A la pesca de soluciones

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© Frans Lanting/Corbis
A la pesca
de soluciones
El pescado ha sido la fuente más importante de proteína animal del mundo durante la mayor parte
de los últimos treinta años. Sin embargo, aunque durante ese período el consumo per cápita casi se ha
duplicado en todo el mundo, ha seguido siendo bajo en casi toda África y algunas partes de Asia.
Stephen J. Hall
Director General,
WorldFish Center
No obstante, resulta paradójico que los habitantes de esas regiones –donde prevalece la desnutrición–
dependan más del pescado como principal alimento de origen animal que los europeos, japoneses,
australianos y norteamericanos, a pesar de que aquellos reciben menor cantidad. Por ejemplo, en seis
países del África subsahariana los habitantes obtienen del pescado más de la mitad de las proteínas
animales y, aun así, la región sigue registrando el menor consumo per cápita de pescado del mundo.
La prevalencia del pescado en la dieta de las personas con el menor consumo total de alimentos de
origen animal y los niveles más altos de desnutrición pone de relieve la importancia de preservar y
mejorar el acceso de los pobres del mundo a ese alimento. Contribuir a que más pobres reciban más
cantidad de este alimento preferido y nutritivo podría mejorar drásticamente la salud y la nutrición
entre el corto y el mediano plazo.
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NUESTRO PLANETA El planeta que compartimos
Para alcanzar este objetivo es preciso
preservar las pesquerías de captura
del mundo. Eso se debe a que los
países que dependen en mayor medida
del pescado para su alimentación lo
obtienen fundamentalmente de la
pesca silvestre: si bien la acuicultura
continúa en crecimiento, no hay
perspectivas inmediatas de que pueda
reemplazar a la pesca de captura
como fuente de abastecimiento.
Y como los ecosistemas acuáticos
están ampliamente distribuidos en
zonas rurales remotas de diversas
partes del mundo, las pesquerías que
sustentan
suelen
desempeñar
funciones vitales en la provisión de
medios de subsistencia y redes de
protección contra el hambre que
hasta ahora los gobiernos no han sido
capaces de asumir. Por supuesto que
eso no basta para que haya alimentos
y servicios suficientes ya que estos
también deben estar disponibles y
al alcance de las personas que los
necesitan: en los países en desarrollo,
las pesquerías de captura suelen
hacerlo sin ayuda de nuestra parte.
Sin embargo, a pesar de la importancia
de la pesca, hemos alcanzado,
como mucho, un éxito parcial en el
aprovechamiento de nuestros recursos
mediante una gestión que garantice
un abastecimiento sostenido y, de
ser posible, mayor. Esto se aplica a
la pesca en aguas interiores, la pesca
marítima dentro de los límites de
la jurisdicción nacional en zonas
económicas exclusivas, la pesca de
altura y las poblaciones migratorias
compartidas. En un estudio reciente
elaborado por 21 investigadores y
publicado en la revista Science, se
analizaron en detalle ecosistemas
que representaban un cuarto de la
superficie y la captura de las pesquerías
del mundo: se llegó a la conclusión de
que si bien “las medidas de gestión han
logrado una reducción cuantificable
de las tasas de explotación de algunas
regiones, un porcentaje significativo
de poblaciones seguirá destruido a
menos que se lleven a cabo mayores
reducciones”. Las evaluaciones de la
Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura
concuerdan con esta conclusión.
El acceso a los recursos pesqueros, que
suele ser libre y gratuito (o demasiado
barato y poco reglamentado), da
lugar a la sobreexplotación. Algunas
pesquerías, como las de altura, son
verdaderos bienes comunes de la
humanidad. Muchas otras poseen
características similares pero están
dentro de los límites de la jurisdicción
nacional. Aunque la vasta literatura
posterior a la descripción de Garret
Hardin de “The Tragedy of the
Commons” (la tragedia de los bienes
comunes) sugiere que comprendemos
el problema, lamentablemente todavía
no tenemos muy en claro qué hacer
al respecto.
Entonces, ante los fracasos
registrados hasta el momento,
¿qué tenemos que hacer ahora y
cómo deberíamos hacerlo?
La respuesta a la primera pregunta es
la siguiente lista de cinco objetivos
prioritarios que se aplican tanto en
alta mar como en muchas pesquerías
dentro de los límites de la jurisdicción
nacional, a saber,
1. Reconocer y ocuparse de las
deficiencias estructurales
de los regímenes de acceso
(es decir, la formulación de
los derechos de pesca);
2. Reducir al mínimo la “disipación
de la renta” derivada de los
subsidios al combustible y
otros subsidios inadecuados;
3. Reducir al mínimo la
preponderancia de la
pesca ilícita y pirata;
4. Garantizar la inclusión de
las personas más pobres y
marginalizadas en las cadenas
de valor mundiales;
5. Incluir los efectos en el medio
ambiente en el costo de la pesca;
Por supuesto que la pregunta más
difícil de responder es de qué modo
alcanzar esos objetivos. No estoy
ofreciendo fórmulas simples y creo que
tendríamos que ser escépticos con los
que las ofrecen. En cambio, considero
que debemos repensar el mejor
modo de entablar conversaciones
entre todos los actores pertinentes
para arribar a soluciones duraderas
y adaptables para las pesquerías
mundiales, regionales y nacionales.
Y como las instituciones actuales no
resuelven estos problemas, tendremos
que pensar en instituciones nuevas
que puedan ayudar.
Por ejemplo, una opción que habría
que analizar es la creación de una red
de acción mundial – mecanismo de
gobernanza mundial que se centra
en un bien público en particular a
través de una red entre organizaciones
– para las pesquerías. Al actuar de
agentes imparciales de enlace entre
diversas organizaciones e impulsar
el cambio sistemático, esas redes son
consideradas medios eficaces para
atender las lagunas de gobernanza
mundial respecto de cuestiones éticas,
de comunicación y aplicación. Entre los
ejemplos conocidos, cabe mencionar
la Alianza Mundial para el Fomento
de la Vacunación y la Inmunización,
la Alianza Mundial para mejorar la
nutrición y la Asociación Mundial
para el Agua.
Ante semejante promesa, ¿no
tendríamos que pensar en crear una
red de instituciones pares inclusiva y
no jerárquica que contribuya a abordar
los problemas locales y mundiales de la
pesca, y aprender durante el proceso?
Ese enfoque no eliminaría la necesidad
de fortalecer y aclarar las funciones
y las expectativas de desempeño de
instituciones intergubernamentales
tales como los organismos de las
Naciones Unidas y las organizaciones
regionales de ordenación pesquera:
aunque necesitan reformas, estas
instituciones desempeñan una función
importante y permanente en el
establecimiento de normas. Tampoco
deberíamos olvidar la importancia del
fortalecimiento de los mecanismos
del mercado mundial a través de
instituciones como la Organización
Mundial del Comercio, que al parecer
está haciendo avances en materia de
subsidios pesqueros. No obstante,
si bien las instituciones actuales son
necesarias, no dan señales de ser
suficientes para tratar los problemas
a los que nos enfrentamos. Entonces,
a pesar de los desafíos considerables
que presenta la creación de una red de
acción mundial eficaz, sin duda vale
la pena examinar esa alternativa que
contribuirá a solucionar el problema
de mantener las pesquerías del mundo
para que continúen sustentando el
abastecimiento y ayuden a satisfacer
nuestras necesidades en materia de
seguridad alimentaria.
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