TEMA 2: LA FASE DE INSTRUCCIÓN 1. LA FASE DE INSTRUCCIÓN: CONCEPTO, CLASES Y FINALIDAD La vigencia del principio acusatorio en el proceso penal obliga a dividir el proceso en dos fases claramente diferenciada y ha de otorgarse a órganos públicos diversos con la finalidad de garantizar la independencia e imparcialidad del Juez o Tribunal que ha de dictar sentencia. Estas dos grandes fases del proceso penal son LA FASE DE INSTRUCCIÓN (fase instructora o también conocida como fase de investigación) y LA FASE DE ENJUICIAMIENTO . Y ello sin perjuicio de la existencia de una fase intermedia más o menos acentuada o prolongada en el tiempo en función del tipo de procedimiento concreto ante el que nos encontremos. CONCEPTO: La fase de instrucción o investigación tiene como objetivo preparar el enjuiciamiento. Se determina la existencia del hecho delictivo y la posible responsabilidad de un sospechoso, pero las investigaciones no constituyen prueba. Los jueces de instrucción son responsables de dirigir esta fase, garantizando la imparcialidad en el proceso penal. CLASES: Sumario: Instrucción en delitos graves (penas superiores a 9 años). Diligencias previas: En procedimiento abreviado (penas menores de 9 años). Diligencias urgentes: Para los juicios rápidos. Instrucción del Tribunal del Jurado: Procedimiento ante el Tribunal del Jurado. FINALIDAD La instrucción pretende averiguar hechos delictivos, determinar la culpabilidad y asegurar a los responsables mediante medidas cautelares. Su extensión y procedimientos varían según el tipo de delito y procedimiento penal. La finalidad de la fase de instrucción varía según el tipo de procedimiento penal, aunque las diferencias han disminuido tras la reforma de la LECrim por la Ley 38/2002. En el sumario (procedimiento ordinario para delitos graves), la instrucción busca preparar el juicio, realizando actos para investigar el delito, determinar la culpabilidad y asegurar tanto a los delincuentes como las responsabilidades pecuniarias. En las diligencias previas del procedimiento abreviado, inicialmente limitadas a diligencias esenciales, ahora se busca determinar la naturaleza del hecho, identificar a los responsables y definir el órgano competente. El juicio rápido estaca por su celeridad, donde la policía judicial realiza diligencias básicas durante la detención y, según la suficiencia de la información, se decide si formalizar la acusación, sobreseer la causa o continuar con diligencias adicionales. Finalmente, la instrucción del jurado es similar a la del procedimiento abreviado, con la limitación de diligencias solicitadas por las partes, aunque el juez instructor puede realizar las necesarias para comprobar el hecho y su autoría. 2. LOS PLAZOS DE LA INSTRUCCIÓN 1 El establecimiento de plazos para la instrucción penal ha generado debate debido a los diversos intereses y derechos implicados. Por un lado, una instrucción indefinida puede estigmatizar al investigado, agravada por la presión mediática y la prolongación en el tiempo, lo que genera inseguridad jurídica y afecta su vida personal. Sin embargo, también se argumenta que el estado necesita el tiempo necesario para investigar delitos y sancionar a los culpables sin estar limitado por plazos fijos. Desde una perspectiva contraria a los plazos, se sostiene que estos podrían favorecer la impunidad en casos complejos, como los de corrupción, dificultando la investigación de delitos más sofisticados y beneficiando a los delincuentes poderosos. Ante este dilema, el legislador, en 2015, decidió implementar un sistema de plazos para evitar que las investigaciones se prolongaran indefinidamente, obligando a archivar el caso o abrir juicio oral una vez transcurrido el tiempo estipulado por la ley. La instrucción tiene un plazo general de 6 meses, pero puede extenderse hasta 18 meses si es declarada compleja. Causas que califican como complejas: delitos de terrorismo, grupos criminales, gran cantidad de investigados o víctimas, actuaciones en el extranjero, entre otras. Las prórrogas adicionales de 18 meses son posibles si las solicita el Ministerio Fiscal y pueden extenderse sin límite, siempre que se justifique. El plazo puede suspenderse si se decreta el secreto de sumario o el sobreseimiento provisional. 3. SUJETOS DE LA INSTRUCCIÓN La fase de instrucción en el proceso penal español es esencial y define tanto los objetivos de la investigación como los roles de los diferentes sujetos procesales involucrados. En términos generales, esta fase tiene como finalidad esclarecer los hechos delictivos y, en su caso, determinar la participación del investigado. A lo largo de esta etapa, el principio de oficialidad predomina, es decir, el estado, a través de sus instituciones, lleva a cabo las diligencias necesarias para la investigación. En este marco, la concepción napoleónica del proceso penal, que sigue vigente en España, otorga al juez instructor un papel central, sin menoscabo de las importantes funciones que desempeñan otros actores como el ministerio fiscal, la policía judicial y el propio investigado. 3.1 El juez instructor El juez instructor es la figura principal durante la instrucción, encargado de dirigir todas las actuaciones encaminadas a la averiguación del delito y la identificación de sus autores. La ley de enjuiciamiento criminal (lecrim) establece que el juez podrá ordenar a la policía judicial o realizar por sí mismo las diligencias necesarias (art. 777 lecrim). No obstante, en la práctica, el juez se limita a dirigir las investigaciones, delegando su ejecución casi siempre en la policía judicial. Lo que permite una mayor eficiencia en el proceso, dado que la policía cuenta con recursos y personal especializado en la investigación criminal. El papel del juez no se reduce únicamente a la dirección de las diligencias. También tiene la obligación de garantizar los derechos fundamentales de las personas investigadas. En ese sentido, cualquier diligencia que pueda vulnerar los derechos fundamentales del investigado, como la interceptación de comunicaciones o la entrada y registro en un domicilio, debe contar con su autorización previa. Si una diligencia lesiva de derechos fundamentales no ha sido previamente autorizada por el juez instructor mediante un auto motivado, la 2 información obtenida será considerada nula y no podrá utilizarse como prueba en el juicio (art. 11.1 lopj). Además, el juez instructor tiene la obligación de acordar la práctica de aquellas diligencias solicitadas por las partes personadas, ya sea por el ministerio fiscal o por la defensa del investigado, siempre que no las considere innecesarias o perjudiciales para el desarrollo de la investigación (art. 311 lecrim). 3.2 El ministerio fiscal El MINISTERIO FISCAL tiene como misión principal, tal y como establece el art. 1 de su estatuto orgánico, promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, los derechos de los ciudadanos y el interés público tutelado por la ley. Durante la fase de instrucción, el ministerio fiscal actúa como parte acusadora, representando los intereses del estado y de la sociedad en general. Su rol en esta fase es crucial, ya que tiene la capacidad de solicitar diligencias al juez instructor y de intervenir en la realización de todas las actuaciones de investigación que se lleven a cabo. Sin embargo, el papel del ministerio fiscal está matizado por su condición de PARTE IMPARCIAL. A diferencia de los acusadores particulares o populares, el Ministerio Fiscal no actúa defendiendo los intereses de una parte específica, sino que su labor debe estar orientada a averiguar la verdad de los hechos. Sus investigaciones deben ser objetivas, buscando tanto pruebas que incriminen al investigado como aquellas que puedan exonerarlo. En caso de que alguna de las diligencias necesarias para la investigación afecte a los derechos fundamentales del investigado, el ministerio fiscal también debe solicitar la autorización del juez instructor. Una de las funciones más destacadas del ministerio fiscal en la fase de instrucción es la coordinación de la policía judicial. En virtud de esta función, el fiscal puede ordenar la práctica de diligencias de investigación que no sean limitativas de derechos fundamentales, dirigiendo de este modo la labor de la policía en la fase inicial de la instrucción. 3.3 El investigado La posición del investigado en la fase de instrucción ha experimentado una evolución significativa, pasando de ser un mero sujeto pasivo a gozar de una amplia gama de derechos garantistas. En el pasado, el proceso penal español se caracterizaba por una visión inquisitiva en la que el investigado tenía una participación limitada. Sin embargo, el desarrollo de los derechos constitucionales y la interpretación progresista de las normas procesales han dotado a esta fase de un carácter más contradictorio, permitiendo una mayor participación del investigado en la defensa de sus intereses. Los derechos del investigado están reconocidos, entre otros, en los arts. 118, 520 y 775 de la lecrim. Estos artículos establecen derechos fundamentales como: El derecho a la defensa desde el momento en que se le imputa un hecho punible. El derecho a ser informado de sus derechos y de los hechos que se le imputan. El derecho a tener acceso a las actuaciones que no estén declaradas secretas. 3 El derecho a estar asistido por un abogado desde el primer momento de la investigación, incluyendo el derecho a entrevistarse con él antes de la toma de declaración policial. El derecho a intervenir en todas las diligencias judiciales que se practiquen y a solicitar la práctica de diligencias que estime necesarias para su defensa. El derecho a recurrir las resoluciones judiciales que afecten a sus derechos. Este refuerzo del derecho de defensa refleja la naturaleza garantista del proceso penal español, que busca equilibrar la relación entre el poder del estado y los derechos individuales del investigado. No obstante, siempre existe una tensión latente entre la necesidad de proteger los derechos del investigado y la conveniencia de permitir que el estado goce de cierta ventaja investigadora, particularmente en delitos complejos o aquellos cometidos por autores que buscan garantizar su impunidad. 3.4 La policía judicial La policía judicial papel central en la fase de instrucción, dado que es el órgano encargado de llevar a cabo la mayoría de las diligencias investigadoras bajo la dirección del juez instructor o el ministerio fiscal. Su intervención se ha visto notablemente ampliada desde la entrada en vigor del procedimiento abreviado en 1988 y, más recientemente, con la regulación de los juicios rápidos en 2003. La LECRIM atribuye a LA POLICÍA JUDICIAL tres grandes ámbitos de actuación: 1. Averiguación del delito y de sus responsables. 2. Recogida de pruebas y efectos relacionados con el delito. 3. Asistencia y protección a las víctimas, especialmente tras la entrada en vigor del estatuto de la víctima en 2015. Durante la fase de instrucción, la policía judicial actúa bajo la supervisión del juez instructor y del Ministerio Fiscal. Pero, a veces, la actuación de la policía comienza antes de la intervención judicial, lo que se conoce como DILIGENCIAS A PREVENCIÓN. Estas diligencias se llevan a cabo cuando la policía tiene conocimiento de la comisión de un delito público y su finalidad es acopiar pruebas antes de remitir el atestado a la autoridad judicial. En los juicios rápidos, la policía judicial adquiere un protagonismo aún mayor, ya que se encarga de llevar a cabo la mayoría de las diligencias en un plazo muy corto de tiempo. - La práctica de pruebas periciales - La citación de los investigados y testigos y - La información de los derechos al investigado. La eficiencia de este tipo de procedimientos depende en gran medida de la actuación diligente y coordinada de la policía judicial. 4. PRINCIPIOS PROCESALES DURANTE L A FASE INSTRUCTORA 4 En la fase instructora del proceso penal, ciertos principios procesales cobran una relevancia particular, pues la estructura misma del proceso se adapta a garantizar el cumplimiento de dichos principios. Aunque algunos principios, como el de contradicción (que asegura que ambas partes tengan oportunidad de argumentar y contradecirse) y el de igualdad (que garantiza que las partes estén en una posición equitativa a lo largo del proceso), son aplicables en todo el proceso penal, en esta fase hay otros principios específicos que influyen directamente en su desarrollo. Distinción entre principios del proceso penal y del proceso civil - En el proceso civil, los principios que rigen la estructura son más relacionados con la iniciativa de las partes, la oralidad, y la publicidad. Sin embargo, el proceso penal, debido a su naturaleza punitiva y a la necesidad de proteger derechos fundamentales, requiere una estructura más rígida, donde el Estado asume un rol más proactivo en la investigación de los hechos. - La fase de instrucción en el proceso penal, a diferencia del civil, tiene la característica de estar enfocada en la investigación de los hechos, buscando reunir pruebas para determinar si se debe proceder a juicio. Esto hace que, durante esta fase, primen principios como el de oficialida, escritura, y secreto, que están más alineados con el control estatal de la investigación. 4.1. El principio acusatorio: vigencia y manifestaciones durante la instrucción El principio acusatorio es uno de los pilares fundamentales del proceso penal, y su vigencia condiciona la estructura misma del proceso. Este principio se refiere a la idea de que la acusación y el juicio deben ser funciones separadas y ejercidas por autoridades distintas. Esto garantiza la imparcialidad y objetividad en el proceso penal, evitando que quien dirige la investigación sea el mismo que juzgue los hechos. La aplicación del principio acusatorio divide el proceso penal en dos fases claramente diferenciadas, como ya hemos visto anteriormente: Fase de instrucción: Encargada de la investigación y dirigida por un juez instructor. En esta fase se recaban las pruebas y se adoptan decisiones clave sobre el desarrollo de la investigación. Fase de enjuiciamiento: Se lleva a cabo por un juez o tribunal que no ha intervenido en la fase anterior, siendo el encargado de dictar la sentencia. Esta separación garantiza la imparcialidad del tribunal que emite el juicio, ya que no ha tenido participación en la investigación y, por lo tanto, no está predispuesto o influenciado por los actos previos. El OBJETIVO DEL PRINCIPIO ACUSATORIO EN LA FASE DE INSTRUCCIÓN es preservar la independencia y neutralidad del juez o tribunal que dictará la sentencia. Si el juez que dirige la investigación fuera el mismo que dictara la sentencia, podría verse influido por la información recabada o las decisiones que él mismo haya tomado durante la investigación. De este modo, la división funcional del proceso busca evitar que el juez del juicio haya estado previamente involucrado en la fase de investigación, asegurando así su imparcialidad. Función del juez instructor 5 Durante la fase de instrucción, el juez instructor toma una serie de decisiones que afectan de manera significativa el curso del proceso. Algunas de estas decisiones incluyen: o Estrategia investigadora: El juez da instrucciones a la policía sobre cómo llevar a cabo la investigación, lo que puede influir en la dirección que tome la misma. o Autorización de medidas de investigación: El juez debe aprobar ciertas medidas investigativas que afecten derechos fundamentales, como la entrada y registro en domicilios, la intervención de comunicaciones, etc. o Adopción de medidas cautelares: También tiene la facultad de imponer medidas cautelares, como la libertad provisional, órdenes de alejamiento o incluso la prisión provisional. Estas decisiones, aunque necesarias para el desarrollo del proceso, colocan al juez en una situación de prejuicio en el sentido de que ya ha emitido juicios previos sobre ciertos aspectos del caso. Esto podría afectar su objetividad si él mismo tuviera que dictar la sentencia al final del proceso, de ahí la importancia de que sea otro juez o tribunal quien juzgue. Causas de abstención y recusación Por la necesidad de garantizar la imparcialidad, el artículo 219.1.11ª de la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) establece que si el juez que debe dictar sentencia ha participado previamente en la fase de instrucción, esto constituye una causa de abstención y, en su caso, de recusación. Esto significa que el juez debe abstenerse de intervenir en el juicio o puede ser recusado si alguna de las partes considera que su participación anterior compromete su imparcialidad. 4.2. Investigación frente a aportación de parte La división funcional del proceso penal en dos fases, instrucción y enjuiciamiento, implica que en cada una de estas fases predominan principios procesales distintos. Mientras que en la fase de enjuiciamiento prima el principio de aportación de parte En la fase de instrucción el protagonismo lo tiene el principio de investigación de oficio. En el proceso civil, debido a la naturaleza privada de los derechos que se dirimen, predomina el PRINCIPIO DISPOSITIVO. Este principio, al estar vinculado a la autonomía de las partes, establece que son las partes quienes tienen la responsabilidad de aportar tanto los hechos como las pruebas al proceso. El tribunal en este tipo de procedimientos actúa de manera más pasiva, limitándose a resolver con base en lo que las partes aportan. En el proceso penal, en cambio, debido a que el objeto de litigio son delitos y la responsabilidad penal tiene un carácter público, la dinámica es distinta, especialmente en la fase instructora. Aquí, el PRINCIPIO DE INVESTIGACIÓN DE OFICIO es el que rige, lo que significa que la autoridad judicial toma la iniciativa en la investigación de los hechos y en la determinación de quiénes son los responsables de los mismos. PRINCIPIO DE INVESTIGACIÓN DE OFICIO EN LA FASE INSTRUCTORA En la fase de instrucción del proceso penal, la investigación de los hechos es responsabilidad del juez instructor, quien dirige la instrucción de manera autónoma y proactiva. Esto implica que no depende exclusivamente de lo que las partes aporten al proceso (como sería el caso en el proceso civil). En lugar de estar limitado por las denuncias o los atestados iniciales, el juez tiene la facultad de investigar más allá de lo que las partes hayan propuesto. 6 El juez puede ampliar o restringir los hechos a investigar en función de lo que vaya descubriendo a través de las diligencias de investigación que él mismo puede decretar de oficio. Estas diligencias buscan, como señala el artículo 299 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECrim), preparar el juicio, así como averiguar la perpetración de los delitos y la participación de los responsables en los mismos. FUENTES DE APORTACIÓN DE HECHOS Los hechos que se investigan pueden provenir de diversas fuentes, como: Atestados policiales. Denuncias de la víctima o de terceros. Diligencias iniciales de la policía. Sin embargo, ninguna de estas fuentes limita o vincula al juez en su actuación. Al contrario, el juez instructor tiene plena libertad para ordenar nuevas diligencias de investigación, siempre que lo considere necesario para esclarecer los hechos y determinar las responsabilidades. El Ministerio Fiscal también juega un papel importante en la fase de instrucción. Aunque actúa de manera independiente, puede llevar a cabo diligencias de investigación autónomas, siempre que no interfieran con los derechos fundamentales de los implicados. Estas diligencias pueden ayudar a delimitar el objeto del proceso y a colaborar con la investigación dirigida por el juez instructor. No obstante, las diligencias del Ministerio Fiscal son autónomas y complementarias, y siempre estarán supeditadas a la supervisión judicial si implican la adopción de medidas que limiten derechos fundamentales. Esto resalta la importancia de la colaboración entre las distintas autoridades involucradas en la fase de instrucción, siendo el objetivo común el esclarecimiento de los hechos y la preparación adecuada del juicio penal. 4.3. Escritura frente a oralidad La Constitución Española, en su artículo 120.2, establece que el procedimiento penal será predominantemente oral, lo que no significa que la oralidad sea aplicable en todas las fases del proceso penal. En la práctica, el proceso penal en España está inspirado por el principio de oralidad, pero ciertas fases, como la fase instructora, requieren el predominio de la escritura. ¿Cuándo un proceso es oral? Un proceso se considera oral cuando la resolución judicial se basa principalmente en pruebas presentadas y debatidas oralmente ante el tribunal. En este sentido, el juicio oral (la fase de enjuiciamiento) es la parte más claramente regida por la oralidad, ya que es el momento en que las partes presentan sus alegatos y pruebas de forma verbal, ante el juez o tribunal. Predominio de la escritura en la fase de instrucción En la fase de instrucción, sin embargo, es necesario que la mayoría de las actuaciones procesales se desarrollen por escrito. Esto se debe a la naturaleza de esta fase, cuyo propósito es la preparación del juicio oral. Algunos actos, como la presentación de una querella o la realización de diligencias de investigación, deben formalizarse por escrito. Esto asegura que las actuaciones queden registradas y se puedan revisar posteriormente, facilitando el control judicial y la transparencia en el desarrollo de la investigación. Aunque ha habido intentos históricos de introducir más oralidad en la fase instructora, como ocurrió con la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado (LOTJ) al promover comparecencias y 7 audiencias, estos esfuerzos no han dado los resultados esperados y se han mostrado infructuosos para agilizar el proceso. Justificación del uso predominante de la escritura La necesidad de asegurar las pruebas y documentar las actuaciones de los diversos órganos intervinientes (policía judicial, Ministerio Fiscal, juez instructor) durante la investigación justifica el uso predominante de la escritura. Esto proporciona una constancia documental que es crucial para garantizar la preparación adecuada del juicio oral y la seguridad jurídica. Por tanto, aunque el proceso penal en su conjunto es predominantemente oral, la fase instructora está claramente regida por el principio de escritura, ya que esta fase se centra en la investigación y preparación del caso para el juicio, más que en la exposición oral de las pruebas. 4.4. Secreto frente a publicidad El artículo 120 de la Constitución Española consagra el principio de publicidad de las actuaciones judiciales como una garantía de control de la sociedad sobre el poder judicial. Sin embargo, esta publicidad no es absoluta, y el proceso penal contempla excepciones importantes, especialmente durante la fase de instrucción, donde predomina el principio de secreto. Publicidad absoluta y relativa En el proceso civil, la publicidad suele ser absoluta, lo que significa que las actuaciones son generalmente abiertas al público, salvo en circunstancias muy específicas y restringidas (artículo 138 de la LEC). En cambio, en el proceso penal, la publicidad está más limitada, especialmente durante la fase de instrucción. Durante esta fase, la publicidad es relativa, es decir, está restringida solo a las partes del proceso y a quienes puedan tener un interés legal en el mismo. En otras palabras, el acceso a la información sobre el desarrollo de la investigación está permitido solo a aquellos que forman parte del procedimiento, mientras que para la sociedad en general el proceso permanece secreto. Secreto del sumario El secreto del sumario es un principio clave en la fase de instrucción del proceso penal. Según el artículo 301 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECrim), las diligencias del sumario son reservadas y no se hacen públicas hasta la apertura del juicio oral. Esto tiene como objetivo proteger la investigación, evitando que se filtren datos que puedan comprometer el éxito de la misma o que influyan en el desarrollo del juicio. No obstante, las partes del proceso, como los abogados defensores, tienen acceso a toda la información contenida en el sumario, salvo en aquellos casos en los que el juez instructor decrete el secreto de las actuaciones para las propias partes. Este secreto parcial puede decretarse si el acceso a ciertas diligencias por parte de los implicados pone en riesgo la investigación. Sin embargo, el secreto debe levantarse al menos diez días antes de la conclusión del sumario para garantizar el derecho de defensa de las partes. Sanciones por violar el secreto del sumario El artículo 301 de la LECrim también impone sanciones a quienes revelen el contenido de un sumario secreto. Abogados, procuradores y terceros que revelen esta información pueden ser multados con entre 500 y 10.000 euros, y en el caso de funcionarios públicos, la divulgación indebida de información constituye un delito que conlleva responsabilidad criminal. Aunque en la práctica diaria los medios de comunicación informan con frecuencia sobre investigaciones penales, el principio legal sigue siendo que la fase instructora es secreta para la sociedad, una norma que muchas veces contrasta con lo que se percibe en los informes periodísticos. 8