Fiesta del Bautismo del Señor

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UNA PALABRA JOVEN
Secretariado de Pastoral Juvenil-Vocacional de Huelva
Fiesta del Bautismo del Señor
Éste es mi Hijo, el amado, el predilecto
El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías: él tomó
la palabra y dijo a todos:
— «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la
correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajo
el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:
— Tú eres mi hijo, el amado, el predilecto.
(Lc 3,15-16.21-22)
Este domingo celebramos el Bautismo de Jesús. En el evangelio de esta semana, tras la
celebración del tiempo de Navidad que ha concluido con la celebración de la Epifanía del Señor,
comenzamos el Tiempo Ordinario con una nueva manifestación de Jesús al comienzo de su vida
pública.
Con estos versículos del evangelio de S. Lucas contemplamos una escena que nos invita a
cuestionarnos ciertos aspectos de nuestra vida para continuar nuestro camino a través de la Palabra.
Nos indica el evangelista que el pueblo estaba en expectación, esperaba al Mesías, esperaba la
Salvación; tal vez pueda ser ésta la primera cuestión que nos podríamos plantear: ¿Espero algo? ¿Cuál
es mi esperanza? ¿A qué aspiro? ¿Cuáles son mis anhelos? ¿Qué para mí la Salvación?
Responder a estas preguntas no resulta fácil, sin embargo no podemos olvidar que quien no
tiene esperanza ha olvidado que la vida de toda persona es una conquista permanente de la felicidad
hasta alcanzar la plena felicidad en el amor. Igualmente, tampoco podemos olvidar que quien no sabe
a dónde va nunca llega a su destino. Esto puede complicar un poco las cosas pero no hay dificultad si
se espera alcanzar la respuesta.
Tenemos la tendencia hacia lo fácil. Al igual que las personas que contemplan a Juan, el
Bautista, nos preguntamos si no será lo que esperamos personas, acontecimientos o cosas que están
delante de nosotros, creyendo que todo se concluye en lo que vemos, oímos o tocamos. El evangelista
Lucas, a través de Juan, nos invita a ir un poco más allá, a trascender nuestra realidad y no sustituir lo
verdadero por lo fácil, a no suplantar identidades, a no decaer en la tarea de abrir lo que somos a lo
auténtico, a lo auténtico que Dios nos ofrece como Verdad.
Juan tiene claro quien es y él no es el Mesías. Conoce sus limitaciones y dónde está la
superación de las mismas. No se arroga una identidad que no es la suya, ni una misión que no le
pertenece: Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo. Tal vez aquí podríamos
encontrar otra cuestión a resolver: ¿Quién soy? ¿Cuáles son mis capacidades y cuáles mis
limitaciones? ¿Dónde puedo encontrar la superación de todo aquello que me limita y empobrece lo
que soy?
Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Estas palabras de Juan hacen referencia a la
actividad del Mesías, que no es otra que infundir el Espíritu Santo, el cual, en todo aquél que lo
recibe, potencia y consagra al hombre nuevo, el hombre revestido de Cristo. Esto es toda una
experiencia de liberación con todo lo que ello supone de superación de barreras y límites y, al mimo
tiempo, todo lo que supone de apertura del hombre a nuevas capacidades y a nuevas posibilidades.
Esta es la consecuencia de nuestro propio bautismo.
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UNA PALABRA JOVEN
Secretariado de Pastoral Juvenil-Vocacional de Huelva
Tener esta experiencia, sentirnos llenos del Espíritu Santo, ardiendo en el fuego del amor
nos llena de alegría y gozo pues se trata de una experiencia de amor y libertad que, necesariamente,
nos compromete a transmitir lo que vivimos a todos los hombres ya que se trata de una experiencia
que tiende a comunicarse por su propia naturaleza.
Cuando somos conscientes de lo que experimentamos en este amor que es el Espíritu,
descubrimos nuestra identidad de bautizados, es decir, nuestra identidad de hombres nuevos. Esta
identidad nos lleva por un camino, Jesús, a una conquista, la plena felicidad en el amor. El camino es
mi Hijo, el amado, el predilecto, que a su vez me hace sentir amado de Dios y predilecto del Padre,
porque en Él soy hijo de Dios y en Él vivo un amor de predilección que siente el Padre por todos sus
hijos.
Ponernos a la escucha de esta Palabra que el Padre pronuncia cada día sobre nosotros es
comprometernos en la lucha por ayudar a descubrir a todas las personas que nos rodean esta
experiencia, lucha que no es más que trabajar por convertir nuestro mundo en una realidad sin
barreras ni límites, en una realidad que es Reino, en una realidad que es fraternidad de los hijos de
Dios. Éste es nuestro destino. Ésta es nuestra esperanza. Te invito a vivir expectante y a trabajar por
adelantar, por hacer realidad, aquello que esperas. Éste es el gran don y la gran tarea que tenemos
todos los que somos y nos sentimos hijos de Dios.
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