XVIII Congreso nacional de derecho sanitario - atena

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XVIII CONGRESO NACIONAL DE DERECHO SANITARIO
LA PERSONA. CONCEPTO
INSCRIPCIÓN EN EL REGISTRO CIVIL
(comentario a la Ley 20/2011, de 21 de julio, del
Registro Civil)
J. Corbella i Duch
Doctor en Derecho, Abogado del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau
ÍNDICE
1.
Justificación
2.
Persona i personalidad
3.
Requisitos para la adquisición de la personalidad
4.
Efectos de la personalidad
5.
El nuevo Registro Civil
6.
Obligaciones de los centros sanitarios respecto del Registro Civil
1.
Justificación
La reciente promulgación de la Ley 20/2011, de 21 de julio, del Registro Civil (BOE
22/07/11), cuya entrada en vigor tendrá lugar dentro de tres (3) años, después de una
inusual y prolongada “vacatio legis” justifica este comentario por dos motivos
fundamentales.
En primer lugar, en consideración a los profundos cambios normativos que se
producen en la ordenación del Registro Civil, con el establecimiento de nuevas
1
obligaciones a los responsables de los centros sanitarios, y, en segundo lugar, porque
la Disposición Final Tercera de la Ley, que entró en vigor al día siguiente de su
publicación en el BOE (23/07/11), modifica radicalmente el contenido del art. 30 del
Código Civil. Con lo que resulta que, desde la promulgación de la Ley 20/2011, los
recién nacidos ya no precisan vivir 24 horas enteramente desprendidos del seno
materno para adquirir la personalidad, adquiriéndola ahora desde el mismo momento
en que da comienzo la vida independiente.
Tenemos, por tanto, una norma de nuevo cuño para determinar el momento en que el
ser humano adquiere la personalidad, y con ella, la capacidad jurídica.
La reforma del CC introducida por la Ley 20/2011 se limita al art. 30, dejando
subsistente la redacción del art. 29, con el que se inicia el Cap. 1º del T. II del Libro 1ª,
dedicado a la personas naturales, en el que se dispone que “El nacimiento determina
la personalidad, …..”, ocupándose el art. 30 de señalar el momento en el que se tiene
por producido el nacimiento y por adquirida la personalidad.
Con la Ley 20/2011, cambian radicalmente los requisitos para la adquisición de la
personalidad, y, de un sistema basado en la “viabilidad legal”, que exigía al recién
nacido tener vida independiente durante 24 horas, se pasa a otro que sólo tiene en
cuenta el nacimiento con vida independiente. Actualmente, el art. Art. 30 del C.C.
dispone:
“La personalidad se adquiere en el momento del nacimiento con vida, una vez
producido el entero desprendimiento del seno materno”
Las modificaciones señaladas inciden directamente en la actividad sanitaria, por lo
que, a mi parecer, se justifica los comentarios que siguen.
2.
Persona i Personalidad
No cabe duda de que la persona es el centro del sistema jurídico, tal como en forma
unánime señala la doctrina, y en este sentido, recientemente el profesor Bonilla
Sánchez1, dice que “El Derecho impera porque existe la persona, para servirle como
1
Bonilla Sánchez, JJ, en “Personas y derechos de la personalidad”, Editorial Reus, Madrid,
2010, pàg. 21
2
instrumento de ordenación y defensa de sí misma y de sus intereses”, en la misma
línea de lo que dejó escrito Castán Tobeñas diciendo que “el Derecho existe por causa
del hombre”2.
El reconocimiento a la primacía del hombre, persona humana, se recoge en el art. 10.1
de la Constitución de 1978, en el que se dispone: La dignidad de la persona, los
derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el
respeto a la ley y a los derechos de los demás, son fundamento del orden político y de
la paz social.”
Tanto las actuaciones sociales, como las legislativas deben estar al servicio de la
persona, respetando su dignidad y autonomía. También las actuaciones sanitarias, ya
que no tiene sentido una actuación al margen o en contra de los derechos inherentes a
la dignidad humana.
Y dicho esto, el siguiente paso debe consistir en encontrar el concepto, o la definición
de persona en el ámbito jurídico. La tarea se presenta fácil, a primera vista, pero
enseguida nos damos cuenta de que esta llena de dificultades, puesto que parece que
el legislador da el concepto por sabido, y, empezando por el texto constitucional, como
primera norma legal del sistema, resulta que no se contiene ninguna definición de
persona. En las disposiciones destinadas al reconocimiento de los derechos
fundamentales, el texto se refiere a “todos”, “nadie”, a, “todas las personas”, o bien a
“todos los españoles”.
Podemos esperar mejores resultados en el C.C., que en su libro primero trata “de las
personas”, pero enseguida nos damos cuenta de que la primera norma civil tampoco
ofrece una definición del concepto persona, puesto que el T. II de dicho libro primero
se coloca bajo la rúbrica “del nacimiento y la extinción de la responsabilidad civil”.
Con lo que parece que el texto legal utiliza, indistintamente, los términos “persona” y
“personalidad”, de tal forma que parecen sinónimos para el legislador.
Persona es todo ser humano, y para el derecho, todo individuo capaz de ser titular de
derechos y de obligaciones, ostentando la titularidad de una relación jurídica.
2
Castán Tobeñas, J, “Derecho civil español, común y foral”, Ed. Reus, Madrid, 1984
3
La personalidad es el contenido esencial de la persona, y se refiere a su capacidad
jurídica, señalando al efecto la profesora Encarna Roca, que la personalidad equivale
a la titularidad de los derechos fundamentales3.
Llegados a este punto podemos recordar la célebre expresión del profesor Castán, en
el sentido de que “se es persona, se tiene personalidad”.
El art. 30 señala el momento en que, existiendo la persona, adquiere la personalidad y
con ella la titularidad de los derechos fundamentales inherentes a su naturaleza, así
como la capacidad jurídica, como sujeto de derecho.
3.
Requisitos para la adquisición de la personalidad.
El art. 30 del C.C., en la redacción que le ha dado la Ley 20/2011, sólo exige dos
requisitos para la adquisición de la personalidad, nacer con vida, i vivir de forma
independiente (vivir, una vez producido el entero desprendido del seno materno),
dejando atrás las obsoletas normas vigentes hasta su promulgación, que exigían
cumplir cuatro requisitos, lo que para un sector de la doctrina se consideraba contrario
al art. 10 de la C.E.4.
No basta con que el feto nazca, y llegue al mundo exterior con vida, se exige que sea
capaz de hacer vida independiente de la madre, esto es, que una vez cortado el
cordón umbilical, siga viviendo.
La ley no exige un mínimo de tiempo de vida independiente, ni un día, ni una hora, ni
unos minutos. Bastará con que el recién nacido viva siga con vida una vez seccionado
el cordón umbilical que le une con el seno materno el tiempo suficiente para que los
demás puedan tomar conocimiento de su vitalidad. Pero, a pesar de ello, no cabe
duda que, en el orden operativo y práctico, deberá transcurrir un lapso de tiempo
suficiente (quizás entre uno y cinco minutos) a los efectos de comprobar que el recién
nacido sigue con vida una vez cortado el cordón umbilical.
3
Roca Trias, E., en “Comentarios al Código Civil”, edición del Ministerio de Justicia, de 1991,
pag. 224, en el comentario al 30.
4
Carrasco Perera, A., en pág. 70 de “Derecho Civil”, Editorial Técnos, Madrid 2011, 3ª ed.
4
La personalidad, y con ella, la capacidad jurídica, se adquiere en el momento en que,
cortado el cordón umbilical, el recién nacido hace vida independiente.
A partir de la vigencia de a Disposición final tercera de la Ley 20/2011 (23/07/11), que
modifica el art. 30 del C.C., el feto no precisa cumplir con el requisito de vivir durante
24 horas enteramente desprendido del seno materno para adquirir la consideración de
persona humana, y con ella, la personalidad. La adquiere en el mismo momento en
que vive independientemente de la madre.
Con la desaparición del requisito de vivir de forma independiente durante 24 horas
exigido por la redacción anterior del C.C., también se han modificado las obligaciones
del personal sanitario que atiende a la mujer en el parto en orden a la documentación
necesaria para la inscripción del nacimiento, y con la nueva legalidad, la certificación
acreditativa del parto y del nacimiento con vida de una persona, se puede (y se debe)
librar en el mismo momento en que el facultativo comprueba que el recién nacido hace
vida independiente de la madre, una vez cortado el cordón umbilical, sin necesidad de
esperar que transcurra ningún lapso de tiempo, i, evidentemente, sin esperar a que
transcurran 24 horas de vida independiente del recién nacido.
En definitiva, han cambiado los parámetros que deben tener en cuenta los facultativos
en cuanto a la vida independiente del recién nacido, a los efectos de librar el
correspondiente certificado de nacimiento.
Podemos decir que, con la reforma, el legislador abandona la teoría de la viabilidad
legal del recién nacido para la adquisición de la personalidad (vigente des de la
promulgación de la Ley 13 de Toro, en 1505, que deja sin efecto el requisito de vivir
durante nueve días establecido en las Leyes de Partidas), i que se sitúa en dentro de
la teoría del nacimiento con vida, si bien exige el requisito de que la vida tenga
carácter independiente, con lo que mantiene un mínimo requisito de viabilidad.
4. Efectos de la personalidad.
En su redacción anterior, el C.C. encabezaba el art. 30, diciendo: “a los efectos civiles,
….” , y esta mención ha desaparecido en el texto actualmente vigente.
5
Hasta la reforma operada por la Ley 20/2011, entendíamos limitados los efectos del
nacimiento y la adquisición de la personalidad sólo al ámbito civil, sin trascendencia a
otros ámbitos o parcelas del derecho, lo cual daba pié a la consideración de la
existencia de diferentes conceptos del nacimiento y de reconocimiento de la
personalidad5
La vigente redacción del art. 30 del C.C. no limita el nacimiento y la adquisición de la
personalidad a los efectos civiles. Diciendo, sencillamente, que “la personalidad se
adquiere en el momento del nacimiento”, la reconoce a todos los efectos, civiles,
políticos, administrativos, y en todos los ámbitos, proclamando que el mero hecho del
nacimiento con vida, unido al requisito de mantenerse con vida, una vez desprendido
del seno materno, comporta el reconocimiento de la persona natural y de su
personalidad, como atributo esencial de todo ser humano, y, desde el momento del
nacimiento conforme a los requisitos del art. 30 CC el nuevo ser aparece adornado de
la dignidad inherente a toda persona humana y adquiere la titularidad de los derechos
fundamentales que la sustentan.
De esta forma, el contenido del art. 30 C.C., a pesar de no estar ubicado en su título
preliminar, adquiere una posición cenital dentro del sistema jurídico, y se proyecta
sobre la totalidad de las normas y disposiciones que lo conforman, siendo única y
uniforme la adquisición de la personalidad por el hombre recién nacido, al quien se
reconoce como ciudadano desde el mismo nacimiento.
Finalmente, un breve comentario nacido de la comparación del actual art. 30 C.C.,
donde se dice que “la personalidad se adquiere en el momento del nacimiento…..” y
del art. 211-1.1 del Libro Segundo del Código Civil de Catalunya, dedicado a la
personalidad civil, donde se dice que “la personalidad civil es inherente a la persona
física desde el nacimiento”
En un texto legal la personalidad “se adquiere”, y parece señalar que debe realizarse
un movimiento o una acción, o que se deben cumplir determinados requisitos para la
adquisición de la misma. En otro texto legal, la personalidad es “inherente a la persona
física”, y debemos entender que va unidad a la misma, como la piel a la carne o las
uñas a los dedos. De esta forma, producido el nacimiento, aflora la personalidad, sin
5
Un buen ejemplo de ello lo constituyen las normas de la Ley 14/07, de 3 de julio, de
investigación biomédica
6
que la persona deba realizar ninguna acción, ni cumplir ningún requisito para su
adquisición, porque forma parte de su mismo ser.
Quizás ambos legisladores quisieron decir lo mismo, pero entiendo que el texto
catalán refleja mejor el carácter esencial de la personalidad, su naturaleza
consubstancial respecto de la persona humana.
5. El nuevo Registro Civil.
El Registro Civil sirve para probar el nacimiento y la existencia de las personas, lo que
justifica que tenga la consideración de público. Actualmente está regulado por Ley de
8 de junio de 1957, a la que se han introducido varias rectificaciones para adaptarla a
las disposiciones constitucionales, a pactos internacionales y las normas civiles
vigentes.
El Registro Civil regulado por la Ley 20/2011, se conforma como una entidad
radicalmente distinta a la actual. La Ley constituye un Registro Civil único, electrónico,
sin secciones ni libros, en donde habrá un registro individual para cada persona
(supongo que también se podrá denominar hoja, o carpeta individual), en el que se
inscribirán todos los hechos y datos de la misma que deban tener acceso al Registro
(nacimiento, filiación, nombre y apellidos, sexo, nacionalidad, vecindad, matrimonio,
separación divorcio, régimen económico matrimonial, tutela, curatela, ausencia, y,
defunción). A cada persona se le asignará un código personal, constituido por una
secuencia alfanumérica, que se corresponderá con el DNI.
Pero aún deberemos esperar tres años (salvo que se produzcan demoras ahora
imprevisibles), para que entre en funcionamiento.
El Registro se organiza con una oficina Central, unas Oficinas Generales ubicadas en
cada una de las CC.AA., y otra mas por cada 500 mil habitantes, y unas Oficinas
Consulares, todas ellas puestas bajo el control de la Dirección General de los
Registros y del Notariado, con lo que desaparece la actual dependencia judicial de los
Registros Civiles.
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Se configura así un régimen administrativo de recursos conforme a las disposiciones
de la Ley 30/1992, del Procedimiento Administrativo, ante la Dirección General de los
Registros, cuyas resoluciones podrán ser impugnadas ante el Juzgado de Primera
Instancia de la capital de provincia del domicilio del recurrente, con lo que las
controversias respecto a las decisiones del registro Civil quedan sometidas a los
órganos de la jurisdicción civil.
La nueva disposición incorpora un catálogo de derechos y deberes de las personas
ante el Registro Civil; relaciona los hechos y actos inscribibles; dispone que actúa bajo
los principios de legalidad, oficialidad y publicidad; otorga presunción de exactitud a los
actos y hechos inscritos, y concede eficacia probatoria a las inscripciones.
Los asientos que realiza el Registro Civil se denominan inscripciones, anotaciones (sin
valor probatorio) y cancelaciones, señalando que éstas privan de eficacia, total o
parcial, a los asientos.
Señala las personas obligadas a promover las inscripciones, confiriendo un
protagonismo especial al Ministerio Fiscal, a quien deberán comunicar los hechos no
inscritos aquellos que no tengan obligación de promover directamente la inscripción en
el Registro. Y, respecto de los menores abandonados, son las CC.AA., competentes
en materia de menores, quienes deben promover la inscripción, cumpliendo así con lo
dispuesto por el art. 24 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de
16/12/1966, sobre el derecho al nombre y a la inscripción en el Registro, de los recién
nacidos. En consonancia con el mencionado pacto internacional, el art. 50 de la Ley
reconoce expresamente, el derecho a un nombre desde el nacimiento.
Se establece el principio de libre elección del nombre propio, prohibiendo los que sean
contrarios a la dignidad de la persona y los que hagan confusa la identificación, y se
regula el cambio del nombre y de los apellidos, así como su rectificación ortográfica a
las lenguas oficiales del Estado.
En cuanto al orden de los apellidos, cuestión que durante el trámite legislativo suscitó
alguna polémica, el art. 49 lo resuelve en el sentido de diferir a ambos progenitores el
encargo de llegar a un acuerdo antes de proceder a la inscripción registral, y, para el
caso de que no exista tal acuerdo, o de que no se hagan constar los apellidos del
recién nacido, el Encargado del Registro les requerirá para que en el plazo máximo de
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tres días lo comuniquen, y, se diera el caso de que transcurrido dicho plazo sin
comunicación expresa, será el mismo Encargado quien establezca el orden de los
apellidos atendiendo al interés superior del menor.
En el nuevo Registro Civil los progenitores también podrán promover la inscripción de
los fetos fallecidos después de los seis meses de gestación, y que no cumplan los
requisitos del art. 30 CC., pudiendo otorgarles un nombre. La publicidad de dichas
inscripciones quedará restringida.
Con la entrada en vigor de la Ley desaparecerá el Libro de Familia, si bien los
expedidos anteriormente conservaran su validez.
Se facilita la comunicación de los ciudadanos con el registro Civil único y electrónico,
especialmente de quienes residen en zonas rurales, estableciendo que se podrán
presentar las solicitudes ante los Juzgados de Paz, que de esta forma no pierden del
todo las funciones que, con tanta eficacia han venido realizando.
5.
Obligaciones de los centros sanitarios respecto del Registro Civil.
Cuando dentro de tres años entre en vigor la Ley 20/2011, y conforme dispone el art.
46 de la misma, los directores de los centros sanitarios estarán obligados a comunicar,
en el plazo de 24 horas, a la oficina del Registro Civil que corresponda, cada uno de
los nacimientos que se produzcan en el mismo, mediante la remisión electrónica del
formulario oficial, que se determine reglamentariamente, que deberán firmar los padres
del recién nacido.
El personal sanitario que asista al nacimiento, deberá tomar las medidas necesarias
para asegurar la identificación del recién nacido, efectuando las comprobaciones que
se establezcan reglamentariamente.
En igual sentido, el art. 64 de la Ley obliga a los directores de los centros sanitarios a
comunicar a la oficina del Registro Civil cada uno de los fallecimientos que se
produzcan en el mismo mediante el envío del formulario electrónico que se determine,
junto con el certificado de defunción.
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En este caso, no se establece un plazo para proceder a la comunicación, por lo que
cabe suponer que se establecerá por el Reglamento que se dicte para el desarrollo y
aplicación de la Ley, y que, necesariamente, deberá ser breve.
Con lo dicho, se aprecia una importante modificación respecto del régimen actual, ya
que los centros sanitarios pasan desde una obligación subsidiaria de comunicación de
los hechos inscribibles, a ser los primeros obligados, y por ello, deberán estar atentos
al contenido del Reglamento que pueda dictarse a fin de adaptar su estructura
operativa, y los medios electrónicos disponibles, al objeto de cumplir debidamente las
disposiciones legales, y hacer efectivo el derecho de todas persona a ser inscrita en el
Registro.
Tiempo hay para adaptar las nuevas estructuras y organizar un sistema de
comunicación
eficaz,
en
el
que
todos,
centros
sanitarios
y
Administración registral, deben estar comprometidos, pero el legislador, o mejor dicho,
el reglamentador, debe actuar con diligencia y promulgar la disposición reglamentaria
con tiempo suficiente para que los obligados a cumplir la norma puedan introducir los
cambios técnicos y organizativos necesarios.
Barcelona, 26 de septiembre de 2011
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