POPPER Y LAS TEORIAS CIENTIFICAS Epistemología, lógica de la ciencia, falsación Por María Barrera de Aragón. Físico y Mágister en Filosofía Profesora Asociado Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, D. C. Uno de los personajes más interesantes del siglo XX es, sin lugar a dudas, Karl Popper. Su vida estuvo ligada a los dramas del siglo: las revoluciones científicas de la Teoría de la Relatividad y la Mecánica Cuántica y la Segunda Guerra Mundial. Los primeros marcaron profundamente se vida intelectual. De otra parte sometió a la crítica las teorías sociales de varios autores, entre ellos las de Marx y Hegel, acusándolas de historicistas y fatalistas y propuso la tesis de que no hay determinismo en la historia como tampoco lo hay en la ciencia natural. Popper vislumbró estas ideas a partir del cisma que en la física ocasionó la Teoría de la Relatividad de Einstein. La física alcanzó un alto grado de madurez y desarrollo a finales del siglo XIX y principios del XX a tal punto que llegó a afirmarse: 1) Científico es lo explicable en términos de la física newtoniana; 2) El objetivo principal de los físicos es mejorar los instrumentos de medida para cuantificar mejor los fenómenos. Estas ideas y algunas implicaciones de la física newtoniana generaron una visión determinista del mundo. En consonancia con ello, el Universo marchaba como excelente mecanismo de relojería. Las implicaciones más duras de esta cosmovisión eran el concepto de verdad que se imputaban a las construcciones científicas. La “verdad” se “medía” por las implicaciones en tecnociencia y los desarrollos de las otras ciencias cuando se mediaban por el “estilo newtoniano”. Da ahí que la promulgación de la Teoría de la Relatividad en 1905, y su posterior aceptación fueran el detonante de una nueva manera de mirar el mundo y, un semillero de ideas y corrientes. En el seno de la cultura como un todo se empezó a gestar el llamado “relativismo” que impregnó poco a poco la actividades de lo humano. El cisma que generó en la física clásica la Teoría de la Relatividad se debió a varios hechos: a) Algunos de los principios fundamentales, que se habían aceptado como verdaderos durante casi dos siglos fueron revaluados; b) La física relativista era un sistema explicativo con poder explicativo y predictivo. Lo anterior aclara, entre otras cosas, porqué la física clásica quedó como un caso límite de la física relativista. Tres ideas básicas. No es de extrañar que la irrupción de la Teoría de la Relatividad de Einstein despertara en un intelectual de la talla de Popper inquietudes que se reflejaron en su obra. Por un lado intuye cuál es la forma lógica de las producciones científicas, y por el otro analiza hasta las últimas consecuencias el tipo de verdad que subyace en la ciencia “dura” de la física, Popper se apoya en tres ideas fundamentales: 1) El tiempo de permanencia de una Teoría, como modelo explicativo, no es un indicativo de que la teoría sea verdadera de modo absoluto; 2) Las teorías son aproximaciones sucesivas a las explicaciones cada vez más coherentes con los fenómenos observados; 3) El número de corroboraciones de una teoría no excluye el hecho de que es dable encontrar experimentos o casos que la falsean. Popper no fue un filósofo de búsqueda de esencias. Su propuesta se orientó y se encaminó por la filosofía de la ciencia. Tuvo la claridad suficiente para separar dos problemas diferentes: 1) El acto de concebir o inventar una teoría; y 2) El soporte lógico formal del conocimiento científico como un cuerpo de teorías. En la obra Lógica de la Investigación Científica aborda estos problemas. Respecto del primero afirma que pertenece a la psicología y no a la filosofía ni al conocimiento, pues “el cómo se le ocurre una idea nueva a una persona -ya sea un tema musical, un conflicto dramático o una teoría científica- puede expresarse diciendo que todo descubrimiento contiene un elemento irracional o una intuición creadora en el sentido de Bergson”. Para el segundo problema. Popper sostiene que una teoría es científica cuando las proposiciones que la expresan pueden ser falseables o refutables. Es decir, una teoría es digna de tenerse en cuenta, cuando siendo refutable resiste todos los esfuerzos críticos de la refutación y debe temporalmente ser creída. ¿Todos los cisnes son negros? Para Popper el punto arquimédico de la lógica científica es la falsación. Esta forma lógica surge de la intelección de que las leyes universales de la ciencia (p.e. la física) son enunciados estrictamente universales y por ende metafísicos en el sentido de que es humanamente imposible diseñar pruebas experimentales para un enunciado estrictamente universal. Esta propiedad implica, además, que las teorías científicas no son el resultado de procesos de inducción. La falsación entra a jugar un papel determinante cuando es viable postular un enunciado existencial de carácter particular. Por ejemplo el enunciado universal de que “todos los cisnes son negros”, es automáticamente falseado por el enunciado existencial “hay un cisne blanco en…”. Este último enunciado que denota existencia espaciotemporal, falsea el enunciado estrictamente universal. Estas ideas impregnaron toda la obra de Popper. Tolerancia y responsabilidad es un llamado a los intelectuales para que tomen conciencia del deber y poder que tienen frente a la humanidad. Allí afirma: “Nosotros los intelectuales desde hace milenios hemos ocasionado los más horribles daños. La matanza en nombre de una idea, de un precepto, de una teoría: esa es nuestra obra, nuestro descubrimiento”. Popper critica el relativismo, la versión infantil de la Relatividad que impregna a la sociedad moderna y afirma: “Esta postura conduce a la tesis de que todas las tesis intelectuales son más o menos justificables. Todo está permitido. Por eso la tesis del relativismo frecuentemente conduce a la anarquía, a la ausencia de legalidad y, así, al dominio de la fuerza”. Estas ideas se imbrican con la falsación y dan lugar a unos principios mínimos para cualquier discusión racional de la vida en comunidad que expone en su libro Sociedad abierta, universo abierto: “1. El principio de falibilidad: quizá yo no tenga razón, y quizá tú la tengas. Pero también podemos estar equivocados los dos. 2. El principio de la discusión racional: queremos intentar ponderar de la forma más impersonal posible nuestras razones en favor y en contra de una determinada y criticable teoría. 3. El principio de la aproximación a la verdad: a través de una discusión imparcial nos acercamos casi siempre más a la verdad y llegamos a un mejor entendimiento, incluso cuando no alcanzamos un acuerdo”. Hacia la tolerancia Definidos así, estos principios son totalizadores, pues a la vez que serían los parámetros para la construcción de teorías, representan unos acuerdos mínimos si se quiere construir una ética de convivencia. Realmente lo que Popper nos mostró es una base de la ciencia natural con principios éticos. La búsqueda de la verdad como una aproximación sucesiva, la honradez intelectual y la idea de falibilidad son elementos que necesariamente nos conducen a una actitud de autocrítica y de tolerancia porque a través de esas características debemos ser conscientes de las limitaciones que tenemos frente al Universo Abierto. Artículo publicado en el Magazín Dominical diario “el Espectador” Agosto 29 de 1999, p. 5