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Reflexiones en familia para revitalizar
la vivencia del Santuario-Hogar
Las gracias del Santuario – El Capital de gracias – La Misión del
Santuario- hogar
Introducción
Sabemos que el santuario-hogar es un ámbito privilegiado donde se vive la
alianza de amor, donde se gesta la santidad de la vida diaria, donde se
articula la transformación más profunda y sincera de nuestros corazones
para ser verdaderos hijos de Dios. Es el lugar donde se asumen aquellos
propósitos concretos que van conformando nuestro estilo de vida mariano,
ese estilo con que hemos de impregnar todos los ambientes donde nos
desarrollamos. Es también el lugar desde donde salimos cada día al
mundo para dar testimonio fiel de nuestra alianza de amor con María. El
santuario-hogar es la cuna donde se gesta el hombre nuevo y la nueva
sociedad.
Sabemos también que el santuario hogar es nuestro refugio y nuestro
solaz donde recuperamos fuerzas para enfrentar los desafíos que Dios nos
pone en la vida cotidiana.
Por eso, nuevamente queremos tomar conciencia de lo que significa
nuestro santuario hogar, su importancia y su misión. A la luz de nuestro
ideal nacional, queremos revitalizar algo muy propio de nuestra Familia de
Schoenstatt y dar gracias a Dios por este regalo. Nuestro santuario-hogar
quiere ser siempre y en cada momento nuestro mejor aporte para gestar
una sociedad nueva, un mundo nuevo y construir así la civilización del
amor. Queremos poner nuestro santuario-hogar, la vida que gestamos en
él, en alianza con la Mater y como familia, a disposición, al servicio del
carisma de nuestro Fundador para renovación de la Iglesia y del mundo.
Las siguientes reflexiones que proponemos pueden hacerse tanto al
interior de los grupos, como en nuestra propia familia.
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Primera Reflexión
La vivencia de las gracias del Santuario en nuestro hogar
Es nuestro conocimiento que en el santuario-hogar, como en todo
santuario de Schoenstatt, la Mater nos regala tres gracias o bendiciones
específicas. Estas son la gracia del arraigo interior, la gracia de la
transformación de los corazones y la gracia del envío apostólico al
mundo. Ellas tienen como propósito transformarnos en esas familias
cristianas renovadas, donde lo viejo quede atrás; convertirnos en familias
nuevas en base a hombres nuevos, constructores de una nueva cultura.
El P. Kentenich dice :
“Si ya es difícil que una persona se deje compenetrar por la gracia,
parece más difícil aún plasmar una familia según la imagen de la
Santísima Trinidad o de la Sagrada Familia de Nazaret. Siempre ha
sido así. El tiempo actual, que en todas partes impulsa al total
desarraigo de todas las relaciones vitales, muestra su efecto
desolador especialmente en el santuario de la familia. Si nuestra
Señora de Schoenstatt quiere formar y modelar una nueva
comunidad humana y un nuevo tipo de hombre, debe
necesariamente concentrar todo su poder de gracia en la formación y
multiplicación de sólidas familias schoenstattianas” (Carta de Santa
María 1948).
Ahora preguntémonos con toda sinceridad y dialoguemos en familia:
 ¿Cómo hemos aprovechado las gracias de nuestro santuario-hogar
desde su bendición? ¿Qué frutos vemos que se han dado al interior y/
o exterior de ella?
 ¿Qué podemos hacer como familia para aprovechar más estas gracias
que manan del Santuario-hogar ?
 ¿Cómo podemos avanzar para ser mejores familias desde nuestro
cenáculo familiar?
(En estas reflexiones definir acciones concretas, que se puedan expresar
de alguna manera visible en el santuario-hogar y que nos ayuden a
recordarlas)
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Segunda Reflexión
Las contribuciones al Capital de gracias
Cuando estábamos conquistando el santuario-hogar y nos preparamos
para su bendición, aprendimos que un requisito fundamental para que un
santuario-hogar tenga vida fecunda y abundante es el ofrecimiento de
contribuciones al Capital de Gracias. La gran ley que se encuentra en
la fundación de Schoenstatt es el “nada sin ti, nada sin nosotros”. Las
palabras que la Santísima Virgen pronuncia por medio del padre fundador,
en el Acta de Fundación, expresan las contribuciones más centrales e
importantes que podemos ofrecer para este Capital de Gracias:
“Es ésta la santidad que exijo de ustedes (...) Pruébenme con
hechos que me aman y que toman en serio su propósito. (...)
Tráiganme con frecuencia abundantes contribuciones al Capital
de Gracias. Adquieran, por medio de…
 el fiel y fidelísimo cumplimiento del deber, y por
 una intensa vida de oración
…muchos méritos y póngalos a mi disposición. Entonces con
gusto me estableceré en medio de ustedes y distribuiré
abundantes dones y gracias (...)
Estas palabras significan que no puede haber santuario-hogar ni presencia
de María en él sin el esfuerzo concreto por la santidad. No bastan las
buenas intenciones. El santuario-hogar se basa y vive de las
contribuciones al Capital de Gracias. De estas contribuciones, que son
expresión del amor a la Santísima Virgen de la familia, esposos e hijos,
depende la fecundidad de todo santuario-hogar. Las contribuciones al
capital de gracias son expresión de un amor verdadero. Todo lo que
somos y tenemos; lo que nos hace sufrir y lo que nos alegra; lo que
hablamos y arriesgamos; lo que pensamos y amamos; lo que nos
esforzamos y lo que vamos conquistando; todo, todo, puede ser
contribución al capital de gracias, si lo hacemos con amor y por amor a la
Mater y si lo ofrecemos como regalos de amor a ella.
Por eso nos preguntamos con toda humildad y dialogamos en familia:
 ¿Qué tan fieles hemos sido al compromiso adquirido de ofrecer
frecuentes regalos de amor a Dios como contribuciones al Capital de
Gracias por otros, por nosotros mismos y por la misión de Schoenstatt
de forjar familias santas?
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 Demos ejemplos muy concretos de lo que hemos hecho. ¿Hemos
llegado a definir costumbres familiares en este sentido? ¿Cuáles, por
ejemplo?
 ¿De qué manera concreta hemos vivido el Año litúrgico en nuestro
Santuario? ¿Qué hemos ofrecido concretamente en cada tiempo
litúrgico? ¿Qué podemos hacer para cumplir más cabalmente este
requisito de fecundidad de nuestro santuario-hogar, para que el
Cenáculo del Padre sea más fecundo?
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Tercera Reflexión
El carisma misionero de cada santuario-hogar
Cada santuario-hogar tiene dos grandes vertientes que alimentan su
fecundidad o envío misionero. Primero, la estrecha vinculación con el
Santuario Cenáculo de Bellavista y con cada santuario local; y segundo, el
nombre o ideal recibido y conquistado por la propia familia.
Por lo tanto, cada santuario-hogar tiene un nombre y una misión que le son
propias, que le pertenecen y caracterizan carismáticamente. Además, ese
nombre y esa misión lo identifican y lo unen al ideal común de toda la
Familia de Schoenstatt, y le dan una orientación apostólica tanto hacia
adentro, hacia la misma familia, como hacia afuera.
En este contexto, el santuario-hogar está llamado a revitalizar y a
fortalecer la familia, en la fuerza de la Alianza de Amor y del sacramento
matrimonial, y a transformarla en instrumento evangelizador y renovador
de toda la sociedad.
El P. Kentenich, en Carta de Santa María y en El fundador a las Familias,
nos dice:
“Si hoy queremos comprender mejor lo que Dios desea de nuestra
pequeña Familia, y por qué la Santísima Virgen nos ha inscrito en su
corazón de un modo muy especial, debemos conocer el mundo. No
queremos ser un pequeño grupo que se retira a una isla y se siente
bien en ella. No; tenemos que captar los grandes intereses del reino
de Dios en el mundo entero, despertarnos para nuestra misión.
Todo schoenstattiano -cada familia de Schoenstatt- tiene una
marcada vocación misionera. Los sacramentos del bautismo y de la
confirmación, lo mismo que la Alianza sellada con María, nos
transforman en apóstoles de Cristo y de la Iglesia. No podemos
realizar bien esta gran tarea, si no recibimos la ayuda de lo alto, la
gracia de la fecundidad apostólica.”
El santuario-hogar, así entendido, tiene una misión: animar, bendecir y
acompañar las acciones apostólicas que asume cada uno de los miembros
del hogar, especialmente los padres. Las familias schoenstattianas están
llamadas a “tirar del carro de triunfo de María”.
Este es, en concreto, el nuevo Pentecostés que debe irradiarse desde
nuestros hogares a otras familias y a la sociedad toda. Esta es nuestra
forma de construir una cultura nueva.
Por eso nos preguntamos ahora y revisamos la vocación apostólica y
misionera de nuestro santuario hogar:
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 ¿Nos hemos sacudido de la tibieza y conformidad para salir al mundo y
dar testimonio de nuestro carisma en los diversos ambientes que
frecuentamos? ¿En qué momentos y cómo lo hemos hecho?
 ¿Somos los apóstoles enviados desde el Cenáculo del Padre? ¿En qué
acciones lo reflejamos?
 ¿Nos sentimos colaboradores de Dios y trabajamos efectivamente,
como lo haría Cristo en nuestro lugar, en la construcción del Reino
manifestando especialmente su amor misericordioso y su fidelidad, su
justicia y solidaridad, según el carisma de nuestro santuario-hogar, de
nuestro Santuario Cenáculo de Bellavista?
 En concreto ¿qué hacemos para ello, en la Iglesia, en el trabajo, en
nuestros ambientes, etc.?
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