Ahora, a pasar en limpio el plan económico

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Año 38 - Edición Nº 864 – 25 de Abril de 2016
Ahora, a pasar en limpio el plan económico
Jorge Vasconcelos
[email protected]
Ahora, a pasar en limpio el plan económico1
Rústico por el lado monetario, brumoso en el flanco fiscal, sin mucha coordinación con
el área de Energía, hasta aquí el plan económico del gobierno parecía más bien una
serie de iniciativas desconectadas una de otra. Podía ser valorado por lo que estaba
evitando, ya que sin las medidas adoptadas, hoy los indicadores de inflación y nivel de
actividad serían todavía peores a los observados. Recién ahora, una vez superada la
situación de default, los funcionarios están en condiciones de ordenar la gestión y dar
más certezas, lo que habrá de plasmarse en la presentación formal de metas fiscales y
de inflación, muy probablemente esta misma semana. La recuperación del crédito
internacional es muy importante para la economía, aunque sus consecuencias
aparezcan diluidas por el momento en el sector real y sólo sean visibles en el plano
financiero. Un “efecto no deseado” del nuevo escenario es una paridad peso/dólar que
tiene inquietos a los industriales, un problema para la competitividad para el que no
existen soluciones mágicas.
La exitosa colocación de deuda por 16,5 mil millones de dólares que realizó la
Argentina la última semana no sólo permitió reunir los fondos para cerrar el tema
holdouts, un arreglo que insume 9,3 mil millones de dólares, sino que dejó un
excedente de algo más de 7 mil millones que, al principio, se interpretó que podía
ampliar las partidas de inversión pública del año. Sin embargo, ese plus en realidad
formará parte del financiamiento del sector público en 2016, aunque será insuficiente
para completarlo. Quedan todavía por conseguir unos 95 mil millones de pesos para
cuadrar las cuentas oficiales este año, aparte de la anunciada emisión de 4 mil millones
de dólares de letras del Tesoro en el mercado local.
Esta publicación es propiedad del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL). Dirección Marcelo L. Capello.
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Nota publicada en el diario La Voz del Interior el 24 de Abril de 2016 2
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Por ende, es difícil que haya obras públicas adicionales este año (a nivel Nación), pero
de todos modos el nuevo escenario será muy positivo para los proyectos en marcha,
que han dejado de contar con financiamiento y ahora podrán ser retomados con mayor
certidumbre. Esto puede permitir un rebote del sector construcciones, luego de meses
de caída en picada en aquellos contratos vinculados al sector público nacional. De
todos modos, hay que ver si no aparecen obstáculos legales en las adjudicaciones
efectuadas y cuanto resto financiero habrá de tener efectivamente el Tesoro.
Desde hace seis años se observa un marcado “ciclo electoral” en la dinámica del sector
construcciones, con fuerte aumento del nivel de actividad en los años que hay
comicios, y con profundas caídas (la “resaca”) al año siguiente. Desde el pico
alcanzado en el segundo trimestre de 2015, ha habido una caída del consumo de
cemento de 12,8 % a nivel país, considerando los datos desestacionalizados del primer
trimestre de 2016, de acuerdo a cálculos del economista Jorge Day. Este agregado
incluye obras privadas y públicas, pero no hay dudas que lo que más pondera es la
virtual “cesación de pagos” en la que ingresó el estado nacional en la segunda mitad
del año pasado, fenómeno potenciado por la fragilidad de las finanzas de un buen
número de provincias. Así, tenemos que la caída del consumo de cemento ha sido
algo más moderada en CABA (- 7,5 %), luego se ubica la zona Pampeana, con
-
11,4%, mientras que el resto de las regiones registró una merma del orden del 15 %,
guarismo válido para la Patagonia, Cuyo, el NEA y el NOA.
Ante semejante “descarrilamiento” de la obra pública, no debería extrañar que una
cierta normalización del funcionamiento de las finanzas, tanto en el ámbito nacional
como el provincial, pueda dar lugar a una recuperación paulatina del sector, teniendo
en cuenta además la notable “demanda insatisfecha” existente.
Del lado de las provincias, se cifra en 3 a 3,5 mil millones de dólares la potencial
emisión de deuda externa en la era “post-default”. A esto hay que agregar que las
provincias comenzarán a recuperar gradualmente la detracción de 15 % que se hacía a
la masa de recursos coparticipables, que ya comenzó a ejecutarse en forma plena para
el caso de Córdoba, San Luis y Santa Fé y que se habrá de extender al resto en
función del fallo de la Corte Suprema. Pues bien, esto puede permitir que este año
aumente a un ritmo de 37 % interanual el flujo automático de coparticipación, aunque
es cierto que habrá una merma en las transferencias discrecionales. De cualquier
modo, es un panorama que permitirá la planificación financiera de los gobiernos
provinciales (algo positivo para la obra pública), en la medida que tengan esa
prioridad.
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Del lado de la Nación, como se destacó más arriba, no alcanza con los 7 mil millones
de dólares excedentes de la reciente emisión de deuda para cerrar el plan financiero
de 2016. Según cálculos de los economistas Marcelo Capello y Néstor Grion, de IERAL,
la parte de moneda extranjera está sobrecubierta, pero en el segmento pesos resta
conseguir fondos por unos 95 mil millones de pesos, aun aceptando que se cumpla con
un déficit primario de 4,8 % del PIB. Por la cifra faltante, está planteado para 2016
una fuerte “competencia desleal” del estado en el mercado de crédito, lo que dejaría
sin margen de recuperación al segmento de bienes de consumo durable. En el caso
que parte de esos fondos se obtengan mediante
algún esquema de “blanqueo de
capitales”, esto podría atrasar más el tipo de cambio, con las implicancias que esto
tiene para la industria. Por estas razones, es posible que la apuesta del gobierno se
concentre en recuperar la obra pública en el segundo semestre, como forma de
atenuar lo que ocurra en otros sectores.
Algunos de estos interrogantes habrán de ser resueltos cuando el gobierno presente el
plan financiero 2016, algo que podría ocurrir esta misma semana. Este paso, a su vez,
es clave para que el Banco Central explicite también su estrategia para garantizar el
descenso de la tasa de inflación de aquí a 2019, objetivo que pretende alcanzar en un
contexto de flotación cambiaria, lo que desplaza toda la responsabilidad a la política
monetaria y a la tasa de interés.
Se trata de una experiencia inédita para la Argentina, ya que desde mediados del siglo
pasado,
la economía sólo reconoce dos patrones de funcionamiento, el de la alta
inflación y el de la estabilidad de precios de la década del ’90, lograda con una
convertibilidad de paridad fija entre el peso y el dólar.
Bajar la inflación sin recurrir a la fijación del precio del dólar es algo que otros países
de la región han logrado, como Chile y México, pero también existen experiencias
traumáticas,
caso de Brasil. El desafío es evitar que el instrumento para frenar la
inflación sea el del atraso cambiario, que fue el recorrido que hizo Brasil entre 2003 y
2008, de la mano de altísimas tasas reales de interés. Un “éxito” que resultó
insustentable y con efectos colaterales muy negativos en materia de crecimiento y de
performance exportadora.
Hay señales claras de que el gobierno intenta escapar de la “trampa brasileña”, pero
hay que tener en cuenta que el elevado déficit fiscal heredado juega en contra de ese
objetivo. La clave es que el Banco Central no intente “cortarse solo” en la lucha contra
la inflación, y que los pasos que vaya dando sean consistentes con la política fiscal.
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