CONCEPTOS CABALÍSTICOS Partzufim LA SHEJINÁ: LAS ALMAS DE ISRAEL El Arí explica que desde el comienzo de la Creación ya existían las almas de Israel, y estaban vinculadas al Fundamento de donde procede la energía Divina. Di-s tomó de Su luz simple y unificada para formar Su alma gemela: utilizando los aspectos más toscos de la luz para las partes corporales que habrían de ser los recipientes contenedores de Su luz en esta entidad colectiva, y reservó la esencia más pura de la luz para formar el alma de dicha entidad. Esta entidad es la Shejiná, también llamada Knéset Israel/Comunidad de Israel. Explica el Arí que Di-s condensó la parte de Su luz cuyo objetivo era de llenar los recipientes de Su creación, tomando el excedente para añadirlo a Su propia luz celestial. Concluye el Arí que la razón por la cual la Comunidad de Israel ansía la unión con Su Amado es que, esencialmente, siente una carencia, un vacío interior: la añoranza de algo que fue inicialmente suyo pero que ahora está dentro de Él y, por lo tanto, sólo Él puede colmar. Instintivamente ansía vincularse apasionadamente a Él para que Él la ilumine con la parte de Ella que permaneció en Él. Imagina que la totalidad del pueblo judío estuviese reunida en cierto espacio. Las partes de sus almas fuera de sus cuerpos tienen niveles que llegan a Di-s mismo. El centro de contacto donde se reúnen las almas judías no constituyen un punto sino una entidad completa que posee las características de una persona, salvo que esta “persona” no es física sino espiritual. Esta es la llamada Shejiná, o Maljút. Como la Shejiná es la estructura colectiva de las almas judías, le afectan directamente las transgresiones humanas. A la inversa, cuando el individuo se supera en el cumplimiento de la Torá esforzándose en su servicio por amor a la Shejiná con la intención de aliviarla de Su aflicción, eleva la Shejiná al reino celestial y logra lo que se denomina un yijud (unificación). La Cabalá distingue entre dos yijudim fundamentales: uno más bajo, de las Fuerzas Divinas Providenciales, y otro más excelso, de las Fuerzas Divinas Creativas. Ambas unificaciones causan que aumente el shéfa dirigido al mundo material. Algunos piadosos depuran las partes de su cuerpo a través de los diversos aspectos de su servicio, de tal modo que ellos mismos se vuelven una morada para la Shejiná, y pueden estar plenamente conscientes del espíritu Divino residente en su interior. Tal es el propósito esencial de la Creación: el ser humano ha de alcanzar por su propio esfuerzo, el oneg (deleite) del apego a la Presencia Divina mientras viva en este mundo, para poder continuar desarrollándolo cuando esté en el otro mundo. OLAMÓT - MUNDOS La serie de velos creados por Di-s a fin de ocultar Su Luz son los cuatro mundos espirituales: cada cual esconde al Én-Sof con una opacidad creciente, hasta volverlo casi imperceptible. El más elevado de estos mundos es ÄTZILUT (Cercanía); le siguen BRIÁ (Creación), YETZIRÁ (Formación) y ÄSIÁ (Acción). La relación entre Di-s, la Creación y el ser humano, se establece a través de los mundos celestiales. NESHAMÓT - ALMAS En hebreo el alma suele llamarse néfesh o neshamá, aunque éstos son términos que aluden a niveles de alma específicos. Las tres dimensiones principales del alma son la neshamá, el rúaj y el néfesh. El término rúaj lleva el artículo masculino porque suele aludir a la Fuerzas Masculinas de la Providencia, mientras que el néfesh se refiere a las Fuerzas Femeninas de la Providencia. La parte inferior de la neshamá habita en el cerebro (Moaj), y su parte superior trasciende el cuerpo. El rúaj mora en el corazón (Lev); el néfesh está unido al hígado (Kaved). El rúaj y el néfesh están directamente unidos al cuerpo, en contraste con la neshamá, cuya adhesión al cuerpo es sólo parcial. Por encima de la neshamá están los niveles de jayá (esencia viva) y yejidá (esencia única). El cuerpo es incapaz de contener tan excelsas fuerzas. Por lo tanto, constituyen lo que la Cabalá llama “luz circundante”, mientras que néfesh, rúaj y neshamá, son llamados “luz interna”. La fuente Divina del ser humano se denomina “la raíz” de su alma. Explicó rabí Jaim Vital en su libro Shaäre Kedushá que la raíz del alma humana se encuentra muy elevada en el mundo de Ätzilut. El canal del alma se extiende desde su raíz, atravesando todos los mundos hasta alcanzar el cuerpo humano. El alma posee una raíz especial en cada uno de los niveles constituidos por los mundos celestiales. A través de sus actos el alma va ascendiendo de nivel en nivel, adquiriendo en cada cual un grado superior de conciencia Divina. PARTZUFIM Y SEFIROT Los partzufim son entidades unificadas y colectivas que tienen la capacidad de interactuar. No puede existir nada que no sea un partzuf. De hecho, la realidad es una interconexión infinita e interminable de partzufim. El equivalente más próximo a la palabra partzuf es el concepto alemán de Gestalt, que se define como: una estructura de elementos espirituales integrados de tal manera como para constituir una entidad íntegra y coherente cuyas propiedades no se derivan de la suma de sus partes. Los partzufim interactúan entre sí. Así como cada componente de una entidad constituye otra entidad por sí misma con sus propias partes, un partzuf es una entidad íntegra y esencial de una realidad holográfica (que forma parte de otra entidad íntegra superior) y esencialmente es una entidad dentro de otra y así sucesivamente ad infinitum. Sin embargo, al analizar la naturaleza de esta entidad íntegra o partzuf, se ve que está compuesta de diez partes interconectadas, sin las cuales la entidad íntegra no existiría. Por supuesto, si cada una de estas partes se aislase de las otras, sería por sí misma una entidad íntegra compuesta de la interconexión de diez partes. Estas partes interconectadas de la entidad íntegra se llaman sefirot. Al hablar de sefirot nos referimos siempre a la parte específica de la entidad en cuestión. “Existen diez sefirot, y no nueve ni once,” como declara el Sefer Yetzirá, porque cada partzuf ha de tener su parte superior, su parte media y su parte inferior, así como también su derecha, izquierda y centro. La parte superior derecha es jojmá (sabiduría); la parte superior izquierda es biná (entendimiento), y la parte superior central es daät (conocimiento). La mitad derecha es jésed (bondad); la mitad izquierda es guevurá (fortaleza); y la central es tiféret (belleza). La parte inferior derecha es nétzaj (gloria); la inferior izquierda es hod (majestad), y la inferior central es yesod (fundamento). La décima sefirá que enlaza a las nueve sefirot puede ser una de las dos posibilidades siguientes: ya sea kéter (corona) cuando el partzuf o entidad íntegra está conectado a otro partzuf por encima de éste, o maljút (reino) cuando está conectado a otra entidad íntegra bajo la primera. El equivalente físico al concepto de partzuf es el ser humano: aunque el cuerpo humano consta de diferentes partes, es una entidad íntegra coherente y no sólo la suma de sus partes. Si analizáramos al ser humano en tanto partzuf, diríamos que su cabeza corresponde a jojmá, biná, y daät; su brazo derecho es jésed, su brazo izquierdo guevurá, su tórax o corazón es tiféret, su pierna derecha es nétzaj, su pierna izquierda es hod, y su órgano reproductor es yesod. Como está conectado a su Creador por encima de él, es kéter en su cabeza quien le confiere realidad. Asimismo, el concepto del Zohar de “misterio” se refiere a la interpretación mística de un versículo que revelará el partzuf completo de dicho versículo, esto es, la integración de todos los niveles de entendimiento comprendidos en el mismo. Un partzuf alcanza la realización cuando adquiere la capacidad de recibir la energía Divina que viene de arriba, canalizándola a su vez hacia abajo. La idea de que las sefirot son fuerzas independientes de cualquier entidad íntegra o partzuf, es una noción errónea. Rabí Aryeh Kaplan (z”l) comentó al respecto: Aunque Di-s ha creado ciertas sefirot a través de las cuales se relaciona con nosotros, éstas son similares a los cables de un teléfono. Al llamar a un presidente, no presentamos nuestros respetos a los cables telefónicos, pese a que son instrumentos necesarios para la recepción del mensaje. En la etapa inicial de la Creación, las sefirot eran entidades fragmentadas que se centraban en partes específicas de una entidad íntegra. En la segunda etapa de la Creación, las sefirot individuales se unieron para formar cinco entidades íntegras, o partzufim. Kéter se convierte en un partzuf que simboliza la merced Divina sin mitigación (Partzuf Arij Anpin). Kéter es la interfaz entre Én-Sof, el Creador y la Creación. Jojmá se convierte en un partzuf que simboliza las Fuerzas Masculinas de la Creación (Partzuf Aba). La Creación comienza al nivel de jojmá. El término “masculino” en Cabalá expresa la acción de dar, mientras que el “femenino” indica la capacidad de recibir. Biná se vuelve un partzuf que representa las Fuerzas Femeninas de la Creación (Partzuf Ima). Kéter representa la voluntad de Di-s y constituye el propósito Divino de la Creación de beneficiar al ser humano con el bien fundamental, apegándose a Di-s mismo por sus propios esfuerzos. Nos es imposible profundizar en el propósito Divino de la Creación, porque así como Di-s es infinito también Su voluntad lo es, y sobrepasa nuestro entendimiento. La voluntad Divina representada por kéter funciona de dos maneras. La primera trasciende las leyes lógicas de la Creación pudiendo actuar sin ellas. En el segundo aspecto de kéter, la voluntad de Di-s se manifiesta a través de las leyes lógicas de Su Creación. Jojmá representa los componentes originales de la Creación, mientras que biná abarca los diversos detalles pertinentes a la Creación, incluyendo las leyes lógicas bajo las que se correlacionan los elementos integrados en los componentes originales. A nivel de jojmá, la cualidad de rajamim (misericordia) proveniente de kéter es incondicional. Si penetrase íntegra hasta los mundos inferiores, el ser humano ya no podría lograr el bien fundamental. Por lo tanto, las siete sefirot inferiores introducen un sistema de juicio mediante el cual el ser humano recibe tanto la recompensa como el castigo merecidos, a fin de permitirle superarse hasta alcanzar el bien fundamental. Las seis sefirot (jésed, guevurá, tiféret, nétzaj, hod y yesod) constituyen un partzuf que representa las Fuerzas Masculinas de la Providencia Divina (Partzuf Zeir AnpinZA). La sefirá jésed significa “bondad”. Los conceptos de ahavá (amor) y de jésed tienen su origen en la misma raíz espiritual. En este mundo, la sefirá de jésed se manifiesta como amor. Maljút es una sefirá femenina en el sentido de que la iluminación se procesa dentro de ella de un modo similar al proceso de gestación en una madre. Ninguna sefirá puede tener efecto en los mundos inferiores al de Ätzilut, hasta que no se combine e integre con las demás en la proporción exacta requerida por los mundos inferiores. Maljút no tiene luz propia, sino que es un recipiente perfecto que recibe la iluminación de las sefirot que se encuentran por encima de ella. Cada una de las sefirot la infunde con su luz característica, y todas están incluidas en ella. Sin maljút, las Fuerzas Masculinas de la Providencia se esparcirían cada cual en su dirección, incapaces de ayudarse entre sí. A medida que maljút las recibe, las integra en una entidad unificada. Maljút simboliza las Fuerzas Femeninas de la Providencia que permiten al ser humano recibir la energía luminosa procedente de las Fuerzas Masculinas de la Providencia. EL ZOHAR Y LA DECENA ESPIRITUAL El Zohar alude a los “santos compañeros”. La Idrá Rabá menciona que Rabí Shimón bar Yojai y nueve de sus discípulos vivieron dentro de una cueva estudiando las enseñanzas místicas de la Torá. Rashbí conocía la raíz espiritual de sus discípulos según el orden de las sefirot. Juntos constituían un partzuf perfecto. Los diez compañeros aparecen frecuentemente en las citas del Zohar, sirviendo de ayuda para conocer sus nombres y saber cómo se relacionan con las sefirot. COMPAÑEROS DEL ALMA No cabe duda que el “alma gemela” que Di-s tiene reservada al hombre puede asistirlo en su tarea de tikún. Sin embargo, no se trata solamente de ayuda. Un hombre soltero no puede completar la rectificación que debe hacer en este mundo. La raíz espiritual del alma se compone de una mitad masculina y otra femenina, que descienden a este mundo como hombre y mujer. La encarnación de ambos no necesariamente sucede simultáneamente, y sólo cuando el hombre es recto alcanza el privilegio de hallar y desposar a su auténtica compañera. Sin embargo, hasta el matrimonio el hombre sigue siendo medio alma. Mediante las tres etapas de la ceremonia nupcial, los tres niveles principales del alma del esposo (néfesh, rúaj y neshamá) se unen a los de su esposa, y los recién casados se vuelven un solo ser, con una única estructura espiritual en común. En consecuencia, cada uno de los cónyuges sólo puede alcanzar la plenitud espiritual y la perfección mediante su unión matrimonial, cuando conducen sus vidas con pureza. Incluso si los cónyuges no son auténticas almas gemelas (lo que actualmente sucede con frecuencia) tienen que llevar a cabo juntos cierta misión que les fue asignada en el Cielo. A veces, por decreto Divino una persona no logra encontrar su pareja ideal. No obstante, tanto el hombre como la mujer solteros tienen la obligación de continuar buscando una pareja compatible, ya que el individuo sólo puede alcanzar su potencial espiritual a través del matrimonio, y un decreto puede cambiar en cuanto cumpla cualquier rectificación que requiera personalmente. Si un hombre llega a este mundo sin una deuda abrumadora que rectificar, puede encontrar a su alma gemela y desposarla sin dificultad. El Arí cita en su Sháär HaGilgulim, hakdamá 20, el caso de un hombre que pecó y debía reencarnar, mientras que su alma gemela ya había completado su tarea en este mundo y no necesitaba de más reencarnaciones. En casos especiales, permiten a su compañera reencarnar con él, y entonces ella regresaría a este mundo para ayudarle. Cuando ese hombre llegue a la edad del matrimonio, no la encontrará sin esfuerzo como en el primer caso, sino después de una intensa y dificultosa búsqueda. Esto se debe a que, como reencarnó debido a algún pecado cometido en su vida anterior, los Acusadores celestiales hablarán en su contra buscando impedir que la encuentre, alegando que él no la merece. Por lo tanto fomentan hostilidad entre la pareja, y estos riñen. Está escrito que componer parejas es tan difícil como partir el Mar Rojo. Enseña el Arí en su Introducción al Sháär HaMitzvót que tras su muerte, el individuo se reúne con la que era su verdadera alma gemela, en el Edén después de la medianoche. En contraste, cuando una persona comete una trasgresión cuya pena es lo que en hebreo se denomina caret (literalmente, “corte” o “escisión”), la consecuencia es el corte o separación definitivo entre las dos medias almas. By Kabbalah y Torah en marzo 07, 2017 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con FacebookCompartir en Pinterest martes, 30 de junio de 2020 JASIDUT E HISHTAVVUT - Devoción mística y ecuanimidad - (1) JASIDUT E HISHTAVVUT - (“Devoción mística y ecuanimidad”) - (1) Por Kabbalah y Torah Este Limmud (estudio) ha sido donado para Berajá (bendición) y Hatzlajá (éxito) de la Familia de Denise Rodríguez Para Refuá Shelemá (Sanación completa) de Edwin Iraheta ben Roxana Para que Silvina Andrea Nicolás se reencuentre con su alma gemela Para trabajo, prosperidad económica y éxitos en los negocios de Miguel Ángel Espinoza Hernández y Silvina Andrea Nicolás Para que Adriana Lucia Vallejo Poveda de Colombia pueda vender un terreno y pueda comprar una casa. Salud y buenas finanzas para su Familia En el Zejut (mérito) de nuestros patriarcas y matriarcas Avraham, Itzjak, Iaäkov, Sará, Rivká, Rajel y Leá El control del medio ambiente debe comenzar con el autocontrol, y hasta que dejemos de ser influenciados por las condiciones del entorno, no podemos esperar ejercer ninguna influencia mental sobre ellos. Paradójicamente, es solo cuando nuestro entorno deja de importarnos que tenemos el poder de cambiarlo por medios mentales. Todo trabajo espiritual comienza dentro del alma del ‘Mekubal’ (cabalista). Si no tienes el control de los elementos dentro de tu alma, no puedes esperar controlar los elementos sin él. Por lo tanto, el desarrollo de tu alma es un factor muy importante en la Kabbaláh. Por esta razón, los ‘Jasidim Ashkenaz’ (un grupo medieval de poderosos cabalistas prácticos que vivían en Alemania) desarrollaron un estilo de vida altamente ascético y un estándar ético muy alto, basado en la idea de la ‘Jasidut’, como se puede ver en su nombre. El Jasidismo es un concepto muy importante en la Kabbaláh, tan importante que también dio su nombre al movimiento cabalístico más conocido hasta la fecha. La ‘Jasidut’ a menudo se traduce como “piedad” o “justicia”. Literalmente, significa “jasidismo”, es decir, ser como un ‘Jasid’. Pero, ¿qué es un ‘jasid’? Un ‘jasid’ es aquel cuyo corazón está lleno de Jésed, con amor por Di-s, con misericordia por sus semejantes y con paz interior. ‘Jasidut’ está estrechamente relacionado con ‘Hishtavvut’ (“ecuanimidad”). El Kabbalista Isaac ben Samuel de Acre / Acco (siglo 14 e.c) considera que ‘Hishtavvut’ es un paso importante en el logro de la unión mental con Dis. El Rajú, Rabbí Jaim Vital, en su libro ‘Shaaré Kedushá’ (Las Puertas de la Santidad), parte 4, capítulo 2:5 cita su descripción del proceso de logro espiritual: “Y he aquí, después que un hombre ha alcanzado el ‘Sod’ (misterio, secreto) del ‘Hitdabkut’ (adhesión a Di-s), puede alcanzar el ‘Sod’ del ‘Hishtavvut’ (ecuanimidad), y si ha logrado el ‘Sod’ del ‘Hishtavvut’ (ecuanimidad), puede alcanzar el ‘Sod’ del ‘Hitbodedut’ (reclusión), y después de haber alcanzado el ‘Sod’ del ‘Hitbodedut’, puede alcanzar el ‘Rúaj HakKódesh’ (Espíritu Santo). Y desde allí puede alcanzar la ‘Nevuá’ (profecía); es decir que profetizará y predecirá el futuro”. Echemos un vistazo más de cerca a los niveles (o grados) de desarrollo espiritual como se describe en la tradición cabalística: ‘SOD HAHITDABKUT’ (“El misterio de la adhesión a Di-s”) se refiere a haber alcanzado el nivel de Maljut y Iesod, es decir, el plano material y el plano astral. En Maljut, el buscador experimenta la Visión del Santo Ángel Guardián, que es la experiencia espiritual de Maljut y que le revela el significado más profundo de la vida en el mundo manifestado. También inspira en su alma una comprensión profunda de las consecuencias de sus acciones, lo que resulta en un mayor sentido de responsabilidad por sus actos. En Iesod, el buscador desarrolla la virtud de la independencia emocional y supera el vicio de la ociosidad. Así, todo su Néfesh está enfocado en el camino espiritual. Este es el misterio de la adhesión a Di-s. El buscador que ha alcanzado ‘SOD HAHITDABKUT’ se llama tradicionalmente un ‘Jasid’ (“piadoso”). El siguiente nivel es el nivel del ‘ISH JAJAM’ (sabio) que ha dominado el plano mental inferior que es Hod y Nétzaj. Este nivel no se menciona en el texto anterior, la cita de Isaac ben Samuel de Acre / Acco, porque este texto se centra en las principales estaciones relacionadas con los cinco Partzufim (Kéter, Jojmá, Biná, Tiféret y Maljut). Por otro lado, Rabbí Jaim Vital puede no haber mencionado este nivel porque Hod y Nétzaj no pertenecen al pilar del medio, y se consideran menos importantes para el camino del místico, que es el principal interés de Jaim Vital. ‘SOD HAHISHTAVVUT’ (“misterio de ecuanimidad”) se refiere a haber alcanzado el nivel de Tiféret, que es la primera etapa de la edad adulta. Para alcanzar este nivel, el buscador debe superar su orgullo, el vicio de Tiféret, y debe desarrollar la ecuanimidad, que es el resultado natural de haber alcanzado la experiencia espiritual de Tiféret: la visión de la armonía de las cosas. Esta visión le permitirá aceptar todos los eventos de la vida, tanto buenos como malos, con ecuanimidad, porque él sabe acerca de la armonía subyacente de todas las cosas, y se ha dado cuenta de que todos los eventos son solo etapas de la manifestación del Plan Divino. Ahora también podemos entender por qué el misterio de la “Adhesión a Di-s” debe preceder al misterio de la “Ecuanimidad”. A menos que hayamos adquirido una comprensión del significado espiritual de la vida y ganemos independencia emocional, no tenemos esperanza de superar nuestro orgullo y así obtener independencia de nuestro ego. Aunque nuevamente no se menciona en el texto anterior, entre Tiféret y Biná se encuentra el nivel de Guevurá y Jésed, que es el nivel del verdadero ‘BÁÄLSHEM’ (“Maestro del Nombre”), el mayor adepto que ha alcanzado tanto la “Visión del Poder” como la “Visión del Amor”, y por lo tanto utiliza su poder espiritual con el amor altruista. ‘SOD HAHITBODEDUT’ (“misterio de la reclusión”) se refiere a haber alcanzado el nivel de Biná. Aquí el adepto alcanza la virtud de Biná, que se llama “silencio”, y que no se refiere tanto a vivir en una ermita como a haber logrado el silencio interno, es decir, el silencio del ego. El ‘Mitboded’ (“aislado”) es un gran adepto que se aparta del ruido egoísta de los asuntos mundanos para ganar silencio interior. Solo cuando se alcanza este silencio interno se puede escuchar la voz del ‘RÚAJ HAKKÓDESH’ (“Espíritu Santo”). Por lo tanto, en este nivel, es posible una comunicación verdadera e incontaminada con el plano espiritual. Obviamente, el misterio de la “Ecuanimidad” debe preceder al misterio de la “Reclusión”, ya que a menos que hayamos superado nuestro orgullo y nos hayamos independizado de nuestro ego, es posible que no esperemos experimentar momentos de completo silencio de nuestro ego. ‘NEVUÁ’ (profecía) se refiere a haber alcanzado el nivel de Jojmá. Este es el nivel en el que el Profeta alcanza, como Moshé/Moisés, “la Visión de Di-s cara a cara” (Shemot/Éxodo 33:11). El nivel más alto es el de Kéter, el nivel del ‘TZADDIK GAMUR’ (“justo completo”). ‘Tzaddik’ significa “justo” o, menos literalmente, “santo”, para aquellos que han alcanzado este nivel están libres de pecado (es decir, libres del impulso maligno). El Tzaddik completo es un Mesías potencial que ha logrado la Visión de la unidad con Di-s, que a veces se llama ‘Iejidá’ o ‘Devekut’ (literalmente, “estar unido o apegado a Di-s”) en la tradición cabalística. Este nivel también se llama ‘Guemar Tikkún’ (“corrección final”) o Finalización de la Gran Obra. By KABBALAH Y TORAH en junio 30, 2020 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con FacebookCompartir en Pinterest miércoles, 27 de julio de 2016 SHEM 41 - AUTOESTIMA - HEI HEI HEI SHEM 41 - AUTOESTIMA - ההה Vocalización: Hahah (Moshé Cordovéro); He/He/He (A. Abulafia). Valor numérico: 15 Ángel portador del Nombre: Hahahel. Valor numérico: 46 “Libra mi alma, oh HaShem, del labio mentiroso, y de la lengua fraudulenta”. (Tehilim/Salmos 120:2) Significado: La letra Hei, de la cual este Nombre es una triple manifestación, es en sí misma un anagrama de lo Divino: Havayá, el Nombre de la Existencia. Podemos considerar que hay tres niveles de manifestación de la Deidad: Esencia, incognoscible e inexpresable; Trascendencia, permaneciendo separada y aparte, aunque abarcando todo; e Inmanencia, subyacente a todo, siendo el Ser de lo que es, el alma de las cosas. También podemos contemplar que si consideramos que la segunda mitad del Nombre E´hieh, es la primera mitad del Nombre Y´HVH, juntándolos obtenemos Alef-Hei-Yud-Hei-Vav-Hei, de valor numérico 32, el número de los misterios cabalísticos. En términos de Partzufim – los Rostros de manifestación de lo Divino – en Keter, Arij Anpin (el Rostro Inmenso) y su consorte son uno e indistinguibles. La primera Hei es, por así decir, la consorte del Vacío Divino, representado por la Alef. Es decir, la primera Hei es toda la manifestación de los mundos, llamada la Luz Infinita. La segunda Hei es Imma, la Madre cósmica, el principio femenino creador (Bináh), la Inteligencia activa o Entendimiento subyacente a todo, unida en eterno abrazo con Abba, el Padre de la Sabiduría o la inherencia de la conciencia pura llamada el Pensamiento Divino. La tercera Hei es la Shejiná, la Presencia Divina inmanente que satura los mundos hasta sus resquicios más infinitesimales, tal como está escrito: “Toda la Tierra está llena de su Gloria”. Es la consorte de Zeir Anpin (el Pequeño Rostro, Tiferet) mediante el que la Deidad se manifiesta como Yo Soy. Y las tres Hei son una y la misma, porque todo es un continuo en el pléroma divino. Hei es la letra del alma, ya sea el Anima Mundi o el alma humana. También ésta tiene tres modos de expresión o manifestación: pensamiento, palabra y acción. Corresponden a los tres niveles inferiores: neshamá, ruaj y nefesh, los tres modos de manifestación consciente e individual. Hay sin embargo dos niveles superiores de manifestación supraindividual y supraconsciente que son la Jayá (Vida) y la Yejidá (Unicidad o Chispa Divina). Es la conexión con estos niveles, a través de la letra Hei, lo que se manifiesta en el canal Tiferet – Jojmá, que une el “sí mismo” de Tiferet – el centro de la psique – con la raíz del alma en Jojmá – su arquetipo viviente en el pensamiento de Di-s – tal como está escrito (Yirmiyahu/Jeremías 1:5): “Antes de concebirte en el seno materno (Biná, la primera Hei) te he conocido (en Jojmá, la Yud), y antes de darte a luz (en Tiferet como manifestación de Vav) te he puesto como profeta para las naciones (segunda Hei, Maljut). Del mismo modo que la Sabiduría de Jojmá sólo es expresable a través del Entendimiento de Biná (la Yud mediante la Hei, en el Nombre Divino), es mediante la Hei en el canal Jojmá – Tiferet como le es revelada al alma su raíz divina, en este sendero de revelación y profecía que es, al mismo tiempo de una tremenda oscuridad, porque el ser ha de desprenderse incluso de su propia mente y entendimiento para acceder a la sabiduría pura de Jojmá. Por supuesto, el valor numérico de este Nombre es 15, como el del Nombre de Di-s en Jojmá Ya-h, Yud-Hei. También el valor numérico de su ángel, Hahahel, es 46, el mismo que el de la palabra, Elo-hai, que significa mi Di-s o Di-s mío. Además, Jojmá de Tiferet significa la Sabiduría interior, que fluye de nuestra propia conexión con lo Divino. Mismo significado se deduce del sendero Tiferet – Jojmá, que, como hemos dicho, une el self de Tiferet (el centro de la psique) con la raíz del alma en Jojmá (su arquetipo viviente en el pensamiento de Di-s). Cuando las tres manifestaciones del alma, nefesh, ruaj y neshamá, están alineadas, se produce la conexión con nuestra propia divinidad e irradia la Sabiduría. La lengua mentirosa o engañosa a la que alude el versículo se refiere no sólo a los reclamos exteriores que requieren nuestra adhesión prometiéndonos pseudoparaísos (y en particular el ángel protege contra toda forma de maledicencia), sino y sobre todo al estado de confusión de nuestros propios pensamientos – nuestro propio caos interior –. En conclusión, este Nombre nos ayuda a trabajar la conexión con nuestro propio núcleo divino, alineando nuestros vehículos internos. Nos ayuda a abrirnos a nuestra sabiduría interior, intuitiva, directa, en lugar de confiar nuestro destino a maestros y gurús, o expertos en cualquier área, capacitándonos para resolver nuestros propios problemas. Fortalece nuestra autoestima, una vez que hemos comprendido profundamente la verdad de nuestra imagen y semejanza con la Deidad, al igual que los demás seres humanos. La Tradición dice que el Nombre formado por las tres Hei está conectado con la Bendición Sacerdotal (del Templo de Yerushalaim) y con la energía canalizada por los Sumos Sacerdotes, otorgando la capacidad de promover la luz, la curación y el bienestar en todas las áreas de la vida. Esta es la manifestación de nuestra Chispa Divina, cuando permitimos expresar nuestra conexión con la Luz Infinita.