Examen Platón “Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del Sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público” Platón, La República VII, 517ad. 1. Sobre el texto: sitúa al autor en su momento histórico, señala el tema/problema del texto, indica sus ideas principales, muestra las relaciones entre ellas y explícalas. (2,5) Platón es un filósofo griego, discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, cuya vida transcurre en el agitado periodo en el que Atenas pierde su hegemonía en el mundo griego, tras su derrota ante Esparta en la Guerra del Peloponeso, el corto gobierno de los 30 tiranos, y la débil democracia que ejecutó a Sócrates. No alcanzó a conocer el esplendor ateniense de la época de Pericles, que verá como un sueño del pasado. El hecho de vivir en un periodo tan agitado provocará en él un gran deseo de estabilidad y justicia en el orden político. El tema del texto es la interpretación del mito de la caverna, y la significación de la Idea del Bien, como fuente de toda verdad e inteligibilidad, cima del mundo ideal y productora de toda realidad, así como la importancia de su conocimiento para obrar con justicia. En cuanto a las ideas principales del texto, el autor señala la separación entre dos mundos: el ámbito visible y el ámbito inteligible, o mundo sensible y mundo ideal, y se refiere al lugar central que ocupa la Idea del Bien en el mundo ideal, en cuya cima se situaría como productor de toda verdad y realidad, cuyo conocimiento sería necesario para obrar con Justicia. La relación entre estas ideas y su explicación radican en la interpretación del mito de la caverna que se hace en este fragmento, según el cual las apariencias sensibles mantienen presa nuestra mente, pero en ella está la capacidad de liberarse ascendiendo desde la ínfima realidad que es la materia (mera sombra o reflejo de lo ideal) hasta la suprema realidad de las Ideas, que ejercen en nuestra mente el mismo efecto que la luz en nuestros ojos. En nuestra mente está el recuerdo (reminiscencia o anamnesis) de las Ideas, que conocimos antes de encarnarnos, y el camino del conocimiento consiste en avivar ese recuerdo. Por tanto, existen dos mundos, para Platón, el sensible y el ideal, el primero se percibe por los sentidos y es escasamente real, sólo un reflejo de lo ideal, y el otro es plenamente real, es el “ámbito inteligible”, o mundo ideal, compuesto de entidades absolutas, inmateriales y eternas, accesibles a nuestra mente, pero independientes de ella. Esas Ideas en cuya búsqueda murió Sócrates son verdades absolutas que dan razón y sentido a todo lo que vemos, que no es más que un torpe reflejo de ellas, debido al efecto distorsionador que produce la materia. Liberarse de esa distorsión es el camino de la Filosofía, una liberación de la mente que la devuelve a su ámbito natural, que es el ideal. Ese mundo ideal tendría una estructura triangular jerarquizada, y en la cúspide estaría el Bien, la clave de toda realidad y conocimiento. La separación (horismós) entre estos dos mundos es la plasmación de la dramática situación escindida del ser humano, alguien que está destinado al mundo ideal, pero ha caído en el sensible. Por tanto, el camino del conocimiento, según el texto (“el camino del alma hacia el ámbito inteligible”), es un camino de liberación desde el mundo sensible hasta el ideal, desde las sombras a la luz, y en ese luminoso mundo ideal la idea del Bien es la culminación de la realidad y la productora de toda verdad. A ella tiende la parte racional de nosotros, que podrá por tanto verse libre si asciende a ella, o tendrá que quedarse prisionera del poco conocimiento que dan las cosas materiales, si no emprendemos ese camino. Ese camino se compone de cuatro fases: Eikasía, Pistis, Dianoia y Noesis, siendo las dos primeras mera opinión (Doxa), porque se refieren al mundo sensible, y las dos segundas conocimiento cierto (episteme), porque consisten en un descubrimiento de lo ideal. La Eikasía sería la mera aprehensión de las imágenes, las sombras aparienciales que tenemos ante los sentidos, y que apenas exigen esfuerzo racional. Es el estado habitual de la mayoría de las personas, para Platón, presos de las apariencias debido a la gran influencia de su alma concupiscible. Pistis sería el inicio del camino hacia fuera, cuando comenzamos a sospechar que la verdad no radica en las apariencias a secas, sino que las trasciende. “Dianoia”, o dialéctica sería el conocimiento discursivo que se tiene cuando se ingresa en el mundo ideal (normalmente con las matemáticas) y que sirve de paulatino entrenamiento de la mente, para que vaya abriéndose y pueda finalmente contemplar la plenitud del Bien, la Idea suprema que a modo de luz proporciona verdad y realidad al resto de ideas (y a sus reflejos, las cosas), sin perder nunca un ápice de sí misma. Este sería el camino liberador que de forma tan condensada menciona Platón en el texto. El texto hace al final una referencia a la responsabilidad ética y política que implica el conocimiento del Bien (la noesis, o visión instantánea del mismo que podemos llegar a tener), pues la idea básica de su proyecto político de una polis perfecta consiste en que ha de gobernar quien tenga ese conocimiento, para que a modo de demiurgo político imprima el Bien y la Justicia que conoce en las leyes que servirán para organizar lo mejor posible nuestra convivencia en el mundo material. En Platón el gobierno perfecto es el gobierno del conocimiento de verdades absolutas, las Ideas, y por eso la idea del Bien “es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público”.