Anexo Eje 5 ATD CES

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ATD – CONSEJO DE EDUCACIÓN SECUNDARIA
EJE TEMÁTICO N°5: SISTEMA NACIONAL DE EDUCACIÓN
5.1- MARCO NORMATIVO
La ATD del CES se ha expedido claramente frente a la Ley 18.437, entendiendo que fue
“promulgada contra la opinión de las organizaciones sociales representativas de los sectores
involucrados en la educación, de las ATD y también, bueno es recordarlo, contra las resoluciones
del I Congreso Nacional de Educación Maestro Julio Castro”. Asimismo esta ATD sostiene que el
“I Congreso de Educación (...) abrió la oportunidad histórica de recuperar la autonomía perdida y
profundizarla mediante el cogobierno. La Ley 18.437, que pretendió inaugurar una nueva época en
la Educación Pública, al no respetar las resoluciones del Congreso desaprovechó esa oportunidad”
(XXX ATD Nacional, Trinidad, noviembre de 2011).
La ATD del CES se ha manifestado también acerca de la inconsistencia entre el texto y las
prácticas que le sucedieron, así como acerca de su inviabilidad.
“El principio rector de esta ley - «el interés superior del educando» - aparece definido y
presentado como su base de interpretación e integración [Artículo 120], «que consiste en el
reconocimiento y respeto de los derechos inherentes a su calidad de persona humana...». En
consonancia, el artículo primero postula a la educación como derecho humano fundamental.” Al
respecto, la ATD se pregunta: “¿Cómo se pueden aplicar estos principios si el recorte de la
autonomía deja librada a la educación a los vaivenes de los intereses político-partidarios,
poniendo de rehenes a los educandos que son, en definitiva, los destinatarios del tal derecho? La
ley comprende múltiples disposiciones programáticas, principios y medidas a tomar con el objetivo
de mejorar la calidad de la educación, según reza en el Artículo 1, por ejemplo; sin embargo, son
inaplicables por falta de reglamentación pertinente y constituyen, por lo tanto, letra muerta (...)”
“La inviabilidad de esta ley ha quedado demostrada desde el momento en que desde el
plano gubernamental se intenta modificarla reiteradamente; bástenos considerar el acuerdo
interpartidario (que ya caducó), la concesión del triple voto al presidente de CODICEN y las
manifestaciones de deseo de eliminarlo, lo que demuestra que esta ley está pagando el precio de su
nacimiento al amparo de los intereses de organismos internacionales que pretenden dirigir la
educación uruguaya, bajo el signo de la urgencia de su aprobación” (XXXI ATD Nacional,
Balneario Solís, agosto de 2012). Esta ATD ha entendido que toda “innovación [en educación]
debe ser democrática y [debe] priorizar el protagonismo y la gestión de sus agentes educativos. En
tal sentido levantamos la bandera de la autonomía cogobernada y rechazamos de principio la
planificación educativa diseñada por agentes externos al sistema” (XXIX ATD Nacional,
Balneario Solís, marzo 2011).
“Reclamar la participación docente en un congreso sobre la educación significa, desde la
etimología del término, «tomar parte» en los procesos de estructuración del sistema educativo y de
la ley que lo defina, enmarcado en una política educativa estatal que se apoye en los principios de
autonomía y cogobierno que se han reivindicado como pilares de nuestra filosofía educativa.
Rechazamos la sola idea de ser funcionales a un sistema que pretende avasallarnos” (XXXI ATD
Nacional, Balneario Solís, agosto de 2012).
Por lo anteriormente expuesto: “El II Congreso deberá sentar las bases de una nueva Ley de
Educación que sustituya la indefendible Ley actual e impulse la democratización real de nuestro
sistema educativo. No debe reeditarse tras este II Congreso la situación generada tras el primero:
la redacción a puertas cerradas de una Ley contraria a las resoluciones del Congreso y la
adopción de políticas educativas que también las contradicen. Siguiendo la tradición artiguista,
también en materia de educación pública deberíamos tener autoridades sensibles y respetuosas de
la voz y la presencia soberana de su pueblo” (XXX ATD Nacional, Trinidad, noviembre 2011).
5.5 - EVALUACIÓN EDUCATIVA
El artículo 113 de la Ley Nº 18437 crea el Instituto Nacional de Evaluación Educativa
como persona jurídica de derecho público no estatal. Analizando los artículos referidos a dicho
instituto, parece que los legisladores olvidaron que el sistema educativo tiene un proceso
permanente de evaluación del cuerpo docente que con la correcta aplicación de los instrumentos
actuales puede promover el trabajo docente.
La evaluación, lejos de ser una herramienta aplicable solamente al finalizar un proceso, es
un componente que debe estar presente en todos los tiempos del mismo. Evaluar es atribuir valor a
las cosas. El valorar, la jerarquización de los valores y su esclarecimiento forman parte del núcleo
irrenunciable de la actividad libre y consciente del ser humano. (XXVII Asamblea Nacional
Ordinaria; Solís, marzo de 2010).
Si consideramos la educación desde una perspectiva crítica el proyecto educativo tiene su
correlato en la dimensión evaluatoria. Ésta, con frecuencia, aparece impregnada de los mecanismos
del poder ya que el propio proceso educativo es un campo de conflicto en interacción dialéctica con
la sociedad. Por lo tanto, todo discurso sobre la evaluación manifiesta las redes de poder presentes
desde el aula al Liceo, del Liceo a la Institución y de ésta al proyecto político educativo.
En otras instancias nos hemos referido críticamente al marco teórico de filiación positivista,
que proponía la neutralidad y objetividad y entendía la evaluación como acumulación de datos
cuantitativos. Así se priorizan los resultados sobre los aprendizajes, reduciendo al alumno a un
número y a los docentes a un engranaje más en la aplicación de pautas de evaluación que no
diseñaron.
La creación del instituto de evaluación genera un cambio sustancial al transferir al Poder
Ejecutivo el control de la evaluación del conjunto del sistema educativo. De este modo quedan en
un segundo plano la autoevaluación y co-evaluación sustituidas por una hetero-evaluación que
recorta la autonomía, ya que los docentes son desconocidos como sujetos de la educación y
reducidos a agentes de la misma (Art.5).
Por su naturaleza concentra el poder en el Ejecutivo, por su marco jurídico (persona de
derecho público no estatal) deja la puerta abierta a la injerencia privada, flexibiliza los mecanismos
de control propios de la Administración Pública y reduce los recursos disponibles ante los actos
administrativos que lesionan los derechos de los funcionarios a su cargo.
La creación de este Instituto de carácter externo aleja de los docentes la posibilidad de
elaborar mecanismos de evaluación de su propia praxis educativa.
El organismo creado se arroga el derecho a decir lo que tiene que hacer el docente. Se puede
visualizar en perspectiva el control del Poder Ejecutivo no sólo en el nivel estructural, sino también
en la injerencia concreta sobre la práctica docente.
Lineamientos generales de una evaluación al servicio de nuestro proyecto educativo.
Los fundamentos epistemológicos de nuestra concepción sobre la evaluación deben ser un
elemento central. Es necesario establecer, al decir de Bachelard, una “vigilancia epistemológica”
que permita el esclarecimiento de los preconceptos que operan furtivamente en el sujeto que evalúa.
Es un objetivo primordial de nuestro proyecto educativo la formación de un sujeto crítico
capaz de: evaluarse a sí mismo, de evaluar la realidad con miras a su transformación y de evaluar el
propio proceso de evaluación.
Desde la dimensión ética, es necesario promover algunos principios rectores como los de
justicia, respeto, honestidad y coherencia.
Es imposible pensar que una evaluación pueda determinar de forma absoluta a un ser
humano. En este sentido, la defensa de la libertad del individuo en su autodeterminación es
prioritaria.
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