Viernes 5 de abril 2014 Zona Segura 2 Ya han pasado tres noches desde el día del terremoto. El santuario Oasis de María ha sido, sobre todo en las dos últimas noches, un lugar de cobijamiento para cientos de familias completas de iquiqueños. El Santuario se ha transformado en estos días, sobre en todo en las noches, en una especie de ampliación de los hogares de todos los que aquí han llegado, casi como una habitación más de la propia casa. Las dos últimas noches he conocido a muchas familias, preguntando cómo están, si les hace falta algo. Anoche al acercarme a una de las familias el padre me dice: “mi ángel de la guarde lo trajo, padre”. Yo me sonríe y le pregunto qué quiere decir. El me dice que al verme le rezo a su ángel de la guarda, ya que su hija se quería confesar. Pregunte por la hija y, efectivamente quería confesarse. Hice lo que me pidió, nos acercamos al santuario y conversamos. Después comenzamos una interesante conversación con toda la familia, después de un rato el papá me dice: “me puede confesar”. Por supuesto, le respondo. Así, lentamente la parte posterior del santuario se transformo en un espacio de misericordia. Luego de una amena conversación me preguntaron por el origen del Movimiento y del Santuario: hablamos de la Alianza de Amor, del Capital de gracias, de los primeros congregantes, de la Rama de Familias, etc. Al despedirnos me dicen: padre, mañana seguimos con la conversa... Horas antes, a las 19:00 celebramos la misa en el santuario y muchos, que ya habían llegado buscado Zona Segura, participaron de la eucaristía. El evangelio nos invitaba a creer en el Hijo de Dios, a colocar nuestra confianza en en el Señor. El vence todos nuestros miedos. Son pequeños signos en este año jubilar que nos recuerdan la misión fundamental de nuestros santuarios e Schoenstatt: lugares de arraigo, transformación y fecundidad. P. Roberto Navarro Velásquez