Industria del vino en Chile

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giovedì 10 settembre 2015, 15:30
Mucho más que Carmenère
Industria del vino en Chile
La estrategia de la organización Vinos de Chile y no sólo
di Carmen Aguilar Garcia
Santiago de Chile - Francia 1860. Los viticultores viven una década negra. Una plaga de filoxera, el parásito de la vid,
arruina los campos galos, y parte de las vides europeas, exterminando una de las cepas más características, el
Carmenère, que se producía a gran escala en la Francia del siglo XIX. 130 años más tarde, en 1991, un ampelógrafo
francés, Claude Vallat, señaló que lo que Chile vendía como ‘merlot chileno’ no era tal. Su sabor verdoso, con toques a
pimentón, y su maduración tardía no eran propias de la uva gala. Pero Vallat no pudo determinar a qué cepa correspondía.
Sería un discípulo suyo, Jean Michel Boursiquot, quien tres años más tarde daría con el hallazgo. En 1994, Boursiquot
llegó a Viña Carmen, una de las más antiguas de Chile, donde identificó que aquel ‘merlot chileno’ era la extinta
Carmènere, que habría llegado a Chile escondida con el resto de variedades francesas que atracaron a mediados del siglo
XIX. Su terroir, su clima mediterráneo suave y las características geográficas del país, entre la cordillera y el
Pacífico, garantizaron su supervivencia tras los Andes, impidiendo la entrada de plagas. Libre de filoxera, la cepa sobrevivió
confundida hasta su nuevo hallazgo en noviembre de 1994. Fue la misma viña Carmen la primera en sacar una botella de
Carmenère en 1996. En la actualidad, Chile es el principal productor de este caldo, cuyo cultivo ha aumentado un
3.142% en los últimos 20 años, según datos del Ministerio de Agricultura. El catastro de 2013 tiene registradas 10.700
hectáreas cultivadas, convirtiéndose en una de las cepas más extendidas. La superan el Cabernet Sauvignon (42.195 has),
el Sauvignon Blanc (14.392 has) y el Merlot (11.925 has). Pero en este angosto país existen más de 50 variedades, 75%
son uvas tintas, repartidas por las 14 regiones vitivinícolas y 130.361,70 hectáreas de vides para vino, porque
existen otras 8.000 para la elaboración del pisco, un destilado de uva característico de Chile y Perú. Fuente: último informe
de la Organización Internacional de la Viña y el Vino “Nuestra estrategia es la diversidad y hacer ver que se puede producir
diferentes” tipos de vinos con calidad en el mismo territorio, explica a L’Indro la asociación Wines of Chile, que aglutina a
los grandes productores y representan el 82% de las exportaciones de vino embotellado. “Es necesario comunicar todos los
matices que tiene Chile, en variedades, valles y vinos”, prosiguen, “pero toma tiempo llegar hasta el consumidor”. Los vinos
chilenos tienen fama de buenos y baratos, por lo que ‘premiunizar’ estos caldos y otorgarles valor es prioritario
para organismos y grandes familias vitivinícolas. Uno de los principales enólogos chilenos, Pablo Morandé, apostaba en un
artículo publicado en la revista Capital por una drástica «erradicación en aquellos viñedos poco productivos y de calidad
media», al mismo tiempo que lamentaba que más de «500 millones (de litros) caen como cascada al segmento de vinos
baratos», aún teniendo cualidades de gama alta. Para él, la estrategia pasa por «soltar las amarras de muchos talentosos
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enólogos» para que produzcan vinos únicos. «Si cada uno de ellos produce tan sólo un vino extravagante, extraordinario,
todo Chile gana en prestigio». «Tenemos un potencial enorme para los vinos Premium», apuntaba en el mismo
artículo Eduardo Chadwick, presidente del grupo Errázuriz, uno de los más relevantes. «La imagen de exclusividad es
importante». En la misma línea se dirige la estrategia 2020 de Wines of Chile, que no promociona el vino a granel por
la “merma” en la calidad que “perjudica a la marca”. Pero su apuesta por el vino embotellado está siendo exitosa, o al
menos eso dicen los datos. Según la Organización Internacional de la Viña y el Vino, Chile se situó como el cuarto
exportador de vinos en 2014, superando a Australia. “Fue un buen año para las exportaciones de vino
embotellado chileno”, asegura el Presidente de la Asociación Vinos de Chile, René Araneda. Se facturaron USD $1.515
millones, un 4,7% más que en 2013, y se exportaron 452 millones de litros de vino embotellado, 3,7% más que el año
anterior, según cifras de la organización. El incremento hay que agradecerlo a China, Brasil, Japón y Holanda. El gigante
asiático (http://www.lindro.it/il-vino-italiano-marcia-verso-la-cina/) (US$110.472,4 millones) incrementó las importaciones
chilenas en un 28,5% en volumen y un 22,5% en valor. El país latinoamericano (US$109.207,1 millones) presentó un alza del
20% del volumen y 19% en valor. Y Japón (US$124.703,5 millones), un 18% y un 15%, respectivamente. Fuente: Vinos de
Chile Los principales destinos en cuanto a facturación, aunque con caídas, siguieron siendo en 2014 Estados Unidos
(US$148.892 millones) y Reino Unido (US$177.486,1 millones), según el Ministerio de Agricultura. Dentro de Europa,
Holanda, Dinamarca, Irlanda y Alemania han tenido incrementos interesantes para con el vino chileno. El mayor alza
desde el punto de vista monetario se lo adjudicaron Alemania y Holanda, con un 12,3% y un 9,7%. Italia, por su parte, se
sitúa en el puesto 24. El 40% de todas estas exportaciones está en manos de tres viñas: Concha y Toro, San Pedro y
Santa Rita, según el informe gubernamental Una perspectiva a mediano plazo. Estas familias también controlan el 70% del
pequeño mercado interno (13 litros per cápita). Informaciones publicadas por el diario Pulso indican, sin embargo, que son
ocho las empresas que concentran el 60% de la producción de vino exportable, aunque existen más de 400
viñas en el país. La concentración, por un lado, y el dinamismo, por otro, son el paradójico panorama de la cambiante
industria andina. El español Luis Gutiérrez, de la influyente The Wine Advocate, destacaba recientemente que Chile había
cambiado su sector por uno moderno, que da la «bienvenida al futuro». Según recoge el diario La Tercera, las
transformaciones no sólo vienen de la mano de las pequeñas y nacientes viñas, sino de las grandes y consolidadas familias.
El especialista británico Peter Richards, de la BBC resaltó la frenética transformación; al igual que su compatriota (y una
de las principales voces del sector) Jancis Robinson, quien valoraba positivamente que se le diera «emoción» al vino
chileno, tras décadas de monotonía. Comienza ‘Un nuevo Chile’, titulaba el Financial Times; enfocado en mejorar la
productividad, aumentar el precio de sus caldos, dotar de glamour a su marca y dejar un espacio para la innovación, como la
agricultura ecológica que, aunque aún solo representa un 2% del total embotellado, ya tiene seguidores en los países
nórdicos y Canadá.
di Carmen Aguilar Garcia
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