El banco malo se llama Sareb

Anuncio
ECONOMÍA
El banco malo se llama Sareb
La sociedad gestiona los activos inmobiliarios tóxicos de la burbuja
SUSANA BLÁZQUEZ
Archivado en:
Economía
Madrid
Sareb
27 MAR 2015 - 19:16 CET
Banco malo
FROB
Organismos financieros
Reestructuración bancaria
Crisis financiera
España
Política bancaria
Banca
Empresas
Finanzas
Años de excesos en la concesión de
créditos inmobiliarios formaron una
burbuja que explotó en el balance de los
bancos en 2008. No era nueva, pero sí
mucho más intensa que en 1992 y por eso
la solución para salvar a las entidades
financieras afectadas fue crear la
Sociedad de Gestión de Activos de la
Reestructuración Bancaria (Sareb) con
los activos tóxicos financieros e
inmobiliarios, a finales de 2012. Es
conocido como el banco malo, y su
primera presidenta, Belén Romana,
aclaraba que “ni es banco ni es malo; es
una sociedad mercantil que se dedica a
gestionar activos inmobiliarios y
financieros para optimizar su valor”. Esta
inmobiliaria tiene 15 años para devolver
la deuda emitida para comprar los
activos tóxicos a los bancos y venderlos.
Getty
Años noventa
Las entidades financieras han sufrido varias crisis inmobiliarias. Hace treinta años, el promotor
compraba el suelo con dinero propio y recibía un préstamo de la banca pública para construir, que
trasladaba a los compradores de las viviendas. Un negocio engrasado que llevó a la banca a conceder
crédito al promotor para comprar suelo. Después se convirtieron en socios, y las entidades crearon
inmobiliarias como Bancaya (de Banco de Vizcaya) o Aurea (de Argentaria). La recesión de principios
de los años noventa del pasado siglo quebró el negocio. Cada banco lanzó plataformas individuales
para vender sus inmuebles tóxicos y cerró el grifo al negocio inmobiliario. La historia se ha repetido
ahora porque “las entidades perdieron la memoria de este desastre con las jubilaciones anticipadas
de quienes lo habían vivido”, recuerda Mikel Echavarren, consejero delegado de la consultora Irea.
La facilidad de realizar grandes operaciones de un plumazo fue acicate para volver al inmobiliario a
finales de esa década. Además, “las cajas de ahorros se liberaron de sus corsés regionales y la forma
más rápida de crecer era dar un crédito promotor en otra región para quedarse con las hipotecas de
las viviendas. Algunas, como Caixa Catalunya, se asociaron a inmobiliarias y otras crearon la suya”,
añade Echavarren.
Las entidades daban crédito para comprar suelo, construir y comprar
vivienda a un interés tan bajo que infló la construcción. Las cajas
compraron suelo sin urbanizar para especular, y se asociaron con promotores. Ni se dieron cuenta de
que la publicación de la ley concursal de 2004 les ponía a la cola de los deudores, en caso de desastre.
Cuando este se produjo, debieron comprar la participación de sus socios (a quienes habían dado
préstamo) para quedarse, al menos, con los activos. En 2008 los bancos eran la primera inmobiliaria
española.
Al estallar la burbuja había unas 45 cajas, fusionadas en 11, y reconvertidas en bancos para
independizarse del poder político, a golpe de decreto. Del baile quedaron 197.000 activos con grave
riesgo de impago, que valían en origen unos 110.000 millones de euros. El Banco de España los
valoró en 51.000 millones, y la Unión Europea obligó a integrarlos en la Sareb para conceder el
rescate a los bancos que absorbieron las cajas afectadas. El segmento de activos más problemático
era el préstamo promotor, que engrosó el 78% del valor total traspasado al banco malo.
La solución impuesta por Bruselas tiene luces y sombras. El 55% del capital de la Sareb es de 15
entidades financieras, 4 aseguradoras e Iberdrola Inmobiliaria y el 45% del Fondo de
Reestructuración y Ordenación Bancaria (FROB). “Poner la mayoría del capital en manos privadas
evitó que el riesgo de la Sareb recayera en el déficit público. Pero el 92% de sus activos se compraron
con deuda avalada por el Estado. Los accionistas privados carecen de riesgo”, explica José Barta,
consultor inmobiliario.
Los detractores de la Sareb la acusan de falta de transparencia. No detalla, por ejemplo, la diferencia
entre el valor en libros de los activos vendidos y su precio de venta. El grave problema es que “lo
vendido en estos dos primeros años es lo mollar, y cada año costará más vender lo que quede. El
Fondo de Garantía de Depósitos tiene activos de la crisis bancaria de finales de los ochenta”, recuerda
Julio Rodríguez López, profesor y ex presidente de Banco Hipotecario.
"Las entidades financieras
perdieron la memoria del
desastre de 1992 con las
jubilaciones de quienes lo
habían vivido"
Los fondos inversores anglosajones han protagonizado las primeras
ofertas de compra; ahora hay más nacionales, ratifica un portavoz de la
Sareb. Empieza una retirada de dinero extranjero porque “los fondos
internacionales no van a tener siempre interés por comprar en España.
Deberían darse más prisa en vender”, puntualiza Ismael Clemente,
presidente de Merlin Properties.
Gestoras bancarias
Peor aún, la Sareb ha externalizado la venta de activos a gestoras inmobiliarias de bancos que están
en su accionariado. “Son de Santander, Caixabank y Banco Sabadell. Hay riesgo de colusión de
intereses porque estas gestoras tienen muchos activos propios por vender y una empresa busca su
propio beneficio”, no el de la Sareb, añade Rodríguez. El escenario de venta del banco malo también
está en entredicho. Uno de sus fallidos es Martinsa Fadesa, la mayor inmobiliaria de España que
acaba de entrar en liquidación. “La Sareb hizo unas estimaciones de evolución de precio y demanda
inmobiliaria igual a la aprobada por Martinsa Fadesa en su suspensión de pagos. España no volverá a
tener demanda solvente de vivienda mientras los jóvenes tengan inestabilidad laboral y sueldos de
hambre”, afirma Barta. Se vendan o no los activos, el Estado asumirá la deuda impagada por la Sareb
© EDICIONES EL PAÍS S.L.
Descargar