Sobre el sujeto de cartel Por Renzo Pita Zilbert Buenas noches, quisiera agradecer a todos los que han venido, ya sea presencialmente o virtualmente. También quisiera agradecer al directorio la iniciativa de estas noches de escuela donde se mostrarán los avances de dos productos de cartel. La idea de esta noche es dar una muestra del trabajo que se está haciendo en los diferentes carteles de cara a las jornadas que tendremos en Lima e invitarlos, por supuestos, nuevamente a participar de este trabajo. También quisiera decir unas palabras sobre el cartel, pues he constatado en los correos que me han enviado que hay participantes nuevos en la escuela que están teniendo sus primeras experiencias de cartel. Entonces, quisiera comentar algo brevemente. El sesgo, la perspectiva que quisiera tomar es la del sujeto de cartel, pues me parece que lo diferencial de la elucubración de saber que se hace en un cartel respecto de otras formas de construir saber está justamente en la relevancia que le damos a lo que llamamos sujeto de cartel. Todos leemos textos, artículos, libros, etc., que vienen de otros discursos, pero los productos de cartel se distinguen de aquellos, me parece, por la centralidad que le dan al sujeto de cartel. ¿Qué sería entonces un sujeto de cartel? Un sujeto de cartel, en principio, no es otra cosa que el sujeto del inconsciente. Sabemos que el sujeto del inconsciente es algo que toma su estatuto a partir del consentimiento del ser hablante a dejarse interpelar por sus lapsus, sueños, síntomas, inhibiciones, angustias, etc. Este consentimiento produce una división subjetiva que es puesta a trabajar en el dispositivo analítico por medio de la asociación libre. Se podría decir, sin ningún ánimo de rigurosidad, que lo que tenemos ahí son tres momentos: primero, el momento del surgimiento de alguna de las formaciones del inconsciente, pero ahí el inconsciente aún no cobra existencia, es solo pura potencialidad; segundo, el momento del consentimiento al inconsciente y con ello la aparición de la división subjetiva, que es el verdadero surgimiento del inconsciente; tercero, el momento de la elucubración a través de la asociación libre. Ahora, el sujeto de cartel tiene una idéntica constitución a la del sujeto del inconsciente, sin embargo, el sujeto de cartel, se podría decir, se vale de un recurso adicional para hacer la elucubración de saber sobre aquello que lo interpela, pues se sirve de las elaboraciones teóricas, del saber articulado, de los distintos desarrollos de otros discursos para despejar, para iluminar en algo aquello que lo aqueja en su subjetividad. Esto es tan así que el sujeto de cartel suele presentarse como una pregunta sobre un tema particular del campo psicoanalítico, dejando entre líneas la verdadera pregunta, la verdadera cuestión que le interesa despejar. Mientras que en un análisis el sujeto del inconsciente es la referencia directa de la asociación libre, en un cartel el sujeto de cartel hace referencia a un asunto teórico, clínico o político y, de manera soterrada, lo que se elabora ahí es también al sujeto del inconsciente. No es sencillo lograr que el sujeto del inconsciente tome la forma de un sujeto de cartel, siempre existe el peligro que el producto del cartel obedezca más al discurso universitario que al discurso analítico. Para lograr la articulación del sujeto de inconsciente con el sujeto de cartel es necesario que haya, evidentemente, una relación con el inconsciente y un deseo de sostener dicha relación. En otras palabras, debe de hacer algo del deseo-del-analista. Por tomar los ejemplos más notables, Lacan y Miller, han sostenido un seminario por varios años, pero cada uno de ellos ha señalado en más de una oportunidad que realizaban dicho seminario en posición de analizantes. Eso es algo que se ve muy claramente en el seminario que estamos leyendo actualmente, “Todo el mundo es loco”. De tal manera que, de la misma forma en que Clausewitz solía decir que la guerra es la continuación de la política por otros medios, ellos parecen mostrar que la elucubración de saber que hacen en sus seminarios es la continuación su análisis por otros medios. El reto de un cartel está, me parece, sobre todo dos aspectos: primero, en la dificultad de articular alguna de la división subjetiva a un trabajo de elucubración de saber; segundo, en la dificultad de sostener esa división subjetiva y hacerla trabajar.