Megachanges primera parte

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“Megacambio. El mundo en el 2050”, Daniel Franklin y John Andrews,
(eds.), The Economist, 2012.
Primera Parte
La gente y las relaciones
1.- No es precisamente el destino, John Parker
La población mundial se va a incrementar, pero ¿el mundo está
preparado para las consecuencias? El incremento poblacional es más
rápido que nunca en la historia. En 2050 el mundo tendrá 9 billones de
personas, sobre los 7 billones registrados en octubre de 2011.
En algunas regiones, este crecimiento será impresionante (Nigeria tenía
57 millones de habitantes en 1979; en 2050 tendrá 389 millones); otras
poblaciones llegarán a su pico y empezarán su declive (Japón llegó a su
máximo en 2010; China llegará a su pico en 2025; India será el país más
poblado en 2050 y alcanzará su máximo cerca de 2060, cuando tenga
1.6 billones).
Asia continuará siendo el continente más poblado, con poco más de la
mitad de la población del planeta. Ello implicará un descenso respecto al
año 2000, cuando dos tercios de la humanidad vivían en esa región. De
un incremento de 2.3 billones en la población mundial entre 2010-2050,
cerca de la mitad tendrá lugar en África.
En 2050 la población mundial será considerablemente más vieja,
además de más numerosa. El segmento mayor de 65 años pasará de
8% del total en 2010, a 16% en 2050. En países ricos, gran parte de la
población tendrá una expectativa de vida de 100 años.
En 2010, la mitad de la población mundial vivía en ciudades; en 2050 el
70% habitará en zonas urbanas, con 30 megaciudades de 10 millones
de habitantes o más (en 1950 solamente había dos megaciudades:
Nueva York y Tokio). El mayor crecimiento tendrá lugar en ciudades de
10 millones o menos: cerca de 400 de esas ciudades encabezarán el
crecimiento de países en desarrollo.
En 1950 el mundo tenía dos grupos de países en términos de
expectativa de vida y tamaño de la familia: los ricos y los pobres. En
2050 también habrá países ricos y pobres, pero la expectativa de vida y
1
el número de integrantes de la familia serán los mismos. El mundo habrá
convergido en familias de dos niños y expectativas de vida cercanas a
70 años, casi como norma universal.
La población mundial creció de 3 a 7 billones en los cincuenta años
anteriores a 2010. En ese lapso, el número de guerras civiles creció y
luego cayó; y el número de muertos en batalla descendió de una
proporción anual de 20 por cada 100 mil personas en los años cuarenta,
a sólo 0.7 por cada 100 mil en el año 2000, lo cual es menos que la tasa
de homicidios en las ciudades más pacíficas.
El crecimiento poblacional marcará una gran diferencia en materia
alimentaria: el mundo necesitará 70% más de alimentos hacia el 2050.
Sin embargo, esta es una proporción mucho menor al incremento en la
producción de cereales en los últimos cuarenta años, el cual fue de
250%. Por ello, las necesidades alimentarias de la creciente población
serán, en teoría, un problema soluble.
Las limitaciones más difíciles radicarán en:
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
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La baja en el rendimiento agrícola desde 1990
La escasez de tierras agrícolas
Escasez crónica de agua y el abuso de fertilizantes
El cambio climático, que reducirá un tercio de la producción agrícola en
algunas regiones.
Lo anterior, significa que sí habrá un problema de alimentación en 2050,
aun si la población crece menos. Pero las soluciones existen:



Uso más eficiente del agua y otros insumos
Mejora genética de las semillas
Reducción del desperdicio
El descenso en la fertilidad será el cambio más importante entre los
cambios relativos antes mencionados. La tasa de fertilidad descenderá a
2.1 en el año 2050, la cual coincide con la “tasa de remplazamiento” de
la fertilidad, equivalente a una reproducción exacta de la población.
Será la primera vez en la historia de la humanidad con una tasa de
fertilidad global de 2.1, o menos: en 1970 la tasa era de 4.45 y la familia
típica tenía 4 o 5 hijos. En 2010 la tasa cayó a 2.45 y en algunos países
el descenso ha sido dramático: en Irán la tasa descendió de 7 en 1984,
a 1.9 en 2006. Mientras que en algunos países del norte de Europa en
donde la tasa de fertilidad ha estado por debajo del 2.1 desde hace
tiempo, ésta ya ha comenzado a crecer. (Esto puede duplicar la carga
2
para la generación posterior al “baby boom”: implica proveer a los
pensionados y, a la vez, más nietos por educar).
En contraste, los mayores descensos poblacionales tendrán lugar en
países como Brasil donde la tasa de fertilidad bajará a 1.7 en 2050.
Después de esta fecha, la tasa de crecimiento demográfico mundial
bajará hasta acercarse a cero: 0.5% por primera vez desde 1800.
El crecimiento poblacional tendrá un impacto ambivalente en el
crecimiento. En regiones como el este de Asia, entre 2010 y 2020 los
factores demográficos contribuirán en apenas un punto porcentual al PIB
anual. En EUA, la contribución anual será de apenas 0.5% del PIB (en
comparación con 1.3, anteriormente).
En términos globales, entre 2010-2050 el mundo se dividirá en tres
categorías. El primer grupo, serán los beneficiarios del continuo
mejoramiento demográfico: India, Medio Oriente, norte de África y África
sub-sahariana tendrán tasas de dependencia menores al promedio
global, lo cual equivale a una fuerza laboral amplia y barata. Sin
embargo, en África y Medio Oriente esto elevará la apuesta: más
jóvenes producirán mayor crecimiento, pero si no encuentran empleo,
más inestabilidad. Esto abre la posibilidad de que el Medio Oriente de
origen musulmán tenga un boom demográfico en las décadas anteriores
a 2050, con la salvedad de que se trata de una población de alto nivel
educativo.
En las próximas décadas los patrones demográficos serán más
favorables para la India en términos de crecimiento en comparación con
China, en donde la tasa de dependencia crecerá a 26 puntos, mientras
en India descenderá a 7, lo cual significa que el periodo de bajos
salarios en el sector manufacturero y de servicios será más largo en la
India. Sin embargo, éste país muestra algunas restricciones: el
analfabetismo de los adultos (será la primera sociedad con igual número
de
graduados
universitarios
y
analfabetas);
un
número
desproporcionado de jóvenes de género masculino (por la preferencia
familiar tradicional); y tendencias demográficas de contraste entre el
norte y el sur (más rico, empresarial y con una tasa de fertilidad más
baja).
El segundo grupo, estará constituido por países (EUA, América Latina)
con un modesto deterioro en sus tasas de dependencia (20 puntos o
menos) y un crecimiento en la edad mediana de entre 40 y 48 años.
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Los grandes perdedores serán Europa, China y Japón. Éste país tendrá
igual número de dependientes y de adultos en edad de trabajar, en 2050
(algo inédito), y será la sociedad más vieja con una edad mediana de
52.3 (también inédito). No está claro cómo es que estos países podrán
soportar el peso del envejecimiento poblacional. Incluso un incremento
sostenido en la fertilidad fracasará para revertir estas tendencias, al
menos durante dos décadas. Un incremento masivo en los flujos
migratorios ayudaría a tener jóvenes trabajadores que atiendan a los
pensionistas y eleven la fertilidad, pero ello implicaría enormes cambios
en las actitudes sociales, los cuales podrían ser facilitados por el alto
nivel de ingreso de estos países.
El caso de China es más complejo debido a que la reducción artificial en
la fertilidad, provocada por la política de un hijo por familia, ha dado
lugar al envejecimiento a una tasa sin precedente. China será “más
vieja” que EUA en el 2020 y más que Europa en el 2040, y significará el
fin del periodo de mano de obra barata en el sector manufacturero.
China estará “más vieja” antes de que se hagan ricos.
También tiene un problema masivo de desequilibrio sexual por la política
de un hijo por familia y la preferencia tradicional por los hijos de género
masculino y los abortos selectivos. En 2025 habrá 97 millones de
hombres en los veintes (edad de casarse) pero solamente 80 millones
de mujeres jóvenes. China podrá empezar a importar un gran número de
mujeres (tal como algunos países asiáticos de alto ingreso ya lo están
haciendo), lo cual tendrá un tremendo efecto disruptivo en las familias
de otros países, pero incluso así no podrá cerrarse la brecha ocasionada
por generaciones de génerocidio. La demografía podría ser el mayor
problema para el Partido Comunista en los próximos cuarenta años.
Como puede observarse, detrás de la creciente estabilidad demográfica
y el regreso a tasas de crecimiento cero de los siglos XVII y XVIII hay
grandes tensiones y las tradiciones de vida familiar y el equilibrio entre
generaciones está cambiando.
4. Amigos, ciertamente, Martin Giles
Estamos en los primeros días de una revolución social en el
ciberespacio. Facebook se ha convertido en la primera red social en
línea con un billón de miembros, la cual ha demostrado que la noción de
amistad en el mundo físico se puede transferir con éxito al mundo
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virtual, y éste y otros medios sociales pueden reforzar los vínculos entre
personas en la red y fuera de ella, permitiendo que amistades en línea
posteriormente se encuentran cara a cara.
En julio de 2011 había más de 166 millones de blogs; y en julio del
mismo año se reveló que los usuarios estaban produciendo cerca de
200 millones de “tweets” por día (en comparación con 2 millones en
enero de 2009).
Estos cambios están dando lugar a diversas tendencias:
a. la creciente influencia de los amigos en las decisiones, quienes se
han convertido en filtros sociales de los contenidos disponibles en
la red.
b. La simplificación de la comunicación masiva y la información
compartida permite a la gente organizarse más rápido que nunca
alrededor de causas o temas que aprecian, o para publicitar
ampliamente sus agravios como sucedió con twitter y facebook en
el Norte de África y el Medio Oriente en 2011.
c. La política también se está redefiniendo en los países ricos: en las
elecciones intermedias de 2010, más de 20% de los adultos en
EUA usaron twitter o una red social como facebook para
informarse sobre las campañas políticas.
d. El uso de blogs y redes sociales con propósitos políticos está
influido menos por el estatus socioeconómico y la educación de las
personas, que otras formas de actividad política. Esto plantea
profundos cambios en cómo la gente participa en la política e
implica que, en las próximas décadas, los medios sociales
modificarán en forma significativa los patrones de participación
política, como ya es el caso de la filantropía (una sitio electrónico
(Causes) ayuda a la gente a crear plataformas para promover y
financiar ciertas actividades filantrópicas).
e. Muchas compañías están estableciendo blogs internos, wikis y
otras herramientas para elevar la colaboración interna y agilizar la
circulación de nuevas ideas.
f. En el ámbito de los juegos virtuales, muchos de ellos tendrán
capacidades sociales y permitirán interactuar fácilmente con los
amigos.
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g. Los gobiernos responderán a estos desarrollos con “cartas de
derechos digitales” que definan con claridad quién es el propietario
de los datos del consumidor y en qué circunstancias pueden ser
utilizados por terceras partes.
En 2050 viviremos en una especie de estado socializado, en el cual
nuestros amigos en la red estarán disponibles donde quiera que nos
encontremos; nociones como la inteligencia colectiva serán un lugar
común y la conectividad social será ubicua.
Un signo de la creciente ubicuidad es la conectividad a través de toda
clase de aparatos. En 2012, Toyota estará lanzando un mecanismo que
permite a los conductores compartir información en tiempo real con otros
autos de la misma marca. En 2050 todos los autos tendrán dispositivos
de voz para conectar a los conductores con su red de amigos, y este
mecanismo estará presente en estufas y cajas de pago en las tiendas,
por ejemplo.
Sin embargo, es posible que en 2050 el panorama de los medios
sociales luzca diferente y la gente abandone los medios comerciales
(facebook/google) para trasladar su identidad digital a servidores que
garanticen el uso privado de la información de los clientes.
Otros han predicho que los avances tecnológicos permitirán el manejo
más extenso de las relaciones sociales. Actualmente, un usuario común
de facebook maneja entre 130 y 150 contactos, que es la cifra que un
antropólogo considera como el número de relaciones estables que un
ser humano puede mantener. Se estima que en algunas décadas esta
cifra puede elevarse a 500 contactos
Segunda Parte.
El paraíso y la Tierra.
6.- Lo creas o no lo creas, Anthony Gottlieb
Un ejercicio de extrapolación de las tendencias demográficas mundiales
en materia religiosa, muestra que el cristianismo mantendrá su liderazgo
como el credo más popular. Sin embargo, el Islam ha crecido en forma
considerable, de 12.3% de la población en 1900, a 21.1% un siglo
después. Los musulmanes han aumentado enormemente su segmento
entre los creyentes en el mundo porque tienen más hijos que los
cristianos.
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La otra tendencia es que un amplio número de personas ha dejado de
creer en Dios. Los no creyentes serían la cuarta categoría religiosa: en
el siglo XX se multiplicaron de 0.2% de la población mundial a 13% al
cierre del siglo pasado. Esta tasa de crecimiento rebasa, por mucho, el
crecimiento de cualquier otra religión.
Sería lógico que mucha gente que creció con un secularismo ateo
impuesto sobre ellos, adopte una religión cuando se les permita. Ello
explica el crecimiento de las creencias religiosas en los países ex
comunistas, como también es posible esperar que un cambio de
régimen en China de lugar al redescubrimiento de la religión,
considerando que dos tercios de los no creyentes viven actualmente en
China. Sin embargo, muchos de los lugares con los más altos índices de
no creyentes son países como Francia, Japón y la región escandinava,
donde alrededor de la mitad de la población dice no creer en Dios.
Una tendencia global adicional, aunque de menor dinamismo, es el
asentamiento del cristianismo en el hemisferio sur: disminuye en Europa
occidental y Norteamérica, pero crece en partes de Asia, África subsahariana y América Latina.
Asimismo, es de advertir la globalización de la religión, en el sentido de
que las creencias tradicionales locales pierden presencia ante la difusión
de religiones multinacionales (el Islam y el cristianismo). Las llamadas
etnoreligiones han descendido de 7.3% de la población global en 1900,
a 3.8% en el 2000, aunque su declive ha sido más lento de lo que se
había predicho.
En términos globales, el mundo está en el camino hacia una mayor
religiosidad, simplemente por lo que sucede en China. El
fundamentalismo islámico está en ascenso; el cristianismo crece en
varias partes de África; el pentecostalismo surge dramáticamente en
América Latina (de 4.4% de la población en 1979, a 27% en 1990); el
crecimiento de los no creyentes parece tender a reducirse en el norte
occidental de Europa (en parte como resultado de la emigración
proveniente de los países pobres y la baja tasa de fertilidad de los no
creyentes); y EUA todavía muestra los altos niveles de religiosidad
propios de un país pobre.
Los mormones, quienes hasta hace poco eran un grupo marginal, están
cerca de superar a los judíos en EUA; y tres cuartas partes del ascenso
de los evangélicos conservadores (1900-1975) se debe, simplemente, a
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su alto nivel de fertilidad, no por la conversión religiosa. El caso de EUA
ha cuestionado la tesis secularista de que la religión se debilita conforme
los países se desarrollan, y este parece ser el destino del resto del
mundo.
Se ha dicho que mientras los europeos tomaron el camino de la
secularización al abandonar las iglesias, en EUA se secularizaron las
iglesias: la secularización evolucionó de la glorificación de Dios a la
satisfacción de las necesidades humanas. En otras palabras, la religión
se ha vuelto un estilo de vida, hay mayor tolerancia hacia otras
religiones y se han vuelto menos fundamentalistas. (La proporción de
estadounidenses que cree que la Biblia es literalmente verdad, ha
descendido en forma dramática, de 65% en 1964, a 26% en 2009).
Los grupos fundamentalistas en EUA son motivo de noticia
precisamente porque sus creencias no son la norma y sus campañas
son ruidosas porque están perdiendo las batallas (quienes las ganan no
protestan). La derecha religiosa ha fracasado en la promoción de sus
objetivos principales: la homosexualidad y sus matrimonios son más
aceptados; el aborto sigue siendo constitucional; las parejas cohabitan
sin casarse; las estrictas barreras entre la iglesia y el Estado no han sido
erosionadas.
Los indicadores más amplios de religiosidad están declinando en forma
constante en EUA. En 1984, sólo 2% de la población decía no tener
religión, hacia el final de la década de los noventa la cifra se elevó a 1216%. El futuro parece desconcertante para los creyentes en EUA,
porque los jóvenes de hoy son menos religiosos que los adultos.
Sin embargo, EUA sigue siendo más religioso, en promedio, que otros
países; y una explicación es que casi 12% de su población nació en otro
país y usualmente proviene de regiones más pobres y religiosas. Más de
dos tercios de los inmigrantes provienen de países cristianos y, por ello,
tienden a fortalecer a las instituciones religiosas locales.
El hecho de que los índices de religiosidad en EUA tiendan a
asemejarse a los de un país pobre, se explica porque, medido por el
índice básico de bienestar (la expectativa de vida), EUA no está entre
los 10 países de mayor rango; es el único país desarrollado sin
cobertura universal de salud (más de 40 millones carecen de ella). La
pobreza y la desigualdad son muy altos; la tasa de homicidios es la más
alta del mundo desarrollado; y la proporción de presidiarios es más alta
que en cualquier país desarrollado.
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En otras palabras, los estadounidenses viven más cerca del desastre
que otros ciudadanos de países ricos. Necesitan a Dios porque nadie
más los ayuda (los más pobres son más proclives a manifestar que la
religión les importa mucho); lo cual confirma que el sentimiento de
vulnerabilidad alimenta la religiosidad y, por el contrario, el sentido de
seguridad está correlacionado con el secularismo.
8.- El futuro de la guerra: los débiles se vuelven fuertes, Matthew
Symonds
De manera invariable, los estrategas de defensa dicen que su objetivo
es crear fuerzas que sean flexibles y adaptables; esto es así porque
saben lo difícil que es predecir cómo va ser la próxima o las siguientes
guerras.
La buena noticia es que en comparación con el siglo XX, no existe una
sola amenaza existencial y la posibilidad de una guerra ilimitada entre
grandes potencias es menos probable (aunque no inconcebible) desde
el surgimiento de los estados nacionales modernos. Más aún, la tasa de
mortalidad en las guerras de todo tipo ha caído en forma dramática
desde el pasado medio siglo.
La mala noticia es que hay una mayor incertidumbre sobre el tipo de
conflictos para los que deben prepararse los estrategas militares, de
dónde provendrán las amenazas y cuáles son las implicaciones de los
cambios tecnológicos.
En los próximos cuarenta años y conforme los efectos del cambio
climático se manifiesten, la competencia por recursos naturales y la
inestabilidad social que esto cause habrán de intensificarse.
El petróleo tal vez no será la principal fuente de conflicto relacionado con
las materias primas, ante el descubrimiento de nuevas reservas, la
explotación en aguas profundas y la comercialización de técnicas para
extraer petróleo (y gas) del esquisto (shale).
El agua es otro asunto. Yemen (una base de Al-Qaeda) podría ser el
primer país que carezca de agua hacia el 2015. Los temas de agua
podrían descarrilar el meteórico crecimiento de China. La escasez de
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agua y el clima podrían ser una causa principal de los movimientos
migratorios.
Tal vez lo más sorprendente es que mientras la ideología ha diminuido
como fuente de confrontación, la religión ha redescubierto su capacidad
para dividir a la gente y llevarla a la guerra. Si los pakistaníes
musulmanes y los hindúes de la India no zanjan sus diferencias sobre
Cachemira, continuarán los ataques terroristas sobre India y el resultado
podría ser la primera guerra entre dos potencias nucleares.
Una disuasión estable podría operar entre los países religiosos de Medio
Oriente, como sucedió entre EUA y Rusia en la Guerra Fría, pero eso es
un supuesto arriesgado, en parte porque los países árabes no querrán
depender de una protección de EUA, el cual ya se considera en la
región como un aliado poco confiable y de poder menguado.
La guerra misma y las tecnologías de guerra habrán de cambiar a una
impresionante velocidad. De hecho, un estudio de la Rand Corporation
(2011) que identifica las principales tendencias militares hacia el 2050,
concluye que las fuerzas armadas de EUA enfrentan una preocupante
crisis de obsolescencia.
El cambio tecnológico y la forma en que se está distribuyendo, tiende a
erosionar el dominio militar, antes incuestionable, de Occidente. Las
comunicaciones encriptadas, los misiles dirigidos, los sistemas antisatélites, los misiles balísticos de largo alcance capaces de portar
cabezas nucleares, están revolucionando las capacidades militares de
enemigos potenciales; y ello incluye desde China hasta actores no
estatales.
Una tendencia más es la proliferación de armas nucleares en más
países y en regiones inestables. Otra es el terrorismo de inspiración
islámica; y una más es la creciente capacidad de nuevas potencias para
amenazar los sistemas militares espaciales, cuyo casi monopolio ha
tenido EUA. Y luego está el ciberespacio como el quinto teatro de
operaciones, en el cual jugadores relativamente débiles pero
técnicamente eficientes, pueden amenazar la infraestructura militar y
civil de adversarios más poderosos.
Finalmente, está el amenazante desarrollo de China como una potencia
militar con la capacidad de retar las garantías de seguridad que EUA
brinda a sus aliados como Japón, Corea del Sur y, claro, Taiwán.
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Una preocupación mayor es que muchos de los desarrollos tecnológicos
en marcha pueden derivar en conflictos asimétricos, en los cuales el
poder de las potencias militares puede ser erosionado o nulificado con
medios de bajo alcance. Este fue el caso de la alta tecnología militar
desplegada en Afganistán, y las dificultades que enfrentaron para lidiar
con mecanismos bélicos activados desde un celular.
La variedad de retos estratégicos es alarmante: desarrollos tecnológicos
(como los mencionados) que vuelven muy riesgoso o costosa la
proyección de la fuerza militar tradicional; redes de terrorismo
internacional; crisis humanitarias recurrentes en estados fallidos;
regímenes inestables o agresivos con armas nucleares. Más aún, la
proporción de riqueza que Occidente está preparado para gastar habrá
de reducirse conforme el presupuesto de defensa disminuya bajo la
presión del envejecimiento poblacional y los altos costos de salud.
Las capacidades que EUA debe desarrollar para que su supremacía
militar no sea erosionada son impresionantes:
• la defensa de sus bases ante misiles dirigidos
• sistemas de inteligencia, monitoreo y reconocimiento que sigan
operando aún bajo un ataque
• supresión integral de los sistemas defensivos enemigos
(submarinos, misiles tierra-aire)
• municiones que destruyan objetivos bajo tierra (instalaciones
nucleares)
• bases marítimas que sobrevivan a un ataque
• medios de conducir operaciones anti-terroristas y de
contrainsurgencia con fuerzas ligeras y fuerzas locales bien
entrenadas.
• Una prioridad será el sucesor del bombardero B-52, el cual bien
podría seguir volando un siglo después de que fue construido
(1946), en tanto que la efectividad de las armas láser proyectadas
desde el aire todavía deberá esperar.
La demanda de vehículos no tripulados (UAV, drones) habrá de crecer
hasta tal nivel que hacia el 2050 habrán de reemplazar a los aviones
tripulados en la mayoría de las misiones militares. Estos vehículos son
parte de una tendencia hacia el conflicto robotizado y conducido por
técnicos desde la lejanía del teatro de conflicto.
Pero si, como la experiencia sugiere, fracasa este modelo de fuerzas
especiales apoyadas en UAV´s armados y las capacidades de las
11
fuerzas de seguridad local, la opción –difícil- será aceptar la necesidad
de grandes ejércitos tradicionales o concluir que ésta alternativa sea
utilizada sólo bajo requerimientos extremos de seguridad nacional.
En caso de que la supremacía militar de EUA deje de ser una opción
viable antes del 2050, en gran parte por el surgimiento del dominio
regional de China, los estrategas estadounidenses querrán replicar el
sistema de alianzas formales de la guerra fría, en particular en el
Océano Índico y el Pacífico Occidental.
La más grande amenaza que la humanidad enfrenta en la primera mitad
del presente siglo es la misma del siglo anterior: el uso de armas
nucleares. Con la diferencia de que los nuevos estados nucleares no
tienen el “espacio estratégico” que por la geografía tuvieron Rusia y
EUA, o la capacidad de un segundo disparo nuclear (postmortem).
El peligro de un intercambio nuclear entre las superpotencias que
destruya el planeta ha disminuido, pero la posibilidad de un conflicto
regional habrá de crecer en forma exponencial, a menos de que la
proliferación de armas nucleares disminuya, se detenga y se revierta.
9.- La abrupta marcha de la libertad, Edward Lucas
Lo que la política mundial necesitará es una abundancia de espíritu
público, la “democracia” por sí sola no es suficiente. Olvidémonos de la
democracia y preocupémonos de la libertad y la justicia. Hacia el 2050 la
historia de la democracia tendrá una combinación paradójica: quienes
no la tienen la obtendrán, y quienes la tienen la verán disminuida.
Avanzará en los países autoritarios, pero retrocederá en las naciones
libres.
La victoria de la democracia disfraza su vulnerabilidad. Es fácil idolatrar
lo que no se tiene. Hacer campaña por la democracia es más fácil que
ejercitarla. En la práctica, la democracia es vulnerable a la manipulación
desde dentro, al poder corrosivo del dinero, a la apatía del votante y a la
debilidad inherente a toda la idea. China tendrá que enfrentar la
inherente debilidad de un Estado de partido único, e India luchará contra
las frustraciones y limitaciones del multipartidismo.
Las elecciones son una condición necesaria pero no suficiente para el
cambio. Pueden ser una prioridad cuando lo demás que hace posible un
Estado moderno, eficiente y de resultados está faltando (agencias anti12
monopolios, reguladores financieros, la defensa del consumidor, la
supervisión de los órganos de seguridad y, obviamente, el Estado de
derecho). Las elecciones pueden crear las condiciones para esta
construcción (institucional), pero no la garantizan.
El burdo instrumento de las elecciones periódicas tiene escasa
oportunidad de equilibrar la presión diaria e insidiosa de los cárteles e
intereses especiales. ¿Cómo habrá de cambiar esto hacia el 2050? En
el lado positivo, la tecnología de la información implica un mayor
escrutinio. Una ciudadanía informada, se supone, es un electorado con
mayores poderes. Tristemente, una debilidad de la democracia es su
vulnerabilidad a la manipulación. Para empezar, las elecciones son
fáciles de ganar si los medios están de tu lado.
La investigación demográfica más sofisticada permite ubicar al votante
volátil como nunca antes; y esto se puede hacer mediante imágenes y
palabras, o medios más cínicos como la distribución de bienes públicos
o sobornos.
La tecnología ha reducido las barreras de entrada a los medios de
comunicación, pero se trata de un acceso asimétrico. Un individuo
puedo acercarse a las masas con las nuevas tecnologías (blogs, twitter)
pero no de manera consistente, o de manera suficientemente amplia
para dar forma a sus opiniones. La agitación resulta fácil y divertida,
pero los blogs han tenido escaso éxito para mantener bajo supervisión a
poderosos funcionarios y a los políticos.
Un sistema político dirigido por cabilderos todavía puede llamarse una
democracia. Todavía tiene un grado de competencia: Wall Street apoya
a los demócratas y los intereses petroleros a los republicanos. Las
elecciones todavía tienen lugar y resultan ser un referéndum tramposo,
en el cual un grupo de amigos asegura el poder. En el peor de los
casos, se trata del poder monopólico; en el mejor caso, de los cárteles
económicos y político. La “berlusconización” de Italia involucró la fusión
del poder de los medios, el poder político y el comercial, el abuso de las
instituciones del Estado y la difusión del cinismo corrosivo. Algo que
antes hubiera provocado la reacción de los “valores europeos
dominantes”.
La gran pregunta hacia el 2050 es si los guardianes de este ideal
pueden hacer de la democracia algo más que sus predecesores. En un
sistema político funcional, las elecciones son solamente uno de los
equilibrios y balances que limitan la ambición y protegen los derechos
13
ciudadanos. Falta el Estado de derecho, los medios de comunicación
libres y el espíritu público. (Como puede verse) varios de los elementos
de la vida pública y política no pueden encuadrarse dentro de la etiqueta
“democrática”.
Sin duda, el factor más importante es el Estado de derecho. Sin cortes
independientes, efectivas y ágiles y jueces honestos, el proceso
electoral no reflejará la voluntad popular, antes, durante y después de
las elecciones.
El Estado de derecho no trata sólo de la mejor legislación o las mejores
instituciones. En forma primaria, la legalidad es un estado mental,
relativo a la creencia de que sobornar un juez, ignorar una orden judicial
o traicionar los principios y procedimientos de un sistema no sólo será
fútil sino incorrecto. Una ciudadanía confiada necesita de la garantía de
que sus derechos están protegidos por la ley. Hacia el 2050, una
pregunta crucial será si el Estado de derecho se difunde y profundiza.
Otro pilar de la vida política que rebasa el alcance de las elecciones es
la organización de la sociedad civil –aquí llamado, el espíritu público. Sin
éste, la democracia y el Estado de derecho habrán de fracasar. Sin
embargo, cultivar el espíritu público es difícil, porque éste surge en
sociedades estables y no jerarquizadas y con largas tradiciones de
estabilidad y libertad.
La disputa entre el espíritu público y lo que puede llamarse el
“economicismo” (los términos racionales y materiales) habrá de
determinar qué tipo de sistema político tenemos en el 2050.
En las últimas dos décadas, la presión del mercado parecía el mejor
contrapeso a las tendencias anteriores, ante el temor de obtener malos
indicadores en los índices de gobernabilidad o una pésima reputación
entre los inversionistas extranjeros. Tristemente esto ya no es así, una
mala reputación internacional no se traduce en una presión política
interna.
¿Qué sigue? Los sistemas políticos occidentales no sólo han fracasado
en su expansión hacia el este y el sur, sino que ellos mismos están en
riesgo ante dos grandes peligros. (1) El pánico hace tímida a la gente;
quieren líderes fuertes y rutas fáciles. Se preocupan del presente y no
del futuro, y de los intereses privados y no los públicos.
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Con un buen liderazgo, el peligro nacional puede hacer surgir un
sorprendente espíritu público. Pero con el tiempo, la incertidumbre y las
dificultades del cambio tienen un efecto corrosivo que hace que la gente
se concentre en lo inmediato y lo más preciado. El pánico puede venir
de una guerra, el terrorismo o cualquier forma de catástrofe económica o
natural, pero el pánico puede exponer las debilidades y no tanto las
fortalezas de un sistema político.
(2) La complacencia es aún más peligrosa. Como un sistema biológico
que se debilita porque no está expuesto a prueba, el sistema político se
hace vulnerable y obeso cuando no percibe amenazas. El activismo
cívico pierde fuerza en la cotidianeidad de la política local, mientras que
la política nacional se torna aburrida para los grandes pensadores. Los
idealistas se dedican a la cultura, la educación, la religión o las causas
del exterior. Este no es un modelo para los millones de millones en el
resto del mundo, que aspiran a una democracia real y mejor.
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