Obra que se presenta al ... petrolera, desarrollo y libertad

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Obra que se presenta al 2do Concurso de Ensayo R.R. Ball: Economía
petrolera, desarrollo y libertad
PETRÓLEO, DESARROLLO, Y LIBERTAD:
CLAVES PARA LA TRANSICIÓN DEL SOCIALISMO AL LIBRE
MERCADO EN LA ECONOMÍA PETROLERA VENEZOLANA
Seudónimo: Liberum Cogitari
Resumen: El propósito del trabajo es identificar claves para una transición del
socialismo a la economía de libre mercado en Venezuela, a tal fin revisaremos
primero el fenómeno denominado enfermedad holandesa a la luz de la teoría
austríaca del ciclo económico (en economías abiertas con dinero fiduciario)
analizando posiciones sobre su carácter negativo, neutro o positivo en términos
de crecimiento, estableciendo que la enfermedad holandesa es simplemente
una variante específica y periférica de las distorsiones en la estructura intertemporal del capital por malas inversiones estudiada en la teoría austríaca del
ciclo. Luego repasaremos algunas posiciones sobre la renta y el desarrollo en
la economía petrolera venezolana, identificando en la transición del
mercantilismo al socialismo la clave de la paradoja del empobrecimiento, con lo
que propondremos la transición al capitalismo como única vía real al desarrollo,
para finalmente identificar ciertas claves de tal posible transición en una
economía como la Venezolana.
Códigos JEL: B53, E50, F31, F44, L71, O43
Palabras clave: Desarrollo, enfermedad holandesa, macroeconomía del capital,
teoría austríaca del ciclo, mercantilismo, socialismo, capitalismo, renta.
Junio de 2014
Introducción
Entendiendo por capitalismo una economía competitiva de libre mercado con
un amplio desarrollo de la propiedad plural en el marco de un Estado de
derecho y una cultura en la que prevalece una moral civilizada, que
representen
la
tendencia
al
optimo
equilibro
dinámico
de
sistemas
interdependientes en el espontaneo orden social capaz de garantizar la más
amplia libertad individual en la persecución de fines subjetivos diferenciados,
que reconcilie pacíficamente la mayor diversidad de escalas de valores
subjetivas en la cooperación voluntaria reduciendo a su mínima expresión
indispensable la coacción legítima en el orden social; es el propósito de éste
trabajo identificar las claves de una transición del socialismo al capitalismo en
una economía petrolera paradójicamente empobrecida en medio de la
abundancia de un recurso natural valioso, para lo que revisaremos primero el
fenómeno que se ha denominado enfermedad holandesa, a la luz de la teoría
austríaca del ciclo económico. Revisaremos el concepto de enfermedad
holandesa y las posiciones sobre su carácter negativo, neutro o positivo en
términos de crecimiento, junto con el problema del tipo de cambio real y su
posible relación con el crecimiento en el largo plazo; y teniendo en cuenta las
diferencias relevantes entre las economías que emiten divisas fiduciarias
utilizadas como reservas y las que importan aquéllas como reserva para emitir
su propia moneda, postularemos que la enfermedad holandesa, como
patología económica, es simplemente una variante específica y periférica, de
las distorsiones en la estructura inter-temporal del capital por malas
inversiones, ampliamente estudiada en la teoría austríaca del ciclo económico.
Luego repasaremos críticamente contrapuestos enfoques sobre la renta
[1]
petrolera como lastre del desarrollo, para identificar en la transición del
mercantilismo al socialismo la clave de la paradoja del empobrecimiento
venezolano, con lo que identificamos una transición al capitalismo como única
vía real al desarrollo, para finalmente señalar algunas claves específicas de tal
posible
transición
en
una
economía
petrolera
como
la
Venezolana.
Consecuentemente definiremos teóricamente capitalismo, mercantilismo y
socialismo como sistemas económicos diferenciados para determinar cuál de
aquéllos prevaleció en cada periodo de la historia económica de Venezuela,
entendiendo que la prevalencia de un sistema sobre otro, u otros, en la realidad
de la economía mixta nos permite explicar que la economía Venezolana fue del
mercantilismo al socialismo sin pasar nunca por un periodo de real prevalencia
capitalista, si bien pareciera habérsele aproximado más en las primeras del
siglo pasado que en otros, y matizando que por ser el período petrolero y el
inmediato anterior el que concentra nuestro interés en este caso, asumimos
que en el siglo XIX no habría períodos de mayor prevalencia capitalista que en
las primeras décadas del siglo XX, o que de haberlos no concurrieron en
aquéllos los elementos necesarios para estabilizar la tendencia a largo plazo.
Para finales del siglo XIX y principios del pasado sería imposible definir
Venezuela como un país capitalista desarrollado o como una aproximación
viable a serlo de acuerdo a criterios comparativos válidos para tal periodo, es
de hecho un país muy atrasado que emerge de un periodo muy prolongado de
guerras civiles violentas y desordenadas, hay cierta incorporación al comercio
internacional con exportaciones agrícolas siempre amenazado por los riesgos
de la inestabilidad política violenta, y sin embargo, alcanzada la paz por medio
de una prolongada dictadura el desarrollo del sector petrolero nos muestra un
[2]
país que a mediados del siglo XX está entre los más avanzados del continente
y ciertamente muy próximo de una economía desarrollada1 en PIB per cápita,
pero en la segunda mitad del siglo se revierte la tendencia con el
empobrecimiento y atraso como saldo de una paradoja de abundancia que
exige explicación. Sostendremos que es en la creciente prevalencia del
socialismo, coincidente en sus periodos de avance con los efectos de bonaza
cíclica de las alzas del precio del crudo, que está la explicación, y por supuesto,
si fue el socialismo la causa del fracaso presente y el mercantilismo la causa
del fracaso pasado, queda como opción el capitalismo como la única vía no
intentada al desarrollo en Venezuela.
Pero una transición al capitalismo es ante todo un asunto de incentivos, con
voluntad política favorable es relativamente simple ir del socialismo al
mercantilismo cuando el primero muestra los signos de un inminente colapso, y
por desigual e improductivo que sea, el mercantilismo resulta muy superior al
socialismo en el orden productivo, si bien es también muy fácil deslizarse casi
inadvertidamente de regreso al socialismo desde el mercantilismo cuando
dejan el consenso cultural que origina la opinión le es favorable, y sin embargo
es en extremo difícil e incierto iniciar una transición exitosa al capitalismo, no
sólo por la voluntad política y el consenso cultural necesarios, sino porque
implica poner en marcha intencionalmente lo que naturalmente emerge como
un orden espontaneo involuntario cuya complejidad inherente nos hace
imposible someterlo a la planificación consciente. Hay demasiadas variables
1
Para 1950 el PIB per cápita comparable de los EE.UU. sería de 9.750 dólares, quedándole el
de Venezuela tan próximo como 7.424 dólares. (From Angus Maddison aggregates compiled
by NationMaster)
[3]
interdependientes pero sabemos algunas cosas, entre ellas que sin sistemas
de Derecho, legislación y moral que garanticen la dinámica de incentivos
adecuada el capitalismo no será tal, y que la clave del capitalismo no está
únicamente en la propiedad privada y la libertad de precios, sino en el
descubrimiento empresarial de oportunidades, así como que el dinero no es ni
puede ser un factor neutral sujeto de planificación central por tratarse de una
institución emergente clave de la diversificación y especialización; y sabemos
que aunque siempre emergerán consecuencias no intencionadas, no es
imposible corregirlas en su momento, con lo que es posible identificar claves de
una transición razonablemente exitosa al capitalismo como vía al desarrollo.
Aunque esté implícito desde nuestro primer párrafo, debemos concluir nuestra
introducción indicando lo que entendemos por desarrollo: en un sentido
cualitativo los entendemos como la ampliación dinámica del horizonte de
diversidad para perseguir fines diversos según las escalas de valor subjetivos
individuales, que se hacen posibles en una sociedad en que aquello está
soportado materialmente por el desarrollo en sentido cuantitativo, siendo la
forma más simple y certera de definir ese desarrollo económico, como un
sostenido incremento de la cantidad de capital productivo disponible por
trabajador empleado, pues todas las sutilezas que agreguemos dependen de
aquello en principio, con lo que finalmente dependerá cualquier teoría del
desarrollo de la teoría del capital en que se sustente. Aquí emplearemos la de
escuela austríaca para analizar problemas particulares de una economía
petrolera, lo que nos da la oportunidad de empezar revisando un problema
típico de tales economías a la luz del más distintivo desarrollo de la teoría del
capital de la escuela de Viena, como es la teoría austríaca del ciclo económico.
[4]
1. Una revisión de la enfermedad holandesa a la luz de la teoría austríaca
del ciclo económico
1.1 Macroeconomía del Capital
Un primer motivo para replantear la enfermedad holandesa a la luz de la teoría
austríaca del ciclo económico es que uno de los más serios problemas en la
macroeconomía actual –o al menos con la abrumadora mayoría de lo que por
tal se investiga y enseña en la práctica totalidad de las facultades de
economía– es que “carece de conexión real ente el corto y el largo plazo” (ver:
Garrison 2005, pp.25-28) principalmente porque lo que suele llamarse síntesis
neoclásica y quizás fuera mejor llamar síntesis neokeynesiana no ha superado
las contradicciones que implica lo de ser keynesianos en el corto plazo y
neoclásicos en el largo plazo, y que aún sin resolverlas se ha calificado como
una “solución de compromiso que puede ser la correcta” (ver: Solow 1997,
p594-597), pese a que ese corto plazo keynesiano contradiga el largo plazo
neoclásico y viceversa. Un corto plazo que no está contenido coherentemente
en el largo plazo terminaría por eliminar el menor resquicio de aplicabilidad a la
realidad económica en los modelos que coincidiendo en tal inconsistencia
teórica pretendan mantener coherencia interna2, lo que eventualmente ocurrió
2
Sin solución al problema de la falta de conexión real entre el corto y el largo plazo, al trabajar
en modelos que la requieran la única solución sería abandonar el paradigma dentro del que no
hay tal conexión, o imaginar un escenario simplificado mediante el cual en el modelo se obvia
el problema eliminando las condiciones por las que existe en la realidad –En Krugman (2009
pp.28-31) tenemos un notable ejemplo de eso y en la detallada crítica del mismo por Rallo
(2009, pp.309-314) de sus implicaciones– por lo que un obvio resultado desafortunado, y en
muchas ocasiones difícil de detectar, es que –fuera de la posible utilidad exclusivamente
[5]
con “la teoría de las malas percepciones monetarias de los Nuevos Clásicos, la
teoría del ciclo real, y la nueva teoría keynesiana (…) contiene demostraciones
rigurosas de que los supuestos sobre las expectativas son coherentes con la
teoría misma, ninguna va acompañada de (…) conexión entre la construcción
teórica y la verdadera actividad económica” (Garrison 2006, p53). La escuela
austríaca es en este punto –como en otros– un paradigma alternativo que
conecta el corto y el largo plazo a través de su teoría del capital, pues se trata
de un cuerpo de teoría económica que no sólo pasó de largo por el desvío
keynesiano en la macroeconomía de los años ´30 del siglo pasado, sino que de
mucho antes había venido, siguió y sigue, desarrollando una macroeconomía
de la estructura del capital (ver: Garrison 2005) a partir de una teorización del
valor marginal del dinero “cuyas conclusiones aún no han sido asimiladas
plenamente por las principales corrientes de la teoría económica” (Rothbard
1990) lo que ciertamente hace que la teoría austríaca presente dificultades de
comprensión casi insalvables desde el paradigma dominante. Y como no
pretendemos atender esas dificultades de “traducción” en este trabajo, sino
limitarnos primero a revisar ciertas distorsiones en la orientación del capital,
propias
del
fenómeno
que
se
denomina
enfermedad
holandesa,
enmarcándolas en la teoría austríaca del ciclo económico, para luego ver como
ciertas especificas características del ciclo económico en economías
petroleras, que conjugado a deficiencias institucionales frecuentes en algunas
de aquéllas economías, las haría particularmente refractarias al libre mercado y
por consecuencia especialmente sensibles a saldar sus ciclos con una
teórica de contrastar– en tales modelos, junto con el problema desaparece la aplicabilidad de la
teoría.
[6]
tendencia al empobrecimiento sostenido de largo plazo. Para observar los
puntos –y antecedentes– de la teoría del ciclo que nos serán de mayor utilidad
en nuestro propósito, lo primero será realizar una revisión del problema del
interés en la teoría austríaca del ciclo económico, partiendo de una
reinterpretación de la idea de la diferenciación entre tasa de interés natural y de
mercado de Wicksell ([1898] 2000).
1.2 Antecedentes: Dinero, precios e interés
Empezando por una lectura de la idea central de Wicksell sobre el interés en
términos austriacos:
Lo que sostenía Wicksell es que dependiendo de las preferencias subjetivas respecto
de ahorrar o invertir de cada cual, el proceso intersubjetivo del mercado equilibra las
preferencias de todos en dos magnitudes, ahorro e inversión, cuyo punto de equilibrio
natural quedaría reflejado en una tasa de interés natural. Para llegar de aquí a la
correcta comprensión del ciclo por medio de la teoría económica, hay que ser
cuidadosos con el termino equilibrio en la forma que lo plantea Wicksell, la tasa de
interés al final es un precio, el precio del dinero en el tiempo, pero por consecuencia es,
simultáneamente, un ratio de intercambio subjetivo de bienes presentes por bienes
futuros. (Rodríguez 2010)
Mencionaremos que Wicksell entendía que la tasa de mercado a corto plazo
podía diferir de la tasa natural y que su concepto de equilibrio monetario era el
de un escenario en que se igualan simultáneamente la tasa de interés del
mercado y la natural, en el punto que se igualan ahorro e inversión, así como
que se pudiera hacer de aquello una lectura tan simple como que la tasa
natural fuera exclusivamente la preferencia temporal y la de mercado
incorporare cualquier otro factor, incluso simplemente el riesgo percibido, u
[7]
otras lecturas más complejas. Para que sea clara nuestra interpretación hay
que advertir que, salvo especificación contraria, incorporamos tácitamente la
idea del equilibrio dinámico en nuestro análisis, y consecuentemente
entendemos que la estática comparativa en modelos de eficiencia matemática
generalmente nos reflejaría unos estados de equilibrio final que jamás llegarían
a alcanzarse en el proceso de mercado, lo que en este caso significa que
interpretamos la idea de Wicksell en el sentido que cada individuo tiene una
escala personal diferente a los demás, tanto para decidir ahorrar como para
decidir invertir3, y el proceso de mercado las reflejaría todas en un rango de
3
En el sentido que las tasas de interés (diferentes según los plazos) son emergentes
intersubjetivos en un mercado del crédito en que los determinantes propios del ahorro son, del
lado de la oferta: la preferencia temporal y el riesgo percibido, mientras que los determinantes
del lado de la demanda son las productividades relativas (es decir, las tasas internas de
retorno) y el riesgo percibido; y en la medida que admitamos que se trata de un emergente
intersubjetivo, deberíamos admitir que las variaciones de las productividades relativas pueden
influir sobre el aumento o reducción del ahorro sin que varíe necesariamente la tasa de
preferencia temporal, pues la tasa de preferencia temporal intersubjetiva (incluyendo riesgos
estimados) separa ahorristas marginales de sub-marginales a cada plazo de vencimiento por sí
misma (la reserva fraccionaria no sólo crea circulante expandiendo el crédito sino que hace
marginales a los ahorristas sub-marginales al invertir la tasa natural a la vista de negativa a
positiva) mientras del lado de la inversión la comparación entre la tasa interna de retorno
estimada y la tasa de interés monetaria al plazo requerido es –ajustado en cada caso por la
aversión al riesgo– lo que separa la inversión sub-marginal de la marginal (que la distorsión de
las señales haga artificialmente marginal la inversión que no ha dejado de ser realmente submarginal es la primera distorsión de entre las que ocasionan el ciclo) por lo que obviamente
cualquier factor que incremente la productividad del capital, particularmente cambios
tecnológicos u organizativos transformará en marginales inversiones sub-marginales cuando
cambie su tasa interno de retorno esperada. Pero eso no pone en duda que no puede haber
[8]
aproximación a un punto -lógicamente en constante variación temporal- en que,
para cada plazo futuro pactado cierta magnitud presente de ahorro se
equilibraría con cierta magnitud presente de inversión en el rango de cierta tasa
de interés, que para cada serie de circunstancias concurrentes podríamos
denominar acertadamente tasa natural de interés, así que se pueden presentar
las tasas naturales presentes para sus respectivos plazos de vencimiento
futuro como una curva de interés sobre tiempo4 (ver gráfico 1)(5) Tal tasa de
inversión viable sin ahorro previo y que la tasa de interés emergente no manipulada (curva de
tasas presentes simultaneas a diferentes plazos realmente) sería la clave del equilibrio
dinámico saludable entre las cambiantes magnitudes de ahorro e inversión viables a diferentes
plazos.
4
En el entendido que las respectivas curvas, en cuanto representación de la serie correlativa
de tasas intersubjetivas presentes para todos los plazos futuros a los que se transa dinero
presente hoy, por dinero futuro a los diferentes plazos posibles, es a lo que debemos referirnos
cuando hablamos de tasa de interés natural, de mercado e interferida.
5
GRAFICO 1
Para cada plazo posible tenemos una tasa de interés natural intersubjetiva que a la vista o
plazos apreciados como muy cortes sería negativa, habría de pagarse por la custodia del
dinero, en tanto que a plazos apreciados como adecuados para intermediar créditos será
positiva y creciente, agregando a la tasa de preferencia temporal el riesgo percibido tendríamos
[9]
equilibrio (realmente, cada tasa presente) hacia la que tiende la tasa de interés
de mercado resulta un horizonte que no puede llegar a alcanzarse realmente
como equilibro monetario en los términos de Wicksell, pues en el momento en
que ello pareciera ocurrir las circunstancias ya habrían variado, y la tasa de
interés de mercado se orientaría hacia otra tasa de equilibrio que únicamente
podría alcanzar efectivamente si las escalas de valoración subjetivas ordinales
de los sujetos dejaran de cambiar. Como aquello es imposible en la realidad, la
tasa de equilibrio es pues incognoscible –aunque estimable– e inalcanzable en
el mercado real. Aclarado eso, los elementos que tomaremos inmediatamente
de Wicksell son:
una curva de tasas de mercado presentes según los plazos de vencimiento esperados para la
que generalmente encontraríamos que el riesgo percibido será mayor según sea más largo el
plazo de vencimiento pactado. Claro que expresado en esta forma, el interés natural implica la
naturalidad del interés negativo dentro de cierto rango muy corto de plazos de vencimiento,
como mínimo a la vista (necesariamente a la vista ya que de no poder fraccionar la reserva
para prestar con descalce de plazos el dinero depositado a la vista simplemente sería
imposible intermediarlo) y en condiciones nada inusuales incluso a muy corto plazo, se pudiera
argumentar que no hay una preferencia temporal involucrada, sino el pago por el servicio de
depósito, no obstante, la razón para depositar dinero a la vista no es sólo el riesgo (que en todo
caso está siempre presente en la formación de la tasa de interés monetaria) sino el
mantenimiento de una reserva de liquidez a tiempo indeterminado para propósitos futuros
desconocidos, (o conocidos y a tiempo determinado, pero el postergar el consumo presente
para propósitos futuros es lo que define al ahorro como tal) mientras que el destinar lo que
pudiéramos considerar excedentes de ahorro a la inversión pasiva es lo que conduce a las
colocaciones a plazo en las que claramente se renuncia a la disponibilidad presente a cambio
de una disponibilidad futura mayor, con lo que, sea que admitamos denominarla tasa de interés
o no, el pago por el servicio de depósitos forma parte de un continuo del que también forma
parte lo que denominamos, sin lugar a dudas, tasa de interés.
[10]

La tasa de interés natural como un punto de equilibrio dinámico entre
dos magnitudes de ahorro e inversión.

Que la tasa de interés real de mercado se puede alejar, más, o menos,
de la tasa natural por diferentes motivos.
A lo que agregaremos que:

En cuanto “precio” la tasa de interés de mercado será diferente si ha de
reflejar interferencias indirectas en aquél, de si se forma en un mercado
libre de tales interferencias.

En cuanto tasa de preferencia temporal cada tasa de interés presente es
relativa a plazos futuros, con lo que podemos entender “la tasa de
interés” como una curva de las simultaneas tasas presentes para
múltiples plazos futuros.

Una tasa de interés fijada administrativamente por la autoridad
monetaria ya no es un “precio” en cuanto tal, sino uno controlado –es
decir, un seudoprecio– que únicamente podrá ser adecuadamente
analizado cuando se le identifique como tal.
Pero si de una parte la interferencia sobre el dinero es antigua, diversa y
creciente, de la otra no hay el menor indicio de consenso sobre cuáles serían
las mejores condiciones institucionales para el resurgimiento de un dinero de
mercado realmente libre, así Hayek (1997, p322) explica que:
Considerado como requisito indispensable para el funcionamiento de un extenso orden
de cooperación entre seres libres, el dinero, casi desde su aparición, ha sido tan
desvergonzadamente manipulado por los gobiernos, que se ha convertido en la
principal causa de perturbación del proceso mediante el cual se auto-organiza el orden
extenso de cooperación humana. A excepción de unos pocos periodos afortunados, la
[11]
historia del tratamiento del dinero por parte del gobierno ha sido un incesante ejemplo
de fraude y decepción. A este respecto, los gobiernos se han mostrado mucho más
inmorales que cualquier institución privada que haya podido ofrecer dinero competitivo.
Sin olvidarlo, podemos referirnos a la tasa de interés como “precio” en la
medida que el proceso intersubjetivo por el que se llega a la tasa natural de
equilibrio, así como a la tasa de mercado propiamente dicha, es esencialmente
idéntico
al
de
la
formación
de
cualquier
precio.
Resumiendo
muy
estrechamente a Böhm-Bawerk (ver: 1986, pp. 99-121) podemos decir que,
partiendo de sus escalas de preferencia subjetivas ordinales dinámicas los
individuos deciden que intercambios realizar y cuáles no realizar, con lo que en
un mercado más o menos transparente los precios a los que la abrumadora
mayoría de los agentes realizaran transacciones se establecerá en un intervalo
entre las valoraciones marginales de compradores y vendedores más
próximas, y tal intervalo –que podemos resumir en un precio de equilibrio en
cuanto llega a ser muy estrecho– se desplazará en la medida que cambien
constantemente las valuaciones subjetivas de los sujetos que actúan y los
múltiples factores que las condicionan. Quedarán fuera del mercado quienes no
están dispuestos a comprar o a vender en el rango antes indicado e ingresarán
al mismo en la medida que el cambio de sus valoraciones, del intervalo de
precios de mercado y/o de ambos, lo permita. La aplicación de la teoría de
precios al dinero nos dice que, entendiendo precio como razón de intercambio
entre dos bienes, el bien dinero presente se cambia por el bien dinero futuro en
el intervalo de una tasa de interés intersubjetiva que emerge –en principio– de
un proceso idéntico al de cualquier otro precio de mercado con la única
diferencia de que en lugar de un precio de cada bien o servicio en dinero,
tenemos un intercambio de bienes presentes por bienes futuros con la
[12]
valoración de ambos en unidades monetarias, lo que detalla Rothbard (ver:
1993, pp. 273-387).
A diferencia del interés, que resulta un emergente análogo al precio en dinero
en cualquier intercambio indirecto para el caso del intercambio de dinero en el
tiempo; el dinero que se cambia por bienes y servicios, en cuanto bien cuya
utilidad es la de ser medio universal de intercambio indirecto, no presenta un
emergente similar a un precio propio respecto de todos los bienes que surja del
proceso intersubjetivo de ordinales de valor subjetivo. Es decir, si el precio de
todos los bienes se expresa en dinero, el precio de dinero únicamente lo
pudiéramos expresar en bienes, pero eso no significa que lo podamos expresar
realmente en una cesta o promedio de bienes, principalmente porque las
escalas de valores subjetivas de las personas no son estables, pues como
explica Rothbard:
Supongamos, por ejemplo, que la oferta de dinero aumenta un 20 por ciento. El
resultado no será, como da por sentado la economía clásica, un simple aumento
general del 20 por ciento en todos los precios. Imaginemos, a título de suposición, el
caso más favorable, que podríamos denominar el modelo del Arcángel Gabriel, según
el cual el Arcángel Gabriel desciende de las alturas y de la noche a la mañana
incrementa el saldo de caja de todo el mundo precisamente en un 20 por ciento. Ahora
bien, no todos los precios aumentarán simplemente un 20 por ciento, porque cada
individuo tiene una escala de valores diferente, un ordenamiento ordinal diferente de
las utilidades, incluso las utilidades marginales relativas de los dólares y de todos los
otros bienes de su escala de valores. A medida que aumenta el stock de dólares de
cada persona, sus adquisiciones de bienes y servicios variarán de acuerdo con la
nueva posición que éstos ocupan en su escala de valores respecto de los dólares. Por
lo tanto, variará la estructura de la demanda, al igual que los precios relativos y los
[13]
ingresos relativos de la producción, y se modificará también la composición de la gama
de bienes y servicios que constituyen el poder adquisitivo del dólar. (1990)
En una economía monetaria el dinero es el único bien que se encuentra en
estado de trueque con los demás bienes y servicios (Ibídem) por lo que en el
estricto presente no tenemos ni un precio monetario del dinero, ni un
emergente cardinal equivalente, como es la tasa de interés para el intercambio
inter-temporal de aquél. En tal sentido, el poder de compra, que resulta ser el
concepto con el que identificaríamos un “precio del dinero” no equivale a un
nivel de precios que pudiéramos representar mediante un número índice. Pero
el que no podamos medir, y en ese sentido conocer algo, no significa que no
exista6, el poder de compra es un precio del dinero en bienes cuya existencia
entendemos perfectamente, pero que no podemos conocer en el sentido que
conocemos el precio del dinero en el tiempo o el precio monetario de cualquier
bien o servicio diferente del dinero mismo. Recordando que el peculiar
problema de que el valor marginal del dinero se derivase de su utilidad como
medio de intercambio y aquélla a su vez se derivase de su poder de compra,
fue resuelto por el teorema regresivo de Mises en su Teoría del Dinero y el
Crédito de 1912, recurriremos a la clara explicación de Rothbard de la teoría
marginal aplicada al dinero por Mises:
Las utilidades relativas de las unidades monetarias comparadas con otros bienes
determinan la demanda de saldos de caja de cada persona, es decir, qué porción de su
ingreso o su riqueza conservará como saldo de caja, comparado con la cantidad que
habrá de gastar. Aplicando al dinero la ley de la utilidad marginal (ordinal) decreciente,
y teniendo en cuenta que su “uso” ha de reservarse para su futuro intercambio, Mises
6
Ni que aproximaciones estadísticas parciales, acercamientos indirectos incompletos, carezcan
de utilidad práctica, tienen mucha, si no se olvidan sus serias limitaciones.
[14]
llegó implícitamente a una curva de demanda descendente para el dinero en relación
con el poder adquisitivo de la unidad monetaria. Este poder adquisitivo, al que Mises
denominaba también “valor de cambio objetivo” del dinero, estaba determinado
entonces, como en el análisis común y corriente de la oferta-y-la-demanda, por la
intersección del stock de dinero y la demanda de un plan de saldos de caja. Podemos
observar esto visualmente si recurrimos al conocido diagrama bidimensional
correspondiente al precio de cualquier mercancía y a su cuantía, y colocamos en la
coordenada y el poder adquisitivo de la unidad monetaria, y en la coordenada x, la
cantidad de dinero. Mises terminó de redondear el análisis señalando que la oferta total
de dinero en cualquier momento dado no es ni más ni menos que la suma de los saldos
de caja individuales existentes en ese preciso momento. En ninguna sociedad existe
dinero que no tenga dueño: el dinero pertenece siempre a alguien y, por tanto, siempre
forma parte del saldo de caja de algún individuo. (1990)
Y es en ese sentido que el dinero fiduciario es dinero, en la medida que los
saldos de caja están depositados a la vista, el circulante ampliado resulta ser el
dinero y no únicamente el dinero de base monetario, así no es difícil
comprender que tal frágil en última instancia es un dinero que existe
únicamente como promesa sobre una base monetaria muy inferior al circulante.
Ahora deberíamos estar en capacidad de comprender las causas económicas
subyacentes del alza de la tasa natural de interés que presiona al alza de la
tasa de mercado –así como de una tasa interferida o una tasa regulada– en la
transición de la fase expansiva a la depresiva de los ciclos económicos
inducidos por el inyección de circulante mediante la expansión del crédito.
1.3 La teoría austríaca del ciclo económico
Mises ([1912]1997, pp.335-337) explica que el ciclo se inicia cuando, en
ausencia de aumento en los productos intermedios y sin posibilidad de alargar
[15]
el periodo medio de producción, se establece una tasa de interés
correspondiente a un periodo medio de producción más largo, “la caída en el
tipo de interés debilitase los motivos de ahorro, haciendo más lento el tipo de
acumulación de capital” (Ibíd.) lo que hace que tiendan a consumirse los
medios de subsistencia antes de que los bienes de capital empleados en la
ampliación se transformen en bienes de consumo7, la reducción de los bienes
de consumo disponibles ocasiona un alza en su precio en tanto descienden los
bienes de producción. Así, lo que al principio hizo que los bienes de producción
subieran más que los de consumo, se revertirá haciendo que los bienes de
consumo
se
eleven
y
los
de
producción
desciendan
relativamente,
aproximándose la tasa de interés nuevamente a la tasa natural. Indica también
Mises que el contra movimiento se refuerza en que la reducción del valor de
cambio objetivo del dinero empuja la tasa de interés por encima del nivel que
se exigiría de no haber modificación en el valor de cambio objetivo del dinero. Y
concluye que debido a que los bancos no pueden reducir continuamente la tasa
de interés y poner a circular nuevos medios fiduciarios, en su momento por el
limite metálico, pero también porque de ser institucionalmente posible una
7
Aunque Mises explica que los medios de subsistencia no llegan a agotarse poniendo
realmente en riesgo vidas debido a que los procesos de producción son continuos y
simultáneos, es posible llegar realmente a tal extremo cuando, en ausencia completa de
precios propiamente dichos, los planificadores centrales concluyen que dispondrán de un fondo
de subsistencia mucho mayor del real y acometen ampliaciones de la estructura de capital en
extremo ambiciosas, la descoordinación de la producción inherente al socialismo se agrava en
un proceso cíclico extremo en que efectivamente se produce la hambruna, un ejemplo histórico
de aquello lo describe Margolin (2010) en el llamado “Gran Salto Adelante” de la R.P.Ch. bajo
el liderazgo de Máo Zédōng.
[16]
avalancha de medios fiduciarios originaría finalmente una “situación de pánico
imposible de contener”. Por lo que aclara que la antigua relación entre los
precios de los bienes de producción y los de consumo no se restablecerá
debido a que la distorsión habrá ocasionado una redistribución de la propiedad
y a que no es factible trasladar todo el capital de aquellos usos que se ha
descubierto que no produce beneficio a otros que sí lo produzcan, con lo que
una parte de dichos medios se deberán dejar de emplear completamente o
emplearse malamente en una actividad apenas económica, así que el
problema de fondo es que “Algunos bienes económicos que podrían haber
satisfecho necesidades más importantes se han empleado para otras de menor
importancia” (Ibíd.) y únicamente “en la medida que pueda rectificarse la
equivocación sufrida dirigiendo los recursos hacia un mejor empleo podrá
evitarse la pérdida.” (Ibíd.).
Las principales obras en que Hayek trabaja sobre la teoría del ciclo de Mises
serían Precios y producción, La Teoría monetaria y el ciclo económico, y La
teoría pura del capital, y es interesante que las desarrollase al mismo tiempo de
su controversia académica con Keynes y sus seguidores de Cambridge de una
parte, mientras de la otra, por consecuencia ampliaba las profundas diferencias
con los monetaristas que intentaban una versión mecánica de la teoría
cuantitativa adoptando inevitablemente como teoría del capital la de J.B. Clark
y F.H. Knight; sobre la que se construye el modelo de flujo circular de la renta.
El que el paradigma dominante en la facultades de economía tras la segunda
guerra mundial resultare, mayormente una síntesis de aquellos, colocó a la
escuela austríaca en una posición muy complicada en el mundo académico,
cuando menos hasta la segunda mitad de la década de los ’70 de ese siglo,
[17]
cuando la síntesis neo-keynesiana –más frecuentemente llamada síntesis
neoclásica– tropieza con la inesperada estanflación, Hayek es distinguido con
el Nobel de economía por "su trabajo pionero en la teoría del dinero y las
fluctuaciones económicas y por su penetrante análisis de la interdependencia
de
los
fenómenos
económicos,
sociales
e
institucionales”,
los
macroeconomistas comienzan a tomar conciencia del problema citado al
principio de este trabajo, en la búsqueda de un “anclaje microeconómico” que
no llegue a romper con el paradigma iniciado en desvió keynesiano de la
macroeconomía del años ‘30, lo que tras más de cuatro décadas de esfuerzos
aún resulta en modelos en que “la aplicabilidad ha sido sacrificada al rigor”
(Garrison 2005, p53).
Huerta de Soto prefiere “exponer la teoría del ciclo basándonos directamente
en los efectos de la expansión crediticia sobre la estructura productiva,
quitando algo de protagonismo al análisis misiano sobre las disparidades entre
el «interés natural» y el «monetario».” (2009, p287) con lo que detallará (Ibíd.
pp.289-305) seis procesos microeconómicos que tienden a revertir los errores
cometidos en una burbuja crediticia. A saber:
Primero: Alza del precio de los factores originarios de producción, entre ellos
las materias primas, debido a que el impacto monetario hace que los
empresarios las demanden al tiempo que no se liberan como producto del
ahorro, o no hay suficiente liberación pues la expansión crediticia crece a un
ritmo muy superior al del ahorro, y crecen los precios.
Segundo: Subida en los precios de los bienes de consumo, porque cuando el
dinero llega a los empresarios, estos pagan a sus proveedores y así
[18]
sucesivamente, termina llegando al bolsillo de los consumidores y si su la tasa
de preferencia temporal no ha cambiado, siguen consumiendo y ahorrando en
la misma proporción, con lo que el precio de los bienes de consumo sube.
Además, mientras no se culminen los alargamientos de la estructura productiva
a que darían lugar las inversiones en bienes de orden superior (y muchos de
aquéllos no se culminarán jamás) se producen una serie de ralentizaciones por
cuellos de botella que retrasan la llegada de los bienes de consumo y esto
incide adicionalmente sobre los precios.
Tercero: Lo anterior hace que los beneficios empresariales de las empresas
más próximas al consumo empiecen a crecer más rápidamente que los de las
inversiones emprendidas con la expansión crediticia, lo cual de sí, es una señal
que empieza a hacer titubear a los empresarios y sigue un cuarto efecto
microeconómico, que es el efecto Ricardo pero en la dirección contraria.
Cuarto: La subida del precio nominal de los bienes de consumo supone una
bajada en términos relativos del nivel de los salarios reales, con lo que a los
empresarios les deja de interesar invertir en el margen en la misma proporción
en capital y comienzan a contratar en términos relativos más mano de obra, en
algunos casos más turnos y en otros más personal por turno, y esto tiene un
efecto letal sobre la demanda de los bienes de capital que en última instancia
van a producir las etapas financiadas por la expansión crediticia.
Quinto: La subida de los tipos de interés. Porque la expansión crediticia se
inyecta en el sistema por medio del sistema bancario y todo esto orquestado
por los bancos centrales reduciendo el tipo de interés que se pide y con él, el
resto de condiciones periféricas para conceder préstamos. Pero cuando ya se
[19]
inyectado la expansión crediticia y comienzan a subir los precios, Huerta de
Soto destaca que el tipo de interés tiene una componente de riesgo y otra por
inflación esperada que hacen que los tipos de interés empiecen a subir, ya que
ante la pérdida de poder adquisitivo de la unidad monetaria los prestamistas
deberán añadir un componente de inflación a fin de cobrar la misma tasa de
interés real, y recuerda como Hayek en 1937 demostró que la inversión en
bienes de capital genera una demanda adicional autónoma de ulteriores bienes
de capital que tienen un carácter complementario, y que los empresarios
asumirán tasas de interés más altas para terminar los alargamientos antes de
tener que asumir directamente el fracaso de proyectos en los que
comprometieron prestigio y grandes volúmenes de recursos8.
Sexto: la conjunción de los cinco anteriores efectos implica que aparezcan
pérdidas contables en las etapas relativamente más alejadas del consumo. El
contraste con los beneficios que se obtienen en las etapas más próximas al
8
Además del prestigio y recursos está la expectativa –no siempre, pero ciertamente en muchos
casos justificada– de que, en el peor de los casos, un proyecto terminado y explotado en
condiciones poco económicas represente una pérdida relativa menor que un proyecto
inacabado a ser liquidado en una recesión. Irónicamente la liquidación a perdida de tales
inversiones erróneas inacabadas por quienes no logren concluirlas y no puedan asumir los
costes de no liquidarlas, es lo que tiende a permitir más eficazmente su potencial explotación
en fines alternos por otros empresarios que obtendrán ganancias reorientando ese capital a los
usos más cercanos posibles a los óptimos para la demanda efectiva del mercado, lo que en
cualquier caso seguirá siendo un desperdicio relativo de recursos, pues sin la generalización de
las malas inversiones por la distorsión de la información de precios debida al crédito ampliado,
la mala inversión no hubiera tenido sino las específicas y comparativamente minúsculas
proporciones de la perdida de quienes no logran adaptarse eficientemente a los cambios
competitivos en condiciones normales de mercado abierto.
[20]
consumo, revelan la magnitud de los errores empresariales forzando la
paralización y liquidación de las malas inversiones, y desplazando recursos de
las etapas más alejadas del consumo hacia las más próximas al mismo. En su
conferencia Crisis financiera, reforma bancaria y el futuro del capitalismo
Huerta de Soto (2012) resumió este sexto efecto en que: cuando la subida de
precios asusta a las autoridades monetarias y el banco central del caso
comienza a subir los tipos de interés, esa alza de los tipos de interés hace que
el valor actual de los bienes de capital caiga significativamente y con él, el de
los títulos que los representan en los diferentes mercados, bursátiles
financieros, etc. presentándose inevitablemente las pérdidas contables antes
mencionadas.
Hay un aspecto en el quinto efecto microeconómico que Huerta de Soto no
destaca, posiblemente por su declarado deseo de restar “protagonismo a las
disparidades entre el «interés natural» y el «monetario»”; y es que siendo la
tasa de interés natural una tasa preferencia temporal intersubjetiva, visto que la
preferencia temporal es una relación de cambio entre bienes presentes y
bienes futuros, y que en este caso el bien no es otro que el medio general de
intercambio indirecto, el dinero, con lo que el aumento del precio de los bienes
presentes, aunque afecte en grados diferentes a diferentes bienes y servicios,
cuando ha afectado tanto a los bienes de orden superior como a los de primer
orden, simplemente no puede dejar de afectar la preferencia temporal de los
agentes económicos respecto al propio dinero fiduciario.
Con todas las peculiaridades del caso, lo cierto es que el “precio” presente de
dinero es su poder de compra, cuando tal poder de compra cae los agentes
ajustaran eventualmente su preferencia temporal al nuevo valor subjetivo que
[21]
darán en sus escalas de preferencias al bien dinero presente, y aunque
también variaran su valoración subjetiva del dinero futuro, no mantendrán
inalterada exactamente la misma proporción anterior9 entre uno y otro, sino que
tenderán a variar su preferencia temporal a favor del dinero presente porque
requieren mayores montos para hacer frente a equivalentes gastos y porque
tenderán a no ahorrar en un dinero fiduciario que ha perdido valor. Se pudiera
considerar que la tasa de interés subirá para ajustarse a las expectativas10 de
9
Ya hemos citado atrás a Rotbard (1990) en cuanto a que si “de la noche a la mañana se
incrementa el saldo de caja de todo el mundo precisamente en un 20 por ciento. (…) no todos
los precios aumentarán simplemente un 20 por ciento, porque cada individuo tiene una escala
de valores diferente, un ordenamiento ordinal diferente de las utilidades, (…). A medida que
aumenta el stock de dólares de cada persona, sus adquisiciones de bienes y servicios variarán
de acuerdo con la nueva posición que éstos ocupan en su escala de valores respecto de los
dólares” y es la misma razón por la que la posición relativa del bien dinero presente respecto al
bien dinero futuro no puede permanecer en un intervalo equivalente inalterado en todos y cada
uno de los individuos cuando sus escalas de valores respecto al dinero han variado de manera
particular y diferenciada en cada uno de ellos. Así que las personas tenderán eventualmente a
no ahorrar igual ni mayor sino menor proporción de su ingreso en respuesta a la pérdida de
poder de compra del dinero presente, y consecuentemente a incrementar la proporción que
gastan, en buena parte porque la opción de ahorrar directamente en reservas como respuesta
a la inflación interna, previendo una relativamente mayor pérdida de compra del signo
monetario periférico, o hacerlo en reservas alternativas y/o bienes reales de alta liquidez en
respuesta a la inflación del centro, aunque efectivamente ocurrirá, se vea afectada por la
pérdida de poder compra acumulada del ingreso de la mayoría y los crecientes costos de
transacción asociados a tal sofisticación del ahorro.
10
Sobre el tratamiento de las expectativas en el marco de la teoría austríaca y las diferencias
entre los austriacos al respecto ver: Hayek ([1939]1975) y Lachman ([1943]1977). En cuanto a
[22]
inflación futura, pero en la medida que tales expectativas tengan un importante
componente de incertidumbre, el motivo de ahorro se debilita y el medio de
ahorro se desplaza del dinero a otros bienes (lo que a su vez equivale a un
incremento relativo del consumo) o a otras divisas. Generalmente los agentes
tenderían a reaccionar ante la pérdida de valor presente del dinero de maneras
que ocasionarían una variación hacia una tasa de preferencia temporal
intersubjetiva más alta, incluso si no anticiparan más inflación futura. Esa es
una fuerza económica subyacente que implica el alza de la tasa natural como
producto de la baja de la tasa monetaria y que hace eventualmente insostenible
la tasa monetaria artificialmente baja.
Ahora, desde nuestro punto de vista la diferencia entre la tasa de interés
natural y la tasa monetaria producto de la expansión artificiosa del circulante
deberíamos explicarla comparando la curva de tasas de interés natural
presente según plazos de vencimiento futuro con la curva de tasas de interés
monetaria según plazos de vencimiento futuro para notar que a la vista o a muy
corto plazo el interés monetario citado sería mayor, pasando de negativo a
positivo debido a la incremental demanda de préstamos a la vista y/o a muy
corto plazo por parte de las instituciones financieras capaces de descalzar los
plazos para prestarlas a largo plazo mediante la reserva fraccionaria, de lo
mismo se sigue un incremento en la oferta de créditos a plazos más largos que
hace caer la tasa monetaria respecto a la natural, con lo que la curva resultante
de la expansión monetaria se aplanaría respecto de la natural en las etapas
la diferencia entre el tratamiento austriaco de las expectativas y el de la teoría de las
expectativas racionales ver: Huerta de Soto (2009, pp.416-421) y Garrison (2005, pp.49-61).
[23]
iniciales del ciclo, (Ver gráfico 2)(11) pero eventualmente llegaría a superar en
todos los plazos la tasa monetaria a la natural quedando la curva de la tasa
monetaria por encima de la natural en lugar de cruzarla.
11
GRAFICO 2
Lo que observamos al ilustrar el interés natural y monetario como curvas por plazos y
superponerlas es que la expansión del crédito por el sistema de reserva fraccionaría produce
una curva que inicialmente se separa de la natural en dos sentidos opuestos, a la vista y a
corto plazo la curva de tasa monetaria nos mostraría tasas más altas que de tasas naturales,
por la demanda de crédito a la vista y a corto plazo de los agentes con capacidad de prestarlo
a largo plazo mediante el fraccionamiento de la reserva, en tanto que a más plazo la curva
monetaria nos mostraría tasas menores por efecto de la oferta de crédito adicional que se ha
expandido mediante la creación de circulante puramente crediticio. La curva es una señal
distorsionada análoga a un precio fijado arbitrariamente sobre o bajo su nivel de mercado,
parece reflejar cambios en las tasas intersubjetivas de preferencia temporal y riesgo que
implicarían cambios en las escalas de preferencia sobre ahorro y consumo, pero nada de
aquello ha ocurrido, simplemente hay una distorsión en la información porque se ha creado una
oferta expandida de crédito futuro contra una reducción menos que proporcional del consumo
presente, con lo que la distorsión de señales dará lugar a que tal crédito expandido se invierta
en producir oferta futura que no se corresponderá con la demanda real efectiva futura, y en
lugar de errores empresariales aislados se presentaran errores empresariales sistémicos
[24]
La teoría austríaca del ciclo puede ser entendida, hasta cierto punto, como un
problema de velocidades relativas entre la producción automática de dinero
fiduciario y el tiempo requerido para completar la expansión proporcional de la
estructura del capital, que el circulante se pudiera expandir en la emisión bajo
un patrón metálico requeriría que se emitieran sustitutos monetarios en mayor
cantidad que el metal que los respaldase, lo que generalmente implicaría tomar
deuda como activo en lugar del metal y/o cambiar la relación de cantidad de
metal por signo monetario, expandirlo por medio del crédito requiere que se
pueda prestar el dinero en depósitos a la vista conservando únicamente una
fracción del mismo, que cualquiera de las tres cosas, o una combinación de
ellas se haga sin un “drenaje metálico” depende de la confianza y en tal sentido
todo el circulante que no esté directa y estrictamente respaldado por metal es
fiduciario y hace potencialmente insostenible al patrón –desde 1790 (ver:
Rothbard 2000, p.179 ss.) al vacilar la confianza se recurrió frecuentemente a
suspender la convertibilidad de los sustitutos monetarios por prolongados
períodos, y eventualmente se recurriría a formalizar una devaluación al
restablecer la convertibilidad– con lo que en ausencia de crédito expandido o
emisión inorgánica de sustitutos monetarios dentro de un patrón metálico el
único detonante conocido para un ciclo (de la magnitud de los que conocemos,
pero de origen real y naturaleza no recurrente) que resta es el incremento
repentino y significante de la producción minera del metal de referencia, lo que
pudiera ser presentando como un caso particular de enfermedad holandesa; y
masivos que al subir las tasas descubrirán como sub-marginales las inversiones realizadas con
tasas que las hacían parecer marginales.
[25]
claro, también de relación entre el citado fenómeno y la descoordinación intertemporal en los términos de la teoría austríaca del ciclo.
1.4 La enfermedad holandesa
El término se acuño en la revista The Economist (1977) y resumiendo al
máximo posible modelos y dudas tempranas (Corden y Neary 1982; Bruno y
Sachs 1982, Van Wijnbergen 1984) diríamos que si un sector exportador
produce un ingreso nuevo y muy importante de divisa extranjera en una
economía, la competitividad relativa de otros sectores cambiaría como
resultado de la variación del tipo de cambio real12 los modelos indicarían que el
ingreso de divisas acrecentado por el sector favorecido (el mejor ejemplo sería
12
Si asumiéramos “tipo de cambio real” como
y consideraremos que de comparar
tipos de cambios real depende la caracterización de enfermedad holandesa, veríamos de
inmediato lo problemático del concepto de enfermedad holandesa para economistas de la
escuela austríaca, pues en el marco de la teoría austríaca tropezaríamos con varios problemas:
de una parte que los niveles de precios expresados en índices no miden realmente el poder de
compra en el sentido de valor de cambio objetivo del dinero, puesto que las relaciones de los
otros bienes entre sí no son constantes, por lo que al usarlos “debemos acudir a toda suerte de
hipótesis artificiales para obtener al menos alguna idea del significado de los resultados
obtenidos” (Mises [1912] 1997, p.165) y aunque el propio Mises nos señala su limitada pero
cierta utilidad práctica, de la otra también porque, comparados de dos economías, nos traen al
mismo problema de la paridad del poder adquisitivo, primero que normalmente no serían
idénticas las cestas de bienes, pero aún si lo fueran, la igualdad sería en todo caso física más
no económica ya que simplemente “los hombres y sus necesidades no son los mismos en
todas partes, como tampoco lo son las mercancías” (Ibíd., pp.145-153) por lo que definiremos
el tipo de cambio real como el equilibro neutral entre los valores de cambio objetivos (poder de
compra) de dos monedas que, como dinero, se encuentran en un estadio “de trueque con los
demás bienes y servicios” (Rothbard 1990).
[26]
por un alza del precio de una materia prima exportable en una economía que
tienda a especializarse en la producción de aquella por ventaja competitiva,
pero los modelos pudieran comprender prácticamente cualquier choque
externo que implique un aumento del ingreso de divisas) causará la declinación
de otros sectores no transables que perderán competitividad, crecerán las
importaciones de esos bienes transables, pero también parte del ingreso nuevo
de divisas se transformará en moneda nacional incrementando el circulante,
cuando menos para la demanda nueva de bienes no transables, y en tal
sentido implicará un incremento de las importaciones y de la demanda interna
de bienes no transables, que se han estudiado respecto a productos agrícolas,
Meisel (2010)13; petróleo (Corden 1981, Benkhodja, 2011) y remesas (Lartey,
Mandelman y Acosta 2012) pero nos concentraremos en el impacto de corto
plazo que el ingreso incrementado de divisas por una exportación cuya
demanda externa crece repentinamente (o cuya oferta global se restringe
repentinamente)
ocasiona
en
economías
especializadas
por
ventajas
competitivas en la exportación de materias primas. El fenómeno se ha
considerado negativo para el crecimiento a largo plazo (Rajan y Subramanian
2005, e Ismail 2010), pero también se ha argumentado que no hay tal
“enfermedad”, pues se trataría de la transición de un equilibrio a otro que no
afectaría negativamente el crecimiento a largo plazo y al parecer la literatura
reciente tiende a tener más conclusiones orientadas en algún grado en ese
sentido (Magud y Sosa 2010) e incluso se ha argumentado que sería positivo
13
Argumenta como un caso de enfermedad holandesa, que el escaso dinamismo de las
exportaciones de banano del Caribe colombiano se habría originado en una revaluación de la
moneda local por el auge de las exportaciones de café entre 1910 y 1950, y lo interesante es
que el desplazamiento sería entre sectores transables con dos commodities agrícolas.
[27]
para el crecimiento a largo plazo al fortalecer el ingreso real de la población en
la medida que se mantuviera el tipo de cambio alineado con la competitividad
relativa del sector exportador más eficiente, evitando la emisión inorgánica
interna (Gómez, 1991).
Aunque se admita que cualquier desalineación de la tasa de cambio de su
equilibrio de largo plazo, sea por subvaluación o sobrevaluación sería
potencialmente negativa (Berg y Miao 2010), no por ello se rechaza
completamente la idea de la subvaluación respecto a la PPA para permitir la
competitividad de sectores transables de otra forma no-competitivos (Rodrik
2008) lo que fácilmente conduce a una idea realmente peligrosa, como es la de
usar la devaluación para diversificar exportaciones en una economía
especializada en una materia prima con una competitividad comparativa muy
alta14 y consecuentemente un gran peso relativo en la producción de bienes
14
Entre 1989 y 1993 se intentó en un país petrolero como Venezuela, bajo las favorables
condiciones de precios petroleros relativamente bajos, un programa de privatizaciones, además
de una relativa apertura externa y desregulación interna, pese a lo cual lo que se observa a lo
largo del periodo es una política fiscal expansiva acompañada de una política monetaria
restrictiva que no sería suficiente para controlar la alta inflación (Rodríguez, 2010). Antes de
dicho periodo se había intentado la industrialización por medio de la “sustitución de
importaciones” con una industria primaria monopólica estatal a gran escala considerada
estratégica, y protecciones arancelarias, créditos blandos y subsidios a las industrias no
competitivas de bienes transables, y tras dicho periodo se retorna progresivamente a las
regulaciones y controles, se re-estatizan buena parte de las empresas privatizadas, se llega a
restablecer el control de cambios (pero ya no como medida de coyuntura sino como un eje
permanente del modelo socialista radical) y se observa la progresiva reducción y virtual
desaparición de aquellas exportaciones no tradicionales, así como de gran parte de la
producción interna de bienes transables privada (pese a los proyectos de industrialización con
[28]
transables. De hecho, si se considera el tipo de cambio de equilibrio un
promedio dinámico entre las competitividades relativas de los diferentes
sectores productores de bienes transables se notará que el peso relativo de
dichos sectores sería lo que daría cierta entidad al promedio, con lo que la
enfermedad holandesa surgiría como problema estructural en lugar de
fenómeno coyuntural en la medida que la enorme diferencia en la
competitividad relativa de un sector con el resto se conjugue con su
desmesurado peso relativo y su escasa inserción en estructura de producción
interna (Gómez 1991) pero nuestro punto es que sin considerar la teoría
austríaca del capital es realmente difícil establecer porque la enfermedad
holandesa sería o no una enfermedad económica, en tanto que al considerarla
encontraremos una justificación teórica –al menos en el caso estructural de
economías fuertemente especializadas en la exportación de materias primas–
para considerarla una variante particularmente nociva de un proceso más
general de distorsión de información, que conduce al desperdicio de capital por
malas inversiones en ciclos económicos inducidos desde el lado monetario por
la ampliación de inversiones sin ahorro previo. Se puede tener una percepción
negativa, por razones equivocadas, del desplazamiento del capital hacia la
actividad transable de mayor ventaja competitiva y a la producción de bienes
no transables, con la consecuente declinación de la producción de otros bienes
mayor peso Estatal directo en otra versión de la sustitución de importaciones) tras el
incremento del precio del petróleo se observa nuevamente que se reduce la producción local
de bienes transables, aumentan las importaciones, crece relativamente la producción de bienes
no transables, la alta inflación interna se encubre con los controles de cambio y de precios, y se
tiende a concluir que en el largo plazo la economía Venezolana se hace más dependiente del
petróleo y más pobre. (Ross, 2008)
[29]
transables, cuando se justifica la industrialización como objetivo de la
planificación económica del Estado, sea por la sustitución ineficiente de
importaciones generalmente llamada: crecimiento hacia adentro, o el subsidio
inflacionario a exportaciones usualmente denominado: crecimiento hacia
afuera, o se puede entender que tales esfuerzos de planificación centralizada
de la actividad económica terminaran desperdiciando capital en una
industrialización artificiosa y precaria al desalinearse inevitablemente15 de la
dinámica orientación del capital hacia ventajas competitivas en una economía
abierta. El asunto es que partiendo de una teoría neoclásica, de síntesis, neo
ricardiana o post-keynesiana del capital resulta imposible conectar el desajuste
macroeconómico con causas y efectos microeconómicos que nos den cuenta
teórica de si, el desajuste por el choque que la enfermedad holandesa causara
en el circulante producirá reorientaciones eficientes o distorsiones ineficientes
en la asignación del capital a corto o mediano plazo, y los estudios empíricos
jamás serán realmente concluyentes, pues en la medida que lo segundo se
saldara a largo plazo con algún crecimiento, el marco teórico resultaría una
venda que impediría ver adecuadamente el problema de errores en la
15
En última instancia el que oficinas gubernamentales de planificación central intenten
identificar estrategias que guíen la inversión de empresas privadas de acuerdo al plan
mediante incentivos positivos y negativos –independientemente de que el mismo Estado
planificador sea o no propietario de aquellos sectores que considere estratégicos– en la medida
que tal planificación sea efectivamente seguida, y no desobedecida por la industria privada,
chocará de forma creciente con el problema de la imposibilidad del socialismo por la naturaleza
de la información necesaria para tal planificación, ampliamente desarrollado en la teoría
austríaca desde que Mises presentara por primera vez el teorema de la imposibilidad del
socialismo en 1922.
[30]
asignación de recursos a la producción de bienes de diferentes órdenes en la
estructura
inter-temporal
del
capital.
La
enfermedad
holandesa
será
enfermedad, únicamente en la medida que sea un desequilibrio dinámico
significante en la estructura del capital.
1.5 La óptica austríaca
Suponiendo que estamos ante dinero que no sea perfectamente fiduciario16,
por emplear como reserva otra divisa –a su vez, dinero puramente fiduciario–
de referencia, y que las exportaciones se realizan principalmente en dicha
divisa de referencia, supuestos por demás realistas, pudiéramos encontrarnos
ante uno de tres escenarios: La flotación del tipo de cambio (libre o
administrada); un tipo de cambio fijo a la divisa de referencia; o controles
discrecionales sobre los flujos de capital (control de cambios).
Para aplicar la teoría austríaca del ciclo a economías abiertas con dinero
fiduciario Nicolás Cachanosky explica como canal de transmisión del ciclo entre
una y otra economía al comercio internacional en términos que nos permitirán
relacionar la enfermedad holandesa con la teoría austríaca del ciclo.
The effects described by the Mises-Hayek theory hold for the small open economies
that are financially integrated to a center that follows an expansionary monetary policy
just a province or state follows the boom and bust that occurs at a national level.
16
En tanto se requiera reserva para emitir, incluso sin tipos fijos e incluyendo en la reserva
también deuda del propio Estado, el circulante de base no es puramente fiduciario por el hecho
que la divisa de reserva sí lo sea, a afectos del emisor una divisa fiduciaria de reserva no
difiere casi de un dinero mercancía como reserva a menos que la emitiera por sí mismo, esto
es que careciera de reserva en otra divisa en cuanto tal y emitiera contra deuda del propio
Estado como única “reserva” de respaldo de la emisión.
[31]
However, the foreign exchange policy affects how the monetary shock translates into
distortions in the capital structure. A periphery that demands the center’s currency as
reserves and fixes the exchange rate allows the center to extend the monetary policy in
time. (2012)
Se ha señalado (García, Nell, y Mata 2008)
que teorías monetarias
contemporáneas tienden a pasar por alto que el sistema monetario
internacional resultante de los acuerdos de la conferencia monetaria
internacional de Breton Woods en 1944, quedó dividido entre economías
emisoras y receptoras de reservas, pasando a ser completamente asimétrico.
El punto es muy relevante, pero también parece obviar que hay una diferencia
importante entre la naturaleza de la señalada asimetría bajo el sistema de
patrón oro-dólar con cambios fijos y el que resulta de su violación definitiva el
15 de agosto de 1971, pues a partir de entonces la emisión de la divisa de
reserva no sólo es elástica respecto a su propia reserva en oro, sino que pasa
a ser puramente fiduciaria emitiéndose simplemente contra deuda denominada
en aquélla misma, por lo que tenderá a imponerse rápida e inevitablemente el
tipo de cambio variable, especialmente entre las economías, en algún grado
emisoras de reserva. Así, el que una economía sea emisora o receptora de
reservas –y en qué grado– influirá sobre su tipo de cambio real y determinará
que la califiquemos de central o periférica en el sistema monetario
contemporáneo, aunque esa terminología generalmente se refiere más al
tamaño relativo de las economías17, entendemos por centro, una economía en
17
En la medida que la emisión de reserva fiduciaria depende con mucho de la participación
relativa en el comercio internacional, la condición de economía emisora de reservas y el gran
tamaño relativo acompañado de gran participación en el comercio internacional están
[32]
la que se emite la divisa fiduciaria que a su vez resulta la reserva sobre la que
se emiten las de las economías que llamaremos periféricas. Aclarado eso,
siguiendo a Cachanosky (2012), diremos que las razones para fijar el tipo de
cambio en economías periféricas van desde el temor a la flotación, hasta evitar
la apreciación del tipo de cambio18, y que asumiendo que se inicia un ciclo en el
centro, con un tipo de cambio fijo en la periferia, el aumento del consumo de
bienes transables del centro puede ser satisfecho con importaciones. Pero el
aumento en el consumo de bienes no transables requiere incrementar la
producción nacional. Como resultado, el precio de los bienes no transables se
incrementa con respecto al precio de los bienes transables. En consecuencia,
el incremento en los resultados de las importaciones es un incentivo para
reasignar los bienes de capital de la producción de bienes transables a la
producción de bienes no transables. Y consecuentemente, en la periferia,
ocurre lo contrario. El aumento de las importaciones del centro es un aumento
de las exportaciones de la periferia. Para la periferia, a continuación, el
incremento en los resultados de exportación crea incentivos para reasignar los
recursos de la producción de bienes no transables a la producción de bienes
transables. La periferia aumenta su dependencia de la exportación al centro. Si
por el contrario, la periferia mantiene un tipo de cambio flotante, desde el punto
de vista del centro, las importaciones se encarecen, pero las industrias de
exportación son las que se hacen artificialmente más competitivas. Las
importaciones disminuyen y aumentan las exportaciones. En este caso, el
inevitablemente
relacionadas,
aunque
no
necesariamente
de
manera
estrictamente
proporcional.
18
Para lo primero Cachanosky cita a Calvo y Reinhart (2002) y para lo segundo podemos
mencionar el caso reciente de Suiza ante la depreciación del Euro por efecto de la crisis griega.
[33]
incentivo es la reasignación de bienes de capital de la producción de bienes no
transables a la producción de bienes transables. Así es el centro que aumenta
su dependencia de las exportaciones. Para las economías de la periferia las
importaciones se abaratan y las exportaciones se vuelven más caras y hay
incentivos para reasignar capital de la producción de bienes transables a la
producción de bienes no transables. En ambos casos, cuando el centro revisa
su política monetaria, los efectos inversos ocurren, lo que estimula una
reasignación de recursos entre la producción de bienes no transables y la
producción de bienes transables inversa. Así, concluye Cachanosky que la
distinción entre bienes transables y no transables es relevante porque ayuda a
tener en cuenta que una política monetaria expansiva en ausencia de la
inflación doméstica todavía puede dar lugar a burbujas de activos en el sector
no transable. Y en el escenario de enfermedad holandesa encontraremos una
variante particular en la transmisión del proceso cíclico del centro a la periferia.
Antes de tratarlo tomaremos nota del que en el grado que el centro sea una
economía emisora de reserva, entenderemos que la expansión del circulante
en el centro se transforma en demanda, tanto interna como externa, en la
medida que desde el centro se liquidan las importaciones en la divisa que se
emite en el propio centro por ser aquélla la reserva en la periferia, en tanto que
la expansión del circulante en la periferia no puede incrementar la demanda
externa más que en la proporción de sus exportaciones y endeudamiento
externo19 pues en la medida que las importaciones en la periferia se liquidan
19
Con la idea del endeudamiento externo asociado a la ampliación del crédito interno cabe la
posibilidad de que la banca en la periferia se endeude en corto en moneda extranjera para
prestar a mayor plazo en moneda local arbitrando tasas de interés durante el periodo
[34]
con divisa emitida en el centro, la misma deberá adquirirse exportando bienes
transables al centro o endeudándose en aquélla, o dicho de otra manera, el
centro emite el dinero puramente fiduciario con que se pagan sus
importaciones en tanto que la periferia emite dinero fiduciario, sobre sus
reservas de la –o las– divisa del centro, por lo que la expansión del circulante
en la periferia no crea una moneda que permita importar bienes transables, sin
previas exportaciones y/o endeudamiento externo. Y obviamente no es
excepción a esto que la expansión del circulante en la periferia sea el resultado
de un rápido crecimiento del ingreso de divisas de reserva, lo que es un
escenario de enfermedad holandesa, pues tal incremento del ingreso de divisas
sería igualmente producto de exportaciones de bienes transables al centro.
Ya hemos indicado que nuestro “caso tipo” de enfermedad holandesa, sería
aquél en que el rápido incremento del ingreso en divisas ocurre en una
economía de la periferia exportadora de materias primas, ahí aquello puede
ocurrir debido al rápido surgimiento de un nuevo sector exportador o al rápido
incremento del precio20 del producto de un sector exportador ya establecido. El
que el concepto de la enfermedad holandesa se refiera a economías
expansivo del ciclo del centro, lo que supondrá que su propio banco central no podrá respaldar
el endeudamiento bancario con emisión local al llegar la recesión. Un escenario que del 2008
en adelante bien pudiéramos llamar Síndrome de Reikiavik por ser Islandia el caso que pone
en evidencia durante tal crisis los específicos efectos particulares que una expansión con esas
peculiaridades implicará al desinflarse la burbuja.
20
Este segundo caso presentaría una peculiaridad importante, como es que el incremento del
ingreso de divisas no requeriría ninguna inversión adicional especifica y se produciría con la
misma capacidad instalada, por no requerir siquiera de un aumento en el volumen de
exportaciones del sector especifico.
[35]
especializadas, en algún grado, en las exportaciones de materias primas será
relevante cuando la relacionamos con la teoría austríaca del ciclo, pues como
señala Huerta de Soto (2006) desde el inicio hasta la reversión en ciclo del
centro hay una tendencia a que suban los precios relativos de las materias
primas. Ahora bien, limitándonos a la periferia exportadora de materias primas
al centro –la más comúnmente diagnosticada de enfermedad holandesa– si
vemos la relación centro periferia en los términos que expone Cachanosky
(2012), notaremos que en las etapas iniciales del ciclo, la expansión de la
estructura y el aumento más o menos paralelo del consumo (en lugar de la
reducción proporcional del consumo) implica un incremento de la demanda de
materias primas que tenderá a impulsar un alza en sus precios, en la medida
que el incremento de la demanda sea más rápido que la capacidad de la
periferia para aumentar la producción inmediatamente (y esto únicamente
requiere que el centro importe materias primas específicas de la periferia, sea
que las produzca deficitariamente o que no las produzca en absoluto) por lo
que podemos esperar que antes de iniciarse la reversión del ciclo en el centro
observemos más de un incremento en los precios relativos de las materias
primas por el incremento de su demanda, en primer lugar asociada al
alargamiento de la estructura, en segundo lugar a la demanda adicional
autónoma que aquél produce, y en tercer lugar al incremento del consumo final
paralelo, pues únicamente si el alargamiento de la estructura fuera producto de
una reducción proporcional del consumo, el incremento de la demanda de
materias primas asociado a la nueva inversión en proyectos de alargamiento
sería en alguna medida proporcional a la reducción de la demanda por la
reducción del consumo final. Ahora bien, aunque se ha asociado a productos
[36]
agrícolas (Kamas, 1986) ya desde el nombre con que se conoce se asocia con
mayor frecuencia al caso de las economías exportadoras de petróleo 21. La
peculiaridad del caso es que el petróleo es una materia prima cuya demanda
relativa se incrementaría posiblemente menos por el alargamiento de la
estructura mediante nuevos proyectos en economías importadoras que por el
incremento del consumo final en las mismas. Fuera de factores estacionales, el
punto es que el incremento del consumo suele asociarse a un mayor consumo
de combustible incluso más que el alargamiento de la estructura de producción,
aunque la segunda también lo implique.
El asunto relevante en economías periféricas especializadas en la exportación
de materias primas, por ejemplo petróleo, es que un incremento de la demanda
en el centro implica un importante incremento relativo de ingreso de divisas 22, si
el tipo de cambio fuera fijo, una parte significativa de tales divisas terminaría en
el Banco Central impulsando un incremento del circulante que únicamente
pudiera ser evitada mediante una previa y proporcional revaluación del tipo
21
Descubrimiento y explotación de nuevos yacimientos, nueva explotación de yacimientos
antes sub-marginales que entren en el margen de coste-beneficio y/o aumento rápido del
precio, producto principalmente del aumento de la demanda potencialmente acompañada de la
relativa reducción cartelizada de la oferta.
22
Es importante considerar que salvo en circunstancias extraordinarias de completa capacidad
instalada no empleada, especifica e igual o más que proporcional a la demanda nueva, el
incremento en tal demanda de materias primas producirá inicialmente un significativo aumento
del precio de las mismas, y sólo posteriormente un incremento en la producción que tendería a
bajar nuevamente el precio, entre un momento y el otro, el incremento del precio producirá un
ingreso nuevo de divisas sin que crezcan proporcionalmente los volúmenes físicos de
exportación en las economías especializadas en tales exportaciones.
[37]
nominal, como es imposible que la autoridad monetaria conozca información
que aún no se habría creado, pero cualquier revaluación nominal, previa o
posterior, y más probablemente posterior, incrementará el sesgo importador sin
neutralizar completamente el incremento de la demanda interna, la inversión
interna fuera del sector petrolero se desplazará del sector de bienes transables
al sector de bienes no transables al tiempo que el aumento del circulante
impacta toda la estructura de precios relativos. Recordemos que una parte del
incremento del ingreso de divisas siempre se transformará en nueva demanda
interna –cuanto y como dependerá de a quién lleguen esas divisas– y que
mayor será la creación de circulante en la medida que mayor proporción del
ingreso de divisas incrementado llegue al gobierno. Mientras que si el tipo de
cambio flotara, la potencial tendencia a la revaluación nominal del mismo se
vería contrarrestada en algún grado por el efecto de burbuja para el gasto
privado y el gasto fiscal incrementados sobre la política monetaria. O en otros
términos, el tipo de cambio real tendería a subir en los dos casos, con lo que en
el primero el tipo monetario queda anclado bajo el tipo real, lo que implica un
incremento directo del circulante, o con un tipo de cambio variable el tipo de
cambio nominal se retrasa ante el real por efecto del incremento del gasto
interno que requiere un incremento en la transformación de divisas en dinero
local, neutralizando en algún grado la tendencia a la revaluación nominal. En
ambos casos23, el tipo de cambio real sube más que el tipo monetario, con lo
23
En el caso del control de cambios estamos ante un típico problema de control de precios y
racionamiento consecuente, generalmente el control se aplica para mantener un tipo de cambio
menor al real abaratando importaciones, si esto se ve asociado a una política de gasto fiscal
expansiva financiada con cargo al incremento del ingreso de divisas, el racionamiento será una
respuesta al incremento de la demanda de divisas que resulta más que proporcional al de las
[38]
que se incrementa el sesgo importador, y por tratarse de un incremento del
ingreso total de divisas en la periferia, con un sistema de dinero fiduciario cuya
reserva es la misma divisa cuyo ingreso se incrementa, el tipo flotante
neutralizará la creación de nuevo circulante sólo parcialmente. Así las cosas,
la diferencia fundamental que introduce el ingreso incrementado de divisas en
cuanto al ciclo es la inflación interna producto de la creación de nuevo
circulante que con el tipo de cambio fijo neutralizará con relativa rapidez la
competitividad relativa de los sectores no transables diferentes del sector
exportador que produce el nuevo ingreso de divisas, en tanto que la potencial
revaluación del tipo de cambio nominal con un tipo de cambio variable
incrementará el poder de compra externo de la divisa local a corto plazo con
similares resultados, sin que llegue a neutralizar completamente la creación de
nuevo circulante local.
Retomando el punto del tipo de cambio real, es bueno aclarar algunas
implicaciones de lo que entendemos por tal en un sistema de dinero fiduciario
como el contemporáneo, y en el caso de la periferia receptora de reservas, lo
primero es que el tipo de cambio real debe coincidir necesariamente con el
importaciones –los agentes intentan protegerse de la devaluación que anticipan como resultado
de la inflación interna– y un intento de planificación central administrativa de las importaciones
que garantizase alguna demanda interna para sectores de bienes transables a precios internos
superiores a los de equivalentes bienes importados, que simplemente desplaza parte del boom
de los sectores no transables a los sectores subsidiados por el racionamiento de divisas, lo que
tenderá a intercambiar desindustrialización por atraso tecnológico e ineficiencia industrial
relativa.
[39]
punto de equilibrio dinámico entre las magnitudes de reservas y circulante24,
así que simplificado en extremo,
24
; y que anticipamos que el tipo de
Eso únicamente en la medida que la economía de periferia es receptora de reservas que son
a su vez dinero puramente fiduciario emitido en el centro; mientras que para el centro, en la
medida que sea economía emisora de reservas, debemos entender como tipo de cambio real
de equilibrio aquél en que, ponderadas las dinámicas diferencias subjetivas y reales entre lo
mismos los bienes en diferentes economías nacionales, se igualarían el poder de compra
interno y externo entre economías emisoras de reservas, y en tal sentido es un precio de
equilibrio en un puramente imaginario estado de reposo hacia el que parecerá tender el
mercado de divisas. Como el valor del dinero fiduciario depende de la relación entre cantidad y
utilidad en la misma forma que el de cualquier otro dinero, la diferencia distintiva es que
resultando posible crear cualquier cantidad adicional en cualquier momento sin límite material
significante, el que suba o baje su valor relativo dependerá de que se creé dinero fiduciario
adicional en mayor o menor cuantía que el crecimiento de la producción de bienes y servicios
respecto del de la población; céteris páribus, el tipo de cambio real entre dos divisas puramente
fiduciarias variaría en la medida que varíe la emisión inorgánica relativa entre aquéllas. Y, así
como en el sistema de patrón oro con tipos de cambio fijos las variaciones en los flujos de
comercio tendían a ser determinantes para la variación de los precios relativos, por el flujo de
reservas de oro entre economías que ocasionaban, podemos entender que con cambio
variable el tipo de cambio de mercado entre divisas puramente fiduciarias será el precio de
mercado de una en otra, variando en función de la dinámica comercial, crediticia y de inversión
–la cual se ve interferida por barreras comerciales y financieras, así como por el dinámico
desequilibrio sistémico inter-institucional del que es producto nuestro actual sistema monetario
y crediticio– entre las diferentes economías, con lo que será un precio que tenderá a influir
sobre la estructura de precios relativos en forma más o menos análoga a los flujos de reservas
metálicas del pasado, y que el tipo de cambio real al que se orienta puede ser estadísticamente
aproximado por diferentes soluciones prácticas del problema, pero ninguna de las conocidas
permitirá calcularlo realmente en los términos que lo define la teoría. Finalmente, lo que queda
en evidencia es que en una economía emisora de reserva puramente fiduciaria con tipo de
[40]
cambio monetario sería mayor o menor del real, no porque no todo el circulante
esté demandando divisas, a fin de cuentas las reservas son las divisas que
fueron vendidas previamente al banco central a cambio de nuevo dinero local,
sino por las expectativas (en el sentido austriaco antes citado) de los agentes
sobre el futuro tipo de cambio. La enfermedad holandesa se ha identificado
más con las economías petroleras porque son particularmente susceptibles de
transformar el ingreso de divisas de las bonanzas de precios en malinversiones de capital25 concentradas en los sectores no transables, ya que
bonanza de precios estará generalmente asociada a la demanda agregada en
el centro por la expansión crediticia que provoca la burbuja de mal-inversiones
ahí, aquello implica que una economía petrolera periférica importe la expansión
cíclica del centro mediante la creación de nuevo circulante y experimente la
burbuja local principalmente en el incremento de las importaciones y el
crecimiento insostenible de los sectores no transables. Recordemos que el
cambio variable, no es sólo la participación en el comercio internacional sino el efecto de la
emisión fiduciaria sobre los precios internos lo que incide sobre el valor de relativo de su divisa
ante las alternativas, y con ello sobre la demanda de esa divisa como reserva en las
economías receptoras de reservas.
25
Un estudio econométrico (Dorta, Sáenz y Zavarse, 2006) de las estadísticas en una
economía petrolera con fuertes choques externos, sin considerar en absoluto la teoría
austríaca del capital, tiende a señalar vínculos entre la variación del tipo de cambio real, la
utilización del capital en el ciclo y el paso del auge a la posterior recesión pero, quizás por la
amplitud de influencia teórica keynesiana en macroeconomía, concluye que la inversión sería
una parte relativamente pequeña –subestimada en realidad (Huerta de Soto, 2012) inclusive–
de la demanda agregada por lo que concluyen que necesitarían identificar un poderoso
mecanismo de amplificación de los choques, que ya fue identificado y estudiado en la teoría
austríaca del ciclo económico.
[41]
aumento del precio de la materia prima está asociado a un proceso cíclico en el
centro por el cual se revertirá finalmente dicho aumento, al menos en términos
reales, pero los alargamientos insostenibles de la estructura en la economía
periférica tenderán a ocurrir con retraso respecto al centro. Antes nos
concentramos en el paso de la burbuja a la recesión, pues los efectos
microeconómicos del mismo tienden a transmitir el ciclo del centro a la
periferia, en el escenario que nos ocupa, con un destiempo específico. El
aumento del precio relativo de las materias primas capaz de inducir un ciclo
asociado con enfermedad holandesa en la periferia se producirá en las etapas
iniciales de expansión del crédito en el centro con menor intensidad que en las
etapas más cercanas a la reversión, cuando las condiciones en el centro son
óptimas para que experimenten nuevos aumentos de precio relativo las
materias primas, particularmente el petróleo. Ello, no obstante, es previsible
como tendencia, es posible que el boom en el centro ocurra en circunstancias
reales particulares del mercado global que hagan que determinadas materias
primas no experimenten importantes aumentos de precios relativos necesarios
para que las economías especializadas en su exportación sufran el fenómeno
descrito, como es posible que factores reales del mercado ocasionen un
importante aumento relativo del precio de una materia prima con relativa
independencia de la etapa del ciclo en que se encuentren las economías en
que se produce y/o se consume. Aun así, la clave de la relación entre el
fenómeno particular que llamamos enfermedad holandesa y la teoría general
del ciclo de la escuela austríaca está en que, caracterizar un escenario de
enfermedad holandesa recurrente a partir de sucesivos aumentos relativos del
precio de una materia prima requerirá que aquella presente una demanda
[42]
comparativamente inelástica a corto plazo, para que su aumento del precio no
ocasione la reducción proporcional de su consumo sino con relevante retraso
temporal, y eso sí requiere que las economías consumidoras estén
experimentando una cíclica demanda creciente de materias primas, lo que en
términos de teoría austríaca del ciclo es posible casi exclusivamente durante la
expansión previa a la reversión.
La medida en que en la periferia las malas inversiones ocurrirán en menor
grado en el propio sector exportador favorecido que en la producción de bienes
no transables, al tiempo que se desplaza hacia aquéllos capital de la
producción de la producción local de otros bienes transables, es lo que explica
el acelerado efecto de desindustrialización por la enfermedad holandesa 26.
Finalmente, sea el tipo de cambio variable o fijo, el caso es que en ausencia de
un mecanismo que permita absorber el incremento del ingreso de divisas sin
incrementar en mayor o menor cuantía el circulante interno, ese inevitable
26
Es importante no confundir fenómenos de desindustrialización producto de cambios
tecnológicos y de cambios en las ventajas comparativas y/o la compleja dinámica de
interferencia y apertura relativa en comercio internacional, con desindustrialización producto del
traslado de las inversiones de los sectores transables a los no transables cuando el sesgo
importador de una economía especializada en la exportación de materias primas se acentúa
por un rápido incremento del precio relativo de aquella exportación en que tendió a
especializarse. O en otros términos, aunque se puede calificar como desindustrialización a los
dos fenómenos, no es lo mismo que el capital se traslade de industrias tradicionales de bienes
transables hacia otros bienes o servicios también transables de mayor valor agregado
tecnológico e intangible, a que lo haga hacia la producción local de bienes no transables y un
rango más estrecho de materias primas transables, y no por el aumento del volumen de la
exportación de ciertas materias primas, sino por el incremento del precio relativo de las
mismas, particularmente cuando es una.
[43]
incremento de circulante impactará la estructura de precios relativos completa,
lo que junto al incremento en la demanda de bienes no transables terminará
por causar un aumento de los precios internos de los productos importados,
que aunque sea menor en términos relativos, será eventualmente suficiente
para llegar a ser más que proporcional al incremento relativo de los salarios en
la mayoría de los sectores; recordemos que al iniciarse el ciclo observamos
que la demanda de factores originarios crece haciendo subir sus precios, y que
en la medida que dicha demanda es producto de inversiones que pretenden
alargar
la
estructura
del
capital
generará
una
demanda
secundaria
independiente de los mismos en etapas cercanas a la reversión e incluso al
inicio de aquella, pero que eventualmente la demanda de bienes finales, que no
se redujera proporcionalmente al ser el crédito expandido mayor que el ahorro
voluntario, impulsará el precio de aquellos hasta que lleguen a subir
relativamente más que los factores originarios, no obstante, una peculiaridad
importante en el ciclo que se inicia en la periferia por la enfermedad holandesa
es que el aumento de precio de las materias primas exportables implica un
incremento en el ingreso de divisas que no requiere de producción adicional, al
tiempo que el efecto sobre el tipo de cambio real desincentiva la expansión de
la estructura del capital en la producción de bienes transables incrementando
las importaciones y la producción de bienes no transables, el incremento en la
demanda
periférica
de
factores
originarios
de
producción
será
comparativamente menor y la demanda agregada de bienes finales
comparativamente mayor desde las etapas iniciales del ciclo.
Finalmente,
aparte del incremento en las importaciones desde el centro, que es
proporcional al del valor de las exportaciones hacia el centro (y en la medida
[44]
que no lo fuere el diferencial temporal se ajustará con inversión y/o
endeudamiento externo) las ganancias contables producto del boom periférico
tenderán a invertirse en parte en el alargamiento de la estructura del centro, en
la medida que en la periferia los sectores transables no petroleros se reducen y
el de bienes no transables tarde en alcanzar algún punto del incremento
constante de sus precios en que pueda comenzar a desacelerarse.
1.6 Diagnósticos equivocados y tratamientos errados
Dentro de los límites de las corrientes principales de la ciencia económica
contemporánea, la enfermedad holandesa no pudiera ser entendida finalmente
como otra cosa que un proceso por el que la economía pasa de un equilibrio a
otro, y únicamente se le pudiera considerar “enfermedad” si se rechaza
arbitrariamente el segundo equilibrio por no coincidir con los objetivos de
ingeniería social que propugne quien rechace el resultado. Incluso, más allá de
la estática comparativa, la eficiencia del equilibrio dinámico en un sistema de
economías abiertas con monedas fiduciarias dividas entre emisoras y
receptoras de reserva, requiere que el tipo de cambio efectivo se mantenga
dinámicamente alineado en aproximación estrecha hacia el tipo real por la
dinámica del mercado de divisas, pues las desalineaciones acumularan
distorsiones crecientes que anularan las ventajas de exportación de corto plazo
en la producción local para los sectores favorecidos artificialmente por las
mismas, fueran estas subvaluaciones o sobrevaluaciones. Nuevamente, dentro
de los límites teóricos de las corrientes principales, no se ha relacionado
concluyentemente la enfermedad holandesa con problemas de crecimiento a
largo plazo y lo que se pudieran entender como potenciales efectos negativos
[45]
de la especialización27 se neutralizarían de mantenerse niveles altos de ahorro
interno.
Pero al relacionar el fenómeno con la teoría austríaca del capital se nos revela
como una variante especifica del tipo de distorsiones descritas por la teoría
austríaca del ciclo económico, y en tal sentido como un proceso de
acumulación de malas inversiones en una burbuja ocasionada por el circulante
expandido a partir del rápido incremento del ingreso de divisas, y en este
sentido es ciertamente una enfermedad económica con independencia de que
se salde o no con algún crecimiento a largo plazo, pues en tal caso estaríamos
27
Lo que se ha argumentado contra la lógica de la especialización por ventajas comparativas,
son principalmente estudios econométricos que defienden una cierta correlación entre la
diversificación de actividades y el crecimiento del producto interno bruto per cápita (Rodrik,
2007) se relaciona con algo (Rodrik, 2008) que es criticable como una nueva versión de la vieja
idea de favorecer la diversificación exportadora mediante la devaluación, y respecto a lo que
sería prácticamente imposible argumentar que, en medio de un escenario de enfermedad
holandesa, devaluar para favorecer la diversificación de importaciones no causaría una
inflación de efectos negativos sobre el ingreso per cápita. Sin embargo, esas ideas con las que
no concordamos, rozan algo que si nos parece relevante, y que salta a la vista cuando se
entiende la razón por lo que se ha usado un triangulo recto para representar gráficamente la
estructura inter-temporal del capital, pues la hipotenusa nos indica que según se avanza en
etapas de transformación de la producción de bienes de orden superior a los de primer orden,
se crea mayor valor agregado en cada etapa, con lo que si analizamos el comercio
internacional como una estructura del capital global dividida entre regiones geográficas,
observaremos que crearán más valor agregado en transformaciones aquellas zonas que se
especializan en la producción diversificada de bienes de primer orden y de orden superior
intermedios, que aquellas que se especializan en materias primas, particularmente cuando las
primeras tenderán a ser, consecuentemente a su vez, proveedoras de gran parte de los bienes
de capital que se empleen en las segundas.
[46]
ante un crecimiento inferior al que se habría obtenido en ausencia de las
distorsiones en la estructura del capital cuya reorientación es, por la propia
naturaleza del capital invertido en la producción de bienes de orden superior,
parcial o totalmente intransmisible con equivalente eficiencia a otras etapas de
la estructura. Es decir que, no sólo se trata de un desequilibrio dinámico que
impide que la tendencia al equilibrio dinámico alcance una eficiencia
equivalente a la que hubiera alcanzado, en ausencia de aquél desequilibrio, el
proceso mercado, sino que incluso en términos de la eficiencia estática, la
estructura resultante del mejor reequilibrio dinámico factible tras una distorsión
cíclica –de la cual la enfermedad holandesa es una variante particularmente
perniciosa– sería notablemente sub-optima, en términos estrictamente
paretianos, respecto de la que otra alternativa orientación de inversiones en
una dinámica razonablemente libre de distorsiones generalizadas en la
información que transmiten los precios relativos hubiera alcanzado para el
mismo punto final de equilibrio. Por otra parte, como más que la revaluación del
tipo de cambio y su impacto sobre la reorientación del capital, el problema son
las distorsiones que ocurren durante esa reorientación como producto del
crecimiento del circulante asociado al nuevo ingreso de divisas, es concebible
que en una economía periférica el ingreso de divisas producto del cualesquiera
de los de fenómenos que se describen en la literatura sobre la enfermedad
holandesa resultara el detonante externo de un ciclo económico, pero en el
caso del alza del precio de materias primas lo más probable es que
encontremos casos de una transmisión del ciclo entre el centro y la periferia por
la relación entre el ciclo en el centro y la variación del precio de las materias
primas, o en otros términos, el aumento del precio de las materias primas en el
[47]
centro será uno de los síntomas de las malas inversiones que la expansión
crediticia ocasiona y aquello se transmite a las economías periféricas
especializadas en exportaciones de materias primas en las que la enfermedad
holandesa puede ser revisada como una patología por la que un shock real se
transforma en un shock monetario equivalente a todos los efectos locales a la
expansión crediticia del centro, aunque con un peculiar sesgo hacia la
concentración de malas inversiones en sectores no transables y un variable
retraso temporal muy probablemente mayor que en otros casos de transmisión
del ciclo de centro a periferia que pudiera distorsionar una comparación en
regresiones estadísticas. Adicionalmente, si bien la diferencia entre tipo de
cambio fijo y variable es significativa, el contagio es posible bajo los dos
esquemas, por lo que, bajo un escenario de dinero fiduciario, una economía
periférica susceptible de enfermedad holandesa requeriría mecanismos que
permitan evitar la creación interna de circulante interno adicional durante los
periodos de ingresos extraordinarios de divisas inducidos por el impacto sobre
el precio materias primas del ciclo económico del centro u otros fenómenos no
monetarios. Aunque nos hemos ocupado principalmente del precio de las
materias primas, ya que nos parece que es ahí donde el fenómeno tiende a
tornarse sistémico, consideramos que otros casos como los de remesas
probablemente pudieran asociarse también con efectos conocidos de ciertas
etapas en los ciclos económicos en el centro como originadores, y en tal
medida considerarse mecanismos específicos de contagio a la periferia.
Finalmente, que la enfermedad holandesa se pueda presentar en economías
en que se observe una tendencia de largo plazo a la caída sostenida del
producto per cápita como Venezuela (Baptista 2006) tal como en otras que
[48]
presentan crecimiento a largo plazo es perfectamente conciliable con el hecho
que los ciclos económicos, pese al desperdicio de capital en mal inversiones
que implican, se salden o no a largo plazo con crecimiento, en la medida en
que la tendencia al equilibrio dinámico pueda operar con la eficiencia necesaria
para ello, lo que en última instancia dependerá de diferencias institucionales
entre unas y otras economías, adicionales a las causas comunes, y las
peculiaridades específicas, de los diferentes ciclos.
Palma (2011) identifica la volatilidad del precio del petróleo como el origen de
una renta externa cuyas grandes en incontrolables variaciones de magnitud se
traducen en políticas expansivas pro cíclicas que implican grandes distorsiones
cambiarias (enfermedad holandesa) e impactan la economía interna con una
demanda agregada que no puede asumir para luego caer en el endeudamiento
a fin de mantener el gasto fiscal tras la caída de los precios con las
consecuentes devaluaciones recesivas, y dejando a salvo que el resumen deja
fuera los matices y sutilezas del original, lo cierto es que pese a las diferencias
sobre otros puntos, en lo que coincidiremos es en que es la volatilidad del
precio del petróleo junto con que el bien esté apropiado por el Estado la clave
del tipo de ciclo que sufre la economía venezolana, como en que en materia de
gasto fiscal expansivo el impacto del ingreso petrolero incrementado es
ciertamente pro-cíclico pero no por un efecto agregado relativamente simple
que se corregiría si se ahorran recursos en un fondo de estabilización durante
el boom y se gastan para expandir la demanda durante la recesión, sino por
una serie de complejas distorsiones en los diferentes niveles interdependientes
de la estructura del capital, simplemente no hay un problema de exceso de
inversión en una etapa o de escases de demanda para la capacidad instalada
[49]
en otra, sino de inversiones erróneas que no se corresponden con la demanda
real y que no son fáciles de transformar en aquellas correspondientes a la
demanda real con lo que las perdidas y liquidaciones de la recesión
representan el doloroso mecanismo de corrección más rápido en tanto las
inversiones artificiales supuestamente contra cíclicas para agregar demanda
resultan ser lo más pro-cíclicas al impedir la corrección llegando a transformar
la recesión en depresión prolongada, así que para asumir que eso se pudiera
corregir mediante un fondo de estabilización y políticas contra-cíclicas es
necesario de una parte asumir también que el proceso cíclico es mucho más
simple de lo que la teoría austríaca del ciclo económico nos muestra y de la
otra que, tal y como en el centro la imposibilidad de planificar centralmente la
provisión de dinero28 choca contra la complejidad y dispersión inherente a la
economía a gran escala, en la periferia tampoco es posible predecir
razonablemente suficiente data como para que la planificación orientativa
requerida por los fondos de estabilización y las políticas contra cíclicas en
cuanto a magnitud de aporte sobre precio, magnitud y momento de salida
contra caída del precio y alternativa y profundidad de la combinación de
28
El insoluble problema de hacerse con la información indispensable para la planificación
centralizada de la provisión optima de dinero lo admitió con absoluta sinceridad el presidente
de la Reserva Federal, Alan Greenspan al responder en la Cámara de Representantes en
febrero de 2002, ante las preguntas del Representante tejano Ron Paul sobre los errores de
predicción de la FED en el manejo de la política monetaria que: “El problema que tenemos es
cómo definimos lo que es dinero […] primero utilizamos M1 y resultó ser un indicador muy difícil
[…] fuimos a M2 y tuvimos un problema similar […] la dificultad es definir qué parte de nuestra
estructura de liquidez es verdaderamente dinero […] hemos tenido problemas por años para
lograr un indicador adecuado […] nuestras mediciones de dinero han sido inadecuadas […] es
imposible manejar algo que no puede definirse” (Ver: http://youtu.be/i2AqGQirW1Y)
[50]
políticas contra-cíclicas de cada caso fuera optima, o al menos cercana al
óptimo. Optimo, no en un modelo irreal del ciclo, sino en el sentido que pudiera
concebir un fondo de estabilización como un mecanismo de política fiscal
estrictamente limitado al objetivo moderar la ampliación y reducción del gasto
fiscal con la variación del precio del crudo evitando el endeudamiento y el
déficit, y un fondo con ese limitado objetivo puede ciertamente evitar el déficit y
el endeudamiento si un deseable equilibrio presupuestario desapareciera
cíclicamente debido a una caída abrupta del precio del crudo, pero el que
funcione bien en todos los casos simplemente requiere predecir el futuro para
saber cuánto, cuándo y en qué29 ahorrar, y cuánto, cuándo y en qué gastar.
Como entendemos, desde nuestro marco teórico, que el grado de intervención
en el mercado necesaria para tal tipo de planificación es, de suyo,
29
Lo que no se destina al gasto fiscal inmediato no se “esconde en una caja” sino que de una
forma u otra se invierte, y el problema es mucho más que un tecnicismo secundario pues la
capacidad de inversión del fondo equivale a la de ampliar su impacto general sobre la
expansión cíclica en lugar de reducirla, sin mencionar las presiones políticas para el empleo
populista indirecto –interno o externo– de esa capacidad de inversión. En este sentido,
posiblemente la única posibilidad de un fondo de estabilización fiscal, no macroeconómica,
sería emplearlo como mecanismo de financiamiento de los compromisos de gasto plurianual
con una tasa porcentual fija de ahorro del variable ingreso fiscal y una tasa fija de compromiso
de financiamiento como porcentaje del total del fondo ahorrado concebidas como mecanismo
de freno a nuevos financiamientos al momento en que cayera el ingreso del fondo mientras se
mantienen los ya comprometidos sin ocasionar déficit, lo que en la medida en que el gasto
fiscal tiende a caer en equivalentes errores de inversión que la inversión privada durante un
boom estaría muy lejos de ser contra-cíclico, pero al menos cumpliría razonablemente el objeto
de mantener el equilibrio de las finanzas públicas, a condición de estar asociado a
prohibiciones de endeudamiento y déficit que efectivamente se cumplieran.
[51]
suficientemente distorsionante como para impedir que la información necesaria
estuviera al alcance de los planificadores, sin mencionar que al momento en
que la requieren aún no se ha generado, pues existe únicamente como
información dispersa, privativa e intransmisible, principalmente expectativas y
estimaciones, ya distorsionadas por la intervención a gran escala, aunque de
todas formas no pudiera ser capturada por el organismo de planificación, con lo
que el intento de planificar a tal escala no se puede adelantar sino al costo de
distorsiones tan o más severas en sus efectos de largo plazo de las que
pretende corregir, pues nos queda mucho por explicar antes de resumir alguna
alternativa de solución razonablemente viable.
[52]
2. Petróleo, economía petrolera y desarrollo
2.1 La paradoja de la renta y el empobrecimiento
Aunque la especialización en la producción de bienes de orden superior en
economías periféricas pudiera relacionarse con ciclos secundarios más severos
y distorsiones adicionales de mediano plazo en la estructura de la producción,
no hay razón para que el desplazamiento de la producción de bienes
transables tradicionales y la concentración de la inversión en la producción de
no transables deba mantenerse a largo plazo, de hecho la capacidad de gasto
incrementada resultante del incremento de precio30 del bien de orden superior
del que se trata (a nuestros efectos petróleo) es también capacidad potencial
de inversión adicional que pudiera perfectamente orientarse al descubrimiento
empresarial de nuevas oportunidades competitivas en la transformación, cada
vez cercana a los bienes de primer orden, dentro del propio sector de
especialización como en otros antes no ensayados, así como en incrementos
de eficiencia por inversión de capital, nuevas tecnologías y superior
organización de los procesos en sectores tradicionales, de hecho, en
30
Ya hemos aclarado antes que puede ser el descubrimiento e inicio de nueva producción del
bien en donde antes no se producía, un incremento significativo de producción que incremente
la eficiencia de coste o el incremento del precio que incremente el ingreso sin necesidad de
incrementos de producción en donde ya se producía, pero tendemos a suponer el caso de los
incrementos de precios porque son lo más común para el fenómeno en cuestión.
[53]
condiciones
institucionales
favorables
a
la
eficiencia
dinámica
la
desindustrialización por enfermedad holandesa en el corto pazo sería seguida
de una reindustrialización más competitiva en la producción de bienes y
servicios
transables
de
mayor
valor
agregado
que
los
tradicionales
desplazados, y cuáles sean esas condiciones institucionales favorables al
reforzamiento de la empresarialidad con el ingreso que origina la enfermedad
holandesa es algo sobre lo que regresaremos por ser la clave de lo que
propondremos adelante, pero ahora debemos constatar que aunque ha sido el
caso de economía petroleras desarrolladas, no ha sido el caso de Venezuela.
No es raro en investigaciones cuantitativas de historia económica a largo plazo
encontrar discrepancias importantes entre las estimaciones31, pero también es
razonable que observemos en diferentes trabajos las mismas tendencias de
largo plazo que la teoría prevería. Y tal es el caso (ver gráfico 3)(32) cuando
31
En la medida que propongan distintas soluciones, tanto al problema de las grandes
diferencias cualitativas en lo que se compara como a la creciente dificultad de obtener
información estadística utilizable según se retroceda al pasado.
32
GRAFICO 3
[54]
comparamos las gráficas del PIB per cápita a largo plazo para Venezuela de
Baptista y De Corso.
Es cuando menos discutible si el PIB representa realmente la suma de lo que
produjo en bienes y servicios durante un año, la producción como un proceso
continuo plantea problemas para tales ejercicios estadísticos y las soluciones
no son en sentido alguno neutrales para las corrientes del pensamiento
económico, desde una óptica austríaca el PIB33 sobredimensionaría el
consumo sobre las etapas intermedias de producción y ocultaría algunas de las
distorsiones cíclicas de la estructura de la producción (ver: Skausen 1990 y
1993) para lo que sería necesario calcularlo de manera completamente
diferente, pero como lo que realmente refleja es el consumo final, el caso es
que con todas las dificultades de la estadista económica a largo plazo el PIB
per cápita es una medida más o menos razonable de las tendencias del
consumo final en mediano y largo plazo, así que no hay duda que el PIB per
cápita
es
una
primera
medida
razonable
del
enriquecimiento
o
empobrecimiento a largo plazo, el asunto es simple, si el consumo crece más
que la población suponemos que esa población, en promedio, se ha
enriquecido para tener esa capacidad incrementada de consumo por habitante,
33
En general es razonable suponer que la mayoría de los economistas no sean conscientes de
las implicaciones del hecho que el PIB fuera creado por Simon Kuznets durante la Segunda
Guerra Mundial para cuantificar la demanda agregada final de acuerdo con la nueva economía
de Keynes. A tal efecto el PIB no incorpora todo el gasto intermedio en la economía con el muy
endeble argumento que incorporar las primeras etapas de la producción constituiría una doble
contabilidad.
[55]
si la población crece más que el consumo suponemos lo contrario.34 Y para
Venezuela, el caso que nos ocupa, la curva del PIB per cápita a largo plazo
presenta varias décadas de crecimiento sostenido, con altibajos de corto plazo
la tendencia clara al alza se ralentizó desde la década de los ´60 hasta
revertirse en la de los ‘70, cuando se inició, también con altibajos de corto plazo
una clara e indiscutible tendencia a la caída a largo plazo. Se puede
argumentar que la oportunidad perdida para revertir el fenómeno fue el ajuste
del gasto durante la crisis fiscal de los años ’90, pero lo cierto es que ni las
políticas de apertura de los años 90, ni las políticas de intensificación del
socialismo de la primera década de este siglo 35 han cambiado de manera
34
Por supuesto que un incremento del consumo a corto plazo se puede acompañar de menor
ahorro e inversión, pues es obvio que se puede reducir la inversión de capital para financiar el
consumo incluso por debajo del límite de reposición del capital, un mayor consumo y una
mayor inversión coexistirían con un ahorro previo mucho menos que proporcional mediante el
endeudamiento, pero todo ello, en la medida que implique de una u otra forma más o menos
indirecta financiar el consumo mediante la liquidación de capital, implicaría un empobrecimiento
posterior producto de la consecuente descapitalización.
35
Y como hablamos de un periodo de precios altos del crudo, se adelanta en medio de un
gasto con gran contenido de populismo asistencialista la destrucción progresiva del aparato
económico privado local que en la década de los ’90 había llegado a ser menos dependiente
del proteccionismo mercantilista, sin llegar a sustituirlo por industrias gubernamentales más
que
parcialmente,
acentuando
la
tendencia
des-industrializadora
con
empresas
gubernamentales dedicadas más a la distribución de bienes transables importados que a la
producción de bienes no transables locales, pese a lo que se observará escasez creciente en
ambos tipos debido a la distorsión del sistema de precios –irónicamente los controles de
precios, licencias de importación y control de cambios implicarán el surgimiento de un nuevo
sector
privado
escasamente
productivo,
estrechamente
[56]
ligado
al
poder
político
y
sostenible esa tendencia, y en realidad las alzas temporales en la curva –que
no llegan a romper la tendencia de caída a largo plazo– dependen más del alza
de los precios del crudo que a cualquier otro factor, de hecho al observar el
precio de crudo en dólares ajustado por inflación desde 1970 a la fecha contra
el ratio de variación anual del mismo observaremos, además de volatilidad a
corto plazo, y creciente distancia entre los niveles de precios con techos cada
vez más altos, una coincidencia entre los periodos de precios altos del crudo, el
crecimiento del PIB per cápita en Venezuela durante las etapas expansivas de
los ciclos, los años de mayor captura neta de renta petrolera por el Estado y los
periodos de instauración del socialismo como modelo económico, entre 1975 y
finales de los ’80 y su periodo de radicalización, del 2005 a la actualidad
inclusive. (Ver gráficos 4 y 5) (36) (37)
completamente dependiente del proteccionismo– y los costos de transacción adicionales de la
asfixiante, confusa, discrecional y corrupta regulación creciente.
36
GRAFICO 4
[57]
Agreguemos a eso que en cualquier forma razonable de calcularlo el capital
invertido por trabajador a largo plazo nos señala que a la curva anterior (PIB
per cápita a largo plazo) se corresponde otra en la que veríamos primero la
acumulación y luego la des-acumulación de capital –nuevamente como
tendencias sostenidas– a largo plazo.
Está muy claro que estamos ante un escenario económico “maltusiano” en la
que la población crece más aprisa que los bienes de primer orden que su poder
su compra le permite consumir, y sin que población venezolana crezca en
forma particularmente diferente de la de países que se siguen enriqueciendo, ni
de manera notablemente distinta de períodos de previo y sostenido
enriquecimiento en Venezuela, la causa del problema no es que seamos más,
es que producimos menos. Como ya hemos descartado la enfermedad
holandesa como causa de fondo del empobrecimiento sostenido, si bien la
especialización exportadora en un producto de precio volátil implica
distorsiones cíclicas particularmente severas, no hay razón para que las
distorsiones cíclicas en una economía petrolera no se salden con crecimiento a
largo plazo, si bien sería probablemente menor que una equivalente economía
37
GRAFICO 5
[58]
con exportaciones más diversificadas como vimos atrás, el asunto es que ahí
no está la causa de fondo del empobrecimiento. Así que debe ser un factor
causal, o un conjunto de factores causales correlacionados, que cambiasen en
la economía venezolana de manera clara en la década de los años 70, no se
encontraran o tuvieran menor incidencia en décadas anteriores y se
mantuvieran o incrementaran de entonces a la fecha. Una explicación sería el
agotamiento del modelo que Baptista (2010) denomina “capitalismo rentístico”,
la explicación tiene virtudes innegables y su influencia en el pensamiento
económico de Venezuela es enorme, pero en la medida que discrepamos del
que dicho modelo sea realmente una forma de capitalismo –y no es
simplemente un detalle semántico– no la compartiremos completamente, si
además diferimos en el significado del concepto de renta por diferencias
teóricas de fondo, no es mucho lo que pudiéramos compartir, así que vale la
pena explicar resumidamente la diferencia de fondo. En las precisiones
terminológicas de su Teoría económica del capitalismo rentístico Asdrúbal
Baptista afirma que:
En la sociedad capitalista se admiten como legítimas sólo dos fuentes privadas de
ingresos: la propiedad, de una parte, y el trabajo, de la otra. […] La propiedad se hace
acreedora de una remuneración en cuanto los objetos, materia de esa propiedad,
concurren a la producción y la facilitan. Empero, hay una crucial distinción por hacer, de
la que ya antes se ocupó la exposición. Efectivamente, hay dos clases de cosas que
son objeto de posesión y propiedad. Las primeras de ellas, de manera característica,
son el resultado de un proceso particular de producción. Y debe añadirse sin dilación lo
siguiente: el hecho de producir implica de por sí un propósito deliberado y premeditado
o, lo que vale decir, la producción es un acontecer exclusivo de lo humano: la
naturaleza no produce, sólo producen los hombres […] Allí, sin embargo, no se agota el
universo de las cosas que concurren a la producción y que son históricamente
[59]
apropiadas a título privado. Hay un segundo tipo de objetos que de igual manera sirven
para producir, pero que como tal no existen en cuanto resultado de la actividad
humana. Son ellos, así, medios de producción no producidos. […] En suma, los
ingresos que se pagan y reciben en la sociedad capitalista son de dos clases, y la
segunda de ellas, por la especificidad anotada, contiene dos subclases. En lo que
sigue, y a tenor de lo ya dicho, se los llamará, de una parte, salarios, y, de la otra,
beneficios y renta de la tierra. (2006, pp12-14)
Mientras que para explicar el carácter rentístico no se limita al peso de la renta
de la tierra, el cual señala que pierde importancia con la maduración del
capitalismo hasta hacerse insignificante frente a beneficios y salarios, sino que
define al rentismo por una presunta transferencia de valor creado en el
“mercado internacional de trabajo” al mercado local, así:
…un presupuesto esencial para el conocimiento de lo económico, a saber, que todo
intercambio presume de suyo una entrega de valores iguales, esto es, que la
compraventa de cosas, en general, siempre causa ventajas recíprocas similares. Es
decir, cuando la sociedad en escrutinio intercambia cosas y objetos con otras
sociedades, la expresión porta en su interior los resultados de ese comercio externo.
Aquí se supondrá en general que Im = Ex, donde Im y Ex representan, en su turno, las
importaciones (Im) o, lo que es igual, el valor de las cosas recibidas, así como el valor
de las cosas entregadas o exportaciones (Ex). […] En suma, la condición rentística de
una sociedad capitalista se expresa formalmente de la manera siguiente:
Ri + Van > S + B + R
(Baptista, 2006, p.19)
Habiendo explicado antes que:
Siendo V el valor total de lo producido en una economía nacional:
V = Van + Vmp
A su vez, cabe definir lo siguiente:
Van = S + B + R
[60]
donde Van es el valor agregado nacional, Vmp es el valor de las materias primas que
se repone al cabo del proceso productivo, y S, B y R, respectivamente, corresponden a
los salarios de los trabajadores, a los beneficios sobre la propiedad del capital
adelantado por los empresarios, y a la renta sobre la propiedad de la tierra. En suma,
hay un fondo de ingresos por repartir, en cuya creación original juega un papel
determinante el trabajo realizado, y cuya distribución ocurre entre el trabajo y la
propiedad. (Baptista, 2006 p.18)
Por supuesto que tal teoría nos tiene que resultar fascinante porque pese a que
no la compartamos coincidimos en cierto sentido con el problema central que
identifica, que está en el impacto a largo plazo sobre la estructura productiva
periférica de esa renta originada en el intercambio con el centro, pues con un
universo de diferencias teóricas son evidentes los paralelismos con nuestro
propio análisis de las peculiaridades de la transferencia del ciclo en economías
especializadas en la exportación de materias primas, así como entre la idea del
agotamiento
del
modelo
“capitalista
rentístico”
por
sus
inherentes
contradicciones y nuestra idea de la descoordinación creciente producto de las
inherentes contradicciones del creciente socialismo financiado con el ingreso
petrolero, pero el caso es que no la compartimos porque para la escuela de
Viena la teoría de la imputación está clara desde Menger para el valor de todos
los bienes de orden superior, sean materias primas o bienes elaborados:
…bajo todas las circunstancias el valor de los bienes de órdenes superiores se calcula
a tenor del valor previsible de los bienes de órdenes inferiores a cuya producción los
destinan […] Por consiguiente, los bienes de órdenes superiores, a través de los cuales
disponemos sobre bienes de orden inferior que pensamos utilizar en un tiempo futuro,
encuentran la medida de su valor no en los bienes actuales sino en los previsibles […]
Entre el valor que tienen para nosotros en el presente los bienes de orden inferior o
respectivamente del primer orden y el valor que tienen también ahora los bienes de
[61]
órdenes superiores necesarios para su producción para la producción de los primeros
no existe, pues, ningún nexo necesario (Menger 1997 [1871] pp. 210-211)
La otra diferencia es que para la escuela austríaca las remuneraciones
legítimas en la sociedad capitalista no se originan exclusivamente en el trabajo
y la propiedad, sino también, o más bien principalmente, en el ejercicio
heurístico de la función empresarial pura que es la clave de la tendencia
coordinante del mercado libre, (Kirzner [1975]1998, y 1995) con lo que a
nuestro entender no existen realmente bienes económicos no producidos en la
medida que no existen bienes económicos no descubiertos, por lo que una
definición austríaca de renta sería diferente de la clásica que replantea
Baptista y de la neoclásica a que recurren otros que en lugar de explicarla
como el valor de un bien “no producido” la consideran un excedente de ingreso
no producido, en un claro ejemplo de los segundo Pedro Luis Rodríguez y Luis
Roberto Rodríguez en El petróleo como instrumento de progreso, con cuyo
análisis coincidimos en muchos aspectos, emplean el concepto neoclásico de
renta, es decir: el diferencial posible entre el mínimo costo marginal de
producción y el costo marginal de sustitución en exceso del precio de equilibrio,
y aplicándolo al caso del petróleo explican que: “un excedente por encima de la
remuneración necesaria para realizar una actividad productiva […] la renta por
barril es […] diferencial entre el costo marginal de producción […] retorno
razonable […] y el precio de mercado” (Rodríguez y Rodríguez, 2012) Y claro,
a principios del 2014 el costo marginal de producción de crudos convencionales
venezolanos sería del orden de 20 US$ y el precio de sustitución de entre 150
y 200 dólares, o más según la aplicación; visto que el precio de mercado se
pudiera situar entre cualquiera de esos precios y ahora se sitúa cerca de los
100 dólares por barril, y que la propia definición requiere que entendamos el
[62]
óptimo paretiano del precio de equilibro estático como el más eficiente, e
incluso justo, posible, con tal definición la renta sería nada menos que una
“falla de mercado”. Como en la teoría de eficiencia dinámica austríaca no hay
tales fallas de mercado, sino oportunidades empresariales, pues la teoría de
imputación y la de la eficiencia dinámica nos dejan, necesariamente, con otra
definición de renta (si es que decidimos emplear esa terminología, como es
nuestro caso, para facilitar en lo posible cierta comunicación con las corrientes
teóricas más frecuentes en la economía petrolera aplicada en el pensamiento
económico venezolano) tras revisar los significados de acuerdo a nuestro
marco teórico. La teoría de la imputación nos dice que en valor de los bienes
de orden superior se deriva del valor empresarialmente estimado de los bienes
de primer orden a cuya producción concurren, y la teoría de la función
empresarial nos señala que la perspicacia necesaria para adelantar esa
demanda y descubrir los mejores medios para satisfacerla es un componente
necesario de todo proceso económico dinámico, con lo que no deberíamos
tener problema alguno en denominar renta a la remuneración del propietario de
un bien de orden superior, sea una materia prima o un bien de capital, en la
medida que sea la parte correspondiente a la remuneración por la participación
completamente pasiva del propietario, mientras que la parte necesaria de
función empresarial pura para su ejercicio como propietario es la que resulta
remunerada con su propia ganancia empresarial, y la parte correspondiente a
quien produzca activamente, el mismo u otros, es la
remuneración del
productor38 lo que podemos ilustrar con el simple y tradicional ejemplo de
38
Obviamente remuneración del factor trabajo, que no es indiferenciado y al que denominamos
remuneración del productor en ciertas ocasiones porque el término trabajo se suele confundir
[63]
alquiler de un terreno agrícola: Si el propietario alquila al mejor postor en busca
de la máxima renta de la propiedad, sin agregar ni trabajo propio ni perspicacia
empresarial alguna, los incentivos al arrendatario no incluyen mantener la
capacidad productiva del terreno sino explotarlo temporalmente al máximo, lo
que terminará por reducir su potencial productivo y por consecuencia su
capacidad de generar la mayor renta posible, si en cambio se aplica al trabajo
de supervisar las condiciones de explotación y mantenimiento por el
arrendatario debe deducir ese trabajo de la renta obtenida, pero tiende a
mantener la capacidad de generación de renta futura con su propio trabajo, en
tanto que si dispone de perspicacia empresarial para adelantar la demanda
futura y aplica dicha capacidad también a la selección del arrendatario y
negociación de condiciones del arrendamiento que generen incentivos de
mantenimiento al propio arrendatario, reduciendo su trabajo propio a la
selección de un arrendatario capacitado e inclinado a tal mantenimiento de la
feracidad del terreno, siendo que su función empresarial la de calzar
condiciones del arrendamiento con demanda futura para generar los incentivos
adecuados en su arrendatario, a una o varias cosechas vista, nos queda claro
que función ejerce en cada caso y que cada una de ellas generan su propia
remuneración, el ejemplo nos permite diferenciar porque el propietario puede
ejercer una, varias o todas las funciones por sí mismo, puede obtener renta
con algo referido exclusivamente al trabajo asalariado, cuando en realidad puede ser trabajo
del propietario/administrador a su vez y/o del trabajador asalariado, pues en términos de factor
de producción el trabajo de organizar y supervisar la producción, que frecuentemente puede no
ser remunerado salarialmente sino como parte de la ganancia del propietario y/o empresario, y
el trabajo de efectuar la producción según pautas externas, normalmente trabajo asalariado,
son trabajo ambos.
[64]
pura si delega la administración y confía en la perspicacia empresarial de un
administrador, puede ser propietario y administrador pero pagar por la función
empresarial externa en la selección del arrendatario (que también incorpora su
propio trabajo ciertamente, pero que deja al propietario administrador sin
ejercer su propia empresarialidad) o pudiera cultivar su propia tierra,
personalmente y/o mediante peones asalariados, el asunto es que la renta es
lo que podría obtener de arrendar la tierra a un tercero para que la explote,
luego de descontar el valor de su propio trabajo y su propia empresarialidad en
el negocio de arrendamiento, y claro, es renta de la propiedad del bien de
orden superior, que como componente de la ganancia potencial esperada
tiende a reducirse por emulación y competencia, o a incrementarse por
descubrimiento y exclusión del competidor potencial. La renta puede reflejar
una ganancia relativamente grande por simple imputación en el caso del
productor marginal más eficiente, si la demanda de bienes de primer orden
menor a la que concurre el de orden superior justifica la incorporación de
productores sub-marginales cada vez menos eficientes, pero dinámicamente
tiende a reducirse cuando se reduce el precio expulsando a los últimos
productores marginales incorporados, lo que al reducir la oferta nuevamente
tiende a incrementar el precio, por lo que la renta es, ante todo, la ganancia del
productor marginal más eficiente, y el descubrimiento empresarial opera aquí
en dos sentidos, de una parte en la identificación de lo que incremente la
eficiencia marginal, y de la otra en la perspicacia para prever la incorporación
futura de producción sub-marginal determinada. Quién se pueda apropiar del
acceso al bien de orden superior que genere mayor renta es quien, en
principio, se apropia de la renta. Y en la medida que la renta sea importante, es
[65]
natural el esfuerzo por capturar renta para sí mismos de cualesquiera agentes
no propietarios incorporados en la producción, negociando una mayor
participación por los medios a su alcance. Luego, el resto de los agentes
únicamente pueden capturar renta por medios económicos o políticos,
tomándola de los propietarios o de sus arrendatarios,
administradores y/o
trabajadores, llamemos concesionarios a los arrendatarios del bien de orden
superior apropiado por el Estado en la minería, y está muy clara nuestra
definición de renta petrolera con sus diferencias y similitudes, algunas gruesas
y otras sutiles de las dos precedentes.
Que “minas bitúmenes y jugos de la tierra”39 sean patrimonio del Estado con
independencia de que sea o no propietario de la tierra sobre ellas, es una típica
reserva mercantilista para generar renta patrimonial soberana mediante la
concesión de privilegios de explotación, y por cierto es posible que la plata del
39
A diferencia de los fueros y ordenanzas antiguas de Castilla, así como las de Felipe II que
respetando derechos particulares hasta cierto punto, se ocuparon de reservar al patrimonio de
la Corona de manera cada vez más efectiva las minas de metales preciosos, dejando otras a la
accesión de propiedad, el mercantilismo de finales del siglo XVI los deroga, al menos en Las
Indias, con las Ordenanzas de Minería para la Nueva España, promulgadas en Aranjuez por el
rey Carlos III el 22 de mayo de 1783, que mantienen que “Las minas son propias de mi Real
Corona... ” pero ahora no sólo las de oro y plata, “sino también las de piedras preciosas, cobre,
plomo, estaño, azogue, antimonio, piedra calaminar, bismuth, salgema y cualesquiera otros
fósiles, ya sean metales perfectos o medio minerales, bitúmenes o jugos de la tierra...” En
Venezuela entra en vigencia según Real Resolución de 27 de abril de 1784 y Real Cédula de la
misma fecha, hasta que en 1829 Simón Bolívar decretó que las minas pasaban a ser propiedad
de la República de Colombia (Gran Colombia) tras cuya separación la tradición jurídica de la
propiedad del Estado sobre todos los bienes económicos del subsuelo tenderá a perdurar en
las naciones que la componían: Venezuela, Ecuador, Colombia y eventualmente Panamá.
[66]
Potosí generase en la España del siglo XV ciclos muy similares a los que
hemos descrito en una economía petrolera, especialmente porque el dinero en
aquél momento era un bien de orden superior que prevalecía en el mercado
como medio de intercambio de general aceptación; ya que del bien dinerario
plata llegarán a España nuevas cantidades ingentes para el momento, mismo
en el que la banca opera con reserva fraccionaria que serviría de mecanismo
de ampliación, como justifica Luis de Molina en el Tratado sobre los Cambios
de 1957 en que asume que los depósitos a la vista los reciben los banqueros
como un préstamo a título de precario, a riesgo suyo, por lo que se les traspasa
la propiedad de lo prestado y consecuentemente pueden prestarlo a plazo, la
similitud aquí está en que la Corona se apropia de las minas de metales
preciosos apoderándose así de lo que podemos entender por renta de
magnitudes significativas con un impacto sobre la estructura productiva al ser
monetizada dicha renta necesariamente cuando el bien era en efecto dinero,
mientras que nuestro caso la renta petrolera, igualmente apropiada por el
Estado con su monopolio de propiedad del subsuelo, tiene impactos
monetarios cíclicos por su magnitud, volatilidad de precio y asociación al gasto
público, sirviendo al mecanismo de transmisión del ciclo entre centro y periferia
como ya hemos visto atrás.
Aclarado eso, lo que sostenemos en cuanto al problema de la renta petrolera
del Estado Venezolano es que tal rentismo patrimonial como fuente de ingreso
del Estado es un fenómeno económico propio del mercantilismo, no del
capitalismo, que no puede ser incorporado a gran escala por aquél pero sí por
[67]
el socialismo40 en cualquiera de sus variantes por lo que, como indica
Rodríguez (2010 pp. 64-65) es la prevalencia de un sistema sobre otro a lo
largo del tiempo lo que explicaría las tendencias citadas de alza, ralentización y
caída del producto; y es de admitir que aunque una explicación completa de las
diferencias entre mercantilismo, socialismo y capitalismo excede el propósito
de este trabajo, antes de continuar sería ciertamente útil esbozar cuando
menos un estrecho resumen esquemático que pese a ser excesivamente
simplificado y a todas luces incompleto nos ilustre algunos puntos clave, entre
otras cosas porque no hemos aclarado lo que entendemos por desarrollo,
limitándonos hasta el momento al problema de si las alzas y caídas cíclicas se
saldan o no con crecimiento a largo plazo y no es porque identifiquemos
desarrollo con crecimiento sin más, sino porque el crecimiento es una condición
40
Ahora, si bien coincidimos con la definición de Huerta de Soto de socialismo en economía
como “toda interferencia sobre el libre ejercicio de la empresarialidad” es un sentido amplio que
complementa la definición tradicional de socialismo en economía, que es la del control -directo
e indirecto- de los medios de producción por el Estado en tal forma que implique la planificación
central de la economía, desde esta última definición de economía socialista encontramos que
haciéndose imposible en tal sistema la función empresarial, y descontando el pago al factor
trabajo en cualesquiera formas, todo el ingreso de Estado en una economía socialista, fiscal o
no, puede y debe considerarse renta en el sentido que antes expusimos, mientras que en una
economía mixta socialista-mercantilista con prevalencia del socialismo, es razonable aunque
no completamente estricto, aplicar el mismo criterio en los sectores en que el control del Estado
es directo, pues es irrelevante diferenciar impuestos de regalía y dividendos cuando el Estado
es el propietario del recurso y de la empresa que monopólicamente lo explota, además de parte
en el negocio de cualesquiera inversiones foráneas que por excepción admita como
concesiones temporales cuando no contase con el capital propio necesario para desarrollar
determinas explotaciones.
[68]
sine qua non del desarrollo, entendiendo por tal el incremento de las
posibilidades materiales y morales de perseguir los fines individuales preferidos
por cada cual de acuerdo a su escala subjetiva de valores sin interferir
arbitrariamente en las de otros.
Socialismo
Capitalismo
Mercantilismo
La propiedad se limita según
el plan, el control de indirecto
de todos los medios de
producción se reserva al
Estado al igual que la
propiedad
de
aquellos
recursos,
actividades
y
medios
de
producción
considerados estratégicos. El
ingreso
patrimonial
del
Estado será proporcional a
su control directo sobre las
áreas estratégicas.
La propiedad privada y plural
es un derecho universal, el
control de los medios de
producción corresponde a
sus propietarios. El ingreso
patrimonial del Estado debe
ser inexistente o poco
significativo limitándose al
ejercicio del dominio sobre
recursos explotables que
carecen de dueño.
La propiedad privada y
plural es un privilegio
restringido y revocable. El
control de los medios de
producción corresponde a
sus
propietarios
únicamente cuando no
entran en contradicción con
las regulaciones. El Estado
se reserva los recursos y
actividades considerados
estratégicos y los explota
mediante concesiones que
otorga como privilegios
especiales protegidos. El
ingreso patrimonial del
Estado puede ser similar o
mayor que se su ingreso
fiscal.
El objetivo del Estado es
satisfacer necesidades.
El objetivo del Estado es
proteger derechos.
El objetivo del Estado es
proteger intereses
No existe un sistema de
precios
que
transmita
señales coordinantes. Los
seudo-precios son fijados
burocráticamente
y
no
transmiten
información
alguna.
Existe un sistema de precios
libres que transmite señales
coordinantes, Los precios
son
agregadores
y
sintetizadores de información
eficientes de planificación
descentralizada para los
agentes.
El sistema de precios es
interferido
por
medios
burocráticos para sostener
privilegios y comprar apoyo
político
disperso
y/o
concentrado. Los precios
interferidos
transmiten
información distorsionada.
Antes de continuar es necesario aclarar que es precisamente al mínimo grado
posible de interferencia arbitraria, que es la definición de Hayek de libertad, a lo
que identificamos con el desarrollo en un sentido cualitativo, lo que es opuesto
[69]
a otros sentidos cualitativos de desarrollo ampliamente conocidos41, así como
que nuestra definición identifica necesariamente la calidad del desarrollo con el
41
Por ser tan ampliamente conocidas no citaremos las diferentes y contrapuestas posiciones
de expertos sobre el tema del desarrollo, y nos limitaremos a esbozar nuestra posición en dos
de sus aspectos, de una parte consideramos desarrollo económico al exponencial crecimiento
de producto, población y nivel de vida ocurrido desde finales del siglo XVIII en las naciones
capitalistas desarrolladas de Europa occidental y Norteamérica inicialmente, un proceso
espontaneo e inesperado en las sociedades en que efectivamente ocurrió, consideramos
desarrollo primario todo proceso espontaneo similar a aquéllos ocurrido posteriormente en
otras latitudes y fechas posteriores, mientras que denominamos desarrollo secundario a los
procesos posteriores que de una u otra forma pretenden, con o sin éxito, emular aquellos
identificando sus causas –aclaremos que en la mayoría de los casos el no identificarlas
correctamente sería la causa primaria del fracaso del intento de emulación– e introduciéndolas
como elementos causales en otras sociedades por la acción política y/o cultural consciente. No
obstante, si el crecimiento se puede medir con cierto grado certeza, la calidad de vida no puede
ser entendida simplemente como participación en dicho crecimiento, sino en función del que las
incrementadas posibilidades materiales existentes en las sociedades desarrolladas sirvan de
marco al que los individuos tengan mayor esperanza de alcanzar aquellos objetivos que
subjetivamente más valoren, y siendo subjetivos no es la igualdad sino la libertad –entendida
como la reducción a su mínima expresión del grado de coerción legitima que se ejerce sobre
los individuos en el orden social– en sociedades individualistas y tolerantes la que puede
garantizar que el crecimiento se traduzca en la tendencia al incremento de las posibilidades de
desarrollo de cada cual según cada uno libremente, y no la voluntad arbitraria de terceros, lo
entienda. Lo que simplemente significa que la sociedad más desarrollada será necesariamente
la más libre, en dos sentidos, de una parte porque la mayor libertad económica es el marco
institucional sine qua non del crecimiento y de la otra porque sin la más amplia libertad, política,
civil y cultural acompañando a la económica como un todo, en el sentido antes indicado, el
“desarrollo” sería para algunos, muchos o pocos, mayoría o minoría, la imposición de las
escalas de valores de terceros sobre los propios.
[70]
sistema económico capitalista, el orden político republicano del poder limitado y
los valores socioculturales del individualismo liberal.
2.2 Capital, instituciones y desarrollo secundario
Y a partir de aquí deberían resultarnos evidentes las principales implicaciones
de la teoría del capital de la escuela austríaca en el tema del desarrollo
secundario, después de todo, si la teoría del capital en la que se sustenta un
diagnóstico no fuera valida, las posibilidades de que obtuvieran resultados
políticas de desarrollo en aquélla sustentadas, sería por paradoja directamente
proporcional a lo erradas que fueran como aplicaciones de la teoría, y ya que
planteamos desde la teoría austríaca el problema de la transición del
socialismo al capitalismo como acción política consciente que pretende crear
las condiciones institucionales para que emerja un proceso de desarrollo
secundario tendríamos que preguntarnos si contamos con una completa teoría
específicamente austríaca del desarrollo, y la respuesta pareciera ser que de
existir estaría implícita en el arsenal teórico de la escuela, porque explicita al
tema en el sentido de otras difícilmente pudiera presentarse gran cosa al
respecto. No es porque del tema del desarrollo no se ocuparan los economistas
de la escuela austríaca, sino porque se han aproximado al mismo como un
problema correlativo a otros, y como resultado de aquello, lo que pudiéramos
llamar una teoría austríaca del desarrollo secundario se encontraría
principalmente dispersa en trabajos cuyo tema de referencia sería diferente, y
aparte del problema numérico –en última instancia hay relativamente pocos
economistas de la escuela austríaca– es de considerar que las investigaciones
sobre el desarrollo, particularmente en el sentido que denominamos
[71]
secundario, han sido territorio casi exclusivo de partidarios de la “ingeniería
social” en términos que pueden ir del intervencionismo a la planificación
económica centralizada directa o indirecta.
Un ejemplo como cualquier otro de lo anterior puede ser la siguiente definición:
Una característica fundamental del desarrollo secundario es que el gobierno ejerce una
posición de poder, la cual permite el juego de los factores de desarrollo hacia el logro
de una reorganización social que no sólo permitirá sino que también acelerará el
desarrollo. El desarrollo secundario, para bien o para mal, comprende la ingeniería
social y, es de esperarse, la planificación metodizada. En el desarrollo primario, la
ingeniería social y la planificación han seguido inmediatamente después del cambio
tecnológico. Hasta que existan las invenciones nadie puede planear que hacer con
ellas y sus consecuencias. En el desarrollo secundario, sin embargo, un país encuentra
el mercado pleno de tecnología disponible y entonces se presenta la cuestión, primero
de seleccionar aquélla que sea la más adecuada para la escena local y en segundo
lugar la de reorganizar la sociedad de manera que los nuevos dispositivos pueden
resultar operantes. Hay también una readaptación considerable de los dispositivos y
esto requiere de una gran proporción de innovaciones locales. Pero hay el
conocimiento de que ya de tiempo atrás los dispositivos han funcionado en todas
partes y el problema capital es el de la adaptación. (Newbold 1971, p21)
Aunque en todo el párrafo no es posible encontrar una idea que no debamos
rechazar, la excepción sería lo obvio, como es el que las zonas
subdesarrolladas
no
pudieran
replicar
artificialmente,
ni
exacta
ni
aceleradamente, idéntico proceso de evolución social del de las desarrolladas,
por lo que todavía tiene sentido hablar de desarrollo secundario, aunque
únicamente en términos de incentivos e instituciones capaces de actuar como
catalizadores de procesos diferentes pero similares en esos aspectos claves a
los desarrollos espontáneos primarios, algo muy diferente de lo que en la
mayor parte del planeta han sido los intentos de alcanzar el desarrollo
[72]
mediante experimentos estatistas de ingeniería social que fracasaron en
proporción directa a la inviable centralización de la planificación del desarrollo.
Y a la ausencia o debilidad del marco institucional –propiedad privada, estado
de derecho, moral civilizada, sistema de precios, etc.– hay que sumar que los
esfuerzos conscientes por introducir tales elementos en marcos culturales
diferentes de aquéllos en los que surgieron tropieza con las dificultades de
integración en el mercado globalizado cuando aquella está condicionado por
las distorsiones proteccionistas que tras su propia integración al mercado a
escala global han erigido mediante su propia “ingeniería social […]
inmediatamente después del cambio” sociedades que deben su desarrollo en
gran parte al libre comercio.
El mayor fracaso de la ingeniería social en su promesa de desarrollo
secundario mediante la planificación central de la economía es el colapso del
socialismo soviético, claramente predicho por la teoría de la inviabilidad del
socialismo de Mises y Hayek, nos encontramos ahora mayormente ante
versiones mixtas, intervencionistas, socialdemócratas y/o mercantilistas cuya
inherente inviabilidad acumulativa es objeto de estudio para los economistas
austriacos, y aunque hay casos de resurgimiento del socialismo radical, como
el que estudiamos aquí en cierto sentido, cuya inviabilidad inherente
acumulada es más clara, lo cierto es que a estas alturas es, cuando menos de
igual
importancia
encontrar
soluciones
con
posibilidades
de
resultar
dinámicamente eficientes al problema del fracaso de esa ingeniería social, que
la explicación de los motivos del fracasado de sus experimentos, no obstante
que la terca insistencia ideológica en la repetición de los errores implique la
urgencia de mantener y profundizar tales explicaciones; sigue resultando útil
[73]
señalar que la teoría económica de la escuela austríaca predecía tales fracasos
como inevitables desde principios del siglo pasado, porque algo que tendrían
que haber deducido de la experiencia empírica de tantos fracasos en la
planificación del desarrollo quienes desconocían o negaban lo que respecto a
tal tipo de planificación predecía la escuela de Viena, es que tratan con
realidades sociales en extremo complejas que no pueden reducir no sólo a
modelos económico-matemáticos sino siquiera a estudios económicos que
suponen una racionalidad instrumental del agente sin considerar las
implicaciones que sobre la determinación subjetiva de sus escalas de fines y
selecciones de medios tienen una serie de factores culturales, jurídicos y
políticos que determinan los arreglos institucionales que a su vez condicionan
los incentivos económicos. Es de admitir que si bien muchos siguen
paradigmáticamente encerrados en el error, no faltan quienes lo ponen en duda
tras tomar consciencia del genocida costo humano de los peores fracasos en el
diseño y aplicación de políticas de desarrollo que terminaron resultando
experimentos criminales con millones de cobayas humanos. En materia de
teoría del desarrollo las respuestas sistémicas marxistas, neokeynesianas y
neoclásicas se saldan en innumerables fracasos tras muchas décadas de
esfuerzos por parte de teóricos, políticos y burócratas empeñados en planificar
el desarrollo. El caso Venezolano es un excelente ejemplo, en condiciones más
que óptimas para desarrollarse aceleradamente y tras varias décadas de tal
resultado, al creciente intervencionismo planificador del desarrollo se
correspondió la desaceleración y empobrecimiento sostenido correspondiente.
Es importante considerar que en las corrientes principales de la economía no
se advirtió la inviabilidad del socialismo a largo plazo y consecuentemente el
[74]
colapso soviético resultó en esas líneas de pensamiento un evento inesperado
y desconcertante a explicar, en tanto que para los economistas de la escuela
austríaca que predecían la caída por la inviabilidad inherente establecida por
Mises desde principios del siglo pasado, el desafío no era explicar lo que de
sobra habían explicado previamente, sino partir de esa impecablemente
predictiva explicación para estudiar los problemas y posibilidades de las
economías post-socialistas, con lo que pese a que difícilmente pudiéramos
presentar actualmente una teoría austríaca del desarrollo razonablemente
consensuada, la polémica en torno a las teorías planteadas tempranamente por
Mises y Hayek sobre la inviabilidad del socialismo resultan también la primera
autentica discusión teórica sobre el desarrollo secundario, pero aunque el
debate en cierto sentido se concentró en torno a la inviabilidad del socialismo
como monopolio estatal de los medios de producción que planifica
centralizadamente la producción y el consumo en ausencia de un sistema de
precios, el tema era necesariamente más amplio y toca directamente lo que
aquí tratamos en cuanto a que el teorema de imposibilidad que planteaban se
extendía –particularmente en el caso de Hayek– a la abrumadora mayoría de
las estrategias y políticas propuestas para alcanzar el desarrollo de mediados
del siglo pasado a la actualidad.
Las potencialidades de una teoría austríaca del desarrollo son muy
prometedoras debido al soporte que la praxeología –cuya lógica axiomática
deductiva en nuestra opinión se sostiene no sólo en la irreductibilidad lógica de
los axiomas, sino también en una teoría científica empíricamente falsable de
los fenómenos mentales (Hayek [1952] 2011) que confirma y condiciona en
otro sentido importante los axiomas fundamentales y ciertas hipótesis auxiliares
[75]
claves, agregando potencialmente otra u otras– le brinda para enfrentar
problemas sistémicos de tal amplitud y complejidad con modelos de referencia
esquemáticos de arreglos institucionales razonablemente realistas cuyas
interrelaciones
sistémicas,
particularidades
y
efectos
razonablemente
conocemos (Ver p.e.: Rodríguez 2010, pp.64-66) así como la ventaja de
integrar coherentemente macro y la micro economía a través de la estructura
inter-temporal del capital por etapas en el tiempo.
Adicionalmente, la creciente y acertada preocupación por la importancia de las
instituciones en el desarrollo, en el caso de la economía de la escuela austríaca
se soporta en las investigaciones de Hayek (1990) y Leoni ([1961] 2010) sobre
la espontanea evolución institucional de la moral, el derecho y el mercado así
como
del
proceso
de
necesario
ajuste
normativo
de
los
arreglos
constitucionales a sus resultados imprevistos (Hayek [1973] 2006).
2.3 Venezuela: el fracaso del petroestado socialista
Nuestro cuadro comparativo de sistemas económicos, aunque excesivamente
simplificado es suficiente para mostrar porque afirmamos que lo que prevaleció
en el modelo económico venezolano de la etapa petrolera fue el mercantilismo,
desde el inicio de la explotación hasta mediados de la década de los ´70,
mientras de ahí en adelante lo que prevalece en el modelo económico es el
socialismo hasta la fecha. Ahora, el mercantilismo pasó por dos etapas, entre
principios del siglo pasado y 1945 fue un sistema mixto con elementos de
capitalismo (también será el período en que la especialización exportadora
agrícola fue desplazada rápidamente por la petrolera) de 1945 a mediados de
los ’70 la prevalencia mercantilista estuvo acompañada por nuevos elementos
de socialismo, planificación central de la economía, reserva al Estado de
[76]
industrias estratégicas, inversión privada limitada a las áreas de actividad
definidas por el plan, interferencia creciente en el sistema de precios, en aquél
marco y algunos factores importantes a considerar son, de una parte los
cambios que el mundo y el propio mercado petrolero experimentó42 en la
misma década, pues tuvieron efectos notables sobre la economía Venezolana,
posibilitando en cierto sentido el incremento del acelerado del grado de
socialismo de nuestra economía durante esa década crítica al tiempo que
ampliaban los efectos negativos al diferirlos en el tiempo: el primero fue externo
42
La principal de ellas es que se alcanzó en los EE.UU. el primer anunciado “pico de Hubbert”
(apenas un par de años después de la fecha estimada por Hubbert) lo que fue un factor clave
en el inicio de un período de tendencia al alza del precio, pero también de mayor volatilidad de
los precios y por ende de picos y valles de precios altos y bajos inimaginables hasta entonces.
Si bien el pico de Hubbert ha resultado en varios sentidos una medida elástica correspondiendo
a cada precio y tecnología una curva y pico diferentes, y en ciertas condiciones notablemente
elástica a relativamente corto plazo, lo más importante de ella sigue siendo la correcta
identificación de las señales económicas que se disparan en la minería cuando los
descubrimientos de nuevas reservas, técnica y económicamente explotables, crecen más
lentamente que el consumo previsto: Aumentos de precios que tienden a transformar la
producción sub-marginal en marginal, lo que a su vez modifica la curva empujando el pico al
futuro; nuevas oportunidades empresariales puras en fuentes competidoras de energía, así
como en la eficiencia de las tradicionales y volatilidad en los precios que tiende a profundizar
los efectos de los ciclos económicos sobre la industria de los hidrocarburos, generando el
riesgo de una pronunciada desinversión acumulada durante las recesiones cíclicas y/o caídas
de precios por otros factores, lo que tiende a producir un círculo vicioso de volatilidad de
precios que genera desinversión, la cual a su vez potencia la volatilidad creciente de precios
que sin embargo, al situarse en bandas altas, justifican las inversiones en la producción antes
sub-marginal y la tecnología para lógralo, así como la inversión tecnológica para mayor
eficiencia de consumo y en tecnologías de sustitución.
[77]
con la escalada de precios del petróleo de la década de los ´70 y la novedad de
su volatilidad (Ver gráfico 4) el segundo interno con el creciente grado de
control indirecto del Estado sobre el resto de economía a partir de entonces,
pues eso cerró progresivamente la única vía de escape al empobrecimiento
socialista, que si bien se abrió y cerró de manera parcial alternativamente al
ritmo de las grandes crisis financieras del Estado, se cerró particularmente en
términos de coste de la legalidad y creciente informalidad por las que parte
importante de la población sería excluida por las instituciones políticas y
jurídicas de esa economía socialista-mercantilista del acceso real directo a los
mecanismo de enriquecimiento de la economía capitalista (De Soto, 2004) y
finalmente un factor externo insoslayable como fue el abandono definitivo por
parte del gobierno federal de los EE.UU. del patrón oro en 1973 final del
acuerdo de Bretton Woods pues eliminado el anclaje al oro de la divisa de
reserva internacional, la expandida emisión fiduciaria (Ver gráfico 6)(43)
43
GRAFICO 6
[78]
potencialmente ilimitada agravaría la magnitud y profundidad de los ciclos en el
centro, con los efectos ya antes vistos sobre la periferia, y generaría un gran
temor durante correcciones recesivas al que sin liquidador último de deuda
(anclaje monetario a un bien real presente) la destrucción crediticia
deflacionaria pudiera no encontrar límite alguno. Así que la adopción de cada
vez más elementos claramente socialistas, pese a los altibajos fue la tendencia
creciente hasta que llegamos al punto de ser el socialismo el sistema que
prevalece, primero con un amplio espacio privado mercantilista asociado y
protegido dentro de las áreas definidas por el plan (por lo que en muchos
sentidos el sistema pudo ser entendido como intervencionista) nuevamente con
altibajos entre 1976 y 1999, para entrar en la adopción por etapas de un nuevo
modelo socialista radical de 1999 a la fecha, lo que obviamente implicó la
reducción progresiva del espacio mercantilista privado, el incremento de los
controles burocráticos sobre el mismo, y el cambio frecuente y poco previsible
de las reglas, con lo que además de la acelerada desinversión privada se
observará la aparición temporal de oportunidades de ganancias extraordinarias
a corto plazo mediante la captura de renta al coincidir la construcción del nuevo
modelo socialista radical con un período de alza sostenida de los precios del
crudo.
La desinversión privada, la insuficiencia de la inversión gubernamental, la
creciente descoordinación del cada vez más interferido sistema de precios y la
consecuente caída del nivel de vida a largo plazo serían explicables por la
transición de una economía mixta mayormente mercantilista a una economía
mixta mayormente socialista, pues a mayor grado de socialismo menor
eficiencia económica. El alza del PIB per cápita durante la etapa de auge de
[79]
precios del crudo, se debió ante todo a la transferencia de renta por
mecanismos populistas tradicionales y nuevos, que si bien han incidido en un
incremento del nivel de vida de buena parte de la población, resultan
insostenibles por estar asociados al periodo del alza del ciclo, lo que al
superponerse al proceso de sustitución del modelo socialista moderado por el
radical nos coloca ante un fenómeno de desindustrialización y dependencia
creciente de importaciones en sectores no transables, conjuntamente con
niveles crecientes de desabastecimiento, desinversión privada y creciente
presencia gubernamental directa en la producción insuficiente de no transables,
y en la importación de transables, lo que en medio de controles de precios se
traduce en la necesidad de mecanismos de racionamiento para administrar la
escasez, lo que acompañado de una política monetaria expansiva torna
insostenible el efecto de recuperación del PIB per cápita, de hecho la figura
más favorable posible (ver gráfico 7)(44) a las pretensiones del socialismo del
siglo XXI de presentarse como un modelo productivo capaz reiniciar el
44
GRÁFICO 7
[80]
crecimiento a largo plazo, sería la serie del PIB per cápita de 1960 a 2012 en
dólares estables del 2000, el crecimiento previo a la desaceleración de los ’60
queda oculto, lo que junto con la moneda de referencia suaviza la tendencia a
la caída de los ´70 en adelante, sin mencionar que las distorsiones cambiarias
(controles de cambio diferenciales operando como racionamientos de divisas)
del régimen económico en proceso distorsionan estadísticamente el consumo
final estimado en dólares por referencia a un tipo de cambio irreal, pero es
precisamente esa la que presentamos porque incluso ahí podemos adelantar el
efecto sobre el PIB per cápita futuro de las devaluaciones del 2013 y 2014
(especialmente si se calculase su impacto real sobre el poder de compra
interno) pero incluso antes de eso podemos observar en la aparentemente
prometedora serie que pese a que en términos reales el ingreso petrolero
manejado por el gobierno venezolano es mayor que el correspondiente al
anterior pico de precios de la década de los ´70, para el 2012 no se llegó
siquiera al nivel del PIB per cápita de aquel momento. Claro que el que se
alcance o no aquél nivel no señala necesariamente que la tendencia cambiase
o no, claro que de haber cambiado eso ocurriría como consecuencia, pero que
ocurriera por causas coyunturales sería algo muy diferente. Tarde o temprano
lo que preveía la teoría económica austríaca sobre una transición del
socialismo moderado al radical se cumple, es suficiente con que se agote el
periodo de alza del ciclo para que la desinversión privada y las malas
inversiones
gubernamentales
bajo
un
esquema
socialista
resulten
notablemente más des-coordinantes que bajo un sistema de mercado
capitalista, en última instancia las consecuencias acumuladas dependen del
grado de socialismo en cada economía, el ciclo tiene un origen única y
[81]
exclusivamente monetario y en todo el mundo el dinero se maneja por bancos
centrales estatales o para-estatales que planifican centralmente la provisión de
dinero al mercado, y a ese sector intervenido aplica el teorema de la
imposibilidad del socialismo, si hay suficiente espacio para que las distorsiones
de la inviable planificación central del dinero sean corregidas por un sistema de
mercado interferido única y casi exclusivamente en ese vital sector, los ciclos
se pueden saldar con crecimiento a largo plazo, de no ser así, únicamente
mediante el uso intensivo e ineficiente de recursos se obtendrá cierto
crecimiento que eventualmente se revelará mayormente como descoordinación
y desperdicio crecientes que darán paso a la caída sostenida a largo plazo..
Por supuesto que sería deseable tener como punto de comparación una
economía
latinoamericana,
especializada en
la
exportación minera
y
consecuentemente sujeta a la enfermedad holandesa, pero sobre la que
podamos asumir como consenso de los expertos que el modelo mixto llegó a
tener prevalencia de capitalismo y mucho menor contenido socialista y/o
mercantilista que cualquiera otra de la región de manera creciente,
aproximadamente en el mismo periodo que en Venezuela ocurre lo contrario.
No hay otra economía petrolera con tales características en Latinoamérica45
pero si una economía tradicionalmente especializada en la exportación minera
del cobre, como es el caso de Chile, con la que se cumplen razonablemente los
demás criterios para la comparación. Sí la causa de fondo de la caída del PIB
45
Se pudiera considerar a México y Ecuador economías petroleras a los efectos de nuestro
estudio, pero la economía mejicana se ha hecho menos dependiente de la exportación
petrolera y más dependiente de la exportación manufacturera, en tanto en tanto que Ecuador
carece de política monetaria por la formalización de la dolarización y sin embargo está, a la
fecha, más lejos que Chile de una prevalencia capitalista.
[82]
per cápita a largo plazo en Venezuela es que la economía Venezolana es cada
vez más socialista, una economía cada vez más capitalista (Ver gráfico 8)(46)
como la de Chile47 debería tener la capacidad de saldar sus ciclos (sujetos por
46
GRÁFICO 8
47
Que Chile se ha aproximado más a un modelo capitalista desarrollado que cualquier otro
país latinoamericano a lo largo del periodo que va de los años ´70 al presente es algo en lo que
tenderán a concordar quienes apoyan y quienes se oponen a tal tendencia, pareciera una
muestra de su solidez el que la misma se inicia durante la dictadura militar y se mantuviera tras
el establecimiento de una nueva democracia representativa, pero es de dudar que sea
sostenible por mucho tiempo, no por razones económicas sino políticas y en un sentido más
profundo culturales, es fácil advertir que los valores sobre los que se sustentaría el modelo no
son compartidos por la mayoría de la población, ven las consecuencias positivas pero de una
parte llegan a dudar de su profundidad y extensión contra toda evidencia y de otra no las
asocian realmente con las causas, lo que sumado a que el modelo se adopta durante la
dictadura más por la necesidad de enfrentar la emergencia económica que por convicción y se
mantiene durante la democracia contra las convicciones de la abrumadora mayoría de los
políticos únicamente por la fragilidad inherente de la transición, era predecible una tendencia al
creciente rechazo y progresivo abandono del modelo (ver: Káiser, 2009). Y de hecho, entre las
primeras declaraciones del Senador Jorge Quintana como vocero de la nueva mayoría en
[83]
las alzas y caídas del precio de cobre a la enfermedad holandesa como
mecanismo de transmisión y ampliación) con una tendencia al alza del PIB per
cápita a largo plazo, entre otras cosas porque la eficiencia dinámica debería
neutralizar hasta cierto punto la enfermedad holandesa en el mediano plazo
como explicábamos atrás. Y eso es lo que sugiere la comparación.
Los problemas de comparar estadísticas de economías socialistas y
capitalistas pasan por lo poco confiables que han resultado las estadísticas
oficiales en los países en que prevaleció el socialismo como sistema
económico mediante el totalitarismo político, pues además de la grosera
manipulación de estadísticas para la propaganda, tal estadística no refleja por
sí misma la descoordinación entre la etapas de la estructura productiva que
implica la sobreproducción en unas fases y la sub-producción en otras, como
tal descoordinación es inherente a la planificación centralizada, que desde el
primer momento se revela como pobre sustituto del mercado, lo cierto es que
parte de lo que observamos como producto es en realidad desperdicio de
recursos por descoordinación48, pero lo que al final resulta más notable es que
Marzo de 2014 estuvo que "…no vamos a pasar una aplanadora, vamos a poner aquí una
retroexcavadora, porque hay que destruir los cimientos anquilosados del modelo neoliberal.”
48
Es curioso que se suela considerar “contra intuitivo”, incluso por quienes lo entienden, que un
orden espontaneo ajeno a la categoría de fin como el sistema de mercado sea superior en la
asignación de recursos que un orden teleológico finalista como la economía planificada,
cuando es suficiente retroceder desde una necesidad evidente de una población determinada,
digamos unos diez millones de pares de zapatos, hasta los específicos pares que cada cual
requeriría, incluso sin mediar en nada sus gustos y preferencias, sino exclusivamente por talla
y ocupación, para descubrir la inconmensurable complejidad de todo lo que sería necesario
coordinar a objeto de cumplir tal aparentemente simple objetivo de manera apenas eficaz.
[84]
incluso dando por valido un producto socialista que en realidad sería inferior,
nos es posible observar claramente la superioridad del capitalismo como
modelo de desarrollo en términos de PIB por habitante a largo plazo al
comparar la evolución del PIB per cápita por cerca de medio siglo en tres
economías mayormente capitalistas como Singapur, Corea del Sur y Hong
Kong, con la misma en con economías mayormente socialistas como
Venezuela, Cuba y la R.P. China (ver gráfico 9)(49)
Debemos considerar el factor de sustitución tecnológica, para lo que es común
citar al Jeque Yamani en cuanto a que “la Edad de Piedra terminó, no por falta
de piedras, y la edad del petróleo terminará, no por falta de crudo" porque si de
una parte es imposible predecir con certeza que tan cerca o lejos está el fin de
la era del petróleo como fuente principal del energía –casi exclusiva en materia
de transporte– sabemos que ocurrirá en uno u otro momento y de una u otra
forma, simplemente porque podemos imaginar formas más eficientes de
energía, y algo que ya hemos citado atrás y que debemos explicar ahora es el
significado económico del pico de Hubbert. El pico se calcula en el punto en
49
GRAFICO 9
[85]
que, con la tecnología, costos y demanda existente, las reservas explotables de
un mineral igualan a lo ya explotado del mismo, esto naturalmente implica que
los nuevos descubrimientos de reservas económicamente marginales resulten
inferiores a la demanda futura estimada, siendo tales señales de escasez
relativa las que hace subir el precio del mineral y tornándolo potencialmente
volátil.
Aunque un recurso no renovable ampliamente explotado por ser un bien
económico alcanzaría eventualmente costos marginales de sustitución y/o de
reciclaje menores que los de explotación primaria, lo cierto es que el punto de
inflexión del pico de Hubbert se desplaza en la medida que hay variaciones en
los precios y la tecnología, y eso significa que puede desplazarse mucho más
de lo que es dable imaginar con la demanda y tecnología conocidas. Esas
señales económicas que se agregan y sintetizan en precios son las que
garantizan que en una economía de libre mercado los recursos físicos estén
relativamente lejos del agotamiento antes de ser sustituidos por medio del
descubrimiento
de
nuevas
oportunidades
de
ganancia
en
cambios
tecnológicos. De hecho es posible que la sustitución sea muy anterior a
cualquier pico, un recurso natural no renovable –por la escala temporal de su
formación– relativamente escaso y claramente útil como el carbón, que fue el
combustible dominante del transporte y la industria en el siglo XIX, fue
sustituido en dichas aplicaciones casi completamente mucho antes de
cualquier pico, en la medida que convergieron nuevas tecnologías que hicieron
más barato y eficiente al combustible líquido, lo que nos señala el pico de
Hubbert son señales que dirigen más inversión hacia investigación y desarrollo
para la sustitución mucho antes del agotamiento, no obstante, la oportunidad
[86]
empresarial de una tecnología nueva que sea más rentable que la que
sustituye existe en potencia ya antes de aquello
Quemar hidrocarburos es quemar hidrógeno, con carbono como desperdicio,
con el cambio de los combustibles en el tiempo ha sido cada vez menor ese
desperdicio, así que a largo plazo puede llegar a ser rentable recuperar
carbono de hidrocarburos teniendo el hidrógeno como desperdicio. Finalmente,
toda recuperación y aprovechamiento económico del desperdicio en un
proceso económico es un desafío tecnológico y una oportunidad de ganancia
empresarial. No deja de ser absurdo que los escapes de vehículos e industrias
desperdicien el carbono que en otros procesos usamos para fabricar materiales
útiles y valiosos. Ocurre, no por capricho, sino porque no hay todavía una
forma económicamente rentable de recuperarlo. Cambios en el transporte y la
energía se pueden especular en varias direcciones, pero lo más probable
parece ser que lleguemos a emplear en algún momento fuentes de energía
más diversificadas que en la actualidad, pero incluso si imaginamos una
economía de transporte eléctrico con la energía solar como fuente dominante o
una economía del transporte con el hidrógeno puro como combustible
dominante, en la que obtener hidrogeno del agua tuviera un costo marginal
competitivo frente a obtenerlo de hidrocarburos recuperando de manera
rentable el carbono, es claro es que la eventual sustitución del petróleo, como
principal fuente de combustible para la industria y el transporte, no significaría
que se dejará de emplear el crudo para otra infinidad de usos.
La sustitución tecnológica en el mercado de bienes de orden superior –a
condición que existan precios en cuanto tales– será previa al agotamiento físico
de insumos porque cuando un recurso se torna relativamente escaso y la
[87]
demanda permanece inalterada, se eleva su precio y con ello se generan tres
tipos principales de oportunidades que ilustraremos con el ejemplo del
combustible en el transporte:
A corto plazo la sustitución de vehículos no suele ser una respuesta al
incremento del precio del combustible, y a su vez la reducción del uso de los
vehículos es limitada por el alto costo subjetivo marginal de sustitución, para el
conductor promedio, tras los relativamente pocos desplazamientos que cada
cual considera de menor valor subjetivo, inmediatamente hay muchas más
cosas subjetivamente menos valiosas a las que renunciar antes que a los
restantes desplazamientos más onerosos en un vehículo propio, con lo que
tanto la demanda de combustible como de vehículos más eficientes son más
bien inelásticas a corto plazo ante aumentos importantes del precio del
combustible,
pero a mayor plazo la elasticidad aumenta, sin duda se
incrementa una demanda potencial de motores más eficientes, y como las
existencias, en términos de remanente disponible para un tiempo estimado,
dependen de la eficiencia relativa de los procesos en los cuales se utilizan, en
el caso de vehículos la sustitución de los viejos motores por los nuevos más
eficientes, equivale, ceteris paribus, al incremento virtual de las reservas no
explotadas de combustible. La dinámica es clara, si la respuesta inicial a
grandes incrementos del precio del combustible tiende a ser menor uso –en lo
posible– de los vehículos, lo que en algún grado tiende a implicar menor
demanda de combustible, la eventual sustitución por otros vehículos de más
eficiencia a su vez impulsaría un mayor uso comparativo de los mismos, lo que
a su vez implica mayor demanda de combustible, debido al alto costo y
consecuente retraso relativo en la sustitución de vehículos de menos a más
[88]
eficientes en consumo de combustible en relación con variaciones importantes
del precio del combustible a corto plazo, este mayor uso tendería, ceteris
paribus, a incrementar la demanda por debajo del umbral del consumo total
previo al cambio tecnológico. Todo lo que desplaza el pico hacia adelante en el
tiempo pudiera incidir en bajar los precios del combustible a corto plazo, de ahí
que una vez que se nos acerquemos por primera vez al pico lo más probable
es que observemos una mayor volatilidad relativa de los precios del recurso.
a. Generalmente el inversionista estima que de agregar nueva oferta la
venderá a precios relativamente más altos cuando los incrementos de
precios del bien le parecen causados por su escasez relativa que
cuando son causados por el incremento independiente de la demanda
ya que la elasticidad de la respuesta de corto plazo le parece
previsiblemente menor en el primer caso que en el segundo. Un menor
riesgo percibido en mayores inversiones para la explotación económica
del recurso antes sub-marginal incrementa las existencias al sumarse a
la oferta la nueva producción, lo que eventualmente puede bajar los
precios y regresar a sub-marginal parte de las reservas explotables del
bien. Y eso es con la tecnología existente, pero por otro lado hay un
estímulo económico para la innovación tecnológica que haga posible el
acceso al recurso sub-marginal potencial inaccesible con la tecnología
existente. En ambos casos se desplaza el pico al futuro incrementando
la oferta, lo que puede hacer bajar los precios relativos en cuyo caso se
incrementaría la demanda, y aquélla empuja el precio al alza, con mayor
volatilidad cualquier período de precios relativos bajos incrementa
notablemente el riesgo percibido en la inversión de largo plazo para la
[89]
incorporación del producto sub-marginal, así como para la refinación, lo
que tendería a traducirse en desinversión en la transformación y con ello
agregaría el riesgo de eventuales cuellos de botella ante incrementos
independientes de la demanda.
b. En términos de oportunidad se incrementa la demanda potencial de un
combustible menos costoso. Es decir, en tanto su precio se eleva, el
costo relativo de su sustitución de un bien se reduce, o más, o menos
que proporcionalmente. Y consecuentemente es mayor el estímulo
empresarial hacia la búsqueda de la oportunidad en algún bien
alternativo. Tal oportunidad, en nuestro ejemplo pudiera ser descubierta
en un combustible sucedáneo para los mismos motores, o en nuevos
motores que puedan lograr equivalentes resultados, a igual o menor
costo, con un combustible diferente. Sin ver más cambios posibles en la
oferta y demanda de transporte a diferentes plazos por el escenario
considerado lo que ya podemos ver es que una vez alcanzado, y pese a
su desplazamiento, las señales económicas que produce el pico
impulsarían inversión en fuentes de energía diversificadas competitivas,
mientras en el proceso de sustitución las oportunidades superen los
riesgos.
La demanda de bienes de orden superior se origina realmente en la de bienes
de primer orden, con lo que la demanda de combustible y vehículos para el
transporte depende de la demanda para trasladar, cosas o personas, de un
lugar a otro, más rápida, cómoda y eficientemente. Demanda del qué, cuando,
dónde y para qué, se trasladan bienes y personas están en constante cambio
por la acción, e interacción, de las personas. Esta naturaleza de la demanda es
[90]
la clave del significado económico del pico de Hubbert en las materias primas
no renovables, con lo que en nuestro caso el dato relevante es que desde los
70 aparecen esas señales en un mercado petrolero que a su vez está sujeto a
los ciclos económicos de las grandes economías consumidoras. Es en ese
sentido que hablamos de “era del petróleo” para referirnos al periodo durante el
cual los combustibles derivados del crudo son casi exclusivos en el transporte y
dominantes en la industria, esa es la circunstancia actual y aunque es incierta
su duración futura lo que es mucho menos incierto es que eventualmente
concluirá, y que concluirá mucho antes del agotamiento físico del recurso y sin
que aquello signifique consecuentemente que el mismo no tenga otro valor
económico cuando deje de ser la fuente de combustible dominante, pero lo
más probable es que la demanda de petróleo como fuente no primaria de
combustible y para otra infinidad de procesos será menor que la que tenía
como combustible dominante y en ese sentido los precios relativos del recurso
serían menores, y en casos como el venezolano, la apropiación de la renta
petrolera por el Estado y su empleo en el financiamiento de un inviable
socialismo implica que de llegar lo que en ese sentido pudiéramos llamar el fin
de la era del petróleo, el colapso financiero del petroestado socialista
venezolano por la reducción y amenaza de desaparición de esa renta petrolera
de importantes proporciones dejaría en evidencia la inviabilidad del sistema
para sustituirla, quedando como alternativas un empobrecimiento extremo
generalizado o la transición al capitalismo, mientras que una previa transición al
capitalismo cuya clave fuera la masiva apropiación privada de la renta
permitiría invertir recursos petroleros en la inversión productiva post-petrolera
[91]
tanto en la propia industria como en el resto de los sectores de la manera más
amplia y diversa.
Así las cosas, nuestras conclusiones preliminares son que:

El desarrollo auto sostenible a largo plazo es imposible tanto en una
economía socialista debido a que la misma es intrínsecamente inviable
como en una economía mercantilista –o intervencionista que sería el
termino más común para el mercantilismo contemporáneo– debido a la
insuficiente productividad que su peculiar sistema de incentivos genera,
con lo que es posible única y exclusivamente en una economía
capitalista o de libre mercado, como se le prefiera denominar.

La enfermedad holandesa en economías periféricas importadoras de
reserva es una variante especifica de mecanismos de transmisión del
ciclo de centro a periferia que puede explicar perfectamente la teoría
austríaca del ciclo económico, pero no hay razón para que dicho
fenómeno no se salde a largo plazo con crecimiento, como en efecto se
saldan
generalmente
las
recesiones
cíclicas
originadas
en
la
interferencia política sobre el dinero cuando el sistema no presenta otras
intervenciones que impidan o dificulten restablecer la eficiencia dinámica
de la asignación de recursos en la estructura inter-temporal del capital.

La renta petrolera únicamente es un problema cuando es apropiada por
el Estado estableciendo incentivos políticos al fortalecimiento del
mercantilismo que pueden derivar hacia el establecimiento de alguna
variante del socialismo, con lo que no hay esquema de administración
gubernamental de la misma que pudiera romper el de incentivos
políticos destructivos, adicionalmente, la administración de fondos de
[92]
estabilización
macroeconómicos
contra-cíclicos,
aparte
de
las
deficiencias teóricas en que se funda, queda sujeta a la imposibilidad de
conocer con antelación la información necesaria para que las decisiones
se ajustasen al modelo pretendido.

Venezuela ha pasado por dos periodos de transición al socialismo, en el
primero se estableció el socialismo moderado y el punto clave de la
transición fue la Ley que reserva al Estado la industria y el comercio de
los hidrocarburos y durante el segundo se revierte completamente la
apertura económica que siguió al fracaso financiero del modelo
socialista moderado y se inicia la transferencia a un modelo socialista
radical, siendo el momento clave de dicha transición la suspensión del
mercado cambiario en enero de 2003 y el restablecimiento del
racionamiento de divisas en febrero del mismo año.

Los periodos de transición hacia más socialismo en Venezuela coinciden
con periodos de precios petroleros altos del crudo, incrementos en la
renta petrolera y en su captura neta por el Estado, mayor capacidad de
endeudamiento del gobierno y consecuentemente máxima capacidad de
distribución populista de renta, los periodos de retroceso del socialismo
coinciden con precios petroleros bajos que dejan en evidencia la
improductiva combinación de incremento del socialismo, importaciones,
consumo insostenible y burbujas de malas inversiones concentradas en
sectores no transables.

El desperdicio de la renta petrolera apropiada por el Estado en el
financiamiento de un modelo económico improductivo y en última
instancia inviable únicamente puede corregirse mediante una transición
[93]
del socialismo al capitalismo que eventualmente será inevitable ante la
eventual pérdida de importancia económica del recurso como fuente
principal de energía.
2.4 Transición al capitalismo en el sector petrolero
De hecho, en condiciones institucionales que debemos describir aquí como de
economía mercantilista-capitalista con cierta prevalencia mercantilista, la renta
petrolera apropiada por el Estado no fue impedimento suficiente para evitar un
crecimiento económico que desde la segunda década del siglo XX llevo a
Venezuela, cuando menos, a la frontera del desarrollo50, entre mediados del
mismo y la década de los ’70, tampoco lo fue el que los ciclos económicos
sufridos tuvieran la variante de enfermedad holandesa, y ya atrás hemos
aclarado porque no compartimos, ni la tesis del agotamiento de un capitalismo
rentístico a ser sustituido por una economía no rentista y potencialmente no
50
Ya hemos citado que en PIB per cápita comparable para 1950 teníamos 9.750 dólares de
EE.UU. frente a 7.424 dólares de Venezuela, eso la ubicaba por encima de la mayoría de
países desarrollados del mundo de entonces y segunda las Américas, de hecho el consumo y
muchos aspectos de la producción local correspondían a los de una nación desarrollada en ese
período, se pudiera mencionar como contrario el que no se desarrollase un sector tecnológico
local comparable al de otras economías de esa época dependiendo en ese sentido de
importaciones, pero realmente no sería la causa del subdesarrollo sino un síntoma de que lo
que se avecinaba, por tratarse de una consecuencia de las políticas de sustitución de
importaciones y planificación del desarrollo que ya se iniciaban en la Venezuela de entonces,
desacelerando el desarrollo alcanzado hasta lograr revertirlo, pero al período citado habría sido
razonable calificar a Venezuela de economía desarrollada, y nos resistimos a hacerlo
únicamente por lo efímero que aquello finalmente resultó ante una hegemonía cultural y política
proclive al mercantilismo y socialismo.
[94]
capitalista, ni la del modelo keynesiano de impacto agregado simple de la renta
petrolera distorsionado por la volatilidad del precio del crudo a ser corregido por
la planificación centralizada del activismo macroeconómico, con lo que la
explicación restante es que la apropiación de la renta por el Estado generó una
estructura de incentivos que impulso la transición al socialismo con lo que se
hace
inevitable
descoordinación
el
empobrecimiento
inherente
al
mismo,
a
largo
plazo
únicamente
por
la
revertida
creciente
parcial
y
temporalmente por medios populistas clientelares apenas sostenibles durante
los periodos de precios altos, que a su vez han coincidido con los de
establecimiento y radicalización del socialismo, y si bien hay factores culturales
que no estamos considerando por exceder los límites de un trabajo de esta
naturaleza, lo cierto es que la combinación de una estructura de incentivos
favorable a intereses económicos y políticos concentrados contrarios a
intereses dispersos y la prevalencia cultural del socialismo51 es el elemento que
ha impedido que su fracaso económico recurrente impulse una transición al
capitalismo en lugar de ajustes coyunturales reversibles.
Como adelantamos una serie de conclusiones preliminares en el parágrafo
previo que no repetiremos aquí, lo que resta es identificar los factores claves de
un cambio radical de modelo que haga posible el crecimiento y desarrollo en
51
Que a su vez se ha visto reforzada por la diferencia temporal entre el incremento de la
prevalencia socialista y los efectos negativo consecuentes, visto que aquello ocurrió en medio
de periodos expansivos del ciclo con una burbuja de inversiones insostenibles, en nuestro caso
acompañada del máximo nivel de populismo clientelar producto del incremento exponencial del
ingreso gubernamental por el aumento de la magnitud y captura neta de renta petrolera que
permite la asociación de socialismo y prosperidad artificial, cuya inevitable desaparición se
asociará a ajustes económicos ideológicamente calificados de capitalistas o neoliberales.
[95]
los términos que hemos identificado antes, eso en un país como Venezuela,
pasa por la transición del socialismo al capitalismo, y en tanto sea una
economía petrolera aquello pasa a su vez por la apropiación privada, no sólo
de la industria pues limitado a eso sería inevitablemente un regreso al
mercantilismo, sino del recurso y la industria que lo explota tan amplias que
sean de una parte potencialmente irreversibles y de la otra catalizador del resto
de los cambios indispensables para tal transición, y si al momento estamos
muy lejos del consenso cultural y la voluntad política confluentes necesarias
para algo así, la batalla de las ideas es el campo del que pudiera llegar a surgir
aquél consenso cultural nuevo, si y sólo si se discute seriamente, y en tal
sentido se orienta este modesto aporte. Debíamos regresar sobre el que en
una posible transición al capitalismo se tenían que crear las condiciones
institucionales
favorables
a
la
eficiencia
dinámica,
por
las
que
la
desindustrialización por enfermedad holandesa en el corto pazo sería seguida
de una reindustrialización más competitiva en la producción de bienes y
servicios transables de mayor agregado, y en cuanto sean las condiciones más
favorables al reforzamiento de la empresarialidad en la apropiación privada del
ingreso gubernamental que origina la enfermedad holandesa, la gran tentación
a evitar sería la concentración de la renta. Los fondos de estabilización no
funcionaran porque es finalmente imposible hacerse con la información de
antemano, la volatilidad del precio que suele presentarse como argumento para
su creación es en realidad el mejor argumento en su contra, los modelos
matemáticos de predicción y manejo de riesgo pueden obtener premios nobel
de economía, pero no pueden predecir y manejar el riesgo de eventos
impredecibles que inevitablemente aparecerán en el mercado real (Ver: Taleb,
[96]
2010) y el problema de fondo de los fondos de estabilización es el mismo. Los
fondos intergeneracionales o de ahorro representan una mejor alternativa,
especialmente si se enmarcan en el concepto de una dinámica de propiedad
clara y una nueva relación de dependencia fiscal que genere diferentes
incentivos en la relación política del forzado contribuyente y el fisco, en ese
sentido Rodríguez y Rodríguez (2012, pp.121-147) aportan con su noción de
un nuevo contrato fiscal un aspecto clave mejor desarrollado que en
propuestas anteriores, pero si bien la apropiación privada universal de la renta
sería la clave de ese nuevo compromiso fiscal, la concentración de los recursos
en un fondo único implica un incremento del riesgo de re-apropiación política
indirecta de esa renta, por lo que un sistema nacional de transferencia que
implique el traslado de los recursos universalmente apropiados de la renta a
administradoras privadas competitivas de fondos de seguridad social parece
ser la única solución con esperanzas de evitar la reapropiación política por vías
no-fiscales, para la apropiación privada más amplia y eficiente de la renta.
La idea de interponer entre la renta en su origen y el Estado un fondo de ahorro
con cuentas individuales de todos los ciudadanos que deje clara la
acumulación individual de ahorro producto de la transferencia de renta, las
condiciones de su empleo personal asociadas a un sistema universal privado
de seguridad social, y sobre todo, el aporte fiscal petrolero individual
descontado a cada persona antes de ser entregado al fisco es lo que
consideramos clave de Rodríguez y Rodríguez (2012) para este punto en
particular, por otra parte sus estimaciones sobre las potencialidades financieras
del fondo son razonables para los escenarios correspondientes, pero en lo que
discrepamos es en la concentración de la renta petrolera de los ciudadanos en
[97]
un único fondo, cuando es perfectamente posible establecer fondos
competitivos que, dentro de un marco de legislación general al caso, compitan
por la captación de la administración de las cuentas. La suma de los fondos en
competencia cumpliría todos los objetivos del fondo monopólico, a nivel
individual y agregado, pero la existencia de diferentes fondos con la garantía de
poder los clientes transferir sus cuentas (y con ellas sus ahorros acumulados)
de unos a otros fondos introduce otros incentivos valiosos en el sistema, de
una parte la responsabilidad de los clientes y de otra la competencia por
ofrecer el mejor manejo de las inversiones y los mejores servicios de seguridad
social privada asociados, incluso la competencia por la simple reducción de los
costes, inexistente en la administración de un monopolio estatal o para-estatal,
agregaría eficiencia al sistema, pero sobre todo el riesgo de reapropiación
política indirecta se reduce si ante la sospecha de aquello en algún fondo los
clientes transfieren sus cuentas de unos a otros fondos. No detallaremos aquí
el esquema general de transferencia, ahorro individual y servicios asociados de
retiro, salud, educación y/o inversión que sería el marco de regulación positiva
del sistema, al respecto hay importantes experiencias en el manejo de fondos
de seguridad social competitivos por administradoras de fondos de pensión
privadas en competencia (ver: Castañeda 1990 pp. 246-280) que se alimentan
no de la transferencia de una renta patrimonial sino del ahorro obligatorio antes
destinado a fondos monopólicos de seguridad social sin capitalización
individual. Lo que si explicaremos brevemente es el aspecto generacional del
sistema universal de transferencia de renta del subsuelo, que no es el ahorro
intergeneracional sino la titularización del derecho ciudadano individual sobre
los bienes declarados de La Nación, en términos compatibles con la ciudadanía
[98]
nacional. Hablamos de apropiación privada universal y no de privatización
porque la propuesta es que a cada nacional, desde el momento de su
presentación legal como tal, se le titularice el derecho a dicha renta como un
usufructo vitalicio52 e intransferible, quedando bajo responsabilidad de los
beneficiarios determinar a qué fondo competitivo se han de transferir y en
responsabilidad de las administradoras de fondos la retención, información
detallada al cliente y transferencia al fisco del impuesto petrolero individual.
Obviamente la transferencia que se inicia con el nacimiento cesa con el
fallecimiento, y el derecho de cada uno en cuanto título individual de
participación ciudadana en la propiedad de la nación desaparece con la misma,
ya que a cada nuevo nacional le corresponde su ingreso en el sistema de
transferencia desde su nacimiento con completa independencia de que le
correspondiera o no a sus progenitores, no hay nada en el sistema de
transferencia a heredar como derecho nominal o real. Únicamente los saldos
en cuenta, una vez que han sido acumulados, invertidos, y destinados a los
fines establecidos para los beneficiarios del sistema de acuerdo con las
52
No podemos definirlo como propiedad privada ya que no asegura al tenedor del derecho el
uso, disposición y abuso del bien, pero podemos entenderlo como la desestatización de una
forma de propiedad plural que lo ha sido en un sentido puramente retórico, como es la
propiedad de la nación, ya que el “todos” nacional indiferenciado ha servido de mecanismo
para alienar al ciudadano de su propiedad nacional individualizada, asegurando así el uso y
disposición –y únicamente en sentido formal, no el abuso– de la misma al gobernante, con lo
que al idearse un mecanismo que asegura la titularización individual vitalicia de cada uno sin
excluir a ninguno del todos futuro, la propiedad nacional sigue siéndolo sin necesidad de que
sea a su vez del Estado, con lo que al ser desestatizada para a ser en algún grado propiedad
plural real y no simplemente retórica.
[99]
disposiciones individuales de los clientes, serían propiedad privada plena sujeta
a herencia como cualquier otra.
Podemos esquematizar gráficamente las alternativas en cuatro ilustraciones:
GRAFICO 10
1- La renta corresponde íntegra al Estado que la distribuye entre intereses
dispersos (ciudadanos comunes) e intereses concentrados (grupos
políticamente influyentes) de acuerdo al interés político de los
gobernantes. Así los intereses concentrados prevalecen sobre los
dispersos.
2- La renta corresponde en principio integra al Estado que debe asignar
una parte de la misma mediante un fondo a beneficio, directo o indirecto,
de intereses dispersos reteniendo aquella de la que pueden beneficiarse
[100]
intereses
concentrados.
Nuevamente
los
intereses
concentrados
prevalecen sobre los dispersos.
3- La renta se asigna integra a un fondo de beneficio directo a los intereses
dispersos y el Estado participa de la misma únicamente mediante la
tributación posterior de los mismos, los intereses concentrados
únicamente pueden capturar renta que ha sido cobrada como impuesto
a los ciudadanos, hasta ahí los intereses dispersos tienden a prevalecer
sobre los concentrados, pero la concentración de la renta en un único
fondo hace relativamente simple la captura populista de renta por el
Estado directamente del fondo, sin que los beneficiarios (intereses
dispersos)
tengan alternativa al mismo. La posibilidad simple de
corrupción populista, directa e indirecta, del sistema que nuevamente
haría prevalecer a los intereses concentrados sobre los dispersos se
señala con las flechas grises.
4- La renta va íntegramente al sistema de empresas administradoras de
fondos patrimoniales y cada ciudadano decide a cuál de aquéllas se
asignará su cuota-parte para que la administre dentro del esquema
general ya descrito, similar en la capitalización individual, a grandes
rasgos, al detallado por Castañeda (1990) y el Estado únicamente puede
obtener renta mediante los impuestos aplicados directamente a los
beneficiarios individuales de las transferencia primarias de renta, así los
posibles intentos populistas de capturar renta de los fondos en
competencia corrompiendo el sistema se dificultan y encarecen (aunque
no se hagan imposibles) mucho cuando los beneficiarios pueden
transferir sus cuentas de unos a otros, con lo que únicamente
[101]
sometiendo a todos al mismo expolio político al mismo tiempo pudiera
lograrse, así el costo político de hacer prevalecer los intereses
concentrados sobre los dispersos se incrementa al crearse intereses
concentrados importantes que coinciden con los dispersos, y se ven
obligados a representarlos para obtener provecho propio, y que son más
difíciles de cooptar contra aquéllos debido a que deben competir entre
ellos por atraerlos y mantenerlos como clientes.
En cuanto a la industria, si el subsuelo es apropiado por el mecanismo antes
descrito del título individual vitalicio intransferible, para una transición a la
economía de mercado se tendría necesariamente que privatizar, simplemente
es inconcebible que una economía petrolera en la que a un monopolio del
Estado se le reserva por ley el negocio petrolero no se generen incentivos
económicos y políticos que hagan insostenible el marco jurídico y moral de una
economía de mercado, y como se ha de partir de la realidad del monopolio
estatal y de la hipótesis de la creación del sistema de transferencia antes
descrito, la forma en que es más probable que emerja el esquema de
incentivos necesarios para la evolución del socialismo al capitalismo, en el
sentido de una prevalencia capitalista inicialmente irreversible y con clara
tendencia al incremento de tal prevalencia, es que la propiedad hubiera de
transferirse a todos y cada uno de los ciudadanos, lo que a diferencia del
sistema nacional de transferencia implica propiedad privada sin cortapisas que
a poco de dicha privatización popular universal sería objeto de venta, primero
por quienes requieran más el capital líquido que el dividendo y/o valor futuro de
la acción, mientras que sería conservada por quienes no requieran tal capital
liquido, o valoren más el flujo de renta futuro que de no realizarlo prevén, y en
[102]
tal sentido tenderían en la medida de su capacidad de inversión a demandar
acciones de los primeros, con lo que se activaría a una escala nunca antes
imaginada en Venezuela el mercado de valores, Cordeiro (1997) proponía una
detallada privatización por etapas con participación minoritaria del Estado y
preferente al pago de pasivos laborables, abierta desde la emisión primaria a la
inversión foránea minoritaria, pero esencialmente orientada al traspaso de la
propiedad a todos los nacionales sin cobrarles por ella, lo que ofrece un
excelente ejemplo de detalle en el que no hemos entrando aquí, limitándonos a
establecer que la propiedad de la acción de cada ciudadano es un momento
para una generación de ciudadanos, que entre ventas, compras, herencias y
demás desaparece al tiempo, el capital accionario de la industria muy
posiblemente seguiría estando ampliamente distribuido si bien tendería a algún
grado de concentración respecto al momento de la privatización universal
primaria, pero aunque en cierto sentido los individuos de esa generación serían
favorecidos por oportunidades respecto al capital de la industria de las que
carecerían en otro sentido los de las siguientes generaciones53 los individuos
53
Hay dos cosas a considerar, de una parte los esfuerzos para proteger a las personas de sí
mismas se derivan de la fatal arrogancia de creer que sería posible conocer lo que a todos los
demás les conviene en toda circunstancia mejor que ellos mismos, si por ejemplo se
pretendiera impedir la venta de acciones con el argumento de proteger a los más pobres de
sus “previsibles” errores en venderlas, especialmente cuando se argumenta que se hace en
beneficio de sus hijos, se estarían obviando que el capital liquido pudiera ser indispensable
para una mejora impostergable de condiciones materiales cuya ausencia no se compensaría
con el potencial valor mayor futuro de la acción ni con el flujo de renta adicional que pudiera
proveer, lo que sería especialmente cierto en cuanto a esas nuevas generaciones que se
internaría proteger, así como que el valor futuro de la acción no necesariamente será siempre
[103]
de las generaciones sucesivas, incluso si sus padres no les heredaran
acciones petroleras, tendrían todos y cada uno su renta individual apropiada
desde su nacimiento hasta su fallecimiento54 y de la segunda generación en
adelante el tiempo de ahorro sería obviamente mayor que en la primera
generación que se incorpora al sistema de transferencia a la edad que cada
cual tenga al momento en que se inicia, con lo que las personas de más edad
requerirían servicios de salud, educación y pensión sin cargo completo a su
fondo de capitalización y en algún grado habrían de ser subsidiados por el
aporte fiscal del resto. En tanto la renta subsista, alguien que ha nacido dentro
del sistema se beneficiaría de una acumulación de ahorro a su favor invertida
desde su nacimiento hasta que se llegó a su edad económicamente activa, con
lo que tendría una ventaja financiera a largo plazo sobre cualquiera que
mayor a cualquier plazo, puede ser menor en términos reales, especialmente comparado con el
de los bienes que se adquieren con su venta.
54
La razón para admitir el ahorro obligatorio en un sistema de capitalización individual en el
que los retiros intermedios se limitan (en tipo y monto) a gastos de salud y educación
generando la obligatoriedad adicional de seleccionar un seguro o sistema de salud pre-pagada
(con unos criterios mínimos comunes obligatorios el sistema pudiera admitir también aquí un
grado importante de competencia del que en muchos sentidos sería modelo la legislación suiza
sobre seguro personal obligatorio) asociado a la cuenta de capitalización, liberando realmente
los fondos retirables al arbitrio del beneficiario con el beneficio de pensión, es evitar los
incentivos antisociales que una renta básica universal de libre disposición ocasionaría en
cuanto a liberar artificiosamente a las personas de la necesidad de emplear sus esfuerzos para
producir en el mercado aquello que los demás prefieran y únicamente en esa medida obtener
aquello que ellos prefieran, y no es protegerlos de su propia torpeza respecto a las
consecuencias de no ahorrar para el futuro al menos una parte de esa renta, si bien en algunos
casos lo último pudiera ser, hasta cierto punto, un resultado involuntario de la estructura de
incentivos del sistema.
[104]
únicamente pudiera iniciar los aportes a un sistema de capitalización individual
como el citado al comenzar a tener ingresos propios, lo que por supuesto no
significa que se iguale por la fuerza a los más y los menos previsores, pues no
se ha de evitar en ninguna circunstancia que las personas realicen la cantidad
y magnitud que deseen, y puedan, de aportes adicionales voluntarios al fondo
de su elección a fin de mejorar las prestaciones intermedias y finales que
disfrutarían, especialmente si se considera que la renta con se iniciaría el
sistema pudiera reducirse muy significativamente, y en el peor escenario
incluso desaparecer, en algún momento futuro.
En cuanto al capital de la industria lo que es clave aquí es que la participación
universal de una generación de nacionales en la privatización es el punto de
partida desde el que serían los accionistas quienes decidirían por su cuenta y
riesgo las necesarias aperturas al capital adicional, local y/o foráneo.
Nuestras conclusiones finales son que:

La transición del socialismo al capitalismo es indispensable para
alcanzar el desarrollo y en una economía en que lo contrario se financió
gracias a la apropiación de la renta petrolera por el Estado, con lo que
únicamente es posible que emerja un sistema capitalista de la
apropiación privada universal de esa renta, pues en tanto la misma
exista, si es del Estado el sistema económico será de prevalencia
socialista, o en el mejor de los casos mercantilista con alta incidencia
socialista, pero jamás capitalista.

Como la apropiación de la renta por el Estado se justifica decretando al
bien en el que se origina propiedad de la nación, la apropiación privada
de la misma pasaría por un esquema universal de usufructo vitalicio que
[105]
mantenga la naturaleza jurídica del bien nacional superando su
apropiación por el Estado, pero como la transición al capitalismo
depende del cambio en la estructura de incentivos ha de generarse un
sistema de transferencia que en todo lo previsible refuerce los incentivos
positivos y negativos necesarios correspondientes a una economía de
libre mercado.

Siendo la estatización de una industria petrolera la clave para la
transición del mercantilismo al socialismo, y habiendo sido previamente
su
desarrollo
por
concesiones
un
factor
de
reforzamiento
y
“modernización” de la tradición mercantilista, su privatización paralela a
la apropiación de la renta sería indispensable para la transición al
capitalismo, de la forma en que aquella se adelantase dependería que
tal transición fuera realmente una evolución al capitalismo en lugar de
una regresión al mercantilismo, es por ello que la transferencia directa y
gratuita de la propiedad de la mayoría del capital accionario a la
población mayor de edad es una condición sine qua non de la
irreversibilidad de la prevalencia capitalista a corto y mediano plazo.

Asumiendo un momento de confluencia de la voluntad política u el
consenso cultural mínimo necesarios, la transición del socialismo al
capitalismo es posible, pero se trata de un desafío complejo, el
socialismo simplemente se decreta en la medida que se cuente con el
poder
de
consecuente,
imponerlo
pero
soportando
el
capitalismo
el
empobrecimiento
no
se
decreta,
material
emerge
espontáneamente del delicado equilibro dinámico de los sistemas
interdependientes del más complejo orden espontaneo que conocemos,
[106]
por lo que lo único que podemos hacer es identificar en los mecanismos
de desmontaje del socialismo el origen de los incentivos que sabemos
indispensable para que emerja el capitalismo en cuanto tal, al tiempo
que hacemos todo lo posible, primero para evitar y luego para corregir,
resultados involuntarios de la transición que comprometan la prevalencia
capitalista del sistema emergente.

Una economía capitalista depende de un conjunto de instituciones
jurídicas y morales que si no existen, o existen de manera incompleta,
no pueden simplemente decretarse sino que han de surgir de cambios
en los incentivos, todo depende de generar los incentivos adecuados en
la transición para hacerla irreversible, y eso requiere de un previo
consenso cultural. Por contrario, en ausencia del mínimo consenso
cultural que permita el surgimiento de tales arreglos institucionales,
cualquier intento de imponer por la fuerza un sistema económico
resultara fácilmente reversible con independencia que hubiera mejorado
claramente las condiciones de vida de todos, e incluso de que la
alternativa produjera el empobrecimiento material y moral de la
abrumadora mayoría.
Sin olvidar que este trabajo se limita a identificar algunas claves que harían
posible una transición del socialismo al capitalismo en una economía petrolera
para iniciar el tipo de desarrollo que significaría prosperidad, libertad y
diversidad en un grado desconocido en Venezuela, aunque no estén dadas las
condiciones políticas y culturales para adelantarlo, el hecho indiscutible es que
las condiciones del cambio social jamás estarán dadas si no han sido antes
creadas por la investigación, divulgación y debate al que este tipo de trabajo
[107]
modestamente intenta contribuir, ya que asumiendo que lo propuesto se
adelantara en las condiciones de consenso cultural y voluntad política
confluentes mínimas para evitar las distorsiones socialistas-mercantilistas en tal
transición clave, esos cambios en los incentivos servirían previsiblemente de
catalizador para una diversificación descentralizada de la inversión indirecta de
buena parte de la renta en todas aquellas actividades competitivas que un
entorno institucional liberal permitiría descubrir a infinidad de personas que
ejercerían libremente su empresarialidad en la identificación de nuevas
oportunidades que ahora simplemente no podemos siquiera imaginar, y es en
esas oportunidades no identificadas por la inexistencia del entorno institucional
necesario que se encontraría la eficiencia dinámica reequilibradora, que
saldaría los errores de malinversión cíclicos55 con una tendencia al alza y
55
Aunque hemos identificado atrás las distorsiones del circulante y la tasa de interés que se
producen por la ampliación del crédito mediante el privilegio bancario de la reserva fraccionaria,
observado un mecanismo de transferencia de los ciclos de centro a periferia y determinado
características de la variante del mismo en economías petroleras de las características que nos
interesan, no hemos propuesto nada al respecto luego de determinar que si el elemento
socialista-mercantilista de una economía se limitare a eso, pese a ser nada menos que una
distorsión en el valor del medio general de intercambio indirecto, en la medida que en todo lo
demás tuviera prevalencia capitalista –incluyendo en tal prevalencia la ausencia de políticas
seudo-contracíclicas de inspiración keynesiana– las crisis cíclicas se saldarían con recesiones
cortas y crecimiento a largo plazo, en tanto que con la prevalencia mercantilista-socialista que
también identificamos se saldarían siempre con una tendencia al empobrecimiento a largo
plazo, por lo que en tales economías ha de solucionarse inicialmente lo segundo antes de estar
en condiciones de solucionar lo primero. Adicionalmente el propósito del trabajo es estudiar la
economía petrolera venezolana, el desarrollo y la libertad, con lo que entrar aquí a estudiar si
una economía periférica es o no capaz de evitar por si sola unos ciclos que hemos visto se
[108]
corregiría la concentración en sectores no transables con la identificación de
oportunidades en sectores transables de competitividad equivalente a la
petrolera por la simple búsqueda de ganancias empresariales, porque si algo
nos ha demostrado la escuela de Viena es que la fatal arrogancia de una
planificación centralizada de fondos estatales de estabilización, en combinación
con planes de desarrollo “indicativos” impuestos por burócratas que intentan
decidir por todos sin contar con la información indispensable que sus propias
acciones destruye, jamás obtendrá otro resultado que la destrucción material y
moral, mientras que la planificación competitiva descentralizada de todos y
cada uno actuando en sus propios campos de experticia con información
privativa intransmisible, a su propia cuenta y riesgo, es la que descubre las
oportunidades que en otras condiciones permanecería desconocidas, haciendo
posible el crecimiento y el desarrollo en libertad.
transfieren desde el centro excedería con mucho los límites del presente ensayo, podemos no
obstante adelantar que sin un mínimo indispensable en la materia fiscal y monetaria, que son
severas restricciones constitucionales al déficit fiscal, mecanismos realmente contra cíclicos en
los compromisos interanuales de gasto público, y un anclaje monetario real que impida el
financiamiento inflacionario del déficit fiscal, la transferencia del socialismo al capitalismo y la
viabilidad del sistema de capitalización estarían siempre comprometidas, y ya que asumimos
que una economía periférica seguiría sufriendo las ciclos transferidos desde el centro,
entendemos que el equilibrio fiscal y la estabilidad monetaria son parte de las condiciones
necesarias para que un sistema de mercado los saldara con crecimiento, que una economía
abierta no se viera afectada por los ciclos de economías con las que comercia eliminado la
reserva fraccionaria aisladamente es muy dudoso, que estaría en mejores condiciones para
ajustarse a esos impactos externos no lo es en absoluto, como tampoco lo es el que el mínimo
de condiciones necesarias para aquello empiezan con el equilibrio presupuestario y la
estabilidad monetaria en una economía de prevalencia capitalista.
[109]
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