LA COLECTIVIDAD MAKARENKIANA

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LA COLECTIVIDAD MAKARENKIANA
Extracto y comentarios de Ernesto García Posada
Citas tomadas del libro La colectividad y la educación de la personalidad, Ed. Progreso. Moscú, 1977
“Si se sigue desarrollando esta lógica por la vía de la ramificación de las peculiaridades personales
arribaremos al individualismo, al número singular que salta a la vista con tanta fuerza en el vocablo
ultrapedagógico «niño» “ (pg. 46)
“Como tarea organizadora, digna de nuestra época y nuestra revolución, sólo puede ser la creación de un método que, siendo general y único, permita al mismo tiempo que cada personalidad
por separado desarrolle sus peculiaridades y conserve su individualidad.” (pg. 46)
“La sociedad socialista se basa en el principio del colectivismo. En ella no cabe el individuo solitario, ni con formas exageradas ni empequeñecido como brizna de polvo; en ella está el miembro de
la colectividad socialista.” (p. 46)
“La colectividad escolar, célula de la sociedad infantil soviética, es la primera que debe ser objeto
del trabajo educativo. Cuando formamos a un individuo debemos pensar en la educación de toda
la colectividad. En la práctica, estas dos tareas se resolverán sólo de forma conjunta y con un procedimiento único. En cada momento de nuestro influjo sobre la personalidad esta acción debe
también influir sobre la colectividad. Y viceversa: cada contacto nuestro con la colectividad ha de
ser también, necesariamente, momento de la educación de cada individuo integrado en la colectividad.” (pg. 47)
“La colectividad, que debe ser el primer objetivo de nuestra educación, ha de tener cualidades
muy determinadas que se deriven claramente de su carácter socialista:
A. El objetivo común no es una coincidencia casual de objetivos particulares
como para los viajeros de un tranvía o el público de un teatro, sino precisamente el objetivo de toda la colectividad. La relación entre el objetivo
común y el particular no es una relación de contrarios, sino sólo una relación del todo (y, por tanto, mío) y lo particular, que siendo sólo mío será de
manera especial, un sumando del todo.
B. Cada miembro de la colectividad forma parte de la sociedad sólo a través
de aquella. Sólo con una tal instrumentación puede educarse la armonía de
los intereses personales y los comunes, la educación de un sentimiento del
honor que no tendrá nada en común con la «soberbia» del viejo opresor
arrogante.
C. El logro de los objetivos de la colectividad, el trabajo en común, el deber y
el honor de la colectividad no pueden ser capricho de personas aisladas.
Es un organismo social y, por tanto, tiene órganos de dirección y coordinación, autorizados para representar, ante todo, los intereses de la colectivi-
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dad y la sociedad.
D. La colectividad soviética ocupa la posición principal de unidad universal de
la humanidad trabajadora. Todas las demás cualidades de la colectividad
no tendrán resonancia si su vida no contiene el énfasis de lucha histórica
que sostenemos.
Cualquiera que sea nuestro educando, no puede actuar en la vida como portador de una perfección personal, nada más que como hombre honrado o bondadoso. Debe actuar, ante todo, como
miembro de su colectividad, como miembro de la sociedad, que responde no sólo de sus actos,
sino también de los de sus camaradas.” (pg. 47,48,49)
“No podemos imaginarnos una colectividad tomando simplemente la suma de individuos aislados.
La colectividad es un organismo social vivo que lo es porque tiene órganos, poderes, responsabilidad, correlación entre sus partes, interdependencia; si no hay nada de esto, entonces no es colectividad, sino sencillamente muchedumbre, aglomeración.” (pg. 79)
“Estoy convencido que si la colectividad no tiene objetivos, no habrá manera de encontrar procedimiento para que ésta se organice. Ante cada colectividad debe ser planteado un fin colectivo,
único, no ante cada grupo de escolares por separado, sino, obligatoriamente, ante toda la escuela...” (pg. 79)
Las condiciones indispensables para la formación de una auténtica colectividad son: a) intereses escolares únicos, b) una forma única de trabajo escolar, c) una autodirección escolar única, d) contacto entre los miembros (pg. 79/80)
“La educación en la sociedad burguesa se reduce a individualizar la personalidad, a que cada
persona se adapte a la lucha por la existencia. Y es completamente natural que a ese individuo se
le inculquen cualidades necesarias para sostener esta lucha: picardía y diplomacia para enfrentarse con la vida, capacidades de luchar aisladamente, saber defenderse. ... Depender de la situación
material, de la riqueza, de la caridad y de la crueldad, tal era la cadena de dependencias para la
que se preparaba al hombre” (pg. 98/99)
“Es una equivocación horrenda suponer que una vez libre del sistema de dependencias de la sociedad burguesa, es decir, de la explotación y la distribución desigual de los bienes vitales, el educando está en general libre de toda cadena de dependencias. ... [En la nueva sociedad] todos nosotros crecemos y nos desarrollamos como miembros de una colectividad, esto es, como personas
que se encuentran dentro de un determinado sistema de dependencias”(pg. 98)
“En nuestra pedagogía puede hablarse de la educación de un camarada [y no de un individuo], de
la actitud del miembro de una colectividad para con un individuo perteneciente a otra colectividad,
personas que no son independientes, que no se mueven en el vacío, sino que están ligadas a la
colectividad por sus relaciones o compromisos, por su deber y su honor, por sus movimientos en
relación a ésta.” (pg. 98)
Otra vez se insiste: “La colectividad es un complejo de individuos que tienen un fin determinado, están organizados y poseen organismos colectivos.” (pg. 98)
“Cuando la palabra «colectividad» se aplica para toda la humanidad, el Estado, la sociedad y un
grupo de vagabundos, eso significa concretamente la renuncia a toda clasificación. ... Tenemos
que aprender de los grandes sistematizadores de las ciencias naturales, ante todo, de su erudición
y, en segundo lugar, de su respeto a los fenómenos reales. El pensamiento especulativo, por supuesto, puede darse sin ninguna erudición.” (pg. 59/60
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“A nuestro juicio, la colectividad es un conjunto contactado {no simplemente unido}, basado en el
principio socialista de agrupación. Con respecto al individuo, la colectividad confirma su soberanía
al respaldar el derecho del individuo a integrarse voluntariamente a la colectividad, ésta exige de
él, mientras la integre, subordinación incondicional, como corresponde a la soberanía de dicha
colectividad. La colectividad sólo es posible a condición de que una a la gente en torno del cumplimiento de tareas de evidente utilidad social.” (pg. 64) EG: ahora bien, la tarea común más compleja y difícil es la construcción de un estado de felicidad para todos y cada uno de los miembros
del colectivo, lo cual es, en principio, la utopía educativa.
”No concebimos a nuestro educando como material de amaestramiento, sino como miembro de nuestra sociedad, elemento activo, creador de valores sociales. La colectividad de
nuestros educandos no es una simple reunión de jóvenes, sino, ante todo, una célula de la sociedad socialista con todas las peculiaridades, derechos y deberes de cualquiera otra colectividad del
País Soviético” (pg. 64)
EGP, El «principio socialista»: el individuo es miembro de la colectividad y no su constituyente.
«Principio burgués»: el individuo es soberano y la colectividad es la transacción de las soberanías
individuales.
Principios fundamentales de la pedagogía de mandos:
“Consideramos objeto de nuestra educación a la colectividad en su conjunto, y a ella dirigimos la
influencia pedagógica organizada. En este caso estamos seguros de que la forma de trabajo más
real respecto de la personalidad consiste en el mantenimiento del individuo en la colectividad de
manera que él mismo considere su estancia voluntaria, hecha por deseo propio y, segundo, que la
colectividad admita a dicho individuo de buen grado.” (pg. 67)
“La colectividad es educadora de la personalidad. En la práctica de la comuna Dzerzhinski, por
ejemplo, una mala acción no debía ir seguida inmediatamente de la reacción del pedagogo adelantándose a la colectividad. En la comuna, el pedagogo puede influir sobre un determinado individuo
en tanto que miembro de la colectividad...” (pg. 67)
“Esto no significa que nosotros, los pedagogos, y en general, los dirigentes adultos de colectividades, permanezcamos al margen, limitándonos a observar. Precisamente tenemos que movilizar a
cada instante nuestro pensamiento y experiencia, tacto y voluntad para orientarnos en las diversas
manifestaciones, deseos y empeños de la colectividad y ayudarle con nuestro consejo, influjo y
opinión, a veces, también con nuestra voluntad. Se trata de un conjunto complicado de tensiones
de trabajo.” (pg. 67)
“Si en la escuela hay una colectividad de tales pedagogos para los cuales el éxito de toda la escuela ocupa el primer lugar y el éxito de su aula el segundo y sus propios éxitos como pedagogo el
tercero, en una colectividad tal habrá un auténtico trabajo educacional... Ningún educador tiene
derecho a operar por su cuenta, por sí solo y bajo su sola responsabilidad. Debe existir una colectividad de educadores [que responde a] un plan único de trabajo, un mismo enfoque para los niños. Es mejor tener cinco educadores débiles unidos en colectividad, inspirados por un mismo
pensamiento, un mismo principio y estilo, trabajando al unísono, que diez buenos educadores que
trabajan cada uno por su lado, como quieren” (pg. 118)
“Damos a la colectividad infantil o juvenil escuela, facultad obrera, fábrica, ingenieros, plan de financiamiento industrial, salario, obligaciones, trabajo y derecho a la responsabilidad. Y eso significa que
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damos disciplina.” (pg. 68/69)
“Esta disciplina dimana, como necesidad reconocida de las condiciones de toda la vida de la colectividad, del principio básico de que la colectividad infantil no se prepara para la vida futura, sino que la
vive ya. Frente a cada caso de indisciplina la comunidad sólo defiende sus intereses.” (pg. 70/71)
“En la escuela es inconcebible el trabajo normal sin una coherente colectividad pedagógica asentada en una metodología única, que responda colectivamente de “su” aula como de la escuela en
su conjunto.” (pg. 73)
“Solo creando una colectividad escolar única puede despertarse en la conciencia infantil la
poderosa fuerza de la opinión pública como factor educativo, regulador y disciplinante.”
(pg. 73)
“La fuerza de la opinión pública en la colectividad infantil es un factor material de la educación
realmente tangible.”(pg. 74)
“Solo cuando en la escuela se carece de una opinión colectiva organizada puede explicarse la
impotencia de un educador que se desacredita, por ejemplo, con semejante caracterización de un
pupilo: «Molesta, ensucia, rompe cristales, dice malas palabras, pinta el rostro de sus compañeros,
corrompe con su conducta no sólo a los alumnos, sino a los que enseñan...»”(pg. 75)
“Cuando existen una opinión pública escolar y una disciplina general respaldada por los órganos
de autogestión de toda la escuela, el trabajo educador de los pedagogos se facilita considerablemente.” (pg. 77)
“No se puede plantear la cuestión de la educación en dependencia de la calidad o el talento de
cada maestro. ... No somos maestros aislados, sino representantes de un ejército único de maestros, de una misma sociedad pedagógica soviética, y no tenemos absolutamente ningún derecho a
volcar todas las culpas sobre un maestro.”(pg. 115)
“En otro tiempo yo también me imaginaba la educación como un cierto proceso en pareja, como
escribían los viejos libros. Yo soy el maestro; tú, el alumno; estamos uno frente a otro y yo te educo a ti. Ahora insisto en que la organización educacional correcta, la organización educacional rectora con respecto a cada maestro y a cada alumno, y también a cada familia, debe ser la escuela
como algo íntegro, como colectividad escolar única.” (pg. 116)
“Esta colectividad de educadores unidos por una misma opinión y convicción, por la mutua ayuda,
está exenta de envidias recíprocas, de búsquedas individuales del afecto de los educandos; sólo
una colectividad semejante puede educar niños.” (pg. 119)
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1. Planteamiento general del problema:
Diciembre 12 de 1999
No hay duda de que la educación y la pedagogía del siglo XX en Occidente, a partir de la
irrupción de las ciencias de la educación, se ha desarrollado bajo el imperio directo de la psicología, es decir, de la mirada individualista del proceso educativo.
El Olimpo Pedagógico impuso un enfoque educativo centrado en «el niño», que obedece a un
modelo típico de las ciencias naturales en las que el individuo es exactamente coincidente con la
especie y ésta, en realidad, no es más que la generalización conceptual de las características de
los individuos concretamente registrados.
Ignoran los olímpicos que la teoría individualista de la educación funciona muy bien (¿?) en las
sociedades opulentas que ya superaron la barrera de la miserable existencia individual del hombre
y cuentan con una organización comunitaria sólida (a través de los impuestos, en el caso del siglo
XX) en donde «su majestad el niño» es una realidad tangible. Cada niño que nace en esas sociedades tiene de antemano resuelta su existencia básica, educación, protección en salud y seguridad.
Pero en nuestros pobres países «subdesarrollados», la cosa es muy diferente. Los niños de la
calle son un fracaso social que no puede ser ignorado. Y la contribución del sistema escolar a este
desastre no es poca. Un sistema escolar basado en el sobredimensionamiento del individuo, en el
«libre desarrollo de la personalidad», llega a ser intrínsecamente expulsador de los individuos más
débiles, como en el sofismático paradigma darwiniano de la «struggle for life».
En la práctica, un poco sin proponérselo, Makarenko es el pedagogo que se hizo cargo de los
niños abandonados. Y porque se hizo cargo de ellos tuvo que inventar una pedagogía a la medida
de esa circunstancia. La pedagogía de Makarenko es la respuesta a la desprotección esencial del
individuo.
Enero 11 de 2000
“Si se sigue desarrollando esta lógica por la vía de la ramificación de las peculiaridades
personales arribaremos al individualismo, al número singular que salta a la vista con tanta
fuerza en el vocablo ultrapedagógico «niño» “ (pg. 46)
Imaginemos un individuo adulto que de pronto perdiera en absoluto todo contacto con su colectividad vital, quedando reducido a sus meras fuerzas personales. Esto significa trasladarlo a un
lugar virgen, es decir, que no haya sido intervenido jamás por el hombre; y dejarlo allí sin ninguno
de los instrumentos ni utensilios que todos usamos hoy en día como parte integrante de nuestra
“naturaleza” individual. [de todas maneras no podremos quitarle el lenguaje, específicamente el
lenguaje interior, lo que ya es mucha ayuda]
Imaginemos ahora un cuadro mucho más realista. Pensemos en la hipótesis bastante más factible de un niño que queda totalmente desprovisto de contacto recién nacido; no existe ni la más
mínima probabilidad de que sobreviva, siquiera, y mucho menos de que crezca como un ser humano, es decir, no hay probabilidad alguna de que llegue a “desarrollar” sus “potencialidades” individuales, sus “estructuras epistemológicas innatas”, ni sus “esquemas biológicos hereditarios”.
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Ahora bien, en la realidad concreta de nuestra vida, es un hecho que los individuos son desiguales; y que esa desigualdad obedece ante todo al grado y forma de inclusión o exclusión que
la sociedad ejerce sobre él, especialmente durante la infancia y la adolescencia. No existe, pues,
el “individuo humano” sino el ciudadano, el miembro determinado de una colectividad humana, el
súbdito de una comunidad primitiva...
La Pedagogía de Mandos es la teoría que Makarenko desarrolló para explicar y resolver este
arduo problema antropológico que debe enfrentar el maestro y, en general, la disciplina pedagógica. Como todos sabemos, el origen de esta teoría se encuentra en la experiencia pionera de la
Colonia de Trabajo 1º de Mayo (posteriormente denominada “Máximo Gorki”), institución que, bajo
la dirección de Makarenko, se hizo cargo con éxito resonante de la educación de un puñado de
jóvenes y niños que eventualmente habían quedado abandonados por la sociedad con ocasión de
las convulsiones revolucionarias que dieron nacimiento a la revolución bolchevique y la posterior
instauración de la Unión Soviética.
En esencia, la Pedagogía de Mandos pretende:
“la creación de un método que, siendo general y único, permita al mismo tiempo que
cada personalidad por separado desarrolle sus peculiaridades y conserve su individualidad.” (pg. 46)
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