Derecho a una defensa adecuada - Suprema Corte de Justicia de la

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Las Leyes de Reforma: su actualidad
Ministro Sergio A. Valls Hernández
Derecho a una defensa adecuada
Organización Editorial Mexicana
13 de junio de 2013
Estas reflexiones tienen como finalidad exponer mi postura respecto a los asuntos resueltos en días pasados
por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuyo tema primordial es el derecho a la defensa
adecuada, contenido en el artículo 20 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Para un mayor entendimiento, se debe tomar en cuenta que el precepto constitucional aludido, en su apartado
A, fracción IX, preveía, entre otros, el derecho del detenido a la defensa adecuada por medio de persona de
confianza o abogado y que, a falta de éstos, el juez le nombrará un defensor de oficio; sin embargo, tal
disposición fue reformada el 18 de junio de 2008, para establecer, ahora en el apartado B fracción VIII, que este
derecho se debe ejercer por medio de abogado elegido por el acusado y, en caso de no poder o no querer
nombrarlo, el juez designará un defensor público. Esto es, se eliminó la posibilidad de ser defendido por una
persona de confianza, a efecto de poder ser respaldado únicamente por un profesional del derecho.
En la citada reforma constitucional también se especificó, mediante los artículos Primero y Segundo
Transitorios, que entraría en vigor al día siguiente de su publicación, con excepción al sistema penal acusatorio,
el cual adquiriría vigencia cuando lo estableciera la legislación secundaria de cada entidad federativa, sin
exceder del plazo de ocho años (vacatio legis).
Ahora bien, en uno de los asuntos analizados por el Tribunal Pleno, donde el inculpado fue encontrado
responsable de diversos delitos cometidos en el año 2009, en un estado de la república donde aún no está
instaurado el aludido sistema penal acusatorio; al llegar el asunto a la Suprema Corte, dicho inculpado
argumentó que el Tribunal Colegiado que le negó el amparo, realizó una interpretación directa del citado artículo
20, apartado A, fracción IX, de la Constitución Federal, pues determinó que el hecho de que el indiciado hubiera
señalado a su padre como persona de confianza en su declaración ministerial, no vulnera su derecho a la
defensa adecuada.
En este caso básicamente consideré que el Tribunal Colegiado que conoció del amparo realizó una
interpretación incorrecta del artículo 20 de la Ley Fundamental, toda vez que, indudablemente, debió aplicar el
contenido de la defensa adecuada, a la luz de la reforma constitucional de 2008, sin que fuera obstáculo para
ello lo dispuesto en el artículo Segundo Transitorio de esta reforma, referente a la entrada en vigor del sistema
penal acusatorio.
Lo anterior, en razón de que el derecho a una defensa adecuada no es una institución novedosa, ni mucho
menos un ingrediente esencial o exclusivo del sistema penal acusatorio, pues al analizar el contenido de la
reforma constitucional en comento, se concluye que dicha defensa, regulada ya en el texto constitucional
anterior, únicamente se modificó para determinarse que ésta sólo cumple su objetivo cuando se lleva a cabo por
un abogado, y no por persona de confianza; motivo por el cual su entrada en vigor es conforme al artículo
Primero Transitorio, es decir, al día siguiente de su publicación y, por consecuencia, debe aplicar en beneficio
de todos los indiciados, procesados o sentenciados.
Así, con la reforma quedó definitivamente conformado el derecho a contar con una debida asistencia jurídica,
que tiene toda persona acusada de una infracción penal, ya que sólo un profesional del derecho cuenta la
formación técnica para orientar a la persona detenida o sujeta a proceso, sin que la vigencia de esta disposición
tuviera que esperar el plazo máximo de ocho años establecido en el artículo Segundo Transitorio, pues éste fue
previsto para que las cuestiones novedosas directamente relacionadas con el sistema penal acusatorio,
pudieran ser instrumentadas en las entidades federativas, pero no así en relación con el derecho humano a la
adecuada defensa, que es común a cualquier sistema penal y que en la Norma Fundamental se regula de
tiempo atrás.
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