Una Carta en el siglo XIX

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Manuel A. Torremocha Jiménez
IES Las Musas
Una Carta en el siglo XIX
A. La forma interior y exterior de la carta.
a. La forma interior.
1. El papel.
El papel debería ser blanco, aunque se permite la utilización de
algún color pastel muy clarito. Queda descartada la utilización de
papel cuadriculado o rayado. Deberá ser liso y preferiblemente
mate. El papel deber ser de cierta calidad, evitando utilizar ese
papel fino tipo "cebolla". Los tamaños más utilizados suelen ser
el folio y el DIN A4, pero se pueden utilizar otros más grandes o
pequeños. Cuando una familia está de luto, se emplea papel y
sobres con un ribete u orla negra.
2. La escritura.
Las cartas personales deberían escribirse a mano para mantener
ese carácter cercano y la verosimilitud (no hubo máquinas de
escribir hasta finales del siglo XIX y sólo para correspondencia
comercial). Los sobres también deberían llevar las señas
manuscritas. En este tipo de cartas podemos expresar
sentimientos, vivencias y temas que están totalmente prohibidos
en la correspondencia comercial.
Escribir a mano, es para algunos un placer y para otros un castigo.
La mejor forma y más tradicional es la pluma; pero se pueden
utilizar los bolígrafos de tinta líquida y rotuladores de calidad. En
cualquier caso, independientemente del "instrumento" utilizado
para escribir, la tinta debería ser negra o un azul oscuro. No
utilizar nunca tinta de color y mucho menos roja. Evitar utilizar una
pluma o bolígrafo de trazos muy finos. Tampoco es muy elegante
escribir una carta con un rotulador grueso o similar.
b. La forma exterior.
1. El sobre.
Para empezar, el sobre debería ser del mismo color y material
que el papel, así como de su misma calidad. Hasta mediados del
siglo XIX no se utilizaban sobres. Se doblaban y se ponía un sello
de lacre.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES Las Musas
Los sobres generalmente adoptados, son o bien grandes y
cuadrados para las cartas de ceremonia, medianos para las cartas
de negocios, estrechos y largos para las cartas elegantes, y de
más reducidas dimensiones aún para los billetes y tarjetas. El
formato más utilizado es de 22 x 11,5, en el que cabe un DIN
A4 y un folio, que son los papeles más utilizados. No utilice nunca
sobres de ventana, para esta correspondencia personal.
Si la persona a quien se escribe tiene parientes que lleven el
mismo nombre y apellido y aún cuando esta circunstancia no
concurra, bueno será, sobre todo tratándose de una población de
primero o segundo orden, poner en el sobre las señas de la casa,
cuarto y calle, y también si tiene alguna profesión, título etc.
2. El lacre.
En la actualidad a ciertas invitaciones también se les pone lacre,
para darles un toque especial. Toda carta a un superior debe
cerrarse dentro de un sobre, y sellarla con lacre. Los hombres
usan generalmente el lacre encarnado; las señoras se sirven bien
del dorado, o del rosa, blanco, o gris. Unos y otras emplean el
negro cuando están de luto. En cuanto al sello que se estampa
sobre el lacre que cierra la carta, las personas que tienen escudo
de armas, usan de este distintivo, y los que no se encuentran en
este caso emplean generalmente las cifras de su nombre y
apellido.
B. Las partes fundamentales de la carta.
Las partes fundamentales a tener en cuenta en una carta son:
1. Encabezamiento.
Donde se comienza la carta, con el tratamiento que sea adecuado a la
persona a la que nos estamos dirigiendo. Se conoce también como el
saludo de la carta. Algunos de los encabezamientos más utilizados son:
Muy señor mío o Muy señor nuestro.
Distinguido señor ...
Apreciado ...
Estimado ...
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES Las Musas
Sea cual sea el tipo de carta, debe fecharse (ponerle fecha) en la parte
superior de la carta, preferiblemente al lado derecho, aunque esto es
opcional. También hay que indicar los datos de la persona a la que se
escribe (destinatario): Nombre y apellidos, dirección, localidad y país.
2. Cuerpo.
Es el texto propiamente dicho de la carta, en el que se expone el hecho
o relato que deseamos hacer llegar al destinatario. Empieza algunas
líneas por debajo del encabezamiento. En las cartas escritas, sobre todo
a mano, hay que tratar de escribir recto, manteniendo los mismos
espacios entre palabras y líneas. No se escribe en la totalidad de la hoja,
hay que dejar unos márgenes tanto laterales como superiores e
inferiores. Una carta debe empezarse aproximadamente un tercio por
debajo del tamaño total del papel (es decir, comenzando a escribir en el
segundo tercio). Tampoco se aprovecha el papel hasta el final, sino que
es preferible utilizar otro papel más. Tampoco es muy elegante escribir
las cartas por ambas caras del papel, salvo que haya una escasez
importante de papel o de recursos.
3. Pie o despedida.
Es el cierre y firma de la carta. Las fórmulas, al igual que para el
encabezamiento son muy variadas, y deben ir acorde al tratamiento dado
en la cabecera (es decir no se puede empezar la carta con un tratamiento
distante, y despedirlo con mucha familiaridad, o viceversa).
Algunas de las más habituales que podemos utilizar son:
1. Reciba un cordial saludo.
2. Un saludo atento o cordial.
3. Se despide de Usted atentamente...
4. Sin otro particular...
5. Quedando a su entera disposición...
Por regla general y segura, a cada persona debe dársele el tratamiento
que la práctica o las leyes tienen establecido. Si se escribe al Papa se
pondrá en la parte superior de la carta:
Manuel A. Torremocha Jiménez
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Santo Padre o Santísimo Padre.
A un Cardenal: Monseñor; Vuestra Eminencia.
A un monarca: Señor o Vuestra Majestad.
A un príncipe: Vuestra Alteza.
A un ministro de la corona a a su embajador:
A Vuestra Excelencia, o Señor Ministro Embajador.
A los marqueses, condes, barones, abades, consejeros y otras
personas ilustres, no se estila ponerles título arriba, sino tratarles
de "señoría" en el cuerpo de la carta abreviado de esta manera
"V.S.", y a los demás de "usted" o "tú", conforme te lo permita la
familiaridad que tuvieres con ellos.
En cuanto a la firma, se acostumbra generalmente cuando se trata de
personas de respeto y categoría emplear una fórmula parecida a la
siguiente: "Soy con el más profundo respeto, o con la más completa
adhesión, etc." y cuando las personas a quien se dirige tienen el titulo de
majestad, alteza, etc. se debe añadir: "Soy de vuestra majestad, de
vuestra alteza, etc."
Otra clase de fórmulas están también en uso para la conclusión de las
cartas, de las que daremos una muestra: "Aceptad, caballero, las
seguridades de la perfecta consideración con la cual tengo el honor de
ser, etc."; "dignaos aceptar los testimonios de la más distinguida
consideración, etc."; "dignaos admitir, señora, el fiel tributo de mis
respetuosos homenajes, etc."
Aunque existe mucha variedad de fórmulas, muchas de ellas han caído
en desuso hoy día, por lo que habría que utilizar las más propias del siglo
XIX.
Además de lo mencionado, hay otras partes de vital importancia como:
1. Fecha.
Datar una carta (ponerla fecha, entre el destinatario y el
encabezamiento). La fecha de las cartas puede ponerse al principio
cuando se escribe a un igual, mas debe ponerse siempre al fin cuando se
trata de un superior para que el título con que comienza la carta esté
perfectamente aislado. En las cartas de asuntos o de comercio, por el
contrario es preciso poner la fecha en la parte superior para que se vea
desde luego.
Manuel A. Torremocha Jiménez
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Es muy importante, pues de ella dependerá en contexto histórico y
todas las referencias cotidianas de la carta.
2. Márgenes.
Al menos dos o tres centímetros, al menos, a la izquierda. Es común
dejar un amplísimo margen si el tamaño del papel es grande. El derecho
puede ser más estrecho.
3. Posdata.
Algo que se añade como recuerdo, o como olvido de la carta. Se
abrevia como P.D. pero también P.S. (Post Scriptum).
4. Firma.
Siempre debemos firmar las cartas. Antes de la posdata y después de
la despedida, ligeramente centrada. Era de muy mala educación mandar
cartas sin firmar (muy usual hoy en día).
C. El lenguaje.
Si en la conversación debe procurarse la propiedad de los términos, la buena
y agradable elección de las palabras, en una carta se debe tener más cuidado,
procurando adquirir un estilo claro, preciso, elegante, y apropiado a toda clase
de asuntos. La vivacidad del discurso obliga muchas veces a sacrificar
determinadas expresiones excesivamente descriptivas que resultan lentas, pero
este obstáculo de la palabra no afecta en manera alguna a la escritura. Sin
embargo, hay que tener especialmente cuidado para evitar las repeticiones, los
borrones, las citas rebuscadas o referencias a palabras caídas en desuso. Si se
escribe familiarmente a un amigo, o a un igual, pueden aún permitirse estos
defectos, más en el caso contrario es preciso volver a escribir de nuevo la carta.
No deben cometerse ninguna falta de ortografía. No está admitida la
corrección, pues además de ensuciar la carta, revelaría la ignorancia y la
desatención del que la escribe. Por todas estas razones es bueno comenzar por
hacer un borrador, cuando se tiene aún poco hábito de escribir. Algunas
personas censuran esta precaución porque dicen que comunica al estilo cierto
aire de afectación y de inflexibilidad por lo que es conveniente habituarse a
escribir con propiedad, elegancia y corrección.
El estilo de los hombres cuando escriben a las señoras debe tener siempre
cierto barniz de respeto y consideración de que ellas están dispensadas cuando
escriben a los primeros. A menos de tratarse con grande ceremonia o etiqueta
una señora no puede decir a un caballero en una carta: "Tengo el honor de ser,
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etc.", en tanto que él por su parte debe emplear las más respetuosas fórmulas,
tales como estas: "Dignaos señora permitirme", o "permitid que tenga el honor
de presentaros mis respetuosos homenajes."
Servíos del estilo elevado para con las personas a quienes debéis respeto; del
estilo fácil y aún burlón para con vuestros amigos, y del estilo agradable para
con las señoras en general.
Algunas veces sucede que un hombre de alta posición distingue con su
amistad a una persona de inferior condición social, y admite gustoso que éste le
escriba sin ceremonia. En este caso es lícito usar del privilegio, pero es preciso
guardarse de abusar y hacerle conocer de tiempo en tiempo que estáis siempre
prontos a entrar en los límites del respeto.
Cuando escribáis sobre un asunto dado procurad abarcarle en sus diferentes
aspectos y ordenadamente exponer cuanto a él se refiera. Si tenéis que tratar
diversas materias en una sola carta, debéis empezar por las más importantes, y
a cada nuevo punto que se trate es conveniente principiar renglón.
D. El Contenido.
Se trata de una carta escrita en algún momento del siglo XIX que vosotros
decidiréis. La fecha, como la ciudad desde donde se escribe, es importante,
pues condicionará gran parte del contexto histórico en el que se desenvolverá el
relato.
Una vez decidida la fecha y el lugar de origen, se decidirá el personaje que
escribe la carta, que puede ser ficticio o real. Se decidirá más tarde el nombre
del destinatario, su condición social y personal, la ciudad y país en donde vive,
la relación con el emisor y las razones de la carta.
El contenido de la carta es libre, pero hay una serie de elementos que son
obligatorios que de alguna manera aparezcan en ella, como son:
1.
2.
3.
4.
Referencia a la ciudad de origen.
Referencia a la vivienda del emisor o del receptor de la carta.
Referencia al contexto histórico (algún hecho o acontecimiento).
Referencia al vestido.
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