Sonambulismo infantil: la vida es sueño

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Sonambulismo infantil:
la vida es sueño
El 17% de los niños sufre episodios de sonambulismo,
una alteración del sueño que no reviste gravedad
L
os trastornos del sueño, también
denominados parasomnias, no suponen un grave problema de salud y
no afectan al desarrollo cerebral de los
pequeños que lo sufren, pero sí influye
en su descanso nocturno. El sonambulismo es una parasomnia frecuente en
la infancia. Según datos de la Academia
Americana de Medicina del Sueño, el
17% de los niños son sonámbulos en mayor o menor medida. Y el porcentaje más
elevado de afectados se concentra entre
los 8 y los 12 años de edad. El principal
peligro son los accidentes derivados de
caminar o salir a la calle dormidos.
Andar dormido, despertarse en otra habitación a la mañana siguiente, amanecer en la cocina, abrir la puerta de casa
y salir a la escalera o la calle, hablar
o quedarse sentado en la cama son algunas muestras de sonambulismo. Una
alteración del sueño que consiste en
levantarse o realizar otras conductas
complejas mientras se está dormido.
Según un estudio publicado en la revista ‘Neurology’ en 2012, el 3,6% de los
adultos de los EEUU ha sufrido como
mínimo un episodio de sonambulismo
durante los últimos doce meses. Sin
embargo, este trastorno es mucho más
frecuente en la infancia.
El sueño se organiza en fases que surgen de manera continuada y cumplen
funciones específicas. Al ir a dormir,
primero se cae en una suave somnolencia; esta es la fase de ondas lentas o
sueño no REM (rapid eye movements).
Se divide en cuatro etapas que permiten que el sueño sea cada vez más
profundo, disminuye el tono muscular
y la frecuencia cardiaca y respiratoria,
entre otras. Una vez dormidos, se pasa
por la segunda fase o fase REM. Esta
se caracteriza por varios periodos de
gran atonía muscular asociada a movimientos oculares rápidos en la que el
cerebro tiene casi tanta actividad como
durante la vigilia. Se caracteriza porque se tienen sueños muy intensos. Y el
sonambulismo suele producirse durante las fases tercera y cuarta del sueño,
cuando se duerme profundamente en
las primeras horas de la noche.
Posibles causas
del sonambulismo
La expresión más habitual de los niños
sonámbulos es caminar por la casa. Pero pueden producirse otros: quedarse
sentado en la cama, a veces con los ojos
abiertos, salir de la casa, hablar, vestirse o desvestirse... Incluso, hay quienes
gritan. Son aquellos que, además, sufren terrores nocturnos y se despiertan
sobrecogidos. También puede ocurrir
que el niño intente orinar en un lugar
inapropiado, como el cubo de la basura.
Y es habitual que, a la mañana siguiente, el afectado no se acuerde de lo que
ha hecho durante la noche.
Pero no es una alteración grave. En la
mayoría de los casos, los episodios de
sonambulismo se producen como mu-
cho una vez al mes. Se dan con más
frecuencia en la infancia, ya que el cerebro todavía está en desarrollo, pero
no tiene consecuencias. El único riesgo es sufrir un accidente por caminar
dormido sobre todo si el niño consigue
abrir la puerta de la calle o si se tropieza al andar por la casa.
No se conocen con exactitud cuáles son
las causas de esta alteración. Aunque
los expertos creen que se da con mucha más frecuencia en los niños que
sufren estrés, falta de sueño, cansancio
excesivo o fiebre. Además, hay autores
que consideran que podría haber una
causa genética.
Según un estudio de la Universidad
de Washington (EE.UU.), publicado en
la revista ‘Neurology’, un fallo en el
cromosoma 20 podría facilitar la manifestación de esta parasomnia. Los
científicos estudiaron a una familia de
22 personas (entre bisabuelos, abuelos,
hijos y nietos), de los cuales nueve eran
sonámbulos. Además, una de las nietas
de 12 años sufría una forma grave, ya
que de vez en cuando salía de casa y
caminaba dormida por la calle. Y vieron
que todos miembros afectados tenían
una mutación genética en el citado cromosoma. Además, la mutación se transmite de generación en generación y si
uno la posee, sus descendientes tienen
el 50% de posibilidades de heredarla.
Por tanto, concluyen los investigadores,
el sonambulismo podría ser hereditario.
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Consejos para
controlar a un
niño sonámbulo
No hay un tratamiento específico para
el sonambulismo, aunque los episodios
tienden a disminuir con la edad. En
los casos más graves, el especialista
puede prescribir fármacos tranquilizantes durante un tiempo. De todos
modos, se pueden tener en cuenta
algunos consejos para combatir esta
alteración del sueño.
• Hay que evitar todos los factores que
pueden desencadenar este trastorno,
como el estrés, el cansancio excesivo
o la falta de sueño. Es recomendable
seguir una buena higiene del sueño
(dormir con la luz apagada en una
habitación tranquila, ir a dormir y
levantarse a la misma hora, relajarse
antes de ir a dormir...).
• Al contrario de lo que mucha gente
piensa, sí que se puede despertar
a una persona sonámbula. Es más,
puede ser lo más seguro para ella.
De este modo, se evitan accidentes.
Puede ocurrir que, al despertarse,
el niño se muestre desorientado y
confuso. Se aconseja acompañarlo
a la cama y permanecer con él para
tranquilizarlo hasta que se duerma
de nuevo.
• Es conveniente que la casa sea lo
más segura posible para prevenir
accidentes. Hay que cerrar la puerta
de la calle y las ventanas de forma
que no pueda abrirlas, retirar los
cables u otros objetos que puedan
hacer que tropiece y evitar que haya
muebles con esquinas puntiagudas,
entre otras.
• Es preferible que el afectado no beba
agua antes de acostarse. Tener la
vejiga llena puede favorecer los episodios de sonambulismo.
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