Adolecencia y la familia

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ADOLESCENCIA Y FAMILIA
Elaboró: Psic. Carla Hernández Aguilar.
De acuerdo con Von Bertalanffy (1984), un sistema es un conjunto de objetos y de
relaciones entre los objetos y entre sus atributos. Los objetos son componentes o
partes del sistema, los atributos son propiedades de los objetos y las relaciones
mantienen unido al sistema.
Si trasladamos esta metáfora a las familias, y hablamos de éstas como sistemas
sociales, la conducta de un individuo estará relacionada con la de los otros; toda
conducta es comunicación y, en consecuencia, influye sobre los demás y sufre la
influencia de estos. Este sistema familiar, está cambiando constantemente, no es
estático, y siempre estará inmerso en el contexto social más amplio.
No podemos disociar al adolescente de un contexto social, histórico, político,
económico y cultural en el que, a su vez, se inserta la familia. De esta forma,
ninguna cosa está aislada, sino relacionada con los distintos sistemas, dentro de
distintos contextos.
También habría que resaltar que existen distintas formas de definir a la familia; no
obstante sus diferencias, la mayoría de ellas enfatiza las realidades complejas y
multidimensionales que representa. Tuirán (1991), “reconoce a la familia como un
ámbito privilegiado de socialización, que moldea profundamente el carácter de los
individuos, inculca modos de actuar, de pensar que se convierten en textos o
discursos a través de los cuales se viven, y opera como espacio productor y
transmisor de pautas y prácticas culturales.”
Sin embargo, el utilizar definiciones “no rígidas” acerca de la familia permite
concebirla como un grupo social diferente y que no tiene una estructura específica.
En la familia hay pertenencia, vínculos significativos, posibilidad de trascendencia
y de la transmisión transgeneracional de cultura y valores.
Durante el curso de vida de la familia, existen coincidencias. Por ejemplo, cuando
los hijos son adolescentes, los padres viven la llamada “crisis de los 40´s” y los
abuelos la llamada “crisis de la vejez”. Cada una tiene características particulares
que, a su vez, interaccionan dentro del sistema. En ocasiones, al pasar de un
estadio a otro se pueden presentar dificultades que afectan al sistema completo
(hijos, pareja, padres, etc) que causan tensión y sufrimiento a todos los miembros
de la familia.
Algunos de estos sucesos se presentan a lo largo del curso de vida como los
nacimientos de los hijos, la convivencia con hijos adolescentes, el nido vacío, el
divorcio, la perdida de empleo, los fallecimientos o accidentes, por ejemplo. Por
otro lado, existen otros sucesos que tienen que ver también con la forma en como
se está dando el proceso del curso de vida de la familia y que tiene que ver con
los mitos, historias, mandatos, lealtades, entre otras cosas que provienen de la
familia de origen.
Cuando las circunstancias cambian, la estructura familiar puede cambiar también.
Es deseable que la familia responda a los cambios internos y externos, es decir,
que sea capaz de transformarse de tal modo que pueda encarar situaciones
distintas, sin que tenga que escindirse.
Ante el reconocimiento de que el individuo no es un ser aislado, que adquiere
significado en su relación con los otros, nos da la posibilidad de concebir al
adolescente como un ser complejo, con componentes biológicos, psicológicos, y
sociales, con una historia familiar y personal, con deseos y motivaciones
inconscientes, con sistemas de creencias sobre si mismo y sobre el mundo, con
conductas distintas, y que además está inserto en un sistema de redes de
relación, en diferentes contextos.
Contrariamente a esta forma de concebir a la adolescencia, existen historias
oficiales muy arraigadas. Así por ejemplo es frecuente escuchar que los
adolescentes son “ruidosos”, “que viven una crisis existencial”, “que no saben
tomar decisiones”, “que son incapaces”. Por esta razón es importante que además
de proporcionarles información científica, se realice con ellos un acercamiento
que ponga en juego sus emociones, sus sentimientos, en otras palabras, su voz,
para que se manifieste de manera integral.
Mirar de esta manera al adolescente nos da la posibilidad de adentrarnos a una
comprensión distinta de cada uno de ellos y de la manera como viven su
adolescencia de acuerdo a su ámbito familiar, su cultura y contexto social.
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