Obra que se presenta al 2do Concurso de Ensayo R.R. Ball: Economía petrolera, desarrollo y libertad PETRÓLEO, DESARROLLO, Y LIBERTAD: CLAVES PARA LA TRANSICIÓN DEL SOCIALISMO AL LIBRE MERCADO EN LA ECONOMÍA PETROLERA VENEZOLANA Seudónimo: Liberum Cogitari Resumen: El propósito del trabajo es identificar claves para una transición del socialismo a la economía de libre mercado en Venezuela, a tal fin revisaremos primero el fenómeno denominado enfermedad holandesa a la luz de la teoría austríaca del ciclo económico (en economías abiertas con dinero fiduciario) analizando posiciones sobre su carácter negativo, neutro o positivo en términos de crecimiento, estableciendo que la enfermedad holandesa es simplemente una variante específica y periférica de las distorsiones en la estructura intertemporal del capital por malas inversiones estudiada en la teoría austríaca del ciclo. Luego repasaremos algunas posiciones sobre la renta y el desarrollo en la economía petrolera venezolana, identificando en la transición del mercantilismo al socialismo la clave de la paradoja del empobrecimiento, con lo que propondremos la transición al capitalismo como única vía real al desarrollo, para finalmente identificar ciertas claves de tal posible transición en una economía como la Venezolana. Códigos JEL: B53, E50, F31, F44, L71, O43 Palabras clave: Desarrollo, enfermedad holandesa, macroeconomía del capital, teoría austríaca del ciclo, mercantilismo, socialismo, capitalismo, renta. Junio de 2014 Introducción Entendiendo por capitalismo una economía competitiva de libre mercado con un amplio desarrollo de la propiedad plural en el marco de un Estado de derecho y una cultura en la que prevalece una moral civilizada, que representen la tendencia al optimo equilibro dinámico de sistemas interdependientes en el espontaneo orden social capaz de garantizar la más amplia libertad individual en la persecución de fines subjetivos diferenciados, que reconcilie pacíficamente la mayor diversidad de escalas de valores subjetivas en la cooperación voluntaria reduciendo a su mínima expresión indispensable la coacción legítima en el orden social; es el propósito de éste trabajo identificar las claves de una transición del socialismo al capitalismo en una economía petrolera paradójicamente empobrecida en medio de la abundancia de un recurso natural valioso, para lo que revisaremos primero el fenómeno que se ha denominado enfermedad holandesa, a la luz de la teoría austríaca del ciclo económico. Revisaremos el concepto de enfermedad holandesa y las posiciones sobre su carácter negativo, neutro o positivo en términos de crecimiento, junto con el problema del tipo de cambio real y su posible relación con el crecimiento en el largo plazo; y teniendo en cuenta las diferencias relevantes entre las economías que emiten divisas fiduciarias utilizadas como reservas y las que importan aquéllas como reserva para emitir su propia moneda, postularemos que la enfermedad holandesa, como patología económica, es simplemente una variante específica y periférica, de las distorsiones en la estructura inter-temporal del capital por malas inversiones, ampliamente estudiada en la teoría austríaca del ciclo económico. Luego repasaremos críticamente contrapuestos enfoques sobre la renta [1] petrolera como lastre del desarrollo, para identificar en la transición del mercantilismo al socialismo la clave de la paradoja del empobrecimiento venezolano, con lo que identificamos una transición al capitalismo como única vía real al desarrollo, para finalmente señalar algunas claves específicas de tal posible transición en una economía petrolera como la Venezolana. Consecuentemente definiremos teóricamente capitalismo, mercantilismo y socialismo como sistemas económicos diferenciados para determinar cuál de aquéllos prevaleció en cada periodo de la historia económica de Venezuela, entendiendo que la prevalencia de un sistema sobre otro, u otros, en la realidad de la economía mixta nos permite explicar que la economía Venezolana fue del mercantilismo al socialismo sin pasar nunca por un periodo de real prevalencia capitalista, si bien pareciera habérsele aproximado más en las primeras del siglo pasado que en otros, y matizando que por ser el período petrolero y el inmediato anterior el que concentra nuestro interés en este caso, asumimos que en el siglo XIX no habría períodos de mayor prevalencia capitalista que en las primeras décadas del siglo XX, o que de haberlos no concurrieron en aquéllos los elementos necesarios para estabilizar la tendencia a largo plazo. Para finales del siglo XIX y principios del pasado sería imposible definir Venezuela como un país capitalista desarrollado o como una aproximación viable a serlo de acuerdo a criterios comparativos válidos para tal periodo, es de hecho un país muy atrasado que emerge de un periodo muy prolongado de guerras civiles violentas y desordenadas, hay cierta incorporación al comercio internacional con exportaciones agrícolas siempre amenazado por los riesgos de la inestabilidad política violenta, y sin embargo, alcanzada la paz por medio de una prolongada dictadura el desarrollo del sector petrolero nos muestra un [2] país que a mediados del siglo XX está entre los más avanzados del continente y ciertamente muy próximo de una economía desarrollada1 en PIB per cápita, pero en la segunda mitad del siglo se revierte la tendencia con el empobrecimiento y atraso como saldo de una paradoja de abundancia que exige explicación. Sostendremos que es en la creciente prevalencia del socialismo, coincidente en sus periodos de avance con los efectos de bonaza cíclica de las alzas del precio del crudo, que está la explicación, y por supuesto, si fue el socialismo la causa del fracaso presente y el mercantilismo la causa del fracaso pasado, queda como opción el capitalismo como la única vía no intentada al desarrollo en Venezuela. Pero una transición al capitalismo es ante todo un asunto de incentivos, con voluntad política favorable es relativamente simple ir del socialismo al mercantilismo cuando el primero muestra los signos de un inminente colapso, y por desigual e improductivo que sea, el mercantilismo resulta muy superior al socialismo en el orden productivo, si bien es también muy fácil deslizarse casi inadvertidamente de regreso al socialismo desde el mercantilismo cuando dejan el consenso cultural que origina la opinión le es favorable, y sin embargo es en extremo difícil e incierto iniciar una transición exitosa al capitalismo, no sólo por la voluntad política y el consenso cultural necesarios, sino porque implica poner en marcha intencionalmente lo que naturalmente emerge como un orden espontaneo involuntario cuya complejidad inherente nos hace imposible someterlo a la planificación consciente. Hay demasiadas variables 1 Para 1950 el PIB per cápita comparable de los EE.UU. sería de 9.750 dólares, quedándole el de Venezuela tan próximo como 7.424 dólares. (From Angus Maddison aggregates compiled by NationMaster) [3] interdependientes pero sabemos algunas cosas, entre ellas que sin sistemas de Derecho, legislación y moral que garanticen la dinámica de incentivos adecuada el capitalismo no será tal, y que la clave del capitalismo no está únicamente en la propiedad privada y la libertad de precios, sino en el descubrimiento empresarial de oportunidades, así como que el dinero no es ni puede ser un factor neutral sujeto de planificación central por tratarse de una institución emergente clave de la diversificación y especialización; y sabemos que aunque siempre emergerán consecuencias no intencionadas, no es imposible corregirlas en su momento, con lo que es posible identificar claves de una transición razonablemente exitosa al capitalismo como vía al desarrollo. Aunque esté implícito desde nuestro primer párrafo, debemos concluir nuestra introducción indicando lo que entendemos por desarrollo: en un sentido cualitativo los entendemos como la ampliación dinámica del horizonte de diversidad para perseguir fines diversos según las escalas de valor subjetivos individuales, que se hacen posibles en una sociedad en que aquello está soportado materialmente por el desarrollo en sentido cuantitativo, siendo la forma más simple y certera de definir ese desarrollo económico, como un sostenido incremento de la cantidad de capital productivo disponible por trabajador empleado, pues todas las sutilezas que agreguemos dependen de aquello en principio, con lo que finalmente dependerá cualquier teoría del desarrollo de la teoría del capital en que se sustente. Aquí emplearemos la de escuela austríaca para analizar problemas particulares de una economía petrolera, lo que nos da la oportunidad de empezar revisando un problema típico de tales economías a la luz del más distintivo desarrollo de la teoría del capital de la escuela de Viena, como es la teoría austríaca del ciclo económico. [4] 1. Una revisión de la enfermedad holandesa a la luz de la teoría austríaca del ciclo económico 1.1 Macroeconomía del Capital Un primer motivo para replantear la enfermedad holandesa a la luz de la teoría austríaca del ciclo económico es que uno de los más serios problemas en la macroeconomía actual –o al menos con la abrumadora mayoría de lo que por tal se investiga y enseña en la práctica totalidad de las facultades de economía– es que “carece de conexión real ente el corto y el largo plazo” (ver: Garrison 2005, pp.25-28) principalmente porque lo que suele llamarse síntesis neoclásica y quizás fuera mejor llamar síntesis neokeynesiana no ha superado las contradicciones que implica lo de ser keynesianos en el corto plazo y neoclásicos en el largo plazo, y que aún sin resolverlas se ha calificado como una “solución de compromiso que puede ser la correcta” (ver: Solow 1997, p594-597), pese a que ese corto plazo keynesiano contradiga el largo plazo neoclásico y viceversa. Un corto plazo que no está contenido coherentemente en el largo plazo terminaría por eliminar el menor resquicio de aplicabilidad a la realidad económica en los modelos que coincidiendo en tal inconsistencia teórica pretendan mantener coherencia interna2, lo que eventualmente ocurrió 2 Sin solución al problema de la falta de conexión real entre el corto y el largo plazo, al trabajar en modelos que la requieran la única solución sería abandonar el paradigma dentro del que no hay tal conexión, o imaginar un escenario simplificado mediante el cual en el modelo se obvia el problema eliminando las condiciones por las que existe en la realidad –En Krugman (2009 pp.28-31) tenemos un notable ejemplo de eso y en la detallada crítica del mismo por Rallo (2009, pp.309-314) de sus implicaciones– por lo que un obvio resultado desafortunado, y en muchas ocasiones difícil de detectar, es que –fuera de la posible utilidad exclusivamente [5] con “la teoría de las malas percepciones monetarias de los Nuevos Clásicos, la teoría del ciclo real, y la nueva teoría keynesiana (…) contiene demostraciones rigurosas de que los supuestos sobre las expectativas son coherentes con la teoría misma, ninguna va acompañada de (…) conexión entre la construcción teórica y la verdadera actividad económica” (Garrison 2006, p53). La escuela austríaca es en este punto –como en otros– un paradigma alternativo que conecta el corto y el largo plazo a través de su teoría del capital, pues se trata de un cuerpo de teoría económica que no sólo pasó de largo por el desvío keynesiano en la macroeconomía de los años ´30 del siglo pasado, sino que de mucho antes había venido, siguió y sigue, desarrollando una macroeconomía de la estructura del capital (ver: Garrison 2005) a partir de una teorización del valor marginal del dinero “cuyas conclusiones aún no han sido asimiladas plenamente por las principales corrientes de la teoría económica” (Rothbard 1990) lo que ciertamente hace que la teoría austríaca presente dificultades de comprensión casi insalvables desde el paradigma dominante. Y como no pretendemos atender esas dificultades de “traducción” en este trabajo, sino limitarnos primero a revisar ciertas distorsiones en la orientación del capital, propias del fenómeno que se denomina enfermedad holandesa, enmarcándolas en la teoría austríaca del ciclo económico, para luego ver como ciertas especificas características del ciclo económico en economías petroleras, que conjugado a deficiencias institucionales frecuentes en algunas de aquéllas economías, las haría particularmente refractarias al libre mercado y por consecuencia especialmente sensibles a saldar sus ciclos con una teórica de contrastar– en tales modelos, junto con el problema desaparece la aplicabilidad de la teoría. [6] tendencia al empobrecimiento sostenido de largo plazo. Para observar los puntos –y antecedentes– de la teoría del ciclo que nos serán de mayor utilidad en nuestro propósito, lo primero será realizar una revisión del problema del interés en la teoría austríaca del ciclo económico, partiendo de una reinterpretación de la idea de la diferenciación entre tasa de interés natural y de mercado de Wicksell ([1898] 2000). 1.2 Antecedentes: Dinero, precios e interés Empezando por una lectura de la idea central de Wicksell sobre el interés en términos austriacos: Lo que sostenía Wicksell es que dependiendo de las preferencias subjetivas respecto de ahorrar o invertir de cada cual, el proceso intersubjetivo del mercado equilibra las preferencias de todos en dos magnitudes, ahorro e inversión, cuyo punto de equilibrio natural quedaría reflejado en una tasa de interés natural. Para llegar de aquí a la correcta comprensión del ciclo por medio de la teoría económica, hay que ser cuidadosos con el termino equilibrio en la forma que lo plantea Wicksell, la tasa de interés al final es un precio, el precio del dinero en el tiempo, pero por consecuencia es, simultáneamente, un ratio de intercambio subjetivo de bienes presentes por bienes futuros. (Rodríguez 2010) Mencionaremos que Wicksell entendía que la tasa de mercado a corto plazo podía diferir de la tasa natural y que su concepto de equilibrio monetario era el de un escenario en que se igualan simultáneamente la tasa de interés del mercado y la natural, en el punto que se igualan ahorro e inversión, así como que se pudiera hacer de aquello una lectura tan simple como que la tasa natural fuera exclusivamente la preferencia temporal y la de mercado incorporare cualquier otro factor, incluso simplemente el riesgo percibido, u [7] otras lecturas más complejas. Para que sea clara nuestra interpretación hay que advertir que, salvo especificación contraria, incorporamos tácitamente la idea del equilibrio dinámico en nuestro análisis, y consecuentemente entendemos que la estática comparativa en modelos de eficiencia matemática generalmente nos reflejaría unos estados de equilibrio final que jamás llegarían a alcanzarse en el proceso de mercado, lo que en este caso significa que interpretamos la idea de Wicksell en el sentido que cada individuo tiene una escala personal diferente a los demás, tanto para decidir ahorrar como para decidir invertir3, y el proceso de mercado las reflejaría todas en un rango de 3 En el sentido que las tasas de interés (diferentes según los plazos) son emergentes intersubjetivos en un mercado del crédito en que los determinantes propios del ahorro son, del lado de la oferta: la preferencia temporal y el riesgo percibido, mientras que los determinantes del lado de la demanda son las productividades relativas (es decir, las tasas internas de retorno) y el riesgo percibido; y en la medida que admitamos que se trata de un emergente intersubjetivo, deberíamos admitir que las variaciones de las productividades relativas pueden influir sobre el aumento o reducción del ahorro sin que varíe necesariamente la tasa de preferencia temporal, pues la tasa de preferencia temporal intersubjetiva (incluyendo riesgos estimados) separa ahorristas marginales de sub-marginales a cada plazo de vencimiento por sí misma (la reserva fraccionaria no sólo crea circulante expandiendo el crédito sino que hace marginales a los ahorristas sub-marginales al invertir la tasa natural a la vista de negativa a positiva) mientras del lado de la inversión la comparación entre la tasa interna de retorno estimada y la tasa de interés monetaria al plazo requerido es –ajustado en cada caso por la aversión al riesgo– lo que separa la inversión sub-marginal de la marginal (que la distorsión de las señales haga artificialmente marginal la inversión que no ha dejado de ser realmente submarginal es la primera distorsión de entre las que ocasionan el ciclo) por lo que obviamente cualquier factor que incremente la productividad del capital, particularmente cambios tecnológicos u organizativos transformará en marginales inversiones sub-marginales cuando cambie su tasa interno de retorno esperada. Pero eso no pone en duda que no puede haber [8] aproximación a un punto -lógicamente en constante variación temporal- en que, para cada plazo futuro pactado cierta magnitud presente de ahorro se equilibraría con cierta magnitud presente de inversión en el rango de cierta tasa de interés, que para cada serie de circunstancias concurrentes podríamos denominar acertadamente tasa natural de interés, así que se pueden presentar las tasas naturales presentes para sus respectivos plazos de vencimiento futuro como una curva de interés sobre tiempo4 (ver gráfico 1)(5) Tal tasa de inversión viable sin ahorro previo y que la tasa de interés emergente no manipulada (curva de tasas presentes simultaneas a diferentes plazos realmente) sería la clave del equilibrio dinámico saludable entre las cambiantes magnitudes de ahorro e inversión viables a diferentes plazos. 4 En el entendido que las respectivas curvas, en cuanto representación de la serie correlativa de tasas intersubjetivas presentes para todos los plazos futuros a los que se transa dinero presente hoy, por dinero futuro a los diferentes plazos posibles, es a lo que debemos referirnos cuando hablamos de tasa de interés natural, de mercado e interferida. 5 GRAFICO 1 Para cada plazo posible tenemos una tasa de interés natural intersubjetiva que a la vista o plazos apreciados como muy cortes sería negativa, habría de pagarse por la custodia del dinero, en tanto que a plazos apreciados como adecuados para intermediar créditos será positiva y creciente, agregando a la tasa de preferencia temporal el riesgo percibido tendríamos [9] equilibrio (realmente, cada tasa presente) hacia la que tiende la tasa de interés de mercado resulta un horizonte que no puede llegar a alcanzarse realmente como equilibro monetario en los términos de Wicksell, pues en el momento en que ello pareciera ocurrir las circunstancias ya habrían variado, y la tasa de interés de mercado se orientaría hacia otra tasa de equilibrio que únicamente podría alcanzar efectivamente si las escalas de valoración subjetivas ordinales de los sujetos dejaran de cambiar. Como aquello es imposible en la realidad, la tasa de equilibrio es pues incognoscible –aunque estimable– e inalcanzable en el mercado real. Aclarado eso, los elementos que tomaremos inmediatamente de Wicksell son: una curva de tasas de mercado presentes según los plazos de vencimiento esperados para la que generalmente encontraríamos que el riesgo percibido será mayor según sea más largo el plazo de vencimiento pactado. Claro que expresado en esta forma, el interés natural implica la naturalidad del interés negativo dentro de cierto rango muy corto de plazos de vencimiento, como mínimo a la vista (necesariamente a la vista ya que de no poder fraccionar la reserva para prestar con descalce de plazos el dinero depositado a la vista simplemente sería imposible intermediarlo) y en condiciones nada inusuales incluso a muy corto plazo, se pudiera argumentar que no hay una preferencia temporal involucrada, sino el pago por el servicio de depósito, no obstante, la razón para depositar dinero a la vista no es sólo el riesgo (que en todo caso está siempre presente en la formación de la tasa de interés monetaria) sino el mantenimiento de una reserva de liquidez a tiempo indeterminado para propósitos futuros desconocidos, (o conocidos y a tiempo determinado, pero el postergar el consumo presente para propósitos futuros es lo que define al ahorro como tal) mientras que el destinar lo que pudiéramos considerar excedentes de ahorro a la inversión pasiva es lo que conduce a las colocaciones a plazo en las que claramente se renuncia a la disponibilidad presente a cambio de una disponibilidad futura mayor, con lo que, sea que admitamos denominarla tasa de interés o no, el pago por el servicio de depósitos forma parte de un continuo del que también forma parte lo que denominamos, sin lugar a dudas, tasa de interés. [10] La tasa de interés natural como un punto de equilibrio dinámico entre dos magnitudes de ahorro e inversión. Que la tasa de interés real de mercado se puede alejar, más, o menos, de la tasa natural por diferentes motivos. A lo que agregaremos que: En cuanto “precio” la tasa de interés de mercado será diferente si ha de reflejar interferencias indirectas en aquél, de si se forma en un mercado libre de tales interferencias. En cuanto tasa de preferencia temporal cada tasa de interés presente es relativa a plazos futuros, con lo que podemos entender “la tasa de interés” como una curva de las simultaneas tasas presentes para múltiples plazos futuros. Una tasa de interés fijada administrativamente por la autoridad monetaria ya no es un “precio” en cuanto tal, sino uno controlado –es decir, un seudoprecio– que únicamente podrá ser adecuadamente analizado cuando se le identifique como tal. Pero si de una parte la interferencia sobre el dinero es antigua, diversa y creciente, de la otra no hay el menor indicio de consenso sobre cuáles serían las mejores condiciones institucionales para el resurgimiento de un dinero de mercado realmente libre, así Hayek (1997, p322) explica que: Considerado como requisito indispensable para el funcionamiento de un extenso orden de cooperación entre seres libres, el dinero, casi desde su aparición, ha sido tan desvergonzadamente manipulado por los gobiernos, que se ha convertido en la principal causa de perturbación del proceso mediante el cual se auto-organiza el orden extenso de cooperación humana. A excepción de unos pocos periodos afortunados, la [11] historia del tratamiento del dinero por parte del gobierno ha sido un incesante ejemplo de fraude y decepción. A este respecto, los gobiernos se han mostrado mucho más inmorales que cualquier institución privada que haya podido ofrecer dinero competitivo. Sin olvidarlo, podemos referirnos a la tasa de interés como “precio” en la medida que el proceso intersubjetivo por el que se llega a la tasa natural de equilibrio, así como a la tasa de mercado propiamente dicha, es esencialmente idéntico al de la formación de cualquier precio. Resumiendo muy estrechamente a Böhm-Bawerk (ver: 1986, pp. 99-121) podemos decir que, partiendo de sus escalas de preferencia subjetivas ordinales dinámicas los individuos deciden que intercambios realizar y cuáles no realizar, con lo que en un mercado más o menos transparente los precios a los que la abrumadora mayoría de los agentes realizaran transacciones se establecerá en un intervalo entre las valoraciones marginales de compradores y vendedores más próximas, y tal intervalo –que podemos resumir en un precio de equilibrio en cuanto llega a ser muy estrecho– se desplazará en la medida que cambien constantemente las valuaciones subjetivas de los sujetos que actúan y los múltiples factores que las condicionan. Quedarán fuera del mercado quienes no están dispuestos a comprar o a vender en el rango antes indicado e ingresarán al mismo en la medida que el cambio de sus valoraciones, del intervalo de precios de mercado y/o de ambos, lo permita. La aplicación de la teoría de precios al dinero nos dice que, entendiendo precio como razón de intercambio entre dos bienes, el bien dinero presente se cambia por el bien dinero futuro en el intervalo de una tasa de interés intersubjetiva que emerge –en principio– de un proceso idéntico al de cualquier otro precio de mercado con la única diferencia de que en lugar de un precio de cada bien o servicio en dinero, tenemos un intercambio de bienes presentes por bienes futuros con la [12] valoración de ambos en unidades monetarias, lo que detalla Rothbard (ver: 1993, pp. 273-387). A diferencia del interés, que resulta un emergente análogo al precio en dinero en cualquier intercambio indirecto para el caso del intercambio de dinero en el tiempo; el dinero que se cambia por bienes y servicios, en cuanto bien cuya utilidad es la de ser medio universal de intercambio indirecto, no presenta un emergente similar a un precio propio respecto de todos los bienes que surja del proceso intersubjetivo de ordinales de valor subjetivo. Es decir, si el precio de todos los bienes se expresa en dinero, el precio de dinero únicamente lo pudiéramos expresar en bienes, pero eso no significa que lo podamos expresar realmente en una cesta o promedio de bienes, principalmente porque las escalas de valores subjetivas de las personas no son estables, pues como explica Rothbard: Supongamos, por ejemplo, que la oferta de dinero aumenta un 20 por ciento. El resultado no será, como da por sentado la economía clásica, un simple aumento general del 20 por ciento en todos los precios. Imaginemos, a título de suposición, el caso más favorable, que podríamos denominar el modelo del Arcángel Gabriel, según el cual el Arcángel Gabriel desciende de las alturas y de la noche a la mañana incrementa el saldo de caja de todo el mundo precisamente en un 20 por ciento. Ahora bien, no todos los precios aumentarán simplemente un 20 por ciento, porque cada individuo tiene una escala de valores diferente, un ordenamiento ordinal diferente de las utilidades, incluso las utilidades marginales relativas de los dólares y de todos los otros bienes de su escala de valores. A medida que aumenta el stock de dólares de cada persona, sus adquisiciones de bienes y servicios variarán de acuerdo con la nueva posición que éstos ocupan en su escala de valores respecto de los dólares. Por lo tanto, variará la estructura de la demanda, al igual que los precios relativos y los [13] ingresos relativos de la producción, y se modificará también la composición de la gama de bienes y servicios que constituyen el poder adquisitivo del dólar. (1990) En una economía monetaria el dinero es el único bien que se encuentra en estado de trueque con los demás bienes y servicios (Ibídem) por lo que en el estricto presente no tenemos ni un precio monetario del dinero, ni un emergente cardinal equivalente, como es la tasa de interés para el intercambio inter-temporal de aquél. En tal sentido, el poder de compra, que resulta ser el concepto con el que identificaríamos un “precio del dinero” no equivale a un nivel de precios que pudiéramos representar mediante un número índice. Pero el que no podamos medir, y en ese sentido conocer algo, no significa que no exista6, el poder de compra es un precio del dinero en bienes cuya existencia entendemos perfectamente, pero que no podemos conocer en el sentido que conocemos el precio del dinero en el tiempo o el precio monetario de cualquier bien o servicio diferente del dinero mismo. Recordando que el peculiar problema de que el valor marginal del dinero se derivase de su utilidad como medio de intercambio y aquélla a su vez se derivase de su poder de compra, fue resuelto por el teorema regresivo de Mises en su Teoría del Dinero y el Crédito de 1912, recurriremos a la clara explicación de Rothbard de la teoría marginal aplicada al dinero por Mises: Las utilidades relativas de las unidades monetarias comparadas con otros bienes determinan la demanda de saldos de caja de cada persona, es decir, qué porción de su ingreso o su riqueza conservará como saldo de caja, comparado con la cantidad que habrá de gastar. Aplicando al dinero la ley de la utilidad marginal (ordinal) decreciente, y teniendo en cuenta que su “uso” ha de reservarse para su futuro intercambio, Mises 6 Ni que aproximaciones estadísticas parciales, acercamientos indirectos incompletos, carezcan de utilidad práctica, tienen mucha, si no se olvidan sus serias limitaciones. [14] llegó implícitamente a una curva de demanda descendente para el dinero en relación con el poder adquisitivo de la unidad monetaria. Este poder adquisitivo, al que Mises denominaba también “valor de cambio objetivo” del dinero, estaba determinado entonces, como en el análisis común y corriente de la oferta-y-la-demanda, por la intersección del stock de dinero y la demanda de un plan de saldos de caja. Podemos observar esto visualmente si recurrimos al conocido diagrama bidimensional correspondiente al precio de cualquier mercancía y a su cuantía, y colocamos en la coordenada y el poder adquisitivo de la unidad monetaria, y en la coordenada x, la cantidad de dinero. Mises terminó de redondear el análisis señalando que la oferta total de dinero en cualquier momento dado no es ni más ni menos que la suma de los saldos de caja individuales existentes en ese preciso momento. En ninguna sociedad existe dinero que no tenga dueño: el dinero pertenece siempre a alguien y, por tanto, siempre forma parte del saldo de caja de algún individuo. (1990) Y es en ese sentido que el dinero fiduciario es dinero, en la medida que los saldos de caja están depositados a la vista, el circulante ampliado resulta ser el dinero y no únicamente el dinero de base monetario, así no es difícil comprender que tal frágil en última instancia es un dinero que existe únicamente como promesa sobre una base monetaria muy inferior al circulante. Ahora deberíamos estar en capacidad de comprender las causas económicas subyacentes del alza de la tasa natural de interés que presiona al alza de la tasa de mercado –así como de una tasa interferida o una tasa regulada– en la transición de la fase expansiva a la depresiva de los ciclos económicos inducidos por el inyección de circulante mediante la expansión del crédito. 1.3 La teoría austríaca del ciclo económico Mises ([1912]1997, pp.335-337) explica que el ciclo se inicia cuando, en ausencia de aumento en los productos intermedios y sin posibilidad de alargar [15] el periodo medio de producción, se establece una tasa de interés correspondiente a un periodo medio de producción más largo, “la caída en el tipo de interés debilitase los motivos de ahorro, haciendo más lento el tipo de acumulación de capital” (Ibíd.) lo que hace que tiendan a consumirse los medios de subsistencia antes de que los bienes de capital empleados en la ampliación se transformen en bienes de consumo7, la reducción de los bienes de consumo disponibles ocasiona un alza en su precio en tanto descienden los bienes de producción. Así, lo que al principio hizo que los bienes de producción subieran más que los de consumo, se revertirá haciendo que los bienes de consumo se eleven y los de producción desciendan relativamente, aproximándose la tasa de interés nuevamente a la tasa natural. Indica también Mises que el contra movimiento se refuerza en que la reducción del valor de cambio objetivo del dinero empuja la tasa de interés por encima del nivel que se exigiría de no haber modificación en el valor de cambio objetivo del dinero. Y concluye que debido a que los bancos no pueden reducir continuamente la tasa de interés y poner a circular nuevos medios fiduciarios, en su momento por el limite metálico, pero también porque de ser institucionalmente posible una 7 Aunque Mises explica que los medios de subsistencia no llegan a agotarse poniendo realmente en riesgo vidas debido a que los procesos de producción son continuos y simultáneos, es posible llegar realmente a tal extremo cuando, en ausencia completa de precios propiamente dichos, los planificadores centrales concluyen que dispondrán de un fondo de subsistencia mucho mayor del real y acometen ampliaciones de la estructura de capital en extremo ambiciosas, la descoordinación de la producción inherente al socialismo se agrava en un proceso cíclico extremo en que efectivamente se produce la hambruna, un ejemplo histórico de aquello lo describe Margolin (2010) en el llamado “Gran Salto Adelante” de la R.P.Ch. bajo el liderazgo de Máo Zédōng. [16] avalancha de medios fiduciarios originaría finalmente una “situación de pánico imposible de contener”. Por lo que aclara que la antigua relación entre los precios de los bienes de producción y los de consumo no se restablecerá debido a que la distorsión habrá ocasionado una redistribución de la propiedad y a que no es factible trasladar todo el capital de aquellos usos que se ha descubierto que no produce beneficio a otros que sí lo produzcan, con lo que una parte de dichos medios se deberán dejar de emplear completamente o emplearse malamente en una actividad apenas económica, así que el problema de fondo es que “Algunos bienes económicos que podrían haber satisfecho necesidades más importantes se han empleado para otras de menor importancia” (Ibíd.) y únicamente “en la medida que pueda rectificarse la equivocación sufrida dirigiendo los recursos hacia un mejor empleo podrá evitarse la pérdida.” (Ibíd.). Las principales obras en que Hayek trabaja sobre la teoría del ciclo de Mises serían Precios y producción, La Teoría monetaria y el ciclo económico, y La teoría pura del capital, y es interesante que las desarrollase al mismo tiempo de su controversia académica con Keynes y sus seguidores de Cambridge de una parte, mientras de la otra, por consecuencia ampliaba las profundas diferencias con los monetaristas que intentaban una versión mecánica de la teoría cuantitativa adoptando inevitablemente como teoría del capital la de J.B. Clark y F.H. Knight; sobre la que se construye el modelo de flujo circular de la renta. El que el paradigma dominante en la facultades de economía tras la segunda guerra mundial resultare, mayormente una síntesis de aquellos, colocó a la escuela austríaca en una posición muy complicada en el mundo académico, cuando menos hasta la segunda mitad de la década de los ’70 de ese siglo, [17] cuando la síntesis neo-keynesiana –más frecuentemente llamada síntesis neoclásica– tropieza con la inesperada estanflación, Hayek es distinguido con el Nobel de economía por "su trabajo pionero en la teoría del dinero y las fluctuaciones económicas y por su penetrante análisis de la interdependencia de los fenómenos económicos, sociales e institucionales”, los macroeconomistas comienzan a tomar conciencia del problema citado al principio de este trabajo, en la búsqueda de un “anclaje microeconómico” que no llegue a romper con el paradigma iniciado en desvió keynesiano de la macroeconomía del años ‘30, lo que tras más de cuatro décadas de esfuerzos aún resulta en modelos en que “la aplicabilidad ha sido sacrificada al rigor” (Garrison 2005, p53). Huerta de Soto prefiere “exponer la teoría del ciclo basándonos directamente en los efectos de la expansión crediticia sobre la estructura productiva, quitando algo de protagonismo al análisis misiano sobre las disparidades entre el «interés natural» y el «monetario».” (2009, p287) con lo que detallará (Ibíd. pp.289-305) seis procesos microeconómicos que tienden a revertir los errores cometidos en una burbuja crediticia. A saber: Primero: Alza del precio de los factores originarios de producción, entre ellos las materias primas, debido a que el impacto monetario hace que los empresarios las demanden al tiempo que no se liberan como producto del ahorro, o no hay suficiente liberación pues la expansión crediticia crece a un ritmo muy superior al del ahorro, y crecen los precios. Segundo: Subida en los precios de los bienes de consumo, porque cuando el dinero llega a los empresarios, estos pagan a sus proveedores y así [18] sucesivamente, termina llegando al bolsillo de los consumidores y si su la tasa de preferencia temporal no ha cambiado, siguen consumiendo y ahorrando en la misma proporción, con lo que el precio de los bienes de consumo sube. Además, mientras no se culminen los alargamientos de la estructura productiva a que darían lugar las inversiones en bienes de orden superior (y muchos de aquéllos no se culminarán jamás) se producen una serie de ralentizaciones por cuellos de botella que retrasan la llegada de los bienes de consumo y esto incide adicionalmente sobre los precios. Tercero: Lo anterior hace que los beneficios empresariales de las empresas más próximas al consumo empiecen a crecer más rápidamente que los de las inversiones emprendidas con la expansión crediticia, lo cual de sí, es una señal que empieza a hacer titubear a los empresarios y sigue un cuarto efecto microeconómico, que es el efecto Ricardo pero en la dirección contraria. Cuarto: La subida del precio nominal de los bienes de consumo supone una bajada en términos relativos del nivel de los salarios reales, con lo que a los empresarios les deja de interesar invertir en el margen en la misma proporción en capital y comienzan a contratar en términos relativos más mano de obra, en algunos casos más turnos y en otros más personal por turno, y esto tiene un efecto letal sobre la demanda de los bienes de capital que en última instancia van a producir las etapas financiadas por la expansión crediticia. Quinto: La subida de los tipos de interés. Porque la expansión crediticia se inyecta en el sistema por medio del sistema bancario y todo esto orquestado por los bancos centrales reduciendo el tipo de interés que se pide y con él, el resto de condiciones periféricas para conceder préstamos. Pero cuando ya se [19] inyectado la expansión crediticia y comienzan a subir los precios, Huerta de Soto destaca que el tipo de interés tiene una componente de riesgo y otra por inflación esperada que hacen que los tipos de interés empiecen a subir, ya que ante la pérdida de poder adquisitivo de la unidad monetaria los prestamistas deberán añadir un componente de inflación a fin de cobrar la misma tasa de interés real, y recuerda como Hayek en 1937 demostró que la inversión en bienes de capital genera una demanda adicional autónoma de ulteriores bienes de capital que tienen un carácter complementario, y que los empresarios asumirán tasas de interés más altas para terminar los alargamientos antes de tener que asumir directamente el fracaso de proyectos en los que comprometieron prestigio y grandes volúmenes de recursos8. Sexto: la conjunción de los cinco anteriores efectos implica que aparezcan pérdidas contables en las etapas relativamente más alejadas del consumo. El contraste con los beneficios que se obtienen en las etapas más próximas al 8 Además del prestigio y recursos está la expectativa –no siempre, pero ciertamente en muchos casos justificada– de que, en el peor de los casos, un proyecto terminado y explotado en condiciones poco económicas represente una pérdida relativa menor que un proyecto inacabado a ser liquidado en una recesión. Irónicamente la liquidación a perdida de tales inversiones erróneas inacabadas por quienes no logren concluirlas y no puedan asumir los costes de no liquidarlas, es lo que tiende a permitir más eficazmente su potencial explotación en fines alternos por otros empresarios que obtendrán ganancias reorientando ese capital a los usos más cercanos posibles a los óptimos para la demanda efectiva del mercado, lo que en cualquier caso seguirá siendo un desperdicio relativo de recursos, pues sin la generalización de las malas inversiones por la distorsión de la información de precios debida al crédito ampliado, la mala inversión no hubiera tenido sino las específicas y comparativamente minúsculas proporciones de la perdida de quienes no logran adaptarse eficientemente a los cambios competitivos en condiciones normales de mercado abierto. [20] consumo, revelan la magnitud de los errores empresariales forzando la paralización y liquidación de las malas inversiones, y desplazando recursos de las etapas más alejadas del consumo hacia las más próximas al mismo. En su conferencia Crisis financiera, reforma bancaria y el futuro del capitalismo Huerta de Soto (2012) resumió este sexto efecto en que: cuando la subida de precios asusta a las autoridades monetarias y el banco central del caso comienza a subir los tipos de interés, esa alza de los tipos de interés hace que el valor actual de los bienes de capital caiga significativamente y con él, el de los títulos que los representan en los diferentes mercados, bursátiles financieros, etc. presentándose inevitablemente las pérdidas contables antes mencionadas. Hay un aspecto en el quinto efecto microeconómico que Huerta de Soto no destaca, posiblemente por su declarado deseo de restar “protagonismo a las disparidades entre el «interés natural» y el «monetario»”; y es que siendo la tasa de interés natural una tasa preferencia temporal intersubjetiva, visto que la preferencia temporal es una relación de cambio entre bienes presentes y bienes futuros, y que en este caso el bien no es otro que el medio general de intercambio indirecto, el dinero, con lo que el aumento del precio de los bienes presentes, aunque afecte en grados diferentes a diferentes bienes y servicios, cuando ha afectado tanto a los bienes de orden superior como a los de primer orden, simplemente no puede dejar de afectar la preferencia temporal de los agentes económicos respecto al propio dinero fiduciario. Con todas las peculiaridades del caso, lo cierto es que el “precio” presente de dinero es su poder de compra, cuando tal poder de compra cae los agentes ajustaran eventualmente su preferencia temporal al nuevo valor subjetivo que [21] darán en sus escalas de preferencias al bien dinero presente, y aunque también variaran su valoración subjetiva del dinero futuro, no mantendrán inalterada exactamente la misma proporción anterior9 entre uno y otro, sino que tenderán a variar su preferencia temporal a favor del dinero presente porque requieren mayores montos para hacer frente a equivalentes gastos y porque tenderán a no ahorrar en un dinero fiduciario que ha perdido valor. Se pudiera considerar que la tasa de interés subirá para ajustarse a las expectativas10 de 9 Ya hemos citado atrás a Rotbard (1990) en cuanto a que si “de la noche a la mañana se incrementa el saldo de caja de todo el mundo precisamente en un 20 por ciento. (…) no todos los precios aumentarán simplemente un 20 por ciento, porque cada individuo tiene una escala de valores diferente, un ordenamiento ordinal diferente de las utilidades, (…). A medida que aumenta el stock de dólares de cada persona, sus adquisiciones de bienes y servicios variarán de acuerdo con la nueva posición que éstos ocupan en su escala de valores respecto de los dólares” y es la misma razón por la que la posición relativa del bien dinero presente respecto al bien dinero futuro no puede permanecer en un intervalo equivalente inalterado en todos y cada uno de los individuos cuando sus escalas de valores respecto al dinero han variado de manera particular y diferenciada en cada uno de ellos. Así que las personas tenderán eventualmente a no ahorrar igual ni mayor sino menor proporción de su ingreso en respuesta a la pérdida de poder de compra del dinero presente, y consecuentemente a incrementar la proporción que gastan, en buena parte porque la opción de ahorrar directamente en reservas como respuesta a la inflación interna, previendo una relativamente mayor pérdida de compra del signo monetario periférico, o hacerlo en reservas alternativas y/o bienes reales de alta liquidez en respuesta a la inflación del centro, aunque efectivamente ocurrirá, se vea afectada por la pérdida de poder compra acumulada del ingreso de la mayoría y los crecientes costos de transacción asociados a tal sofisticación del ahorro. 10 Sobre el tratamiento de las expectativas en el marco de la teoría austríaca y las diferencias entre los austriacos al respecto ver: Hayek ([1939]1975) y Lachman ([1943]1977). En cuanto a [22] inflación futura, pero en la medida que tales expectativas tengan un importante componente de incertidumbre, el motivo de ahorro se debilita y el medio de ahorro se desplaza del dinero a otros bienes (lo que a su vez equivale a un incremento relativo del consumo) o a otras divisas. Generalmente los agentes tenderían a reaccionar ante la pérdida de valor presente del dinero de maneras que ocasionarían una variación hacia una tasa de preferencia temporal intersubjetiva más alta, incluso si no anticiparan más inflación futura. Esa es una fuerza económica subyacente que implica el alza de la tasa natural como producto de la baja de la tasa monetaria y que hace eventualmente insostenible la tasa monetaria artificialmente baja. Ahora, desde nuestro punto de vista la diferencia entre la tasa de interés natural y la tasa monetaria producto de la expansión artificiosa del circulante deberíamos explicarla comparando la curva de tasas de interés natural presente según plazos de vencimiento futuro con la curva de tasas de interés monetaria según plazos de vencimiento futuro para notar que a la vista o a muy corto plazo el interés monetario citado sería mayor, pasando de negativo a positivo debido a la incremental demanda de préstamos a la vista y/o a muy corto plazo por parte de las instituciones financieras capaces de descalzar los plazos para prestarlas a largo plazo mediante la reserva fraccionaria, de lo mismo se sigue un incremento en la oferta de créditos a plazos más largos que hace caer la tasa monetaria respecto a la natural, con lo que la curva resultante de la expansión monetaria se aplanaría respecto de la natural en las etapas la diferencia entre el tratamiento austriaco de las expectativas y el de la teoría de las expectativas racionales ver: Huerta de Soto (2009, pp.416-421) y Garrison (2005, pp.49-61). [23] iniciales del ciclo, (Ver gráfico 2)(11) pero eventualmente llegaría a superar en todos los plazos la tasa monetaria a la natural quedando la curva de la tasa monetaria por encima de la natural en lugar de cruzarla. 11 GRAFICO 2 Lo que observamos al ilustrar el interés natural y monetario como curvas por plazos y superponerlas es que la expansión del crédito por el sistema de reserva fraccionaría produce una curva que inicialmente se separa de la natural en dos sentidos opuestos, a la vista y a corto plazo la curva de tasa monetaria nos mostraría tasas más altas que de tasas naturales, por la demanda de crédito a la vista y a corto plazo de los agentes con capacidad de prestarlo a largo plazo mediante el fraccionamiento de la reserva, en tanto que a más plazo la curva monetaria nos mostraría tasas menores por efecto de la oferta de crédito adicional que se ha expandido mediante la creación de circulante puramente crediticio. La curva es una señal distorsionada análoga a un precio fijado arbitrariamente sobre o bajo su nivel de mercado, parece reflejar cambios en las tasas intersubjetivas de preferencia temporal y riesgo que implicarían cambios en las escalas de preferencia sobre ahorro y consumo, pero nada de aquello ha ocurrido, simplemente hay una distorsión en la información porque se ha creado una oferta expandida de crédito futuro contra una reducción menos que proporcional del consumo presente, con lo que la distorsión de señales dará lugar a que tal crédito expandido se invierta en producir oferta futura que no se corresponderá con la demanda real efectiva futura, y en lugar de errores empresariales aislados se presentaran errores empresariales sistémicos [24] La teoría austríaca del ciclo puede ser entendida, hasta cierto punto, como un problema de velocidades relativas entre la producción automática de dinero fiduciario y el tiempo requerido para completar la expansión proporcional de la estructura del capital, que el circulante se pudiera expandir en la emisión bajo un patrón metálico requeriría que se emitieran sustitutos monetarios en mayor cantidad que el metal que los respaldase, lo que generalmente implicaría tomar deuda como activo en lugar del metal y/o cambiar la relación de cantidad de metal por signo monetario, expandirlo por medio del crédito requiere que se pueda prestar el dinero en depósitos a la vista conservando únicamente una fracción del mismo, que cualquiera de las tres cosas, o una combinación de ellas se haga sin un “drenaje metálico” depende de la confianza y en tal sentido todo el circulante que no esté directa y estrictamente respaldado por metal es fiduciario y hace potencialmente insostenible al patrón –desde 1790 (ver: Rothbard 2000, p.179 ss.) al vacilar la confianza se recurrió frecuentemente a suspender la convertibilidad de los sustitutos monetarios por prolongados períodos, y eventualmente se recurriría a formalizar una devaluación al restablecer la convertibilidad– con lo que en ausencia de crédito expandido o emisión inorgánica de sustitutos monetarios dentro de un patrón metálico el único detonante conocido para un ciclo (de la magnitud de los que conocemos, pero de origen real y naturaleza no recurrente) que resta es el incremento repentino y significante de la producción minera del metal de referencia, lo que pudiera ser presentando como un caso particular de enfermedad holandesa; y masivos que al subir las tasas descubrirán como sub-marginales las inversiones realizadas con tasas que las hacían parecer marginales. [25] claro, también de relación entre el citado fenómeno y la descoordinación intertemporal en los términos de la teoría austríaca del ciclo. 1.4 La enfermedad holandesa El término se acuño en la revista The Economist (1977) y resumiendo al máximo posible modelos y dudas tempranas (Corden y Neary 1982; Bruno y Sachs 1982, Van Wijnbergen 1984) diríamos que si un sector exportador produce un ingreso nuevo y muy importante de divisa extranjera en una economía, la competitividad relativa de otros sectores cambiaría como resultado de la variación del tipo de cambio real12 los modelos indicarían que el ingreso de divisas acrecentado por el sector favorecido (el mejor ejemplo sería 12 Si asumiéramos “tipo de cambio real” como y consideraremos que de comparar tipos de cambios real depende la caracterización de enfermedad holandesa, veríamos de inmediato lo problemático del concepto de enfermedad holandesa para economistas de la escuela austríaca, pues en el marco de la teoría austríaca tropezaríamos con varios problemas: de una parte que los niveles de precios expresados en índices no miden realmente el poder de compra en el sentido de valor de cambio objetivo del dinero, puesto que las relaciones de los otros bienes entre sí no son constantes, por lo que al usarlos “debemos acudir a toda suerte de hipótesis artificiales para obtener al menos alguna idea del significado de los resultados obtenidos” (Mises [1912] 1997, p.165) y aunque el propio Mises nos señala su limitada pero cierta utilidad práctica, de la otra también porque, comparados de dos economías, nos traen al mismo problema de la paridad del poder adquisitivo, primero que normalmente no serían idénticas las cestas de bienes, pero aún si lo fueran, la igualdad sería en todo caso física más no económica ya que simplemente “los hombres y sus necesidades no son los mismos en todas partes, como tampoco lo son las mercancías” (Ibíd., pp.145-153) por lo que definiremos el tipo de cambio real como el equilibro neutral entre los valores de cambio objetivos (poder de compra) de dos monedas que, como dinero, se encuentran en un estadio “de trueque con los demás bienes y servicios” (Rothbard 1990). [26] por un alza del precio de una materia prima exportable en una economía que tienda a especializarse en la producción de aquella por ventaja competitiva, pero los modelos pudieran comprender prácticamente cualquier choque externo que implique un aumento del ingreso de divisas) causará la declinación de otros sectores no transables que perderán competitividad, crecerán las importaciones de esos bienes transables, pero también parte del ingreso nuevo de divisas se transformará en moneda nacional incrementando el circulante, cuando menos para la demanda nueva de bienes no transables, y en tal sentido implicará un incremento de las importaciones y de la demanda interna de bienes no transables, que se han estudiado respecto a productos agrícolas, Meisel (2010)13; petróleo (Corden 1981, Benkhodja, 2011) y remesas (Lartey, Mandelman y Acosta 2012) pero nos concentraremos en el impacto de corto plazo que el ingreso incrementado de divisas por una exportación cuya demanda externa crece repentinamente (o cuya oferta global se restringe repentinamente) ocasiona en economías especializadas por ventajas competitivas en la exportación de materias primas. El fenómeno se ha considerado negativo para el crecimiento a largo plazo (Rajan y Subramanian 2005, e Ismail 2010), pero también se ha argumentado que no hay tal “enfermedad”, pues se trataría de la transición de un equilibrio a otro que no afectaría negativamente el crecimiento a largo plazo y al parecer la literatura reciente tiende a tener más conclusiones orientadas en algún grado en ese sentido (Magud y Sosa 2010) e incluso se ha argumentado que sería positivo 13 Argumenta como un caso de enfermedad holandesa, que el escaso dinamismo de las exportaciones de banano del Caribe colombiano se habría originado en una revaluación de la moneda local por el auge de las exportaciones de café entre 1910 y 1950, y lo interesante es que el desplazamiento sería entre sectores transables con dos commodities agrícolas. [27] para el crecimiento a largo plazo al fortalecer el ingreso real de la población en la medida que se mantuviera el tipo de cambio alineado con la competitividad relativa del sector exportador más eficiente, evitando la emisión inorgánica interna (Gómez, 1991). Aunque se admita que cualquier desalineación de la tasa de cambio de su equilibrio de largo plazo, sea por subvaluación o sobrevaluación sería potencialmente negativa (Berg y Miao 2010), no por ello se rechaza completamente la idea de la subvaluación respecto a la PPA para permitir la competitividad de sectores transables de otra forma no-competitivos (Rodrik 2008) lo que fácilmente conduce a una idea realmente peligrosa, como es la de usar la devaluación para diversificar exportaciones en una economía especializada en una materia prima con una competitividad comparativa muy alta14 y consecuentemente un gran peso relativo en la producción de bienes 14 Entre 1989 y 1993 se intentó en un país petrolero como Venezuela, bajo las favorables condiciones de precios petroleros relativamente bajos, un programa de privatizaciones, además de una relativa apertura externa y desregulación interna, pese a lo cual lo que se observa a lo largo del periodo es una política fiscal expansiva acompañada de una política monetaria restrictiva que no sería suficiente para controlar la alta inflación (Rodríguez, 2010). Antes de dicho periodo se había intentado la industrialización por medio de la “sustitución de importaciones” con una industria primaria monopólica estatal a gran escala considerada estratégica, y protecciones arancelarias, créditos blandos y subsidios a las industrias no competitivas de bienes transables, y tras dicho periodo se retorna progresivamente a las regulaciones y controles, se re-estatizan buena parte de las empresas privatizadas, se llega a restablecer el control de cambios (pero ya no como medida de coyuntura sino como un eje permanente del modelo socialista radical) y se observa la progresiva reducción y virtual desaparición de aquellas exportaciones no tradicionales, así como de gran parte de la producción interna de bienes transables privada (pese a los proyectos de industrialización con [28] transables. De hecho, si se considera el tipo de cambio de equilibrio un promedio dinámico entre las competitividades relativas de los diferentes sectores productores de bienes transables se notará que el peso relativo de dichos sectores sería lo que daría cierta entidad al promedio, con lo que la enfermedad holandesa surgiría como problema estructural en lugar de fenómeno coyuntural en la medida que la enorme diferencia en la competitividad relativa de un sector con el resto se conjugue con su desmesurado peso relativo y su escasa inserción en estructura de producción interna (Gómez 1991) pero nuestro punto es que sin considerar la teoría austríaca del capital es realmente difícil establecer porque la enfermedad holandesa sería o no una enfermedad económica, en tanto que al considerarla encontraremos una justificación teórica –al menos en el caso estructural de economías fuertemente especializadas en la exportación de materias primas– para considerarla una variante particularmente nociva de un proceso más general de distorsión de información, que conduce al desperdicio de capital por malas inversiones en ciclos económicos inducidos desde el lado monetario por la ampliación de inversiones sin ahorro previo. Se puede tener una percepción negativa, por razones equivocadas, del desplazamiento del capital hacia la actividad transable de mayor ventaja competitiva y a la producción de bienes no transables, con la consecuente declinación de la producción de otros bienes mayor peso Estatal directo en otra versión de la sustitución de importaciones) tras el incremento del precio del petróleo se observa nuevamente que se reduce la producción local de bienes transables, aumentan las importaciones, crece relativamente la producción de bienes no transables, la alta inflación interna se encubre con los controles de cambio y de precios, y se tiende a concluir que en el largo plazo la economía Venezolana se hace más dependiente del petróleo y más pobre. (Ross, 2008) [29] transables, cuando se justifica la industrialización como objetivo de la planificación económica del Estado, sea por la sustitución ineficiente de importaciones generalmente llamada: crecimiento hacia adentro, o el subsidio inflacionario a exportaciones usualmente denominado: crecimiento hacia afuera, o se puede entender que tales esfuerzos de planificación centralizada de la actividad económica terminaran desperdiciando capital en una industrialización artificiosa y precaria al desalinearse inevitablemente15 de la dinámica orientación del capital hacia ventajas competitivas en una economía abierta. El asunto es que partiendo de una teoría neoclásica, de síntesis, neo ricardiana o post-keynesiana del capital resulta imposible conectar el desajuste macroeconómico con causas y efectos microeconómicos que nos den cuenta teórica de si, el desajuste por el choque que la enfermedad holandesa causara en el circulante producirá reorientaciones eficientes o distorsiones ineficientes en la asignación del capital a corto o mediano plazo, y los estudios empíricos jamás serán realmente concluyentes, pues en la medida que lo segundo se saldara a largo plazo con algún crecimiento, el marco teórico resultaría una venda que impediría ver adecuadamente el problema de errores en la 15 En última instancia el que oficinas gubernamentales de planificación central intenten identificar estrategias que guíen la inversión de empresas privadas de acuerdo al plan mediante incentivos positivos y negativos –independientemente de que el mismo Estado planificador sea o no propietario de aquellos sectores que considere estratégicos– en la medida que tal planificación sea efectivamente seguida, y no desobedecida por la industria privada, chocará de forma creciente con el problema de la imposibilidad del socialismo por la naturaleza de la información necesaria para tal planificación, ampliamente desarrollado en la teoría austríaca desde que Mises presentara por primera vez el teorema de la imposibilidad del socialismo en 1922. [30] asignación de recursos a la producción de bienes de diferentes órdenes en la estructura inter-temporal del capital. La enfermedad holandesa será enfermedad, únicamente en la medida que sea un desequilibrio dinámico significante en la estructura del capital. 1.5 La óptica austríaca Suponiendo que estamos ante dinero que no sea perfectamente fiduciario16, por emplear como reserva otra divisa –a su vez, dinero puramente fiduciario– de referencia, y que las exportaciones se realizan principalmente en dicha divisa de referencia, supuestos por demás realistas, pudiéramos encontrarnos ante uno de tres escenarios: La flotación del tipo de cambio (libre o administrada); un tipo de cambio fijo a la divisa de referencia; o controles discrecionales sobre los flujos de capital (control de cambios). Para aplicar la teoría austríaca del ciclo a economías abiertas con dinero fiduciario Nicolás Cachanosky explica como canal de transmisión del ciclo entre una y otra economía al comercio internacional en términos que nos permitirán relacionar la enfermedad holandesa con la teoría austríaca del ciclo. The effects described by the Mises-Hayek theory hold for the small open economies that are financially integrated to a center that follows an expansionary monetary policy just a province or state follows the boom and bust that occurs at a national level. 16 En tanto se requiera reserva para emitir, incluso sin tipos fijos e incluyendo en la reserva también deuda del propio Estado, el circulante de base no es puramente fiduciario por el hecho que la divisa de reserva sí lo sea, a afectos del emisor una divisa fiduciaria de reserva no difiere casi de un dinero mercancía como reserva a menos que la emitiera por sí mismo, esto es que careciera de reserva en otra divisa en cuanto tal y emitiera contra deuda del propio Estado como única “reserva” de respaldo de la emisión. [31] However, the foreign exchange policy affects how the monetary shock translates into distortions in the capital structure. A periphery that demands the center’s currency as reserves and fixes the exchange rate allows the center to extend the monetary policy in time. (2012) Se ha señalado (García, Nell, y Mata 2008) que teorías monetarias contemporáneas tienden a pasar por alto que el sistema monetario internacional resultante de los acuerdos de la conferencia monetaria internacional de Breton Woods en 1944, quedó dividido entre economías emisoras y receptoras de reservas, pasando a ser completamente asimétrico. El punto es muy relevante, pero también parece obviar que hay una diferencia importante entre la naturaleza de la señalada asimetría bajo el sistema de patrón oro-dólar con cambios fijos y el que resulta de su violación definitiva el 15 de agosto de 1971, pues a partir de entonces la emisión de la divisa de reserva no sólo es elástica respecto a su propia reserva en oro, sino que pasa a ser puramente fiduciaria emitiéndose simplemente contra deuda denominada en aquélla misma, por lo que tenderá a imponerse rápida e inevitablemente el tipo de cambio variable, especialmente entre las economías, en algún grado emisoras de reserva. Así, el que una economía sea emisora o receptora de reservas –y en qué grado– influirá sobre su tipo de cambio real y determinará que la califiquemos de central o periférica en el sistema monetario contemporáneo, aunque esa terminología generalmente se refiere más al tamaño relativo de las economías17, entendemos por centro, una economía en 17 En la medida que la emisión de reserva fiduciaria depende con mucho de la participación relativa en el comercio internacional, la condición de economía emisora de reservas y el gran tamaño relativo acompañado de gran participación en el comercio internacional están [32] la que se emite la divisa fiduciaria que a su vez resulta la reserva sobre la que se emiten las de las economías que llamaremos periféricas. Aclarado eso, siguiendo a Cachanosky (2012), diremos que las razones para fijar el tipo de cambio en economías periféricas van desde el temor a la flotación, hasta evitar la apreciación del tipo de cambio18, y que asumiendo que se inicia un ciclo en el centro, con un tipo de cambio fijo en la periferia, el aumento del consumo de bienes transables del centro puede ser satisfecho con importaciones. Pero el aumento en el consumo de bienes no transables requiere incrementar la producción nacional. Como resultado, el precio de los bienes no transables se incrementa con respecto al precio de los bienes transables. En consecuencia, el incremento en los resultados de las importaciones es un incentivo para reasignar los bienes de capital de la producción de bienes transables a la producción de bienes no transables. Y consecuentemente, en la periferia, ocurre lo contrario. El aumento de las importaciones del centro es un aumento de las exportaciones de la periferia. Para la periferia, a continuación, el incremento en los resultados de exportación crea incentivos para reasignar los recursos de la producción de bienes no transables a la producción de bienes transables. La periferia aumenta su dependencia de la exportación al centro. Si por el contrario, la periferia mantiene un tipo de cambio flotante, desde el punto de vista del centro, las importaciones se encarecen, pero las industrias de exportación son las que se hacen artificialmente más competitivas. Las importaciones disminuyen y aumentan las exportaciones. En este caso, el inevitablemente relacionadas, aunque no necesariamente de manera estrictamente proporcional. 18 Para lo primero Cachanosky cita a Calvo y Reinhart (2002) y para lo segundo podemos mencionar el caso reciente de Suiza ante la depreciación del Euro por efecto de la crisis griega. [33] incentivo es la reasignación de bienes de capital de la producción de bienes no transables a la producción de bienes transables. Así es el centro que aumenta su dependencia de las exportaciones. Para las economías de la periferia las importaciones se abaratan y las exportaciones se vuelven más caras y hay incentivos para reasignar capital de la producción de bienes transables a la producción de bienes no transables. En ambos casos, cuando el centro revisa su política monetaria, los efectos inversos ocurren, lo que estimula una reasignación de recursos entre la producción de bienes no transables y la producción de bienes transables inversa. Así, concluye Cachanosky que la distinción entre bienes transables y no transables es relevante porque ayuda a tener en cuenta que una política monetaria expansiva en ausencia de la inflación doméstica todavía puede dar lugar a burbujas de activos en el sector no transable. Y en el escenario de enfermedad holandesa encontraremos una variante particular en la transmisión del proceso cíclico del centro a la periferia. Antes de tratarlo tomaremos nota del que en el grado que el centro sea una economía emisora de reserva, entenderemos que la expansión del circulante en el centro se transforma en demanda, tanto interna como externa, en la medida que desde el centro se liquidan las importaciones en la divisa que se emite en el propio centro por ser aquélla la reserva en la periferia, en tanto que la expansión del circulante en la periferia no puede incrementar la demanda externa más que en la proporción de sus exportaciones y endeudamiento externo19 pues en la medida que las importaciones en la periferia se liquidan 19 Con la idea del endeudamiento externo asociado a la ampliación del crédito interno cabe la posibilidad de que la banca en la periferia se endeude en corto en moneda extranjera para prestar a mayor plazo en moneda local arbitrando tasas de interés durante el periodo [34] con divisa emitida en el centro, la misma deberá adquirirse exportando bienes transables al centro o endeudándose en aquélla, o dicho de otra manera, el centro emite el dinero puramente fiduciario con que se pagan sus importaciones en tanto que la periferia emite dinero fiduciario, sobre sus reservas de la –o las– divisa del centro, por lo que la expansión del circulante en la periferia no crea una moneda que permita importar bienes transables, sin previas exportaciones y/o endeudamiento externo. Y obviamente no es excepción a esto que la expansión del circulante en la periferia sea el resultado de un rápido crecimiento del ingreso de divisas de reserva, lo que es un escenario de enfermedad holandesa, pues tal incremento del ingreso de divisas sería igualmente producto de exportaciones de bienes transables al centro. Ya hemos indicado que nuestro “caso tipo” de enfermedad holandesa, sería aquél en que el rápido incremento del ingreso en divisas ocurre en una economía de la periferia exportadora de materias primas, ahí aquello puede ocurrir debido al rápido surgimiento de un nuevo sector exportador o al rápido incremento del precio20 del producto de un sector exportador ya establecido. El que el concepto de la enfermedad holandesa se refiera a economías expansivo del ciclo del centro, lo que supondrá que su propio banco central no podrá respaldar el endeudamiento bancario con emisión local al llegar la recesión. Un escenario que del 2008 en adelante bien pudiéramos llamar Síndrome de Reikiavik por ser Islandia el caso que pone en evidencia durante tal crisis los específicos efectos particulares que una expansión con esas peculiaridades implicará al desinflarse la burbuja. 20 Este segundo caso presentaría una peculiaridad importante, como es que el incremento del ingreso de divisas no requeriría ninguna inversión adicional especifica y se produciría con la misma capacidad instalada, por no requerir siquiera de un aumento en el volumen de exportaciones del sector especifico. [35] especializadas, en algún grado, en las exportaciones de materias primas será relevante cuando la relacionamos con la teoría austríaca del ciclo, pues como señala Huerta de Soto (2006) desde el inicio hasta la reversión en ciclo del centro hay una tendencia a que suban los precios relativos de las materias primas. Ahora bien, limitándonos a la periferia exportadora de materias primas al centro –la más comúnmente diagnosticada de enfermedad holandesa– si vemos la relación centro periferia en los términos que expone Cachanosky (2012), notaremos que en las etapas iniciales del ciclo, la expansión de la estructura y el aumento más o menos paralelo del consumo (en lugar de la reducción proporcional del consumo) implica un incremento de la demanda de materias primas que tenderá a impulsar un alza en sus precios, en la medida que el incremento de la demanda sea más rápido que la capacidad de la periferia para aumentar la producción inmediatamente (y esto únicamente requiere que el centro importe materias primas específicas de la periferia, sea que las produzca deficitariamente o que no las produzca en absoluto) por lo que podemos esperar que antes de iniciarse la reversión del ciclo en el centro observemos más de un incremento en los precios relativos de las materias primas por el incremento de su demanda, en primer lugar asociada al alargamiento de la estructura, en segundo lugar a la demanda adicional autónoma que aquél produce, y en tercer lugar al incremento del consumo final paralelo, pues únicamente si el alargamiento de la estructura fuera producto de una reducción proporcional del consumo, el incremento de la demanda de materias primas asociado a la nueva inversión en proyectos de alargamiento sería en alguna medida proporcional a la reducción de la demanda por la reducción del consumo final. Ahora bien, aunque se ha asociado a productos [36] agrícolas (Kamas, 1986) ya desde el nombre con que se conoce se asocia con mayor frecuencia al caso de las economías exportadoras de petróleo 21. La peculiaridad del caso es que el petróleo es una materia prima cuya demanda relativa se incrementaría posiblemente menos por el alargamiento de la estructura mediante nuevos proyectos en economías importadoras que por el incremento del consumo final en las mismas. Fuera de factores estacionales, el punto es que el incremento del consumo suele asociarse a un mayor consumo de combustible incluso más que el alargamiento de la estructura de producción, aunque la segunda también lo implique. El asunto relevante en economías periféricas especializadas en la exportación de materias primas, por ejemplo petróleo, es que un incremento de la demanda en el centro implica un importante incremento relativo de ingreso de divisas 22, si el tipo de cambio fuera fijo, una parte significativa de tales divisas terminaría en el Banco Central impulsando un incremento del circulante que únicamente pudiera ser evitada mediante una previa y proporcional revaluación del tipo 21 Descubrimiento y explotación de nuevos yacimientos, nueva explotación de yacimientos antes sub-marginales que entren en el margen de coste-beneficio y/o aumento rápido del precio, producto principalmente del aumento de la demanda potencialmente acompañada de la relativa reducción cartelizada de la oferta. 22 Es importante considerar que salvo en circunstancias extraordinarias de completa capacidad instalada no empleada, especifica e igual o más que proporcional a la demanda nueva, el incremento en tal demanda de materias primas producirá inicialmente un significativo aumento del precio de las mismas, y sólo posteriormente un incremento en la producción que tendería a bajar nuevamente el precio, entre un momento y el otro, el incremento del precio producirá un ingreso nuevo de divisas sin que crezcan proporcionalmente los volúmenes físicos de exportación en las economías especializadas en tales exportaciones. [37] nominal, como es imposible que la autoridad monetaria conozca información que aún no se habría creado, pero cualquier revaluación nominal, previa o posterior, y más probablemente posterior, incrementará el sesgo importador sin neutralizar completamente el incremento de la demanda interna, la inversión interna fuera del sector petrolero se desplazará del sector de bienes transables al sector de bienes no transables al tiempo que el aumento del circulante impacta toda la estructura de precios relativos. Recordemos que una parte del incremento del ingreso de divisas siempre se transformará en nueva demanda interna –cuanto y como dependerá de a quién lleguen esas divisas– y que mayor será la creación de circulante en la medida que mayor proporción del ingreso de divisas incrementado llegue al gobierno. Mientras que si el tipo de cambio flotara, la potencial tendencia a la revaluación nominal del mismo se vería contrarrestada en algún grado por el efecto de burbuja para el gasto privado y el gasto fiscal incrementados sobre la política monetaria. O en otros términos, el tipo de cambio real tendería a subir en los dos casos, con lo que en el primero el tipo monetario queda anclado bajo el tipo real, lo que implica un incremento directo del circulante, o con un tipo de cambio variable el tipo de cambio nominal se retrasa ante el real por efecto del incremento del gasto interno que requiere un incremento en la transformación de divisas en dinero local, neutralizando en algún grado la tendencia a la revaluación nominal. En ambos casos23, el tipo de cambio real sube más que el tipo monetario, con lo 23 En el caso del control de cambios estamos ante un típico problema de control de precios y racionamiento consecuente, generalmente el control se aplica para mantener un tipo de cambio menor al real abaratando importaciones, si esto se ve asociado a una política de gasto fiscal expansiva financiada con cargo al incremento del ingreso de divisas, el racionamiento será una respuesta al incremento de la demanda de divisas que resulta más que proporcional al de las [38] que se incrementa el sesgo importador, y por tratarse de un incremento del ingreso total de divisas en la periferia, con un sistema de dinero fiduciario cuya reserva es la misma divisa cuyo ingreso se incrementa, el tipo flotante neutralizará la creación de nuevo circulante sólo parcialmente. Así las cosas, la diferencia fundamental que introduce el ingreso incrementado de divisas en cuanto al ciclo es la inflación interna producto de la creación de nuevo circulante que con el tipo de cambio fijo neutralizará con relativa rapidez la competitividad relativa de los sectores no transables diferentes del sector exportador que produce el nuevo ingreso de divisas, en tanto que la potencial revaluación del tipo de cambio nominal con un tipo de cambio variable incrementará el poder de compra externo de la divisa local a corto plazo con similares resultados, sin que llegue a neutralizar completamente la creación de nuevo circulante local. Retomando el punto del tipo de cambio real, es bueno aclarar algunas implicaciones de lo que entendemos por tal en un sistema de dinero fiduciario como el contemporáneo, y en el caso de la periferia receptora de reservas, lo primero es que el tipo de cambio real debe coincidir necesariamente con el importaciones –los agentes intentan protegerse de la devaluación que anticipan como resultado de la inflación interna– y un intento de planificación central administrativa de las importaciones que garantizase alguna demanda interna para sectores de bienes transables a precios internos superiores a los de equivalentes bienes importados, que simplemente desplaza parte del boom de los sectores no transables a los sectores subsidiados por el racionamiento de divisas, lo que tenderá a intercambiar desindustrialización por atraso tecnológico e ineficiencia industrial relativa. [39] punto de equilibrio dinámico entre las magnitudes de reservas y circulante24, así que simplificado en extremo, 24 ; y que anticipamos que el tipo de Eso únicamente en la medida que la economía de periferia es receptora de reservas que son a su vez dinero puramente fiduciario emitido en el centro; mientras que para el centro, en la medida que sea economía emisora de reservas, debemos entender como tipo de cambio real de equilibrio aquél en que, ponderadas las dinámicas diferencias subjetivas y reales entre lo mismos los bienes en diferentes economías nacionales, se igualarían el poder de compra interno y externo entre economías emisoras de reservas, y en tal sentido es un precio de equilibrio en un puramente imaginario estado de reposo hacia el que parecerá tender el mercado de divisas. Como el valor del dinero fiduciario depende de la relación entre cantidad y utilidad en la misma forma que el de cualquier otro dinero, la diferencia distintiva es que resultando posible crear cualquier cantidad adicional en cualquier momento sin límite material significante, el que suba o baje su valor relativo dependerá de que se creé dinero fiduciario adicional en mayor o menor cuantía que el crecimiento de la producción de bienes y servicios respecto del de la población; céteris páribus, el tipo de cambio real entre dos divisas puramente fiduciarias variaría en la medida que varíe la emisión inorgánica relativa entre aquéllas. Y, así como en el sistema de patrón oro con tipos de cambio fijos las variaciones en los flujos de comercio tendían a ser determinantes para la variación de los precios relativos, por el flujo de reservas de oro entre economías que ocasionaban, podemos entender que con cambio variable el tipo de cambio de mercado entre divisas puramente fiduciarias será el precio de mercado de una en otra, variando en función de la dinámica comercial, crediticia y de inversión –la cual se ve interferida por barreras comerciales y financieras, así como por el dinámico desequilibrio sistémico inter-institucional del que es producto nuestro actual sistema monetario y crediticio– entre las diferentes economías, con lo que será un precio que tenderá a influir sobre la estructura de precios relativos en forma más o menos análoga a los flujos de reservas metálicas del pasado, y que el tipo de cambio real al que se orienta puede ser estadísticamente aproximado por diferentes soluciones prácticas del problema, pero ninguna de las conocidas permitirá calcularlo realmente en los términos que lo define la teoría. Finalmente, lo que queda en evidencia es que en una economía emisora de reserva puramente fiduciaria con tipo de [40] cambio monetario sería mayor o menor del real, no porque no todo el circulante esté demandando divisas, a fin de cuentas las reservas son las divisas que fueron vendidas previamente al banco central a cambio de nuevo dinero local, sino por las expectativas (en el sentido austriaco antes citado) de los agentes sobre el futuro tipo de cambio. La enfermedad holandesa se ha identificado más con las economías petroleras porque son particularmente susceptibles de transformar el ingreso de divisas de las bonanzas de precios en malinversiones de capital25 concentradas en los sectores no transables, ya que bonanza de precios estará generalmente asociada a la demanda agregada en el centro por la expansión crediticia que provoca la burbuja de mal-inversiones ahí, aquello implica que una economía petrolera periférica importe la expansión cíclica del centro mediante la creación de nuevo circulante y experimente la burbuja local principalmente en el incremento de las importaciones y el crecimiento insostenible de los sectores no transables. Recordemos que el cambio variable, no es sólo la participación en el comercio internacional sino el efecto de la emisión fiduciaria sobre los precios internos lo que incide sobre el valor de relativo de su divisa ante las alternativas, y con ello sobre la demanda de esa divisa como reserva en las economías receptoras de reservas. 25 Un estudio econométrico (Dorta, Sáenz y Zavarse, 2006) de las estadísticas en una economía petrolera con fuertes choques externos, sin considerar en absoluto la teoría austríaca del capital, tiende a señalar vínculos entre la variación del tipo de cambio real, la utilización del capital en el ciclo y el paso del auge a la posterior recesión pero, quizás por la amplitud de influencia teórica keynesiana en macroeconomía, concluye que la inversión sería una parte relativamente pequeña –subestimada en realidad (Huerta de Soto, 2012) inclusive– de la demanda agregada por lo que concluyen que necesitarían identificar un poderoso mecanismo de amplificación de los choques, que ya fue identificado y estudiado en la teoría austríaca del ciclo económico. [41] aumento del precio de la materia prima está asociado a un proceso cíclico en el centro por el cual se revertirá finalmente dicho aumento, al menos en términos reales, pero los alargamientos insostenibles de la estructura en la economía periférica tenderán a ocurrir con retraso respecto al centro. Antes nos concentramos en el paso de la burbuja a la recesión, pues los efectos microeconómicos del mismo tienden a transmitir el ciclo del centro a la periferia, en el escenario que nos ocupa, con un destiempo específico. El aumento del precio relativo de las materias primas capaz de inducir un ciclo asociado con enfermedad holandesa en la periferia se producirá en las etapas iniciales de expansión del crédito en el centro con menor intensidad que en las etapas más cercanas a la reversión, cuando las condiciones en el centro son óptimas para que experimenten nuevos aumentos de precio relativo las materias primas, particularmente el petróleo. Ello, no obstante, es previsible como tendencia, es posible que el boom en el centro ocurra en circunstancias reales particulares del mercado global que hagan que determinadas materias primas no experimenten importantes aumentos de precios relativos necesarios para que las economías especializadas en su exportación sufran el fenómeno descrito, como es posible que factores reales del mercado ocasionen un importante aumento relativo del precio de una materia prima con relativa independencia de la etapa del ciclo en que se encuentren las economías en que se produce y/o se consume. Aun así, la clave de la relación entre el fenómeno particular que llamamos enfermedad holandesa y la teoría general del ciclo de la escuela austríaca está en que, caracterizar un escenario de enfermedad holandesa recurrente a partir de sucesivos aumentos relativos del precio de una materia prima requerirá que aquella presente una demanda [42] comparativamente inelástica a corto plazo, para que su aumento del precio no ocasione la reducción proporcional de su consumo sino con relevante retraso temporal, y eso sí requiere que las economías consumidoras estén experimentando una cíclica demanda creciente de materias primas, lo que en términos de teoría austríaca del ciclo es posible casi exclusivamente durante la expansión previa a la reversión. La medida en que en la periferia las malas inversiones ocurrirán en menor grado en el propio sector exportador favorecido que en la producción de bienes no transables, al tiempo que se desplaza hacia aquéllos capital de la producción de la producción local de otros bienes transables, es lo que explica el acelerado efecto de desindustrialización por la enfermedad holandesa 26. Finalmente, sea el tipo de cambio variable o fijo, el caso es que en ausencia de un mecanismo que permita absorber el incremento del ingreso de divisas sin incrementar en mayor o menor cuantía el circulante interno, ese inevitable 26 Es importante no confundir fenómenos de desindustrialización producto de cambios tecnológicos y de cambios en las ventajas comparativas y/o la compleja dinámica de interferencia y apertura relativa en comercio internacional, con desindustrialización producto del traslado de las inversiones de los sectores transables a los no transables cuando el sesgo importador de una economía especializada en la exportación de materias primas se acentúa por un rápido incremento del precio relativo de aquella exportación en que tendió a especializarse. O en otros términos, aunque se puede calificar como desindustrialización a los dos fenómenos, no es lo mismo que el capital se traslade de industrias tradicionales de bienes transables hacia otros bienes o servicios también transables de mayor valor agregado tecnológico e intangible, a que lo haga hacia la producción local de bienes no transables y un rango más estrecho de materias primas transables, y no por el aumento del volumen de la exportación de ciertas materias primas, sino por el incremento del precio relativo de las mismas, particularmente cuando es una. [43] incremento de circulante impactará la estructura de precios relativos completa, lo que junto al incremento en la demanda de bienes no transables terminará por causar un aumento de los precios internos de los productos importados, que aunque sea menor en términos relativos, será eventualmente suficiente para llegar a ser más que proporcional al incremento relativo de los salarios en la mayoría de los sectores; recordemos que al iniciarse el ciclo observamos que la demanda de factores originarios crece haciendo subir sus precios, y que en la medida que dicha demanda es producto de inversiones que pretenden alargar la estructura del capital generará una demanda secundaria independiente de los mismos en etapas cercanas a la reversión e incluso al inicio de aquella, pero que eventualmente la demanda de bienes finales, que no se redujera proporcionalmente al ser el crédito expandido mayor que el ahorro voluntario, impulsará el precio de aquellos hasta que lleguen a subir relativamente más que los factores originarios, no obstante, una peculiaridad importante en el ciclo que se inicia en la periferia por la enfermedad holandesa es que el aumento de precio de las materias primas exportables implica un incremento en el ingreso de divisas que no requiere de producción adicional, al tiempo que el efecto sobre el tipo de cambio real desincentiva la expansión de la estructura del capital en la producción de bienes transables incrementando las importaciones y la producción de bienes no transables, el incremento en la demanda periférica de factores originarios de producción será comparativamente menor y la demanda agregada de bienes finales comparativamente mayor desde las etapas iniciales del ciclo. Finalmente, aparte del incremento en las importaciones desde el centro, que es proporcional al del valor de las exportaciones hacia el centro (y en la medida [44] que no lo fuere el diferencial temporal se ajustará con inversión y/o endeudamiento externo) las ganancias contables producto del boom periférico tenderán a invertirse en parte en el alargamiento de la estructura del centro, en la medida que en la periferia los sectores transables no petroleros se reducen y el de bienes no transables tarde en alcanzar algún punto del incremento constante de sus precios en que pueda comenzar a desacelerarse. 1.6 Diagnósticos equivocados y tratamientos errados Dentro de los límites de las corrientes principales de la ciencia económica contemporánea, la enfermedad holandesa no pudiera ser entendida finalmente como otra cosa que un proceso por el que la economía pasa de un equilibrio a otro, y únicamente se le pudiera considerar “enfermedad” si se rechaza arbitrariamente el segundo equilibrio por no coincidir con los objetivos de ingeniería social que propugne quien rechace el resultado. Incluso, más allá de la estática comparativa, la eficiencia del equilibrio dinámico en un sistema de economías abiertas con monedas fiduciarias dividas entre emisoras y receptoras de reserva, requiere que el tipo de cambio efectivo se mantenga dinámicamente alineado en aproximación estrecha hacia el tipo real por la dinámica del mercado de divisas, pues las desalineaciones acumularan distorsiones crecientes que anularan las ventajas de exportación de corto plazo en la producción local para los sectores favorecidos artificialmente por las mismas, fueran estas subvaluaciones o sobrevaluaciones. Nuevamente, dentro de los límites teóricos de las corrientes principales, no se ha relacionado concluyentemente la enfermedad holandesa con problemas de crecimiento a largo plazo y lo que se pudieran entender como potenciales efectos negativos [45] de la especialización27 se neutralizarían de mantenerse niveles altos de ahorro interno. Pero al relacionar el fenómeno con la teoría austríaca del capital se nos revela como una variante especifica del tipo de distorsiones descritas por la teoría austríaca del ciclo económico, y en tal sentido como un proceso de acumulación de malas inversiones en una burbuja ocasionada por el circulante expandido a partir del rápido incremento del ingreso de divisas, y en este sentido es ciertamente una enfermedad económica con independencia de que se salde o no con algún crecimiento a largo plazo, pues en tal caso estaríamos 27 Lo que se ha argumentado contra la lógica de la especialización por ventajas comparativas, son principalmente estudios econométricos que defienden una cierta correlación entre la diversificación de actividades y el crecimiento del producto interno bruto per cápita (Rodrik, 2007) se relaciona con algo (Rodrik, 2008) que es criticable como una nueva versión de la vieja idea de favorecer la diversificación exportadora mediante la devaluación, y respecto a lo que sería prácticamente imposible argumentar que, en medio de un escenario de enfermedad holandesa, devaluar para favorecer la diversificación de importaciones no causaría una inflación de efectos negativos sobre el ingreso per cápita. Sin embargo, esas ideas con las que no concordamos, rozan algo que si nos parece relevante, y que salta a la vista cuando se entiende la razón por lo que se ha usado un triangulo recto para representar gráficamente la estructura inter-temporal del capital, pues la hipotenusa nos indica que según se avanza en etapas de transformación de la producción de bienes de orden superior a los de primer orden, se crea mayor valor agregado en cada etapa, con lo que si analizamos el comercio internacional como una estructura del capital global dividida entre regiones geográficas, observaremos que crearán más valor agregado en transformaciones aquellas zonas que se especializan en la producción diversificada de bienes de primer orden y de orden superior intermedios, que aquellas que se especializan en materias primas, particularmente cuando las primeras tenderán a ser, consecuentemente a su vez, proveedoras de gran parte de los bienes de capital que se empleen en las segundas. [46] ante un crecimiento inferior al que se habría obtenido en ausencia de las distorsiones en la estructura del capital cuya reorientación es, por la propia naturaleza del capital invertido en la producción de bienes de orden superior, parcial o totalmente intransmisible con equivalente eficiencia a otras etapas de la estructura. Es decir que, no sólo se trata de un desequilibrio dinámico que impide que la tendencia al equilibrio dinámico alcance una eficiencia equivalente a la que hubiera alcanzado, en ausencia de aquél desequilibrio, el proceso mercado, sino que incluso en términos de la eficiencia estática, la estructura resultante del mejor reequilibrio dinámico factible tras una distorsión cíclica –de la cual la enfermedad holandesa es una variante particularmente perniciosa– sería notablemente sub-optima, en términos estrictamente paretianos, respecto de la que otra alternativa orientación de inversiones en una dinámica razonablemente libre de distorsiones generalizadas en la información que transmiten los precios relativos hubiera alcanzado para el mismo punto final de equilibrio. Por otra parte, como más que la revaluación del tipo de cambio y su impacto sobre la reorientación del capital, el problema son las distorsiones que ocurren durante esa reorientación como producto del crecimiento del circulante asociado al nuevo ingreso de divisas, es concebible que en una economía periférica el ingreso de divisas producto del cualesquiera de los de fenómenos que se describen en la literatura sobre la enfermedad holandesa resultara el detonante externo de un ciclo económico, pero en el caso del alza del precio de materias primas lo más probable es que encontremos casos de una transmisión del ciclo entre el centro y la periferia por la relación entre el ciclo en el centro y la variación del precio de las materias primas, o en otros términos, el aumento del precio de las materias primas en el [47] centro será uno de los síntomas de las malas inversiones que la expansión crediticia ocasiona y aquello se transmite a las economías periféricas especializadas en exportaciones de materias primas en las que la enfermedad holandesa puede ser revisada como una patología por la que un shock real se transforma en un shock monetario equivalente a todos los efectos locales a la expansión crediticia del centro, aunque con un peculiar sesgo hacia la concentración de malas inversiones en sectores no transables y un variable retraso temporal muy probablemente mayor que en otros casos de transmisión del ciclo de centro a periferia que pudiera distorsionar una comparación en regresiones estadísticas. Adicionalmente, si bien la diferencia entre tipo de cambio fijo y variable es significativa, el contagio es posible bajo los dos esquemas, por lo que, bajo un escenario de dinero fiduciario, una economía periférica susceptible de enfermedad holandesa requeriría mecanismos que permitan evitar la creación interna de circulante interno adicional durante los periodos de ingresos extraordinarios de divisas inducidos por el impacto sobre el precio materias primas del ciclo económico del centro u otros fenómenos no monetarios. Aunque nos hemos ocupado principalmente del precio de las materias primas, ya que nos parece que es ahí donde el fenómeno tiende a tornarse sistémico, consideramos que otros casos como los de remesas probablemente pudieran asociarse también con efectos conocidos de ciertas etapas en los ciclos económicos en el centro como originadores, y en tal medida considerarse mecanismos específicos de contagio a la periferia. Finalmente, que la enfermedad holandesa se pueda presentar en economías en que se observe una tendencia de largo plazo a la caída sostenida del producto per cápita como Venezuela (Baptista 2006) tal como en otras que [48] presentan crecimiento a largo plazo es perfectamente conciliable con el hecho que los ciclos económicos, pese al desperdicio de capital en mal inversiones que implican, se salden o no a largo plazo con crecimiento, en la medida en que la tendencia al equilibrio dinámico pueda operar con la eficiencia necesaria para ello, lo que en última instancia dependerá de diferencias institucionales entre unas y otras economías, adicionales a las causas comunes, y las peculiaridades específicas, de los diferentes ciclos. Palma (2011) identifica la volatilidad del precio del petróleo como el origen de una renta externa cuyas grandes en incontrolables variaciones de magnitud se traducen en políticas expansivas pro cíclicas que implican grandes distorsiones cambiarias (enfermedad holandesa) e impactan la economía interna con una demanda agregada que no puede asumir para luego caer en el endeudamiento a fin de mantener el gasto fiscal tras la caída de los precios con las consecuentes devaluaciones recesivas, y dejando a salvo que el resumen deja fuera los matices y sutilezas del original, lo cierto es que pese a las diferencias sobre otros puntos, en lo que coincidiremos es en que es la volatilidad del precio del petróleo junto con que el bien esté apropiado por el Estado la clave del tipo de ciclo que sufre la economía venezolana, como en que en materia de gasto fiscal expansivo el impacto del ingreso petrolero incrementado es ciertamente pro-cíclico pero no por un efecto agregado relativamente simple que se corregiría si se ahorran recursos en un fondo de estabilización durante el boom y se gastan para expandir la demanda durante la recesión, sino por una serie de complejas distorsiones en los diferentes niveles interdependientes de la estructura del capital, simplemente no hay un problema de exceso de inversión en una etapa o de escases de demanda para la capacidad instalada [49] en otra, sino de inversiones erróneas que no se corresponden con la demanda real y que no son fáciles de transformar en aquellas correspondientes a la demanda real con lo que las perdidas y liquidaciones de la recesión representan el doloroso mecanismo de corrección más rápido en tanto las inversiones artificiales supuestamente contra cíclicas para agregar demanda resultan ser lo más pro-cíclicas al impedir la corrección llegando a transformar la recesión en depresión prolongada, así que para asumir que eso se pudiera corregir mediante un fondo de estabilización y políticas contra-cíclicas es necesario de una parte asumir también que el proceso cíclico es mucho más simple de lo que la teoría austríaca del ciclo económico nos muestra y de la otra que, tal y como en el centro la imposibilidad de planificar centralmente la provisión de dinero28 choca contra la complejidad y dispersión inherente a la economía a gran escala, en la periferia tampoco es posible predecir razonablemente suficiente data como para que la planificación orientativa requerida por los fondos de estabilización y las políticas contra cíclicas en cuanto a magnitud de aporte sobre precio, magnitud y momento de salida contra caída del precio y alternativa y profundidad de la combinación de 28 El insoluble problema de hacerse con la información indispensable para la planificación centralizada de la provisión optima de dinero lo admitió con absoluta sinceridad el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan al responder en la Cámara de Representantes en febrero de 2002, ante las preguntas del Representante tejano Ron Paul sobre los errores de predicción de la FED en el manejo de la política monetaria que: “El problema que tenemos es cómo definimos lo que es dinero […] primero utilizamos M1 y resultó ser un indicador muy difícil […] fuimos a M2 y tuvimos un problema similar […] la dificultad es definir qué parte de nuestra estructura de liquidez es verdaderamente dinero […] hemos tenido problemas por años para lograr un indicador adecuado […] nuestras mediciones de dinero han sido inadecuadas […] es imposible manejar algo que no puede definirse” (Ver: http://youtu.be/i2AqGQirW1Y) [50] políticas contra-cíclicas de cada caso fuera optima, o al menos cercana al óptimo. Optimo, no en un modelo irreal del ciclo, sino en el sentido que pudiera concebir un fondo de estabilización como un mecanismo de política fiscal estrictamente limitado al objetivo moderar la ampliación y reducción del gasto fiscal con la variación del precio del crudo evitando el endeudamiento y el déficit, y un fondo con ese limitado objetivo puede ciertamente evitar el déficit y el endeudamiento si un deseable equilibrio presupuestario desapareciera cíclicamente debido a una caída abrupta del precio del crudo, pero el que funcione bien en todos los casos simplemente requiere predecir el futuro para saber cuánto, cuándo y en qué29 ahorrar, y cuánto, cuándo y en qué gastar. Como entendemos, desde nuestro marco teórico, que el grado de intervención en el mercado necesaria para tal tipo de planificación es, de suyo, 29 Lo que no se destina al gasto fiscal inmediato no se “esconde en una caja” sino que de una forma u otra se invierte, y el problema es mucho más que un tecnicismo secundario pues la capacidad de inversión del fondo equivale a la de ampliar su impacto general sobre la expansión cíclica en lugar de reducirla, sin mencionar las presiones políticas para el empleo populista indirecto –interno o externo– de esa capacidad de inversión. En este sentido, posiblemente la única posibilidad de un fondo de estabilización fiscal, no macroeconómica, sería emplearlo como mecanismo de financiamiento de los compromisos de gasto plurianual con una tasa porcentual fija de ahorro del variable ingreso fiscal y una tasa fija de compromiso de financiamiento como porcentaje del total del fondo ahorrado concebidas como mecanismo de freno a nuevos financiamientos al momento en que cayera el ingreso del fondo mientras se mantienen los ya comprometidos sin ocasionar déficit, lo que en la medida en que el gasto fiscal tiende a caer en equivalentes errores de inversión que la inversión privada durante un boom estaría muy lejos de ser contra-cíclico, pero al menos cumpliría razonablemente el objeto de mantener el equilibrio de las finanzas públicas, a condición de estar asociado a prohibiciones de endeudamiento y déficit que efectivamente se cumplieran. [51] suficientemente distorsionante como para impedir que la información necesaria estuviera al alcance de los planificadores, sin mencionar que al momento en que la requieren aún no se ha generado, pues existe únicamente como información dispersa, privativa e intransmisible, principalmente expectativas y estimaciones, ya distorsionadas por la intervención a gran escala, aunque de todas formas no pudiera ser capturada por el organismo de planificación, con lo que el intento de planificar a tal escala no se puede adelantar sino al costo de distorsiones tan o más severas en sus efectos de largo plazo de las que pretende corregir, pues nos queda mucho por explicar antes de resumir alguna alternativa de solución razonablemente viable. [52] 2. Petróleo, economía petrolera y desarrollo 2.1 La paradoja de la renta y el empobrecimiento Aunque la especialización en la producción de bienes de orden superior en economías periféricas pudiera relacionarse con ciclos secundarios más severos y distorsiones adicionales de mediano plazo en la estructura de la producción, no hay razón para que el desplazamiento de la producción de bienes transables tradicionales y la concentración de la inversión en la producción de no transables deba mantenerse a largo plazo, de hecho la capacidad de gasto incrementada resultante del incremento de precio30 del bien de orden superior del que se trata (a nuestros efectos petróleo) es también capacidad potencial de inversión adicional que pudiera perfectamente orientarse al descubrimiento empresarial de nuevas oportunidades competitivas en la transformación, cada vez cercana a los bienes de primer orden, dentro del propio sector de especialización como en otros antes no ensayados, así como en incrementos de eficiencia por inversión de capital, nuevas tecnologías y superior organización de los procesos en sectores tradicionales, de hecho, en 30 Ya hemos aclarado antes que puede ser el descubrimiento e inicio de nueva producción del bien en donde antes no se producía, un incremento significativo de producción que incremente la eficiencia de coste o el incremento del precio que incremente el ingreso sin necesidad de incrementos de producción en donde ya se producía, pero tendemos a suponer el caso de los incrementos de precios porque son lo más común para el fenómeno en cuestión. [53] condiciones institucionales favorables a la eficiencia dinámica la desindustrialización por enfermedad holandesa en el corto pazo sería seguida de una reindustrialización más competitiva en la producción de bienes y servicios transables de mayor valor agregado que los tradicionales desplazados, y cuáles sean esas condiciones institucionales favorables al reforzamiento de la empresarialidad con el ingreso que origina la enfermedad holandesa es algo sobre lo que regresaremos por ser la clave de lo que propondremos adelante, pero ahora debemos constatar que aunque ha sido el caso de economía petroleras desarrolladas, no ha sido el caso de Venezuela. No es raro en investigaciones cuantitativas de historia económica a largo plazo encontrar discrepancias importantes entre las estimaciones31, pero también es razonable que observemos en diferentes trabajos las mismas tendencias de largo plazo que la teoría prevería. Y tal es el caso (ver gráfico 3)(32) cuando 31 En la medida que propongan distintas soluciones, tanto al problema de las grandes diferencias cualitativas en lo que se compara como a la creciente dificultad de obtener información estadística utilizable según se retroceda al pasado. 32 GRAFICO 3 [54] comparamos las gráficas del PIB per cápita a largo plazo para Venezuela de Baptista y De Corso. Es cuando menos discutible si el PIB representa realmente la suma de lo que produjo en bienes y servicios durante un año, la producción como un proceso continuo plantea problemas para tales ejercicios estadísticos y las soluciones no son en sentido alguno neutrales para las corrientes del pensamiento económico, desde una óptica austríaca el PIB33 sobredimensionaría el consumo sobre las etapas intermedias de producción y ocultaría algunas de las distorsiones cíclicas de la estructura de la producción (ver: Skausen 1990 y 1993) para lo que sería necesario calcularlo de manera completamente diferente, pero como lo que realmente refleja es el consumo final, el caso es que con todas las dificultades de la estadista económica a largo plazo el PIB per cápita es una medida más o menos razonable de las tendencias del consumo final en mediano y largo plazo, así que no hay duda que el PIB per cápita es una primera medida razonable del enriquecimiento o empobrecimiento a largo plazo, el asunto es simple, si el consumo crece más que la población suponemos que esa población, en promedio, se ha enriquecido para tener esa capacidad incrementada de consumo por habitante, 33 En general es razonable suponer que la mayoría de los economistas no sean conscientes de las implicaciones del hecho que el PIB fuera creado por Simon Kuznets durante la Segunda Guerra Mundial para cuantificar la demanda agregada final de acuerdo con la nueva economía de Keynes. A tal efecto el PIB no incorpora todo el gasto intermedio en la economía con el muy endeble argumento que incorporar las primeras etapas de la producción constituiría una doble contabilidad. [55] si la población crece más que el consumo suponemos lo contrario.34 Y para Venezuela, el caso que nos ocupa, la curva del PIB per cápita a largo plazo presenta varias décadas de crecimiento sostenido, con altibajos de corto plazo la tendencia clara al alza se ralentizó desde la década de los ´60 hasta revertirse en la de los ‘70, cuando se inició, también con altibajos de corto plazo una clara e indiscutible tendencia a la caída a largo plazo. Se puede argumentar que la oportunidad perdida para revertir el fenómeno fue el ajuste del gasto durante la crisis fiscal de los años ’90, pero lo cierto es que ni las políticas de apertura de los años 90, ni las políticas de intensificación del socialismo de la primera década de este siglo 35 han cambiado de manera 34 Por supuesto que un incremento del consumo a corto plazo se puede acompañar de menor ahorro e inversión, pues es obvio que se puede reducir la inversión de capital para financiar el consumo incluso por debajo del límite de reposición del capital, un mayor consumo y una mayor inversión coexistirían con un ahorro previo mucho menos que proporcional mediante el endeudamiento, pero todo ello, en la medida que implique de una u otra forma más o menos indirecta financiar el consumo mediante la liquidación de capital, implicaría un empobrecimiento posterior producto de la consecuente descapitalización. 35 Y como hablamos de un periodo de precios altos del crudo, se adelanta en medio de un gasto con gran contenido de populismo asistencialista la destrucción progresiva del aparato económico privado local que en la década de los ’90 había llegado a ser menos dependiente del proteccionismo mercantilista, sin llegar a sustituirlo por industrias gubernamentales más que parcialmente, acentuando la tendencia des-industrializadora con empresas gubernamentales dedicadas más a la distribución de bienes transables importados que a la producción de bienes no transables locales, pese a lo que se observará escasez creciente en ambos tipos debido a la distorsión del sistema de precios –irónicamente los controles de precios, licencias de importación y control de cambios implicarán el surgimiento de un nuevo sector privado escasamente productivo, estrechamente [56] ligado al poder político y sostenible esa tendencia, y en realidad las alzas temporales en la curva –que no llegan a romper la tendencia de caída a largo plazo– dependen más del alza de los precios del crudo que a cualquier otro factor, de hecho al observar el precio de crudo en dólares ajustado por inflación desde 1970 a la fecha contra el ratio de variación anual del mismo observaremos, además de volatilidad a corto plazo, y creciente distancia entre los niveles de precios con techos cada vez más altos, una coincidencia entre los periodos de precios altos del crudo, el crecimiento del PIB per cápita en Venezuela durante las etapas expansivas de los ciclos, los años de mayor captura neta de renta petrolera por el Estado y los periodos de instauración del socialismo como modelo económico, entre 1975 y finales de los ’80 y su periodo de radicalización, del 2005 a la actualidad inclusive. (Ver gráficos 4 y 5) (36) (37) completamente dependiente del proteccionismo– y los costos de transacción adicionales de la asfixiante, confusa, discrecional y corrupta regulación creciente. 36 GRAFICO 4 [57] Agreguemos a eso que en cualquier forma razonable de calcularlo el capital invertido por trabajador a largo plazo nos señala que a la curva anterior (PIB per cápita a largo plazo) se corresponde otra en la que veríamos primero la acumulación y luego la des-acumulación de capital –nuevamente como tendencias sostenidas– a largo plazo. Está muy claro que estamos ante un escenario económico “maltusiano” en la que la población crece más aprisa que los bienes de primer orden que su poder su compra le permite consumir, y sin que población venezolana crezca en forma particularmente diferente de la de países que se siguen enriqueciendo, ni de manera notablemente distinta de períodos de previo y sostenido enriquecimiento en Venezuela, la causa del problema no es que seamos más, es que producimos menos. Como ya hemos descartado la enfermedad holandesa como causa de fondo del empobrecimiento sostenido, si bien la especialización exportadora en un producto de precio volátil implica distorsiones cíclicas particularmente severas, no hay razón para que las distorsiones cíclicas en una economía petrolera no se salden con crecimiento a largo plazo, si bien sería probablemente menor que una equivalente economía 37 GRAFICO 5 [58] con exportaciones más diversificadas como vimos atrás, el asunto es que ahí no está la causa de fondo del empobrecimiento. Así que debe ser un factor causal, o un conjunto de factores causales correlacionados, que cambiasen en la economía venezolana de manera clara en la década de los años 70, no se encontraran o tuvieran menor incidencia en décadas anteriores y se mantuvieran o incrementaran de entonces a la fecha. Una explicación sería el agotamiento del modelo que Baptista (2010) denomina “capitalismo rentístico”, la explicación tiene virtudes innegables y su influencia en el pensamiento económico de Venezuela es enorme, pero en la medida que discrepamos del que dicho modelo sea realmente una forma de capitalismo –y no es simplemente un detalle semántico– no la compartiremos completamente, si además diferimos en el significado del concepto de renta por diferencias teóricas de fondo, no es mucho lo que pudiéramos compartir, así que vale la pena explicar resumidamente la diferencia de fondo. En las precisiones terminológicas de su Teoría económica del capitalismo rentístico Asdrúbal Baptista afirma que: En la sociedad capitalista se admiten como legítimas sólo dos fuentes privadas de ingresos: la propiedad, de una parte, y el trabajo, de la otra. […] La propiedad se hace acreedora de una remuneración en cuanto los objetos, materia de esa propiedad, concurren a la producción y la facilitan. Empero, hay una crucial distinción por hacer, de la que ya antes se ocupó la exposición. Efectivamente, hay dos clases de cosas que son objeto de posesión y propiedad. Las primeras de ellas, de manera característica, son el resultado de un proceso particular de producción. Y debe añadirse sin dilación lo siguiente: el hecho de producir implica de por sí un propósito deliberado y premeditado o, lo que vale decir, la producción es un acontecer exclusivo de lo humano: la naturaleza no produce, sólo producen los hombres […] Allí, sin embargo, no se agota el universo de las cosas que concurren a la producción y que son históricamente [59] apropiadas a título privado. Hay un segundo tipo de objetos que de igual manera sirven para producir, pero que como tal no existen en cuanto resultado de la actividad humana. Son ellos, así, medios de producción no producidos. […] En suma, los ingresos que se pagan y reciben en la sociedad capitalista son de dos clases, y la segunda de ellas, por la especificidad anotada, contiene dos subclases. En lo que sigue, y a tenor de lo ya dicho, se los llamará, de una parte, salarios, y, de la otra, beneficios y renta de la tierra. (2006, pp12-14) Mientras que para explicar el carácter rentístico no se limita al peso de la renta de la tierra, el cual señala que pierde importancia con la maduración del capitalismo hasta hacerse insignificante frente a beneficios y salarios, sino que define al rentismo por una presunta transferencia de valor creado en el “mercado internacional de trabajo” al mercado local, así: …un presupuesto esencial para el conocimiento de lo económico, a saber, que todo intercambio presume de suyo una entrega de valores iguales, esto es, que la compraventa de cosas, en general, siempre causa ventajas recíprocas similares. Es decir, cuando la sociedad en escrutinio intercambia cosas y objetos con otras sociedades, la expresión porta en su interior los resultados de ese comercio externo. Aquí se supondrá en general que Im = Ex, donde Im y Ex representan, en su turno, las importaciones (Im) o, lo que es igual, el valor de las cosas recibidas, así como el valor de las cosas entregadas o exportaciones (Ex). […] En suma, la condición rentística de una sociedad capitalista se expresa formalmente de la manera siguiente: Ri + Van > S + B + R (Baptista, 2006, p.19) Habiendo explicado antes que: Siendo V el valor total de lo producido en una economía nacional: V = Van + Vmp A su vez, cabe definir lo siguiente: Van = S + B + R [60] donde Van es el valor agregado nacional, Vmp es el valor de las materias primas que se repone al cabo del proceso productivo, y S, B y R, respectivamente, corresponden a los salarios de los trabajadores, a los beneficios sobre la propiedad del capital adelantado por los empresarios, y a la renta sobre la propiedad de la tierra. En suma, hay un fondo de ingresos por repartir, en cuya creación original juega un papel determinante el trabajo realizado, y cuya distribución ocurre entre el trabajo y la propiedad. (Baptista, 2006 p.18) Por supuesto que tal teoría nos tiene que resultar fascinante porque pese a que no la compartamos coincidimos en cierto sentido con el problema central que identifica, que está en el impacto a largo plazo sobre la estructura productiva periférica de esa renta originada en el intercambio con el centro, pues con un universo de diferencias teóricas son evidentes los paralelismos con nuestro propio análisis de las peculiaridades de la transferencia del ciclo en economías especializadas en la exportación de materias primas, así como entre la idea del agotamiento del modelo “capitalista rentístico” por sus inherentes contradicciones y nuestra idea de la descoordinación creciente producto de las inherentes contradicciones del creciente socialismo financiado con el ingreso petrolero, pero el caso es que no la compartimos porque para la escuela de Viena la teoría de la imputación está clara desde Menger para el valor de todos los bienes de orden superior, sean materias primas o bienes elaborados: …bajo todas las circunstancias el valor de los bienes de órdenes superiores se calcula a tenor del valor previsible de los bienes de órdenes inferiores a cuya producción los destinan […] Por consiguiente, los bienes de órdenes superiores, a través de los cuales disponemos sobre bienes de orden inferior que pensamos utilizar en un tiempo futuro, encuentran la medida de su valor no en los bienes actuales sino en los previsibles […] Entre el valor que tienen para nosotros en el presente los bienes de orden inferior o respectivamente del primer orden y el valor que tienen también ahora los bienes de [61] órdenes superiores necesarios para su producción para la producción de los primeros no existe, pues, ningún nexo necesario (Menger 1997 [1871] pp. 210-211) La otra diferencia es que para la escuela austríaca las remuneraciones legítimas en la sociedad capitalista no se originan exclusivamente en el trabajo y la propiedad, sino también, o más bien principalmente, en el ejercicio heurístico de la función empresarial pura que es la clave de la tendencia coordinante del mercado libre, (Kirzner [1975]1998, y 1995) con lo que a nuestro entender no existen realmente bienes económicos no producidos en la medida que no existen bienes económicos no descubiertos, por lo que una definición austríaca de renta sería diferente de la clásica que replantea Baptista y de la neoclásica a que recurren otros que en lugar de explicarla como el valor de un bien “no producido” la consideran un excedente de ingreso no producido, en un claro ejemplo de los segundo Pedro Luis Rodríguez y Luis Roberto Rodríguez en El petróleo como instrumento de progreso, con cuyo análisis coincidimos en muchos aspectos, emplean el concepto neoclásico de renta, es decir: el diferencial posible entre el mínimo costo marginal de producción y el costo marginal de sustitución en exceso del precio de equilibrio, y aplicándolo al caso del petróleo explican que: “un excedente por encima de la remuneración necesaria para realizar una actividad productiva […] la renta por barril es […] diferencial entre el costo marginal de producción […] retorno razonable […] y el precio de mercado” (Rodríguez y Rodríguez, 2012) Y claro, a principios del 2014 el costo marginal de producción de crudos convencionales venezolanos sería del orden de 20 US$ y el precio de sustitución de entre 150 y 200 dólares, o más según la aplicación; visto que el precio de mercado se pudiera situar entre cualquiera de esos precios y ahora se sitúa cerca de los 100 dólares por barril, y que la propia definición requiere que entendamos el [62] óptimo paretiano del precio de equilibro estático como el más eficiente, e incluso justo, posible, con tal definición la renta sería nada menos que una “falla de mercado”. Como en la teoría de eficiencia dinámica austríaca no hay tales fallas de mercado, sino oportunidades empresariales, pues la teoría de imputación y la de la eficiencia dinámica nos dejan, necesariamente, con otra definición de renta (si es que decidimos emplear esa terminología, como es nuestro caso, para facilitar en lo posible cierta comunicación con las corrientes teóricas más frecuentes en la economía petrolera aplicada en el pensamiento económico venezolano) tras revisar los significados de acuerdo a nuestro marco teórico. La teoría de la imputación nos dice que en valor de los bienes de orden superior se deriva del valor empresarialmente estimado de los bienes de primer orden a cuya producción concurren, y la teoría de la función empresarial nos señala que la perspicacia necesaria para adelantar esa demanda y descubrir los mejores medios para satisfacerla es un componente necesario de todo proceso económico dinámico, con lo que no deberíamos tener problema alguno en denominar renta a la remuneración del propietario de un bien de orden superior, sea una materia prima o un bien de capital, en la medida que sea la parte correspondiente a la remuneración por la participación completamente pasiva del propietario, mientras que la parte necesaria de función empresarial pura para su ejercicio como propietario es la que resulta remunerada con su propia ganancia empresarial, y la parte correspondiente a quien produzca activamente, el mismo u otros, es la remuneración del productor38 lo que podemos ilustrar con el simple y tradicional ejemplo de 38 Obviamente remuneración del factor trabajo, que no es indiferenciado y al que denominamos remuneración del productor en ciertas ocasiones porque el término trabajo se suele confundir [63] alquiler de un terreno agrícola: Si el propietario alquila al mejor postor en busca de la máxima renta de la propiedad, sin agregar ni trabajo propio ni perspicacia empresarial alguna, los incentivos al arrendatario no incluyen mantener la capacidad productiva del terreno sino explotarlo temporalmente al máximo, lo que terminará por reducir su potencial productivo y por consecuencia su capacidad de generar la mayor renta posible, si en cambio se aplica al trabajo de supervisar las condiciones de explotación y mantenimiento por el arrendatario debe deducir ese trabajo de la renta obtenida, pero tiende a mantener la capacidad de generación de renta futura con su propio trabajo, en tanto que si dispone de perspicacia empresarial para adelantar la demanda futura y aplica dicha capacidad también a la selección del arrendatario y negociación de condiciones del arrendamiento que generen incentivos de mantenimiento al propio arrendatario, reduciendo su trabajo propio a la selección de un arrendatario capacitado e inclinado a tal mantenimiento de la feracidad del terreno, siendo que su función empresarial la de calzar condiciones del arrendamiento con demanda futura para generar los incentivos adecuados en su arrendatario, a una o varias cosechas vista, nos queda claro que función ejerce en cada caso y que cada una de ellas generan su propia remuneración, el ejemplo nos permite diferenciar porque el propietario puede ejercer una, varias o todas las funciones por sí mismo, puede obtener renta con algo referido exclusivamente al trabajo asalariado, cuando en realidad puede ser trabajo del propietario/administrador a su vez y/o del trabajador asalariado, pues en términos de factor de producción el trabajo de organizar y supervisar la producción, que frecuentemente puede no ser remunerado salarialmente sino como parte de la ganancia del propietario y/o empresario, y el trabajo de efectuar la producción según pautas externas, normalmente trabajo asalariado, son trabajo ambos. [64] pura si delega la administración y confía en la perspicacia empresarial de un administrador, puede ser propietario y administrador pero pagar por la función empresarial externa en la selección del arrendatario (que también incorpora su propio trabajo ciertamente, pero que deja al propietario administrador sin ejercer su propia empresarialidad) o pudiera cultivar su propia tierra, personalmente y/o mediante peones asalariados, el asunto es que la renta es lo que podría obtener de arrendar la tierra a un tercero para que la explote, luego de descontar el valor de su propio trabajo y su propia empresarialidad en el negocio de arrendamiento, y claro, es renta de la propiedad del bien de orden superior, que como componente de la ganancia potencial esperada tiende a reducirse por emulación y competencia, o a incrementarse por descubrimiento y exclusión del competidor potencial. La renta puede reflejar una ganancia relativamente grande por simple imputación en el caso del productor marginal más eficiente, si la demanda de bienes de primer orden menor a la que concurre el de orden superior justifica la incorporación de productores sub-marginales cada vez menos eficientes, pero dinámicamente tiende a reducirse cuando se reduce el precio expulsando a los últimos productores marginales incorporados, lo que al reducir la oferta nuevamente tiende a incrementar el precio, por lo que la renta es, ante todo, la ganancia del productor marginal más eficiente, y el descubrimiento empresarial opera aquí en dos sentidos, de una parte en la identificación de lo que incremente la eficiencia marginal, y de la otra en la perspicacia para prever la incorporación futura de producción sub-marginal determinada. Quién se pueda apropiar del acceso al bien de orden superior que genere mayor renta es quien, en principio, se apropia de la renta. Y en la medida que la renta sea importante, es [65] natural el esfuerzo por capturar renta para sí mismos de cualesquiera agentes no propietarios incorporados en la producción, negociando una mayor participación por los medios a su alcance. Luego, el resto de los agentes únicamente pueden capturar renta por medios económicos o políticos, tomándola de los propietarios o de sus arrendatarios, administradores y/o trabajadores, llamemos concesionarios a los arrendatarios del bien de orden superior apropiado por el Estado en la minería, y está muy clara nuestra definición de renta petrolera con sus diferencias y similitudes, algunas gruesas y otras sutiles de las dos precedentes. Que “minas bitúmenes y jugos de la tierra”39 sean patrimonio del Estado con independencia de que sea o no propietario de la tierra sobre ellas, es una típica reserva mercantilista para generar renta patrimonial soberana mediante la concesión de privilegios de explotación, y por cierto es posible que la plata del 39 A diferencia de los fueros y ordenanzas antiguas de Castilla, así como las de Felipe II que respetando derechos particulares hasta cierto punto, se ocuparon de reservar al patrimonio de la Corona de manera cada vez más efectiva las minas de metales preciosos, dejando otras a la accesión de propiedad, el mercantilismo de finales del siglo XVI los deroga, al menos en Las Indias, con las Ordenanzas de Minería para la Nueva España, promulgadas en Aranjuez por el rey Carlos III el 22 de mayo de 1783, que mantienen que “Las minas son propias de mi Real Corona... ” pero ahora no sólo las de oro y plata, “sino también las de piedras preciosas, cobre, plomo, estaño, azogue, antimonio, piedra calaminar, bismuth, salgema y cualesquiera otros fósiles, ya sean metales perfectos o medio minerales, bitúmenes o jugos de la tierra...” En Venezuela entra en vigencia según Real Resolución de 27 de abril de 1784 y Real Cédula de la misma fecha, hasta que en 1829 Simón Bolívar decretó que las minas pasaban a ser propiedad de la República de Colombia (Gran Colombia) tras cuya separación la tradición jurídica de la propiedad del Estado sobre todos los bienes económicos del subsuelo tenderá a perdurar en las naciones que la componían: Venezuela, Ecuador, Colombia y eventualmente Panamá. [66] Potosí generase en la España del siglo XV ciclos muy similares a los que hemos descrito en una economía petrolera, especialmente porque el dinero en aquél momento era un bien de orden superior que prevalecía en el mercado como medio de intercambio de general aceptación; ya que del bien dinerario plata llegarán a España nuevas cantidades ingentes para el momento, mismo en el que la banca opera con reserva fraccionaria que serviría de mecanismo de ampliación, como justifica Luis de Molina en el Tratado sobre los Cambios de 1957 en que asume que los depósitos a la vista los reciben los banqueros como un préstamo a título de precario, a riesgo suyo, por lo que se les traspasa la propiedad de lo prestado y consecuentemente pueden prestarlo a plazo, la similitud aquí está en que la Corona se apropia de las minas de metales preciosos apoderándose así de lo que podemos entender por renta de magnitudes significativas con un impacto sobre la estructura productiva al ser monetizada dicha renta necesariamente cuando el bien era en efecto dinero, mientras que nuestro caso la renta petrolera, igualmente apropiada por el Estado con su monopolio de propiedad del subsuelo, tiene impactos monetarios cíclicos por su magnitud, volatilidad de precio y asociación al gasto público, sirviendo al mecanismo de transmisión del ciclo entre centro y periferia como ya hemos visto atrás. Aclarado eso, lo que sostenemos en cuanto al problema de la renta petrolera del Estado Venezolano es que tal rentismo patrimonial como fuente de ingreso del Estado es un fenómeno económico propio del mercantilismo, no del capitalismo, que no puede ser incorporado a gran escala por aquél pero sí por [67] el socialismo40 en cualquiera de sus variantes por lo que, como indica Rodríguez (2010 pp. 64-65) es la prevalencia de un sistema sobre otro a lo largo del tiempo lo que explicaría las tendencias citadas de alza, ralentización y caída del producto; y es de admitir que aunque una explicación completa de las diferencias entre mercantilismo, socialismo y capitalismo excede el propósito de este trabajo, antes de continuar sería ciertamente útil esbozar cuando menos un estrecho resumen esquemático que pese a ser excesivamente simplificado y a todas luces incompleto nos ilustre algunos puntos clave, entre otras cosas porque no hemos aclarado lo que entendemos por desarrollo, limitándonos hasta el momento al problema de si las alzas y caídas cíclicas se saldan o no con crecimiento a largo plazo y no es porque identifiquemos desarrollo con crecimiento sin más, sino porque el crecimiento es una condición 40 Ahora, si bien coincidimos con la definición de Huerta de Soto de socialismo en economía como “toda interferencia sobre el libre ejercicio de la empresarialidad” es un sentido amplio que complementa la definición tradicional de socialismo en economía, que es la del control -directo e indirecto- de los medios de producción por el Estado en tal forma que implique la planificación central de la economía, desde esta última definición de economía socialista encontramos que haciéndose imposible en tal sistema la función empresarial, y descontando el pago al factor trabajo en cualesquiera formas, todo el ingreso de Estado en una economía socialista, fiscal o no, puede y debe considerarse renta en el sentido que antes expusimos, mientras que en una economía mixta socialista-mercantilista con prevalencia del socialismo, es razonable aunque no completamente estricto, aplicar el mismo criterio en los sectores en que el control del Estado es directo, pues es irrelevante diferenciar impuestos de regalía y dividendos cuando el Estado es el propietario del recurso y de la empresa que monopólicamente lo explota, además de parte en el negocio de cualesquiera inversiones foráneas que por excepción admita como concesiones temporales cuando no contase con el capital propio necesario para desarrollar determinas explotaciones. [68] sine qua non del desarrollo, entendiendo por tal el incremento de las posibilidades materiales y morales de perseguir los fines individuales preferidos por cada cual de acuerdo a su escala subjetiva de valores sin interferir arbitrariamente en las de otros. Socialismo Capitalismo Mercantilismo La propiedad se limita según el plan, el control de indirecto de todos los medios de producción se reserva al Estado al igual que la propiedad de aquellos recursos, actividades y medios de producción considerados estratégicos. El ingreso patrimonial del Estado será proporcional a su control directo sobre las áreas estratégicas. La propiedad privada y plural es un derecho universal, el control de los medios de producción corresponde a sus propietarios. El ingreso patrimonial del Estado debe ser inexistente o poco significativo limitándose al ejercicio del dominio sobre recursos explotables que carecen de dueño. La propiedad privada y plural es un privilegio restringido y revocable. El control de los medios de producción corresponde a sus propietarios únicamente cuando no entran en contradicción con las regulaciones. El Estado se reserva los recursos y actividades considerados estratégicos y los explota mediante concesiones que otorga como privilegios especiales protegidos. El ingreso patrimonial del Estado puede ser similar o mayor que se su ingreso fiscal. El objetivo del Estado es satisfacer necesidades. El objetivo del Estado es proteger derechos. El objetivo del Estado es proteger intereses No existe un sistema de precios que transmita señales coordinantes. Los seudo-precios son fijados burocráticamente y no transmiten información alguna. Existe un sistema de precios libres que transmite señales coordinantes, Los precios son agregadores y sintetizadores de información eficientes de planificación descentralizada para los agentes. El sistema de precios es interferido por medios burocráticos para sostener privilegios y comprar apoyo político disperso y/o concentrado. Los precios interferidos transmiten información distorsionada. Antes de continuar es necesario aclarar que es precisamente al mínimo grado posible de interferencia arbitraria, que es la definición de Hayek de libertad, a lo que identificamos con el desarrollo en un sentido cualitativo, lo que es opuesto [69] a otros sentidos cualitativos de desarrollo ampliamente conocidos41, así como que nuestra definición identifica necesariamente la calidad del desarrollo con el 41 Por ser tan ampliamente conocidas no citaremos las diferentes y contrapuestas posiciones de expertos sobre el tema del desarrollo, y nos limitaremos a esbozar nuestra posición en dos de sus aspectos, de una parte consideramos desarrollo económico al exponencial crecimiento de producto, población y nivel de vida ocurrido desde finales del siglo XVIII en las naciones capitalistas desarrolladas de Europa occidental y Norteamérica inicialmente, un proceso espontaneo e inesperado en las sociedades en que efectivamente ocurrió, consideramos desarrollo primario todo proceso espontaneo similar a aquéllos ocurrido posteriormente en otras latitudes y fechas posteriores, mientras que denominamos desarrollo secundario a los procesos posteriores que de una u otra forma pretenden, con o sin éxito, emular aquellos identificando sus causas –aclaremos que en la mayoría de los casos el no identificarlas correctamente sería la causa primaria del fracaso del intento de emulación– e introduciéndolas como elementos causales en otras sociedades por la acción política y/o cultural consciente. No obstante, si el crecimiento se puede medir con cierto grado certeza, la calidad de vida no puede ser entendida simplemente como participación en dicho crecimiento, sino en función del que las incrementadas posibilidades materiales existentes en las sociedades desarrolladas sirvan de marco al que los individuos tengan mayor esperanza de alcanzar aquellos objetivos que subjetivamente más valoren, y siendo subjetivos no es la igualdad sino la libertad –entendida como la reducción a su mínima expresión del grado de coerción legitima que se ejerce sobre los individuos en el orden social– en sociedades individualistas y tolerantes la que puede garantizar que el crecimiento se traduzca en la tendencia al incremento de las posibilidades de desarrollo de cada cual según cada uno libremente, y no la voluntad arbitraria de terceros, lo entienda. Lo que simplemente significa que la sociedad más desarrollada será necesariamente la más libre, en dos sentidos, de una parte porque la mayor libertad económica es el marco institucional sine qua non del crecimiento y de la otra porque sin la más amplia libertad, política, civil y cultural acompañando a la económica como un todo, en el sentido antes indicado, el “desarrollo” sería para algunos, muchos o pocos, mayoría o minoría, la imposición de las escalas de valores de terceros sobre los propios. [70] sistema económico capitalista, el orden político republicano del poder limitado y los valores socioculturales del individualismo liberal. 2.2 Capital, instituciones y desarrollo secundario Y a partir de aquí deberían resultarnos evidentes las principales implicaciones de la teoría del capital de la escuela austríaca en el tema del desarrollo secundario, después de todo, si la teoría del capital en la que se sustenta un diagnóstico no fuera valida, las posibilidades de que obtuvieran resultados políticas de desarrollo en aquélla sustentadas, sería por paradoja directamente proporcional a lo erradas que fueran como aplicaciones de la teoría, y ya que planteamos desde la teoría austríaca el problema de la transición del socialismo al capitalismo como acción política consciente que pretende crear las condiciones institucionales para que emerja un proceso de desarrollo secundario tendríamos que preguntarnos si contamos con una completa teoría específicamente austríaca del desarrollo, y la respuesta pareciera ser que de existir estaría implícita en el arsenal teórico de la escuela, porque explicita al tema en el sentido de otras difícilmente pudiera presentarse gran cosa al respecto. No es porque del tema del desarrollo no se ocuparan los economistas de la escuela austríaca, sino porque se han aproximado al mismo como un problema correlativo a otros, y como resultado de aquello, lo que pudiéramos llamar una teoría austríaca del desarrollo secundario se encontraría principalmente dispersa en trabajos cuyo tema de referencia sería diferente, y aparte del problema numérico –en última instancia hay relativamente pocos economistas de la escuela austríaca– es de considerar que las investigaciones sobre el desarrollo, particularmente en el sentido que denominamos [71] secundario, han sido territorio casi exclusivo de partidarios de la “ingeniería social” en términos que pueden ir del intervencionismo a la planificación económica centralizada directa o indirecta. Un ejemplo como cualquier otro de lo anterior puede ser la siguiente definición: Una característica fundamental del desarrollo secundario es que el gobierno ejerce una posición de poder, la cual permite el juego de los factores de desarrollo hacia el logro de una reorganización social que no sólo permitirá sino que también acelerará el desarrollo. El desarrollo secundario, para bien o para mal, comprende la ingeniería social y, es de esperarse, la planificación metodizada. En el desarrollo primario, la ingeniería social y la planificación han seguido inmediatamente después del cambio tecnológico. Hasta que existan las invenciones nadie puede planear que hacer con ellas y sus consecuencias. En el desarrollo secundario, sin embargo, un país encuentra el mercado pleno de tecnología disponible y entonces se presenta la cuestión, primero de seleccionar aquélla que sea la más adecuada para la escena local y en segundo lugar la de reorganizar la sociedad de manera que los nuevos dispositivos pueden resultar operantes. Hay también una readaptación considerable de los dispositivos y esto requiere de una gran proporción de innovaciones locales. Pero hay el conocimiento de que ya de tiempo atrás los dispositivos han funcionado en todas partes y el problema capital es el de la adaptación. (Newbold 1971, p21) Aunque en todo el párrafo no es posible encontrar una idea que no debamos rechazar, la excepción sería lo obvio, como es el que las zonas subdesarrolladas no pudieran replicar artificialmente, ni exacta ni aceleradamente, idéntico proceso de evolución social del de las desarrolladas, por lo que todavía tiene sentido hablar de desarrollo secundario, aunque únicamente en términos de incentivos e instituciones capaces de actuar como catalizadores de procesos diferentes pero similares en esos aspectos claves a los desarrollos espontáneos primarios, algo muy diferente de lo que en la mayor parte del planeta han sido los intentos de alcanzar el desarrollo [72] mediante experimentos estatistas de ingeniería social que fracasaron en proporción directa a la inviable centralización de la planificación del desarrollo. Y a la ausencia o debilidad del marco institucional –propiedad privada, estado de derecho, moral civilizada, sistema de precios, etc.– hay que sumar que los esfuerzos conscientes por introducir tales elementos en marcos culturales diferentes de aquéllos en los que surgieron tropieza con las dificultades de integración en el mercado globalizado cuando aquella está condicionado por las distorsiones proteccionistas que tras su propia integración al mercado a escala global han erigido mediante su propia “ingeniería social […] inmediatamente después del cambio” sociedades que deben su desarrollo en gran parte al libre comercio. El mayor fracaso de la ingeniería social en su promesa de desarrollo secundario mediante la planificación central de la economía es el colapso del socialismo soviético, claramente predicho por la teoría de la inviabilidad del socialismo de Mises y Hayek, nos encontramos ahora mayormente ante versiones mixtas, intervencionistas, socialdemócratas y/o mercantilistas cuya inherente inviabilidad acumulativa es objeto de estudio para los economistas austriacos, y aunque hay casos de resurgimiento del socialismo radical, como el que estudiamos aquí en cierto sentido, cuya inviabilidad inherente acumulada es más clara, lo cierto es que a estas alturas es, cuando menos de igual importancia encontrar soluciones con posibilidades de resultar dinámicamente eficientes al problema del fracaso de esa ingeniería social, que la explicación de los motivos del fracasado de sus experimentos, no obstante que la terca insistencia ideológica en la repetición de los errores implique la urgencia de mantener y profundizar tales explicaciones; sigue resultando útil [73] señalar que la teoría económica de la escuela austríaca predecía tales fracasos como inevitables desde principios del siglo pasado, porque algo que tendrían que haber deducido de la experiencia empírica de tantos fracasos en la planificación del desarrollo quienes desconocían o negaban lo que respecto a tal tipo de planificación predecía la escuela de Viena, es que tratan con realidades sociales en extremo complejas que no pueden reducir no sólo a modelos económico-matemáticos sino siquiera a estudios económicos que suponen una racionalidad instrumental del agente sin considerar las implicaciones que sobre la determinación subjetiva de sus escalas de fines y selecciones de medios tienen una serie de factores culturales, jurídicos y políticos que determinan los arreglos institucionales que a su vez condicionan los incentivos económicos. Es de admitir que si bien muchos siguen paradigmáticamente encerrados en el error, no faltan quienes lo ponen en duda tras tomar consciencia del genocida costo humano de los peores fracasos en el diseño y aplicación de políticas de desarrollo que terminaron resultando experimentos criminales con millones de cobayas humanos. En materia de teoría del desarrollo las respuestas sistémicas marxistas, neokeynesianas y neoclásicas se saldan en innumerables fracasos tras muchas décadas de esfuerzos por parte de teóricos, políticos y burócratas empeñados en planificar el desarrollo. El caso Venezolano es un excelente ejemplo, en condiciones más que óptimas para desarrollarse aceleradamente y tras varias décadas de tal resultado, al creciente intervencionismo planificador del desarrollo se correspondió la desaceleración y empobrecimiento sostenido correspondiente. Es importante considerar que en las corrientes principales de la economía no se advirtió la inviabilidad del socialismo a largo plazo y consecuentemente el [74] colapso soviético resultó en esas líneas de pensamiento un evento inesperado y desconcertante a explicar, en tanto que para los economistas de la escuela austríaca que predecían la caída por la inviabilidad inherente establecida por Mises desde principios del siglo pasado, el desafío no era explicar lo que de sobra habían explicado previamente, sino partir de esa impecablemente predictiva explicación para estudiar los problemas y posibilidades de las economías post-socialistas, con lo que pese a que difícilmente pudiéramos presentar actualmente una teoría austríaca del desarrollo razonablemente consensuada, la polémica en torno a las teorías planteadas tempranamente por Mises y Hayek sobre la inviabilidad del socialismo resultan también la primera autentica discusión teórica sobre el desarrollo secundario, pero aunque el debate en cierto sentido se concentró en torno a la inviabilidad del socialismo como monopolio estatal de los medios de producción que planifica centralizadamente la producción y el consumo en ausencia de un sistema de precios, el tema era necesariamente más amplio y toca directamente lo que aquí tratamos en cuanto a que el teorema de imposibilidad que planteaban se extendía –particularmente en el caso de Hayek– a la abrumadora mayoría de las estrategias y políticas propuestas para alcanzar el desarrollo de mediados del siglo pasado a la actualidad. Las potencialidades de una teoría austríaca del desarrollo son muy prometedoras debido al soporte que la praxeología –cuya lógica axiomática deductiva en nuestra opinión se sostiene no sólo en la irreductibilidad lógica de los axiomas, sino también en una teoría científica empíricamente falsable de los fenómenos mentales (Hayek [1952] 2011) que confirma y condiciona en otro sentido importante los axiomas fundamentales y ciertas hipótesis auxiliares [75] claves, agregando potencialmente otra u otras– le brinda para enfrentar problemas sistémicos de tal amplitud y complejidad con modelos de referencia esquemáticos de arreglos institucionales razonablemente realistas cuyas interrelaciones sistémicas, particularidades y efectos razonablemente conocemos (Ver p.e.: Rodríguez 2010, pp.64-66) así como la ventaja de integrar coherentemente macro y la micro economía a través de la estructura inter-temporal del capital por etapas en el tiempo. Adicionalmente, la creciente y acertada preocupación por la importancia de las instituciones en el desarrollo, en el caso de la economía de la escuela austríaca se soporta en las investigaciones de Hayek (1990) y Leoni ([1961] 2010) sobre la espontanea evolución institucional de la moral, el derecho y el mercado así como del proceso de necesario ajuste normativo de los arreglos constitucionales a sus resultados imprevistos (Hayek [1973] 2006). 2.3 Venezuela: el fracaso del petroestado socialista Nuestro cuadro comparativo de sistemas económicos, aunque excesivamente simplificado es suficiente para mostrar porque afirmamos que lo que prevaleció en el modelo económico venezolano de la etapa petrolera fue el mercantilismo, desde el inicio de la explotación hasta mediados de la década de los ´70, mientras de ahí en adelante lo que prevalece en el modelo económico es el socialismo hasta la fecha. Ahora, el mercantilismo pasó por dos etapas, entre principios del siglo pasado y 1945 fue un sistema mixto con elementos de capitalismo (también será el período en que la especialización exportadora agrícola fue desplazada rápidamente por la petrolera) de 1945 a mediados de los ’70 la prevalencia mercantilista estuvo acompañada por nuevos elementos de socialismo, planificación central de la economía, reserva al Estado de [76] industrias estratégicas, inversión privada limitada a las áreas de actividad definidas por el plan, interferencia creciente en el sistema de precios, en aquél marco y algunos factores importantes a considerar son, de una parte los cambios que el mundo y el propio mercado petrolero experimentó42 en la misma década, pues tuvieron efectos notables sobre la economía Venezolana, posibilitando en cierto sentido el incremento del acelerado del grado de socialismo de nuestra economía durante esa década crítica al tiempo que ampliaban los efectos negativos al diferirlos en el tiempo: el primero fue externo 42 La principal de ellas es que se alcanzó en los EE.UU. el primer anunciado “pico de Hubbert” (apenas un par de años después de la fecha estimada por Hubbert) lo que fue un factor clave en el inicio de un período de tendencia al alza del precio, pero también de mayor volatilidad de los precios y por ende de picos y valles de precios altos y bajos inimaginables hasta entonces. Si bien el pico de Hubbert ha resultado en varios sentidos una medida elástica correspondiendo a cada precio y tecnología una curva y pico diferentes, y en ciertas condiciones notablemente elástica a relativamente corto plazo, lo más importante de ella sigue siendo la correcta identificación de las señales económicas que se disparan en la minería cuando los descubrimientos de nuevas reservas, técnica y económicamente explotables, crecen más lentamente que el consumo previsto: Aumentos de precios que tienden a transformar la producción sub-marginal en marginal, lo que a su vez modifica la curva empujando el pico al futuro; nuevas oportunidades empresariales puras en fuentes competidoras de energía, así como en la eficiencia de las tradicionales y volatilidad en los precios que tiende a profundizar los efectos de los ciclos económicos sobre la industria de los hidrocarburos, generando el riesgo de una pronunciada desinversión acumulada durante las recesiones cíclicas y/o caídas de precios por otros factores, lo que tiende a producir un círculo vicioso de volatilidad de precios que genera desinversión, la cual a su vez potencia la volatilidad creciente de precios que sin embargo, al situarse en bandas altas, justifican las inversiones en la producción antes sub-marginal y la tecnología para lógralo, así como la inversión tecnológica para mayor eficiencia de consumo y en tecnologías de sustitución. [77] con la escalada de precios del petróleo de la década de los ´70 y la novedad de su volatilidad (Ver gráfico 4) el segundo interno con el creciente grado de control indirecto del Estado sobre el resto de economía a partir de entonces, pues eso cerró progresivamente la única vía de escape al empobrecimiento socialista, que si bien se abrió y cerró de manera parcial alternativamente al ritmo de las grandes crisis financieras del Estado, se cerró particularmente en términos de coste de la legalidad y creciente informalidad por las que parte importante de la población sería excluida por las instituciones políticas y jurídicas de esa economía socialista-mercantilista del acceso real directo a los mecanismo de enriquecimiento de la economía capitalista (De Soto, 2004) y finalmente un factor externo insoslayable como fue el abandono definitivo por parte del gobierno federal de los EE.UU. del patrón oro en 1973 final del acuerdo de Bretton Woods pues eliminado el anclaje al oro de la divisa de reserva internacional, la expandida emisión fiduciaria (Ver gráfico 6)(43) 43 GRAFICO 6 [78] potencialmente ilimitada agravaría la magnitud y profundidad de los ciclos en el centro, con los efectos ya antes vistos sobre la periferia, y generaría un gran temor durante correcciones recesivas al que sin liquidador último de deuda (anclaje monetario a un bien real presente) la destrucción crediticia deflacionaria pudiera no encontrar límite alguno. Así que la adopción de cada vez más elementos claramente socialistas, pese a los altibajos fue la tendencia creciente hasta que llegamos al punto de ser el socialismo el sistema que prevalece, primero con un amplio espacio privado mercantilista asociado y protegido dentro de las áreas definidas por el plan (por lo que en muchos sentidos el sistema pudo ser entendido como intervencionista) nuevamente con altibajos entre 1976 y 1999, para entrar en la adopción por etapas de un nuevo modelo socialista radical de 1999 a la fecha, lo que obviamente implicó la reducción progresiva del espacio mercantilista privado, el incremento de los controles burocráticos sobre el mismo, y el cambio frecuente y poco previsible de las reglas, con lo que además de la acelerada desinversión privada se observará la aparición temporal de oportunidades de ganancias extraordinarias a corto plazo mediante la captura de renta al coincidir la construcción del nuevo modelo socialista radical con un período de alza sostenida de los precios del crudo. La desinversión privada, la insuficiencia de la inversión gubernamental, la creciente descoordinación del cada vez más interferido sistema de precios y la consecuente caída del nivel de vida a largo plazo serían explicables por la transición de una economía mixta mayormente mercantilista a una economía mixta mayormente socialista, pues a mayor grado de socialismo menor eficiencia económica. El alza del PIB per cápita durante la etapa de auge de [79] precios del crudo, se debió ante todo a la transferencia de renta por mecanismos populistas tradicionales y nuevos, que si bien han incidido en un incremento del nivel de vida de buena parte de la población, resultan insostenibles por estar asociados al periodo del alza del ciclo, lo que al superponerse al proceso de sustitución del modelo socialista moderado por el radical nos coloca ante un fenómeno de desindustrialización y dependencia creciente de importaciones en sectores no transables, conjuntamente con niveles crecientes de desabastecimiento, desinversión privada y creciente presencia gubernamental directa en la producción insuficiente de no transables, y en la importación de transables, lo que en medio de controles de precios se traduce en la necesidad de mecanismos de racionamiento para administrar la escasez, lo que acompañado de una política monetaria expansiva torna insostenible el efecto de recuperación del PIB per cápita, de hecho la figura más favorable posible (ver gráfico 7)(44) a las pretensiones del socialismo del siglo XXI de presentarse como un modelo productivo capaz reiniciar el 44 GRÁFICO 7 [80] crecimiento a largo plazo, sería la serie del PIB per cápita de 1960 a 2012 en dólares estables del 2000, el crecimiento previo a la desaceleración de los ’60 queda oculto, lo que junto con la moneda de referencia suaviza la tendencia a la caída de los ´70 en adelante, sin mencionar que las distorsiones cambiarias (controles de cambio diferenciales operando como racionamientos de divisas) del régimen económico en proceso distorsionan estadísticamente el consumo final estimado en dólares por referencia a un tipo de cambio irreal, pero es precisamente esa la que presentamos porque incluso ahí podemos adelantar el efecto sobre el PIB per cápita futuro de las devaluaciones del 2013 y 2014 (especialmente si se calculase su impacto real sobre el poder de compra interno) pero incluso antes de eso podemos observar en la aparentemente prometedora serie que pese a que en términos reales el ingreso petrolero manejado por el gobierno venezolano es mayor que el correspondiente al anterior pico de precios de la década de los ´70, para el 2012 no se llegó siquiera al nivel del PIB per cápita de aquel momento. Claro que el que se alcance o no aquél nivel no señala necesariamente que la tendencia cambiase o no, claro que de haber cambiado eso ocurriría como consecuencia, pero que ocurriera por causas coyunturales sería algo muy diferente. Tarde o temprano lo que preveía la teoría económica austríaca sobre una transición del socialismo moderado al radical se cumple, es suficiente con que se agote el periodo de alza del ciclo para que la desinversión privada y las malas inversiones gubernamentales bajo un esquema socialista resulten notablemente más des-coordinantes que bajo un sistema de mercado capitalista, en última instancia las consecuencias acumuladas dependen del grado de socialismo en cada economía, el ciclo tiene un origen única y [81] exclusivamente monetario y en todo el mundo el dinero se maneja por bancos centrales estatales o para-estatales que planifican centralmente la provisión de dinero al mercado, y a ese sector intervenido aplica el teorema de la imposibilidad del socialismo, si hay suficiente espacio para que las distorsiones de la inviable planificación central del dinero sean corregidas por un sistema de mercado interferido única y casi exclusivamente en ese vital sector, los ciclos se pueden saldar con crecimiento a largo plazo, de no ser así, únicamente mediante el uso intensivo e ineficiente de recursos se obtendrá cierto crecimiento que eventualmente se revelará mayormente como descoordinación y desperdicio crecientes que darán paso a la caída sostenida a largo plazo.. Por supuesto que sería deseable tener como punto de comparación una economía latinoamericana, especializada en la exportación minera y consecuentemente sujeta a la enfermedad holandesa, pero sobre la que podamos asumir como consenso de los expertos que el modelo mixto llegó a tener prevalencia de capitalismo y mucho menor contenido socialista y/o mercantilista que cualquiera otra de la región de manera creciente, aproximadamente en el mismo periodo que en Venezuela ocurre lo contrario. No hay otra economía petrolera con tales características en Latinoamérica45 pero si una economía tradicionalmente especializada en la exportación minera del cobre, como es el caso de Chile, con la que se cumplen razonablemente los demás criterios para la comparación. Sí la causa de fondo de la caída del PIB 45 Se pudiera considerar a México y Ecuador economías petroleras a los efectos de nuestro estudio, pero la economía mejicana se ha hecho menos dependiente de la exportación petrolera y más dependiente de la exportación manufacturera, en tanto en tanto que Ecuador carece de política monetaria por la formalización de la dolarización y sin embargo está, a la fecha, más lejos que Chile de una prevalencia capitalista. [82] per cápita a largo plazo en Venezuela es que la economía Venezolana es cada vez más socialista, una economía cada vez más capitalista (Ver gráfico 8)(46) como la de Chile47 debería tener la capacidad de saldar sus ciclos (sujetos por 46 GRÁFICO 8 47 Que Chile se ha aproximado más a un modelo capitalista desarrollado que cualquier otro país latinoamericano a lo largo del periodo que va de los años ´70 al presente es algo en lo que tenderán a concordar quienes apoyan y quienes se oponen a tal tendencia, pareciera una muestra de su solidez el que la misma se inicia durante la dictadura militar y se mantuviera tras el establecimiento de una nueva democracia representativa, pero es de dudar que sea sostenible por mucho tiempo, no por razones económicas sino políticas y en un sentido más profundo culturales, es fácil advertir que los valores sobre los que se sustentaría el modelo no son compartidos por la mayoría de la población, ven las consecuencias positivas pero de una parte llegan a dudar de su profundidad y extensión contra toda evidencia y de otra no las asocian realmente con las causas, lo que sumado a que el modelo se adopta durante la dictadura más por la necesidad de enfrentar la emergencia económica que por convicción y se mantiene durante la democracia contra las convicciones de la abrumadora mayoría de los políticos únicamente por la fragilidad inherente de la transición, era predecible una tendencia al creciente rechazo y progresivo abandono del modelo (ver: Káiser, 2009). Y de hecho, entre las primeras declaraciones del Senador Jorge Quintana como vocero de la nueva mayoría en [83] las alzas y caídas del precio de cobre a la enfermedad holandesa como mecanismo de transmisión y ampliación) con una tendencia al alza del PIB per cápita a largo plazo, entre otras cosas porque la eficiencia dinámica debería neutralizar hasta cierto punto la enfermedad holandesa en el mediano plazo como explicábamos atrás. Y eso es lo que sugiere la comparación. Los problemas de comparar estadísticas de economías socialistas y capitalistas pasan por lo poco confiables que han resultado las estadísticas oficiales en los países en que prevaleció el socialismo como sistema económico mediante el totalitarismo político, pues además de la grosera manipulación de estadísticas para la propaganda, tal estadística no refleja por sí misma la descoordinación entre la etapas de la estructura productiva que implica la sobreproducción en unas fases y la sub-producción en otras, como tal descoordinación es inherente a la planificación centralizada, que desde el primer momento se revela como pobre sustituto del mercado, lo cierto es que parte de lo que observamos como producto es en realidad desperdicio de recursos por descoordinación48, pero lo que al final resulta más notable es que Marzo de 2014 estuvo que "…no vamos a pasar una aplanadora, vamos a poner aquí una retroexcavadora, porque hay que destruir los cimientos anquilosados del modelo neoliberal.” 48 Es curioso que se suela considerar “contra intuitivo”, incluso por quienes lo entienden, que un orden espontaneo ajeno a la categoría de fin como el sistema de mercado sea superior en la asignación de recursos que un orden teleológico finalista como la economía planificada, cuando es suficiente retroceder desde una necesidad evidente de una población determinada, digamos unos diez millones de pares de zapatos, hasta los específicos pares que cada cual requeriría, incluso sin mediar en nada sus gustos y preferencias, sino exclusivamente por talla y ocupación, para descubrir la inconmensurable complejidad de todo lo que sería necesario coordinar a objeto de cumplir tal aparentemente simple objetivo de manera apenas eficaz. [84] incluso dando por valido un producto socialista que en realidad sería inferior, nos es posible observar claramente la superioridad del capitalismo como modelo de desarrollo en términos de PIB por habitante a largo plazo al comparar la evolución del PIB per cápita por cerca de medio siglo en tres economías mayormente capitalistas como Singapur, Corea del Sur y Hong Kong, con la misma en con economías mayormente socialistas como Venezuela, Cuba y la R.P. China (ver gráfico 9)(49) Debemos considerar el factor de sustitución tecnológica, para lo que es común citar al Jeque Yamani en cuanto a que “la Edad de Piedra terminó, no por falta de piedras, y la edad del petróleo terminará, no por falta de crudo" porque si de una parte es imposible predecir con certeza que tan cerca o lejos está el fin de la era del petróleo como fuente principal del energía –casi exclusiva en materia de transporte– sabemos que ocurrirá en uno u otro momento y de una u otra forma, simplemente porque podemos imaginar formas más eficientes de energía, y algo que ya hemos citado atrás y que debemos explicar ahora es el significado económico del pico de Hubbert. El pico se calcula en el punto en 49 GRAFICO 9 [85] que, con la tecnología, costos y demanda existente, las reservas explotables de un mineral igualan a lo ya explotado del mismo, esto naturalmente implica que los nuevos descubrimientos de reservas económicamente marginales resulten inferiores a la demanda futura estimada, siendo tales señales de escasez relativa las que hace subir el precio del mineral y tornándolo potencialmente volátil. Aunque un recurso no renovable ampliamente explotado por ser un bien económico alcanzaría eventualmente costos marginales de sustitución y/o de reciclaje menores que los de explotación primaria, lo cierto es que el punto de inflexión del pico de Hubbert se desplaza en la medida que hay variaciones en los precios y la tecnología, y eso significa que puede desplazarse mucho más de lo que es dable imaginar con la demanda y tecnología conocidas. Esas señales económicas que se agregan y sintetizan en precios son las que garantizan que en una economía de libre mercado los recursos físicos estén relativamente lejos del agotamiento antes de ser sustituidos por medio del descubrimiento de nuevas oportunidades de ganancia en cambios tecnológicos. De hecho es posible que la sustitución sea muy anterior a cualquier pico, un recurso natural no renovable –por la escala temporal de su formación– relativamente escaso y claramente útil como el carbón, que fue el combustible dominante del transporte y la industria en el siglo XIX, fue sustituido en dichas aplicaciones casi completamente mucho antes de cualquier pico, en la medida que convergieron nuevas tecnologías que hicieron más barato y eficiente al combustible líquido, lo que nos señala el pico de Hubbert son señales que dirigen más inversión hacia investigación y desarrollo para la sustitución mucho antes del agotamiento, no obstante, la oportunidad [86] empresarial de una tecnología nueva que sea más rentable que la que sustituye existe en potencia ya antes de aquello Quemar hidrocarburos es quemar hidrógeno, con carbono como desperdicio, con el cambio de los combustibles en el tiempo ha sido cada vez menor ese desperdicio, así que a largo plazo puede llegar a ser rentable recuperar carbono de hidrocarburos teniendo el hidrógeno como desperdicio. Finalmente, toda recuperación y aprovechamiento económico del desperdicio en un proceso económico es un desafío tecnológico y una oportunidad de ganancia empresarial. No deja de ser absurdo que los escapes de vehículos e industrias desperdicien el carbono que en otros procesos usamos para fabricar materiales útiles y valiosos. Ocurre, no por capricho, sino porque no hay todavía una forma económicamente rentable de recuperarlo. Cambios en el transporte y la energía se pueden especular en varias direcciones, pero lo más probable parece ser que lleguemos a emplear en algún momento fuentes de energía más diversificadas que en la actualidad, pero incluso si imaginamos una economía de transporte eléctrico con la energía solar como fuente dominante o una economía del transporte con el hidrógeno puro como combustible dominante, en la que obtener hidrogeno del agua tuviera un costo marginal competitivo frente a obtenerlo de hidrocarburos recuperando de manera rentable el carbono, es claro es que la eventual sustitución del petróleo, como principal fuente de combustible para la industria y el transporte, no significaría que se dejará de emplear el crudo para otra infinidad de usos. La sustitución tecnológica en el mercado de bienes de orden superior –a condición que existan precios en cuanto tales– será previa al agotamiento físico de insumos porque cuando un recurso se torna relativamente escaso y la [87] demanda permanece inalterada, se eleva su precio y con ello se generan tres tipos principales de oportunidades que ilustraremos con el ejemplo del combustible en el transporte: A corto plazo la sustitución de vehículos no suele ser una respuesta al incremento del precio del combustible, y a su vez la reducción del uso de los vehículos es limitada por el alto costo subjetivo marginal de sustitución, para el conductor promedio, tras los relativamente pocos desplazamientos que cada cual considera de menor valor subjetivo, inmediatamente hay muchas más cosas subjetivamente menos valiosas a las que renunciar antes que a los restantes desplazamientos más onerosos en un vehículo propio, con lo que tanto la demanda de combustible como de vehículos más eficientes son más bien inelásticas a corto plazo ante aumentos importantes del precio del combustible, pero a mayor plazo la elasticidad aumenta, sin duda se incrementa una demanda potencial de motores más eficientes, y como las existencias, en términos de remanente disponible para un tiempo estimado, dependen de la eficiencia relativa de los procesos en los cuales se utilizan, en el caso de vehículos la sustitución de los viejos motores por los nuevos más eficientes, equivale, ceteris paribus, al incremento virtual de las reservas no explotadas de combustible. La dinámica es clara, si la respuesta inicial a grandes incrementos del precio del combustible tiende a ser menor uso –en lo posible– de los vehículos, lo que en algún grado tiende a implicar menor demanda de combustible, la eventual sustitución por otros vehículos de más eficiencia a su vez impulsaría un mayor uso comparativo de los mismos, lo que a su vez implica mayor demanda de combustible, debido al alto costo y consecuente retraso relativo en la sustitución de vehículos de menos a más [88] eficientes en consumo de combustible en relación con variaciones importantes del precio del combustible a corto plazo, este mayor uso tendería, ceteris paribus, a incrementar la demanda por debajo del umbral del consumo total previo al cambio tecnológico. Todo lo que desplaza el pico hacia adelante en el tiempo pudiera incidir en bajar los precios del combustible a corto plazo, de ahí que una vez que se nos acerquemos por primera vez al pico lo más probable es que observemos una mayor volatilidad relativa de los precios del recurso. a. Generalmente el inversionista estima que de agregar nueva oferta la venderá a precios relativamente más altos cuando los incrementos de precios del bien le parecen causados por su escasez relativa que cuando son causados por el incremento independiente de la demanda ya que la elasticidad de la respuesta de corto plazo le parece previsiblemente menor en el primer caso que en el segundo. Un menor riesgo percibido en mayores inversiones para la explotación económica del recurso antes sub-marginal incrementa las existencias al sumarse a la oferta la nueva producción, lo que eventualmente puede bajar los precios y regresar a sub-marginal parte de las reservas explotables del bien. Y eso es con la tecnología existente, pero por otro lado hay un estímulo económico para la innovación tecnológica que haga posible el acceso al recurso sub-marginal potencial inaccesible con la tecnología existente. En ambos casos se desplaza el pico al futuro incrementando la oferta, lo que puede hacer bajar los precios relativos en cuyo caso se incrementaría la demanda, y aquélla empuja el precio al alza, con mayor volatilidad cualquier período de precios relativos bajos incrementa notablemente el riesgo percibido en la inversión de largo plazo para la [89] incorporación del producto sub-marginal, así como para la refinación, lo que tendería a traducirse en desinversión en la transformación y con ello agregaría el riesgo de eventuales cuellos de botella ante incrementos independientes de la demanda. b. En términos de oportunidad se incrementa la demanda potencial de un combustible menos costoso. Es decir, en tanto su precio se eleva, el costo relativo de su sustitución de un bien se reduce, o más, o menos que proporcionalmente. Y consecuentemente es mayor el estímulo empresarial hacia la búsqueda de la oportunidad en algún bien alternativo. Tal oportunidad, en nuestro ejemplo pudiera ser descubierta en un combustible sucedáneo para los mismos motores, o en nuevos motores que puedan lograr equivalentes resultados, a igual o menor costo, con un combustible diferente. Sin ver más cambios posibles en la oferta y demanda de transporte a diferentes plazos por el escenario considerado lo que ya podemos ver es que una vez alcanzado, y pese a su desplazamiento, las señales económicas que produce el pico impulsarían inversión en fuentes de energía diversificadas competitivas, mientras en el proceso de sustitución las oportunidades superen los riesgos. La demanda de bienes de orden superior se origina realmente en la de bienes de primer orden, con lo que la demanda de combustible y vehículos para el transporte depende de la demanda para trasladar, cosas o personas, de un lugar a otro, más rápida, cómoda y eficientemente. Demanda del qué, cuando, dónde y para qué, se trasladan bienes y personas están en constante cambio por la acción, e interacción, de las personas. Esta naturaleza de la demanda es [90] la clave del significado económico del pico de Hubbert en las materias primas no renovables, con lo que en nuestro caso el dato relevante es que desde los 70 aparecen esas señales en un mercado petrolero que a su vez está sujeto a los ciclos económicos de las grandes economías consumidoras. Es en ese sentido que hablamos de “era del petróleo” para referirnos al periodo durante el cual los combustibles derivados del crudo son casi exclusivos en el transporte y dominantes en la industria, esa es la circunstancia actual y aunque es incierta su duración futura lo que es mucho menos incierto es que eventualmente concluirá, y que concluirá mucho antes del agotamiento físico del recurso y sin que aquello signifique consecuentemente que el mismo no tenga otro valor económico cuando deje de ser la fuente de combustible dominante, pero lo más probable es que la demanda de petróleo como fuente no primaria de combustible y para otra infinidad de procesos será menor que la que tenía como combustible dominante y en ese sentido los precios relativos del recurso serían menores, y en casos como el venezolano, la apropiación de la renta petrolera por el Estado y su empleo en el financiamiento de un inviable socialismo implica que de llegar lo que en ese sentido pudiéramos llamar el fin de la era del petróleo, el colapso financiero del petroestado socialista venezolano por la reducción y amenaza de desaparición de esa renta petrolera de importantes proporciones dejaría en evidencia la inviabilidad del sistema para sustituirla, quedando como alternativas un empobrecimiento extremo generalizado o la transición al capitalismo, mientras que una previa transición al capitalismo cuya clave fuera la masiva apropiación privada de la renta permitiría invertir recursos petroleros en la inversión productiva post-petrolera [91] tanto en la propia industria como en el resto de los sectores de la manera más amplia y diversa. Así las cosas, nuestras conclusiones preliminares son que: El desarrollo auto sostenible a largo plazo es imposible tanto en una economía socialista debido a que la misma es intrínsecamente inviable como en una economía mercantilista –o intervencionista que sería el termino más común para el mercantilismo contemporáneo– debido a la insuficiente productividad que su peculiar sistema de incentivos genera, con lo que es posible única y exclusivamente en una economía capitalista o de libre mercado, como se le prefiera denominar. La enfermedad holandesa en economías periféricas importadoras de reserva es una variante especifica de mecanismos de transmisión del ciclo de centro a periferia que puede explicar perfectamente la teoría austríaca del ciclo económico, pero no hay razón para que dicho fenómeno no se salde a largo plazo con crecimiento, como en efecto se saldan generalmente las recesiones cíclicas originadas en la interferencia política sobre el dinero cuando el sistema no presenta otras intervenciones que impidan o dificulten restablecer la eficiencia dinámica de la asignación de recursos en la estructura inter-temporal del capital. La renta petrolera únicamente es un problema cuando es apropiada por el Estado estableciendo incentivos políticos al fortalecimiento del mercantilismo que pueden derivar hacia el establecimiento de alguna variante del socialismo, con lo que no hay esquema de administración gubernamental de la misma que pudiera romper el de incentivos políticos destructivos, adicionalmente, la administración de fondos de [92] estabilización macroeconómicos contra-cíclicos, aparte de las deficiencias teóricas en que se funda, queda sujeta a la imposibilidad de conocer con antelación la información necesaria para que las decisiones se ajustasen al modelo pretendido. Venezuela ha pasado por dos periodos de transición al socialismo, en el primero se estableció el socialismo moderado y el punto clave de la transición fue la Ley que reserva al Estado la industria y el comercio de los hidrocarburos y durante el segundo se revierte completamente la apertura económica que siguió al fracaso financiero del modelo socialista moderado y se inicia la transferencia a un modelo socialista radical, siendo el momento clave de dicha transición la suspensión del mercado cambiario en enero de 2003 y el restablecimiento del racionamiento de divisas en febrero del mismo año. Los periodos de transición hacia más socialismo en Venezuela coinciden con periodos de precios petroleros altos del crudo, incrementos en la renta petrolera y en su captura neta por el Estado, mayor capacidad de endeudamiento del gobierno y consecuentemente máxima capacidad de distribución populista de renta, los periodos de retroceso del socialismo coinciden con precios petroleros bajos que dejan en evidencia la improductiva combinación de incremento del socialismo, importaciones, consumo insostenible y burbujas de malas inversiones concentradas en sectores no transables. El desperdicio de la renta petrolera apropiada por el Estado en el financiamiento de un modelo económico improductivo y en última instancia inviable únicamente puede corregirse mediante una transición [93] del socialismo al capitalismo que eventualmente será inevitable ante la eventual pérdida de importancia económica del recurso como fuente principal de energía. 2.4 Transición al capitalismo en el sector petrolero De hecho, en condiciones institucionales que debemos describir aquí como de economía mercantilista-capitalista con cierta prevalencia mercantilista, la renta petrolera apropiada por el Estado no fue impedimento suficiente para evitar un crecimiento económico que desde la segunda década del siglo XX llevo a Venezuela, cuando menos, a la frontera del desarrollo50, entre mediados del mismo y la década de los ’70, tampoco lo fue el que los ciclos económicos sufridos tuvieran la variante de enfermedad holandesa, y ya atrás hemos aclarado porque no compartimos, ni la tesis del agotamiento de un capitalismo rentístico a ser sustituido por una economía no rentista y potencialmente no 50 Ya hemos citado que en PIB per cápita comparable para 1950 teníamos 9.750 dólares de EE.UU. frente a 7.424 dólares de Venezuela, eso la ubicaba por encima de la mayoría de países desarrollados del mundo de entonces y segunda las Américas, de hecho el consumo y muchos aspectos de la producción local correspondían a los de una nación desarrollada en ese período, se pudiera mencionar como contrario el que no se desarrollase un sector tecnológico local comparable al de otras economías de esa época dependiendo en ese sentido de importaciones, pero realmente no sería la causa del subdesarrollo sino un síntoma de que lo que se avecinaba, por tratarse de una consecuencia de las políticas de sustitución de importaciones y planificación del desarrollo que ya se iniciaban en la Venezuela de entonces, desacelerando el desarrollo alcanzado hasta lograr revertirlo, pero al período citado habría sido razonable calificar a Venezuela de economía desarrollada, y nos resistimos a hacerlo únicamente por lo efímero que aquello finalmente resultó ante una hegemonía cultural y política proclive al mercantilismo y socialismo. [94] capitalista, ni la del modelo keynesiano de impacto agregado simple de la renta petrolera distorsionado por la volatilidad del precio del crudo a ser corregido por la planificación centralizada del activismo macroeconómico, con lo que la explicación restante es que la apropiación de la renta por el Estado generó una estructura de incentivos que impulso la transición al socialismo con lo que se hace inevitable descoordinación el empobrecimiento inherente al mismo, a largo plazo únicamente por la revertida creciente parcial y temporalmente por medios populistas clientelares apenas sostenibles durante los periodos de precios altos, que a su vez han coincidido con los de establecimiento y radicalización del socialismo, y si bien hay factores culturales que no estamos considerando por exceder los límites de un trabajo de esta naturaleza, lo cierto es que la combinación de una estructura de incentivos favorable a intereses económicos y políticos concentrados contrarios a intereses dispersos y la prevalencia cultural del socialismo51 es el elemento que ha impedido que su fracaso económico recurrente impulse una transición al capitalismo en lugar de ajustes coyunturales reversibles. Como adelantamos una serie de conclusiones preliminares en el parágrafo previo que no repetiremos aquí, lo que resta es identificar los factores claves de un cambio radical de modelo que haga posible el crecimiento y desarrollo en 51 Que a su vez se ha visto reforzada por la diferencia temporal entre el incremento de la prevalencia socialista y los efectos negativo consecuentes, visto que aquello ocurrió en medio de periodos expansivos del ciclo con una burbuja de inversiones insostenibles, en nuestro caso acompañada del máximo nivel de populismo clientelar producto del incremento exponencial del ingreso gubernamental por el aumento de la magnitud y captura neta de renta petrolera que permite la asociación de socialismo y prosperidad artificial, cuya inevitable desaparición se asociará a ajustes económicos ideológicamente calificados de capitalistas o neoliberales. [95] los términos que hemos identificado antes, eso en un país como Venezuela, pasa por la transición del socialismo al capitalismo, y en tanto sea una economía petrolera aquello pasa a su vez por la apropiación privada, no sólo de la industria pues limitado a eso sería inevitablemente un regreso al mercantilismo, sino del recurso y la industria que lo explota tan amplias que sean de una parte potencialmente irreversibles y de la otra catalizador del resto de los cambios indispensables para tal transición, y si al momento estamos muy lejos del consenso cultural y la voluntad política confluentes necesarias para algo así, la batalla de las ideas es el campo del que pudiera llegar a surgir aquél consenso cultural nuevo, si y sólo si se discute seriamente, y en tal sentido se orienta este modesto aporte. Debíamos regresar sobre el que en una posible transición al capitalismo se tenían que crear las condiciones institucionales favorables a la eficiencia dinámica, por las que la desindustrialización por enfermedad holandesa en el corto pazo sería seguida de una reindustrialización más competitiva en la producción de bienes y servicios transables de mayor agregado, y en cuanto sean las condiciones más favorables al reforzamiento de la empresarialidad en la apropiación privada del ingreso gubernamental que origina la enfermedad holandesa, la gran tentación a evitar sería la concentración de la renta. Los fondos de estabilización no funcionaran porque es finalmente imposible hacerse con la información de antemano, la volatilidad del precio que suele presentarse como argumento para su creación es en realidad el mejor argumento en su contra, los modelos matemáticos de predicción y manejo de riesgo pueden obtener premios nobel de economía, pero no pueden predecir y manejar el riesgo de eventos impredecibles que inevitablemente aparecerán en el mercado real (Ver: Taleb, [96] 2010) y el problema de fondo de los fondos de estabilización es el mismo. Los fondos intergeneracionales o de ahorro representan una mejor alternativa, especialmente si se enmarcan en el concepto de una dinámica de propiedad clara y una nueva relación de dependencia fiscal que genere diferentes incentivos en la relación política del forzado contribuyente y el fisco, en ese sentido Rodríguez y Rodríguez (2012, pp.121-147) aportan con su noción de un nuevo contrato fiscal un aspecto clave mejor desarrollado que en propuestas anteriores, pero si bien la apropiación privada universal de la renta sería la clave de ese nuevo compromiso fiscal, la concentración de los recursos en un fondo único implica un incremento del riesgo de re-apropiación política indirecta de esa renta, por lo que un sistema nacional de transferencia que implique el traslado de los recursos universalmente apropiados de la renta a administradoras privadas competitivas de fondos de seguridad social parece ser la única solución con esperanzas de evitar la reapropiación política por vías no-fiscales, para la apropiación privada más amplia y eficiente de la renta. La idea de interponer entre la renta en su origen y el Estado un fondo de ahorro con cuentas individuales de todos los ciudadanos que deje clara la acumulación individual de ahorro producto de la transferencia de renta, las condiciones de su empleo personal asociadas a un sistema universal privado de seguridad social, y sobre todo, el aporte fiscal petrolero individual descontado a cada persona antes de ser entregado al fisco es lo que consideramos clave de Rodríguez y Rodríguez (2012) para este punto en particular, por otra parte sus estimaciones sobre las potencialidades financieras del fondo son razonables para los escenarios correspondientes, pero en lo que discrepamos es en la concentración de la renta petrolera de los ciudadanos en [97] un único fondo, cuando es perfectamente posible establecer fondos competitivos que, dentro de un marco de legislación general al caso, compitan por la captación de la administración de las cuentas. La suma de los fondos en competencia cumpliría todos los objetivos del fondo monopólico, a nivel individual y agregado, pero la existencia de diferentes fondos con la garantía de poder los clientes transferir sus cuentas (y con ellas sus ahorros acumulados) de unos a otros fondos introduce otros incentivos valiosos en el sistema, de una parte la responsabilidad de los clientes y de otra la competencia por ofrecer el mejor manejo de las inversiones y los mejores servicios de seguridad social privada asociados, incluso la competencia por la simple reducción de los costes, inexistente en la administración de un monopolio estatal o para-estatal, agregaría eficiencia al sistema, pero sobre todo el riesgo de reapropiación política indirecta se reduce si ante la sospecha de aquello en algún fondo los clientes transfieren sus cuentas de unos a otros fondos. No detallaremos aquí el esquema general de transferencia, ahorro individual y servicios asociados de retiro, salud, educación y/o inversión que sería el marco de regulación positiva del sistema, al respecto hay importantes experiencias en el manejo de fondos de seguridad social competitivos por administradoras de fondos de pensión privadas en competencia (ver: Castañeda 1990 pp. 246-280) que se alimentan no de la transferencia de una renta patrimonial sino del ahorro obligatorio antes destinado a fondos monopólicos de seguridad social sin capitalización individual. Lo que si explicaremos brevemente es el aspecto generacional del sistema universal de transferencia de renta del subsuelo, que no es el ahorro intergeneracional sino la titularización del derecho ciudadano individual sobre los bienes declarados de La Nación, en términos compatibles con la ciudadanía [98] nacional. Hablamos de apropiación privada universal y no de privatización porque la propuesta es que a cada nacional, desde el momento de su presentación legal como tal, se le titularice el derecho a dicha renta como un usufructo vitalicio52 e intransferible, quedando bajo responsabilidad de los beneficiarios determinar a qué fondo competitivo se han de transferir y en responsabilidad de las administradoras de fondos la retención, información detallada al cliente y transferencia al fisco del impuesto petrolero individual. Obviamente la transferencia que se inicia con el nacimiento cesa con el fallecimiento, y el derecho de cada uno en cuanto título individual de participación ciudadana en la propiedad de la nación desaparece con la misma, ya que a cada nuevo nacional le corresponde su ingreso en el sistema de transferencia desde su nacimiento con completa independencia de que le correspondiera o no a sus progenitores, no hay nada en el sistema de transferencia a heredar como derecho nominal o real. Únicamente los saldos en cuenta, una vez que han sido acumulados, invertidos, y destinados a los fines establecidos para los beneficiarios del sistema de acuerdo con las 52 No podemos definirlo como propiedad privada ya que no asegura al tenedor del derecho el uso, disposición y abuso del bien, pero podemos entenderlo como la desestatización de una forma de propiedad plural que lo ha sido en un sentido puramente retórico, como es la propiedad de la nación, ya que el “todos” nacional indiferenciado ha servido de mecanismo para alienar al ciudadano de su propiedad nacional individualizada, asegurando así el uso y disposición –y únicamente en sentido formal, no el abuso– de la misma al gobernante, con lo que al idearse un mecanismo que asegura la titularización individual vitalicia de cada uno sin excluir a ninguno del todos futuro, la propiedad nacional sigue siéndolo sin necesidad de que sea a su vez del Estado, con lo que al ser desestatizada para a ser en algún grado propiedad plural real y no simplemente retórica. [99] disposiciones individuales de los clientes, serían propiedad privada plena sujeta a herencia como cualquier otra. Podemos esquematizar gráficamente las alternativas en cuatro ilustraciones: GRAFICO 10 1- La renta corresponde íntegra al Estado que la distribuye entre intereses dispersos (ciudadanos comunes) e intereses concentrados (grupos políticamente influyentes) de acuerdo al interés político de los gobernantes. Así los intereses concentrados prevalecen sobre los dispersos. 2- La renta corresponde en principio integra al Estado que debe asignar una parte de la misma mediante un fondo a beneficio, directo o indirecto, de intereses dispersos reteniendo aquella de la que pueden beneficiarse [100] intereses concentrados. Nuevamente los intereses concentrados prevalecen sobre los dispersos. 3- La renta se asigna integra a un fondo de beneficio directo a los intereses dispersos y el Estado participa de la misma únicamente mediante la tributación posterior de los mismos, los intereses concentrados únicamente pueden capturar renta que ha sido cobrada como impuesto a los ciudadanos, hasta ahí los intereses dispersos tienden a prevalecer sobre los concentrados, pero la concentración de la renta en un único fondo hace relativamente simple la captura populista de renta por el Estado directamente del fondo, sin que los beneficiarios (intereses dispersos) tengan alternativa al mismo. La posibilidad simple de corrupción populista, directa e indirecta, del sistema que nuevamente haría prevalecer a los intereses concentrados sobre los dispersos se señala con las flechas grises. 4- La renta va íntegramente al sistema de empresas administradoras de fondos patrimoniales y cada ciudadano decide a cuál de aquéllas se asignará su cuota-parte para que la administre dentro del esquema general ya descrito, similar en la capitalización individual, a grandes rasgos, al detallado por Castañeda (1990) y el Estado únicamente puede obtener renta mediante los impuestos aplicados directamente a los beneficiarios individuales de las transferencia primarias de renta, así los posibles intentos populistas de capturar renta de los fondos en competencia corrompiendo el sistema se dificultan y encarecen (aunque no se hagan imposibles) mucho cuando los beneficiarios pueden transferir sus cuentas de unos a otros, con lo que únicamente [101] sometiendo a todos al mismo expolio político al mismo tiempo pudiera lograrse, así el costo político de hacer prevalecer los intereses concentrados sobre los dispersos se incrementa al crearse intereses concentrados importantes que coinciden con los dispersos, y se ven obligados a representarlos para obtener provecho propio, y que son más difíciles de cooptar contra aquéllos debido a que deben competir entre ellos por atraerlos y mantenerlos como clientes. En cuanto a la industria, si el subsuelo es apropiado por el mecanismo antes descrito del título individual vitalicio intransferible, para una transición a la economía de mercado se tendría necesariamente que privatizar, simplemente es inconcebible que una economía petrolera en la que a un monopolio del Estado se le reserva por ley el negocio petrolero no se generen incentivos económicos y políticos que hagan insostenible el marco jurídico y moral de una economía de mercado, y como se ha de partir de la realidad del monopolio estatal y de la hipótesis de la creación del sistema de transferencia antes descrito, la forma en que es más probable que emerja el esquema de incentivos necesarios para la evolución del socialismo al capitalismo, en el sentido de una prevalencia capitalista inicialmente irreversible y con clara tendencia al incremento de tal prevalencia, es que la propiedad hubiera de transferirse a todos y cada uno de los ciudadanos, lo que a diferencia del sistema nacional de transferencia implica propiedad privada sin cortapisas que a poco de dicha privatización popular universal sería objeto de venta, primero por quienes requieran más el capital líquido que el dividendo y/o valor futuro de la acción, mientras que sería conservada por quienes no requieran tal capital liquido, o valoren más el flujo de renta futuro que de no realizarlo prevén, y en [102] tal sentido tenderían en la medida de su capacidad de inversión a demandar acciones de los primeros, con lo que se activaría a una escala nunca antes imaginada en Venezuela el mercado de valores, Cordeiro (1997) proponía una detallada privatización por etapas con participación minoritaria del Estado y preferente al pago de pasivos laborables, abierta desde la emisión primaria a la inversión foránea minoritaria, pero esencialmente orientada al traspaso de la propiedad a todos los nacionales sin cobrarles por ella, lo que ofrece un excelente ejemplo de detalle en el que no hemos entrando aquí, limitándonos a establecer que la propiedad de la acción de cada ciudadano es un momento para una generación de ciudadanos, que entre ventas, compras, herencias y demás desaparece al tiempo, el capital accionario de la industria muy posiblemente seguiría estando ampliamente distribuido si bien tendería a algún grado de concentración respecto al momento de la privatización universal primaria, pero aunque en cierto sentido los individuos de esa generación serían favorecidos por oportunidades respecto al capital de la industria de las que carecerían en otro sentido los de las siguientes generaciones53 los individuos 53 Hay dos cosas a considerar, de una parte los esfuerzos para proteger a las personas de sí mismas se derivan de la fatal arrogancia de creer que sería posible conocer lo que a todos los demás les conviene en toda circunstancia mejor que ellos mismos, si por ejemplo se pretendiera impedir la venta de acciones con el argumento de proteger a los más pobres de sus “previsibles” errores en venderlas, especialmente cuando se argumenta que se hace en beneficio de sus hijos, se estarían obviando que el capital liquido pudiera ser indispensable para una mejora impostergable de condiciones materiales cuya ausencia no se compensaría con el potencial valor mayor futuro de la acción ni con el flujo de renta adicional que pudiera proveer, lo que sería especialmente cierto en cuanto a esas nuevas generaciones que se internaría proteger, así como que el valor futuro de la acción no necesariamente será siempre [103] de las generaciones sucesivas, incluso si sus padres no les heredaran acciones petroleras, tendrían todos y cada uno su renta individual apropiada desde su nacimiento hasta su fallecimiento54 y de la segunda generación en adelante el tiempo de ahorro sería obviamente mayor que en la primera generación que se incorpora al sistema de transferencia a la edad que cada cual tenga al momento en que se inicia, con lo que las personas de más edad requerirían servicios de salud, educación y pensión sin cargo completo a su fondo de capitalización y en algún grado habrían de ser subsidiados por el aporte fiscal del resto. En tanto la renta subsista, alguien que ha nacido dentro del sistema se beneficiaría de una acumulación de ahorro a su favor invertida desde su nacimiento hasta que se llegó a su edad económicamente activa, con lo que tendría una ventaja financiera a largo plazo sobre cualquiera que mayor a cualquier plazo, puede ser menor en términos reales, especialmente comparado con el de los bienes que se adquieren con su venta. 54 La razón para admitir el ahorro obligatorio en un sistema de capitalización individual en el que los retiros intermedios se limitan (en tipo y monto) a gastos de salud y educación generando la obligatoriedad adicional de seleccionar un seguro o sistema de salud pre-pagada (con unos criterios mínimos comunes obligatorios el sistema pudiera admitir también aquí un grado importante de competencia del que en muchos sentidos sería modelo la legislación suiza sobre seguro personal obligatorio) asociado a la cuenta de capitalización, liberando realmente los fondos retirables al arbitrio del beneficiario con el beneficio de pensión, es evitar los incentivos antisociales que una renta básica universal de libre disposición ocasionaría en cuanto a liberar artificiosamente a las personas de la necesidad de emplear sus esfuerzos para producir en el mercado aquello que los demás prefieran y únicamente en esa medida obtener aquello que ellos prefieran, y no es protegerlos de su propia torpeza respecto a las consecuencias de no ahorrar para el futuro al menos una parte de esa renta, si bien en algunos casos lo último pudiera ser, hasta cierto punto, un resultado involuntario de la estructura de incentivos del sistema. [104] únicamente pudiera iniciar los aportes a un sistema de capitalización individual como el citado al comenzar a tener ingresos propios, lo que por supuesto no significa que se iguale por la fuerza a los más y los menos previsores, pues no se ha de evitar en ninguna circunstancia que las personas realicen la cantidad y magnitud que deseen, y puedan, de aportes adicionales voluntarios al fondo de su elección a fin de mejorar las prestaciones intermedias y finales que disfrutarían, especialmente si se considera que la renta con se iniciaría el sistema pudiera reducirse muy significativamente, y en el peor escenario incluso desaparecer, en algún momento futuro. En cuanto al capital de la industria lo que es clave aquí es que la participación universal de una generación de nacionales en la privatización es el punto de partida desde el que serían los accionistas quienes decidirían por su cuenta y riesgo las necesarias aperturas al capital adicional, local y/o foráneo. Nuestras conclusiones finales son que: La transición del socialismo al capitalismo es indispensable para alcanzar el desarrollo y en una economía en que lo contrario se financió gracias a la apropiación de la renta petrolera por el Estado, con lo que únicamente es posible que emerja un sistema capitalista de la apropiación privada universal de esa renta, pues en tanto la misma exista, si es del Estado el sistema económico será de prevalencia socialista, o en el mejor de los casos mercantilista con alta incidencia socialista, pero jamás capitalista. Como la apropiación de la renta por el Estado se justifica decretando al bien en el que se origina propiedad de la nación, la apropiación privada de la misma pasaría por un esquema universal de usufructo vitalicio que [105] mantenga la naturaleza jurídica del bien nacional superando su apropiación por el Estado, pero como la transición al capitalismo depende del cambio en la estructura de incentivos ha de generarse un sistema de transferencia que en todo lo previsible refuerce los incentivos positivos y negativos necesarios correspondientes a una economía de libre mercado. Siendo la estatización de una industria petrolera la clave para la transición del mercantilismo al socialismo, y habiendo sido previamente su desarrollo por concesiones un factor de reforzamiento y “modernización” de la tradición mercantilista, su privatización paralela a la apropiación de la renta sería indispensable para la transición al capitalismo, de la forma en que aquella se adelantase dependería que tal transición fuera realmente una evolución al capitalismo en lugar de una regresión al mercantilismo, es por ello que la transferencia directa y gratuita de la propiedad de la mayoría del capital accionario a la población mayor de edad es una condición sine qua non de la irreversibilidad de la prevalencia capitalista a corto y mediano plazo. Asumiendo un momento de confluencia de la voluntad política u el consenso cultural mínimo necesarios, la transición del socialismo al capitalismo es posible, pero se trata de un desafío complejo, el socialismo simplemente se decreta en la medida que se cuente con el poder de consecuente, imponerlo pero soportando el capitalismo el empobrecimiento no se decreta, material emerge espontáneamente del delicado equilibro dinámico de los sistemas interdependientes del más complejo orden espontaneo que conocemos, [106] por lo que lo único que podemos hacer es identificar en los mecanismos de desmontaje del socialismo el origen de los incentivos que sabemos indispensable para que emerja el capitalismo en cuanto tal, al tiempo que hacemos todo lo posible, primero para evitar y luego para corregir, resultados involuntarios de la transición que comprometan la prevalencia capitalista del sistema emergente. Una economía capitalista depende de un conjunto de instituciones jurídicas y morales que si no existen, o existen de manera incompleta, no pueden simplemente decretarse sino que han de surgir de cambios en los incentivos, todo depende de generar los incentivos adecuados en la transición para hacerla irreversible, y eso requiere de un previo consenso cultural. Por contrario, en ausencia del mínimo consenso cultural que permita el surgimiento de tales arreglos institucionales, cualquier intento de imponer por la fuerza un sistema económico resultara fácilmente reversible con independencia que hubiera mejorado claramente las condiciones de vida de todos, e incluso de que la alternativa produjera el empobrecimiento material y moral de la abrumadora mayoría. Sin olvidar que este trabajo se limita a identificar algunas claves que harían posible una transición del socialismo al capitalismo en una economía petrolera para iniciar el tipo de desarrollo que significaría prosperidad, libertad y diversidad en un grado desconocido en Venezuela, aunque no estén dadas las condiciones políticas y culturales para adelantarlo, el hecho indiscutible es que las condiciones del cambio social jamás estarán dadas si no han sido antes creadas por la investigación, divulgación y debate al que este tipo de trabajo [107] modestamente intenta contribuir, ya que asumiendo que lo propuesto se adelantara en las condiciones de consenso cultural y voluntad política confluentes mínimas para evitar las distorsiones socialistas-mercantilistas en tal transición clave, esos cambios en los incentivos servirían previsiblemente de catalizador para una diversificación descentralizada de la inversión indirecta de buena parte de la renta en todas aquellas actividades competitivas que un entorno institucional liberal permitiría descubrir a infinidad de personas que ejercerían libremente su empresarialidad en la identificación de nuevas oportunidades que ahora simplemente no podemos siquiera imaginar, y es en esas oportunidades no identificadas por la inexistencia del entorno institucional necesario que se encontraría la eficiencia dinámica reequilibradora, que saldaría los errores de malinversión cíclicos55 con una tendencia al alza y 55 Aunque hemos identificado atrás las distorsiones del circulante y la tasa de interés que se producen por la ampliación del crédito mediante el privilegio bancario de la reserva fraccionaria, observado un mecanismo de transferencia de los ciclos de centro a periferia y determinado características de la variante del mismo en economías petroleras de las características que nos interesan, no hemos propuesto nada al respecto luego de determinar que si el elemento socialista-mercantilista de una economía se limitare a eso, pese a ser nada menos que una distorsión en el valor del medio general de intercambio indirecto, en la medida que en todo lo demás tuviera prevalencia capitalista –incluyendo en tal prevalencia la ausencia de políticas seudo-contracíclicas de inspiración keynesiana– las crisis cíclicas se saldarían con recesiones cortas y crecimiento a largo plazo, en tanto que con la prevalencia mercantilista-socialista que también identificamos se saldarían siempre con una tendencia al empobrecimiento a largo plazo, por lo que en tales economías ha de solucionarse inicialmente lo segundo antes de estar en condiciones de solucionar lo primero. Adicionalmente el propósito del trabajo es estudiar la economía petrolera venezolana, el desarrollo y la libertad, con lo que entrar aquí a estudiar si una economía periférica es o no capaz de evitar por si sola unos ciclos que hemos visto se [108] corregiría la concentración en sectores no transables con la identificación de oportunidades en sectores transables de competitividad equivalente a la petrolera por la simple búsqueda de ganancias empresariales, porque si algo nos ha demostrado la escuela de Viena es que la fatal arrogancia de una planificación centralizada de fondos estatales de estabilización, en combinación con planes de desarrollo “indicativos” impuestos por burócratas que intentan decidir por todos sin contar con la información indispensable que sus propias acciones destruye, jamás obtendrá otro resultado que la destrucción material y moral, mientras que la planificación competitiva descentralizada de todos y cada uno actuando en sus propios campos de experticia con información privativa intransmisible, a su propia cuenta y riesgo, es la que descubre las oportunidades que en otras condiciones permanecería desconocidas, haciendo posible el crecimiento y el desarrollo en libertad. transfieren desde el centro excedería con mucho los límites del presente ensayo, podemos no obstante adelantar que sin un mínimo indispensable en la materia fiscal y monetaria, que son severas restricciones constitucionales al déficit fiscal, mecanismos realmente contra cíclicos en los compromisos interanuales de gasto público, y un anclaje monetario real que impida el financiamiento inflacionario del déficit fiscal, la transferencia del socialismo al capitalismo y la viabilidad del sistema de capitalización estarían siempre comprometidas, y ya que asumimos que una economía periférica seguiría sufriendo las ciclos transferidos desde el centro, entendemos que el equilibrio fiscal y la estabilidad monetaria son parte de las condiciones necesarias para que un sistema de mercado los saldara con crecimiento, que una economía abierta no se viera afectada por los ciclos de economías con las que comercia eliminado la reserva fraccionaria aisladamente es muy dudoso, que estaría en mejores condiciones para ajustarse a esos impactos externos no lo es en absoluto, como tampoco lo es el que el mínimo de condiciones necesarias para aquello empiezan con el equilibrio presupuestario y la estabilidad monetaria en una economía de prevalencia capitalista. [109] Bibliografía Baptista, A. (2006) Bases cuantitativas de la economía venezolana 1830-2002, Caracas, Fundación Polar. Benkhodja, M. T. (2011). "Monetary Policy and the Dutch Disease in a Small Open Oil Exporting Economy," Working Papers 1134, Groupe d'Analyse et de Théorie Economique (GATE), Centre national de la recherche scientifique (CNRS), Université Lyon 2, Ecole Normale Supérieure. Bruno M. & Sachs J. (1982) Energy and resource allocation: A dynamic model of the "dutch disease” NBER Working Paper 0852, Febrero. Böhm-Bawerk, E. (1986) Ley Básica de determinación del precio en: Huerta de Soto, J. (Comp.) Lecturas de Economía Política, Vol I, Madrid, Unión Editorial. Cachanosky. N., (2012). The Mises-Hayek business cycle theory, Fiat currencies and open economies, Suffolk University, Department of Economics, Working Paper, Marzo. Disponible en: http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2015456 Castañeda, T. (1990) Para combatir la pobreza: Política social y descentralización en Chile durante los ´80, Santiago de Chile, Centro de Estudios Públicos Corden, W.M. (1981) The Exchange Rate, Monetary Policy and North Sea Oil, Oxford Economic Papers, 23-46. Corden M. W. & Neary S. P. (1982) Booming sector and deindustrialization in a small open economy, Economic Journal, 92, December. Cordeiro, J. L. (1997) El gran tabú venezolano: la desestatización y democratización del petróleo, Caracas CEDICE De Corso, G. (2013). El crecimiento económico de Venezuela, desde la oligarquía conservadora hasta la revolución bolivariana: 1830-2012. Una visión cuantitativa. Revista de Historia Económica, 31, pp. 321-357 De Soto, H. (2004) El misterio del capital, Caracas, Editorial Planeta. Dorta, M., Sáez, F., y Zavarce, H. (2006) Tipo de cambio real, expectativas y ciclo económico en Venezuela, Banco Central de Venezuela, Colección Economía y Finanzas, Serie Documentos de Trabajo, Nº 72, septiembre. Fuster, J. (2006) El orden sensorial de F. Hayek adelantó en 50 a la neurociencia actual, Conferencia en la Universidad Francisco Marroquín, Guatemala, 16 de agosto del 2006. [110] García, A. G., Nell, E. J., y Mata, L. (2008): Asimetrías monetarias internacionales y Banca Central. Revista Investigación Económica, Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México, LXVII (265), 145-187. Gómez, E. (1991) Dilemas de una Economía Petrolera, Caracas, CEDICE Editorial Panapo. Leoni, B. ([1961] 2010) La libertad y la Ley, Madrid, Unión Editorial. Hayek, F. A. (1936). La teoría monetaria y el ciclo económico, Madrid, Espasa Calpe. Hayek, F. A. ([1939]1975) Price Expectations, Monetary Disturbances and Malinvestments, en F. A. Hayek, Profits, Interest, and Investment, Augustus M. Kelley, Clifton, NJ, pp. 135-156. Hayek, F. A. ([1952] 2011). El orden sensorial. Madrid, Unión Editorial. Hayek, F. A. (Hayek [1973] 2006). Derecho, Legislación y Libertad. Madrid: Unión Editorial. Hayek, F. A. Hayek, F.A. (1990). La fatal arrogancia, los errores del socialismo. Madrid, Unión Editorial. Huerta de Soto, J., (2009) Dinero, crédito bancario y ciclos económicos, Cuarta Edición, Madrid, Unión Editorial. Huerta de Soto, J., (2012) Crisis financiera, reforma bancaria y el futuro del capitalismo. Conferencia dictada el día 19 de abril de 2012 en la Fundación Rafael del Pino (Madrid, España). Disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=X1fR3ZhFDkQ Ismail, K (2010), “The Structural Manifestation of ‘the Dutch Disease’: The Case of Oil Exporting Countries”, IMF Working Paper 10/103 focuses on oil shocks. Kamas, L. (1986) Dutch Disease Economics and the Colombian Export Boom, World Development, vol. 14, September. Kaiser, A. (2009) La fatal ignorancia: la anorexia cultural de la derecha frente al avance ideológico progresista, Santiago, Instituto Democracia y Mercado Krugman, Paul, (2009) De vuelta a la economía de la Gran Depresión y la crisis del 2008, Bogotá, Grupo editorial Norma. Kirzner, I. (1995) Creatividad, capitalismo y justicia distributiva, Madrid, Unión Editorial. [111] Kirzner, I. ([1975]1998) Competencia y empresarialidad, Madrid, Unión Editorial. Lachmann, L. ([1943]1977). The Role of Expectations in the Social Sciences en W. Grinder (ed.), Capital, Expectations, and the Market Process, Kansas City, Andrews and McMeel, pp. 65-80. Lartey K. K., E., Mandelman, F. S. & Acosta, P. A., (2012) Remittances, Exchange Rate Regimes and the Dutch Disease: A Panel Data Analysis, Review of International Economics, Wiley Blackwell, vol. 20(2), pages 377-395. Margolin, J. (2010) Comunismos de Asia: Entre la reeducación y la matanza, China, Vietnam, Laos y Camboya, pp.631-643 en Courtois Stephane et al, El libro negro del comunismo, Barcelona, Ediciones B, 2010 [Traducción: Mauro Armiño, Le libre noir du communisme. Crimes, terreur, repression, Editions Robert Laffont, Paris, 1997] Magud, N & S Sosa (2010), When and Why Worry About Real Exchange Rate Appreciation? The Missing Link between Dutch Disease and Growth, IMF Working Paper 10/271, December. Meisel R., A. (2010) Enfermedad holandesa y exportaciones de banano en el Caribe colombiano, 1910- 1950, Cuadernos de Historia Económica y Empresarial 006905, Banco de la República de Colombia. Menger, K. ([1871]1997) Principios de economía Política, Madrid, Unión Editorial. Miao, Y. & Berg, A. (2010). "The Real Exchange Rate and Growth Revisited: The Washington Consensus Strikes Back?, IMF Working Papers 10/58, International Monetary Fund. Mises, Ludwig von ([1912]1997) La Teoría del Dinero y del Crédito, Madrid, Unión Editorial. [Trad. Juan Marcos de la Fuente: The Theory of Money and Credit, Yale University Press, 1953] NEWBOLD ADAMS, Richard. (1971) El poder y el desarrollo secundario en la América Latina, Editorial Roble. Rajan, R & Subramanian, A. (2005) What Undermines Aid’s Impact on Growth?, IMF Working Paper 05/126. Rallo, J.R., (2009) El retorno de la deprimente economía keynesiana. Reseña del libro de Paul Krugman El retorno de la economía de la depresión y la crisis actual, Procesos de Mercado, Revista europea de Economía Política, Volumen VI, Número 2, Otoño , Unión Editorial – Universidad Rey Juan Carlos [112] Rodrik, D. (2007) One Economics, Many Recipes. Globalization, Institutions and Economic Growth, Princeton University Press. Rodrik, D. (2008) The Real Exchange Rate and Economic Growth, Brookings Papers on Economic Activity, Economic Studies Program, The Brookings Institution, vol. 39:2 (Fall), pages 365-439. Rodríguez, P. L. y Rodríguez, L. R. (2012) El petróleo como instrumento de progreso, Caracas, Ediciones IESA Rodríguez, G (2006) Tierra, petróleo y seguridad social, Caracas, Centro de Economía Política Juan de Mariana. Roos, M. (2008) ¿Capitalismo salvaje o Estado depredador? Ensayo sobre el rol de la economía privada en Venezuela, Caracas, Editorial Alfa. Rothbard, M. N. (1990) La Teoría Austríaca del Dinero, Revista Libertas 13 (Octubre) Instituto Universitario ESEADE Rothbard, M. N. (1993) Man, Economy, and State: A Treatise on Economic Principles, Auburn, Alabama Ludwig von Mises Institute, Auburn University, 3a edition. Rothbard, M. N. (2000) Historia del Pensamiento Económico, Vol. II, Madrid, Unión Editorial. Solow, R. (1997) “Trevor W. Swan”, en T. Cate (ed.) An Encyclopedia of Keynesian Economics, Edward Elgar, pp.594-597. Taleb. N.N. (2010) The Black Swan: The Impact of the Highly Improbable, New York, Random House. THE ECONOMIST (1977), “The Dutch Disease”, 26 November, 82-83. Wicksell, Knut, ([1898]2000) La tasa de interés y el nivel de los precios, Madrid, Aosta. [113]