NECESIDADES NUTRITIVAS DEL OLIVAR

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NECESIDADES NUTRITIVAS DEL OLIVAR
Fertilizar racionalmente será aportar los elementos esenciales que la planta
requiera en cada momento. Para conocer las necesidades del cultivo nos apoyaremos
fundamentalmente en el análisis foliar. El análisis del suelo es muy útil para evaluar las
limitaciones del mismo a la hora de establecer o no el cultivo, pero menos para
determinar las necesidades nutritivas durante toda la vida de la plantación salvo en el
caso de que algún elemento se encuentre en un nivel extremadamente bajo.
El análisis foliar (análisis químico de una muestra de los árboles) nos permitirá:
-Identificar desordenes nutritivos.
-Detectar niveles bajos de nutrientes antes de que se manifiesten
deficiencias perjudiciales.
-Medir la respuesta de los programas de fertilización
-Detectar toxicidad de algunos elementos.
1. Época de muestreo.
Debe realizarse en la época en la que las concentraciones de los elementos en la hoja
sean estables. En el olivo sucede en julio y durante la parada invernal.
Deben tomarse hojas totalmente expandidas, procedentes de brotes sin fruto y de
edad comprendida entre 3 y 5 meses. Esto sitúa el muestreo en julio y de brotes del año.
Deben tomarse hojas en posición media o basal y que contengan el peciolo (para este
tipo de hojas y en esta época está establecidos los niveles críticos de los distintos
elementos).
Estas pautas son las mismas que establece el reglamento de P.I., así como la
obligación de realizarlo anualmente.
La interpretación del análisis debe hacerse comparando los resultados obtenidos con
los niveles críticos de nutrientes en las hojas; además, habrá que tener en cuenta
síntomas visuales que se puedan detectar y las características generales de la plantación.
CORRECCIÓN DE DEFICIENCIAS Y EXCESOS COMUNES
1) NITRÓGENO.
Es el elemento base en la fertilización del olivar. Es el único para él que el
reglamento especifica máximos a aplicar (en secano, 75 kg./ha en olivar tradicional y
100 en intensivo; en regadío, 120 y 150 kg./ha respectivamente).
El exceso puede provocar sensibilidad a heladas, enfermedades y plagas, así
como afectar a la calidad del fruto al ocasionar desordenes fisiológicos.
Normalmente se aplica en suelo (en forma de urea, sulfato amónico, nitrato
amónico,...) al final del invierno cuando la eficiencia de uso es mayor.
2) POTASIO.
Su carencia se muestra visualmente por necrosis apicales en las hojas y
defoliación de las ramas más pequeñas.
Esta carencia puede ser provocada por suelos pobres, escasa humedad del suelo
o interacciones con calcio y magnesio. Se corrige lentamente, aconsejándose dosis de 1
a 3 kg. por árbol.
Árboles bien nutridos de potasio toleran mejor condiciones de sequía.
3) FÓSFORO.
Es muy rara su deficiencia en olivares, salvo en suelos muy pobres.
4) CALCIO.
Su exceso puede ocasionar deficiencia en potasio y magnesio.
5) MAGNESIO.
Su deficiencia en olivar es muy rara, salvo por interacción con calcio o potasio.
6) HIERRO.
El análisis foliar no es bueno para detectar su carencia. Se diagnóstica mejor por
los síntomas visuales: clorosis (amarillamiento de las hojas) crecimiento pequeño de los
brotes y drástica disminución de la producción.
Su deficiencia se corrige muy difícilmente.
7) MANGANESO, CINC Y COBRE.
No se conocen muy bien los requerimientos de estos elementos en olivar.
Normalmente, no se han encontrado deficiencias.
8) BORO.
El olivo tiene altos requerimientos en boro. Sin embargo, hay que tener cuidado
porque, en exceso, es tóxico pudiendo provocar incluso la muerte de plantas, sobre todo
jóvenes.
9) SODIO Y CLORO.
En exceso, son tóxicos aunque el olivo es más tolerante a la salinidad que otros
frutales. No obstante, es conveniente controlar el nivel de estos iones en la hoja.
FERTIRRIGACION
Es la aplicación del abonado a la planta disuelto en el agua de riego.
Tiene sentido si se dispone de un sistema de riego localizado. Tiene algunas
ventajas:
- Localizar el aporte de los nutrientes directamente en la zona de mayor
densidad y actividad radical, mejorando su absorción por la planta.
- Permite aplicar los abonos tanta veces como sea necesario, disponiendo
la planta de los nutrientes con continuidad.
- La elevada humedad en el bulbo de riego permite la fácil y rápida
disolución de los nutrientes.
- Permite variar la dosis en función de las necesidades de cada momento,
al aplicarse los abonos de manera continuada en el tiempo.
Tiene, sin embargo, algunos inconvenientes como precisar mayor atención en la
limpieza y mantenimiento del sistema de riego. No obstante, si es posible es
recomendable su utilización.
MANEJO DEL SUELO
En terrenos con pendientes mayores del 10 % se utilizará en las calles uno de los
siguientes métodos:
- Cubierta vegetal.
- Cubierta de restos de poda triturados, excepto cuando haya árboles infectados
con verticilosis.
- No laboreo.
Habrá que ejecutar obras de defensa que eviten los daños de las aguas de
escorrentías. Los herbicidas sólo se aplicarán en las zonas infectadas y se utilizarán
exclusivamente los inscritos en el registro oficial. La maquinaria utilizada para los
tratamientos se someterá a revisión y verificación periódica.
Queda prohibido la utilización de aperos que destruyan la estructura del suelo y
propicien suela de labor, además de labrar a favor de la pendiente sin tomar medidas
adicionales contra la erosión.
La producción integrada recomienda dejar sin labrar la zona bajo la copa, así
como mantener en este mismo sitio las hojas caídas del olivo, salvo en casos de
problemas fitosanitarios.
PODA
La poda es el conjunto de operaciones realizadas sobre el árbol que modifican la
forma natural de su vegetación dando vigor o restringiendo el desarrollo de sus ramas y
cuyo objetivo es darle una forma adecuada, conseguir la adaptación del árbol al medio
productivo y obtener de él la máxima producción.
Su práctica tiene muchas ventajas si se aplican los criterios correctos:
- Regular la producción, disminuyendo la vecería y mejorando la calidad
del fruto.
- Aumentar la capacidad nutricional de la planta al renovar ramas viejas
por jóvenes.
- Crea una estructura sólida en el árbol.
- Mantiene el equilibrio entre las funciones vegetativa y reproductiva,
haciendo compatible la máxima producción con la vitalidad del árbol.
- Alarga al máximo el período productivo y retrasa la decadencia del
árbol.
La intensidad de la poda dependerá de la fase de la vida del árbol:
- En el período improductivo, podar con muy poca intensidad.
- En el período adulto, podas ligeras.
- En la vejez, podas intensas y espaciadas para rejuvenecer el olivo.
La poda del olivar se realiza tradicionalmente tras la recolección: de enero a
abril en zonas no muy frías. En zonas de heladas frecuentes e intensas es preferible
realizarla al principio de la primavera.
En la poda mantener siempre los árboles con una buena relación hoja-madera alta y un
volumen de copa compatible con la disponibilidad de agua, permitiéndose un aclareo
de mayor intensidad cuando en la explotación vayan a realizarse recolecciones
destinadas a aceituna de verdeo. Hay que respetar la tendencia natural de la especie y la
variedad.
Podríamos hacer ahora mención al fenómeno de la vecería (alternancia de un
año de buena producción con otro de menor cosecha). Puede estar ocasionado por la
tendencia del olivo a producir más frutos de los que podrá nutrir. Así, en años de
previsible exceso de producción es aconsejable una poda de aclareo que reduzca el
número de posiciones fructíferas del árbol, mientras que en años de previsible descarga
se debe podar con muy poca intensidad o, incluso, no podar.
RIEGO
Tradicionalmente, se ha cultivado el olivar en condiciones de secano al ser un
cultivo con producciones aceptables y capaz de aguantar períodos de intensa sequía.
En los últimos años, se han venido realizando diversos estudios encaminados a
evaluar la respuesta productiva del cultivo a las dosis de riego. Se ha comprobado que el
riego suponía un aumento importante en el rendimiento del olivar, aún cuando las dosis
aportadas no fueran muy elevadas. En grandes cifras, mientras en los sistemas
tradicionales de secano las producciones oscilan entre 2.000 y 5.000 kg./ha según las
zonas, la producción en un olivar de riego puede alcanzar hasta los 15.000 kg./ha. Estas
evidencias traen como consecuencia lo atractivo, económicamente, de disponer de un
sistema de riego aunque no hay que olvidar que dificulta el manejo del cultivo.
Así, en los últimos años se han venido observando fuertes inversiones en el
sector en la transformación de secano a regadío (fundamentalmente con sistemas de
riego localizado: goteo, micro-aspersores,...).
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