EVALUACIÓN CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO Informe Final

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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
EVALUACIÓN CUALITATIVA
DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
SECRETARIA DE DESARROLLO SOCIAL
Informe Final
Dr. Hipólito Rodríguez Herrero
CIESAS
2005
Informe Final
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Índice
1. INTRODUCCIÓN. ..............................................................................................................................................................3
2. IMPACTOS EN LOS PATRONES DE CONSUMO ALIMENTARIO. ......................................................................10
3. IMPACTOS DE LA ACCIÓN EDUCATIVA.................................................................................................................23
4. IMPACTOS EN LAS FORMAS DE PARTICIPACIÓN SOCIAL. .............................................................................30
5. IMPACTOS EN LA SITUACIÓN DE GÉNERO. .........................................................................................................36
6. BARRERAS AL CONSUMO. ..........................................................................................................................................37
7. COMPARACIÓN DE MODALIDADES DESDE EL PUNTO DE VISTA DE SU IMPACTO.................................41
7.1 LOCALIDADES CONTROL. ........................................................................................................................................41
7.2 LOCALIDADES DESPENSA CON PLÁTICA............................................................................................................41
7.3 LOCALIDADES DESPENSA SIN PLÁTICA..............................................................................................................42
7.4 LOCALIDADES EFECTIVO MÁS PLÁTICA............................................................................................................42
7.5 LOCALIDAD INTEGRALIDAD...................................................................................................................................43
8. RECOMENDACIONES. ..................................................................................................................................................43
8.1 EN RELACIÓN AL CAPITAL SOCIAL, LA CORRESPONSABILIDAD Y LA PARTICIPACIÓN. .................43
8.2 EN RELACIÓN A LA OPERACIÓN DE LAS TIENDAS DICONSA Y EL CRÉDITO.........................................45
8.3 EN RELACIÓN A LA ACCIÓN EDUCATIVA...........................................................................................................47
8.4 EN RELACIÓN A LA SITUACIÓN DE GÉNERO.....................................................................................................50
9. CONTEXTOS REGIONALES.........................................................................................................................................52
9.1 TABASCO........................................................................................................................................................................54
9.2 CENTRO DE VERACRUZ ............................................................................................................................................54
9.4 SUR DE VERACRUZ .....................................................................................................................................................55
9.4 NOROESTE DE CHIAPAS............................................................................................................................................55
REFERENCIAS.....................................................................................................................................................................56
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Evaluación Cualitativa del Programa de Apoyo Alimentario
2005
Informe Final
Hipólito Rodríguez
CIESAS
1. Introducción.
En este documento presentamos los principales resultados de la Evaluación Cualitativa del
Programa de Apoyo Alimentario (PAL) realizada por un equipo de investigadores del CIESAS
en el curso del último trimestre del año 2005 en cuatro zonas rurales del país. La evaluación
se planteó examinar los impactos del PAL considerando las diversas dimensiones en que
este programa opera. Partimos de la premisa de que no se puede dar cuenta de la
complejidad de un programa social sin examinar las dificultades económicas y culturales que
enfrentó su implementación y el marco social en el cual ésta tuvo lugar.
El PAL es un programa que busca, a través del reparto de alimentos y de la entrega de
subsidios pecuniarios, contribuir a mejorar el nivel nutricional de grupos poblacionales que se
sitúan en condiciones de pobreza en el medio rural y que no cuentan con el apoyo de ningún
otro programa social1. En el diseño de los programas alimentarios que se tienen
implementados en la SEDESOL, una referencia básica es la Encuesta Nacional de Nutrición
1999 (ENN99), mediante la cual se tienen cuantificadas las prevalencias de desnutrición, de
deficiencias de micronutrimentos y de mala nutrición por exceso, así como de sus
determinantes, en diversos grupos de edad, en el ámbito nacional, para cuatro regiones y
para localidades urbanas y rurales (FAO, 2003). Con base en esta información, el PAL ha
determinado sus objetivos. Este programa sin embargo posee rasgos específicos que lo
distinguen de otros programas dedicados a combatir la desnutrición y que es necesario
evaluar.
Con base en estudios de campo en las áreas de intervención del programa, la evaluación
que aquí se presenta ofrece análisis que permiten apreciar la forma efectiva de operación del
PAL. Es una evaluación cualitativa de corte antropológico que, a través de entrevistas con la
población, busca identificar los impactos que ha generado el programa y los obstáculos de
1
Este programa atiende a aquellas localidades que no son elegibles como beneficiarios de otros, como el Programa de
Desarrollo Humano Oportunidades, por falta de servicios que permitan cumplir con el requisito de corresponsabilidad, como
es la asistencia regular a los centros de salud o la asistencia a la escuela. Sin embargo, es necesario también atender las
necesidades urgentes de estas localidades mientras no cuenten con estos servicios. Por lo tanto, la población objetivo del
Programa de Apoyo Alimentario es aquella que no sea elegible por otro programa de desarrollo social, pero que se
encuentre en condiciones de vulnerabilidad, específicamente en materia de alimentación.
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carácter social que han impedido que los objetivos perseguidos por el PAL se realicen. Para
ello, esta aproximación explora las percepciones que se tienen de la alimentación, la nutrición
y la salud entre las poblaciones beneficiarias, y, en particular, los conocimientos, actitudes y
prácticas que se desarrollan al respecto por parte de las y los jefes de hogar beneficiados.
El acercamiento cualitativo estudia los procedimientos de operación que se han implementado
para cumplir los objetivos del PAL y que determinan su éxito o su fracaso en contextos
específicos de pobreza rural. La evaluación investigó a poblaciones que habitan contextos
rurales situados en cuatro regiones cultural y ambientalmente distintas, localizadas todas ellas
en diversas zonas del sureste de México: centro de Veracruz, sur de Veracruz, centro de
Tabasco y noroeste de Chiapas. Para evaluar el impacto, se contrastaron las diversas
modalidades de operación del programa, y se consideraron localidades situadas en los mismos
contextos de intervención del PAL y que hasta el momento no habían recibido los beneficios
del programa (localidades control).
En relación a las modalidades de operación del PAL, es necesario precisar en primer término
que el programa puede entregar el apoyo a los hogares en forma monetaria (150 pesos
mensuales) o en especie (una despensa con alimentos de valor monetario equivalente que se
entrega cada mes). Esta evaluación considera las virtudes y desventajas de cada una de estas
modalidades.
De acuerdo con los objetivos del PAL, los beneficiarios de este programa reciben una
canasta alimentaria por valor de 150 pesos mensuales, o el equivalente en efectivo, a través
de las tiendas DICONSA [Distribuidora Conasupo S.A.]. El Programa de Apoyo Alimentario
opera con base en un modelo que otorga apoyos a las familias en pobreza bajo un esquema
de corresponsabilidad, en el que las familias, a su vez, realizan acciones de beneficio propio.
Con ello, se plantea una integralidad de acciones para romper los ciclos de pobreza
mediante el reforzamiento simultáneo de relaciones sinérgicas entre componentes de salud y
alimentación. El programa considera que el apoyo entregado equivale al 20 por ciento del
ingreso de los hogares en pobreza. Asimismo, además de dicho beneficio, se plantean
acciones de corresponsabilidad por parte de los beneficiarios, como la asistencia a pláticas
sobre educación nutricional.
De ahí que sea importante precisar que el PAL es un programa que cuenta no sólo con
objetivos nutricionales sino también con componentes educativos; en contraste con algunos
programas que, en diversas regiones del país, sólo poseen un objetivo nutricional
(desayunos escolares, despensas para adultos mayores), el PAL busca que la población
objetivo (población bajo condiciones de pobreza alimentaria) no sólo cuente con una
disponibilidad mayor de alimentos (sea en efectivo o en especie) sino que también disponga
de información para mejorar la calidad de su alimentación y la salud e higiene de los
miembros del hogar. Dado que la preparación de la comida es una tarea que en los hogares
mexicanos es asumida fundamentalmente por las mujeres, los contenidos educativos que
promueve el PAL pueden favorecer principalmente (aunque no sólo) a las mujeres, quienes
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podrían de esa manera fortalecer sus capacidades de gestión en el hogar y en su posición
social dentro de la comunidad.
Por esta razón, la evaluación examinó no sólo si el apoyo alimentario (monetario o en
especie) ha producido cambios en las pautas de consumo alimentario, sino también si la
acción educativa (“las pláticas”) ha contribuido a modificar las prácticas de alimentación y de
cuidado de la higiene y la salud de los beneficiarios, y en particular de los niños y las
mujeres. Contrastar la situación informativa sobre tópicos de nutrición y salud que impera en
localidades donde el programa opera con este componente educativo, y la que prevalece ahí
donde este componente no ha estado presente, permite evaluar el impacto que genera la
intervención educativa. De esta forma, la evaluación
trató de responder a estas
interrogantes: ¿qué impacto han tenido las pláticas educativas entre las poblaciones
beneficiarias?, ¿cómo impacta el PAL en las condiciones de la mujer?
Como hemos visto, el PAL es también un programa que busca construir mecanismos de
corresponsabilidad por parte de la población beneficiaria. Para ello, propone a la población
objetivo constituir Comités de Beneficiarios, los cuales deben ser electos democráticamente
para asumir responsabilidades en la gestión y operación del programa (recepción, descarga,
distribución de las despensas o del efectivo, replica de los contenidos educativos) y en la
definición y realización de tareas de beneficio colectivo. Cada comité debe estar presidido
por una persona avalada y reconocida por la comunidad, a fin de dar seguimiento a las
principales tareas del comité. Invitar a la población a asumir una corresponsabilidad es una
forma bajo la cual el PAL busca tanto auspiciar y fortalecer el desarrollo de un capital social
en la comunidad como contribuir a generar acciones de beneficio para sus integrantes.
Dados estos objetivos, la evaluación del PAL se plantea también examinar la forma en que
estos se han implementado. Para ello, se formula las siguientes preguntas: ¿cómo asume la
población receptora del apoyo del PAL las funciones que se le confieren a través del comité
de beneficiarios?, ¿cómo ha sido la relación que sostienen los beneficiarios con los
operadores del programa?, ¿qué tipo de acciones de beneficio común se desarrollan, cómo
la gente participa en ellas, y qué impacto tienen en el tejido social de la colectividad?
El PAL requiere para cumplir con sus objetivos distribuir la ayuda alimentaria, en efectivo o
en especie (despensas), en un universo de localidades sumamente amplio, pues la población
en condiciones de pobreza en el medio rural se encuentra dispersa en una multiplicidad de
asentamientos a veces muy aislados. Realizar el proceso de entrega de la ayuda que ofrece
el PAL a los hogares pobres rurales, ha implicado un importante esfuerzo. Para llevarlo a
cabo, los operadores del PAL se apoyan en el sistema que había construido DICONSA en el
curso de años anteriores en el territorio nacional. Así, la entrega de los apoyos del PAL se
hace a través del sistema de tiendas DICONSA, y con el apoyo de los Comités de
Beneficiarios. Dado que el proceso de distribución involucra al Comité de Beneficiarios, el
ejercicio de evaluación del impacto del PAL debió considerar este aspecto, interrogando a los
beneficiarios en torno a las modalidades bajo las cuales participan en esta actividad.
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
No en todas partes hay tiendas DICONSA. Para acercar la ayuda a todas las localidades
donde habita la población beneficiaria, los operadores del PAL y los Comités de Beneficiarios
establecieron un procedimiento para abrir (o reabrir) Tiendas DICONSA en algunas
localidades donde éstas no tenían presencia y donde era necesario tenerlas para repartir los
apoyos del PAL2. En algunos casos, esto implicó que los Comités de Beneficiarios se
comprometieran a adquirir un mínimo de mercancías en las tiendas (establecimientos de
DICONSA) a fin de que éstas pudieran ser sustentables. De lo contrario, sin un mínimo de
ventas, las tiendas podrían cerrar y los beneficiarios tendrían que desplazarse a las
localidades más próximas, donde hubiese tiendas DICONSA, para recoger el apoyo3.
El propósito de acercar la ayuda del PAL (en efectivo o en especie) a las poblaciones objeto
del programa es por cierto un objetivo importante, si tomamos en cuenta que el costo para
los beneficiarios de acceder a la ayuda puede mermar o neutralizar la magnitud del apoyo
brindado (gastos de transporte, pérdidas de tiempo por traslados, distracción respecto de
ocupaciones laborales o familiares). Como veremos, la propia población beneficiaria así lo ha
entendido, y a través de sus comités de beneficiarios se establecieron compromisos para
garantizar un mínimo de compras en las tiendas.
La evaluación también tomó en cuenta este aspecto. ¿Qué implica para las poblaciones
beneficiarias asumir el compromiso de adquirir una cierta cantidad de bienes en las tiendas
DICONSA a fin de hacer viables económicamente estos establecimientos y por ese medio
lograr que la ayuda que reciben se siga canalizando a través de ellos?
En su conjunto, nuestra propuesta analítica consistió en examinar el impacto observable del
PAL considerando los aspectos que, uno a uno, permiten diferenciar modalidades de
intervención y establecer comparaciones entre ellas: a) efectivo/especie, b) con “plática
educativa”/sin “plática educativa”, c) localidades con intervención/localidades sin intervención
(control). Las modalidades estudiadas se encuentran sujetas a evaluación y, por
consiguiente, podrán experimentar cambios en sus formas de operación.
En el curso de la investigación, se hizo trabajo de campo en cuatro regiones, y en cada una
de ellas, se estudiaron cuatro localidades que fueron escogidas en función del objetivo de
contrastar las diversas modalidades de intervención del PAL: 1) Despensa con Plática
Educativa, 2) Despensa sin Plática Educativa, 3) Efectivo con Plática Educativa y 4) Control4.
2
El número de establecimientos de DICONSA que se crearon en el curso de los últimos años es un dato que no tenemos,
pero que sería interesante conocer. No hay evidencia disponible que permita afirmar que la apertura de Tiendas DICONSA
resulte de una estrategia institucional para apoyar la operación del PAL, pero los estudios de caso muestran que algunas
tiendas se abrieron o reabrieron para facilitar la entrega de los apoyos contemplados por el PAL. ¿Hasta qué punto los
operadores locales del PAL propiciaron la expansión de la red de tiendas DICONSA en el sureste de México? Esta
interrogante merece una reflexión, pues una de las funciones de DICONSA ha sido regular los precios y mejorar el abasto
en áreas donde la escasez de oferta de bienes básicos los encarece y los vuelve inaccesibles a las poblaciones que son
precisamente objeto del PAL.
3
Del universo de estudio (18 localidades), en siete localidades se registró este procedimiento: los Comités de Beneficiarios,
a sugerencia de los operadores del PAL, acordaron adquirir productos en las tiendas DICONSA a fin de garantizar un
mínimo de compras que hicieran viable la permanencia de la tienda en la localidad.
4
En dos regiones se añadió una localidad más al estudio. Una, en Tabasco, porque en esa entidad se esperaba encontrar
una modalidad nueva: la de “integralidad”, modalidad en la cual además de la ayuda proporcionada por el PAL, el Gobierno
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En su conjunto, se realizaron estudios en 18 localidades, y en cada una de ellas, se reunió
información a partir de diversas fuentes, pero sobre todo a partir de múltiples entrevistas con
la población local, entrevistas a profundidad en hogares de beneficiarios, y grupos focales. El
ejercicio de investigación se realizó en los meses de octubre, noviembre y diciembre del
2005.
Cuadro 1. LOCALIDADES INVESTIGADAS POR MODALIDAD Y NUMERO DE BENEFICIARIOS
Modalidad
Región
Región
Región
Región
Veracruz Sur
Veracruz Centro
Tabasco
Chiapas
CONTROL
EFECTIVO MÁS
PLATICA
(E+P)
DESPENSA MÁS
PLATICA
(D+P)
DESPENSA SIN
PLATICA
(D-P)
ADICIONAL
San Nicolás
Cucuyulapa
Primera sección
Nvo. Guadalupe
Victoria
Las Cholinas
Almolonga
Laguna de
Cucuyulapa
San Isidro
38
Adalberto Tejada
sección 4
203
102
102
Paso Grande
Los Cerros
Amador
Hernández
50
83
67
112
Crucero Arrollo
Chichigapa
Tepetates
Anta
Salina Cruz
58
Norberto Aguirre
Palancares
63
67
35
Adalberto Tejeda
sección 3
Ojoshal
(E+P)
(Integralidad)
41
283
En total, dentro de cada localidad, se estudiaron al menos ocho hogares, en los cuales se
cubrió un guión de entrevistas con los siguientes temas: patrón de consumo alimenticio,
distribución de los alimentos en el hogar, patrón de compras, condiciones de abasto, formas
de atención de los problemas de salud, usos del apoyo proporcionado por el PAL (en efectivo
o en especie), percepción de los componentes de la despensa, beneficios de la plática
educativa en relación a la alimentación y la salud, percepción de las actividades de
corresponsabilidad, costos implícitos y explícitos que tiene que pagar el beneficiario para
del Estado suministraría apoyos a la vivienda. Otra, en el Sur de Veracruz, donde se incorporó una localidad más bajo la
modalidad de efectivo con plática, a fin de enriquecer el análisis comparativo.
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acceder al apoyo, papel que juega el representante del PAL, formas de canalizar las quejas
por parte de los beneficiarios y problemas asociados a la focalización del programa 5.
En cada una de las localidades, los estudios procuraron establecer el impacto del PAL
tomando en cuenta los siguientes aspectos:
•
•
•
•
IMPACTOS EN EL PATRÓN DE CONSUMO ALIMENTARIO
IMPACTOS DE LA ACCIÓN EDUCATIVA
IMPACTOS EN LA PARTICIPACIÓN SOCIAL
IMPACTOS EN LA SITUACIÓN DE GÉNERO
Para evaluar estos aspectos, se construyó una estrategia de investigación que, con base en
el método etnográfico, estudió las condiciones ambientales, sociales, económicas y
culturales que imperan en las localidades de pobreza donde interviene el PAL y que
constituyen, desde nuestro punto de vista, el marco contextual indispensable para
comprender la situación alimentaria de las poblaciones a las que busca impactar el
programa.
Los estudios etnográficos observaron una diversidad de aspectos, entre los cuales se
encuentran las prácticas de alimentación de la población, los hábitos que ordenan la
preparación de los alimentos, las formas de abasto (suministro) de los mismos en la
localidad, las formas de interacción entre los operadores del PAL y los beneficiarios del
mismo, los problemas y beneficios que suscita la presencia de una componente educativa
que trasmite información nutricional a la población que padece pobreza alimentaria.
El estudio se apoya entonces en elementos propios de la antropología cultural y económica,
pues interesa apreciar la manera en que las prácticas de consumo (codificadas
culturalmente) se ven modificadas por procesos que se hallan ordenados por mediaciones
políticas y económicas: quién tiene acceso a qué, lo cual también implica tomar en cuenta
situaciones de carácter político (análisis de interfases o relaciones entre las poblaciones
beneficiarias y los programas de política social).
Para comprender adecuadamente el contexto de intervención del PAL, en el curso de esta
evaluación se consideraron dos escalas de análisis: la problemática alimentaria de la
localidad y su región, y la problemática alimentaria de cada hogar. En cada escala, los
factores que inciden en la seguridad alimentaria son distintos. Desde una perspectiva de
conjunto, conviene destacar que sobre-determinando las problemáticas locales y regionales,
se encuentra una problemática nacional6.
5
Una exposición más amplia de estos temas puede verse en el documento Marco analítico y criterios de observación.
Las encuestas nacionales de nutrición (ENN) revelan, entre 1988 y 1999, un marcado descenso en el país de la
prevalencia del retardo del crecimiento (de 23% a 18%), la insuficiencia ponderal (de 14% a 7%) y la emaciación (de 6% a
2%); en cambio, registraron un aumento de 2% de los indicadores del sobrepeso y la obesidad. En México, actualmente casi
1,8 millones de menores de cinco años presentan retardo de crecimiento, cerca de 800 mil niños tienen insuficiencia
ponderal y poco más de 213 mil niños sufren de emaciación. En todos los estudios se ha registrado una polarización de los
problemas nutricionales en el país, que consiste en la persistencia de altas tasas de desnutrición en el sur del territorio
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
La población a la que busca apoyar el PAL se encuentra en condiciones de muy alta
marginación. La marginación está determinada por las condiciones desiguales y precarias en
que se encuentran las localidades y que limitan las oportunidades de desarrollo individual y
comunitario. El país es un mosaico de situaciones micro regionales que determinan la
geografía de la marginación por entidad federativa. Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Veracruz e
Hidalgo son las cinco entidades que al año 2000 presentan un índice de marginación muy
alto.
En el plano nacional, la seguridad alimentaria tiene tres componentes: suficiencia, estabilidad
y acceso; y estos componentes se definen de la manera siguiente7: asegurar suministros
suficientes de alimentos, mantener la estabilidad de los suministros y asegurar el acceso a
los suministros de alimentos a todos los consumidores.
El suministro suficiente de alimentos es un requisito esencial para el bienestar nutricional,
depende del volumen de producción, de la reducción de las pérdidas poscosechas, del
volumen de las importaciones y exportaciones. A nivel del hogar esto adquiere otros matices
y se relaciona con la disponibilidad de alimentos en los mercados locales o de la producción
local o familiar, en la cual los efectos del clima desempeñan una función fundamental y hace
que existan variaciones estacionales.
Para lograr la estabilidad de los suministros debe existir estabilidad de la producción y de los
precios entre las diferentes zonas.
El acceso material a los alimentos es esencial. La carencia de acceso puede ser económica
(pobreza, altos precios de los alimentos, falta de créditos) y física (pobres carreteras,
ausencia de infraestructura o caminos para acceder a los mercados).
La capacidad de los hogares para acceder a los alimentos que pueden ofrecer el mercado y
otras fuentes, depende de los niveles de ingresos y de los precios.
Una vez que se tiene acceso a los alimentos, otros elementos tales como el deseo de
comprar alimentos específicos disponibles o de cultivarlos para el consumo doméstico, los
hábitos alimentarios, los conocimientos sobre nutrición y la forma de preparación de los
alimentos influirán en el consumo de éstos y, por ende, en el bienestar nutricional, que es en
sí el objetivo final de la seguridad alimentaria.
En la evaluación interesa apreciar el impacto del PAL sobre algunos de estos elementos de
seguridad alimentaria. Por consiguiente, a lo largo de la evaluación se pregunta entonces si
(como Guerrero, Chiapas y Yucatán) y en las zonas rurales, y el aumento de las tasas de sobrepeso y obesidad en el norte
y en las zonas urbanas. Los estudios sobre las deficiencias de micronutrientes en la encuesta ENN 1999 mostraron que la
más frecuente es la falta de hierro afectando principalmente las zonas rurales del país. Se considera que el problema
alimentario en México no es de disponibilidad, sino de acceso físico y económico. Para mayor información, Vease Perfiles
nutricionales por países, México, FAO, 2003.
7
Cf. Jiménez, 1995.
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al cabo de casi dos años de intervención del programa8 ha habido cambios en el acceso a
los alimentos, si han cambiado los hábitos alimentarios, si ha habido cambios en la
información y percepción de los temas de alimentación y salud, si ha habido cambios en la
distribución y preparación de los alimentos dentro del hogar, y si la posición de la mujer ha
experimentado algún cambio.
2. Impactos en los patrones de consumo alimentario.
Dado que el programa busca modificar el régimen alimenticio a fin de hacerlo más
diversificado, saludable y equilibrado, interesa precisar qué factores contribuyen a su
estructuración y estabilidad, y qué factores pueden representar obstáculos para su cambio.
En efecto, bajo la modalidad de entrega de despensa, el PAL propone incorporar nuevos
alimentos a la dieta de la población, alimentos que contienen nutrimentos de los cuales se ha
detectado hay una carencia. ¿Qué explica la buena recepción o el rechazo de estos nuevos
alimentos? Y ¿qué tan perdurable puede ser la incorporación de estos alimentos en la dieta?
Para responder a estas interrogantes, es necesario saber cómo se configura el patrón
alimentario. Sabemos que son diversos los procesos que estructuran este patrón. Un primer
nivel compete a la historia natural de una sociedad (especies vegetales y animales
disponibles, naturaleza de los suelos cultivados, condiciones climáticas), pero este nivel no
se deja separar fácilmente de otro: la historia material y técnica (técnica de labranza e
irrigación, mejoramiento de las especies animales y vegetales, introducción y aclimatación
de especies que se tomaron prestadas en otros espacios geográficos, aumento de
rendimientos gracias a los fertilizantes y al mejoramiento de los suelos, modos de
conservación y preparación de alimentos, etcétera). Estos niveles se inscriben en ciclos de
larga duración de los cuales una región hereda los beneficios sin a veces tener clara
conciencia de ellos9.
La situación que se vive en algunas de las localidades de estudio, hace ver que estos
factores tienen una particular relevancia. Por ello, comprender los patrones de consumo
exige una aproximación que tome en cuenta el ambiente y la organización productiva propia
de cada espacio regional. “De un grupo social al otro, no se consumen los mismos productos,
no se los combina de la misma manera y no se los aprovecha respetando el mismo código
de modales al sentarse a la mesa. A menudo se atribuyen las diferencias observadas a una
historia cultural regional de oscuros particularismos, cuando en realidad se trata de
necesidades materiales formadas por la tradición, como una manera de adaptarse a la
producción agrícola del lugar…” (Giard, 1999: 182).
Con todo, el peso de las determinantes locales se ha ido desvaneciendo en algunos
contextos precisamente como consecuencia del desarrollo de los mercados. La variedad de
8
9
El PAL inició sus operaciones al empezar el año 2004, aunque en algunas localidades esto ocurrió un poco más tarde.
Cfr. Giard, 1999, y Beardsworth y Keil, 1997.
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alimentos disponibles ha variado gracias al comercio. En algunas regiones el horizonte de las
mujeres que cocinan se ha ensanchado desde hace dos o tres generaciones. El mercado
permite el acceso a nuevos ingredientes, y los medios de comunicación trasmiten nuevas
recetas. Sin embargo, en algunas de las localidades de estudio, el aislamiento y la falta de
mercados han restringido las oportunidades de acceso a múltiples alimentos (esta
problemática afecta particularmente a las poblaciones de las regiones de Veracruz sur y
Chiapas). Los platillos regionales señalan la persistencia de ciertas estructuras alimenticias
(caso particularmente notable en la región centro de Veracruz). De hecho, buena parte de la
cocina regional se condensa en las comidas festivas, que exige a veces ingredientes cuyo
precio en la actualidad es alto. Ante la privación, el patrón alimentario pierde diversidad10.
La investigación empírica mostró que, salvo en los días de fiesta, la alimentación de la
población pobre suele ser bastante monótona. “Los pobres, los verdaderos pobres, los que
siempre lo han sido, no tienen cocina, como lo indican encuestas y recuerdos” (Giard, 1999:
179). Como puede apreciarse en los estudios por localidad, el menú cotidiano de las
poblaciones se caracteriza por su escasa variabilidad, ya que la misma dieta tiende a
repetirse a lo largo del tiempo. Sólo en el caso de localidades que conocieron hace una o dos
generaciones una relativa bonanza, la población conserva un patrón alimentario un poco más
diversificado. Pero, en general, las áreas donde se condensa la pobreza rural son áreas
donde la privación ha sido un fenómeno persistente11.
Ello explica en parte la dificultad para incorporar nuevos alimentos en una dieta que se ha
mantenido inalterada durante muchos años, reducida a lo indispensable.
Un factor que sirve de indicio para evaluar las restricciones del menú cotidiano de las
poblaciones estudiadas se encuentra en el consumo de carne. En algunas poblaciones, las
más pobres, el consumo de carne ocurre una vez al mes. En las poblaciones pobres
promedio, el consumo de carne ocurre generalmente una vez a la semana. En los estratos
mejor situados, el consumo de carne puede ocurrir dos o tres veces a la semana. En la
valoración de los alimentos, para algunos grupos, se considera que la carne es lo más
sabroso, aquello a lo que se accede sólo en momentos de excepción. El influjo de grupos
religiosos o la presencia de ciertas enfermedades (cisticercosis) pueden contribuir a
establecer restricciones en el consumo de la carne.
Según ha observado Boltanski (1974), los estratos populares suelen preferir aquellos
alimentos que son a su juicio “llenadores”. Boltanski cita la siguiente reflexión que, a nuestro
juicio, contribuye a explicar las percepciones que poseen los estratos populares de los
alimentos:
10
La pobreza, los cambios ambientales, la pérdida de biodiversidad y la movilidad de la población explican una suerte de
homogeneización de las dietas, una desregionalización de las prácticas culinarias, “como si todo un estrato histórico se
borrara de nuestras memorias” (Giard, 1999:184). Los estudios de caso en Tabasco y sur de Veracruz muestran
precisamente el impacto de la movilidad geográfica en los patrones de consumo de las poblaciones indígenas reubicadas
por fenómenos naturales y sociales.
11
Ver más adelante, al final de este documento, la reflexión en torno a los contextos regionales.
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Una de las diferencias más importantes entre los miembros de las clases populares y los de
las clases medias, reside en sus actitudes con respecto a la alimentación. Los miembros de
las clases medias no temen que les falte nunca el alimento, y se alimentan más
regularmente… Se prohíben a sí mismos “comer demasiado” y sienten una especie de
complejo de culpabilidad cuando engordan. Los miembros de las clases bajas, por el
contrario, tienen un aprovisionamiento alimenticio incierto. Incluso cuando la alimentación es
abundante, comen tanto como pueden. Acumulan alimentos como para protegerse de la
12
tuberculosis y, en general, de la enfermedad.
En el curso de la investigación se propuso a la población hacer una reflexión explícita, en los
Grupos Focales, acerca de la forma en que valoran los alimentos. En este sentido, se les
invitó a opinar acerca de los alimentos: cuáles a su juicio son nutritivos, cuáles son
necesarios. En general pudo apreciarse que esta pareja de términos acepta muy diversas
interpretaciones, pero la gente suele asociar lo necesario a lo que es útil, indispensable y se
consume diariamente, mientras que lo nutritivo se vincula a lo opcional, a lo que sería
recomendable o deseable.
Así, en algunas localidades, los beneficiarios entrevistados consideraron productos
necesarios a alimentos tales como el frijol, arroz, leche, aceite, minsa [maíz], azúcar, tortilla,
zanahoria, cebolla. Mientras que a su juicio los nutritivos serían los siguientes: leche, lenteja,
avena, pescado, verduras, fruta, queso, galletas, garbanzo y huevo. Mientras que los
primeros son consumidos con alta frecuencia, los últimos no necesariamente forman parte de
la dieta. Esta forma de clasificar los alimentos revela un patrón de nutrición donde lo
indispensable reúne a aquellos productos que son consumidos diariamente, mientras que lo
nutritivo resulta opcional y reúne a aquellos que sólo de modo irregular logran incorporarse al
consumo. En muchos contextos la fruta figura como un postre que sólo puede concederse a
los niños.
Por supuesto, cabe advertir variaciones regionales. Si bien las verduras no parecen formar
parte de la dieta diaria de las clases populares, en algunos casos sí se las incorpora al menú.
En Tabasco, se observó que las comidas con verduras no son muy variadas. La gente
privilegia las pastas, el arroz, incluso la carne por encima de las verduras, ya que a muchos
no les gustan o no están acostumbrados a ingerirlas con regularidad. Además la variedad de
éstas es muy reducida. Lo que puede cocinarse con más variedad de vegetales es el
puchero y, en caso de haber restricción económica, se pudo constatar que algunas familias
sólo lo cocinan con yuca.
En general, pudo observarse que el consumo de verduras y frutas es con frecuencia
reducido, en primer lugar porque los ingresos para comprarlas son bajos; en segundo,
porque no las hay en el lugar y, en tercero, porque los guisos que acostumbran y que
aprendieron a preparar las jefas de familia no las requieren.
12
Boltanski, 1974: 95. “A medida que se pasa de las clases bajas a las altas, las exigencias del cuerpo se hacen más
numerosas, más diversas: ya no solamente funcionales, utilitarias, sino también estéticas. El primer deber de la mujer
embarazada, de la que amamanta, es cuidar su cuerpo, no dejarlo “deformar”, “estropearse”. A las mujeres de las clases
populares esta pretensión de belleza física les parece bastante chocante, más ridícula que inmoral…” (p. 96).
Informe Final
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
En este punto, cabe destacar cómo desde un punto de vista económico los dos aspectos
están articulados: si no hay consumo, si no hay demanda de ciertos bienes, entonces no hay
producción de ellos. En otras palabras, si el consumidor no lo solicita, el producto no se
incorpora al patrón de cultivos regional; y viceversa: si no hay oferta, el consumidor no
cuenta con la posibilidad de experimentar y disfrutar de su presencia. Ello explica hasta cierto
punto el arraigo de un patrón de consumo. La estructura del consumo se circunscribe a lo
disponible, responde a una adaptación a la producción agrícola del lugar.
Para comprender mejor esta situación, se formularon preguntas acerca de los alimentos
consumidos en días de fiesta. Con ello se buscó generar información sobre las preferencias
de la población: aquello que consumirían si pudieran, es decir, si contaran con recursos para
atender de modo más amplio sus deseos. La oposición ordinario/extraordinario podría en
este sentido poner de relieve una jerarquía de valores. El acceso a la cocina de días de fiesta
contrasta con los alimentos consumidos diariamente. Así, por ejemplo, cuando hay
excedente monetario en una población cercana a los centros urbanos, como Cucuyulapa
Primera Sección (Tabasco), los alimentos que se consumen por excepción son productos
comerciales o que ahora son de raro acceso (mariscos).
A veces comemos pizza de pizza hot o pollo de Kentucky. Su papá se va hasta Villahermosa y
ya nos trae, porque eso es lo que les gusta a las niñas… Los domingos comemos mole o
pescado frito o camarones, el camarón es en cóctel o en caldo. Las niñas se atascan, les
gustan mucho los mariscos. Pero el cóctel sin aguacate, porque no nos gusta.
De alguna manera, los productos novedosos que se incorporan al consumo poseen en una
primera instancia un carácter relativamente excepcional, y sólo se disfrutan de modo
intermitente.
La introducción de un alimento a la dieta de una población encuentra múltiples obstáculos y
ello puede hacer que su inserción en el patrón alimenticio lleve mucho tiempo. De acuerdo
con Lucia Giard (1999: 177) la incorporación de nuevos productos al consumo constituye un
proceso que enfrenta diversos retos.
La introducción de una nueva especie vegetal tenía dos obstáculos por superar, la
desconfianza de los prejuicios y el circulo de los hábitos culinarios: la papa podía, desde fines
del siglo XVIII, alimentar, en una superficie cultivada equivalente, cinco veces más personas
que los cereales ordinarios, pero le hará falta mucho tiempo para dejar de ser un alimento
reservado al ganado y para que se le invente una cocina propia, con recetas cultas (hacia
1820), luego burguesa (hacia 1860), luego mil variantes populares para que gane sus galones
de alimento básico, estimado por todos.
Así pues, no debe resultar extraño que haya rechazo en el momento presente a ciertos
bienes alimenticios, cuya introducción y aceptación en la dieta popular puede llevar cierto
tiempo. Vencer la desconfianza y modificar los hábitos culinarios, los dos obstáculos
enunciados, exige un proceso de educación. En este sentido, en Las Cholinas (sur de
Informe Final
13
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Veracruz), se observó lo siguiente en relación a un alimento que si bien no forma parte de los
bienes proporcionados por el PAL, sí ilustra las resistencias a las que hacemos referencia :
La soya por ejemplo, no es bien recibida por los habitantes de la comunidad, a pesar de los
esfuerzos que el personal de la Secretaría de Salud han hecho para hacerla un producto de
consumo frecuente, mostrando tanto sus valores nutrimentales como las distintas formas en
que se puede cocinar. Las madres de la localidad, consideran que la soya es muy cara13, que
no tiene buen sabor, ni aspecto agradable.
Esto plantea entonces que el proceso de difusión, incorporación y asimilación popular de un
nuevo alimento se acompañe de la construcción de un proceso de convencimiento. En la
evaluación se observó que algunos de los componentes de la despensa entregada por el
PAL son para la población beneficiaria enteramente nuevos.
Por ello, en algunos casos, se registraron severas dificultades para introducir ciertos
alimentos, como es el caso de la sardina y el atún, cuyo rechazo podía ser tajante. En una
localidad, San Isidro, Chiapas, que se encuentra en la modalidad efectivo, la población
manifestó rechazo a la adquisición de nuevos alimentos, como la sardina y el atún, por falta
de costumbre y gusto por consumirla:
La sardina casi no la consumimos, lo venden en Guadalupe. Pero por el olor la familia
no lo consumimos. Yo por lo menos varias veces lo he intentado, pero cuando lo
destapo ya trae una cosa negra, se me marea el estómago, mejor dice uno ya no, no...
Con todo, en una localidad de control, Cucuyulapa 1ª. Sección (Tabasco), se observó que si
bien hay resistencia a la incorporación de nuevos alimentos, la necesidad podría allanar esas
resistencias. Así, ante la expectativa de recibir apoyos alimentarios, una señora indicó que
estaría dispuesta a consumir bienes, como la sardina, para los cuales no hay costumbre:
No nos gusta la sardina. No nos gusta el sabor. Nos gusta el atún, lo comemos con huevo, en
tortas, en ensalada. Aunque si nos la regalaran [la sardina] sí la comeríamos.
Muchos de los alimentos que ofrece la despensa del PAL podrían tener mejor recepción e
incrementar su impacto si estuvieran acompañados de un recetario o ilustraciones prácticas
de cómo cocinarlos. Un programa que ayudó a la introducción de nuevos alimentos, es el de
Desayunos Escolares14, pues en él había un ejercicio práctico que mostraba cómo preparar
de un modo sabroso alimentos desconocidos. Así, en San Isidro, Chiapas, recuerdan:
Dentro de la comunidad la participación en Desayunos Escolares, donde anteriormente se
contaba con el apoyo del personal del área de nutrición, amplió el conocimiento sobre la soya
y el atún y las maneras de prepararlos.
13
14
El kilogramo de soya tiene un precio de 40 pesos.
Programa auspiciado por el DIF (Desarrollo Integral de la Familia) de los gobiernos estatales y municipales.
Informe Final
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
De hecho, el proceso de cambio en los patrones alimenticios, ha de atribuirse a la
intervención de diversos agentes. En el caso de San Isidro, se observó la presencia de
agentes gubernamentales e incluso religiosos:
El cambio en el patrón de compras y alimentación ha estado dándose a raíz de diversas
circunstancias. La incorporación de soya y atún a la dieta se atribuye al aprendizaje en los
cursos organizados dentro del programa de Desayunos Escolares. Un mayor consumo de
verduras y a la vez menores cantidades de lácteos y carnes es un cambio asociado en las
familias con la atención a problemas de salud (tifoidea, diabetes) y se puede relacionar con la
labor de la clínica. Indudablemente en la valoración negativa de estos alimentos se nota la
influencia de la labor de la clínica y de la iglesia adventista.
En general, en las áreas rurales, donde se tiene acceso a bienes producidos directamente
por el consumidor, es frecuente escuchar el rechazo a bienes alimenticios producidos de
modo industrial. Este es el caso también en San Isidro, Chiapas: “Alimentos que no les gusta:
atún, sardina, pollo y huevo de granja, frijol, pasta”.
Al considerar los resultados del estudio emprendido en las 18 localidades, puede afirmarse
que la despensa proporcionada por el PAL contiene algunos alimentos, importantes desde el
punto de vista nutricional, cuya introducción ha sido difícil ya que generan rechazo. En Paso
Grande, en el centro de Veracruz, encontramos una situación típica donde se destacan los
productos que no gozan de aceptación: sardina, machaca, sopa y avena. En la mayor parte
de las localidades estudiadas, la razón del rechazo reside en la naturaleza del sabor o la
consistencia de estos productos. La sardina (e incluso el atún) suscita desaprobación porque
se considera un sabor (y un olor) “fuerte”. La machaca no se conoce y no se la sabe
preparar. Se la percibe como un “pellejo”, un “cartón”, que se desconoce cómo guisar. La
sopa genera rechazo por su sabor y consistencia (se desbarata cuando se la cocina), y
porque se proporciona en grandes cantidades (la despensa suele ofrecer seis paquetes), lo
cual produce “hartazgo”. El cereal también ha resultado difícil de aceptar en la medida en que
los consumidores, sobre todo los niños, perciben en él un sabor a medicina que no les
agrada. Los cuatro son productos relativamente nuevos para las poblaciones rurales.
Por consiguiente, son varios los factores que determinan la forma en que la población
percibe los alimentos que contiene la despensa. De acuerdo a la actitud que se muestra
hacia estos alimentos, encontramos tres situaciones. A) En algunos casos, dada la pobreza
extrema, todos los bienes que componen la despensa son apreciados y consumidos, pero
dada la carencia de recursos su adquisición no puede hacerse una vez agotados los mismos
(“Puñaladas, hasta regaladas”). B) En otros, aunque haya necesidad, algunos bienes
encuentran obstáculos para ser apreciados y su consumo puede ser restringido y desigual,
ya que algunos miembros del hogar (particularmente los niños) no aceptan comerlos, como
es el caso de los alimentos de origen animal y con alto valor proteínico. C) En otros más, el
consumo de bienes no conocidos, puede generar un disfrute y despertar la necesidad de
volverlos a comprar (caso del cereal y la leche, alimentos que suelen ser destinado a los
niños, quienes una vez saboreado cierto alimento piden a los padres que lo adquieran).
Informe Final
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Los elementos que trae la despensa, en su mayoría, son bienvenidos por los habitantes
beneficiarios de la comunidad, con excepción de los cuatro productos que hemos
mencionado y que no son aceptados por todos: la carne machaca, una de las sopas cuyo
tamaño es muy pequeño, las lentejas y la sardina.
El cereal, la leche en polvo, la sardina, el atún y la lenteja son productos que, aunque podían
ser conocidos, no eran frecuentes en la dieta. La machaca era definitivamente desconocida.
Aparte de estos productos, el resto eran de consumo frecuente entre las familias.
El cereal, la leche y las galletas han sido los productos más apreciados por los habitantes, en
particular por los niños, quienes ‘presionan’ a sus padres para que los compren una vez que
se ha terminado la despensa.
Un resultado interesante de la introducción de algunos nuevos alimentos, es que estos
pueden suscitar el consumo más amplio de alimentos más nutritivos. El cereal, por ejemplo,
genera el consumo de más leche. Este es un impacto importante en la dieta infantil.
Ahora bien, cabe preguntarse si el consumo de los alimentos que aporta la despensa
entregada por el PAL, prosigue una vez que se agota la despensa. Esta pregunta es
importante en la medida en que interesa establecer hasta qué punto el disfrute de alimentos
más saludables despierta el gusto de la población beneficiaria por ellos y, en consecuencia,
si está cumpliéndose uno de los objetivos del programa, que es modificar el patrón de
consumo para hacer de él un patrón más equilibrado15.
Como ya hemos señalado, uno de los impactos generados por la despensa ha consistido en
estimular en los niños el gusto por la leche y los cereales. La demanda infantil por estos
alimentos, se traduce en una solicitud a los padres para que ellos se adquieran con mayor
frecuencia.
Esto parece confirmar la hipótesis según la cual al dar a probar un bien, se suscita en el
consumidor el deseo de repetir la experiencia. ¿Hasta qué punto este fenómeno cuenta con
las condiciones para desplegarse, hasta qué punto la probadita alcanza a penetrar en la
economía doméstica? No disponemos de suficiente evidencia para responder a esta
pregunta, pero lo cierto es que los niños parecen presionar, en cierta medida, a que los
padres destinen parte de sus recursos monetarios a adquirir estos bienes en el mercado
(como golosinas). Y quizás también puedan presentarse presiones para que dentro del hogar
se tengan otros alimentos, más allá del caso del cereal, la leche y las galletas.
15
Como hemos señalado, no son sólo restricciones económicas sino también patrones o modelos culturales los que
configuran el repertorio de bienes que son estimados como valiosos en la comida popular. Siempre es preciso remitir las
necesidades de alimentación al conjunto de necesidades que experimenta el grupo social y que contribuyen a definir la
jerarquía de requerimientos (no sólo se trata de saciar un apetito, sino de cuidar una imagen, preservar un estatus, resolver
otras exigencias). A veces la familia responde a prioridades ajenas a la alimentación al organizar sus estrategias
alimentarias.
Informe Final
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Una estrategia que sería entonces recomendable, consistiría en introducir en las escuelas
estos alimentos, que compiten con las golosinas [comida chatarra], a fin de proporcionar
bienes más nutritivos, o que aporten algún ingrediente del que haya déficit. Ello implicaría
generar campañas educativas con el atractivo suficiente como para rivalizar con la publicidad
de la comida chatarra, y con algunos atributos de sabor y de imagen que les permita ser
“seductores” entre la población infantil. Es importante recordar que incluso en áreas rurales
de escasos recursos, el consumo infantil de comida chatarra (sobre todo frituras de maíz
condimentadas) es muy frecuente.
Ahora bien, a lo largo de esta evaluación se pudo observar que las variaciones en el patrón
de consumo se hallan restringidas por un factor de índole económica. Es decir: hay
poblaciones donde el enriquecimiento de la dieta sólo ocurre durante el lapso en el que se
consume la despensa. Una vez agotada la misma, el patrón de consumo permanece sin
variación.
En una de las localidades de control, se observó que los alimentos que integran las
despensas de Desayunos Escolares y Cocinas Comunitarias, como soya, atún, sardina,
avena y leche, son incorporados a la dieta casi exclusivamente durante el periodo en que
estos desayunos son organizados. Estos productos resultan caros para comprar y, aunque la
mayoría de ellos agradan a la gente (salvo la sardina), su consumo ocasional no ha creado
todavía un gusto que podría modificar su patrón alimentario más allá de los programas.
Esto también señala una vulnerabilidad muy grande de la población beneficiaria. De hecho,
el trabajo de campo reveló que si bien las instituciones de salud trasmiten mensajes para
concientizar a la población acerca de las virtudes de cada tipo de alimento, estos mensajes
no siempre son asimilados por la población, quien continúa sin variación con sus patrones de
consumo habituales. Sólo la enfermedad pareciera inducir un cambio, pero sobre todo en un
sentido restrictivo. En Tabasco, en Cucuyulapa 1ª. Sección, se observó que la valoración de
los alimentos podría jugar un papel fundamental para su incorporación o rechazo. Pero es
preciso reconocer que hay diferentes tablas de valores. Para algunas de las beneficiarias, el
hecho de que las frutas y verduras sean identificadas por diversos medios como nutritivas, no
hace que ellas asignen a esta característica una valoración significativa entre todos los
elementos que ponderan para determinar el consumo de un alimento. Lo nutritivo no es una
característica que busquen en la comida. Esto es cierto para las beneficiarias de ingresos
altos o bajos, a pesar de que una buena parte de la población conoce los discursos
institucionales sobre lo nutritivo y saludable.
En algunos casos los enfermos crónicos cambian su dieta, como sucede en algunas de las
comunidades estudiadas, pero tampoco incluyen verduras, aunque les hayan comentado que
son alimentos que ayudan a estar sano. La mayoría de los enfermos aplican un criterio de
restricción, eliminan algunos alimentos de su dieta o modifican la forma de preparación, pero
no incorporan lo que antes no consumían. La única excepción es la incorporación de la
avena, posiblemente por su consistencia y capacidad de llenar.
Informe Final
17
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
En algunas localidades se observó que los pobladores podrían producir bienes que podrían
enriquecer su dieta. Sin embargo, esta posibilidad no siempre se ha concretado. Las razones
de ello son múltiples. En un caso, como es Nuevo Guadalupe Victoria, en Chiapas, un
asentamiento reciente creado a raíz de la reubicación de poblaciones afectadas por la
erupción de El Chichonal, la población se muestra renuente a trabajar la tierra, la cual
estiman pobre, comparada con la de su lugar de origen. No obstante, algunas familias han
mostrado que la tierra sí puede producir, sólo que esto exige paciencia. La exploración del
medio, relativamente desconocido, indica que las posibilidades de producir bienes para
enriquecer el consumo alimenticio son reales. Hacer realidad este potencial exige medidas
como la introducción de parcelas muestra, cosa que el PAL podría ciertamente auspiciar.
Este desaprovechamiento, notorio al examinar los solares de varias comunidades, es
preocupante al ver la baja calidad de la alimentación, la cual contrasta con una posibilidad
real (si no en todos los casos, en la mayoría) de diversificar la producción y la dieta de las
familias. De allí la propuesta de instalar en las comunidades una parcela demostrativa cuyo
objetivo sea promover el cultivo de plantas alimenticias (en algunos casos esto puede ocurrir
en los traspatios).
La duración de la despensa varía dependiendo de los alimentos que se prioricen en la
familia, del número de miembros de ésta y si en la casa se recibe otra despensa. Algunos
hogares la consumen en ocho días, generalmente a todos se les termina en quince días y
sólo algunos la hacen rendir por más tiempo.
Los productos que se terminan más rápido son los que formaban ya parte de la dieta
tradicional: la leche, el arroz, el fríjol y la maseca. Una vez que esos productos se han
terminado, se adquieren nuevamente. Un producto nuevo que los beneficiarios tienden a
adquirir una vez que se ha terminado es el cereal. Pero esto no siempre ocurre. En muchos
hogares, no lo consideran todavía un alimento prioritario, a pesar de que es un producto que
los niños han empezado a consumir y solicitar.
Como ya hemos comentado, en los hogares con más pobreza, la despensa es aprovechada
en su totalidad, pues incluso la sardina, que suele suscitar reparos, en ellos es consumida
como una fuente excepcional de proteínas. Las beneficiarias con más carencias comentaron
que no quitarían ningún producto de la despensa. Si pudieran incrementar la cantidad de
alguno de ellos, serían el arroz, la leche y, según declararon algunas, aún la sardina.
También se les preguntó que si se pudiera aumentar algún producto, cuáles agregarían. La
gran mayoría de los habitantes de la región istmeña (sur de Veracruz y Chiapas) contestó
que café y azúcar porque son los que se ingieren diariamente y son necesarios. En algunos
sitios (como la zona centro de Veracruz, una zona cañera) también se coincidió en demandar
más azúcar (desde hace algunos años los ingenios ya no les entregan, como solían, sacos
de azúcar).
Informe Final
18
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Otro aspecto a considerar tiene que ver con el impacto de la despensa en el patrón de
compras de la población beneficiaria. Como cabía esperar, cuando la población recibe la
despensa, deja de asistir a la tienda. Al entrevistar a las responsables de las tiendas
DICONSA, se apuntó que cuando llega la despensa, las tiendas dejan de vender los bienes
que contiene ésta. Eso es natural. Cuando no hay tienda DICONSA, el mismo efecto
experimentan las tiendas comerciales locales. Lo que no se pudo apreciar con claridad es si
se adquieren otros bienes, por ejemplo carne, o si se usa el dinero para otros fines
alimenticios. En todo caso, es claro que la despensa genera un ahorro que puede emplearse
para pagar otras necesidades.
Un aspecto que ha sido necesario considerar es el papel de DICONSA. Esto ha sido así
porque es a través de DICONSA que se distribuye la despensa. En la tienda se cumple una
función básica: ahí se distribuye y verifica la entrega de los apoyos; pero dado que a veces
no se logran las ventas que harían de la tienda un negocio rentable o sustentable, la
población es invitada (o se la compromete) por parte del Comité de Beneficiarios a comprar
un mínimo de bienes para que la tienda no sea retirada, lo cual haría necesario que los
beneficiarios se desplazaran a otras localidades para poder recibir el apoyo.
Esta situación ha generado problemas. Pues a veces algunos beneficiarios no desean hacer
ahí compras, y eso puede generar sanciones. La razón por la que no desean hacer ahí sus
compras es porque la tienda DICONSA no suele dar crédito, cosa que sí hacen las tiendas
particulares, lo cual les compromete. A veces, otra razón se encuentra en el hecho de que la
tienda DICONSA no ofrece algunos bienes, como frutas, verduras y carne, que son
mercancías en las que la gente invierte su escaso ingreso y sobre todo los ahorros que
consigue hacer con la despensa.
El apoyo que el PAL entrega, sea en forma de productos (despensa) o de dinero (efectivo),
coloca a los establecimientos de DICONSA en el papel de mecanismos de distribución. Esta
función ha sido muy importante, pues se pudo observar que hay una gran ausencia de
comercio en las localidades donde predomina la pobreza alimentaria. DICONSA ha cumplido
en este sentido un papel fundamental para hacer llegar la ayuda del programa hasta lugares
muy aislados o recónditos. Sin embargo, esta situación también hace ver que en aquellos
puntos donde no llega DICONSA se presenta el problema de cómo hacer llegar la ayuda
alimentaria. Una opción ha sido entregar dinero (efectivo), pero entonces se suscita el
problema: ¿y en qué gastar el dinero si no hay comercio próximo? La distancia puede
comerse parte del apoyo monetario entregado por el programa: para desplazarse hasta los
puntos de entrega del dinero o los puntos donde pueden convertir el dinero en mercancías
(bienes consumibles), se hace necesario gastar a veces más de la mitad del apoyo recibido.
En una localidad situada en Chiapas, Norberto Aguirre Palancares, ese era un problema
importante, lo que afectaba considerablemente el impacto del apoyo.
Incluso, algunas familias preferirían recibir paquete, pero los operadores consideraron que no
era conveniente por la distancia a la que se encuentra la comunidad y porque en el tiempo de
aguas se podían mojar las despensas.
Informe Final
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Una pregunta importante entonces consiste en contrastar las virtudes de entregar el apoyo
alimentario en especie o en efectivo. La respuesta a esta pregunta exige considerar diversos
factores. En términos generales, la gente valora más la despensa en la medida en que la
entrega de dinero implica dos riesgos: usarlo para otros fines (desviaciones que pueden
atribuirse al hombre o jefe del hogar, y que pueden también originarse en la presencia de
otras necesidades o exigencias del grupo doméstico), y perder parte de sus beneficios por el
gasto que implica ir a comprar los alimentos en otra localidad (aspecto al que hay que añadir
el gasto de traslado para ir a recibir la ayuda).
Sin embargo, también se recogió información en el sentido de que la entrega de dinero
puede tener ventajas. En localidades como San Isidro, en Chiapas, por ejemplo, estiman que
para ellos ha sido mejor el apoyo en efectivo:
Las señoras son de la opinión de que esta modalidad del programa les beneficia más que lo
haría la despensa, ya que ofrece la libertad de elegir productos según el gusto y permite
atender otros tipos de urgencias fuera de la alimentación, como es la compra de medicina o el
pago de pasajes de los hijos que estudian fuera de la localidad.
De hecho, el efectivo abre la oportunidad de emplear el apoyo para aplicarlo a diversos fines,
como queda claro en San Isidro. Si bien no todo el efectivo se destina a la compra de
alimentos, la mayor parte de él se emplea en la compra de productos de primera necesidad
(comida, artículos de limpieza, artículos escolares, pasajes, medicinas). A algunas señoras
el efectivo les ha ayudado a incorporar productos nuevos, aunque la mayoría sigue
comprando lo mismo pero en mayores cantidades. Otras destinan una parte del efectivo para
invertir en materiales indispensables para su trabajo, por ejemplo la panadera en
ingredientes para el pan, o la señora que borda, que gasta en telas e hilos, o la esposa del
fotógrafo, que invierte en materiales fotográficos. En estas circunstancias, el apoyo sólo
repercute de modo indirecto en el consumo alimentario, pues contribuye a mejorar las
condiciones de vida en general. Pero no se registra un impacto en la diversificación o
modificación del patrón alimentario. Cuando es más apremiante la presión de otras
necesidades, el apoyo en efectivo se disuelve en la atención de ellas y no incide en el
consumo alimentario.
Un aspecto subrayado por algunas de las poblaciones beneficiarias del apoyo en efectivo es
que éste puede brindar la posibilidad de elegir. De acuerdo al testimonio de una de las
señoras beneficiadas por esta modalidad, en Las Cholinas, sur de Veracruz, esa facultad de
elegir se sustenta en la presencia de un mercado donde pueden adquirirse los bienes que se
desean. Pero además, se observó que esta opción es mejor porque en la despensa figuran a
veces bienes que no son del gusto de la población. Citemos sus palabras.
-Pues yo les digo a las compañeras que cada quien sabe qué gasta en su casa, pues yo lo
que consumo ahí cuando me dan mi dinerito es el aceite y el jabón. Y ya lo poquito que me
sobra pues ya un kilito de carne y la frutita. Porque nos habían dicho que la despensa, le digo,
pero es que la despensa a veces pues cuando viene la despensa pues no, no comemos lo
que traen ahí. Nos dijeron que si queríamos la despensa o el dinero, y nosotros dijimos, pues
Informe Final
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
yo en mi parte le dije al señor que estaba anotando ahí que yo prefería dinero porque pues
uno compra lo que come más, como la frutita y si quiero comprar un taco de pollo me lo
compro, quiero comprar un kilito de carne me lo compro, pero en la despensa no, y a veces
no, pues vienen cosas que no lo comemos. Pues viene la maseca, el frijol, lenteja, aceite,
pasta, pero a veces viene una pasta que ya está hasta mohosa y a veces la tiramos porque no
sirve16.
Entre las posibilidades que abre la entrega del apoyo en efectivo, se encuentra también la de
emplear el dinero para pagar las deudas. De hecho, en muchas de las localidades de
estudio, el crédito que conceden las tiendas pequeñas constituye una práctica frecuente que
ayuda a las familias pobres a superar los periodos de escasez. De esta manera, el apoyo
ofrecido por el PAL contribuye a sacar a los hogares de situaciones de endeudamiento. En
algunas localidades, como Almolonga, en el centro de Veracruz, el pequeño comercio ha
ampliado el crédito a sus clientes, porque sabe que estos reciben periódicamente el apoyo
en efectivo del programa.
Cabe entonces señalar que al contrastar las dos modalidades de apoyo, efectivo y especie,
la primera contribuye de modo difuso a mejorar las condiciones de vida de la población, pero
no posee necesariamente un impacto directo en el consumo alimentario, mientras que la
segunda sí. La entrega de la despensa ataca directamente al grupo de necesidades del
consumo alimentario, aunque ofrece un conjunto restringido de bienes que no siempre son
apreciados en su totalidad por los beneficiarios. De ahí que en ocasiones las poblaciones
prefieran la primera opción, por cuanto ésta abre la posibilidad de disponer de los recursos
monetarios para adquirir los productos que más desean. La opción monetaria tiene la ventaja
de abrir la posibilidad de elegir, pero ello sólo ocurre cuando hay un mercado próximo, de
otra manera una parte importante del apoyo se pierde en los gastos de transporte a los
comercios, generalmente situados fuera de la localidad de residencia (la distancia a los
mercados constituye un factor de vulnerabilidad). Bajo estas circunstancias, la despensa
puede considerarse la modalidad con mayor eficacia (capacidad de obtener el efecto que se
desea), eficacia que podría incrementarse si se tomara en cuenta la opinión de la población
en cuanto a la composición (diversidad) y calidad (estado) de los productos que la
componen, y si la acción educativa reforzara con sus mensajes las virtudes de la misma.
Ambas modalidades contribuyen al bienestar de las familias. Con diversos énfasis, cada
modalidad permite que los hogares beneficiarios dispongan de mayor cantidad de ingresos
para atender los gastos de otras necesidades. Con todo, en ambas el apoyo suele
consumirse en muy poco tiempo. Y si bien puede durar poco tiempo, el apoyo hace posible
que se incremente y diversifique la alimentación.
En términos de impacto, la evaluación cualitativa muestra que el programa de apoyo
alimentario cumple con más eficacia sus objetivos bajo la modalidad de entrega de
16
Aun cuando Las Cholinas es una localidad que no recibe el apoyo en forma de paquete, la población cuenta con
información (proveniente de las localidades vecinas) sobre la calidad de algunos de los bienes que el paquete incluye, y ello
contribuye a formar una opinión favorable a la modalidad efectivo.
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
despensa, ya que a) ésta ofrece más garantías de que el apoyo se dirija hacia un consumo
alimentario más equilibrado y saludable; b) permite el acceso a alimentos cuyo acceso se
encuentra restringido por el aislamiento y la falta de mercados; y c) incide en la alimentación
de los grupos con mayor vulnerabilidad (niños y mujeres). Si bien la modificación del patrón
de consumo alimentario representa un proceso que ofrece múltiples obstáculos y que exige
un largo proceso de cambio de pautas culinarias y superación de desconfianzas, la entrega
de despensas representa una opción más pertinente en el corto plazo para enriquecer y
diversificar la dieta de las poblaciones pobres. En una perspectiva de más largo plazo, la
modalidad de entrega en efectivo podría, acompañada de otras medidas en el plano
económico, estimular la formación de un mercado regional de bienes de consumo alimenticio
y propiciar una reorientación de la producción local en ese sentido.
En síntesis, el contraste entre modalidades permite destacar que la entrega de efectivo
posee una debilidad: aunque se pretende conferir al beneficiario la libertad de elegir el
alimento, esta libertad sólo puede ejercerse si se cuenta con un mercado donde pueda optar
por los bienes que sean de su preferencia. En cuatro de los casos estudiados (en la
evaluación se escogieron cinco localidades que operan bajo esa modalidad), los beneficiarios
señalaron que sí había condiciones de acceso a los mercados relativamente adecuadas. Con
todo, es preciso señalar que en muchas localidades rurales de la región sur-sureste la
distancia (falta de vías de comunicación), la escasez (limitaciones de los sistemas de
abasto), y la presencia de otras necesidades que gravitan sobre el presupuesto familiar,
constituyen obstáculos para poder escoger libremente los bienes que pueden contribuir a una
alimentación más sana.
En cambio, la despensa elude ese problema: ofrece al beneficiario un conjunto de bienes que
aseguran el acceso a una buena alimentación. Sin embargo, si bien la despensa garantiza
que el apoyo se dirija hacia la nutrición, la composición de la misma plantea un problema.
Por su homogeneidad, tiene un impacto desigual: no toma en cuenta la diversidad de
patrones de consumo. Al hacer omisión de esta diversidad de gustos o preferencias, no
consigue a cabalidad sus objetivos: una multiplicidad de beneficiarios estima que no todos
los productos que componen la despensa son de su gusto, y en consecuencia, no siempre
son utilizados o aprovechados17.
Además, la entrega de la despensa puede presentar en ocasiones otro inconveniente.
Cuando el programa no la puede entregar en la localidad donde habitan los beneficiarios,
estos tienen que realizar un gasto importante para ir a recogerla. En algunos casos, este
gasto llega a neutralizar una buena parte de los beneficios que busca entregar el programa.
Este es el caso de las localidades muy aisladas, como la de Salina Cruz, en Chiapas:
17
Este aspecto fue generalmente omitido, ya que la población beneficiaria difícilmente se atrevía a declarar que algún
producto de la despensa era desaprovechado ante el temor de que ésta le fuese retirada o suspendida.
Informe Final
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Empleo de tiempo dinero y esfuerzo. El beneficio de la despensa se ve opacado por los costos
que implica ser beneficiario. Las condiciones de aislamiento en que se encuentra el poblado
impiden que la despensa sea entregada en la comunidad y obliga a las beneficiarias a
trasladarse a un punto de entrega situado a 4 horas de camino. El traslado implica la inversión
de medio día, el esfuerzo de regresar con la despensa y en algunos casos pagar por que esta
sea “subida a la comunidad” (para el caso de mujeres mayores y madres solteras). Otro costo
adicional es la cooperación mensual de quince pesos para sufragar los costos de traslado del
representante del programa a los cursos de capacitación [para dar las pláticas educativas].
3. Impactos de la acción educativa.
El programa tiene dos modalidades básicas: transferir alimentos (despensa) y transferir
poder de compra (efectivo). Al introducir un componente pedagógico, el programa busca
transmitir a la población beneficiaria información acerca de lo que son prácticas alimentarias
saludables, balanceadas y nutritivas, al tiempo que procura difundir hábitos de higiene que
contribuyan a neutralizar factores que ponen en riesgo la salud de la población.
A lo largo de esta evaluación, se estudió cuál ha sido la incidencia de esta acción educativa,
y para ello se adoptó un enfoque construido a partir de la teoría de la comunicación18. De
acuerdo con ésta, el proceso educativo ha de tomar en cuenta la naturaleza del mensaje y
los códigos con los cuales se construye éste, a fin de indagar las condiciones bajo las cuales
el receptor puede descifrar y asimilar adecuadamente la intencionalidad del emisor.
El foco de este análisis por consiguiente son los mensajes en torno a la alimentación y las
recomendaciones que giran alrededor de la salud y la higiene, mensajes que la población
recibe una vez al mes o cada dos meses en lo que se conoce como las pláticas educativas.
La población que recibe las pláticas educativas forma parte de sociedades rurales donde la
mayor parte de las familias están expuestas a una diversidad de mensajes sobre estos temas
(salud y alimentación), los cuales provienen de múltiples fuentes. De un lado, los que
proceden de la propia vida local o regional (un saber tradicional positivo compuesto de
conocimientos antiguos y pragmáticos), del otro los que proceden de instancias con vínculos
supralocales (la iglesia, la escuela, los medios de comunicación, los centros de salud, las
oficinas de gobierno, etcétera). En varias localidades, se observó la presencia de otros
programas sociales, estatales o federales, que imparten charlas o pláticas sobre temas de
salud, higiene y salud reproductiva.
El saber tradicional sobre la cocina y los alimentos, que se transmite a la mujer en el seno del
hogar, a través de la observación de los modos de hacer de la madre o la suegra, tiene un
fondo histórico que lo sustenta, aunque puede en ocasiones experimentar variaciones a
través de la observación de los modos de hacer de los estratos medios urbanos, observación
que ocurre gracias a los medios de comunicación o a través de la experiencia laboral en las
18
Nethol y Piccini, 1984.
Informe Final
23
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
casas urbanas donde las mujeres de origen rural trabajan a veces como empleadas
domésticas asalariadas.
La transmisión de otros modos de hacer, a través de las pláticas educativas, las
recomendaciones de los centros de salud o los talleres de cocina, señala la presencia de una
problemática compleja: las resistencias que se oponen a la introducción de nuevos modos de
hacer dado el arraigo del sistema de prácticas que acompañan a la cocina. ¿Qué factores
circunscriben el aprendizaje de nuevas formas de preparar los alimentos?, ¿qué factores
pueden restringir la introducción de nuevos alimentos?
Más allá de las restricciones que impone el nivel de ingresos del hogar, el cual delimita de
modo estructural el horizonte de los posibles, encontramos otras restricciones, cuyo influjo es
quizás menos perceptible19.
De un lado, encontramos las restricciones que tiene la mujer dentro de su cocina,
restricciones que tienen que ver con la posibilidad de almacenar y conservar los alimentos
(presencia por ejemplo de un refrigerador), de mantenerlos limpios y en condiciones de
higiene adecuadas (disponibilidad de agua en el interior de la vivienda, o de una destinada
exclusivamente a servir de cocina), e incluso con la forma de calentarlos (estufa de gas o
fogón de leña, aceite o manteca). Del otro, encontramos restricciones que derivan de
factores asociados a la disponibilidad de los alimentos (acceso a mercados, variedad y
calidad, precio, escasez temporal o estacional), y a las categorías de percepción y gusto
dentro de la familia (disposición de los miembros del grupo doméstico, según edad, para
experimentar y aceptar nuevos alimentos).
Durante el trabajo de campo se observó un mundo que suele ser poco interrogado. La cocina
ordinaria constituye una zona de sombras y silencios, disimulada tras el detalle repetido
infinitamente de la existencia común. Las entrevistas invitaron a la comunidad femenina a
sacar a la luz este mundo poco perceptible. En los grupos focales, la comunidad femenina
expuso un saber que no suele desplegarse en un ámbito público.
La investigación cualitativa mostró que el patrón de compras dominante en los estratos de
marginación alta, consiste en la adquisición cotidiana y en pequeñas cantidades de un
conjunto de bienes indispensables (jitomate, masa, piezas de pollo, cebolla, azúcar, entre
otros) para preparar la comida del día. No suele haber propiamente una capacidad de
almacenar alimentos, y en consecuencia, es raro que se despliegue una estrategia que
contemple la compra de bienes para varios días. A diferencia de otros estratos sociales, que
19
El peso de los factores económicos no explica del todo las preferencias populares. De acuerdo con sociólogos como
Passeron y Grignon, la cuestión de los determinantes negativos de los gustos, las limitaciones materiales (de dinero, de
tiempo, de distancia) que definen un umbral antes del cual la libertad de elegir desaparece, adquiere otro sentido cuando se
estudia empíricamente las relaciones entre nivel de vida y modo de vida. “Por ejemplo, una buena manera de romper con
los estereotipos relativos a la inclinación popular por la alimentación es buscar por debajo de qué nivel de ingresos, en qué
condiciones, para qué grupos la alimentación es o deviene efectivamente un consumo refugio, un consumo revancha,
compensación y sustituto de consumos inaccesibles y, a la inversa, en qué condiciones y por qué se la sacrifica” (Grignon y
Passeron, 1991: 42).
Informe Final
24
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
pueden planear la comida con anticipación, en las capas más pobres de la sociedad esto no
ocurre más que por excepción. Pero nada es fortuito, pues es notable el peso de una
tradición.
La mujer ha aprendido a cocinar en el seno de una comunidad. Sus conocimientos en
materia culinaria se encuentran articulados por la cultura que le ha transmitido su madre o el
grupo femenino familiar. Este saber define el mundo de los posibles en materia de
preparación de alimentos, y también en relación a la percepción del valor de los alimentos. A
lo largo de la investigación, se recogieron múltiples testimonios que muestran las
representaciones que se tienen de los alimentos, del cuerpo, de la salud y de los remedios
que para atender la enfermedad ofrece el saber tradicional. Estas representaciones
configuran una cultura, una cultura popular en torno a la naturaleza, el cuerpo y sus
necesidades, hecha de informaciones modernas y conocimientos antiguos, una amplia
diversidad de descripciones y prescripciones, instrucciones y normas que delimitan por
ejemplo los alimentos que son recomendables y los que deben ser excluidos.
Preguntados sobre lo que es “bueno” para comer los miembros de cada clase mencionan,
pues, aquellas cosas que tienen por costumbre comer, transformando así un comportamiento
“normal” en una conducta “normativa” (Boltanski, 1974: 98).
Dada la fuerza de esta dimensión de la cultura popular, los procesos de cambio de la misma
suelen ser sumamente lentos. Entre otras razones, esto explica el que las pláticas educativas
que impulsa el programa hayan tenido un resultado bastante limitado. Por un lado, los
códigos culturales muestran resistencia a ser alterados, pues se actúa sobre ellos desde la
exterioridad y, por el otro, los mensajes novedosos no poseen regularidad ni consistencia,
pues parecen limitarse a repetir ideas sin que hayan sido comprendidas.
¿Cuáles son los problemas que enfrenta la plática educativa? Señalemos los más
importantes. El programa contempla un mecanismo de acuerdo con el cual los contenidos
educativos se transmiten en “cascada”: periódicamente, un educador instruye en cada región
a un grupo de personas que a su vez se encargarán de replicar la enseñanza en sus
localidades. A la persona que replica en la comunidad el contenido de la plática educativa,
se le llama el facilitador. Esta persona suele ser el presidente del comité de beneficiarios y
debe tener una diversidad de atributos para asumir esta responsabilidad. Por un lado, debe
contar con la confianza y el respeto de la comunidad de beneficiarios, pues una de sus
funciones es convocar al grupo a participar en diversas actividades. Por otro, debe contar
con un mínimo de conocimientos y de escolaridad para poder captar (entender y recordar)
las ideas básicas que recibe durante los talleres de capacitación en los que participa, ya que
luego, más tarde, deberá replicar estas ideas ante el auditorio de sus vecinos (el resto de los
beneficiarios) y de esa forma constituirse en promotor de nuevas prácticas de alimentación,
salud e higiene.
El procedimiento de transmisión de conocimientos plantea algunos problemas. Por un lado,
se advierte la falta de material de apoyo (no parece haber suficientes recursos didácticos).
Por otro, se observan limitaciones por parte del facilitador: muchos beneficiarios solicitan el
Informe Final
25
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
apoyo de gente con más preparación, sea gente de la comunidad (aunque no sea
beneficiario) o bien gente que venga de fuera y que esté especializada en estos temas
(enfermeras, nutriólogos, médicos, etc.) a fin de dar explicaciones convincentes en relación al
contenido que se pretende difundir. Asimismo, se aprecia la ausencia de un contexto
favorable para que se emprendan algunas de las iniciativas que se enseñan. En una
localidad, Los Cerros (Tabasco), se sugieren los siguientes puntos para mejorarlas:
a)
Apoyo pedagógico a los facilitadores actuales, para que ellos cuenten con las
herramientas necesarias para poder dar una plática a personas de diferentes edades, estado
civil y nivel educativo.
b)
Recurrir al capital humano ya existente en la comunidad, para buscar otro facilitador
que tenga experiencia en cuestiones de salud20.
c)
Que los facilitadores no sean los integrantes del comité para evitar la dificultad de la
doble función y operatividad.
d)
Supervisar el cambio en la estructura de la plática. Es decir, que no sólo sea una
exposición verbal o con rota folios, sino que sea más una plática de educación popular en
donde los asistentes reflexionen acerca de su problemática y necesidades para que sean
ellos los que se planteen las soluciones, las cuales tengan un acercamiento a los objetivos
del programa en materia de alimentación y salud. Incorporar dinámicas, juegos, socio dramas
con situaciones propias de la comunidad, que motiven al análisis. Si la plática tiene
información nueva, variada y se crea un ambiente de participación, esta no resultará
aburrida.
e)
Si bien es cierto que los temas prioritarios del programa son la alimentación y la salud,
sin dejarlos de lado pueden considerarse los temas que son del interés de las mujeres. En
este caso, violencia intrafamiliar, drogadicción, y preparación de alimentos.
Cabe destacar que para muchos de los beneficiarios, sobre todo aquellos que tienen escasa
escolaridad, algunos de los temas que se abordan en las pláticas no son fáciles de entender.
Este problema se agrava si tomamos en cuenta que algunos segmentos de la población
beneficiaria se encuentran en condiciones de analfabetismo, lo cual impide el acceso a
algunas informaciones que se suministran por escrito o que requieren ser anotadas. El
problema de la falta de escolaridad y el aislamiento, han sido asumidos por las colectividades
casi como una fatalidad: “Como somos del rancho no les entendemos nada” (Adalberto
Tejeda, sur de Veracruz). Ante ello, adquiere pertinencia la propuesta de incorporar a
personas con más escolaridad y recursos para dotar a la plática de mayor claridad. Sin
embargo, pareciera que las reglas de operación del programa no alientan esta solución. En
Paso Grande, centro de Veracruz, se desplazó a una persona que impartía la plática con
éxito, a causa de que no era beneficiaria directa. Es recomendable entonces abrir la
oportunidad de que quien imparta la plática no sea necesariamente beneficiario directo.
Incorporar a gente con más escolaridad repercutiría en la calidad de la información
trasmitida.
20
Se hizo reiteradas veces la recomendación de emplear material gráfico de apoyo para hacer más didácticas las pláticas. Y
se recomendó asimismo apoyar estas pláticas con el personal de los servicios de salud de la localidad o la región. En ese
caso, será menester fortalecer las relaciones interinstitucionales con el sector salud.
Informe Final
26
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Por otro lado, las pláticas no cuentan con un espacio adecuado para desarrollarse. Las
condiciones no son las más idóneas para impartir la plática: hay ruido, las madres asisten
con los niños, y estos lloran y distraen. En algunas localidades se refiere que la gente asiste
a las mismas porque es un requisito para acceder a la despensa:
Asisten porque les dan la despensa, pero no por interés de aprender algo, pues lo primero
que hace la señora Siria es pasar lista, por eso poco a poco se echan para atrás, hasta que
desaparecen, yo me quedo hasta que termina (Paso Grande, Veracruz).
Habíamos señalado que para que un mensaje surta efecto, es importante que su receptor
cuente con las condiciones adecuadas para que pueda llevarlo a cabo. Esto,
desafortunadamente, no suele ocurrir. Por ejemplo, en la comunidad de Adalberto Tejeda, en
Veracruz, se observa que sus miembros a pesar de que saben que es importante hervir el
agua, como para hacerlo necesitan leña, y esta implica un costo (tiempo dedicado a
apropiársela) han dejado de hacerlo. Optan por no hervir el agua, ya que confían en que el
agua del manantial es pura.
Otro elemento importante, sobre el que es preciso insistir, consiste en la presencia de un
saber previo, un saber tradicional, que si bien puede aportar un conocimiento útil para
afrontar múltiples situaciones, también puede suscitar resistencias para la recepción de
mensajes emitidos desde la medicina moderna. Es interesante observar cuáles son los
municipios o localidades donde se presentaron con mayor frecuencia los hábitos y
concepciones de la salud con matriz tradicional. En la mayor parte de los casos, se trató de
áreas aisladas y con rezagos en educación.
Igualmente interesante es destacar aquellas localidades que se encuentran más cercanas a
las zonas urbanas, pues pueden ser más vulnerables a los mensajes publicitarios que
alientan el consumo de alimentos y bebidas poco nutritivas o saludables. Para ellas, la
difusión de mensajes de prevención acerca de la escasa calidad alimenticia de estas
mercancías se vuelve fundamental.
Otro aspecto importante tiene que ver con quién imparte la plática: si es un hombre, las
mujeres suelen manifestar resistencias. Como en Almolonga, Veracruz, donde el facilitador,
un hombre respetado y apreciado por la comunidad, es descalificado cuando aborda temas
como la lactancia o el puerperio, temas donde las mujeres estiman que un varón no tiene
experiencia para hablar. El asunto del respeto, la confianza y la credibilidad determina que
las pláticas posean cierto nivel de eficacia.
En estas circunstancias, cuando no hay credibilidad, la población beneficiaria asiste a las
pláticas con el propósito de cumplir un requisito, no con el ánimo de recibir un conocimiento
útil para el bienestar de su familia. Ello se refleja en el hecho de que no participan en las
pláticas, permanecen calladas, y no hay manera de retroalimentar al que imparte la plática
con preguntas o comentarios que contribuyan a enriquecer o precisar la información.
Informe Final
27
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Otro problema proviene de la forma en que se levantó el padrón de beneficiarios. En algunas
localidades, los hombres se registraron como beneficiarios y por ello suelen asistir a las
pláticas, pero no son los más indicados para ello: no cocinan y no crían a los niños, de
manera que muchos de los temas que se abordan son incomprensibles o poco útiles para
ellos.
Un aspecto importante se encuentra asociado a la cultura de la población en relación a la
higiene. Hay poblaciones donde no se cuenta con infraestructura, drenaje y agua potable. En
esas circunstancias, el mensaje plantea problemas de contexto para hacerse realidad. En
una población indígena, como Amador Hernández, en Chiapas, se observó lo siguiente: El
poblado no tiene una red de drenaje, todas las casas tienen fosas sépticas o sanitarios
ecológicos. Es costumbre que los niños defequen a ras del suelo. En opinión de los
habitantes el drenaje contaminaría el río “que es lo que deberíamos mantener limpio”. No
existe acopio ni recolección de la basura, por lo que es tratada por medio de quema y
entierro. En general, el pueblo tiene un aspecto limpio que se ha logrado a través de la
campaña promovida por la clínica y las autoridades ejidales que obliga a mantener limpios
los solares y ha impuesto una multa a los que no lo hagan (campaña iniciada en septiembre
del 2005 a raíz de un brote de dengue). Es claro que las nociones de limpio y sucio varían en
cada contexto cultural.
Cabe destacar que el programa interactúa sobre todo con las iniciativas del sector salud, que
complementan o refuerzan los mensajes sobre higiene y nutrición. En algunas localidades,
esa interacción puede resultar negativa, en el sentido de que la población ha experimentado
presiones del personal médico para introducir cambios en su modo de vida, cambios con los
que no están de acuerdo. Esto ha configurado una percepción de las políticas del gobierno
que afectan de algún modo al programa PAL.
Citemos un ejemplo: en San Isidro, Chiapas, una persona se quejó de la presión que ejerció
sobre ella una enfermera, para que adoptara nuevos métodos anticonceptivos. Aunque el
objetivo de este documento no es evaluar el funcionamiento del sector salud en la zona, es
necesario citar esta experiencia para mostrar con qué tipo de problemas se enfrentan los
programas gubernamentales orientados a la salud pues estos puede convertirse en una
fuente de animadversión hacia los programas gubernamentales. En la misma comunidad se
observó que se ha creado una visión negativa del programa Oportunidades donde en
relación a la salud reproductiva hay un apremio al que se sujeta a las beneficiarias,
incluyendo revisiones médicas. En las entrevistas, en repetidas ocasiones se mencionaba el
temor por ser incluidas en un programa parecido; específicamente esto se manifestó el día
del censo para la definición del padrón de beneficiarias del PAL: algunas señoras no se
presentaron en la reunión porque temían una revisión ginecológica.
Como puede verse, la forma en que se comunican los objetivos del programa tiene gran
importancia. En algunas localidades, situadas sobre todo en áreas indígenas, es posible que
las mujeres prefieran no asistir a registrarse en el programa porque piensan que, como en
Oportunidades, el programa exige someterse a una revisión médica que, a su juicio, afecta
Informe Final
28
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
su intimidad. Esta situación de autoexclusión exige considerar dos aspectos: por un lado,
fortalecer las capacidades de educación del programa Oportunidades y, por otro, cuidar que
en las áreas de lengua indígena se procuren estrategias de comunicación más claras y
accesibles para no suscitar exclusiones.
En ocasiones, la plática educativa puede suscitar un conflicto de saberes. A veces el conflicto
puede darse entre los mensajes que trasmiten los médicos y los que provienen del saber
tradicional (parteros). Un ejemplo de ello ocurre en Amador Hernández, en Chiapas. En este
ámbito, las mujeres enfrentan un conflicto de normas: notan diferencias entre las
recomendaciones de las parteras, que hacen la distinción entre alimento permitido y
prohibido, y las indicaciones de los médicos que no excluyen ningún producto durante el
posparto.
¿Qué conclusiones podemos derivar de la observación de la acción educativa? Por un lado,
necesitamos ser cautos al hablar del impacto del componente educativo, ya que no puede
atribuirse sólo a él la presencia de prácticas más saludables en la alimentación de los
hogares examinados. La presencia de otros programas de gobierno (del sector salud y de
los centros de educación) parece ser en algunos casos la explicación de la introducción de
las nuevas prácticas de salud e higiene. La escolaridad suele figurar como un factor que
contribuye a incrementar la receptividad de las madres de familia a los mensajes cuyo
objetivo es mejorar las prácticas alimentarias.
Por otro lado, este componente no ha sido consistente ni continuo. No proporciona un
mensaje perdurable ni memorable. Asistir a las reuniones donde se transmite su mensaje, se
ve como un requisito. Y para muchos beneficiarios pierde sentido si no hay información
objetivada. Como hemos señalado, la población percibe que falta legitimidad y autoridad,
competencia e información al facilitador. El mensaje resulta eficaz cuando hay otras fuentes y
cuando intervienen personas con más escolaridad. El mensaje topa con un saber tradicional,
a veces de naturaleza mágica y religiosa, sobre todo en aquellos ámbitos más vulnerables
desde el punto de vista alimentario: aquellos que se encuentran más aislados y recónditos. El
mensaje topa con un saber comercial, confuso y engañoso, en aquellos contextos próximos
de centros urbanos, que propician el consumo de comida chatarra, que difunden un saber
moderno sin que éste sea completamente comprendido.
En general, falta capacitación, más larga y mejor diseñada, y que tome en cuenta y respete
la cultura local. La construcción de mecanismos de capacitación más efectivos que tomen en
cuenta la situación intercultural es una necesidad fundamental.
Si el componente educativo continúa indefinidamente sin mediar reformulaciones, se pone de
manifiesto el poco potencial del mismo para la resolución de los problemas detectados.
El análisis antropológico de la intervención alimentaria propone descubrir elementos
invisibles para la propia institucionalidad reproductora del modelo adoptado. Al preguntar por
el significado de alimentar gratuitamente a un grupo de población definido por un estatus
Informe Final
29
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
social y económico desmejorado, se abre la discusión en torno a las posibilidades de que
dicha población supere tal condición, y del papel que cumple la asistencia alimentaria en
dicho proceso.
Diversas investigaciones realizadas en torno a los programas de apoyo a la alimentación
apuntan la necesidad de reestructurar estos programas mediante el rescate de la dimensión
cultural que subyace al proceso de alimentación. Esto implica abandonar un enfoque
exclusivamente nutricional. “La intervención alimentario nutricional de estas características
ha institucionalizado en nuestro continente el fenómeno de la alimentación concedida por
otro, debilitando y extinguiendo las concepciones culturales de comida”21. Un programa que
no considera la dimensión cultural suele también ofrecer escasos espacios de participación,
ya que concibe a la población sólo como entidades “necesitadas” y “definen su participación
en calidad de beneficiarios que, según la misma lógica, parecen ser de naturaleza pasiva y
su única vía de ‘participación’ posible es la inscripción en el programa del cual reciben los
beneficios que este estima como apropiados. . . No hay oportunidad de que la población
objetivo posea espacios para la complementación o adecuación de los programa a las
condiciones locales”22.
De acuerdo a esta perspectiva, el punto entonces es si se respeta la particularidad cultural. A
primera vista, la descripción de las tendencias de la disponibilidad alimentaria y el consumo
de alimentos podría proporcionar indicadores de la existencia de modelos alimentarios
locales, pero la definición de población objetivo parece no contemplar esta opción. El perfil
nutricional se vale solamente de los indicadores del sistema de salud.
El cuestionamiento a este modelo de intervención consiste en que sólo toma en cuenta
aspectos económicos y biológicos ligados a la alimentación, pero no incluye aspectos de
índole cultural. Por un lado, el aspecto pedagógico es homogéneo y, por otro, el
involucramiento de las organizaciones sociales es restringido.
En consecuencia, la comunicación con los estratos bajos no toma en cuenta la dimensión
cultural: trasmite a ellos contenidos de salud y de nutrición sin considerar el contexto social y
cultural en que se lleva a cabo su reproducción. La omisión de estos aspectos es más
ostensible ahí donde se presentan elementos de carácter étnico.
La erosión de la seguridad alimentaria en estos contextos refiere al hecho de que se han roto
las condiciones, en el espacio de la producción, que hacían posible la diversidad y la
suficiencia alimentaria. La pobreza se acompaña en estas condiciones de una ruptura del
vínculo de las poblaciones con su entorno ambiental.
4. Impactos en las formas de participación social.
21
22
Carrasco, 2004:202.
Ibid.
Informe Final
30
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
El Programa de Apoyo Alimentario opera con base en un modelo que otorga apoyos a las
familias en pobreza bajo un esquema de corresponsabilidad, en el que las familias realizan
acciones de beneficio para la colectividad. La mayor parte de las veces, las acciones que se
proponen tienen por objetivo atender una necesidad de la comunidad, necesidad que se
considera es preciso satisfacer para romper el círculo de la pobreza.
Sin embargo, la corresponsabilidad ha tenido una fortuna desigual. En algunos contextos
propicia la formación de redes y grupos de trabajo, la construcción de proyectos de beneficio
colectivo. En otros, en cambio, la población se encuentra atomizada, y hay poca disposición
social a participar: la colaboración con proyectos de beneficio común se percibe como un
objetivo ajeno, como un costo que hay que pagar por recibir el apoyo. Con relativa
frecuencia, se observó que son los propios líderes de la comunidad los que suelen presentar
la participación en las actividades de beneficio colectivo como una condición para seguir
recibiendo los apoyos de PAL. La ausencia de reglas de operación claras para los propios
beneficiarios permitió que, al interior de las localidades, los comités presionaran a la
población beneficiaria a fin de que ésta dedicara parte de su tiempo a la realización de las
tareas de beneficio colectivo. La escasa disponibilidad a participar en estas poblaciones
constituye el marco para que se desplieguen mecanismos de presión por parte de quienes
desean movilizarlas.
¿De dónde deriva esta situación? La investigación empírica muestra que, de un lado, son
importantes los antecedentes de organización. Si estos existen, la población valora el
esfuerzo colectivo y conoce las bondades para la comunidad de los trabajos así
emprendidos; si estos existen, se reconoce la presencia de líderes naturales, respetados y
con influjo. Del otro, si no hay unión, sino divisiones, esto se refleja en la ausencia de
acuerdos y acciones sociales de cooperación; no hay apoyo a los líderes de la comunidad, ni
a los presidentes de los comités de beneficiarios, y se regatea cualquier forma de
colaboración. La ausencia de reglas contribuye a hacer más difícil la participación y la
reciprocidad. (Una excepción frecuente se encuentra en las actividades que poseen fines
religiosos: se trata de una esfera de participación donde los fines no admiten discusión y
donde las reglas de asociación se encuentran reglamentadas por la tradición.)
En general, se pudo observar que las cargas de corresponsabilidad y faena recaen con alta
frecuencia en las mujeres, quienes tienen que asumir actividades que agravan el peso que
ya soportan en su vida cotidiana (como responsables de la alimentación y cuidado del
hogar). Muchas de las faenas consisten en mantener limpio algún espacio público (barrer
calles, patios o parques), o alguna instalación donde se ofrece algún servicio colectivo (un
centro de salud, un panteón, o las áreas donde se imparten las pláticas educativas). A pesar
de la utilidad de estas tareas, no se distribuyen las cargas con equidad, ya que hay
beneficiarios, sobre todo varones, que se rehúsan a participar en estas faenas, las cuales
perciben como un cobro.
Informe Final
31
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Un punto en común en relación a la participación se encuentra en las dificultades para que
esta se dé en un contexto de pobreza y escasa tradición de participación. Como señala una
beneficiaria en una población de Tabasco: “Aquí la gente no quiere participar en comités
porque es compromiso” (Los Cerros). Dedicar el tiempo a estas actividades, se ve como la
inversión de un recurso escaso. Asistir a reuniones implica a veces: a) suspender una
actividad productiva, b) dejar de cuidar a los niños o a los ancianos, c) gastar en transporte,
d) invertir tiempo en una actividad poco reglamentada y con fines poco claros. A veces la
gente no participa por limitaciones de otra índole: son adultos mayores, tienen alguna
incapacidad, tienen algún enfermo, viven muy lejos, o han conocido malas experiencias en el
trabajo colectivo (la gente es “ingrata”, o atender necesidades colectivas suscita la
participación en asuntos conflictivos).
La pobreza pareciera tener como una de sus dimensiones la falta de tiempo para participar.
Ocupados en la sobrevivencia, en la búsqueda de recursos monetarios, en la producción de
los bienes necesarios para la familia (acarreo de agua, lavado de ropa, búsqueda de leña,
atención de los niños y los ancianos, etcétera), los miembros de los hogares pobres
pareciera que no disponen de tiempo para actividades de beneficio colectivo. La escasez de
capital social redunda en la ausencia de iniciativas de participación colectiva.
Esto explica, en parte, el hecho de que en algunas localidades, sean siempre las mismas
personas las que se ocupan de las principales responsabilidades colectivas: no sólo asumen
los cargos que atañen a la gestión del PAL, sino también son los encargados de tareas
asociadas a asuntos religiosos, ejidales, municipales o funerarios. De hecho, eso explica el
que el presidente del comité de beneficiarios del PAL, sea generalmente la misma persona
que asume la responsabilidad de impartir la plática educativa (“facilitador”): la propia
colectividad demanda que sea una sola persona la que se haga responsable de las dos
tareas.
En algunas localidades se observó que, por falta de reglas de operación y abusos de algunos
miembros del Comité de Beneficiarios, en algunos beneficiarios prevalece la percepción de
algunas actividades colectivas como un requisito impuesto, como un precio que hay que
pagar para acceder a un bien: así, el esfuerzo por el bien común se reduce a un costo
privado para acceder a un bien necesario. En este calculo económico, se pierde o desdibuja
la comunidad.
Esto plantea un problema, pues la población percibe que la participación se regatea, se
escatima, se negocia, por algunos miembros de la colectividad, y esto hace que se valore a
la participación como un bien que uno entrega no a la sociedad sino a los gestores del
programa (sea el gobierno federal, estatal, municipal, o los representantes locales de estos
gobiernos, o incluso los lideres de la comunidad o del Comité de Beneficiarios). Este
fenómeno genera reticencias, discrepancias y conflictos, que al fin y al cabo suscitan el
desaliento en la participación.
Sólo existe molestia por parte de un esposo de las beneficiarias, quien considera que si ellas
hacen trabajo comunitario, automáticamente se les está cobrando el apoyo de la despensa...
Informe Final
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Encontramos comentarios de molestia porque si bien es cierto que no existe problema por
acudir a dichas actividades, sí existe molestia porque haya beneficiarios que no colaboran,
sólo se dedican a platicar. El comité no ha convocado a reunión para tratar este tema (Los
Cerros, Tabasco).
Un factor que explica en parte la reticencia a participar se encuentra en la falta de reglas que
ordenen a estas actividades. La introducción de sanciones para que los objetivos del
programa se cumplan, ha ocurrido en algunos casos por la influencia del programa
Oportunidades, cuya presencia es cercana a las localidades de estudio. En San Isidro,
Chiapas, se afirma que las reglas han sido producto de esta influencia:
Cuando comenzó este proyecto (PAL) dice la enfermera: si no asean les vamos a decir que
les van a ir quitando, como lo hacen en Progresa (Oportunidades). En el Progresa, dice, si no
cumplen los requisitos, les van quitando y así va a ser éste. Así que por todo este apoyo nos
ayuda a que obedezca la gente (Auxiliar de salud, San Isidro, noviembre 2005).
En estas circunstancias, si bien la sociedad se encuentra dispuesta a cooperar en algunas
actividades, se estima que la iniciativa la posee la autoridad puesto que ella cuenta con la
confianza de la sociedad. La introducción de sanciones cuenta entonces con el respeto de
todos:
Nosotros vimos que eso [la basura] de plano estaba perjudicando, nos pusimos de acuerdo
unas cuantas personas y le dijimos al agente municipal también que nos ayudara, porque
como él tiene la palabra más mayor pues que uno, lo obedecen más, que lo anunciara, que
dijera que todo esto estaba mal y que hubiera un arreglo de las calles, de los patios, de las
casas, porque si no, iba a haber una multa. Y sí, rápido se comenzó a ponerlo en práctica,
porque nadie quiere pagar pues. Y en vez de que yo pague, aseo mejor (Auxiliar de salud,
San Isidro, noviembre 2005).
Sin embargo, hay comunidades donde existe una tradición de trabajo comunitario y una
abierta disposición a cooperar en tareas de beneficio colectivo. Cuando ello ocurre, no se
registran acciones de regateo o negociación de la colaboración. La presencia de un capital
social, de redes voluntarias de trabajo colectivo, constituye una palanca para el desarrollo de
la población, la cual auspicia territorios para el flujo de la energía social. Un impacto
interesante del programa consiste en estimular una suerte de espacio de convivencia para
las mujeres, el cual no siempre está presente en algunas localidades. Esto tal vez pueda
situarse dentro del concepto de empoderamiento. Es decir, les proporciona recursos y
esferas de interacción: les abre una oportunidad de socialidad e inaugura un canal de
expresión. Hace posible que se involucren en una actividad que les autoriza a tener influjo en
la calidad de vida de la comunidad.
Según los testimonios registrados y la observación directa, las beneficiarias acuden con gusto
a estas actividades complementarias que requiere el Programa, pues éstas se han convertido
Informe Final
33
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
en un espacio de encuentro, convivencia y socialización que no era frecuente en la
comunidad. Cuando por algún motivo no pueden cumplir con la faena o asistir a la plática,
envían en su lugar a un familiar (que puede ser algún hijo o incluso su esposo) para cumplir
con su compromiso (Chichigapa, sur de Veracruz).
Un elemento importante es el patrón de asentamiento: las familias suelen ser propietarias de
predios que en el curso del tiempo se dividen y sobre los cuales se construyen las viviendas
de los nuevos hogares. Sobre esta base, se conforman núcleos de viviendas donde conviven
múltiples hogares vinculados por relaciones de parentesco. Esto constituye la base territorial
de diversas relaciones de reciprocidad que contribuyen a propiciar solidaridad en el terreno
de la seguridad alimentaria. Es el caso, por ejemplo, de Los Cerros, en Tabasco:
Encontramos en uno solo [lote], de tres a cuatro viviendas, padres e hijos, los cuales en
algunos casos establecen relaciones estrechas de convivencia y seguridad alimentaria.
A la solidaridad contribuye también la homogeneidad religiosa. Cuando se registra más de
una filiación religiosa, suele desplegarse una diferenciación en el grupo que impide aunque
no elimina el apoyo en situaciones críticas. Cuando sólo se presenta un grupo religioso,
entonces las condiciones son más propicias para la solidaridad intergrupal. También en Los
Cerros se observó:
La población practica el catolicismo, situación que permite cohesión y solidaridad entre los
miembros de la misma, pues no existe ningún otro grupo religioso. Esta agrupación funge
como apoyo de tipo material para los enfermos a los cuales se les asiste y apoya con una
despensa. Las relaciones comunitarias son fuertes y el hecho de que la mayoría sean
familiares les permite apoyo en períodos de escasez económica o compartir gastos en
alimentación como ocurre con algunas familias del lugar.
En el debate contemporáneo en torno al capital social, se reconoce que éste es una suerte
de bien público23. Su función está relacionada con los intereses de los actores que lo ponen
en juego. Es dinámico: organizaciones que fueron creadas para un fin específico, pueden
resultar útiles para otros no previstos en su origen. Se concreta en la acción creativa de los
actores y en la realización de proyectos prácticos. Esa activación hace necesario poner
énfasis en los contextos, en los objetivos que se quieren perseguir y en los lazos o redes que
suministran el recurso.
Esto es particularmente evidente por el hecho de que el capital social a menudo es un
subproducto de actividades iniciadas para otros fines, y puede tener como fin objetivos
distintos respecto de aquellos por los que se ha formado. Una asociación o una organización,
que se han constituido para un determinado fin, pueden revelarse útiles para otro y constituir,
así, un capital social disponible para los actores que tienen acceso a los recursos
organizativos.
23
Bagnasco et al, 2003.
Informe Final
34
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
El capital social suele mantenerse vivo mientras los agentes sociales dependen de una forma
de reciprocidad. Ese capital desaparece cuando se desvanece la reciprocidad o la
dependencia.
Así, el capital social impulsado desde arriba, puede ser muy efímero: ya que no arraiga en un
tejido de reciprocidad que se reproduzca internamente. Sólo perdura mientras haya una
inyección de recursos externa. Una vez que esta inyección desaparece, la obligación
desaparece. Se trata pues de formas de participación cuyo aliento proviene del exterior,
como un flujo de recursos que sostiene temporalmente el involucramiento. En esas
circunstancias, puede afirmarse que la participación no es sostenible, en tanto no se apoya
en las redes o reciprocidades que la propia comunidad alimenta en su intercambio interno. Y
este es justamente uno de los riesgos que corren los espacios de corresponsabilidad
impulsados por el PAL, en la medida en que no siempre logran arraigar en las relaciones de
reciprocidad que la propia comunidad cultiva.
Por último, es conveniente señalar algunos problemas relacionados con la forma en que se
llevó a cabo el levantamiento del padrón de beneficiarios. Aun cuando se siguió un
procedimiento que hizo posible que prácticamente todos los habitantes de cada localidad
accedieran al apoyo del programa, no dejó de haber exclusiones.
El proceso de incorporación de la población al programa tuvo algunas virtudes que es
preciso destacar: contribuyó, en función de una focalización de tipo territorial, a brindar el
apoyo al conjunto de los habitantes de las zonas escogidas. Sin embargo, hay situaciones
que es preciso corregir. Por un lado, no hubo en todos los casos información oportuna acerca
de los objetivos del registro de beneficiarios. En varias localidades, la gente declaró que el
registro tuvo lugar sólo durante un día y sin aviso previo. En estas circunstancias,
encontramos múltiples casos de hogares que no pudieron recibir el beneficio del programa a
causa precisamente de su vulnerabilidad (mujeres con una carga doméstica demasiado
pesada, con escaso apoyo social, ancianos con escasa movilidad, personas con
discapacidad, hogares con viviendas muy alejadas del centro de población). En fin, formas
de exclusión territorial y social que impidieron a algunos grupos acceder a la breve sesión de
registro.
A lo largo de la evaluación, tuvimos oportunidad de escuchar múltiples testimonios y
solicitudes que indican la necesidad de introducir mecanismos claros y periódicos de
corrección, inclusión, depuración y actualización de la lista de beneficiarios. Un problema
frecuente consiste en que las personas que se registraron como beneficiarios son hombres,
pero quienes pueden asistir a recoger el apoyo son las mujeres. Sin embargo, dado que las
Reglas de Operación indican que sólo pueden recoger el apoyo las personas con credencial
de elector, esto suscita múltiples contrariedades.
En términos generales, se hace necesario ofrecer información a la población acerca de los
canales a seguir para resolver problemas de exclusión, formación de hogares, movilidad,
defunción, cambio de titular y otros. Es claro que se requieren reglas y procedimientos más
Informe Final
35
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
públicos. También es importante establecer mecanismos, con mayor énfasis, que trasmitan a
los beneficiarios, los canales disponibles para presentar quejas, dudas y reclamaciones.
Hay localidades control donde se construyeron los Comités de Beneficiarios e incluso se
distribuyeron las credenciales de beneficiarios, pero no ha llegado la ayuda, creando
desconcierto, escepticismo y malestar entre la población.
5. Impactos en la situación de género.
Al abordar una problemática donde la mujer posee la mayor responsabilidad, el PAL ha
contribuido a mejorar y fortalecer la posición de la mujer dentro y fuera del hogar.
A lo largo de esta evaluación se han mostrado ya algunas evidencias en este sentido. Cabe
ahora solamente destacar algunos aspectos que no han sido hasta ahora apuntados.
Uno de los pilares de la seguridad alimentaria es el acceso económico a los alimentos
disponibles. El acceso de la familia a los alimentos depende mucho de su ingreso real. En
años recientes, un creciente número de estudios realizados en México y América Latina ha
mostrado que la mejora del bienestar familiar depende no solamente del nivel de ingreso
familiar, sino también de quién lo devenga. En esos estudios se observa que la mujer tiende
a gastar una parte desproporcionada de sus ingresos en alimentos para la familia, en
comparación con las formas de gasto del hombre. Además, el ingreso de la mujer guarda
una relación más estrecha con la mejora del estado de salud y nutrición de los niños que el
ingreso del hombre24.
¿Por qué tienden las mujeres y los hombres a gastar sus ingresos en forma diferente? De
acuerdo con Quisumbing y colaboradores (2000), las normas sociales y culturales pueden
asignar a la mujer el papel de «vigilante», con el que ella se asegura de que los miembros de
la familia, especialmente los niños, reciban una proporción suficiente de los alimentos
disponibles. Otra posibilidad es que la mujer prefiera gastar más en las necesidades diarias
de los niños porque pasa más tiempo con ellos. Tal vez la mujer tenga restricciones distintas
de las del hombre. Por ejemplo, para reducir al mínimo las diferentes exigencias hechas con
respecto a su tiempo, es posible que la mujer gaste más en alimentos porque compra
calorías más costosas que llevan menos tiempo de preparación. Por último, quizá el hombre
y la mujer tengan diferentes fuentes de ingresos y, por consiguiente, diferentes costos de
transacción. Es posible que el pequeño e intermitente ingreso femenino se gaste con más
facilidad en las necesidades diarias de subsistencia de la familia que el ingreso estacional
recibido de golpe, que suelen percibir los hombres y que puede gastarse en artículos más
costosos.
24
Al recapitular el trabajo de investigación realizado en los últimos años en torno al significado social del creciente número
de hogares con jefatura femenina en América Latina, Feijoo sostiene que “aunque eventualmente los niveles de ingreso
sean más bajos entre los hogares con jefatura femenina, los criterios intradomésticos de distribución de los recursos tienden
a ser más equitativos, lo que se traduce en un incremento en los niveles de bienestar del conjunto de sus integrantes, así
como en un incremento de la autoestima femenina” (Feijoo, 1999: 158).
Informe Final
36
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Otro pilar de la seguridad alimentaria es el logro de seguridad nutricional, es decir, de un
buen estado nutricional con una cantidad suficiente de proteínas, energía, micronutrientes y
minerales para todos los miembros de la familia. Se necesita una cantidad suficiente de
alimentos en el hogar para lograr la seguridad nutricional, pero no basta con eso. Otros
factores clave que contribuyen a la buena nutrición son una atención adecuada de la salud y
de los niños y el acceso a agua limpia y a un buen saneamiento. La mujer tiene la
responsabilidad casi exclusiva de mantener la seguridad nutricional de la familia por medio
de una buena alimentación y de la disponibilidad de otros recursos. Su capacidad para
administrar dichos recursos reviste particular importancia para los miembros más vulnerables
de la familia, como los niños25.
Por otro lado, el tiempo es un punto de importancia crítica para la disponibilidad y el uso de
esos insumos complementarios. Casi sin excepción, los factores no alimentarios que
contribuyen a la nutrición exigen una inversión complementaria de tiempo que, en general,
proviene de la mujer.
En relación a la distribución de los alimentos dentro del hogar, es preciso subrayar que la
mujer puede servir de amortiguadora de las dificultades de la familia, lo que trae como
consecuencia el deterioro de su propio estado nutricional. Esto puede traducirse en mayores
tasas de mortalidad femenina en el grupo de lactantes y niños pequeños.
En general, el PAL contribuye al empoderamiento femenino, aunque ello ocurra de modo
limitado, ya que los recursos que pone a disposición de la mujer son limitados. Como se
sabe, se pueden fortalecer las capacidades de las mujeres proporcionándoles mayor
escolaridad, más información, y fortaleciendo también su posición social, dotándolas de más
crédito, recursos, capacidades para hacer huertas, autonomía para resolver asuntos
económicos, etcétera.
6. Barreras al consumo.
En los estudios de caso pudieron identificarse una diversidad de barreras que limitan el
impacto del PAL en el terreno de la diversificación de los patrones de consumo. Algunas de
estas barreras, como ya hemos apuntado, tienen su origen en hábitos alimenticios,
preferencias o gustos que han sido estructurados a lo largo de muchos años. Estas barreras
son de carácter cultural y pueden convertirse en algunos aspectos en un factor que impide el
disfrute de algunos de los bienes que contiene la despensa suministrada por el programa.
Estas barreras también pueden contribuir a restringir la variabilidad en el consumo de bienes
25
Según Quisumbing, un factor clave en la reducción de la desnutrición infantil se encuentra en los avances en la educación
femenina. “El IFPRI examinó recientemente los factores contribuyentes a reducir la malnutrición infantil en un 15% en el
mundo en desarrollo entre 1970 y 1995. Los datos revelan que el aumento del grado de escolaridad de la mujer representó
43% de la reducción total de la malnutrición infantil y constituye el mayor de los aportes a esa baja. La mejora de la
condición de la mujer representó otro 12%. El incremento de la disponibilidad de alimentos ocupó un segundo lugar distante
después de la educación de la mujer, al contribuir 26% de la tasa de reducción” (Quisumbing et al, 2000).
Informe Final
37
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
que podrían incorporarse a la dieta a partir de los apoyos monetarios del programa. Otras
barreras tienen su origen no en la composición de la demanda (gustos de la población) sino
en la estructura de la oferta, es decir, en la diversidad de productos que suministran los
mercados accesibles a la población. En este sentido, los límites al enriquecimiento de las
pautas de consumo se encontrarían en el terreno de las oportunidades que brindan los
comercios y sistemas de abasto locales. A fin de contar con una visión global de los tipos de
barreras que se pudieron identificar en los estudios de caso, se ha elaborado un cuadro
donde se sintetizan los principales problemas identificados en este campo. Para comprender
el peso de estas barreras, es preciso recordar la forma en que se constituye la dieta básica
de la población estudiada.
En términos generales, la dieta básica de las comunidades rurales se compone de frijoles,
arroz, huevo, sopa de pasta, maíz (tortillas y “antojitos”), salsa (jitomate y chile), aceite (o
manteca), galletas y azúcar; las bebidas cotidianas suelen ser café, pozol, agua natural o
preparada (de algunas frutas) y refrescos. Estos elementos son los que con mayor frecuencia
están presentes en los hogares y en las dos o tres comidas que realizan las familias. Las
variaciones que incluyen otras verduras, frutas o carne dependen de aspectos que tienen
que ver principalmente con la cantidad de recursos económicos, la disponibilidad de estos
productos y las tradiciones culinarias (artes de cocina o conocimientos para preparar los
alimentos). La carne de pollo y la de cerdo son las más accesibles, pero su consumo suele
restringirse a una vez por semana.
En la mayor parte de las regiones el mercado de las comunidades no ofrece amplia variedad
de productos; esto es debido a las escasez económica y a la falta de buenos sistemas de
abasto; la excepción es la región de Veracruz Centro, donde las localidades estudiadas
cuentan con mercados urbanos más cercanos y la posibilidad que tienen los habitantes de
emplearse en los centros urbanos, lo cual mejora sustancialmente su condición económica.
Además el contacto con otros patrones culturales (urbanos) enriquece los patrones de
consumo.
Por el tamaño de las localidades (menos de 500 personas en promedio) no existen mercados
o tianguis. Las escasas verduras que se pueden conseguir en éstas se reducen a cinco o
seis: jitomates, papas, chayotes, yuca, zanahorias y cebollas. Las frutas que se consumen
regularmente dependen de los ecosistemas regionales y de si se cuentan con espacios para
su cultivo. Las frutas que se consumen (directamente o en agua fresca) son muy pocas y
suelen limitarse al plátano, el limón y la naranja principalmente, y quienes las consumen
generalmente son los niños (se perciben como un postre para ellos). El consumo de otras
frutas es escaso y se encuentra circunscrito en cada región a los límites que plantea la
disponibilidad estacional (mango, papaya, etc.).
Son muy pocas las familias que cuentan con algún espacio donde cultivar alimentos. En
Chiapas y Veracruz Centro, a diferencia de Tabasco y Sur de Veracruz, existe un consumo
(restringido) de algunas plantas alimenticias, condimenticias y medicinales que se recolectan
y/o cultivan en los traspatios o en las parcelas.
Informe Final
38
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Con frecuencia, para poder adquirir frutas o verduras e incluso carne de res, es preciso
transportarse a las ciudades pequeñas. Esta distancia puede variar desde 5 a 20 kilómetros.
Dados los costos que implica el trasladarse, la mayoría de las familias sólo realiza estas
compras si tiene otro motivo (laboral, escolar, de salud) para ir a éstas ciudades. Es más
común que una camioneta visite las localidades para ofrecer estos productos una o dos
veces por semana.
CUADRO 2. BARRERAS AL CONSUMO SEGÚN REGIÓN Y TIPO DE ALIMENTOS
Barreras
Frutas y
Verduras
Chiapas
Las barreras para el
consumo de frutas y
verduras provienen de
varios factores:
Falta de recursos
económicos para
adquirirlos en el mercado
local.
Falta de condiciones y
experiencia en el cultivo
de algunas verduras de
traspatio.
Limitada disponibilidad
estacional que impide el
consumo de frutas en la
región.
A pesar de que en la
mayoría de las
comunidades visitadas (la
excepción es San Isidro)
las familias poseen
espacios en donde es
posible cultivar árboles
frutales y cosechar
algunas verduras, ésta no
es una actividad que esté
considerada como una
alternativa ante la
escasez. Esto es debido
por un lado a la falta de
conocimientos técnicos y,
por otro, a posibles
limitaciones de los suelos
con que se cuenta.
Tabasco
Veracruz Centro
Veracruz Sur
Una de las principales
barreras para el consumo de
frutas y verduras son los
bajos ingresos. Sólo una
pequeña parte de los
recursos monetarios
adicionales (directos o
indirectos) que hace posible
el apoyo del PAL es utilizada
para el consumo de nuevos
productos alimenticios, como
podrían ser las frutas y
verduras.
A diferencia de las
regiones de Chiapas y
Tabasco, aquí los
mercados ofrecen una
mayor variedad de frutas
y verduras y por
consiguiente las familias
incluyen en su dieta
diaria algunas verduras y
frutas como calabacitas,
acelgas, zanahorias,
ejotes, manzana, melón
y plátano.
El consumo de
verduras en los
hogares de las
comunidades es
bajo y en muchas
ocasiones se reduce
a las indispensables
para guisar, como
son tomate, chile,
cebolla y ajo.
La parte que sí es utilizada
para el consumo de
alimentos, reproduce el
patrón de compra y consumo,
el cual tiene un mínimo de
verduras, pocas frutas y
cantidades poco significativas
de carne de pollo.
Sin embargo su acceso
está restringido por el
precio; no todas las
familias tienen el mismo
acceso y consumo.
Sólo una minoría, por
prescripción médica, o
contacto con otros patrones
de consumo, ha incorporado
las verduras o una variedad
mayor de frutas a su
consumo.
Informe Final
Las barreras al
consumo de estos
productos son de
tipo económico, de
disponibilidad y
abasto; otros
factores serían
culturales.
En general podemos
decir que para la
zona sur, la falta de
recursos
económicos y la
ausencia de un
mercado cercano
son las limitantes
que reducen su
consumo.
39
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Carnes
En cuanto al consumo de
la carne las barreras
provienen de los
siguientes aspectos.
Limitada disponibilidad
económica.
Información confusa,
proveniente de distintas
instituciones como la
iglesia, la clínica y los
medios de comunicación
acerca del carácter
dañino de la carne de
cerdo y el pollo de granja.
En la comunidad de
Amador Hernández el
pastor (iglesia adventista)
ha mencionado lo
perjudicial que resulta
consumir la carne de
cerdo, productos de
granja (huevo y carne),
azúcar, coca cola y café.
Despensa
En el caso de la clínica
las recomendaciones de
excluir la carne fueron
dirigidas a personas con
problemas de salud.
En términos generales no
existen barreras para el
consumo de los alimentos
de la despensa, pero sí
observamos que no todos
los productos gozan de la
misma aceptación. La
baja aceptación se debe
a falta de gusto y
costumbre para consumir
algunos alimentos como
la sardina y el atún, y de
conocimiento para la
preparación de productos
como la carne seca
(machaca).
El sabor y la consistencia
de algunos alimentos
(como la sopa de pasta)
no resultan agradables
para algunas familias. Al
cocinar la sopa, según
indican las beneficiarias,
la pasta “se bate” (es
decir, se desbarata).
El consumo de carne de res
es ocasional para las familias
con menos ingresos y se trata
de carne de poca calidad
(retazo).
Sólo en las familias de
mayores ingresos se
consume carne de pulpa o
bistec.
Este consumo está vinculado
con platillos especiales (carne
polaca, barbacoa) los cuales
están vinculados a los días de
fiesta. Por tanto, el consumo
es ocasional.
La carne de cerdo es un
producto que gusta a la
mayoría de las familias pero
es considerado como dañino;
contradictoriamente es uno de
los productos que más se
consume en las festividades
de la región.
La zona centro posee un
mayor consumo de
carne, de res, pollo y
cerdo; en general las
familias consumen carne
de pollo y cerdo casi una
vez a la semana, incluso
en las familias con
menos ingresos.
La carne de cerdo es la
única que presenta
barreras para su
consumo, y éstas tienen
que ver con problemas
de salud y con
prohibiciones religiosas.
Sin embargo es
apetecida por las
mayorías de las familias.
En la comunidad de San
Nicolás, se documentó
un caso de cisticercosis
en una persona, quien
ha quedado paralizada
por este padecimiento.
Algunas poblaciones tienen
acceso irregular a pescados y
mariscos.
En general, los alimentos que
incluye la despensa son
aceptados y consumidos por
las familias beneficiadas. Al
igual que en las demás
regiones la falta de gusto y
costumbre impide que
algunos alimentos como la
sardina, el atún y la carne
seca (machaca) sean
aceptados plenamente.
Para el caso de Tabasco el
rechazo a la sardina y el atún
obedece también a que estos
productos pueden ser
sustituidos por pescado
fresco de la región.
En las comunidades
de Veracruz Sur, el
consumo de carne
de res es poco
frecuente, se limita a
una o dos veces al
mes.
Las barreras al
consumo de carne
sólo se hacen
patentes en el cerdo,
y éstas tienen dos
orígenes: de salud
(las pláticas
ofrecidas por el
personal de la
clínica les ha
informado de los
riesgos que implica
consumirla) y de
carácter cultural (el
cerdo sólo es
consumido por
católicos, pues la
religión protestante
expresamente lo
prohíbe).
A igual que en las otras
regiones, los productos
que observan rechazo
son la sardina, el atún y
la carne seca. El rechazo
se debe principalmente
al desconocimiento o a
la falta de gusto hacia
estos productos.
En general los
productos de la
despensa son
bienvenidos por los
beneficiarios, con
excepción de la
carne seca, la sopa
de pasta y la
sardina; a diferencia
de las otras
A pesar de éste rechazo, regiones, el atún es
es en esta región donde apreciado.
estos alimentos se
integran con mayor éxito
a la dieta diaria de las
familias (se cuentan con
más conocimientos de
preparación).
También en esta zona se
advierte rechazo a la sopa de
pasta.
Informe Final
40
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
7. Comparación de Modalidades desde el punto de vista de su impacto.
7.1 Localidades Control.
Al confrontar las observaciones reunidas en las localidades control con la situación
prevaleciente en las localidades de intervención, se observa en primer término que el PAL ha
contribuido de diversas maneras a mejorar la dieta de la población. En las localidades donde
no se registra ningún programa social, el patrón de consumo es sumamente limitado (en
cantidad) y restringido (en variedad). Es poco frecuente que en ellas se presente el consumo
de carne. En general, la única forma de proteína animal accesible, de modo esporádico, es la
carne de pollo (dos o tres veces al mes) o la de cerdo (en festividades). Tampoco es
frecuente que se disponga de una dieta diferente para los niños y para las madres lactantes.
El consumo de leche entre la población infantil es sumamente limitado. El consumo de frutas
y verduras suele ser muy escaso. Y esto es particularmente agudo cuando la localidad se
encuentra en un entorno donde se ha perdido la diversidad de los ecosistemas, o cuando la
localidad posee un bajo nivel de conectividad con los mercados de abasto (escasas vías de
comunicación). Con todo, aun en estas localidades, se registra la presencia del consumo de
alimentos de poco valor nutritivo (“chatarra”). Excepcionalmente, en estas localidades se
presentan algunos programas sociales auspiciados por los gobiernos municipales y
estatales, que contribuyen a mejorar la alimentación de la población infantil (“Desayunos
escolares”) y de la población de mayor edad (“Desayunos comunitarios”). Estos programas
han contribuido a diversificar la dieta, introduciendo de modo incipiente nociones sobre el
valor de los alimentos y sobre los modos de preparar alimentos de bajo costo y alto
contenido nutritivo (por ejemplo, la soya).
7.2 Localidades Despensa con Plática.
Al considerar la situación que prevalece en las localidades donde opera la modalidad
Despensa con Plática (D+P), se observa que el impacto del PAL es positivo aunque con
ciertas limitaciones. Es positivo por cuanto contribuye de modo directo a incorporar o a
incrementar en la dieta la presencia de ciertos alimentos (leche, atún, cereal); y de modo
indirecto, en virtud de los ahorros que hace posible y que inauguran la posibilidad de adquirir
o incrementar la adquisición de alimentos que son poco frecuentes (carne, frutas, verduras).
El impacto es limitado por dos razones. En primer lugar, en la medida en que los cambios en
el patrón de consumo se restringen al tiempo que dura el consumo de la despensa (de una a
dos semanas). Y en segundo lugar, porque algunos de los bienes que contiene la despensa
no siempre son apropiados al gusto de las poblaciones beneficiarias (sopa de pasta,
Informe Final
41
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
machaca, sardina). Sólo las poblaciones que cuentan con una “tradición culinaria” (artes de
saber cocinar y elaborar), o padecen más carencias, los consumen, y ello suele implicar
solamente a los adultos, quedando la población infantil relativamente al margen del disfrute
de esos bienes. Aun cuando la acción educativa está orientada a que la población valore
todos los bienes de la despensa y construya una dieta más balanceada (compuesta por una
diversidad de alimentos), se encontró poca evidencia en el sentido de que la población sea
sensible a su mensaje y diversifique su dieta. Son escasas las evidencias de que se han
ampliado los recursos cognoscitivos para preparar los alimentos (y estas evidencias suelen
asociarse a la presencia de otros programas, como los “desayunos escolares”, donde las
madres aprenden a preparar nuevos alimentos). Salvo la leche, que beneficia sobre todo a la
población infantil, son raros los alimentos de la despensa que la población adquiere una vez
que ésta se agota.
7.3 Localidades Despensa sin Plática.
Al considerar la situación de las localidades donde opera la modalidad Despensa sin Plática
(D-P), se aprecia que el impacto del programa es semejante al observado en la modalidad
anterior (D+P). Aquí también, los bienes que contiene la despensa generan un impacto
positivo pero limitado. Positivo por cuanto contribuye de modo directo a incorporar o a
incrementar la presencia de ciertos alimentos (leche, atún, cereal). Además, de modo
indirecto, merced al ahorro que hace posible en alimentos de consumo cotidiano (maíz, frijol,
arroz, aceite), permite que las familias dediquen parte de sus escasos recursos a la
adquisición de alimentos que regularmente tienen poca presencia en su dieta (frutas,
verduras, carne). Pero, al igual que en la modalidad anterior, el impacto es limitado ya que
sólo perdura el tiempo en que se consumen los alimentos que integran la despensa. A ello
hay que añadir que también aquí se observa que algunos bienes no son del agrado de toda
la población, y en consecuencia su consumo es restringido (sardina, sopa de pasta,
machaca), acotándose el beneficio de estos productos a sólo una parte del grupo doméstico
(la dieta de algunos adultos). Los niños obtienen el principal beneficio en lo relativo a la
mayor disponibilidad de la leche, la cual incluso suele adquirirse después de haberse
agotado en la despensa. La ausencia de la acción educativa no parece marcar diferencias
importantes respecto a la modalidad donde ésta sí está presente. En consecuencia, aquí es
también ostensible la importancia de los patrones de consumo tradicionales (poco
diversificados, con altas proporciones de ingesta de harinas, grasas y azúcar). Las
localidades y las familias que cuentan con una mayor apertura cultural en el terreno de los
hábitos alimenticios, pueden obtener mayor provecho de los alimentos proporcionados por la
despensa. Desafortunadamente, en la mayor parte de las localidades se observa un
empobrecimiento de la cultura alimentaria, lo cual explica las limitaciones en el repertorio de
opciones para preparar y degustar los alimentos.
7.4 Localidades Efectivo más Plática.
En lo que respecta a las localidades donde opera la modalidad Efectivo más Plática (E+P) se
observa que, salvo algunas excepciones, la acción educativa no parece incidir en los
Informe Final
42
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
patrones de consumo. En consecuencia, el impacto se traduce sobre todo en la posibilidad
de adquirir en mayor cantidad bienes que ya forman parte de la dieta (maíz, frijol, aceite,
pastas, algunas verduras) o en la posibilidad de incorporar temporalmente algunos alimentos
que suelen tener poca presencia en la dieta diaria (carne, verduras, fruta). Una variable
importante para que esta modalidad potencie su impacto se encuentra en el acceso de las
familias beneficiadas a un mercado de alimentos. Como puede apreciarse en los estudios
por localidad, el hecho de disponer de más recursos monetarios no siempre garantiza que
estos se empleen en la adquisición de más y mejores alimentos. La escasa oferta (en
diversidad y calidad) de bienes para la nutrición en los mercados próximos a la población
beneficiaria determina que el incremento en la capacidad adquisitiva no pueda traducirse en
una efectiva diversificación de la dieta. Las localidades que cuentan con mejores condiciones
de abasto o que se encuentran cercanas a mercados urbanos, son las que aprovechan mejor
el apoyo monetario proporcionado por el PAL. En esas localidades las familias pueden
emplear parte de sus recursos en la compra de bienes distintos a los habituales. De las cinco
localidades estudiadas bajo esta modalidad, cuatro contaban con buenas vías de acceso
(Las Cholinas, San Isidro, Laguna de Cucuyulapa, Almolonga) y sólo una carecía de buenas
condiciones de comunicación (Norberto Aguirre Palancares). En todas ellas, el impacto de
esta modalidad se tradujo en una ampliación temporal del acceso a ciertos alimentos (carne
y verduras). Cuando no hay acceso próximo a los mercados, una parte del apoyo se disipa
en el transporte. Por otro lado, es importante tomar en cuenta otra variable: la apertura
cultural a experimentar y disfrutar de alimentos distintos a los que la escasez cotidiana
permite. Aquellas poblaciones con mayor tradición culinaria (saber hacer, saber preparar,
saber utilizar), pueden aprovechar mejor los recursos monetarios para diversificar su dieta.
Un fuerte arraigo del patrón alimentario tradicional, ya erosionado por largos años de
escasez, reduce el margen de variación de la dieta.
7.5 Localidad Integralidad.
En lo que respecta a la modalidad conocida como de integralidad (apoyos alimentarios y
apoyos a la vivienda), se observó que esta modalidad, auspiciada por el Gobierno del Estado
de Tabasco, no tiene una existencia real. Aun cuando se planteó un dispositivo de
investigación orientado a captar su implementación en algunos municipios del estado de
Tabasco, en ninguna de las localidades estudiadas pudo apreciarse la presencia de
intervenciones sobre el espacio habitacional de las poblaciones beneficiarias. En
consecuencia, las localidades examinadas no muestran evidencia de contar con acciones de
apoyo que complementen la intervención del PAL. De hecho, como puede verse en los
estudios de caso, no se registraron diferencias respecto de las modalidades implementadas
en las demás regiones incluidas en esta investigación.
8. Recomendaciones.
8.1 En relación al capital social, la corresponsabilidad y la participación.
Informe Final
43
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
Cabe destacar que el programa ha tenido un impacto positivo en aquellas localidades donde
la mujer padece situaciones de inequidad de género. En el curso de la investigación pudo
observarse que en aquellos ámbitos, sobre todo indígenas, donde la mujer cuenta con
escasos espacios de participación social, es decir, donde la mujer se encuentra
prácticamente ausente de la esfera pública, el hecho de que el programa propicie la
formación de un espacio de participación, un tiempo donde las mujeres pueden hablar y
contribuir a dilucidar asuntos que les competen, constituye un impacto importante del PAL.
El hecho mismo de ofrecer un recurso que ellas, las mujeres, pueden aportar a la economía
del hogar, un recurso que les da a ellas facultades para mejorar el bienestar de la familia, les
confiere, más allá de los bienes tangibles que aporta, un bien intangible: orgullo, dignidad,
autonomía [empoderamiento]. A ello hay que añadir que cuando el recurso se entrega
directamente a la mujer (efectivo), eso puede significar dotar a la mujer de capacidad de
decisión en el interior del grupo doméstico.
El programa propicia asimismo que las redes sociales de apoyo ya existentes se vean
fortalecidas. Al proporcionar un recurso que puede ser redistribuido entre los miembros de la
red (de parentesco, de amigos, de compadrazgo, de vecinos), contribuye a hacer efectivo un
potencial que se encuentra ahí latente.
El programa también ha propiciado que, en el curso de los temas que se abordan en los
talleres que se forman bajo su influencia, se traten otros asuntos, como la violencia
intrafamiliar o la violencia de género. Al hacer posible que se traten estos temas el programa
ha contribuido, de manera indirecta, a hacer visibles problemas que no suelen tematizarse
de modo abierto en la vida pública de estas comunidades. Y gracias a ello se crean
condiciones para el fortalecimiento de la comunidad femenina.
El programa también ha fortalecido el tejido social cuando, al invitar a la comunidad a realizar
actividades de beneficio colectivo, la comunidad se involucra en tareas que, decididas por
ella misma, mejoran la calidad de vida de todos los participantes. Así ocurre cuando la mayor
parte de los beneficiarios asume como un compromiso el dar una parte de su tiempo y su
energía a la realización de una meta que cuenta con la aprobación general. Diversos
ejemplos de ello los encontramos en las localidades donde la gente se siente orgullosa por la
limpieza de su pueblo, tarea promovida por el comité de beneficiarios del PAL (un ejemplo de
ello es Almolonga).
Sin embargo, el programa ha tenido también efectos ambivalentes o negativos en este
terreno, sobre todo cuando no todos los participantes están de acuerdo con la tarea que se
asigna el colectivo, o cuando no están claras las reglas que ordenan la participación de los
beneficiarios en esas tareas. En esas circunstancias, las tareas pueden percibirse como un
costo que ha de pagarse por recibir los beneficios del programa, o como un costo que se
distribuye de modo desigual, pues no está clara la forma en que se reparten las cargas (y
por qué algunas personas están exentas de llevarlas a cabo). En ambos casos, los
beneficiarios experimentan o perciben como una suerte de coacción la invitación a participar
Informe Final
44
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
en las tareas de beneficio colectivo: conciben su involucramiento en esas actividades como
un requisito que han de cumplir para hacerse merecedores de los beneficios del programa26.
La ausencia de reglas y la falta de claridad acerca de los fines que se plantea el PAL al
auspiciar estas actividades, pueden considerarse como causas de esta problemática. De
hecho, de acuerdo con las Reglas de Operación del PAL, no es propiamente un requisito, ni
tampoco es una condicionante para recibir el apoyo, el participar en estas actividades. Los
fines que se plantea el colectivo, deben ser consensuados por la comunidad de beneficiarios,
y la repartición de las cargas (tiempo y calidad del esfuerzo solicitado) debe ser transparente
y equitativa. Por consiguiente, además de difundir ampliamente las Reglas de Operación, se
recomienda a los Comités de Beneficiarios tomar en cuenta las dificultades que pueden tener
para participar en estas actividades los grupos con mayor vulnerabilidad, como ancianos,
discapacitados y mujeres que son jefas del hogar.
Una de las tareas que compromete al colectivo de beneficiarios, tiene que ver con la
descarga de las despensas. Dado que esto implica un esfuerzo físico, llega a ocurrir que
algunas beneficiarias paguen a un tercero para que haga por ellas el trabajo de bajar y
trasladar las despensas desde el camión distribuidor hasta el almacén donde éstas se
reparten. Cuando en el padrón de beneficiarios se registraron los varones, la tarea de mover
las despensas recae en ellos, pero en este caso la actividad sólo puede llevarse a cabo el
día en que ellos están disponibles (sábados pero sobre todo domingos). Cuando en el
padrón se registraron las mujeres (cosa que no sólo fortalece a la comunidad femenina, sino
que también facilita el acceso de las mismas al apoyo), el problema de la descarga se
complica, pues no todas pueden afrontar una tarea que exige fuerza física. En consecuencia,
se recomienda tomar en cuenta estas dificultades para lograr una participación equitativa
de ambos géneros en la tarea de recepción y descarga de las despensas. Esto
probablemente exija actualizar el padrón de beneficiarios.
8.2 En relación a la operación de las tiendas DICONSA y el crédito.
Como ya se ha mencionado, en algunas localidades la tienda DICONSA se constituyó a raíz
de la entrada en operaciones del PAL. A fin de distribuir los recursos del programa, era
menester contar con una tienda DICONSA en las localidades para suministrar los apoyos del
PAL. Ahora bien, para que la tienda funcione, es necesario que haya un mínimo de ventas. Si
este no se logra, se corre el peligro de que se cierre la tienda, y entonces el apoyo ha de
suministrarse en otra localidad, que puede estar a treinta minutos de viaje o incluso a más
distancia. Considerando esta necesidad, los Comités de Beneficiarios acordaron en diversas
localidades realizar un mínimo de compras en estas tiendas. Para los beneficiarios, es
importante entonces que la tienda logre un mínimo de ventas, pues es la única forma de
26
De hecho, se registraron casos en los cuales la gente pagaba a un tercero la realización de la actividad de beneficio
colectivo: hasta ese extremo llega la percepción como un costo de dicha actividad. La gente con menos pobreza podía
pagar a alguien para que barriera la parte de la calle que le correspondía (ver Estudios de Caso).
Informe Final
45
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
evitar que se cierre la tienda e impedir que se vuelva necesario hacer viajes a otros pueblos
para recoger el apoyo, con el costo que eso implica.
Como hemos visto, esta situación se resolvió en algunos casos a través de sugerir a los
Comités de Beneficiarios la adquisición de un mínimo de productos en la tienda. Esta
sugerencia fue examinada por los comités en asambleas reunidas para examinar su
viabilidad. En diversos casos el Comité de Beneficiarios adoptó el compromiso de hacer un
mínimo de compras27. Sin embargo, para algunos beneficiarios este acuerdo resultó difícil de
cumplir: como puede verse en los estudios de caso, algunos entrevistados han preferido
gastar sus magros ingresos en otros establecimientos. La razón de ello es porque buscan
mejor precio o porque tienen crédito en otras tiendas. En algunas localidades, el hecho de
que la gente no compre en la tienda de DICONSA es percibido como una falta de
cooperación o de cumplimiento con los acuerdos de la asamblea de beneficiarios28.
En otras localidades, se adoptó un acuerdo que buscó resolver de modo colectivo el
problema. Así, en el caso de Paso Grande, también en el centro de Veracruz, se elaboró una
propuesta que contribuyó a crear un mecanismo de crédito colectivo: se trata de organizar
tandas, una suerte de sorteo donde las participantes aportan una suma de dinero pequeña
pero suficiente para reunir una bolsa que alcanza para adquirir periódicamente despensas,
mismas que se entregan a las participantes de la tanda de manera aleatoria. Con ello se
resuelven necesidades de los hogares, y al mismo tiempo se satisface una necesidad
colectiva: garantizar un mínimo de compras para que la tienda sea viable en términos
económicos.
Las tandas son una forma de participación que garantiza el “autofinanciamiento” de la tienda
DICONSA. El motivo de llevarlas a cabo, fue por las bajas ventas que tiene el establecimiento,
ya que la población adquiere sus productos a crédito en las otras tiendas de la comunidad, a
pesar de que muchos productos son en ellas más caros.
El crédito, por otra parte, constituye un mecanismo que confiere ventaja a un establecimiento
económico en la competencia por los clientes. Cuando un comercio lo adopta, tiende a ser
emulado por otros comercios. En una de las localidades de control estudiadas, este aspecto
se hizo manifiesto al comparar las diversas tiendas existentes en el pueblo (Cucuyulapa
primera sección, Tabasco).
Esta tienda también es la preferida, pues fía a todos los vecinos, incluyendo a los de la nueva
sección. Este mecanismo de crédito es importante ya que la paga del salario de los vecinos de
la nueva sección es semanal e insuficiente para poder comprar los alimentos para períodos
27
Las localidades donde se adoptó este compromiso son las siguientes: Norberto Aguirre Palancares, Las Cholinas, Anta,
Amador Hernández, Almolonga, Tepetates y Paso Grande.
28
En algunos casos, la persona responsable de la tienda se convirtió en un agente de supervisión que podía denunciar (e
incluso presionar) a los beneficiarios que no cumplían con la recomendación de gastar en su establecimiento. Para algunos
beneficiarios esto se vivió como una coacción. Se tienen evidencias de que se llegó a sancionar por esta razón. En
Almolonga, por ejemplo, en el centro de Veracruz, esta situación dio origen a que se le retuviera la despensa a una
beneficiaria.
Informe Final
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
más prolongados. Algunas vecinas que venden antojitos y pozol se ven obligadas también a
fiar, al igual que el expendedor de pollo, pues piensan que de otra manera sus ventas serían
mínimas.
Ante esta situación, se recomienda estudiar la posibilidad de que las tiendas DICONSA
ofrezcan algún mecanismo de crédito a la población con menos recursos, un mecanismo que
permita a la población incrementar su capacidad de planeación y ejercer el uso adecuado de
sus escasos recursos.
8.3 En relación a la acción educativa.
Como ya hemos señalado, a la persona que replica en la comunidad el contenido de la
plática educativa, se le llama el facilitador. Esta persona suele ser el presidente del comité de
beneficiarios y debe tener una diversidad de atributos para asumir esta responsabilidad. Por
un lado, debe contar con la confianza y el respeto de la comunidad de beneficiarios, pues
una de sus funciones es convocar al grupo a participar en diversas actividades. Por otro,
debe contar con un mínimo de conocimientos y de escolaridad para poder captar las ideas
básicas que recibe durante los talleres de capacitación en los que participa, para luego, más
tarde, replicar estas ideas ante el auditorio de sus vecinos (el resto de los beneficiarios) y de
esa forma constituirse en promotor de nuevas prácticas de alimentación, salud e higiene.
Las reglas del programa establecen que el facilitador o presidente del comité de beneficiarios
ha de ser miembro de este colectivo, en el seno del cual es escogido a través de
procedimientos democráticos. Sin embargo, en algunas comunidades, no se presentan
condiciones favorables a la participación (no hay experiencias previas en este sentido o, por
la misma situación de pobreza, no se dispone de tiempo para dedicarlo a ello, o la historia del
asentamiento no ha permitido el desarrollo de un capital social) y la persona escogida asume
esta responsabilidad como una carga no deseada. Sin una atmósfera de participación, las
funciones del presidente o facilitador encuentran un escenario difícil para desplegarse. Es
preciso tomar en cuenta la disponibilidad efectiva del facilitador. Para muchos de ellos,
asumir esta responsabilidad implica dedicar tiempo a una serie de actividades (asistir a las
pláticas de capacitación, dedicar un tiempo a organizarlas y replicarlas, estar pendiente del
proceso de reparto de los apoyos) del cual no siempre disponen (un día de trabajo puede
significar mucho en su economía).
En lo que concierne a la acción educativa, a pesar de la buena voluntad del facilitador, éste
en ocasiones no cuenta con el mínimo de recursos para cumplir esa función (saber leer y
escribir por lo menos). Esto puede generar una situación que empobrece la calidad de la
acción educativa. En general, las reglas impiden participar en esta actividad a individuos que
no sean beneficiarios directos del PAL, aun cuando posean un capital escolar que les faculta
para dar la plática educativa (en algunas localidades se registró la presencia de personas
con estudios de enfermería o con educación media que podían fortalecer la acción
educativa). Si bien el programa busca involucrar a todos los beneficiarios en esta actividad, el
hecho es que en la práctica los que asisten a estas reuniones de información ven frustradas
Informe Final
47
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
sus expectativas (obtener información útil) si la persona que imparte la plática no tiene
autoridad moral (respeto y legitimidad) o confiabilidad (la gente no le concede crédito a sus
palabras). En consecuencia, asistir a estas reuniones deja de cumplir su objetivo, construir
un horizonte de conocimientos para todos en torno a prácticas recomendables de salud y
nutrición, y se convierte en un trámite, un requisito que todos deben cumplir, aunque no se
aprenda nada en ellas. Bajo estas circunstancias, el impacto perseguido queda neutralizado,
ya que la actividad pierde su propósito. Por ello, sería recomendable propiciar la participación
de personas con una mayor escolaridad, aunque no sean beneficiarias directas del
programa, en las tareas educativas.
Un aspecto que determina los límites de la acción educativa se encuentra en la ausencia de
materiales de apoyo para que ésta se lleve a cabo. En general, no hay material didáctico,
instrumentos pedagógicos, que suministren recursos auxiliares a la persona responsable de
impartir la plática educativa. Con estas carencias, es difícil que la acción educativa surta
efecto por sí misma. Sus beneficios son fruto de las capacidades del facilitador, que puede
solicitar apoyo externo (enfermeras, médicos) pero sobre todo de otros programas que
operan en el seno de la comunidad, los cuales suelen impartir sus conferencias con personal
capacitado y con materiales de apoyo. Es muy necesario, en todo caso, ofrecer recursos
pedagógicos a los beneficiarios a fin de fortalecer la acción educativa. A pesar de asistir con
interés a las pláticas, algunas personas guardan escasa memoria de los contenidos de las
mismas. Por ello, suministrar materiales de apoyo podría potenciar la acción y la
perdurabilidad de sus efectos. Ha de tomarse en cuenta asimismo la presencia de grupos
campesinos e indígenas cuyo acceso a la alfabetización y al castellano es restringido. En
todo caso, se recomienda reforzar el mensaje educativo a través de la repetición y
profundización del mismo.
Ahí donde la plática posee impactos positivos, estos pueden darse en diversos terrenos.
Además de contribuir a la difusión de mejores prácticas de higiene, salud y nutrición, el PAL
también crea un espacio de socialidad que las mujeres pueden aprovechar por cuanto
inaugura una esfera a veces inexistente en la localidad, en la cual pueden ventilarse asuntos
de la comunidad femenina. Se recogieron testimonios que indican que cuando la plática se
imparte de manera adecuada, ésta contribuye a la generación de prácticas de higiene, de
alimentación balanceada, de lactancia adecuada y, en general, de salud para la familia.
Asimismo, en el curso de los grupos focales, la población beneficiaria manifestó que el
espacio abierto por esta actividad propicia la posibilidad de que las mujeres posean una
esfera de participación.
En general, se observa que las pláticas poseen mayor impacto en su auditorio cuando las
imparte una mujer. Dado que una parte importante de los contenidos educativos tienen que
ver con las prácticas alimentarias, las mujeres no encuentran convincente el mensaje emitido
por un hombre, que en muy raras ocasiones posee experiencia en este terreno. De hecho, la
presencia de varones en el seno del auditorio no parece tener sentido para ellos mismos, ya
que salvo excepciones no son ellos los responsables de preparar los alimentos (ni de cuidar
a los niños) en el seno del hogar. En consecuencia, pareciera recomendable hacer claro que
Informe Final
48
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
el mensaje educativo posee más impacto cuando el receptor es la mujer (si bien no se trata
de excluir a los hombres, lo más conveniente sería que estos pudieran tener pláticas
adecuadas para ellos, desde el punto de vista del género). El proceso de transmisión de
nuevas prácticas de alimentación, salud e higiene puede adquirir mayor vigor si toma en
cuenta a la comunidad femenina como sujeto principal de estas prácticas29.
A fin de fortalecer el componente educativo, se considera extremadamente importante y
recomendable dar voz a las poblaciones para que se incluya la dimensión cultural en los
programas, sobre todo en aquellos contextos donde la dimensión étnica es notable.
Asimismo, se recomienda involucrar a las instituciones de educación media y superior que se
encuentran cerca de los contextos de operación del programa. A través de los programas de
servicio social, el personal docente y los estudiantes que se encuentran en vísperas de
recibir su titulación (pasantes) pueden participar en las actividades educativas y apoyar a las
mismas creando materiales educativos. Particularmente relevante puede ser la participación
de estudiantes de las áreas de salud (nutrición, enfermería, medicina), ciencias sociales,
pedagogía, agronomía y biología, pues a partir de un enfoque de carácter interdisciplinario
puede lograrse una mejoría sustancial en los diversos factores que se han identificado como
determinantes de la vulnerabilidad social: condiciones de la vivienda, sanidad de los espacios
públicos, manejo de animales de corral, higiene en la preparación de los alimentos,
alternativas para producir complementos nutricionales, aprovechamiento de los ecosistemas
locales, reglas de organización social que promueven condiciones de equidad y
transparencia en el acceso y manejo de los recursos de la comunidad.
En general, se recomienda una colaboración más estrecha con los programas del sector
salud y educación, ya que estos podrían contribuir a hacer más eficaz la operación del
componente educativo.
En algunas localidades, el mensaje de la práctica educativa cuenta con un contexto poco
propicio para que puedan llevarse a cabo sus recomendaciones. Como puede verse en los
estudios de caso, ahí donde es muy difícil el acceso a ciertas infraestructuras (agua potable,
drenaje, sanitarios) y servicios (recolección de basura) o donde las viviendas carecen de
ciertas condiciones (hacinamiento), las recomendaciones de la acción educativa pueden
resultar poco eficaces si no se emprenden acciones prácticas para transformar el contorno
material (que haría posible su realización). En este sentido, la acción educativa no debe
limitarse sólo a describir situaciones (ideales) sino también debe incluir un elemento práctico
(atenuar la vulnerabilidad en las condiciones ambientales de la población). Esto es
particularmente importante en relación a la diversificación del régimen alimenticio. Si no
hay una oferta diversificada, el mensaje dirigido a incluir nuevos alimentos en la dieta resulta
poco realista ya que no hay condiciones efectivas para suministrar los bienes que hagan
posible esa diversificación.
29
En algunas localidades la gente preferiría que el facilitador fuese una mujer, pero esto encuentra dificultades dada la
problemática de inequidad de género que prevalece en muchas áreas culturales del país. Así, por ejemplo, en el curso de la
evaluación, se registraron situaciones en las cuales los maridos manifestaron rechazo a que la mujer se desprenda del
grupo doméstico por causa de participar en actividades asociadas al programa.
Informe Final
49
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
8.4 En relación a la situación de género.
Al proponerse atender la situación alimentaria de todos los miembros de los hogares, el
programa incide en las desigualdades que se presentan en el acceso a la alimentación
dentro del grupo doméstico. Si bien el conjunto de la familia puede padecer restricciones en
cuanto a su nutrición, se ha observado que la mujer suele experimentar un acceso más
restringido que el hombre y los hijos a algunos alimentos. La investigación de campo
confirmó esta situación en los diversos contextos de análisis.
Los estudios revelaron que la mujer, como administradora de la escasez, prefiere privarse a
sí misma de algunos alimentos, en detrimento de su salud, y conceder a los niños y al
hombre los alimentos disponibles. Se establece así un criterio de asignación que coloca a la
mujer bajo un patrón de alimentación compuesto fundamentalmente de harinas (tortillas de
maíz) y que la hace proclive a la obesidad y la desnutrición. Mientras que los niños pueden
disfrutar de otros programas sociales (como los desayunos escolares) y los hombres pueden
acceder a otros alimentos (cuando salen al trabajo), la mujer no suele disponer de estas
alternativas.
La evaluación mostró que en las localidades donde la mujer tiene mayor influencia en la
gestión del gasto familiar, la situación alimentaria de los miembros del hogar mejora. La
ayuda que proporciona el PAL, sobre todo cuando es en efectivo, puede tener mayor impacto
en la alimentación cuando la mujer lo administra. La mayor parte de las beneficiarias
consideraron que la modalidad en efectivo tiene la virtud de que les ofrece a ellas la
posibilidad de ganar espacios de autonomía (empoderamiento) dentro del hogar; pero
también hubo grupos de mujeres que indicaron que la virtud de la modalidad en especie
consiste en que neutraliza la posibilidad de que el hombre emplee el dinero para fines
distintos que los alimentarios.
El programa ha hecho posible, de manera incipiente, que las mujeres tomen conciencia de
los efectos nocivos de una alimentación poco balanceada. Sin embargo, no se cuenta
todavía, de modo estable, con una estructura de oportunidades más variada que permita, de
modo efectivo, modificar el patrón de consumo alimentario. Durante el tiempo que dura la
despensa o el efectivo que entrega el PAL, se dispone de condiciones para variar la dieta.
Pero esto constituye un impacto restringido, pues apenas se agota el apoyo, el tradicional
régimen alimenticio de la mujer, basado en harinas, vuelve a reproducirse.
La acción educativa podría contribuir a una alteración más perdurable del patrón alimenticio
si incluyera como uno de sus ingredientes conocimientos que permitan la introducción de
Informe Final
50
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
prácticas orientadas a la cría de animales o al cultivo de hortalizas, aspecto que también
aportaría recursos al empoderamiento femenino, como se ha visto en otros contextos30.
8.5 Sustentabilidad.
¿Cómo puede el apoyo entregado por el programa generar condiciones perdurables para
abatir la pobreza y la inseguridad alimentaria? Un aspecto clave reside en la posibilidad de
que se aliente, estimule o propicie la formación de mercados en el ámbito regional, de
manera que el apoyo que el programa entrega en especie o en efectivo pueda generar una
nueva demanda en el contexto local, y ésta suscite la producción de bienes de consumo
alimentario en dicho contexto.
Esto puede representar una opción más sustentable, si se toma en cuenta que la entrega de
alimentos que no se generan en la región [como sardina, atún o machaca] equivale a la
entrega [transferencia] de un conjunto de bienes o recursos que no puede prolongarse
indefinidamente en el tiempo: es una suerte de subsidio que hace dependiente a la
población de insumos generados en el exterior. Además, es preciso tomar en cuenta que son
alimentos que no suelen corresponder al patrón de consumo regional, es decir, que no se
insertan en la matriz cultural del grupo de estudio. Los cambios en los patrones de consumo
han de contemplarse entonces desde una perspectiva tanto económica como ambiental y
cultural.
Por un lado es importante considerar la relación de la población con los mercados
(accesibilidad, infraestructuras, dinámica temporal). Pero, por otro, también es importante
considerar la estructura de los ecosistemas presentes en la microrregión, de modo que no se
haga depender a los habitantes pobres de recursos que no se producen en su espacio de
vida. Esto implica entonces considerar, en la escala del tiempo, la durabilidad de los
cambios que se introducen en el patrón de consumo alimentario. ¿Cuál puede ser la
sostenibilidad de los logros? En ello juega un papel relevante la estrategia educativa, la cual,
como hemos visto, no ha sido del todo afortunada. Propagar nuevas prácticas de
alimentación y salud, exige transformaciones prácticas y culturales que permitan modificar
patrones alimenticios y económicos que presentan alta resistencia al cambio. Pero el rescate
del conocimiento indígena y el saber tradicional campesino sobre los modos más
productivos de aprovechar el medio, también merece una profunda atención para apoyar la
sustentabilidad.
La difusión de nuevas prácticas alimentarías y el suministro de apoyos en especie o en
efectivo para atenuar o superar las deficiencias alimenticias de la población pobre han sido
los grandes objetivos del PAL. El problema de la evaluación es considerar el impacto de
30
Véase la Evaluación del Programa Hábitat, 2005, particularmente el caso de la ciudad de Coatzacoalcos, donde la
comunidad femenina ha logrado mejorar la oferta de alimentos en su barrio gracias a la construcción de un proyecto de
reciclamiento de residuos orgánicos y cultivo de hortalizas en la periferia del área urbana (CIESAS-SEDESOL).
Informe Final
51
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
estas dos grandes líneas de intervención, tomando en cuenta particularmente a los grupos
que son claves cuando se registran problemas de seguridad alimentaria.
Como sabemos, la seguridad alimentaria es un concepto amplio. Aparte de considerar la
disponibilidad y la suficiencia de alimentos, debe precisar como población objetivo tres
grandes grupos:
Grupos vulnerables, los que por su condición biológica son más susceptibles a una
ingestión deficitaria de alimentos (embarazadas, mujeres que lactan, niños, ancianos).
Grupos en riesgo, integrados por la población con dificultades para acceder a los
alimentos por su bajo ingreso familiar.
Grupos con estado nutricional crítico, población con deficiencia energética crónica de
segundo y tercer grados.
En el curso de esta evaluación, hemos procurado identificar los obstáculos de naturaleza
social que pueden configurarse como barreras para el cambio de los patrones de consumo
alimentario. La evaluación social cualitativa habrá de complementarse con los estudios
elaborados desde las perspectivas de la salud y de la economía, para establecer una lectura
integral sobre el impacto del PAL en cada contexto geográfico.
Para concluir esta evaluación, ofrecemos una breve reflexión sobre la forma en que se
constituye la vulnerabilidad alimentaria en cada ámbito regional, pues sólo a partir de ello
puede apreciarse el contexto de operación de cada una de las modalidades de intervención
del PAL y, en virtud de ello, por qué en algunos casos es mejor una modalidad que otra.
9. Contextos regionales.
Las áreas de estudio comparten restricciones de acceso a bienes de consumo alimentario.
Estas son producto de situaciones estacionales pero también de cambios en el entorno
ambiental y productivo. Algunos hogares viven bajo condiciones de pobreza alimentaria
crónica o estacional. Otros son orillados a la pobreza alimentaria a causa de cambios en su
disponibilidad de alimentos y/o en su habilidad para asegurar las titularidades en los
alimentos31.
La escasa disponibilidad de alimentos en una región puede ser una de las claves
determinantes de la existencia y de la amplitud de la pobreza alimentaria. En estas regiones,
algunos hogares pueden padecer pobreza alimentaria. Si no hay escasez de alimentos, la
31
“Some households live under conditions of chronic or seasonal food poverty. Other households are pushed into food
poverty because of changes in area food availability and/or in their own ability to secure entitlement to food”. Laurie F.
DeRose, Food poverty, http://www.unu.edu/unupress/unupbooks/uu22we/uu22we0c.htm.
Informe Final
52
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
incidencia de la pobreza alimentaria ha de atribuirse a la mala distribución más que a la falta
de producción. La distribución, en este contexto, incluye tanto al transporte y al
almacenamiento, como a los patrones de producción y a las opciones de cultivos.
Los cambios en la producción de alimentos afectan a los hogares en riesgo a través de
cambios en el ingreso y en los precios, y no a través propiamente de la oferta de alimentos.
En nuestro trabajo de campo se observó que, al comparar los precios de algunos bienes
básicos, en las diferentes regiones estos eran muy semejantes, y que lo que cabía advertir
como determinante era la ausencia de un ingreso regular en la mayor parte de los
hogares. Muchos de los jefes de hogar señalaron que había épocas, periodos del año, en
que la carencia o escasez de ingresos era mayor [popularmente llamada estación de la
guayaba], y entonces había que realizar un ajuste en la dieta: privarse de algunos alimentos
(como la carne o las frutas), y reducir el consumo alimentario a un conjunto de bienes que se
han identificado ya como parte esencial de la estrategia histórica de los hogares para la
supervivencia: frijol, maíz, chile [propiamente los componentes básicos de la dieta
mesoamericana].
La vulnerabilidad en esos periodos se agrava cuando se ha erosionado el acceso a opciones
de cultivo para el auto-abasto, o cuando el acceso al ecosistema se ha visto mermado por la
pérdida de biodiversidad, o cuando el apoyo de la red social de solidaridad se ha perdido a
causa de un proceso de aislamiento o desvinculación (particularmente grave cuando se
registran procesos de migración)32. En su conjunto, esta vulnerabilidad puede comprenderse
mejor apelando al concepto de titularidades.
El uso del concepto de titularidades [entitlements] para el entendimiento del hambre ha sido
posible gracias al trabajo de Amartya Sen (Sen 1981a, 1981b). Producción para el
autoconsumo, bienes almacenados, empleo, parentesco, y transferencias del gobierno, son
todas posibles fuentes de titularidad en alimentos. Sen distingue entre herencias (por
ejemplo, tierra), intercambios (por ejemplo, salarios), y titularidades provenientes de la
seguridad social. Mientras que otras aproximaciones reconocen que las condiciones de
acceso a la comida es tan determinante del hambre en el hogar como la producción, la
aproximación de titularidades no asume un patrón fijo de inequidad en la distribución de
comida: en su lugar, se concentra en cómo la gente adquiere comida. Al nivel de ingresos
bajos, los hogares cuyas titularidades en alimentos provienen de una sola fuente son mucho
más vulnerables a la pobreza alimentaria que aquellos que tienen múltiples fuentes de
titularidad. Algunas fuentes de titularidad son más estables que otras. La diversificación a
través y dentro de las categorías de titularidad alimentaria limita el riesgo de pobreza
alimentaria33.
De acuerdo a este enfoque, las poblaciones que se encuentran más vulnerables, esto es,
más próximas al riesgo de pobreza alimentaria, son aquellas donde hay escasas fuentes de
titularidad. En este sentido, es interesante examinar, de modo más que esquemático,
32
33
Cfr. Toledo et al, 2002.
Laurie F. DeRose, Food poverty, http://www.unu.edu/unupress/unupbooks/uu22we/uu22we0c.htm.
Informe Final
53
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
abreviado, cuáles, de los aspectos que contribuyen al riesgo, se encuentran en los contextos
microregionales. De ahí que proceda explorar dónde hay problemas en relación a: fuentes de
empleo (estabilidad y niveles de remuneración), posibilidades de producción para el
autoconsumo (disponibilidad de tierras, bienes de acceso abierto), transferencias del
gobierno (programas de política social), instituciones de seguridad social, redes de apoyo
(parentesco y capital social), posibilidades de almacenamiento (reservas de alimentos),
estructura de oportunidades de acceso al mercado (disponibilidad y variedad de los
mercados de bienes alimentarios).
9.1 Tabasco
La microrregión objeto de análisis posee un espacio productivo centrado en torno a algunos
cultivos y actividades económicas: cacao, coco, plátano, ganadería, zona petrolera. Estos
usos del suelo [ver Tudela, 1989] han implicado cambios muy importantes en el paisaje
original de la zona, con la pérdida de vegetación (selva), la expansión de los pastizales, y la
especialización de la tierra. En la región han prosperado los monocultivos (cacao, coco,
plátano, ganadería). La presencia de la ganadería, que ha crecido de modo notable, no
implica que haya un consumo de carne en el ámbito local, además de que no hay tampoco
una cultura de la leche (cremas, quesos y otros derivados). El peculiar modelo de expansión
de la economía de mercado en la región, estimulado por el petróleo, ha generado una
singular forma de urbanización (largos cordones de pequeños asentamientos alineados
sobre las vías de comunicación), que ha impactado los modelos de consumo de la población
rural. Las posibilidades de producción para el autoconsumo se han reducido
considerablemente en los últimos lustros (erosión de las bases de las pesquerías y la
cacería, desplome de la producción del maíz, pérdida de selvas), y la población se ha vuelto
más dependiente del mercado. Una suerte de descampesinización ha corrido pareja al
desarrollo de las actividades petroleras y ganaderas.
9.2 Centro de Veracruz
La microrregión objeto de análisis posee un espacio productivo centrado en torno a algunos
cultivos: caña de azúcar, café, pastizales, fruticultura [López De Cuir, 1990]. Se trata de una
zona muy afectada por los cambios inaugurados por el libre comercio. De un lado, los precios
del azúcar y el café han caído, reduciendo de modo notable los ingresos de la población
campesina. La expansión de los pastizales ha ocurrido como consecuencia de que ya no es
rentable la producción de los cultivos tradicionales. Incluso la producción de maíz ha
decaído. La escasez de fuentes de empleo ha originado un proceso de emigración. La mayor
parte de los municipios ha dejado de crecer en términos demográficos. En esta región, que
posee una larga historia cultural, sí hay una cultura culinaria, y un conjunto de guisos en
torno a los lácteos. La población tiene más posibilidades de acceder a los productos
cárnicos, particularmente el cerdo, aunque ello de modo limitado. La cercanía de la ciudad de
Xalapa, lugar central de la región, ofrece oportunidades de empleo en actividades manuales
mal remuneradas (en la construcción, en el trabajo doméstico asalariado, en el pequeño
comercio, en los servicios), pero con todo se presentan restricciones de acceso, situación
Informe Final
54
EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
que explica los importantes flujos migratorios hacia el exterior que desde hace una década se
registran en la zona. Los cambios en los usos del suelo han implicado una pérdida de los
espacios de producción para el autoconsumo (el café, que permitía y alentaba la multiplicidad
de cultivos en sus inmediaciones, ha cedido ante otros monocultivos). La contaminación de
los cuerpos de agua, abundantes en la zona, ha reducido las posibilidades de la producción
agrícola.
9.4 Sur de Veracruz
La microrregión objeto de análisis posee un espacio productivo centrado en torno a algunos
cultivos: plantaciones forestales (hule, palma africana, eucalipto), cítricos, pastizales para la
ganadería. Zona de colonización configurada en los años sesenta y setenta, registra una
notable pérdida de biodiversidad, lo cual ha ocasionado una gran pérdida de espacios de
producción para el autoconsumo [Revel 1980]. Durante los años setenta y ochenta, la
industria petrolera ofreció amplias posibilidades de empleo, pero a partir de los noventa esta
fuente de ocupación se ha cancelado. También esta zona sufre un deterioro ambiental por
causa de la deforestación. La selva del Uxpanapa ha sufrido una considerable merma en las
últimas décadas por esta razón. Mal comunicada, el acceso de la población a las zonas
comerciales y a otras opciones de empleo es restringido. Dado que es un área de reciente
colonización, las redes sociales son todavía frágiles y la población carece del acceso a los
sistemas de seguridad social. Conformada por migrantes procedentes de diversos ámbitos
regionales, la población de esta área carece de estrategias de aprovechamiento adecuado
de los ecosistemas presentes en ella.
9.4 Noroeste de Chiapas
La región de estudio se encuentra en las inmediaciones de la selva del Ocote, una zona de
gran biodiversidad que se ha procurado proteger instaurando diversas medidas para regular
las actividades productivas. Con todo, el área experimenta el acoso de las empresas
madereras que de modo ilegal explotan los recursos forestales y contribuyen a la
deforestación. El área se encuentra poblada por poblaciones de origen zoque, indígenas que
padecen un enorme aislamiento y carecen del acceso a mercados de trabajo y de productos
[Rodríguez, 2002]. Se registra una gran dispersión en los asentamientos, que se han
multiplicado en los últimos años. Ello ha contribuido a hacer más difícil el proporcionar
servicios a las poblaciones dispersas y poco pobladas (las carencias de educación, salud y
servicios son notables). Con bajos rendimientos y con escasa diversificación, gran parte de la
población produce para el autoconsumo. Con grandes restricciones para acceder a ingresos
monetarios, las poblaciones que habitan esta área cuentan con limitadas posibilidades de
conectarse a los mercados. Sus patrones de consumo se hallan por esta razón severamente
empobrecidos. Los habitantes de esta zona, registran las poblaciones con más altos grados
de marginación.
Informe Final
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EVALUACION CUALITATIVA DEL PROGRAMA DE APOYO ALIMENTARIO
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