Subido por Ainhoa

01. ENTENDER EL MUNDO SOCIAL EL PARADIGMA INTERPRETATIVISTA

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Capítulo 1
ENTENDER EL MUNDO SOCIAL: EL
PARADIGMA INTERPRETATIVISTA
Las sociedades modernas se caracterizan por un alto grado de diferenciación social. Esto significa que donde en sociedades premodernas
una única persona podía hacer muchos trabajos diferentes, hoy en día
tenemos un alto grado de especialización. Los sabios de los tiempos
antiguos, que podían responder tanto a preguntas matemáticas, filosóficas, teológicas, como legales, etc.…, han sido reemplazados por
profesionales de las diferentes áreas. A veces, y para objetivos concretos, diferentes áreas se encuentran bajo un mismo techo, como en
el caso de la criminología. Internacionalmente, la criminología está
dominada por dos grandes áreas: el derecho y la sociología. Además,
también médicos, biólogos, politólogos, psicólogos y filósofos forman
parte de la comunidad internacional de criminólogos. No obstante,
como se habrá dado cuenta cualquier estudiante de criminología, después de poco tiempo, la comunicación científica entre los diferentes
campos resulta bastante difícil. E incluso dentro de las mismas áreas
hay tan alto grado de diferenciación, que muchas veces la comunicación entre dos profesionales del mismo departamento se vuelve complicada. Esto es debido, entre otros, a que los grupos y subgrupos
científicos no comparten los mismos paradigmas.
Dice Ritzer (según Valles 2007: 48) que “el paradigma es la unidad
más general de consenso dentro de una ciencia y sirve para diferenciar
una comunidad científica (o subcomunidad) de otra. Subsume, define
e interrelaciona los ejemplares, las teorías y los métodos e instrumentos disponibles”. Un paradigma abarca y entrelaza presuposiciones
básicas sobre el carácter de la realidad (ontología), sobre el conocimiento de esta realidad (epistemología) y sobre los procedimientos
necesarios para conocer esta realidad (metodología). Si antes hemos
dicho que conocemos distintos paradigmas, entonces esto no sólo significa que diferentes científicos utilizan métodos y técnicas diferentes,
sino que también se basan en suposiciones distintas sobre el conocimiento de la realidad y sobre el carácter de esa realidad. Lo que es
Benno Herzog
más, en un caso ideal, los investigadores habrían elegido su técnica de
investigación justamente como consecuencia de sus presuposiciones
sobre la realidad y el conocimiento. Pero: ¿a qué me refiero cuando
hablo de diferentes presuposiciones básicas? Quizá un ejemplo ayude
a esclarecerlo.
Observando esta imagen ¿qué se ve?
Quién diga ahora que se trata de un arma, un fusil de asalto o
una Kalashnikov AK-47 puede saberse en buena compañía. La mayoría de las personas dan esta respuesta o una respuesta similar. No
obstante, está claramente equivocado. No es un arma es una imagen
de un arma. Con esta aclaración realmente no estoy diciendo nada
nuevo. Nadie en su sano juicio pensaba que se trata realmente de un
arma. No obstante, cuando nos dedicamos al análisis de la realidad
social encontramos muchas de estas imágenes que confundimos con
la realidad objetiva. Con imagen aquí no me refiero sólo a presentaciones visuales, sino también, y principalmente, a imágenes mentales.
Muchas palabras provocan la creación de imágenes en quienes las
utilizan o escuchan. Las palabras “droga”, “criminalidad”, “agresor”,
“víctima”, “policía”, etc., pueden ser entendidas no como realidad
objetiva sino como imágenes. Estas imágenes ya no son tan nítidamente distinguibles y la idea de realidad objetiva se vuelve borrosa.
Sigamos con el ejemplo del arma. Como realidad objetiva podemos
contar armas y tipos de armas, conocer su distribución en el espacio y
el tiempo y relacionarlas con otras “variables” como el sexo y la edad
de sus portadores. Pero esto aún no nos responde a la pregunta de qué
significa un arma en general, o el fusil de asalto AK-47 en concreto.
Las imágenes que mucha gente tiene vinculadas con las armas, son
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las de peligro, amenaza o violencia. No obstante, sabemos que hay
diferentes grupos sociales, como los defensores de armas en EE.UU.,
para quienes las armas significan libertad, independencia, protección
o seguridad. Grupos enteros en enfrentamientos bélicos esperan la
recepción de armas con anhelo. Para ellos, sus armas son apreciadas
como parte de una solución exitosa del conflicto, mientras que las
armas de los otros son consideradas un problema. Encontramos aquí
fácilmente dos imágenes opuestas de las armas, dependiendo de quién
las tenga y con qué fines son utilizadas. Y finalmente, también nos
podemos imaginar un coleccionista de armas que las percibe en términos técnicos o estéticos, y que nos habla con entusiasmo sobre sus
materiales, diferentes modelos, funcionamiento e historia.
1. ONTOLOGÍA
Tenemos, pues, la diferencia fundamental entre los conceptos de
la realidad (ontología) de dos de los paradigmas más importantes en
la investigación criminológica social: el positivismo y el interpretativismo. Para el positivismo la realidad está dada objetivamente. Un
positivista diría que existen, armas, drogas, policías, etc. Para el interpretativismo, la realidad es el mundo de los significados. El interpretativista diría que armas, drogas, policías, etc., tienen significados
o, mejor dicho, que los individuos les confieren significados. Y, como
hemos visto en el ejemplo de las armas, los significados que atribuimos a las diferentes palabras, objetos o situaciones, a menudo pueden
diferir fuertemente dependiendo de a quién preguntemos. Para un interpretativista, la realidad es la realidad de los significados. Según el
interpretativismo esto quiere decir también que no existe una, sino
múltiples realidades.
Aunque es indudable que todos somos individuos y no hay dos
personas con experiencias, ideologías y modos de percibir la realidad
exactamente igual, se puede constatar una cierta similitud de conceptos dentro de grupos sociales o culturas más o menos homogéneas.
Si no fuera así, no podríamos entendernos con nadie. Siempre tendríamos que preguntar qué significa esta u otra palabra a nuestro
interlocutor y para explicarlo recurriría una y otra vez a palabras
que requerirían de una explicación y, así, nunca llegaríamos a enten-
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dernos. Por ello, como investigadores sociales, y en contraposición a
los psicólogos, nos interesamos por significados comunes, significados
sociales. Esto no quiere decir que no reconozcamos diferencias fundamentales en la interpretación de la realidad por parte de los diferentes
actores sociales.
2. EPISTEMOLOGÍA
Esta reflexión sobre las características de la realidad nos lleva a
diferentes maneras de entender el conocimiento según los dos paradigmas mencionados, el positivismo y el interpretativismo. A la lógica
del conocimiento la llamamos epistemología. Si la realidad está dada
objetivamente, como cree el positivismo, entonces tiene existencia independiente del investigador. El investigador tampoco influye con su
investigación sobre el objeto. Para el positivista entonces resulta posible obtener resultados ciertos independientemente del observador.
El enfoque interpretativista, por contra, al creer que no existe una
realidad objetiva sino múltiples significados, aspira a conocer justamente estos significados. En este proceso de conocer significados de
otros, el investigador se sabe no independiente del objeto de estudio.
Por un lado, entra en contacto con los sujetos y provoca (por ejemplo
al entrevistarles) unas reacciones, reflexiones o discursos que sin la intervención del investigador quizá no se habrían producido, o al menos
no se habrían manifestado. Por otro lado, no sólo los participantes
en la investigación, sino también el propio investigador, son seres que
interpretan el mundo social. El interpretativista se sabe envuelto en un
juego de interpretaciones permanentes en el que tiene que dar sentido
a los datos que está analizando. Lo que es más, la mera decisión de
escoger un determinado tema de investigación ya es resultado de una
interpretación de la realidad social. Un criminólogo que investiga, por
ejemplo, la violencia de género hacia las mujeres, parte probablemente de la interpretación de que pegar a una mujer es violencia y no es
simplemente una acción normal dentro de la tarea educativa del marido, tal como fue la posición dominante durante mucho tiempo atrás
de nuestra historia. Asimismo, probablemente parta de la idea de que
esta violencia de género es un problema social y no se trata de sucesos
anecdóticos o accidentales.
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Simplificando un poco, se podría decir que la investigación criminológica-social cualitativa, es decir, aquella que resulta del paradigma
interpretativista, se basa, en última instancia, en la famosa definición
de sociología y acción social de Max Weber (1864-1920), uno de los
padres fundadores de la sociología:
“Debe entenderse por sociología (…): una ciencia que pretende entender interpretándola, la acción social, para, de esa manera, explicarla
causalmente en su desarrollo y efectos. Por ‘acción’ debe entenderse una
conducta humana (bien consista en un hacer externo o interno, ya en un
omitir o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen
a ella un sentido subjetivo”. (Weber 1984: 5).
El conocimiento de la investigación criminológica apunta, por
tanto, siempre a un entendimiento o una comprensión. Para nuestro
cometido resulta imprescindible diferenciar entender/comprender de
la idea de explicar. Coloquialmente, las palabras son utilizadas a menudo de forma sinónima. La diferencia entre entender/comprender
por un lado, y explicar por el otro, radica en lo que Weber llamó “sentido subjetivo”. Si las acciones (que pueden también ser omisiones) de
otros tienen un sentido subjetivo, entonces podemos intentar entender
este sentido. Nos preguntamos entonces por qué ha hecho lo que ha
hecho. En el positivismo, por contra, no se parte del sentido subjetivo. El objetivo ahí es, igual que en las ciencias naturales, explicar un
fenómeno social. Así, los geólogos explican, por ejemplo, la erupción
de los volcanes haciendo referencia al aumento de la temperatura del
magma dentro del manto terrestre. A diferencia de nuestros antepasados no suponemos ningún sentido subjetivo en la erupción de un
volcán. Por ello, nunca podremos entender/comprender la erupción,
sino únicamente explicarla.
De forma parecida procede también la criminología positivista
cuando intenta, por ejemplo, explicar la criminalidad a través de influencias externas a la voluntad del individuo. Esto pueden ser aspectos biológicos/genéticos, patologías psicológicas o problemas (variables) sociales. Si explicamos, por ejemplo, el consumo de drogas
ilegales en términos de sexo, edad, experiencia previa con drogas legales, etc., entonces podremos mostrar que el ser varón adulto y consumidor en el pasado de drogas legales influye en el consumo actual de
sustancias ilegales. Tendríamos ahora una cierta explicación para el
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Benno Herzog
consumo de drogas y podríamos pensar en incluir en esta explicación
muchas más variables como la educación, la clase social, la ideología
política…. Lo que no tendríamos es una comprensión del fenómeno.
No sabemos por qué un cierto grupo social tiende más a consumir
drogas ilegales que otro. No obstante, para ayudar a solucionar el
problema del consumo de drogas resulta imprescindible comprender
sus causas. Resumiendo, podemos decir, por tanto, que el objetivo de
la investigación cuantitativa es la explicación, mientras que el objetivo de la investigación cualitativa es la comprensión.
Los críticos de la investigación cualitativa confunden a menudo entender/comprender con una toma de posición favorable. Creen que no
es ético intentar entender a asesinos, violadores, racistas, etc. Si bien es
cierto que los investigadores cualitativos procuran, en un primer momento, no condenar a los entrevistados, para un investigador social
existe una diferencia fundamental entre entender un acto y aprobarlo
moralmente. Para evitar esta confusión es importante subrayar que
sólo se trata de un primer momento en el que el investigador intenta
empatizar con los “objetos” de su estudio. Independientemente de si
se trata de agresores, víctimas o meros comentaristas, los investigadores cualitativos intentan, en este primer momento, ver el mundo con
los ojos de los demás. No obstante, es importante no quedarse en esta
posición y recuperar la distancia necesaria, tanto para enmarcar lo
analizado como para “traducirlo” para un público general.
Otra crítica se refiere a la capacidad de la investigación cualitativa para generalizar sus resultados. En la investigación criminológica
social no nos interesamos por las actuaciones individuales, sino por
la de varios individuos o grupos enteros que suelen ser tan grandes
que no podemos analizar cada individuo en particular de este grupo.
Por ello, en la investigación queremos hacer algún tipo de generalizaciones. Con las técnicas cuantitativas se suele hacer generalizaciones
en base a resultados estadísticamente significativos. Básicamente la
lógica detrás de este tipo de generalizaciones se puede formular de la
siguiente manera: si una característica X (consumo de drogas, actos
violentos) aparece con una frecuencia Y en la muestra analizada, entonces es altamente probable que en toda la población la característica X aparezca con la misma frecuencia. Cuanto más clara se muestra
una tendencia y cuanto más grande sea la muestra, más probable será
entonces que se dé esta forma de generalización.
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Las generalizaciones del conocimiento de la investigación que se
basan en el interpretativismo siguen otra lógica. La forma más común
de crear generalizaciones es mediante tipos ideales. Esta formulación
se remonta otra vez a Max Weber y se refiere a la construcción de
conceptos y categorías que captan y ordenan una parte de la realidad
social. Quizá un ejemplo sirva para entender mejor cómo funcionan
los tipos ideales. Imaginémonos una investigación sobre el papel de
las armas para los hombres españoles en la que se entrevistan unas
20-40 personas sobre el significado de la posesión de armas por particulares. Podría darse el caso de que el investigador después de analizar las entrevistas creara tres tipos ideales: 1) El amenazado: para este
tipo la existencia de armas representa una amenaza; 2) El protegido:
para este tipo las armas son una forma de protección; y 3) El encantado: este tipo elogia las bondades estéticas o técnicas de las armas. La
generalización sería entonces decir que posiblemente estos tres tipos
se encuentran también en el resto de la sociedad. Un análisis más profundo además adscribiría ciertas características o formas de pensar/
argumentar a cada uno de estos tipos ideales.
Es importante mencionar que incluso podría darse en la realidad
que no existiera ninguna persona que encajara nítidamente en uno
de estos tipos ideales. Podría darse el caso de que cada persona que
encajara en uno de los tres grupos también mostrara, en menor grado,
rasgos de otro tipo ideal. Así por ejemplo, aunque alguien se sienta
amenazado por la presencia de armas, puede mostrar cierta admiración por la estética marcial que confieren las mismas o alguna de ellas
en particular. No obstante, al ayudarnos a entender mejor la realidad
social consideramos como válidas estas nuevas categorías teóricas.
El conocimiento de la investigación cualitativa entonces siempre
va dirigido a responder las siguientes preguntas: ¿qué significa el fenómeno X (para un cierto grupo social)? Por ejemplo: ¿qué significa
la delincuencia juvenil para grupos de jóvenes delincuentes y para los
vecinos de un barrio con delincuencia juvenil? Otro complejo de preguntas estaría vinculado con la creación de este significado: ¿cómo se
crea el significado del fenómeno X? Por ejemplo: ¿cómo se ha creado
nuestro conocimiento actual de actos homosexuales como parte natural de la diversidad sexual frente a interpretaciones anteriores de la
homosexualidad como pecado o delito?
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3. METODOLOGÍA
Estas reflexiones sobre la ontología y la epistemología nos llevan
finalmente a la metodología. El caso que aquí nos interesa es aquella
lógica del proceder que se utiliza en el paradigma interpretativista. Si
el mundo es el mundo de los significados e interpretaciones y si los
objetos de estudio no existen independientemente del investigador,
entonces, el investigador tiene que entrar en una interactuación consciente con los demás para acercarse —interpretando la información
que recibe— a su mundo de vida. La lógica suele ser la de la inducción (a veces también la abducción) por la que se crea conocimiento,
comprensiones o categorías teóricas a partir del material estudiado.
En nuestro ejemplo del significado de las armas, supuestamente se han
creado tres categorías teóricas después de haber analizado una serie
de entrevistas.
Simplificando un poco la lógica positivista, se podría decir que
ahí la lógica de la investigación, por contra, sería la deducción. Ya se
conocen las teorías y “sólo” se realiza una prueba sobre su presencia
en la realidad social. Imaginemos un estudio sobre percepción de problemas en un barrio donde los vecinos pueden elegir, entre una serie
de respuestas, aquellos temas que para su barrio resultan más problemáticos, como p. ej. vandalismo, consumo de drogas, prostitución…
Aquí las respuestas ya son archiconocidas, es decir, ya vienen dadas
por el investigador. Este tipo de investigación no es apropiado para
llegar a conocer algo realmente novedoso.
Ya no resulta difícil entender que el positivismo y el interpretativismo suelen trabajar con diferentes técnicas de investigación social.
Mientras que el positivismo utiliza técnicas cuantitativas como las
encuestas, las técnicas cualitativas son las preferidas por los interpretativistas. Aquí resulta importante diferenciar entre técnicas y datos,
ya que nos podemos imaginar fácilmente un análisis cuantitativo de
datos cualitativos (p. ej. contando la frecuencia de ciertas palabras en
una entrevista). E incluso existen análisis cualitativos que se hacen
servir de datos cuantitativos. Así por ejemplo, Boersma y Schinkel
(2013) analizan el significado de la presentación de estadísticas sobre
inmigrantes. Es decir, interpretan cómo mediante la presentación de
varios grupos (p. ej. extranjeros y autóctonos) se crean imágenes mentales sobre diferencias grupales. No obstante, lo más común dentro
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del interpretativismo es un análisis interpretativo con datos cualitativos. Mientras que el análisis cuantitativo suele trabajar con variables
para medir frecuencias, correlaciones, etc., el interpretativismo analiza caso por caso, grupos de casos o temas.
En la siguiente tabla podemos ver un esquema de las principales
diferencias entre positivismo e interpretativismo.
Tabla 1.1. Ontología, epistemología y metodología en positivismo e interpretativismo
Positivismo
Interpretativismo
Ontología
Realismo ingenuo: la realidad social es “real”, objetiva y conocible
(como si tratara de una cosa).
Constructivismo: el mundo
conocible es el de los significados
atribuidos por los individuos.
Relativismo (realidad múltiple):
estas realidades construidas varían en la forma y en el contenido
entre individuos, grupos, culturas.
Epistemología
Investigador separado del objeto.
Objetividad.
Resultados ciertos.
Búsqueda de leyes.
Objetivo: explicación.
Generalización: significatividad
estadística.
El investigador y el objeto de
investigación están relacionados
entre sí.
Búsqueda de significado.
Objetivo: comprensión/entendimiento.
Generalización: posibilidades,
tipos ideales.
Metodología
Experimental-manipuladora.
Observación.
Separación observador-observado.
Predomina el método deductivo.
Técnicas cuantitativas.
Análisis por variables.
Interacción empática entre investigador y participante.
Interpretación.
Interacción observador-observado.
Inducción (el conocimiento procede de la realidad estudiada).
Técnicas cualitativas.
Análisis interpretativo por casos
y temas.
Fuente: Adaptación de Corbetta, 2003: 10.
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4. EL DESARROLLO DE LOS PARADIGMAS EN EL
CAMPO DE LA CRIMINOLOGÍA
En la mayoría de los campos académicos existe el dominio claro de
un paradigma, aunque este puede cambiarse o revolucionarse durante
el tiempo. Las ciencias sociales por el contrario cuentan como ciencias
multiparadigmáticas. Aquí existen varios paradigmas que a veces se
encuentran en luchas abiertas, otras veces en convivencia pacífica, y
en algunas ocasiones se combinan dentro de una misma investigación.
En las ciencias sociales y humanas se dijo, durante mucho tiempo,
que la lógica de crear nuevos conocimientos debería ser fundamentalmente diferente de aquella utilizada por las ciencias naturales. La
convivencia humana se regiría según reglas humanas de la cultura y
no según leyes naturales. No obstante, frente al avance vertiginoso de
las ciencias naturales y la aparente incapacidad de las ciencias humanas para dar respuesta a las grandes preguntas de la humanidad, las
ciencias humanas y sociales intentaron copiar, a partir del siglo XIX,
el método de las ciencias naturales. En este contexto surgió la sociología, intentando utilizar métodos considerados más científicos con el
objetivo de encontrar soluciones a los nuevos conflictos sociales.
Desde el principio, la sociología surgió como ciencia comprometida con el orden social. “Orden y progreso”, este lema de la bandera
brasileña proviene de una frase de Auguste Comte (1798-1857): “El
amor por principio, el orden por base, el progreso por fin”. Comte
está considerado como el creador del positivismo y acuñó también el
término sociología. Con este afán por el orden social, no nos ha de
sorprender que las ciencias sociales surgieran en cooperación estrecha
con las ciencias de la policía, que más adelante se llamaron ciencias
del Estado. Contrariamente a nuestra manera de entender, de identificar la tarea de la policía con la de la represión de comportamientos
indeseados, en el siglo XIX las ciencias de la policía tenían (también)
otras tareas. La ciencia de la policía tenía como objetivo la población,
su mantenimiento y proliferación (Eßbach, 1996). De esta ciencia, se
han mantenido, hasta la sociología de nuestros días, dos fuentes de
información: la estadística y el informe. Si la población es el objeto
del conocimiento de la ciencia de la policía (y de la sociología), entonces se necesitan números. ¿Cuántas personas viven en un territorio?,
¿cuál es la tasa de natalidad y mortalidad?, ¿cuál es la situación eco-
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nómica, estado de salud, formación, etc. de la población? Sin estos
números, resulta imposible hacer afirmaciones sobre la población. La
otra fuente es el informe: los inspectores de policía tenían que informar sobre la situación en su distrito, para ello tenían que investigar,
hablar con informantes, observar personalmente situaciones, tomar
anotaciones y ordenar los datos. A partir de ahí tenían que redactar
textos coherentes para otras personas. Como se puede ver fácilmente,
el primer procedimiento se encuentra todavía hoy en día en la investigación social cuantitativa, mientras que el segundo procedimiento
forma parte de las investigaciones cualitativas.
En los informes también se utilizaron números. Aquí se presentan
las primeras críticas del interpretativismo al positivismo: los números en sí son meros datos vacíos de sentido. Para que tengan sentido
las cifras, requieren de una interpretación. ¿Qué significa que en una
región se cometan 2.000 delitos contra la propiedad al año por cada
100.000 habitantes?, ¿es mucho o poco?, ¿es normal?, ¿es esta criminalidad una parte inseparable de nuestra vida moderna?, ¿es resultado del desarraigo, pérdida de valores o de la desigualdad social?,
¿podemos bajar la cifra mediante más policías, penas más duras, más
educación, más valores religiosos, otra política social? Las personas
que leen cifras, ya sean científicos, profesionales o simplemente ciudadanos, siempre interpretan los datos y los ordenan dentro de un esquema mental que les da sentido. De otra forma serían datos sin sentido. Con otras palabras: también las llamadas ciencias objetivas no lo
son. Siempre trabajan con construcciones sociales (no olvidemos que
cada categorización p. ej. la de “delito contra la propiedad” es una
categoría social, creada por el ser humano) y con interpretaciones.
No obstante, en la criminología actual el uso de métodos cualitativos a menudo parece ser la segunda opción. Tanto la sociedad, como, sobre todo, aquellos que suelen encargar estudios criminológicos
quieren “hechos reales”. Los datos numéricos parecen representantes
de estos hechos reales. Las cifras parecen más exactas, más objetivas y
por tanto “más científicas”. La base de esta crítica a las técnicas cualitativas es una confusión tanto respecto a la objetividad y neutralidad
de los datos numéricos como respecto al conocimiento científico.
Como se dijo antes, los datos numéricos, muchas veces, no son
neutros ni objetivos. Dependen de la decisión de unos científicos de
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operacionalizar un fenómeno de una forma u otra. Tomemos un ejemplo muy sencillo: en la política y en la prensa podemos ver a menudo
una cifra sobre la cantidad de inmigrantes que actualmente viven en
España, pero ¿a quién consideramos como inmigrante? Es totalmente
legítimo incluir a todas aquellas personas nacidas en el extranjero.
Igualmente es legítimo contar aquellas personas con nacionalidad extranjera, o sólo aquellos nacidos en el extranjero con nacionalidad extranjera (para no incluir a hijos de emigrantes españoles). Tendríamos
ya al menos tres formas “objetivas” de contar inmigrantes con tres
cifras diferentes. Si quizás queremos esta cifra en el contexto de una
investigación sobre violencia racista contra los inmigrantes, entonces
nos damos cuenta de que ninguna de ellas nos sirve. Los racistas no
suelen preguntar por el país de nacimiento, ni por el pasaporte. Los
residentes europeos que viven en las islas y las costas españolas raras
veces son víctimas de actos racistas. Las personas de color con nacionalidad española y nacidas en España por contra sufren el racismo social con mucha más frecuencia. Como se ve en este pequeño ejemplo,
que ni siquiera tenía que contemplar los múltiples sesgos a la hora de
recopilar los datos finales, se percibe la influencia de los investigadores en la producción de datos “objetivos”.
Por otro lado, el conocimiento científico no es sólo aquel que se
puede expresar en números. Conocimiento científico se caracteriza
por varios criterios:
– Es paradigmático: Sigue un paradigma de investigación y aplica
de forma coherente los supuestos ontológicos, epistemológicos
y metodológicos.
– Es sistemático: Sigue un plan y una organización previa de obtención del conocimiento.
– Es el resultado de una acción metódica, siguiendo métodos reconocidos en un campo específico.
– Incluye la duda y la reflexividad: Se pregunta por formas, hipótesis, interpretaciones alternativas y por las propias condiciones
del conocimiento.
La investigación criminológica cualitativa bien empleada cumple
todos estos criterios, por lo cual puede ser considerada igual de científica que la investigación cuantitativa. No obstante, la reflexividad
y el reconocimiento de la influencia de los investigadores al realizar
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investigación social, hace que la investigación cualitativa no se haga
ilusiones sobre la neutralidad y la objetividad. No aspira a los mismos
criterios de objetividad como la investigación cuantitativa, sino a la
intersubjetividad. Esto significa que los resultados de un investigador
deben convencer al resto de la comunidad científica.
Para ser justos hay que decir que hoy en día son muy pocos los
que defienden un paradigma puramente positivista. Este paradigma
ha sido reemplazado por el postpositivismo o el neopositivismo. Ambos destacan por un mayor grado de reflexividad. Con otras palabras:
incorporan gran parte de la crítica que se está haciendo al positivismo
desde otros paradigmas. Igualmente hay que reconocer que en este
capítulo se ha hecho una reducción simplificadora al utilizar sólo dos
paradigmas. Aunque esta diferenciación básica es muy común en las
ciencias sociales, hay que admitir que existen buenas razones para
incluir también otros paradigmas. Algunas propuestas en este sentido
no sólo serían el neopositivismo o el postpositivismo, sino también
el paradigma de la indagación crítica (también llamado paradigma
de la teoría crítica [véase Vallés, 2007: 56)]. Y finalmente hay que
reconocer que en la literatura también se encuentra a veces el término
del paradigma constructivista que a menudo aparece como propio
paradigma y en otros casos forma parte de los avances dentro del
interpretativismo. Si aquí se ha optado por una simplificación es únicamente para poderse centrar mejor en el paradigma interpretativista,
paradigma en el que se basan los métodos y técnicas de investigación
cualitativa en criminología.
Ejemplo (indirecto) entre el vínculo de ontología, epistemología y metodología
Sueños, Bandas y Pistolas: La Interacción entre la Violencia Adolescente y la Inmigración en un Vecindario de la Ciudad de Nueva York.
Pedro Mateu-Gelabert
Mientras que suele haber una cierta trasparencia metodológica en las investigaciones cualitativas, raras veces se explicitan los supuestos ontológicos y epistemológicos que forman
la base de estas investigaciones. Por consiguiente, vamos a hacer el intento de deducir
estos supuestos de una investigación sobre violencia entre adolescentes en una comunidad
inmigrante de Nueva York. La investigación de Mateu-Gelabert tiene como objetivo la comprensión de las causas de la violencia entre adolescentes.
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Benno Herzog
Para ello el autor siguió a un grupo de 25 estudiantes de familias inmigrantes dentro y
fuera del colegio durante 5 años. Está técnica, que se llama observación participante (véase
capítulo 8) fue completada con entrevistas en profundidad (véase capítulo 5) tanto con los
estudiantes como con sus padres, como mínimo una vez al año. El análisis de los datos así
recogidos se centraba en los cuatro temas siguientes: diferencias de género, diferencias
entre los países, diferencias generacionales y diferencias entre la primera y la segunda
generación de inmigrantes. Como resultado Mateu-Gelabert sugiere que, a causa de sus vivencias biográficas, los jóvenes se sienten amenazados y buscan protección en las bandas
juveniles. El autor describe la violencia como una “respuesta pragmática a las condiciones
de inseguridad del vecindario”. Sugiere que para prevenir la violencia no se debe criminalizar a los jóvenes sino garantizar la seguridad de estos.
Podemos ver cómo esta investigación parte de una ontología constructivista y de un relativismo. El mundo de los adolescentes es el mundo de los significados que estos atribuyen
a las cosas, personas y los hechos de su alrededor. Vemos también como este mundo no
es objetivo. Para la mayoría de nosotros la violencia sería probablemente abominable, una
amenaza, pero para los jóvenes parece ser una respuesta pragmática a su situación de
inseguridad. De ahí seguía en el nivel epistemológico que el investigador tenía que buscar
el significado tanto de la violencia como de otras experiencias vivenciales para los adolescentes. Lo hacía intentando entrar en interacción con los adolescentes y su mundo de
vida, empatizando con ellos (metodología). Como los datos tanto de las entrevistas como
de las observaciones son bastante indirectos —los jóvenes no se expresan en términos de
categorías teóricas— el investigador tiene que interpretar estos datos para dilucidar lo que
se sugiere. En resumen, existe un claro vínculo entre ontología y epistemología implícita en
la investigación y la metodología explicita de la misma.
Ahora bien, nos podemos preguntar qué importancia tiene un estudio sobre 25 jóvenes de
Nueva York para todos aquellos que no vivimos en el barrio estudiado. Esta es la pregunta sobre la posibilidad de generalización y con ello también la pregunta por la relevancia
científica del estudio. La propuesta, en este sentido, es entender que la violencia de los
jóvenes, no sólo en Nueva York, sino también en Buenos Aires, Madrid o Cuenca, pueda
ser entendida no cómo defecto de socialización y como problema social, sino como una
solución parcial, es decir como una respuesta pragmática a los problemas de estos jóvenes. Además, el estudio sugiere que los jóvenes inmigrantes, así como los hijos de los
inmigrantes se puedan encontrar especialmente en situaciones de inseguridad, por lo cual,
pueden tener una cierta tendencia a buscar soluciones pragmáticas violentas. No obstante,
debemos entender esta posibilidad sólo como hipótesis y tenemos que analizar en cada
caso si realmente existen situaciones parecidas como las descritas por Mateu-Gelabert o
si la situación en otros países, ciudades y barrios difiere sustancialmente de sus hallazgos.
5. EJERCICIOS PRÁCTICOS
1. ¿Qué significa que el interpretativismo crea que el mundo está
construido socialmente?
2. Mucha gente opina que las técnicas cualitativas son “menos
científicas” que las cuantitativas. ¿Por qué crees que es así?, ¿es
cierto?
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3. Al querer entender a los criminales, los investigadores intentan
muchas veces “ponerse en la piel” de estos o empatizar con
ellos. ¿Significa entender a los criminales tomar una posición
favorable respecto a ellos? Argumenta tu respuesta.
4. Como el trabajo científico sigue unos paradigmas, siempre debe
haber coherencia entre ontología, epistemología y metodología.
Elabora un ejemplo de una investigación cuantitativa coherente respecto a ontología, epistemología y metodología. Ahora
utiliza la misma temática e intenta convertir el tema en una
investigación cualitativa. Presenta de forma coherente las implicaciones ontológicas, epistemológicas y metodológicas.
6. BIBLIOGRAFÍA COMENTADA
Corbetta, P. (2003). Metodología y Técnicas de Investigación Social. Madrid. McGraw-Hill. Capítulo 1: Los paradigmas de la investigación social, pp. 3-29.
El capítulo introductorio de Corbetta compara los tres paradigmas de la investigación social más conocidos: el interpretativismo, el positivismo y el postpositivismo que reemplaza, en la práctica actual, al antiguo positivismo, incluyendo muchas críticas que desde el interpretativismo se han realizado a este.
De forma muy didáctica, con cuadros, tablas y resúmenes explica las fuentes
histórico-teóricas de los tres paradigmas y las implicaciones ontológicas, epistemológicas y metodológicas.
Valles, M. S. (2007). Técnicas Cualitativas de Investigación Social. Reflexión Metodológica y Práctica Profesional. Madrid: Síntesis, pp. 48-68.
Este capítulo del manual de Valles presenta y compara las diferentes posturas respecto a los paradigmas de la investigación social. Con profundo conocimiento de la materia hace referencia a una gran variedad de autores y su postura
sobre la existencia de dos, tres, cuatro o más paradigmas en la investigación
social.
7. BIBLIOGRAFÍA
Boersema, S. & Schinkel, W. (2013). Imagining the Nation: Regimes of Expertise
in Immigrant Integration Measurement in Germany and the Netherland. Presentación oral en la conferencia “Crisis, Critique and Change” de la European
Sociological Association, Torino.
Corbetta, P. (2003). Capítulo 1: Los paradigmas de la investigación social, en:
Metodología y Técnicas de Investigación Social. Madrid. McGraw-Hill., pp.
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