LA FILOSOFÍA HELENÍSTICA Índice 1. El helenismo 1.1. El ocaso de la polis 1.1.1. La felicidad 1.1.2. Patriotismo y cosmopolitismo 1.2. De Atenas a Alejandría 1.3. Roma 2. Las escuelas socráticas 2.1. Las escuelas socráticas mayores 2.2. Las escuelas socráticas menores 2.2.1. La filosofía helenística 3. El epicureísmo 3.1. La lógica o la teoría del conocimiento 3.2. La física atomista 3.3. La ética 3.3.1. El tetrapharmakon 3.3.2. Placer y ataraxia 4. El estoicismo 4.1. La lógica o la teoría del conocimiento 4.2. Las física 4.3. La ética 4.4. El estoicismo en Roma 5. El escepticismo 6. El eclecticismo 7. La ciencia alejandrina 7.1.1. El Museo 7.1.2. Euclides 7.1.3. Arquímedes 7.1.4. Aristarco de Samos 7.1.5. Eratóstenes 7.1.6. Hiparco 7.1.7. Ptolomeo «Vana es la palabra del filósofo que no sabe aliviar al hombre que sufre». EPICURO 1. El helenismo Se llama helenismo al período que comprende desde la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.) hasta la conquista romana de Egipto (30 a. C.), el último reino helenístico. Este término se aplica, fundamentalmente, a la literatura y el arte griegos. Durante esta época, la lengua y la cultura griegas se extendieron por todo el mundo clásico: por el Mediterráneo oriental se difundió gracias a las conquistas de Alejandro Magno; y por el Mediterráneo occidental, gracias a Roma, que, cuando conquistó Grecia y los reinos helenísticos, asimiló su cultura. Las conquistas de Alejandro Magno ampliaron las fronteras griegas por tierras de África y Asia hasta límites impensables. Alejandro puso las bases para el nacimiento de un modelo nuevo de comunidad, el Imperio, capaz de acoger a individuos de procedencia muy diversa y donde la lengua y la cultura griegas eran los elementos fundamentales de cohesión. La muerte de Alejandro provocó la fragmentación de su Imperio y la ruptura de la unidad griega. Los distintos Estados, divididos una vez más, acabaron haciendo de Grecia una presa fácil para Roma, que la convirtió en provincia con el nombre de Acaya en el año 146 a. C. La filosofía helenística está influida principalmente por: El ocaso de la polis y la aparición del Imperio como nueva estructura política. La irrupción de Alejandría en el mundo cultural como nuevo foco del saber, en detrimento de Atenas. La aparición de Roma como potencia hegemónica que, en el terreno de la filosofía, supondrá una mera continuación del período helenístico. 1.1. El ocaso de la polis Al mismo tiempo que las fronteras se ampliaban, el ciudadano de la polis perdía su independencia. El ocaso de las polis griegas se inició con la derrota de los atenienses en la batalla de Queronea (339 a. C.) a manos del ejército macedonio, dirigido por el padre de Alejandro, Filipo II. A partir de ese momento, los macedonios sometieron a todas las ciudades griegas y constituyeron el Imperio como unidad política superior, de modo que las polis dejaron de existir como unidades autárquicas. Aun que estas se mantuvieron como núcleos urbanos en los que se continuó desarrollando la cultura y la ciencia, dejaron de tener la relevancia política de antaño. Esta situación tuvo dos consecuencias para la filosofía: la necesidad de plantearse de nuevo en qué consiste la felicidad y cómo alcanzarla, y la emergencia de un nuevo sentimiento, el cosmopolitismo, en sustitución del patriotismo vigente hasta ese momento. La felicidad Platón y Aristóteles habían organizado sus propuestas políticas tomando la polis como lugar natural para construir una sociedad que hiciera posible la felicidad de los ciudadanos. En el nuevo contexto histórico, estas concepciones éticas y políticas perdieron su validez, por lo que se hizo necesario plantear otras nuevas. Durante el período helenístico surgieron varias escuelas filosóficas (la epicúrea, la escéptica y la estoica) que, sumadas a la Academia platónica y al Liceo aristotélico, establecieron la ética como centro de sus preocupaciones; sin embargo, a diferencia de Platón y de Aristóteles, no aspiraban a encontrar la felicidad dentro de la polis. El emperador Alejandro Magno (356-323 a. C.) tuvo como tutor, durante su adolescencia a Aristóteles. Tras el asesinato de su padre, Filipo II en el 336 a. C., Alejandro se convirtió en rey de los macedonios. Supo enfrentarse a las conspiraciones que querían apartarle del trono y atajó con mano firme los levantamientos de las polis conquistadas por su padre. En el 334 a. C. inició la lucha contra los persas, en la que salió victorioso de todas las batallas. Dos años más tarde conquisto Egipto y fundó Alejandría. En el 331 a. C. conquistó el Imperio persa. En el 327 a. C. había tomado Asia central. Al llegar a la India, su ejército se negó a seguir adelante. Regresó a Babilonia, donde murió en el 323 a.C. Patriotismo y cosmopolitismo El patriotismo que profesaban los atenienses en la época anterior estaba alentado por su implicación activa en la vida pública de la polis. La nueva situación política supuso el fin de la democracia y la dependencia de las polis de un órgano político superior. El poder se burocratizó y se consumó su alejamiento de los ciudadanos. Algunas corrientes filosóficas -los epicúreos son el ejemplo más claro- llegaban incluso a desaconsejar la participación en la vida política. El resultado fue el debilitamiento del sentimiento patriótico entre la población. La desaparición del patriotismo coincidió con el auge del cosmopolitismo¹, defendido por algunas escuelas filosóficas, como la epicúrea y la estoica. Este hecho se explica porque la democracia ateniense, a pesar de constituir un logro fundamental, se basaba en no considerar ciudadanos -no les concedía derechos- ni a mujeres ni a esclavos, ni a extranjeros. La ampliación de las fronteras llevada a cabo durante el helenismo permitió que los individuos llegaran a adoptar una visión universalista de la humanidad, lo que comportaba la convicción de que todos los seres humanos son iguales. Los epicúreos, por ejemplo, permitían a mujeres y esclavos la entrada al Jardín, su lugar de reunión. GLOSARIO ¹Cosmopolitismo: sentimiento de ser ciudadano del mundo. 1.2. De Atenas a Alejandría Durante el helenismo, Atenas siguió siendo un centro cultural y filosófico. Las escuelas estoica, epicúrea y escéptica se establecieron en esta ciudad, junto a la Academia y al Liceo, y posteriormente se expandieron por otras polis griegas. Sin embargo, el auténtico espíritu renovador de la época se encontraba en una ciudad egipcia, Alejandría, que sustituiría a Atenas como impulsora de la cultura y de las ciencias. En Alejandría, ciudad fundada por Alejandro Magno en el 332 a. C., se encontraba el Museo; esta institución cultural estaba dotada de una biblioteca a la que acudieron los investigadores más importantes de la época y fue la cuna de los principales logros científicos de la Antigüedad. 1.3. Roma El Imperio romano, que históricamente se inicia en el 27 a. C. con la subida al poder de Octavio Augusto, fue el resultado de la política de expansión que Roma había practicado desde la época republicana. Los límites del Imperio se extendieron por Europa, Asia y África. Roma ejerció su hegemonía territorial convirtiendo en provincias y romanizando los nuevos territorios conquistados, entre ellos Grecia. Al mismo tiempo que los territorios conquistados iban siendo anexionados a Roma, la cultura romana -y el latín como lengua de la administración y del poder- daba mayores muestras de su vigor. El comediógrafo Plauto (251-184 a. C.), y los poetas Virgilio (70-19 a. C.) y Ovidio (43 a. C.-17 d. C.) son algunos ejemplos de la excelencia alcanzada por la cultura latina. En las provincias romanas también nacieron destacados intelectuales, como el filósofo cordobés Séneca. Los romanos manifestaron un gran aprecio por las manifestaciones culturales de las regiones conquistadas y, muy especialmente, de Grecia. Esto explica que los pensadores romanos conocieran a los filósofos helenísticos y se adscribieran a sus corrientes. Algunos de estos pensadores no se identificaron con una única corriente, sino con varias de ellas, dando lugar al eclecticismo. Tal como señalan García Gual e Imaz: «Roma, conquistadora del ámbito geográfico mediterráneo y del Próximo Oriente, es [...] una prolongación del helenismo en el aspecto cultural». Alejandro pretendió hermanar Oriente y Occidente creando una comunidad internacional. Para forjar este ideal cosmopolita, enseñó a miles de jóvenes persas la lengua griega y los formó militarmente para incorporarlos a su ejército. También promovió el matrimonio entre sus soldados y las mujeres persas (él mismo lo hizo en varias ocasiones). 2. Las escuelas socráticas La filosofía helenística se ordena en escuelas. Todas ellas comparten el hecho de estar inspiradas -directa o indirectamente- por la filosofía de Sócrates. Estas escuelas se clasifican en escuelas socráticas mayores (la Academia platónica y el Liceo aristotélico) y escuelas socráticas menores (la escuela cínica, la cirenaica y la megárica). Estas últimas se fundaron durante la época en que vivió Platón -son anteriores, por tanto, a Aristóteles- y fueron el germen de las escuelas helenísticas: el epicureísmo, el estoicismo y el escepticismo. La existencia de estas escuelas llegó a su fin en el 529 d. C., cuando el emperador romano Justiniano ordenó cerrar las por razones religiosas. 2.1. Las escuelas socráticas mayores La Academia y el Liceo se convirtieron en escuelas de pensamiento que competían, en igualdad de condiciones, con las nuevas escuelas filosóficas y, en algunos casos, llegaron a defender tesis próximas a algunas de ellas. En la llamada Academia antigua, sus miembros -ya sin Platón- mostraron una clara tendencia hacia el pitagorismo que, más tarde, en las llamadas academias media y nueva, abandonaron para abrazar el escepticismo, al poner en duda que el conocimiento fuera posible. Los miembros del Liceo se preocuparon por cuestiones científicas y centraron sus investigaciones en la naturaleza, relegando a un segundo plano los elementos más propiamente filosóficos. 2.2. Las escuelas socráticas menores Las escuelas socráticas menores adoptaron de Sócrates su concepción de la filosofía como una forma de vida; por tanto, sus preocupaciones fueron principalmente éticas, aunque también estudiaron la estructura de los razonamientos y la lógica. Entre las principales escuelas socráticas menores destacan: La escuela cínica. Se caracterizó por su oposición a la civilización y a la vida en sociedad. Los cínicos preconizaban un retorno a la naturaleza como medio para alcanzar la felicidad. Para ellos, la sociedad humana generaba infelicidad y la única solución era desprenderse de todo y vivir como vagabundos. Su modelo de vida era ascético, es decir, se dedicaban a la práctica de la perfección espiritual, rechazaban todo tipo de placeres y reivindicaban el cosmopolitismo. En esta escuela se inscribe Diógenes de Sirope. La escuela cirenaica. Defendía que el ser humano, para ser feliz, tiene que procurarse el mayor número posible de placeres y escapar del dolor. Sin embargo, consideraba que el sabio es moderado y no se deja llevar por las pasiones. La escuela megárica. Su preocupación por la lógica influyó posteriormente en el estoicismo. 2.2.1. La filosofía helenística Las escuelas socráticas menores inspiraron las tres corrientes que tuvieron una mayor aceptación en las sociedades helenística y romana: el epicureísmo, el estoicismo y el escepticismo. La ética, centrada en la noción de felicidad entendida como ataraxia), es la parte más importante del pensamiento de estas escuelas. RELACIONA Con su concepción de que la ciudad (polis) es una comunidad natural, Aristóteles se opuso a los cínicos. Estos consideraban que el ser humano, si quería ser realmente feliz, tenía que retornar a la naturaleza y alejarse de la sociedad. 3. El epicureísmo Nacido en Samos, pero hijo de atenienses, Epicuro (341 a. C.-271 a. C.) se instaló en Atenas, donde fundó, cuando tenía treinta y cinco años, el Jardín, un lugar retirado que habilitó para cultivar los conocimientos y la amistad. El Jardín no tenía las mismas pretensiones intelectuales que la Academia platónica o el Liceo aristotélico, sino que, tal como afirman García Gual y María Jesús Imaz, «proporcionaba un retiro para la vida intelectual a un grupo de amigos, en torno a la figura venerable del maestro Epicuro». En esta escuela, a diferencia del resto, se admitían personas de todas las clases sociales, mujeres y esclavos. Los epicúreos se decantaron por la vida retirada, y el propio Epicuro recomendó a sus seguidores que no se inmiscuyeran en la vida política de la ciudad, por ser una actividad turbadora. Se afirma que Epicuro llegó a escribir alrededor de trescientas obras. Los escasos textos que se han conservado hasta la actualidad se pueden estructurar en tres bloques: la lógica o canónica –aunque en realidad se trata de teoría del conocimiento-, la física y la ética. El concepto central de la ética epicúrea -y, por tanto, de toda su filosofía, es el de placer, ya que es el medio por el que el ser humano alcanza la felicidad. Sin embargo, tal como se estudiará más adelante, el placer que propugna Epicuro es ascético, porque el único placer que merece tal nombre es el de existir. El Jardín El Jardín era un lugar retirado que habilitó Epicuro para cultivar los conocimientos y la amistad. RELACIONA Mientras que, para Aristóteles, la felicidad del individuo se funda en la comunidad de la polis y el ser humano es un animal político, Epicuro considera que la ataraxia o imperturbabilidad solo se encuentra en la vida retirada. «Para Epicuro, la elección socrática y platónica a favor del amor por el bien es una ilusión: en realidad, lo que mueve al individuo no es más que la búsqueda de su placer y de su interés. Pero el papel de la filosofía consistirá en saber buscar de manera razonable el placer, es decir, en realidad, en aspirar al único placer verdadero, el simple placer de existir. Pues toda la desdicha, toda la pena de los hombres, procede del hecho de que ignoran el verdadero placer. Al buscarlo, son incapaces de alcanzarlo, porque no pueden satisfacerse con lo que tienen, o buscan lo que está fuera de su alcance, o porque estropean ese placer al temer siempre perderlo. Podemos decir en cierto sentido que el sufrimiento de los hombres se origina principalmente en sus opiniones huecas, luego en sus almas». PIERRE HADOT, ¿Qué es la filosofía antigua? 3.1. La lógica o la teoría del conocimiento La teoría del conocimiento epicúrea se expone en un libro titulado Canon. Por esta razón recibe el nombre de canónica. Su finalidad es establecer los criterios por los que un enunciado es verdadero. La base de todo conocimiento y el criterio básico para saber si algo es verdadero es la sensación. Las sensaciones se repiten y por eso se memorizan, reordenan y clasifican, hasta que emerge un concepto general que Epicuro califica como anticipación. Los conceptos son la base del conocimiento. Para que una sensación se considere verdadera e indudable ha de ser nítida y clara. El origen de los errores reside en las sensaciones poco claras y equivocas, lo que da lugar a conceptos generales y vagos, que no guardan relación con la realidad sensible y concreta. Epicuro también afirma que existen intuiciones (o proyecciones imaginativas), por las que el individuo hace afirmaciones sobre realidades existentes en el mundo que no pueden percibirse. Por ejemplo, Epicuro reconoce la existencia de átomos, a pesar de que son invisibles para el ser humano. Para no incurrir en errores, estas intuiciones no pueden entrar en contradicción ni con las sensaciones ni con las anticipaciones. 3.2. La física atomista La física pretende conocer el funcionamiento del universo (incluidos los seres vivos). Este conocimiento es necesario para conseguir la felicidad, ya que las creencias erróneas sobre el mundo son fuente de miedos y terrores infundados que causan insatisfacción y angustia en el ser humano. Epicuro era atomista y consideraba que solo existen los átomos y el vacío. Los átomos se caracterizan por ser eternos, indivisibles e inmutables y su número es infinito. El universo, por tanto, también es eterno e infinito. Los átomos tienen forma, extensión y peso. Debido al peso, están cayendo perpetuamente en el vacío del cosmos, como gotas de agua. En su movimiento de caída, se pueden desviar ligeramente al azar. Este movimiento, llamado clinamen, es la principal contribución de Epicuro al atomismo. Al desviarse, los átomos chocan y forman conglomerados que son el germen de todos los mundos -incluido el nuestro- y seres que existen en el universo. El clinamen también introduce la espontaneidad y el azar en un mundo que, de otro modo, sería exclusivamente mecánico, de manera que la libertad humana no tendría cabida ni explicación. La noción de clinamen fue muy criticada desde la Antigüedad. Cicerón, por ejemplo, afirmó que las concepciones de Epicuro eran débiles y poco sustentadas. El clinamen epicúreo carece, efectivamente, de causa: es puro azar producido sin razón alguna. Cicerón, además, apreció que no tiene sentido afirmar que, en un universo infinito, los átomos caen hacia abajo. En el vacío, los términos arriba y abajo no pueden tener un sentido absoluto, sino relativo. Epicuro creía que la vida es una agregación de átomos, y la muerte es su separación. El alma humana está compuesta por átomos livianos que, tras la muerte del individuo, se disgregan, haciendo inviable la vida tras la muerte, de manera que no hay lugar para la inmortalidad. Los dioses, según Epicuro, están compuestos de átomos perfectos. Viven felices e indiferentes a las vicisitudes humanas y no intervienen, ni para bien ni para mal, en la vida de las personas. RELACIONA El atomismo es la filosofía defendida por Leucipo y Demócrito según la cual la realidad se compone fundamentalmente de átomos y de vacío. El atomismo es una concepción mecanicista y azarosa de la realidad. Es, por tanto, opuesta a las concepciones teleológicas defendidas, entre otros, por Platón o Aristóteles. 3.3. La ética La ética es la finalidad última de toda la filosofía epicúrea. Para este filósofo, el ser humano aspira a ser feliz, lo que se logra evitando el dolor y buscando la tranquilidad de ánimo o ataraxia. Epicuro se plantea dos objetivos: en primer lugar, denunciar todas las opiniones infundadas que dan lugar a que el ser humano sea infeliz; en segundo lugar, mostrar que el placer es la fuente de la felicidad para el ser humano. El tetrapharmakon El tetrapharmakon, o los cuatro remedios, son reflexiones que denuncian la falsedad de las creencias que alimentan los temores humanos. La filosofía entendida como terapia del alma encuentra, en este apartado, su explicación. Mediante esta terapia, fundada en cuatro remedios, Epicuro pretende que el individuo no tenga creencias que le puedan conducir a su infelicidad. Los miedos infundados y las falsas creencias son un obstáculo para conseguir la felicidad, y por esta razón Epicuro trata de neutralizarlos. Según Epicuro, el miedo es uno de los factores más importantes que impiden que el ser humano alcance la felicidad: la mayoría de nuestros miedos son irracionales, producto del desconocimiento, y no se asientan en la verdad de los hechos, por lo que hay que descartarlos. Los miedos más importantes son los siguientes: Miedo a la muerte. Ante este miedo, Epicuro asegura: «La muerte, el más temible de los males, no supone nada para nosotros; mientras vivimos no existe la muerte, y, cuando acude en nuestra busca, nosotros ya no estamos». La muerte, que es una simple disgregación de átomos, ocurre cuando ya no estamos vivos. No tiene sentido, por tanto, temerla. Miedo a los dioses. Como se ha dicho anteriormente, Epicuro admite la existencia de los dioses, pero rechaza la creencia supersticiosa en su capacidad de intervenir en la vida humana. Los dioses viven felices en medio de los espacios siderales, sin establecer vínculos con el ser humano, de modo que temer su venganza o arbitrariedad es absurdo e irracional. Miedo a no alcanzar el bien. Según Epicuro, aquello que es bueno por constituir una necesidad siempre se encuentra a nuestro alcance. La dificultad de alcanzar algo es la prueba de que lo que se quiere alcanzar no es un bien. Por ejemplo, saciar la sed o el hambre es sencillo; desear y conseguir manjares exquisitos resulta, por el contrario, más difícil. Tal como aseguró el propio Epicuro: «Gracias sean dadas a la bienaventurada naturaleza que hizo que las cosas necesarias sean fáciles de obtener y que las cosas difíciles de alcanzar no sean necesarias». Miedo al dolor y al fracaso. Epicuro racionaliza el dolor asegurando que, si es intenso, es breve; y, en caso de ser prolongado, entonces es tenue. En relación con el fracaso, este filósofo afirma que el sabio no puede depender de las opiniones ajenas. Los miedos Epicuro expuso los cuatro miedos de la siguiente manera: los dioses no son de temer, la muerte no es temible, el bien es fácil de adquirir, el mal es fácil de soportar. Placer y ataraxia El placer es el eje central de la ética epicúrea. Epicuro distingue dos clases de placeres: Placeres cinéticos o móviles. Son los que se obtienen por los sentidos, como comer o beber. Para Epicuro, son placeres insaciables y efímeros, y en ellos lo único que se encuentra en último término es dolor y sufrimiento. No son, por tanto, auténticos placeres, por lo que hay que escapar de ellos en la medida de lo posible. Epicuro recomienda la frugalidad y el ascetismo, y solo satisfacer tales deseos en tanto que sean indispensables. Quien pretenda buscar la felicidad satisfaciendo toda clase de deseos, únicamente encontrará turbación, malestar y dolor. Placeres catastemáticos o en reposo. Son los placeres que nacen de la ausencia de dolor del cuerpo y de la ausencia de turbación en el alma. Al suprimir todo sufrimiento, lo que queda es el goce de la propia existencia. Es la ataraxia, la serenidad, entendida como el placer por existir. Entre los placeres que contribuyen a la serenidad, se encuentran el placer de la amistad y el de la práctica filosófica. Como afirma Pierre Hadot: «Todo sucede entonces como si, al suprimir el estado de insatisfacción que lo absorbía en la búsqueda de un objeto particular, el hombre por fin quedara libre de poder tomar conciencia de algo extraordinario, que ya estaba presente en él de manera inconsciente, el placer de su existencia». Este placer del alma se incrementa al cultivar el conocimiento y la amistad, pues en ambos casos aumenta el bienestar, la armonía y la serenidad. El sabio, según Epicuro, no es ni el que satisface toda clase de deseos ni el que los rechaza todos; es aquel que aprende a desear solo lo básico -en relación con la comida o la bebida, por ejemplo-, para que el deseo no lo atormente, y aquel que sabe rodearse de buenos amigos con los que conversar y filosofar. Para este pensador, en estas actividades se encuentra el placer real y auténtico, ya que contribuyen a la serenidad y al sosiego. El sabio es quien reconoce, en definitiva, que cada uno de los instantes de la vida que surge, recordemos, fruto del azar-es maravilloso, y por esa razón hay que celebrarlo y gozarlo como si fuera el último. Ataraxia versus misticismo La ataraxia es un estado de equilibrio emocional gracias al cual se es más fuerte ante las adversidades. Para filósofos como Epicuro, la razón podía dominar los sentidos para alcanzar este estado. En la misma época, en Oriente, religiones como el hinduismo y el budismo desconfiaban de la razón y en su lugar recurrían al misticismo para lograr que el individuo se sintiera unido a la naturaleza, sin intermediarios. «Cuando decimos, pues, que el placer es el fin, no queremos decir los placeres de los inmoderados ni los placeres sensuales —como entienden algunos que o no nos comprenden o no están de acuerdo o nos malinterpretan- sino la ausencia de dolor en el cuerpo y de turbación en el alma. Y es que el vivir placentero no consiste en beber o andar metido constantemente en juergas ni tampoco en gozar con muchachitos o con mujeres o con pescados y con cuanto una mesa lujosa puede ofrecer, sino más bien resulta del razonamiento sobrio que investiga las causas de toda elección y rechazo y que elimina aquellas opiniones por cuya causa se apodera de las almas la máxima turbación. Ahora bien, el principio de todo esto y el bien mayor es la prudencia y de ahí que la prudencia sea aún más estimable que la filosofía: en ella tienen su origen las demás virtudes, ya que nos enseña que no es posible vivir placenteramente sin vivir también con prudencia, orden y justicia, ni tampoco es posible vivir con prudencia, orden y justicia sin vivir placenteramente. En efecto, las virtudes forman un todo con el vivir placentero y el vivir placentero es inseparable de ellas». EPICURO, Carta a Meneceo. a) Explica la relación entre placer y virtud a la que hace referencia el texto. b) Relaciona el contenido del texto con la concepción del tetrapharmakon. c) Compara la idea de virtud epicúrea y la aristotélica. 4. El estoicismo La escuela estoica, fundada por Zenón de Citio (332 a. C.-262 a. C.) fue una de las escuelas más relevantes y fecundas de la época helénica. Más de quinientos años después de su aparición, algunos pensadores romanos aún seguían declarándose estoicos. Aunque el estoicismo puede dividirse en tres etapas antigua, media y nueva-, fue su última fase, con centro en Roma y ocupada fundamentalmente en la ética, la que ha pasado a la historia gracias a pensadores como Séneca, Epicteto y Marco Aurelio. Igual que las demás escuelas helenísticas estudiadas en esta unidad, los estoicos dividieron su ideario en tres áreas: lógica, física y ética. Los estoicos siempre exponían sus tesis en lugares públicos y no rechazaban ocupar esferas de poder político. Esto les diferenciaba de los cínicos -que rechazaban la vida en sociedad, y de los epicúreos que se negaban a participar en la vida política-. A pesar de las diferencias, las tres escuelas tenían la misma finalidad: lograr que el ser humano alcanzase la felicidad. Los estoicos fueron unos lógicos innovadores que, además de estudiar la lógica aristotélica, ampliaron sus estudios a los razonamientos condicionales y disyuntivos. Por ejemplo, estudiaron la argumentación, que posteriormente se denominaría modus ponens: dado un condicional y la afirmación del antecedente, se concluye con la afirmación del consecuente. 4.1. La lógica o la teoría del conocimiento La lógica es el ámbito en el que los estoicos, igual que los epicúreos, desarrollaron su teoría del conocimiento. Mantienen una postura empirista, ya que consideran que el conocimiento siempre es de lo concreto; rechazaban que hubiera un conocimiento de lo universal. Los estoicos determinaron dos criterios para alcanzar la verdad: La sensación. Es el origen de todo conocimiento: el alma humana es como cera en la que se inscriben las impresiones procedentes del exterior. La evidencia. En el discurso hay que concatenar diferentes enunciados, de modo que las conclusiones se tienen que seguir necesariamente de las premisas. Cuando las tesis están sustentadas de forma válida, se alcanza la evidencia. Los errores surgen cuando el paso de las premisas a la conclusión no se hace de manera adecuada. 4.2. La física Como ocurre con los epicúreos, la ética es la razón última por la que los estoicos se ocupan de la física. La física estoica adopta las concepciones de Heráclito: el universo es un fluir cíclico y eterno que sigue unas leyes racionales (el logos). Del logos se desprenden las semillas o razones seminales (logoi spermatikai) de las que se forman los seres del mundo. El fuego es el elemento principal de este proceso, del que surgen y al que retornan el resto de elementos. A partir de esta constatación, se siguen dos consecuencias que tienen implicaciones lógicas y éticas: Física y lógica. La naturaleza sigue unas leyes deterministas, lo que significa que es racional; respecto al ser humano, actuar conforme a la razón equivale a actuar de acuerdo con la naturaleza. La coherencia tanto con la naturaleza como con uno mismo es uno de los objetivos a los que debe aspirar el ser humano si quiere lograr la felicidad o ataraxia. El interés por la lógica de los estoicos se justifica, por tanto, como un deseo de conocer la naturaleza racional y necesaria del universo. Física y ética. La naturaleza, al seguir unas leyes rígidas y racionales, es una suma de acontecimientos que se enlazan como eslabones en una cadena determinista. Cada efecto tiene su causa, que ocurre necesariamente. Desde el punto de vista ético, esto implica que el ser humano tiene que aprender física para saber lo que no depende de él mismo, es decir, lo que es un producto de la necesidad de la naturaleza. RELACIONA Los estoicos y los epicúreos defienden dos visiones de la física radicalmente distintas, que conducen a concepciones totalmente diferentes del universo. Mientras que para Epicuro existían infinidad de mundos que se generan y destruyen eternamente, para los estoicos hay un único mundo que, en un tiempo infinito, se recrea también infinidad de veces. 4.3. La ética La ética estoica se funda en las siguientes ideas: La razón. Ser racional, para los estoicos, es obedecer a la naturaleza y es equivalente a ser libre. La libertad humana consiste en aceptar el orden racional sin quebrantarlo, en atenerse al destino. Sin embargo, dicho destino no es siempre cognoscible para el ser humano ni depende de él. La única esfera que depende realmente del ser humano es la interior. La excelencia o virtuosismo (areté). El bien moral se basa en la intención en el mundo interior. Las conductas no pueden juzgarse por las consecuencias, y la felicidad no puede medirse por las circunstancias externas, sino por las intenciones. La ética estoica se aproxima por esta razón al pensamiento socrático y platónico y se aleja de las propuestas aristotélicas, según las cuales la felicidad dependía también de la fama, el éxito o las riquezas. Los estoicos, por el contrario, consideran que el virtuosismo o excelencia y las buenas intenciones son el único criterio para llegar a ser feliz porque solo depende de uno mismo. La felicidad. Se identifica con la ataraxia, con la imperturbabilidad del ánimo, Este estado se alcanza cuando se aprende a controlar las pasiones y los deseos. Hay que obrar según los dictados de la razón y hay que asumir sus limitaciones -no siempre se alcanzarán los fines que uno espera, porque estos fines dependen del logos del universo, de la razón universal-. Cuando el ser humano deja de conducirse según la razón y lo hace según las pasiones-sentimientos de dolor, temor, placer o deseo-, se desvía del orden natural, se pierde el control de uno mismo y se deja de ser libre y feliz. 4.4. El estoicismo en Roma Los principales representantes del estoicismo en Roma fueron Séneca (un político), Epicteto (un esclavo) y Marco Aurelio (un emperador). Séneca. Este excelente orador y político, nacido en Córdoba, llegó a ser la mano derecha de Nerón. En sus obras filosóficas, Séneca defiende que el sabio es aquel que siente indiferencia ante la riqueza y los honores. La vida feliz implica resignarse al curso inevitable de las cosas y renunciar a todo lo que pueda perturbar el ánimo. En caso de carecer de estos bienes materiales, el sabio no los echará en falta; y en caso de tenerlos, los gozará sin dejarse llevar por el desenfreno. Para Séneca, todos los seres humanos son iguales y no hay diferencias esenciales entre esclavos y personas libres. Defendió también el ideal cosmopolita, la idea de que no hay fronteras, siendo el mundo entero la patria del hombre. Epicteto. Este pensador defiende que para poder alcanzar la felicidad es fundamental aprender a distinguir entre lo que depende de uno y lo que no. Si la felicidad de una persona se encuentra en aquello que no depende de ella misma como, por ejemplo, la fama o la salud, jamás llegará a alcanzarla. Lo único que depende de uno mismo son los propios pensamientos, y hay que aprender a ser indiferente respecto a todo lo demás. Marco Aurelio. Estuvo siempre preocupado por no perder su humanidad debido a su condición de emperador. Para este pensador, la vida es pasajera y efímera, y hay que vivirla amando a los demás y evitando el odio. Consecuente con sus ideas, trató siempre de guiar sus acciones siguiendo esta filosofía de vida. Mantuvo que no hay que dejarse llevar por las apariencias, pues en el manjar más exquisito, por ejemplo, no hay más que un animal cadáver. RELACIONA Los estoicos se aproximan al pensamiento de Sócrates y se distancian de Aristóteles al afirmar que la felicidad residía exclusivamente en la excelencia y la virtud. Para Aristóteles, la felicidad se funda tanto en el virtuosismo como en la fama y la riqueza. «Nunca he confiado yo en la fortuna, aun cuando parecía venir en son de paz; todas las cosas que me concedía con toda benevolencia: dinero, cargos, influencia, las coloqué en un lugar donde pudiera alcanzarlas sin disturbarme. Puse una gran distancia entre ellas y yo, de modo que se las ha llevado, no me las ha arrancado. No afectó la fortuna adversa sino a quien engañó la favorable». SÉNECA, Escritos consolatorios. 5. El escepticismo La escuela escéptica fue fundada por Pirrón de Elide (365-275 a. C.). Esta corriente filosófica niega que sea posible conocer la realidad. El pensamiento de Pirrón se sustenta en dos aspectos, las percepciones y los razonamientos: La percepción es la única fuente de conocimiento, pero, al ser una fuente vaga y contradictoria, no garantiza ninguna seguridad en los juicios que la tomen como base de su certeza, de modo que el conocimiento -que debe caracterizarse precisamente por la seguridad y la certeza- no es posible. Los razonamientos, por muy bien trabados y válidos que sean, no pueden probar la verdad de las premisas de partida; como hay que justificarlas, sería necesaria otra justificación anterior y, en último caso, se produciría una regresión al infinito. Después de este análisis, la única solución que le queda al escéptico es la de abstenerse de juzgar y suspender el juicio, lo que en griego se califica como epoché. El sabio es aquel que suspende el juicio y que se muestra, en último término, indiferente a todo. Los escépticos identifican la ataraxia o felicidad con esta actitud. Epicureísmo Estoicismo Escepticismo Teoría del conocimiento La sensación es el único criterio de verdad. Física Se remite al atomismo de Demócrito, al que se añade la desviación (clinamen) de los átomos. El conocimiento no es posible, por la debilidad de las sensaciones y de los razonamientos. No hay manera de comprobar si una afirmación sobre el mundo es correcta. Ética La felicidad es la ataraxia: supresión de todo temor infundado y búsqueda exclusivamente de placeres que fomenten la armonía del alma. La sensación y la evidencia que surge de los razonamientos lógicos son las fuentes de verdad. Se remite a Heráclito, para quien el fuego toma un papel fundamental; la naturaleza se mueve por leyes deterministas. La felicidad reside en la ataraxia, que se logra aceptando lo inevitable, y conduciéndose de forma virtuosa. La felicidad es la ataraxia, que nace de la suspensión del juicio o epoché. El sabio es imperturbable ante lo que lo rodea. «Los escépticos subrayaron el carácter hipotético de cualquier demostración con el siguiente argumento: o se remonta lógicamente de deducción en deducción y se regresa al infinito, y esto es absurdo; o en cierto momento se pretenden justificar las premisas por las consecuencias, y se cae por lo tanto en un círculo vicioso. Al ser así las cosas, para actuar debemos contentarnos con juicios probables». LUDOVICO GEYMONAT, Historia de la filosofía y de la ciencia. 6. El eclecticismo El eclecticismo consiste en escoger y conjugar aquellas ideas y concepciones que se consideren correctas, a pesar de que provengan de escuelas filosóficas diferentes. Los eclécticos no asumen exclusivamente los principios de una única escuela. Esta corriente fue mantenida por algunos autores griegos, pero es más propio del período romano. Se consideran eclécticos los filósofos de la última etapa de la Academia platónica y algunos autores de la escuela estoica, como Séneca, Epicteto y Marco Aurelio. El filósofo romano Marco Tulio Cicerón (106 a. C.-43 a. C.) constituye un claro ejemplo de pensador ecléctico. Fue un gran escritor y divulgador del pensamiento griego, además de un político y orador destacado. Cicerón estaba convencido de la necesidad de formar en la elocuencia y la retórica porque, al aprender a hablar bien, los estudiantes también aprendían a pensar. Sus doctrinas pedagógicas inspiraron la ordenación de los estudios en la Edad Media. Entre sus obras se encuentra Sobre el deber y Sobre la naturaleza de los dioses. Cicerón fue un crítico implacable de la filosofía epicúrea, de la que rechazaba tanto su concepción atomista como su consideración de que los dioses no se implican en la vida humana. Criticó también las creencias supersticiosas, sobre las que afirmó: «Pues, para hablar con franqueza, la superstición, difundida por las naciones, casi ha oprimido los ánimos de todos y dominado la debilidad de los hombres. Seríamos muy útiles tanto a nosotros mismos como a los demás si la arrancásemos de raíz». Este pensador fue partidario de la existencia de una ley natural. En este sentido, se oponía a los filósofos escépticos, que consideraban que la diversidad de opiniones a propósito de los mismos objetos impedía poder afirmar una ley como esa. «Los sabios más eminentes opinan que hay una Ley Eterna que rige el universo por medio de sabios mandatos y prohibiciones, y no procede de la inteligencia humana ni de la voluntad popular. También dicen que esta ley, que es la primera y la última, se identifica con la mente divina que obra racionalmente». CICERON, Las Leyes. Las catilinarias El político romano Lucio Sergio Catilina (108-62 a. C.) organizó una conjuración para hacerse con el poder. Cicerón, al tanto de sus intenciones, reunió al Senado y pronunció cuatro discursos, conocidos como las catilinarias, con los que logró que el resto de senadores se alejaran de Catilina. RELACIONA En la Edad Media los estudios se ordenan en siete artes liberales divididas en el trivium y el quadrivium. Esta ordenación está inspirada en las doctrinas pedagógicas de Cicerón, que estaba convencido de la necesidad de formar en la elocuencia y la retórica porque, al aprender a hablar bien, los estudiantes aprendían también a pensar. 7. La ciencia alejandrina Los filósofos presocráticos, y posteriormente Platón y Aristóteles, desarrollaron una importante tarea científica. Se pueden señalar los estudios de Platón en el campo de las matemáticas y los de Aristóteles en biología. Sin embargo, la filosofía helenística se centró en investigar la forma de conseguir la felicidad, descuidando el ámbito científico (a excepción del Liceo). Atenas dejó de ser el centro del pensamiento científico -siguió siéndolo de la filosofía- y apareció un nuevo foco, Alejandría. Esta ciudad egipcia atrajo a las mentes más destacadas de la época. Alejandría fue construida en el 332 a. C. por Alejandro Magno. Su privilegiada ubicación propicio un importante desarrollo comercial y, en consecuencia, un rápido aumento de la población. Los nuevos habitantes procedían de lugares muy variados, aunque fundamentalmente de Grecia y Oriente Próximo. La dinastía de los Ptolomeos -que gobernaron Egipto tras la muerte de Alejandro Magno y el consiguiente desmembramiento de su Imperio, prestó a Alejandría todo el apoyo económico necesario para su desarrollo cultural y científico. Ptolomeo I fue quien concibió la idea de crear una institución, el Museo, dedicada exclusivamente al cultivo de las ciencias, aunque fue su hijo Ptolomeo ll, que gobernó entre 285 y 246 a. C., quien llevó a cabo su realización. El Museo Las musas eran las diosas de las artes y las ciencias; por esa razón, el nuevo centro dedicado al saber se denominó Museo. Este centro -que recuerda vagamente a lo que hoy llamamos universidad, estaba organizado en departamentos, entre los que se encontraban el jardín botánico, el zoológico y diversas salas de anatomía y de lectura. El departamento más famoso fue la biblioteca, que llegó a poseer más de un millón de volúmenes, entre los que destacaban los que habían pertenecido a Aristóteles. El Museo vivió su época de mayor esplendor entre el siglo III a. C. y la mitad del siglo II a. C. En este período se realizaron importantes investigaciones y experimentos científicos en los campos de las matemáticas, la física, la astronomía y la medicina. También se realizaron descubrimientos de gran alcance en otros campos del saber. Entre los nombres más representativos de la historia del Museo se encuentran Euclides, Arquímedes, Aristarco de Samos, Eratóstenes, Hiparco y Ptolomeo. Euclides Euclides (325-265 a. C.) está considerado como uno de los mayores genios matemáticos de todos los tiempos. En su obra Elementos de geometría, formada por trece libros, sistematizó la geometría de su tiempo y estableció un sistema axiomático y deductivo. Este sistema ha sido desde su aparición un modelo para las ciencias, y numerosos filósofos lo han tomado como modelo de todo el conocimiento. Euclides, a partir de un conjunto muy breve de axiomas, fue deduciendo una serie de teoremas. Cada teorema es una proposición sobre la geometría que va seguida de una demostración. Como Aristóteles, consideraba que de esta manera es como debía presentarse toda ciencia. En la demostración se emplean los axiomas y los resultados de otros teoremas ya demostrados, combinándolos de tal modo que no cabe ninguna duda sobre la verdad del teorema enunciado. El rigor de la deducción impide que pueda cuestionarse su verdad. Si se acepta la verdad de los axiomas dados, se sigue sin ninguna duda la verdad de los teoremas. En Alejandría se realizaron importantes avances en medicina, por ejemplo, los médicos alejandrinos situaron las funciones intelectuales humanas en el cerebro (Aristóteles las había localizado en el corazón). El Museo estaba dotado de una biblioteca creada a partir de los manuscritos que habían pertenecido a Aristóteles. La biblioteca sufrió todo tipo de adversidades. En el 145 a. C. fue saqueada; en el 48 a. C. sufrió un incendio; en el 390 d. C., el obispo Teófilo destruyó buena parte de sus volúmenes. Finalmente, en el 641 d. C., los mahometanos acabaron arrasándola por completo. Arquímedes Arquímedes (207-212 a. C.) ha pasado a la historia por descubrir el principio de hidrostática que lleva su nombre. El principio de Arquímedes establece que «todo cuerpo sumergido en el agua sufre un empuje hacia arriba equivalente al peso del agua que desaloja». Este principio es fundamental para la navegación. También realizó importantes descubrimientos en el campo de las matemáticas, desarrolló ideas que son un precedente del cálculo infinitesimal (que no se desarrolló hasta el siglo XVIII) y elaboró un procedimiento para calcular el valor del número pi (π) de forma más exacta que sus predecesores. Eureka Cuando Arquímedes descubrió el principio que lleva su nombre, se encontraba en un baño. De alegría, salió y desnudo, fue gritando por las calles « ¡Eureka!, ¡eureka! ». En griego, esta expresión significa «lo he encontrado». Aristarco de Samos Aristarco de Samos (310-230 a. C.) está considerado como un precedente fundamental de Copérnico, pues aseguró que el Sol era el centro del universo y que todos los planetas, incluida la Tierra, giraban a su alrededor. Esta constatación tan importante se basó en un estudio comparativo del tamaño de los diferentes astros del sistema solar. Al apreciar que el Sol era mucho mayor que la Tierra, era lógico pensar que el astro mayor ocupara el centro del universo y que la Tierra quedar relegada a ser un planeta que gira a su alrededor. Sin embargo, las múltiples pruebas perceptivas que indican que la Tierra parece inmóvil impidieron que esta importante teoría fuera tomada en consideración. La idea que tenía Aristarco del Sol como una estrella fija y la Tierra y los demás planetas girando a su alrededor inspiró a Copérnico, en el Renacimiento, a la hora de elaborar su modelo heliocéntrico. Eratóstenes Eratóstenes (276-194 a. C.) logró calcular el diámetro de la Tierra con gran aproximación. Para hacerlo, se sirvió únicamente de un pequeño palo-amado gnomon-, unos procedimientos matemáticos simples y una gran imaginación. Hiparco Hiparco (190-120 a. C.) elaboró un mapa con todas las estrellas que se podían ser ver en el cielo a simple vista. Ptolomeo Ptolomeo (82-165 d. C.) fue el astrónomo más importante e influyente de la Antigüedad. A partir del modelo de esferas mantenido por Aristóteles, elaboró un patrón astronómico geocéntrico, cuya principal novedad fue la introducción de los epiciclos y deferentes. Se había observado que planetas como Marte o Júpiter, a lo largo de las noches, se mueven por el orbe celeste en línea recta hasta que hacen un pequeño tirabuzón. Elaboró entonces un método para predecir la posición de estos planetas consistente en los epiciclos y deferentes. Un epiciclo es un movimiento circular que traza un planeta alrededor de una línea imaginaria, el deferente; mientras que el planeta completa un epiciclo, avanza a lo largo del deferente. «Su hipótesis (en referencia a Aristarco) es que las estrellas fijas y el Sale inmóviles, que la Tierra gira alrededor del Sol siguiendo la circunferencia de círculo y que el Sol permanece en el centro de esa órbita». ARQUÍMEDES, Tratados. o EL HELENISMO Y LA FILOSOFÍA ANTERIOR Heráclito. Los estoicos desarrollan una física que guarda estrecha relación con las ideas de Heráclito. Demócrito. La física epicúrea se basa en el atomismo de Demócrito, que se completa con la noción de clinamen. Sócrates y Platón. La ética estoica está vinculada con el pensamiento de Sócrates y de Platón. Aristóteles - La ética de este pensador influyó en todas las escuelas helenísticas, al afirmar que la finalidad del ser humano es alcanzar la felicidad. - La política de Aristóteles se centraba en la polis, no es aceptado un ámbito natural humano (los epicúreos, por ejemplo, prefieren recluirse en pequeñas comunidades, mientras que los cínicos rechazan la civilización y la vida en sociedad, y abogan por un retorno a la naturaleza). - La lógica estoica supone un importante avance respecto de la lógica aristotélica. Los estoicos, al contrario que Aristóteles, consideraron que el conocimiento solo podía serlo de lo particular, no de lo universal. - Su concepción del universo finito y esférico es rechazada por los epicúreos, que afirman que el universo es infinito. El geocentrismo será una concepción mantenida por Ptolomeo, que elaborará un sistema astronómico muy preciso, fundado en epiciclos y deferentes. - Euclides expone su geometría mediante axiomas y teoremas, tal y como Aristóteles había propuesto que se tenía que articular todo conocimiento. o EL HELENISMO Y LA FILOSOFÍA POSTERIOR Copérnico. El geocentrismo y el sistema de epiciclos fue desarrollado durante la Edad Media por los astrónomos árabes, que bautizaron el libro de Ptolomeo Sintaxis matemática con el nombre de Almagesto («El más grande»). Copérnico, influido por Aristarco, inició una revolución al proponer el sistema heliocéntrico. Giordano Bruno. La concepción del universo infinito mantenida por los epicúreos reaparecerá en el Renacimiento. Entre sus defensores se encuentra Bruno. Montaigne y Descartes. El escepticismo de Pirrón fue profesado por Montaigne, un autor francés que influyó a su vez en Descartes. Este último es un pensador racionalista que se tomó muy en serio las objeciones que plantea el escepticismo y les hizo frente. Spinoza y Kant. Sus concepciones éticas recibieron la influencia del estoicismo. Rousseau. La visión bucólica de la naturaleza propia de los epicúreos influye en este pensador ilustrado. Husserl. La suspensión del juicio (epoché), propuesta por la escuela escéptica, es una expresión que puso de nuevo en boga este filósofo, al afirmar que era necesario poner entre paréntesis la realidad para sus estudios fenomenológicos. Fuente: Historia de la Filosofía - Generación B Corcho Orrit, Roger - Editorial BRUÑO