Psicomotricidad, aprendizaje, inteligencia y

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Psicomotricidad,
aprendizaje,
a p u n t e s p e d a g ó g i c o s inteligencia y
afectividad
E
l concepto de Psicomotricidad surge de los trabajos de
H. Wallon1 sobre psicología evolutiva y muy especialmente
de aquellos que hacen referencia a la maduración fisiológica
e intelectual, que descubren la trascendencia del movimiento para conseguir la madurez psicofísica de la persona.
Para muchos ya ha quedado demostrado que el movimiento es la base de toda maduración física y psíquica del
ser humano. La actividad psíquica y motora constituye un
todo funcional sobre el cual se va a fundamentar el conocimiento. Así pues, no debe extrañarnos que haya quienes
entiendan el concepto de Psicomotricidad como el desarrollo
físico, psíquico e intelectual que se va produciendo en el
sujeto a través del movimiento; o quienes la conciben como
una relación reversible existente entre la motricidad y el razonamiento.
Según L. Picq y P. Vayer2, “la educación psicomotriz es
una acción psicológica que utiliza los medios de la educación
física con el fin de mejorar o normalizar el comportamiento
del niño”. Su pretensión es la de educar sistemáticamente
las conductas perceptivo-motrices del alumno con objeto de
facilitarle los diversos aprendizajes y la integración escolar y
social.
Por otro lado, J. Le Boulch 3 afirma que: “El dominio corporal es el primer elemento del dominio del comportamiento” y, basándose en los datos de la neuropsicología y psicofisiología, pretende desarrollar las cualidades fundamentales
de la persona y lograr su ajuste adecuado al medio utilizando el movimiento como sistema educativo.
Autores de otras tendencias como A. Lapierre y B.
Aucouturier 4 también parten del supuesto de que la educación psicomotora es el fundamento de toda educación y definen la psicomotricidad como un proceso basado en la actividad motriz, en el que la acción corporal, espontáneamente
vivenciada, se dirige al descubrimiento de las nociones fundamentales y conduce a la organización y estructuración del
yo y el mundo.
El hecho de haber reseñado brevemente algunas de las
principales nociones y concepciones psicomotrices no responde a ningún afán erudito, ni a ningún tipo de intelectualismo más o menos vanidoso. Al citar a los anteriores autores –pioneros en la, a veces, ambigua materia psicomotriz–,
nuestra intención no es otra que resaltar la gran importancia
que la misma tiene, tanto en el desarrollo afectivo y social
como intelectual. Importancia que alcanza su cenit cuando a
Educación Infantil se refiere, ya que es en estos años de la
vida del niño cuando el movimiento adquiere su máxima
dimensión como vía del conocimiento de sí mismo y del
mundo que le rodea. Cualquier déficit en esos momentos
cruciales, sin lugar a dudas, va a redundar en problemas de
aprendizaje, socialización o de personalidad. De ahí que pensemos que un buen programa de psicomotricidad es fundamental –sin decantarnos por tendencia alguna–, tanto para
el pleno desarrollo del niño como para la prevención de
pequeñas e insólitas dificultades que, a la larga, conllevan al
tan traído y manoseado fracaso escolar, en definitiva, nuestro propio fracaso como padres, profesores y entes sociales.
José Jiménez Ortega
Equipo de CEIRE
(Centro de Enseñanza,
Investigación y
Reeducación)
ilustración: Javier Olivares
1 Wallon, H. La evolución psicológica del niño. Ed. Crítica. Barcelona. 1977
2 Picq, L. Vayer, P. Educación psicomotriz y retraso mental.
Ed. Científico-Médica. Barcelona. 1977
3 Le Boulch, J. La educación psicomotriz en la escuela primaria.
Ed. Paidós. Barcelona. 1987
4 Lapierre, A; Aucouturier, B. Simbología del movimiento.
Ed. Científico-Médica. Barcelona. 1977
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