20110109Bautismo

Anuncio
Bautismo del Señor z AÑO A z Mt 3, 13-17
z
Primera lectura z Is 42, 1-4. 6-7 z “Mirad a mi siervo, a
quien prefiero”.
z
Segunda lectura z Hch 10, 34-38 z “Dios ungió a Jesús
con la fuerza del Espíritu Santo”.
z
Salmo
paz”.
z
Evangelio z Mt 3, 13-17 z “Apenas se bautizó Jesús, vio
que el Espíritu de Dios bajaba sobre él”.
z
28
z
“El Señor bendice a su pueblo con la
E
ntonces Jesús fue de Galilea al Jordán para
que Juan lo bautizara. Pero Juan quería impedirlo, diciendo: «Soy yo el que necesito
ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?». Jesús le
respondió: «¡Déjame ahora, pues conviene que
se cumpla así toda justicia!». Entonces Juan accedió a ello.
Una vez bautizado, Jesús salió del agua; y en esto
los cielos se abrieron y vio al Espíritu de Dios
descender en forma de paloma y posarse sobre
él. Y se oyó una voz del cielo: «Éste es mi hijo
amado, mi predilecto».
Para situar este evangelio
La fiesta del Bautismo del Señor hace de puente entre el
tiempo de Navidad (termina
hoy) y el llamado “tiempo ordinario” (para distinguirlo de los
tiempos fuertes) que empezaremos el próximo domingo.
Es como una prolongación de
la última fiesta de la Epifanía,
en el sentido de que el Bautismo es también una manifestación que aclara la verdadera identidad de Jesús; por
otra parte, nos abre a la vida
pública de Jesús, que iremos
repasando y evocando cada
“domingo ordinario”. El próximo domingo, que ya no es
tiempo de Navidad, todavía
mantiene este carácter: veremos como Jesús es presentado al mundo por Juan Bautista. Lo que se pretende con
estas tres fiestas, pues, es
que nos pongamos ante Jesús, que lo conozcamos, lo
acojamos como al que viene
a liberarnos, nos dispongamos a seguirlo en la vida cotidiana y a dar testimonio de
él ante el mundo.
Mateo, como el resto de
evangelistas, deja claro desde
el principio, quien es Jesús:
Jesús no es un discípulo de
Juan Bautista, sino que es “el
Hijo” de Dios, “el predilecto,
el amado”.
Para fijarnos en el Evangelio
El texto tiene tres partes:
z
Presentación de protagonistas y lugar: son Jesús, vinculado a Galilea, y Juan, vinculado al Jordán. Tras treinta
años de silencio en Nazaret
(Galilea) llega la fuerza convocadora de Juan que llama
a los judíos a la conversión,
como preparación del pueblo
ante la próxima venida del
Mesías. Recordar que es la
primera aparición en público
de Jesús y el inicio de su misión como Masías. Un dejar
la silenciosa vida de Nazaret
y comenzar una nueva etapa
misionera-publica.
z
Diálogo entre Juan y Jesús: Juan reconoce en
Jesús al Mesías y se opone a su propósito,
pues el gesto de Jesús no cuadra con la descripción del Mesías que ha hecho antes: un
símbolo de muerte (bautismo), en lugar de
una actividad de juez. El bautismo de Jesús
simboliza su compromiso de dar la vida, y así
se realizará el proyecto salvador de Dios, que
Juan debe aceptar.
z
La manifestación de Dios (en Jesús y su espíritu). Así, al compromiso de Jesús (su bautismo), le sigue como una respuesta divina: el
cielo abierto asegura una comunicación de Dios
con Jesús expresada por el Espíritu de Dios que
se le comunica plenamente (la encarnación del
Hijo de Dios, desde ahora es Dios-con-nosotros, (Mt 1, 23). Ya no tenemos que pensar
más que hay una puerta cerrada que nos separa, ni que tenemos que hacer méritos porque
se nos abre y siempre nos podemos comunicar
(Dios entra en la historia humana).
“Espíritu de Dios descender en forma de paloma” hace referencia-alusión al Génesis (Gn 1,
2), que en Jesús culmina la creación: plenitud
humana (el Hijo del Hombre) y divina (el Hijo
de Dios); y también a esa profecía del Mesías el
ungido por el Espíritu de Isaías (Is 11, 1-5: el
rey mesiánico; Is 42, 1-7: el servidor, luz y esperanza de las naciones; y Is 61 ,1-4: liberación del pueblo). Y si se apura, a la paloma que
tras el diluvio lleva una rama olivo (Gn 8,11ss)
indicándonos que a la humanidad se nos da
otra oportunidad.
La “voz del cielo” revela la identidad de Jesús y
su relación íntima con Dios: “Este es mi Hijo”
(Sal 2,7: el rey Masías), el “amado” (Gn 22,2:
el hijo amado de Abrahán, Isaac... su sacrificio), en “él he puesto mi favor” (alusión a Is
42,1, el servidor de Yahvé). Mateo y su interés
en decir que Jesús es el “Hijo de Dios”, que lo
va a remarcar continuamente en su evangelio.
En el bautismo de Jesús se representa la investidura de Jesús como el Mesías, capacitado por
el Espíritu para su misión universal y liberadora.
En el Bautismo también aparece esa relación
entre el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Y recordemos que al final del evangelio Jesús envía
los apóstoles a bautizar en el nombre del Padre
y del Hijo y de lo Espíritu Santo (Mt 28,19).
Este es el bautismo que nosotros, como Juan,
“necesitamos”.
z Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Je-
sucristo y, así, poder seguirlo mejor.
z Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
z Leo el texto. Después contemplo y subrayo.
z Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA
NOTICIA que escucho... ¿En qué hechos vividos esta semana vemos a Cristo en la
cola de los pecadores, identificándose con ellos?
z Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... des-
de el evangelio. ¿Qué consecuencias ha tenido y tiene en mi vida haber recibido el
bautismo que me une al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo?
z Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y com-
promiso.
z Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
YO SÍ TE CONOZCO
Hijo mío: Tú todavía no sabes lo que eres.
No te conoces aún
-quiero decir que no te has reconocido del todocomo objeto de mi amor.
Por eso no sabes lo que eres en mí e ignoras las
posibilidades que hay escondidas en ti.
No de ese tú que busca disfraces,
sino del tú que permanece en mi corazón
y que acuno como padre/madre en mi regazo,
del tú que puede aún manifestarse...
Haz visible lo que eres para mí.
Sé el sueño hecho realidad de ti mismo.
Activa las posibilidades que en ti he puesto.
No hay ningún don al que no puedas aspirar.
Llevas mi sello, mi sangre y espíritu.
Despierta y deja los malos sueños: esa fijación en
los fracasos y los fallos, en los cansancios, caídas
y pasos en falso.
Te beso, te amo, te libero, te lanzo...
Te abro a la vida y te hago dueño.
Y si todo esto es lo que yo hago, ¿qué te impide
levantarte, andar y ser?
Todo eso no es tu verdadero yo. Déjate amar y
guiar y... ¡ya verás!
Estás en el mundo por tu bien y mi querer.
Ulibarri, Fl.
Las máscaras que llevas
y los disfraces que te pones
te pueden ocultar a los ojos de los demás
-quizá a tus propios ojos también-,
pero no pueden ocultarte a los míos.
Esa mirada, tu mirada, que no es clara,
y tu deseo febril, anhelante,
así como tus ambiciones, apetencias y ardores
tan queridos, tan tuyos, tan fuertes...
Todo eso no es tu verdadero yo.
Bajo todo ello, detrás de todo eso,
más allá de tus dudas y tu pasado,
yo te miro, yo te amo, yo te elijo
y abro las puertas del cielo para mostrártelo.
Tú eres un hijo a quien quiero.
¡Podría decir tantas cosas...!
Ver z Juzgar z Actuar
continúe”
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“De
VER
C
uando un grupo ha compartido una experiencia importante, sobre todo si
es una experiencia satisfactoria como por ejemplo unos días de campamento o de convivencia, es normal que se desee una continuidad en el grupo:
se intercambian teléfonos, direcciones, se intenta concretar una fecha para
volver a verse... Todo porque se cumple la frase final de la película “Casablanca”, en la que Humphrey Bogart dice al gendarme: “Presiento que es el
comienzo de una hermosa amistad”. La experiencia y vivencias compartidas pueden unir a las personas y marcar el comienzo de una relación más
profunda, que irá madurando si se sabe cuidar eso que ha comenzado.
JUZGAR
H
oy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, que en la liturgia
pone fin al tiempo de Navidad: durante dos semanas hemos compartido experiencias importantes en las celebraciones, en la oración, en
la reflexión: en la noche de Navidad veíamos que el hecho de que el Hijo
de Dios haya nacido entre nosotros ha cambiado
ya totalmente el horizonte de vida de toda la humanidad, abriendo la puerta de la esperanza; contemplando a la Sagrada Familia veíamos el modelo hacia el que tenemos que avanzar y crecer en
nuestras propias familias; en la fiesta de Santa María Madre de Dios, al comenzar el nuevo año,
aprendíamos de María de dejar que la Palabra
acampe también en nuestro corazón, una Palabra
que, como veíamos el domingo II de Navidad, es
una semilla incipiente pero que encierra en sí el
Reino de Dios; una Palabra encarnada que, en la
Epifanía, veíamos que es un regalo de Dios y debíamos aprender a valorar y agradecer con nuestra
adoración que Dios mismo se haga regalo para
nosotros.
Esto es un resumen de todo lo que, como Iglesia,
como comunidad parroquial, hemos vivido y compartido... Algo muy especial que deberíamos desear que continuase a lo largo del año. Y hoy hemos contemplado a Jesús ya adulto, que «fue al
Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Y apenas se bautizó... el Espíritu de Dios bajaba
como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una
voz del cielo que decía: Éste es mi Hijo, el amado,
mi predilecto». A partir de ese momento Jesús inicia su vida pública, su predicación del Reino de
Dios, para «que cumplamos así todo lo que Dios
quiere».
La celebración de la Navidad requiere una continuidad. Si deseamos que continúe lo vivido estos
días, hoy tendríamos que “presentir el comienzo
de una hermosa amistad” con Jesús, porque la
vida de fe es eso, una historia de amistad y de
amor con el Dios hecho hombre en Jesús, el Hijo,
el amado, el predilecto. Una amistad que concretamos mediante nuestro seguimiento de Jesús.
Y ese seguimiento lo podemos llevar a cabo gracias que por nuestro bautismo hemos recibido su
mismo Espíritu. El Bautismo también nos hace a
nosotros, hijos de Dios, también amados perso-
nalmente por Él, y nos incorpora a su Iglesia, para
que unidos a Jesús y guiados por su mismo Espíritu, anunciemos el Reino con palabras y obras
como Jesús, que «ungido por Dios con la fuerza
del Espíritu Santo... pasó haciendo el bien». Por el
Bautismo que hemos recibido estamos capacitados para dar continuidad a la Navidad en nuestra
“vida pública”.
ACTUAR
¿Q
ué recuerdo más especialmente de estos
días de Navidad? ¿Deseo que continúe lo
que he vivido y celebrado estos días? ¿Presiento
que “hoy” es el comienzo de una hermosa amistad con Jesús? ¿Cómo voy a cuidar esta amistad?
¿Tengo presente lo que me ofrece y a lo que me
compromete el Bautismo que he recibido? ¿Cómo
anuncio el Reino en mi “vida pública”?
Para dar continuidad a la Navidad, el mismo Jesús
“queda” con nosotros cada semana en la celebración de la Eucaristía. Si participamos con fe como
nuestro encuentro personal y comunitario con Él,
escuchando su Palabra y recibiendo su Cuerpo y
su Sangre, Él mismo nos enseñará a poner en
práctica nuestro Bautismo para que también cumplamos todo lo que Dios quiere y, haciendo el
bien, nuestra vida pública sea anuncio y testimonio del Reino de Dios que en Jesús ha comenzado
y que nosotros, con su mismo Espíritu, estamos
construyendo.
Acción Católica General
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