LA REFORMA PENAL MEXICANA. LOS RETOS DE SU IMPLEMENTACIÓN PARA EL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL.1 “Por muy harapiento que luzca el viejo traje, por muy imprescindible que sea su reemplazo, desconfiamos del que nos prueba el sastre. Vigilamos atentamente el espejo antes de decidir la compra del nuevo. Y hasta nos invade la nostalgia cuando abandonamos al ya inservible.” OSVALDO M. CINGOLANI SUMARIO: 1. Introducción. 2. Proceso inquisitivo. 3. Proceso acusatorio. 4. Contenido de la reforma constitucional mexicana en materia penal. 5. Retos de la reforma constitucional en materia de justicia penal. 1. INTRODUCCIÓN. Los trazos históricos del proceso penal han sido una sucesión entre los procesos inquisitivos y acusatorios. En la parte primera se sostiene que el proceso acusatorio corresponde al ideal del enjuiciamiento penal de los estados democráticos de derecho. En cambio, el modelo inquisitivo responde a la concepción de gobiernos autócratas, autoritarios y totalitarios. Enseguida, se establece el contenido de la Reforma Constitucional Penal, principalmente su armonización con los principios contenidos en el Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos. En último término, se hace ver que el Poder Judicial de la Federación requiere una radical transformación en su estructura primaria: tribunales unitarios y colegiados de circuito, juzgados, ello para poder afrontar exitosamente la implementación del sistema penal acusatorio. 2. PROCESO INQUISITIVO. Los orígenes del proceso inquisitivo se remontan a las primeras pesquisas de oficio en Roma y en las monarquías cristianas del siglo XII. Se distingue por la concentración de la jurisdicción en una sola persona y hace énfasis en la primacía del Estado con relación al procesado. La persecución pública quedaba en manos de un inquisidor (juez eclesiástico) con características de omnipotencia y para quien la búsqueda de la verdad era el único objetivo, dado que se pretendía castigar la herejía, por lo que la culpabilidad se presumía, la búsqueda del castigo en detrimento de los derechos de los procesados autorizaba los medios de coerción más crueles y violentos. La investigación era extensa, secreta y lenta, en tanto era permitida la encarcelación del reo. La acusación se presentaba por escrito. En suma, se puede decir que el sistema inquisitivo responde a la lógica de que el rompimiento de las reglas establecidas por el Estado merecen siempre un castigo y, por ende, el determinar un culpable. Detalle importante es que el modelo fue adoptado por la España Medieval e implementado en los territorios que colonizó en América. Tras los procesos de independencia, el inquisitivo sobrevivió y fue enquistándose en los sistemas de justicia latinoamericanos, con variantes que aparentaron su humanización. Fue a partir de la segunda mitad del siglo pasado que, en diversos países de la América Latina, vino generándose una ola crítica al modelo de enjuiciamiento penal, advirtiéndose el agotamiento del mismo y su incapacidad para generar respuestas eficaces al fenómeno delictivo. Además, las características de introducción de la prueba en forma escrita, secreta en la mayoría de los casos, sin pasar por el tamizaje de la contradicción, la confusión de roles de acusación y juzgamiento, 1 Autora: Magistrada Graciela Guadalupe Buchanan Ortega. fueron evaluadas como ajenas a las reglas del debido proceso y el avance de los derechos humanos reconocidos en los instrumentos internacionales suscritos por los países latinoamericanos. En México, previo a la reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación en 18 de junio de 2008, salvo excepciones con distintos matices (Nuevo León, Chihuahua y Oaxaca) los procesos penales se conformaban por actos escritos en los que la que la intervención del juez en la recepción y valoración real de los medios de prueba era prácticamente escasa. Un sistema de justicia penal que asignaba valor probatorio pleno a la información obtenida en la investigación realizada por el Ministerio Público, en perjuicio de la recabada durante el proceso que poco aportaba a estimular que el juicio se convirtiera en una actividad dialéctica precedente de la resolución judicial. 3. PROCESO ACUSATORIO. La percepción del inquisitivo, como modelo de justicia agotado y colapsado, hizo que los diversos países de América Latina analizaran la conveniencia adoptar una nueva forma de culminación del proceso penal, sobre la base de la tutela de los derechos de la persona y el entendimiento del delito como el síntoma de un conflicto social que era necesario reparar. La vista se dirigió hacia el modelo de justicia acusatorio, que es considerado propio de los estados democráticos de derecho, que tiene sus orígenes en la Grecia Antigua y la Roma República y que fue introducido en Europa durante el siglo XIX, sus características principales son la división de poderes durante el proceso, con una clara diferenciación, por un lado del acusador, en la persona del Ministerio Público que con su acusación activa la jurisdicción, ante la puesta en peligro de un bien jurídico protegido. Este proceso se instaura bajo una serie de principios y reconocimiento de garantías básicas del procesado, destacándose el de la presunción de inocencia, la imparcialidad del juzgador como un mero observador del ejercicio dialéctico desarrollado entre las partes, moderando el ejercicio abusivo del poder del Estado y la tutela del inocente. La prisión preventiva se erige como una excepción y no como la regla, ésta se constituye por el derecho del imputado a permanecer en libertad durante el desarrollo del juicio. 4. CONTENIDO DE LA REFORMA CONSTITUCIONAL MEXICANA EN MATERIA PENAL. Teniendo como antecedente directo e inmediato el proyecto de reforma al proceso penal presentado en 2004, que buscaba transformar a éste, así como los resultados del informe de trabajo de detención arbitraria en México, elaborado por Naciones Unidas, y con el objetivo de armonizar el enjuiciamiento penal mexicano a los principios contenidos en el Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos, entre otros, se generó una reforma estructural en materia de seguridad pública y justicia penal que culminó en el Decreto publicado el día 18 de junio de 2008, en el Diario Oficial de la Federación, que buscaba armonizar las exigencias de disminuir la percepción de inseguridad pública y garantizar la tutela de los derechos de los procesados. Modificándose los artículos 16, 17, 18, 19, 20, 21 y 22; las fracciones XXI y XXIII del artículo 73, la fracción VII del artículo 115 y la fracción XIII del apartado B del artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El nuevo modelo de justicia se sustentó en principios rectores básicos que se proyectan desde el prisma Constitucional y que distinguían claramente la intención del Poder Reformador de la Constitución de dejar atrás el modelo de enjuiciamiento inquisitivo para adoptar uno de carácter acusatorio. 4.1. La inmediación. Que exige que el Tribunal dicte sentencia, formando su convicción como resultado de la apreciación del material probatorio reproducido en su presencia, junto a todos los demás sujetos del proceso. 4.2. Concentración y continuidad. Que requieren que el juicio oral se realice desde el inicio, hasta su terminación, de una sola vez y en forma sucesiva, con el propósito de que exista la mayor proximidad posible entre el momento en que se recibe toda la prueba, las partes formulan sus argumentaciones y aquel en que los jueces deliberan y dictan sentencia. 4.3. Contradicción. Que exige que los sujetos del proceso tengan plenas facultades de intervención, en especial en la recepción de la prueba, que también garantiza que puedan contradecir las actuaciones y las argumentaciones de la parte contraria, en defensa de los intereses que representan. Todo el juicio oral está inspirado en la idea de un debate contradictorio. Se requiere un adversario y cada una de las partes sostiene hechos e intereses opuestos. El proceso se desencadena en base a la actividad de las partes. 4.4. Publicidad. Que exige que la justicia penal se administre de frente a la comunidad, que los ciudadanos puedan apreciar la manera como los jueces y demás operadores ejercen su función, evitando o al menos poniendo en evidencia y criticando excesos, abusos o bien impunidad. 4.5. La oralidad como mecanismo para hacer efectivos los principios rectores del sistema La oralidad no constituye un principio en sí mismo, sino que es un instrumento o facilitador de los principios políticos básicos y de las garantías que estructuran el propio sistema procesal penal, esto es, pasar de un modelo de administración de justicia basado en el trámite y la gestión a un sistema de resolución de conflictos basado en el conflicto. 5. RETOS DE LA REFORMA CONSTITUCIONAL EN MATERIA DE JUSTICIA PENAL. Después de cuatro años de vigencia de la Reforma Constitucional en Materia de Seguridad y Justicia Penal, son pocas las voces que promueven la regresión al modelo de enjuiciamiento penal tradicional de corte inquisitivo. Ya no se cuestiona la necesidad de transformar el sistema de justicia para ajustarlo a las expectativas de un régimen democrático de derecho. Los cuestionamientos ahora se encaminan a determinar cuáles son las acciones necesarias para asegurar que el nuevo modelo de justicia penal mexicano se implante exitosamente y sea el motor del cambio de un sistema de justicia que la población percibe anquilosado, esclerótico e ineficaz para dar solución a los problemas de la comunidad. Las inquietudes se dirigen a encontrar fórmulas eficientes que permitan la migración de un proceso inquisitivo a uno de carácter acusatorio adversarial, sin incurrir en actividades que desvíen el eficaz funcionamiento de la Reforma Constitucional, eliminando las metodologías de trabajo que habiendo probada su ineficacia en el proceso inquisitivo, se muestran absolutamente inadecuadas en este nuevo modelo de administración de justicia. En este sentido, el Poder Judicial de la Federación, requiere una radical transformación en su estructura primaria: tribunales unitarios y colegiados de circuito, juzgados, que le permita retomar su liderazgo como el Poder de la Unión cuya misión Constitucional es la tutela de los derechos humanos. 5.1. Incorporación gradual de la vigencia del código de procedimientos penales de corte acusatorio. La Reforma Constitucional Penal precisó dos modelos de iniciación de vigencia en la aplicación del nuevo modelo de justicia punitiva. De un lado, incorporando su vigencia por razón de territorio; de otro, con base en los delitos. Al margen de la polémica que cualquiera de estas decisiones pueda generar. Al día de hoy queda un margen de tiempo reducido para tomar las decisiones, tres años efectivos, pensar nuevamente en ampliar, aún y cuando sea sólo para el Poder Judicial de la Federación la iniciación de la vigencia del modelo acusatorio, constituiría una nueva gran deuda para la sociedad y un mensaje poco claro sobre el papel que tienen los Poderes de la Unión en liderar la defensa y protección de los derechos humanos de los gobernados, mediante la utilización de los nuevos instrumentos que emanan de la Constitución.2 Que sea nuevamente la justicia local la que concurra en auxilio de la Federación, como ha sucedido en materia de justicia de adolescentes en materia penal, enviaría una inapropiada señal. Los Poderes Judiciales de los Estados están igualmente presionados para la implementación de la reforma a nivel local y no sólo en materia presupuestal, sino también en materia de especialización, dado que ha llegado el tiempo de que la Unión asuma los compromisos adquiridos con motivo de esta gran reforma. Existe además la urgencia para despresurizar los Centros Preventivos de Reinserción Social locales, para que su vocación exclusiva sea la de albergar condenados y personas en prisión preventiva por delitos locales; no hacer las cosas a tiempo irá en un grave contrasentido con esta política, aún más si el compromiso federal fue el de atraer delitos como delincuencia organizada y medidas cautelares como el arraigo como competencias exclusivas de la Federación. 5.2. Salidas alternas al procedimiento penal. Los artículos 17 y 20, apartado A, de la Constitución General de la República establecen: el primero, la esencia de lo que se ha venido llamando salidas alternas y descongestión acelerada del procedimiento penal. Al tiempo que el segundo, la idea sobre la cual gira el sistema acusatorio. Convergen rápidamente en un punto en común, lograr un sistema de impartición de justicia eficiente, en donde la víctima reciba rápidamente en la mayoría de los casos el pago de la reparación del daño. Esto hace que el culpable no quede impune, pero para confiar en que los involucrados en el conflicto penal pueden llegar a soluciones más adecuadas, es importante la implementación de modelos que permitan que la justicia alternativa funcione eficazmente. En este sentido, es urgente el diseño e implementación de un Centro Nacional de Métodos Alternos dependiente del Poder Judicial de la Federación, que esté dirigido a apoyar dicha finalidad del proceso acusatorio. 2 Con motivo de la urgencia habida en materia federal para implementar el sistema acusatorio penal, dado el corto plazo que resta para cumplir con la fecha límite fijada en la Carta Magna, es recomendable que se elija la modalidad de implementación por razón de territorio. Con esto, se lograría que dicho sistema esté vigente de manera gradual en territorio nacional. Hay un consenso suficiente sobre la circunstancia de que no existe sistema de justicia en el mundo, ya sea de corte acusatorio o inquisitivo, que pueda hacerse cargo de procesar la totalidad de los hechos delictivos que se suscitan en el mismo. La Reforma Constitucional Penal gira en torno a la idea de que el juez participe en el conflicto penal atendiendo al principio de mínima intervención estatal. Por ende, propicia que los asuntos puedan solucionarse en justicia alterna al juicio oral. No hay que dejar de tener en consideración que gran cantidad de los delitos que son competencia de la Federación, no existen propiamente hablando particulares en querella, sino el Estado mismo. En esa tesitura, conviene pues reflexionar en este hecho y dotar a este Centro Nacional de Métodos Alternos, de la capacidad necesaria que permita que cuando los involucrados en el conflicto penal se decanten por salidas abreviadas y mecanismos acelerados de descongestión del proceso, se genere certidumbre de que habrá una correcta vigilancia. La Ley Suprema de la Nación deja a las leyes secundarias el establecer cuando procederá esta vigilancia. Un Centro de Métodos Alternos como el que requerirá el Poder Judicial de la Federación debe ser conceptualizado no únicamente como un mediador, conciliador o árbitro, sino también como un centro en el cual converjan los profesionistas necesarios que permitan al juez federal el análisis de las mejores decisiones y que interactúen con los otros responsables del éxito del nuevo sistema de justicia, para que presenten en forma conjunta a los Tribunales Federales, los casos en que se requerirá la vigilancia judicial en la operación del modelo de justicia alternativa. 5.3. Defensoría pública. El Consejo de la Judicatura Federal tiene a su cargo la responsabilidad de verificar el correcto funcionamiento de la Defensa Penal Pública. Ahora bien, la Reforma Constitucional en Materia de Seguridad Pública y Justicia Penal erigió en la defensa técnica un bloque ante la posible existencia de abusos. Dicho sea en otras palabras, se ha reconocido a la Defensoría Pública Federal, como un organismo de alto desempeño profesional, sin embargo, esta institución se encuentra preparada para desempeñarse de manera eficaz en un proceso de corte inquisitivo; empero, las características del sistema de justicia penal acusatorio requiere de un equipo de defensoría pública preparado para intervenir en un modelo de justicia distinto, que se aleje de la gestión del trámite para dedicarse al litigio. Consecuentemente, resulta indispensable que no sólo se intensifique la capacitación de los defensores públicos en los principios que regulan al nuevo sistema de justicia, sino que sean dotados de las herramientas necesarias que permitan que puedan ejercer la labor Constitucional que tienen encomendada, con las características de excelencia que demanda este nuevo proceso. 5.4. Nuevos procesos de selección de jueces y magistrados de circuito. Ya se ha mencionado que la Reforma Constitucional Penal cala hasta los cimientos del sistema de justicia actual, en este sentido, los modelos de selección de jueces y magistrados debe sufrir las modificaciones necesarias. La migración del sistema de justicia inquisitivo a uno de corte adversarial y acusatorio, presupone una mentalidad distinta, así como defensores y ministerios públicos deben abandonar el modelo de solución del conflicto, basados en la gestión, para enfocarse en el litigio. Los jueces federales deben abandonar la posición que venían asumiendo por una distinta, que propicie la transparencia, adoptando decisiones rápidamente mediante la recogida de información de calidad que se dé en las salas de audiencias y que no llegue a ellos de manera distinta, cuenta habida de que el legislador dejó clara la prohibición absoluta de que los juzgadores tengan contactos ex parte (sin presencia de la contraria). El único medio para nutrir las decisiones judiciales será pues la captación de la información generada en audiencias, la naturaleza del procedimiento acusatorio y la reglamentación que han hecho los Códigos de Procedimientos Penales, ha dejado claro que para evitar interferencias indebidas que alteren la esencia de la dinámica dialéctica del proceso acusatorio, los jueces deben asumir decisiones tan pronto como concluya el debate presentado por las partes, sin que se autorice a los juzgadores el retirarse de las salas de audiencia. Entonces, sin poner en tela de juicio, la alta capacidad y el conocimiento de los juzgadores federales, se tiene que reconocer que, al igual que en el tema de la defensa pública, esa enorme experiencia está sustentada en habilidades distintas a las que se requiere para la incursión del nuevo sistema de justicia penal. Por ende, es imprescindible que se generen cambios en los procesos de selección de los juzgadores federales que habrán de asumir las funciones de jueces de control, de juicio oral, de ejecución de sentencias, que midan si estos reúnen las habilidades necesarias para interactuar con éxito en el nuevo sistema de justicia acusatorio, para ello se propone que en la selección de los juzgadores que participaran en el proceso acusatorio, se establezcan como factores de evaluación, su capacidad para emitir resoluciones en salas de audiencias sin intervención de secretarios o de personal auxiliar. 5.5. Tecnologías de la información. Altos niveles de insatisfacción por lo que hace al funcionamiento de la justicia penal, provocan en la sociedad habituales cuestionamientos relativos a su eficacia. Tanto quienes representan a las partes como aquellos que desempeñan algún cargo judicial, hacen ver la invariable necesidad de introducir cambios que mejoren los niveles de rendimiento de la justicia. De esta forma uno de los temas que siempre integra los diferentes planteamientos, es la instauración y apoyo de las tecnologías de la información. Éstas son un instrumento imprescindible para la obtención de un sistema de administración de justicia más ágil y rápido, más eficaz, más flexible. De esta manera, en la Reforma Constitucional Penal es urgente el diseño e implantación del juicio digital, a través del cual las partes puedan enviar promociones, recibir notificaciones y, en síntesis tener todas las actuaciones del expediente a su alcance. En el sistema acusatorio, asimismo, se debe privilegiar el uso de herramientas como las videoconferencias, no tan sólo para la captación de declaraciones en torno a personas que se encuentran internadas en algún centro destinado para ello, sino también para recabar algunas pruebas como testimoniales a distancia, sustituyéndose con ello la diligenciación de exhortos, incluso este método debe ser ampliado para las comunicaciones entre Tribunales Federales y Locales, cuando estos últimos concurran en auxilio de los primeros. 5.6. Hacia un modelo eficaz de gestión judicial. No debe extrañar a nadie que uno de los principales retos de la Reforma Penal Mexicana, tenga su epicentro en la forma en que ésta puede asegurar su funcionamiento atendiendo al diseño administrativo de los órganos de justicia, en el caso, específico, de los que integran el Poder Judicial de la Federación, cuya administración corre a cargo del Consejo Federal de la Judicatura. A partir de la reforma Constitucional de 1994, y la creación de la actual Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación que data de 1995, el número de Tribunales y Juzgados Federales se han incrementando en forma geométrica, sin que la sociedad perciba los resultados de este exponencial crecimiento. Hoy, existen en el país 195 Tribunales Colegiados de Circuito, 79 Tribunales Unitarios de Circuito, 324 Juzgados de Distrito, 38 Tribunales Colegiados de Circuito Auxiliares, 12 Tribunales Unitarios de Circuito, 49 Juzgados de Distrito Auxiliares, 7 Juzgados Federales Penales Especializados en Cateos, Arraigos e Intervención de Comunicaciones, 1 Juzgado de Distrito del Complejo Penitenciario Islas Marías y Auxiliar en toda la República, 3 Juzgados de Distrito Especializados en Ejecución de Penas y 2 Juzgados de Distrito en Materia Mercantil, Especializados en Juicios de Cuantía Menor.3 De acuerdo con datos de la Dirección General de Programación y Presupuesto del Consejo de la Judicatura Federal la Oficialía Mayor, el presupuesto de egresos para este año de 2012 fue de $35,557,372,822.00 pesos. Este impresionante crecimiento de Tribunales Federales ha respondido a una lógica tradicional del sistema jurídico mexicano que se remonta a los primeros años del México Independiente. Este diseño tiene como epicentro al juez, como jefe máximo de la oficina judicial, lo que implica que hoy en día, los y las titulares de los tribunales, sean administradores de recursos materiales, humanos, distribuyendo su tiempo en múltiples actividades que si bien guardan relación con una correcta administración de justicia, implican dedicar menor atención a la tarea que explica su razón de ser. En el sistema de administración de justicia, jueces y magistrados son el activo más valioso que existe y la erogación que se hace en materia de sus sueldos y prestaciones viene a ser de las más altas en materia de impacto presupuestal. Todas las organizaciones cuidan con esmero el que sus empleados más importantes y con los mejores sueldos dentro de la institución, dediquen su tiempo a la realización de las labores de mayor impacto. Sin embargo, en el Poder Judicial de la Federación, la energía y capacidad intelectual de los y las titulares de los Órganos de Administración de Justicia, se distribuye en múltiples actividades de menor valor en atención a la importante labor para la que son designados. Este modelo de gestión de la oficina judicial, resulta inoperante en relación al entramado de la Reforma Penal en materia de Justicia Penal, al grado que, pretender implementarla desde ese modelo organizacional no sólo parece imposible, constituye una tarea no sólo titánica, sino que se antoja imposible. Esto es así, porque ya, al día de hoy, el crecimiento de los órganos federales de impartición de justicia, creados para responder a un modelo de justicia decimonónico son de suyo insuficientes. Veamos, por ejemplo, la justicia local ha venido asistiendo a la labor de la federal en materia de atención de delitos atribuidos a adolescentes, la creación de tribunales especializados para jóvenes en conflicto con las leyes penales de la federación resulta imperativo tan pronto como sea creada la ley de la materia. Empero, a la ausencia de legislación especializada, se añade las restricciones que generan la actual situación de la economía mundial y la nacional, pero este problema se agudiza al considerar el actual diseño de los Tribunales de la Federación que condiciona la creación de juzgados a una visión burocrática que debe quedar superada. El hecho de que el Poder Judicial de la Federación no ha asumido su compromiso con la justicia de adolescentes, debería ser compensado en una resolución eficiente de las causas penales instruidas a adultos que cometen delitos del fuero federal. Sin embargo, pese a que, son conocidas de todo el mundo las pesadas jornadas de trabajo del personal que labora en los juzgados federales, los datos proporcionados al mes de julio de 2012 por el Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social, en los distintos centro de reclusión del país, se censaba a 50,413 detenidos imputados por delitos del fuero federal, que representan el 21.16% de la población total recluida en el país, de ellos, más de la mitad, es decir, 25,767 aún se encontraban bajo proceso sin recibir sentencia definitiva. Soluciones innovadoras sin duda auxiliarán a mejorar esta problemática de rezago. 3 Los datos son obtenidos de la página: www.cjf.gob.mx 5.7. La gestión judicial como respuesta a uno de los grandes retos de la implementación de la reforma penal. En los últimos años, América Latina ha venido adoptando mejores prácticas en materia de administración de los Tribunales de Justicia, éstas han pasado por separar claramente las actividades jurisdiccionales de aquellas que no lo son, por ser eminentemente administrativas. Esta tendencia ha venido produciendo resultados alentadores no sólo en el aspecto económico: incremento del número de juzgadores, sin el costo que implica la apertura de tribunales conformados por plantillas de empleados al servicio de un titular. También en la medida en que se asigna a los juzgadores funciones exclusivamente judiciales se les permite estar concentrados en el acto más importantes de la actividad jurisdiccional, que es el de impartir justicia. A este nuevo modelo se le ha denominado gestión judicial. En torno a ella se ha creado, paralela a la judicial, una estructura de servicios administrativos que, con independencia y autonomía de cada juez en particular, den el soporte y atiendan las actividades administrativas que venían siendo asignadas a por aquéllos. Estas unidades administrativas, suelen diseñarse de manera que puedan proveer a varios jueces y/o magistrados los servicios que requieren para ejercer el acto más importante del sistema de justicia, que es la toma de decisiones judiciales. Este novedoso modelo que ya empieza a tener aplicación en México ha mostrado ya las bondades de sus resultados al permitir incrementar la plantilla de jueces sin necesidad de incrementos sustanciales en las plantillas de personal. Para ello ha sido necesario rediseñar los procesos que se desarrollan en los juzgados, para que con apoyo de las nuevas tecnologías de la información aquellos fluyan de manera rápida y eficiente. No cabe duda que el Poder Judicial Federal requiere crecer y llevar la justicia de la Unión a los lugares más recónditos del país con el afán de hacer efectivo el anhelo de la Nación Mexicana de que todo aquel que se queje tenga un tribunal que lo escuche. Esta legítima aspiración de los mexicanos suele verse obstaculizada por cuestiones presupuestales y es que los recursos económicos, que por naturaleza suelen ser escasos, demandan un Consejo de la Judicatura Federal sensible a ambas coyunturas que precisa modernizarse para que el crecimiento judicial federal pueda no sólo mantenerse sino ser eficaz. En ese sentido, para que el sistema de justicia penal acusatorio pueda implementarse, es urgente que, junto al acto legislativo proveniente del Congreso de la Unión que concluya en la promulgación de un nuevo Código de Procedimientos Penales de Corte Acusatorio; el Consejo de la Judicatura Federal abandone la lógica tradicional de creación de tribunales que responde a un modelo de justicia penal superado y se adopte el modelo de administración de la gestión judicial, que se enfoca a liberar a los jueces de la responsabilidad de las pesadas cargas administrativas que tienen los tribunales para asignarlas a un sistema administrativo de gestión, que conlleva a una verdadera profesionalización de los empleados judiciales y a una expansión eficiente de los tribunales de justicia federales a un menor costo fiscal. Primero, porque se crean unidades articuladas que permiten concentran los servicios de notificaciones, citatorios, traslados, digitalización de expedientes, firma digital e impulso de trámites netamente administrativos. Un sistema de gestión judicial no sólo tiene a su cargo el rediseño de los procesos administrativos de la oficina judicial, sino que asigna a unidades administrativas que brindan servicios a múltiples juzgadores, la responsabilidad del ingreso y la permanencia del personal distinto a los titulares de los tribunales, a criterios profesionales de selección de personal que hoy por hoy y a pesar de las múltiples acciones del Consejo de la Judicatura, siguen siendo diferentes pues quedan sujetos al criterio de cada juez en particular, lo que provoca que un cambio de adscripción de éste genere modificaciones en la conformación del personal, interrumpiéndose la continuidad de las labores. Se generan así perfiles específicos de cada una las plazas de trabajo, las cuales no se crean sólo porqué responden a la tradición del diseño de la oficina judicial, sino a la expectativas razonables de las necesidades de servicio. Los ahorros presupuestales se evidencian en la posibilidad de tener más personas con capacidad de decisión y menos estructuras burocráticas. El sistema de gestión judicial no viene a despojar a los jueces de sus facultades constitucionales, sino a liberarlos de aquellas que no lo son y que les hacen dedicar su energía a actividades ajenas a la función para la cual fueron constitucionalmente llamados. Por ende, en este momento el Consejo Federal de la Judicatura, requiere una profunda reingeniería de sus procesos de gestión, para dotarlos de eficacia y permitir que éste preparado para crecer atendiendo a criterios de racionalidad presupuestaria y de logro de máxima eficiencia. 6. CONCLUSIÓN. Con motivo de las Reformas Constitucionales, primero, en Materia Penal y la posterior en materia de Derechos Humanos, el sistema de justicia penal mexicano se ha transformado desde sus cimientos, las raíces inquisitivas han sido arrancadas, el cambio de modelo debe estar acompañado de una nueva forma de hacer las cosas. Una que haga eficiente la administración de justicia y el Consejo de la Judicatura Federal está llamado a ser un protagonista importante en este cambio, rompiendo paradigmas, derrumbando conceptos anquilosados. Y, para ello, deberá realizar las siguientes acciones: ⎯ Que se haga la incorporación gradual de la vigencia del Código de Procedimientos Penales de corte acusatorio. ⎯ Que se implemente un Centro Nacional de Métodos Alternos dependiente del Poder Judicial de la Federación, que esté dirigido a apoyar dicha, entre otro, el éxito del proceso acusatorio. ⎯ Que no sólo se intensifique la capacitación de los defensores públicos en los principios que regulan al nuevo sistema de justicia, sino que sean dotados de las herramientas necesarias que permitan que puedan ejercer la labor Constitucional que tienen encomendada, con las características de excelencia que demanda este nuevo proceso. ⎯ Que se generen cambios en los procesos de selección de los juzgadores federales que habrán de asumir las funciones de jueces de control, de juicio oral, de ejecución de sentencias, que se midan si estos reúnen las habilidades necesarias para interactuar con éxito en el nuevo sistema de justicia acusatorio, y para ello se propone que en la selección de los juzgadores que participaran en el proceso acusatorio, se establezcan como factores de evaluación, su capacidad para la toma de decisiones en salas de audiencias sin intervención de secretarios o de personal auxiliar. ⎯ Que es urgente el diseño e implantación del juicio digital, a través del cual las partes puedan enviar promociones, recibir notificaciones y, en síntesis tener todas las actuaciones del expediente a su alcance. ⎯ Que se debe privilegiar el uso de herramientas como las videoconferencias, no tan sólo para la captación de declaraciones en torno a personas que se encuentran internadas en algún centro destinado para ello, sino también para recabar algunas pruebas como testimoniales a distancia, sustituyéndose con ello la diligenciación de exhortos, incluso este método debe ser ampliado para las comunicaciones entre Tribunales Federales y Locales, cuando estos últimos concurran en auxilio de los primeros. ⎯ Que el Consejo Federal de la Judicatura, requiere una profunda reingeniería de sus procesos de gestión judicial, para dotarlos de eficacia y permitir que éste preparado para crecer atendiendo a criterios de racionalidad presupuestaria y de logro de máxima eficiencia. La experiencia de trabajo de un Consejo de la Judicatura innovador como el de Nuevo León, dispuesto al rediseño de sus procesos ha logrado que en esta entidad federativa, el Poder Judicial crezca superando obstáculos presupuestales. Esto ha llevado a que la justicia se acerque más a los justiciables, con servicios de vanguardia implementados desde el seno del Consejo de la Judicatura y que están dirigidos a la solución eficaz de conflictos, tal y como lo prevé la Norma Constitucional, según lo asentado en líneas anteriores. Acciones como éstas han sido reconocidas por organismos nacionales e internacionales como la Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia, la Comisión Nacional contra las Adicciones, en razón de la implementación del programa de Tribunal de Tratamiento de Adicciones, primero que réplica en México el modelo de Cortes de Drogas, con apoyo de la Organización de Estados Americanos y la Asociación Nacional de Profesionales de Cortes de Drogas NADCP de USA. Programas judiciales como estos, no sólo son necesariamente replicables, incluso en materia de justicia penal federal (adolescentes y adultos), sino que muestran el nivel de liderazgo que puede ejercer un Consejo de la Judicatura comprometido con hacer expedita y eficiente la labor de administrar justicia.