La huella de la inmortalidad en el alma humana

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1.
Cátedra Libre Chiara Lubich
Curso: “El Diálogo como cultura”
UNICA – 3-4 de marzo de 2005
5º Tema: Hacia la concreción teórico/metodológica
EL ARTE: LA HUELLA DE LA INMORTALIDAD EN EL ALMA
HUMANA; SU EXPRESIÓN
Arq. Raisa Banfield
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2.
INTRODUCCIÓN:
Algunas definiciones:
ARTE: Acto mediante el cual, valiéndose de la materia o de lo visible, imita o
expresa el hombre lo material o lo invisible, y crea copiando o fantaseando. En
sentido amplio, podemos denominar como Arte a toda creación u obra que
exprese lo que el hombre desea exteriorizar, obedeciendo a sus propios
patrones de belleza y estética. El artista para crear, requiere ante todo estar
dotado de imaginación, a través de la cual responde al vasto y multiforme
mundo externo expresando sus sentimientos por medio de palabras, formas,
colores y sonidos.*
“El arte es la expresión del alma del artista, así su obra es algo eterno en su
percepción, tocada por el aliento divino, es la llave que abre el alma de los que
la contemplan; los valores humanos son más intensos y adquieren mayor
profundidad cuando se fijan en el arte, por ello la obra debe ser producto del
amor del artista, de su vocación realizada de manera material; el amor contiene
el secreto del arte, parte de lo finito de la materia y perdura en la infinitud del
recuerdo, para volver después como inspiración al alma del artista y ser
transformado en una obra de arte” (Mendieta y Núñez)
La materialización del ensueño y la estética constituyen la obra de arte, que
abarca, según Hegel, “lo que es y lo que puede ser, lo inteligible y lo sensible,
que tiene en la creación artística su más lograda realización, pues en ella
interviene lo real y lo ideal conjugándose”
Según Max Scheler: “La experiencia primaria y profunda de un libre poder de
nuestra existencia espiritual es la verdadera y permanente fuente de la fe en la
inmortalidad.”
Breve historia del Arte:
El arte, a través de los tiempos, ha tenido diversas manifestaciones en todo el
quehacer del ser humano. A lo largo de la historia ha sido la expresión más
eficaz de sus emociones, de todo su sentir como individuo y como
colectividad.
El ser humano se ha expresado a través de: la música, la pintura, el teatro, la
arquitectura, la escultura, la literatura, poesía…y con ellas en diferentes
técnicas, corrientes y tendencias según la exigencia del hombre en el contexto
su momento histórico.
Desde la pre-historia el hombre ha tenido la necesidad de plasmar su vida a
través de las que hoy conocemos como pinturas rupestres, convirtiéndose
éstas en expresiones artísticas para la posteridad. A partir de ahí la historia del
arte ha clasificado las diferentes expresiones artísticas en distintos géneros y
períodos para su estudio, tales como: arte griego, egipcio, helénico, románico,
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3.
clásico, barroco, romántico, neo-clásico, moderno y así hasta las distintas
tendencias que se manifiestan en nuestros días.
EXPRESIONES DE ARTE:
Según el poeta Raúl Castagnino, “las obras de arte poseen valor de eternidad,
perduran a través del tiempo son un símbolo y un maravilloso legado que han
dejado en el transcurso de los años los hombres que en todas las épocas han
sabido sentir la vida, interpretarla y plasmarla en el arte. Pero para que la obra
de arte sobreviva, para que sea eterna, es necesario que posea universalidad;
que además de expresar la fe íntima del hombre, para vencer la fugacidad del
tiempo, se libere de lo particular y tienda al infinito; que exprese el alma misma
del objeto, que será un reflejo del alma del artista.”
¿Pero el hombre ha expresado siempre, a través de las manifestaciones
artísticas, lo positivo, lo noble o lo hermoso? El hombre también plasma sus
angustias, odios, desconciertos; expresiones éstas que pueden producir en el
observador el mismo efecto. Porque el arte es capaz de reproducir las más
variadas emociones y encontrar una caja de resonancia en quien lo recibe y, a
pesar de su riqueza en técnicas, y hasta atractivo, no deja nada que edifique al
espectador, ¿se puede entonces considerar esta expresión plenamente como
arte?
EL APORTE DE CHIARA LUBICH:La vida de Chiara Lubich ha originado una
alternativa de convivencia social, que repercute en todos los ámbitos del
quehacer humano. Ésta, promueve y supone la gestación de una cultura
diversa, y propone una acción significativa que “permea” también la esfera del
pensamiento humano y suscita la producción de realidades concretas en las
más variadas disciplinas, entre ellas el arte.
En esta cultura, se perfilan personalidades que fundamentan su existencia en
el amor evangélico, aun siendo gente de las más diversas convicciones y
profesiones religiosas. Este amor resulta ser el punto central, capaz de unificar
todas las dimensiones propias del ser humano; y de poner fin a la incesante
lucha entre la dualidad y la dicotomía que han signado gran parte de la historia
de la humanidad, fragmentando brutalmente al hombre en su esencia.
...Personas que saben amar, y que saben también sufrir, pues reconocen en el
sufrimiento la más excelsa expresión del amor de un Dios que no abandona
nunca al hombre, pero no se sustituye a él. Personas que valoran el dolor
inherente al sufrimiento, pues comprenden su significado más sublime: Amor;
amor que derrumba los confines teóricos entre lo bello y lo feo, lo justo y lo
injusto, la felicidad y la desdicha. Amor que todo lo llena de sí.
...Personas capaces de devenir en una dialéctica nueva, que lejos de
confrontar argumentos o contraponer razones, saben escuchar; y se debaten
en la esfera más propia del amor, que todo dona y todo sabe también acoger,
en un diálogo vital que subyace a la “dialéctica del amor”.
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4.
Y es en este contexto, que esas personas donan a la humanidad; donan
cuanto producen y sobre todo, se donan. Y de la humanidad reciben, e
introducen cuanto reciben en la dialéctica misma en la que viven, “recreando” la
creación, reconstruyéndola en su designio de amor, y produciendo obras que
permanecerán por siempre, porque a ellas subyace el toque eterno del Amor
Verdadero, que es don total de sí y perfecta acogida.
La definición de arte para Chiara Lubich está en función de la relación del
artista con su Creador, mediante la cual el artista es capaz de plasmar la
esencia de la belleza y el amor de Dios, no obstante las expresiones de dolor o
sufrimiento en la obra.
No existe duda de que también para nosotros la Belleza absoluta es Dios.
Dios que es eterno. El artista auténtico participa, de cualquier modo, de esta
cualidad de Dios. Lo hace a través de sus obras, que – si son verdaderamente
obras de arte – lo sobreviven a su vida terrena, ya que llevan en sí algo de
eterno: signo evidente de que esas están en relación con la Belleza suprema y
eterna, con Dios o con el alma humana, creada por El, inmortal.
En
consecuencia la obra de arte, con sus pinceles, cinceles, con las notas y con
los versos, no puede no ser vista como un surgir de encarnación, una renovada
encarnación, como escribe Simone Weil en su libro L'ombra e la grazia: "En el
arte verdadera existe casi una especie de encarnación de Dios en el mundo, de
la cual la belleza es el signo. Lo bello es la prueba experimental de que la
encarnación es posible.”
Pero si es así, el arte no puede no elevar, no puede no llevar a lo alto, a aquel
cielo del cual descendió.
Y de este efecto habla Platón en su obra el Convivio en donde de cualquier
modo, belleza y arte tienen el mismo destino. El define la belleza: “como un
rayo que, de la cara de Dios, como de un bellísimo sol, se esparce y participa
de la naturaleza creada; y, la hace bella y graciosa con sus colores, y regresa a
la misma fuente de la cual ha salido."
EXPERIENCIAS PERSONALES DE CHIARA LUBICH CON DISTINTAS
EXPRESIONES DEL ARTE
De esta sublime capacidad de elevar, propia del arte, también yo recientemente
he hecho una pequeña experiencia, que deseo narrarles como un acto de
amor; experiencia, que a su vez, me ha aclarado la función de la belleza como
la podemos advertir hoy.
Un día, durante un viaje en automóvil he querido escuchar el Ave Maria de
Gounod. Ejecutada magistralmente, recordaba un velo finísimo, tejido aquí y
allá muy delicadamente. Aquella escucha elevó mi espíritu a abrirme a la unión
con Dios y en El con María. Era la fiesta de la maternidad divina y yo la
admiraba bellísima hasta decir: Si Dios imaginó a su madre en Jesús, Verbo
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5.
encarnado, esplendor del Padre, ¿Qué grado de belleza puede haber
alcanzado jamás? ¡No lo podía imaginar! Y le he hablado de mi llegada a ella,
tal vez no tan lejana. Y advertía que su presencia hacía desaparecer
decididamente, en mí, en torno a mi, todo aquello a lo que todavía puedo estar
ligada, incluso bello y bueno, sobre esta tierra. De hecho ha bastado el
pensamiento de ella y su belleza para estampar como un sello en mi corazón:
“Eres tu Señor mi único bien”.
Comprendí que aquellas virtudes, que cada día le pido que me enseñe,
necesarias para que tales palabras se transformen en realidad, ella me las
daba, no listándomelas , no explicándomelas, no motivándome a vivirlas, sino
mostrándose. Sí, es la belleza, de la cual Maria es ejemplar divino, que
salvará al mundo. Y todo aquello lo comprendí porque una música, escuchada
era obra de arte.
La Piedad de Miguel Ángel
Estás, Virgen hermosa de Miguel Ángel, en esa capilla de San Pedro, y cada
vez que te miro pareces más bella. Pasan los días, los años, los siglos, y
hombres de todo el mundo han venido a verte; y tú has dejado en su espíritu
algo sublime, dulcísimo. Haces probar a quien te admira un sentido de beatitud.
Parece como si tocaras el fondo de cada alma humana, el fondo del alma
humana; y ese rayo celestial que nace de ti, besa el centro inmortal del
hombre, de todo hombre: de ayer, de hoy, de siempre. Cuando las tragedias
del vivir humano me entristecen; cuando la televisión, con algunos programas,
me humaniza, pero no me eleva; cuando el periódico con sus crónicas siempre
demasiado iguales me produce melancolía; cuando el dolor me desgarra el
alma y el cuerpo, te miro y siento alivio.
Hay en ti algo que no muere.
Y es este algo lo que me hace pensar.Se dice que es artista el que sabe
expresar lo que tiene dentro. Pero se dice también que es filósofo el que
responde a los «por qué». Sin embargo, no es así. La filosofía busca la verdad,
es la ciencia de la verdad. Del mismo modo, yo pienso que no puede definirse
como artista al que expresa lo que tiene dentro. Hay muchas cosas dentro del
hombre: odios, rencores, celos, nostalgias, amores, pasiones de todas clases,
y cualquier expresión de esto no puede ser arte, porque entonces el loco
tendría que ser el mejor artista, ya que sabe exteriorizar mejor que nadie lo que
siente.
Quizás el arte sea otra cosa. Y me lo dices tú, Virgen bella de Miguel Ángel: el
arte es saber transmitir en una pintura, en una escultura, en arquitectura, en
música... algo de aquello que en el alma no muere. Así, una obra de arte se
hace eterna gracias a ese «algo» que hace que aunque pasen los años, las
modas, los métodos, aunque progrese la técnica, aunque se multipliquen los
descubrimientos, esa obra permanezca porque tiene una huella inmortal,
divina.
Hoy, mientras te miraba, Virgen bella, pensaba: ¡qué sublime y divino es el
efecto de una obra de arte! Testimonia la inmortalidad del alma, porque si el
objeto plasmado no muere, sino que es arte precisamente porque es inmortal
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6.
(en el sentido de que no pasa mientras se conserve), aquel que te ha hecho no
puede morir. Y me pareció que el arte se elevaba a una altura jamás pensada y
que lo bello era, como lo verdadero y lo bueno, materia prima del Reino
celestial que nos espera, y que los artistas verdaderos, sin saberlo, tienen una
misión apostólica.
Con sus obras maestras de arte nos ofrecen ángeles invisibles y silenciosos
que nos señalan el Cielo...
Y he comprendido que sólo lo Bello es bello y el Arte es arte, en el sentido de
que o la belleza es una belleza universal y eterna, o no es belleza.
Pero, si una obra de arte demuestra la inmortalidad del alma, no quiere decir
que el arte sea religión, en el sentido de que el artista sea necesariamente
religioso. Es cierto que la persona verdaderamente religiosa –por el simple
hecho de tener contacto con Dios, creador del alma hecha a imagen suya–
encuentra abierto más fácilmente el camino del arte (y esto lo demuestra el
inmenso número de obras maestras de arte, de carácter religioso).
De todos modos, basta con que el artista transmita en la obra su alma, y el
alma del artista siempre es inmortal, aunque sea incrédulo o ateo.
Es inmortal y espiritual: es una. Y creo que aquí está la causa principal de la
obra de arte.
Si el contenido de la filosofía es la verdad, el del arte es la belleza. Y la belleza
es armonía. Y armonía quiere decir «altísima unidad». Ahora bien, ¿quién
sabrá componer en armonía los colores y las partes de una pintura, a no ser el
alma del artista que es una a imagen de la unidad de Dios, que la ha creado?
Es el alma humana, reflejo del Cielo, lo que el artista transmite en la obra, y en
esta «creación», fruto de su genio, el artista encuentra una segunda
inmortalidad: la primera la tiene en sí mismo, como cualquier otro hombre
nacido aquí abajo; la segunda en sus obras, a través de las cuales se da a la
humanidad en el correr de los tiempos.
El artista es, tal vez, el que más cerca está del santo. Porque si el santo es tal
portento que sabe dar Dios al mundo, el artista, en cierto modo, da la criatura
más hermosa de la tierra: el alma humana.
Esto es lo que he meditado ante ti, Virgencita bella de Miguel Ángel.
Y ya que a ti te he hablado, a ti te pido un don: mira con ojos de maternidad a
los artistas que te contemplan cada día, y sacia esta sed de belleza que el
mundo siente; manda grandes artistas, pero plasma en ellos almas grandes,
que con su esplendor encaminen a los hombres hacia el más bello de los hijos
de los hombres: tu dulce Jesús.
EL ARTE “NUEVA CREACIÓN”
La finalidad del arte es un poco oscura, casi misteriosa, quizá simplemente
desconocida; ciertamente no emplea sólo el raciocinio.
De todas formas, el arte, al igual que la ciencia, ha producido siempre sus
manifestaciones, más o menos bellas, porque la fantasía, que es su madre y
generadora, es un talento y una dote magnífica del hombre, como la memoria,
la afectividad, el raciocinio; y también ella ha florecido en obras, en «obras de
arte», incluso espontáneamente.
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7.
El artista verdadero es un grande. Todos lo dicen, aunque son pocos los
críticos de arte; pero en todos se da la admiración y la fascinación por «lo
bello».El artista se aproxima, en cierto modo, al Creador.
El verdadero artista posee su técnica casi inconscientemente, y se sirve de los
colores, de las notas, de la piedra, como nosotros nos servimos de las piernas
para caminar. El punto de concentración del artista está en su alma, donde
contempla una impresión, una idea que quiere expresar fuera de él.
Por eso, con las infinitas limitaciones de su pequeñez de hombre en
comparación con Dios y, por tanto, con la infinita diversidad de las dos cosas
«creadas» (valga la palabra), el artista es, en cierto modo, uno que recrea, crea
nuevamente; y una verdadera «recreación» para el hombre podrían ser las
obras maestras de arte que otros hombres han producido. Por desgracia, por
falta de verdaderos artistas, el hombre se recrea sobre todo en fantasías
vacías, de cine, teatro, variedades, donde a menudo el arte ocupa poco sitio.
El artista verdadero nos da, en cierto modo, con sus obras maestras, que son
como juguetes frente a la naturaleza, obra maestra de Dios, el sentido de quién
es Dios y nos hace descubrir en la naturaleza la huella trinitaria del Creador: la
materia, la ley que la informa como un evangelio de la naturaleza, y la vida, que
es casi consecuencia de la unidad de las dos primeras. El conjunto, además,
es algo que al continuar «viviendo» ofrece la imagen de la unidad de Dios, del
Dios de los vivos. Las obras de los grandes artistas no mueren, y aquí está el
termómetro de su grandeza, porque la idea del artista se ha expresado, en
cierto modo, perfectamente en la tela o en la piedra, componiendo algo vivo.
Hoy la gente se lamenta de que hay pocos grandes artistas. El motivo quizá
esté en que en el mundo hay pocos grandes hombres. No se puede dejar jugar
en un momento dado a la fantasía, separada de lo demás que hay en el
hombre; no sería entonces una dote, porque caería en la vanidad.
Y no se puede considerar al hombre como no es, sino como es: un ser
sociable.
Por tanto, no se tendrá nunca un arte grande y universal si no lo hace un artista
que ame a los demás hombres y, en primer lugar, a Dios.
Habrá artistas a quienes esto prácticamente no les interese, y sus trabajos, en
cierto modo, gustan a algunos. El tener el favor y el aplauso de un grupo de
gente ya es una cosa buena y denota que posee alguna dote natural. Al artista
le convendría quizá escuchar también las críticas de otros con mentalidad y
corazón amplios e intentar poner remedio haciéndoles caso. Así su arte llegaría
a ser más expresión del hombre que de un hombre.
No desperdiciaría ni usaría mal el tiempo y los talentos, y no se alimentaría de
una pequeña gloria pasajera, sino que, incluso después de su muerte, podría
prestar un servicio perfecto (en la medida de lo posible) al hombre, y glorificar a
Dios ayudando a descubrir, con sus obras maestras, las infinitas bellezas de la
obra maestra de Dios: la creación, de la cual, verdaderamente, una de las más
bellas obras es el alma de un grande y verdadero artista.
La Belleza
Igual que el amor, también la belleza se ha convertido en patrimonio del
mundo.
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8.
Tenemos que reivindicar para Dios la belleza, dejando que viva en nosotros
Aquel que además de ser la Verdad, la Bondad y la Santidad es también la
Belleza. Entonces, realizaremos alrededor de nosotros actos y hechos y
ordenaremos cada cosa con una armonía tan superior, que haremos del mundo
en que vivimos un lugar semejante a la naturaleza, que, sólo con su silenciosa
presencia, eleva el alma y la conduce a Dios.
EL ARTE EN EL MOVIMIENTO DE LOS FOCOLARES:
¿Pero desde cuándo y cómo la belleza ha tenido ciudadanía en nuestro
Movimiento? Desde el inicio, enseguida. A todo lo que se comunicaba,
iluminados por las primeras luces del carisma, que comenzaba a esbozar un
cierto divino designio sobre la Iglesia y sobre la humanidad, la reacción de
quien escuchaba no era: “¡Qué verdadero!, ¡qué bueno! “¡No! Era: “¡Qué bello!”
Pero, ciertamente, porque aquello que se decía tenía sintonía con Dios belleza.
¿Era sabiduría? Y bellas, todavía más bellas nos parecían a menudo las
personas que nos hablaban de nuestro gran ideal, era la impresión
generalizada.
La belleza ha tomado sede en nuestro Movimiento, también, porque la palabra
que nuestro carisma iniciaba a decir al mundo era una sola: Unidad, y unidad
es altísima armonía. Y ha sido esta vocación a la armonía que ha
caracterizado, hasta en los detalles concretos, la nueva cultura que estaba por
florecer, efecto del carisma. Esta requería, por ejemplo, que fuera también
bello y de buen gusto el vestir de las personas: Bello, armonioso, acogedor, el
arreglo de las casas, de los centros, las ciudadelas. Parecía que el Hijo del
1
Hombre nos repitiera: “Miren los lirios del campo…" .
Lo bello y nuestra consideración sobre él, llegó después, poco a poco, cuando
por ejemplo, estáticos de frente a un escrito o una pintura, a una escultura, no
se podía no expresar el encanto y profunda admiración.
Entre las últimas realidades nacidas en el seno del Movimiento de los
Focolares, he aquí aquella artística, florecida aquí y allá donde nuestros
artistas, sin hacer estrépito, en Italia, así como en otras naciones de Europa y
también de Asia, América del Sur, Australia, han mantenido bien firme, incluso
expresándose en arte, su posición en la Obra y su vocación en ella. De aquí
surgen las voces de estímulo efervescentes que nos llegan periódicamente:
¡"Gracias, porque con vuestro esfuerzo contribuyen a decir al mundo que Dios
es bello! Esta ha sido siempre la pasión, una de las pasiones de nuestro
Movimiento desde el inicio: gritar con la vida, con las palabras, con las artes
que Dios es Belleza y no sólo Verdad y Bondad. También porque el
Movimiento de los Focolares nació como una pacífica contestación hacia el
modo de pensar de entonces".
1
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Mt 6,28.
9.
Nuestro Movimiento tiene una larga y rica historia y esta historia está marcada
por tres etapas. Se sabe de hecho que Dios no es sólo bello; Él es también
bueno y verdadero. No existe belleza, no existe auténtica belleza si ésta no
es también verdad y bondad. En nuestro movimiento esta coincidencia ha sido
siempre subrayada y la hemos profundizado siempre en modo original. En un
primer momento, durante decenios, el Espíritu Santo nos ha impulsado a imitar
a Dios en su ser bueno, amor. En Dios Amor estaba concentrado, de hecho,
desde el inicio, nuestro ideal. Dios infinita bondad que, de cierta manera,
hemos sido llamados a revivirlo, convirtiéndonos así en un minúsculo sol al
lado del Sol.
En un segundo tiempo, después que este estilo de vida se había definido y
reafirmado, el Espíritu Santo nos ha llamado a otra tarea: tratar de extraer de
nuestro vivir, de nuestra espiritualidad, personal y comunitaria, la doctrina que
nos subyace: su Verdad. Era – hablando franciscanamente - "París", ciudad
de los estudios, que se sumaba a Asís", ciudad de la vida. Una realidad,
París, que jamás se temió que destruyera Asís, según el famoso dicho. Por el
contrario, la experiencia de casi diez años de nuestra Escuela Abba confirma,
cómo la luz de la verdad ayuda enormemente a la vida, la vida de amor.
En una tercera etapa, la que estamos viviendo, sentimos que el Espíritu Santo
nos empuja a manifestar no sólo la bondad de Dios y de nuestra vida, no sólo
la verdad, sino también la belleza.
Y le hemos dado a esta época el nombre de otra ciudad: “Hollywood”. Es una
“Hollywood” que no anula ni a “Asís” ni a “París”, sino que las presupone: que
no es sólo ella misma, si no también las otras dos. Jesús en nosotros quiere
ser Vida (Asís), Verdad (París) y Camino (Hollywood).
¿Quién es el artista? - Pero ¿Qué es un artista? El pintor contemporáneo
Salvatore Fiume exagera cuando, confundiendo la inspiración artística con el
Espíritu de Dios, afirma que el artista es como uno que escribe al dictado: Dios
dicta y él pinta, esculpe, compone música, poesías, hace proyectos de
arquitectura, narrativa y conceptos filosóficos. Cuando la obra está terminada,
con ingenuo atrevimiento, la firma.
Pero no está muy lejos de la verdad, cuando el mismo Concilio Vaticano II
exhortaba a los artistas así: “No cerréis vuestro espíritu al soplo del Espíritu
Santo”
Sin duda, uno no es artista si no posee un auténtico talento. Uno no es artista
si no conoce la inspiración artística. Pero tampoco el Espíritu Santo está lejos
de ellos.
Juan Pablo lo ha afirmado: “Cuando leemos ciertas páginas magníficas de
literatura y de filosofía; cuando gustamos admirados alguna obra de arte, o
cuando escuchamos piezas musicales sublimes, nos resulta espontáneo
reconocer en esas manifestaciones del genio humano un reflejo luminoso del
Espíritu de Dios”
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10.
Nuestros Artistas y el Arte Moderno - ¿Cómo son nuestros artistas? ¿Cómo es
nuestro arte? ¿Cómo es el arte según la cultura de nuestro “pueblo”?
Sabemos que el Vaticano II afirma: “También las nuevas formas artísticas,
adecuadas a nuestros tiempos, son reconocidas por la Iglesia”. Palabras
válidas también para nosotros. A esto tratan de adecuarse nuestros artistas.
Sabemos que actualmente existe un arte moderno. Posee sus exigencias,
nuevas e interesantes, sus razones, que no dejan de fascinar. Sin embargo,
como ha sucedido en todos los géneros artísticos a lo largo de los siglos, hay
quien no lo interpreta bien y con el arte puede hacer también daño.
Dios es belleza, pero también es bondad y verdad. El verdadero artista no
puede considerar la belleza separada de la bondad y de la verdad. En efecto la
belleza que no contiene en sí la verdad y la bondad no es nada, es un vacío.
Afirma Vladimir Sloviev; “La belleza, sin la verdad y el bien, es sólo un ídolo”
Sin duda podrá presentar lo feo, el dolor, la angustia, el drama, la tragedia.
Todo eso se puede expresar en una obra de arte, y siempre ha sido así. Es
más, un grupo de artistas expresionistas, El jinete azul, afirma: “Las alegrías y
dolores de los hombres y de los pueblos están detrás de las inscripciones de
los cuadros, de los templos, detrás de las catedrales y de las máscaras, éstas
no son el fundamento de la obra, allí donde las formas son vacías, sin una
razón, allí no hay ni siquiera arte”
Jesús Abandonado en la cruz ciertamente no era bello. Él, el verbo de Dios, el
Artista Supremo, al encarnarse, asumió completamente nuestra naturaleza
humana hasta hacerse pecado, pero no pecador. Por eso “no tenía apariencia
ni presencia” –dice Isaías-; (lo vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos
estimar” (Is 53,2). Sin embargo, en Él nos lo dice la fe –estaba ya presente la
gloria de la resurrección.
Jesús crucificado y abandonado es el modelo de los artistas, y sobre todo de
nuestros artistas, que, como Él, sabrán ofrecer siempre, incluso en las
situaciones más tristes un rayo de esperanza. El Santo Padre ha dicho a los
artistas: “Todos los grandes artistas se han encontrado y a veces, durante toda
la vida, con el problema del sufrimiento y de la desesperación. A pesar de ello,
muchos han dejado traslucir en su arte algo de esperanza, que es mayor que el
sufrimiento y la decadencia, Expresándose en literatura o en música,
plasmando la materia, pintando, han evocado el misterio de una nueva
salvación, de un mundo renovado. También en nuestra época éste debe ser el
mensaje de artistas auténticos, que viven sinceramente todo lo que es humano,
e incluso lo trágico del ser humano, pero saben con precisión revelar en esa
misma situación trágica la esperanza que nos ha sido dada.”
Un arte nuevo -¿Cuáles son las cualidades de este nuevo arte? Tendrán que
ser expresión del aspecto personal y colectivo del artista. Así pues, es cierto lo
que reafirma Chiara Lubich cuando dice: “Para hacer una nueva obra de arte
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11.
no siempre es necesario que ésta sea fruto de un grupo de artistas, con la
presencia de Cristo entre ellos. Es necesario que Él se establezca entre las
personas, una vez, para llegar a ser una única alma, y que después, una vez
separados, el todo esté en cada uno”. Pero requiere un precio: La muerte total
de cada yo para que otro Yo, con mayúscula, triunfe en todos y en cada uno.
María – El Movimiento de los –focolares tiene que ver con la belleza también,
porque debe reflejar, de alguna manera, en cada uno y en su conjunto, a María.
María es la tota pulcra, la totalmente bella. En efecto, María es la expresión
plena de la redención realizada por Cristo. Es la criatura en la cual la imagen
del Creador resplandece de una manera única. Por ello es objeto de la
atención y admiración de los artistas, especialmente sensibles a la belleza y al
sobrenatural. Es objeto de inspiración para la pintura y la escultura, la música y
la literatura…
Dante dirá en su Paraíso que ella es “el rostro que se asemeja más a
Cristo”; Boccaccio le canta: “Adornas el cielo con tu semblante alegre”. Y
Petrarca: “De sol vestida, coronada de estrellas, al sumo sol agradaste tanto
que en ti escondió su luz”. Tasso la considera “Estrella donde nace la serena
luz, luz del no creado y sumo Sol”.
¡Que María, la sumamente bella, envuelva con su esplendor a nuestros
artistas!.
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