Subido por 2022 Arq BRAVO HERNANDEZ LUIS FELIPE

El Último Susurro del Bosque

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El Último Susurro del Bosque
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de frondosos bosques, un niño
llamado Samuel. Su vida era tranquila, pero a menudo sentía una extraña
curiosidad por los árboles que bordeaban el horizonte. A menudo escuchaba
historias de los ancianos del lugar, quienes hablaban en voz baja de algo
misterioso que habitaba en el corazón del bosque. Decían que, en sus
profundidades, existía un ser antiguo que podía conceder deseos a quienes
lograran encontrarlo.
Un día, movido por esa curiosidad, Samuel decidió adentrarse en el bosque. Sabía
que no era prudente, pero algo dentro de él lo impulsaba. Tomó una pequeña
mochila, se despidió de su madre con una sonrisa tímida y comenzó su aventura.
El bosque era denso, y a medida que avanzaba, la luz del sol se hacía más tenue,
como si el mismo bosque lo estuviera absorbiendo. Los árboles susurraban entre
ellos, pero Samuel no podía entender qué decían. Cada paso parecía alejarlo más
del mundo conocido, y la sensación de estar perdido creció en su pecho.
Pasaron horas, o tal vez días, pero él no lo sabía. Solo seguía caminando, guiado
por una fuerza invisible. Finalmente, cuando ya no pudo avanzar más, se encontró
frente a un árbol gigantesco. Su tronco era tan ancho que necesitaba varios
brazos para abrazarlo, y sus raíces parecían hundirse hasta el centro de la Tierra.
Era el árbol del que siempre había oído hablar, el que guardaba el secreto de los
deseos.
Con una mezcla de miedo y asombro, Samuel se acercó y susurró:
—Yo quiero encontrar mi propósito. No sé qué debo hacer con mi vida.
El árbol emitió un suave crujido, y una voz profunda y resonante respondió:
—Tu propósito está en la búsqueda, no en la respuesta.
Samuel frunció el ceño, confundido. ¿Cómo podía entender eso? Pero el árbol,
como si pudiera leer sus pensamientos, añadió:
—El viaje que has iniciado no es solo hacia el exterior, sino hacia tu interior. Busca
dentro de ti lo que aún no conoces.
Con un suspiro, Samuel comprendió que no necesitaba una respuesta inmediata.
Lo importante era seguir adelante, explorar, aprender y crecer. El árbol había
tocado algo en su alma, algo que aún no sabía cómo expresar.
Agradecido, se dio la vuelta y comenzó su camino de regreso al pueblo. Al llegar,
encontró que el bosque, en su sabiduría, lo había cambiado. Ya no sentía miedo,
solo una paz profunda. Sabía que su propósito no era algo que pudiera encontrar
de inmediato, sino algo que surgiría con el tiempo, con la experiencia y la
introspección.
Desde aquel día, Samuel nunca dejó de explorar, no solo el mundo que lo
rodeaba, sino también el vasto y misterioso bosque que habitaba en su corazón.
Fin.
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