Que en paz descanse Referirse a nuestro querido Don Samuel nos es tarea fácil cuando se trata de un hombre sabio y generoso. Nos vienen a la mente tantos atributos reunidos en una sola persona como la solidaridad, la consistencia, y su compromiso con las mujeres y los hombres originarios de México y América Latina que secularmente han sido los más desfavorecidos. Quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, sabemos de su comprensión y compromiso con quienes nada tienen; de su capacidad y disposición para el diálogo -más allá de lo eclesial- con los “diferentes” para la reconciliación, siempre en función de su objetivo principal. Su vocación por la paz fue puesta a prueba desde 1994, cuando se convirtió en un trabajador incansable por la reconciliación nacional. Don Samuel fue un educador social, un defensor de los derechos humanos de los pueblos indígenas y un ejemplo para quienes actúan desde la iglesia católica, pues siendo parte de la institucionalidad religiosa, fue capaz de cuestionarla sin renunciar, proponiendo cambios radicales. Siempre recordaremos a Don Samuel como un inspirador para pensar la vida en comunión con los demás seres humanos. Nos invita a la reflexión colectiva, particularmente a quienes desde nuestras modestas trincheras también nos esforzamos por revertir la desigualdad e injusticia que infortunadamente prevalecen. Colaboradoras y colaboradores de Equipo Pueblo