas uno de
los mejores fotógrafos del mundo, James
Hill, –premios Pulitzer y World Press
Photo– que “lo importante es que en el
momento en que quieras fotografiar
algo estés en el sitio debido”. ¿Cómo se
imagina ese “oportunismo” cuando lo
que tenga que fotografiar no sea precisamente un posado, sino a un toro y a un
torero en los medios de un ruedo?
Más que imaginarlo, espero poder fotografiarlos pronto. Será curioso ver un albero
azul y un toro casi blanco. Como decía Chapurra: “Si tú no eres del toro ni na”, y aunque él tenga parte de razón, siento que
como artista sé apreciar el arte en cualquiera de sus manifestaciones. ¡Y menudo
arte es el toreo!
“Otras Realidades: Madrid” es el título del libro
en el que Javier Abella está trabajando en la
actualidad y que saldrá a la venta en los
próximos meses. Además, parte de su obra
podrá visitarse en Casa Decor Madrid,
desde el 16 de Mayo al 23 de Junio.
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