Fileteado Porteño

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Notas breves sobre la historia del filete
El filete nació por casualidad a fines del siglo XIX en una fábrica de carros en la avenida Paseo Colón de
Buenos Aires.
Sus iniciadores fueron dos chicos, Vicente Brunetti y Cecilio Pascarella, que cumplÃ−an tareas subalternas
como barrer, cebar mate, revolver pintura.
En ausencia del pintor, el patrón les preguntó si se animaban a pintar uno de los carros que debÃ−a ser
terminado urgentemente. En esa época se usaba un gris deslucido. Los chicos hicieron bien el trabajo.
DÃ−as después, el patrón les pidió que fueran a dar la última mano a otro carro. Si lo hacÃ−an el
domingo, el lunes se cobraba. Los chicos aceptaron. Al ir encontraron un pote de pintura roja y tuvieron la
idea de usarlo en los rebajos de la madera.
El lunes, el patrón los levantó en peso: habÃ−a que dar una nueva mano para poder cobrar el martes. En
tanto, llegó el dueño y los chanfles rojos le gustaron.
Y para sorpresa de todos, en los dÃ−as siguientes, los dueños de carros del mercado cercano los llevaron
para que les pinten los rebajes de color. A partir de ese momento, nació el fileteador.
El fileteador recurrió a técnicas conocidas, como el “espulvero”, papel manteca perforado como molde,
para repetir las figuras, usando decoraciones existentes en rejas y vitrales.
El vocabulario del filete, o sea sus elementos constitutivos, está bien determinado. Los motivos son pintados
planos. Luego, el barniz japan (barniz con gotas de negro y bermellón) da volumen a las formas y su
proyección en los fondos.
No quedan obras de los primeros fileteadores pero si sus nombres: Vicente Brunetti, Cacilio Pascarella,
Alejandro Mentaberri, Pedro Unamuno, Pepé Aguado, Ernesto Magiori...
El hijo de Salvador Venturo -Miguel o Miguelito, aunó las diferentes búsquedas y estableció el estilo que
predominó hasta fines del siglo XIX. Su aporte fue el dragón, que él vio en el Teatro Cervantes, y
cuando llegó el camión, las puertas de los mismos, con letreros comerciales completados con ornatos,
dragones y flores. Poco a poco, otros temas se sumaron: Carlos Gardel, la Virgen de Luján, banderas
argentinas, italianas, españolas, y el caballo criollo o el de carreras, aquel de la suerte simbolizado por una
herradura.
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Cuando se prohibió la tracción a sangre en la Capital, un lechero arrancó la puerta de su carro, que dejó
en un baldÃ−o, y se la llevó a su casa. Esta pieza hoy está en el Museo de la Ciudad y es lo único que se
conserva de los cientos que circulaban por la capital.
Algunos nombres de otros memorables maestros fileteadores: Carlos Carboni, estilo clásico romántico;
León Untroib, de una creatividad desmedida; André Vogliotti, con un filete muy poético; los hermanos
Alfredo y Enrique Brunetti, hijos de Vicente, con muy buen gusto; Pablo Reyes con sus filetes
revolucionarios, Enrique Arce, inventor de sus propios diseños; los hermanos Juan Carlos y Roberto
Bernasconi, que usaban colores muy sutiles.
La idea de que el filete viene de Sicilia es falsa. Un italiano que pudo tener noción de la decoración de los
“carretos” sicilianos fue Salvador Venturo, capitán de barco de la Marina Mercante Italiana, que se radicó
en la Argentina a los cincuenta años. Para hacerse unos pesos, comenzó a filetear porque tenÃ−a
veleidades de pintor. Pero lo hacÃ−a según el gusto ya existente en nuestro paÃ−s. Porque el filete no es un
arte individual. Es arte de un medio, compartido por un medio. Los dueños de los carros los querÃ−an en un
estilo determinado. Uno de los primeros temas fue el barco, que los italianos llamaban “bastime
La primera muestra dedicada al filete se inauguró el 14 de septiembre de 1970 en la GalerÃ−a Wildenstein.
El embate de esta novedad en una galerÃ−a muy prestigiosa produjo encontronazos que ilustran el desdén
hacia algo que es expresión natural del pueblo argentino. Un pintor de la Academia de Bellas Artes acusó a
los organizadores de haberle preparado los colores a los fileteadores y un crÃ−tico encumbrado llegó a
preguntar “si esto se pintaba con pinceles de goma”...
Ese mismo año, la muestra pasó a la Plaza Dorrego, cuando se inauguró la Feria de San Telmo. AhÃ−
surgieron tres nuevos fileteadores que pronto descollaron: Martiniano Arce, Luisito Ortiz y Alberto Pereira. Si
bien tuvieron gran repercusión, el libro “Los maestros fileteadores de Buenos Aires” se publicó recién 24
años más tarde, en 1994. Hoy agotado, originó un movimiento sin precedentes.
El filete y el tango fueron dos expresiones desestimadas: las dos están en la primera lÃ−nea a la hora de dar
una imagen profunda del paÃ−s.
El Filete se hace colectivo
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El fileteado porteño está ganando cada vez más espacio dentro del circuito de galerÃ−as porteñas.
Un buen ejemplo de esta recuperación del arte tradicional porteño ha sido la muestra realizada por Filete
Colectivo en octubre del 2007 en la galerÃ−a Arte y Parte del porteño barrio de San Telmo
Filete Colectivo es un grupo de artistas fileteadores lanzados a explorar nuevos caminos que vinculan arte,
filete y sociedad.
Lo integran un joven grupo de seguidores de Pablo Reyes: SofÃ−a Clop, Diego De Luca, Juliana Falcone,
Cecilia Ivanchevich, Jorge Molina, Susana Munay, Roxana Recio, Luis Romo, Gabriel Sánchez y Cecilia
Spina.
Tomando al fileteado porteño como punto de partida y referente esencial de sus producciones y prácticas,
este grupo de formación reciente expondrá diversos objetos pintados colectivamente además de pinturas y
otras piezas individuales.
El Filete es ley
En junio del 2007 en el mÃ−tico Café Tortoni de la ciudad de Buenos Aires se realizó el acto por la
"Declaración de Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires al Filete Porteño"
La ley 1941, que declara al Filete Porteño Patrimonio Cultural de la ciudad, fue impulsada por el Diputado
Norberto La Porta, quien en su discurso durante el acto mencionó la importancia de derogar el decreto que
impide desde el año 1975 el filete en los colectivos de Buenos Aires.
Participaron del acto la Lic. Leticia Maronese y la Lic. Ana Cousillas de la Comisión para la Preservación
el Patrimonio Histórico y Cultural de Buenos Aires, junto a una concurrida asistencia de Maestros
fileteadores, historiadores y representantes del tango.
Esta ultima presencia cobra nueva dimensión al pensar en el tango y el filete como producciones de un
mismo origen y con un lenguaje en común, el lunfardo. El fileteado se compone de una serie de elementos
simbólicos que se van formando en la imaginerÃ−a popular, y que representan a la clase trabajadora.
En este sentido, es importante destacar no solo el aporte que hicieron los maestros fileteadores con su
impronta, sino también el de los dueños de los carros, y luego los colectivos y camiones, contribuyendo
con importantes elementos a la imaginerÃ−a del filete.
Son ellos, los que en muchos casos decidÃ−an el contenido, el mensaje del vehÃ−culo, tanto en el texto como
en los elementos visuales, y los que exhibÃ−an estos vehÃ−culos, transformando al filete en un arte entre
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cinético y efÃ−mero.
Esto no quita mérito a los fileteadores, sino todo lo contrario; resalta el aporte que hicieron los carreros, que
no se limitaron a hacer un encargue del trabajo, sino que se comprometieron con la obra, plasmaron sus
deseos de prosperidad y su orgullo por el trabajo. Se transformaron, ellos también, en generadores, y
ayudaron a construir la historia popular y colectiva propia de una época de Buenos Aires.
Además, se puede hablar de una obra de arte colectiva. Muchas veces fueron los dueños de los carros
quienes pensaron las imágenes, los motivos y el mensaje a transmitir, y el fileteador llevó a cabo la obra de
arte, aportando los rasgos sintéticos tan caracterÃ−sticos del filete.
Alberto Pereira, Fileteador y Retratista
En el Centro Cultural de la Cooperación se indaga en la identidad nacional con la muestra de Alberto
Pereira. En ella se aprecia la idoneidad de este maestro del fileteado porteño, uno de los pocos que aun
rescatan este arte autóctono y que conserva algo esencial, su carácter popular
.
Este arte argentino nacido a fines del siglo XIX ha perdido progresivamente sus soportes principales, que
fueron el carro, el camión y el colectivo. Hoy ha cambiado su escenario y adorna con su particular estilo
infinidad de objetos, transformándose asÃ− en un arte de caballete.
Es destacable de las obras exhibidas la técnica minuciosa y detallista, capaz de estar a la altura del
hiperrealismo contemporáneo; sumado a la precisión de lÃ−neas y curvas que conservan la frescura del
trazo sin perder la sÃ−ntesis del volumen tan caracterÃ−stico del fileteado porteño. Dicha sÃ−ntesis tan
caracterÃ−stica se debe a sus soportes iniciales, ya que los fileteadores debÃ−an resolverlo en plazos cortos
de tiempo para no entorpecer el trabajo cotidiano del vehÃ−culo en el que se realizaba.
Otro aspecto destacable es que Pereira utiliza esmalte sintético para sus obras, material genuino del
fileteado porteño y de gran complejidad de manejo para obtener resultados hiperrealistas como los que
consigue.
Pablo Reyes, el fileteador revolucionario
Pablo Reyes nació en la ciudad de Avellaneda, Provincia de buenos Aires a mediados del año 1921. Fue
aprendiz del gran maestro en el arte del vidrio soplado Ovidio Pandiella., de quien adquirió un admirable
sentido estético que luego volcarÃ−a a su verdadera y última pasión: el fileteado. Orfebre del pincel,
Reyes supo imprimir con pincelada feliz volutas y coloridos membretes en carrocerÃ−as de carros primero y
en vehÃ−culos motorizados más tarde.
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Famoso fue el encargo que el General Perón le hiciera en el año 52. Cuenta Felix Luna en su libro Historia
Secreta del Peronismo, que por ese entonces el presidente de la nación tenÃ−a una secreta admiración por
la actriz norteamericana Judy Garland, pasión que no podÃ−a revelar públicamente en primer lugar por ser
un hombre casado, en segundo lugar por el cargo que desempeñaba, pero sobre todo por el apoyo partidario
que le estaba dando en ese momento al cine argentino, lo que hacÃ−a a este acto polÃ−ticamente incorrecto
para la época. El historiador refiere que en noviembre de ese año, Reyes recibe una carta con el sello de
agua del escudo de la nación argentina citándolo para que se apersone en la residencia presidencial. AllÃ−,
en las cocheras, lo recibe el mismo general Perón quien le pide que filetee la carrocerÃ−a de una moto
Siambretta, regalo que pensaba enviarle el general a la mencionada estrella del cine americano. Reyes,
anarquista de pura cepa, se niega a realizar trabajo alguno para el gobierno. El trabajo fue hecho finalmente
por Quinquela MartÃ−n, pero el despecho sufrido por Perón le costó a Reyes el exilio. Escapa a Italia
donde se pliega al movimiento estético liberal.
Reyes volvió al paÃ−s en el año 1968 luego de haber participado en el mayo francés encabezando la
avanzada izquierdista mahoista auténtica junto a Chabrol y Renaud.
Poco sabemos de su vida en los años 70', pero las cartas enviadas a su ex esposa revelan que el alcohol y las
drogas lo alejaron de los circuitos artÃ−sticos que frecuentaba junto a Antonio Berni y a Xul Solar.
Recuperado parcialmente, la década del 80 lo encuentra fileteando vehÃ−culos particulares hasta que un
golpe de suerte lo devuelve al ruedo: un becario de la universidad de Baviera lo contacta y se interesa sobre su
trabajo. Esto lo lleva nuevamente a Europa donde da clases y participa como jurado en concursos
internacionales de pintura neocostumbrista en superficies no convencionales.
Finalmente muere en el año 1992 vÃ−ctima de la acumulación de anhÃ−drido carbónico que los
vehÃ−culos objetos de su trabajos despedÃ−an en su taller.
Verónica Cecilia Ivanchevich, Artista y Docente
Como artista, ha incursionado en la pintura, el dibujo, el muralismo, las instalaciones y el fileteado porteño,
demostrando una notable versatilidad y multiplicidad de recursos.
Su primera muestra individual tuvo lugar en noviembre de 1997 en la Universidad Nacional de Quilmes.
Desde entonces, ha participado con muestras individuales y colectivas en dicha institución. Su última
muestra en la UNQ fue en marzo de 2005, como parte de la exposición colectiva ual participó con su obra
“Una cierta sonrisa” (técnica mixta).
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Durante el año 2004 incursionó también en formas experimentales de arte. Participó de la
intervención urbana "Barranca abajo" en los 2º juegos de arte EfÃ−mero. 24 hrs. Una lÃ−nea en la ciudad,
realizado en simultáneo durante el mes de octubre en las ciudades de Barcelona (España), MedellÃ−n
(Colombia) y Quilmes (Argentina). En noviembre, montó la instalación “Imaginación Atrapada” en la sala
Pabellón IV, junto al fotógrafo Diego Braude.
En 2006, fundó junto a otros artistas el grupo Filete, con quienes expuso en la galerÃ−a Arte y Parte en el
mes de octubre de ese año.
Un arte que necesita continuadores
El Fileteado Porteño, al igual que el tango, surgió de los suburbios porteños y fue asimilado
progresivamente por sectores intelectuales con el correr del siglo XX.
Se trata de un arte autóctono, generador de identidad cultural, el cual se está perdiendo por falta de gente
que se dedique a él y lo difunda.
Durante la tarde del domingo 22 de mayo, en el barrio del Abasto, se llevó a cabo un singular desfile de
antiguos carros, camiones y otros coches fileteados. El motivo de este evento fue la inauguración de
Pantaleón del Abasto (Lavalle 3083), un nuevo restaurante y tango show muy bien ambientado por el artista
plástico Fabián Pereyra.
Durante mas de dos horas los asistentes al evento, y muchos transeúntes accidentales de avenida Corrientes y
de las calles Ecuador, Lavalle y Anchorena, se vieron sorprendidos por el paso de una larga caravana de más
de 50 vehÃ−culos convertidos en verdaderas piezas de arte.
Se vieron, entre otros, el carro lechero, el "querosenero" y el verdulero; una camioneta Ford F100, y un viejo
camión Chevrolet 440. Participaron también un par de “mateos” y un "tramway" de 1870 que unÃ−a la
estación Sáenz con Avellaneda.
El escenario se levantó sobre la calle Lavalle, y desde allÃ− el locutor revivió un trecho de historia
porteña, cuando el viejo Mercado del Abasto funcionaba como centro de distribución de frutas, verduras y
alimentos en general. Con singular estilo hizo una pequeña referencia a los orÃ−genes del filete y
describió cada uno de los carros.
El Fileteado, patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires
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El fileteado porteño se ha constituido, desde hace varias décadas, en un icono popular, en la misma forma
que el tango representa a Buenos Aires y Quinquela MartÃ−n al barrio de La Boca. Tuvo su origen en la
decoración de carros de verduleros, lecheros y panaderos, extendiéndose a otros vehÃ−culos de tracción
a sangre, para luego pasar a camiones colectivos y tranvÃ−as.
A fines del 1800 Vicente Brunetti, un italiano que pintaba carros, decidió que no lo harÃ−a como siempre de
color gris y le puso colores vivos a su trabajo, agregándole lÃ−neas en dos tonos. Al ver que el cambio era
aceptado se le fue agregando con el tiempo frases y refranes del imaginario popular. A principios del año
1900 Salvador Venturo fue agregando en sus obras arabescos, volutas, hojas del acanto tal vez copiando los
frentes de la arquitectura de la época.
En la década del '40 el fileteado adaptó sus formas a los nuevos vehÃ−culos, fruto del progreso que van
sustituyendo paulatinamente al carro. Se incorporó la imagen de Carlos Gardel, entre otras imágenes, y
asÃ− desfilaron por las calles porteñas carritos verduleros, lecheros, etc., adornados con florcitas de cinco
pétalos tÃ−pica de ésta técnica junto con la imagen protectora de la Virgen de Luján.
A finales de 1968, conjuntamente con la progresiva desaparición del filete de los medios de transporte, se
produce su revalorización. La crÃ−tica y el circuito de arte realizan una tardÃ−a reivindicación
organizando las primeras muestras de fileteadores en destacadas galerÃ−as de arte. “Las libreas de los
colectivos constituyen una de las más importantes expresiones del pop art, y son la contribución argentina
más original al escenario artÃ−stico mundial...
Este pop subterráneo es mucho más vital y gratificante que el institucionalizado e imitativo pop de la
galerÃ−a del Instituto Torcuato Di Tella, especie de Nash House en Buenos Aires” (Reyner Banham, 1968).
En 1975 una ordenanza municipal prohibió el fileteado en los colectivos por considerar que distraÃ−a al
resto de los conductores. Esta situación afectó en gran modo a los maestros fileteadores, que perdÃ−an una
importante fuente de trabajo. Consecuencia de ello es que el fileteado se realice no solamente con fines
estéticos, sino también como manifestación de los valores socioculturales del hombre de Buenos Aires.
Tango y Filete, una sola pasión
La relación entre el tango y el filete no es casual, ambos parten de una misma necesidad: la de expresar la
nueva identidad porteña, surgida del maremoto cultural en que se vieron inmersos nativos e inmigrantes.
Tango y filete, como los definiera el poeta Horacio Ferrer, son hermanos. Esta hermandad artÃ−stica se nutre
de la filosofÃ−a del habitante de la ciudad, expresada en forma literaria a través de las frases y leyendas
que llevaban los carros y camiones, muchas de ellas extraÃ−das de tango famosos. Coincidentemente,
además de su origen humilde, ambas artes en un principio también sufrieron la marginación por parte de
la elite cultural. El tango, considerado vulgar por mucho tiempo, fue excluido de los salones de la burguesÃ−a
porteña. Sin embargo, al trascender las fronteras y triunfar en Europa y los Estados Unidos. Regresó a la
Argentina ya consagrado definitivamente. Del mismo modo, el filete en un principio fue ignorado por artistas
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e intelectuales.
En la actualidad el fileteado porteño se ha instalado también en el caballete del artista plástico y goza de
un buen reconocimiento en el exterior. Actualmente este estilo pictórico ligado directamente al tango y al
mundo de trabajo duro y esforzado, da testimonio de los rasgos más destacados de la identidad porteña y
está considerado “Patrimonio Intangible” de la Ciudad de Buenos Aires.
El Fileteado porteño, la imagen gráfica del tango
AsÃ− como los sensuales movimientos del tango demarcan el sutil ir y venir de una lÃ−nea imaginaria
dibujada por los cuerpos, el fileteado ornamenta —con ese mismo trazo—bares, restaurantes, interiores de
viviendas, muebles y objetos. El poeta Horacio Ferrer, Presidente de la Academia Nacional del Tango
escribió sobre el fileteador: “Oh, qué estética con barrio,/ barroquismo y bandoneón,/ miniaturas de
arrabales/ en paisajes de alcanfor. Compadrito apuñalado/ por los ojos de un pintor,/ la decora a Buenos
Aires/ con su adiós multicolor”.
El nuevo Asador Criollo Pantaleón, busca reunir la tradición gastronómica, el ritmo y la imagen porteña.
Es un espacio totalmente reciclado, que está decorado con fotografÃ−as y dibujos cuya temática es el
tango. Estas obras se conjugan armónicamente con las tablas, objetos y carros fileteados por los maestros
Adrián Clara y Ricardo Gómez. Se propone ser un lugar de exposiciones permanentes para los fileteadores
y está prevista la inauguración de una biblioteca especializada en este tema.
Esta ambiciosa propuesta quiere ofrecer la posibilidad de disfrutar con todos los sentidos la identidad del
Abasto, uno de los barrios más tradicionales de la ciudad.
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