See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/311268573 Comprender la agricultura campesina en los Andes centrales (Perú - Bolivia) Book · November 1996 CITATIONS READS 39 10,629 1 author: Pierre Morlon French National Institute for Agriculture, Food, and Environment (INRAE) 80 PUBLICATIONS 403 CITATIONS SEE PROFILE All content following this page was uploaded by Pierre Morlon on 01 December 2016. The user has requested enhancement of the downloaded file. 1 Comprender la agricultura campesina en los Andes centrales (Perú - Bolivia) Pierre Morlon, compilador y coordinador Traducción al castellano: Edgardo Rivera Martínez Cuidado de la edición: Anne-Marie Brougère Instituto francés de Estudios Andinos, Lima, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, Cuzco Lima, noviembre de 1996. Edición original en francés: Comprendre l’agriculture paysanne dans les Andes centrales (Pérou - Bolivie) Pierre Morlon, coordinateur INRA Éditions, Paris, 1992 Traducción autorizada por el INRA (Institut National de la Recherche Agronomique) 2 [[4]] Créditos fotográficos : Serge Verliat : figuras 27,28 Jean Bourliaud : figura 30 Gilles Brunschwig : figura 39 Todas las otras fotos marcadas PM son de Pierre Morlon (incluyendo las de la carátula) Este libro corresponde al Tomo 96 de la serie Travaux de l’Institut Français d’Études Andines (ISSN 0768-424X), y al número 6004-Ecología y Desarrollo del Centro de Estudios Regionales Andinos « Bartolomé de las Casas » (ISSN 1022-0925). Lima, noviembre de 1996 [[499]] Lista de las instituciones que han dado autorización para reproducir o utilizar textos, ilustraciones o estudios. Agence Canadienne de Développement International (ACDI-CIDA), Hull, Canada. Arizona State Museum, the University of Arizona, Tucson, EEUU. Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas, Cusco, Perú. Centro Internacional de la Papa (CIP), Lima, Perú. CIRAD-DSA, Montpellier, Francia. Consejo nacional de Ciencias y Tecnologías (CONCYTEC), Lima, Perú. Corporación financiera de Desarrollo (COFIDE), Lima, Perú. Geographische Institut der Universität, Bonn, Alemania. Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA), Lima, Perú. Institute of Andean Studies, Berkeley, EEUU. Instituto de Estudios Peruanos (IEP), Lima, Perú. Proyecto Regional PNUD-UNESCO de Patrimonio Cultural y Desarrollo, Lima, Perú. Revista Minka (Grupo Talpuy), Huancayo, Perú. Techniques et Culture (CNRS), Ivry, Francia. Temple University Press, Philadelphia, EEUU. Universidad de Tokyo, Departamento de Estudios Latinoamericanos, Japón. 3 NOTAS SOBRE LA REDACCIÓN Voces indígenas En relación con las diferentes maneras de escribir las vocess indígenas, véase en el glosario el término quechua. Algunos lectores podrán quedar sorprendidos al encontrar palabras empleadas en un sentido diferente al que conocen: en efecto, según las regiones (y a veces a poca distancia), una misma cosa puede tener diversos nombres, y un mismo nombre designar cosas diferentes. ___ Para evitar toda confusión entre los quintales métricos (100kg) y los quintales antiguos (100 libras = 46 kg), todos los pesos, y por tanto también los rendimientos, son dados en kilogramos (o toneladas). NOTAS SOBRE EL ARCHIVO INFORMÁTICO La paginación del texto de la edición impresa está indicada con cifras rojas entre corchetes, por ejemplo : [[12]]. Las figuras y cuadros no están siempre en el mismo lugar que en la edición impresa. Relativamente a la edición impresa : - se ha corregido erratas en el texto y en las leyendas de las figuras, - no se ha reproducido varios cuadros y gráficos - se ha puesto a colores, y en lo posible mejorado, los gráficos que están. 4 [[5]] "Ustedes son personas demasiadamente cultas, profesionales; ustedes deben comprender que soy un campesino analfabeto... Son ustedes los que me deben comprender a mí, y no yo a ustedes". Intervención del campesino Jaïr Londoño en el Seminario Latinoamericano de Reforma Agraria, Chiclayo, Perú, diciembre de 1971. 5 [[7]] ÍNDICE Introducción – Los Andes como memoria – O. Dollfus Presentación – P. Morlon 1ra parte – « OBERTURA » Capítulo 1 – Una herramienta, un símbolo, un debate: la « chaquitaclla y su persistencia en la agricultura andina – P. Morlon, J. Bourliaud, R. Réau, D. Hervé 1 – La chaquitaclla, emblema de la agricultura andina. 2 – La labranza en la organización del trabajo y del espacio 3 – Chaquitaclla, arado de palo, tractor : ¿qué perspectivas existen para el futuro ? Anexo : las chaquitacllas 2da parte – ORGANIZACIÓN SOCIAL Y UTILIZACIÓN DEL TERRITORIO Capítulo 2 – Sistemas de barbecho sectorial – B. Orlove, R. Godoy, P. Morlon Introducción 1 – Descripción y funcionamiento : algunos ejemplos 2 – Ensayo de interpretación 3 – Privatización y reducción del tiempo de descanso : ¿hacia un abandono del barbecho sectorial ? Capítulo 3 – Valorización de la diversidad ecológica Introducción – P. Morlon 1 – El control vertical de un máximo de pisos ecológicos y el modelo en archipiélago – J.V. Murra 2 – Quince años después: balance de la noción de archipiélago – J.V. Murra 3 – Del archipiélago étnico al minifundio – T. Saignes, P. Morlon 4 – Zonas de producción: autonomía individual y control comunal – E. Mayer [[8]] 5 – Modelos de complementariedad ecológica: una revisión bibliográfica - P. Morlon 6 – Propiedades familiares y dispersión de los riesgos: el ejemplo del Altiplano - P. Morlon Capítulo 4 – Infraestructuras agrícolas: ¿vestigios del pasado o técnicas para el futuro? Introducción – P. Morlon 1 - Diversidad de los acondicionamientos En el desierto costero, los mahamaes o chacras hundidas – B. Cobo Campos de sal – B. Orlove Pastizales de regadío para alpacas en la puna alta – F. Palacios Ríos Las « campiñas » - C. Felipe-Morales, P. Morlon, C. Reynel, E. Vergaray Lara 2 – Hacia la reconciliación de lo antiguo y de lo nuevo La rehabilitación de andenes – L. Masson, C. Felipe-Morales, P. Morlon Una experiencia de reconstrucción de antiguos andenes en el Altiplano – C. Ramos Vera La arqueología aplicada al desarrollo: la reconstrucción de camellones precolombinos en el Altiplano – I. Garaycochea, C. Ramos, P. Morlon Un (re)descubrimiento reciente: la agricultura en lagunas temporales (qocha) en el Altiplano – J. Flores Ochoa, M.P. Paz Flores, W. Rozas 3 – Reducción de los riesgos climáticos por medio de acondicionamientos : el ejemplo de las heladas en el altiplano – P. Morlon 4 – Elementos para un debate - P. Morlon 6 3ra parte – LOS RENDIMIENTOS OBTENIDOS POR LOS CAMPESINOS FRENTE A LA ONVESTIGACIÓN AGRONÓMICA Y A LA VULGARIZACIÓN Capítulo 5 – ¿Qué tipos de mediciones y qué criterios para la evaluación? – P. Morlon, A. Hibon, D. Horton, M. Tapia, F. Tardieu Introducción : los datos oficiales 1 –El cultivo del maíz en los sistemas de producción del Cusco : etapas de una investigación. 2 – El ejemplo de la papa en el valle del Mantaro. [[9]] 3 – No uno, sino numerosos rendimientos 4 – Los rendimientos como resultados de las estrategias campesinas. Anexos : El papel de las llamadas malas hierbas : pistas de investigación – D.W. Gade, A. Hibon, P. Morlon, F. Tardieu Agronomía y gastronomía – P. Morlon, A. Hibon, D. Horton, M. Tapia, F. Tardieu 4ta parte – PUNTOS DE VISTA SOBRE LOS SISTEMAS DE PRODUCCIÓN Capítulo 6 – Agricultura y ganadería en la economía de la familia campesina : identidad andina y diversidades regionales 1 –Diez años en la vida de campesions de las riberas del Titicaca – B. Montoya, P. Morlon, S. Channer 2 – Vender para vivir - B. Montoya, P. Morlon, S. Channer, L. Lescano, F. Huapaya 3 – El alto valle del Cañete : el matorral y la puna – G. Brunschwig 4 - Agricultura, alimentación y políticas – B. Orlove Anexos: Producción y consumo de trigo en Chumbivilcas – J. Bourliaud, R. Réau Metodología y aprovechamiento crítico de los datos sobre la ganadería andina en tiempos de sequía. I. Lausent-Herrera 5ta parte – DISCUSIÓN Y PERSPECTIVAS Capítulo 7 – La economía campesina en los Andes peruanos: teorías y políticas – B. Kervyn 1 – Las teorías sobre el funcionamiento y la dinámica de la economía campesina 2 – El progreso técnico 3 – La organización comunal del espacio 4 – Conclusiones Epílogo – Sobre mitos y fantasmas – P. Morlon Conclusión – P. Morlon Glosario Anexos: Equivalencia de unidades de medida antiguas o locales Plantas cultivadas andinas de altura [[10]] Referencias citadas Lista alfabética de autores Lista de las instituciones que han autorizado reproducir o utilizar textos, ilustraciones o estudios 7 [[497]] LISTA ALFABÉTICA DE AUTORES Jean BOURLIAUD (F) Agro-economista, Investigador en INRA-ESR, París. Gilles BRUNSCHWIG (F) Zootecnista, ex-becario IFEA-ORSTOM. Sharon CHANNER (C) Nutricionista, Canadian Home Economics Association. Bernabé COBO (1580 - 1657) Sacerdote jesuita y erudito (*) Olivier DOLLFUS (F) Geógrafo, Profesor en la Universidad de París VII. Carmen FELIPE MORALES (P) Profesor de Ciencia del Suelo en la Universidad Agraria de La Molina, Lima. Jorge FLORES OCHOA (P) Antropólogo, Profesor en la Universidad del Cuzco. Daniel W. GADE (USA) Geógrafo, Profesor en la Universidad de Vermont. Ignacio GARAYCOCHEA (P) Agrónomo, INIAA, Puno. Ricardo GODOY (USA) Antropólogo, Universidad de Harvard. Dominique HERVE (F) Agrónomo, Investigador en ORSTOM, La Paz. Albéric HIBON (F) Agro-economista, CIP, Quito. Douglas HORTON (USA) Economista, Centro Internacional de la Papa, Lima. Fernando HUAPAYA (P) Agrónomo, INIAA, Puno. Bruno KERVYN (B) Economista, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Namur. Isabelle LAUSENT-HERRERA (F) Antropóloga y geógrafa, Investigadora en el CNRS. Luis LESCANO (P) Agrónomo, Profesor en la Universidad de Puno. Luis MASSON (P) Agrónomo, Director Técnico Adjunto de ONERN, Lima. Enrique MAYER (P) Antropólogo, Profesor en la Universidad de Illinois, USA. Beatriz MONTOYA (P) Antropóloga, Archivo Nacional y INIAA, Lima. Pierre MORLON (F) Agrónomo, Investigador en INRA-SAD, Dijon. John Victor MURRA (USA) Antropólogo, Profesor Emérito, Universidad de Cornell. Benjamín Sebastián ORLOVE (USA) Antropólogo, Profesor en la Universidad de California. Félix PALACIOS (P) Antropólogo, Puno. Percy PAZ FLORES (P) Antropólogo, Profesor en la Universidad del Cuzco. Claudio RAMOS (P) Agrónomo, CECI-CCAEP, Puno.. Raymond REAU (F) Agrónomo, CETIOM, París. Carlos REYNEL (P) Ingeniero Forestal, Profesor en la Universidad Agraria de La Molina, Lima. Thierry SAIGNES (1946-1994) (F) Historiador, Investigador en el CNRS, París. Mario TAPIA (P) Agrónomo y pastoralista, Director del "Programa Nacional de Sierra", INIAA, Perú. François TARDIEU (F) Agrónomo, Investigador en INRA-Agronomía. Eráclides VERGARAY LARA (P) Geógrafo (*) (F) Francia (P) Perú (C) Canadá (E) España (B) Bélgica. (*) Autores a los que no he podido consultar para la utilización de sus textos, por lo cual no he efectuado ninguna modificación en los mismos, salvo la reducción de su extensión total. 8 [[11]] Introducción : los Andes como memoria Olivier Dollfus Las pocas realidades descritas en esta Introduccción se hallan presentes siempre, pero a menudo de manera implícita, en esta obra. Constituyen, pues, una "memoria" que debe permitir un mejor planteamiento de los hechos analizados y presentados a lo largo de los capítulos, y de interpretarlos situándolos en su contexto. Montañas antiguamente pobladas Los Andes centrales, desde el sur del Ecuador hasta el Trópico de Capricornio, están entre las regiones más pobladas del continente americano relieve topográfico y volumen demográfico van juntos. Las densidades de población, sobre todo entre los grados 10 y 20 de latitud sur, contrastan - y contrastaban aún más en los primeros siglos de este milenio - con las extensiones muy débilmente ocupadas del sur del continente, las llanuras boscosas de la Amazonía y las sabanas de las mesetas brasileñas. Incluso si su peso relativo en los Estados declina, principalmente en el Perú, nunca han estado los Andes centrales tan poblados como ahora (figs. 1 y 2); de 6 millones de habitantes en 1940 en este país, los 4 que vivían en los Andes representaban más del 60 % de la población actualmente no representan "más que" el 30 %, pero sobre un total de más de 20 millones, lo cual equivale a 6 a 7 millones. Altura m.s.n.m + Cerro de Pasco 4000 Altiplano 3500 Cuzco, Huancayo… 3000 Arequipa, Ayacucho, Cajamarca… 2500 2000 1500 1000 500 Lima, Ica, Trujillo, Piura… 0 0 1,000,000 2,000,000 Fig. 1 : Distribución de la población del Perú según la altitud en 1940 y 1981 (según Bernex, 1988) Toda la población de cada provincia o distrito ha sido contada como si viviera a la altura de su capital que, en las regiones altas, está generalmente ubicada en el fondo de un valle, es decir a menor altura que la vivienda real de la población. Hay pues, por encima de los 2,500 metros, un sesgo hacia abajo. El resultado son densidades poblacionales promedio del orden de 30 a 40 habitantes por kilómetro cuadrado, muy desigualmente repartidas regiones en que las densidades son superiores a los 80 habitantes por km2, por ejemplo alrededor del lago Titicaca, colindan con "vacíos humanos" en que las densidades caen a 1 ó 2 habitantes, tal como sucede en algunas altas mesetas de la puna 1 seca consagradas al pastoreo. Es verdad, los efectivos han variado a lo largo de la historia luego de un máximo que debe corresponder al apogeo del Imperio Inca, a fines del siglo XV, el choque colonial 1 Los términos que son específicos de los Andes, o de la historia de América Latina, son explicados más adelante en esta Introducción, o en el Glosario. 9 acarreó una disminución de las poblaciones en los Andes (quizás la mitad), pero la caída fue menos brutal que en los oasis de la costa, que perdieron por entonces hasta las cuatro quintas partes de sus habitantes. La continuidad de una fuerte presencia humana en los Andes tropicales al sur del Ecuador constituye, pues, un hecho mayor en su historia, desde los señoríos hasta los Imperios precolombinos, del Virreynato hasta la República. Se vincula con la existencia de campesinados que poseían una organización que regulaba las relaciones de los hombres entre sí, y sus relaciones con el medio, es decir de "civilizaciones campesinas", tomando este concepto en el sentido que le asigna el geógrafo Pierre Gourou. Montañas campesinas donde se inventaron formas de crianza de ganado y de agricultura (fig. 3) [[12]] La historia de la ocupación agropastoral de los Andes centrales no puede dejar de lado la utilización de los recursos del piedemonte desértico de las riberas del Pacífico, así como del otro, el boscoso, al este. Es posible que los cazadores recolectores que, hace unos diez mil años, recorrían los Altos Andes cazando cérvidos, guanacos y roedores, y recogiendo plantas acuáticas en los pantanos de altura o huevos de aves también acuáticas, estuviesen en relación con los que recogían caracoles en las "lomas" (oasis de brumas de la costa del Pacífico), o que buscaban conchas o mamíferos marinos varados en las playas marinas. Está claro que no debe tenerse una visión lineal de las evoluciones hubo cazadores y recolectores al mismo tiempo que agricultores, y a veces se trataba de los mismos individuos; las actividades de recolección pudieron prevalecer, en función de las circunstancias, a las del pastoreo y agricultura después de su "invención" entre séptimo y sexto milenios antes de nuestra era. [[14]] La domesticación de camélidos tuvo lugar en los altiplanos a partir del sexto milenio así apareció una primera forma de crianza específica de los altos Andes y del piso de las punas - se trata del único sitio del continente americano hasta la conquista española. Entre los milenios octavo y quinto se pasa de una caza generalizada a una caza especializada de camélidos, luego a una domesticación progresiva de animales y a su crianza en las punas. ¿Corresponden los comienzos de la agricultura a los frijoles (Phaseolus vulgaris), de los que se han hallado granos en un abrigo rocoso del Callejón de Huaylas, y que se remontan al sexto milenio? Sucede, sin embargo, que se hallan frijoles silvestres en esos medios entre los 2,500 y 2,000 metros del altura, y resulta difícil distinguirlos de las variedades cultivadas. De manera más segura en el tercer milenio antes de nuestra era, en el piso templado por debajo de las punas, aparecen los tubérculos, papas, ocas, ollucos, y probablemente la quinua, así como variedades de maíz muy primitivas. En los pisos más cálidos se cosechan frijoles, tomates y hojas de coca. Si el tomate podía ser consumido directamente, los tubérculos demandaban preparativos culinarios a menudo complejos a la domesticación de plantas se añaden técnicas de cocción con los utensilios correspondientes, de lo que se deriva el papel, principalmente, de la cerámica. Entre el segundo y primer milenios antes de nuestra era son empleados los principales elementos constitutivos de la agricultura andina, y servirán de base para los sistemas de producción agrícola hasta la Conquista. Pero tanto técnicas como instrumentación se desarrollarán por etapas así la edificación de terrazas de cultivos y los trabajos de riego en las laderas; los mediocres resultados del palo de escarbar se ven mejorados con la invención de las primeras "tacllas" (ver el capítulo 1), pero se seguirán utilizando piedras talladas hasta la época contemporánea. Es probable que en el primer milenio de nuestra era fuese regla el escalonamiento de las producciones, con las complementaridades a que induce la crianza de animales en las punas, tubérculos de altura, maíz en los pisos templados y tibios. Se hilaba y tejía la lana de los camélidos, así como el algodón cosechado en las regiones cálidas. 10 Las viviendas eran instaladas a menudo en el límite entre dos pisos, a fin de sacar partido de las posibilidades que ofrecían diferentes medios. Los límites altitudinales de los cultivos podían, por lo demás, oscilar en algunas centenas de metros, de acuerdo a las fluctuaciones climáticas es posible que entre los siglos X y XII de nuestra era un ligero recalentamiento hubiese motivado una subida de 150 a 200 metros del conjunto de pisos ecológicos con respecto a su situación actual el enfriamiento de la Pequeña Edad Glaciar, entre los siglos XVI y XVIII, se tradujo en su descenso. Pero estas fluctuaciones del clima del último milenio han ocasionado menos perturbaciones en las sociedades andinas que los grandes choques políticos o culturales. El choque colonial y la reestructuración de la sociedad andina se traducen en un descenso importante de la población indígena, por efecto sobre todo de las epidemias. La población se ve reagrupada en aldeas, las "reducciones", dispuestas en torno a la iglesia y el cementerio en que se depositaban los cadáveres retirados de las "huacas", lugares sagrados indígenas. El establecimiento de territorios continuos en torno a los pueblos [[15]] rompe la lógica andina del "archipiélago" (cap. 3). La evangelización por las órdenes religiosas se acompaña con la "extirpación de las idolatrías." El control de la población corre a cargo de los "encomenderos" españoles 2, asistidos en la base por los "caciques," indios notables. Tiene como fin facilitar la cobranza del tributo y la prestación de trabajo obligatorio por medio de la "mita" y los "obrajes" (talleres textiles). Las ciudades fundadas por el conquistador, a menudo en antiguos asentamientos precolombinos, controlan el espacio y a los habitantes de los campos. Es allí donde residen las autoridades españolas, militares, judiciales, religiosas, fiscales. Una innovación fundamental es aquélla vinculada con la aplicación del derecho romano, con las modalidades de apropiación privada de la tierra que permite, las mismas que conducen al desarrollo de la gran propiedad, a veces a partir de la extensión a la tierra del control de los hombres de la encomienda. Poco a poco se difunden en los Andes los animales procedentes de Europa bovinos, porcinos, caprinos, caballos y asnos; las mulas desempeñan un importante papel como animales de carga, y compiten con los camélidos en las punas. En los pisos más bajos, estos animales contribuyen a la transformación de los bosques en landas. Se trata de una ganadería extensiva, sin establos, que ocupa mucho espacio. Al modificar los paisajes, y al facilitar la acumulación por aumento de los rebaños, las diferentes consecuencias de la ganadería modifican las relaciones sociales de producción. Pero esa ganadería, con prácticas que se remontan a las de la España medieval, no será mayormente objeto de mejoras zootécnicas, al menos hasta la época contemporánea. En estos sistemas de producción y en las rotaciones de cultivos se insertan los cereales, trigo, cebada, avena y habas, y más tarde la alfalfa, pero las prácticas de trabajo de la tierra no cambian mayormente. Cualesquiera que hayan sido las turbulencias de la historia, los Andes centrales continúan siendo, a larga duración, montañas campesinas. A escala del mundo, montañas altamente pobladas En un mapamundi en que figuren las densidades humanas en extensiones de altura superior a los 3,000 - 3,500 metros, los Andes tropicales aparecen, también en este caso, como zonas de densa población. Encontramos densidades semejantes en las mesetas de Etiopía, pero en manchas de una extensión más reducida y a altitudes diferentes de las de los Andes Centrales. Si bien es cierto que hay pobladores en la alta Asia central, sobre todo en las mesetas, valles y montañas del Tibet, a más de 3,000 metros, no se trata más que de 5 a 6 millones en 3 millones de kilómetros cuadrados las densidades medias son de 10 a 20 veces mayores en la alta montaña andina, con respecto al Asia central. Pero ésta, por encontrarse entre los 30º y 40º de latitud norte, tiene invierno frío, mientras que los Andes centrales se hallan en plena zona intertropical y no tienen invierno. 2 Se trataba, para la corona española, de "confiar" (encomendar) a un grupo de indios a un español, encargado de "protegerlos" y evangelizarlos, en compensación de lo cual ellos trabajaban para él y le pagaban tributo. 11 Un volumen montañoso que encierra mesetas y altiplanos (figs. 4 y 5) En las cordilleras que bordean todo el oeste del continente americano, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, hay dos regiones que constituyen focos de poblamiento que fueron territorio de los estados precolombinos la meseta central mexicana y sus márgenes, y los Andes Centrales peruanobolivianos. En ambos casos estamos frente a un conjunto de mesetas centrales, altiplanos o amplias cuencas dominadas por volcanes o cadenas montañosas, con pesados flancos flexurados, profundamente excavados por los valles que [[17]] descienden hacia los pedemontes y llanos de los niveles inferiores. Pero la meseta central mexicana, donde estuvo el imperio azteca, se encuentra a 1,500 metros más abajo que las mesetas y altiplanos de los Andes Centrales. En éstos la disposición de los conjuntos topográficos acarrea consecuencias importantes. He aquí una alta montaña, orientada de sur-sur-este a norte-norte-oeste, paralela al borde del continente, y, por lo tanto a las orillas del Pacífico, con una anchura de 200 kilómetros hacia los 10º de latitud sur, y que se expande hasta alcanzar de 500 a 600 kilómetros entre los 18º y 20º. Ningún paso a menos de 4,000 metros permite franquear los Andes al sur del paralelo 10º. La vertiente occidental, donde los torrentes descienden de 5,000 metros de altura al océano Pacífico en una centena de kilómetros, es seca; en la parte media de los valles el encajonamiento sobrepasa los 2,500 metros. La vertiente oriental amazónica húmeda, boscosa o cubierta de vegetación, ofrece un perfil todavía más escarpado, y se halla horadado por valles más estrechos. Cordilleras rocosas y nevadas forman eslabones discontinuos que dominan cada flanco; al sur del paralelo 14º, en la parte occidental de la montaña, los volcanes se alzan sobre vastos campos poco inclinados, de lava o de toba. Aquí el desierto sube muy alto a la montaña, y la escasez de las precipitaciones y la sequedad del aire impiden que volcanes que alcanzan los 6,000 metros de altura tengan glaciares. La originalidad topográfica mayor de los Andes Centrales está en una sucesión de altas mesetas en la cima, entre los 4,000 y 5,000 metros, con cuencas centrales que pueden formar altiplanos, desde el de Junín, a 4,000 metros del altura y 12º de latitud, hasta el altiplano peruano-boliviano, que, a lo largo de 800 kilómetros, entre los 15º y 20º, no desciende por debajo de los 3,500 metros de altitud. La extensión de altas superficies planas o débilmente onduladas, a más de 3,800 metros, es una de las características mayores de los Andes Centrales tropicales. Se puede circular por más de 1,500 klómetros desde el norte de Chile hasta la latitud de Lima sin abandonarlos. Hay en ello una diferencia mayor con los Andes septentrionales (Colombia y Venezuela), donde encontramos cadenas orientadas, como las tres cordilleras de los Andes colombianos, relativamente estrechas, con vertientes abruptas y fragmentadas, a menudo boscosas y separadas por valles profundos; otra disposición diferente es el de la parte central de los Andes del Ecuador, donde se suceden altas cuencas, amplias, excavadas por "cañones" dominados por volcanes; aquí los Andes no tienen más de 120 kilómetros de ancho. Los Andes ecuatoriales "verdes" son muy diferentes, por su arquitectura y su cobertura vegetal, de los AndesCentrales, rojizos y masivos. Una gran montaña tropical (figs. 5 y 6). La situación tropical acarrea dos series de efectos, que se dan en todas las montañas situadas en las mismas latitudes. Como las temperaturas medias en la base de la montaña son superiores a los 22º ó 24ºC (excepto en el caso de la "anomalía negativa" de las temperaturas debida a la corriente fría a lo largo de la costa del Pacífico), y la gradiente térmica (descenso de las temperaturas en función de la altitud) es de 0,5 a 0,6ºC por cada 100 metros, las temperaturas medias anuales son todavía próximas a la decena de grados a 3,800 metros, y positivas hasta más de 4,500 metros. Se añade el "efecto de macizo", si bien menor que en Asia Central en los macizos montañosos muy grandes el aire es más cálido que a la misma altura en atmósfera libre. Así en Lhassa, en el Tibet, en el paralelo 30º, a 3,700 metros, las temperaturas medias son de 17ºC en julio, y de 0ºC en enero, lo cual constituye una "anomalía positiva" del orden de 5º a 6º. Cuando la humedad es suficiente, las temperaturas en los Andes Centrales permiten que los pastos o estepas crezcan hasta los 4,600 metros, y a veces aún más arriba, situándose el límite de la 12 vegetación hacia los 4,700 - 4,900 metros. El escalonamiento de la vegetación se despliega así sobre una amplitud altitudinal dos veces superior a la de los Alpes. Como ha subrayado Carl Troll (1931, 1943), siguiendo a Alexander von Humboldt (1811, 1817), y a autores más antiguos, como José de Acosta, Guamán Poma y Bernabé Cobo, montaña tropical significa que las estaciones están ritmadas mucho menos por las temperaturas que por la alternancia de una estación seca, de mayo a octubre, y una estación lluviosa, de noviembre a abril, durante la cual caen los 3/4 o los 4/5 de las precipitaciones anuales. En la estación seca las variaciones térmicas cotidianas son fuertes, como consecuencia de la sequedad de la atmósfera, en tanto que son reducidas por la humedad atmosférica en la estación lluviosa. Las diferencias entre las temperaturas medias del mes más cálido y el mes más frío (generalmente junio) son limitadas del orden de 2 a 3ºC bajo el paralelo 10º; más al Sur, en las cercanías del trópico, pueden alcanzar de 5 a 6º. Las temperaturas máximas varían muy poco a lo largo del año y son siempre positivas hasta cerca de los 5,000 metros lo que diferencia a las estaciones son las temperaturas mínimas. Cuando el cielo está cubierto, las nubes limitan el enfriamiento nocturno e impiden las heladas; las precipitaciones caen así en forma de lluvia por debajo de los 5,000 metros. Puede caer nieve nieve sólo en la estación seca, pero desaparece en unos días. Así, y debajo de los 5,000 metros, los Andes son montañas sin cobertura nevada estacional, diferencia mayor tanto en lo que concierne a las actividades humanas como a la vegetación, con las montañas de las latitudes medias el empleo de la palabra "invierno", que, según las personas y las regiones, designa aquí, por lo demás, estaciones opuestas, es completamente inapropiada, y conduce a groseros errores en la interpretación de los fenómenos climáticos. [[19]] Escalonamiento de las formaciones vegetales, y, por lo tanto, de los ecosistemas, en casi 5,000 metros, y ausencia de cobertura nevada estacional, he allí dos elementos que, unidos a la disposición topográfica de la montaña, favorecen su "habitabilidad", que permite una ocupación humana permanente desde el nivel del mar hasta más de 4,500 metros, a pesar de la disminución de la productividad vegetal en relación con el frío y las limitaciones fisiológicas de la altitud elevada. ALTURA NORTE (ecuador) Lluvias abundantes todo el año - Temperaturas - Humedad - amplitud diurna temperaturas - evaporación sigue alta ESTE (Amazonia) Nubes y lluvias abondantes OESTE Corriente de Humboldt Costa desértica SUR (trópico) Temporada seca larga y árida Fig. 6 : Determinantes geográficos de las variaciones climáticas en los Andes centrales. Una alta montaña que plantea problemas de adaptación a los organismos [[20]] La disminución de las temperaturas está relacionada con la de la presión atmosférica, la misma que a 4,400 metros no es más que un 60 % de la que se da a nivel del mar. La cantidad de vapor de agua en la atmósfera disminuye aún más rápidamente a 4,000 metros es la cuarta parte de la que corresponde al nivel del océano. Resulta de ello una fuerte radiación ultra-violeta, así como valores elevados de radiación solar directa, que inducen a fuertes variaciones de temperatura el calentamiento 13 del suelo expuesto al sol, seguido por un rápido enfriamiento cuando se pasa a la sombra, y las correspondientes oscilaciones de la humedad atmosférica, tienen consecuencias en los organismos vivientes. Los vegetales no se ven afectados por la disminución del oxígeno del aire, pero las plantas deben adaptar sus órganos aéreos a las variaciones de temperatura y de humedad, así como al aumento de las radiaciones ultra-violetas, de todo lo cual resultan hojas de cutícula gruesa, de estomas reducidos, numerosas plantas pubescentes, espinosas o en forma de almohadilla; en tanto que el aparato radicular, que se beneficia de una temperatura constante a lo largo de todo el año, se halla por lo general bien desarrollado para extraer el agua del suelo y acumular elementos nutritivos que permitan subsistir durante la estación seca. En cuanto a los animales, y más especialmente los mamíferos, la menor cantidad de oxígeno, a lo que se agregan los demás "stress" térmicos e hídricos, exigen de sus organismos respuestas adaptativas. Dos tipos de respuestas son posibles : una a corto plazo y provisional, concierne al individuo que pasa de una baja a una elevada altitud (para la especie humana un primer umbral se sitúa hacia los 3,500 metros). Se trata de la [[21]] adaptabilidad, que se traduce en la aceleración de los ritmos cardiacos y respiratorios para acrecentar la capacidad de oxigenación pulmonar, permitiendo paliar así la disminución de oxígeno. Si la respuesta del organismo no es suficiente, se produce la enfermedad de las montañas, el "soroche", acompañado por dificultades respiratorias y dolores de cabeza que pueden cesar con el reposo, o bien agravarse hasta causar la muerte. La embolia pulmonar puede ser consecuencia de un esfuerzo rápido en la altura en individuos generalmente jóvenes procedentes de las regiones bajas. Otra forma de adaptabilidad es la producción de glóbulos rojos de dimensiones más pequeñas, y por lo tanto en mayor número, que permite una mejor oxigenación de la sangre. La adaptación es la respuesta de una población, a lo largo de las generaciones, a los apremios de la altitud es el resultado de un proceso selectivo darwiniano. Se traduce en las poblaciones que viven desde hace largos siglos a más de 3,500 metros (por ejemplo los aymaras del altiplano), en un músculo cardiaco más poderoso y una acrecentada capacidad pulmonar en comparación con los que poseen individuos de la misma estatura que viven al nivel del mar. Las limitaciones vinculadas con las grandes alturas exigen respuestas fisiológicas, y son por tanto las únicas limitaciones naturales para las cuales son insuficientes las respuestas culturales. No han frenado nunca, sin embargo, la ocupación de las montañas hasta el límite superior de la vegetación - sucede que el límite extremo posible de vida permanente para el hombre (más o menos 5,100 metros) se halla ligeramente por encima de la que el clima impone a la vegetación en los Andes Centrales. Aun si individuos procedentes de regiones bajas experimentan dificultades fisiológicas que pueden afectar también las actividades de reproducción, los hombres han vivido y se han reproducido en los Altos Andes desde los comienzos de la ocupación del continente. Una gran diversidad de ambientes escalonados (fig. 7) "Es difícil, para quien no ha recorrido en persona las diferentes zonas del Perú, representarse con exactitud las variadas escenas que ofrece la naturaleza en este país, donde en pocas horas el viajero ve desfilar ante sus ojos paisajes tan diferentes que, para encontrar otros análogos, tendría que recorrer las regiones más opuestas del globo. En razón de su situación en la zona tórrida y a causa de las grandes desigualdades de elevación que presenta su territorio, el Perú ofrece todos los fenómenos meteorológicos del mundo, es decir, su clima es extremadamente variado." (Paul Walle, 1913). El cruce del escalonamiento vinculado a la gradiente térmica con la distribución de las precipitaciones y el valor de las pendientes, determina que en un corte de los Andes Centrales haya todo un juego de situaciones topoclimáticas, en las que pueden combinarse lo cálido y lo frío, lo seco y lo húmedo, lo llano y lo inclinado, con sus consecuencias sobre las formaciones vivientes, vegetales y 14 animales. De lo cual resulta un gran número de unidades ecológicas elementales, de "geofacies," 3 que se distribuyen en función de los pisos mayores de la montaña. Presentaremos aquí, rápidamente, esos pisos, retomando las denominaciones indígenas tal como han sido sistematizadas por el geógrafo peruano Javier Pulgar Vidal - precedido a su vez por Alexander von Humboldt (1817) y Bernabé Cobo (1635, libro II, cap. 8 a 13) (figs. 7, 8 y 9). [[22]] Los ambientes tibios de las "yungas"; "yungas húmedas" y "yungas secas." Las "yungas húmedas" de la vertiente amazónica de los Andes tropicales se sitúan entre los 500 y 1,800 metros de altura reciben precipitaciones abundantes, de 1,500 a 7,000 mm. por año, y la breve estación seca se ve entrecortada por tempestades. Las temperaturas medias están comprendidas entre 23 y 17º C. La vegetación natural es una floresta densa que, en las laderas expuestas al viento, en su parte superior, atrapa neblinas durante una gran parte del año, de donde resulta su nombre de "selva nublada", "nebelwald", con grandes helechos arborescentes y densos bambús colgantes. Este medio cálido ha sido objeto a menudo de deforestación, subsistiendo el bosque original en las pendientes escarpadas y en las zonas poco accesibles. Es el reino de los cultivos arbustivos coca, ají, té, cítricos, café en sombra; producciones alimenticias maíz, yuca, camotes; en otras partes, el bosque ha podido dejar lugar a los pastos, sembríos de gramíneas, que deben controlarse con todo cuidado para evitar la invasión por la landa leñosa. Las laderas y las fuertes precipitaciones pluviales, a menudo concentradas en poderosos chaparrones, ocasionan la lixiviación de los suelos las bases son llevadas, los óxidos de hierro y aluminio se concentran, a menos que la erosión sea lo suficientemente rápida como para equilibrar la rápida alteración de la roca madre, en relación con el calor y la humedad. Debe tomarse en cuenta, en el tratamiento de estos frágiles ambientes, tanto los deslizamientos de tierra como la torrencialidad. El calor favorece el desarrollo de enfermedades como la leishmaniosis, el mal de Chagas, la "uta", el paludismo y diversas parasitosis. [[23]] Las "yungas secas" ocupan el mismo rango de altura en el flanco occidental de los Andes. Hay más de 300 días de sol en el año; el calor se ve temperado, no obstante, por las brisas de valle. Las pendientes están cubiertas por una estepa arbustiva de cactáceas y espinosas. Como las precipitaciones anuales, muy irregulares, son inferiores a 300 mm., se hace imposible la agricultura sin riego, que utiliza los torrentes que descienden de los altos Andes. Falta sitio, sin embargo, en los valles estrechos, para un aprovechamiento agrícola importante. Casi todos los cultivos de los ámbitos templado y tropical son aquí posibles. En la época precolombina se producía maíz, ají, algodón y coca. En nuestros días, los árboles frutales y los alfalfares para el engorde de animales nacidos en los Andes y destinados a los mercados de la costa, forman una cinta verde en estos áridos valles. Lo agradable de la tibia temperatura y del sol no debe hacer olvidar que siguen siendo regiones malsanas, y que en la estación lluviosa el fondo de los valles puede ser barrido por torrentes de lodo. Los ambientes templados el piso "quechua" Este fragmentado piso se extiende a ambos lados de la montaña, y en las cuencas y valles interiores (inter-andinos) entre los 2,200 y 3,500 - 3,600 metros. Habida cuenta de su amplitud altitudinal, las temperaturas medias van de 17 a 10-12ºC. Las temperaturas máximas bajo abrigo no alcanzan por lo general los 30º; hay posibilidad de heladas en la estación seca, en la parte superior del piso, pero son cortas y limitadas. Las precipitaciones, variables según la posición y la exposición, están comprendidas con gran frecuencia entre los 400 y 1,000 mm. por año, y se concentran sobre todo entre noviembre y abril. Si bien es posible la agricultura sin riego, un aporte complementario de agua permite prolongar la estación productiva y atenuar la variabilidad de las precipitaciones. 3 Del orden de una centena, en tanto que hay sólo unas decenas en los Alpes y solamente algunas unidades en las montañas de las latitudes elevadas. 15 Este piso está, casi por doquiera, densa y antiguamente poblado. Conviene distinguir entre laderas y fondos de valles y cuencas. Las laderas, de pendientes abruptas, están cortadas por afloramientos rocosos. Los suelos son delgados como consecuencia de la erosión y se renuevan lentamente, y la materia orgánica es rara. Localmente, las laderas están modeladas por terrazas de cultivo. Es el piso del maíz; se cultivan también leguminosas (arvejas, habas), papas, trigo. Los fondos de los valles, cuando se abren en anchas cuencas como la de Hancayo, en el valle del Mantaro, están tapizados por terrazas fluviales y conos de deyección sobrepuestos, herencia de climas más húmedos en la Era Cuaternaria. Como en las posiciones abrigadas las precipitaciones son a menudo inferiores a 600 mm. por año, el riego es de regla, facilitado por la presencia de ríos y la topografía regularmente inclinada de las terrazas y glacís.Los cultivos son prácticamente continuos en estas estas extensiones de fuerte densidad (más de 100 habitantes por km. cuadrado, y con frecuencia hasta 300 por km. cuadrado de tierras cultivables) maíz, legumbres, alfalfares, árboles frutales, se suceden en parcelas a menudo cercadas ("campiña") de eucaliptos, alisos y retamas: el habitat se agrupa en aldeas grandes o caseríos de casas cubiertas con techos de tejas, derivados de las "reducciones" de la época colonial. [[24]] El piso "suni" Es un piso intermedio entre los ambientes templados y las frías "punas" Se sitúa entre los 3,500 y 3,800 - 3,900 metros; sus temperaturas medias anuales oscilan en torno a los 10º. Las heladas nocturnas son de regla en la estación seca. Es el ámbito de los tubérculos y de la quinua, a los que se añaden la cebada y las habas. El "suni" de llanura se halla particularmente bien representado alrededor del lago Titicaca, donde se despliegan vastas extensiones planas formadas por depósitos lacustres y aluviales recientes. La explotación de la tierra es antigua. En las orillas del lago los "totorales" sirven de forraje o como material para techos; los bovinos en engorde comen hierbas acuáticas ("llacho") en pastizales lacustres. En las laderas el "suni" tiene una vegetación de landas leñosas bajas, que se alternan con pastizales. Como siempre en situación ecológica límite, el valor de ciertas condiciones naturales interviene en las condiciones de puesta en cultivo. Se trata de un medio que es [[25]] a la vez de ganadería extensiva y de agricultura, con una sucesión de dos o tres años de cultivo (papas, cebada) seguidos por un período de descanso pastoreado de 6 a 10 años (capítulo 2). Muchos de estos terrenos, mediocramente enterrazados, mal conservados, se degradan, por lo cual se producen abarrancamientos, deslizamientos y erosión. Los pisos fríos de las "punas" Son los pisos que, en los Andes Centrales, poseen mayor extensión ocupan al menos la mitad de la superficie entre los paralelos 8 y 23º. A diferencia de los "páramos", pastizales húmedos de altura de los Andes septentrionales (Ecuador, Colombia), que forman una sucesión de islas separadas entre sí por ambientes más tibios o más cálidos, las "punas" se extienden de modo continuo, pero con una gradación progresiva, en función de la altura como de las precipitaciones. Se sitúan entre los 3,800 y 4,800 metros, en regiones cuyas precipitaciones van de más de 1,000 mm. por año (punas húmedas) a 150 - 200 mm. (punas desérticas). En la parte superior de este piso se producen heladas durante casi todas las noches del año, incluso en la estación [[26]] de lluvias, y las temperaturas medias anuales no sobrepasan de 4 a 5º C; en la parte inferior; las heladas nocturnas son de regla cuando el cielo está despejado, y las temperaturas medias pueden acercarse a los 10º C. Las temperaturas máximas diurnas son positivas durante todo el año. En las punas húmedas el pasto de gramíneas se alterna con turberas de pendiente o de los fondos bajos; en los sectores de fuerte pastoreo 16 aparecen matas blancas de cactus espinosos; subsisten pocos restos de bosques hasta los 4,700 metros de altura, ahí donde la deforestación no ha terminado todavía... En el suelo abunda la materia orgánica, cuya evolución se ve dificultada por el frío, con una débil mineralización. La actividad agrícola es posible, hasta los 4,200 - 4,300 metros, en función de la exposición, los suelos y el drenaje, siendo el límite superior de los cultivos particularmente irregular. En las "punas" secas, si las temperaturas medias se aproximan a las de las "punas" húmedas, son más marcados los contrastes térmicos cotidianos; la variabilidad interanual de las precipitaciones aumenta mientras el volumen global se reduce; el viento acentúa la evaporación, que alcanza todavía 1 metro por año a 4,000 metros de altura. La evolución de los suelos se hace más lenta por la sequedad; la capa húmica es delgada y discontinua. La vegetación esteparia se caracteriza por leñosos bajos, "tola" (Lepidophyllum quadrangulare), cactus Opuntia floccosa, y, en los sectores más secos, que anuncian punas áridas, la "yareta" (Azorella yareta), planta en forma de cojín, de lento crecimiento, constituye un apreciado combustible. Cuando las heladas son cotidianas, y las temperaturas medias son inferiores a 3 ó 4º, la vegetación desaparece, salvo en unas cuantas manchas. Estamos en el ámbito de la alta montaña, donde predominan la ebulización, los procesos periglaciares actuales y los glaciares. Pero, a diferencia de las "punas", las altas montañas heladas y los macizos volcánicos constituyen conjuntos discontinuos, entre los cuales la circulación y las comunicaciones son posibles casi en toda estación. A veces la explotación minera se prosigue por encima del límite de la vegetación. Y no hay que olvidar que si los glaciares son por sí mismos inhóspitos, son también fuente de vida, pues proporcionan agua para el riego en la estación seca. Articulación de los ambientes entre sí. Limitaciones y recursos. Los Andes Centrales son grandes montañas en las que las comunicaciones han sido siempre relativamente fáciles ausencia de cobertura nevada permanente, al menos por debajo de los 5,000 metros; se puede continuar circulando incluso en la estación de lluvias, a pesar de que éstas provocan deslizamientos de tierra, el deterioro de los caminos y a veces inundaciones en el Altiplano. La vegetación no es tampoco obstáculo para los desplazamientos, excepto en el entrelazamiento denso, arbóreo y arbustivo de la "selva nublada." Los Andes son montañas en las que se puede ver lejos. Antes de la llegada de la rueda y del motor a explosión a los Andes, la circulación de caravanas de animales o de cargadores no se veía mayormente afectada por la pendiente, y se podía viajar sin dificultad por las mesetas de las "punas." Esa facilidad en las comunicaciones hacía que el espacio fuese permeable a la circulación, a pesar de tratarse siempre de montañas, y cualesquiera que fuese la diversidad de los medios naturales. Con el establecimiento de la red ferroviaria y de los caminos, se desarrollan las orientaciones preferenciales de Lima hacia la cuenca alta del Mantaro; de Arequipa hacia el lago Titicaca, y de allí hacia el Cuzco, o bien La Paz y Oruro. Pero la red de vías carrozables es particularmente densa en los Andes, ya que su establecimiento se vinculó localmente a las explotaciones mineras. Los Andes Centrales son montañas en que la tradición caminera se ha desarrollado de modo excepcional. Las limitaciones para el campesinado están en otra parte. Tenemos la herencia siempre presente de la Conquista, con sus dramas y la recomposición de la sociedad; las tensiones surgidas de las complejas relaciones entre la hacienda y la comunidad indígena, y que se han traducido en la oposición entre el minifundio y la gran empresa agrícola y ganadera, con las relaciones de dependencia que se derivan. Las reformas agrarias (entre 1954 y 1960 en Bolivia, y 1968 y 1975 en el Perú), que tenían como meta poner fin a tal estado de cosas, no han culminado. [[27]] Sigue siendo realidad la exigüidad de las explotaciones familiares. La escasez de la población, problema de los siglos precedentes, no lo es más con el crecimiento demográfico del siglo XX. Pero se mantienen, en cambio, para estas economías aún campesinas aunque abiertas al mercado, otras formas de escasez. 17 La materia orgánica para restituir la fertilidad a los campos es escasa. En una región donde la ganadería no se sirve de establos, no hay estiércol suficiente, o, cuando los animales son encerrados en cercos, tiene que elegirse entre la utilización de las deyecciones de los animales para el fuego o su empleo en los campos. El árbol se hace cada vez más raro en los Andes Centrales, a pesar de la introducción de los eucaliptos a fines del siglo XIX. Se ha proseguido con la deforestación a lo largo de la historia con la ganadería, los cultivos, el desarrollo de las actividades mineras (maderamen de las galerías, combustible para la fusión de los minerales), y, localmente, el ferrocarril. La landa sustituye casi en todas partes al bosque, salvo allí donde las precipitaciones son muy abundantes, como sucede en el flanco oriental de los Andes. Marginalización de los Andes y sus campesinos en países urbanos Los Andes, montañas campesinas desde hace siglos, fueron la base de los estados en el pasado. Pero los campesinos que los habitan son cada vez más minoritarios en los estados. El peso de las ciudades es sin cesar mayor; en el Perú, a fines de los años 80, se concentra en ellas el 70 % de la población, así como los nueve décimos de la riqueza producida y contabilizada. Los campesinos andinos son más pobres que los otros, pues la productividad de su trabajo es menor que la obtenida en las regiones bajas, ya se trate de los oasis de la costa peruana, o de las regiones boscosas productoras de coca. La mecanización y la motorización no han podido ser aplicadas a la agricultura de las laderas andinas. Pero esto no afecta sino a una parte del campesinado, y no al de los altiplanos y de las amplias cuencas donde predominan las superficies planas. Las limitaciones son otras la fragmentación de los minifundios, las explotaciones familiares, en razón de la desigual repartición de la posesión de la tierra, incluso luego de la aplicación de las reformas agrarias (fig. 10). Es cierto, estos explotantes "minifundarios" son campesinos, pero son también trabajadores temporales en los trabajos camineros, migrantes estacionales que laboran en los oasis de la costa o las plantaciones de la selva, pequeños comerciantes "informales" de los mercados locales, transportistas ocasionales, etc. Entre ellos es frecuente un segundo oficio que acaba por producir más dinero que el trabajo de las parcelas, y tal es el caso de 4 de cada 5 chacareros en la zona de Huancayo. Son pobres, en fin, porque las investigaciones se han orientado a la agricultura de las regiones bajas; así por ejemplo, en materia de ganadería bovina, han versado más sobre la selección y alimentación de la raza Holstein que sobre las razas "criollas." En fin, de una manera general,las redes y circuitos de comercialización más eficaces son los que valorizan las producciones agrícolas de los pedemontes. Fig. 10: Manifestación campesina (Andahuaylas, 1 ero de Mayo de 1973). PM. 18 Sin embargo, en el interior mismo de los Andes, por sectores geográficos o de producción, la búsqueda de productividad ha dado frutos : así en las grandes empresas de crianza ovina o incluso bovina de antes de la Reforma Agraria, o incluso ahora en algunas pocas Sociedades Agrícolas de Interés Social (SAIS)* bien administradas (capítulo 6.3). Aquí el mercado, más internacional que nacional, al menos en lo que concierne a la lana, impone la búsqueda de calidad y la normalización de los productos. En otras partes, como sucede con la cebada cervecera en torno al Cuzco, la firma compradora proporciona semillas y técnicas para un cultivo bajo contrato más remunerador. Por ello resulta erróneo ver en todos los Andes un velo uniforme de igual pobreza en una situación de retardo tecnológico generalizado los Andes son también diversidad de situaciones agrarias y reproducción de las desigualdades. Sin embargo, y en conjunto, los campesinos de los Andes son y siguen siendo pobres entre los pobres. [[28]] Los Andes en la inseguridad y la violencia Los campesinos andinos no están fuera de la historia. Ahora bien, la historia andina es una historia de conflictos, de violencias, de masacres, en los que los campesinos eran lo que estaba en juego a la vez que víctimas. Son conocidas las destrucciones operadas por la Conquista, antes de la reestructuración realizada por el orden colonial; quienes sufrieron su choque fueron los campesinos, que constituían el 95 % de la población andina. La [[29]] historia colonial, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII, tiene como hitos sucesivas sublevaciones populares y rebeliones, con las consecuentes represiones. Se presenta a veces el siglo XIX como el "siglo negro" de los Andes, en que la gran propiedad se afirmó en perjuicio de comunidades huérfanas de derechos reconocidos y en posición débil ante el capitalismo que se instala con las minas y las grandes haciendas de ganadería lanera. Al lado de rebeliones conocidas y repertoriadas, está la violencia sufrida día a día por el campesino frente al gamonal y sus aliados locales, ya sean juez o policía. Grandes novelas, al menos tanto como los trabajos de análisis sociológico, dan testimonio de tal estado de cosas, de Ciro Alegría a Manuel Scorza, pasando por José María Arguedas. Esa atmósfera de tensiones, aún encubiertas, es por doquiera muy real. Y es en tal contexto que se desarrollaron, en los años 80, las acciones de Sendero Luminoso, luego de una gestación a lo largo del decenio anterior. No es por casualidad que el espacio de tal gestación haya sido el de los campos ayacuchanos, tierras olvidadas por Lima, con un campesinado desestructurado por el éxodo rural de la pobreza, donde se ejercía el poder gamonal, y donde se oponían comunidades de pastoreo de las "punas" y campesinado de las aldeas de los valles, al margen del mercado. Este libro no tiene como objeto analizar la violencia, la inseguridad e inestabilidad en los Andes sin embargo, las situaciones que se describen en los capítulos que siguen no son entendibles si no se tiene presente que a los riesgos climáticos y a las estrategias desplegadas para enfrentarlos, se añaden y mezclan las estrategias para hacer frente a la violencia física, a la inseguridad en los bienes con los robos institucionalizados de ganado, el abigeato -, a la inestabilidad que resulta de inflaciones galopantes de que son víctimas los países andinos en la hora presente. Era imperativo, sin duda, efectuar este rápido recuento de algunas realidades al inicio de una obra consagrada a las técnicas campesinas. 19 [[31]] Presentación Pierre MORLON Un agrónomo que trabaja en una región como los Andes del Perú y de Bolivia tarde o temprano querrá "saber dónde pone los pies," y comprender mejor la agricultura y a los campesinos andinos, ya que, al venir de otro país, se siente sorprendido ante el contraste entre el estado presente de la agricultura y las huellas dejadas en el paisaje por lo que fue en otros tiempos; o bien porque nacido en la región y convencido de que la conoce, se siente desconcertado cuando las cosas no suceden como lo había previsto, o por otras tantas razones... Si trata de enterarse de lo que otros han hecho o escrito antes que él 4 , descubre la existencia de muy numerosos trabajos: artículos, libros, memorias, informes, tesis, relaciones de viaje. Pero esta literatura, tan abundante, es dispersa, poco accesible 5 , y a veces escrita en jerga de especialistas. Heterogénea, sobre todo, y muy desigual en su calidad: las discusiones científicas más sólidamente argumentadas se codean con juicios simplistas y perentorios, interpretaciones ideológicas o afirmaciones fantasiosas. En este libro, destinado en prioridad a los que tienen en sus manos las decisiones (de los responsables políticos a los agentes de programas de vulgarización) - pero ¿por qué no esperar que también pueda ser útil tanto para el turista que atraviesa estas regiones como para el investigador o el universitario? - me he esforzado en hacer las cosas claras, y en hacer accesibles y utilizables los conocimientos actuales. No se trataba, pues, de acumular el mayor número posible de ellos, sino de organizarlos para darles sentido en una visión de conjunto coherente, de mostrar las relaciones entre los elementos de comprensión esenciales. El plan y los pasos para realizarlo ¿Cómo hacer un libro semejante? ¿Comenzar por una descripción del medio natural, seguida por la historia, el contexto socioeconómico...? Pero una monografía construida de este modo, ¿no sería tediosa? O bien, ¿ofrecer una exposición cuyo orden siga el de los descubrimientos? Ello no carecía de interés, pero me habría arrastrado, inevitablemente, demasiado lejos. He partido de la idea, cara a etnólogos como Marcel Mauss y André-Georges Haudricourt, de que "el estudio de cualquier objeto de una civilización permite reconstruirla"6. [[32]] Podía escoger cualquier objeto, por ejemplo la llama, o la hoja de coca, a la vez tan bien y tan mal conocida (ver el libro publicado por el Instituto Indigenista Interamericano, "La coca andina Visión andina de una planta satanizada"). Porque mi especialidad me empujaba en tal sentido, y por el valor simbólico que asume en la región, escogí como punto de partida una herramienta de trabajo, una especie de pala: la "chaquitaclla". Es un objeto que no puede ser entendido aisladamente, en sí mismo. Las respuestas a preguntas tales como "¿por qué los campesinos utilizan todavía de este instrumento, y para qué sirve?," (capítulo 1), remiten a todos los demás temas que a continuación se tratan (fig. 11). 4 Incluso en las zonas más alejadas, no se es nunca el "primer" visitante exterior, y con un poco de perseverancia - y de suerte - se acaba siempre por encontrar una monografía, la relación de un viaje, un informe... 5 Consecuencias de la muy poca difusión de trabajos entre los más interesantes: numerosos plagios, y sobre todo una enorme pérdida de tiempo y de recursos en redescubrir lo que otros han estudiado ya o experimentado. 6 A. G. Haudricourt y P. Dibie, Les pieds sur terre, Paris, p. 157. 20 Para comenzar, es una herramienta que se halla estrechamente asociada a un tipo particular de rotación de cultivos a elevada altura (capítulo 2). ¿Cuál es el porvenir de la herramienta y de la rotación? Ello dependerá ampliamente de la evolución de las modalidades de explotación simultánea, por una misma sociedad, de varios pisos ecológicos a diferentes alturas- lo que se llama "verticalidad andina" (capítulo 3). Pisos que pueden ser acondicionados especialmente para una producción particular (capítulo 4). Así como la "verticalidad" permite dispersar los riesgos, el acondicionamiento del medio permite reducirlos: todo ello para producir más, y de manera más segura. Pero, ¿disponemos de un conocimiento cuantitativo preciso y confiable de las producciones así obtenidas (capítulo 5) ? La producción de cada campo, y la sucesión de técnicas que conducen a tal fin, son explicadas por las restricciones que resultan en parte de las opciones que elige cada familia campesina para alimentarse y conseguir sus ingresos (capítulo 6). Los comportamientos económicos de los campesinos andinos han sido objeto de interpretaciones y juicios muy diferentes según las teorías a que se ha recurrido: el capítulo 7 compara y evalúa esas diferentes teorías, y las políticas a que dan lugar. Opciones y límites He tratado de mantenerme, sin lograr sin duda evitarlos por completo, a igual distancia de dos escollos: El primero consiste en importar y aplicar esquemas preconcebidos que impiden comprender una realidad, deformada o reducida a uno solo de sus aspectos, dejando de lado las observaciones que no los apoyan. El escollo opuesto es exagerar la especificidad andina. Una de sus consecuencias, lógica a pesar de no deseada, es el riesgo de considerar a los campesinos andinos como seres aparte, diferentes de los demás hombres, cuyo comportamiento no tendría otras explicaciones que las culturales (la "tradición"), y no las racionales. Por todo ello he optado por hacer que se sucedan dos conjuntos de textos: - los capítulos 1 a 6 son una descripción y una tentativa de explicación "andinas", con un mínimo de referencias a otras regiones del mundo. He suprimido allí, tanto como fue posible, los vocabularios o la jerga de los especialistas (pero no los términos locales, para los cuales ofrezco al lector un glosario al final del libro). ¡Sería absurdo, sin embargo, pensar que no utilizamos conocimientos y aparatos conceptuales forjados en otras áreas, o válidos en otras regiones! [[33]] - en el séptimo y último capítulo, esas mismas observaciones e interpretaciones son resituadas y aclaradas por las teorías existentes. Muchas cosas que llamamos "andinas" remiten de hecho a una racionalidad universal (simplemente, los muy fuertes contrastes naturales y sociales en los Andes tornan allí más "evidentes" fenómenos que existen en otras partes, pero que se conoce menos o no se quiere ver...) ya que, tratándose del hombre, se descubre lo universal en el corazón de lo particular. Yo no habría perseverado hasta el fin de este trabajo si no hubiera estado convencido de que, de una manera o de otra, su realización puede ser útil tanto en otras áreas como en los Andes. La segunda opción que he tomado, igualmente por razones de legibilidad, ha sido de no ofrecer más que el conjunto de interpretaciones que me parece actualmente más adecuado para comprender la agricultura andina: no sin dejar ampliamente abiertas [[34]] numerosas preguntas e hipótesis, he reproducido poco las refutaciones de otras interpretaciones, que los lectores interesados podrán encontrar en las publicaciones originales de las que he tomado el material que me ha servido. La tercera opción que he asumido constituye fue mi método de trabajo. La construcción de este libro puede ser comparada a la de un vitral: a medida que mi proyecto avanzaba, escogí los pedazos de vidrio coloreados que me convenían entre todos los fabricados por numerosos maestros vidrieros. Para 21 dar a cada parte el exacto resplandor luminoso deseado, he "recortado" y a menudo superpuesto esos trozos de vidrio: he recurrido, en cada sector, a los que han producido ideas y conocimientos, o a quienes los han aplicado en el terreno. La unidad y coherencia del libro han exigido que reestructure el aporte de cada cual y lo refunda con los de otros autores. No es una práctica corriente en los medios científicos, y agradezco muchísimo a todos aquéllos que, cualquiera que sea su notoriedad, la aceptaron. En fin, uní esas secciones de vidrio por medio del plomo, obscuro en sí mismo, pero que al fijar a cada uno un sitio bien preciso, hace que la mirada converja hacia tal punto, después hacia otro, sin dejar de verlos a todos. Desde luego que al elegir o disponer de diferente manera los pedazos de vidrio, se puede construir otros vitrales, otras imágenes de la agricultura andina. La única excepción a la reestructuración de los textos es el conjunto de citas de autores que no han participado en este libro (me he limitado a subrayar ciertos pasajes). A pesar del elevado número de referencias bibliográficas, no he deseado hacer de este volumen una revista exhaustiva. Puede causar sorpresa la abundancia de citas, especialmente de textos antiguos. Habría sido irrisorio que firmásemos descripciones o explicaciones hechas ya por otros mucho antes que nosotros, y para las cuales me he esforzado, en cada caso, de encontrar el "primer autor." No es algo gratuito: una de las tesis, subyacente al conjunto del libro, es que muchas cosas que creemos descubrir en nuestros días habían sido escritas hace ya cincuenta... o cuatrocientos años, pero no habían atraído por entonces la atención, o habían quedado ocultas por las ideas dominantes en la época.7 A nivel más profundo, hay otra convicción no siempre evidente para los agrónomos y otros técnicos, y es la siguiente: cualesquiera que sean los hondos cambios acaecidos desde hace algunos decenios, es totalmente imposible comprender la agricultura actual sin un buen conocimiento de su historia. Habrá sin duda quienes consideren abusivas las comparaciones efectuadas a varios siglos de distancia: permítaseme evocar aquí mi experiencia personal. Trabajaba yo desde hacía más o menos un año con los campesinos quechuas de Andahuaylas, cuando la lectura del libro "La visión de los vencidos," en que Nathan Wachtel expone los efectos inmediatos de la conquista española en el siglo XVI, me hizo comprender mucho mejor a los campesinos de hoy, muchas de cuyas reacciones y formas de comportamiento me habían parecido hasta entonces desconcertantes. Sin la interpretación que John Murra ha propuesto de las "visitas" hechas alrededor de 1560, probablemente consideraríamos ciertas características esenciales de los sistemas de producción actuales como hechos "parásitos" incómodos o sin importancia. Ciertos aspectos no tienen en este libro la importancia que podría esperarse: no me he arriesgado mayormente por el delicado e inestable terreno de las conflictivas relaciones, a menudo violentas, entre los campesinos "indios" y las grandes propiedades que los han [[35]] despojado de sus tierras.8 Por lo demás, la insuficiencia de la literatura a mi disposición explica el reducido lugar de la ganadería (sin embargo invocada por doquiera en sus relaciones con la agricultura), factor esencial en la utilización del espacio y en las relaciones sociales, incluidos los conflictos: las recopilaciones o ensayos de síntesis publicados hasta hoy por Jorge Flores Ochoa 9 han puesto en evidencia que si algunos antropólogos han descrito prácticas de crianza de ganado, apenas si comienza a abordarse el análisis técnico de los sistemas de ganadería de las diferentes categorías de productores (cf. el reciente libro del Proyecto Alpacas: "Crianza de Llamas y Alpacas en los Andes"). Coloqué en anexos algunas reflexiones o pistas de investigación que no entraban con facilidad en el hilo de la exposición, pero que estimo tan importantes como el texto principal. 7 Tristan Platt escribe que el aporte de Murra "fue la percepción de algo que había sido conocido siempre en profundidad, pero precisamente a causa del "europeantismo" dominante entre los campesinos andinos, había permanecido enterrado..." 8 La literatura novelesca (pienso en particular en Ciro Alegría, José María Arguedas, Manuel Scorza) da al respecto una idea tan exacta y mucho más viviente que los estudios "científicos." 9 El No. 8 de la revista Allpanchis ("Nuestra Tierra"), publicada en el Cuzco, y los dos libros "Pastores de puna" (IEP, Lima, 1977) y "Pastoreo y pastizales de los Andes del Sur del Perú" (INIPA, Lima, 1984, en colaboración con Mario Tapia). 22 Por razones de plazos y de volumen total, un capítulo metodológico, previsto inicialmente, no ha sido redactado. No obstante, he incluido, en particular en los capítulos 5 y 6, observaciones o textos que ilustran las dificultades metodológicas encontradas, y los errores a que conducen trabajos realizados sin precauciones. A lo largo de este libro presentamos ejemplos de mejoras o de innovaciones adoptadas por los campesinos. Nuestra concepción excluía, sin embargo, que propusiéramos recetas preconcebidas. No vamos a aumentar el flujo de aquéllos para quienes "sólo hay que," ni el reflujo de los que declaran imposible lo que no han sido capaces de llevar a cabo. El lector encontrará propuestas más concretas en el libro de Mario TAPIA, preparado paralelamente a éste: "Zonificación agroecológica y ecodesarrollo en la Sierra del Perú". Me ha sido más fácil utilizar los resultados de trabajos franceses cuando existen. Ello no debe inducir a creer que son los únicos, ni los más importantes. Quiero subrayar aquí que este libro debe indirectamente mucho a los numerosos y notables estudios peruanos, y, en particular, en agronomía y estudio de los sistemas de producción, a los de los equipos reunidos en torno a Mario Tapia, Oscar Blanco, Julio Valladolid y José Luis Lescano. Agradecimientos Me es imposible, sin riesgo de olvido, enumerar aquí a todos aquéllos cuyas críticas y sugerencias permitieron mejorar los diferentes capítulos. Además de todos los co-autores de este libro, quisiera mencionar a Michel Eresue, Pierre Gondard, Annette Salis, Nadine Sebill, François Sigaut. Edgardo Rivera Martínez tradujo al castellano el original francés, y Anne-Marie Brougère hizo la edición de obra tan gruesa y compleja. En fin, "last but not least", numerosos campesinos, individualmente o en comunidad, han soportando durante años nuestras indiscretas preguntas y nuestras acciones, a menudo inconvenientes: dedico a todos ellos esta "Defensa e ilustración de la agricultura andina." Pierre MORLON Setiembre de 1989. 23 [[37]] PRIMERA PARTE "OBERTURA" Capítulo 1 Una herramienta, un simbolo, un debate: la chaquitaclla y su persistencia en la agricultura andina10 [[38]] Pierre MORLON, Jean BOURLIAUD, Raymon REAU, Dominique HERVÉ [[39]] 1. La chaquitaclla, emblema de la agricultura andina "Es tan abundante y fértil esta tierra de cualquier cosa que en ella se siembra, que de una hanega de trigo salen ciento y cinquenta, y á veces docientas, y lo ordinario es ciento, con no haber arados con que labrar la tierra, sino unas palas agudas con que los indios la revuelven" (de Zárate, 1555, lib. I, cap. 8). El estudio de esta pala aguda será el punto de partida que nos permitirá "reconstruir" la agricultura andina. Hubiéramos podido elegir cualquier otro objeto. Pero éste se nos impusó : desde unos diez o quince años, su representación, realista o estilizada, es omnipresente y está reproducida hasta la obsesión en la mayoría de las publicaciones recientes sobre la agricultura andina, de la que aparece como símbolo indiscutible (figs. 12 a 16). ¿Qué cosa es, pués, esta herramienta? ¿Por qué ella, siempre ella? La chaquitaclla o taclla (11) es, pues, pintoresca, y su diseño es tan fácilmente reconocido como realizado. Pero esta explicación no es suficiente. La identificación de la agricultura andina con la chaquitaclla se remonta a tiempos lejanos. Algunas decenas de años después de la conquista española, el indio Guamán Poma fue uno de los mejores ilustradores de la civilización andina. Representándose la historia como una serie de edades sucesivas, separadas por catástrofes, escribe: "Desde la segunda edad de indios (...) comenzaron a trabajar hicieron chacras andenes y sacaron acequias de agua de los ríos y lagunas y depósitos y así lo llaman patachacra larcayacu. (...) "de como los antiguos indios (...) no tenían oficios ni artificios (...) si no entendían romper tierra virgen y hacer andenes en las quebradas y en peñas y la tierra comenzaron a cernir y escoger todas las piedrecitas y sacaban agua de acequia" (Guamán Poma, [1613-1620] 1936: 54-55). Dibuja a Adán en el "primer mundo" trabajando la tierra con la chaquitaclla, y también trabajando con la chaquitaclla a los primeros indios de América (fig.17). Así, no concibe al hombre sin la agricultura, ni a ésta sin dominio del medio mediante la irrigación y los andenes, y los asocia estrechamente con la chaquitaclla. No sabemos si esta concepción le era propia o si por el contrario estuvo expandida en su época, por lo que recurriremos a los datos de la arqueología. 10 11 Este título se inspira en aquél del artículo de Gade y Rios (1972). En la lengua quechua, chaqui = pie. Taclla (o taqlla) designa originalmente un palo en general, luego el mango de la herramienta; en la región de Andahuaylas, taqllay = golpear. 24 Durante mucho tiempo, sobre la base de representaciones que se encontraban en ceramios, la chaquitaclla fue considerada como un invento de la época incaica, por lo tanto tardía y bastante posterior al desarrollo de la agricultura andina (Horkheimer, 1960; Lanning, 1967: 165; Gade y Ríos, 1972). [[45]] Ahora bien, excavaciones arqueológicas recientes han permitido exhumar cuchillas de piedra que sirvieron para trabajar el suelo. Estas cuchillas han sido identificadas como siendo de chaquitacllas, si bien no se ha demostrado la presencia del estribo en el mango. Fueron encontradas tanto en los más antiguos restos de andenería que se conoce en la región del Cusco - Marcavalle, fechados entre el 800 y el 900 A.C. (Barreda Murillo, com. pers.; Valencia Zegarra, 1986) - como en los restos más antiguos de camellones en el Altiplano del Lago Titicaca, fechados entre el 650 y el 900 A.C. (Erickson, 1985): ¿se debe al azar la coincidencia entre estos dos datos?, o bien, ¿fue la invención de la taclla la que permitió el acondicionamiento y el cultivo de estos altos valles y llanuras? ¿Sería esta herramienta, por así decirlo, el "padre" de la agricultura andina...? Estas infraestructuras exigían, pues, labores muy importantes. Ya que no disponían de animales de tiro, la chaquitaclla era la herramienta más eficiente de América: en las reconstrucciones de camellones precolombinos sobre el Altiplano (fig. 18) (cf. cap. 4), cada trabajador desplazó en promedio 5 m3 de tierra por día, o sea de dos a cuatro veces más que las mediciones o estimaciones correspondiendo al mismo trabajo con otras herramientas tradicionales, en otras regiones (Erickson, 1982). "Con la taclla se puede cortar también bloques de turba y extraerlos con el fin de construir con ellos cercas; un hombre puede hacer en un día de 200 a 300 bloques y puede construir de 20 a 30 metros de cerca. También se puede cavar con este instrumento huecos para cimientos, postes, trabajos de iirrigación y drenaje" o construir carreteras (Gade y Ríos, 1972, 1976). Fig. 18: Reconstrucción de antiguos camellones precolombinos. El trabajo en equipo con la chaquitaclla permite levantar y voltear grandes terrones (Mayo; Alto Catachi, Puno, 3900 m.s.n.m.). PM. Pero este retorno al pasado, ¿puede ser de alguna utilidad para los campesinos ahora que nos encontramos a fines del siglo XX? El carácter arcaico de la herramienta ha sido subrayado muchas veces 12 : [[46]] "Como se ve, la industria agrícola ganadera de nuestros ayllus está en pañales: aún conserva de los tiempos incaicos su rudimentarismo primitivo. (...) Como herencia legendaria de sus (12) Y esto por personalidades tan poco sospechosas de despreciar el mundo indio o las técnicas tradicionales como: Hildebrando Castro Pozo, abogado peruano defensor de los indios durante el periodo " indigenista" de los años 20; Bernard Mishkin (norteamericano), uno de los primeros antropólogos en haber vivido largo tiempo en una comunidad campesina andina y en haber descrito "desde dentro" las prácticas cotidianas; André LeroiGourhan, etnólogo y prehistoriador francés, especialista en técnicas. 25 antepasados, quienes removieron el suelo con el 'chaqui-taclla' o arado andino, ellos continúan usándolo tradicionalmente para roturar aquél en la misma profundidad que el abuelo les enseñó; pues como el instrumento no ha sufrido modificación alguna y ha sido ideado para usarse por dos obreros en la tierra cuyo declive no permite el trabajo de las yuntas, el resultado en las condiciones dadas viene a ser el mismo.(...). Si el indio no sabe remover sus tierras, tampoco ha aprendido a seleccionar la semilla (...) La República, que ha debido y está obligada a introducir y hacer popular en la Sierra el arado de hierro de revertedera, hasta el presente no ha abordado el problema" (Castro Pozo, 1924: 307). "La agricultura quechua típica está caracterizada por el apego a una tecnología tradicional elemental y a una división del trabajo complicada e igualmente superada. En general no utilizan animales de tiro, [[47]] y la herramienta más complicada utilizada por los agricultores quechua, no es más que un primitivo bastón cavador, cuya sola concesión a la modernidad es de ser provisto con una cuchilla de hierro" (Mishkin, 1946). "El bastón cavador es el más rústico de las herramientas aratorias. Es característica común de grupos de recolectores o de agricultores rudimentarios. (...) Hecho singular, el Perú incaïco no superó el bastón cavador. Hay que haber manipulado uno mismo durante algunas horas este palo puntiagudo para saber cuánto su manejo es penoso y poco eficaz. Aunque fue modificado por los peruanos, ya que tenía una cuchilla de algunos centímetros de ancho y una barra lateral para apoyar el pie, queda sorprendente comparar los resultados logrados por este pueblo, cuya economía era básicamente agrícola, con el carácter irrisorio de esta herramienta. Este bastón peruano, sin embargo, es casi una laya" (Leroi-Gourhan, [1945] 1973: 119-120). ¿No es acaso el emblema tan obsoleto como el objeto mismo? ¿Será por apego a la tradición y a las costumbres de sus antepasados que decenas de miles de campesinos andinos se obstinan aún en nuestros días en utilizar la taclla? Desde la conquista española fueron introducidas otras herramientas y fuentes de energía: el tractor y el arado de discos en el siglo XX, y antes el arado jalado por bueyes en el siglo XVI: "Los primeros bueyes que ví arar fue en el valle del Cuzco, año de mil y quinientos y cincuenta, uno más o menos (...); no eran más de tres yuntas; (...) llevóme a verlos un ejército de indios que de todas partes iban a lo mismo, atónitos y asombrados de una cosa tan monstruosa y nueva para ellos y para mí. Decían que los españoles, de haraganes, por no trabajar, forzaban a aquellos grandes animales a que hiciesen lo que ellos habían de hacer; (...) los gañanes que araban eran indios; los bueyes domaron fuera de la ciudad, en un cortijo, y cuando los tuvieron diestros, los trajeron al Cuzco, y creo que los más solemnes triunfos de la grandeza de Roma no fueron más mirados que los bueyes aquel día". (Garcilaso, 1609, libro 9, cap. 17). Fig. 19: Barbecho en ayuda mutual (ayni) en un sector de barbecho sectorial (Agosto; Chuccecancha, Andahuaylas, 3700 m.s.n.m.). PM. 26 Si las razones de esta persistencia aparentemente anacrónica fuesen sólamente culturales, mal se comprendería que la chaquitaclla sea utilizada aún en el alto valle del río Cañete por jóvenes aculturados que pasan parte del año en la muy próxima ciudad de Lima, mientras que inversamente ha sido abandonada en provecho del arado (fig. 19) en una provincia, la de Andahuaylas, considerada especialmente atrasada, como lo atestigua el uso metafórico de la expresión "indio de Andahuaylas" en la literatura. Ahora bien, juzgar a una técnica como obsoleta, se refiere necesariamente a una comparación de eficacias (13), como lo sugiere Castro Pozo (1924) en el mismo texto: "De la Colonia, por ejemplo, sólo ha adquirido el buey como animal de labranza y el arado de madera, inferior al 'chaqui-taclla', que no le sirven sino para sus tierras bajas". Esto transforma, pues, las preguntas precedentes en otras nuevas, más precisas: ¿para qué sirve la chaquitaclla? ¿Qué trabajo o trabajos realiza y en qué condiciones? Es en los documentos más antiguos que conocemos en donde buscaremos la respuesta. [[48]] 1.1. Forma, manejo y función: los textos antiguos. Los dibujos de Guamán Poma (fig. 20) nos muestran trabajos agrícolas hechos con chaquitaclla a lo largo del año: arado (chacra iapui) en agosto; siembra de maíz (zara tarpui) en setiembre, y de tubérculos, papa y oca (papa oca tarpui) en diciembre; cosecha de papa (papa allai) en junio. Sabemos así que la taclla podía ser empleada en trabajos tan disímiles como el arado, la siembra y la cosecha de tubérculos. Pero Guamán Poma, nacido en el Perú sin jamás haber salido de él, no juzgó útil comentar sus dibujos en el texto. Nos será, pues, preciso apelar a los de sus contemporáneos nacidos en España o que hayan escrito allí su crónica, a fin de contar con una explicación destinada a los que no conocían la herramienta. Es Garcilaso (1609), como a menudo sucede cuando él evoca lo que ha visto personalmente, quien proporciona la descripción más clara, precisa y completa del empleo de la taclla - y la que da la primera respuesta a nuestra interrogante: "Traen por arado un palo de una braza en largo; es llano por delante y rollizo por detrás; tiene cuatro dedos de ancho; hácenle una punta para que entre en la tierra; media vara de la punta hacen un estribo de dos palos atados fuertemente al palo principal, donde el indio pone el pie de salto, y con la fuerza hinca el arado hasta el estribo. Andan en cuadrillas de siete en siete y de ocho en ocho, más y menos, como en la parentela o camarada, y, apalancando todos juntos a una, levantan grandísimos céspedes, increíbles a quien no los ha visto. Y es admiración ver que con tan flacos instrumentos hagan obra tan grande, y la hacen con grandísima facilidad, sin perder el compás del canto. Las mujeres andan [[50]] contrapuestas a los varones, para ayudar con las manos a levantar los céspedes y volcar las raíces de las yerbas hacia arriba, para que se sequen y mueran y haya menos que escardar. Ayudan también a cantar a sus maridos, particularmente con el retruécano hailli". (Libro V, cap. 2). En cambio, con respecto a las tierras arenosas de la costa, "no las barbechan ni cosechan, porque no lo han menester. Siémbranlas con estacas gruesas a compás y medida, haziendo hoyos, en los cuales entierran las cabezas de las sardinas, con dos o tres granos de maíz dentro dellas" (Libro V, capítulo 3). Así, si bien pudiendo ser empleada en otros trabajos, la función o destino de la chaquitaclla era voltear céspedes (o, si se prefiere otros términos, pastizales o praderas). Sabiendo que "el césped es el más difícil de los medios que sirven para la agricultura" (Sigaut, 1975), hay que precisar aún dónde y por qué se voltea el césped en los Andes. Es lo que hizo O.F. Cook en 1920, situándose de pronto dentro del marco de la estratificación ecológica de los Andes: (13) Es necesario definir el objetivo relativamente al cual se juzga, y el conjunto de valores de referencia que permiten contrastar el juicio. 27 "Tres principales tipos o sistemas deben ser distinguidos en el estudio de la agricultura altamente especializada de los Andes peruanos. En los valles bajos, por debajo de los 1500 metros de altitud, el cultivo estaba limitado probablemente al sistema más primitivo de "milpa" (14), el mismo que aún se practica por lo general a baja altitud en América tropical (...) Por encima de este piso, en los valles intermedios o templados de los Andes orientales, entre los 1500 y 3300 metros, la agricultura descansaba en el sistema de andenes, que los antiguos peruanos llevaron a un grado extremo de desarrollo, mayor aún que el de otros pueblos (...) En los valles aún más altos, entre los 3300 y 4200 metros, el clima es más frío, la humedad más abundante y las pendientes más suaves. Hay menor necesidad de andenes o de irrigación, pero las gramíneas de altura y otras plantas pequeñas forman un césped denso y fibroso, una condición similar a la de los países del norte en donde el arado es la herramienta básica de la agricultura. Si bien los relatos antiguos muestran que las llamas eran empleadas a gran escala como bestias de carga, los antiguos peruanos parecen no haber encontrado los medios para emplearlos como animales de tiro o para facilitar el trabajo en los campos. El cultivo de las praderas de altura se realizaba con el trabajo humano, facilitado por un instrumento especial para romper el césped". Luego de describir la chaquitaclla y el trabajo extenuante que ella exige pese a su empleo en equipo, Cook expone tres diferencias notables con la utilización de la laya: el modo de agarrar la herramienta, el hecho de que se desgaje el césped en lugar de cortarlo, y su volteado con la mano en vez de levantarlo y volcarlo con la cuchilla". A continuación describe la rotación, "estrictamente subordinada a las actividades pastorales", observada en La Raya, a más de 4200 metros de altura: a fines de la estación de lluvias (abril), "se han volteado en esta época sólo estrechas fajas de césped, marcando las líneas en donde se plantarán las papas, pero la totalidad del terreno se rompe más tarde y el césped duro se descompone en un suelo suelto y oscuro durante la larga temporada de crecimiento". Al año siguiente, se siembra cañihua*, sin preparación adicional del suelo: "Las adventicias y las hierbas vuelven a tomar posesión del suelo mientras que la cañihua crece, y enseguida se deja el terreno en pastoreo durante varios años antes de una nueva labor. Los períodos de cultivo son demasiado breves como para destruir las raíces fibrosas de las gramíneas y otras plantas [[51]] en el suelo, de modo que sólo puede haber muy poca erosión(15). En las zonas favorables este sistema es permanente, y nada indica desde cuándo se le practica o cuántas veces el césped ha sido volteado." Después de una comparación con una herramienta similar, el "caschrom", empleado al noroeste de las Islas Británicas, Cook concluye: "Esta herramienta bien puede simbolizar la agricultura de las tierras altas. Las praderas de altura planteaban un problema especial que fue resuelto por la chaquitaclla". Si hemos citado este texto de manera tan extensa, es porque ya en 1920 se había dicho en él lo esencial sobre: - el papel y el lugar de la chaquitaclla en la agricultura andina: romper pastos para el cultivo de la papa en las rotaciones de altura donde un corto número de años de cultivo se alterna con un largo período de descanso pastoreado. - la perennidad de este papel, ya que la utilización descrita no provoca erosión significativa. -------- (14) Agricultura itinerante con quema. Cook se refiere sin duda a la vertiente amazónica de los Andes. (15) En la pradera, este modo de volteado no modifica la estructura de los terrones mantenidos coherentes por las raíces. Kaerger ([1899] 1979) señala que "algunos indios cuidadosos suelen separar un poco la parte superior de los terrones con estacas hasta que todo el bancal quede cubierto con tierra suelta, pero evitando que los terrones se desintegren" (p. 19). 28 Por un lado, una herramienta elegida como emblema por investigadores modernos, que resuelve un problema difícil minimizando la erosión, y cuyo resultado es sorprendente para quien no lo haya visto; y de otro lado esta misma herramienta considerada como arcaica, obsoleta, irrisoria: ¿cómo entenderlo? Los resultados agronómicos del trabajo con la chaquitaclla son en efecto del todo notables y los rendimientos por hectárea que permite alcanzar lo demuestran bien (cf. capítulo 5). Pero es al precio de un trabajo a la vez extenuante, como Cook lo ha señalado, y muy lento - la calidad agronómica del trabajo es independiente de su productividad (medida en superficie trabajada por día); pues un cambio técnico que ocasionará progreso a una de estas dos áreas no hará forzosamente progresar a la otra: "La actividad más dura y prolongada realizada por los hombres de Nuñoa [distrito ubicado a más de 4000 metros de altura] es la labranza con la chaquitaclla que con frecuencia dura un día entero. El consumo de oxígeno y de energía por trabajador sobrepasa el 60% de los valores máximos (16)", y es superior al de todas las demás actividades agrícolas (fig. 21). Para realizar eficazmente esta actividad, la cuchilla debe ser hundida totalmente en el suelo, y se debe levantar un bloque de tierra, el más grande posible, para cavar el surco profundo necesario para el crecimiento de las papas. La persona que emplea la chaquitaclla debe, pues, poseer fuerza y resistencia, así como ser bastante pesada, ya que de su peso depende la profundidad de penetración en el suelo. Por lo general son entonces los hombres entre 19 y 40 años los que utilizan la chaquitaclla. Rara vez hemos observado jóvenes de menos de 18 años, aun cuando se precisaba de una persona más" (Thomas, 1972: 138-139). La labranza con la chaquitaclla no es un trabajo de niños, de mujeres ni de ancianos. actividad varones mujeres Cuidar ganado cosechar cañihua cosechar quinua caminar 3 km/h matar animales trillar quinua Cosechar papas trillar cañihua Esparcir guano de corral caminar 5 km/h Sembrar quinua (rastrillar) Sembrar papas con taclla Arar en surcos con taclla Arar todo con taclla max. 10,6 kcal/min max. 7,5 kcal/min Fig. 21: Consumo de energía por el organismo para diferentes trabajos agrícolas en el distrito de Nuñoa (según Thomas, 1972). Y son necesarios en total más de cuarenta días de trabajo por hectárea... Es este problema de la lentitud del trabajo, agravado por las restricciones climáticas, que los campesinos han tenido y tienen aún que resolver. Por ello asocian varias soluciones: la velocidad del trabajo (es decir la extensión arada por persona y por día se incrementa con el trabajo en equipo; y la combinación de diferentes modalidades de labranza permite a la vez reducir la extensión que se tiene que labrar, y distribuir el trabajo en diferentes épocas del año. [[52]] (16) El valor máximo fue medido haciendo un esfuerzo muy intenso: subir corriendo escaleras llevando una pesada carga. 29 2. La labranza en la organizacion del trabajo y del espacio. 2.1. Trabajo en equipo, emulación y ayuda mutua "La taclla difiere de la mayoría de herramientas manuales en la medida que no está concebida para un trabajo solitario. Un equipo de trabajo compuesto por dos a cinco personas, llamado "masa", realiza este pesado trabajo ("yapuy" en quechua, "barbecho" en español) (...). Varios equipos pueden trabajar al mismo tiempo en diferentes lugares del campo. El más tradicional, si bien ya no tan común, es el equipo de trabajo de cinco personas, reunidas para labrar los terrenos comunales o bien como partes de un acuerdo recíproco (ayni* o minka*) (Gade y Ríos, 1972). Volvamos al texto ya citado de Garcilaso de la Vega (1609): [[53]] "Andan en cuadrillas de siete en siete y de ocho en ocho, y, apalancando todos juntos a una, levantan grandísimos céspedes, increíbles a quien no los ha visto. Y es admiración ver que con tan flacos instrumentos hagan obra tan grande, y la hacen con grandísima facilidad". En los dos dibujos de labranza de Guamán Poma (fig. 20, a y b), se representa a cuatro hombres trabajando juntos, frente a tres o cuatro mujeres. Brunschwig, en nuestros días, informa sobre la existencia aún de equipo de trabajo semejantes en Laraos, en el valle del río Cañete: "un grupo de 3 a 6 hombres, provistos de chaqui taqllas y dispuestos en semicírculo, cortan y levantan un terrón de gran tamaño. Frenta los hombres, una o dos mujeres cogen, con la mano o con ayuda de un racuacho, este terrón mientras se encuentra en el aire, lo voltean y lo rompen en 2 o 3 pedazos, dejándolo caer. Aquello necesita una buena sincronización, pues la elevación del terrón y su vuelta se realizan en un mismo movimiento". (1986; una foto, de A.M. Brougère, se encuentra en la misma publicación, p. 98). Corrientemente se admite que la productividad del trabajo varía en el mismo sentido que el tamaño de los equipos. Esta relación que, según sepamos, no ha sido medida para la labranza con la chaquitaclla en los Andes, es atestiguada para formas de labranza muy comparables en Europa: "El interés de estas técnicas es (...) que ellas aprovechan para destruir el césped su misma estructura y propiedades. De allí una economía de trabajo considerable. Es en la técnica de "lazy-beds" 17 y en la de labranza colectiva que se observa mejor esta economía de trabajo (...) Los "lazy-beds" son una forma de labranza. La labranza colectiva no es más que una de sus modalidades de ejecución, aunque importante. En este método, varios trabajadores juntos se ponen a desprender y levantar un mismo bloque de césped; la estructura fibrosa de éste les permite apartarse en cierta medida unos de otros, es decir hacer un corte más ancho que la suma del ancho de la hoja de sus herramientas, tomados individualmente. De manera que varios trabajadores que aran colectivamente van más rapido que si trabajaran cada uno de forma individual (...). La labranza colectiva también ha sido practicada en el centro de Francia en el siglo XIX, y esto es lo que decía de ella Baudet-Lafarge en 1860: "La costumbre de labrar la tierra con layas, reuniendo los esfuerzos de tres o cuatro hombres sobre el mismo bloque de tierra de gran volumen, ha contribuido bastante, en los últimos tiempos, a extender el empleo de la laya. Una labranza ejecutada de este modo cuesta apenas la tercera parte de la que se hace según la manera ordinaria. También se ha terminado por aplicarla a todos los suelos que tienen la consistencia que ella exige para hacerse posible" (...)" (Sigaut, 1975). (17) Forma de labranza del pastizal practicada antiguamente al noroeste de las Islas Británicas. "Consiste en destruir un pasto volteando una mitad sobre otra, para hacer pudrirlo todo", "no se labra más que la mitad del terreno: los terrones de césped cortados con la laya son volteados de lado sobre el suelo intacto (...) Se obtiene así camellones paralelos, separados por surcos cuya profundidad aparente [desde la cumbre de los camellones] es doble de la profundidad real de la labranza" (Sigaut, 1975: 75 y 236). 30 Si, manejada individualmente, "la chaquitaclla no está hecha para levantar, sacudir y arrojar el terrón a un lado" (Gade y Ríos, 1972), ella lo permite cuando en trabajo colectivo el ritmo de los labriegos es sostenido y su sincronización perfecta (Peña, 1975): en este caso la mujer aprovecha el vuelco del terrón, para colocarlo en la posición deseada. Y, sin embargo, "más comúnmente en nuestros días, la labranza para construir camellones de papas (...) la realiza un equipo más pequeño de dos aradores y un ayudante (fig. 22), o incluso de un solo arador y un ayudante: este último caso refleja la importancia creciente de la unidad familiar nuclear, y el ocaso concomitante de las parcelas trabajadas comunalmente, aun cuando se mantenga la propiedad comunal de la tierra" (Gade y Ríos,1972). Fig. 22: Barbecho con chaquitaclla, en equipo (masa) de 2 labradores y un ayudante (Marzo; Cala-Cala, Puno, 4000 m.s.n.m.). PM. La rapidez del trabajo aumenta por la emulación, o la competición, cuando varios equipos trabajan al mismo tiempo: "es una costumbre en los indios animarse mutuamente trabajando en común; y tantos trabajadores como sea posible reunir hacen la misma cosa al mismo tiempo. El entusiasmo que se obtiene de este trabajo en conjunto alivia la monotonía de este duro esfuerzo a gran altura" (Bingham, 1916). [[54]] La reunión de varios equipos para realizar el mismo trabajo al mismo tiempo se consigue gracias a la ayuda recíproca, llamada "ayni" (cf. fig. 19), mencionada por Garcilaso en el mismo capítulo -"Labradas las tierras de los pobres, labraba cada uno las suyas, ayudándose unos a otros, como dicen, a tornapeón". He aquí un ejemplo de su actual organización práctica en la región del Cuzco: "El propietario o chacrachicuy avisa a sus colaboradores en las primeras horas del amanecer la fecha del trabajo. (...) La labor de barbecho se empieza temprano en comparación con otras actividades agrícolas, generalmente a las ocho de la mañana, formando grupos de tres personas llamados masa [[55]] (...) Las masas están organizadas por un qollana o capitán, cuya función es distribuir el área del trabajo equitativamente de acuerdo a la edad y contextura física de los componentes de la masa e impone el ritmo de trabajo. El "capitán" es generalmente pariente del dueño de la chacra (yerno o hermano). Además existe el qayawa o 31 segundo, quien verifica la perfección del trabajo, sobre todo el grado de remoción del suelo. (...) luego viene el descanso grande al mediodía, donde el dueño del terreno ofrece almuerzo (...), todo mezclado se coloca al centro de la rueda formada por los trabajadores, de donde todos comen a discreción (...) .Los trabajos de barbecho de cada propietario se realizan en un solo día, pasando de una parcela a otra si tiene varias parcelas" (Tapia,1986). El ayni reduce poco el tiempo total de labranza ya que, por el principio de reciprocidad, el propietario del campo devuelve a sus colaboradores el mismo tiempo de trabajo que cada uno de ellos le ha proporcionado, día por día. Su papel es, empero, fundamental en la organización del trabajo. Para aprovechar al máximo las primeras lluvias que a menudo caen sólo en determinados lugares y son seguidas de períodos secos, la preparación del suelo y la siembra deben realizarse muy rápidamente, en una sola jornada, antes de que el suelo se vuelva a poner seco y duro. Ocurre lo mismo después de una irrigación. El ayni permite entonces reunir un número suficiente de trabajadores en las parcelas consideradas. Es, pues, una de las condiciones de la realización en las mejores fechas posibles de las diferentes modalidades de labranza empleadas por los campesinos luego del descanso. 2.2. Estrategias de labranza (fig. 23a) 2.2.1. Las restricciones climáticas En los Andes del Perú y Bolivia, el clima está marcado por la alternancia entre una breve estación de lluvias y una larga estación seca. El fin de las lluvias, en abril o mayo, está seguido por el agotamiento de la humedad en el suelo, que se vuelve demasiado duro como para ser trabajado; la falta de agua supone el fin del crecimiento de las plantas, y luego su muerte, provocada de todas maneras por las heladas nocturnas que, a gran altura, se producen desde que la cobertura de nubes desaparece (cf. capítulo 4.3). Es preciso, pues, que todos los cultivos hayan llegado a su madurez al fin de la estación de lluvias; y para ello deberán haber sido sembrados - y por tanto arados - con suficiente anticipación: "El trabajo es romper tierras vírgenes, que ellos llaman chacmay mita; pasando este tiempo, no se puede romper tierra y para arar la sementera que ellos llaman yapuy-pacha, sembrar tarpuypacha - chacmaypacha y no sembrando en aquel mes y día señalado, si pasa un punto, ya se pierde la sementera" (Guamán Poma, [1613-1620] 1936: 860) El imperativo climático (razonamiento por anticipación) Periodo en el cual los cultivos deben haber sido sembrados Periodo en el cual los cultivos deben ser maduros Riesgo de heladas Lluvias m j j Duración del ciclo vegetativo ? a s o n d e f m a Fig. 23 a: Restricciones climáticas. m j j 32 En altura, todas las siembras deben realizarse entre el momento en que llegan las primeras lluvias, de setiembre a diciembre dependiendo del año y de la región, y aquel en que ya es demasiado tarde para sembrar, que se sitúa entre octubre y diciembre, según la altura y el tipo de cultivo: ¡un margen bien estrecho! (cf. Thomas, 1972: 114). En estas condiciones, el hecho de que una familia, con su propia mano de obra, tenga necesidad de casi un mes de trabajo por cada hectárea labrada, aparece como realmente crítico... La solución más evidente a este problema es adelantar la labranza a la estación seca, irrigando el suelo para que sea menos duro. Es sin duda el papel principal del riego, puesto que después "normalmente" las lluvias son suficientes para asegurar la alimentación hídrica de los cultivos: [[57]] "En este mes de julio (...) es tiempo de llevarse mucho estiércol a las chacras y sementeras y limpiar las acequias y pozos lagunas de las aguas para comenzar a regarse las sementeras para michica sara mais temprano y para papas chaucha papa maway papa - y zapallos tempranos" (Guamán Poma, [1613-1620] 1936 : 1149). "...si era tierra de acequias, que en toda la mayor parte de este reino las había y las usaban; aunque fuese en la sierra donde llueve, usaban de ellas para (...) arar las tierras y sembrar, y después quedaba a las lluvias. Esto era en la sierra". (Pedro Pizarro, 1571, f. 57 v). "El riego no es indispensable para que los sembríos se desarrollen. En estos valles, muchas veces el agua sólo se usa para ablandar la tierra, no así para humedecer las plantas. (...) el riego sólo se utiliza para facilitar inicialmente el laboreo de la tierra, y no para regar las plantas". (Kaerger,1979/1899 : 22 y 27; cf.igualmente Salis,1987: 18). Pero es exactamente en el momento en que es más necesaria para la labranza y la siembra, que el agua de regadío es menos abundante y la más disputada: muy pocos son los lugares en que todos los campesinos disponen de ella para todas sus parcelas. Ha sido preciso, pues, inventar otras soluciones que descansen en la combinación entre modalidades de labranza realizadas en períodos diferentes, y en la reducción del número de labranzas en la rotación de cultivos. 2.2.2. Fechas y modalidades de labranza (18) (19) (fig. 23b) "En este mes de febrero han de romper tierra virgen para mays o trigo o papas que ellos le llaman chacmayquilla (...) es la gran fuerza del agua del cielo que traspasa la tierra y así se dice chacmayquilla (...) en este mes tengan gran cuenta de que se rompa tierra virgen para sembrar mais o trigo papas (...) porque la tierra está blanda (...) " (Guamán Poma [1613] 1936 : 1134). Febrero: ¡se está en lo más fuerte de la estación de lluvias, y en pleno período de crecimiento de los cultivos! A falta de irrigación, una solución para sortear las restricciones climáticas consiste en adelantar la labranza a la mitad o al fin de la estación de lluvias precedente - lo que, por supuesto, sólo es posible en terrenos no cultivados: si el descanso pastoreado hace difícil la labranza, permite también su anticipación. Ello hace posible que al tiempo de la plantación se haga solamente un trabajo superficial del suelo. Por el contrario, otra solución es postergar la labranza hasta un momento en que haya menos trabajo o el suelo esté húmedo en profundidad. Como la siembra misma no puede ser demorada, se planta primero las papas en el césped, y luego se voltea la tierra cuando las plantas han brotado de la tierra. (18) Para esta sección, hemos completado nuestras propias observaciones (Bourliaud et al., 1986 y 1988) por las de Cook, 1920; Mishkin, 1946; Gade y Ríos, 1972; Peña, 1975; Lescano, 1979; Horton et al., 1980; Greslou, 1980; Mayer, 1981; Lescano et al, 1982; Hatch et al., 1983; MINKA, 1983; Julian, 1983; Boletin de Cultivos andinos, 1984; Ramos, 1984; Cáceda y Rossel, 1985; Tapia, 1986; Rengifo, 1987; Rivero, 1987. (19) Este parágrafo, como el siguiente, es una adaptación de los trabajos de Bourliaud et al., 1986 y 1988. 33 los cultivos deben haber sido sembrados los cultivos deben ser maduros Con riego d j f m a m j j a s o n d e f m a m j Fig. 23b: Modalidades de labranza. Las labranzas están así distribuidas en 3 ó 4 épocas diferentes : - adelantadas al final de la época de lluvias que precede (febrero a abril), - cuando el riego lo permite, adelantadas en temporada seca, - realizadas inmediatamente antes o después de la siembra, - postergadas (noviembre a enero). La fracción de la superficie efectivamente volteada varía también, y con ella el tiempo de trabajo por hectárea : [[58]] a) La labranza completa (t'aya en el Cuzco, mutta o lluja en el Altiplano de Puno). Fig. 24: Labranza completa con chaquitaclla (Agosto; Huancaya, alto Cañete, 3650 m.s.n.m.). PM. 34 La totalidad de la superficie de la parcela es trabajada (fig. 24) - lo que por cierto sólo es posible antes de la plantación. Un grupo compuesto de dos o tres hombres, cada uno manejando una chaquitaclla, en un solo movimiento coordinado de herramientas corta un prisma de 40 a 70 centímetros de largo, 30 a 40 cm. de ancho y 15 a 30 cm. de altura, al que luego se le da un cuarto de vuelta, lo que confiere a la parcela así trabajada el mismo aspecto que después de una labranza con arado de discos jalado por tractor. El volteado completo de una parcela exige un trabajo tedioso: un grupo de dos chaquitacllas voltea sólo entre 150 y 250 m2 por día. Además, no se puede sembrar directamente una parcela labrada de esa manera: se necesita una preparación secundaria que consiste en romper con mazas y pulverizar los terrones, y sacar los restos de hierba seca que después se quema. Y dos aporques son luego necesarios. Desde un punto de vista agronómico, la materia orgánica (que proviene del césped volteado y del estiércol aportado) está distribuida en la totalidad de la capa arada, la que está completamente colonizada por un sistema radicular denso. Los tubérculos se forman en todo el volumen del camellón. De manera general, es la labranza completa la que permite lograr los más altos rendimientos por hectárea, en el primer año de cultivo. [[60]] b) La labranza en camellones antes de la plantación, ("wachu" en el Cuzco; "chajmay" o "chapa" en el Altiplano). "Tres hombres trabajan lado a lado en una línea: el del centro, "chaupi", marca el ritmo a los otros dos (...). Dos mujeres o niños, "rapa", se agachan a ambos lados del surco para voltear el terrón de césped, "champa", al lado de éste. (...) Cada faja de terreno así excavada, de unos 30 cm. de ancho, se alterna con un terreno más elevado, de unos 45 cm. de ancho, formado por los terrones colocados sobre terreno sin trabajar" (Gade y Ríos, 1972) (cf. fig. 22). La proporción de la superficie de la parcela labrada varía entre 1/3 y 2/3 (fig. 25), lo que reduce en proporción el tiempo de trabajo. La labranza en camellones es más rápida que una labranza completa: un grupo de tres personas ara una parcela de 500 a 1000 m2 en una jornada de trabajo. Esta no sólo permite ganar tiempo al momento de la labranza y de la siembra, sino que limita también las operaciones de trabajo del suelo posteriores a un solo aporque. Los camellones se destruyen en la cosecha de papas y, si el cultivo siguiente es de nuevo un tubérculo, los nuevos camellones se hacen en el lugar de los surcos y así recíprocamente. 2 1 Resultado final : 6 4 2 1 2 3 1 5 3 1 Fig. 25: Labranza en camellones antes de la siembra (volteando la tercera parte de la superficie). Es la más profusamente descrita, en parte porque es con ella que el terreno es ocupado el más temprano y el más largo tiempo por las redes y encrucijadas de camellones (figs. 26, 27, 28), destinados principalmente a evacuar el exceso de agua, limitando la erosión y, por el contrario, en los años secos, a retener el agua de la escasas lluvias. 35 Fig. 26: Parcela de Gregorio (familia III, cap. 6.1.) labrada con chaquitaclla de manera a controlar el escurrimiento del agua (Julio; Huancho, Puno, 3850 m.s.n.m.). PM. Fig. 27: Riego de un campo labrado con chaquitaclla. En el fondo, ladera con antiguos andenes y límites parcelarios en "faja vertical" (Chujucuyo, Puno, 3820 m.s.n.m.). Foto Serge Verliat. Fig 28: Chacras labradas con chaquitaclla en la pampa. Las laderas, con antiguos andenes, están erosionadas (Chujucuyo, Puno, 3815/4000 m.s.n.m.). Foto Serge Verliat. Tomaremos la explicación de Lescano (1979): [[62]] "...Posteriormente se reúnen los más viejos y conocedores agrícolas juntamente con el Ccollana (...) para decidir la forma de realizar esta labor fundamental para una buena producción. 'Imaynatata chajmasunchis', es decir '¿cómo vamos a barbechar?' (...) decisión 36 que se hace en función a los 'pronósticos del clima a largo plazo' (20). Para los años lluviosos se realiza la 'Chaapa', es decir que se realizan los surcos en línea y elevados (fig. 29); cuando el año será seco o de poca lluvia se hace la 'Lluja', es decir sin formar surcos, al igual que un tractor, en cuyo caso la mujer del equipo va volteando las champas a un solo lado. (...). Cuando el barbecho es en cerro o ladera y se pronostica año seco, el surcado es oblicuo. A esta modalidad se le llama 'Secquen'; en esta forma se retiene más la escasa agua de lluvia para el mejor aprovechamiento. Si el pronóstico del año es lluvioso, los surcos son en el sentido de la pendiente, y se le llama 'Checcan'. Existe una tercera modalidad de barbecho en cerro: cuando los pronósticos no son confiables, los surcos son dobles oblicuos con un canal en el centro y en sentido de la pendiente, de tal forma que cumple las funciones para años secos o lluviosos. A esta modalidad se le llama 'Kinray'. Cuando el barbecho es en la pampa, para año seco existe la modalidad llamada 'Simppa'; la misma que consiste en intercalar los surcos a manera de atajos, de tal forma que se aproveche mejor el agua de lluvia". (Ver también Rivero, 1987: 53-58). En el suelo, la materia orgánica se queda concentrada al nivel de la doble capa de césped enterrado. Este no parece ser un obstáculo infranqueable por las raíces, y tampoco una zona de asfixia: ¿podría constituir al contrario un camino de evacuación del agua excedentaria hacia los surcos a cada lado? Los tubérculos, que no parecen desarrollarse fuera de las zonas blandas del perfil, se forman entre las capas de césped enterrado, y en la parte del camellón ablandada antes de la plantación. [[63]] c- La labranza en camellones después de plantación directa en el pastizal del descanso. Cada tubérculo se coloca en el fondo de un hoyo, bajo un terrón cortado con un golpe de chaquitaclla. Llamada "ccaja" o "q'aha" en el Altiplano de Puno, "ticpa" en el valle del Mantaro, permite sembrar en poco tiempo extensiones importantes; la fecha de siembra depende menos de la humedad del suelo. Es la modalidad menos erosiva, la que necesita menos abono, "ya que al no remover la tierra (fig. 30), ésta conserva su abono natural" (sic) acumulado en cuando menos cinco años de descanso. Finalmente, atenuaría los ataques de las larvas de insectos, retardando la labranza que destruye numerosos depredadores. Fig. 30: Plantación directa de las papas en el pasto después de varios años de descanso. El barbecho se hará posteriormente, cuando las plantas hayan brotado (Chumbivilcas, Cusco). Foto Jean Bourliaud - Raymond Reau. (20) Los campesinos andinos clasifican en general los años en cinco categorías de acuerdo a las lluvias: ch'aki wata = año de sequía; para wata = año pluvioso; ñawpaq tarpuy = siembra precoz; q'hepa tarpuy = siembra tardía; allin wata = buen año. La previsión a mediano plazo del clima mismo es imposible, aun cuando existe en el Perú abundante literatura al respecto... Lo que se puede prever en cambio son los efectos secundarios del clima a inicios de estación, sea por la circulación del agua en el suelo y el subsuelo de una ladera (cf. Greslou y Ney,1983), sea por un enraizamiento más o menos desarrollado de las plantas que serán entonces más o menos sensibles a las sequías o heladas ulteriores. 37 Los tubérculos no se desarrollan sino en el hueco donde la semilla ha sido colocada, y al borde del terrón que la cubre. Se quedan pequeños, lo que es favorable para la deshidratación en chuño*; y si durante el primer año el rendimiento de papa así plantada es bajo, en el segundo año el rendimiento del cultivo que la sigue es con frecuencia más elevado que en las otras modalidades. - Una cuarta modalidad Está descrita por Rivero (1987: 61-62) : el varón abre con su chaquitaclla estrechos surcos, profundos de 10 a 15 cm y distantes de 80 cm, en los cuales la mujer deposita la semilla. En seguida el varón voltea completamente el terreno entre los surcos, cubriendo parcialmente la semilla. La mujer no participa en el volteo de los terrones, sino que los desmenuza con una maza, cubriendo totalmente la semilla y nivelando el terreno donde los surcos ya no se pueden divisar. No hemos estudiado la lógica ni los resultados de esta modalidad. [[64]] 2.2.3. Rendimientos por hectárea y productividad del trabajo Según los resultados de producción campesina medidos en la provincia de Chumbivilcas (Cusco) en 1985, año en el cual, al decir de los campesinos, el clima fue "normal", es en las parcelas a labranza completa que la papa da el mejor rendimiento por hectárea: hasta 50 toneladas en variedades híbridas y 25 toneladas en variedades nativas (21). En parcelas labradas en camellones, el rendimiento no pasa de 20 toneladas por hectárea, sin que aparezcan diferencias significativas entre variedades "mejoradas" y nativas. Para juzgar y comparar la eficiencia de las técnicas empleadas, nosotros los agrónomos acostumbramos calcular la producción por unidad de superficie, que llamamos "rendimiento" del cultivo. Pero, ¿es este "rendimiento" el que interesa a los campesinos? Cuando el factor que perciben como el más restrictivo en la unidad de producción es el tiempo de trabajo disponible en la época de la labranza, ¿no será la producción conseguida por día de trabajo de labranza lo que les interesa y que guía sus decisiones? (22) (ver cap. 5). Como la labranza completa exige mucho más tiempo que la en camellones, la jerarquía entre modalidades se invierte cuando se la establece según la productividad física del trabajo de labranza: la producción de papa por días de trabajo invertido en la labranza de terrenos en descanso es más elevada en las parcelas labradas en camellones que en las de labranza completa (cuadro 1). Esto se vuelve más cierto todavía si se considera el conjunto de los trabajos del suelo, antes de la siembra (desmenuzar los terrones) o después (aporcar). Pero el volteado completo es, en la estrategía campesina, una inversión para razonar a nivel de toda la rotación y no de un solo año de cultivo. Los campesinos lo expresan bien cuando explican que la labranza completa se reserva para las tierras destinadas a numerosos años de cultivo: es una inversión plurianual cuya rentabilidad se aprecia en la totalidad del ciclo. La elección de la modalidad de labranza, pues, no corresponde solamente a la relación entre las disponibilidades de trabajo y de tierra, ya que todas las superficies no son idénticas ni equivalentes. Los problemas que se tiene que resolver (sequedad o exceso de agua, ...) así como los riesgos de erosión y de mala cosecha difieren mucho de un lugar al otro, en función de la pendiente y, más que todo, de la altura. Cada modalidad de labranza es el primer eslabón de una cadena de operaciones técnicas adaptada a condiciones ambientales y a niveles de riesgo - es decir, a niveles (21) Como veremos en el capítulo 5, los rendimientos por hectárea son extremadamente variables. Los rendimientos más bajos pueden deberse a factores limitantes muy diversos y no permiten comparar las diferentes modalidades de labranza entre ellas, lo que sólo es posible a partir de los rendimientos más elevados. (22) En los Andes - como en otras partes del mundo, y hace algunos decenios en Europa - las unidades de superficie agrícola no son constantes, sino que miden la superficie labrada en un día: masa con la chaquitaclla, yunta o jornal con el arado, etc... En estos casos, calcular un rendimiento por "unidad de superficie" llega de hecho a medir la productividad del trabajo. 38 de producción esperada - diferentes. Así la jerarquía de los rendimientos por unidad de superficie corresponde a la de las capacidades de producción de las parcelas debido a sus condiciones de medio y a la forma de cultivo más o menos intensivo: labranza completa en las parcelas más productivas, labranza en camellones en condiciones de alto riesgo: Cuadro 1. Tiempo de trabajo y productividad del trabajo de labranza. Fuentes : Mishkin, 1946 ; Rostworowski, 1960 ; Gade y Ríos, 1972 ; Thomas, 1972 ; Goineau, 1973 ; Peña Bellido, 1975 ; Lescano, 1979 ; Zambrana, 1981 ; Tapia, 1986 ; Rengifo, 1987 ; Salis, 1987 ; Kervyn et al., 1989 y observaciones personales de los autores de este capítulo. Herramienta y tipo de labranza Tamaño del equipo de trabajo Tiempo de trabajo necesario Productividad del trabajo de roturación después del descanso de la tierra, en kg de papas producidas por día de trabajo (1er año de cultivo) (Pullpuri y comunidades aledañas, 1985) Hombres Mujeres Días por equipo/ha Días x persona/ha 2a5 1a2 25 a 70 50 a 200 (2) 150 a 350 - Labranza en camellones antes de la siembra 2 1 10 a 30 (1) 25 a 90 350 a 700 - Labranza en camellones después de la siembra directa en el césped 2 1 10 a 20 30 a 60 100 a 350 1.2 Arado de vertedera con tractor 1 0 0.2 a 2 0.2 a 2 Varios miles o decenas de miles 2 Labranza para siembra de cereales - Arado de palo jalado por bueyes 1ó2 3a7 6 a 12 1 Roturación después del descanso de la tierra 1.1 Chaquitaclla - Labranza completa (1) La proporción del área volteada varía entre 1/3 y 2/3. (2) Con un pico en Andahuaylas, Goineau (1973) indica « 110 días de trab días de desterronamiento. ajo después del descanso de la tierra », más 55 - La labranza completa, adaptada a suelos poco compactos, a terrenos sin problemas de exceso de agua y a años de precipitaciones "normales", favorece la aireación del suelo y la infiltración de lluvias en el subsuelo. Sin embargo, en pendientes muy empinadas, deviene azarosa y peligrosa: la tierra mullida es fácilmente llevada a la pendiente por el peso del agua que allí se acumula. [[66]]- La labranza en camellones antes de la plantación se practica en las parcelas en donde los riesgos (clima, erosión) son más importantes. El manejo de los cultivos es por lo general menos intensivo. Los campesinos, en estas parcelas, plantan especialmente variedades nativas; los tratamientos fitosanitarios son poco frecuentes. - Si bien no hay unanimidad sobre el asunto, la labranza en camellones después de la siembra parece ser la más apropiada para los años muy lluviosos y las zonas húmedas, tal la vertiente oriental amazónica de los Andes. Con ella, el campesino dispone de una modalidad a la que recurre en las condiciones de cultivo más hostiles, allí donde los riesgos son los más elevados, particularmente al límite superior de los cultivos en la altura. Esta modalidad otorga igualmente al campesino una capacidad de adaptación en función de las circunstancias al finalizar la época de plantación. Al efectuar ésta antes que la labranza, el campesino, en esta época tardía, puede retrasar la decisión de cultivar, que solamente tomará si juzga que la campaña agrícola lo permite o lo reclama. También puede decidirse a plantar aun cuando le haya faltado antes tiempo para arar, o a cultivar más si él logra conseguir medios de producción suplementarios (semilla, créditos...). Esta modalidad limita las inversiones al estricto mínimo necesario. 39 Cuadro 1 : tiempo de trabajo y productividad del trabajo de labranza. Fuentes: Mishkin, 1946; Rostworowski, 1960; Gade y Rios, 1972; Thomas, 1972; Goineau, 1973; Peña Bellido, 1975; Lescano, 1979; Zambrana, 1981; Tapia, 1986; Rengifo, 1987; Salis, 1987; Kervyn et al., 1989 y observaciones personales de los autores de este capítulo. Adaptada a Pullpuri, 1985 Biblio Andes Tipo labranza Tiempo trabajo días x pers. / ha Rendto. MAXI t/ha EN CAMELLONES COMPLETA antes después de la siembra 80 - 200 30 - 90 25 v. locales 50 híbridas 30 - 60 20 variedad Productividad labranza 150 - 350 350 - 700 100 - 350 Pluviometria, humedad terreno Baja a mediana alta muy alta Pendiente poca mediana mucha bajos altos muy altos Cerca viviendas 3600-3900 4000-4300 grande mediano pequeño intensivo intermedio extensivo kg papas / día trabajo Riesgos naturales: clima y erosión Altura (ejemplos) N° años cultivos rotación manejo 3200-3500 En algunas comunidades o algunos valles, los campesinos utilizan todas esas modalidades; en otras, solamente una o dos. Para entender mejor la lógica de su uso, presentaremos el ejemplo de una comunidad que las practica todas. 2.2.4. Manejo del territorio comunal y labranzas en Pullpuri (Cuzco) (fig. 31). Pullpuri, situada en una de las "provincias altas" de la región del Cuzco, zona dedicada básicamente a la ganadería extensiva, es una comunidad de más de 300 familias. Cada campesino explota sus parcelas, con frecuencia varias decenas, repartidas en diferentes sectores, algunos de los cuales son sometidos a decisiones colectivas de cultivo. [[67]] Para efectuar las labranzas de implantación de los cultivos anuales, se emplean dos instrumentos: el arado de palo y la chaquitaclla. Esta última es la única empleada para el volteado de las tierras después de varios años de descanso. Entre los 3250 y los 4600 metros, Pullpuri comprende cuatro zonas de producción (23) que se diferencian por las producciones y los modos de gestión: a) Los pastizales de altura están en principio a disposición de todos los campesinos de la comunidad que tienen animales, cualquiera que sea su número. b) Los "laymes". La mayor parte del territorio cultivable de Pullpuri, como de muchas otras comunidades, está situada por encima de los 3600 m. de altura. La comunidad administra este piso siguiendo el sistema de barbecho sectorial descrito en el capítulo 2 de este libro. Las parcelas son de propiedad indiviudal, pero cada campesino tiene derecho de cultivar las suyas sólo al momento definido por la comunidad para el sector (layme) en que ellas se encuentran. La papa encabeza el ciclo de rotación después de haber labrado con la chaquitaclla. Siguen uno o dos años de cultivos (23) Daremos una definición precisa de esta noción en el capítulo 3. 40 implantados con arado de palo (cereales, habas) o con chaquitaclla (tubérculos), y lugeo diez años de descanso pastoreado. 1 Labranza en camellones (taclla) después de la siembra 2 Labranza en camellones (taclla) antes de la siembra Altura m.s.n.m 3 labranza completa (taclla) 4 « labranza » arado de palo B.S. papas amargas 1 B.S papas dulces 3900 3600 3250 2 3y4 Campos manejados individualment e 4 Maizal 4 Rí To o S m an as to 4200 Fig. 31: Ubicación de las zonas de producción agrícola y del uso de las herramientas y de las modalidades de labranza (comunidad de Pullpuri, Cuzco). La ubicación de los laymes cultivados corresponde a un año particular en la rotación de cultivos (cf. cap. 2). En esta parte alta, las lluvias son abundantes durante la estación de lluvias. Al escoger la labranza en camellones y al orientar éstos en el sentido de la pendiente, el agricultor favorece la evacuación directa del agua en exceso, para evitar la asfixia de la planta cultivada. El canal formado durante la labranza con la chaquitaclla resiste a la erosión, ya que su superficie no ha sido mullida, y su fondo irregular reduce la velocidad de escurrimiento del agua. La labranza en camellones después de la plantación permite prevenir mejor el riesgo de erosión que la que se realiza antes de la plantación. En efecto, su ejecución es llevada a cabo lo más tarde posible en la estación de lluvias y con ella el desmenuzamiento de la tierra y la concentración de aguas de escorrentía. c) Las parcelas llamadas localmente "rotativas", entre los 3500 y los 3800 metros de altura. La naturaleza y la duración de las rotaciones corresponden a decisiones individuales y son, pues, muy variables. En la práctica, la duración del período de cultivos es superior a tres años y el descanso pastoreado es breve (menos de cinco años), incluso inexistente gracias al aporte de fertilizantes orgánicos o minerales. La labranza de los terrenos en descanso se efectúa solamente con la chaquitaclla, mientras que el arado se emplea para los cultivos siguientes. Pero en estas zonas, los suelos arcillosos, las fuertes pendientes y la ausencia de irrigación limitan el empleo del arado. En la parte baja en donde las lluvias son menos abundantes, el agricultor puede intentar, según los años y según los momentos, evacuar el exceso de agua o favorecer su infiltración. Este objetivo se logra mediante la labranza completa. En la medida que toda la superficie de la parcela se encuentre volteada, es sólo al momento de la plantación cuando se determina la orientación de los camellones. Pues en ese momento el agricultor dispone de elementos más exactos en cuanto al "pronóstico" climático para la estación de lluvias. Puede entonces elegir con conocimiento de causa la organización de los camellones que condicionará la circulación del agua en la parcela. Asimismo, el número de años de cultivo permite valorizar la fuerte inversión que constituye la labranza completa. Este no es el caso de los laymes en que el descanso vuelve a lo sumo luego de tres años de cultivo. 41 d) El maizal: es una zona irrigada por debajo de los 3500 m. de altura, dispuesta en terrazas en donde se practica el monocultivo de maíz en parcelas individuales. Estas parcelas preferentemente son trabajadas con arado de palo. El ancho de las terrazas permite que una yunta de bueyes evolucione fácilmente. Después de la recogida de los rastrojos de maíz y del pastoreo de los animales, quedan pocos residuos de cultivo por enterrar; entonces el rasguño del suelo con el arado basta para la instalación del maíz en estos suelos aluviales que ofrecen poca resistencia. Finalmente, la labranza con arado de palo es más rápida y menos penosa: dos personas con una yunta trabajan el doble de la superficie que harían con dos chaquitacllas en el mismo tiempo. [[68]] Presentamos al inicio el uso complementario de las diferentes modalidades de labranza con la chaquitaclla como un medio para reducir la cantidad total de trabajo en la labranza, y sobre todo para distribuirla en diferentes épocas del año, en vez de tener que realizar un trabajo enorme en poco tiempo cuando llegan las primeras lluvias. Ahora bien, ya que estas modalidades están adaptadas a condiciones ecológicas y a objetivos agronómicos diferentes, su distribución en el espacio está fuertemente condicionada por el escalonamiento altitudinal y por la topografía. Y esta distribución en el espacio toma en cuenta otras herramientas, otras fuentes de energía. "Aunque resulte posible trabajar con la chaquitaclla en terrenos de los pisos bajos, se prefiere hacerlo con el arado de palo. Esta última incrementa la productividad del trabajo y en este sentido resulta más eficiente que cualquier otro instrumento manual. Similar situación sucede cuando se emplean tractores con sistemas de labranza adecuados. Por similar razón, en terrenos de pendiente pronunciada y de suelos con problemas de drenaje, la labranza ejecutada por la chaquitaclla resulta más eficiente y en ciertos casos la única posible. (...) Por estas razones la versatilidad [de cada herramienta] tiene que complementarse con la diversidad de herramientas." (Rengifo, 1987 : 51). 3. Chaquitaclla, arado de palo, tractor... ¿qué perspectivas existen para el futuro? 3.1. Arado y chaquitaclla: sustitución y complementariedad 24 Antes de la conquista española, la agricultura andina no disponía de animales de tiro. Los animales domésticos más grandes, las llamas, mucho menos pesadas y potentes que los bovinos caballos y camélidos del Antiguo Mundo, sólo eran utilizados para el transporte. Todos los trabajos agrícolas se realizaban manualmente, y se entiende bien las relaciones entre la productividad de la chaquitaclla, muy superior al de las otras herramientas manuales conocidas, y el desarrollo de esta agricultura que tanto deslumbró a los conquistadores cuando atravesaron por primera vez "toda esta tierra muy abundante de ganado y de maíz" (Francisco de Jérez, compañero de Pizarro, 1534). Pero, diga lo que se diga, esta agricultura precolombina alimentaba muy difícilmente a la gente, como lo testimonia la importancia del tema del hambre antes de la cosecha, cada año y no sólo como consecuencia de accidentes climáticos, según la descripción que Guamán Poma hace de esa época25. Ahora bien, no había entonces ni [[69]] explotación colonial, ni acaparamiento de tierras por las grandes propiedades; el medio natural era acondicionado y valorizado al máximo (cf. capítulo 4). La insuficiencia regular de la producción alimentaria puede atribuirse entonces, sin riesgo de 24 Este parágrafo y el siguiente son desarrollos de « Trabajo del suelo y mecanización agrícola » (Morlon et al., 1982, p. 42-45). 25 Cuando la población es a la vez sedentaria y densa, las agriculturas preindustriales son incapaces de alimentarla en caso de accidente climático o fitosanitario (F. Sigaut, com. pers.). De otro lado, la totalidad de la alimentación no provenía de la agricultura, que se completaba con la pesca, la caza y la recolección (cf. la insistencia de Guamán Poma sobre "coger yuyos verduras") 42 equivocarse, a la baja productividad del trabajo manual, y más exactamente al "cuello de botella" constituido por el período de labranza y siembra. Es de esa manera como entendemos el texto de Cobo ([1653] 1956: 250-251): "El arte de la agricultura consiste en labrar y sembrar la tierra y criar toda suerte de plantas con observancia de tiempos, de lugares y cosas. Désta alcanzaron estos indios peruanos más que de ninguna otra de las necesarias al hombre (...) Porque en lo esencial de la agricultura no han tomado ni mudado nada de lo que ellos usaban más de algunos de nuestros instrumentos, con que se les ha disminuido el trabajo que antes tenían: como el uso de arar con bueyes, y hacer ahora con herramientas de hierro mucho de lo que solían hacer con palos y piedras y otros instrumentos de cobre". Y es por cierto el problema de la falta de mano de obra durante las puntas de trabajo agrícola lo que explica su asombro frente a "la afición con que la ejercitaban (la agricultura), que es tan extraordinaria que no hay ninguno que no la prefiera a cualquiera otra ocupación, en tanto grado, que aun a los mismos oficiales de nuestros oficios, como plateros, pintores y los demás, no podemos persuadirles que no los interrumpan por acudir a sus sementeras, sino que en llegando el tiempo de hacerlas, dan de mano a cuanto hay por acudir a su chácaras, y es cosa que admira y con que yo he intentado desengañar a algunos, que por coger un poco de maíz con su propio trabajo, perdan diez veces más de lo que vale su cosecha en el tiempo que, por acudir a la labranza, interrumpen sus oficios y dejan de ganar con ellos". De allí el ahinco para construir canales de irrigación que permiten prolongar este período crucial de labranza y siembra. De allí igualmente la rápida adopción del arado, aun cuando aparentemente no se hizo de por sí, ya que treinta años después de la primera escena de labranza en el Cuzco reportada por Garcilaso, el virrey del Perú, Francisco de Toledo, publicó una ordenanza obligando a cada comunidad de indios a adquirir un arado y un par de bueyes para su uso colectivo, "para que con menor trabajo y ocupación de indios y tiempo las puedan arar y beneficiar (...)" (Levillier,1925) (26). La introducción del arado jalado por bueyes correspondía a una necesidad real. Resulta lógico que todos los campesinos que pueden disponer de él, lo utilicen en lugar de las herramientas manuales, allí en donde sea posible, y para todos los trabajos realizables correctamente con el arado. [[70]] ¿Qué trabajos el arado de palo puede realizar? "Que el extenuante sistema indígena de arado de terrenos de papa haya sobrevivido a la conquista española resulta fácil de comprender, ya que los colonizadores españoles no tenían nada mejor con qué remplazarlo. Las técnicas españolas de arado con bueyes son ahora de un uso general en los valles intermedios secos del Perú, en donde el maíz y el trigo son los principales cultivos; pero estas técnicas difícilmente se adaptan a los pastizales del piso de la (26) Esta transferencia de tecnología no fue en sentido único. En el mismo capítulo, Cobo señala que "en suma, ellos eran tan excelentes labradores de sus legumbres y plantas y con la larga experiencia habían alcanzado tanta inteligencia de la agricultura, que nosotros habemos aprendido dellos todo el modo de sembrar y beneficiar sus semillas, y mucho para el buen beneficio de las nuestras; como es la manera de guanear o estercolar los sembrados en algunas partes, que es muy particular y diferente de como se hace en España, y otros semejantes usos". Y en lo que concierne específicamente a las herramientas agrícolas: "para escardar los sembrados y hacer los hoyos en que enterraban el maíz al sembrarlo, usaban de "lampas", que los mexicanos llaman coas, y es un instrumento como azada, salvo que el hierro era de cobre, y no corvo, sino llano como pala corta de horno; y el día de hoy usan muchos los españoles destas "lampas" hechas de hierro, en sus labranzas, particularmente para desherbar las huertas y viñas, que en esta tierra llaman cuspar". (El término lampa ha pasado al español). La chaquitaclla misma podría ser el origen de las "layas" del norte de España, instrumento de labranza colectiva cuyo manejo es comparable al de la chaquitaclla, y del que no se conoce mención alguna antes del siglo XVI (Baudin, 1927; cf. Tauzia, 1977). 43 papa a alturas más elevadas. Los arados primitivos de las comarcas mediterráneas secas sirven solamente para romper y voltear la capa superficial del suelo, y no para cortar y levantar una dura alfombra vegetal. Hasta parece que falta un nombre en español para designar a esta alfombra vegetal: la palabra quechua es "champa", pero en los diccionarios quechua-español debe ser explicitado como "césped de tierra con raíces" o "terrón de césped"" (Cook, 1920). Contrariamente a la chaquitaclla, el arado de palo no voltea el suelo y por tanto no puede enterrar el césped. Introducido al momento de la conquista española para el cultivo de trigo y cebada, no ha sufrido desde entonces adaptación técnica alguna para este tipo de labranza: disloca un triángulo de suelo a unos quince centímetros de profundidad, como máximo. Además lo vacunos locales que lo jalan no son lo suficientemente potentes como para abrir un denso manto de raíces. Es por eso que cuando se vuelve a cultivar un terreno en descanso, el arado por lo general sólo se emplea después de la destrucción del césped en el primer año de cultivo ( 27). Para los años siguientes, y también pues en las parcelas cultivadas todos los años (siembra de maíz, trigo, cebada...), suelta y prepara la capa superficial para la siembra. El arado se utiliza directamente después del descanso sólo cuando éste no ha permitido la reconstitución de una vegetación con un denso manto de raíces: - sea porque el clima es demasiado seco, como es el caso del sur del Altiplano boliviano (Hatch et al., 1983) o en algunos valles de la vertiente occidental de los Andes - de cualquier modo allí el suelo es a menudo más arenoso y por tanto más fácil de romper; - sea porque está sobrepastoreado como ocurre en la provincia de Andahuaylas, en el Perú, a causa de la muy fuerte presión sobre la tierra, acaparada por las haciendas; - o por estas dos razones a la vez, en laderas muy erosionadas, como sucede en la región de Potosí, en Bolivia, en la que durante siglos las familias de los mineros sobreexplotaron la tierra sin ninguna perspectiva para el futuro. Fig. 32: Barbecho manual con zapapico (Abril; Andahuaylas). PM. En estas regiones, cuando el suelo es demasiado duro para que el arado lo penetre, los campesinos lo labran con pico (Andahuaylas), o con la barramina; ¡el trabajo es aún más lento y agotador que con la chaquitaclla, y muy diferente su resultado agronómico (fig. 32)! (27) En Europa, la misma repartición del trabajo entre el arado de palo mediterráneo "que no hace más que dividir la tierra y no la voltea", "que no tiene más poder que el de resquebrajar el terrón sólo volteándolo muy poco", y el arado de vertedera, ha sido explicada por los grandes agrónomos de siglos pasados: Olivier de Serres (1600), Duhamel du Monceau (1762), Tull (1762), Paléologue (1829), etc. 44 Podemos esquematizar así la complementariedad de estas dos herramientas: - en el espacio (fig. 33), la chaquitaclla corresponde a las zonas de gran altura en donde predomina la papa. A causa del clima frío y más humedo, los suelos son muy ricos en materia orgánica que el volteado del terreno reparte sobre una gran profundidad. El arado de palo está relacionado a alturas má bajas en donde predominan el maíz y los cereales. El clima allí es más cálido y seco, y la débil capa de materia orgánica que protege la superficie del suelo contra la erosión no debe ser enterrada; se procura más bien retener el agua en vez de evacuar su exceso (Rengifo,1987). - en el tiempo, la labranza con la taclla se realiza una sola vez en la rotación, para romper el césped del descanso, sobre un suelo compactado po el pisoteo de los animales, destruirlo volteándolo (su descomposición fertilizará el suelo) y fabricar camellones en donde las papas puedan crecer sin temer el exceso de agua. [[71] Son, pues, los mismos campesinos los que eligen bien el arado, bien la taclla, para efectuar operaciones de cultivo completamente diferentes, según el tipo de agricultura que ellos practiquen en cada piso ecológico, y según el momento en que la parcela se halle en la rotación de cultivos (Franco et al., 1979: 41). - Disponer de una yunta en el momento deseado: Los campesinos más pobres no pueden adquirir un par de bovinos; o a lo más juntan dos animales de sexo o de edad, o sea de fuerza, diferentes, lo que reduce la rapidez y calidad del trabajo. Los bovinos de tiro deben ser alimentados y vigilados durante todo el año, mientras que ellos sólo trabajan durante un período muy reducido: para los campesinos que únicamente disponen de escasas superficies, ello puede compensar o incluso superar el ahorro de tiempo de labranza. [[72]] De todas maneras, la tracción animal es menos necesaria cuando la superficie para trabajar es pequeña. Pero el empleo de una u otra herramienta no está vinculado geográficamente a las superficies cultivables en manos de las familias campesinas. A la orilla noreste del Lago Titicaca como en la región de Uncía de Bolivia, ¡hay hombres y mujeres que no vacilan en jalar a pequeños arados, al menos para sembrar (fig. 34)! Fig. 34: En algunas regiones del Altiplano, hombres o mujeres jalan el arado, aquí para sembrar cebada (Noviembre; Pampuyo, Nor-Potosí, Bolivia, 3700 m.s.n.m.). PM. - Acceder a las parcelas y maniobrar en ellas: "La mayoría de nosotros trabajamos solamente con la yunta en todos los terrenos. Trabajamos con el "huiri" (nombre local de la taclla) en las parcelas pequeñas donde el suelo es duro, arcilloso, donde hay cascajo o rocas." (Gregorio, campesino del Altiplano). 45 Es la razón que más se suele dar para explicar el no empleo del arado y, por tanto, la persistencia de la taclla: bien que el camino para acceder a la parcela sea demasiado largo o escarpado, bien que la yunta no pueda maniobrar en pendientes muy pronunciadas, en terrenos irregulares o rocosos, o en parcelas demasiado pequeñas (Castro Pozo,1924; Vargas,1936; Gade y Ríos,1972; Galíndez,1979; Greslou,1980; Julian, 1983; Cáceda y Rossel, 1985; Bourliaud et al., 1986 y 1988; Tapia, 1986) "La yunta se utiliza para parcelas mayores de 800 m2 en suelos cuyas pendientes permitan su manejo. La primera arada se llama kuskiy y la segunda pasada en forma cruzada o diagonal segundeo. [[73]] Los bordes del terreno donde el arado no llega a roturar el suelo se completan con picos o chaquitaclla" (Tapia,1986). Fig. 35: Los campos demasiado pequeños para utilizar una yunta están, lo más de las veces, sobre andenes (Huancaya, alto Cañete, 3900 m.s.n.m.). PM. Con frecuencia, las parcelas que resultan demasiado pequeñas como para manejar la yunta son andenes (fig. 35), pues, contrariamente a lo que ocurrió alrededor del mar Mediterráneo o en el Sudeste Asiático, es para el cultivo manual que se concibieron y realizaron las andenerías durante 2000 años en los Andes; la incompatibilidad entre estas infraestructuras y la tracción animal ocasionó en determinados casos, según se prefiriera lo uno o lo otro: - o la destrucción de los andenes, que cancela así siglos de creación de suelo y de lucha contra la erosión, para obtener parcelas suficientemente grandes en donde se pueda utilizar la yunta (Ellenberg, 1979 : 411; cf. Fonseca,1977: 92); - o bien el trabajo exclusivamente manual en estos andenes, y esto mismo en las regiones más abiertas a las influencias modernas. Esta conclusión sobre la transferencia de tecnología realizada hace cuatro siglos nos permitirá enfocar de la misma manera la mecanización, etapa posterior en el mejoramiento de la productividad del trabajo. En las condiciones de los Andes, la introducción de una nueva técnica no hace caducas a las que la han precedido; el progreso técnico no consiste en remplazar totalmente una herramienta por otra, pero sí en sumarlas para ampliar el abánico de herramientas disponibles, en la que el mismo [[74]] campesino elegirá la mejor que le convenga según sea el caso. No existe una jerarquía, una relación de "superioridad" a "inferioridad" entre chaquitaclla, arado y tractor, sino que cada uno de éstos se adapta más o menos a condiciones y objetivos diferentes (28). (28) En San Juan de Uchucuanicu, en el alto valle del Chancay al norte de Lima, hacia 1930 los campesinos utilizaban el arado para el cultivo del trigo en secano en las cumbres de los cerros. Más tarde abandonaron los 46 "En ese sentido es probable, por ejemplo, que un arado con vertedera que rotura y voltea el suelo pueda incrementar la diversidad del stock existente, pues existen terrenos donde se practica el sistema de roturación-inversión, y que no presentan obstáculos topográficos para su funcionamiento. No hay pues razones técnicas para que ello no ocurra." (Rengifo, 1987 : 53). [[75]] 3.2. ¿y el tractor...? Se ha dicho todo sobre "el tractor" en el Perú. Todo y su contrario, partiendo de posiciones dogmáticas a priori "pro" o "contra", o de lugares comunes, pero apoyándose en muy pocas observaciones de campo... y de preguntas correctamente planteadas. Retomemos las tres preguntas planteadas sobre el arado: -¿Para qué tipo de trabajo? "En las parcelas estudiadas, el trabajo profundo del suelo, con tractor o con chaquitaclla estuvo asociado con rendimientos relativamente altos de papa, en relación con el trabajo superficial, con yuntas, en parcelas descansadas. La siembra sin labranza (ticpa) estuvo asociada con rendimientos intermedios. La labranza profunda y la labranza mínima están entonces adaptadas a sus condiciones de medio ambiente. En cambio, la labranza con arado tradicional parecería ser inadecuada en las condiciones en que se le utiliza en parcelas descansadas". (Horton et al., 1980). La labranza completa con la chaquitaclla es "casi similar a la que se realiza con máquinas" (Peña, 1975). Se concluirá fácilmente de estas observaciones lo que ya se sabía: a diferencia del arado de palo, pero lo mismo que la chaquitaclla, "el tractor" es capaz de voltear completamente el suelo y es lo suficientemente potente como para abrir el césped del descanso pastoreado. Puede, pues, remplazar a la chaquitaclla para la labranza. Pero lo que es sorprendente en estas citas, características del modo de enfocar el problema en la región, es que en ellas sólo se considera al tractor y no a la herramienta. En efecto, existe confusión entre mecanización agrícola y motorización (o más bien tractorización): - se pretende mecanizar cuando la mayoría de los tractores lo único que tienen es un arado de discos grande, uno pequeño para rastrojar y una rastra rígida clásica; los arados con vertedera y las herramientas con dientes flexibles o vibrantes son desconocidos, para no hablar del arado-laya cuyo trabajo se aproxima al de la chaquitaclla, que empuja al tractor y que puede vérselas con suelos secos y duros. Planteamos aquí el problema de la coherencia del conjunto de herramientas para el manejo de todo el ciclo de cultivo hasta la cosecha. - la experiencia del tractorista deja a menudo mucho que desear; los programas de mecanización agrícola tienen como criterios de reclutamiento los conocimientos en mécánica diesel para el mantenimiento del tractor, y muy rara vez los conocimientos agrícolas del candidato. Hemos visto, pues, tractoristas que creían arar entre 30 y 35 cm de profundidad, cuando en realidad lo hacían entre 7 y 15 cm. Tal vez lo que define una tecnología "tradicional" es precisamente esta experiencia del utilizador, y entonces lo que se le puede desear al tractor es que se convierta en una herramienta "tradicional". Además, mientras que la chaquitaclla o el arado siempre son empleados por los productores mismos, individualmente o en ayni (ayuda mutua), en sus propias tierras que ellos conocen y allí donde intentan realizar el mejor trabajo posible, el tractor en cambio, es con frecuencia alquilado y conducido a las tierras de otras personas que el tractorista no conoce y en donde su objetivo no es la arados que algunos guardan en sus depósitos, utilizando sólo la taclla y la barramina. Dos explicaciones son posibles: la falta de forraje para los bovinos de tiro luego de las sucesivas sequías, y el abandono del cultivo del trigo en secano a causa de la competencia del trigo importado. Se encuentra en los Andes otros ejemplos de "regresiones" similares (O. Dollfus y F. Greslou, com. pers.). 47 calidad del trabajo, sino el máximo de superficie trabajada por día, ya que el pago es por superficie y no por tiempo. Todo esto, se entiende, da numerosos argumentos a los adversarios de la mecanización. En efecto, se podría pensar en resultados catastróficos. Pues bien, hasta el momento, y según las observaciones que hemos realizado en el Altiplano, lo son [[76]] probablemente sólo por la erosión eólica (29). La calidad visual de la labranza es de hecho bastante mediocre (fig. 36): labranza "sucia", mal enterramiento de las hierbas, pero no hay ninguna razón para exigir por doquier un volteado completo y profundo y una labranza "limpia" en donde no subsista en la superficie ninguna "mala hierba" (éstas, de otro lado, protegen contra la erosión y sirven sobre todo de forraje para el ganado cf. anexo al capítulo 5). Fig. 36: Resultado de un barbecho con arado de discos jalado por un tractor (Mayo; Antauta, Puno, 4070 m.s.n.m.). PM. Y sobre todo, estas críticas se dirigen a la "tractorización" tal como ha sido aplicada en general hasta el presente, que no toma en cuenta el saber acumulado por los campesinos para el aprovechamiento de los medios que ellos explotan. Se podría imaginar otro tipo de mecanización; ya que las herramientas existentes, muchas de las cuales según nuestro conocimiento jamás han sido probadas en los Andes Centrales, permiten realizar con un tractor todos los tipos de preparación del suelo que se desee, todos los que los campesinos ejecutan con las herramientas manuales o el arado: desde un raspado superficial del suelo hasta un volteado profundo y completo y la fabricación de camellones. [[77]] Los problemas más serios planteados por la mecanización son otros: - ¿quién puede rentabilizar el uso de un tractor? El razonamiento hecho con respecto al arado parece aplicarse con mayor razón al tractor: muchos campesinos pobres no cuentan con los medios para adquirir uno, y las extensiones que poseen son demasiado pequeñas como para que realmente tengan necesidad de él. Quedan por otro lado importantes posibilidades de aumento de los rendimientos al interior de estas pequeñas explotaciones... Y no faltan algunos que señalen que si la economía nacional no está en condiciones de dar empleo a toda la mano de obra, no hay necesidad urgente de invertir en el equipo mecánico del campo, lo que aumentaría la desocupación (Peña, 1975; Rea, 1978). (29) En el Altiplano, ¡a un tractor en plena faena se le localiza a varios kilómetros de distancia gracias a la nube de polvo, es decir de tierra transportada por el viento, que levanta! Sería muy útil una irrigación preliminar allí donde sea posible. "El tractor" permite labrar más rápidamente cuando la humedad del suelo es adecuada, pero no ensancha el abánico de humedades del suelo - y por tanto el período del año - en que se puede trabajar: con relación a la chaquitaclla, sus condiciones de empleo son aun inclusive más restrictivas. 48 Pero nuestros estudios en el Altiplano (capítulo 6) han mostrado que bastaba una superficie cultivada de 2 a 2,5 ha. para que una familia campesina no pueda efectuar en el tiempo deseado el total de los trabajos sin recurrir a un tractor alquilado (con su chofer o "tractorista") al Ministerio de Agricultura, a un proyecto de desarrollo, o a un gran propietario que tenga uno. Es preciso todavía que el tractor esté disponible en el momento oportuno: los pequeños productores que no lo poseen siempre resultarán desfavorecidos. Pero lo esencial está en otra parte: la rentabilización del tractor (alquilado o comprado) sólo puede obtenerse por la venta de la cosecha de las parcelas que permite cultivar: el paso de la chaquitaclla al tractor supone el paso de una agricultura de autoconsumo a una agricultura comercial. Los riesgos climáticos y el bajo precio pagado a los productores son así una de las razones del pobre éxito de la mecanización. Y la topografía de los Andes Centrales hace que lo terrenos "mecanizables" se hallen en su mayoría en el límite superior actual de los cultivos, y aun a mayores alturas, allí donde los riesgos climáticos son demasiado elevados como para invertir tanto en fertilizantes químicos, como en el empleo de un tractor (Peña, 1975; Morlon, 1985). - ¿en qué parcelas y en qué terrenos? A condición de estar bien implementado y ser bien utilizado, "el tractor" puede efectuar todos los tipos de trabajo tradicionalmente hechos con la chaquitaclla y el arado. Pero evidentemente está áun más impedido que este último para acceder a numerosas parcelas y poder allí maniobrar. Esto es tanto más cierto en la medida que hasta el presente se han importado tractores clásicos; los ensayos de pequeña mecanización adaptable a las condiciones de los Andes (motocultores o "mulas mecánicas", minitractores o tractores de montaña, de los que en el mundo existe una gran variedad) son bastante escasos si bien no dejan de ser prometedores (fig. 37): en cierto modo, la persistencia de la chaquitaclla pone en evidencia las carencias en la investigación y de la difusión de tecnologías modernas en los Andes. Fig. 37: Ensayo de un motocultor (mini-tractor) (Noviembre; Berenguela, Nor-Potosí, Bolivia, 3750 m.s.n.m.). PM. Es notable que los que han calificado a la taclla como herramienta arcaica, primitiva, obsoleta... son exactamente los mismos que no han observado para qué sirve ni en qué tipo de terrenos. Los que en cambio sí lo hicieron, se preguntaron automáticamente si las otras herramientas disponibles podían remplazarla. La respuesta actualmente es negativa, lo que conduce a no considerar a la chaquitaclla como obsoleta, a menos que se diga que no es la herramienta sino las condiciones que exigen su empleo las que son "obsoletas" (ya que las herramientas "modernas" no pueden ser utilizadas), considerando como no cultivables las tierras que actualmente no son [[78]] mecanizables: eso es lo que hacen alegremente los reglamentos oficiales de clasificación de suelos en el Perú a partir de las normas norteamericanas vinculadas exclusivamente (pero sin decirlo) con la agricultura de las grandes llanuras de regiones templadas. 49 Estamos convencidos de que hasta la fecha, y salvo raras excepciones, el problema ha sido mal planteado. Se han juzgado a priori caducas las herramientas tradicionales y, para remplazarlas, se ha importado una parte del material empleado en la agricultura considerada como la más "desarrollada" (30). Pero lo que se importa entonces no son sólo herramientas sino un "tipo de agricultura" (Tapia,1986), y este tipo de agricultura sólo se adapta a un conjunto de condiciones topográficas y económicas rara vez encontradas en los Andes. Volveremos sobre este punto capital en los capítulos 4 a 7; nos es preciso sin embargo reconocer que necesariamente se plantea la pregunta acerca del futuro agrícola de estas regiones frente a la competencia de aquellas que se benefician con enormes ventajas diferenciales. Caballero (1979) concluye que: "Es probable que finalmente deba promoverse el abandono progresivo de las áreas agrícolas peores de la sierra andina (para ser dedicadas a la reforestación o el pastoreo), y la incorporación de sus ocupantes a otro empleos, a medida que éstos vayan siendo creados. Pero esto sólo podría producirse [[79]] en escala al cabo de un período considerable de tiempo. Entretanto hay que garantizar a los campesinos ocupantes de esas áreas peores un nivel razonable de ingresos". ¿Tendríamos que aceptar esta propuesta? En la concepción andina (capítulo 3), no es en términos de oposición, sino de complementariedad, que se debe enfocar la existencia de zonas ecológicas muy diferenciadas. Conclusión El trabajo con la chaquitaclla exige hasta un mes de trabajo por hectárea para una pareja. Esta técnica, pues, no le permite a una familia campesina cultivar anualmente más de una o dos hectáreas, según las condiciones locales. El nivel de vida que permite es entonces limitado, a menos que los rendimientos o los precios de los productos cosechados estén muy altos.... Para la misma pareja, el paso al arado jalado por bueyes - cuando sea utilizable - permite arar un hectárea en tres a cinco días; la superficie máxima cultivable por familia es entonces de tres a seis hectáreas. Pero el arado de palo no realiza el mismo trabajo que la chaquitaclla. El tractor permite que estas cifras pasen a ser algunas horas por hectárea, y de 10 a 30 hectáreas por familia - ¡a condición de poseer el tractor y las hectáreas! Para roturar el césped, sólo el empleo del tractor ofrece una alternativa a la chaquitaclla mejorando enormemente la rapidez del trabajo. Los campesinos adoptarían de muy buen grado la mecanización allí donde ésta se adapte: "La experiencia campesina pone de relieve también un proceso histórico de cambios e innovaciones. Lo que hace presumir que existe siempre la posibilidad de introducir cambios, siempre y cuando, claro está, éstos se adecúen a su contexto" (Rengifo, 1987: 52). Comenzamos este capítulo preguntándonos por qué la chaquitaclla se había impuesto como símbolo de la agricultura andina. El estudio de las funciones de esta herramienta, así como de la repartición de las tareas con otros instrumentos, nos remite al del uso del territorio y de la organización social correspondiente. Empezaremos por las rotaciones colectivas después de un largo descanso a gran altura, ya que la chaquitaclla está destinada ante todo a la labranza de esos terrenos: su extensión geográfica es históricamente la misma, y su porvenir estrechamente relacionado. (30) El camino que sugerimos es otro: primeramente identificar los problemas agronómicos a los que responde la chaquitaclla (¿para qué sirve?), y las condiciones y objetivos económicos de las diferentes categorías de productores. Luego buscar, en la enorme diversidad de las herramientas y máquinas existentes en el mundo, las que puedan adaptarse a cada caso en particular. 50 Anexo al capítulo 1 : las chaquitacllas. Es por abuso de lenguaje que hablamos de "la" chaquitaclla: deberíamos decir más bien las chaquitacllas. Toda una variedad de nombres dan fe a la vez de la antigüedad de la herramienta y de la diversidad de sus formas (fig. 38) (Gade y Ríos,1972; Rivero,1983; Donkin,1979): - en quechua "Rhuki", "Shuki", "Sapankiri", "Hualhuaco", "Callpachuma", "Yapuna", y numerosos compuestos con "taclla", - en aymara y quechua del Altiplano: "wiri", "uyso" y sus variantes. En el curso de su larga historia, la chaquitaclla, como todas las demás herramientas "tradicionales", ha sido permanentemente modificada para adaptarla a los diferentes trabajos a efectuarse en diferentes medios (tipos de suelo), así como a los materiales disponibles para su fabricación. [[81]] Probable evolución del palo cavador (las palabras "wiri" y "taqlla" designan más específicamente el mango de la herramienta), la chaquitaclla ofrece con relación a aquél tres ventajas combinadas (Gade y Ríos,1972): a) La eficacia de la cuchilla, antiguamente de madera endurecida al fuego o de piedra, ha sido mejorada gracias a la metalurgia andina: cobre puro o en aleación: "Las herramientas de que ellos se sirven son todas de cobre" (Garcí Diez, [1567] 1964: 163). Desde fines del siglo XIX, piezas de hierro importadas de Inglaterra se emplean como cuchillas (Piel,1975). A partir del desarrollo de la red vial, en el siglo XX, los campesinos rescatan los muelles rotos de suspensión de los camiones: una materia prima abundante, barata y de excelente calidad. En el valle de Cañete, hojas de muelle muy largas cuya elasticidad facilita la acción de palanca, refuerzan el mango en toda su extensión o incluso lo remplazan completamente. La cuchilla o "qorana" varía según la calidad del suelo: Calidad del suelo Forma de "qorana" blando arenoso arcilloso o duro cascajoso o rocoso orgánico, incluso turboso de corte ancho de corte mediano o rectangular de corte casi angosto (el prisma de suelo removido es angosto) de corte angosto, puntiaguda de corte ancho La cuchilla se termina en punta para la siembra y, al contrario, se ensancha en la base para la labranza y el aporque (Galíndez, 1979; Rivero, 1983; Cáceda y Rossel, 1985...). La cuchilla puede ser insertada en la madera; también puede ser montada en el mango, o aprisionada entre el mango y la base del estribo: en estos dos últimos casos, amarrada con cintas de cuero, puede ser reversible y tener dos extremidades de forma diferente. En Laraos, en el valle alto del Cañete, al sur de Lima, un campesino ha fabricado recientemente una chaquitaclla con doble cuchilla (fig. 39), soldando dos muelles de suspensión de camioneta. Esta innovación aumenta la velocidad del trabajo en los suelos sueltos; permite también evacuar la tierra a un costado y arrancar fácilmente los grandes manojos de hierba atrapados entre las dos cuchillas (Brunschwig, com. pers.). 51 Fig. 39: Campesino de Laraos mostrando la chaquitaccla de doble hoja que inventó para trabajar los suelos blandos del maizal. Foto Gilles Brunschwig. b) El estribo o "takillpu"31 permite que la fuerza ejercida por la herramienta sea aproximadamente el tercio del peso del hombre que la manipula, proporción muy superior a la realizada tanto por las herramientas enteramente manuales como el pico, que exigen [[82]] el doble de tiempo para efectuar el mismo trabajo (Maezono y Oshige, 1980), como por la tracción animal en que la fuerza de tracción no alcanza más que el décimo del peso del animal. Fig. 40: Escalera entre dos andenes, característica de la época inca (Pisaq, Cusco). PM. (31) En el valle del Colca, cerca de Arequipa, takilpo designa las largas piedras salientes ue forman escaleras ntre dos terrazas de cultivo (Zvietcovich et al., 1984, p. 36, (cf. fig. 40). 52 c) La empuñadura y la forma del mango permiten igualmente hacer palanca con la mayor fuerza posible: en los terrenos de pendiente suave, el mango recto sería utilizado con gran facilidad, mientras que el mango corto y curvado en forma de cayado a 90° (sin empuñadura) permitiría al operador hacer fuerza con casi todo el cuerpo. En las fuertes pendientes, sería preferible un mango muy largo y ligeramente curvo; y el equilibrio necesario para trabajar en tales pendientes está dado por la curvatura del cuerpo exigida por la posición muy baja de la empuñadura en el mango, muy cerca del estribo (Gade y Ríos,1972; Galíndez,1979) - pero estas explicaciones son parcialmente contradictorias entre ellas. El mango, como el de las otras herramientas manuales, es lo más frecuentemente fabricado con la madera de los árboles locales que el campesino planta siempre al lado de su casa: "La madera de este árbol [el quishuar o qolle, Buddleia coriacea] es muy recia, y de las varas hacen los indios sus tacllas, que son los arados de mano con que ellos labran la tierra, y para este efecto los plantan en sus casas". (Cobo, [1653] 1956 : 255)32. Cuando no hay madera en el lugar, se la importa de los valles o de la vertiente amazónica, utilizándose diferentes especies según las regiones. Esta enumeración de la variedad de formas adaptadas a cada operación y a cada terreno permitiría suponer que cada campesino posee varias tacllas de formas diferentes, o que por lo menos se encuentra una variedad semejante a escala de la comunidad o del valle, ya que los campesinos procuran siempre explotar la mayor diversidad de terrenos posible (capítulo 3). Pues bien, en general no ocurre nada de eso; a lo más la variedad se limita a las dos extremidades diferentes de la cuchilla, ancha para los suelos profundos y puntiaguda para las laderas rocosas; algunos campesinos poseen una chaquitaclla liviana con cuchilla angosta para la siembra, y otra pesada y robusta para la labranza. Es sólo por término medio que se realiza la adaptación a los terrenos en cada región, cuyo tipo de taclla es tan característico como el vestido: de la misma manera que el vestido, ¿sería, pues, esta forma esencialmente de orden "cultural"? Nosotros no nos podemos satisfacer con semejante explicación sin haber agotado todas las de orden técnico. Más allá de esta adaptación "media", ¿las formas regionales se deberían acaso a las características de la madera disponible para el mango? ¿Tienen los campesinos los medios económicos de poseer varias herramientas especializadas? ( 33). No tenemos actualmente respuesta alguna a estas interrogantes. [[83]] 32 ) Otro árbol de altura (Polylepis sp.) ha dado su nombre a la lampa, probablemente una de las herramientas más antiguas. (33) En las comunidades muy pobladas de las orillas del lago Titicaca, el número total de chaquitacllas es muy inferior al de familias (Lescano et al.,1982, p. 59). Pero el caso de las 5 familias presentadas en el capítulo 6.1. sugiere que, cuando tienen suficientes medios económicos, los campesinos poseen 2 tacllas por cada varón adulto, lo que sólo se explica si son adaptadas a labores o a terrenos diferentes. 53 SEGUNDA PARTE ORGANIZACIÓN SOCIAL Y UTILIZACIÓN DEL TERRITORIO [[85]] Capítulo 2 Sistemas de barbecho sectorial 34 [[86]] Benjamín ORLOVE, Ricardo GODOY, Pierre MORLON [[87]] Introducción La chaquitaclla, como vimos en el capítulo precedente, es una herramienta concebida para roturar el pastizal luego de varios años de descanso pastoreado, en el barbecho sectorial de altura. La pregunta de "¿por qué los campesinos se sirven todavía de esta herramienta?" remite, lógicamente, a estas otras: ¿Por qué el barbecho sectorial? ¿Para qué sirve el largo descanso pastoreado? ¿Por qué no separar en el espacio los terrenos que se cultivan todos los años, donde la labranza sea fácil, de aquéllos reservados para pastos permanentes? ¿Por qué aceptan los campesinos las restricciones del manejo colectivo? Y, en fin, ¿por qué todo ello solamente a determinadas alturas? Y, antes que nada... ¿qué son realmente los sistemas de barbecho sectorial? Se imponen aquí algunas precisiones de vocabulario: De acuerdo a las regiones, los campesinos dan a esta forma de manejo nombres muy diversos, cada uno de los cuales evoca un cierto aspecto: suyu (barrio, o sector = división del territorio); aynoqa (de ayni *); laymi (o raymi, que recuerda el calendario); moyas (moyas de aisha), muyuy o turno; manay (lo que se pide) o manda; suertes...(Mayer, 1978, 1983). La denominación española barbecho sectorial significa "labranza por sectores". La palabra barbecho ha conservado, en efecto, en el Perú, el sentido de labranza o aradura que tenía en los siglos XVI y XVII35 ; en España derivó desde entonces hacia el de "terreno en descanso, baldío", de la misma manera que el inglés fallow y el francés jachère, que designaba antaño los trabajos de labranza sucesivos realizados en un terreno para destruir las malas hierbas (Sigaut, 1977). De lo cual resultan frecuentes contrasentidos y falsos problemas cuando uno se topa con sistemas similares cultivados todos los años, sin descanso de las tierras...Para evitar toda confusión, nos servimos únicamente de los términos descanso y descanso con pastoreo. 34 El artículo de B. S. Orlove y R. Godoy, "Sectoral Fallowing Systems in the Central Andes" (Journal of Ethnobiology 6 (1), 1986), ha sido remodelado, adaptado y completado por P. Morlon. 35 "Barbecho: la tierra de labor que se ara y barbecha para la sementera del año siguiente. Barbechar, arar las haças y quitarles la mala yerva de rayz; y porque las rayzes se llaman barbas, se dixo barbechar al arrancarlas de cuajo. Antonio Nebrija vervactum." (Cobarruvias, 1611, fol. 122r). 54 [[88]] 1. Descripción y funcionamiento: algunos ejemplos Los primeros informes etnográficos sobre la vida rural andina contienen información sobre el funcionamiento de los ciclos de cultivo y descanso en el territorio comunal (Bandelier, 1910: 83, 85; Cook, 1920, ya citado), pero no hay descripciones detalladas sino desde hace poco. A. La comunidad de Pacaraos Las 163 familias de la comunidad de Pacaraos, a 3,200 metros de altura (Nº 3 en la fig. 41), tienen acceso a algunas parcelas con riego, cultivadas todos los años, y a pastizales naturales. Poseen también 929 héctareas de tierras que cultivan durante algunos años y luego dejan en descanso, tierras que se dividen en diez sectores, de tal modo que la mayor parte de las familias posee parcelas en todos. En determinado año las familias siembran papas en las parcelas que poseen en un sector dado. Al año siguiente, las que lo desean plantan tubérculos secundarios (oca *, olluco * y mashua *) en las mismas parcelas, en tanto que otras no lo hacen. Todos dejan en descanso estas parcelas durante los ocho años siguientes. A pesar de que todos reconocen los linderos y la propiedad de las parcelas, [[89]] cada uno goza de derechos exclusivos para utilizarlas sólo en los años de cultivo: durante los de descanso, son utilizadas como pastizales por todos los miembros de la comunidad, indistintamente. Todos los sectores pasan, uno después de otro, a lo largo de la misma sucesión, de manera que un sector, uno solo, inicia la secuencia cada año (fig. 42). Cuando se debe volver a cultivar un sector determinado, luego de ocho años de descanso, las autoridades de la comunidad deciden la fecha de comienzo de las actividades agrícolas, confirman también la propiedad de cada familia, y pueden redistribuir las parcelas abandonadas o dejadas libres por las personas que han muerto sin dejar herederos (Degregori y Golte, 1973). años Avance de la rotación en el espacio Papas Tubérculos secondarios cebada Descanso Fig. 42: El ciclo de rotación de cultivos en Pacaraos (Degregori y Golte, 1973). B. La comunidad de Laraos Descrita a diez años de intervalo (1974-75 y 1984-85) por los antropólogos E. Mayer y C. Fonseca, y por el agrónomo G. Brunschwig, la comunidad de Laraos (Nº 5) ocupa un territorio de 65,700 hectáreas, de las cuales un 96 % se encuentra a gran altura o en laderas escarpadas, y el 4 % en un valle donde se concentran las tierras agrícolas y el pueblo, situado a 3,500 metros de altura. Para explotar tres pisos ecológicos bien diferenciados, llamados localmente "puna" (en altura), "quebrada" (valle) y "bajillo" (al fondo de la quebrada, hacia la confluencia con el río Cañete), los habitantes de Laraos construyeron, desde antes de los Incas, cuatro "zonas de producción" (fig. 43). Tres de ellas tienen riego: el "bajillo", donde las temperaturas permiten algunos cultivos frutales, además de alfalfa: el "maizal", acondicionado en andenes muy perfeccionadas (fig. 44), donde el monocultivo de maíz no se ve interrumpido sino por unas cuantas habas y ocas, y, arriba del pueblo, los cercados de la zona "mahuay" (cultivos tempranos de riego): alfalfa, papas primerizas, habas... Los cultivos de secano, llamados "aisha", cubren los andenes rústicos de las pendientes abruptas arriba de las zonas precedentes, por ambos costados del valle. Son trabajados de acuerdo a un [[91]] 55 barbecho sectorial, por el cual la comunidad norma la rotación de cultivos y el descanso de las tierras, dividiendo la zona en varios grandes sectores llamados moya, situados a una misma altura (fig. 45). 4000 3500 4000 0 350 Límites de sectores Campos de un campesino pueblo Fig. 43: El sistema de barbecho sectorial de Laraos (Mayer y Fonseca, 1979). Fig. 44: El maizal de Laraos; cada andén tiene riego (Agosto, 3200-3500 m.s.n.m.). PM. puna ~ 4000 m a b c d e f g h ~ 3600 m Cebada TS Papa Avance de la rotación Fig. 45: Esquema de un sistema de barbecho sectorial (corresponde, en el texto, al tercer año) (Mayer). 56 En determinado año, por ejemplo, le toca ser cultivado al sector c. Cada familia tiene allí una o varias parcelas,36 que son de propiedad individual y pueden ser vendidas, alquiladas o prestadas a otros miembros de la comunidad. Las autoridades comunales convocan a todos los agricultores para cerrar el cercado colectivo que rodea a todo el sector37, y cuando se ha declarado abierta la época de trabajo, cada familia rotura la tierra con la chaquitaclla y siembra papas. Al año siguiente se procederá de la misma manera con el sector d, mientras que en el sector c se plantarán tubérculos secundarios (oca, olluco y mashua) en vez de papas. Al tercer año se pone en cultivo el sector e, en tanto que el sector d recibe tubérculos secundarios, y se siembra cebada en el c. Al cuarto año se cultiva el sector f, y se deja en descanso el c por un período de ocho a diez años. Todas las familias campesinas tienen así, cada año, los mismos cultivos en tres sectores, y cada cultivo rota por todo el territorio comunal. Todos los comuneros gozan del derecho de libre pastoreo en los sectores en descanso para su ganado mayor, pero no en el caso de carneros y cabras, pues hay prohibición al respecto. Cada sector en cultivo es vigilado por un "mesero", responsable designado por la comunidad por un año, y retribuido con una fracción determinada de la cosecha de cada campesino (Mayer, 1977, 1978; Fonseca y Mayer, 1978; Mayer y Fonseca, 1979). Este sistema es en realidad más complejo y menos rígido (Brunschwig, 1986). Cada uno de los sectores observados durante un año dado resulta de la reunión de cuatro a seis subsectores contiguos 38 ; en Laraos hay en total 72 subsectores (fig. 46), cada uno [[93]] con su nombre propio. No se reúnen necesariamente los mismos subsectores para formar un sector en los ciclos subsiguientes. Un subsector, o un sector entero, puede ser dejado en descanso por más o menos años que los vecinos, ya que el orden en que se cultiva los terrenos varía de un ciclo a otro (cf. igualmente Greslou y Ney, 1983: 172). La comunidad puede de este modo adaptar las extensiones cultivadas a la condiciones de cada año: producción que se espera en cada terreno; pluviometría; semillas o mano de obra disponible...Por ejemplo en 1984 la asamblea de la comunidad decidió no sembrar cebada, y por lo tanto dejar en descanso las tierras donde la producción que se esperaba no justificaba la inversión de trabajo y semillas. En 1985 se proyectó, en razón de la insuficiencia de lluvias, la sustitución del sector que debía ser normalmente puesto en cultivo por otro con riego gracias a un reservorio que se había construido hacía poco. C. En Kauri Hacia 1940, en Kauri (Nº 53), en el departamento del Cuzco, la misma secuencia de tres años de cultivo - papas, tubérculos secundarios y cebada , era seguida por tres años de descanso pastoreado en la "pampa", en tanto que en las laderas un solo año de papas era seguido por cinco de pastizal. En el sexto año se prohibía el pastoreo, año en que el descanso era así total, "en preparación para la nueva siembra del séptimo año" (Mishkin, 1946). Había de esta manera un sistema de seis sectores ("suertes") en la pampa, y otro también de seis en las laderas, pero ciertas familias no poseían parcelas sino en cuatro o cinco sectores de la pampa. De acuerdo a la teoría de los campesinos de Kauri, un campesino debería poseer tierras al menos 39 en seis, o sea cuatro en la pampa y dos en las laderas, mínimo absoluto según ellos para poder subsistir". Por esta época y en la región, se reservaba una 36 En el caso de las cinco familias estudiadas con mayor detalle (cf. capítulo 6.3), la extensión de las parcelas se escalona entre los 45 y los 610 m2, con una media de 205 m2. 37 El estado actual del cerco es tal que los animales podrían franquearlo sin dificultad si la comunidad no pusiera un guardián. Sólo el maizal tiene un cerco efectivo. 38 Fonseca (1966, 1972) señaló que en Chaupiwaranga, en el norte del Perú, cada familia posee en teoría parcelas no solamente en cada manay, sino también en cada una de sus "sub-zonas." Es probable que la existencia de estos subsectores, con la flexibilidad que permiten, sea general, pero que las observaciones realizadas en otros lugares no hayan sido lo suficientemente finas como para ponerlos en evidencia. 39 En Huayana (Nº 56), "hay personas que no tienen terreno en el lugar en que se realiza el raymi y para superar este problema ellos se ven casi obligados a sembrar "al partir" con otros que disponen." (Vallejos et al., 1967). 57 extensión en los sectores más grandes, destinándose una parte para la municipalidad, y otra para cultivarse en nombre de un santo. La municipalidad alquilaba en subasta las tierras de que disponía en todas las comunidades del distrito, y sucedía a menudo que mestizos residentes en la ciudad tomaban en arrendamiento las parcelas municipales, repartidas en todos o en la mayor parte de los sectores de una comunidad 40. La Iglesia, en cambio, no recibía ningún beneficio directo por la utilización de las suyas, por lo general cultivadas por dos o tres indios encargados de organizar la fiesta del santo cuyas parcelas llevan su nombre. Pidiendo la ayuda de toda la comunidad, estos dignatarios religiosos por un año, eran responsables del cultivo de dichas parcelas, cuya cosecha se empleaba en el festín que consumían todos durante la fiesta. Aun cuando las tierras de los santos eran una institución universal entre los indios quechuas del Perú, no existían sin embargo en algunas comunidades del Cuzco. Aparentemente éstas se habían apropiado, en razón de la falta de tierras, de las que pertenecían a los santos, para que fuesen utilizadas por familias que carecían de ellas (Mishkin, 1946: 420-421). "La labranza [de las tierras de barbecho sectorial colectivo] comienza poco después del Carnaval, dependiendo ello en Kauri de la fecha en que llegue el gobernador del distrito para "repartir" las tierras, generalmente a mediados de marzo. Nadie, bajo pena de multa, puede comenzar a roturar antes de que se concluya la "repartición"; una vez confirmados los linderos por el gobernador, el trabajo de roturar [[94]] prosigue hasta Pascua(...) La "repartición" constituye un importante acontecimiento en Kauri, y significa esencialmente la confirmación por parte del gobernador de los linderos existentes de los terrenos.(...) Una gran pompa rodea su visita. Las autoridades de la comunidad preparan un festín con una orquesta indígena(...) Al día siguiente (...) el gobernador, las autoridades comunales y los propietarios se reúnen en el sector del que van a tratar. Antes de que se inicie la repartición propiamente dicha, se traen las imágenes del santo patrono de la comunidad, y se le ofrecen plegarias y ofrendas de coca y chicha. Se llama luego por su nombre a cada jefe de familia; si ha pagado los derechos de repartición (5 centavos) y contribuido con leña a la alcaldía distrital, se hunde la chaquitaclla en los límites de la parcela, y el deslinde queda hecho (...) Con frecuencia estallan intensas querellas a propósito de la ubicación de ciertos linderos, y el hecho de que a veces no se trate sino de algunos centímetros no disminuye en nada la vehemencia de la disputa." (Mishkin, 1946). D - La comunidad de Irpa Chico En Irpa Chico (Nº 9), en el Altiplano del lago Titicaca en Bolivia, los habitantes de la comunidad distinguen: - las sayaña, parcelas individuales que cada familia puede utilizar como desea: pastoreo, cultivo o para vivienda; - los aynuqa, conjunto de tierras de barbecho sectorial, sobre las cuales las autoridades locales de la comunidad conservan considerables poderes para reasignar parcelas a las familias pobres (Carter y Mamani, 1982). Con un total de 513 familias para 3,109 hectáreas en aynuqa, la extensión promedio por familia, seis hectáreas, se aproxima a la de Pacaraos; el número total total de las parcelas sobrepasa las 11,000. A diferencia de Pacaraos y de otras muchas comunidades que no tienen más que un solo sistema de barbecho sectorial, hay varios en Irpa Chico; Carter y Mamani sugieren que llegarían a ocho, y el problema para nosotros es de saber si se debe considerar cada uno como un sistema separado. Si todos los aynuqa tuvieran la misma secuencia de cultivos y de descanso, se podría considerar fácilmente que se trata de uno solo sistema de barbecho sectorial, cuyos sectores no formarían una sola extensión, sino que estarían dispersos. Ahora bien, hay al menos seis secuencias diferentes, algunas de las cuales se asemejan a los barbechos sectoriales descritos en otras regiones: en una de ellas, por ejemplo, tres años de cultivo (papas, quinua, luego cebada) son seguidos por seis de 40 Una vez introducidos de este modo en la comunidad les era muy fácil apropiarse, en primer término, de las tierras de la municipalidad, y usurpar luego las de los campesinos... 58 descanso. En cambio, en otros sistemas no hay ningún descanso, y por ejemplo dos años de papas se alternan con cuatro de cebada. En fin, a veces familias provenientes de varias comunidades poseen parcelas en un mismo barbecho sectorial colectivo. En Irpa Chico cada uno de los aynuqa está asociado con un determinado barrio de la comunidad, ya que miembros de un mismo barrio se casan muy a menudo entre ellos (endogamia). La mayor parte de las familias posee la mayoría de sus parcelas en el aynuqa vinculado con su barrio, aunque hay muchas que las tienen igualmente en otros: si no hubiera otras organizaciones comunales en Irpa Chico, cada barrio podría ser considerado como una comunidad diferente. Se conocen así varios casos, todos en Bolivia, donde el sentido de la palabra "comunidad" es ambiguo: ¿se debe aplicar a una unidad social de mayor dimensión, capaz de administrar varios sistemas de barbecho sectorial colectivos, o a un grupo más reducido que no posee más que uno solo? (Albó, 1972; Buechler, 1980; Campbell y Godoy, ). Su ausencia en el Perú podría deberse a la política oficial peruana de "reconocimiento" jurídico de las comunidades a partir de 1920. Para recibir su título de propiedad, éstas deben indicar de manera precisa sus límites y las [[95]] familias que las integran, lo cual destruye las organizaciones anteriores más flexibles, pero también más "indefinidas" a ojos de la administración. Su presencia en Bolivia podría reflejar una mayor continuidad con la antigua forma andina del "ayllu," con sus varios niveles de organización. Recordemos aquí los puntos comunes a todas las descripciones precedentes: - las rotaciones colectivas asocian a un cierto número de familias en un determinado territorio; - éste se divide en un número n de sectores; - cada ciclo de utilización de la tierra dura el mismo número n de años, durante los cuales se suceden en primer lugar cultivos (o asociaciones de cultivos anuales), luego un descanso pastoreado; - las tierras constituyen propiedad privada de cada una de las familias41 . Cuando un sector está en descanso, todas las familias tienen derecho de pastoreo (pastos comunales) para su ganado en todo el sector, entre las fechas límites decididas colectivamente para la cosecha del cultivo precedente y la siembra del siguiente. Cuando se cultiva un sector, cada familia tiene derecho de uso exclusivo de sus parcelas, y puede o no cultivarlas: debe simplemente respetar las fechas de siembra y de cosecha, lo cual muy a menudo determina - pero no es una obligación - la especie a cultivar. Los ejemplos precedentes están situados en regiones muy disímiles en los planos ecológico, económico y cultural: - los valles secos de la costa peruana, próximos a la enorme aglomeración de Lima, donde el español tiende a convertirse en lengua única; - la sierra más húmeda de la región del Cuzco, donde los campesinos hablan quechua; - el frío altiplano boliviano, en el corazón del país aymara. El hecho de que a pesar de todo estos sistemas posean características comunes tan numerosas y determinantes, lleva a plantear numerosas preguntas: ¿Cuál es su antigüedad? ¿Dónde se los encuentra? ¿Cómo explicar su existencia y localización? ¿Cuáles son las razones por las cuales ciertas características son invariables, y cuáles las que hacen variar a las otras? A fin de responder a estas preguntas hemos efectuado estudios bibliográficos (Orlove y Custred, 1974; Campbell y Godoy) y enviado un cuestionario muy detallado a más de un centenar de antropólogos y geógrafos que han realizado investigaciones de campo en los Andes; veintisiete de 41 Según Mayer (1983 b: 116 - 118), de acuerdo a la regla antigua observable todavía en varias comunidades las tierras pertenecían a la comunidad, que asigna a cada familia parcelas diferentes en cada ciclo (las parcelas rotaban entre las familias). La situación actualmente predominante, en la que las familias conservan los derechos sobre las parcelas de un ciclo a otro, sería la primera etapa de la privatización ligada al crecimiento demográfico y a la falta de tierras (véase la última parte de este capítulo). 59 ellos se tomaron mucho tiempo en responderlo, y les agradecemos por ello. Disponemos así de una muestra de más de cincuenta comunidades (fig. 41), en la cual hemos analizado estadísticamente unas quince variables, que van desde la situación geográfica hasta las características de la secuencia de uso de la tierra; presentamos algunos valores numéricos en el cuadro 2 (Orlove y Godoy, 1985). Hemos completado todo ello con observaciones personales de los autores de este libro, y los resultados de los cuales tenían conocimiento. [[96]] 2. Ensayo de interpretación Para intentar explicar las constantes y variaciones en los barbechos sectoriales colectivos, y su existencia misma, se puede apelar a tres tipos de argumentos. Los primeros, que llamaremos "adaptacionistas", consideran estos sistemas como solución a las dificultades de obtener recursos a partir de ecosistemas de montaña frágiles y poco productivos. Otros enfatizan la continuidad cultural entre el presente y los períodos antiguos, y observan en la agricultura y el pastoreo, tal como en otros ámbitos, la presencia subyacente de los esquemas andinos de pensamiento, de creencia y de organización. Otros, en fin, insisten en la importancia de la defensa del territorio y de los medios empleados por los campesinos y los criadores de ganado, en tanto clase social en una sociedad estratificada y dependiente, para enfrentar las presiones de los grupos dominantes, de los gobiernos y del mercado. Estos tres puntos de vista no se excluyen mutuamente, y pueden muy bien ser complementarios, por lo cual su examen por separado no nos llevará a optar por uno o por otro. Deberán explicar la ubicación, las características de la secuencia de uso de la tierra, y el manejo colectivo, en que todo el mundo hace lo mismo y al mismo tiempo, siendo así que en otros pisos ecológicos existen otras modalidades de utilización de la tierra, manejadas de manera diferente por los mismos campesinos. [[97]] 2.1. Ubicación y antigüedad Actualmente se conoce muy poco sobre la antigüedad de estos sistemas. Los textos de Garcilaso y de Guamán Poma citados en el capítulo precedente (la utilización de la chaquitaclla para roturar los pastizales, y la conveniencia de hacerlo en la estación de lluvias, cuando la tierra está suave) no pueden entenderse sino en el marco de rotaciones en que los cultivos se alternan con descanso pastoreado, cuya existencia es mencionada en 1567 por Garci Diez en la ribera meridional del lago Titicaca, donde los indios tienen suficientes tierras "para que descansen cuatro años porque esto tienen por orden" (p. 36) Según Espinoza Soriano (1978: 357-388, citado por Moya, 1984), incluso los cultivos estatales del imperio inca se ajustaban a la misma regla, con objeto de evitar el cansancio de la tierra. Pero hasta hoy no hemos encontrado en los textos una prueba formal de la existencia de sectores colectivos antes de la Conquista. Hemos buscado, por ello, indicios en la literatura arqueológica, a pesar de su pobreza al respecto 42. En varias regiones los sectores están delimitados por muros, visibles en el paisaje 43, y que podrían datarse al menos de modo aproximado, como se ha hecho en el caso de los muros de cerco para ganado (Aguilar, 1986; Bonnier, 1986). Este último autor indica que "en frente del pueblo (precolombino) de Anashpata (situado a 4,250 metros de altura sobre la alta meseta de Junín), toda ladera, en pendiente suave y expuesta al sureste, está cubierta de pequeños levantamientos de tierra que forman parcelas cuadrangulares. Parece que D. Bonavia encontró un acondicionamiento de ladera similar en Iscu-cañana (departamento de Ayacucho), a una altura aproximada de 3,000-3,500 metros. T. Earle encontró en la parte alta del valle de Yanamarca (3,750), cerca de Jauja, las huellas de un 42 "Hasta donde sabemos pocos son los arqueólogos que hasta hoy han prestado atención al estudio de los sitios agrícolas de altura hasta el punto de efectuar un sondaje en una terraza de cultivo o en un cercado." (Bonnier, 1986). 43 Ello es perceptible sobre todo bajo una luz rasante, y por lo tanto no advertible en las fotos aéreas tomadas a mitad del día. 60 terruño organizado exactamente de la misma manera"... Estas descripciones, y las ilustraciones fotográficas que las acompañan, lo mismo que las de Matos Mendieta (1975), un poco más al oeste en el mismo departamento, recuerdan totalmente el aspecto de numerosas zonas de barbecho sectorial actual en el sur del Perú (fig. 47). Número de casos con datos Número de casos sin datos Media aritmética Mediana Desviación estándar Valor máximo Valor mínimo Tercer cuartil Primer cuartil Cuadro 2. Algunos valores característicos de las variables estudiadas. Latitud (valor decimal) 48 3 14.34 14.25 2.03 18.7 10.4 15.63 13.33 Precipitación media anual (mm) (1) 15 36 728 725 242 1270 300 850 562 Altura promedio de las viviendas (m) 43 8 3537 3675 331 3950 2700 3800 3200 Altura promedio de las parcelas en barbecho sectorial 31 20 3725 3800 281 4100 3000 3910 3580 Número de años de cultivo 44 7 2.6 3 0.95 4 1 3 2 Número de años en descanso (2) 43 8 5.25 5 2.57 13 1 7 3 Número de sectores 42 9 7.9 7 2.76 15 2 10 6 Proporción en descanso (%) 42 9 64 63 14 87 33 77 57 Número de años con tubérculos 41 10 1.46 1.5 (3) 0.48 2 1 2 1 Número de años sin tubérculos 39 12 6.7 6 2.55 13 2.5 11 9 5 Proporción de años sin tubérculos (%) 39 12 80 82 8 92 60 86 75 Proporción de años con tubérculos en los años de cultivo (%) 41 10 59 50 25 1 25 73 Número de sistemas en la comunidad 10 38 13 1.45 1 0.72 4 1 2 33 1 (1) Las precipitaciones indicadas son las de la estación meteorológica menos alejada. (2) Los sistemas sin (año de) descanso no fueron incluidos en el análisis estadístico. (3) Corresponden a un año en el cual los tubérculos y los otros cultivos tienen la misma importancia. Fig. 47: Sector de barbecho sectorial antes del primer año de cultivo. Algunos campos han sido barbechados con varios meses de anticipación, para aprovechar la humedad de la época de lluvias (Mayo; San Antón, Puno, 4050-4200 m.s.n.m.). PM. 61 La conformidad de los barbechos sectoriales con los esquemas andinos de organización (cf. más adelante), así como la variedad de nombres indígenas, sugieren un origen local, aunque la existencia de modelos similares en España en la época de la Conquista (Espinoza, 1981; Fernandez,1981) no permite una conclusión definitiva. Los sistemas de barbecho sectorial colectivos reportados se distribuyen desde el centro del Perú hasta el oeste de Bolivia (fig. 41), en regiones donde las precipitaciones van de 500 a más de 1,100 mm por año, y a altitudes comprendidas entre los 2,400 y 4,200 metros (la mitad por encima de los 3,800). Más arriba no hay sino la puna, estepa usada exclusivamente para el pastoreo de ganado. Más abajo, los campos, a menudo irrigados, son cultivados cada año de manera más o menos intensa, y, si bien es verdad que se encuentra papa en ellos, son más frecuentes otros cultivos, tales como el maíz, y no son trabajados en forma de sectores colectivos. La altitud promedio de las parcelas de un barbecho sectorial está vinculada estadísticamente con la de las viviendas de la comunidad que las administra, siendo la primera por lo general más elevada, con una diferencia en promedio de 230 metros. Se [[98]] comprende fácilmente que las casas estén situadas a un nivel más bajo, allí donde el clima es menos duro, y cerca de las parcelas regadas, cultivadas más intensamente (o bien en el altiplano, en la línea de fuentes que señala el contacto entre la pampa y las laderas). En determinados casos, esta posición es también consecuencia del reagrupamiento forzado de poblaciones en las "reducciones" por los españoles en el siglo XVI. Un tercio de las comunidades estudiadas poseen varios sistemas de barbecho sectorial, , más o menos escalonados según la altura, cada uno de los cuales corresponde a condiciones específicas de suelo y clima. Las principales excepciones a estos ordenamientos verticales se encuentran en el Altiplano, en donde, como ocurre en el caso de Irpa Chico, las principales variaciones ecológicas no están relacionadas con grandes diferencias de altura, sino con las características de los suelos, así como con los microclimas (vinculados con la exposición en relación al lago y la acumulación de aire frío en las partes bajas), que suscitan grandes diferencias en los riesgos de helada entre la pampa y las laderas situadas a menos de cien metros más arriba (cf. capítulo 3). La extensión de estos sistemas hacia el sur se ve limitada por la aridez; los campos son allí regados o dejados en descanso por decisión individual. Su ausencia en las tierras altas del norte del Perú y del Ecuador es más difícil de explicar. Se podría evocar una causa ecológica: al contrario de la puna de los Andes Centrales, los páramos del norte son húmedos durante todo el año, los suelos son más ácidos y la vegetación diferente. Pero en la vertiente amazónica de los Andes los páramos se extienden muy lejos hacia el sur, en lugares donde hay barbechos sectoriales colectivos. Y, sobre todo, las mismas especies papas, tubérculos secundarios, quinua, habas, cebada [[99]] se cultivan lejos hacia el norte, en rotaciones con descanso pastoreado similares a las que se describen aquí (Brush, 1977; Moya, 1984; Kohler, 1986): la diferencia está en que no existen sectores colectivos; cada familia trabaja individualmente sus parcelas. Una explicación a esta paradoja es sugerida por la asociación, frecuente en la literatura, del barbecho sectorial con la chaquitaclla, y por la coincidencia de sus respectivas áreas geográficas (fig. 41), habida cuenta de abandonos recientes conocidos de uno y/u otro. La chaquitaclla no se ha difundido hacia el norte,44 ni tampoco el barbecho sectorial; si existe un vínculo entre ambos hechos, tiene probablemente que ver con la organización y la productividad del trabajo: 44 Pero la cultura "quechua" fue llevada al Ecuador, bastante antes de la Conquista Inca, por una parte del pueblo chanka, originario de la región Andahuaylas-Ayacucho, que después de su fracaso en su tentativa de conquistar el Cuzco, escapó de las represalias de los Incas. Así el dialecto quechua de la provincia de Chimborazo es muy parecido al de Andahuaylas, en particular la terminología agrícola. ¿Conocían los emigrantes chanka la chaquitaclla y practicaban el barbecho sectorial ? ¿O bien lo abandonaron por no adaptarse estas prácticas a las condiciones (naturales o sociales) locales, mientras que la sucesión de cultivos es la misma? (cf. Moya, 1984). Nos inclinamos hacia la segunda hipótesis, ya que la herramienta descrita por cierto muy brevemente en una Relación anónima de 1573 sobre los alrededores de Quito, es probablemente una chaquitaclla (Relaciones Geográficas de Indias, Bibl. de Autores Españoles, 1965, vol. 2, p. 227). 62 - En los Andes Centrales el período en que se puede labrar es muy corto (cap. 1). El trabajo colectivo con chaquitaclla es mucho más productivo (en extensión/persona/día) que un trabajo individual con cualquier otra herramienta manual. El conjunto "chaquitaclla barbecho sectorial" sería una respuesta a la vez técnica y social frente a esa fuerte limitación; veremos más adelante cómo la herramienta y el manejo colectivo del territorio son abandonados hoy en día, cuando la reducción del descanso pastoreado lleva a otras soluciones. - En Ecuador las lluvias están muchos mejor repartidas a lo largo del año: se puede plantar papas en dos épocas diferentes y a veces durante todo el año (Moya, 1984). El período de labranza es, pues, mucho más largo, y no exige soluciones tan apremiantes como los barbechos sectoriales. Todo ello sigue siendo una hipótesis. Volveremos a encontrar en el capítulo 3, a propósito de la extensión que alcanzaron los modelos de complementaridad ecológica, el mismo límite, que adoptamos en consecuencia para definir los Andes Centrales en este libro. 2.2. La defensa del territorio "El linderaje o 'mojón muyuy' consiste en hacer un recorrido por todo el límite de la comunidad. Esto debe realizarse en una fecha prevista en la asamblea, por costumbre generalmente tiene lugar el jueves de comadres, o en días próximos a esta fecha, evitando encuentros o enfrentamientos con los comuneros vecinos. Para el linderaje se organizan grupos encabezados por representantes comunales y conocedores de las propiedades, quienes recorren la comunidad por sectores, debiendo reunirse a determinada hora en un punto fijado, donde cada grupo informa detalladamente la inspección realizada. "En el linderaje se encuentran frecuentemente hitos destruidos que son reparados inmediatamente; los campos cultivados por agricultores de comunidades vecinas son destruidos o cosechados inmediatamente en el estado en que se encuentran y los litigios de expropiación de terrenos entre agricultores de la misma comunidad también son resueltos el mismo día." (Tapia, 1986: 40-41; cf. arriba la "repartición" de las tierras en Kauri, Mishkin, 1946). [[100]] Los estrechos lazos en el interior de la comunidad, y la importancia que se asigna al ritual, pueden en principio ser entendidos como respuestas a las presiones que ejercen los grupos dominantes, que buscan apropiarse de la tierra o del trabajo de los campesinos (Wolf, 1982: 145-149). En esta perspectiva el barbecho sectorial sirve para marcar grandes extensiones de terreno, colocadas bajo la igual protección de un conjunto de familias: sería mucho más difícil proteger parcelas manejadas individualmente contra la usurpación por gentes de fuera. Y es en las grandes alturas donde los territorios por defender son los más extensos (por las características topográficas de los Andes centrales)... Sólo unos pocos estudios indican cuántas familias toman parte en cada sistema; el número promedio de 350 hogares podría representar muy bien un compromiso entre las ventajas de los grupos pequeños (gestión fácil, conocimiento y confianza mutuos), y las de los grupos grandes (fuerza para la protección contra los forasteros). Se puede considerar también que el barbecho sectorial colectivo se adecúa bien a regiones como las de los Andes, en donde las migraciones estacionales estimulan a los campesinos a administrar sus parcelas de una manera altamente pre-decible: el migrante sabe en qué fecha tendrá que regresar para la siembra, y se asegura para entonces la ayuda de parientes, vecinos y compadres*. Sucede lo mismo con los turnos de riego, planificados por adelantado para toda la estación (Fonseca, 1977: 94; Mayer, 1983: 38). Se constata, en efecto, que las regiones donde actualmente se observan barbechos sectoriales colectivos corresponden, en líneas generales, a las provincias de donde, durante la Colonia, los hombres eran enviados al trabajo forzado ("mita") en las minas de Huancavelica y Potosí, aun si esta coincidencia espacial no es perfecta. 63 Sin embargo, a pesar de que estos aspectos han influido mucho, en general, en la agricultura andina (Orlove 1977 b), el examen de los datos disponibles no aporta pruebas en apoyo ni en contra de estas interpretaciones. Muchos sistemas de barbecho sectorial se hallan en regiones donde actualmente se observa relativamente poca presión externa sobre las tierras de los campesinos, así como poca emigración. 2.3. La continuidad cultural Los barbechos sectoriales suponen una constricción para los individuos que participan. Y, sin embargo, funcionan en general "con suavidad", lo cual puede comprenderse desde una perspectiva cultural, adoptando el punto de vista de Bourdieu sobre la cultura en cuanto manera de ser ("habitus"), definida como "sistemas de disposiciones durables, predispuestas a funcionar como (...) principio de generación y de estructuración de prácticas y de representaciones que pueden ser objetivamente "reglamentadas"y "regulares", sin ser para nada producto de la obediencia a reglas, objetivamente adaptadas a su objetivo sin suponer la mira consciente de los fines ni el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlas, y, siendo ello así, colectivamente orquestadas sin ser consecuencia de la acción organizadora de un director de orquesta" (1977: 175). Tres características comunes del barbecho sectorial en los Andes son el linderaje, la participación de todos, y los turnos. La existencia de grupos bien delimitados, cuyos miembros participan en su totalidad en numerosas actividades, se refleja en muchos campos: los demás modelos comunales de administración de recursos, como el pastoreo y el agua de riego, la importancia de las asambles, en las que tienen derecho de voto todas las familias residentes, pero no los extraños a la comunidad (Alberti y Mayer, 1974); los [[101]] trabajos colectivos ("faena" o "minka", según las regiones) para la construcción de caminos, canales de riego, escuelas, para los cuales todas las familias deben contribuir de manera igualitaria con trabajo y materiales 45 46; y el complejo ritual del ciclo anual de las fiestas (Isbell, 1978). Numerosos aspectos de la organización andina siguen esquemas similares de división de un todo en partes iguales, y de afectación rotativa de las mismas (Albó, 1974). Los ejemplos corrientes incluyen la rotación anual de los cargos políticos y religiosos entre los barrios de una comunidad, y la de las responsabilidades políticas entre los pueblos en los sistemas multi-comunales (Albó, 1974). La administración del agua de riego ofrece otra muestra al respecto: los derechos a usar el agua 47 se asignan rotativamente a todos los barrios y familias; los extraños al grupo quedan excluidos, y todas las familias participan en la limpieza anual ritualizada de los canales. Un ejemplo extremo es el de las orquestas de zampoñas en las fiestas de las riberas del lago Titicaca, en las que "se toca siempre estos instrumentos por parejas (de músicos), que hacen alternar las notas entre ellos" (Buechler, 1980, cf. Bellenger, 1987). Otros estudios recientes (Wachtel, 1982; Urton, 1984) examinan la división del espacio en partes iguales a partir de este punto de vista cultural. Estos ejemplos hacen posible la explicación cultural según la cual los campesinos andinos administran sus barbechos sectoriales colectivos sin problema alguno, porque tienen experiencia en organizarse a sí mismos sobre una base semejante en otros ámbitos de actividad, y porque consideran dicha base buena y razonable. Los aspectos técnicos también se pueden prestar a una interpretación cultural. La sucesión de cultivos en los barbechos sectoriales obedece a reglas estrictas. La horticultura (cebolla, col, zanahoria) está ausente; cuando existe en la comunidad, se practica en los terrenos con riego cercanos a las casas, desde donde es fácil ejercer vigilancia para prevenir el robo de las cosechas. Los tubérculos, en cambio, predominan ampliamente: en una de cada seis veces son los únicos cultivos, y 45 Esta costumbre andina ha sido utilizada sin cesar en su provecho o recuperada por los grupos dominantes: imperio Inca, "curacas" y "encomenderos", grandes propietarios, Estado... 46 La ausencia accidental de un trabajador se compensa en general con el pago de una multa equivalente al salario de un jornalero. 47 En ciertas comunidades hay una tendencia reciente de pasar del igualitarismo a la proporcionalidad de las extensiones regadas por cada familia. 64 en todos los casos las papas son el primer cultivo. Tal sucesión refleja la gran importancia de la papa en la alimentación de la población de los altos Andes (Orlove, 1987), ilustrada en tiempos antiguos por la existencia de una unidad de tiempo prehispánica correspondiente al lapso necesario para cocer una olla de papas (Murra, 1975), y, en la región del Cuzco, la de una unidad de extensión llamada "papacancha" (Rostworowski, 1960, donde "cancha" significa terreno, campo). El papel del maíz en los ritos es mayor (Murra, 1960, 1975), pero se cultiva más abajo. Las papas tienen mayor importancia que los demás cultivos que se practican en las rotaciones sectoriales. Ninguna otra planta sería tan apropiada como ella para los ritos que, en numerosos casos, forman parte de la preparación de un sector que llega al término de sus años de descanso. En Pacaraos, el primer año de de cultivo de papas se llama "turno"; en el segundo, designado como "yana", se cultivan turbérculos secundarios, con una proporción de parcelas sembradas menor al del primer año (Degregori y Golte, 1973). El término "yana", que posee una profunda significación en los Andes Centrales, se refiere habitualmente al segundo, o al menor de dos elementos que forman una dualidad complementaria (Platt, 1978). [[102]] 2.4. Explicaciones agronómicas y adaptación al medio 2.4.1. El orden los cultivos y la gestión del trabajo La importancia de la papa en la alimentación, y la prioridad que le asignan los campesinos (Morlon et al., 1986; Montoya et al., 1987), se explican también por razones agronómicas y de seguridad alimentaria : los tubérculos mismos no son nunca dañados directamente por las heladas o el granizo, y sólo su parte aérea se ve afectada. Los campesinos andinos siembran la papa, el más exigente de los cultivos, en el momento en que los niveles de elementos nutritivos en el suelo son más altos: después del descanso pastoreado. Pero si ésta fuera la única razón, podrían sembrarla también después de los cultivos de habas o lupino, que fijan el nitrógeno, como lo hacen a más baja altura. La razón principal es que esta secuencia minimiza el tiempo de trabajo total en la rotación (Bourliaud et al., 1986, 1988) y reduce la competencia entre cultivos en el calendario de trabajo (Thomas, 1972). Los tubérculos, semillas de grandes dimensiones y ricas en agua, no necesitan un suelo finamente mullido para germinar, y se contentan con los terrones grandes dejados por la chaquitaclla; su cosecha pulveriza la tierra, y la deja preparada así para recibir los granos de los cultivos siguientes. Por el contrario, la cosecha de granos deja los surcos intactos, lo cual favorece el establecimiento de vegetación espontánea en los años de descanso que siguen; ello se ve ilustrado de manera espectacular por el aspecto de una parcela en pendiente suave durante el primer año de descanso, con las matas de hierba perfectamente alineadas en los surcos (Orlove, 1977a). "En el calendario de trabajo, la coincidencia entre cosechas de dos cultivos puede desembocar en pérdidas considerables cuando la mano de obra resulta insuficiente para atender ambas al mismo tiempo. (...) [En el distrito de Nuñoa, por encima de los 4,000 metros de altura, Nº 57 en la fig. 41], la quinua*, más tarde la cañihua*, son sembradas por lo general entre fines de agosto y comienzos de octubre, después de un año de cultivo de papas. Ya que éste ha dejado preparado el suelo, y que en general no se abonan los cereales, una siembra al voleo y un ligero rastrillado resultan suficientes. Estas operaciones necesitan sólo poco tiempo y energía (cuadro 3). Y, dado que no exigen roturar un suelo seco y compacto, pueden comenzar antes del principio de la estación de lluvias, y por lo tanto no entran en competencia en el calendario con la preparación del suelo y la siembra de papas (fig. 48). Después de su siembra, los cereales reclaman pocos cuidados hasta su cosecha, para la cual tampoco hay competencia con las papas. La cañihua madura muy rápidamente, más o menos 150 días luego de la siembra; la quinua requiere 180. Se cosecha cañihua durante todo el mes de marzo, luego la quinua hasta mediados de abril, época en la cual empieza la de papas. Si se 65 sustituyera en una altitud como ésta uno de los cereales andinos por cebada, la cosecha de ésta se prolongaría al mismo tiempo que la de papas. Cuadro 3. Tiempos (horas por hectárea) dedicados a las labores agrícolas en los sistemas de barbecho sectorial del distrito de Nuñoa (Thomas, 1972) CULTIVO PAPAS CAÑIHUA QUINUA 1,070 (1er año después del descanso) 100 100 LABORES Preparación del suelo y siembra (el suelo está preparado por la cosecha de papas) Deshierbe y otros cuidados Cosecha, trilla, transporte 0 770 0 1,840 0 1,030 Total « agrícola » 1,930 1,940 1,130 660 690 900 2,590 2,630 2,030 Transformación deshidratación) Total post-cosecha (venteo, Resulta evidente que así se consume bastante menos energía para preparar el suelo y sembrar los cereales que para los tubérculos (cuadro 3). Ello resulta de la rotación de cultivos.(...) Si se cultivaran cereales en terrenos vírgenes, la preparación del suelo consumiría sin duda mucho más energía que para la papa. En efecto, la preparación del terreno para la papa sólo necesita roturar una franja de cada dos (cap. 1) para formar camellones de un metro de ancho, en tanto que en el caso de los cereales hay que roturar todo el terreno, lo cual exige el doble de tiempo y de energía, y luego hacer otros trabajos para mullir la superficie del suelo. Además, un trabajo de esta naturaleza no podría comenzar antes de que las lluvias ablanden el suelo, y se imbricaría entonces con la siembra de papas. En conclusión, los cereales exigirían considerablemente más trabajo si fueran cultivados solos, lo cual no sucede cuando su siembra se realiza después de un año de papas. [[103]] Se podría imaginar cultivar papas dos años seguidos en el mismo campo. La dificultad estaría en la insuficiente disponibilidad de mano de obra y de tiempo (...) pues tal rotación exigiría dos veces más en los momentos críticos. Y depender de un monocultivo semejante pondría a la familia en situación aún más precaria, ya que los riesgos climáticos y fitosanitarios no son los mismos para los cereales andinos que para las papas" (Thomas, 1972: 122-124). 2.4.2. El descanso con pastoreo y el manejo de la fertilidad del suelo 48 "La rotación de cultivos es una técnica utilizada con mucha frecuencia en la comunidad de Phoquera (nº 52), bajo la modalidad de las llamadas "mandas." Este sistema se da inicio con el establecimiento de la comunidad y el ganado en áreas designadas y aprobadas por la Asamblea de la Comunidad para someter éstas al "Wanuchi" (abonamiento) por un período de 1 a 2 meses; luego se procede con la siembra de papa durante el primer año, para luego sembrar oca, olluco e izaño en el segundo año. Después de cosechados estos cultivos se deja en descanso de 5-7 años estas áreas, donde crecen algunas plantas, especialmente yerbas, de manera que se origine un potenciamiento progresivo de estas tierras, por lo cual se le denomina 'maduración del terreno'. Este sistema, como medida de control, no es sino el utilizado por los antiguos peruanos para el combate de los nemátodes de la papa." (Cáceda y Rossel, 1985: 97). 48 El punto de vista que se desarrolla aquí es exclusivamente el de los agrónomos, que se interesan en los cultivos; falta el punto de vista complementario: el descanso pastoreado y el manejo del ganado. 66 Para Gade y Ríos (1972) la persistencia de la chaquitaclla se explica de la siguiente manera: ya que la pobreza de los campesinos les impide la compra de abonos, el único medio de restaurar la fertilidad es el descanso pastoreado, a cuyo término la única herramienta capaz de roturar el pastizal y al mismo tiempo al alcance de los campesinos es la chaquitaclla. Las explicaciones más frecuentes y antiguas en torno a la existencia y ubicación de las rotaciones con largo descanso pastoreado se asientan en la noción misma de descanso del suelo (en quechua samay), que permite la reconstitución de su fertilidad, la [[104]] acumulación de materia orgánica y la eliminación de enfermedades o parásitos de los cultivos (Vallejos et al., 1967; Greslou y Ney, 1983: 173; Greslou y Vacher, 1980: 138; Brush y Guillet, 1985: 26); el descanso pastoreado, gracias entre otras cosas a las deyecciones de los animales, "es esencial para la regeneración del suelo" (Guillet, 1981a: 144). Pero esta interpretación no es en general sino simple transposición de explicaciones provenientes de otras regiones del mundo, donde el ganado es manejado de manera diferente. Fig. 49: Barbecho con chaquitaclla después de varios años de descanso en un sector de barbecho sectorial. Deyecciones secas de alpacas han sido depositadas en líneas sobre el suelo antes de voltearlo (Noviembre; Cuyo-Cuyo, Puno, 4000 m.s.n.m.). PM. Si no se aplican abonos, la puesta en cultivo empobrece el suelo en elementos nutritivos49: tanto los que se hallan contenidos en las cosechas sacadas del terreno, como los arrastrados por el agua luego de que la labranza del suelo haya causado su paso de formas orgánicas a formas minerales solubles. El descanso herbáceo de larga duración [[105]] es, al contrario, una "fase de acumulación orgánica de fertilidad"50 al menos cuando los elementos consumidos por el ganado son más o menos restituidos por sus deyecciones, cual es el caso probablemente en estas alturas de los Andes. Pero hay que subrayar que, en los sistemas andinos, el ganado no hace más que transformar en el mismo lugar la materia vegetal presente en el terreno, papel por cierto importante, ya que facilita y acelera el reciclaje de los elementos nutritivos y puede aligerar el trabajo del suelo. Pero, al contrario de lo que sucede en otras regiones del mundo, no se desplaza diariamente para depositar en tierras por abonar los elementos previamente tomados en terrenos sin cultivar: no existe transferencia directa de 49 Constituye una excepción el enriquecimiento en nitrógeno por ciertas especies de leguminosas. 50 Recordemos aquí brevemente los principales mecanismos: - fijación biológica del nitrógeno (pero ciertos cultivos también lo hacen). aportes minerales por las lluvias, inmediatamente recuperados por la importante biomasa microbiana; cuando las plantas perennes que crecen durante los años de descanso tienen raíces más profundas que los cultivos anuales, pueden extraer elementos nutritivos de los niveles profundos y traerlos a la superficie; pero cuando las condiciones son favorables, la mayoría de las especies anuales cultivadas en altura puede tener un enraizamiento bastante más profundo que lo que generalmente se afirma en el Perú (Pacheco et al, 1978). 67 fertilidad por parte del ganado; la transferencia, realizada en el momento de la labranza (fig. 49) o de la siembra, es indirecta, vía el corral, y requiere mano de obra humana : llenado de los sacos, poner la carga sobre los animales, estercoladura. [[106]] Cuando el descanso herbáceo permite el establecimiento de una vegetación densamente enraizada, lo cual no es siempre el caso, acrecienta la cantidad de materia orgánica en el suelo. Mejora así la resistencia a la erosión y la estructura física, y por lo tanto la capacidad de retener agua en reserva, favoreciendo el desarrollo de los cultivos. ¿Qué sucede al respecto en los barbechos sectoriales de los Andes Centrales? Las comparaciones publicadas de mediciones de rendimiento y de resultados de análisis de suelos son extremadamente escasas: En el valle del Mantaro, por encima de los 3,400 metros de altura "donde el descanso es una práctica generalizada, se encuentran diferencias de rendimiento importantes cuando se comparan parcelas cultivadas inmediatamente después del descanso, y las que se cultivan en años subsiguientes. Sobre todo los rendimientos disminuyen casi en un 50 % cuando se cultiva papas por segunda vez consecutiva en una misma parcela. Según nuestro conocimiento, no se han llevado a cabo experimentos agronómicos sobre este importante fenómeno." (Franco et al., 1979 : 52-53). Los rendimientos de papa del primer año de cultivo luego del descanso, pueden ser superiores a los del fondo de un valle con riego, por debajo de los 3,450 metros (id, p. 17; la misma observación se hizo en el de Chancay por Greslou y Ney, 1983). A nuestro conocimiento las únicas mediciones de la evolución de la fertilidad en el suelo son las efectuadas en Nuñoa, por encima de los 4,000 metros de altura (Thomas, 1972: 114-116), en la rotación papas / cereales andinos / de dos a doce años de descanso. "El modelo de rotación de cultivos y de fertilización (...) ilustra la compleja interdependencia entre las producciones vegetales y animales. (...) Los campesinos esparcen las deyecciones secas de los animales domésticos como fertilizante en la siembra de papas, pero no para los cereales (...) Analizamos el nivel de elementos nutritivos en el suelo en cuatro momentos de la rotación: - al fin del descanso pastoreado, justo antes de la labranza; - al comienzo del primer año de cultivo, luego del abonamiento; - al comienzo del segundo año de cultivo; - al fin del segundo año o al inicio del descanso. Los contenidos de magnesio y de materia orgánica en el suelo aumentan a lo largo del período de descanso, pero a fines del mismo la fertilidad global de la tierra no parece suficiente para el cultivo de papa 51. Ello cambia con el traslado de fertilizante al campo de papas que se acaba de preparar: es entonces cuando la fertilidad resulta más elevada. Hacia principios del segundo año el nivel de la mayor parte de los elementos nutritivos se aproxima o cae por debajo del umbral de fertilidad 21 ; los niveles más bajos son los que se alcanzan al comienzo del descanso, luego de la cosecha de cereales. Resulta, pues, claro que se debe aplicar un fertilizante al campo al final del descanso si se desea una buena cosecha de papas. Además, si se quisiera cultivar papas en lugar de cereales andinos en el segundo año, se necesitaría un suplemento de fertilizantes. Además del calendario de trabajo, ya evocado, debemos examinar el problema de la disponibilidad en deyecciones de animales. Se puede estimar que un terreno necesita más o menos 1,8 kg por metro cuadrado para lograr una buena fertilización, o sea 900 kg para 500 51 Las normas utilizadas son las del laboratorio de Análisis de Suelos y Forrajes de la Universidad del Estado de Pennsylvania. 68 metros cuadrados (extensión [[107]] promedio de papas de una familia campesina).52 Los excrementos son recogidos durante todo el año en los corrales en que se encierra el ganado todas las noches. Justo antes de la siembra son puestos en sacos y transportados hasta los campos a lomo de llama o de caballo (...) ¿En qué medida el tamaño del rebaño constituye, a través de la disponibilidad de fertilizante, un factor limitante para la agricultura, y especialmente para la producción de papas? En el estado actual de nuestros conocimientos no podemos sino sugerirlo (cf. fig. 51). El nivel de los elementos nutritivos en los terrenos no abonados indica, sin embargo, de manera clara, que el éxito del cultivo de papas depende estrechamente de los rebaños.53 Fig. 50: La bosta seca de las vacas sirve como combustible para cocer cerámica, mientras tanto la erosión sigue llevándose los suelos de las laderas (Azángaro, Puno, 3850/4000 m.s.n.m.). PM. Las familias que no tienen ganado deben "rebuscar" las deyecciones, o bien comprarlas. Una mujer, por ejemplo, puede recoger más o menos 37 kg por día. Así también, se puede alquilar las llamas para transportarlas a los campos, pudiendo 20 de ellas cargar hasta 900 kg en un solo viaje - pero no están disponibles, por lo general, sino después de que su propietario las ha empleado en su propio campo; y quien las toma en alquiler debe a menudo retrasar la siembra más allá de la fecha ideal. [[108]] (...) En el pastoreo los rebaños recogen los elementos nutritivos en grandes extensiones (1,5 hectárea por alpaca y por año) y los concentran en sus excrementos, una parte de los cuales queda depositada de noche en el corral (cf. fig. 52), y que finalmente son llevados por los campesinos a lo alto de los camellones [o surcos] donde se siembran las papas. Esto quiere decir que los elementos nutritivos que provienen de toda la extensión pastoreada son concentrados en una área limitada de tierra (cf. fig. 53), resultando de todo ello un microambiente rico en elementos para las papas (...) La producción vegetal depende de los elementos nutritivos acumulados por los rebaños en una gran extensión de pastizal" (Thomas, 1972: 114 - 116). 52 Siendo muy baja la proporción de agua en estas deyecciones, esta cantidad corresponde a 100 a 200 toneladas de estiércol por hectárea cantidad que por su fermentación ejerce efectos en la temperatura del suelo, y protege las papas contra las heladas. Por encima de los 4,200 ó 4,300 metros de altura, se realizan unos muy pocos cultivos de papa directamente en antiguos corrales. 53 El mismo estudio (Thomas, 1976: 394) indica que, por 900 kg empleados como fertilizantes, cada familia quema en promedio 11,000 kg como combustible, ¡lo cual sugiere la importancia del aumento de producciones agrícolas que sería posible mediante el suministro de otra fuente energética para la cocina - o la cocción de ladrillos, tejas y cerámicas, fig. 50! La disponibilidad de deyecciones animales depende en enorme medida de la relación entre superficies cultivadas y de pastizales de altura. En 8 comunidades situadas entre los 3,200 y los 3,900 metros de altura, Kervyn et al. (1983: 92-94) estiman que cada familia recoge más o menos de 2 a 3 t de deyecciones por hectárea de papas o maíz. En estas comunidades más bajas que Nuñoa, donde hay algunos árboles y arbustos, la proporción de deyecciones utilizada como combustible es mucho menor, entre 6 y 18 %. 69 Fig. 52: El corral donde se acumulan las deyecciones del ganado. La bosta sobre la pared está secando antes de ser utilizada como combustible para la cocina, cuyo humo sale al amanecer a través del techo de paja (Churubamba, Andahuaylas, 3700 m.s.n.m.). PM. PUNA Pastoreo de alpacas, llamas, ovinos, de día Corral de noche Descanso pastoreado Barbecho sectorial Cebada Papa Fig. 53 : Transferencia y concentración de las deyecciones de los animales en el distrito de Nuñoa (según Thomas, 1973). Los resultados que preceden provienen de una zona muy fría a gran altura. En otras partes, cuando una misma comunidad maneja varias rotaciones colectivas a diferentes alturas, es siempre la que está situada más arriba, o en el medio más frío, la que tiene mayor duración o proporción de descanso (Mishkin, 1946; Camino, 1978b; Salis, 1987). En Ambana, en la vertiente oriental de los Andes de Bolivia (Nº 27), Greslou y Vacher (1980) han identificado 9 rotaciones diferentes, cuyo tiempo de descanso varía de 5 a 15-20 años, de acuerdo a la altitud pero también al declive (fig. 54). Más abajo, en los pisos donde los campesinos manejan sus parcelas individualmente, no hay normalmente descanso. La interpretación habitual es que cuanto más se asciende, el frío hace más y más lentos los fenómenos, y con ello se demora la reconstitución de la fertilidad del suelo.54 "En la visita y composición de tierras hecha en el Cuzco en 1711, don Guillermo Gato, medidor oficial, aseguró que 'un topo que se reparte a un indio en tierras templadas, se debe multiplicar por seis y a veces por diez en lugares fríos...y que la razón de esto es que como las papas no se siembran cada año en un mismo paraje, no lo permite la tierra sino al cabo de cinco años en 54 En los trópicos húmedos, los suelos "mejoran"en general con la altura, pero sólo hasta cierto límite, por encima del cual la fertilidad disminuye: los barbechos sectoriales se hallan muy probablemente por encima de esta altura "ideal." 70 tierra de papas algo templadas, al cabo de siete años en tierras frígidas, y al cabo de nueve en las punas más bravas, si se diese con un solo topo, o dos, o la cantidad que fuese, a un indio para su sustento anual, y para que pueda con su fruto pagar sus pensiones, sólo en un año lo pudiera hacer," muriéndose de hambre los años siguientes." (Rostworowski, 1960). Altura m.s.n.m. 4300 P A >15 Pastizales 4200 P O A <15 permanentes 4100 4000 P O A 9 3900 Cultivos 3800 individualmente, y P O A 12 manejados 3600 estricta, con riego en la parte 0 P O C H A 7 P O H O R A 6 P O T H C R A 5 baja 3500 matorrales P O H A 8 sin rotación 3700 10 20 30 40 Pendiente terreno % Papa Avena Oca Habas Cebada aRvejas Trigo Fig. 54 : Rotaciones de los cultivos en función de la altura y del pendiente, en las comunidades de la parte alta del distrito de Ambana, Bolivia (Vacher, in Greslou y Vacher, 1980). [[110]] Sin embargo, en el conjunto de los Andes Centrales no existe ninguna relación estadística entre altitud y proporción de descanso. Ello no soprende, ya que: - el análisis reúne zonas en las que el clima y las pendientes son muy diferentes, y donde se puede obtener un mismo resultado con duraciones diferentes; - la duración del descanso depende tanto de la presión demográfica o de la proximidad de las ciudades, como de la fertilidad de los suelos (Preston, 1973: 119; Thomas, 1972: 114). Por el contrario, el número de años que separa dos cultivos de tubérculos aumenta de manera significativa con la altitud: después de una operación tan erosiva como la cosecha de tubérculos, que pulveriza el suelo, la vegetación espontánea vuelve a tomar poco a poco posesión del terreno durante el subsiguiente período de cultivo de granos (Cook, 1920, cf. capítulo 1); por lo tanto, y en lo que concierne a los riesgos de erosión, no se debe hacer la separación entre cultivos y descanso, sino entre cultivos de tubérculos, por un lado, y por otro descanso más cultivo de granos, en los cuales el trabajo del suelo es mínimo. Ahora bien, la duración entre dos cultivos de tubérculos, y sobre todo de papas, es también esencial desde el punto de vista fitosanitario: [[111]] 2.4.3. Lucha contra las enfermedades y parásitos A gran altura los problemas fitosanitarios más graves son los causados por nemátodos (gusanos minúsculos) que atacan las raíces de la papa, reduciendo la capacidad de la planta para absorber agua y elementos nutritivos (Evans et al., 1975); las pérdidas son proporcionales a la densidad de los nemátodos, y la cosecha puede resultar practicamente nula en casos extremos. Los daños son causados por varias especies, todas favorecidas por condiciones de suelo húmedo y fresco, y contra los cuales los diversos tratamientos químicos tienen a la vez poca eficacia y corta duración, y son costosos y tóxicos para el hombre y los animales domésticos (Otazú et al., 1987). 71 En el caso de los "nemátodos del quiste" (Globodera rostochiensis y G. pallida), la población de parásitos en el suelo puede ser reducida considerablemente por un espacio de 5 a 6 años entre dos cultivos sucesivos de papa, no importando que el terreno sea dejado en descanso o cultivado con otras especies, siendo el cultivo de quinua el más eficaz para disminuir tales poblaciones (Arana y Díaz, 1978). La duración de rotación necesaria puede ser acortada alternando variedades de papas sensibles a los ataques (que permiten el desarrollo y la reproducción de parásitos), con variedades resistentes que los agrónomos buscan entre las cultivadas por los campesinos (Mayer y Christiansen, 1978). Si no se toman estas precauciones, la infestación puede ser muy elevada, como sucede en una parte del valle del Mantaro (Horton et al., 1980). En cambio, en el caso de otra especie (Nacobbus aberrans), el sistema de rotación de cultivos no es tan eficaz a causa de las numerosas especies vegetales que pueden hospedar al parásito (Otazú et al., 1987). El número total de especies vegetales cultivables disminuye con la altitud, y los barbechos sectoriales se encuentran, por lo general, por encima del límite superior del maíz, trigo, lupino, incluso arvejas y alfalfa: si no es conveniente que una misma especie, cualquiera que sea, retorne con demasiada frecuencia al mismo terreno, la solución es reemplazar las que no se pueden cultivar por el descanso, cuya duración aumenta así con la altura. En el conjunto de datos analizados, el intervalo entre dos cultivos de tubérculos es superior a cuatro años en el 90 % de los casos, y más prolongado si se trata sólo de papas (las diferentes especies de tubérculos no hospedan todas las mismas especies de nemátodos). No hay que olvidar, sin embargo, que así como sucede con la reconstitución de la fertilidad del suelo, los niveles de poblaciones patológicas varían de modo continuo a lo largo del período de descanso, sin que pueda tomarse un determinado número de años como umbral absoluto. Hasta ahora la discusión se ha ocupado de un solo aspecto de los barbechos sectoriales: las rotaciones con descanso pastoreado de larga duración. Es probable que formas no colectivas, en las que los ciclos de parcelas contiguas no están coordinados, sean menos eficaces que éstas, ya que la infestación pasaría de una parcela con papas en un año determinado a las parcelas limítrofes cultivadas con papas al siguiente. En Tupe, en el valle del río Cañete, la degeneración de la papa, que produce bastante menos que antes, se atribuye a problemas fitosanitarios consecutivos al abandono del sistema de barbecho sectorial (Arana, 1986). 2.4.4. Ventajas y limitaciones de la contigüidad de las parcelas La reunión de un gran número de parcelas cultivadas en conjunto reduce el perímetro total de separación con las tierras en descanso pastoreado, y con ello el peligro de daños en los cultivos por vagancia de los animales domésticos. Ello permite disminuir [[112]] el tiempo que cada familia debe consagrar al cuidado de sus animales (Mayer, 1979: 71). En la comunidad de Matapuquio (Nº 18), cuando un animal doméstico penetra en una parcela de un sector en cultivo, su dueño paga una indemnización al propietario de la parcela; si los perjuicios son producidos en una parcela cultivada, pero situada en un sector en descanso, no hay indemnización alguna. Como declara un comunero: "si uno siembra las demás parcelas (en los sectores en descanso), entonces los animales vienen a comer ahí, y nadie es responsable." (Skar, 1983). En ciertas comunidades del alto valle de Cañete, como Laraos (ver más arriba), cada sector se halla cercado por completo mediante un muro o una barrera natural, a fin de impedir las incursiones de los animales. Allí donde la organización colectiva comunal ha desaparecido, cual es el caso de la comunidad de Tupe, tiene que cercarse cada parcela individual, y cada familia tiene que dedicar mucho más tiempo a vigilar sus animales. el agrupamiento en el espacio de los campos utilizados del mismo modo el mismo año, es una consecuencia lógica del acceso de los animales de todos los comuneros a los campos en descanso. Otra interpretación se refiere al escurrimiento del agua: "En el caso de los terrenos comunales de los valles interandinos, que corresponden a cuencas hidrográficas, la zona de muyus desempeña un papel determinante en la circulación del agua. 72 Una mala infiltración de las aguas de lluvia en las alturas provocaría un escurrimiento importante y la formación de barrancos en los pisos inferiores, y no podría asegurar la alimentación continua de los manantiales para uso doméstico y riego de las tierras más bajas (...). Observamos en la comunidad de Quencco dameros en que alternaban extensiones roturadas y otras que no lo habían sido (de dimensiones variables), alternándose una zona de infiltración con otra de escurrimiento. Pues estos sistemas no pueden ser administrados eficazmente sino por sectores enteros, evacuando el agua de una parcela a otra (es posible observar las grandes direcciones de evacuación en los sectores en rotación), o, al contrario, distribuyendo la infiltración del agua de lluvia en toda una ladera. Ello brindaría una nueva interpretación sobre la necesidad de una gestión colectiva de las tierras de altura" (Salis, 1987: 9.12. Cf. Rengifo, 1986: 34; Guillet, 1981 a y b; Ellenberg, 1979). Pero esta interpretación, en el estado actual de nuestros conocimientos, no es más que una hipótesis a verificar mediante dispositivos de medición apropiados. La yuxtaposición de parcelas permite también a los campesinos más experimentados desempeñar un papel importante en las decisiones relativas al calendario agrícola (Orlove y Custred, 1974); si las parcelas estuvieran dispersas, sería más difícil que todos los miembros de la comunidad se beneficien con sus consejos. En cambio, los sistemas de barbecho sectorial son bastante rígidos y limitan la innovación y experimentación individuales; ya que el derecho de pastoreo en común en un sector, desde el momento en que se recoge la cosecha hasta la roturación y la siembra siguientes, impide toda siembra más precoz o toda cosecha más tardía que las decididas por la comunidad, siendo las únicas modificaciones que un individuo puede introducir las de escoger especies o variedades de ciclo más corto. En una comunidad de la provincia de Andahuaylas uno de nosotros observó incluso un caso, seguramente excepcional, en que la degradación de los mecanismos colectivos desemboca en decisiones individuales; el primero que cosecha (y coloca sus animales de inmediato en el terreno) obliga a todos los demás a hacer lo mismo, aun cuando los cultivos no hayan llegado todavía a su madurez. [[113]] Conclusión Es en las alturas elevadas que los campesinos disponen de menos "grados de libertad" en lo que concierne a la elección de especies por cultivar, de su rotación y de las fechas, pues las exigencias del medio natural son allí las más fuertes (cf. Golte, 1980 b). Todos se ven obligados por el clima a hacer más o menos la misma cosa y al mismo tiempo: lo que cada cual hace es necesariamente semejante a la norma colectiva, que no es entonces sentida como una restricción suplementaria, al contrario de lo que acontece en alturas más bajas, donde cada cual hace lo que quiere en sus parcelas. Pero eso no es así en todos los casos. Cuando la superficie total disponible por familia 55 se reduce fuertemente cualquiera que sea la causa , o cuando la apertura al mercado se acompaña con la introducción de nuevas técnicas, se pueden modificar las reglas colectivas, o incluso abandonarlas. En efecto, "se trata en todo caso de una costumbre, ya que su violación no acarrearía ninguna sanción legal, y las sanciones, por severas que fuesen, no podrían proceder sino de los mismos comuneros" (Bourricaud, 1962: 109). 55 La particular topografía de los Andes Centrales hace que las superficies cultivables sean bastante más extensas en el piso de las rotaciones sectoriales que en alturas inferiores, donde el clima es sin embargo más favorable. Siendo en promedio el número de años de descanso, en estos barbechos sectoriales, el doble del de los cultivos (cuadro 2), sólo un tercio de estas extensiones cultivables puede realmente ser cultivado cada año. Es, pues, necesario precisar siempre de qué se trata cuando se habla de las superficies cultivables de que disponen las familias campesinas: a falta de tal indicación, muy numerosos datos publicados terminan siendo inutilizables. 73 3. Privatización y reducción del tiempo de descanso: ¿hacia un abandono del barbecho sectorial? La semejanza entre los sistemas de barbecho sectorial andinos y las rotaciones colectivas tri o cuatrienales que se usaban antiguamente en Europa, sugiere que la existencia de tales sistemas obedece a profundas razones. Pero también sugiere las mismas posibilidades de evolución. Las anteriores explicaciones podrían haber tenido mayor validez en el pasado, antes de los cambios actualmente en curso en la agricultura de las tierras altas andinas. Es sabido que el aumento de población, y el del carácter comercial de la agricultura pueden conducir a una disminución del tiempo de descanso de la tierra, lo que Esther Boserup (1965) llama intensificación agrícola. Hace cuarenta años, Mishkin afirmaba ya que, a causa del aumento de población, "las pastos de algunos años, es decir los campos en descanso, se han visto reducidos con el correr del tiempo" (1946: 428). Refiriéndose al norte del departamento de Potosí en Bolivia (Nº 7), Godoy (1984) describe el aumento del número de años de cultivo a expensas del descanso, sin modificación del número de sectores. Atribuye esta evolución, así como la intensificación en los sectores manejados individualmente, al crecimiento de la población, y sugiere igualmente que los impuestos han creado una demanda adicional en las cosechas de una superficie de terreno no extensible. En determinados aynuqa de la comunidad de Irpa Chico (Nº 9), en el altiplano (Carter y Mamani, 1982), se conserva el número de años del ciclo, pero hay familias que continúan cultivando uno o dos años más, en vez de dejarlos en descanso (cosa que hemos observado también en la isla de Amantani, en el lago Titicaca). Ello ha llevado a que, por ejemplo, en una de las rotaciones sectoriales, dos años de papas se alternen con cuatro de cebada; ahora bien, la gente designa este sistema con el mismo nombre de aynuqa, y [[114]] lo administra colectivamente de la misma manera que los otros: si bien hay otras fuentes que sugieren que podría darse lo mismo en otras partes (Painter, 1981), éste es el único caso, en toda la documentación estudiada, en el cual estamos seguros de que parcelas en cultivo continuo sin descanso forman parte de una rotación sectorial. La opinión de los campesinos interrogados por Carter y Mamani es que tales sistemas sin descanso, recientes y atípicos, se deben explicar como desgraciada consecuencia de la división de las tierras. En otros casos, se retira todo un sector del ciclo y es convertido en parcelas de gestión individual; en lo que queda del aynuqa correspondiente, sigue siendo igual el número de años de cultivo, pero el de años de descanso disminuye en una unidad. El problema es expuesto del siguiente modo por el hijo de un campesino de la comunidad de Ongoy (Nº 55), en la provincia de Andahuaylas: "la población ha aumentado mucho; en esta zona alejada de todo centro de trabajo, los campesinos deben dividir las parcelas entre sus hijos, los que una vez adultos solicitan tierras a la comunidad. Los laymes desaparecen así para que cada uno tenga su pequeña parcela. Hace 10 ó 20 años, cuando las decisiones de cultivar eran tomadas por la comunidad, la rotación en los laymes era: papas / tubérculos secundarios / cebada y habas / 7 u 8 años de descanso. Ahora, si bien se han roturado nuevos terrenos para ser puestos en laymes, el descanso sólo es de 3 años, como máximo. Después de uno o dos años de descanso, el arado de palo entra sin problemas, y ya no hay necesidad de chaquitaclla para voltear la hierba. La consistencia de la "champa" no es la misma que en un terreno que ha descansado durante ocho años y ha estado sometido al pisoteo de un mayor número de animales. Antes los laymes eran fundamentalmente terrenos de pastoreo. Ahora hay menos animales, porque ya no hay suficientes pastos para alimentarlos. 74 "Esto va paralelamente con la pérdida de los suelos. Entonces la gente, lejos de recomponer el suelo (cf. capítulo 4), va a lugares donde aún es posible cultivar, mientras que ya no es posible hacer descansar los terrenos que quedan. Poco a poco, para hacer leña, la gente desbroza las escarpadas laderas de las quebradas. Una vez desbrozadas, hace allí sus campos, que cultiva sin dejarlos descansar. De hecho, la gente se hace individualista, cada cual tiene su pequeña parcela y hace ahí lo que quiere. La chaquitaclla, cuya utilización exige el concurso de otras personas, es el símbolo de la organización colectiva para la producción cuando existen laymes que todos trabajan juntos. Todo tiende [hoy] a la desestructuración de las comunidades" (V. Chati, comunicación personal). Los omnipresentes conflictos por la tierra provocan a veces esta evolución: un sector entero puede ser retirado del sistema como consecuencia de la usurpación por un gran propietario (Orlove, 1976), o por otra comunidad (Godoy, 1984). El número de años del ciclo debe ser reducido de la misma manera que el de los sectores, lo cual se realiza normalmente a expensas del tiempo de descanso. Mayer (1977, 1983, 1985) ha propuesto una representación gráfica (fig. 55) de los diferentes mecanismos y etapas de la desintegración de los barbechos sectoriales en el valle del Mantaro (Nº 40 en la fig. 41)56: [[115]] "Esto sucede de varias maneras y en varias etapas sucesivas: (0) Sistema de barbecho sectorial tradicional sin modificar. (1) Aumentando el tamaño de cada sector para darle tierra a un número crecente de familias. Ello implica la eliminación de varios sectores, lo que también disminuye el número de años de descanso para cada sector. (2) Alargando el ciclo de cultivo sin cambiar el tamaño del sector, se producen más cultivos, repitiéndose algunos en la secuencia de rotación, a expensas de los años de descanso. (3) Ambos procesos se combinan para crear un sector más grande, aunque la comunidad ya no dictamina cómo, dónde o qué deberá sembrarse. Quedan solamente dos sectores (uno bajo cultivo y [[116]] otro en descanso), que alternan anualmente. En esta situación cada familia debe tener un mayor número de parcelas en cada sector, desde que todos los cultivos que necesita deben producirse en un solo sector. (4) La comunidad abandona cualquier reglamentación del uso de la tierra, y todo el territorio se parcela entre las familias. Las familias por su cuenta deciden los patrones de rotación (...) (5) Progresivamente se abandona el descanso entre cada ciclo de rotación. Esta secuencia de desintegración, que se basa en un proceso histórico, aporta también una representación geográfica de la situación actual, ya que las comunidades de la zona agro-ecológica baja comenzaron el proceso de desmantelamiento de sus sectores más temprano que las de las zonas intermedia y alta (fig. 55). 56 Causas contrarias producen evoluciones opuestas. Allí donde la población se estanca, incluso disminuye, por ejemplo en el valle del alto Cañete, cerca al valle del Mantaro, se mantienen los barbechos sectoriales; determinados sectores, antes abandonados a causa del éxodo rural, son reinsertados nuevamente en la rotación sectorial, para evitar su apropiación por una comunidad vecina (Mayer, 1978; M. Eresue, comunicación personal). Cerca del Cuzco, la población de Chacán reclamaba, hace veinte años, la restitución de los terrenos de la hacienda, para contar con pastos naturales y permitir la rotación de los cultivos (Sabogal Wiesse, 1966). "Muchas zonas que pertenecían antes a las comunidades, habían sido acaparadas por las haciendas, que las transformaron en pastizales luego de arrojar de ellas a los campesinos. Después de la Reforma Agraria, en algunas de esas haciendas, la población comienza a restablecer barbechos sectoriales colectivos (Mayer, 1983). 75 a b c d e f g h O A B Parcelas cultivadas Año 1 C D a b c d e f g h Descanso Año 2 Año 3 Fig. 55: Desintegración de los sistemas de barbecho sectorial (Mayer, 1983). Pero en la medida en que las explicaciones agronómicas ofrecidas más arriba sean correctas, parece muy difícil que esta evolución pueda llegar a su término en las alturas elevadas, pues hay dos razones que impiden sustituir allí el descanso pastoreado por el uso de abonos químicos: - como toda compra exterior, la de abonos no se puede justificar para los campesinos si no están seguros de vender el producto de la cosecha a un precio suficiente (cf. Cap. 6). Pues bien, en las alturas elevadas no están seguros ni siquiera de cosechar todos los años. - los abonos químicos no desempeñan otro papel que sí cumple el descanso pastoreado: proteger el suelo contra la erosión y lixiviación de los elementos nutritivos, y acumular materia orgánica papel cuanto más importante tanto más se hallan los barbechos sectoriales en pendientes pronunciadas. Los rendimientos se ven afectados muy pronto a causa de la sustitución. "Un agricultor comercial de Llacuaripampa (a 3,800 m) me dijo que él trató de usar fertilizantes en lugar de descanso pero que no tuvo buenos resultados."(Mayer, 1983: 119). A no ser que se transporte cada año desde la puna grandes cantidades de deyecciones animales, la supresión del descanso (a imitación de las zonas más bajas) no nos parece una solución viable: parece posible, en cambio, mejorar la productividad de los terrenos en descanso: - quizás utilizando abonos químicos (pagados con la venta de productos de la crianza de animales); - eventualmente, enriqueciéndolo mediante especies forrajeras más productivas, sembradas al mismo tiempo que el último cultivo de cereales para no aumentar la cantidad de trabajo; - en todos los casos, esperando que la cobertura vegetal se establezca bien, para emplearla como pastizal. Se han efectuado en diferentes regiones ensayos parciales que merecerían ser sistematizados, y que sus resultados se evaluaran y divulgaran. Una evolución opuesta se produjo en las comunidades de San Juan y Huascoy, en el valle de Chancay (Nº 58). Los cultivos de las rotaciones sectoriales se hallan ahí en franca decadencia; compiten en las ocupaciones y preocupaciones de los campesinos con las huertas comerciales bajo riego, situadas a 2,000 metros más abajo, al fondo del valle: "los trayectos son largos y el trabajo de roturar (después del descanso) penoso, y los comuneros han escogido: se desinteresan cada vez más de cultivos de rendimientos aleatorios" (Greslou y Ney, 1983: 171). [[117]] Ya sea que se mantenga bajo la forma de barbechos sectoriales, que evolucione hacia su intensificación con privatización, o al contrario hacia su abandono, el uso agrícola de las tierras más 76 altas no es aislado ni independiente: los mismos campesinos (o sus vecinos) explotan otros recursos, con otras técnicas, en otras altitudes. Las relaciones entre los diferentes pisos son a la vez de competencia y de complementaridad; y de acuerdo a que predomine una u otra, la evolución podrá ser muy diferente. El empleo complementario de diferentes pisos o medios ecológicos no sólo se encuentra en los Andes, lejos de ello. Pero tiene, y sobre todo tenía, características muy particulares, siendo una de las más importantes la ubicación de los centros de poder y de población a gran altura, justo en el límite inferior de las zonas de barbecho sectorial. Y no se puede comprender la lógica que guía a los campesinos actuales, si no se tiene en mente los antiguos modelos de complementaridad ecológica, tal como han sido descritos por el antropólogo J. V. Murra. Ello será objeto del próximo capítulo. 77 [[119]] Capítulo 3 Valorización de la diversidad ecológica [[120]] Introducción Pierre MORLON Como las civilizaciones precolombinas de los Andes no han dejado testimonios escritos, los más antiguos de que disponemos son los de los cronistas españoles de la Conquista - incluso anteriores a la seguridad de la victoria, y por tanto escritos cuando sus autores tenían otras preocupaciones. Así, durante su marcha a través de los Andes desde Quito hasta el Cuzco, los españoles habían notado que los indios "Vístense de vestidura de lana y plumas que hay muy gran abundancia de ganados y de allí se proveen los de la región caliente (...) No se crían frutos por la frialdad de la tierra, si no es en algunos valles hondos; los ríos no crían pescados; si algunos hay, críanse en lagunas dulces (...) provéense de todas estas cosas de los de la región caliente." (Miguel de Estete, [1535] 1968: 397). Inmediatamente luego de la toma del Cuzco en noviembre de 1533, Francisco Pizarro envió de allí a dos españoles en viaje de reconocimiento hacia el Sur, para "ver la provincia del Collao", es decir el Altiplano. A su regreso al Cuzco, después de cuarenta días, éstos presentaron su relación: "Es sierra muy alta y medianamente llana y con todo eso es sumamente fría. No hay en ella bosques ni leña para quemar, y la que se usa se consigue a cambio de mercaderías con los que viven cerca del mar, y también con los que habitan abajo junto a los ríos, que éstos tienen leña y se cambia por ovejas y otros animales y legumbres, pues por lo demás la tierra es estéril, que todos se mantienen con raíces, yerbas, maíz y alguna vez con carne (...) La tierra está bien poblada, porque no la han destruido las guerras como a las otras provincias (...) En medio de la provincia hay una gran laguna de grandor casi cien leguas, y la tierra más poblada alrededor de la laguna." (Sánchez de la Hoz, 1534). "Esta gente del Collao está poblada en una tierra fría alrededor de las lagunas (...) En todas estas provincias del Collao, Quillacas y Carangas no se da maíz ni trigo por la mucha frialdad de la tierra, sino unas papas a manera de turmas de tierra que siembran los indios en gran cantidad; cogen también unas raíces que llaman ocas que son largas de un dedo y más, y del gordor de dos; cogen también una semilla que llaman quinúa, que se cría en unos arbolillos como cenizos de España, sino que son más altos; es la semilla muy menudita; éstos siembran a sus tiempos y muchas veces se les hiela. Comen algún maíz de los valles que tienen a la parte de la mar del Sur, y otros que están en los Andes hacia la mar del Norte, de rescate con lana y ganados que tienen éstos mucho." (Pedro Pizarro, 1571). Se podrían multiplicar las citas para mostrar que desde los primeros meses de la Conquista los españoles observaron las bases de la problemática ecológica andina, comprendida mucho más tarde por el geógrafo alemán Carl Troll (1931, 1943, 1968) y analizada por J. V. Murra: [[121]] - las tierras altas frías se hallan densamente pobladas, a pesar del alto nivel de los riesgos climáticos (fig. 56); 78 - ello es posible, por una parte, gracias a las técnicas de conservación mediante el frío, y, por otra, a los "intercambios" con los valles cálidos; - la ganadería de altura desempeña en tales "intercambios" un papel preponderante (fig. 57) : "De esta manera (...) los collas llevaban en su ganado, para trocar con los parientes trasplantados, grandísima cantidad de quinua y chuñu, que son papas pasadas, y mucho tasajo, que llaman charqui, y volvían cargados de maíz y pimientos y frutas, que no las había en sus tierras." (Garcilaso, 1609, VII, 1). Fig. 56: Alpacas pastoreando en la puna (Ananea, Puno, 4400 m.s.n.m.). PM. Fig. 57: Transporte de leña a lomo de llama (Pomacocha, Andahuaylas, 3650 m.s.n.m.). PM. Las nociones de "utilización de un numéro máximo de pisos ecológicos" y de "archipiélago vertical", propuestas por John Victor Murra alrededor de 1970, han conocido luego un éxito considerable. Son una de las claves para la comprensión de las agriculturas andinas de ayer y de hoy; por eso hemos decidido presentar antes que nada los dos ejemplos a partir de los cuales Murra definió el modelo, y después el balance y las perspectivas que extrae quince años más tarde. 79 1. El control vertical de un máximo de pisos ecológicos y el modelo en archipiélago [[122]] John Victor MURRA (57) El universo andino fue concebido por sus habitantes como un conjunto de estratos ordenados "verticalmente" uno encima del otro. Al ascender a alturas más elevadas, los habitantes tenían que enfrentarse con cambios continuos de clima, fauna y flora. "Cualquiera sea la eficacia de su adaptación a las condiciones locales, ninguno de los cultivos andinos, solo o asociado, sobre dos o tres pisos de una vertiente, podría haber abastecido a una población importante o dado base a la formación de un Estado. Cualquiera fuera su tipo, la tierra era muy escasa; los buenos pastizales distaban mucho uno del otro... Mucho antes que los Incas, los pueblos andinos habían descubierto que sus mejores intentos locales de cultivo no bastaban, si querían evitar, en primer término, la hambruna, y llenar los graneros de sus señores y los de los dioses después. Para alcanzar una elevada productividad, sacaron partido de lo que los extranjeros consideran como desventaja: los bruscos cambios en las condiciones ecológicas, a veces a algunos cientos de metros de distancia. En los Andes, cada grupo humano, incluso pequeño o primitivo, debía pescar, recolectar y cultivar sobre diferentes estratos..." (Murra, 1981) A lo largo de la cordillera, las aldeas y etnias habían procurado siempre controlar el mayor número posible de micro-climas. Las regiones a las cuales no era posible llegar en un día de camino, o mediante migraciones estacionales, fueron pobladas por grupos de colonos permanentes, dedicados al pastoreo, a recoger sal o wanu (guano) y al cultivo de coca, maíz o ají. Los informes de las inspecciones (visitas) a las diferentes provincias del Perú, realizadas para el rey de España veinticinco años después de la Conquista, han permitido trazar las características de este modelo, propio de los Andes: 1.1. La "Visita" a la provincia de León de Huánuco por Iñigo Ortiz de Zúñiga en 1562. Los Chupaychu y los Yacha que habitaban en la zona alta entre los ríos Marañon y Huallaga (fig. 58) eran etnías pequeñas. Pero, aunque no constituían sino unos cuantos miles de unidades domésticas, controlaban a través de colonias permanentes varios recursos alejados de sus centros de mayor población. El carácter permanente de estos asentamientos nos ha sido revelado por la información contenida en las visitas : no se trataba ni de migraciones estacionales, ni de comercio, ni de transhumancia. La población hacía un esfuerzo continuo para asegurarse el acceso a "islas" de recursos, colonizándolas con su propia gente, a pesar de las distancias que las separaban de sus núcleos principales de asentamiento y poder. [[123]] Aunque no tenemos todavía una lista completa de los asentamientos periféricos de los Yacha o Chupaychu, sabemos que a tres días de camino hacia arriba, saliendo de núcleos serranos como Ichu, Marcaguasi o Paucar, pastaban sus rebaños y explotaban salinas (fig. 59). A dos, tres o cuatro días de camino abajo de los mismos centros de poder, tenían sus cocales, bosques o algodonales - todo esto sin ejercer mayor soberanía en los territorios intermedios : "Preguntado si los yndios que estan en la coca son naturales de la tierra... y de donde son naturales, [Xulca Condor, señor de todos los Quero] dijo que los tres yndios que estan en la coca de Pichomachay son el uno del pueblo Pecta otro de Atcor y otro de Guacar y que estan ( 57) Conferencia presentada en Mexico en 1972 y publicada en el tomo II de la Visita a la Provincia de León de Huánuco (1972). Selección y notas por P. Morlon. 80 puestos alli del tiempo del ynga y que estos se mudan cuando se muere la muger o cuando ellos se mueren ponen otro en su lugar y que en la coca de Chinchao hay otros dos yndios uno es del pueblo Rondo y otro de Chumicho..." Ortiz de Zúñiga [1562] 1967 : 43-44). Chupachos ros QueChu Huánuco a ch Ya pach os 0 km 50 s Océano Pacífico < 2000 m > 4000 m > 6000 m Fig. 58: Mapa de la región de Huánuco. Ya 13 años antes, en 1549, cuando con la captura de su líder Illa Tupa, siete años antes, había acabado la resistencia en la zona y había sido establecida la capital colonial de León de Huánuco, los visitadores enviados por La Gasca y coordinados por Domingo de Santo Tomás informaban que: "Este mismo día visitamos en un pueblo... que se llama Pichomachi siete yndios coca camayos son de todas las parcialidades de Chinchao Poma o de Marca Pare... [[124]] Este mismo día visitamos... en un pueblo que se llama Chinchao 33 yndios que son coca camayos de todas las parcialidades de los chupachos los cuales veinte de estos estan ya visitados en sus mismos pueblos donde son naturales..." (Ortiz de Zúñiga, [1549] 1967, t. I : 303-304). Multi-étnicos Jalca Pastizales Suni Tubérculos rebaños sal 3 días de camino Quechua Maíz Yunga Algodón, ají, madera, coca Chupaychu mono Q’eros étnicos Yacha 3 – 4 días de camino Multiétnicos Fig. 59: Esquema del "archipiélago" de los Chupaychu, etnía de 2,500 a 3,000 hogares, quechua-hablante. Vemos por lo declarado tanto en 1549, como en 1562, que el control de los cocales se ejercía a través de representantes provenientes de pueblos y grupos étnicos serranos, establecidos 81 permanentemente con sus familias en la ceja de selva. Arriba del núcleo, en las punas de Chinchaycocha, pastaban sus rebaños; en Yanacachi excavaban la sal. Todas estas actividades, ejercidas por colonos permanentes, "ya visitados en sus mismos pueblos donde son naturales", aseguraban a las comunidades y a los señores Yacha, Huamalli o Chupaychu el acceso a recursos que no se daban en la zona nuclear, donde quedaba el grueso de la población y el mando político. Este conjunto de nichos y pisos podría definirse como la variante local del modelo panandino de archipiélagos verticales: a) Mas allá del deseo de abarcar un máximo de "islas" en lo vertical, había siempre un núcleo de densa población, sede del mando político. El patrón de asentamiento preferido para los núcleos de Chaupiwaranqa los ubicaba generalmente de manera tal que sus habitantes podían regresar el mismo día de su maizal, debajo del pueblo, o del manay del año en curso, situado arriba de la población. Tal yuxtaposición de [[125]] los dos complejos agrícolas claves no es frecuente en la región andina: los manay rotativos, donde se cultivaban los tubérculos base de la alimentación, se encuentran con frecuencia separados de los maizales por grandes distancias. b) y c) Como ya indicamos, arriba del núcleo había por lo menos dos pisos donde funcionaban poblaciones Yacha o Chupaychu: las salinas de Yanacachi y los pastos en los alrededores de la laguna de Chinchaycocha. Una de las características imprevistas de tales colonias era que tanto la sal como los pastos eran compartidos con salineros, pastores y rebaños de otros grupos étnicos, algunos procedentes de distancias mucho mayores de sus respectivos núcleos que los Yacha o los Chupaychu. Es tentador predecir que tal "control vertical de un máximo de pisos ecológicos" no se refiere simplemente a una sola etnia, sino a una red de contradictorios reclamos, ajustes temporales, tensiones, luchas y treguas... d) Debajo de los maizales, los Yacha y los Chupaychu controlaban algodonales y chacras de uchu (ají): la gente de Achinga "tienen tierras abajo en el valle de Cayra y alli tienen tierras para algodonales" (t. I: 188). Los de Atcor, tan serranos como Rondo o Achinga, declararon que en Cayra "se dan algodon trigo y maíz y ají y mani y zapallos y camotes [...] y frijoles y alli tienen muchas tierras" (t. I: 193). Igual que las salinas o los cocales, las chacras de algodón o ají eran multi-étnicas y necesitaban gente residente para cuidar los intereses de cada grupo que compartía los recursos. Pero aparece una diferencia: donde los rebaños o los bosques requieren de unidades domésticas completas y permanentes, los algodonales, quizás por su proximidad a los núcleos de los Quero, recibían el cuidado de "viudas". Las casas 315 y 316 del pueblo Oxpa estaban vacías el día que los inspeccionó Iñigo Ortiz; las viejas de quienes eran se encontraban en los algodonales. Notemos que una de ellas no era una "vieja" cualquiera sino "la madre del dicho principal" e) Más abajo de los algodonales, llegamos a la ceja de selva. La ocupación de esta zona era la que mostraba mayor diversificación étnica y social. En Pomaguaci, "estan cinco yndios los dos de Paucar Guaman y los dos de Marca Pare y uno de Chinchao (t. I: 302). En Uras, "seis yndios los dos son de la parcialidad de Paucar Guaman y otros dos de Chinchao [...] son coca camayos" (p. 301). Aparte de estos Chupaychu y de los Yacha enumerados arriba por Xulca Condor, había en la zona cocales y kuka kamayoq de otros grupos étnicos más distantes, como los Yarush, cuyos núcleos quedaban en lo que hoy es Pasco. Este carácter multi-étnico se encuentra en casi todos los asentamientos. f) Los bosques. El control de las fuentes de madera y de otros productos de la selva, como la miel, puede haber dependido de un régimen semejante a los anteriores, aunque la escasa información de la visita de 1562 no lo permite afirmar. Los pocos detalles que tenemos provienen de la visita de 1549, en la cual los cocales y las explotaciones de madera parecen muy cercanas. En un solo día, el 5 de agosto de 1549, Juan de Mori y sus acompañantes afirman haber visitado no sólo los cocales de Pomaguaci sino también Conaguara, "que es de carpinteros de la parcialidad de Chinchao Poma y de Marca Pare tiene 16 casas y en ellas 14 yndios". "Carpinteros" era una traducción literal y burda de un término andino, quero camayos, que designaba a los artesanos residentes en la selva, los cuales cortaban árboles y confeccionaban platos, vasos y demás objetos de madera. 82 [[126]] En resumen, el primer caso de "control vertical" reúne las características siguientes: - se trata de sociedades demográfica y politicamente pequeñas, de 500 a 3,000 unidades domésticas, o sea de 3,000 a un máximo de 18,000 a 20,000 almas; - los núcleos de población y poder, que a la vez eran centros de producción de los alimentos básicos, se ubicaban en Chaupiwaranqa y en el alto Huallaga, por debajo de los 3,200 metros. Núcleos como Cauri, a 3,700 metros, en el alto Marañon, eran excepcionales en territorio Yacha o Chupaychu; - Sus zonas periféricas estaban pobladas de manera permanente por asentamientos ubicados tanto por encima como por debajo del núcleo. Estas colonias periféricas, siempre multi-étnicas, eran pequeñas, algunas veces simplemente tres o cuatro hogares por cada "parcialidad"; no se aventuraban más allá de tres o cuatro días de camino del núcleo; sus moradores conservaban sus "casas" y demás derechos en su núcleo y etnias de origen. 1.2. Los Lupaqa en la ribera suroeste del Lago Titicaca. El reino Lupaqa, que Garci Diez de San Miguel inspeccionó en 1567 por orden del gobernador Lope Garcia de Castro, no era sino uno de los tantos reinos lacustres de habla aymara en el Altiplano (fig. 60). Ha adquirido notoriedad porque los Lupaqa no fueron encomendados* a ningún aventurero europeo, sino que fueron puestos "en cabeza de su Majestad" y como tales llegaron a ser objeto de mil informes. CUZCO A CANCHIS CANAS CANCHIS m COLLAS CANAS COLLAS a z o Lac Titicaca LUPACAS n ia PACAJES CHARCAS PACAJES SORASUMA CHUIS QUILLACAS CARACARASURCU CARANGAS Océano Pacífico CHICHAS Salar de Uyuni 100 km Fig. 60: Los señoríos aymaras (mapa establecido en base a la lista de los mitayos de Capoche) (Bouysse-Cassagne, 1978). [[127]] Según el khipu presentado por los señores Lupaqa en respaldo de su testimonio, los pobladores del reino habían sido unas 20,000 unidades domésticas (58), es decir 100,000 y quizas hasta 150,000 almas. Comparando éste con el primer caso examinado arriba, vemos que se trata de un notable cambio de escala, casi 10 por 1. Y lo demográfico no es sino síntoma de profundas diferencias económicas y politicas. (58) "Parece por el dicho quipo que todos los yndios que había en el dicho tiempo del ynga son 16,151 yndios aymaraes y 4,119 uros que son por todos 20,270 yndios" (p. 66). Durante la visita de Garci Diez, 35 años más tarde, se enumeraron "indios varones tributarios... 11,658 aymaraes y 3,782 uros" (p. 206). 83 Una etnia de más de 100,000 habitantes puede movilizar un número de colonos periféricos mucho más grande que las 4 ó 16 unidades domésticas que observamos en Huánuco. Estas colonias pueden estar enclavadas a distancias mucho mayores del núcleo: a cinco, diez y hasta más días de camino. Los Lupaqa tenían oasis en la costa del Pacífico, desde el valle de Lluta en Arica hasta Sama y Moquegua (fig. 61). Allí cultivaban su algodón y maíz; recolectaban wanu, sin hablar de otros productos marinos. Como parte integrante de su inspección, Garci Diez bajó del Altiplano para visitar los oasis y los incluyó en su "parecer" dirigido al gobernador y a la audiencia. [[128]] El uso de los oasis era multi-étnico, parecido al aprovechamiento de las zonas periféricas en Huánuco: los Pacaxa, otro reino lacustre aymara-hablante, tenían posesiones en la costa del Pacífico, al parecer intercaladas con las de los Lupaqa (Jiménez de la Espada, 1965, t. I : 338) (fig. 62). De igual modo que en Huánuco, los colonos establecidos en los asentamientos periféricos seguían siendo enumerados en los núcleos y no perdían sus derechos allí. Cuando Garci Diez quiso saber las "causas por donde no hay ahora tantos yndios como en el tiempo del ynga", Cutinbo, "gobernador que ha sido de los yndios de esta provincia", dijo "que cuando se visito la dicha provincia por el ynga se visitaron muchos yndios mitimaes que eran naturales de esta provincia y estaban [...] en muchas otras partes [...] y que con todos estos eran los veinte mil yndios del quipo y que los dichos mitimaes como se encomendaron los repartimientos donde estaban se quedaron allí y nunca más se contaron con los de esta provincia" (Garci Diez, [1567] 1964 : 170). minerales 3-5 d Tu pe bé r to sc pa culo tora a st s s iza , ce les rea le s A Bi-étnico De sie rto 0 5 -1 d s ía 1 m a aíz alg jí od c gu oca ón an Pluri-étnicos o 10-15 días 5-1 0d minerales m az Altiplano on ia maíz coca madera pesca Fig. 62: Esquema del "archipiélago" de los Lupaqa, etnía de 20,000 hogares aymara-hablantes. 84 Am az on ia Lupacas Pacajes Omasuyos Collas Multiétnicos 0 50 km Fig. 63: Colonias étnicas del Altiplano en Larecaja (Saignes, 1978). Los reinos de aymara-hablantes del Titicaca extendían su control no sólo hacia el Pacífico, sino también en la ceja de selva y más allá. Según el informe de Garci Diez, los Lupaqa cultivaban cocales y explotaban bosques en Larecaxa, en territorio hoy boliviano. En la lista de "islas" lupaqa ubicadas al este del Altiplano (Capinota, Chicanuma,...) se mencionan otros recursos y "pueblezuelos" a tan grandes distancias del Lago que, al dibujar por primera vez el mapa (fig. 61), no nos atrevimos a afirmar que las poblaciones identificadas con estos nombres en los mapas modernos eran las mencionadas en la visita. El arqueólogo Carlos Ponce Sanginés, con quien consultamos el asunto, opinó que tales identificaciones eran probablemente correctas a pesar de las distancias (59). En la visita de Chucuito, el visitador no inspeccionó casa por casa; la información que ofrece es mucho más superficial que la de Iñigo Ortiz. Un ejemplo: [[129]] "Provei que dentro de un año mudasen este pueblo [Chicanuma] una legua de allí que es parte sana y de buen temple que es donde ellos iban a hacer sus sementeras de maíz [...] desde allí podran ir a beneficiar con facilidad las chacras de coca" (p. 243) Más allá de las colonias cuya ubicación fue de carácter netamente ecológico, es útil anotar que en el reino Lupaqa ya hubo otra categoría de "islas": las que concentraban artesanos especializados. Los olleros vivían en Cupi, los "plateros" en Sunacaya. El uso de la arcilla y del cobre (como el de la sal en Huánuco) podría caer dentro del patron multi-étnico. Ninguno de los pueblos declarados por los señores de las dos "mitades" lupaqa coinciden entre sí, con excepción de las "islas" artesanales, lo que se debe probablemente a la necesidad de estar a proximidad de la materia prima (Diez de San Miguel, [1567] 1964: 297-298). Dado el hecho que los Lupaqa no fueron sino uno de varios reinos lacustres, cabe preguntarse ¿cuál fue el efecto, no sólo en la costa, sino al interior del continente, de este método para alcanzar multiples ecologías a través de colonias permanentes a largas distancias de los núcleos? Si todos los reinos altiplánicos tenían "sus" cocales, "sus" islas para wanu, "sus" bosques con "sus" q'erukamayoq, el mapa étnico de la región andina debe dibujarse con multiples pinceles y con criterios distintos a los que se usan en otros continentes, donde etnias y territorios suelen coincidir... En resumen, este segundo ejemplo de "control vertical" nos presenta con el primero los siguientes contrastes: (59) El lector interesado en las confirmaciones arqueológicas del modelo en archipiélago podrá consultar a las publicaciones originales de Murra, así como a la de Dillehay (1979). Después de la conquista española, las migraciones continuaron, bajo otras formas y por otras razones; los censos efectuados en Larecaja en 1645 y 1684 indican respectivamente 3,194 y 4,378 tributarios originarios de la provincia de Chucuito (Saignes, 1987b) (fig. 63). 85 [[130]] a) se trata de sociedades en otra escala, las estructuras políticas lacustres podían incorporar 100,000 y más habitantes bajo un solo dominio (60); b) los núcleos de población y poder, que a la vez eran centros de cultivo y conservación (deshidratación por el hielo) de alimentos básicos, eran cercanos a las zonas de pastoreo en gran escala, a más de 3,800 metros de altura; c) sus colonias periféricas, pobladas de manera permanente al igual que las de Huánuco, se ubicaban tanto al oeste, en los oasis e islas del Pacífico, como al este del Altiplano; podían estar ubicadas a distancias mayores (hasta diez y más días de camino del Titicaca); podían llegar a centenares de "casas" (nunca más de veinte en el caso de Huánuco); de igual manera que en Huánuco, sus moradores se seguían considerando como pertenecientes al núcleo y se supone que conservaban allí sus derechos; suponemos también que eran multi-étnicas; por fin, algunas de las "islas" correspondían a recursos minerales (cerámica, minerales metálicos). 2. Quince años después: balance de la noción de archipiélago John Victor MURRA 61 2.1. Centros de alta altitud e intercambios verticales. La complementariedad ecológica, es decir el control simultáneo por una sola etnia de diversos territorios ubicados en pisos ecológicos alejados entre sí, surgió como una posible explicación del éxito andino antes del cataclismo de 1532. Pertenece a una categoría de explicaciones que con el tiempo parecen obvias; hay quien dice ahora que la complementariedad en archipiélago era y es universal en las regiones serranas. Quisiera volver aquí a mi pregunta inicial: [[131]] Dada la dispersión geográfica de los territorios de muchas etnías andinas, ¿cómo explicar que durante siglos, y quizás milenios, la sede del poder y la más alta densidad de población se ubicasen por encima de los 3,200 metros de altura? ¿Cómo explicar la elección de tales sitios por parte de sociedades pre-industriales? (60) G. Martinez (1981: 270-274) muestra como las informaciones de la "Descripción de las tierras de la antigua provincia de Chucuito", realizada en 1685, apoyan a la idea que las tierras explotadas por los diferentes ayllus se interpenetraban en el seno mismo del núcleo altiplánico (el término empleado desde esta época es "salpicado") : "el criterio básico, se puede entender, no es la territorialidad sino el control de recursos complementarios mediante una pauta de dispersión que permita el más alto grado de seguridad ante las severidades del medio, junto a un ideal de autosuficiencia que implica el acceso de cada ayllu (en este caso) a todos los recursos posibles y necesarios, dentro del ecosistema. La dispersión territorial del ayllu se hace, así, indispensable: el resultado es un espacio "salpicado" por unidades discretas, que son las tierras de los diversos ayllus, que se interdigitan entre sí, imposibilitando una delimitación continua. [...]. El resultado, puede verse, es una reproducción al interior del área nuclear de la misma figura con que Murra caracteriza las islas multi-étnicas periféricas. La imagen del "archipiélago" se hace asi tambien válida para los núcleos. La idea aquí es que por la lógica misma de la utilización del espacio, se produce una homologación (casi isomorfismo) de las estructuras a todos los niveles. [...] Han implicado necesariamente una gran movilidad de la gente común por todo el territorio". Veremos, en lo que sigue de este capitulo, así como en el capitulo 6, que esta pauta es todavía asombrosamente válida en nuestra época, después de todos los trastornos de la historia. 61 Traducción, reducción y puesta al día en 1986-1990, del texto "El 'Archipiélago vertical' revisited", publicado por la Editorial de la Universidad de Tokio, en : "Andean Ecology and Civilization. An interdisciplinary Perspective on Andean Ecological Complementary". El fin del parágrafo 3.2.5. ha sido tomado de los Comentarios de J. V. Murra a un artículo de A. Fioravanti-Molinié, "Contribution à l'étude des sociétés étagés des Andes: la vallée de Yucay (Pérou)" (Études Rurales, 1975). Los títulos de los parágrafos y las notas han sido añadidos por P. Morlon. 86 Muy tempranamente en la historia andina, algunos de esos pisos ecológicos tan altos debieron presentar interés, por ejemplo para las etnias de pastores de llamas y alpacas (Flores Ochoa, 1968, 1977). Otra consideración podría ser la más fácil defensa de las altas montañas durante los períodos de awqa runa, de guerra continua (Wamán Puma [1615] 1980: 63-65; Hyslop, 1979). Creo sin embargo que tales explicaciones son de menor importancia frente al fenómeno central que retiene la atención de quien estudia los Andes: una población densa, en sociedades pre-industriales, es siempre un signo de éxito. Así la pregunta que se plantea de inmediato es: ¿cómo explicar tal densidad demográfica y tal éxito en las condiciones de la puna (estepa de altura)? La explicación parece encontrarse en la elevada productividad de las economías andinas, y no en las características de una u otra zona o región. Pero aun si se acepta esta explicación estructural, es preciso insistir en el hecho de que la puna ofrece ventajas invisibles al ojo europeo : fue en la puna donde, muy temprano, los habitantes "domesticaron" el hielo que permite la deshidratación de los tubérculos (ch'uñu) y de la carne (ch'arki). El almacenamiento masivo de estos alimentos fácilmente transportables fue la condición de un desarrollo macro-económico y no solamente campesino.62 63 Me parece difícil sobrestimar la importancia del almacenaje como elemento clave para la comprensión de las economías serranas en los Andes. En épocas relativamente recientes, pero siempre anteriores a la Conquista, el almacenaje como alta política del Estado (Morris, 1981) me parece vinculado a la ausencia en los Andes de plazas de mercado o de negociantes como los pochtecas de México (Sahagún, [1547-77] 1956, libro IX). Tampoco hubo aquí una tradición oral de hambrunas como las que cita KATZ (1972) en el caso de América Central64. La tarea que tenemos por delante consiste en describir tales "ausencias" en términos que no sean meramente negativos: si no hubo "tributo", en el sentido habitual del vocablo, en las economías en archipiélago, ¿de dónde provenían los ingresos de las autoridades étnicas? Y si no había ferias ni negociantes, ¿cómo se realizaban los intercambios? Admito que para muchos observadores la articulación de estas preguntas con la complementariedad ecológica no parezca evidente. Ya en 1973 señalaba yo que existen regiones actualmente consideradas como "andinas" (desde el punto de vista cultural), pero en las que, incluso antes de 1532, no encontramos una explotación en archipiélago del medio, y donde, en cambio, ciertos intercambios eran realizados por profesionales (Murra, 1976-1978; cf. Hartmann, 1968; Oberem, 1978; Salomon, 1980, 1986). Otros han subrayado el hecho de que las sociedades que tenían su centro en la Costa presentaban formas de organización diferentes (Rostworowski, 1977, 1978; Dillehay, 1979). Otras investigaciones efectuadas a lo largo de estos quince años sugieren otros límites geográficos o estructurales para el modelo; supongo que se proseguirá con esos esfuerzos. [[132]] Personalmente desearía concentrar la investigación en los logros culminantes del mundo andino: las sociedades de puna entre Cajamarca, en el norte del Perú, y Jujuy, en el extremo septentrional de la Argentina. Fue a lo largo de esos 2,300 kilómetros que florecieron tanto Chavín como Wari, el Cuzco y Tiwanaku, los Lupaqa y los Yaru, los Qharaqhara/Charka como los Chanka y Wanka (fig. 3). Fue en esa región que, siglo tras siglo, surgieron grupos étnicos y señoríos en cuyo éxito el acceso complementario en archipiélago a diferentes pisos ecológicos desempeñó un papel decisivo. 62 Para Troll (1968: 33), "es un hecho establecido que sin la invención de la conservación de tubérculos, no habría habido en esas elevadas alturas ninguna civilización superior como fueron las de Tiahuanaco y la de los Incas." Por otra parte, las pérdidas en el almacenaje se reducen con la altura a la cual se efectúa (Yamamoto, 1982: 50). 63 Se puede establecer una analogía con el desarrollo de la ganadería permitido por el reporte de stocks forrajeros para el invierno (heno, ensilaje) en otras regiones del mundo. 64 No hambrunas, pero sí la preocupación permanente del hambre entre las cosechas: cf. Guamán Poma, [hacia 1615] 1936, pp. 241 y siguientes. 87 2.2. Algunos precursores. Creo útil recordar que una gran parte de la información relativa a las actividades productivas y a los intercambios, empleada para elaborar la teoría de la complementariedad ecológica andina, ya era accesible antes de 1972. Ya Hermann Trimborn en 1923-24 y Louis Baudin en 1928 utilizaban una gran parte de los datos indispensables: quizás las inspecciones administrativas de los años 1560 eran las únicas fuentes importantes todavía no publicadas. Ambos estudiosos se dieron cuenta de que en los Andes se realizaban intercambios de una región a otra, de arriba a abajo y a la inversa, bajo el control de las autoridades étnicas. Uno de ellos, de hecho, habla de "comercio vertical". Tal caracterización no constituye un error sobre los hechos del intercambio, sino de interpretación: a pesar del "Ensayo sobre el don" de Marcel Mauss, y la "kula" descrita por Malinowski, aún se confunden las numerosas variantes de los intercambios precapitalistas con la compra-venta. Más allá de Trimborn y Baudin, conozco por lo menos un estudio independiente que, antes de 1972, explicaba la existencia e importancia de la complementariedad en los Andes: se trata del de Ramiro Condardo Morales en su libro "El escenario andino y el hombre" (La Paz, 1970-71). En su último capítulo, Condarco habla de "grandes zonas simbióticas" que hacen posible adaptaciones a gran escala, obteniéndose la complementariedad por medio de la ocupación física del territorio: "...las zonas simbióticas estructuradas desde la altiplanicie o desde los valles microtérmicos con zonas de ocupación situadas a ambos lados de los Andes, es decir en la costa y en la montaña (...) fueron las más importantes de todas, puesto que crearon "zonas transversales de complementación," primariamente aisladas, en orden de sucesión longitudinal, pero continuamente extendidas unas tras otras a lo largo de los Andes Centrales... En los factores de solidaridad creados por tales procesos de inter-relación, radica en gran parte la base de la total unificación social centro-andina. Así, a la macro-adaptación predominante a lo largo de las zonas transversas de complementación, fiscalizadas desde las tierras altas (...) sobrevino a la postre (...) un proceso de sobre-macro-adaptación (...) en sentido de las longitudes, proceso que tuvo la virtud de unir las zonas simbióticas transversas relativamente aisladas en un todo socio-político unificado, donde las bases ecológicas y económicas (...) fueron la base o el secreto de la constitución de las grandes estructuras políticas, especialmente encarnadas por Tiwanaku o el Imperio Incaico." (1970-71: 554; 1978: p. 69). Desgraciadamente, no descubrí esta obra sino en 1975, y Condarco tampoco conocía a su vez los informes de la inspección de los Lupaqa, publicados en el Perú en 1964. En "Arqueología y etno-historia: hacia una visión totalizadora del mundo andino", Ana María Lorandi (1980) va mucho más lejos de lo que me atrevía en 1972. Ella sugiere, en efecto, que es tal vez en las tensiones y conflictos por la hegemonía, inherentes a los [[133]] sistemas de archipiélagos dispersos, donde se halla "la raíz de la formación de los horizontes pan-andinos."65 2.3. Andes centrales y Andes septentrionales : la puna y el páramo. Para cerrar este tema, quisiera regresar a la pregunta tan fértil formulada por Gerardo ReichelDolmatoff en 1959 en México: ¿por qué no hubo en el norte de los Andes estados o "reinos" como aquellos que surgieron en los Andes centrales y meridionales? pregunta que ya Cieza de Leán se había planteado hace más de cuatro siglos. Es útil recordar aquí los comentarios del geógrafo alemán Carl Troll (1931 y 1968), el cual, al estudiar la historia de las sociedades serranas de la América del Sur, advirtió que había una profunda diferencia entre los Andes de la puna, estepa de altura seca, y los del páramo, estepa de altura 65 La arqueología andina hace alternar "períodos" en los que cada pequeña región tenía una cultura diferente, con "horizontes', homogéneos en grandes extensiones geográficas, y que corresponden a las civilizaciones Chavín, Tihuanaco-Huari, y al imperio Inca (fig. 3). 88 húmeda (cf. más recientemente Salomon, 1986: 21-29 y 42-44). Las guerras endémicas constituían obstáculos en ambas zonas; para comprender las diferencias, debemos reconocer que lo que resultaba inhibitorio en el páramo, podía ser percibido de manera muy diferente por las poblaciones de la puna: una multiplicidad de ambientes contrastados, relativamente cercanos a la puna, pasan a ser una ventaja, una fuente potencial de riqueza, y ya no un obstáculo. La diferencia decisiva radica sin duda en la posibilidad, ofrecida por la puna y no por los páramos, de deshidratar los tubérculos y la carne, y conservarlos por un largo período: "En los Andes ecuatoriales de Colombia, de Ecuador y de Venezuela, la zonación vertical de la agricultura y de las heladas es muy diferente [de la de los Andes Centrales]. Tanto el límite superior de la agricultura (3,500 metros) como el límite inferior de las nieves perpetuas (4,500 metros) son más bajos que en Bolivia, pero sobre todo las heladas nocturnas no ocurren sino por encima del límite superior de la agricultura [por la humedad del aire y la nubosidad, mucho más altas]. En consecuencia, la producción de chuño no sólo resultaba imposible, sino que tampoco era necesaria. Gracias a temperaturas constantes, y a una humedad siempre alta, se puede sembrar, plantar y cosechar a lo largo de todo el año. No había, pues, necesidad de almacenar alimentos para una estación no productiva. Pero al mismo tiempo faltaba un estímulo para el desarrollo de una civilización superior" (Troll, 1968: 33). 2.4. Resistencias campesinas e historia colonial No quisiera concluir estas observaciones retrospectivas sin comentar el gran esfuerzo realizado por los etnólogos que han tratado de ubicar lo que subsiste en nuestra época de los archipiélagos precolombinos. Es de notar que a pesar de las presiones ejercidas contra todo lo que era andino a través de los últimos 450 años, bajo los regímenes colonial y republicano, encontramos todavía en los campesinos andinos una preferencia por la ubicación complementaria de sus chacras en diversos pisos ecológicos, a veces a varios días de camino de su casa. Existen observaciones, cuidadosamente verificadas, sobre grupos humanos de altura que [[134]] han conservado su acceso a los valles bajos, de lo cual son un ejemplo, entre otros, los habitantes de Cuyo-Cuyo (Camino, 1978 a y b, 1982; Camino et al., 1981). Creo que sería útil establecer un catálogo de los lugares y poblaciones en los cuales los esfuerzos foráneos de crear reducciones y comunidades bien delimitadas, no han tenido éxito. La ley boliviana de Reforma Agraria de 1953 resolvió que las "valladas", tierras de los valles cálidos todavía en manos de campesinos, eran "haciendas" (asimilándolas de este modo, legalmente, con las grandes propiedades de dueños ausentistas), y sujetas por tanto a confiscación y expropiación. Sin embargo, como constataron Harris (1978), Platt (1982a) y Saignes (1985), hay todavía regiones en las que los ayllus serranos continúan defendiendo hasta hoy su derecho a vivir practicando el "doble domicilio", uno en altura y otro en parte baja. Harris demostró que ciertos grupos de edad son más propensos que otros a aprovechar estos derechos, y Platt examinó las maniobras legales y fiscales empleadas por los habitantes del norte del departamento de Potosí para proteger sus valladas. Estos recientes avances en el conocimiento y comprensión de las sociedades andinas se dan porque ahora los etnólogos dominan una de las lenguas indígenas, viven por varios años en la zona rural que estudian, y que a menudo se interesan en la dimensión diacrónica de la vida en los Andes, y, por lo tanto, en la investigación en los archivos (Núñez del Prado, 1957 y 1984; Fonseca, 1973; Platt, 1978 y 1982a; Harris, 1978 y 1985). Tales trabajos se han visto facilitados por el hecho de que en materia de conocimientos no tenemos ya que saltar por encima del vacío que separaba la invasión española de 1532 de la vida contemporánea en los Andes. El espacio histórico relacionado con la población autóctona entre esos dos extremos cronológicos se va llenando. La promesa de una historia andina (Pease, 1978, 1980), más allá de lo que temporalmente hemos llamado "etno-historia", nos parece un adelanto efectivo. Las consecuencias de las encomiendas, y luego de las reducciones; la temprana aparición de haciendas en 89 las yungas productoras de coca (Saignes, 1985); los esfuerzos de las repúblicas andinas para comercializar las tierras: todos estos temas han sido objeto de estudio (cf. más adelante, 3.3). Esta investigación histórica verifica la lenta pero continua erosión de las fuentes de riqueza específicamente andinas. En el curso de estos cuatro siglos y medio, el archipiélago de asentamientos múltiples, coordinados desde la puna, ha sido cercenado hasta el punto de desaparecer en ciertas regiones; y allí donde sobrevive apenas si es perceptible tras de los territorios delimitados y de una sola pieza de las comunidades legalmente reconocidas. Es sin embargo notable que, hasta nuestros días, ciertos intercambios regionales sigan la ruta de las antiguas caravanas que unían las "islas" de los "archipiélagos". César Fonseca observó que los viajes de los serranos de Cauri, a 3,900 metros de altura, en el Alto Marañón, los llevaban todos los años al valle llamado Chaupi Waranga, cruzando la Cordillera. Allí, en un asentamiento llamado Yacan, los habitantes de Cauri poseían sus propios maizales hasta comienzos de nuestro siglo. Y, a pesar de que ahora han perdido el control de sus antiguas chacras, los intercambios que actualmente efectúan con este valle no se rigen en absoluto por los precios vigentes en el comercio.66 [[135]] 2.5. Regresión del modelo y calendarios de trabajo. No me parece haber duda de que la búsqueda de complementariedades en la utilización del trabajo entre diferentes ciclos culturales agrícolas, explicadas por Golte (1980, cf. más adelante, 3.5), tuvo que ver con la aparición de los archipiélagos, hace muchos siglos. La arqueología ha demostrado que la trashumancia existía en los Andes mucho antes de la aparición de la agricultura: cuando ésta se desarrolla, las diferencias entre ciclos de cada cultivo permiten la acumulación de actividades productivas, y una redistribución de recursos geográficamente separados. Pero es conveniente distinguir las complementariedades antes y después de la creación de "islas periféricas" habitadas de modo permanente: en el segundo caso el archipiélago no depende ya del calendario de los trabajos agrícolas, como se ha observado en los dos ejemplos del comienzo de este capítulo. Cuando la instalación permanente de los Europeos hizo difícil, y luego imposible, conservar los "archipiélagos", se produjeron retrocesos hacia instalaciones más rudimentarias, en las que la complementariedad de los ciclos agrícolas retomó importancia, ya que se trata de las mismas personas que se desplazan de un piso ecológico a otro a lo largo del año. La complementariedad ecológica sigue siendo un ideal andino, en el sentido que muchos grupos étnicos en los Andes siguen convencidos de su utilidad, aun cuando ya no la practican. Estos hombres saben cuánto se opone la visión dominante del "progreso" a que la complementariedad vertical sea una realidad eficaz. Los siglos de colonialismo, el régimen bolivariano 67, y las actividades contemporáneas de agrónomos y planificadores de las cinco repúblicas habitadas por poblaciones andinas, han dejado sus huellas. Hoy en día es más bien la aldea y no el grupo étnico entero quien controla las lejanas "islas" que producen la madera, el maíz, la hoja de coca y la fruta. Por doquiera se ha reducido la escala de las operaciones escalonadas y las distancias por recorrer. En 1970 Flores Ochoa encontró que solamente el 10 % de los habitantes de Juli e Ilave (en las márgenes del lago Titicaca, a casi 4,000 metros de altura) conservaba todavía sus pequeños terrenos en la vertiente occidental de los Andes, hacia la costa del Pacífico. Van allá en camión, y hoy nadie se queda allí durante todo el año. Todos creen acordarse de que la mayor parte de esas tierras fueron perdidas por sus padres o abuelos, obligados a vender fuentes de recursos situadas a 10-15 días de camino, y que se había conservado "desde siempre." A pesar de los camiones, la distancia se ha hecho más larga... 66 Notaremos que los Lupaqa, y sin duda otros grupos vecinos, explotaban "islas" en un territorio actualmente repartido entre tres repúblicas: Perú, Bolivia y Chile. Ello alumbra con luz particular el muy voluminoso contrabando que hoy se realiza entre los tres países, "contrabando" que es continuación, a través de fronteras artificiales, de relaciones económicas muy antiguas en el interior de cada "archipiélago". 67 Un decreto de Simón Bolívar en 1824 abolió la utilización colectiva de las tierras, para no reconocer sino la propiedad individual. 90 Antoinette Fioravanti (1975) ha notado precisamente que los campesinos no eran los únicos apegados a este modelo: "La colonización de la región baja y tropical por las grandes propiedades ha seguido, de alguna forma, un modelo vertical," dice ella. Una empresa moderna de 250 ha., que produce maíz, "posee igualmente la hacienda Huaypo (100 ha.), donde cosecha papas." Los trabajos de Katherine Barnes, investigadora de la Oficina de Reforma Agraria de Bolivia, confirman estos resultados. Durante siglos las haciendas han tratado de establecer valladas que les pertenezcan en los valles cálidos de los yungas de La Paz, o en Cochabamba. Irónicamente, cuando la reforma agraria alcanza el nivel local en las cinco repúblicas, confisca no solamente las "islas" de las grandes propiedades, sino también las que las comunidades habían logrado conservar desde 1532. Tanto Jesús de Machaca como [[136]] Irpa Chico, dos localidades muy bien estudiadas, han tratado de conseguir en los tribunales la anulación de las medidas por las cuales agrónomos y otros funcionarios concedieron, en nombre de la reforma, títulos de propiedad a vecinos colindantes de las "islas" tropicales, a pesar de que éstas habían sido explotadas "desde siempre" a partir de las alturas. La ley y la mentalidad que animan la reforma agraria están tan imbuidas de resistencia contra los "ausentistas," que la milenaria complementariedad entre los diversos pisos de los Andes es combatida como retrógrada e ineficiente. Con ocasión del seminario sobre los "reinos lacustres" organizado en 1973, con investigadores chilenos, peruanos y bolivianos en los alrededores del lago Titicaca, se halló numerosos ejemplos de comunidades que, hace muy poco, habían perdido (y no a manos de los latifundistas) zonas algo alejadas pero muy útiles al agricultor andino, y sobre las cuales poseían títulos que datan del siglo XVIII, del XVII y a veces incluso del XVI. Un detalle: A. Fioravanti habla de la necesidad de "diversificar la producción," como explicación del modelo. La percepción local - la etno-ecología - añade siempre la diversificación de los riesgos. Me acuerdo aún de las víctimas del sismo de 1970 en el Callejón de Huaylas, que recibían el socorro de los equipos internacionales. Las víctimas aceptaban de buen grado toda ayuda útil para reconstruir sus casas. Pero, al ver mi confusión, me tranquilizaban: las cosas podrían haber sido peor, ya que la casa situada en el "piso" del maíz estaba intacta. Incluso en un solo piso, según constata César Fonseca, se prefiere tener varios terrenitos, pues se puede abrigar así la esperanza de escapar a las consecuencias de las granizadas locales, de los parásitos, del robo... (cf. más adelante, 3.6). 91 3. Del archipiélago etnico al minifundio Thierry SAIGNES, Pierre MORLON. No se trata de efectuar aquí un recuento del conjunto de trastornos y evoluciones que han tenido lugar en los Andes desde la Conquista hasta hoy, sino sólo de evocar rápidamente algunas grandes etapas y mecanismos que han conducido a la situación que se observa en nuestros días. 3.1. La erosión colonial El análisis de las transformaciones territoriales y sociales que influyen en el acceso a las tierras y en la organización de la producción se concentrará en el sector meridional de los Andes Centrales (el "centro-sur andino" de los arqueólogos peruanos), entre Cuzco y Potosí (sur del Perú y Bolivia actual). Recordemos que esta región ha producido las riquezas metálicas que estimularon el crecimiento económico de Europa en el siglo XVI, gracias a la movilización de la energía campesina. 3.1.1. El choque de la Conquista y el dominio hispánico Uno de los primeros efectos de la Conquista fue la transmisión de gérmenes patógenos a las poblaciones indígenas sin defensas: [[137]] "Si la población del imperio inca era del orden de 8 millones de habitantes, antes de la Conquista - o, más exactamente, hacia 1524, antes de la primera de las grandes epidemias llevadas por los españoles -, y si hacia 1590 ella se ve reducida a más o menos 1,3 millón, se comprende bien que una caída así, de al menos 80 %, haya desorganizado por completo los marcos tradicionales de la sociedad (...). La desintegración social resulta, en primer lugar, de la catástrofe demográfica." (Wachtel, 1971 : 152) (Fig. 64). Hay que añadir a las epidemias la mortalidad originada por las guerras civiles y las expediciones armadas hacia las periferias oriental (floresta amazónica) y meridional (Chile, Argentina), tanto para alcanzar imaginarios Eldorados como para reducir los focos de agitación (estado neoinca de Vilcabamba). La explotación intensiva de los yacimientos auríferos y de los campos de coca situados en las zonas insalubres de las colinas amazónicas, así como la degradación de las infra-estructuras de irrigación en el litoral del Pacífico, contribuyeron a la despoblación de las franjas. En cuanto a las minas de altura (como Potosí, descubierta en 1545), se hallan, en este primer período, sometidas a las normas de trabajo y a las técnicas indígenas. Después de haber vivido 50 años en el Perú (entre el Cuzco y el lago Titicaca), Martín de Murúa concluye así uno de los últimos capítulos de su "Historia general del Perú", titulado "De las riquezas del reino del Perú": [[138]] "Una riqueza que nos quedaba que referir, y la más principal, de quien penden todas las demás deste reino, y que sin ella todas se han de deshacer y consumir, se va poco a poco disminuyendo. Estos son los indios dél, que por ocultos caminos se menoscaban y cada día parecen menos, y en los llanos, como ya dije, no hay que hacer caudal de ellos. En la Sierra, donde se han conservado mejor, también se van acabando, especialmente en los lugares y pueblos donde van a la labor de las minas. Dios lo remedie como puede, que si ellos faltan, toda la riqueza y abundancia de barras, de tejuelos y de las demás cosas que tengo referidas en este capítulo, se acabarán y fenecerán, pues ellos las crían, conservan, cultivan, labran, multiplican, trajinan y sustentan, y de ellos pende el ser y fundamento del reino que, aunque son como la estatua que vio Nabucodonosor, de diferentes metales: oro, plata, cobre, hierro, los pies eran de barro, y en deshaciéndose los pies, cayó y se deshizo la estatua. Si estos pies de barro faltaren, caerá toda la maquina del reino del Perú. Dios lo conserve, amén."(de Murúa [hacia 1610], 1987, Libro III, cap. 4). 92 12 10 8 Evaluaciones por diferentes autores 6 4 2 1 0 epidemia 1719-1720 1532 1500 1600 1700 1800 1900 2000 Fig. 64: Evolución de la población indígena de 1520 a 1970. A medida que uno se acerca a la época actual, la definición de quien es "indio" o "indígena" se vuelve más arbitraria; los números exactos, que dependen de aquella definición, importan entonces menos que la forma general de la curva. ¿Cuáles son las consecuencias inmediatas de este "despoblamiento" ? "La baja constante de la población provoca efectivamente, en lo que concierne a la producción agrícola, el abandono de las tierras menos fértiles o de las más marginales. En lo que se refiere a este fenómeno, disponemos de documentos de orden cualitativo, pero que son esclarecedores, Escuchemos por ejemplo, al curaca Cumiqui de Yucay (cerca del Cuzco) en 1552: "Como hay pocos indios ahora en el valle y muchas tierras andan buscando en el valle las mejores que les parezca y dejan de labrar las que antes labraban". En otros casos, se trata de plantaciones alejadas, sobre todo de coca: tales como la de Manchaos, cerca de Huánuco. Entonces se plantea otra interrogante: ¿es preciso admitir también una baja en el rendimiento de las tierras cultivadas? Es lo que dice, también en Yucay, el curaca principal del valle, Francisco Chilche: "Se podían coger en ellos labrándose como se labra quinientas hanegas de maiz porque en tiempo del ynga las labraban mejor y se cogían mucho más."" (Wachtel, 1971: 84-85) A pesar de tales retrocesos, las unidades productivas deben soportar el pago del tributo, que no se efectúa ya por turnos de trabajo obligatorio (mitas) en las propiedades estatales del Inca, sino por entregas de productos. Los distritos fiscales (repartimientos), calcados por lo general sobre las organizaciones étnicas prehispánicas (ayllus, llactas, señoríos), "con sus caciques, principales, indios y súbditos mitimaes", respetan en principio el modelo disperso y escalonado de poblamiento. La percepción del tributo es "confiada" por lo general a un titular privado (encomendero). La encomienda confería a su beneficiario "el derecho de percibir el tributo y el trabajo gratuitos de los indígenas que se le habían asignado, a cambio de su protección (sic !) y de la obligación de hacer lo necesario para convertirlos al catolicismo" (Keith, 1970 : 14). Su jurisdicción se confundía con la del repartimiento, pero podía suceder que varios titulares compartiesen los beneficios de uno solo (o al contrario) : la partición respetaba, entonces las divisiones étnicas (sobre todo el dualismo). Podía también acontecer que las unidades indígenas más alejadas de los núcleos centrales fuesen atribuidas a titulares diferentes del encomendero principal : tal fue el caso de las "colonias étnicas" (mitimaes) instaladas 93 en los valles del litoral del Pacífico o cerca de las ciudades fundadas por los españoles (Arequipa, La Paz, Sucre, Huamanga), rompiendo así sus lazos con los centros políticos situados por lo general en las alturas. Al comienzo, "el español beneficiario recibía los dos señores locales con todos sus súbditos, cualquiera que fuese el lugar en que éstos se hubiesen establecido a lo largo de los Andes. Lope de Mendieta, uno de los primeros compañeros de Pizarro, recibió todas las crianzas de llamas o alpacas, [[139]] todas las instalaciones agrícolas o de pesca que habían tenido relaciones de subordinación con Chuqui Champi y Maman Wilka, señores de los Caranqa. Sus territorios discontinuos se extendían desde más de 4,000 metros de altura hasta el nivel del mar, en lo que hoy son Bolivia y Chile (...) Los documentos más antiguos reflejan la preocupación de los españoles beneficiarios de reunir superficies tan dispersas, gracias a canjes ilegales que reducen el tiempo de viaje al interior de cada encomienda, Ya que la valorización andina de tantas posesiones simultáneas no era compartida por los europeos, la población concedida en encomienda comenzó a perder la facilidad de acceso a algunas de sus lejanas fuentes de recursos, desde los primeros tiempos del período colonial." (Murra, 1981). "Años antes de la visita de Garci Diez a los Lupaqa, el licenciado Juan Polo de Ondegardo había comprendido ya este problema. Polo pertenecía a un grupo de administradores y de clérigos españoles que muy pronto se dieron cuenta de que alcanzarían mejor sus objetivos catequísticos y administrativos si hacían un esfuerzo para comprender la cultura de los vencidos, incluido en ello el modelo de "archipiélagos verticales" Ya que las autoridades de Lima desconocían el hecho de que los oasis de la Costa y sus habitantes eran parte integrante del reino Lupaqa, Polo trató de explicárselo: "e ansi fue... en quitarles los yndios e las tierras que tenyan en la costa de la mar de que se hicieron particulares encomyendas... no entendiendo los governadores la orden que los yndios tenyan e ansi gobernando estos rreynos el Marques de Cañete se trato esta materia y hallando verdadera esta ynformación que yo le hice... se hizo de esta manera que a la provincia de Chucuyto se le vovieron los yndios y las tierras que tenyan en la costa en el tiempo del ynga...y a Juan de San Juan vezino de Arequipa en quien estauan encomendados se le dieron otros que vacaron en aquella ciudad...(Polo 1916: 81)." "Pero todo esto sucedió antes de 1570. Todos esos esfuerzos quedaron sin resultado una vez que prevaleció la política del virrey Toledo de "reducir" a la gente. En 1661, los pobladores del valle de Sama, a pesar de sus lazos y lealtades altiplánicas, eran gobernados desde Arica. Un siglo después de la visita de Garci Diez seguían quejándose y declaraban ser " yndios mitimaes de Chucuito" y no pertenecer a Arica." (Murra, 1972, 1975). La encomienda no daba ningún derecho a las tierras de los sujetos, pero con el tiempo ciertos caciques, al no poder cubrir el total del tributo, no dudaron en vender a sus "señores" parcelas que vinieron a constituir los primeros núcleos de la apropiación terrateniente. Fue en tanto que moradores de las primeras ciudades (vecinos), que los encomenderos, y otros colonos (soldados), se vieron beneficiados con la distribución de tierras (mercedes) por las nuevas municipalidades. "Pero como también los españoles buscan las mejores tierras, en definitiva su toma de posesión se traduce siempre en el despojo de los indios. Es así como, en la región de Huánuco, en 1562, el curaca Cristóbal Xulca Cóndor se lamenta porque "las tierras que siembran y tienen al presente no son tan buenas como las que solían tener porque las buenas se las tomaron los españoles cuando este pueblo se fundó" (Ortiz de Zúñiga, 1562: f. 19 r.). En efecto, para los españoles uno de los primeros medios de adquisición consiste en hacer que la Municipalidad, de la que son "vecinos", les atribuya en forma oficial la propiedad de las tierras. Pero generalmente se trata de extensiones cercanas a la ciudad en cuestión, y este procedimiento regular pronto resulta insuficiente: la población blanca aumenta rápidamente y la posesión de vastos dominios suscitaba un interés cada vez mayor, a medida que crecía el mercado para los productos agricolas con el desarrollo de la red urbana y de la economía minera.. En la mayoria de los casos, los españoles se apropiaron de la tierra ocupándola de hecho, por medio de la violencia." (Wachtel, 1973: 84-85). 94 [[140]] La expansión de la hacienda sólo tendrá efecto con la legalización de los títulos de propiedad durante las primeras "composiciones de tierras" que tendrán lugar a fines del siglo XVI. Mientras tanto la administración española tomaba medidas drásticas para arrebatar a los indígenas una parte de sus tierras. 3.1.2. La reorganización del espacio y del control de la población. A partir de los años 1560 se produjo una triple reorganización del espacio y del control administrativo, de prolongados efectos a corto y largo plazo sobre la organización social indígena y el acceso a los ecosistemas cultivados. En la preocupación de debilitar el poder de los encomenderos y de las autoridades indígenas (o caciques), y de afirmar la autoridad central, el virreinato instituyó dos nuevas divisiones administrativas en el plano regional, los corregimientos y las "capitanías de mita", y procedió luego al reagrupamiento de millares de caseríos indígenas, esparcidos en todo el territorio andino, en unos cuantos cientos de pueblos, llamados reducciones. La división regional del espacio andino que instaura la jurisdicción de los nuevos corregidores de indios (1565) parece copiar exactamente las provincias incas. Sin embargo, sólo rara vez esta superposición es cierta, en particular en el caso de las "colonias" periféricas, que vienen a depender de la jurisdicción de provincias o corregimientos distintos de la de sus centros de origen. Sobre todo la división administrativa que se instaura entre el altiplano y los dos pedemontes externos sirve de preludio a futuras distensiones entre los centros de altura y las "islas étnicas"; ello es perceptible, desde 1567, en las quejas del "visitador" de Chucuito en torno a las dificultades de castigar los abusos cometidos contra los mitimaes lupaca de los valles de Larecaja (Garci Diez [1964] 1567: 242-243). En el mismo marco, la organización de los turnos de trabajo obligatorio (mita), destinados a las minas de Potosí, que involucraba anualmente a la séptima parte de los tributarios (hombres entre 18 y 50 años) de los corregimientos de altura ("obligados"), en tanto que los de las provincias periféricas quedaban exentos, da todo su efecto a la disociación de intereses entre "gentes de las alturas" y "gentes de los valles". Esta revela una cierta tensión, latente en el "control vertical" (expresada por el ritual), en razón de la subordinación de éstos a los primeros. La erosión del "archipiélago vertical" puede reflejar también, por lo tanto, el deseo de emancipación de las "colonias" de valle frente a sus centros de altura. Este proceso durará cuatro siglos. Al mismo tiempo se lleva a cabo, con fines de imposición fiscal y religiosa, la concentración de la población en las reducciones (pueblos de indios) dirigidas por "caciques-gobernadores" responsables del tributo. "De hecho, aun antes del virrey Toledo, hubo iniciativas para disminuir o eliminar los alcances de la "verticalidad", pero éstas no prosperaron. Sólo después de 1570, con la muerte de los últimos señores andinos que habían vivido en el Tawantinsuyu, y la desaparición de andinólogos como Polo o andinófilos como Domingo de Santo Tomás, con la llegada de los jesuitas y de Toledo, pudo triunfar la campaña de las reducciones. Al estudiar esas deportaciones en masa [acompañadas, cada vez que se estimaba necesario, con la destrucción de los antiguos caseríos (Instrucciones del virrey Francisco de Toledo, en López de Caravantes, citado por Jímenez de la Espada, 1965 : 262)], los historiadores han tomado en cuenta el factor "despoblamiento", el deseo de facilitar la administración, la catequización y el reclutamiento de mitayos para las minas. Quisiera sugerir un factor más: el deseo, tanto de los encomenderos como de la administración colonial, de reducir e incluso eliminar la cantidad de "islas" y recursos periféricos, algunos de ellos muy lejanos (o, como dirían los burócratas de hoy, 'ineficientes"...), que todavía quedaban bajo control de grupos étnicos andinos y les permitían alguna auto-suficiencia económica y autonomía política." (Murra, 1975a : 75). [[141]] En principio esta triple medida - corregimientos, capitanías de mita, reducciones - no afecta la subordinación de todo miembro de una comunidad a su cacique de origen, incluso lejano, y no es responsable de la "desestructuración" del mundo indígena : ¿no hace quizás sino revelar las líneas de fractura invisibles de la organización espacial andina? 95 Notemos en la región considerada, que las jurisdicciones del trabajo obligatorio minero restablecen de alguna manera el marco de los antiguos señoríos. En consecuencia, las reducciones de valle situadas en las provincias libres abrigan una población compuesta principalmente de mitimaes que conservan derechos y obligaciones respecto de sus aldeas de altura. Mientras las unidades domésticas sean lo suficientemente numerosas, cumplen con facilidad con las cargas vinculadas con la doble residencia y los desplazamientos inter-zonales. Pero las olas de epidemias y de fugas a fines del siglo XVI desequilibran su peso y traban el sistema. Pero, si quieren conservar sus derechos en la altura, hay que ir a la mita: el precio que debe pagarse para escapar a la mita quedándose en la parte baja, es la pérdida de esos derechos. La desarticulación del espacio andino remite a las dispersión de sus miembros. Todo el problema consiste en interpretar el significado de estos nuevos trayectos migratorios (Saignes, 1985 y 1987b). 3.1.3. Extracción colonial y participación mercantil La despoblación y la "reducción" debían permitir una segunda ola de ocupación de las tierras abandonadas. En el siglo XVII, no es el factor tierra lo que falta, sino el factor trabajo. El mantenimiento de un territorio indígena mínimo, orientado a la autosubsistencia, permite asegurar al mismo tiempo una oferta limitada de fuerza de trabajo indígena para el sector comercial localizado en territorio español. El estado colonial regula, pues, y arbitra las luchas que se producen para modificar los términos, la coexistencia de los dos sectores productivos, el ayllu indígena y la hacienda española (Assadourian, 1982 : 305 - 306). Antes de determinar el peso de estas imposiciones en la producción agrícola, recordemos que en el plano ideológico el tributo legitima la posesión de tierras comunales : este "pacto de reciprocidad" entre el ayllu andino y el Estado colonial (Platt, 1982) se refuerza en el Altiplano por medio del trabajo obligatorio minero (convertido en transferencia de renta en provecho de los empresarios mineros) en la propiedad del rey ("chacra del Rey"), en compensación del reconocimiento oficial del acceso a las "islas étnicas" lejanas (como el valle de Cochabamba para los Caranqa, o las de Larecaja para Omasuyos (Saignes, 1985). El estudio de un censo de 1611 de los habitantes y bienes de una reducción multiétnica de la región de Potosí, Chaqui, permite reconstituir las "estrategias globales de reproducción de los sistemas productivos." El estudio hace aparecer antes que nada una marcada heterogeneidad de los ayllus en la distribución de los recursos entre punas y valles. Su autor concluye: "Al considerar las declaraciones de las cantidades sembradas, las superficies cultivadas por las familias de los tributarios parecen bastante reducidas: media de dos cargas de papa y de tres almudes de maíz en lo que toca a los cultivos de base, lo que puede representar una a dos hectáreas; pese a rendimientos más bien elevados, aunque muy variables, obtienen una producción que en general no sobrepasa mucho las necesidades alimenticias de la familia. Así, para enfrentar las fuertes captaciones del sistema colonial, en particular la mita minera de la cual se liberan bajo la forma de dinero, los ayllus [[142]] deben dedicarse a producciones agrícolas orientadas hacia el intercambio monetario (ajo, col y sobre todo cebada), así como a actividades complementarias: guarda de ganado, el corte de leña, fabricación de carbón... que transportan y venden en Potosí. Es pues la pluriactividad que caracteriza la economía de estos ayllus a comienzos del siglo XVII. Estas actividades complementarias, necesarias para su sobrevivencia, en el contexto colonial, entran en competencia con sus actividades estrictamente agrícolas, particularmente en cuanto a la fuerza de trabajo. Son probablemente,a la vez causa y consecuencia de las pocas superficies cultivadas y de los bajos volúmenes de productos obtenidos. Así, podemos suponer que el mantenimiento de los sistemas de producción está apenas asegurado y que las familias se encuentran en una relativa, pero variable, incapacidad de acumular capital productivo (...)." (Sebill, 1989: 62). 96 Además, las potencialidades ecológicas, así como las divisiones administrativas regionales, desempeñan un papel fundamental en la reorientación de los territorios agrarios sometidos a las presiones mercantiles e impositivas. Se puede así, muy gruesamente, oponer los ayllus del Altiplano occidental, que disponen de inmensos pastizales y rebaños, a los de las punas 68 y valles orientales más húmedos, dedicados a cultivos alimenticios. Los primeros se especializaron en el transporte animal y el comercio inter-regional (sobre todo con la costa), articulado en torno al aprovisionamiento de las zonas mineras, fuentes de enormes ganancias; los segundos, privados de ingresos complementarios, incluso proporcionando cereales y coca a las tierras altas, debieron a menudo alquilar, luego vender, sus tierras a los españoles, a fin de cumplir con los tributos y otras imposiciones. En cuanto a las divisiones regionales, se perfilan dos tendencias: el hecho de integrar en una misma jurisdicción, sometida al trabajo obligatorio minero, el centro de altura y la "colonia" de valle, como fue el caso de la provincia de Chayanta (Platt, 1982), reforzó los lazos de complementariedad, que duraron hasta nuestros días; al contrario, en el Collao (cuenca del Titicaca), la afectación de unos y otros a distritos "obligados" y "libres," contribuyó a disociar los intereses. En el detalle, muchos reajustes obligan a matizar contrastes tan esquemáticos, pues las unidades domésticas no permanecieron inactivas frente a las presiones externas tendientes a erosionar las posesiones territoriales y a fragmentar los conjuntos socio-étnicos. No se puede, en efecto, interpretar bajo un ángulo puramente negativo las reacciones de las poblaciones indígenas frente a los excesos de la "comercialización forzada." Responden también a preocupaciones propias de la dinámica social de un campesinado frente al Estado y el mercado. Dos grupos, los migrantes y los caciques, permiten revelar algunas. Desde fines del siglo XVI, el abandono de las reducciones toledanas remite a diferentes modalidades de ocupación del espacio. Marca el retorno a un modelo de habitat prehispánico, con unidades domésticas agrupadas en aldeas (estancias) situadas en el territorio de cada ayllu. Refleja también la lucha de las autoridades intermedias (cacique/cura/corregidor), por una parte contra los agentes del poder central, y, por otra contra las empresas mineras, a fin de subregistrar los efectivos sometidos al tributo y a la mita. Traduce además la competencia interna entre esos tres mismos agentes del poder local para adquirir o conservar el control de las unidades domésticas: los caciques intercambian "naturales" entre las reducciones a fin de convertirlos en "forasteros", sobre los cuales conservan sus derechos 69 más fácilmente que los curas y los corregidores. Estas tácticas [[143]] de permutación pueden también afectar a los valles periféricos, en donde las aldeas de altura, expropietarias de "islas étnicas", envían migrantes "forasteros" que reemplazan de alguna manera a los antiguos mitimaes. Estas migraciones pueden explicarse, en fin y sobre todo, por la búsqueda de nuevas formas de lazos más fluidos de orden contractual, y mejor adaptados a la mayor movilidad económica y social requerida en el espacio y el mercado colonial. Permiten la instalación de migrantes (forasteros), en las reducciones, las haciendas o las ciudades, traducida en términos socio-jurídicos por diferentes categorías locativas o de servicio (arrendire, yanacona: categorías de dependencia que no son sinónimos de vínculos de servidumbre, sino que también traducen lazos contractuales). Expresan también una voluntad de emancipación de los lazos y obligaciones comunitarias, establecidos según un principio jerárquico juzgado demasiado opresivo. El siglo XVII aparece, pues, como un largo período de transición de un sistema de inserción comunitaria fundada en el parentesco (descendencia), a otro fundado en la territorialidad, el acceso a la tierra determinando la categoría fiscal. Agreguemos que estas huidas hacia lejanos sectores de fondos de valle (huaycos y quebradas) pueden marcar una recuperación parcial de la antigua frontera agraria, principalmente en el caso de valles secos o encajonados, colonizados no hacía mucho por los Incas, y luego abandonados en la 68 Esta oposición geográfica (urcu/uma) recibe una sanción cultural aymara connotándose relaciones de superioridad/inferioridad (Bouysse-Cassagne, 1978). 69 Las encuestas regionales y locales muestran que la mayor parte de los "forasteros" pagan tributo al cacique de origen, así como, en menor medida, la compensación monetaria por su turno en la mita. 97 Conquista. Hacia mediados del siglo XVII las autoridades virreinales afirmaban que no quedaba ya un sólo retazo de tierra disponible en el Perú. En cuanto al segundo indicador social, hay que distinguir los caciques cuyo enriquecimiento y activismo jurídico permiten la conservación del patrimonio territorial y de los intereses colectivos, y los que fracasan económicamente en esta vía, o prefieren unirse a las filas criollo-mestizas "en un frío proyecto de ascenso individual" (Sánchez Albornoz 1978). En esta perspectiva, la conversión de ciertas "islas" étnicas en haciendas privadas (como las de los valles de Larecaja, en manos de los caciques de la margen occidental del Titicaca), o la apropiación de rebaños comunales, vinculados a las ganancias de un intenso comercio inter-regional, pueden parecer como un mecanismo defensivo bien adaptado a las presiones coloniales. En el norte-Potosí, se ha podido evocar así un "modelo cacical de mercantilismo agrario," que permitió a los ayllus mantener hasta nuestros días un acceso a las tierras de valle (Platt, 1982). En fin, no olvidemos que allí donde la apropiación colectiva directa de los pisos de vertiente se perdió durante los tres siglos de erosión colonial, las unidades de altura habían llegado a estructurar una red de caminos y de ferias inter-zonales, donde los intercambios, a menudo mediatizados por los vínculos de parentesco ritual (compadrazgo) permitían restaurar un acceso, aunque indirecto y limitado, a esos mismos recursos. En todos los casos, estos procesos de fragmentación, de velocidad muy desigual en razón de los factores mencionados anteriormente (coherencia étnica prehispánica, potencialidades ecológicas, impacto de las divisiones administrativas, situación con respecto a los nuevos ejes mercantiles...), deben ser estudiados en su marco regional y local. Producidos por presiones fiscales y mercantiles, pueden responder también a un deseo de escapar a las formas de control económico o político consideradas restrictivas: esa fragmentación administrativa ("cantonalización" o "distritalización") prosigue hasta nuestros días. La apreciación histórica de tales rupturas debe enfocar también las formas alternativas, más contractuales, al archipiélago, así como las nuevas solidaridades residenciales. Lo que es seguro es que la territorialidad indígena y el paisaje agrario actual son producto directo de la historia colonial. Numerosas comunidades campesinas [[144]] actuales tienen como origen las reducciones creadas por los españoles, (o bien las aldeas nacidas de su abandono), y no los ayllus precolombinos, muchos de los cuales desaparecieron en la tormenta. Si retomamos la terminología de S. Brush (cf. más abajo 3.5), se pasó así del tipo en "archipiélago" al tipo "compacto". Por ejemplo, en diferentes valles de la costa peruana (Acos sobre el río Chancay, Cocachacra sobre el Rímac...), en las épocas anteriores a los Incas las plantaciones de coca de las zonas bajas no pertenecían, o no solamente, a las poblaciones que vivían en las partes contiguas más altas, sino a otros grupos que vivían mucho más cuesta arriba, incluso en los "valles interandinos" del otro lado de la línea de separación de las aguas. Fue en la época de las reducciones que estas zonas fueron anexadas a los pueblos situados justamente más arriba (O. Dollfus, comunicación personal): [[145]] "Por su origen, algunas comunidades de la cuenca datan de la época de la reducción de ayllus a pueblos. En 1586 el corregidor de Huarochirí Diego Dávila Briceño redujo más de 200 ayllus a 39 pueblos, de los cuales 11 se ubican en la cuenca del río Cañete. Estas comunidades se asientan en cada uno de los afluentes principales del río, por lo que cada comunidad tiene tierras con riego, de secano o barbecho sectorial, y extensas punas cubiertas de pastos naturales. Tal patrón de asentamiento permitió a las comunidades tener cierta autonomía económica, a lo largo de los siglos coloniales y republicanos. A diferencia de otras regiones del país, en la cuenca del Cañete no se dieron las rígidas relaciones de dependencia "indio-mestizo". En la capital de la provincia no llegó a funcionar un mercado local, siendo esta capital considerada como una comunidad más del conjunto." (Fonseca, 1977: 86). En un trabajo sobre la historia de la provincia de Yauyos, escrito por el cura y ex-alcalde de la provincia C. Bellido en 1943, un mapa (fig. 65) muestra muy bien los distritos divididos de acuerdo a las cuencas vertientes de los afluentes sucesivos del río Cañete, y en posesión, por tanto, de una tierra escalonada desde las zonas bajas, en la confluencia con el río principal, hasta las altas cumbres (fig. 66). 98 Huancaya Vitis limite distrital Tomas limite provincial Alis Laraos Huantan Pampas Tupe Cacra Huangascar Viña Fig. 65: Mapa de los distritos de la margen izquierda del río Cañete en la provincia de Yauyos (según Bellido, 1943). Lana, animales HUANCAYO 5000 TANTA LANCAICO Límite de los culti VILCA HUANCAYA P LARAOS 700-800 mm Límite del 4000 vos maíz HUANTAN TUPE Gradiente de lluvias AYZA 3000 2000 CATAHUASI 0 30 km P Fru tas, yuc aprox. 200 mm a 1000 LIMA Fig. 66: Esquema del territorio de algunas comunidades del alto valle del río Cañete. [[146]] 3.2. De la independencia a las reformas agrarias Dos decretos de Bolívar (Trujillo, 8 de abril de 1824; confirmado en el Cuzco el 4 de julio de 1825) ordenaron la "el reparto de tierras entre indios y la venta de las sobrantes" (Sánchez Albornoz, 1978 : 203). Esta medida formal debía asegurar la igualdad jurídica y el libre acceso a la propiedad, ponía fin al régimen de las tierras comunales, que había constituido siempre una de las grandes preocupaciones de las leyes coloniales proteccionistas. Hay que recordarlo aquí, el elemento central del "pacto colonial" que vinculaba a la corona española y las comunidades indias, consistía en garantizar la integridad de las tierras indígenas a cambio del pago del tributo. La nueva burguesía criolla y mestiza no respetaba ya esa "alianza entre el estado y los ayllus" (T. Platt), que había asegurado una cierta estabilidad al funcionamiento del sistema colonial. 99 "Aunque inspirado por el deseo de constituir una clase de pequeños propietarios, [este decreto] fue la señal del asalto que los Blancos y Mestizos, con la complicidad de las autoridades, llevaron a cabo durante un siglo y medio contra los bienes de las comunidades indígenas (...) Fue mediante el engaño y la fuerza que se constituyó un buen número de haciendas de la región andina, que, de 1860 a 1915, se multiplicaron (en superficie) cerca de cien veces" (Métraux y Gutelman, 1963 : 8). Pero, en las tres repúblicas andinas surgidas del desmembramiento del imperio inca y del virreinato peruano, el ataque contra la propiedad comunal se realizó en proporciones y velocidades desiguales, según el grado de cohesión social y la capacidad de resistencia que opusieron las mismas comunidades, así como el de modernización económica (integración al mercado mundial) y de voluntad política asumida por las capas dirigentes. En el último tercio del siglo XIX, el advenimiento de políticas liberales, que pusieron fin al proteccionismo aduanero y a la defensa de la producción nacional, iba a acelerar la ofensiva anti-comunitaria, al mismo tiempo que provocaba cientos de rebeliones locales, incluso guerras indias en gran escala. Vamos a examinar uno a uno el caso de Bolivia y el del Perú a través de ejemplos regionales. 3.2.1. El caso boliviano : el Norte-Potosí frente a las dos reformas agrarias. En Bolivia, por falta de dinero, el Estado criollo debió restablecer desde 1827 el tributo (suprimido en 1825 por Bolívar), y abolir por lo tanto, en la misma oportunidad, los decretos bolivarianos sobre repartición de tierras (Sánchez Albornoz, 1978 : 203): doble medida que ofrecía a los indios una especie de renovación tácita del pacto colonial. Pero los juristas del nuevo Estado no renunciaron a desmantelar la organización comunal de las tierras explotadas por los indios, considerados como simples usufructuadores de un arrendamiento enfitéutico, permaneciendo el Estado como propietario (circular de 1842). "En 1866 el general Melgarejo, con el fin de obtener nuevos recursos para el Tesoro, y bajo pretexto de dar a los indígenas la plena posesión de estas tierras consideradas como de manos muertas, les obligó a pagar sumas elevadas (...) para obtener o revalidar sus títulos, bajo amenaza de expropiación si el pago no se realizaba en el plazo de sesenta días. Este decreto fue confirmado por el Congreso en 1868. Estallaron revueltas, duramente reprimidas, alrededor del lago Titicaca, en Ancoraimes, Huaycho, Taraco, Lambate y San Pedro. Una centena de comunidades fueron disueltas, y sus tierras vendidas en subasta a vil precio, o distribuidas a los partidarios del presidente. Según el historiador boliviano Alcides Arguedas, 300,000 indios fueron despojados así, de los cuales 2,000 en la sola región de Taraco, y algunos propietarios entraron en posesión de tierras muy extensas, como doña Juana Sánchez o el general Antezana, que poseía más de 100 leguas de tierras fértiles a orillas del Titicaca (Vellard, 1963 : 73). [[147]] Las rebeliones indígenas, relevadas por la revolución de 1871, lograron imponer la anulación de tales medidas. Pero, tres años más tarde, una nueva ley, llamada de ex-vinculación de tierras comunales, estableció el nuevo marco jurídico que iba a permitir a los gobiernos siguientes disolver la propiedad comunal, al mismo tiempo que suprimía toda referencia al tributo. Todo el problema consistía en instituir un catastro de tierras indígenas para establecer la base del impuesto a pagar por los propietarios, en tanto que los "indios sin tierra" quedarían exentos de toda contribución (Sánchez Albornoz, 1978 : 211 - 215). Al estudiar el fracaso de esta "primera reforma agraria" en el Norte-Potosí, el antropólogo Tristan Platt muestra cómo el mundo indígena se encarnizó en defender su propio modo de organización de las tierras y de los trabajos colectivos. La región Norte-Potosí heredó una situación colonial favorable, en la medida en que las divisiones administrativas provinciales agrupaban en la misma jurisdicción (antigua provincia de Chayanta) alturas (punas) y valles. "Los ayllus regionales consistían en franjas continuas que bajaban desde las alturas hasta los valles cálidos o en dos zonas discontinuas, cada una situada en uno de los dos polos climáticos. Dado que la mita potosina se aplicó 100 a través de los curacas de cada ayllu, la misma economía minera funcionó asegurando la persistencia de las condiciones verticales de reproducción de su propia fuerza de trabajo rotativa." (Platt, 1982a : 26). La conservación de la antigua organización vertical se opuso, pues, a la expansión de la hacienda en esta región. Los conflictos coloniales no opusieron propietarios de haciendas y de minas por el control de la mano de obra indígena, sino a mineros y curas rurales en cuanto al empleo de los excedentes comercializables indígenas : el lujo y número de las fiestas religiosas celebradas en torno a las cofradías aumentaron la absorción de recursos indígenas, cada individuo duplicaba sus compromisos ceremoniales por el hecho del " doble domicilio en la puna y en el valle" (según expresión de un cura de los valles en 1797). En la época de las vicisitudes de la independencia, la abolición de la mita (en 1812) y la negativa de las autoridades indígenas a subvencionar los gastos eclesiásticos dieron pleno efecto al "modelo cacical de mercantilismo andino." Los caciques vendían trigo, cultivado en parcelas (tierras de comunidad) reservadas al pago del tributo, obteniendo así una producción cerealera (granos y harina de trigo y de maíz) que les permitía no solamente abastecer a las ciudades bolivianas sino también exportar al sur peruano (id: 30 - 35). La percepción fiscal daba lugar a inspecciones (revisitas) periódicas destinadas a censar los efectivos de los tributarios; ellas se veían obstaculizadas por la distribución "multi-cantonal" de los ayllus del Norte-Potosí. La "fragmentación administrativa sigue amenazando las bases multiecológicas de producción que sustentaron el florecimiento comercial de Chayanta durante el siglo XIX" (id: 47-48). Estos ayllus, recordemos, fundados en la agrupación de unidades domésticas supuestamente descendientes de un mismo ancestro común, se desdoblaban entre las dos grandes regiones geo-climáticas de la provincia, punas y valles. Como el monto del tributo dependía del acceso a la tierra, los inspectores se preocupaban mucho en distinguir las tres categorías de tributarios, los de "origen" (descendientes en principio de los antiguos titulares), los agregados o "forasteros con tierras" (migrantes que habían recibido tierras), y, en fin, los "forasteros sin tierra" (instalados en tierras de las categorías anteriores, a cambio de prestaciones de trabajo). La ventaja de los primeros consistía en acceder a tierras situadas en los dos pisos ecológicos, mientras que los forasteros estaban instalados en parcelas situadas en una sola región y de menor extensión (id, 50-53). T. Platt evoca también la dinámica de los cambios de categoría fundada en la extensión del terreno ocupado, función a su vez de la "relación hombre - tierra" y del "ciclo de desarrollo doméstico" : cuando un "terreno de origen" era fraccionado entre varios hijos, [[148]] estos correspondían a la segunda categoría, y sus propios hijos, en espera de sucederlos, podían clasificarse en la tercera. Después de las grandes epidemias de mediados del siglo XIX, el repoblamiento de los ayllus se efectuó por asimilación de inmigrantes que accedían a los diferentes status de acuerdo a sus alianzas matrimoniales y el tipo de tierra recibida (id : 54-55). La resistencia de los ayllus del Norte-Potosí al establecimiento de un catastro y a la distribución individual de tierras, se tradujo en hostilidades físicas, y culminó en la participación en la "Guerra Federal" de 1899. Puso fin a la tentativa liberal de implantación de la pequeña propiedad privada como etapa preliminar a la expansión de un "capitalismo agrario." Pero al mismo tiempo la victoria de las políticas de libre cambio, que en los años 1870 permitió la importación masiva de trigo y harina chilenos, provocó la caída de la producción cerealera comercial de los ayllus de Chayanta. Estos dos grandes fenómenos explican la limitada expansión de la gran propiedad rural en el centro y sur del país (id : 70 - 72). A comienzos del siglo XX, ante el "vacío jurídico" suscitado por el fracaso del proyecto liberal, las propias autoridades indígenas se decidieron a encargarse de la percepción del tributo y de entregarlo, cada semestre, al Tesoro departamental de Potosí. La "segunda reforma agraria de 1953", iniciada por el "Movimiento Nacionalista Revolucionario", seguida por un proyecto de impuesto territorial único, no llegó a abolir esta práctica, continuada hasta nuestros días. (id : cap. 4 y epílogo). 101 3.2.2. El caso peruano La extensión del latifundio (cf. Piel, 1975 y 1983; Manrique, 1988). A partir de 1830, la demanda de la industria lanera inglesa fue uno de los motores de la extensión de las grandes haciendas de ganadería en las tierras altas; en el sur del Perú esa expansión no fue detenida sino por la Reforma Agraria de 1969. Ciertas haciendas alcanzaban una extensión de cientos de miles de hectáreas. En consecuencia, la mayoría de los campesinos de las comunidades se vieron reducidos a vivir en superficies minúsculas (minifundio). Por ejemplo, "En 1955, en el departamento de Pasco, 18 personas o entidades son propietarias del 93 % de la superficie agrícola del departamento; en el de Junín, 54 personas o entidades son propietarias del 90 % de la superficie de los pastos y tierras cultivadas del departamento. El hecho de que casi 650,000 personas que habitan esos dos departamentos poseen menos del 10 % de la cantidad de tierras que poseen 72 familias o entidades, constituye una gran injusticia." (Comisión para la Reforma Agraria y el Habitat del sin embargo conservador gobierno de Manuel Prado, citado por Goineau, 1973). Reconocimiento jurídico de las Comunidades y Reformas Agrarias. Bajo la influencia de los movimientos indigenistas, y más todavía a causa de las incesantes revueltas - revueltas sangrientas, reprimidas con brutalidad extrema - provocadas por esta expoliación (cf. la impresionante lista establecida por Flores y Pachas, 1973 y 1977), la Constitución de 1920 dispuso la posibilidad de que las comunidades campesinas pudieran hacerse "reconocer' jurídicamente, devolviendo a los campesinos un medio legal70 de defender colectivamente sus tierra o lo que queda de ellas. Las tierras pertenecen a la comunidad, las familias no tienen sino su usufructo. [[149]] Una vez resueltos todos los litigios, algunos de más de tres o cuatro siglos, con las haciendas y otras comunidades vecinas, el reconocimiento implica una delimitación precisa del territorio comunal; realizada según los principios del derecho europeo, tal delimitación refuerza los tipos de organización "compacta" y "extendida", pero es prácticamente incompatible con la organización " en archipiélago" (ver más adelante : modelos de complementariedad ecológica). En los años 60 y 70 las consecuencias de las Reformas Agrarias, ya evocadas antes por Murra, han sido similares desde este punto de vista, y por la misma razón: la incompatibilidad entre la racionalidad de la organización andina, y la de los esquemas pensados y aplicados desde arriba por la burocracia. El principio de la tierra para quien la trabaja, es decir "la tierra para las familias que los grandes propietarios han conservado para su servicio", ignora totalmente la historia, incluso la más reciente : las tierras tomadas a los grandes propietarios fueron entregadas, colectivamente, a sus trabajadores permanentes, y no a las comunidades vecinas a las que les habían sido arrebatadas. Y el proceso de repartición ignoraba la complementaridad entre pisos diferentes, midiendo todas las extensiones de tierra con la misma vara, proporcionalmente a su productividad monetaria (según la noción de 'hectárea standard', que considera 'equivalencias'. entre tierras de calidades y climas muy diferentes). En el detalle, las evoluciones regionales han sido y continúan siendo muy diversas, impidiendo con ello generalizar al conjunto del país lo que se observa en una provincia o en un valle. He aquí un ejemplo de desmembramiento de la verticalidad por iniciativa local (y no, como antes, impuesta desde el exterior): Especialización comercial : el ejemplo del alto valle del río Cañete Como consecuencia de su proximidad a Lima, y, en segundo lugar, a Huancayo, el valle del río Cañete ha sido, más tempranamente que en otras regiones, teatro de transformaciones de los sistemas agrarios, inducidas en gran parte por las posibilidades de comercialización de ciertos productos. 70 En teoría, pues, según un viejo adagio peruano, "la ley se respeta, pero no se acata"... 102 "Como consecuencia del acaparamiento de la producción ganadera y de sus derivados por negociantes que operaban a nivel regional, hace más de un siglo, ciertos sectores de campesinos empezaron a dedicarse más personalmente al pastoreo de ovejas y auquénidos en las extensas punas cubiertas de pastos naturales. Proceso que se acentúa posteriormente con la comercialización de la agricultura en las zonas bajas de las comunidades, dotadas de riego permanente y con más fácil acceso a las vías terrestres de penetración. Con el tiempo, en estos pisos ecológicos, surgieron comunidades hijas que fueron independizándose progresivamente, ocasionando el desmembramiento territorial de las antiguas comunidades y el debilitamiento del viejo patrón tradicional de acceso a los recursos de los diversos microclimas. Numerosas comunidades de la cuenca se originaron de este modo, es decir, por motivaciones predominantemente de tipo económico." (Fonseca, 1977: 87). El resultado de un desmembramiento como éste se observa en la fig. 66 bis : antaño la comunidad de Tupe se extendía desde la confluencia con el río Cañete, a 1,200 metros de altura, hasta las punas por encima de los 4,000 metros (fig. 67), cubriendo una amplia gama de zonas de producción (Arana, 1986). "Catahuasi, hace cincuenta años, fue el piso ecológico bajo de la faja vertical controlada por la comunidad de Tupe, sin población permanente. Su independización, primero como comunidad, luego como distrito, es el resultado acabado de un proceso de explotación centrífuga del espacio agropecuario, similar al que se puede ya detectar en Laraos. La colonización de Catahuasi fue hecha posible por la erradicación de la malaria, en los años 1930." (Sautier y Amemiya, 1986: 127). Fig. 67: Vista desde Ayza en dirección de Tupe (cf. fig. 66). PM. [[151]] Así, paradójicamente, la zona antiguamente central - el piso del maíz con riego, y el de los tubérculos, con la aldea en el límite - se convierte en marginal, pues sus productos no son ya casi competitivos con respecto a los de regiones menos accidentadas mientras que los pisos extremos se separan: - las zonas cálidas del fondo del valle principal (yungas), que se benefician con la proximidad con la enorme aglomeración de Lima para vender allí frutas y legumbres (mandioca); - por encima de los 4,000 metros, una parte de las punas productoras de lana y carne: separación de Vilca y Tanta de Huancaya, y tentativa de Lancaico de separarse de Laraos; no hay en estos casos pérdida de acceso de las comunidades-madres, en razón de la inmensidad de estas punas (60,000 hectáreas en Laraos...). 103 Este proceso sugiere que, en la sociedad actual, la complementariedad ecológica, entendida como explotación de los diferentes medios por el mismo grupo humano, ya no sería más que una estrategia de supervivencia en condiciones precarias: cuando [[152]] la comercialización de la producción de un solo piso parece proporcionar una seguridad suficiente a los que lo controlan, estos últimos se lo apropian, amputando la organización vertical, que se había convertido para ellos en un obstáculo a partir del momento en que ya no tenían necesidad de ella. Inversamente, es probable que el desarrollo actual de modelos "en archipiélago" en ciertas regiones (y no solamente en los Andes : el mismo caso se da en México y en el Sahel) sea síntoma de una mayor precariedad experimentada por la población. Otro proceso descrito por Fonseca (1977 : 97-100) no incide en el nivel de las comunidades sino de las familias; se trata de las modificaciones de la parcelería causadas por el cultivo de la alfalfa: "El cultivo de alfalfa en la cuenca del río Cañete data posiblemente desde el establecimiento del sistema de arrieraje o transporte a lomo de bestia, durante la Colonia. El forraje era imprescindible para alimentar a miles de acémilas que transitaban diariamente por caminos de herradura que unían a las ciudades de la costa con los pueblos más apartados de los Andes. (...) El incremento del acaparamiento de reses en las áreas rurales, como consecuencia del crecimiento de las ciudades, estimuló la emergencia de pequeños grupos de "rescatistas" o negociantes de ganado en las propias comunidades. Estos, paralelamente, empezaron a acaparar tierras con riego y los pastos naturales de la comunidad, con el propósito de engordar el ganado antes de ser revendido a los "rescatistas" mayoristas que operaban desde las ciudades. En consecuencia, en esta primera etapa de cambios, el cultivo de alfalfa fue monopolizado por un reducido grupo de ganaderos, reconocidos como los más "pudientes" de la comunidad (...) A comienzos del presente siglo, la gran demanda de queso en las ciudades de la costa, en los pueblos y ciudades del valle del Mantaro, y en los centros mineros de la región, motivó una mayor modificación de los antiguos sistemas de tenencia de la tierra. (...) Los comuneros de la cuenca alta habían sido seriamente influenciados por las intensas campañas realizadas por un sector de campesinos migrantes de la comunidad de Laraos, quienes se identificaban a sí mismos como "libres pensadores" (Mayer, 1977). Ellos difundieron las ventajas de la educación de los hijos en los colegios y en las universidades, lo cual exigía a los comuneros vender más a fin de tener acceso al dinero. Ellos dieron la alternativa de cambiar el cultivo tradicional de maíz por el de alfalfa (...) A partir de este movimiento, iniciado en abierta competencia con los comuneros ricos de Yauyos, sede de la capital de la provincia del mismo nombre, el cultivo de alfalfa dejó de ser monopolio de los más "pudientes".(...) Desde entonces, el cultivo de alfalfa está reglamentado por cada comunidad. El antiguo sistema de mita de agua fue modificado a medida que miles de andenes fueron desmantelados para construir en su lugar corrales o "potreros" de alfalfa, considerados como de propiedad privada. Paralelamente, se inicia la privatización de los extensos pastizales de la comunidad, que décadas más tarde fueron recuperados por un nuevo movimiento de comuneros medios y pobres, organizados en grupos precooperativos (...) Veamos el caso concreto de la comunidad de Huantán. Los comuneros de Huantán, fuertemente influenciados por el movimiento de los "libres pensadores" de la vecina comunidad de Laraos, decidieron llevar a cabo la "lotización" de las tierras con riego de la extensa subzona denominada watara. Cada comunero empezó a concentrar sus andenes dispersos entre las distintas acequias y moyas, de preferencia en un solo lugar. Para esto recurrieron al trueque o "canje" de andenes como si se tratase de productos de origen agropecuario. También hubo compra venta de andenes.(...) Los andenes fueron pasando [así] de mano en mano, a medida de que los comuneros iban concentrando sus andenes dispersos en un solo lugar. Luego empezaron a desmantelarlos y a cercar [[153]] la parcela resultante, consiguiendo adaptar la pendiente del suelo a las 104 exigencias técnicas del nuevo cultivo. De este modo la casi totalidad de comuneros transformó sus andenes de la subzona watara en corrales o "potreros". Como resultado tenemos "potreros" de distintos tamaños, desde 1/20 de ha hasta 4 ha. Los más grandes pertenecen a los comuneros dedicados al pastoreo de ganado lechero, y los más pequeños a aquellos comuneros que no teniendo ganado, arriendan los cortes de alfalfa a los ganaderos" (Fonseca, 1977: 97-100). 3.3. La atomización del minifundio La mayor parte de las tierras, a menudo las mejores, ha sido acaparada por las grandes propiedades, que la reforma Agraria de 1969 - 1975 en el Perú transformó en cooperativas, pero, salvo excepción (como en Chumbivilcas), sin redistribuir las tierras a los campesinos de las comunidades. En la porción que les quedó, éstos dividen las parcelas familiares en cada generación, hasta el extremo. Retornemos al punto exacto en que lo dejamos, a principios del capítulo 2, el texto de Mishkin que describe la "repartición por el gobernador del distrito de las tierras de la comunidad de Kauri, cerca del Cuzco, hacia 1940: "También se suscitan disputas en el seno de la familia, cuando uno de sus miembros insiste en la delimitación separada de su parcela dentro de las tierras de la familia. Resulta así que la tierra cultivable se divide en el interior de los lotes familiares, asignando el padre de familia, a cada cual, una cierta cantidad (...). Las parcelas individuales son separadas de las tierras familiares por herencia, sobre la base de un acuerdo con el jefe de familia [Herencia que tiene lugar en parte con ocasión del matrimonio del hijo y no sólo a la muerte de los padres], o por decisión de la justicia. El proceso de individualización tiende verdaderamente al estallido de las tierras familiares, un segmento de las cuales se desprende cada vez que un miembro de la familia alcanza la edad del caso. Actualmente, incluso las mujeres reivindican una parcela individual, y no dudan en oponerse a sus familias en prolongados litigios.(...) Actualmente, en el departamento del Cuzco, el "topo" mide más o menos 40 metros de ancho por 80 de largo (...). Un observador (Palma, 1940: 541) estima la propiedad promedio de los Indios Quechua en el valle de Cuzco en un topo de tierra de maíz, uno en papas, y eventualmente un tercero de trigo. En base a mis propias observaciones en Kauri, la parcela que una familia posee en cada sector en rotación, mediría en promedio 20m. de ancho por 60 a 80 m. de largo; algunas no sobrepasan los 6 x 15 m. Un breve reconocimiento en el distrito de Ccatcca mostró que la tenencia promedio de una familia era de dos a tres masa, es decir bastante tierra como para necesitar dos o tres días de trabajo a un equipo de labradores [con chaquitaclla], en cada sector en rotación." (Mishkin, 1946: 422-423). Traduzcamos estas cifras de hace 45 años: el "topo" equivalía a 1/3 de hectárea; según Palma una familia promedio cultivaba de 0,7 a 1 hectárea cada año (sin contar, desde luego, las tierras en descanso en que pastaba el ganado). En Kauri, donde había tres años de cultivo en uno de los barbechos sectoriales colectivos, y uno solo en el otro, una familia favorecida, pues poseía una parcela en todos los sectores, cultivaba de 0,5 a 0,6 hectárea cada año - pero no sabemos nada sobre eventuales tierras cultivadas fuera de estas rotaciones Al variar la masa entre 350 y 1,000 metros cuadrados (cf. capítulo 1), se llega a superficies del mismo orden para el conjunto del distrito de Ccatcca. Volveremos al final de este capítulo sobre la fragmentación de las parcelas familiares. [[154]] Conclusión A pesar de esta recargada historia, el "ideal vertical" permanece profundamente anclado en la mentalidad andina: 105 "Anccopaccha no tiene el status de 'Comunidad Campesina' definido muy precisamente por la ley peruana. Es un anexo del distrito de Pacucha, resultado de la venta y parcelación de la hacienda Ancopaccha. En 1938 el propietario, Genaro Alarcón, decidió vender su hacienda a Cirilo Campo por la suma de 2,000 soles. Los colonos y aparceros se opusieron a esa decisión y se ofrecieron como compradores, agrupándose como 75 socios. Cada uno debía aportar al fondo común de acuerdo a sus posibilidades económicas. Reunieron así la cantidad de 4,000 soles, de los cuales 2,000 estaban destinados al comprador y 2,000 para el hacendado; los colonos que no pudieron participar en la compra debieron retirarse a las haciendas vecinas (La Laguna, Santa Clara, etc...) Luego de la venta se constituyó un comité asesorado por un ingeniero agrónomo, encargado de evaluar la calidad de las tierras, a fin de efectuar la repartición. La repartición tuvo en cuenta los diferentes pisos ecológicos, para que cada socio obtuviese terrenos de los tres pisos. Sólo algunos (3 en total) recibieron tierras sólo en uno o dos pisos." (Bénard y Gobin, 1987 : 16). "La fuerza del modelo se ve apoyada por el hecho que no obstante el peso de cuatrocientos años de influencia europea y de una reorganización completa de gran parte de la vida andina, aún hay muchas comunidades cuya economía de subsistencia está organizada en la misma forma de control vertical que señalan los ejemplos etnohistóricos de Murra.(...) "Así como existen comunidades sin acceso a todo el espectro de recursos regionales, también hay unidades domésticas que no tienen acceso a todos los recursos de su comunidad. En ambos casos, tanto la comunidad como la unidad doméstica deben desarrollar estrategias y métodos para explotar hasta donde sea posible los recursos necesarios de subsistencia. Tanto al nivel de la comunidad como al de la unidad doméstica, las estrategias de subsistencia destinadas a permitir el acceso a los recursos implican sistemas de especialización y de trueque. Es frecuente que dentro de las comunidades se recurra a ciclos de reciprocidad para la distribución de recursos escasos, mientras que las estrategias de subsistencia dependen usualmente del sistema de parentesco."(Brush, 1974: 278 y 281). 106 4. Zonas de producción: autonomía individual y control comunal Enrique MAYER 71 4.1 Introducción Los trabajos de J. V. Murra sobre los sistemas de producción andinos han estimulado nuevas interpretaciones y pistas de investigación. Todos hemos tratado de [[155]] precisar las implicaciones del modelo de verticalidad en términos de extensión geográfica, de continuidad en el tiempo, y de los grupos humanos a los cuales se aplicaba o se aplica todavía. Quisiera discutir aquí algunos puntos que me parecen importantes. El primero es el siguiente: en su artículo de 1972, Murra emplea cuatro palabras claves: control y máximo, así como vertical y pisos ecológicos. Nos hemos dejado llevar por la tendencia a ocuparnos más de los dos últimos en detrimento de los primeros. La noción de control procede del ámbito político, y subentiende que ciertos grupos, más que otros, pueden controlar algo, en función de su capacidad de organización y de la cantidad de poder que pueden movilizar. No se trata de factores ecológicos sino políticos. La comparación que Murra hace entre el pequeño y políticamente débil grupo de los Chupaychu, con el "reino" Lupaqa, más poblado y más rico, muestra bien que la cuestión del poder, la "geopolítica" y las capacidades de organización, son centrales en su concepción de la verticalidad. Se sigue de ello que la noción de máximo depende de la capacidad de control, y que cuanto más poderoso es el grupo, más pisos puede controlar y más lejos puedan estar éstos unos de otros. A su vez la producción de artículos de valor por las "colonias" alejadas acrecienta las posibilidades políticas y económicas del grupo. En cierta manera, pues, el control y la explotación de las colonias (las "islas") constituye un mecanismo de acumulación política y económica que garantiza la economía política de estos grupos étnicos (señoríos). He aquí el segundo punto: Ya sea que corresponda a los impresionantes desniveles de las grandes vertientes de la Cordillera, o ya sea a diferencias más sutiles sobre las llanuras altas,, la noción de piso ecológico, tal como ha sido empleada en el capítulo precedente, parece perfectamente clara cuando se contempla el paisaje o se leen las páginas que han escrito los geógrafos. Pero resulta que esta noción, fundamental en lo que se ha llamado verticalidad andina, exige ser pensada de nuevo. Propongo superponer el concepto de "zonas de producción", en tanto que creaciones del hombre, a las clasificaciones existentes de los pisos ecológicos naturales. Cuando hablo de creación por el hombre, más bien que de "adaptación al medio natural", dirijo mi atención a la manera en que se "fabrica", administra y mantiene estas zonas; así vuelve a primer plano la importancia de los aspectos políticos y sociales del control que ejercen los hombres unos sobre otros, en cuanto al modo en que utilizan una porción de su medio natural. El último aspecto importante es la distinción entre diferentes niveles de organización. Un examen detallado de las fuentes históricas utilizadas por Murra conduce a considerar al menos tres niveles diferentes de organización social, encajados unos con otros, pero conceptual y prácticamente distintos. El primero es el de la familia (unidad doméstica) de productores campesinos. El segundo es el grupo de familias que viven en el mismo sitio y explotan el mismo conjunto de recursos; en las inspecciones coloniales estos grupos se llaman pueblos, estando situado el habitat en la cercanía de los campos (chacras) del grupo. El tercer nivel de organización social es el de las grandes unidades capaces de movilizar tanto los grupos locales como las familias. Son llamadas por Murra grupos étnicos; en español el término más frecuente es señorío. A pesar de su enorme diversidad, poseían algunas características comunes: tenían un nombre colectivo, una dirección política propia, 71 Exposición preparada por E. Mayer para el symposium "An interdisciplinary Perspective on Andean Ecological Complementarity," Wenner Gren Foundation for Anthropological Research. Extractos, adaptación y notas por P. Morlon. 107 ceremonias religiosas locales y una organización económica autónoma. Cuando llegaron los españoles, los "señoríos" habían sido incorporados al Estado Inca, el cual, al incluirlos, los trataba como realidades políticas que poseían sus propios objetivos políticos y sociales. Estos "señoríos" fueron igualmente útiles a los españoles, y persistieron durante la época colonial, hasta que su tendencia a rebelarse condujo a su desmantelamiento. Antes de que se comenzara a comprender las implicaciones del modelo de verticalidad, se [[156]] pensaba que estos grupos étnicos, como otras "tribus", defendían territorios claramente delimitados. Cada familia estaba afiliada claramente a un grupo étnico, y parece también que los pueblos eran "súbditos" de una entidad étnica particular. Pero al mismo tiempo gentes afiliadas a otros grupos étnicos podían pertenecer a un pueblo, con los mismos derechos y deberes que los demás. Conocemos todavía muy poco de la organización aldeana de entonces para comprender plenamente las implicaciones del modelo de verticalidad. Ello puede parecer sorprendente, ya que una gran parte de la organización aldeana andina ha sobrevivido hasta el presente a pesar de las numerosas transformaciones y reformas impuestas desde el exterior, que han interactuado con las dinámicas internas de tales pueblos. Ello ha de sorprender tanto más porque ha sido largamente estudiado por los antropólogos de los últimos decenios. Pero lo que ha faltado era el marco que nos habría permitido integrar este nivel en el de grupos étnicos o "señoríos" más vastos. No se puede comprender la riqueza del modelo vertical si se hace abstracción de la organización local aldeana, pues le toca a ella resolver concretamente los problemas tecnológicos para el aprovechamiento de un piso ecológico dado; la familia por sí sola no puede resolver todos los problemas técnicos y de organización de la producción, y necesita del concurso de otras instancias de la organización supra-doméstica (Guillet, 1979: 75-83), que por necesidad se debe organizar localmente con independencia de la afiliación étnica de sus miembros. Estos dos primeros niveles son los únicos visibles actualmente. El tercero es muy difícil de percibir, pues fue largamente reprimido y destruido en 450 años de dominación colonial. Pues bien, el modelo de verticalidad no es completo sino cuando los tres niveles actúan entre sí. Espero sin embargo mostrar que, incluso en esos dos niveles, numerosos aspectos de la organización productiva se hallan todavía vigentes. 4.2. La organización productiva local Al comienzo de este texto adelanté la hipótesis de que, en los Andes Centrales, la tecnología es compartida por los miembros de los diferentes grupos étnicos en cada nivel ecológico. Debemos estudiar, pues, cómo la organización de la producción a nivel local permite la participación de todos en un esfuerzo común. A fin de producir los artículos deseados, esta misma organización debe ser también capaz de resolver los problemas tecnológicos planteados por cada condición ecológica particular. La organización local tiene, en consecuencia, un doble objetivo. Todavía no comprendemos de manera satisfactoria las características de esta organización, y no sabemos si será posible definir principios generales válidos para los Andes Centrales. Pero hemos empezado a juntar los datos disponibles de una manera que nos parece prometedora. La primera etapa es de clarificar lo que entendemos por pisos ecológicos, y no confundirlos con lo que es obra del hombre, que llamamos zonas de producción. Para los primeros, se utilizan diversos criterios para superponer una noción discontinua la de pisos sobre variaciones naturales continuas. Las variaciones muy rápidas, que a menudo se encuentra en los Andes, favorecen tal recorte mental, ya que el tránsito de una comunidad vegetal a otra es allí más brutal. El reconocimiento, descripción y empleo de tales agrupamientos naturales o ecotipos (Troll, 1968) toman formas diferentes de acuerdo a los criterios escogidos, las características propias que hacen decidir que uno difiere de otro, y la manera en que se determinan sus límites. Pues bien, tales etapas y opciones elegidas no han sido siempre suficientemente explicitadas en la [[157]] utilización que se ha hecho de las zonaciones ecológicas, de las cuales he aquí dos ejemplos: 108 - Entre aquéllas que utilizan criterios "científicos" occidentales, podemos citar las "zonas de vida natural en el Perú" de Tosí (1978), de acuerdo al método de Holdridge (1967). Se trata de caracterizaciones de comunidades vegetales naturales en función de tres variables climáticas, según cinturones de 1,000 metros de altura. Como se trata de un ensayo de descripción del medio "natural", no toma en cuenta las profundas modificaciones causadas por la ocupación humana. Y, como ha notado Brush (1977), la escala elegida no se adecúa a a las variaciones localizadas 72. - Otro tipo son las zonaciones hechas por la población local, que corresponden a la manera en que ella percibe lo que es pertinente e importante. La de Pulgar Vidal, "las ocho regiones naturales del Perú", es una extrapolación de conceptos andinos completados por criterios geográficos, climatológicos y de vegetación. César Fonseca (1972a, p 318-324; 1981) observó que la representación andina del medio es de hecho comparativa, en el sentido de que términos altitudinales como "jalka" / "kichua" / "yunga" en el norte del Perú, o "puna" / "suni" / "quechua" / "yunga" en el sur, se vinculan uno con otro en referencia a un punto o a una línea central ("chaupi"). Lo que realmente interesa al campesino son estas oposiciones, que pueden aplicarse a sectores geográficos, cosas, gentes, alimentos, música, y en diferentes escalas: en primer lugar la oposición entre el conjunto de la puna o jalka y el conjunto del valle (quechua); a continuación, por ejemplo, se hace en el interior del valle otras distinciones jalka/kichua, y se puede descender así a distinciones tan pequeñas como las de dos tunas que crecen uno encima de otro, y de los cuales el de abajo será "kichwa" y el de arriba "jalka"... En contraste con estos esquemas conceptuales tenemos las zonas de producción reales, que son los lugares donde los campesinos cultivan especies particulares de una manera específica. Los barbechos sectoriales colectivos descritos en el capítulo 2 son un ejemplo al respecto. En el interior de cada comunidad, las diferentes zonas de producción son claramente identificables. Tienen límites precisos, y, en ciertos casos, incluso cercos comunales 73. Cada zona de producción tiene, en general, un tipo de campo característico: por ejemplo andenes "rústicos" en declive, andenes con riego, pastizales cercados, huertos, etc. Para los observadores de fuera, estos diferentes tipos de campo tienen la ventaja de formar motivos fácilmente reconocibles en las fotografías aéreas: es lo que hemos hecho para cartografiar todas las zonas de producción del valle del río Cañete; Smith, Denevan y Hamilton (1968) identificaron de la misma manera los restos de camellones en el Altiplano (ver capítulo 4). Nosotros afirmamos que a cada zona de producción le corresponde una forma específica de organización para la producción, entre los campesinos que tienen acceso a ella. Se podría definir formalmente una zona de producción como un conjunto territorial de recursos productivos, administrado por la comunidad, y en cual la producción se [[158]] realiza de manera específica. Posee infraestructuras características, un sistema particular de repartición de recursos (como el agua de riego o el pasto), y mecanismos que permiten regular la utilización de estos recursos. Las unidades de producción individuales (las familias campesinas) tienen derechos de acceso a porciones identificadas y delimitadas; todos los productos que obtienen en ellas mediante su trabajo les pertenecen sin reservas, y gozan del derecho de trasmitirlos a otros. La noción de zonas de producción no se limita ni a la agricultura ni a la Sierra. En el capítulo siguiente, Félix Palacios describe cómo se crean "bofedales" por medio del riego para el pastoreo estacional de alpacas en la alta puna, muy por encima del límite superior de los cultivos; Benjamín Orlove muestra la semejanza entre la construcción y explotación de las salinas y la de zonas de 72 Además, errores sistemáticos, cada vez mayores con la altura, conducen a considerar como "muy húmedas" zonas donde no llueve durante ocho meses por año (cf. Morlon, 1979; Banegas y Morlon, 1980; Morlon y Vacher, 1991). 73 Antes de que E. Mayer desarrollase el concepto de "zona de producción", con todas sus implicaciones (organización social, acondicionamiento del medio), otros autores, tales como D. A. Preston (1973: 117-118) habían notado "una relación fundamental entre la utilización de las tierras, el régimen de propiedad y la naturaleza de los terrenos" (fig. 68). 109 producción agrícola; y citaremos la descripción de los campos excavados en la arena del desierto costero hecha por Bernabé Cobo en el siglo XVII. Algunas comunidades del valle del Mantaro han creado un cargo de "vigilante de los ríos", cuyo papel es el de controlar la pesca de la trucha: los comuneros pueden pescar libremente, pero la gente de fuera, y en especial los turistas, pagan una tasa a la comunidad. De la misma manera, pero remontándose en la historia, Pilar Ortiz de Zevallos y Lía del Río (1978) describen las lagunas de agua salada en la Costa, fabricadas y mantenidas por las comunidades de Coayllo, Chilca y Calango. Las "totoras" del lago Titicaca constituyen igualmente una zona de producción. A pesar de la diversidad natural en el valle del río Cañete, las zonas de producción son allí bastante uniformes. En nuestro mapa de utilización del suelo hemos identificado solamente diez tipos diferentes (Mayer y Fonseca, 1979). En él hemos puesto en [[159]] evidencia, entre otros, una masiva conversión de antiguos andenes de maíz en un nuevo tipo de alfalfares para la producción de queso destinado al mercado de Lima (cf. 3.3., más arriba), así como una expansión increíblemente rápida del frente agrícola en el desierto de altitud media, abriendo nuevas extensiones al cultivo comercial de frutas (fig. 69). Estos cambios muestran el dinamismo de estos agricultores, que arrancan a mano a la roca nuevas extensiones cultivables, intensifican la producción y transforman sus recursos para adaptarse a nuevas circunstancias exteriores. Se puede argumentar en torno a la oportunidad de su acción, pero en ningún caso negar su increíble capacidad de hacer producir la tierra. Semejante tipo de expansión no ha podido realizarse sino gracias a un alto nivel de organización. Fig. 69: Expansión reciente del frente agrícola en el desierto (Catahuasi, Cañete, 1250 m.s.n.m.). PM. a ZP 1 III ZP 2 III ZP 3 III b c II d e II f g ZP 4 III ZP 5 III h i Acceso de las unidades domésticas a las diferentes zonas de producción I II Jerarquía de las autoridades que administran el territorio Fig. 70: Manejo de tierras en los sistemas agrícolas comunales (Mayer, 1981, 1983). 110 La organización social que caracteriza el manejo de una zona de producción está representada de manera esquemática en la figura 70; se trata de un sistema dual. En el primer nivel, la unidad doméstica (la familia) es la unidad real de producción; en el nivel arriba del mismo, la comunidad maneja y administra el territorio a través del control que ejerce en las familias. Idealmente, esta institución controla un territorio amplio y heterogéneo. La autoridad se halla organizada de modo que ese control es delegado, y diferentes posiciones jerárquicas tienen a su cargo porciones de territorio especializados. Las decisiones relativas a la utilización del suelo están a la vez coordinadas centralmente y localmente descentralizadas. Cada zona de producción está bajo la dirección de autoridades locales (III), que toman las decisiones día a día a lo largo de toda la estación de cultivos, velan por la aplicación de las reglas mediante la imposición de multas a los contraventores, y dan cuenta de los problemas a los niveles superiores (II) y (I). Tales reglas varían de una zona a otra, en función de las exigencias técnicas (agronómicas) de lo que se produce. Las unidades de producción individuales tienen acceso a la tierra en cada zona de producción, pero no pueden utilizarla sino bajo las condiciones establecidas por las [[160]] autoridades. Pero pueden influir en éstas, participando en las asambleas o ejerciendo presión en las autoridades. Si bien la producción está especializada por zonas, las unidades de producción individuales son diversificadas. Pueden cultivar al mismo tiempo terrenos que se encuentran en diferentes zonas de producción. Una buena explicación de la naturaleza de estas unidades de producción no especializadas y multi-zonas, es la que propone Golte (1980): la mano de obra familiar se utiliza mejor coordinando ciclos agrícolas diferenciados (cf. más adelante 3.5.2). Las relaciones entre la comunidad y las familias que la constituyen son dinámicas, simbióticas y conflictuales, y pueden ser analizadas de acuerdo a cinco ejes: a) La creación a largo plazo de zonas de producción especializadas, y el acceso individual de cada familia a porciones de zona. b) La creación y aplicación comunales de reglas de uso para cada zona de producción, y la conformidad, o, al contrario, la resistencia y oposición individuales a las mismas. c) La coordinación comunal del calendario agrícola, frente a las decisiones individuales sobre las fechas de siembra y cosecha (ver capítulo 2 para el ejemplo de los barbechos sectoriales colectivos). d) La utilización comunal del trabajo aportado por las familias para ciertas actividades productivas, frente a la libre utilización de su mano de obra por las familias. e) La aplicación de categorías de pensamiento andinas, tales como dualidad complementaria, tripartición, jerarquía..., como modos de acuerdo a los cuales se utiliza y conserva la información agrícola (técnica y ecológica), se organiza el trabajo y se torna posible el acceso de diferentes unidades domésticas a las zonas de producción. [[161]] 4.3. Dinámicas de las zonas de producción 4.3.1. Selección de cultivos y zonación Los factores que a fin de cuentas determinan la decisión colectiva de qué producir y dónde producir, son: - lo que la gente quiere consumir y vender, - lo que se produce en las zonas de producción adyacentes, - y las limitaciones ecológicas de las especies y variedades disponibles. El maíz tiene siempre prioridad en las zonas bajas. La decisión de reservar una zona para maíz determina de hecho dónde estará la zona de tubérculos - los que, sin embargo, tendrían mejores rendimientos si fueran sembrados más abajo. A escala regional se puede notar que los nuevos cultivos que se introducen desplazan a los precedentes hacia zonas de producción a mayor altura. 111 4.3.2. Expansión, contracción y segmentación de las zonas de producción En otros tiempos, los pobladores del valle de Cañete consideraron tan importante producir su propio maíz que empujaron el límite de su cultivo tan alto como fue posible, hasta los 3,600 metros; para ello debieron invertir en irrigación para ampliar la provisión de agua más allá de la estación de lluvias (pues el crecimiento de las plantas se ve retardado por el frío, y, a esa altura, el maíz requiere diez meses para madurar). A su vez, tal decisión implica la necesidad de construir sistemas de andenes con riego muy elaborados (fig. 44). Otros cultivos, mejor adaptados a esas alturas, no habrían exigido inversiones tan fuertes. En un período más prolongado, este tipo de proceso conduce a la expansión o contracción de las zonas de producción, en respuesta a las necesidades. No obstante de que no hemos efectuado su estudio arqueológico, tenemos razones para pensar que los innumerables andenes y canales, en la parte alta del valle, constitutuían una respuesta a la creciente demanda de maíz (que fue una preocupación de los Incas, pero no necesariamente de los colonizadores españoles). Más recientemente, la disminución de la demanda de maíz ha llevado al abandono puro y simple de una parte de esos andenes (allí donde el agua disponible para el riego ha disminuido), y a la transformación de la mayor parte de los otros en alfalfares. Un cambio concomitante es la desaparición prácticamente total de la chicha y su reemplazo por la cerveza industrial, que ha provocado una incréible expansión del cultivo de la cebada a través de los Andes. Sin embargo, todas las comunidades han preservado al menos una zona de maíz para su consumo de choclos (espigas maduras cocidas enteras) y de cancha (granos tostados en una sartén). De la misma manera, las actuales modificaciones de la demanda conducen a una progresiva pérdida de importancia de las papas y otros tuberculos andinos en las zonas de aisha (cultivos pluviales de altura). Y ello porque las gentes comienzan a remitirse a lo que César Fonseca llama "la santa trilogía: azúcar, fideos y quaker", los dos últimos como consecuencia de la política de exportación de los Estados Unidos (cf. cap. 6.4). Otras causas son la reducción de la población por la emigración, y el aumento de las tareas exigidas por el complejo productivo alfalfa vacas queso bueyes en las zonas con riego. Sin duda se sacará de este ejemplo la conclusión de que los cambios descritos son respuesta a las características capitalistas de la economía, lo que no es discutible. Lo que quiero subrayar aquí, es que a pesar del carácter comercial de la mayor parte de la agricultura del río Cañete, los cambios introducidos por el mercado no dejan de [[162]] requerir una decisión comunal y esfuerzos colectivos, que en otro tiempo estaban orientados hacia una economía política más andina. Pero volvamos a la pérdida de importancia de la agricultura pluvial de altura (aisha) en estas comunidades. Muy a menudo no hay verdaderamente abandono, pues ahora esas tierras son alquiladas a gentes de otras comunidades, más especializadas en su explotación, y que pagan por ello al dueño del terreno a la vez que a la comunidad en su conjunto (Fonseca y Mayer, 1978: 34). La expansión de una zona de producción exige la construcción de las infraestructuras necesarias para un tipo particular de cultivo (fig. 71) (capítulo 4). Las características de esta infraestructura (tipo de campo, cercos, canales, etc...) dependen de las necesidades de las plantas que se quiere cultivar - toda máquina concebida y fabricada por el hombre responde a las funciones para las que ha sido construida. En el valle de Cañete observamos actualmente la extensión y apertura de tierras agrícolas en el desierto entre los 1,000 y 2,000 metros de altura. Es la participación en la construcción de las infraestructuras colectivas lo que da derecho de acceso a la zona de producción. Tal derecho, hereditario, no se conserva si no se toma parte en el mantenimiento de tales infraetructuras. Espinoza (1971) describe un conflicto, en el valle de Mala, entre tres comunidades, que tuvo lugar en el siglo XVII, y en el cual uno de los argumentos fue que la construcción del canal confiere derechos sobre el agua a los que han participado. Si me puedo permitir una interpretación del antiguo mito preincaico, originario de la misma región ( 74), los [[163]] (74) "En ese tiempo los pueblos yuncas tenían, para regar sus tierras, un acueducto muy pequeño que salía de una quebrada que se llamaba Cocochalla y que estaba un poco arriba de San Lorenzo. Pariacaca convirtió ese 112 descendientes de los zorros, pumas, serpientes y pájaros tendrían todos derecho a sembrar y cultivar maíz en Huracupara, cualquiera que sea su habitat principal. Y, de hecho, la comunidad de Catahuasi está constituida por comuneros originarios de numerosas otras localidades del valle y de otras partes. Fig. 71: Expansión de un sistema de barbecho sectorial por construcción de un nuevo sector. Los comuneros sacan las piedras grandes, que amontonan en líneas horizontales para construir muros contra la erosión (Abril de 1977; Antauta, Puno, 4200 m.s.n.m.). PM. Así, el acceso de los individuos a la calidad de miembro de una zona de producción no es tan difícil, a pesar de que pueden esperarse considerables variaciones en el tiempo y entre las regiones. Lo que parece más problemático es el establecimiento del derecho comunal sobre un terreno. Derecho que es objeto de una encarnizada disputa, que conduce a los conflictos que todos conocemos: entre comunidades; entre comunidades y grandes propiedades; entre comunidades y asociaciones de defensa particular, o "pequeños propietarios" no afiliados, todos los cuales proclaman sus derechos a ocupar porciones particulares del territorio. En los casos observados las comunidades de altura realizan el máximo de esfuerzos, no siempre coronados por el éxito, para recuperar terrenos perdidos. 4.3.3. Desintegración de las zonas de producción El proceso de desintegración implica un desmantelamiento progresivo de los controles comunales y el triunfo del individualismo en las decisiones agrícolas. Exponemos el ejemplo de las tierras en rotación colectivas del valle del Mantaro al final del capítulo 2. Aunque a menudo asociados, no debe confundirse desintegración y privatización: a lo largo de todo el valle del río Cañete encontramos en las zonas con riego una completa propiedad privada de la tierra en el interior de zonas de producción manejadas comunalmente. acueducto en una acequia ancha, con mucha agua, y la hizo llegar hast las chacras de los hombres de Huracupara. Los pumas, los zorros, las serpientes, los pájaros de toda clase, barrieron el piso del acueducto, lo hicieron ellos. Y para hacer el trabajo, todos los animales se organizaron: "¿Quién va a guiar la faena, quién va a ir por delante?" dijeron. Y todos quisieron ser los guías. "Yo, antes de todos," "Yo", "Yo," reclamaban. Ganó el zorro. "Yo soy el curaca; yo voy a ir por delante," dijo. Y comenzó el trabajo, encabezando a los otros animales. El zorro guiaba la obra, los otros le seguían. Y cuando iba avanzando el trabajo, por encima de San Lorenzo, en un cerro, de repente se echó a volar una perdiz. Saltó: "Psic," "Psic," gritando. El zorro quedó atudido: "Huac," diciendo, se cayó; rodó hacia abajo. Los otros animales se enfurecieron e hicieron subir a la serpiente. Dicen que si el zorro no se hubiera caído, el acueducto hubiera seguido por una ruta más alta; ahora pasa un poco por debajo. Y aún se ve muy claro dónde cayó el zorro; el agua baja por allí mismo." ("Dioses y hombres de Huarochirí," J. M. Arguedas, traductor, 1966, cap. 6). 113 4.4. Usufructo de la tierra y del agua en las zonas de producción 4.4.1. Régimen de tenencia de la tierra En términos de la dialéctica individuo versus comunidad, lo que precede implica que los individuos tratan de obtener tanta autonomía como sea posible en la utilización de sus parcelas, en tanto que la comunidad la limita imponiendo restricciones al empleo de la tierra. Debemos por lo tanto definir el régimen de tenencia de la tierra con mucho cuidado, a fin de no caer en la trampa de categorías preestablecidas, tales como propiedad comunal o privada. Prefiero considerarlo como un haz de derechos, en el cual los diversos grupos y actores detentan diferentes derechos sobre la tierra. Pondremos atención, pues, en la pregunta de quién tiene derecho a utilizar qué porciones de terreno para determinadas producciones, más bien que sobre los derechos a la tierra como propiedad en sí (ver el capítulo 7.3). ¿Qué es lo que la comunidad permite hacer al campesino individual? Los regímenes difieren de una zona de producción a otra. Las reglas que la comunidad impone dependen no sólo de las necesidades de las plantas que se cultivan en cada zona sino también de otros factores sociales. He mostrado en otra parte (Mayer, 1977: 59-72) cómo el régimen difiere en las cinco zonas de producción de Laraos. Ello va [[164]] desde las numerosas reglas impuestas por la comunidades en los sectores más altos de barbecho sectorial colectivo (moyas, capítulo 2), hasta una casi total libertad en los cercados con riego del fondo del valle, potreros y huertas 75 . Más aún, en un período de setenta años ,desde comienzos del presente siglo, las reglas han variado al compás de los particulares intereses del grupo detentador del poder en cada época. Cuando los "libre pensadores" tenían el poder (de 1900 a 1950, aproximadamente), las reglas relativas a la tierra y el agua se flexibilizaron notablemente, de modo que los individuos adquirieron mucho más autonomía en todas las zonas de producción. Ello condujo a una reacción de parte de un grupo de comuneros más jóvenes, los que, cuando accedieron al poder, restablecieron la mayor parte de las reglamentaciones comunales (pero no todas) en tres de las cinco zonas de producción. Para poder generalizar a los Andes Centrales en una época dada, sería necesario antes comparar los regímenes de tenencia en la misma zona de diferentes comunidades. Sería entonces posible estudiar cómo han variado esos regímenes a lo largo de perìodos históricos más largos. La etapa final sería comparar las conclusiones entre zonas de producción. Esa es, pienso, la única manera de poder comprender las implicaciones sociales y políticas del sistema. Autoridades y fiestas Se asigna especialmente un grupo de autoridades para la supervisión de las zonas de producción, para aplicar en ellas las reglas impuestas por la comunidad. En Laraos, por ejemplo (cf. capítulo 2), las autoridades que se ocupan del barbecho sectorial colectivo son llamados meseros, y ocupan el cargo durante un año. Isbell (1978: 89-93) describe tres sistemas entrelazados de varayoq (autoridades tradicionales): sallqa para la zona de puna, taksa para las zonas agrícolas, y hatun alcalde (gran alcalde) para el conjunto del pueblo. En razón de que uno de estos puestos estaba en excesiva dependencia de los curas del lugar, los habitantes de Chuschi lo abolieron y lo sustituyeron por otro, sostenido por el gobierno, manera por la cual aprovecharon de la Reforma Agraria para recuperar los terrenos de la Iglesia. En Tangor (Mayer, 1974: 235-253), la función principal del sistema de autoridades (vara) es de administrar las tierras en rotación colectiva y resolver los conflictos de su funcionamiento. Un examen atento de las representaciones simbólicas durante las fiestas que corresponden a estos puestos de autoridad,76 muestra también que los rituales están asociados con diferentes zonas de producción (Isbell, 1978: 139-145; Mayer, 1974: 40-45). Como consecuencia, la fiesta patronal 75 Ver Brush, 1976 a: 130; Netting, 1976; Rhoades y Thompson, 1975, para la descripción de fenómenos similares en otras regiones de montaña del mundo. 76 La persona que ocupa un cargo en un determinado año financia la fiesta correspondiente, lo que a menudo resulta ruinoso. 114 revelará al observador qué zona de producción es considerada como la más importante en una comunidad. Ello puede, sin embargo, inducir a error; tal es el caso de Laraos, donde la fiesta de limpieza de los canales atrae la atención sobre el maizal, en tanto que en realidad las extensiones de puna son económicamente más importantes: bello ejemplo de manipulación ideológica... El ámbito de los individuos Las familias campesinas detentan otro haz de derechos sobre el proceso de producción. Pueden decidir qué extensión de tierra van a cultivar - cosa diferente de la [[165]] extensión poseída, ya que siempre pueden recurrir a intercambios entre comuneros. Allí también hay diferencias de una comunidad a otra; por ejemplo en la de Miraflores, en el valle de Cañete, las autoridades todavía distribuyen en la actualidad, cada año, una extensión fija de tierra por comunero: pero, a pesar de que se ven aún otros casos, quedan poquísimas comunidades que reparten periódicamente la tierra. Otro aspecto de la producción que se inscribe enteramente en la esfera de lo individual es la manera de trabajar la tierra. Cada cual elige el tipo de labranza y de surcos, el sistema de drenaje superficial (capítulo 1). Decide también qué plantas, qué abonos, qué insecticidas (si los utiliza), etc. Es el individuo, asimismo, quien recluta la mano de obra como quiere. Puede también, en el marco de las fechas límites decididas por la comunidad, efectuar la crucial elección entre siembra precoz, normal o tardía (Camino et al., 1981). Las unidades domésticas disfrutan totalmente de los productos fruto de su trabajo; y trasmiten su derecho de acceso a sus herederos. Pueden también, en nuestros días, comprar, vender o dar cualquier parcela de terreno a otros, aunque la parentela y la comunidad no acepten a un comprador cualquiera. En general, las reglas actuales limitan el derecho de acceso a los miembros de la comunidad, a sus herederos o a su parentela. Resulta más largo y difícil para las personas totalmente extrañas establecerse en una comunidad, aunque eso no sea excepcional. Debemos suponer que en otros tiempos el derecho de asignar tierras en el interior de las zonas de producción no pertenecía siempre a la competencia única de las autoridades locales. Sería tentador considerar los barbechos sectoriales colectivos como EL modelo "ideal" de los regímenes de tenencia prehispánicos, y explicar todo lo que difiere de ellos por fenómenos posteriores a la Conquista y por la privatización, pero yo no pienso que la cosa sea tan simple. Hemos mostrado que cuánto más intensivamente se utiliza la tierra (es decir, cuanto más se la cultiva de modo permanente (cf. cap. 7), más los campesinos quieren hacerse independientes en sus decisiones. En consecuencia, el grado de control comunal varía en el mismo sentido que la altura. Así, las tierras de barbecho sectorial colectivo, en las que las limitaciones comunales son más fuertes, están siempre situadas más arriba (o en el altiplano, en ambientes más difíciles) que las chacras, donde el control individual es mucho más fuerte (Carter, 1974; Yamamoto, 1981: 10 y 107; Fujii y Tomoeda, 1981: 44). En ciertos casos, estas chacras son incluso consideradas absolutamente como propiedades privadas, precisamente a causa de esa ausencia de restricciones comunales. 4.4.2. Distribución del agua de riego En la vertiente occidental árida de los Andes,el agua de riego se convierte en el factor limitante más crucial. El control comunal se ejerce entonces a través del agua, cuyo racionamiento determina qué plantas se pueden cultivar en las diferentes zonas de producción. Numerosas características de los barbechos sectoriales colectivos se aplican también a los sistemas de riego bajo control comunal. Como ya dijimos, los derechos de acceso a porciones determinadas de una zona de producción con riego se obtienen trabajando en la construcción de las infraestructuras comunales, como son los canales principales. Los derechos se conservan participando regularmente en las faenas (trabajos colectivos) que los mantienen en buen estado. La distribución del agua varía según las necesidades de la principal especie que se cultiva en cada zona de producción. En Laraos, por ejemplo, hay que regar las papas primerizas (mahuay) cada 115 quince días en temporada seca. El maíz, en cambio, puede [[166]] crecer incluso si no lo es más que tres veces durante la temporada; las necesidades de la alfalfa y de los huertos son también diferentes. Las precedencias y jerarquías son claramente visibles en la distribución del agua. En Huantán, se daba agua a lo largo de un canal a grupos de cuatro o cinco campesinos. El orden en que les tocaba determinaba en gran parte el resto del ciclo agrícola, ya que los primeros en ser atendidos al comienzo de la estación podían cosechar más temprano que los últimos. En Anco, otra comunidad del valle de Cañete, se realiza cada año una ceremonia llamada Asentada de la mita de agua. En compensación del gran banquete que ofrecen a todos los comuneros, las autoridades obtienen los mejores turnos durante su mandato; este privilegio da vuelta también entre los comuneros de un año a otro. Las cantidades, periodicidad y grupos de regantes se deciden en ese día (Fonseca, 1978: 6-7). Así, en el valle del río Cañete los controles comunales no se relajan al descender hacia zonas de producción que pueden ser utilizadas de modo más intenso: más bien se desplazan de la tierra al agua. Pienso que un intento de generalización en el espacio y en el tiempo, a todas las zonas de producción, incluiría las siguientes características: - Las zonas de producción son creaciones comunales, con acceso individual; - Los derechos de acceso están controlados por la comunidad, y las obligaciones que se derivan de los mismos incluyen el aporte de trabajo y la participación en la elaboración de las reglas de utilización; - El control comunal de los procesos de racionamiento, estableciendo las precedencias y la jerarquía de las prerrogativas; - El control del calendario agrícola; - Las ceremonias agrícolas, asociadas al aseguramiento ritual de las condiciones climáticas apropiadas. El control del calendario permite también captar el trabajo de los individuos más allá de las necesidades de mantenimiento y expansión de las zonas de producción. Este mecanismo era antaño esencial para asegurar que las tierras cultivadas en provecho del Estado, de las autoridades locales (kurakas), o de la religión (huacas) lo fuesen con prioridad, antes de que los individuos ordinarios pudiesen trabajar sus propias parcelas. 3.4.5. Limitaciones de la verticalidad a escala comunal Hasta aquí sólo hemos tratado de la organización local de la producción. Pero hay otras cuestiones ligadas a las características de las zonas de producción: ¿Cómo se puede producir excedentes en las zonas de producción? ¿Cómo pueden controlar los grupos sociales más importantes el nivel comunal de organización, y reorientar sus capacidades productivas hacia sus propios objetivos sociales, políticos y económicos? ¿Cómo se inscriben las zonas de producción en la verticalidad? Agregación de las zonas de producción Los pueblos, en cuanto tales, se esfuerzan en crear y controlar tantas zonas de producción como sea posible; ello es diferente del acceso de individuos de un pueblo a zonas de producción en otras aldeas. [[167]] El número de zonas de producción que un grupo local puede controlar depende de varios factores. Uno de ellos es la distancia, que debe ser pensada de acuerdo a los criterios de los mismos aldeanos, cuando estiman que algo se halla cerca o lejos. Los modelos "comprimido", "extendido" o "en archipiélago" de Gade (1967) y Brush (1976 b: 161-165; ver más adelante) son aplicaciones del 116 concepto de distancia, determinados en gran parte por la topografía local y regional, y la intensidad de las gradientes. Pero en sí misma la distancia no es una medida suficiente, y debe ser completada por la intensidad y continuidad de las tareas que hay que realizar. Por ejemplo, y al contrario de ciertos trabajos agrícolas como la labranza (cf. capítulo 1), la ganadería demanda poco esfuerzo, pero sí una vigilancia constante. El número de zonas de producción que una comunidad puede realmente crear y controlar depende igualmente de la importancia de su población, y aún más de las dimensiones y de la complejidad de la organización social de las unidades domésticas. Cuanto más miembros cuentan ellas, más pueden repartir las tareas entre un gran número de zonas de producción. Una familia en aptitud tanto de asignar gente en permanencia para ocuparse del ganado en la puna, como disponer de la fuerza de trabajo necesaria para cultivar parcelas en diferentes zonas de producción, está en mayor capacidad de explotar todos los recursos disponibles en una comunidad, que otra cuya fuerza de trabajo es insuficiente en número y variedad (Webster, 1981; Custred, 1981). No se trata solamente de un asunto de demografía o de ciclo doméstico, sino también de relaciones de parentesco y de organización social. La progresiva "nuclearización" de las familias (es decir, su reducción a la pareja con sus hijos) constituye un importante factor de desestructuración de la organización económica andina. También pueden existir en un pueblo tendencias a la especialización y la división del trabajo. Hasta aquí hemos supuesto que toda familia desea acceder a todas las zonas de producción, pero una solución igualmente válida sería una especialización de las tareas en el interior de la aldea, quedando asegurado el control de todas las zonas de producción por la organización de conjunto del pueblo. En Laraos, por ejemplo, los criadores de cabras y los fabricantes de queso constituyen grupos especializados, separados del que combina la agricultura y el trabajo en las minas vecinas. Cuando el habitat se halla agrupado, los pueblos están situados por lo general cerca de las zonas de producción que requieren cuidados más intensivos. Fonseca (1972a), Brush (1977) y muchos otros han notado que los pueblos actuales se encuentran en el límite entre dos zonas de producción. Con gran frecuencia los pueblos de dominante agrícola están situados entre las tierras de barbecho sectorial y las zonas más bajas, donde se cultiva de manera continua maíz y tubérculos. Aquéllos en los que la ganadería es más importante se hallan en el límite entre los pastizales de puna y las zonas agrícolas más altas (Custred, 1973). Cuando la importancia relativa de las zonas de producción se modifica, el pueblo mismo se desplaza. En el valle de Cañete surgen nuevos caseríos en los fondos de valle productores de fruta, en tanto que más arriba las aldeas ven disminuir su población (De la Cadena, 1977). En el caso, célebre, de Huayopampa en el valle de Chancay, se desplazó la aldea toda (Fuenzalida et al., 1968, 1982); tal tendencia es bastante frecuente en otras partes. Y no hay ninguna necesidad de ser arqueólogo para notar que las ruinas están a menudo (pero no siempre) situadas más arriba que los pueblos actuales (Brush, 1977: 44; Mayer, 1979: 57). Estoy convencido de que investigaciones arqueológicas y en archivos, centradas en los modelos de habitat en relación con las zonas de producción, habrán de revelar grandes desplazamientos históricos de las aldeas hacia arriba o hacia abajo, de acuerdo a la jerarquía de las producciones en diferentes períodos de la historia. [[168]] Pienso que es un error confundir las posibilidades de control vertical que un pueblo puede tener localmente, y que son claramente limitadas, con las potencialidades del control vertical organizado por un señorío o un reino. La organización local de la comunidad no es un "pálido reflejo" o un "modelo reducido" de la verticalidad, sino uno de sus elementos: y no podemos confundir un elemento con el conjunto del sistema. El modelo de verticalidad se aplica a grupos humanos más importantes, en cuyo interior la aldea desempeña un papel esencial: la organización concreta de la producción. Es sólo en aspectos restringidos que la comunidad puede constituir un microcosmos del conjunto del modelo de verticalidad: el control es una variable esencial del mismo, y lo que una sola comunidad puede controlar es evidentemente limitado. Separación de zonas de producción y desagregación territorial 117 La tendencia a la ruptura de lazos entre una zona de producción y el conjunto de que forma parte es una consecuencia de la especialización interna, cuando los que se han especializado consideran su interés hacer secesión. Ello puede acontecer cuando controlan un recurso comercialmente rentable, como las producciones fruteras de fondo de valle o la ganadería en las punas (caso del valle de Cañete, capítulo 3.3). Puede ser así porque se sienten explotados por el grupo social que domina el conjunto; el caso de Mito, en el valle del Mantaro (Albertí y Sánchez, 1974; Mayer, 1983) es el ejemplo más conocido al respecto. La tendencia a la separación de las zonas de producción es muy fuerte actualmente en el centro del Perú; ha existido probablemente en otros períodos de la historia. El punto de partida de las evoluciones descritas es una situación colonial (o post-colonial). No conocemos la anterior a las reducciones del virrey Toledo 77 , de las cuales sabemos que modificaron profundamente la composición de las aldeas, su función y la manera en que se hallaban integradas en conjuntos políticos más vastos. 3.4.6. Grupos de intereses y de poder en las comunidades Lo que de hecho se puede observar en una zona de producción dada es resultado del juego de poder entre los diferentes grupos de intereses representados en el pueblo. La manera en que se utiliza una zona de producción refleja los intereses del grupo dominante, si es que hay uno, o el resultado de todo tipo de negociaciones y de transacciones si el poder se encuentra más igualmente compartido. Sus modificaciones reflejan los cambios de grupos de poder en la aldea. Los mecanismos de poder en juego pueden ser exclusivamente locales, o tener su origen más allá de los límites de la aldea. Los intereses de los individuos se ven tironeados entre dos tipos de exigencias. Por un lado, localmente, las que resultan del acceso y de la participación en una zona de producción, tales como la demanda de trabajo para el mantenimiento de la zona, la planificación de las tareas de acuerdo a las reglas establecidas, las responsabilidades que ejercer (cargos)...Por otro, las que provienen de la pertenencia a un grupo social (por ejemplo la familia en sentido amplio, cofradía, sindicato...) que sobrepasan a menudo el marco local del pueblo. Siguiendo la terminología de Saignes (1978) llamaremos a las primeras exigencias que resultan de la residencia, y a las segundas resultado de la filiación ( o de la afiliación). [[169]] Tomemos por ejemplo las exigencias a las que deben responder los mineros en Laraos en nuestros días. Una de ellas es la de conformarse al trabajo por equipos de día o de noche, según el empleo del tiempo fijado por la mina. Otra es el apoyo al sindicato de mineros, y, si es necesario, la participación en las "marchas de sacrificio" a Lima, en apoyo de las reivindicaciones. Y hay los banquetes ofrecidos en Laraos a los ingenieros de la mina, para que los vínculos personales establecidos en esta ocasión aseguren la continuidad del empleo y otros privilegios que pueden obtenerse por ese sesgo. Como consecuencia las preocupaciones de los mineros en torno a su empleo del tiempo, su dinero y sus recursos afectan la forma en que consideran sus zonas de producción. Estoy convencido de que si los mineros son los agricultores más tradicionales del valle de Cañete, es porque ven en su agricultura una fuente de alimentos de autoconsumo más bien que de ingresos monetarios, y esos alimentos deben ser de la mejor calidad gastronómica posible para los banquetes (cf. anexo del capítulo 5 y capítulo 6.3). La figura 72 esquematiza lo que antecede. En la aldea residen los individuos a, b, c, d, y las instituciones e y f, todos con derecho a utilizar porciones de terreno en una zona de producción dada. Las flechas de izquierda a derecha representan los intereses directos de estos individuos e instituciones en la zona de producción. Las de derecha a izquierda son las exigencias de la comunidad local para el mantenimiento de los derechos de acceso de cada cual a la zona de producción. Diferentes grupos de 77 Los que defienden y tratan de revalorizar la agricultura andina "tradicional" sucumben a veces a la tentación de promover el retorno a un pasado precolombino fácilmente idealizado. Pero ¿cómo volver a algo que sólo se conoce muy mal? 118 afiliación (A, B,..., F), cuyos miembros locales son a, b ...f., tienen frente a aquéllos exigencias que pueden ser muy diferentes entre sí. La función de la organización productiva de la comunidad local es la de llegar a un compromiso entre los diferentes intereses, y, a partir de allí, determinar las reglas y condiciones de utilización de la zona de producción (los individuos o instituciones, y sobre todo sus intereses, serán de seguro diferentes en el caso de otras zonas de [[170]] producción de la comunidad). El resultado final depende del juego de poderes y de influencias al nivel local: insisto una vez más en la importancia de la noción de control que es inherente a todo debate sobre verticalidad. Sostengo no obstante que los grupos externos no necesariamente tienen necesidad de controlar toda una comunidad con sus zonas de producción para llegar al control vertical de múltiples zonas de producción. En nuestros días, como antiguamente, las estructuras de organización comunal permiten a miembros de grupos sociales muy diferentes estar presentes y participar en las zonas de producción locales. Tecnología y adaptación Podemos observar que el nivel comunal de organización selecciona en todo un abánico de posibilidades tecnológicas, ampliado por las diversas procedencias de sus miembros, cada uno de los cuales aporta una tradición cultural particular. Tradiciones que están a su vez adaptadas a las condiciones climáticas y ecológicas locales. Las opciones que a fin de cuentas se toman dependen de lo que la gente quiere producir, y son, tanto como sea posible, compatibles con los diversos intereses de los individuos. Este punto de vista implica que debemos considerar la tecnología como un esquema medios-finalidad, en el cual se compatibiliza los fines deseados con el abánico actual de los medios de que se dispone. La organización comunal es así una institución que crea tecnología "apropiada", en el interior de un contexto económico, político y ecológico dado. Resulta también de ello que esta tecnología se ajusta y se modifica constantemente, según la demanda que se hace de ella por los seres humanos que manejan la compleja máquina que llamamos "zona de producción." Conclusión Si se adopta nuestra definición, todo fenómeno de zonación detectable no corresponde a zonas de producción. Ciertas zonas se individualizan naturalmente a partir de discontinuidades del medio, o de diferencias en la intensidad de su utilización, y, si el hombre las explota sin las características sociales y organizacionales descritas arriba, no podemos realmente llamarlas zonas de producción. Nuestra definición exige igualmente una intervención deliberada, una artificialización del medio, de parte de las unidades de producción que explotan los recursos; veremos algunos ejemplos al respecto en el capítulo 4. Nuestro objetivo ha sido mostrar que ciertos, pero no todos, entre los muy dinámicos aspectos de la organización social andina, se hallan siempre activos a nivel de comunidad. Es importante comprenderlo en nuestros días, cuando se escucha afirmar perentoriamente muchas cosas sobre el "bajo potencial" de la agricultura de la Sierra, y sobre su "inaptitud" para sostener un desarrollo, a pesar de los procesos de reforma agraria bastante radicales que se han iniciado. Cuando éstos hayan avanzado, es muy probable que veamos un control progresivamente más real de las poblaciones andinas sobre sus recursos productivos. En oposición a la opinión de un alto responsable de la reforma agraria, que cierto día consideró este tipo de investigación "Murraísta" como un "academismo folklórico de frivolidad exquisita", esperamos haber mostrado que la investigación sobre la manera en que las poblaciones andinas organizan la producción es de una importancia práctica crucial. [[171]] Retomaremos aquí la conclusión de César Fonseca (1981): "De lo expuesto se desprende que los criterios precolombinos de organización social parecen ser los mismos de la organización de producción que aún están vigentes en las comunidades tradicionales del país. (...) Al ser reducidos los ayllus a pueblos durante la Colonia, los nuevos 119 comuneros utilizaron estos mismos criterios para crear comunalmente zonas de producción." (Fonseca, 1981: 186). Aún lo hacen. 120 5. Modelos de complementariedad ecológica: una revisión bibliográfica Pierre MORLON Como punto de partida de una investigación destinada a comprender la actual vitalidad en los Andes de las formas de organización llamadas 'comunidades campesinas', Jürgen Golte presentó en 1980 un trabajo titulado "La racionalidad de la organización andina", centrado en la gestión por las sociedades campesinas de una serie de ciclos agrícolas repartidos en diderentes pisos ecológicos. Allí explica: "Si el óptimo de la utilización de la fuerza de trabajo campesina se alcanza con el manejo paralelo de varios ciclos agropecuarios en diversos pisos altitudinales, distantes entre sí, esto no deja de influir sobre la organización social de la producción. Hay varias formas posibles para organizar la producción multicíclica (fig. 73): A.- Que el grupo social de productores controle en común todos los espacios aprovechables. Que se organice colectivamente la utilización del trabajo y la distribución de la producción. B.- Que la producción se organice por unidades domésticas en tierras adscritas a cada unidad en todos los pisos altitudinales y que los productos pertenezcan a las unidades domésticas que las trabajan. C.- Que la producción se organice por subconjuntos sociales. Que se adscriba a un subconjunto social la organización del cultivo en un piso altitudinal, pudiendo recurrir cuando lo requiera a la mano de obra de las otras unidades, a cambio de productos. A UD B UD UD UD UD UD UD UD UD Unidades domésticas Grupo social jerarquizado C Intercambio de productos y trabajo Sub-conjuntos sociales (Golte, 1980) Fig. 73: Formas de organización social posibles para el aprovechamiento complementario de ambientes verticales (Golte, 1980). La primera forma, siempre que no haya una variación fundamental en la tecnología de la producción, control del espacio y formas de comunicación, requiere un definido grado de jerarquización en las decisiones, y capacidad de delegación de trabajo en la cúspide de la jerarquía. La segunda forma podría operar solamente si las unidades domésticas fueran suficientemente grandes para controlar varios ciclos a la vez. Incluso así probablemente se emplearía mucho tiempo en los caminos en comparación con las propias tareas de la producción. De todas 121 formas se requeriría de una unidad social superior para la defensa de la territorialidad e integridad de la producción doméstica. Este modelo supondría, además, que en los ciclos no existiesen tareas agrícolas con un requerimiento de trabajo colectivo mayor al de la capacidad de la unidad doméstica. En este sentido la tercera alternativa es más operativa (...). El problema en este caso deriva de las diferencias en la productividad de los diferentes pisos, así como de diferencias básicas en el rendimiento de ciertos cultivos en determinados terrenos, como del maíz en tierras planas con riego [[172]] y el de papa amarga de puna en tierras de secano, y también de diferencias eventuales: sequías o plagas que afecten los cultivos de un piso. Un problema adicional surgiría de la posibilidad limitada de planificación del ciclo de un cultivo, haciendo que la disponibilidad de trabajo quedara fuera de la capacidad de decisión de su organizador. El hecho de que las tres formas básicas para organizar la producción paralela en varios ciclos agrícolas - con la finalidad de aprovechar la mano de obra en un grado mayor que el permitido en el monocultivo - tengan inconvenientes si se las aplica aisladamente, ha determinado que los pobladores andinos nunca las hayan utilizado de esta manera, sino combinadamente. Estas formas compuestas, en las que una subordinaba a las otras, o por lo menos a una de ellas, se han utilizado con diverso énfasis en la historia andina (...) en relació a lineamientos históricos más generales" (Golte, 1980 : 53-56). Otra clasificación propuesta por Brush (1974) se refiere a la disposición geográfica relativa de los diferentes pisos utilizados; pero geografía y organización social no son independientes (Guillet, 1981a y b): - El tipo "compacto": los campesinos residen en el límite entre las dos principales zonas ecológicas, la del maíz y la de los tubérculos, y tienen acceso en menos de [[173]] un día de camino a un conjunto de pisos próximos. No se ven así en la necesidad de recurrir a migraciones más importantes, o a redes de comercio y de intercambios exteriores a las fronteras de la comunidad. Este tipo compacto se halla, principalmente, en la vertiente oriental de los Andes, donde las gradientes o variaciones ecológicas son muy rápidas. "... la estrategia a largo plazo está basada en la obtención del conjunto de productos de las zonas ecológicas en el interior de la comunidad, se puede esperar una tendencia hacia un fuerte espíritu de cuerpo, que se puede manifestar en el señalamiento y defensa de los límites territoriales, la endogamia comunal, la negativa a abrirse a los forasteros, la búsqueda de un estatuto jurídico protector, etc" (Guillet, 1981b). Pertenecen al tipo compacto los casos de Uchumarca (Brush, 1973 y 1974), Manchiri (Vallée, 1972), Huancaraylla (Barrete, 1972), Queros (Núñez del Prado, 1968; Webster, 1971 y 1973; Yamamoto, 1982; Flores Ochoa y Fries, 1989), el valle del río Cañete (Fonseca y Mayer, l978, Mayer y Fonseca, 1979; Brunschwig, 1986; Arana, 1986)... - El tipo "extendido" se encuentra en grandes valles, como del Vilcanota, a lo largo de los cuales las gradientes ecológicas son menos marcadas. En lugar de concentrarse en las partes altas, las poblaciones se han dispersado de un extremo a otro, en comunidades separadas: cada una tiende a especializarse en productos de una zona ecológica determinada, y obtiene los de las demás zonas a través de redes de intercambio, las mismas que, llegado el caso, pueden constituir sistemas de mercado altamente desarrollados. - En fin, en el tipo en archipiélago, algunas de las zonas explotadas por el mismo grupo social están muy alejadas, hasta unos diez días de camino, lo cual implica ya sea migraciones estacionales de la población - como es el caso actualmente tanto en comunidades situadas en el norte del Perú en los altos valles del Marañón y del Huallaga (Burchard, 1972; Fonseca, 1972a y b; Mayer, 1971, 1972), como en la región del lago Titicaca en el Sur (Flores Ochoa, 1970; Martínez, 1961 - , ya sea colonias permanentes, como las descritas por Murra en lo que concierne a la época de la conquista española. El habitat principal se encuentra por lo general en los límites entre los pisos 122 quechua (maíz) y puna o jalka (tubérculos, y, más arriba, pastos de altura), efectuándose las migraciones hacia las zonas bajas tropicales. "El control de zonas ecológicas dispersas, en el tipo en "archipiélago", se realiza ya sea a nivel de la familia, ya sea a nivel del grupo social superior. En este último caso la exogamia y matrimonios preferenciales deben ayudar a reforzar las relaciones con las colonias alejadas. Una práctica que se podría estudiar desde este punto de vista es la escisión de las comunidades andinas y la creación de "anexos", que a menudo poseen un status jurídico y político separado, pero continúan manteniendo fuertes relaciones de dependencia con la comunidad "madre": este proceso podría ser fruto de la estrategia en "archipiélago" a nivel del grupo social." (Guillet, 1981b). "La elección de una estrategia de largo plazo es, desde luego, central para otras funciones del grupo social. Si las tierras de barbecho sectorial son un elemento clave al respecto, habrá necesidad de un conjunto de reglas aceptadas y respetadas por todos, definiendo la utilización del suelo, el control comunal y la planificación colectiva de los trabajos agrícolas. A la inversa, las tierras irrigadas pueden estar sometidas más a la iniciativa individual y menos a los controles colectivos. Así, una comunidad con una estrategia "compacta" puede poner en acción dos modos de explotación por completo diferentes, en tanto que una estrategia "extendida" puede llegar a un solo modo estrechamente acondicionado para una zona específica" (Guillet, 1981b). Entre los casos descritos encontramos los de Alcavitoria (Custred, 1974), el valle de Vilcanota-Urubamba (Gade, 1975), el del Mantaro (Altamirano, 1974). [[174]] Una diferencia fundamental entre los diferentes modelos reside en los calendarios de trabajo: a - La explotación por personas diferentes, cualquiera que sea la organización social, reduce los desplazamientos obligatorios a solamente los intercambios; pero debe resolverse de otra manera el problema de la desigual repartición del trabajo a lo largo del año. b - La puesta en valor directa por las mismas personas de un conjunto de pisos, es el medio más eficaz hallado por los campesinos para utilizar del mejor modo su fuerza de trabajo a lo largo de todo el año, evitando así tanto las puntas de trabajo críticas, como los períodos huecos (desocupación técnica no remunerada) (fig. 74). Ello es posible en virtud de las diferentes épocas de cultivo y de la duración del crecimiento de las diferentes especies vegetales en los diferentes pisos ecológicos (GOLTE). El interés de esta explotación simultánea se reduce cuando las distancias son muy grandes, ocasionando una importante pérdida de tiempo en los desplazamientos, y una menor vigilancia de ciertas parcelas. Altura m.s.n.m. Ene Feb Mar Abr Mayo Jun Jul Ago Set Oct Nov Dic 5000 4000 3000 2000 1000 Fig. 74: Calendario de movimientos altitudinales de una familia de Q'ero durante un año (Flores Ochoa y Fries, 1989). 123 Como consecuencia de la simultaneidad de trabajos en diferentes zonas de altura en ciertas épocas del año, las familias se escinden en otros tantos grupos (fig. 75). Se ven en la necesidad de utilizar los lazos de reciprocidad con parientes fuera de la familia nuclear, con los compadres..., y, cuando disponen de dinero, reclutan jornaleros. En algunos años el clima se comporta de modo diferente en las zonas de producción, haciendo que los trabajos se adelanten en unas y se atrasen en otras. No es posible establecer un calendario agrícola rígido e inflexible. El tiempo y el espacio son, en tal contexto, dos variables ligadas íntimamente. Es urgente integrar la dimensión temporal en el concepto de verticalidad y en los estudios sobre los sistemas agrícolas de los Andes Centrales (Camino, 1982; Camino et al., 1981). La "verticalidad" es la expresión en el paisaje de un ideal más amplio y complejo, que busca diversificar las bases de subsistencia en un medio natural imprevisible e inestable(Guillet 1980, 1981c). Vamos a desarrollar este punto en la última parte de este capítulo, y volveremos a tocarlo en el capítulo 6. Roles y lugares de crianza de ganado. Los transportes. "Todos están poblados entremedias de lo alto y bajo, en tierra más fría que caliente, en sitios altos y laderas, por causa de las lluvias, donde gozan de los dos extremos, de la tierra fría, para apacentar los ganados domésticos, los que tienen, y cazar lo bravo, y de lo caliente, para sementeras, al tiempo" (D. de la Bandera, [1557] 1965 : 176). El ganado da valor a las zonas no cultivables, o, más axactamente las que no son cultivadas en una época determinada (cap. 7). A menudo transfiere su fertilidad a ciertas zonas cultivadas (cap. 2). Esta complementariedad, sin embargo, no implica necesariamente una separación en el espacio, y hay animales domésticos presentes prácticamente en todos los pisos, al menos en ciertas épocas del año. Y, sobre todo, la verticalidad implica siempre importantes necesidades de transporte, satisfechas en parte a lomo de bestia. En efecto, las trochas carrozables no son practicables todo el año, y no penetran por doquiera 78 y, sobre todo, el campesino trata de sustraerse [[176]] al dominio de los camioneros. Así, este papel esencial de la crianza de ganado, incluso si tiende a desaparecer en lo que concierne a los trayectos largos, persiste en lo que se refiere a los cortos. Se han descrito diferentes modalidades de manera más o menos detallada (Flores Ochoa 1968 y 1975; Preston 1973: 126; Palacios Ríos 1977a; Brougère 1984); cada una puede ser vinculada a uno o varios tipos: compacto, en archipiélago, extendido... Presentaremos aquí, brevemente, el caso de los pastores del distrito de Puica, en el valle alto de Cotahuasi (departamento de Arequipa), donde pastores de altura y agricultores forman grupos separados (tipo "extendido") (Inamura 1981: 70 - 76): "En la quebrada, los agricultores cosechan la papa en abril, y el maíz y las habas en mayo y junio. En esta época, los pastores bajan a la quebrada con las llamas cargueras. Generalmente hacen dos viajes y permanecen en los pueblos allí unos dos meses en total. El pastor se aloja en la casa de su amigo agricultor y se ocupa del transporte de la cosecha a solicitud de los vecinos agricultores. En principio, el pastor obtiene un saco por cada diez sacos que ha transportado, y el contenido varía de mitad a lleno, de acuerdo a la distancia. Los pastores ganan un promedio de diez sacos de papas y otros diez sacos de maíz y habas en una estación. Efectúan este tipo de trabajo en las tierras distantes también. Algunos van al valle de Abancay79, donde abundan el maíz, la cebada, el trigo, etc., y otros viajan hasta la 78 Es muy fuerte el contraste entre el Altiplano, donde en estación seca los camiones llegan a casi todos los puntos, y los valles encajonados, en los que, en el mejor de los casos, el camino llega hasta la capital de distrito, donde termina. 79 Abancay está a 150 km "a vuelo de pájaro" y más o menos 1,000 por camino carrozable. Chumbivilcas está a 70-80 kms, a través de la puna, y a varios cientos por carretera. 124 Provincia de Chumbivilcas, Cuzco, para conseguir la papa (...), a la quebrada de Cotahuasi (fig. 76). (...) Se puede destacar dos formas de trueque. (a) Cambiar de manera directa los productos pastoriles como carne, charqui, costal, soga y excrementos del ganado por los productos agrícolas. (b) Conseguir primero los artículos tales como sal, ají seco, frutas, etc., y después cambiarlos por los productos agrícolas. (...) Entre los artículos tratados, la sal es el más importante. La tienen que comprar porque es de venta estatal. Es conocida la mina de sal Huarhua, anexo del distrito de Pampamarca. (...) Consiguen el ají y frutas por compra o por trueque, en la parte baja del valle de Cotahuasi. Otro sistema más complicado es comprar la sal en Huarhua para llevarla en seguida al valle y cambiarla por frutas, para finalmente llevarlas a otras regiones donde las canjearán por productos agrícolas. (...) [[177]] Los pastores aprovechan cualquier ocasión para ampliar su relación con los agricultores. (...) Una vez que se establece una relación personal, se mantiene por el intercambio de obsequios y ayudas recíprocas, y sigue manteniéndose aún en la generación de los hijos.(...) En muchas ocasiones estas relaciones se desarrollan a las de compadrazgo o padrinazgo. Es notable que los pastores buscan sus padrinos muy raras veces entre sí mismos, y prefieren quedar ligados con los agricultores por este parentesco ficticio. (...) Según nuestra observación, hay buen número de matrimonios entre pastores y agricultores en Puica. En Ocoruru, de 33 matrimonios identificados hay nueve parejas de un marido pastor y una mujer de la quebrada. En Sairosa 13 casos entre 23 matrimonios son del mismo tipo, y en Cuspa 15 entre 25." Una cuantificación de la producción y de los intercambios en Nuñoa, en el Altiplano (Thomas 1972 : 132 - 137 y 1976: 396) muestra que los productos de la ganadería de una familia mediana son insuficientes para asegurar su alimentación, si son autoconsumidos por completo; pero su mayor parte es intercambiada por productos agrícolas que contienen, globalmente, cinco veces más calorías (fig. 77). 125 6. Propiedades familiares y dispersión de riesgos: el ejemplo del altiplano 80 [[178]] Pierre MORLON 6.1. Divisiones sucesorias y estrategias matrimoniales "Volvamos por un momento al carácter determinante de la agricultura de Chujucuyo (en la ribera nor-este del lago Titicaca), a saber la extrema pequeñez de las superficies cultivables en relación con la población: 150 hectáreas de cultivos y 75 hectáreas de "pastos naturales" para un poco más de 300 personas. El promedio de las propiedades, por familia, se sitúa alrededor de 1,3 ha. Esta cantidad seguramente ha sido subestimada (algunos moradores no tomaron en cuenta, en su declaración, las tierras que poseen fuera de la comunidad). El promedio debe situarse, probablemente, alrededor de 1,6 - 1,7 ha. por familia. Esta extensión familiar se halla subdividida en grado máximo: 60 parcelas, en promedio, de un total de 1,3 hectárea, o sea 220 m2 por parcela. Estas cifras, hay que repetirlo, representan promedios. Hay en Chujucuyo una propiedad de 2,5 hectáreas, dividida en 221 parcelas, de una extensión promedio de 113 m2. Existen parcelas de 2 metros de largo por 1,5 de ancho. Se está pues allí frente a un microfundio "pulverizado" en una fragmentación casi inimaginable: ¡más de 5000 parcelas en Chujucuyo! ¿Cómo se ha llegado a la situación de un rompecabezas inverosímil como éste? Es verdad que hay que reconocer lo que es consecuencia de la topografía, y que ha llevado a construir andenes, y, por lo tanto, multiplicar las parcelas. Se puede invocar, igualmente, la necesidad que tiene cada cual de contar con acceso a diferentes tipos de terreno. Ambas razones han desempeñado un papel, pero no son las únicas que pueden explicar esa fragmentación. Hay que buscar la causa esencial en los fenómenos de sucesión y de herencia. Cada vez que muere un campesino, su propiedad se divide entre los diversos herederos, y cada parcela es compartida entre los diferentes interesados. Así, hace algunos años, un terreno de de 20 metros de largo por 11 de ancho, fue dividido entre 5 herederos.Cada uno de ellos posee, en consecuencia, una parcela de 11 por 4 metros. Posteriormente uno de esos herederos falleció. Sus cuatro hijos se repartieron la herencia, y, en lo que respecta a dicha parcela, cada uno recibió un lote de 4 metros de largo por apenas 3 de ancho. El problema es por lo demás extremadamente complicado, pues las sucesiones hacen intervenir desde luego a los herederos directos, pero igualmente, muy a menudo, a una parentela relativamente alejada, como ilustra el esquema de un terreno que en otro tiempo perteneció a la abuela paterna de los Apaza Justo (fig. 78). ¿Desde cuándo las sucesiones se realizan de esta manera? No encontramos ningún elemento que nos permita dar una respuesta al respecto. Unicamente la reflexión nos obliga a pensar que ese modo de herencia es relativamente reciente: - por una parte, algunos habitantes, incluso jóvenes, conocen aún con precisión la extensión de las propiedades de sus antepasados, terrenos que en varios casos estaban constituidos por una franja continua de terreno con la pampa y las dos laderas. [[179]] - por otra, este fenómeno no puede ser muy antiguo, pues de otra manera estaríamos ya, desde hace mucho tiempo, frente a un impase total, a menos de suponer: 80 Este texto toma el parágrafo "Dispersión de riesgos" (in Morlon et al., 1982), así como el artículo "Del clima a la comercialización: el ejemplo del Altiplano peruano," en: El riesgo en la agricultura, ORSTOM (1989), en español: Agricultura y sociedad, Madrid, 45 (1987): 133-183. 126 . sea que la ocupación de la tierra en Chujucuyo es muy reciente, lo cual contradice todos los estudios arqueológicos que se han efectuado en la región; . sea que la población era allí en extremo reducida, lo cual es incompatible con la presencia de antiguos y enormes muros, que necesitaron mucha mano de obra. 0 50 m Fig. 78: Plano de las particiones de una parcela y arbol genealógico de los propietarios, comunidad de Chujucuyo (Verliat, 1978). (...) Esta fragmentación de las propiedades es fuente de una gran pérdida de tiempo. Observemos el esquema de la propiedad de Jorge Apaza Apaza (fig. 79). Si bien en el plano las distancias pueden parecer modestas, no olvidemos que estamos a 4,000 metros de altura, y en laderas a menudo muy pronunciadas.(...) Esta fragmentación continúa fuera de la comunidad, ya que todos poseen terrenos, por lo general muy pequeños, en las comunidades vecinas. Asimismo, el 20 % de los terrenos en Chujucuyo pertenece a personas ajenas a la comunidad. Si bien puede ser interesante ser propietario de terrenos en otras comunidades, a fin de tener acceso a varios tipos de terrenos (ex: comunidad de las orillas del lago — comunidad del interior), ¿qué pensar de las parcelas que se posee en las [[180]] comunidades vecinas? El interés disminuye muy pronto al caminar durante dos horas (ida y vuelta) para cultivar cuatro parcelas (en total 155 m2) en Chañohari, como sucede en el caso del señor F. J. A.. No nos sorprendemos al encontrar, en estos terrenos exteriores a la comunidad, un elevado porcentaje de tierras incultas - 64 % en el caso del señor A. A. J. (81). Propiedades fragmentadas al extremo, y sobre todo pequeñas, pequeñísimas. El problema de la tenencia de la tierra es una de las preocupaciones principales de los habitantes de Chujucuyo. Es la principal causa de escisiones en la familia, de los numerosos juicios que entablan los campesinos entre ellos, procesos que, manejados por astutos letrados (a veces uno mismo asesora a las dos partes), no acaban nunca y absorben una gran parte de los ingresos." (Verliat, 1978). En realidad, hay dos problemas que se debe distinguir: - la dimensión de las propiedades: su reducción es consecuencia del aumento de la población en una extensión determinada. Los individuos no disponen de ninguna posibilidad de actuar al respecto, salvo si abandonan la agricultura y se dedican a otras actividades. o invadiendo las grandes propiedades (ya sea privadas o de cooperativas); (81) Este porcentaje (los 2/3) corresponde exactamente al que encontramos, en promedio, en los sistemas de barbecho sectorial. ¿No sería ese el caso? (Nota del editor). 127 - la dimensión de las parcelas, deliberada en la estrategia de dispersión de riesgos, es en parte controlada por los campesinos por medio de canjes destinados a conseguir un equilibrio, una dispersión suficiente pero no excesiva: < 100 m2 100 - 200 m2 > 200 m2 Ladera con andenes, más o menos erosionada + 10 parcelas (total 1000 m 2) + 2 parcelas (total 300 m2) Plaine Ladera rocosa muy erosionada Lago Titicaca Fig. 79: Esquema de la propiedad de un campesino en la comunidad de Chujucuyo (Verliat, 1978). [[181]] "los intercambios de terrenos son bastante frecuentes, y ayudan a contrarrestar los elementos del sistema responsable de la extrema división de tierras y la dispersión de tenencias. El método más aceptado para efectuar los intercambios es el trueque o kala (...). Las conversaciones pueden durar meses, pero una vez que han llegado a un acuerdo sobre la equivalencia general, se llama a dos jilakata (autoridades comunales tradicionales) para medir las parcelas y juzgar las diferencias en la calidad de la tierra y del drenaje. (...) Nunca se hace un testimonio del intercambio. Este sistema les provee a los irpachiqueños un medio importante para consolidar sus propiedades, y les ayuda a acumular una mejor variedad de calidady drenaje en sus tierras" (Carter y Mamani 1982: 31). ¿Puede sorprender que una situación como ésta haya llegado a los extremos que se dan en el Altiplano, allí donde se suman alta densidad de población y altos riesgos climáticos? La dispersión de numerosas pequeñas parcelas no es sólo consecuencia involuntaria y nefasta del proceso de división de las parcelas con ocasión de las sucesiones, sino que éste es más bien, en parte, un medio para alcanzar esa dispersión, obtenida por el juego combinado de los factores siguientes: - las sucesiones: las parcelas no son repartidas entre los herederos, sino que, al contrario, cada una se divide entre todos, a fin de conservar el acceso a las diferentes zonas; - la aparcería, o los matrimonios, en que cada uno de los cónyuges aporta sus parcelas, lo cual permite adquirir acceso a diferentes zonas; "Un medio habitual de conseguir acceso a tierras cuya localización es esencial, en las comunidades contemporáneas, es la utilización de las relaciones sociales. (Brush (1975) ha notado que la aparcería tenía una importancia mayor a fin de que todos pudieran tener acceso a los recursos de las diferentes zonas ecológicas. En su muestra, 69 % de los convenios de aparcería eran realizados entre personas que estaban vinculadas por relaciones de parentesco (...). Custred (1973: 44), por otra parte, encontró que las relaciones de compadrazgo son importantes en la cooperación entre campesinos que viven en diferentes zonas ecológicas. En fin, Burchard sugiere que los matrimonios endogámicos o exogámicos pueden estar estrechamente relacionados con la ubicación y el cceso a tipos de terrenos estratégicos" (Guillet, 1981 b: 22). 128 "Una hipótesis alternativa o complementaria atractiva, para explicar los patrones de distribución geográfica de los matrimonios interaldeas, es estrictamente de tipo ecológico. Las comunidades que el cuestionario estudió, están todas sobre el lago Titicaca, pero no son ecológicamente equivalentes entre ellas. Existen en distintas micro-zonas ecológicas (fig. 80). Huancollusco se extiende desde el lago hasta las colinas y en consecuencia tiene más área en tierras altas, que son menos susceptibles de ser inundadas y de sufrir heladas, en relación a las aldeas. Ramis también tiene las tres zonas ecológicas, pero está menos favorecida con laderas. Como la herencia es bilateral, los intermatrimonios ayudan en la adquisición de tierras fuera de la comunidad a la que uno pertenece, sin que esto guarde relación con la residencia post-matrimonial de la pareja. Las distancias son relativamente insignificantes; un campesino está en condiciones de trabajar tierras en otros lugares del distrito (...). Factor limitante es la distancia que un hombre puede caminar en un día, hasta la chacra y volver, con tiempo suficiente como para trabajar siquiera unas horas en ella. La mayor parte de los campesinos tienen tierras en otras aldeas, aunque sea de pocos metros cuadrados. Se debe notar que no solamente las inundaciones son una amenaza, sino también el granizo y las heladas que con frecuencia caen en áreas restringidas o limitadas del distrito. En consecuencia, tener tierras en varias comunidades disminuye y distribuye el riesgo de perder la cosecha entera y proporciona un seguro contra los siempre presentes peligros que rodean la agricultura en una región donde ella es precaria (...). [[182]] Entonces, la ventaja reside en casarse en Ramis, Huancollusco y Jassana, y en menor extensión en Collana y Sacasco, que no tienen colinas fértiles, pero que no sufren los peligros de las inundaciones (fig. 80) y no en las comunidades más expuestas de Requena, Tuni Requena y Tuni Grande. Todos los matrimonios distantes (que se realizan entre aldeas no contiguas) siguen este patrón dentro del distrito" (Bolton, 1973: 100-101). 6.2. "Una verticalidad horizontal (82)" En el Altiplano del Titicaca el límite superior de los cultivos no está sino a 200 ó 300 metros por encima de la pampa que rodea el lago, situado a su vez a 3,800 metros de altura. Los riesgos climáticos son muy altos: sequía, heladas, granizo e inundaciones en la planicie. "Tienen chácaras de papas y chuño y de quinua y de cañagua aunque algunos años se les yela" (Garcí Diez, [1567] 1964: f. 7v, testimonio de Martín Cari, cacique principal). "... por la gran falta que hay de comida todos los más años que se les yelan las sementeras les es necesario ir a dichas partes [Costa y Yungas] a rescatar comida a trueque de ganados (...) La comida que tienen es de papas y quinua y como dicho tiene lo más del tiempo se les yela" (id: f. 68r, Melchior de Alarcón). "... les falta la comida que se da en esta tierra a los dichos indios unas veces por falta de agua y otras veces por mucha agua que se les ahoga y otras veces les hacen mucho daño los yelos y que esto lo ha visto generalmente por todo este Collao" (id.: f. 74r y v, Martín de Leguiña) 83 . Al contrario de lo que sucede en los valles del río Chancay (Greslou, 1981; Ney y Greslou, 1983), del río Cañete y en el de Cuyo-Cuyo - éste sin embargo muy próximo - [[183]] donde las laderas se despliegan de 3 a 4,000 metros de desnivel, la "verticalidad" se ve sustituida aquí por las diferencias (82) Este título algo provocador enfatiza la aplicación del concepto de verticalidad a una región que, como bien lo indica su nombre, tiene como característica ser plana... al igual que muchas otras regiones agrícolas en el mundo. "Este ideal (...) no se expresaría en última instancia en términos de 'verticalidad', sino más bien en términos más genéricos de 'diversificación'. (...) En el Altiplano boliviano, en un contexto de horizontalidad total, (...) lo que se pretende y se busca es que "cada persona debe tener cuantos diferentes tipos de calidad de suelo como es posible" (Carter, 1964: 65)" (Camino, 1982: 28-29). 83 Cf. igualmente f. 27 testimonio de Pedro de Entrena; f. 75v y 76r del Hermano Agustín de Formizedo; f. 79 del Hermano Domingo de Loyola; f. 81 y 82 Melchior de Alarcón. Cf. asímismo Garcilaso, 1610, VIII, 1. 129 de suelos y micro-climas que, a igual altitud, son creadas por las diferentes posiciones respecto al lago y por la topografía ("efecto de abrigo" y estancamiento del aire frío en las zonas bajas). Estas diferencias climáticas son muy importantes a escala de la región, como muestra la comparación de la duración de los períodos libres de heladas (fig. 81), para estaciones meteorológicas situadas todas en la misma franja de altura entre los 3,800 y 4,000 metros, a unas cuantas decenas de kilómetros unas de otras (fig. 82) (Morlon, 1978b, 1987). Se puede cultivar maíz, y, a condición de contar con riego, lograr dos cosechas por año en algunas laderas que dominan directamente el lago Titicaca, allí donde éste es profundo; y, a la misma altura, pero a unas decenas de kilómetros de distancia, se hace difícil asegurar una sola cosecha de cebada o de papas por año.Incluso a corta distancia, en el interior de una comunidad, las diferencias climáticas tienen consecuencias agronómicas no desdeñables (Le Tacon, 1989). En los pocos kilómetros cuadrados de que dispone, una comunidad de las orillas del lago Titicaca, como Santa rosa de Yanaque (Enriquez Salas y Prins, 1986) modula la naturaleza y el calendario de sus producciones agrícolas de acuerdo a todos los matices creados por las diferentes situaciones relativamente al lago y a la colina rocosa (fig. 83): - el cordón litoral arenoso (comparable a un gran camellón natural) de Sicata, más favorable, salvo en caso de fuerte crecida del lago, pero muy estrecho; - la llanura costera de Yanaque, excesivamente húmeda, - las laderas de la colina gredosa, afectadas por todas las sequías, sobre todo allí donde la tierra no es retenida por andenes; - las heladas más frecuentes e intensas sobre la ladera opuesta al lago, y sobre todo en la llanura de Alaiza hacia atrás. Zonación agro-ecológica de Sta Rosa de Yanaque (Enriquez Salas & Prins, 1986) Vientos fríos y secos de noche Cerro Alaiza Pampa Cebada forragera Faldas del Papas cerro habas Habas trigo Papas arvejas Maíz cebada cebada isañu oca trigo Sicata Pampa Qotalaca Yanaque Habas Cebada cebada trigo papas papas quinua oca isañu Habas cebada Qota Totora llachu peces aves (cordón litoral arenoso) Lago Titicaca Papas habas Peces arvejas quinua 7 especies pescadas Fechas de siembra escalonadas de setiembre a inicios de diciembre Heladas Frecuentes e intensas Sin helada en tiempo de cltivos S e q u e d a d Sí según Muy marcada prof. suelo Pocas heladas Sin heladas e n t i e m p o d e c u l ti v o s Poca A veces al inicio del ciclo Sí Exceso de agua Las excesivas Inundaciones lluvias producen anegamiento por crecida de las aguas del Lago Fig. 83: Zonación ecológica de la comunidad de Santa Rosa de Yanaque y adaptación de los cultivos a los riesgos climáticos (Enriquez Salas y Prins, 1986). 130 [[184]] Esta comunidad está situada en el "núcleo" del antiguo reino Lupaqa, y no hay ninguna razón para pensar que esa adaptación fina a cada variación del medio no existía hace ya cuatro siglos y medio; pero en esa época se integraba en el gran modelo en "archipiélago" que garantizaba, probablemente, una mayor seguridad. 6.3. Franjas transversales y (micro) archipiélagos. "Otro patrón orientado es el que corresponde a camellones largos y angostos generalmente paralelos entre sí, y cuyo largo puede alcanzar hasta 400 o 500 metros (ver fig. 115c). Los ejes largos, generalmente forman ángulos rectos con la ínea formada por el encuentro de las laderas de los cerros con la planicie. (...) Casas y tierras de cultivo están generalmente ubicadas al final de la ladera, y puede ser que estos camellones largos y angostos, que a menudo terminan donde la ladera comienza a subir, representen una extensión hacia la llanura de chacras lineares que se alargaban desde los andenes de los cerros através las tierras marginales, hasta la zona pantanosa abajo" (Smith et al., 1981/1968: 34-35; ver también todo el acápite que sigue en el mismo artículo). "Según una antigua regla que todavía vale, también pertenece a la sayaña - ['herencia parada'] que está situada habitualmente al borde del lago -, la franja de terreno de igual anchura situada entre la [[186]] cumbre de la pendiente y el lago donde crece la totora. La propiedad de los totorales en el lago es también limitada cuidadosamente, como la propiedad de los cultivos. Además de esta tierra, cada campesino puede poseer terrenos en otra parte de la isla, en el interior o en la costa. La tenencia de la tierra está organizada aquí de tal manera, que todos poseen un pedazo en la costa para que puedan disponer de su totoral propio, el atracadero para su bote o balsa, y lugar para secar totora y fabricar balsas directamente al borde del agua" (Solc, 1969: 29). Estos dos textos, que describen una situación de hace veinticinco años, pueden compararse con la división del valle de Cochabamba en Bolivia por los Incas, cuando reemplazaron la población nativa por "mitimaes": "En tiempos del rey Wayna Qhapaq, justo antes de la invasión europea, todos los habitantes fueron sacados del territorio , y éste fue dividido en cuatro sectores, cada uno de los cuales fue a su vez recortado en franjas que se extendían de una a otra cordillera. Cada franja fue asignada a un grupo de aymaras, algunos procedentes de zonas tan alejadas como el lago Titicaca al norte, o el desierto de Atacama al sur." (Wachtel, 1982, citado por Murra, 1984: 88-89). Para combinar las ventajas del acceso de cada familia a todos los recursos del medio (incluídos la totora y la pesca en el lago), y de un conjunto de parcelas agrupadas (trayectos menos largos, fácil vigilancia, agrupamiento de las tareas, como por ejemplo trabajo de un campo y vigilancia de los carneros que pastan al lado), la división tradicional o "ideal" del terreno entre las diferentes familias de una misma comunidad se efectúa en franjas transversales (o "verticales"), que se extienden desde las cumbres hasta el fondo del valle (o hasta el lago), atravesando los diferentes medios naturales o acondicionados. "La importancia de incluir en lo posible diferentes zonas topográficas en cada sayaña puede apreciarse más claramente en las zonas de Colina Blanca y Canaviri. (...) Estas parcelas irregulares ascienden desde el borde del pasto comunal hacia la cumbre de la colina, o hasta el límite mismo de la zona. Todas ellas cruzan varias regiones topográficas, ninguna está situada a un solo nivel" (Carter y Mamani, 1982: 25) (fig. 84). Esta forma de división, que se encuentra también en otras partes de los Andes centrales (fig. 85), es a veces visible en el paisaje (figs. 86 y 87), cuando los límites de [[189]] las propiedades están señalados por muros, o cuando los acondicionamientos (andenes, camellones, incluso salineras (figs. 88 y 91), fueron realizados conforme a este modelo, que parece, pues, antiguo. ¿Qué sucede cuando se producen las sucesiones hereditarias entre las generaciones? 131 - Por una parte la partición entre los herederos se efectúa dividiendo la franja en el sentido de su longitud, a fin de garantizar a cada uno el acceso a todos los ambientes. Pero al cabo de un cierto número de generaciones, la anchura es demasiado estrecha como para ser nuevamente dividida, y cada cual recibe entonces parcelas separadas, distribuidas en todos los ambientes, con lo cual comienza el estallido de la franja transversal; [[190]] - al mismo tiempo, el aporte de cada uno de los cónyuges, con ocasión de los matrimonios, adiciona lotes geográficamente separados, constituyéndose así, poco a poco, un "archipiélago de franjas transversales" como el representado en la fig. 79. Fig. 84: Ejemplo de plano parcelario en "bandas verticales" perpendiculares a las curvas de nivel, en Irpa Chico; la zona representada cubre aproximadamente 450 ha (según Carter y Mamani, 1982). Fig. 86: Límites parcelarios en "bandas verticales" (Diciembre; Qariya, Nor-Potosi, Bolivia, 4000/4250 m.s.n.m.). PM. Fig. 87: Andenes con arboles, con límites parcelarios en "banda vertical" (San Jerónimo, Cusco, 3200 m.s.n.m.). PM. 132 Fig. 88: Límites parcelarios en "bandas verticales" en las salineras de Maras (Cusco, 3200 m.s.n.m.). PM. Cuando no existe (es el caso actual) un mecanismo colectivo de "puesta en cero,"84 se pasa, pues, en unas cuantas generaciones, del modelo en franja transversal al de archipiélago,85 con un gran número de casos posibles, vinculados con: - el intercambio amistoso de parcelas; - la emigración de algunos de los hijos, lo cual permite a los que se quedan comprarles su parte; - la expoliación de las tierras de la comunidad por las haciendas vecinas, lo cual determina la aparición de archipiélagos minúsculos donde no subsiste ya ninguna huella de franjas continuas (huellas que sí son visibles, al lado, en la tierras de la gran propiedad). Veremos ilustraciones concretas de estos diferentes casos en el capítulo 6. Pero en la actual economía familiar, la dispersión de riesgos y la complementariedad de diferentes recursos requieren de otros medios y no simplemente de la repartición de las parcelas de cultivo en el espacio. Medios que van de la disposición de las plantas en una misma parcela, y del escalonamiento de las fechas de siembra, a la combinación de agricultura, crianza de ganado, artesanía, trabajo asalariado en el lugar o por migraciones estacionales, etc., que nosotros llamamos "sistema de producción rural" (Morlon, 1981a, 1987, 1989). 84 Se puede muy bien imaginar que tal mecanismo existía en antiguos tiempos: la redistribución periódica de las tierras, de la que habla Garcilaso, puede haber sido un mecanismo de 'integración parcelaria' para reconstituir franjas verticales. En este caso, no aparece ya en contradicción con la herencia de tierras, atestiguada por otros textos de la época. 85 Hemos tomado de Murra el término de archipiélago, pero el cambio de escala acarrea una interpretación diferente. Se recurre al "archipiélago" de todas maneras en los barbechos sectoriales colectivos (incluso si originalmente se trataba de "archipiélagos de franjas transversales" como sugieren ciertos paisajes entre Oruro y Potosí en Bolivia): "En Irpa Chico, el ideal es tener las qallpa [parcelas en barbecho sectorial] esparcidas lo suficientemente para poder gozar de los diferentes tipos de tierra, drenaje y elevación. Algunas familias tienen 90 o más qallpa independientes esparcidas en cuatro o cinco zonas diferentes." (Carter y Mamani 1982: 27-28). Desgraciadamente ninguna de las comunidades en las que se hallan las familias que hemos estudiado en el Altiplano -(cap. 6), sigue practicando tal sistema. 133 6.4. Estrategias de subsistencia La dispersión de riesgos y la complementareidad de recursos diferentes no son sino las dos caras de una misma y única estrategia de subsistencia. En lo que respecta a la producción agrícola, se trata de dispersar los riesgos entre el mayor número posible de especies y de variedades, producidas en el mayor número posible de situaciones ecológicas 86. 6.4.1. Dentro de una misma parcela. Pueden crearse micro-situaciones ecológicas diferentes por medio del trabajo del suelo: como vimos en el capítulo 1, el "pronóstico climático" que hacen los campesinos para el año agrícola que comienza determina el tipo y orientación de los surcos, a fin de evacuar el exceso de agua, o, al contrario, retener las lluvias insuficientes. Pero si dicho pronóstico es incierto, los campesinos orientan sus surcos de diferentes maneras en el mismo año. La preocupación de dispersar los riesgos guía también las modalidades de trabajos tales como la siembra de cereales, siendo la secuencia de operaciones que observamos cerca del lago Titicaca la siguiente: [[191]] - apertura de un surco con el arado de palo (5 cm para las Chenopodiáceas, y 10 cm para las gramíneas); - esparcimiento de los granos, tanto en el fondo como en los flancos de los surcos; - recubrimiento cuando el arado abre el surco vecino. De este modo los granos colocados en los flancos del surco aseguran la producción en caso de lluvias abundantes o precoces, y, en caso contrario, los granos hundidos a mayor profundidad en el fondo del surco. Se ha descrito con mayor frecuencia la asociación de diferentes especies, o, en el caso de una misma especie, de variedades diferentes. En el valle del Mantaro, por ejemplo, Carney (1980) ha observado que el número de variedades de papa mezcladas en un mismo campo ¡iba de 6 hasta 30! Estas asociaciones de variedades o de especies diferentes pueden ofrecer una u otra de las ventajas siguientes: - la dispersión de riesgos de enfermedades o de accidentes climáticos entre plantas desigualmente resistentes en el momento en que se producen los daños: si algunas son destruidas, otras sobreviven y rinden. - la protección de ciertas plantas por otras: según los campesinos, líneas de mashua o isaño intercaladas entre las de papas detendrían la progresión de ciertas enfermedades en el terreno (Camino, 1978 y 1982). Algunos campos son delimitados por cercos de lupino ("tarwi"), especie alta y muy amarga que disuade al ganado y a los animales silvestres de penetrar en la parcela para comer en ella; en fin, y sobre todo, las especies altas protegen a las más bajas contra el viento y el sol que resecan en el día, y contra las heladas en la noche. "En el norte del Perú y otras localidades, es común plantar quinua como borde rodeando trigo, papas y otros cultivos, a los que protege, según los indígenas, de la acción de las heladas" (León, 1964: 78). "La mayor parte de los agricultores asocian el maíz hasta con tres cultivos. Al tratar de encontrar una explicación de tal o cual asociación, dan razones que van desde la persistencia de la tradición, hasta la protección contra el viento y las heladas" (Franco y Benjamin, 1978: 39). "Al lado de las plantas muertas por el frío, hay otras que apenas muestran los bordes de las hojas amarillas, mientras el tallo está vivo, obedeciendo seguramente a algún abrigo próximo, 86 Cf. Lescano et al., 1982: 84-85; Camino 1982: 28-29; Thomas 1977: 98-99; Guillet, 1980 y 1981c. 134 una roca o una planta más alta" (Romero, 1928: 400; cf. Thomas, 1972: 130 - discutiremos los mecanismos de esta protección en el cap. 4.3). El mismo principio se aplica a veces en el caso del ganado, poniendo llamas en los rebaños de carneros, porque saben defenderse mejor contra los animales salvajes. En fin, "estas numerosas variedades pueden ser utilizadas como respuesta dinámica a las variaciones del ambiente. Por ejemplo, el período habitual de siembra de maíz en la pampa de Anta [a 3,400 metros de altura, cerca del Cuzco] se sitúa entre el 25 de agosto y el 15 de septiembre. Si la siembra no brota a causa (...) de las condiciones climáticas, los campesinos vuelven a hacerla, hasta la primera semana de octubre. Para esta segunda siembra se sirven de una variedad especial llamada "pucutu," la cual, si bien da rendimientos bajos, es más resistente a las heladas. Y si sigue helando hasta el 15 de octubre, siembran entonces trigo o cebada, que son aún más resistentes" (Guillet, 1981b); en efecto, cuanto más tarde se siembra en la estación, mayor peligro se corre de heladas precoces en el momento de la maduración del cultivo. [[192]] 6.4.2. El escalonamiento de las fechas de siembra Las siembras o plantaciones (tarpuy) se escalonan, por lo general, de acuerdo a cada especie y a cada piso de altitud, en 3 fases separadas, que a veces se subdividen: - ñaupaq (precoz), - chaupi (central) o hatun (grande), - q'epa (tardía). Ello permite a la vez extender el calendario de trabajo y dispersar los riesgos climáticos o fitosanitarios. El problema es lograr el desarrollo completo del ciclo vegetativo entre dos sucesos letales (sequía-helada), situando los estadios más sensibles de cada especie en los de menores riesgos: "... que el maíz en este reyno se ha de sembrar y comenzar desde el mes de Julio de Santiago mayor apostol entra el primer maíz y se ha de acabar hasta la natividad de sembrarse" (Guamán Poma, [hacia 1615] 1936: 1152. Es en un contexto como éste que aparecen conceptos tales como el de tinkuy (Fonseca, 1966), que se refiere al encuentro o coincidencia del desarrollo de la planta con los fenómenos meteorológicos. En la práctica este concepto lleva a escalonar las siembras, incluso dentro de una parcela de pequeñas dimensiones. De esta manera el tinkuy se producirá, en el caso de cada planta, en un estadio diferente de su ciclo, garantizando así la supervivencia de por lo menos una parte de las plantas cultivadas (según Camino 1982: 29). "Con fines de control de plagas y enfermedades, en muchas comunidades en las cuales las limitaciones de clima no son significativas para la conducción de un determinado cultivo, se ha podido establecer un calendario agrícola teniendo como principal objetivo evadir la época de mayor incidencia del problema fitosanitario principal como es el 'soqho', Phytophtora sp. Esta época para las comunidades de Sina (Sandia) corresponde al mes de noviembre, fecha de mayor precipitación pluvial y humedad. La siembra tiene lugar durante los meses de junio (milli), julio y agosto (chaupi milli), setiembre y octubre (alto) y en febrero (panqo). (...) podremos observar que las cuatro modalidades de la siembra de papa (milli, chaupi milli, alto y panqo) están programadas de tal suerte que el cultivo de la papa en el mes de noviembre no presente en su período vegetativo, las características óptimas de planta hospedera para el desarrollo del 'soqho'" (Cáceda y Rossel, 1985: 19-20 y 93). Pero el problema puede complicarse en lo que respecta a los riesgos fitosanitarios, como anotan Franco y BEenjamin(1978) a propósito de "... la gran dispersión de las fechas de siembra en el Callejón de Huaylas. En el dominio de recomendación [conjunto homogéneo de fincas] 1, se empieza a sembrar en el mes de junio; 135 son los productores de choclo principalmente, los que buscando reducir el daño por enfermedades, e incentivados por mejores precios del choclo en los meses de DiciembreEnero, adelantan sus fechas de siembra. Pero en general todos los agricultores que disponen de riego tienden en adelantar las fechas de siembra tratando de burlar el ataque de enfermedades. Pero pareciera que esta práctica produce efectos contradictorios, puesto que las primeras siembras se realizan cuando las cosechas todavía no han finalizado, constituyéndose así en uno de los factores que agravan los problemas fitosanitarios de esta región". De hecho los campesinos efectúan un compromiso entre: - la dispersión de los riesgos en el espacio, que implica en cada lugar el mayor número posible de especies y de variedades que se comportan de modo diferente frente a los riesgos climáticos y fitosanitarios: [[193]] "A causa de la lluvia y de las heladas, sembramos todos los cultivos en diferentes lugares para asegurar alguna cosecha, porque si cae una helada en la pampa donde lo destruye todo, tendremos cuando menos productos en otros lugares. Por eso en una chacra grande sembramos papa, oca, quinua y habas. Este año no ha habido heladas y hemos cosechado todos los cultivos; sólo la papa fracasó por el exceso de lluvia" (Gregorio, jefe de la familia III, en el capítulo 6.1). - la adecuación de cada especie a cada característica del suelo y del clima: pampas de suelos profundos y ricos, pero donde pueden acumularse agua y aire frío, o "cinturones térmicos" en las pendientes de suelos más pobres: "La mejor tierra es según el año; cuando hay mucha lluvia, como ocurre, la mejor para nosotros es la tierra 'ashalaca', porque necesita mucha agua, y aunque llueva día y noche no le hace daño. En cambio en la tierra 'shalla' (arenosa), todo se pierde en una semana. La grava 'kalachi kolla' es como la ashalaca, porque resiste cuando llueve, el agua penetra y va al fondo. En cambio, cuando no hay lluvia, la tierra arenosa resiste mejor porque necesita poca agua para dar una cosecha; es tierra muy buena, sobre todo para las papas por la facilidad con que absorbe la humedad. Depende del año que venga. En las tierras pobres, sólo da bien el centeno; la cebada queda pequeña..." (Gregorio). - la localización de los cultivos en función de los transportes a efectuarse, lo cual a veces se opone a la precedente. Así con frecuencia se cultiva arvejas en las parcelas más alejadas, pues constituyen el producto más fácil y rápido de transportar en la cosecha, lo cual minimiza el riesgo de robo de las cosechas, cuya gravitación, sorprendente en relación con otras regiones del mundo, se explica por la desestructuración de la sociedad consecutiva a la conquista española. 6.4.3. Estrategias de producción. Con respecto al conjunto de la producción, el campesino razona a largo plazo, o considerando varios años, ya que la cosecha de un determinado año jamás es segura. No es sino en las situaciones de extrema precariedad que "las estrategias de producción del jefe de familia están orientadas hacia la satisfacción de las necesidades de la familia hasta la próxima cosecha", como afirma Guillet (1981c). La conservación de las cosechas de los años buenos para años malos es cosa común en todo el mundo. Pero en una zona en que los tubérculos constituyen la mayor parte de la producción, esa conservación ha exigido técnicas particulares de deshidratación, que precisamente utilizan la alternancia de helada nocturna e intensa radiación solar diurna, es decir las mismas condiciones que tan destructivas son para los cultivos en pie. Es así como se fabrican: - con las papas, el chuño (deshidratación simple), y la moraya o tunta (deshidratación más lavado con agua corriente, eliminando los productos solubles fermentescibles); - con la oca (Oxalis tuberosa), la qaya. 136 Pero los productos que se obtienen no pueden evidentemente servir ya como semillas. Así, una mala cosecha de papas se traduce al año siguiente en una menor extensión sembrada (e inversamente); los efectos retardados en las extensiones cultivadas pueden extenderse de este modo a lo largo de varios años, atenuándose a manera de ondas. Otra solución es la de intercambiar recursos no afectados por la calamidad con productos alimenticios disponibles en otras regiones. Papel que ha desempeñado, tradicionalmente, el ganado o sus productos (lana), ya que los animales y el forraje son menos sensibles a los accidentes climáticos que los cultivos de panllevar. Otra modalidad [[194]] es también la de extraer provecho de los recursos no agrícolas: artesanado, minas, comercio, trabajo temporal en otras regiones. Así, como en los tiempos en que se desplazaban entre las "islas" de los "archipiélagos" territoriales, los campesinos actuales, incluso los de los pueblos más aislados, viajan muy a menudo para satisfacer los imperativos de un "archipiélago de actividades", cuyo conjunto forma lo que llamamos "sistema de producción rural," en el cual la distinción entre lo "agrícola" y lo "no agrícola" no es necesariamente la más pertinente, como veremos en los ejemplos del capítulo 6. 137 Capítulo 4 Infraestructuras agrícolas: ¿vestigios del pasado o técnicas para el futuro? [[195]] [[196]] Introducción Pierre MORLON "¿Por qué crece esta planta en el sitio en que se encuentra? ¿Por qué se ha desarrollado tal ecosistema en tal sitio y de esa particular manera? En Europa, dondequiera que se planteen estas preguntas, la mejor respuesta será, probablemente: porque el hombre lo decidió o lo permitió, voluntaria o involuntariamente; o porque su acción lo favorece directa o indirectamente (...). El hombre ha modificado, y continúa haciéndolo, el balance hídrico y el ciclo de los elementos nutritivos en prácticamente todos los ecosistemas. Más aún, influencia de modo cada vez más acentuado en la dinámica de las poblaciones de plantas, animales y micro-organismos. Tal es la causa por la cual muchos ecólogos salen de Europa a fin de poder estudiar la "naturaleza virgen" (...). Fue la razón de mi primer viaje hacia el Perú y otros países tropicales. Sin embargo, después de algunos meses de trabajo, no pude dejar de descubrir, también allí, el impacto de la actividad humana (...). Para aumentar los rendimientos de los campos (...) las laderas fueron transformadas en andenes para la agricultura y horticultura intensivas. Es por eso que cuando llegaron los españoles a la parte occidental de la América tropical muchas montañas se parecían a escaleras, y toda la cordillera fue llamada con el nombre de esos andenes" (Ellenberg, 1979: 401 y 411). Aunque sea equivocada, esa etimología del nombre de la Cordillera de los Andes ilustra la importancia de las transformaciones del paisaje y del medio natural con fines productivos. Transformaciones que constituyen una de las razones que justifican el cambio del concepto de piso ecológico al de zona de producción (capítulo 3.4). La correspondencia entre una zona de producción y un tipo de infraestructura no es unívoco. En Laraos, por ejemplo, tres zonas de producción se encuentran en andenes con regadío: el maizal, los alfalfares con cerco, la zona de barbecho sectorial. En este capítulo presentaremos las principales técnicas de "artificialización" del medio, utilizadas por los campesinos para construir zonas de producción, tratando de interpretar su papel micro-climático, y mostrando a partir de ellas cómo técnicas muy antiguas, hoy más o menos abandonadas, pueden emplearse, junto con las más recientes, para un desarrollo agrícola futuro. No hemos querido hacer aquí ni un catálogo exhaustivo de las infraestructuras existentes, ni una síntesis general 87 ; pero dejando de lado lo que nos pareció conocido y evidente (el papel del riego, por ejemplo), escogimos estudios realizados a partir de puntos de vista y con preocupaciones diferentes, que en conjunto han de mostrar la generalidad de la noción de zonas de producción construidas por el hombre, y la riqueza de las técnicas puestas en obra. 87 Una síntesis pediría un libro entero para cada tipo de acondicionamiento. Se comienza a publicar libros al respecto, y los mencionaremos en su lugar. Antes de ellos aparecen compilaciones o colecciones de artículos. Señalemos las de Lechtman y Soldí, 1981; Ravines, 1978; La revista América Indígena, (México), vol. XL (4), 1980; De la Torre y Burga, 1986; Culturas y Tecnologías Altoandinas, CorPuno, 1987; la revista Allpanchis: Antigüedad y actualidad del riego en los Andes, Cusco, Nos. 27 y 28, 1986; Denevan et al., 1987. 138 [[197]] 1. Diversidad de los acondicionamientos 1.1. En el desierto costero, los "Mahamaes" o chacras hundidas Bernabé COBO 88 « De las hoyas y mahamáes de los Llanos Otra particularidad, no menos maravillosa que las referidas en los capítulos antecedentes, hallamos en esta tierra de los Llanos, que es modo que los indios tuvieron de aprovechar para sus labranzas la tierra que de suyo era yerma e infructífera. Esto hacían de dos maneras: la primera, cavando y abriendo grandes hoyas, y la otra, aprovechándose de los lugares húmedos, o por la vecindad de alguno, o por tener dentro de sí el agua muy somera. A los sitios y tierra desta calidad llamaban en su lengua mahamáes, y con el mismo vocablo los nombramos nosotros dondequiera que los hay, como es en el corregimiento de Ica, diócesis de Lima, y en otras partes, que es tanto como si dijéramos tierras de labor por la humedad que en sí tienen, con la cual sola, sin otra agua del cielo ni riego de ríos, producen lo que en ellas se siembra. El intento con que los indios hacían las hoyas era para acrecentar las tierras de labor, porque como eran muy pocas las que había en estos Llanos para sustentar tan gran multitud de gente como habitaba en ellos, la necesidad del sustento los despertó y obligó a buscar modos extraños como remediarla. Hacían de ordinario estas hoyas en el espacio que hay entre las Lomas y riberas de la mar, donde la tierra es casi tan baja como la misma mar, y por no alcanzar el agua de los ríos a regarla, estaba yerma y cubierta de arena seca. Las hoyas de Chilca, diez leguas desta ciudad de Lima (fig. 89), que son de las más nombradas deste reino, corren por la orilla de la mar en luengo della como dos leguas sin apartarse media de la playa las más distantes; y las más cercanas a la mar que yo he visto, así en el dicho valle de Chilca como en otros, no distan della un tiro de piedra. De manera que parece fructificar con la humedad que el agua de la mar, trasminada por la arena, les comunica, respecto de estar las tales hoyas casi a un peso y nivel con el agua de la mar; y parece ser indicio de esto ser el agua que hallamos en los pozos y jagüeyes que se abren en las hoyas algo gruesa y salobre, si bien no tanto que no pueda beberse; y está tan somera, que en ahondando hasta llegar al peso de la mar, se topa con ella, que de ordinario es a uno o dos codos, poco más o menos. Las hoyas de Villacuri en la provincia de Ica, no menos famosas que las de Chilca, son las más mediterráneas de que yo tengo noticias, porque distan de la mar de cuatro a cinco leguas, en las cuales hay mayor razón de dudar si la humedad que participan les viene de la mar o de otra parte. Argumento de venirles de la mar puede ser el criar, como crían, salitre en la superficie de la tierra, como las de Chilca y demás hoyas marítimas. Pero mi parecer es, salvo mejor juicio, que la tal humedad no procede de la mar: lo uno, por estar las tales hoyas tan distantes de ella; y lo otro, porque no están en un parejo y nivel con la misma mar, sino mucho más altas, como se ve por experiencia en que, caminando desde la marina para ellas, se va siempre subiendo algo, aunque disimuladamente. Por donde tengo para mi que toda la humedad destas hoyas de Villacuri, y mucha parte de la de las que están en la costa de la mar, es comunicada de los ríos que bajan de la Sierra; porque [[199]] todos ellos, desde que llegan a la tierra seca de los Llanos, se van disminuyendo, a causa de que su agua se va embebiendo y trasminando por la arena y cascajo, de que son las madres de los ríos; de manera que muchos de los que no son tan caudalosos, se sumen y fenecen antes de llegar a la mar, cuya agua va derramada por las entrañas de la tierra y en los lugares bajos va muy somera; de lo cual es muy bastante prueba la mucha yerba y arboleda que vemos en algunas partes, que son las que por esta razón llamamos propiamente mahamáes, y donde la tierra está más alta, aunque esté la superficie cubierta de arenales secos, si la humedad procedida de los ríos no está más honda que dos o tres estados, suele producir árboles gruesos y crecidos, cuales son los guarangos o algarrobos, que nacen 88 Capítulo 17 de la "Historia del Nuevo Mundo" del sacerdote jesuita Bernabé Cobo (1580-1657), que pasó 48 años de su vida en el Perú. Selección y notas por P. Morlon. 139 en los arenales que hay entre Pisco e Ica, que es en el mismo paraje de las sobredichas hoyas de Villacuri; los cuales arenales están tan secos por la sobrehaz, que los vientos mudan de unas partes a otras los montones y médanos de arena, y acontece frecuentemente que, como la arena que es llevada del aire topa en estos árboles, se va amontonando en torno de ellos hasta dejarlos sepultados, a unos del todo, y a otros la mayor parte, dejándoles descubierta sola su cumbre o algunas de las ramas más altas, y por este camino se vienen a secar muchos; y toda la tierra que hay desde Pisco a Ica, que son doce leguas, es desta condición y calidad, que en dondequiera que aparten la arena, hallarán debajo de ella tierra fértil con suficiente humedad; y las partes que carecen destos médanos de arena, como sean de suelo bajo, gozan de tanta humedad, que vienen a ser mahamáes, crían yerba y otras plantas, y aún suelen manar tanta cantidad de agua, que se forman en algunas partes ciénagas y lagunas. Al argumento que se trae del salitre que crían estas hoyas en la superficie, se satisface con decir que el tal salitre no procede de la calidad del agua que humedece las hoyas, sino de la naturaleza de la tierra dellas, que de suyo es salitrosa en tanto grado, que en muchas partes cría en su sobrehaz grandes costras y piedras de fina sal, como vemos en este mismo arenal de Villacuri, de que vamos hablando, y en otros desta costa, a donde aun el agua dulce de los ríos que se suele rebalsar en ellos, en poco espacio de tiempo se cuaja en sal. Hacían los indios estas hoyas con inmenso trabajo, cavando en los arenales muertos y apartando y amontonando la arena alrededor dellas hasta descubrir el suelo húmedo en conveniente distancia del agua, para que fructificase. Algunas se hallan de dos o tres estados de hondo y otras menos; unas son redondas y otras cuadradas, y con otras formas diferentes; mas, por la mayor parte, son largas y angostas; algunas hallamos de extraña grandeza, cual es una que está en el valle de Asia en esta diócesis de Lima, por la cual pasa el camino real de los Llanos, que tiene buena media legua de largo. Las ordinarias del valle de Chilca tienen capacidad para una buena huerta o viña cada una, porque de las redondas y cuadradas hay muchas de a ciento y a doscientos pasos de diámetro. Están divididas unas de otras con una loma de la arena que en sus orillas se amontonó cuando se cavaban, la cual sirve de cerca y vallado. Y porque el salitre que crían es dañoso para las plantas, también alcanzaron los indios a prevenir este daño, con estercolar la tierra de cuando en cuando, como es cada dos o tres años; y sírveles de estiércol para este menester la hoja seca del guarango, de los cuales árboles suele haber gran cantidad por todos estos llanos, y al pie de ellos se halla tanta copia de hoja amontonada y podrida, por haberse juntado allí de muchos años, que cubre el suelo una capa della de uno y dos codos de grueso; y éste es el estiércol con que se benefician las hoyas. En las hoyas de Chilca usaban los indios sembrar con el maíz y demás semillas una cabeza o pedazo de sardina, con el cual beneficio tenían abundantes cosechas; y era tan necesario, que sin él se iba la sementera en vicio. [[200]] Al presente son muchas más la hoyas que están yermas que las que se cultivan, por haber venido los indios en gran disminución; con todo eso, se aprovechan de algunas así indios como españoles, y en el valle de Pisco se hacen ahora algunas de nuevo para plantar viñas. Nacen en ellas los mismos frutos que en lo restante de los Llanos, y toda fruta de hoya se aventaja a la que nace en las huertas de regadío, particularmente los dátiles, y el vino de hoya es preferido a los otros. Pues como estas hoyas tengan la hondura que habemos dicho, no pueden los caminantes descubrir de lejos lo que hay en ellas, por lo cual, los que no lo saben, piensan ser todo cuanto tienen por delante arenal seco como lo demás del contorno, hasta que, llegando sobre ellas, hallan en medio de tanta sequedad un deleitoso vergel en cada hoya, según están de verdes y hermosas con tanta arboleda y amenidad; y en las hoyas que no se cultivan nace mucha yerba, que sirve de pasto para las bestias de los caminantes, que no es de pequeño socorro para los arrieros. Por lo que en este capítulo queda dicho, se entiende bastantemente lo que son mahamáes, y así no hay que detenernos en explicarlo; sólo advierto que lo que mejor se da en los mahamáes son melones, que nacen en ellos por el invierno; son regaladísimos; y en entrando el verano, como empieza a crecer el río y a comunicar más humedad a estos mahamáes, van desdiciendo de su bondad los melones. Demás desto, se debe advertir que también se suelen llamar mahamáes los bañados de los ríos, que es la tierra de sus riberas que bañan y cubren en sus crecientes y avenidas, cuando salen de 140 madre, la cual tierra siempre conserva aquella humedad. Plántanse también en estos mahamáes viñas y otros árboles frutales, y se siembra trigo y las demás semillas y legumbres. Y porque parece que la demasiada humedad, así de las hoyas como de los mahamáes, había de impedir el madurar y sazonar los frutos, proveyó el Sapientísimo Hacedor de todas las cosas que en tiempo de invierno, cuando las plantas requieren más humedad y los ríos destos Llanos traen menos agua, tengan las hoyas y mahamáes tanta humedad, que parece están brotando agua; y por el verano, cuando, por llover en la Sierra, los ríos vienen crecidos y explayados, con que parece había de crecer excesivamente la humedad de las hoyas y pudrirse sus frutos en lugar de madurar, experimentamos lo contrario: que el agua que en sí tienen se baja y sume, de suerte que queda seca la superficie de la tierra, con que se da lugar a que los frutos sazonen maravillosamente; lo cual tengo para mí se debe atribuir a los recios soles y calores que en este tiempo hace, los cuales enjugan y secan la sobrehaz de la tierra, así como el tener de invierno tanta copia de humor, procede de andar el sol entonces apartado de este clima, y de las continuas neblinas que por este tiempo cubren la tierra y la humedecen y defienden de los rayos del sol 89. » 89 Ana María SOLDI publicó en 1982 una síntesis sobre los 'mahamaes': "La agricultura Tradicional en Hoyas", Fondo Editorial PUC, Lima, 104 p. 141 1.2. Campos de sal Benjamin Sebastian ORLOVE 90 El creciente interés por las técnicas tradicionales agropecuarias andinas ha implicado un nuevo planteo sobre la utilización de los recursos naturales en diferentes ambientes, y la posibilidad de revalorar cultivos, herramientas y tecnologías hasta hace poco despreciadas. [[201]] Este estudio trata de una actividad no agropecuaria, pero que corresponde tan igualmente al concepto de zona de producción tal como lo definimos: la explotación tradicional de la sal. Los dos casos aquí descritos son un ejemplo de la naturaleza de las economías campesinas andinas, en las cuales se imbrican actividades económicas que, para los economistas formados en las escuelas de los países industrializados, representan sectores económicos distintos (cf. capítulo 6). La explotación de recursos minerales como la sal o la arcilla para hacer cerámica, obedece a la misma percepción de la complementariedad que las producciones agropecuarias. La sal no sólo se emplea como elemento de la dieta humana y animal, sino que permite utilizar más ampliamente otros productos agropecuarios. La elaboración de carne y pescado secos, por ejemplo, no se hace exponiéndolos simplemente al sol y a las heladas, sino también por disecación con sal. La elaboración de quesos requiere en muchas zonas gran cantidad de sal. De esta manera, permite que la leche que se produce en su mayor parte durante la época de lluvias - de noviembre a marzo - pueda consumirse durante muchos meses. Pero tal vez más importante aún es que en la problemática de la producción tradicional de la sal se reproducen los mismos temas que surgen respecto de las tecnologías tradicionales agropecuarias: la importancia del contexto socioeconómico e histórico; el empleo de fuentes limitadas de energía; la valorización de recursos naturales mal reconocidos por la tecnocracia; el papel del Estado, que apoya a algunas tecnologías mientras limita a otras. Estos puntos se tratarán más adelante, después de presentar ambos casos. San Juan de Salinas en el Altiplano A algunos kilómetros al sur-este de Azángaro, departamento de Puno (fig. 89), una laguna salada ocupa el fondo de una pequeña cuenca cerrada, a 3,840 metros de altura. En la estación lluviosa llega a ocupar una extensión de 850 ha. Por su alto grado de salinidad, no contiene peces; los principales animales que allí existen son las Artemias sp., más conocidas como "camaroncitos de agua dulce", y las parihuanas, que las consumen. El nivel de la laguna fluctúa siguiendo la alternancia anual temporada seca / temporada de lluvias. La sal se aprovecha en pequeños hoyos o tanques, que construyen los campesinos de la zona levantando muros de unos 15 cm. de alto y 40 cm. de ancho, cercando parcelas rectangulares de 5 a 10 metros de lado. Unos 5,500 hoyos ocupan aproximadamente 85 ha, o sea la décima parte de la laguna. Cuando ésta retrocede, el agua se evapora y deja la sal, que los campesinos baten con los maruna, los mismos instrumentos agrícolas que sirven para romper terrones después de la labranza. Luego, con palas, reúnen la sal de las distintoas parcelas que les pertenecen y la colocan en montones de forma cónica, de aproximadamente un metro de alto por tres de diámetro, que tapan finalmente con una fina capa de tierra para protegerlos de la lluvia (fig. 90). La mayor parte de la sal se vende al monopolio estatal (Empresa Nacional de la Sal), que mantiene tres oficinas o casas de compra a orillas de la laguna, y considera la sal de la zona como sal industrial, no apta para el consumo humano, razón por la cual se paga a un precio muy bajo. Pero buena parte de la sal se vende de manera ilegal, ocultamente, a los habitantes de la zona, y algunos de ellos la llevan a vender a los mercados y ferias de la región. 90 Capítulo 4 de "Tecnologías agrícolas tradicionales en los Andes centrales: perspectivas para el desarrollo" (P. Morlon, B. Orlove, A. Hibon; PNUD / UNESCO / COFIDE, Lima, 1982). 142 Fig. 90: Las salineras de San Juan de Salinas. Algunos montones de sal están cubiertos de arcilla para protegerlos en caso de lluvia. Los andenes en la ladera están fuertemente erosionados (Setiembre; Puno, 3850/4100 m.s.n.m.). PM. La sal de San Juan es muy apreciada por los campesinos; según ellos, su color rosa claro indica que posee cualidades "calientes" y, por lo tanto, se la prefiere para el consumo matinal y del atardecer. También figura como remedio casero para algunas enfermedades. Cabrá investigar si los minerales que contienen, además del cloruro de sodio, ofrecen beneficios nutritivos para la vida a gran altura. [[202]] El trabajo en los hoyos resulta muy duro - debido a que la sal quema cualquier herida y refleja intensamente el sol de la altura - pero no dura mucho, y se realiza únicamente durante los meses secos, es decir, cuando los campesinos no están muy ocupados en otra labores agrícolas, lo que complementa el calendario de trabajo. Los hoyos son de propiedad individual y los campesinos los reciben por herencia de sus padres, tal como los terrenos agrícolas. El diseño de las parcelas es en "fajas verticales", de igual manera que los andenes sobre las laderas próximas (fig. 91). El derecho a los hoyos parece restringido a los comuneros de San Juan de Salinas y, dado el nivel de endogamia existente dentro de la comunidad, los forasteros y mestizos están excluidos. De esta manera, el derecho a los hoyos se parece bastante al derecho a los totorales en el Lago Titicaca. Las salinas de Maras cerca de Cuzco (figs. 92 y 93). A cerca de 3,000 metros de altura, en la ladera empinada de una quebrada que desemboca en el valle del río Urubamba, brota un manantial de agua salada que ha disuelto yacimientos subterráneos de sal gema. Las salinas ofrecen un panorama impresionante: sobre una vertiente de casi 45°, un gran sistema de andenerías cuyos andenes no están cultivados, sino que forman pequeños estanques cuyos colores varían del blanco y el crema hasta el café y el marrón, según la cantidad de barro y el grado de evaporación de las aguas saladas. Las aguas se reparten por dos canales principales subdivididos, a su vez, en otros cinco que alimentan una densa red de canales menores, encargados de llevar el agua a los [[205]] estanques. La andenería parece precolombina, por la fineza que se observa en el labrado de la piedra. Se estima que existen unos 3,000 estanques, cuyas dimensiones varían entre 2 x 5 y 5 x 10 metros, sobre una superficie total de 9 a 10 ha. Complementaria de las labores agrícolas en el calendario, la extracción de la sal es también estacional, pero no tan marcada como en el caso de San Juan de Salinas. El agua demora de dos a cuatro semanas en evaporarse, según el sol y el viento reinantes. La sal se bate con marunas, se barre con maderas y se coge en canastas; luego se mete en costales para llevarla afuera. La Empresa Nacional de la Sal también tiene allí una oficina y es el único comprador legalmente autorizado. 143 Aunque esta sal también se considera como de uso industrial, y, por lo tanto, de menor valor, en muchos casos se vende a otras personas para el consumo humano y para la elaboración de charqui o carne seca. Fig. 92: Las salineras en andenes de Maras (Cusco, 3200 m.s.n.m.). PM. Fig. 93: Trabajo en las salineras de Maras. PM. Los estanques son de propiedad individual, recibida por herencia de los padres; los propietarios suelen poseer de dos a cinco estanques. Aunque la mayoría de ellos son comuneros de Maras, también hay propietarios de otras comunidades e incluso de otros distritos de Huayllabamba. Aquí también, se puede observar claramente la división en fajas verticales (fig. 88), que data de cuando se construyó los andenes hace siglos; pero la propiedad actual es dispersa, de la misma manera que la de las parcelas de cultivo de las familias en la zona. Más que las de San Juan, las salinas de Maras requieren frecuentes labores de mantenimiento y limpieza de los canales, obstruidos rápidamente por la sal que cristaliza. Participan todos los propietarios de estanques. Existe también una organización que [[206]] controla la repartición del agua salada. Aunque ésta fluye todos los meses, su caudal no alcanza a satisfacer las demandas de los propietarios. Durante el mes de junio, por ejemplo, cuando el sol es más fuerte a causa de los cielos despejados, algunos propietarios tienen que esperar unos días para recibir agua en sus estanques, una vez que han secado la sal. Los turnos son generalmente de cuatro horas. Se pueden sacar por lo menos cuatro o cinco "cosechas" al año. 144 Discusión Aparte de las mencionadas, también se conocen otras fuentes artesanales de sal en la sierra, sin contar con los inmensos salares de Bolivia (Lecoq, 1987) y del norte de Chile. Ravines (1978: 65), aún sin ser exhaustivo, cita siete de ellas, incluyendo la de Huarhua, en la provincia de La Unión, departamento de Arequipa (ver cap. 3.5), a donde acudían campesinos provenientes de los departamentos de Arequipa, Cusco y Apurímac para extraer sal con picos y palas. Allí también se produjeron conflictos con la Empresa Nacional de la Sal, que quiso negar el libre acceso a estas sales a los campesinos, reservándose no sólo el derecho de compra sino también el de extracción. Otras salinas citadas por Ravines son las de Ayacucho y Huancavelica (Ibid.: 66) y las del distrito de Juli, provincia de Chucuito, departamento de Puno, donde en los lugares denominados Jisk'ajayu y Jach'ajayu los campesinos llenan ollas y platos varias veces con agua salada hasta obtener bloques de sal en el interior de los recipientes, para luego venderla en los mercados y ferias de la zona. No obstante la variación de los casos es posible notar algunos elementos comunes: el empleo exclusivo de energías renovables (solar y secundariamente humana), el aporte de un ingreso adicional a los sectores necesitados, la complementariedad con el calendario de las labores agrícolas, la semejanza a la vez técnica y social con la agricultura en cada región considerada. Sin análisis químicos detallados, nos es difícil comentar objetivamente la calidad de la sal. Sin embargo, podemos señalar algunos hechos. Muchos otros manantiales salados de la sierra, como los de Yura (Arequipa), San Pedro (Cusco), Luicho (Arequipa) y Putina (Puno) tienen aguas muy codiciadas por sus propiedades medicinales. El aprecio que muchísimas generaciones de lugareños sienten por las sales de Maras y San Juan de Salinas, así como la enorme inversión realizada en la construcción de andenes, también permiten suponer que no son dañinas, sino más bien saludables, y es muy probable que puedan ofrecer - aunque en pequeña cantidad - minerales indispensables para el organismo humano. Al mismo tiempo, el alto grado de salinidad impide el florecimiento de microbios patógenos. La clasificación por la Empresa Nacional de la Sal, como "industrial" y "no apta para el consumo humano", de sales que el hombre ha ingerido durante siglos, sería francamente ridícula si no le permitiera comprarlas por la cuarta parte del precio que las revende, en el mismo lugar y sin ninguna transformación (Sur, 03-1980: 28). El Estado peruano tiene acceso a otras fuentes de ingresos aparte de la que se le saca al sector más pobre del país, el campesino serrano. Estos son los planteos que hacen los mismos productores. Debido a este problema en San Juan de Salinas tuvo lugar una huelga cuyo resultado fue la elevación del precio pagado por la Empresa a los productores. Este tema de las técnicas tradicionales se relaciona con la problemática nacional de la sal. En 1972 la Empresa Nacional de la Sal decidió concentrar la producción nacional en las Salinas de Huacho, en la parte costeña del departamento de Lima. La compra, por [[207]] doscientos millones de soles, de una planta de molienda grande, resultó equivocada, la planta nunca funcionó en la forma que se esperaba y los costos de producción aumentaron. Entonces, en 1973 la Empresa Nacional de la Sal entregó gran parte del mercado nacional de la sal a la empresa Química del Pacífico, una subsidiaria de la firma estadounidense Morton Salt Company, que también eleva el precio de la sal. Este arreglo se mantinene hasta la fecha. Los incrementos sucesivos en los precios de los combustibles incrementan a su vez las diferencias del precio de la sal entre Lima y las provincias, dada la sucesiva concentración e importación de este producto en la capital y sus alrededores. Se nota, entonces, que la misma empresa que marginaliza a los productores tradicionales andinos, desnacionaliza a la vez la producción nacional. Las nuevas técnicas supuestamente avanzadas no resultaron adecuadas. Estos están dispuestos a defender sus recursos y sus técnicas de explotación. Por otra parte, la Empresa Nacional de la Sal considera más conveniente cerrar algunas fuentes tradicionales de la sal y limitar el acceso y el empleo de otras, restando fuentes de alimento e ingresos a los campesinos tradicionales. Los paralelismos con la agricultura y la ganadería tradicionales son evidentes, en un país que depende cada vez más de alimentos importados, mientras desestima y no estimula a los alimentos tradicionales. 145 1.3. Pastizales de regadio para alpacas en la alta puna (el ejemplo de Chichillapi) Félix PALACIOS RIOS 91 Un atardecer de mayo de 1975, nos disponíamos a acampar en un desolado lugar de la cordillera, luego de aligerar la carga de nuestras llamas. Era el segundo día de caminata. Esta vez, Nolberto Chambilla me tenía de compañero y ayudante en su viaje para aprovisionarse de papas, ocas y quinua en las comunidades agricultoras de "abajo", a orillas del Lago Titicaca. La conversación vespertina versó naturalmente sobre el ganado - llamas y alpacas: - "¿Y qué pasaría si todos los ganados se muriesen? - "Nos moriríamos". Contestó indubitable. - "¿Por qué?" Pregunté ingenuo. - "Mira - me dijó solemnemente - nosotros criamos a los ganados y el ganado nos cría a nosotros (...hiwasaha uywa uywataña, uka uywaha hiwasaru uyusitu..."). Creo que muy difícilmente hubiera encontrado yo la fórmula que defina la sociedad de pastores aymara en tan pocas palabras, como las dichas por don Nolberto. Lo pongo en aymara, porque el castellano no logra expresar el sentido íntimo de estas palabras. El verbo uywaña significa el cuidado casi maternal de algo, en este caso el ganado y la gente. Encierra un gran contenido de afecto y cariño. En contraste, existe el verbo awatiña que significa "pastar", cuidar de lejos sin relación de cercanía entre el hombre y el animal. Es el verbo usado cuando se refieren al cuidado de las ovejas o las vacas. [[208]] Chichillapi es la más extensa de las comunidades de la provincia de Chucuito; cubre 43,000 hectáreas, a una altura promedio de 4,500 m.s.n.m., y sus ciento cincuenta familias (536 habitantes) crían aproximadamente 30,000 alpacas. La estación meteorológica más cercana se encuentra en Mazo Cruz, capital del distrito (figs. 82 y 89), a "solamente" 4,050 metros de altura. La temperatura media anual es de 4°C, el promedio anual de las máximas oscila alrededor de 15°C, mientras que el de las mínimas varía de 0°C en la temporada de lluvias, cuando las nubes reducen las pérdidas nocturnas de radiación, a -15°C, y menos, en plena estación seca. El total de lluvias, un poco superior a los 500 mm/año, representa solamente la mitad de la evaporación potencial (Banegas y Morlon, 1980), y más del 80% caen de diciembre a marzo, siendo de 5 a 7 meses totalmente secos. En un clima como éste, la agricultura al aire libre es absolutamente imposible, y el crecimiento de las plantas de los pastizales es a la vez lento y estacional. La vegetación de la puna es una estepa irregular, en que predominan las matas duras de gramíneas silíceas (ichu) y de plantas espinosas ¡mediocre recurso como forraje! Sólo algunas hondonadas o lugares planos a orillas de los ríos, constantemente húmedos, ofrecen una vegetación tierna y de buen valor nutritivo: son los bofedales (oqho en aymara), habitat y fuente de alimentos preferidos por las alpacas (fig. 94); las llamas son mucho menos exigentes. En los bofedales se "echan" a las alpacas hembras y machos y a las llamas hembras. Los machos de las llamas pastan con frecuencia en los cerros altos, de vegetación seca y espinosa; por su "brutalidad sexual", siempre se mantienen separados de las hembras. Como explica un comunero: "Parece que esta chinka [una planta acuática, ¿Zannichelia palustris?] es más alimento de todos los pastos, porque las mantiene bien a las alpacas su lana, sus dientes y tienen peso. Sólo que las alpacas tienen que aprender a meter el hocico en el agua para comer la chinka". 91 Extractos y citas de la tesis de Magister en Antropología sostenida en la Universidad Católica de Lima en 1977 y del artículo "Pastizales de regadío para alpacas" (in: "Pastores de Puna", J. Flores Ochoa, ed., 1977). Selección, complementos y notas por P. Morlon. 146 Una alpaca "de bofedal" puede "...dar en dos años, de diez a doce libras de lana, mientras que en sitios secos dan de tres a cuatro libras de lana, esta es lana seca como de la llama...". "Sólo se les saca [de los bofedales] en tiempo de parición para que las crías no se ahoguen o mueran de frío cuando caen al agua..." Durante la época de lluvias no hay problemas de pastos, hay forraje tanto en las zonas altas como en las partes bajas de la comunidad. Los pastores se trasladan hacia las laderas de los altos cerros. Durante la época seca, por el contrario, la cantidad de pastos para el ganado se reduce solamente a los bofedales, que en esta estación pueden soportar hasta un límite de tres alpacas por hectárea: es la extensión de sus bofedales la que determina el tamaño del rebaño de cada pastor. Por consiguiente, gran parte de los esfuerzos físicos de los comuneros de Chichillapi están dirigidos hacia la "construcción" o el agrandamiento de bofedales, por medio de canales de irrigación (fig. 95). Aunque existen bofedales naturales, estos se limitan a lugares de poca extensión (sitios aledaños a manantiales, pequenas quebradas o a orilla de los ríos); en otras comunidades, los más extensos están alrededor de los lagos u ocupan el fondo de valles glaciares (fig. 96). Fig. 95: Alpacas pastoreando un bofedal artificial, regado por el canal que se ve en el primer plano (Diciembre; cerca de Ventilla, Bolivia, 4300 m.s.n.m.). PM. Fig. 96 : Alpacas en un bofedal natural, ocupando un rellano dejado por los glaciares (Noviembre; Qariya, Nor-Potosí, Bolivia, 4200 m.s.n.m.). PM. Dejemos que un comunero nos relate la tecnología de la preparación de bofedales: 147 "Para hacer un bofedal, hay que ver primero el suelo. Si es plano, en pendiente, si es bajada o subida. Si es plano se le saca varias zanjas y ya está. (...) Si hay un morro, se saca agua desde más arriba, se lleva el agua por la ladera y se inunda el sitio donde se quiere formar el bofedal. (...) Luego se tiene que asegurar que nunca falte agua. Cuando falta agua, las plantas comienzan a quemarse desde la raíz. Cuando la raíz se quema, la planta ya no resucita nunca. En el mejor de los casos, demora hasta catorce años en resucitar. Un iral [pasto donde domina el iro, Festuca orthophylla] tarda de dos a cuatro años en volverse bofedal, siempre y cuando nunca falte agua. Y si no falta agua puede durar hasta el fin del mundo. (...). El iral que es un pasto duro y seco que sólo comen las llamas y los caballos, y que crece en terrenos completamente secos, se debe inundar de agua constante, de este modo el iral se [[209]] empieza a podrir y seguro que esto mismo sirve de abono; luego con el tiempo, poco a poco, empieza a cambiar el pasto. Aparecen el k'uli y la tiña que son pastos que siempre están verdes. También aparece el llachhu*, que es gran alimento hasta para las vacas. Hay bofedales que tardan en lograrse un poco más de tres años (...), y otro como el bofedal de los Lube [una familia del sector de Laka] que hace veinte años están regando y hasta ahora los iros no se han podrido completamente. La razón debe ser (...) que los Lube están regando con agua de manantial, que se seca o baja de caudal en tiempo seco. Casi todos sabemos hacer canales para regar los bofedales. Algunos bofedales (...) son muy antiguos. Lo único que hacemos ahora es agrandarlos, haciendo irpas que pasen por las partes altas de la ladera y que inunden más grandes pampas. Para hacer una irpa, hay que saber por donde puede pasar. No tiene que haber mucha pendiente porque se rompe el canal. Pero tienen que tener la suficiente bajada para que pueda correr suficiente agua. Hay que ver, además, los terrenos por donde va a pasar, si son arenosos, no pueden hacer curva, porque el agua tiene como dedos que ahuecan el canal. Entonces hay que poner ch'ampas [terrones con pasto y raíces, cf. cap. 1]. También se puede hacer de piedra, pero siempre es mejor con ch'ampa que resiste más al agua.(...) El agua tiene que ser llevada por partes altas, para que pueda ir más lejos, hasta donde uno quiera. Luego se sacan otros canales más chicos para inundar el iral o regar el bofedal. (...) Hay canales que son muy grandes (hach'a irpa) y tienen bastante antigüedad, han sido hechos por los abuelos 92, nadie sabe desde cuando están". [[211]] De la observación de los bofedales existentes en la comunidad de Chichillapi y de los canales que los irrigan, se puede abstraer el siguiente patrón de riego de los bofedales, en el caso de que el río discurra entre dos laderas de pendiente suave. En la parte más alta, aguas arriba, se sacan dos canales principales o hach'a irpa, uno en cada ribera. Estos hach'a irpa, que tienen un caudal considerable de agua, son llevados por las partes más altas de las laderas, en pendiente muy suave, para que lleguen lo más lejos posible. (...) Nunca se hacen canales en línea recta, sino que se los construye en forma zigzagueante, para evitar que el agua adquiera velocidad, reduciendo por consiguiente la erosión que podría causar en los canales. Un poco más abajo de la primera toma se construye una segunda, semejante a la primera, con un hach'a irpa a cada lado. Del canal más alto se sacan varios canales pequeños (hisk'a irpa) que inundan y riegan toda la superficie comprendida entre éste y el segundo canal, éste ultimo sirve asi, también, de colector para las aguas que provienen del más alto. A su vez, del segundo canal se derivan hisk'a irpas que inundan y riegan la superficie comprendida hasta el río, que corre por las partes más bajas. Y se puede repetir aguas abajo. Además de numerosos bofedales pequeños, alimentados por manantiales, Chichillapi tiene cuatro grandes, que coinciden con los cuatro sectores de la comunidad. Tomaremos como ejemplo el de Laka (fig. 97), que se extiende sobre una planicie suavemente inclinada, por cuyo centro se 92 La expresión se refiere, por lo general, a las épocas precolombinas. Cf. la Visita a la misma provincia de Chucuito por Garcí Diez en 1567: "Algunos años suelen ser tan estériles de agua que padece el ganado detrimiento y cuando esto sucede les es forzoso abrir acequias para regar la tierra para que nazca la yerba" (p. 160, Fray Domingo de Loyola); "...y si en algunas partes las ovejas [de Castilla] no se dan bien es por la falta de los pastores y por no haber quien les trate bien y les busque buenos pastos y por andar en ciénagas" (p. 164, Melchior de Alarcón). 148 desplaza el río Chila. Aguas arriba hay dos tomas que se dirigen hacia ambas márgenes. El canal de la margen derecha mide al comenzar 1.70 m de ancho por 0.60 de profundidad, y recorre 16 km. El de la izquierda mide al comienzo 2.10 m por 0.80; a 500 metros de la toma, después de alimentar varios canales pequeños, se divide en dos, de 0.50 m de ancho por 0.45 de profundidad: uno, de 17 kilómetros de largo, para las zonas altas, y otro, de 9 km, para las zonas bajas. De estas tres irpas principales o hach'a irpa se derivan numerosos hisk'a irpa o canales pequeños, para regar las 2,200 hectáreas del bofedal, en el cual es frecuente observar, en la temporada seca, de tres a cuatro mil alpacas. Ningún comunero sabe cuando se construyeron los canales principales. Alrededor de este inmenso bofedal, tienen sus casas nueve familias. Utilización y acceso a los bofedales Para el pastor de Chichillapi, el ideal es tener acceso a diferentes pastizales, dispersos a diferentes altitudes y zonas ecológicas dentro de los límites de la comunidad, para aprovechar de los diversos tipos de vegetación de una estación del año a otra, y para contar con una reserva permanente de forraje en pie. Ello le permite amortiguar las incontrolables variaciones climáticas, de las cuales las más graves son las sequías; además, la rotación de pastos constituye una medida sanitaria contra las enfermedades y parasitos. Aunque los comuneros afirman que se podría "echar el ganado de enero a enero" en los bofedales , sin que éstos se deterioren, prefieren llevarlo a las alturas en tiempo de lluvias, ya que hay pasto verde y abundante en todas partes. Como en este tiempo se produce la parición, sería riesgoso mantener en los bofedales a las madres con sus crías. Durante la estación seca, es absolutamente necesario para todo pastor tener acceso al menos a un bofedal. Los más pequeños, alimentados por un manantial o un arroyo, pertenecen por lo general a una sola familia. Los grandes son compartidos por varias familias; todas las personas que viven alrededor de un bofedal pueden "echar" (pastar) sus ganados en él. Cada familia posee sus "echaderos" conocidos sobre los cuales ostenta titulos de propiedad o aduce posesión desde tiempos inmemoriales. El derecho de acceso a los bofedales se transmite por los hombres, y todo individuo se identifica como perteneciente al sector de la comunidad en el cual se encuentra el bofedal de su familia. [[212]] El agua de los canales puede ser propia, cuando uno mismo la saca del río y pasa por las propiedades del comunero. Pero también se puede tener acceso al agua de canales que han servido a las propiedades de comuneros vecinos. En este caso, "...se puede suplicar al vecino que nos pase el agua, a los que han sacado de arriba y que ya han regado su bofedal. Se pide agua para mantener el bofedal..." Con frecuencia se originan disputas entre colindantes, por pastar ganado en sitios que corresponden a otros dueños. Tales conflictos, fuente de enemistad entre las familias de un mismo sector, se arreglan de modo amistoso, o son sometidos a las autoridades comunales, cuya función se ve asi reafirmada. El trabajo anual de limpieza y de mantenimiento de los canales se realiza después de la estación de lluvias, durante la segunda quincena de abril, y no constituye, al contrario de lo que sucede con los agricultores, un evento social o ritual importante. Cada familia limpia la parte que pasa por su propiedad. [[213]] Conclusión De no existir los bofedales en la puna alta del sur del Perú (fig. 98) y del oeste de Bolivia, el paisaje se presentaría desolado, seco y espinoso, sobre todo en la temporada seca. Pero, remontándonos una vez más al pasado, dejemos la palabra a Garcilaso de la Vega (1609): 149 Fig. 98: Vista aérea de bofedales en la estación seca. Las zonas húmedas aparecen en negro; se puede observar el trazo de los canales de riego que salen del río (Nuñoa, Puno, 4000 m.s.n.m.). "[El Inca Viracocha] (...) entre otras cosas que mandó hacer, fue sacar una acequia de agua de más de doce pies de hueco, que corría más de ciento y veinte leguas de largo 93; empezaba de lo alto de las sierras que hay entre Parcu y Picuy, de unas hermosas fuentes que allí nacen, que parecen caudalosos ríos. Y corría el acequia hacia los Rucanas; servía de regar los pastos que hay por aquellos despoblados, que tienen diez y ocho leguas de travesía y de largo toman casi todo el Perú. Otra acequia semejante atraviesa casi todo Cuntisuyo y corre del sur al norte más de ciento y cincuenta leguas 7 por lo alto de las sierras más altas que hay en aquellas provincias, y sale a los Quechuas, y sirve o servía solamente para regar los pastos cuando el otoño detenía sus aguas. De estas acequias para regar los pastos hay muchas en todo el Imperio que los Incas gobernaron (...). Puédense igualar estas acequias a las mayores obras que en el mundo ha habido, y darles el primer lugar, consideradas las sierras altísimas por donde las llevaban, las peñas grandísimas que rompían sin instrumentos de acero ni hierro, (...) y que no supieron hacer cimbras para sobre ellas armar arcos de puentes con que atajar las quebradas y los arroyos. (...) Las acequias eran de diez, doce pies de hueco, por la parte de la sierra a que iban arrimadas. Esta [acequia], que viene atravesando todo el distrito llamado Cuntisuyo, vi en la provincia llamada Quechua, (...) y tiene todo lo que he dicho, y la miré con mucha atención (...). Los Españoles, como extranjeros, no han hecho caso de semejantes grandezas, ni para sustentarlas ni para estimarlas, ni aun para haber hecho mención de ellas en sus historias (94); antes parece que a sabiendas, o con sobra de descuido, que es lo más cierto, han permitido que se pierdan todas." (Libro V, capitulo 24). No todas, felizmente... 93 Garcilaso carga las tintas (exagera), a menos que reúna numerosos canales diferentes en uno solo. De todas maneras, repite la "historia oficial" de sus antepasados incas, los mismos que, como todo colonizador, pretendían haber llevado la civilización a pueblos bárbaros. Muchas de esas obras eran anteriores a ellos. 94 Lo mismo puede haber ocurrido con otras infraestructuras, que no encontramos mencionadas en las Crónicas de la época (camellones o qocha, ver más abajo 4.2.2. y 4.2.3): el hecho de que no hayan sido descritas en las "historias" destinadas a la publicación, no quiere decir entonces que no estaban utilizadas en la época. 150 1.4. Las "campiñas" 95 1.4.1. Las prácticas agroforestales Carmen FELIPE-MORALES, Pierre MORLON, Carlos REYNEL Si se cree al mismo Garcilaso, los canales de regadío no son lo único que desapareció con la conquista española: [[214]] "Conocí el valle del Cuzco adornado de innumerables árboles de estos tan provechosos, y en pocos años le vi casi sin ninguno; la causa fue que se hace de ellos muy lindo carbón para los braseros, y aunque al encender chispea mucho, después de encendido guarda el fuego hasta convertirse en ceniza." (1609, Libro VIII, capítulo 12). Pedro Cieza de León, que permaneció en el Cuzco quince años después de la conquista (en 1548), tiene una visión más optimista de las cosas: "Cerca desta ciudad hay muchos valles templados, y adonde hay arboledas y frutales y se cría lo uno y lo otro bien: lo cual traen lo más dellos a vender a la ciudad. [...] Y hay plantados en los lugares que digo muchos naranjos y otros árboles de frutas de España y de la misma tierra [...] [cap. 93]. En este valle de Yucay ["El valle sagrado" del Urubamba, fig. 89] han puesto y plantado muchas cosas de las que dije en el capítulo precedente. Y cierto en este valle y en el de Bilcas [en el actual departamento de Ayacucho], y en otros semejantes (según lo que paresce en lo que agora se comienza), hay esperanza que por tiempos habrá buenos pagos de viñas y huertas, y vergeles frescos y vistosos. [...] En esta provincia de Condesuyo asimismo hay muchas frutas de las naturales y muchas arboledas" (cap. 94). Cieza confirmaba aquí lo que decía Pedro Sancho de la Hoz, en los días mismos de la Conquista: "La parte de Condisuyo hacia el mar en derecho del Cuzco (...) es tierra de muchos árboles y montes y están muy poco poblados." ([1534] 1968: 327). [[215]] La presencia de estos valles arbolados era tanto más sorprendente por cuanto se hallaban aislados en medio de inmensas extensiones casi desprovistas de árboles, con las que se encontraron, de norte a sur de los Andes peruanos, todos los cronistas.96 Los textos de Garcilaso y de Cieza nos dejan adivinar una gran variedad de especies, frutales o no, y, a pesar de las destrucciones, una continuidad indudable desde el punto de vista del paisaje creado, entre los Incas y los españoles. Los primeros eran muy inclinados a pasar temporadas en el valle de Yucay, y plantaban árboles sagrados en torno a algunos de sus templos y palacios, como aquél en que los españoles encontraron al Inca, la primera vez, en Cajamarca en noviembre de 1532 (Cristóbal de Mena, [1534] 1968: 141, Francisco de Jerez, [1534] 1968: 223), o los de Pacaritambo, uno de los lugares míticos del origen de los Incas (Cabello Balboa, [1586] 1951: 260-261). Los segundos añadieron a los árboles frutales indígenas los que trajeron del viejo mundo: no solamente naranjos, sino también peros, manzanos, duraznos, cerezos, higueras... Introducidos en el siglo XIX, los eucaliptos (E. globulus) constituyen lo esencial de las plantaciones actuales, hasta el punto de haber sustituido, desgraciadamente, la mayoría de los demás árboles en la Sierra. La presencia del árbol como parte integrante de la chacra del campesino constituye un elemento normal. El árbol o el arbusto no están allí por casualidad o azar, sino porque desempeñan una o varias funciones complementarias dentro del sistema productivo del campesino. Podemos citar 95 Utilizamos aquí la voz 'campiña' en el sentido que tiene comúnmente en el Perú, algo diferente del que tiene en España, donde designa un "espacio grande de tierra llana labrantía". 96 Cf. Miguel de Estete, [1535] 1968, p. 397, citado al comienzo del capítulo 3; Francisco de Jerez, [1534] 1968, p. 218; Juan Ruiz e ArceE, [1645] 1968, pp. 425-427; Pedro Sancho de la Hoz, [1534], 1968, pp. 326, 331; Bernabé Cobo, [1653] 1956, p. 255-256 y 468-469; etc... 151 la protección y conservación del suelo agrícola; el mantenimiento de un microclima local benigno; la protección de la propiedad; la conservación de la flora y la fauna, etc. Constituye además una fuente importante de energía combustible o leña para uso doméstico, de forraje para el ganado. Y provee diversos productos: frutos, medicinas, tintes, etc. para el poblador rural... Es en las campiñas donde son más numerosas las prácticas agro-forestales, aunque también puede observárselas en otras formas de utilización del terreno. El deterioro de las prácticas agro-forestales en el curso de los últimos siglos ha tenido numerosas consecuencias perjudiciales. La disminución del número de árboles, incluso su casi desaparición en ciertas regiones, ha acarreado una gran escasez de leña. A falta de leña el campesino quema los excrementos del ganado (bosta) como combustible, en lugar de utilizarlos como abono orgánico (wanu o guano) en las tierras cultivables (figs. 50, 51, 52). Se llega así a la paradoja, grave, de que en una región donde predomina tanto la ganadería, como el Altiplano, la erosión se ve facilitada por la falta de materia orgánica en el suelo, ya que se quema la mayor parte de las deyecciones animales recogidas. En un primer inventario sobre la Sierra peruana (C. Reynel y Carmen Felipe-Morales, 1987; ver igualmente Otarola, 1987), hemos identificado 20 prácticas agro-forestales tradicionales actualmente utilizadas. Se pueden clasificar de acuerdo a sus funciones, por ejemplo: - Producción de madera. Las especies más utilizadas son el aliso (Alnus jorullensis), el q'olle (Buddleia coriacea) y el quishuar (Buddleia incana). - Delimitación de los terrenos y protección de los cultivos contra los animales, con cercos vivos a menudo espinosos (fig. 99): "uña de gato" (Caesalpinia sepiaria); agaves (maguey: Agave americana, y cabuya: Fourcroya andina); tuna (Opuntia ficus-indica); zarzamora (Rubus robustus). [[219]] - Protección de los cultivos contra el viento, el sol, las heladas (ver más adelante 4.3). - Protección del suelo contra la erosión y conservación del agua (fig. 100), por medio de barreras vivas perpendiculares a la pendiente, hechos con especies arbustivas: mutuy (Cassia hoockleriana y C. tomentosa), retama (Spartium junceum); marco (Ambrosia arborescens); lupino (L. mutabilis); chilca (Baccharis sp.). - Mejoramiento de la fertilidad del suelo, utilizando por ejemplo, como abono orgánico para las papas y el maiz, la capa orgánica producida por la descomposición del follaje de especies tales como el molle (Schinus molle), el aliso (fijador del nitrógeno) y el chachacomo (Escallonia resinosa). - Estabilización de infra-estructuras de interés agrícola, tales como muros y canales de riego, sobre todo cuando son de pendiente fuerte (fig. 101), empleando una asociación de gramíneas y de leñosas (Cortaderia jubata; chilpe, Solanum nitidum). - Secado y almacenamiento de la cosecha, sobre todo árbol con una horqueta a la altura adecuada (fig. 102); las especies más utilizadas son el sauco (Sambucus peruviana), el cerezo de los Andes (capuli, Prunus serotina) y los eucaliptos. - Asociación con gramíneas forrajeras y abrigo para el ganado (Polylepis spp., Buddleia spp., Escallonia resinosa). [[220]] Varias de las especies citadas producen frutos, y algunas forraje de complemento en la estación seca (maguey = agave). Una misma especie o asociación cumple a menudo varias funciones a la vez. Los paisajes andinos siguen oponiendo en nuestros días grandes espacios desnudos a las campiñas, especie de boscajes. Cada una de ellas es de poca extensión, pero son muy numerosas desde el nivel del mar hasta más de 4,000 metros (figs. 103 y 104). Es una de esas campiñas, la de Yungay, que ocupa 9 km2 a 2,500 metros de altura, al pie de la Cordillera Blanca, en el Callejón de Huaylas (fig. 89), que vamos a presentar a continuación. 152 Fig. 103: Arbolado sobre una ladera (Noviembre; Llupapuquio, Andahuaylas, 3400/3500 m.s.n.m.). PM. Fig. 104: Arbolado sobre una ladera con andenes (Agosto; Huancaya, Alto Cañete, 3600 m.s.n.m.). PM. [[221]] 1.4.2. La campiña de Yungay en 1949 Eraclides VERGARAY LARA 97 Para que una unidad agraria sea campiña, es necesario que reúna una serie de condiciones: además de un suelo de buena calidad, agua en abundancia, y el relieve del terreno, juegan papel importante la pequeña extensión de la propiedad, los cultivos intensivos, el arbolado, el habitat y la ausencia total de la gran propiedad agrícola o ganadera. Para hacer una campiña se prefieren lo terrenos planos y bajos, a causa de la facilidad del trabajo, y los fértiles suelos aluviales, enriquecidos de continuo por los elementos que arrastran los 97 Según el "Estudio geográfico de la campiña de Yungay," Trabajos del Instituto Francés de Estudios Andinos, 1949, pp. 59-106. Selección, resumen y notas por P. Morlon. 153 canales de regadío (aunque existen algunas campiñas en las vertientes, incluidos los andenes (figs. 87, 103, 104). Como las tierras de este tipo atraen a mucha gente, su propiedad se subdivide en manos de una población campesina por tradición. Cada propietario las trabaja minuciosamente y de manera intensiva, para obtener el mayor rendimiento posible. En su parcela siembra hortalizas, granos, papas, etc., y a los lados planta árboles frutales, o árboles para leña. A veces, cuando tiene ganado, reserva una franja para cultivos forrajeros, a la vez que dedica otra para almácigos... Otro elemento básico de la fisonomía de la campiña es el arbolado, que le da de lejos la apariencia de un bosque, pero dispuestos de modo tan ordenado que forman algo semejante a un tablero de ajedrez. El cuidado de la parcela y el cultivo intensivo hacen que los agricultores se establezcan en el propio lote, pero como son muchos, son también numerosas las casas, esparcidas naturalmente entre el arbolado. Límites de la campiña La campiña se va desvaneciendo poco a poco en su periferia, hasta perder sus características y convertirse en un paisaje diferente, en la forma y en el espíritu; pero entre la campiña y la estancia 98 hay una zona de transición. En primer lugar, la propiedad se halla mucho menos dividida en los alrededores de la campiña, pues esos terrenos son mucho menos buscados a causa del relieve y de la lejanía al centro urbano. Pertenecen a los latifundistas, y la agricultura no es allí de panllevar ni intensiva. Las casas son menos numerosas pero más grandes, y la modesta vivienda se ve reemplazada por la casa hacienda, que por lo general es de dos pisos con columnas, un patio, varios graneros y grandes corrales alrededor. A veces, sin embargo, lo que uno encuentra son chozas miserables, ocupadas no por el hacendado sino por el peón que cuida sus tierras. Otra diferencia es la constitución de los cercos, que aquí no son ya arbustos o árboles, sino pircas (muros de piedra) o cercos de alambre. El pequeño agricultor de la campiña no está en condiciones de sacrificar terreno para levantar allí tapias, sino que planta árboles que no le cuestan nada, y que además de cercar el predio le ofrecen frutas [[222]] o madera. Es por eso que la campiña tiene plantaciones de árboles, y que alrededor de ella, allí donde predomina la gran propiedad, ese aspecto boscoso se ve sustituido por otro de grandes potreros; y, cuando hay árboles, son ralos y raquíticos, a causa del poco cuidado que reciben, y porque el relieve mismo no los favorece, por falta de agua, o, al contrario, por exceso. En fin, en esta zona de transición encontramos poca población humana, pero sí abundante ganado de tipo "industrial." La ocupación de los suelos De las 900 hectáreas de la campiña de Yungay, 52 son demasiado rocosas o escarpadas para ser utilizables. En los bordes de las terrazas aluviales, o en las hondonadas, 79 están ocupadas por árboles como el molle (Schinus molle), el quishuar (Buddleia, cuya madera, muy resistente, sirve para confeccionar mangos de herramientas) y el huarango (Acacia macracantha, especie más pequeña que la que crece en la costa); plantas espinosas suculentas, como el maguey (Agave americana) y la tuna (Opuntia tuna), así como una multitud de leguminosas y gramíneas. Las pastos naturales sólo ocupan 38 hectáreas, allí donde el suelo es demasiado pobre o húmedo para la agricultura; 81 ha. de tierras, cultivables pero pobres o a las que no llega bien el riego, no son cultivadas más que de vez en cuando, luego de varios períodos de descanso. En fin, en 650 hectáreas, o sea el 72 % de la extensión total, se cultiva intensamente un gran número de especies: (por orden de importancia de las extensiones cultivadas) maíz, alfalfa, papas, 98 Palabra que designa aquí propiedades agrícolas sin riego. 154 eucaliptos, frijoles, quinua, pacae (Inga feuillei, especie de Acacia, cuyas grandes vainas azucaradas son comestibles), trigo, coliflor, calabaza, camote, arvejas, yuca, maguey (agave, forraje para la estación seca, cuyo tallo floral se utiliza en la construcción), capulí (cerezo de los Andes), cebada forrajera, naranjos, sauces, "cedro" (Leguminosa cuya madera de color rosa, odorífera e insectífuga, se valoriza altamente), arracacha, cebollas, ajo, lechuga, lúcumas, tunas, membrillos, molle, aliso, nogal, etc... Con tal variedad de cultivos, el calendario de trabajos se distribuye a lo largo de todo el año. Propiedad de la tierra En la campiña de Yungay la propiedad se ha dividido hasta el punto de que ya no cubre las necesidades de los agricultores; acontece por ejemplo que una familia de seis personas no posee más que un cuarto de hectárea. De las 900 hectáreas que comprende el conjunto, 550 están repartidas entre 840 propietarios, de los cuales solamente 12, considerados aquí como "haciendas," tienen entre 4 y 6 hectáreas. El resto pertenece a la Sociedad de Beneficencia Pública de la ciudad de Yungay, que los alquila en lotecitos. 50 % de las tierras son trabajadas directamente por su propietario, y son las que producen los mejores rendimientos; 20 % lo son por el aparcero, 26 % en arrendamiento, y 4 % por un administrador que trabaja las tierras del "hacendado", a cambio de una parte de las cosechas y de un pedazo de terreno. Métodos de cultivo La familia campesina comienza por regar una o varias veces para ablandar la tierra; en seguida pasa el arado y desmenuza los terrones que éste pone al descubierto; de paso fertiliza la tierra y saca las malas hierbas, que bota al pie de los cercos, o quema en el mismo lugar. [[223]] Una de las grandes ventajas de la campiña es la densa red de acequias de riego que llevan el agua a los menores rincones. Es tal el caudal de los canales principales, de los que parten centenas de ramales, que muchos de ellos mueven molinos; son limpiados todos los años por los habitantes de cada caserío. El agua entra a la parcela por una pequeña bocatoma, y corre ya sea a lo largo de surcos estables que duran toda la estación, para los frijoles, quinua, camotes y coliflores; ya sea por surcos hechos en el momento de cada riego, para el maíz, el trigo y las zanahorias. A fin de controlar el agua de riego en las parcelas accidentadas, que presentan una doble inclinación con fuertes desniveles, se trazan los surcos paralela o perpendicularmente alvértice, llamado maman, es decir en quechua "ahí donde nacen los surcos" (fig. 1054.9); cuando esa cresta es de regulares dimensiones, se deja crecer en ella el pasto, y si es más grande, árboles; de ese modo no se pierde nada de terreno. Se emplean solamente dos formas de abono. La primera es el guano de corral, producto de la recolecta por el campesino de los excrementos de los animales que cría: cuyes, cerdos, carneros, asnos o vacunos; lo poco que reúne de tiempo en tiempo se esparce por la parcela en pequeños montones, unos días antes de la preparación del suelo. Pero su cantidad no es, por lo general, suficiente, obligando a alternar el abonamiento, un año sí y otro no, en cada parcela. La otra es el guano de isla, de la costa, cuyo empleo como complemento es aquí relativamente reciente, y sólo se aplica en pequeña escala, a causa de la reducida capacidad económica de los campesinos. En general no se cultiva una sola especie pura, sino que se intercalan dos o tres plantas diferentes: maíz, quinua y frijoles; maíz y frijoles; papas y quinua, etc. Actualmente, son ya numerosos los agricultores que introducen nuevas plantas que resisten mejor a los insectos y a las enfermedades de hongos, y que rinden más, como el trigo "101" y la cebada cervecera, que maduran también en menos tiempo; comienzan a plantar viñedos y manzanos, 155 y, lo que es más estimulante, el 30 % de los campesinos han tomado la costumbre de comprar semillas de nuevas hortalizas.99 De modo paralelo, los agricultores dejan de lado los cultivos que rinden menos o que no tienen demanda [a causa de la competencia de otras regiones], cosa que ha sucedido con el tabaco y la caña de azúcar. La ganadería en la campiña En un sitio donde la tierra es escasa, y donde cada agricultor llena al máximo sus parcelas con cultivos de panllevar, uno no esperaría encontrar tal variedad de animales domésticos: cuyes, aves de corral, carneros, cerdos, cabras, asnos, caballos, bovinos. Su alimentación proviene de las hierbas que crecen espontáneamente al pie de los cercos o al borde de los caminos, en los terrenos pedregosos o los terrenos de monte; otra fuente son los residuos dejados en las parcelas después de la cosecha, y las plantas silvestres que crecen entre dos períodos de cultivo. Se cultivan igualmente parcelas de alfalfa y de cebada, cuya producción se vende a menudo por anticipado a los vecinos, dando el mismo resultado económico que las papas o el maíz. [[224]] Los productos y ventajas que saca el agricultor de esta crianza de animales son múltiples: - La carne de los cuyes, carneros y cerdos como no se les mata todos los días, se conserva una parte de ella en forma seca y salada (charqui). En cambio, los campesinos no están acostumbrados a consumir leche, y lo poco que obtienen lo venden en la ciudad, así como los el ganado vacuno. - Los bueyes jalan el arado, y los asnos transportan la carga y, desde luego, todos los animales producen excrementos que se utilizan como abono. - Los pellejos de los carneros o de las cabras, simplemente secados, sirven como tapete para dormir sobre el suelo; también se fabrica con ellos calzados simples y rústicos, y tambores, mientras que con las tripas se hacen cuerdas para arpas. Con el cuero de los bovinos se hacen monturas y aperos para los caballos, y con el de estos animales fuertes cinchas y finas sogas. - Y qué decir del uso de la lana, ya que los campesinos se hacen ellos mismos, con ella, toda su ropa: es lavada e hilada por las mujeres, que tejen vestidos y cinturones, mientras que los hombres fabrican en el telar ponchos y frazadas. Comercialización de los productos Los agricultores poseedores de una cierta extensión siembran para vender en centros de consumo como Huallanca, Huaraz (capital del departamento, fig. 89), e incluso Lima, adonde llevan papas, maíz, naranjas y troncos de eucalipto, así como huevos, cueros y ganado en pie. Un lugar de comercio más cercano es la feria que se realiza en Yungay, y asimismo la venta cotidiana de leche y de leña, que los campesinos van a ofrecer de madrugada en las calles de Yungay. [[225]] Migraciones y trabajo asalariado A pesar de que es muy difícil caracterizarla de manera más precisa, si se tienen en cuenta los datos disponibles, se puede calcular la densidad de población en la campiña, aproximadamente y excluyendo la ciudad de Yungay misma en más de 300 habitantes por kilómetro cuadrado. Ello no es 99 Es de subrayar que estas observaciones de terreno se contradicen totalmente con los juicios que el mismo Vergaray Lara expresa, inmediatamente antes en el mismo texto, sobre la ignorancia e incapacidad para el cambio de los campesinos: "Nuestro campesino (...) no se da cuenta de la exposición de los terrenos al sol, al viento; no sabe distanciar una planta de otra para que tengan un buen desarrollo, etc. etc. (...) Por otra parte no tiene iniciativa para adaptar nuevos cultivos (...)". Los ejemplos de esta contradicción entre los prejuicios y las observaciones de campo son frecuentes en la literatura sobre los campesinos. 156 una excepción en el valle del Santa, ya que se da la misma densidad en las campiñas de Caraz, Carhuaz, Yungar y Huaraz (fig. 89)100 Los hombres se ven, pues, en necesidad de buscar nuevos recursos, de obtener dinero. Los hombres se van a trabajar a otras partes: más de 1,500 van a trabajar en las islas guaneras durante un período de 4 a 7 meses por año, reclutados en la misma Yungay por los agentes de la Compañía Administradora del Guano; cuando regresan, entre octubre y diciembre, compran herramientas, víveres, ropa, y el resto de la plata les sirve a unos para mejorar sus campos, y a otros para beber y festejar. Un número más pequeño va a trabajar en las obras hidroeléctricas del Cañón del Pato; otro, en fin, se dirige a las haciendas de la costa, donde trabajan como simple jornaleros en condiciones tales que al retornar al cabo de tres meses, a lo más, ya no tienen el menor deseo de volver por allá. Todos aquéllos, luego de salir a otros sitios, regresan a cultivar sus tierras. Otros, menos numerosos, emigran definitivamente a los grandes centros de trabajo de la costa: Chimbote, Lima, Callao. Exodo que no afecta a los viejos, ni a familias enteras, y los que se van no venden sus tierras; son hombres y mujeres jóvenes, que ofrecen sus servicios los unos como obreros, y las otras como empleadas domésticas. 100 En la época en que escribió Vergaray todavía no se habían llevado a cabo los trabajos de Murra sobre la verticalidad andina. No sorprende, por lo tanto, que su texto no permita saber de manera cierta si los campesinos de la campiña explotaban o no recursos situados en otros pisos ecológicos en el valle, además de las migraciones que se mencionan aquí. 157 2. Hacia la reconciliación de lo antiguo y de lo nuevo 101 2.1. La rehabilitación de andenes Luis MASSON, Carmen FELIPE-MORALES, Pierre MORLON "[Los Incas] procuraban siempre, en cuanto la disposición de la tierra daba lugar, que sus sementeras fuesen de regadío, no sólo donde se carecía de agua del cielo, sino también donde había temporal suficiente; y para esto hacían dos cosas de sumo trabajo y no poca industria: la primera, que allanaban las tierras agrias y dobladas que cultivaban, para que estando llanas, se pudiesen regar, arar y cultivar más cómodamente, y también porque desta manera aprovechaban muchas tierras que sin esta traza fueran del todo estériles y sin provecho. Allanábanlas haciendo en las laderas andenes, que ellos [[226]] llaman pata102, levantando a trechos paredes de piedra que tuviesen la tierra, y poníanla igual y pareja a nivel de una pared a otra; y eran estos andenes más y menos anchos, según la cuesta era más o menos empinada." (Cobo, 1653, Libro XIV, cap. 8). Las terrazas agrícolas construidas en los Andes Centrales desde hace unos veinticinco siglos son extremadamente diversas.103 Refiriéndose a las más perfeccionadas, de un perfil de suelo enteramente artificial (Ellenberg, 1979: 411), Donkin ha podido escribir que "los Incas llevaron el arte del trabajo de la piedra y de la construcción de andenes hasta un punto en que dejaba de ser simplemente utilitario: combinaba el atractivo estético y la demostración del poderío imperial" (1979: 132). Es en ellos que se piensa en primer lugar, en general, cuando se habla de terrazas (fig. 106). Su extensión ha sido estimada en un millón de hectáreas en el Perú (Masson, 1984). Fig. 106: Andenes imperiales incaicos; la escala está indicada por los visitantes (Ollantaytambo, Cusco, 2700 m.s.n.m.). PM. [[227]] Pero existe una extensión, quizás aún mayor, de terrazas "rústicas", que nunca tuvieron muro de contención de piedra, pero en las que se utilizó para contener el suelo una barrera viva de 101 Ver el artículo de Elías Mujica, "El rescate de las tecnologías andinas prehispánicas. Un comentario bibliográfico." Gaceta Arqueológica Andina, 14 (1987), Lima, p. 29-30. 102 La palabra pata designa todo terraplén, cualquiera que sea su origen (natural o artificial) o su empleo (agricultura, construcciones). Es muy frecuente en los nombres de lugares. 103 Este no es el lugar para una descripción completa; remitimos pues al inventario de la ONERN en el Perú, y a la obra de Donkin (1979), con sus cientos de referencias bibliográficas. 158 vegetación, lás más de las veces arbustiva (fig. 100). La terraza se forma progresivamente, a medida que la barrera viva retiene el suelo arrastrado por el agua de escurrimiento, o desplazado por los trabajos agrícolas. (Reynel y Felipe-Morales, 1987: 55-61). Como mencionamos a propósito de la agroforestería, la vegetación leñosa fue destruida en muchos lugares, provocando un reinicio de la erosión que modifica el perfil original de las terrazas, acentuando cada vez más su declive. La ladera presenta entonces un perfil en escalera, con peldaños inclinados. De una manera muy general, una gran parte de las terrazas construidas antiguamente ha sido abandonada y se ha deteriorado (figs. 107 y 108). Se ha adelantado, como explicación, dos tipos de causas: naturales y antrópicas (Donkin, 1979, Masson, 1984 y 1987). Entre las primeras, se puede retener los sismos, que no sólo destruyen los andenes sino también los reservorios y canales que los alimentan. En cambio, los cambios climáticos no pueden explicar el abandono de terrazas a todas las alturas desde el nivel del mar hasta más de 4,000 metros, sobre ambas vertientes de los Andes: desértica hacia el Pacífico y muy húmeda hacia la Amazonia (Denevan, 1987, Morlon 1991 y 1992, Bouysse-Cassagne et al., 1992). Fig. 107: Erosión sobre una ladera antaño con andenes (San Juan de Salinas, Puno, 3850/4050 m.s.n.m.). PM. Se puede atribuir los factores más importantes a la historia de la sociedad y de las actividades humanas. El impacto de la conquista española, acentuado luego de la independencia (capítulo 3.3), no afectó solamente las estructuras sociales, políticas y culturales, sino igualmente los sistemas ecológicos administrados por la sociedad. Bajo el virrey Toledo, se obligó a los indígenas a abandonar sus dispersas casas para ir a vivir [[228]] en las aldeas que se crearon (reducciones): las distancias se hicieron demasiado grandes para ir a atender numerosos terrenos, lo cual se vio agravado por las exigencias en fuerza de trabajo por los españoles (minas, obrajes, trabajo doméstico). Si se añade la caída demográfica de los siglos XVI y XVII, y la introducción de animales pesados con cascos (bovinos), se entiende el abandono y la destrucción de decenas de millares de andenes. En nuestra época, a proximidad de las ciudades, los muros de contención sirven de "canteras" para extraer piedras... 159 Fig. 108: Andenes de cultivo todavía utilizados aunque malogrados por el paso del ganado (Diciembre; Huascoy, Chancay, 3500 m.s.n.m.). PM. La construcción de nuevas terrazas, sin embargo, no cesó nunca por completo en el Perú. Hace veinticinco años los campesinos todavía lo hacían en la provincia de Andahuaylas (Vallejos et al., 1967: 12) y en Q'ero, en el departamento del Cuzco (Luis Barreda, comunicación personal). En Cuyo-Cuyo, en la cordillera oriental de Puno, "Es importante señalar (...) que, si bien ya no se construyen nuevos sectores de andenes, los andenes derrumbados son rápidamente rehabilitados. Entre junio y agosto toda familia campesina dedica una parte considerable de su tiempo a la rehabilitación de andenes derrumbados por efecto de lluvias y deslizamientos. En 1977 la comunidad de Ura Ayllu rehabilitó integramente una manda de andenes que, según la tradición local, estaban en desuso desde el tiempo de los Incas. Una parte considerable de este sector fue destinada a la Empresa Comunal y otra repartida entre los comuneros a título individual" (Camino, 1978b: 68). [[229]] Las rehabilitaciones o reconstrucciones de andenes deteriorados han sido impulsadas por diversas personas o instituciones, a partir más o menos de 1975. En el Altiplano, fue en esa época que la comunidad de San José de Collana restauró aquéllas de las antiguas terrazas que eran accesibles y cultivables con tractor, y que el obispado de Ayaviri, entre sus temas de catequesis, incluyó éste: "la creación fue entregada inacabada al hombre, y es él quien debe completarla." Desde 1985 el gobierno apoya financieramente este tipo de trabajo, y numerosas personas e instituciones se han dedicado a ello - con métodos, competencias técnicas, y, por tanto resultados... muy diversos. He aquí los resultados provisionales de dos años de reconstrucción de antiguas terrazas deterioradas, en el marco de un pequeño proyecto relacionado con la parroquia de Asillo en el Altiplano (fig. 89). (Cf. igualmente Masson, 1984 y Portocarrero, ed., 1986). 160 2.2. Una experiencia de reconstrucción de antiguos andenes en el Altiplano Claudio RAMOS VERA 104 A los campesinos de las comunidades de Asillo les faltan tierras: el promedio cultivable por familia alcanza apenas a una hectárea. Las grandes propiedades los han empujado a las laderas, donde no han podido mantener su tecnología y organización social para la conservación del suelo, provocando una espectacular erosión y el relleno del cauce de los ríos, y por lo tanto inundaciones cada vez más graves. Entre los 3,900 y 4,200 metros de altura, se cultivaba en otros tiempos las laderas en terrazas. Los campesinos nos han declarado, en sus asambleas, que hace apenas uno 30 ó 40 años, la capa arable tenía en todas partes más de 40 cm de profundidad, la producción de tubérculos y granos era mucho más abundante, así como la hierba en período de descanso. Algunas de estas terrazas están completamente destruidas. Las piedras de los muros de contención y de los sistemas de drenaje han sido amontonadas en medio de los campos, o han servido para levantar cercos, o empleadas para cimientos de casas. Una vez destruidos los muros, la erosión se reinicia y reconstituye poco a poco la pendiente original del terreno...con 50 cm de buena tierra desaparecidos. En numerosos sitios, sin embargo, los restos de andenes son aún utilizables, a condición de restaurar los muros de contención. Las razones ecológicas que determinaron su construcción son aún válidas, y pensamos que hay que restablecerlos usando las mismas técnicas (pero no construir otras totalmente nuevas de acuerdo a modelos no adaptados a las condiciones climáticas de la región). [[230]] Estructura de los andenes Designados localmente como patilla (derivado de pata), se da en dos tipos principales: - Los andenes sin muro de contención ("rústicos"). No ha habido en su construcción aporte de materiales exteriores, sino sólo una remodelación del suelo preexistente. Se protege los taluds contra la erosión por medio de arbustos o de matas de gramíneas altas y duras (Festuca, Stipa); actualmente, en las laderas en las que no hay piedras, los campesinos las sustituyen con terrones que contienen una densa red de raíces. - Los andenes con muro de contención (inca pirca o rumi pirca) son de piedras calcáreas o areniscas apiladas sin desbastar, lo cual deja espacios que permiten la aereación del suelo. Su inclinación exterior es de más o menos 80º, su altura de 0,5 a 3 metros, y sus fundamentos sólidos. El relleno detrás del muro comienza con piedras grandes, luego con grava; por encima una capa arcillosa (llink'i) soporta la capa arable, de una profundidad de 40 a 60 cm y más rica en materia orgánica. Las terrazas tienen una longitud de 5 a 100 metros y una anchura de 2 a 20 metros, con una extensión que va de unas decenas a varias centenas de metros cuadrados. El perfil varía de acuerdo con la naturaleza del terreno (fig. 109): en suelos arenosos, a menudo poco profundos, en los que el agua se filtra rápidamente, la superficie es plana. En suelos arcillosos, poco permeables y en general profundos, la terraza tiene una pendiente frontal de 5 a 30 % Drenaje A veces con una inclinación lateral (de 5 a 30 % como máximo), las terrazas se entrecruzan en las pendientes, muy a diferencia en ello de las terrazas imperiales incaicas (figs. 110 y 111). La 104 Se ha tomado esta presentación de documentos de trabajo y exposiciones de C. Ramos (1984, 1986 a y b). Síntesis y notas por P. Morlon. 161 evacuación de las aguas excedentarias en estación de lluvias se ve asegurada por tres clases de drenaje:105 - zanjas oblicuas, de más o menos 20 x 20 cm de sección, y con una longitud de algunas decenas de metros. Son de tierra y piedras, y desembocan en: [[232]] - amontonamientos de piedra (soqa), en el sentido de la pendiente y al lado de las terrazas, cuyo probable origen es el despedregamiento de las terrazas. Con una longitud de 10 a 50 metros, una anchura de 1 a 3, y un espaciamiento de 5 a 50, hacen más lento el curso del agua y facilitan su infiltración. - la canalización con piedras de los escurrimientos naturales en las vaguadas. Estos canales, con una anchura de 60 a 100 cm, y con una profundidad de 40 a 60, desembocan en ríos y lagos. Actualmente se hallan obstruidos, y el agua vuelve a socavar sus costados. En algunos sitios hallamos canales subterráneos, que pasaban por debajo de las terrazas. Almacenamiento del agua de escurrimiento Pequeños reservorios de algunos metros cúbicos (puhu), situados a la salida de las zanjas en diagonal, o en la base de los soqa, recogen el agua de escurrimiento. Sirven para regar las terrazas cuando se presentan episodios secos en la estación de cultivos, y para hacer abrevar al ganado cuando pastorea allí luego de la cosecha. En los terrenos permeables son de piedra con un revestimiento de mortero (mezcla de cal, arena y savia gelatinosa de cactus);en suelos arcillosos no están revestidos. Los kotañas son reservorios más grandes (de 3 a 8 metros de diámetro o de lado, por uno de profundidad), excavados en terrenos impermeables, allí donde la topografía es favorable en la ladera. Sirven de abrevadero para el ganado al comienzo de la estación seca, de abril a junio. Historia y organización social de la reconstrucción La mayoría de las comunidades del distrito de Asillo están abandonando muchas prácticas recíprocas o colectivas. En tres de ellas el sistema de trabajo en mandas o aynocas (cap. 2), que antes de la invasión de tierras por las grandes propiedades era comunal, persiste, pero administrado individualmente. En las que han reconstruido terrazas, no queda de las mandas más que recuerdos relatados por los campesinos de más de sesenta años. Por ejemplo en Campuyo había ocho mandas, y la asamblea comunal distribuía las parcelas a todos los comuneros para los dos o tres años de la rotación (papas, quinua, cebada). El factor común, quizás único, que da cohesión al conjunto de comunidades es la Federación Distrital de Campesinos, a la que todos respetan y consideran su organización. La sequía de 1983 redujo en 85 % la producción agrícola del distrito, con efectos a largo plazo, por la falta de semillas, para al menos tres años. Se decidió por ello aceptar la ayuda alimentaria de CARITAS, a cambio del compromiso de trabajar para restaurar terrenos de cultivo - hace treinta o cuarenta años los campesinos aún reconstruían sus andenes; en la actualidad hemos hallado un solo caso en el distrito. Tomaremos como ejemplo el proceso de reconstrucción en la comunidad de Ipacuna: 105 El diseño general es el de un sistema de drenaje. Pero ciertas estructuras (soqa) están por encima del nivel actual del suelo, lo cual hace pensar en un sistema de riego. Esta contradicción aparente se explica de dos maneras. La erosión, si se juzga a partir de ese desfase, habría arrastrado una capa de suelo oscilando entre los 50 cm y un metro, según los lugares. Pensamos por lo demás que el sistema permite a la vez evacuar de modo no erosivo las aguas de escurrimiento superficial, con ocasión de episodios lluviosos intensos, y de recuperarlas, ya sea para hacer abrevar el ganado, ya sea para el riego de terrenos en la parte baja: en efecto, al comienzo de la estación, alternando con períodos secos (veranillos), las lluvias de las tormentas corren sin penetrar en el suelo. 162 a) Tomamos contacto con los dirigentes y participamos en una asamblea. Intentamos sensibilizar a los campesinos sobre la importancia de esta técnica que en otros tiempos fue la suya, y que reconocen haber destruido ellos mismos sistemáticamente (¿influencia de la desestructuración social? ¿o del desprecio por las técnicas tradicionales, como contraparte de la difusión de las modernas?). [[233]] b) Recorrimos las laderas con ellos, para constatar y analizar los problemas de erosión y sus consecuencias en la producción agrícola. c) Se acordó iniciar el trabajo en todo el territorio de la comunidad en junio de l983. Sin embargo, en noviembre no se había hecho aún nada, pues: - el terreno era duro en la estación seca, - la propiedad de las tierras en las laderas se hallaba repartida de modo desigual, y también lo serían, en consecuencia, los beneficios del trabajo; - los campesinos no tenían confianza en los resultados y consecuencias del proyecto. d) Se volvió a realizar una asamblea en enero de 1984; se tomó la decisión de que solamente tomarían parte los que quisieran, cuyo número aumentó progresivamente. e) Después de constatar que no se avanzaba sino cuando todos trabajaban en el mismo sitio, se constituyeron grupos de 20 a 30 personas, por sectores geográficos. f) Cada grupo funcionaba de acuerdo a los principios andinos del turno y de la reciprocidad (ayni): en cada vuelta trabajaba todo el grupo un solo día en la parcela de cada uno. Algunos comuneros no participaron más luego de que los comuneros hubieron trabajado su parcela: se resolvió el problema eliminándolos para las vueltas siguientes, y sustituyéndolos por nuevos candidatos. g) Además de la mano de obra, los campesinos aportaron sus herramientas: picos, lampas, mazos, barretas, raucana, chaquitaclla, carretillas. En compensación recibieron víveres de Caritas según el número de días en que habían trabajado. El acabado y nivelamiento antes de la labranza fueron realizados por cada campesino en su terraza. Posteriormente otros comuneros, individualmente, continuaron con la restauración de los andenes con las mismas técnicas. El tiempo de trabajo va de 225 a 2,270 días por hectárea, con una media de 600 106; entre las causas de las variaciones se encuentran el estado de degradación, la altura de los muros, la pendiente, la disponibilidad de materiales, la época de trabajo (humedad del suelo), etc. En promedio igualmente (hombres y mujeres) un adulto construyó dos metros cuadrados de muro de contención por día de trabajo. La restauración o reconstrucción del muro se hace con piedras en forma de prismas alargados, que pueden tener hasta un metro de largo por 50 cm de ancho. En el aparejo se dejan espacios entre ellas. El interior es rellenado de acuerdo al antiguo modelo descrito más arriba. Se escoge la época de acuerdo a dos criterios: trabajar en un suelo no demasiado duro, y por lo tanto en época de lluvias; y llenar los huecos del calendario de trabajo de los campesinos, teniendo en cuenta sus ocupaciones no agrícolas. Resultados y perspectivas En cuatro años se rehabilitaron 28 hectáreas de terrazas. La reconstrucción, tal como se ha descrito aquí, interrumpe el proceso de degradación y erosión pero ¡no reconstituye de inmediato un 106 A una misma altura y a 150 km de allí, pero en condiciones mucho más difíciles (falta de piedras y de herramientas, fuerte declive que no permitía la utilización de carretillas, etc), ese tiempo llega a 2,500 días por hectárea (Coolman, 1986). En el Callejón de Huaylas, Vera (1986) indica una media de 438 días por hectárea, sobre 350 hectáreas en total. 163 suelo rico y profundo! Ello explica la pequeña diferencia de [[234]] rendimientos de papas con las terrazas no rehabilitadas, lo cual implica el riesgo de desanimar a los campesinos: Rendimiento de papas (t/ha, promedio de las comunidades participantes) 1985-86 1986-87 * Terrazas rehabilitadas 12 6 No rehabilitadas 10 5,5 Laderas sin terrazas 5 2 * sequía en febrero y marzo Se necesitará muchos años con aporte de fertilizantes, a la vez orgánicos (guano de corral, pastizales temporales) y minerales, para que esta inversión produzca resultados espectaculares. Se requerirá igualmente reelaborar poco a poco todas las reglas de manejo técnico de los cultivos en andenes, los que necesariamente serán diferentes de los de hace 50 o 100 años: a la vez porque la situación socio-económica ha cambiado, y porque se dispone de un abanico mucho más amplio de técnicas utilizables. 164 2.2. La arqueologia aplicada al desarrollo agrícola: la reconstrucción de camellones precolombinos en el Altiplano Ignacio GARAYCOCHEA, Claudio RAMOS, Pierre MORLON Introducción Sin duda el título de esta exposición chocará tanto a los arqueólogos tradicionales, cuya ciencia se halla exenta de toda aplicación práctica, como a la gran mayoría de agrónomos y demás "desarrollistas", poco inclinados a considerar algo indígena y prehistórico como una técnica con porvenir. La estrecha colaboración entre ambas disciplinas parece asaz incongruente 107. Pase todavía considerar que, si muchísimos campesinos utilizan aún una técnica tradicional, es porque de una manera o de otra se adapta a su situación. Pero ¿qué decir de una técnica abandonada casi en todas partes desde hace siglos? Y sin embargo... Aunque han sido brevemente descritos por los viajeros alemanes Max Uhle en 1923 (Rowe, 1954: 86) y Karl Kaerger en 1899,108 los camellones de las llanuras del [[235]] Titicaca no han sido realmente descubiertos sino hace veinte años. En un artículo magistral, Smith et al. (1968) revelaron a la vez la existencia y la extensión de los vestigios, y plantearon las preguntas esenciales en cuanto al papel y la utilización de los camellones, así como a las épocas de su construcción y de su abandono. No podemos comenzar mejor nuestra exposición sino retomando sus datos e hipótesis: 2.2.1. Los camellones en la cuenca del Titicaca, (Resumen del artículo de Smith, Denevan y Hamilton, 1968) Los camellones son una de las formas que permiten cultivar regiones pantanosas o inundables. Hacen alternar franjas de terreno excavadas (surcos o canales), con otras por encima del nivel del agua gracias a la tierra sacada de las primeras (figs. 112, 113, 114). Se trata de estructuras permanentes, más grandes que los camellones hechos anualmente con la taclla para el cultivo de la papa y que se destruyen en la cosecha (capítulo 1). En las muy pocas zonas donde todavía se practica agricultura en camellones permanentes, éstos a su vez sostienen camellones anuales más pequeños, las más de las veces perpendiculares a su eje. [[237]] Los restos de camellones presentan un desnivel que va de 15 cm, en el caso de los más erosionados, a 1,25 m; su anchura está comprendida entre 2 y más de 25 metros; y su longitud entre unos cuantos y más de 500 metros. Su disposición geométrica en el terreno puede ser clasificada en seis patrones: "damero abierto", "cerrado irregular," "fluvial," "lineal," "en escalera" y "en peine" (fig. 115). Patrones que pueden haber correspondido a diferencias en los problemas de humedad, las épocas de su construcción, o la organización social: campesinos individuales o grupos importantes, en este último caso con todo un sistema de canales de varios kilómetros. 107 Este ejemplo no es sin embargo el único, ni el primero. Durante los años 70, un programa de "arqueología al servicio del hombre" trabajó en los sistemas de andenes y riego en el "valle sagrado" del Urubamba. 108 "De esto se deduce que los antepasados de los indios permitieron a la papa un amplio margen de desarrollo, muy por encima de las necesidades reales (...) la mayor economía en el uso de la tierra se debe a los españoles y constituye un avance." !!! (P. 21 de la edición peruana de 1979). 165 Fig. 112: Siembra de papas sobre camellones recientemente reconstruidos; detrás, restos de camellones tal como se les encuentra sobre miles de hectáreas (Diciembre; Huatta, Puno, 3815 m.s.n.m.). PM. Nota : los primeros camellones reconstruidos eran planos por encima, lo que no resulta; se prefiere hacerlos alomados o en techo. Fig. 113: Cultivo de cañihua sobre camellones recientemente reconstruidos (Abril; Sucasco, Puno, 3815 m.s.n.m.). PM. Fig. 114: Cultivo de avena sobre camellones reconstruidos (Mayo; Asillo, Puno, 3900 m.s.n.m.). PM. [[238]] El examen de fotos aéreas permite calcular su superficie en al menos 82,000 hectáreas, cuya parte cultivable sobrealzada representa la mitad. Su ubicación está claramente limitada a las zonas 166 planas húmedas, entre los 3,800 y 3,900 metros de altura, pero su distribución es muy desigual ((fig. 116): los dos tercios, o sea 56,500 hectáreas, se encuentran en la planicie al sur de Juliaca, utilizada extensivamente en pastizales por las grandes propiedades (haciendas); no los hay en las llanuras de Taraco y de Ilave, cuyo medio natural es semejante pero donde predomina la pequeña propiedad cultivada: "Es probable que todo resto de antiguos sistemas de cultivo haya sido destruido allí." Los camellones fueron construidos para ser trabajados con herramientas manuales como la taclla; el arado los destruye. Orurillo, Asillo, Nuñoa, Santa Rosa N ? ? ? Fig. 116: Localización de las zonas con restos de camellones alrededor del lago Titicaca (síntesis de varias fuentes) En los camellones aún cultivados, la rotación es la que se halla ordinariamente en estas altitudes: papas; quinua o cañihua; cebada; al menos tres años de descanso pastoreado. Una función evidente de los camellones consiste en recuperar tierras pantanosas, o defender los cultivos contra las inundaciones. Pero no se sabe con seguridad si eran construidos para evacuar el agua, o para retenerla y regar. Ciertos patrones impiden su evacuación, "se puede pensar que había un esfuerzo consciente de conservar el agua," lo cual ofrece claras ventajas en el clima de la región: ya sea para atenuar un riesgo [[239]] siempre presente de sequía en la estación de cultivos; ya sea, en estas llanuras donde el aire frío que se acumula por la noche ha significado siempre graves riesgos de helada, para reducirlos gracias al calor almacenado de día por el agua. Algunos restos de canales de riego parecen ligados a ciertos patrones. Otro papel probable de la construcción de los camellones era el de traer a la superficie capas de suelo menos alcalinas (en la superficie, antes de la reconstrucción, el pH es ahora con frecuencia superior a 8), y la utilización como abono verde de la vegetación del canal. Todas estas interpretaciones son hipótesis; sería también necesario relacionar las alturas de las diferentes zonas de camellones con las variaciones del nivel del lago. "Es cierto que servían para extender el área de tierras cultivables; es probable que en muchas zonas de camellones lo que se buscaba era más la conservación del agua que un rápido y efectivo drenaje, y es claro que en unas pocas zonas los camellones estaban asociados con sistemas de irrigación primitivos." ¿Por qué y cuándo fueron abandonados? En una comunidad los campesinos nos dijeron que ello tuvo lugar "en tiempos de nuestros abuelos."109 Oficialmente, se dice que es a causa de las heladas en la llanura. Pero éstas han existido siempre: "La ausencia de cultivos sobre la mayor parte de la planicie cerca del Titicaca se debe más al sistema de tenencia de tierras y al sistema de pastoreo extensivo de las grandes haciendas, que al deficiente drenaje, a la baja fertilidad del suelo y al peligro de heladas." "En una foto aérea de la evaluación de recursos de ONERN,110 los camellones de Requeña [cerca de Taraco] están incluidos en una categoría clasificada como apta solamente para la 109 Ambigua expresión que designa con más frecuencia épocas muy antiguas que el siglo XIX, como consideran Smith et al.. 110 Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales. 167 pesca y la vida silvestre (ONERN-CORPUNO, 1965, t. 3, mapa 39). Probablemente fue una ventaja para lo antiguos agricultores que cultivaban los camellones el no haber podido aprovechar las modernas evaluaciones de recursos." ¿Cuándo fueron construidos? La población no sabe nada al respecto. En una sola comunidad, Requeña, la gente del lugar, que los llama waru-waru, los atribuye ya sea a los Incas, ya sea a los Aymaras antes de los Incas. Todos están de acuerdo en que, desde que llegaron los españoles, no se hicieron más. No son mencionados en los textos de la época colonial (111), lo cual hace pensar que quizás ya habían sido abandonados. En todo caso, no son cultivados desde la apropiación de la tierra por parte de las haciendas, en su mayor parte a fines del siglo XIX y a comienzos del XX (Romero, 1928; Chevalier, 1966; Martínez, 1962), aunque a veces bastante antes. Fueron construidos con, y hechos para ser cultivados con taclla, no con el arado. Se hallan muy erosionados, aplanados, y no los hay sobre los depósitos aluviales recientes. En fin, es probable que su construcción fuese una respuesta a una fuerte presión poblacional sobre los recursos alimentarios, y que quedasen abandonados cuando la misma disminuyó como secuela de la conquista española - en el caso de la provincia de Chucuito la población bajó en un 57 % entre el último censo inca y la inspección de 1567 (Smith, 1970, según los datos de Garcí Diez, [1567] 1964), y fue sólo en 1940 que la población alcanzó el nivel de antes de la Conquista (cf. fig. 181). [[240]] Se puede tener por lo tanto la certeza de que fueron construidos antes de ésta. ¿Se puede precisar algo más? Al norte del lago Umayo, algunos camellones están asociados con restos Colla del período Chullpa (entre 1,100 y la conquista inca, hacia 1445), y en Bolivia otros parecer estarlo con restos de estilo Chiripa (600 antes - 100 después de J.C.) contemporáneos, al otro extremo del lago, de la civilización Pukara (que mencionaremos otra vez a propósito de las qocha). 2.2.2. El proyecto arqueológico "Campos elevados" en Huatta (Erickson, 1982, 1983, 1986, 1989; Erickson y Candler 1989; Garaycochea 1984, 1986, 1987a y b). Diez años después del artículo precedente, un geógrafo residió en el Altiplano, donde describió la adaptación de los patrones de camellones a la geomorfología y a los regímenes hidrológicos (Lennon, 1982, 1983). El arqueólogo Clark Erickson le sucedió en 1981. Los resultados arqueológicos (Erickson, 1987) confirmaron globalmente las hipótesis de Smith et al.: los restos de camellones contienen polen de quinua y cañihua; la estratigrafía y las dataciones por termoluminiscencia y carbono 14 muestran que hubo dos fases principales de construcción: la primera, de los siglos X a V antes de J.C., corresponde a las civilizaciones Qaluyu luego Pukara, y la segunda a las etnías Qolla y Lupaka después del año 1,000 de nuestra era. Un primer período de abandono (del siglo I al V después de J.C.) correspondería al dominio de Tiahuanaco, y un segundo (siglos XIV - XV) al de los Incas. Al otro extremo del lago el fenómeno es a la inversa: se construyeron camellones durante Tiahuanaco, y se dejó de hacerlos cuando esta civilización desapareció hacia el año 1,000 de nuestra era. Lo cual sugiere que los abandonos fueron provocados por cambios políticos y no naturales (el clima, por ejemplo). En la época contemporánea, y en cerca de 10,000 hectáreas, considerando sólo la llanura entre Juliaca y Huatta, se han producido destrucciones definitivas por: - la construcción de la vía férrea y carreteras (que son sobrealzados por medio de bulldozers que rastrean a ambos lados): 1,800 hectáreas; (111) Veinte años más tarde, tampoco pudimos encontrar menciones para la región del Titicaca. En cambio, para el norte de Ecuador, Caillavet (1989) encontró, en documentos manuscritos españoles, pruebas de que los camellones estaban utilizados en el siglo XVI y que se traía agua por medio de canales para hacer artificialmente el terreno muy húmedo. 168 - la expansión urbana de la ciudad de Juliaca: 2,600 ha. ya destruidas en 1983, y 1,500 directamente amenazadas. La ciudad tenía menos de 5,000 habitantes en 1945, y se ha expandido a más de 100,000 personas, empujadas por el éxodo rural en el Altiplano; - las tentativas de agricultura mecanizada en las grandes propiedades: a fin de poder cultivar con tractor, proceden primero a un nivelamiento con bulldozer...y se encuentran entonces con terrenos planos pero no cultivables, e improductivos a causa de las heladas y del exceso de agua. Al menos 5,000 hectáreas (Garaycochea, 1983). Historia del Proyecto "Al comienzo, C. Erickson no se propuso ninguna aplicación práctica para nuestra época. Más allá de las técnicas habituales de excavación, emprendió un ejercicio de arqueología experimental - una rama de esta ciencia en la que los investigadores tratan de recrear las antiguas condiciones y de poner nuevamente en funcionamiento objetos antiguos, con el solo fin de responder a interrogantes científicas. Buscó entonces aplicar los resultados de sus excavaciones para recrear en la vida real no solamente los campos, sino también la manera en que los antiguos se organizaban y los habían [[241]] cultivado. Una vez efectuado ello, y tangibles los resultados, "nos dimos cuenta de que el sistema era tan prodigioso que podía tal vez ser re-introducido en la región, en lugar de sistemas que dependen de grandes gastos en máquinas y abonos químicos."" (Stevens, 1988). La comunidad escogida fue Huatta (fig. 116), la cual, con más de 4,000 ha, es una de las pocas que dispone de grandes extensiones de pastizales naturales en llanura, en su mayor parte sobre restos de camellones (ver capítulo 6.1). En 1981 los campesinos se sentían muy escépticos y estaban convencidos de que de todas maneras las heladas destruirían todo cultivo efectuado en la planicie. A cambio de semilla de papa mejorada, C. Erickson obtuvo sin embargo la aceptación de un campesino, y ambos reconstruyeron juntos 3 camellones, totalizando 220 m2 cultivables. Una helada de febrero de 1982 dañó seriamente los cultivos hechos en la llanura; en los camellones los daños fueron más ligeros, permitiendo un rendimiento de 17 t/ha de superficie cultivada (8,5 en relación con la extensión total, incluidos los canales). En 1982-83, C. Erickson añadió al proyecto un agrónomo peruano, Ignacio Garaycochea, y obtuvo la colaboración de diversas instituciones. Uno de los 4 sectores de la comunidad y un grupo agro-artesanal decidieron reconstruir un total de 6 camellones, pero los resultados fueron decepcionantes a causa de la sequía. Esta provocó en toda la región una grave falta de semillas en 1983-84, por lo cual el ofrecimiento de aportarlas gratuitamente motivó fácilmente a los 4 sectores de la comunidad, que, con la participación de 280 campesinos, reconstruyeron 2 hectáreas de camellones. La lluvias diluvianas de enero de 1984 inundaron muchos cultivos, y demostraron por contraste el interés de los camellones con un rendimiento de 15 t por hectárea de extensión total, o sea 30 t por hectárea de superficie cultivada, contra 5 en terreno similar sin camellones. Así pues, a pesar de que ello se debió en parte a una semilla mejorada, y de que algunos campesinos consideraron que el asunto exigía demasiado trabajo - de 200 a 1,000 días de 5 horas de trabajo por hectárea cultivable rehabilitada (2 ha. con los canales), a razón de 5 m3/trabajador/día -, los 4 sectores decidieron ampliar la reconstrucción en 1984 y 1985; los grupos campesinos participaron más en las decisiones, escogiendo terrenos particularmente marginales e improductivos. Sin ningún aporte de productos comprados, los terrenos produjeron sin embargo de 4,5 a 12,3 t/ha (promedio 8) con respecto a la extensión total, a pesar de las heladas que destruyeron casi todo en las zonas no rehabilitadas. En 1985 y 1986 los campesinos tomaron la iniciativa en diferentes comunidades, e incluso se decidió construir incluso ahí donde no existían restos.112 En Huata, en colaboración con la 112 En el contexto de una "reestructuración" agraria, la mayor parte de las comunidades consideraron políticamente oportuno demostrar que emplean la tierra de manera más productiva de lo que hacían anteriormente las SAIS (Erickson y Candler, 1989). 169 investigación agronómica, los campesinos ensayan en los camellones 5 variedades de trigo de invierno, asociando así con esa antigua técnica una nueva, propuesta por la investigación agronómica. En 1986 el club de madres de familia plantó "totoras"* en los canales, elemento esencial para la alimentación del ganado en la estación seca en las riberas del lago (capítulo 6). Se ensayó igualmente el riego (con baldes o motobomba), utilizando el agua de los canales. Técnica de reconstrucción (cf. fig. 117) Fig. 117: Inicio de la reconstrucción de antiguos camellones. Se deja tabiques en los canales para retener el agua (Mayo; Alto Catachi, Puno, 3890 m.s.n.m.). PM. A lo largo de los siglos, los camellones se han erosionado, y los canales se han llenado a la vez con el producto de la erosión - es decir lo más fértil del suelo - y con la materia orgánica producida por las hierbas acuáticas, las algas (algunas de las cuales, del [[242]] género Anabaena, son fijadoras de nitrógeno), y los micro-organismos. La calidad de los suelos es muy diferente entre los canales y la parte alta de los camellones, y así tenemos en promedio en la zona en estudio: Canales camellones Materia orgánica % 8.6 3.5 pH 5.6 ácido 7.8 ligeramente alcalino Nitrógeno disponible ‰ 4.27 1.73 Fósforo disponible ppm 44.28 14.58 Para rehabilitar estos suelos se necesita sobrealzar los camellones erosionados, transfiriéndoles el suelo, más rico, de los canales. En éstos el crecimiento de la flora acuática será una fuente continua de materia orgánica que se transferirá periódicamente a los camellones. La reconstrucción, que retoma las formas y dimensiones originales, se inicia marcando al cordel las líneas paralelas que separan los canales de los camellones. A lo largo de ellas se recortan los bloques de tapiz vegetal (champa, ver capítulo 1) con la chaquitaclla, y son volteados al otro lado para formar "muros" de 20 a 40 cm de alto; se cava a continuación en el centro del canal para llenar el espacio entre los muros. Se empieza con un ligero desnivel, inferior al que tenían anteriormente los camellones (a veces más de 2 metros)113 , para aumentarlo a lo largo de los años con las sucesivas limpiezas de los canales. La mecanización de la reconstrucción, técnicamente posible, no se adecúa al contexto socio-económico de los pequeños campesinos del Altiplano. 113 Este punto es actualmente materia de debate e investigación. 170 Organización comunal En 1983 y 1984 todos trabajaron juntos en las faenas comunales, que reunían de 30 a 70 personas; la extensión trabajada en cada día dependía, además del número, de la motivación de los trabajadores y de la humedad del suelo. En 1984 y 1985, en Viscachani pampa y Sancachi, se asignó a cada comunero un determinado 2 3 pedazo de terreno a reconstruir (tárea) de 20 m de extensión total, y 4 m de tierra por remover. En la mayoría de los casos se terminó cada tárea en un día; el resultado fue técnicamente superior, y los trabajadores consideraron este método más equitativo. ¿Trabajo con los grupos comunales, o con campesinos individuales? En Huatta todos los campesinos poseen tierras individualmente, pero algunos de ellos no son miembros de la comunidad, por lo cual no tienen acceso a los terrenos comunales y no toman parte en los trabajos colectivos. El Proyecto optó por trabajar sobre todo con los grupos comunales, para reforzar la organización comunal, y porque resulta más eficaz: [[243]] - en el plano de la capacitación, que llega a más personas al mismo tiempo; - técnicamente, porque permite optimizar la organización del trabajo y rehabilitar mayores extensiones de una sola pieza, pues las modificaciones microclimáticas son tanto mayores cuanto mayor es la extensión acondicionada. El mayor inconveniente es la lentitud en los procesos de decisión. Hubo también familias individuales que pidieron el apoyo del Proyecto; el trabajo con ellas da resultados más rápidos y que las benefician directa e inmediatamente; constatamos que la difusión de la técnica es más rápida. En cambio, tratándose de extensiones más pequeñas, el tiempo que dedica el personal del Proyecto es mucho más importante. Subrayamos que en nuestro Proyecto no se efectuó ninguna distribución de víveres. No tenemos ninguna idea a priori sobre la modalidad que tendrá mayor éxito en el futuro. Cada vez más gente se interesa en este trabajo - campesinos, instituciones públicas y privadas - y la experiencia ha "dado cría" (fig. 117), como el trabajo de C. Ramos en Asillo, a unos cien kilómetros al noroeste de Huatta. Hasta hoy nadie ha encontrado otra solución técnica para la puesta en valor de estas llanuras densamente pobladas: 55 habitantes por kilómetro cuadrado en los distritos de Huatta y Coata, y 290 en el de Capachica - a una altura superior a los 3,800 metros. [[244]] 2.2.3. Rehabilitación de camellones en el distrito de Asillo 114 Descripción y estado de los camellones En el distrito de Asillo existen numerosas zonas pequeñas y dispersas de camellones, de una extensión promedio de 20 ha. Los campesinos les dan diversos nombres: kurus (orugas), gentil wachu (camellones de los antiguos), etc., y dicen que fueron construidos hace muchísimo tiempo por hombres muy grandes y fuertes (hatun kallpayoq runakuna). Se les halla en diferentes tipos de suelos, en situaciones topográficas más variadas que en la llanura de Juliaca-Huatta. Estas zonas, que reciben el agua que se escurre de las laderas (antaño en andenes) situadas más arriba, están organizados de acuerdo a tres patrones (fig. 118): [[245]] - Fluvial, el único con un declive (4 %) capaz de evacuar el agua; - Damero abierto, que permite una libre circulación del agua, en zonas planas alejadas de las montañas; 114 Ver en la Bibliografía las publicaciones de C. Ramos. 171 - Irregular cerrado, por lo general en zonas más húmedas. Algunos sólo retienen el agua, en tanto que otros tienen una compuerta de entrada y otra de salida. En la comunidad de Sillota coexisten los tres patrones. En todo el sistema hay canales principales, alimentados por el agua que desciende de la vertiente. En estas zonas en ligero declive los canales tenían una doble función: drenaje y riego (figs. 119 y 120). Según el testimonio de ancianos campesinos, algunos eran utilizados hace 40 años como sectores (mandas, cf. capítulo 2) de papas amargas, pero actualmente se hallan en pastizales. Su estado de conservación es muy variable; las principales causas de su abandono fueron: - el nivelamiento por y para la agricultura de yugo, luego los tractores, volviendo a dar terrenos planos con problemas de exceso de agua y heladas; los acondicionamientos modernos (proyecto de irrigación) tuvieron idéntico resultado; - la parcelación de las comunidades y la desaparición de la organización comunal para la producción (cf. capítulos 1 a 3). Organización de la rehabilitación Se realiza bajo la égida de la Federación Distrital de Campesinos, en la que cada presidente de comunidad se responsabiliza del trabajo. [[246]] Al comienzo los campesinos eran escépticos: "¿Cuándo se ha visto cultivar así? Nuestros abuelos no nos hablaron nunca de esta forma de cultivo. Además, modificar el relieve del suelo dañará los pastizales que alimentan a nuestro ganado." Sin embargo, se pudo comenzar un trabajo de demostración en 3 comunidades, en parcelas de 32 comuneros (1.6 ha en total). Tomó parte un número cuatro veces mayor en los trabajos, remunerados con la ayuda alimentaria de Caritas (pensamos que la misma debería sustituirse con herramientas, abonos o semillas). El asombro y el interés fueron creciendo a medida que las plantas crecían, pero el trabajo de persuasión tiene que repetirse para cada una de las especies por cultivar. Se tropezó con dos problemas: - La fuerte diferenciación social en el interior de las comunidades empujó a algunos campesinos a oponerse a la rehabilitación de los terrenos de sus colindantes, acarreando problemas en la regulación del agua. - El paso a cultivos de extensiones que actualmente son pastizales determina modificaciones en los sistemas de producción. [[247]] Resultados de producción: el ejemplo de las las papas Durante la campaña 1984-85 hubo dos heladas. La primera, en diciembre, afectó de modo similar los cultivos en camellones y en la llanura al costado, pero los primeros se repusieron mejor. A principios de febrero la segunda destruyó el 30 % del follaje en los camellones y el 50 % en la llanura. Los rendimientos en camellones fueron en promedio de 10,2 t/ha en relación a la extensión total, y de 14,33 en relación a la extensión cultivada, contra 6 t/ha en promedio fuera de los camellones. Como quiera que todos los agricultores no atendieron sus cultivos con el mismo cuidado (cf. capítulo 5), tales promedios esconden una gran variabilidad: de 4 a 32 toneladas por hectárea cultivada en la misma zona de camellones. También se cultivó encima de los camellones habas, quinua, cañihua y avena (fig. 114); un campesino cultiva allí especies forrajeras (trébol, ray-grass, dáctilis), con excelentes resultados; y las plantas acuáticas que crecen en los canales sirvieron de forraje para el ganado. Su modo de explotación tendrá que ser precisado en el futuro. 172 2.3. Un (re) descubrimiento reciente: la agricultura en lagunas temporales (qocha) en el Altiplano Jorge FLORES OCHOA, Magno Percy PAZ FLORES, Washington ROZAS115 En lengua runasimi o quechua, la palabra qocha designa todo depósito de agua, natural o artificial, permanente o temporal, cualesquiera que sean sus dimensiones, forma y profundidad. El lago Titicaca es qocha, pero también se llama así los vasos ceremoniales (Cusihuamán, 1976; Gonçales Holguín, [1608] 1952). El equivalente aymara es cota ou cotaña (Bertonio, 1612). Los campesinos del Altiplano llaman también qocha las depresiones excavadas en el suelo, donde se acumula el agua de lluvia y en las que cultivan (fig. 121). Fig. 121: Una qocha antes de la cosecha de las papas (Mayo; Llallagua, Puno, 3890 m.s.n.m.). PM. [[248]] Las qocha que aquí describimos se encuentran en la planicie, a unos cincuenta kilómetros del extremo noroeste del lago Titicaca y de la ciudad de Juliaca, no lejos de San Juan de Salinas. Situadas entre los 3,850 y 3,900 metros de altura, están distribuidas en una extensión de más o menos 530 km2, donde la población sobrepasa los 10,000 habitantes (fig. 122). La economía se basa en la agricultura, la ganadería y la cerámica (los famosos toritos de Pucará, y toda una gama de cerámica utilitaria). Esta zona no puede ser regada por los ríos que la bordean, porque corren de 10 a 50 metros más abajo; las napas de agua son demasiado profundas, de 4 a 15 metros; y como las montañas vecinas no tienen nieves eternas, los arroyos que pasan por ella son temporales. Ahora bien, como en toda la región, una larga estación seca se alterna con una estación de lluvias corta, irregular y muchas veces demasiado abundante. Las qocha son estanques artificiales, alimentados exclusivamente por la aguas pluviales, que son conservadas allí durante la estación seca, y evacuadas antes del barbecho del suelo y la siembra. Forman redes unidas por canales que permiten transvasar el agua de una a otra, o derivarla hacia los ríos. 115 Síntesis, adaptación y notas por P. Morlon del artículo de J. Flores y M. P. Paz: "La agricultura en lagunas del Altiplano) (Ñaupa Pacha, 21, 1983-1986: 127-152), y de la tesis de antropología de J. W. Rozas: "Sistemas de cultivos en qocha," Universidad del Cuzco, 1984. 173 [[249]] 2.3.1. Descripción y clasificación La terminología campesina que tomaremos aquí mezcla palabras quechuas y españolas más o menos modificadas. Los campesinos diferencian cuatro formas (fig. 123): las muyu qocha (muyu : círculo, vuelta), las más numerosas, y que son circulares; las tinki qocha en forma de 8 ("'encuentro' o 'unión' de dos círculos) son raras; las suytu qocha, largas y estrechas; y las chunta qocha, en forma de rectángulo con los extremos redondeados. Todas están constituidas de la misma manera (fig. 124): [[250]] - La pampaqocha es la base plana, atravesada por uno o dos surcos (mayu wachu) y rodeado por otro llamado pampa royra (del español rueda), torno, o muyura; estos surcos, con una anchura y una profundidad de 40 a 50 cm., recuperan el exceso de las aguas de lluvia caídas en la qocha, y desembocan en el yani, canal que atraviesa toda la qocha. - El yani (fig. 125) es el canal de desagüe (e igualmente de traída del agua, cuando proviene de otras qocha situadas más arriba), Su anchura es de 0,6 a 1 metro, y su profundidad varía de acuerdo a la topografía, y puede ser de hasta 5 metros, para verter en un canal colector (mama yani o atun zanja), el cual desemboca a su vez en un río. A unos metros aguas abajo de cada qocha, el yani es cortado por un dique (chaka), que se puede abrir o cerrar para controlar el paso del agua. Pueden sucederse en rosario hasta diez o doce qochas a lo largo del mismo yani (fig. 126). canal Fig. 124: Esquema de una qocha circular mostrando la distribución de los camellones y canales. Fig. 125: Una qocha con su canal o yani (Mayo; LLallagua, Puno, 3890 m.s.n.m.).PM. 174 Fig. 126: Cadenas de qochas unidas por canales en la comunidad de Llallahua (Angles, 1987). [[251]] - La pollera, qocha qinray o muyura, es la ladera, en pendiente suave, de la qocha. Es dividida horizontalmente en dos o tres por uno o dos surcos circulares (royras) y bordeada en la parte alta por otro, el llakllaka wachu, que la separa del terreno no excavado. Este último se llama loma, pues, por la presencia de la qocha, resulta a un nivel más alto; también es cultivado. El conjunto de camellones y surcos preparados para el cultivo de la papa (cap. 1) se llama kunkana wachu ("surcos con cuello"), a causa de su forma en zigzag, y de los pequeños diques que cierran cada surco al medio o en los dos extremos, a fin de retener el agua de lluvia, o de hacerla salir sin erosión, de acuerdo a las necesidades. Los camellones miden de 50 a 60 cm. de ancho y de 40 a 60 de altura, y su longitud varía de 2 metros en las pendientes abruptas a 6 metros en las suaves . Los pampa wachu, al fondo, son perpendiculare al yani; los uku wachu, en la vertiente, y las h'acha wachu, encima, son perpendiculares a las royras. La profundidad de las qocha, muy variada, por lo general no es menor a 2 metros; un hombre parado en la base no puede ver las casas situadas en las cercanías. Esa profundidad es determinante en la clasificación de las qocha de acuerdo a sus propiedades hidráulicas, y, por lo tanto, al uso que se hace de ellas (fig. 127): - Las mama qocha o uku qocha, profundas (más de 3 metros) y grandes (de 1 a 4 hectáreas), recolectan las aguas de otras qochas. Llenas siempre de agua, sirven para usos domésticos (el agua potable proviene de pozos excavados a su lado) y como abrevaderos para los animales. No son cultivadas, se les considera como sagradas, y es allí donde se realizan los ritos agrícolas. - Las phurun qocha son también extensas; más profundas que su yani, su pampaqocha contiene siempre agua, lo cual, según los campesinos, permite reducir las heladas nocturnas en sus pendientes cultivadas para la producción de semillas. - Las malta phuqros, pequeñas y fáciles de desaguar; en las más pequeñas, que no sobrepasan los 1,000 m2, la pollera no está separada de la pampa qocha. El fondo de las qocha en descanso es utilizado para la fabricación de chuño y de la tunta (papas deshidratadas). [[252]] 2.3.2. Propiedad privada de las qocha y reglas colectivas La "parcialidad" de Iquilo, donde uno de nosotros permaneció durante un año, tiene una forma de organización diferente de las comunidades que hemos mencionado hasta aquí. No hay derecho de pastoreo libre, ni barbechos sectoriales colectivos, y la propiedad de la tierra es completamente individual, variando de 6 a 18 hectáreas por familia (14 en promedio). Las tierras han sido rescatadas 175 en gran parte, cuando la reforma agraria, a grandes propietarios que explotaban las qochas de la misma manera que los campesinos. La parcialidad elige un Comité de Desarrollo que organiza la construcción de infraestructuras de interés colectivo, y un Comité de Defensa contra las usurpaciones de comunidades o grandes propiedades colindantes. Para la utilización de las qocha, los agricultores de Iquilo han formalizado las reglas siguientes: - Todo agricultor que posea parcelas con qocha tiene derecho a evacuar su agua a un mama yani o yana qocha (colector); - Los mama yani y mama qocha son de uso colectivo; - Nadie puede prohibir la utilización del yani que atraviesa su qocha para la evacuación del agua de las que se hallan aguas arriba; - Todos están obligados a mantener el yani, los mama yani y los yani de las mama qocha que utilizan; pueden hacerlo en trabajo colectivo (faena) o individual; - Todos deben respetar los turnos de siembra de las qocha situadas sobre el mismo yani, a fin de evitar la inundación de los cultivos ya sembrados; - Las autoridades de la parcialidad están encargadas de la aplicación de estas reglas y derechos de uso, cuyas excepciones se establecen de modo preciso y a condición de respetar siempre los imperativos de la evacuación del agua. Cada familia posee una habitación principal, a cuyo lado se guardan los animales, y una o varias secundarias, para ocuparse de las qocha en la época de los cultivos. Las qocha se adquieren por herencia, venta o alquiler del terreno que las contiene, cuyo valor depende del número y de la calidad de las qochas respectivas. En los casos de herencia, en que las partes de los hijos deber ser iguales, a menudo surgen conflictos a propósito de la atribución de las qocha. Los arrendamientos, por una duración mínima de dos años, se hacen generalmente entre hermanos y hermanas (los que emigran y los que se quedan). También se puede alquilar por un año la hierba de las qocha en descanso. 2.3.3. Utilización y funcionamiento La propiedad de cada cual se divide en tantos sectores como hay en la rotación, cada uno de los cuales comprende qochas y el terreno alrededor. Aun cuando su administración es individual (salvo las limitaciones impuestas por los turnos, evocadas anteriormente), las rotaciones de cultivos (muyu) son las mismas que en los barbechos sectoriales colectivos expuestos en el capítulo 2: tres años de cultivo, el primero de los cuales es siempre de papas, seguidos por un descanso pastoreado, durante el cual la humedad y las deyecciones animales permiten el establecimiento de una densa vegetación y la acumulación de materia orgánica, que se añade a los elementos finos arrastrados desde lo alto, para dar una gran fertilidad a los suelos de las qocha. La duración del descanso varía de acuerdo a la disponibilidad de tierras del agricultor, con un promedio de 4 o 5 años. [[253]] La elección de especies y variedades se efectúa en función de las condiciones de clima y suelo de cada una de las partes de la qocha, y puede modificarse en función de la situación del agricultor y de las presiones externas. Por ejemplo, en el segundo año se pueden cultivar ollucos, aunque sólo en la periferia y no en el interior mismo, donde, según los campesinos, no tendrían sabor (ver anexo del capítulo 5). O se puede sembrar el isaño, "cuando el tiempo es bueno." Se considera que las ruedas son favorables igualmente a las papas, la cañihua, la quinua, la cebada y la avena cosechadas en grano, mientras que el fondo, más húmedo y más expuesto a las heladas (ver la última parte de este capítulo) es más adecuado para las papas amargas, la cebada y la avena forrajeras. Cultivan al menos cuatro variedades de quinua y seis de papas; los cultivos pueden ser puros o intercalados. Después de las últimas lluvias, los campesinos hacen que los animales coman todo el pasto y esperan que el suelo "rezume" hasta ser laborable, lo cual sucede por lo general en mayo. El barbecho 176 luego del descanso pastoreado se realiza entonces con chaquitaclla, y, para completar el equipo de trabajo (masa) de dos hombres y una mujer, la pareja recurre al intercambio recíproco de trabajo (ayni). Sería imposible realizar con el arado el complejo modelado del suelo que permite evacuar o retener el agua, y hacerla filtrar en profundidad incluso en el caso de lluvias violentas y breves, que sin ello se escurrirían por la superficie. El abono enterrado en esa tarea proviene de las deyecciones animales, amontonadas por largo tiempo y fermentadas en el corral donde se guarda el ganado por la noche utilización que compite con la destinada a la fabricación de la alfarería (fig. 50); la utilización es alternada: en la estación de lluvias para las papas, y en temporada seca para la coccón de la cerámica, empleándose las cenizas como abono de segundo año en las terrazas de los cerros. A pesar de su elevado costo, se compran abonos químicos, y se mezclan con las deyecciones de gallinas y cuyes. Después de la siembra de papas, cuyas fechas escalonadas entre el 30 de agosto y mediados de noviembre responden a los riesgos de heladas (cf. capítulos 1 y 3), el agua de las primeras lluvias queda retenida por completo, hasta que, siendo ya demasiado abundante hacia diciembre-enero, se abren los diques de los yani, y se vigilan todos los días los kunka, diquecillos entre los surcos. La cosecha se escalona de abril-mayo a julio, comenzando por el fondo y terminando por arriba. Se cierra entonces el canal para conservar la humedad, y el ganado pasta las hierbas y residuos de cultivo, hasta la siembra siguiente, en octubre-noviembre (diciembre para cosechar forraje). Los rendimientos en las qocha son superiores a los obtenidos en la llanura, y sobre todo más constantes (Angles 1987 : 69-70). En papas,los campesinos consideran bueno un rendimiento en relación con la semilla de quince a uno, y aceptable hasta cinco por uno. Con ocasión del seguimiento de algunas qocha, realizado en 1982-1983, año de sequía catastrófica en toda la región, los rendimientos promedio observados fueron de siete por uno en papas (1,000 kg. por masa), de ocho por uno en quinua, y dieciocho por uno en cañihua, con una densidad de siembra, en los dos últimos cultivos, extremadamente elevada 116. Según los campesinos, el agua almacenada defiende los cultivos contra las heladas, pero este efecto positivo se hace sentir más, en apariencia, en lo alto de las qocha y en el espacio que las separa entre sí (ver la última parte de este capítulo). [[254]] 2.3.4. Distribución y significado de las qocha Se puede diferenciar tres sectores en la zona de las qocha (fig. 122): - El primero, en que las qocha están deterioradas o aparentemente en desuso, abarca más o menos 128 km2, en toda la margen suroeste, entre el río Pucara y la línea del ferrocarril. Pensamos distinguir en las fotos aéreas - tomadas como siempre en la temporada seca - huellas de salinidad. Pero se trataba igualmente de un sector de grandes propiedades, que utilizaron maquinaria para cultivar pastos artificiales y papas. - El segundo, con menos de 100 qochas por kilómetro cuadrado, ocupa 96 km2 en las márgenes oriental y septentrional. - El sector central, con más de 100 qochas por kilómetro cuadrado (fig. 128), cubre más o menos 160 km2: al menos un quinto de esa extensión es de qochas, sin contar que su presencia hace más favorable la agricultura en los terrenos no excavados. Pensamos que hay por lo menos 25,000 qochas actualmente utilizadas en la zona. Varios colegas nos han comunicado la existencia de formas semejantes - es cierto que mucho menos numerosas y densas - en otras partes de la cuenca del lago Titicaca, y hasta en la llanura de Anta, cerca del Cuzco.117 116 117 O sea, de acuerdo a la extensión de la masa, al menos 10 t/ha en papas, y 3,600 kg/ha en cañihua. Orlove (1977a) describe acondicionamientos en la provincia de Espinar, Departamento del Cuzco, que aunque son incomparablemente más sencillos, superficiales y pequeños, están destinados también a recoger y concentrar las agua pluviales. Son los qochawiña. 177 Fig. 128: Vista parcial de la zona de las qocha al final de una abundante temporada de lluvias (Abril de 1977). PM. En un número especial de la revista "América Indígena" consagrado a la agricultura intensiva precolombina, Denevan (1980) presenta una detallada tipología de los sistemas conocidos: ninguna de esas categorías puede incluir las qocha. Lo que más se les asemeja son los mahamaes, pero con importantes diferencias: [[255]] Mahamaes Qocha Clima Desierto tropical al borde del océano Altura elevada con 200 noches de heladas por año y una estación de lluvias de 4 meses de duración Origen del agua Infiltraciones subterráneas a partir de los ríos Escurrimiento superficial de las aguas de lluvias Estado actual Casi todos abandonados y deteriorados En plena utilización y producción intensiva El reciente descubrimiento de un sistema tan complejo y extenso como éste sugiere algunas reflexiones: Las técnicas andinas, mal conocidas aún por los propios investigadores, son ignoradas por el "país oficial." El numeroso equipo de especialistas, ricamente provistos de medios materiales y técnicos, que ha realizado el enorme estudio de ONERN-CORPUNO (5 volúmenes con mapas en colores, etc.) sobre la pequeña región que comprende las qocha, las describe de esta manera: "El micro-relieve está conformado por una sucesión de depresiones o micro-hoyos, alternados con suaves y pequeñas ondulaciones. El sistema de drenaje es, por lo general, imperfecto, caracterizado por escurrimientos superficiales lentos y evacuaciones internas restringidas" (ONERN-CORPUNO, 1965: 33-34 - el subrayado es nuestro). Sencillamente, estos técnicos no percibieron que los hoyos eran obra humana, hechos y utilizados con mucha habilidad.118 Y, a pesar de que la zona de las qocha sea observada diariamente por cientos de viajeros que toman el ferrocarril entre el Cuzco, por un lado, y Arequipa y Puno, por el otro, no encontramos en la literatura más que un solo texto que describa las qocha; se trata de un funcionario alemán que visitó América del Sur en 1899: "En las mesetas se encuentran muy a menudo pequeñas depresiones del terreno, en las que se acumula, muchas veces por semanas, el agua de las lluvias de verano. Por ello no es posible cultivarlas. Sin embargo, sí se siembra en las orillas impregnadas de agua, que por esta razón 118 Sucedió exactamente los mismo con los camellones, no sólo en el estudio de 1965 ¡sino incluso en el de 1985! 178 son más fértiles que el resto de la meseta. Los indios utilizan las orillas para preparar los bancales de papa, que están dispuestos concéntricamente. Tomando en suenta si la depresión tiene aperturas llanas o no - permitiendo que el agua se deslice por más tiempo fuera de ella tendrán la forma de medio o de 3/4 de círculo. Mientras más cerca a la fosa - por lo general sólo se siembra de 2 a 3 m del centro - más cortos serán los surcos. La disposición estrellada permite que el agua de las lluvias llegue hasta las depresiones sin arrastrar la tierra de los bancales. En invierno, cuando todavía no se han arreglado las sementeras y las depresiones están secas, éstas, en medio de la tierra aún no cultivada, tienen un aire fantasmagórico, casi misterioso. Al viajar en tren no puede percibirse su finalidad y uso, ya que a simple vista no es posible identificarlas como depresiones. Tanto es así que, incluso los peruanos que me acompañaban, si bien costeños, no pudieron explicar de qué se trataba (...). Probablemente pensaron que eran señales secretas de alguna de aquellas bandas revolucionarias que por ese entonces volvían a aparecer en el Perú" (Kaerger, 1979: 20). [[256]] Pasaron más de setenta años antes de que se realizara otra observación de las qochas (Flores Ochoa, en Zúñiga et al., 1966). Los campesinos actuales dicen que las qocha existen desde tiempos inmemoriales. La falta de fuentes históricas no sorprende: la zona en que se encuentran no es visible desde el camino de Cuzco a Puno, que pasa a un nivel inferior por la margen derecha del río Pucara. Rápidas observaciones arqueológicas no han proporcionado tampoco ningún resultado concluyente. Varios indicios sugieren una relación con la civilización que antecedió a Tiahuanaco en la región, a partir de 500 antes de J.-C., que los arqueólogos llaman Pukara a causa de los importantes restos arquitectónicos exhumados al costado de esta aldea, muy próxima a las qocha, y que desde hace siglos es uno de los principales centros de producción de alfarería y cerámica de la región.119 2.3.5. Conclusión Serán necesarios numerosos trabajos de investigación sobre las qocha, para precisar no sólo su origen arqueológico, sino también y sobre todo su funcionamiento agronómico y económico actual. Nos hace falta, en particular, un análisis detallado: - del manejo del agua a lo largo de toda una rotación de cultivos, con sus consecuencias sobre los perfiles de humedad en el suelo y el desarrollo de los calendarios agrícolas; - de las relaciones entre las qocha y los terrenos colindantes: de la circulación del agua a las complementaridades en los sistemas de producción; - de los efectos micro-climáticos: en la última parte de este capítulo proponemos una teoría de conjunto, que permite explicar los efectos de diversas infraestructuras encontradas a gran altura. En 1987, a pedido de los campesinos, un programa de desarrollo agrícola (financiado por la Comunidad Económica Europea) comenzó a profundizar con bulldozer las mama qocha, para aumentar el volumen de retención de agua. 119 En los orígenes, las qocha podrían haber sido antiguos fosos de extracción de arcilla, acondicionados para la agricultura. 179 3. Reducción de los riesgos climáticos por medio de acondicionamientos: el ejemplo de las heladas en el Altiplano Pierre MORLON 120 Introducción Así como la utilización complementaria del mayor número posible de pisos ecológicos corresponde en parte a una estrategia de dispersión de riesgos (capítulo 3), los acondicionamientos que transforman los pisos ecológicos naturales en "zonas de producción" corresponden a una estrategia de reducción de los riesgos climáticos. [[257]] La existencia de una larga estación seca y la irregularidad de las lluvias convierten en superfluas las largas explicaciones sobre el papel del riego que, en una u otra forma, se halla presente en todos los acondicionamientos mencionados, en todas las alturas. En lo que respecta a las heladas, en cambio, los fenómenos climáticos a gran altura en los Andes Centrales se explican con gran frecuencia de la misma manera que al nivel del mar en latitudes templadas frías. El uso de la palabra 'invierno' 121 sugiere interpretaciones que no corresponden a la realidad. Numerosas observaciones en el terreno, a gran altura en los Andes, contradicen la experiencia habitual al nivel del mar en las latitudes medias. Como los mecanismos físicos y biológicos fundamentales son desde luego los mismos, debemos averiguar de qué modo las diferencias, en su importancia relativa y en su desarrollo a lo largo del tiempo pueden explicar estas aparentes contradicciones. He aquí un intento al respecto: 3.1. Producción y distribución de las heladas El balance de radiación Al contrario de lo que por lo general se afirma en la literatura climatológica sobre la región incluidas las 'obras de referencia' (ONERN-CORPUNO, 1965: 176) las heladas en la época de cultivos en el Altiplano del lago Titicaca no son causadas por 'invasiones de aire polar', contra las cuales el único método eficaz de lucha sería la construcción de costosos invernaderos, sino exclusivamente por el balance de radiación negativo durante la noche con cielo despejado (MUÑOZ y SANCHEZ, 1974). Ello se demuestra, entre otros, por la ausencia de toda helada cuando el cielo está cubierto, y por la estrecha relación en el espacio y en el tiempo entre temperaturas mínimas (heladas) y presión parcial de vapor de agua en la atmósfera (MORLON 1979, anexo 1). Esta relación explica las diferencias constatadas en el capítulo 3.5, entre estaciones situadas a la misma altura en la cuenca del lago Titicaca, pero algunas de las cuales están más próximas a la vertiente amazónica, y otras a la vertiente desértica del Pacífico. Pues bien, es posible reducir este tipo de riesgo: - ya sea actuando directamente sobre el balance de radiación, - ya sea jugando en las gradientes de temperatura que son su consecuencia. 120 La progresiva elaboración del enfoque que proponemos aquí ha tenido como hitos varios documentos (Morlon, 1977, 1978b, 1979, 1981b, 1987, 1990b). 121 Así como el hecho de llamar 'subalpino' o 'alpino' a pisos ecológicos que, a pesar de ser fríos en promedio, nunca son cubiertos de nieve durante más de dos días consecutivos, y reciben la misma cantidad de radiación solar durante todo el año. Ya desde comienzos del siglo XIX, A. von Humboldt (1981, 1817) había observado que "ninguna zona de vegetación alpina en las zonas templadas y frías, puede compararse a la de los páramos en los Andes tropicales" (citado por Troll 1968: 17). 180 El efecto de abrigo El enfriamiento nocturno se produce por la pérdida de energía que tiene lugar en la superficie del suelo por radiación hacia el espacio. Si una parte de la misma es absorbida por un cuerpo cualquiera, que, a cambio de ello, emite radiación hacia el suelo, el balance global resulta menos negativo y menor el enfriamiento. Ese cuerpo puede ser agua en la atmósfera (nubes, neblina..) o todo otro objeto que reduzca el ángulo bajo el cual la radiación se pierde definitivamente en el espacio: montañas, casas, árboles (fig. 129). Este efecto es conocido desde hace mucho tiempo, así como el drenaje del aire frío. El flujo de calor del suelo La pérdida de energía de la superficie se ve balanceada por flujos de calor desde la profundidad del suelo, que provienen de la radiación solar almacenada durante el día. La importancia de estos flujos está controlada por la conductividad térmica de las capas superficiales del suelo, dependiente a su vez del tipo de suelo, de su humedad, de su grado de compactación o de aereación, y de la cubierta vegetal. Las gradientes de temperatura y el drenaje de aire frío El lugar de 'producción' del enfriamiento es la superficie del suelo o de la vegetación, y es ella que, por contacto, enfría el aire. Ahora bien, el aire frío es más denso y permanece por lo tanto en contacto con el suelo, a menos que pueda evacuarse (drenar) hacia sitios más bajos: encima de una superficie horizontal, la temperatura es tanto más fría cuanto más cerca se está al suelo. Hemos ilustrado las consecuencias que ello ejerce en el riesgo de helada en el caso de Puno (figura 130, donde las diferencias entre índices actinotérmicos miden la gradiente de temperaturas por encima del suelo, en tanto que la diferencia entre temperaturas bajo abrigo e índice actinotérmico a la misma altura se debe al efecto de abrigo). a) EN LAS LLANURAS (Altiplano) y las cuencas, el aire frío se acumula y estanca, formando "lagunas de aire frío." Se establece así una gradiente de temperaturas a menudo muy marcada, tanto en la atmósfera como en el suelo (fig 130). La superficie del suelo, que es el nivel más frío, lo es tanto más cuanto más aislantes sean las capas superficiales: es el caso de un suelo seco y "hueco", lo cual, en las pampas del Altiplano, justifica la quema del ichu matas de gramíneas silíceas antes del barbecho. Sucede lo mismo cuando un pasto denso desempeña el papel de aislante: la relación habitualmente establecida entre clima y utilización del medio "es a causa de las heladas que no hay cultivos" tiene un sentido doble: pues, en parte, es también a causa de las praderas que las heladas son fuertes. Una consecuencia importante de ello es la siguiente: las inflorescencias de los cereales y leguminosas, que producen los granos consumidos por el hombre, son a menudo los órganos más sensibles al las heladas. Ahora bien, en parcelas muy pequeñas, o cuando la densidad de vegetación es baja (lo cual no sucede sólo entre los pequeños campesinos), [[259]] la altura de la inflorescencia es decisiva para situarla en una capa de aire más o menos fría, de lo cual se deriva el interés de las variedades altas, que además producen más forraje para el ganado. b) EN LAS PENDIENTES, el aire frío baja hasta ser detenido por un obstáculo, como por ejemplo una hondonada o un muro. Las heladas son así más fuertes en las pampas que en las laderas que las dominan: es el fenómeno de la "inversión de las temperaturas" (correspondiente a las "cinturas térmicas" en las pendientes), que es una de las causas de la paradójica situación por la que los cultivos se localizan en pendientes erosionadas, en tanto que los suelos ricos y profundos son dejados en pastizal 122. 122 La otra causa es la siguiente: las grandes propiedades, que optaron por sistemas de producción de ganadería en general extensiva, se reservaron las pampas, con los terrenos más favorables. 181 ago set oct nov dic ene feb mar abr may + 5°C 0°C 150 cm abrigo 150 cm - 5°C 50 cm - 10°C 10 cm suelo desnudo 10 cm mulch Orígen de las diferencias : balance de radiación gradiente de temperatura en el aire conductividad térmica del suelo Fig. 130 : Temperaturas mínimas por décadas, mostrando la influencia de diferentes situaciones en la misma estación meteorológica, Puno (según datos del SENAMHI). Salvo la temperatura bajo abrigo, se trata de índices actinotérmicos (termómetro al aire libre). Las diferencias entre índices actinotérmicos a diferentes alturas reflejan el gradiente de temperaturas encima del suelo; la diferencia entre la temperatura bajo abrigo y el índice actinotérmico a 150 cm resulta del "efecto de abrigo". Esta inversión sistemática de las temperaturas mínimas, y su muy grande variabilidad espacial (vinculada con la topografía local), hace que todos los mapas de temperaturas mínimas basados sobre la gradiente de temperatura promedio de 0,5 a 0,6º C por cada 100 m. de altura, sean erróneos. Pues bien, y hasta donde yo conozco, son hasta ahora los únicos existentes a escalas utilizables en agricultura. 3.2. Mecanismos del efecto de las heladas sobre las plantas En la literatura referente a la región, los efectos de las heladas en las plantas son por lo general explicados de la manera siguiente: [[260]] "Los daños experimentados por los cultivos son de carácter mecánico y se deben a la destrucción de los tejidos internos de las plantas causada por la dilatación de cada una de las células al congelarse el agua que contiene." (Frère et al., 1975: 62). Pero las cosas no son tan sencillas, y una explicación como ésta no permite comprender todas las observaciones en el terreno. La conversión en hielo del contenido celular, que depende de la velocidad de congelación, no es el único mecanismo en acción. Los primeros cristales de hielo se forman en los espacios inter-celulares, y aumentan de tamaño "aspirando" el agua de las células. Esta transferencia de agua hace bajar la temperatura de congelación del jugo celular, aumentando su concentración (como el anticongelante de los automóviles). Pero si continúa, las células mueren por deshidratación. En efecto, en el Altiplano las heladas son exclusivamente nocturnas. Se alternan siempre con días muy soleados, 123 en que las temperaturas alcanzan de 15 a 20º C. 123 La importancia capital, en este proceso, de la sequedad del aire y de la radiación solar, hacen ilusoria la transferencia al Altiplano de los resultados obtenidos experimentalmente en lugares donde esa sequuedad y esa radiación no son reproducidas. A título indicativo, la presión parcial de vapor de agua varía entre 1,5 y 8 182 3.2.1. Consecuencias prácticas a) Importancia del enraizamiento Hemos observado que, en el caso de diferentes especies cultivadas (trigo, quinua...), en una misma parcela y con una misma variedad, la resistencia de las plantas a una misma helada nocturna está muy vinculada con el hecho de tener un sistema radical sano (y denso) que alcance a profundidad las capas húmedas del suelo, de lo cual se deriva un interés suplementario de todas las técnicas anti-erosivas, como las terrazas ...y sobre todo los camellones que aseguran la alimentación hídrica en profundidad de los cultivos, sin que éstos tengan que sufrir por exceso de agua. b) ¿Un efecto de sombra a la salida del sol? Hemos constatado, en el caso de especies botánica y morfológicamente tan diferentes como el trigo, la papa, los gladiolos o los "qolles" (árboles del género Buddleia) que, en una misma parcela, la cartografía de las plantas que han resistido a una helada corresponde muy bien a la sombra proyectada por cualquier tipo de objetos (casa, muro, árbol, roca...) en la primera hora después de la salida del sol. Como las plantas situadas, de manera simétrica, al Este de tales objetos, presentan los mismos daños que en el resto de la parcela, ello no se puede interpretar como efecto del abrigo nocturno: nuestros conocimientos actuales no nos permiten interpretar estas observaciones, pero probablemente tenemos aquí un mecanismo suplementario por medio del cual las "campiñas", que asocian de manera densa árboles y muros, protegen los cultivos contra la helada. En diferentes regiones del Perú y de Bolivia se pueden observar restos de andenes abandonados, a veces muy por encima del límite superior actual de los cultivos. Lo notable [[261]] es que, cualesquiera que hayan sido las variaciones climáticas, todos los restos así observados se hallan asociados a árboles (por lo general Polylepis, fig. 131a), descendientes probablemente de los árboles o arbustos que, según Canahua (1978), se plantaban sistemáticamente al borde de los andenes en el Altiplano (fig. 131 b). Fig. 131a: Arboles de qeñua (Polylepis) sobre antiguos andenes orientados hacia el oeste. ¿Son desciendentes de los árboles plantados antiguamente para modificar el microclima? (Llalli, Puno, 4000 m.s.n.m.). PM. milibares, y la radiación solar alcanza 32 MJ/m2 en un día despejado en temporada de cultivo, con un máximo de 1,200 a 1,300 Watt/m2. Una interpretación como ésta debería haber sido sugerida, mucho antes, por el uso que efectúan los campesinos de estas mismas condiciones para deshidratar los tubérculos. 183 "La exposición al Oeste es considerada preferible a la exposición hacia el Este, pues la rápida variación térmica causada por la intensa radiación solar de la mañana puede ocasionar daños considerables." (Winterhalder y Thomas, 1978: 68). Serán necesarias investigaciones para entender mejor estas observaciones, opuestas a lo que sucede a baja altura en las regiones templadas, donde los viñedos están hacia el este. Los mecanismos que hemos descrito brevemente, son tales que el hombre puede reducir los riesgos de daños en las plantas, acondicionando el medio y favoreciendo un enraizamiento profundo de los cultivos: hace siglos que los campesinos de los Andes han buscado asegurar así sus cosechas. 3.3. Efectos de los diferentes acondicionamientos 3.3.1. Las infraestructuras de riego Desarrolladas sistemáticamente por las civilizaciones precolombinas, están casi siempre asociadas con otros acondicionamientos. [[262]] Recordemos que la humedad del suelo influye en las temperaturas mínimas. Por otra parte, si las explicaciones propuestas arriba son exactas, el riego permite también reducir los daños causados por las heladas al hacer posible, a partir de las capas profunda del suelo, "la recuperación" de las plantas luego de la deshidratación a la salida del sol. Y uno de sus papeles más importantes puede ser, tanto como el aporte de agua a las plantas, la posibilidad de barbechar y sembrar en el momento deseado (ver Kaerger, 1979/1899: 22, y el capítulo 1 del presente libro). 3.3.2. Arboles y muros: las "campiñas" "Así se ha podido obtener [en el Altiplano de Puno] buenas cosechas de nabos forrajeros, coles de Bruselas, coliflores de buen tamaño, lechugas, cebollas y maíz de regular calidad, todo en terrenos abrigados, cercados y si es posible, rodeados de árboles, por ejemplo kollis, que prestan abrigo a las chácaras." (Romero, 1928 : 417). Fig. 132: Creación de un microclima favorable, a pesar de la altura, por la acción conjunta de un arbolado denso, de muros y del riego (Marzo; Cala-Cala, Puno, 4100 m.s.n.m.). PM. Se han constituido hasta nuestros días paisajes arbolados que por lo general combinan árboles y muros, a lo largo de toda la escala de altitudes de los cultivos, desde el nivel del mar hasta más de 4,000 metros de altura (figs. 132 y 133). A primera vista menos espectaculares, y por lo mismo 184 descritos con menor frecuencia que las andenerías (con las que pueden asociarse), modifican muy profundamente el micro-clima, al menos en lo que concierne a los riesgos de sequía y de helada, al reducir: - de noche, las pérdidas radiativas de energía (fig. 129), y ello tanto más cuanto más pequeño el ángulo bajo el cual se ve el cielo: la disposición ideal de los árboles es, pues, una distribución regular en todo el terreno, y no solamente en setos alrededor de las parcelas 124 - de día, el exceso de radiación solar y sus consecuencias que son: el deficit hídrico, el período durante el cual la fotosíntesis se ve disminuida por el cierre de los estomas (Guyot, 1964), y el riesgo de destrucción de las plantas por deshidratación (como resultado o no de una helada nocturna). Hablamos de exceso, pues en el Altiplano la radiación solar, que durante casi todos los días del año es superior a 20 MJ/m2/día, no es probablemente casi nunca limitante por deficiencia, ya que al contrario de lo que sucede en las regiones templadas, y salvo casos extremos (densa población de cipreses), no hemos observado jamás un efecto depresivo causado por el sombreado mismo (puede haber, más bien, de acuerdo a las condiciones, competencia al nivel de las raíces con respecto a la alimentación hídrica y mineral). No disponemos actualmente de mediciones microclimáticas que permitan comparar, por ejemplo, la intensidad de las heladas bajo y fuera del arbolado, sino solamente de observaciones cualitativas, muy convincentes, sobre la vegetación (fig. 133). Fig. 133: Creación de un microclima favorable, a pesar de la altura, por la acción conjunta de un arbolado denso, de muros y del riego (Marzo; Cala-Cala, Puno, 4100 m.s.n.m.). PM. El arbolado con muros protege igualmente contra las advecciones laterales de aire seco, y los muros contra los daños producidos por los animales domésticos o salvajes. Por encima de un límite altitudinal que corresponde muy bien al de las heladas en temporada de cultivo, los muros, que pueden encontrarse solos o asociados con árboles, tienen huecos a manera de un calado, y son construidos por 124 Se trata claramente, a nuestro modo de ver, de un efecto de abrigo más que de almacenamiento diurno de calor por las piedras de los muros que lo restituirían por la noche: sabemos en efecto (Choisnel, 1987) que la modificación de las pérdidas de radiación por los obstáculos colocados bajo un ángulo inferior a 15º por encima de la horizontal es desdeñable; los muros sólo ejercen, pues, un efecto muy localizado. 185 simple apilamiento de piedras colocadas en equilibrio unas sobre otras (fig. 134). Muros que, huecos como son, [[264]] y por tanto permeables, dejan escurrir hacia abajo el aire frío en lugar de retenerlo en "lagunas," como lo harían los muros plenos que se hallan en altitudes más bajas (fig. 135). Fig. 134: Muro calado permitiendo el drenaje del aire frío (Diciembre; cerca de Potosí, Bolivia, 4000 m.s.n.m.). PM. Sin ser tan completos como los de una campiña, los efectos de abrigo creados por acondicionamientos tales como andenerías, camellones o simples redes de muros (cf. Cardich, 1975 y Bonnier, 1986) no son sin duda desdeñables, así como tampoco lo es la protección de especies más bajas por las más altas en los cultivos asociados. Pero todo ello requiere numerosas mediciones de verificación, tanto desde el punto de vista meteorológico como agronómico. 3.3.3. Los andenes Son muy a menudo vinculados con la irrigación, ya que no es posible regar las pendientes sin graves riesgos de erosión. Su papel micro-climático ha sido observado con frecuencia: [En la isla Titicaca, en medio del lago del mismo nombre] "...hicieron andenes, los cuales cubrieron con tierra buena y fértil, traída de lejos, para que pudiese llevar maíz, porque en toda aquella región, por ser tierra muy fría, no se coge de ninguna manera. En aquellos andenes lo sembraban con otras semillas, y, con los muchos beneficios que le hacían, cogían algunas mazorcas en poca cantidad (...) " (Garcilaso, 1609, libro III, cap. 25). [[265]] "Así se puede admirar en todo el Altiplano la existencia de los andenes, tajados en los cerros, donde las siembras fructifican al abrigo de las peñas o de la inclinación de las vertientes." (Romero 1928: 405). Pero aquí también no disponemos sino de observaciones cualitativas; las únicas observaciones meteorológicas realizadas, a nuestro conocimiento (Grace, 1985), no comparan laderas con y sin andenes, sino diferentes posiciones y orientaciones en dos pendientes en terrazas. Se han considerado varias hipótesis en lo que respecta al eventual papel de los andenes en la reducción de las heladas o de sus efectos, en comparación con una pendiente sin terrazas: - modificación del movimiento nocturno del aire frío, con mezcla entre capas de aire de diferentes temperaturas; - reducción de las pérdidas radiativas gracias a los muros de contención; - mejor recuperación de las plantas gracias al riego y a una mayor reserva de agua, de la deshidratación causada por las heladas. El perfil del suelo es a menudo totalmente artificial, y así la sucesión de las diferentes capas permiten a la vez evacuar todo el exceso de agua, por drenaje a través de las piedras, cascajo y arena dispuestos en el fondo, y retener la mayor cantidad posible de agua útil. 186 3.3.4. Los camellones En su artículo de 1968, Smith et al. plantearon lo esencial de las preguntas en lo que respecta al papel y la utilización de los camellones situados en los llanos aluviales, donde, en la estación de lluvias, el nivel de la napa freática se eleva, de acuerdo a los lugares y los años, muy cerca, incluso por encima, de la superficie del suelo: su principal papel era sin duda permitir el cultivo a un nivel suficientemente por encima del que podía alcanzar el agua (antes de la introducción de la cebada y la avena por los españoles, las especies cultivadas a esta altura eran prácticamente todas sensibles al exceso de agua: tubérculos y entre ellos la papa , quinua, y, en los sitios menos heladizos, tarwi (Lupinus mutabilis). Las diferentes formas en que están dispuestos los grupos de camellones hacen pensar también en otras funciones: en ciertos casos evacuación del agua, pero mucho más frecuentemente retención en los canales de agua, que ha de permitir, entre otras cosas: - una alimentación hídrica de los cultivos en caso de episodios secos (veranillos); - un efecto termoregulador, ya que al absorber calor el agua durante el día, y al restituirlo durante la noche, se produce una disminución del riesgo de heladas. Se ha observado esta disminución, cuya existencia confirman las mediciones micrometeorológicas (Grace, 1985; Erickson, 1989; así como Knapp y Ryder, 1983, sobre el Altiplano de Quito en Ecuador) y la comparación de parcelas cultivadas, aun cuando no hay agua en los canales. Ello quiere decir que otros mecanismos entran en juego, y, entre ellos (fig. 136): - el drenaje de aire frío, o más exactamente la localización de las plantas cultivadas a una altura en que el aire es menos frío; - una menor pérdida de radiación en los canales, cuando son profundos y estrechos (se ve el cielo bajo un ángulo menor); [[266]] - y, asimismo, una mejor recuperación de los cultivos después de una deshidratación por una helada, en contraste con la pampa sin camellones, donde se observa que las primeras plantas en morir cuando sobrevienen heladas son las que han soportado exceso de agua. Como sucede igualmente con las qocha, todos estos mecanismos pueden actuar al mismo tiempo, en proporciones variadas, y a veces con efectos inversos, según las condiciones meteorológicas del momento y la topografía de los lugares (fig. 137). La medición de los efectos micro-climáticos de los camellones y qochas plantea, por lo tanto, delicados problemas de método, que no han sido resueltos todavía de manera satisfactoria en el Altiplano. Los únicos datos actualmente confiables son, pues, las comparaciones globales de rendimientos (ver más arriba 2.2) 125 sin que por lo general sea posible saber a qué factores se puede atribuir las diferencias observadas. 3.3.5. Comentario sobre los "bofedales": ¿qué forrajes en la estación seca? La existencia de los bofedales y su importancia en la mente de los campesinos muestra claramente que, incluso en estas elevadas alturas, el problema de la producción forrajera en la estación seca está al menos tan vinculado a la falta de agua como al [[267]] frío 126. Lo cual aporta un elemento 125 Kolata (1989) indica los rendimientos siguientes de papas obtenidos en un experimento llevado a cabo en 1987-1988 en el Altiplano boliviano: 42 toneladas/ha en los camellones (técnicas no precisadas); 14,5 t/ha "en la zona mejorada con técnicas modernas"; 2,5 t/ha en la zona de cultivo tradicional sin camellones. Las diferencias se deben principalmente a los daños de una helada, avanzada ya la estación de crecimiento. 126 A pesar de que allí hiela fuertemente todas las noches, existen plantas que no solamente resisten las heladas, sino que pueden producir durante el día gracias a las temperaturas moderadas y a la intensa radiación solar, a condición de que haya agua. 187 de respuesta a una pregunta que se plantea con frecuencia: ¿por qué las técnicas de conservación de forrajes, tales como el heno y el ensilaje, no se han difundido ampliamente? Es necesario notar antes que nada la ausencia de cobertura de nieve estacional, lo que hace posible la conservación del forraje en pie, y el pastoreo por el ganado en todas las estaciones. [[268]] Fuera de los bofedales, las plantas más altas en la vegetación natural son en la mayoría de los casos silíceas o leñosas, es decir al mismo tiempo muy difíciles de segar y de poco interés como forraje. No se puede por lo tanto cosechar y conservar en forma de heno o de ensilaje, sino los forrajes que se cultivan (incluidos entre ellos los cereales). Ahora bien, las competencias y cuellos de botella son ya muy fuertes en los sistemas de producción de los campesinos, ya sea en la utilización del suelo cultivable, ya sea en la de mano de obra (cap. 6). No se ve bien dónde y cuándo podrían cultivar, cosechar y asimismo almacenar esos forrajes. Ello explica por qué en el Altiplano sólo algunos pocos productores especializados en producción lechera conservan forraje, en forma de ensilaje. En el caso de todos los demás, el riego de los pastos naturales en la estación seca constituye una solución mucho más lógica, allí donde es factible. Conclusión Las interpretaciones que hemos dado aquí son nuestras. Uno se puede preguntar si todas esas obras de ingeniería eran sólo, como afirman algunos, resultado de "tanteos empíricos," o si las sociedades que las construyeron tenían una teoría que explicase su funcionamiento. El intento de interpretación de los mahamaes por B. Cobo es realmente notable, pero es una explicación a posteriori y por un europeo. Pues bien, a propósito de otro método de lucha contra las heladas, Garcilaso escribió un texto magnífico, ninguno de cuyos términos negaría un científico de nuestros días (en el plano teórico), y cuya última frase es para nosotros capital, pues indica de manera segura que se trata de la explicación que los indios daban ellos mismos: "(...) porque en aquel valle del Cusco y en el de Sacsahuana y otros comarcanos, y en cualesquiera otros que sean del temple de aquéllos, es muy riguroso el hielo, por ser tierra fría, y daña más al maíz que a otra mies o legumbre, y es de saber que en aquellos valles hiela todo el año, así de verano como de invierno, como anochezca raso, y más hiela por San Juan que por Navidad, porque entonces anda el Sol más apartado de ellos. Viendo los indios a prima noche el cielo raso, sin nubes, temiendo el hielo, pegaban fuego a los muladares para que hiciesen humo, y cada uno en particular procuraba hacer humo en su corral; porque decían que con el humo se escusaba el hielo, porque servía de cubija, como las nubes, para que no helase. Yo vi esto que digo en el Cuzco; si lo hacen hoy, 127 no lo sé, ni supe si era verdad o no que el humo escusase el hielo, 128 que, como muchacho, no curaba saber tan por extenso las cosas que veía hacer a los indios." (1609, Libro VII, capítulo 5. Los subrayados son nuestros). 127 128 Sí, lo hacen todavía...cuatro siglos más tarde (cf. Mishkin, 1946; Carter y Mamani, 1982; Angles, 1987: 64). Nosotros no lo sabemos tampoco. Las mediciones modernas no indican más que una muy ligera elevación de la temperatura (alrededor de 1º C !). Pero fueron obtenidas en ensayos efectuados con sustancias fumígenas, y no con la combustión de detritus orgánicos: el "humo" que produce ésta es caliente, y contiene vapor de agua, el cual puede, al condensarse en neblina, reducir el enfriamiento. No se ha efectuado ninguna medición en las condiciones descritas por Garcilaso. 188 [[269]] 4. Elementos para un debate Pierre MORLON 4.1. ¿Qué es una tierra cultivable? "Los suelos delimitados y descritos en el Sector de prioridad I del Departamento de Puno [sector que incluye Asillo, Huatta y la zona de las qocha] han sido agrupados en las clases III, IV, V, VI, VII y VIII de capacidad de uso", (...) "ateniéndonos, en lo posible, a las normas y delineamientos (...) del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (...)." " Las clases I (sin limitaciones de uso) y II (con limitaciones ligeras) se encuentran ausentes en el Sector reconocido, debido a las condiciones climáticas adversas, propias del Altiplano, que eliminan las posibilidades de existencia de estas clases de máxima calidad agrícola." (ONERN-CORPUNO, 1965, vol. 3: Suelos, pp. 67 y I - los subrayados son nuestros).129 Uno podría asombrarse ya de que, en una clasificación de suelos, desempeñen un papel tan importante las condiciones climáticas, que son objeto de un estudio separado en el mismo estudio. Nosotros encontramos en muchos lugares del mismo sector suelos que podrían ser envidiados por los agricultores de los más ricos llanos de Europa o Norteamérica: las raíces de los cereales se desarrollan ahí sin ningún obstáculo, hasta más de un metro cincuenta (Pacheco et al., 1978), y hay agricultores que han obtenido en producción comercial más de 5,000 kg/ha de cereales, y 40 t/ha de papas, con mucho menos abonos y productos de tratamiento de lo que se emplea habitualmente en los países templados. Pero volvamos al tema de este capítulo. "La capacidad productiva así como la aptitud agrícola de los suelos de esta serie (Limnos) es muy limitada, debido a las condiciones indeseables de su sistema de drenaje, quedando relegados para pastoreo temporal y extensivo del ganado local." (ONERN-CORPUNO, 1965: 15): en la foto a colores que ilustra esta serie de suelos y las malas condiciones de drenaje, aparecen claramente ¡antiguos restos de camellones! 130 Jugando con la confusión entre lo que es y lo que podría ser, entre utilización actual y 'potencialidades', tales estudios no hacían más que justificar la utilización de la tierra por los grandes latifundios extensivos, en una época en que éstos dominaban la región. Si se siguiera ese tipo de normas, aplicadas por la mayoría de los agrónomos y de los "desarrollistas," la gran mayoría de las tierras actualmente cultivadas en los Andes Centrales, o que lo han sido y permitieron desde hace 2,500 años el florecimiento de brillantes civilizaciones, ¡serían incultivables! En el primer capítulo de este libro planteamos, a propósito de las herramientas con qué cultivarlas, la pregunta: "¿qué es una tierra cultivable?" Pues bien, y al contrario del Viejo Mundo, en que el desarrollo técnico agrícola se fundó en el perfeccionamiento de las herramientas a partir de la metalurgia del hierro y de la presencia de animales de tiro, en los Andes ello se hizo sobre la base de la transformación y el acondicionamiento del medio (Golte, 1980 b). [[270]] Desde hace largo tiempo muchos de los territorios en los Andes no son ya "naturales" sino construidos o destruidos por las sociedades humanas. Por lo tanto toda cartografía "en el absoluto" de las extensiones "cultivables" es allí falsa, y la evaluación del medio "natural" reviste poco interés práctico. 129 Realizado con medios nunca renovados desde entonces, este estudio, con más de veinticinco años, sirve todavía como base y referencia para todos los trabajos de investigación o de desarrollo efectuados en la región. 130 En 1985, cuando comenzaban a conocerse los trabajos sobre los camellones, una publicación de la misma institución no sólo no había reconocido su existencia en cuanto acondicionamiento agrícola, sino que consideraba el "relieve ondulado" del suelo como un factor limitante, y recomendaba nada menos que ¡aplanar el terreno! (ONERN-CORPUNO, 1985: 55-61). 189 "Un factor básico en la capacidad de controlar las tierras era el hecho de que en los Andes las tierras sin pobladores no tenían valor, eran estructuralmente inexistentes. La tierra y la gente que la trabajaba sobre la base de la reciprocidad formaban una sola unidad, que las ciencias sociales pueden separar con fines analíticos, pero que nosotros debemos volver a unir si deseamos comprenderlo según el criterio andino." (Murra, 1964). Ignorar al mismo tiempo el principio andino de utilización complementaria de diferentes zonas de producción acondicionadas, y los obstáculos socio-políticos para su aplicación (en 1961, antes de las reformas agrarias, el 0,4 % de los propietarios poseía el 76 % de las tierras), condujo a hechos tan aberrantes como definir y calcular para tal distrito o provincia una "capacidad de carga" 131 en población humana, por encima de la cual habría un "exceso" de habitantes. Tomemos como ejemplo el conocido estudio sobre el distrito de Nuñoa, a más de 4,000 metros en el Altiplano (Little y Baker, 1976; Mac Rae, 1982; Weinstein et al., 1983). El cálculo de tal "capacidad de carga" se basa en la evaluación del número de calorías alimenticias producidas por la agricultura, muy marginal a causa de la altura, y por la ganadería. Los autores consideran la posibilidad de una duplicación de los rendimientos agrícolas en las extensiones cultivadas actuales, pero: - no consideran la posibilidad de acondicionar el medio para volver a aumentar estas extensiones aunque este distrito comprende, justamente, numerosos restos de andenes e incluso de camellones; - y tampoco consideran la eventualidad de una modificación de los precios de los alimentos que compran los campesinos en relación con el de la lana de alpaca, que es su principal recurso. Desde la época en que se efectuaron estos cálculos, considerados "definitivos" por sus autores, el precio que se paga a los productores por la lana de alpaca se ha incrementado considerablemente, como consecuencia de factores políticos y de la situación del mercado... No se trata aquí de un simple debate entre especialistas, pues semejantes resultados "científicos" sirvieron de caución a políticas de eliminación de los campesinos indígenas (ver por ejemplo la película "La sangre del cóndor" de J. Sanjines), y más generalmente a la falta de acciones de desarrollo para estas regiones. 4.2. Variabilidad ecológica y manejo del teritorio132 "De este modo, en el lugar llamado Piñank'ay de Chacán, en el límite con la hacienda Mappi, puede constatarse a simple vista el límite definido entre la comunidad y la gran propiedad por los cultivos de maíz: los comuneros cubren el paisaje con sus sementeras y la hacienda parece desnuda con magros pastizales naturales o cereales. Y la delimitación no corresponde a razones ecológicas necesariamente..." (Sabogal Wiesse, 1966: 17). [[271]] Una condición necesaria para que la estrategia de dispersión de riesgos y complementaridad de las diferentes zonas ecológicas funcione y dé frutos, es que se evalúen adecuadamente las potencialidades de cada piso ecológico, lo cual a su vez exige: - una estimación correcta de las mismas - cosa que queda aún por hacer, a pesar de trabajos de precursores como Troll: "Un avance mayor en la comprensión científica de la geografía andina se produjo cuando en 1931 el investigador alemán Carl Troll publicó lo que es todavía un texto básico para el estudio de los numerosos y variados "bolsones" creados en el paisaje por la proximidad de elevadas montañas, el desierto costero y las llanuras amazónicas húmedas. Troll advirtió que los diagramas tradicionales de precipitaciones y temperaturas eran inadecuados y que 131 El concepto de "capacidad de carga" (carrying capacity) fue creado para poblaciones de animales silvestres, que no hacen sino aprovecharse del medio, sin cultivarlo ni acondicionarlo, de ninguna manera se puede aplicar a animales domésticos... ¡y mucho menos a poblaciones humanas!. 132 Extractos de Morlon et al., 1982, capítulo 1. 190 inducían a error cuando se les aplicaba a esta región.133 Inventó nuevos gráficos para registrar los extremos que se producen dentro de un período cualquiera de 24 horas. Descubrió desde un comienzo que la terminología científica desarrollada en otros lugares no describe los climas locales; tomó en préstamo una gran parte de su vocabulario de la práctica etno-geografica andina. Es ciertamente posible colocar la puna andina en una caja marcada "estepa" o "sabana", pero ello implica una gran pérdida de especificidad. Estas praderas tropicales, frías y a gran altitud, son cultivadas desde hace mucho tiempo, quizás incluso desde una época anterior a la deforestación; es allí donde vive, desde hace milenios, la mayoría de las poblaciones andinas. Fue en la puna donde emergieron no solamente los Incas, sino también estructuras estatales anteriores (Tiwanaku, Wari). Troll consideró esto como un significativo indicador de las potencialidades que la mayor parte de los observadores actuales no captan." (Murra, 1984b). - una gran diversidad de técnicas, correspondiendo a cada zona de producción un conjunto particular de técnicas apropiadas; - decisiones cotidianas de manejo técnico, en función de la importancia en la actividad agrícola de factores imprevisibles (clima, enfermedades). Todo ello supone que, para cada unidad de producción agrícola, el centro de decisión real (propietario, inquilino, administrador...) tenga su sede o resida en las proximidades, tenga la responsabilidad de una extensión de tierras y de animales que no sobrepase lo que puede manejar con eficiencia, y que la llegue a conocer a lo largo de un período suficiente. Lo cual nos parece totalmente contradictorio con lo que encontramos con mucha frecuencia en los Andes Centrales, a saber: a) Recetas técnicas que pretenden una validez universal, independientemente de las condiciones. Pensamos, en particular, en las recomendaciones únicas sobre dosis de abonos, regadío, densidad de siembra, variedades, para regiones extensas y heterogéneas, o en el mejor de los casos distinguiendo dos o tres "niveles de tecnificación" de los productores. Nos asombramos asimismo ante los grandes programas que pretenden desarrollar la agricultura de toda una región sobre la base de normas o referencias uniformes (ver capítulo 5). b) Las grandes propiedades centralizadas (poco importa su forma jurídica: privada, colectiva o estatizada) - ¡algunas tienen cientos de miles de hectáreas! -, en las que un único centro de decisión: [[272]] - no conoce suficientemente el medio: propietario de varias fincas o haciendas; funcionario llegado no hace mucho a la región, o responsable de explotaciones demasiado extensas (¡las inmensas SAIS creadas por la reforma agraria en el Perú!); - no reside (o no tiene su sede, si se trata de una institución) en el lugar: es el caso de explotaciones dirigidas desde varios cientos de kilómetros de distancia, por directivas ministeriales o propietarios ausentistas, o aun por empresas extranjeras, y todo ello incluso cuando una inyección de capital o de tecnología da la impresión de una "tecnificación". En tales latifundios la adaptación fina de las técnicas a las particularidades del medio ha sido obviada por completo para ser sustituida por sistemas de explotación homogéneos, muy a menudo extensivos. Las diferencias ecológicas originales son suprimidas desde un principio del paisaje visible, y a continuación reducidas, pero en el nivel de producción más bajo, pues es imposible homogeneizar el medio al nivel productivo de las zonas más favorables. Al mismo tiempo, para justificarse o proteger sus intereses, los responsables de esos latifundios niegan la posibilidad de lograr una mejor productividad,se oponen a las investigaciones agronómicas que los contradicen, u ocultan sus resultados. En Puno, los responsables de la Reforma 133 Tales errores aumentan con la altura; llevan a considerar como "muy húmedas" o "pluviales" zonas en las que no llueve durante ocho meses por año, y, en el Altiplano, a tomar las heladas como chivo expiatorio del estado actual de la agricultura (Morlon 1978b, 1979, 1981b; Banegas y Morlon 1980). 191 Agraria de 1969-1975 ignoraban por completo los resultados obtenidos por el equipo de Mantari (1955a, b, c), que no babían sido difundidos sino más bien ocultados. En el estudio de la producción de maíz en la región del Cusco (capítulo 5), el desconocimiento oficial de los altos rendimientos conseguidos con técnicas tradicionales por los pequeños productores proviene del prejuicio de que los resultados de los pequeños campesinos "deben" ser inferiores a los de las grandes propiedades. La tecnología agrícola, y las relaciones del hombre con el medio, se hallan así íntimamente vinculadas en los Andes con la estructura agraria y la organización social. ¿Para qué sirve una Reforma Agraria, si no modifica los sistemas de producción ligados a la estructura anterior? No basta cambiar jurídicamente la propiedad de la tierra si no se mejora su uso en lo que respecta, a la vez, a la productividad inmediata y a la conservación a largo plazo de los recursos. Pero ello supone disponer, previamente, de los conocimientos necesarios. 4.3. Paisaje agrícola y técnicas apropiadas El modelo de paisaje agrícola que creemos es de todos los campesinos andinos - pero muy pocas veces de los demás grupos sociales - combina134 diferentes zonas de producción acondicionadas para el corto plazo (la producción) y el largo plazo (la conservación de los recursos). Cuando los campesinos no lo construyen, o no lo conservan, es por causas vinculadas con la sociedad global: - ya sea a causa de la falta de seguridad a largo plazo de la posesión de la tierra: han plantado árboles alrededor de sus parcelas en la única región del Perú en que la Reforma Agraria distribuyó títulos individuales a los campesinos; [[273]] - ya sea porque la desestructuración de la sociedad rural ya no permite la organización colectiva necesaria. "Si no es claro para una comunidad que ella es propietaria de sus recursos, y si ha perdido a través de un proceso feroz de colonización la capacidad presente y la combatividad para luchar por controlarlos y conservarlos, no tiene el freno ético comunitario que permite cuidar y enriquecer el propio territorio." (González, 1978: 115). Durante generaciones, para los campesinos de los Andes, las rebeliones, aplastadas en la sangre, han sido la única alternativa a la desesperación o a la resignación. El significado profundo más estimulante de las reconstrucciones de camellones y de andenes, ¿podría ser que los campesinos - no todos, sin embargo - han recobrado suficiente confianza como para retomar en sus manos, juntos, su futuro? Y, desdeñando los a-priori ideológicos de numerosos técnicos o ingenieros, los campesinos combinan alegremente estas viejas técnicas tradicionales andinas con otras modernas e importadas: fertilizantes químicos, nuevas variedades de trigo de invierno en los camellones reconstruidos, tractor en los andenes..., con tal que su eficacia sea verificable: todo lo que se adapta es adoptado para ampliar el abanico actual de los medios disponibles de los que habla E. Mayer en el capítulo precedente. Pero nuestra "defensa e ilustración" de la agricultura campesina andina no sería sino un discurso ideológico sin un conocimiento de lo que los sistemas de producción campesinos producen o son capaces de producir: desde los rendimientos por parcela hasta los recursos de la familia. 134 En este capítulo hemos presentado en forma separada diferentes zonas. Pero, normalmente, cada comunidad tiene varias de ellas: para no citar sino un ejemplo, además de sus salinas, la comunidad de San Juan de Salinas posee al menos dos otras zonas de producción artificializadas: camellones en la pampa, y pendientes con andenes (ver igualmente las figs. 43 y 46). 192 [[275]] TERCERA PARTE LOS RENDIMIENTOS OBTENIDOS POR LOS CAMPESINOS, FRENTE A LA INVESTIGACIÓN AGRONÓMICA Y LA VULGARIZACIÓN Capítulo 5. ¿Qué tipos de mediciones y qué criterios para la evaluación? 135 [[276]] Pierre MORLON, Albéric HIBON, Douglas HORTON, Mario TAPIA, François TARDIEU Introducción: los datos oficiales Todos los esfuerzos de los campesinos andinos para acondicionar el medio natural tienen un mismo objetivo: producir más, y más seguramente. En efecto,como hemos visto en los capítulos anteriores, las técnicas empleadas o la propiedad de la tierra limitan en muchos casos a menos de dos hectáreas la extensión que una familia campesina puede cultivar cada año. Ya sea para su solo auto-consumo, ya sea para la venta, la familia campesina debe obtener de qué vivir de una extensión tan pequeña: el problema de los rendimientos que se logran es, evidentemente, esencial. Ahora bien, ¿cuáles son los rendimientos que puede obtener una agricultura tradicional en medios naturales tan difíciles y limitantes? Una discusión sobre este tema supone un conocimiento preciso, detallado y confiable de los rendimientos obtenidos en ambientes naturales muy diferentes, y con las diversas técnicas en uso en los Andes Centrales. Hasta mediados de los años 70, no se disponía sino de los censos agrícolas y de las estadísticas anuales del Ministerio de Agricultura, publicados y utilizados a escala del distrito, de la provincia o del departamento. El cuadro 4 es una síntesis reciente de los mismos, indicando, lo cual no es habitual, los valores extremos y no sólo los promedios. A veces son accesibles informaciones relativas a algunas comunidades campesinas, y añadimos a dicho cuadro las de dos documentos que conciernen a una misma provincia. Esas cifras plantean varias preguntas y observaciones: - en primer lugar, tales rendimientos son muy bajos, de cinco a diez veces inferiores a los que se consiguen en las estaciones experimentales situadas en las mismas regiones. ¿Es que las condiciones naturales son por doquiera tan desfavorables? ¿O bien las técnicas son tan poco efectivas? En este caso, ¿cuáles son los resultados de la extensión agrícola? - además, son muy homogéneos, y la brecha entre los extremos muy estrecha: es particularmente sorprendente que se indique el mismo rendimiento de papas, tanto primerizas como tardías, en el caso de dos comunidades tradicionales de altura en suelos graníticos pobres (Pumapuquio y Llupapuquio), y de dos otras más modernas, situadas más abajo en suelos más ricos (Kaquiabamba y Cocairo). Desde luego, se trata de promedios que borran las 135 Resúmenes del presente capítulo han sido publicados anteriormente por Morlon (1988, 1990a). 193 diferencias, pero, incluso así, ¿es posible que los rendimientos sean tan semejantes en un sitio y otro y de un año [[279]] a otro? 136 Si tal fuera el caso, no se podría hablar ciertamente de riesgos, sino solamente de una baja productividad general. Entonces, ¿son adecuados los métodos de obtención y procesamiento de datos? Pero, con los medios de que se dispone, y teniendo en cuenta la ausencia de catastro y la muy comprensible desconfianza de los campesinos, ¿es posible hacer más de lo que uno de nosotros pudo observar con ocasión del censo agrícola de 1972, es decir la obtención de datos por encuesta indirecta a un informador por comunidad? Para las estadísticas anuales de producción del Ministerio de Agricultura, la estimación del rendimiento "promedio" no descansa por lo general sobre un trabajo de cuantificación preciso. En el mejor de los casos, es el fruto de una encuesta oral directa con un número reducido de productores, en general los más vinculados al Ministerio, y que no declaran sino la producción comercializada, pues es la única que conocen. El nivel real de producción en el campo permanece en la obscuridad. Además, y en la medida en que un grupo de productores o una zona es juzgada más o menos "moderna," se le atribuye un "rendimiento" superior o inferior a ese "promedio"... [[278]] Cuadro 4. Rendimientos de los principales cultivos de altura : ejemplos de datos estadísticos agrícolas para la Sierra peruana. Conjunto de los Andes peruanos Cultivos Comunidades de la provincia de Andahuaylas I 1929 Departamentos de la Sierra137. Valores extremos II 1964 Promedio de la Sierra138 III Años 70’139 Valores extremos A Huayana140 B Pumapuquio, Llupapuquio, Kaquiabamba, Cocairo141 Tubérculos (t/ha) Papas Ocas Olluco Mashua o isaño 2 – 6.5 - 5.6 2.8 3.2 2.0 6 – 11 6 – 12 4–8 5 - 10 4 2 1.9 1.7 4 4 3.2 y 4 3 y 3.6 Granos quintales métricos/ha Maíz Cebada Trigo Habas, arvejas Quinua Cañihua 7.5 – 20 8 – 11 4 – 12 4 – 12 3.5 – 13 5 - 20 9 14 9.5 11 – 12 9 - 6 – 12 4 – 10 6 – 14 5–8 5–8 4-8 8 7 6.5 8 4 - 13 a 15 10 y 10.5 10 y 10.5 9.54 a 18 - (cultivo a menudo asociado) - en fin, se ocultan por completo los verdaderos contrastes que corresponden a la utilización, por una misma comunidad y una misma familia campesina, de tecnologías diferentes en cada una de las zonas de producción a las que tienen acceso. 136 Hace cuatro siglos sin embargo que se advirtió y anotó la variabilidad de los rendimientos entre años, pisos ecológicos y ayllus, en documentos tales como los informes de las 'visitas' de Ortiz de Zúñiga (1562) en Huánuco y Garcí Diez (1567) en Chucuito (citados en el Capítulo 3), o de la "revisita" de Chaqui, cerca de Potosí, en Bolivia, en 1611, analizada por Sebill (1987, 1989, 1990). 137 Fuente : Pinto, 1972. El primer censo agropecuario del Perú, 1929. 138 Estadística agraria 1964, Ministerio de Agricultura y Universidad Nacional Agraria. 139 INIPA, 1982 (citado por Tapia, 1986), según estadísticas anuales del Ministerio de Agricultura. 140 Censo hecho por el Servicio de Información y Promoción agrícola del Ministerio de Agricultura en 1966, citado por Vallejos et al., 1967. 141 Tesis de L. Goineau (1973 : 208 ss.) Las cuatro comunidades difieren mucho entre ellas por el medio natural, las condiciones socioeconómicas y las técnicas utilizadas : por eso resulta sorprendente que aparezcan resultados idénticos para rendimientos de papas tanto primerizas como tardís. 194 Se dio un paso decisivo para el conocimiento de los rendimientos logrados por los campesinos, y de las técnicas empleadas, cuando los Centros Internacionales de Investigación sobre el Maíz (CIMMYT) y sobre la papa (CIP) realizaron estudios "en las condiciones reales de producción" a fin de entender por qué los pequeños agricultores no adoptaron sino en reducida proporción las variedades mejoradas de papa, y absolutamente no las de maíz (Franco y Benjamin, 1978; Franco et al., 1979 y 1981; Benjamin, 1980; Tardieu, 1978 y 1980; Hibon, 1981 y 1982; Horton et al., 1980; Horton, 1983, 1984, 1985, 1986). Presentaremos aquí los resultados y conclusiones de dos de estos estudios.142 1. El cultivo de maíz en los sistemas de producción del Cusco: etapas de una investigación143 Es precisamente el bajo nivel de los rendimientos oficialmente indicados que, para los responsables de la producción en el Ministerio, justificó la reactivación de acciones de intensificación por el "Proyecto de Desarrollo del cultivo de Maíz en la Sierra," sobre la base de elementos de diagnóstico reunidos en el cuadro 5, en que la parte de las técnicas "de bajo nivel e inadecuadas" empleadas por los agricultores aparece predominante en la explicación de la "baja productividad de esta categoría de agricultores." "El programa peruano de investigación en parcelas de agricultores tiene por finalidad reducir la brecha ("gap") entre los rendimientos de la mayoría de los productores de maíz, y los obtenidos en estaciones experimentales" (Benjamin, 1980: 1). [[280]] Cuadro 5. Principales factores que, según los técnicos del Ministerio de Agricultura, limitan la producción del ma en las medianas y pequeñas UPA 144 - Cuzco, 1978 Provincia Cusco Factores Quispicanchis (Urcos) Anta-Maras Urubamba Calca Clima Riesgos altos de heladas, granizadas y sequías (lluvias irregulares) Déficit de agua de regadío Suelos Fertilidad “baja” Fertilidad “media” o “baja” Rotaciones Monocultivo Variedades Locales (potencial bajo y semillas de mala calidad) Seleccionadas por los agricultores “Inadecuado” (en línea “a cola de buey” “Moderno” (hoyos de siembra) Tipo de siembra Nivel de fertilización (N – P - K, kg/ha/año) “Bajo” 66 – 19 - 12 98 – 64 - 36 50 – 39 - 15 100 – 50 – 0 + estiércol Lucha contra las malezas Control manual e “insuficiente” Plagas y enfermedades “Afecta significativamente los rendimientos y la calidad de las cosechas” (no se utilizan pesticidas) Densidas (miles plantas/ha en la cosecha) “baja” 48,800 53,800 54,900 23,500 142 Este capítulo trata exclusivamente del conocimiento que tenemos de los rendimientos obtenidos por los campesinos, y de las condiciones que explican las técnicas aplicadas. No contiene ningún análisis agronómico de la elaboración del rendimiento, que haría su lectura demasiado técnica... y no ha sido hecha aún sino muy excepcionalmente en la región. 143 Los resultados que presentamos aquí provienen de la tesis de A. Hibon: "Transferencia de tecnología y agricultura campesina en la zona andina: el caso del cultivo de maíz en los sistemas de producción del Cuzco". ENSA/CNRS, Toulouse, 1981, 210 p., más anexos. UPA = Unidad de Producción Agrícola. 144 Se tratan de las UPA que tienen entre 0.5 y 20 ha de tierras, según las normas del Ministerio de Agricultura. Fuente : elaborado por A. Hibon en base a las informaciones y programas de trabajo del « Proyecto de desarrollo del cultivo del maíz amiláceo », Cuzco. 195 Rendimientos (kg/ha) 1,100 Precio del maíz 1,600 1,300 Irregular (falta de mercado) Crédito Insuficiente y de costo muy elevado Máquinas agrícolas Material insuficiente (no hay segadora) [[281]] 1,800 1.1. Zonaje y estratificación de los agricultores La región de valles en el Cusco es heterogénea, tanto desde el punto de vista del medio natural (relieve, altitud, clima), como de las estructuras y sistemas de producción (dimensiones de las explotaciones, importancia relativa de las producciones, técnicas que se emplean, proximidad de los centros de consumo). La primera etapa consisitió en dividirla en zonas agro-ecológicas relativamente homogéneas (cuadro 5.3). Sin embargo, en el interior de cada una de ellas, no todos los agricultores actúan y reaccionan de la misma manera frente a las condiciones y problemas planteados por el cultivo de maíz. Esta es la razón por la cual se necesita un segundo nivel de estratificación, agrupando las unidades de producción en categorías relativamente homogéneas en lo que concierne a las limitaciones del medio y las prácticas de los agricultores. Se buscó, en cada una de estas zonas agro-climáticas, grupos de agricultores sometidos a condiciones agro-técnicas y socio-económicas similares. Resultó ser la extensión de los cultivos de maíz, y no la extensión total cultivada, el criterio más determinante para distinguir las diferentes categorías de agricultores. Como era dable esperar, la extensión de los cultivos de maíz constituye un criterio cuyo valor numérico es relativo. En el valle del Urubamba, las más "pequeñas" de las UPA son las que tienen menos de 3 ha. de maíz, contra 1 ha. en la Pampa de Anta. 1.2. La encuesta de diagnóstico llamada "de visita única", En el primer año, puso en evidencia la existencia de conjuntos de técnicas de cultivo que resultaban de situaciones agro-económicas muy diversas entre zonas y categorías de productores (cuadro 5.4). Precisemos algunos puntos: Pluriactividades: Una de las características fundamentales de los productores medianos, y sobre todo de los pequeños, reside en el hecho de que practican con mucha frecuencia una agricultura a tiempo parcial, dedicándose también a otras actividades productivas. De acuerdo a los términos de la economía clásica, el costo de oportunidad de la mano de obra de estos grupos de UPA será, por eso, más alta que la norma, y tanto más cuanto, al contrario de lo que se entiende comúnmente, falta mano de obra en las condiciones actuales, en ciertas épocas del año, para llevar a buen término los trabajos de siembra, aporque y cosecha. Riego y fecha de siembra. Se puede observar, en general, una correlación muy neta entre el nivel de rendimientos declarados y la fecha de siembra, la cual depende de la disponibilidad de agua. En lo relativo a la rentabilidad, así como la seguridad de la actividad agrícola, la siembra precoz para la obtención de "choclos" desempeña un papel fundamental para las UPA de la valle del Urubamba y del Vilcanota (Urcos). 196 La cantidad de semilla utilizada varía según la zona y el tipo de UPA, entre 65 y 100 kg/ha. Las grandes UPA utilizan cantidades superiores en más o menos 30 % a las de las UPA pequeñas y medianas. Las densidades de siembra aumentan, igualmente, con la [[282]] altura: en el caso de los pequeños agricultores se pasa de 68,000 plantas/ha en el valle del Urubamba a 90,000 plantas/ha o más en las cercanías de Urcos y de Anta. Se trata, pues, de densidades mucho más elevadas de lo que daban a entender los informes de los técnicos del Ministerio. La fase ulterior de seguimiento agronómico permitió confirmar estos datos así como explicar su lógica: se trata, por una parte, de un seguro contra los daños causados por los insectos del suelo; y, por otra, y en ciertas zonas, los campesinos sacan plantas, durante todo el ciclo de crecimiento, hasta un total del 30 %, para alimentar el ganado (Benjamin, 1980: 7). Las variedades. Las grandes unidades, que producen esencialmente para la venta, buscan altos rendimientos con una, o al máximo dos variedades. Por el contrario, entre los pequeños agricultores, la mezcla de variedades en una misma parcela es frecuente en todas las zonas y en todas las épocas de siembra. La falta de semilla de una sola variedad, la carencia de liquidez para adquirirla, y también la voluntad de afirmar la seguridad alimentaria de la familia, son los principales elementos explicativos. Para alcanzar el objetivo de la seguridad alimentaria, los agricultores combinan diversas variedades de características diferentes : valor culinario y sabor, precocidad, tolerancia a la sequía y al frío, resistencia a los insectos y las enfermedades, resistencia a la caída por acción del viento o la lluvia. En este caso, la seguridad alimentaria es el denominador común de estas mezclas de variedades. Hay diferencias notables, según la zona y el tipo de UPA, en las preferencias que, según manifiestan los agricultores, conceden a determinadas características varietales. En el valle del Urubamba, donde han aparecido problemas serios por las plagas, se prefieren las variedades antes que nada resistentes a los parásitos, de tallo más alto (sin duda para aumentar la disponibilidad de forraje) y de grano grueso. A medida que se asciende, las preocupaciones cambian: en el valle del Vilcanota (Urcos) se busca aumentar, en este orden, el tamaño del grano y la precocidad. Más arriba, en el mismo valle, o alrededor de la pampa de Anta, la precocidad se convierte en la preferencia número uno frente al agudo problema de las heladas. Los agricultores que cultivan parcelas de secano efectúan ellos mismos un diagnóstico elocuente del maíz "temporal": expuesto en todo momento a las heladas precoces, se queda pequeño y es sensible a las plagas. La fertilización Se ha difundido mucho la utilización de fertilizantes químicos en el cultivo de maíz en la región, excepto en las zonas muy altas y muy alejadas del Cusco. Aparte del alto valle del Vilcanota (Cusipata, Combapata), más del 35 % de las parcelas de maíz recibieron fertilizantes nitrogenados, contra más del 70% de las parcelas de papa, a dosis a menudo superiores. Esto se explica fácilmente por la sucesión de los cultivos : a la cabeza de la rotación, la papa recibe una fertilización nitrogenada elevada (de 40 a 100 kg por hectárea), el maíz un complemento bastante reducido (de 10 a 70 kg/ha), y los eventuales cultivos siguientes a menudo nada. [[285]] El aporte regular de deyecciones animales se da en casi la totalidad de los pequeños y medianos agricultores, en tanto que parece haber desaparecido en las grandes UPA. Las cantidades esparcidas varían entre 2 y 3 t/ha., según las zonas y la importancia del ganado (se trata de deyecciones secas, cuyas dosis no son comparables a las de estiércol). Las pequeñas y medianas UPA se diferencian, pues, de las grandes, tanto por la naturaleza de los abonos utilizados, como por las cantidades aportadas. Más aún, aparece claramente una relación bastante directa entre la afectación de la producción y la fertilización (tanto su naturaleza como su nivel): los agricultores ponen una fertilización mayor en las parcelas cuya producción se destina a la venta que en aquéllas que son cultivadas para el consumo familiar. 197 Los niveles de rendimiento según la encuesta Los niveles de rendimiento promedios obtenidos por medio de la encuesta oral son bajos para el conjunto de la región, y coinciden con los datos estadísticos. Pero difieren sensiblemente según la zona agro-climática, y sobre todo según el tipo de unidades de producción. El rendimiento promedio declarado varía entre los 700 y los 1,400 kg/ha en el caso de las UPA pequeñas y medianas, y oscila alrededor de los 2,000 kg/ha en el caso de las grandes. Desde el punto de vista económico, las UPA grandes, principalmente las cooperativas, disponen de capitales (fijos o variables) netamente superiores a los de las pequeñas. Del mismo modo, se beneficiaban de un acceso relativamente fácil al crédito, lo que les permitía utilizar en el momento deseado los insumos disponibles. Por el contrario, la valorización de los recursos de numerosas pequeñas UPA se basa en una red de relaciones sociales complejas (ayni*, minka*, trabajo asalariado) que no siempre permite realizar los trabajos y labores culturales necesarios en el momento oportuno. Sin embargo, subsisten incertidumbres sobre los valores absolutos de los rendimientos. Por ejemplo, el nivel promedio declarado por las UPA grandes (2000 kg/ha) no les permitía conseguir, en 1978, un margen de beneficio significativo luego del pago de las gastos de cultivo y de los gastos financieros. Si fuera realmente el caso, estas UPA difícilmente aceptarían afectar el 30 a 35 % de su superficie cultivable al cultivo de maíz. La necesidad de medir el nivel de los rendimientos en el campo se muestra, como puede verse, con claridad. 1.3. 1978-1979: La primera campaña de experimentación invita a reconsiderar la transferencia de tecnología clásica. La encuesta - es decir, la opinión misma de los agricultores - nos permitió obtener una primera idea sobre la importancia relativa de los diferentes factores que limitan el rendimiento. Así, respectivamente de 73 a 85 %, y 10 a 15 % de los productores, consideran que la fertilización y la disponibilidad de agua son dos factores limitantes de primer orden, en tanto que los problemas de pérdidas de grano por acción de los insectos y de la calidad de la semilla no aparecen sino en 2 a 4 % de los casos. El hecho de no poder realizar las labores culturales en el momento oportuno, la presencia de malas hierbas en las parcelas de maíz, y las pérdidas debidas a las enfermedades, son consideradas como otros tantos factores secundarios. [[286]] Tal es la razón por la cual en nuestro trabajo la fertilización fue escogida como la variable experimental principal para la fase de seguimiento agronómico de las parcelas. En razón de las interacciones existentes entre la fertilización, la variedad y la densidad de cultivo, se introdujo estas dos últimas variables en los protocolos de experimentación y en el seguimiento agronómico, a pesar de que no figuran en la lista establecida anteriormente. Así las variables a estudiar y experimentar fueron las siguientes (cuadro 8): - el "paquete tecnológico" propuesto por la extensión agrícola en la región: una variedad mejorada con un nivel determinado de fertilización, una modalidad y una densidad de semilla recomendadas; - la fertilización: dosis, fraccionamiento, localización; - la interacción entre densidad de población y fertilización. Cada uno de los 45 ensayos fue preparado y sembrado junto con el agricultor (o el responsable del cultivo), al mismo tiempo que el resto de la parcela escogida unos días antes. Las técnicas de cultivo consideradas como variables experimentales fueron aplicadas por los miembros del equipo de investigación, en tanto que las demás lo fueron por el agricultor, salvo la cosecha, para medir el rendimiento. Todos los insumos, salvo la semilla mejorada utilizada en los ensayos de "evaluación de tecnología," y los fertilizantes empleados en los ensayos de "fertilización" y "evaluación de 198 tecnología," fueron proporcionados por el agricultor. Este dispuso al final de la campaña del total de la cosecha. Cuadro 8. Protócolo de experimentación « Evaluación de tecnología », Cusco, 1978-1979 Tecnología « Testigos » Tecnología experimental I Tecnología experimental Variables Variedades A BCD Tecnología del Blanco Urubamba prolífico Amarillo Oro mejorado Blanco Urubamba prolífico Amarillo Oro mejorado Fertilización N-P-K A BCD agricultor 120 – 120 – 0 80 – 80 - 0 120 – 120 – 0 80 – 80 - 0 Densidad de siembra ABCD Tecnología del agricultor 62,500 pl/ha Técnica de siembra ABCD « a mano continua » « a mano continua » En hoyos « Tabloneo » ABCD sí sí no Las técnicas de cultivo realizadas por los productores, observadas en el momento mismo de su ejecución, fueron consignadas en un documento. Con ocasión de las frecuentes visitas a todas las parcelas (experimentales y testigos) se practicaban con regularidad observaciones sobre la densidad del cultivo, su crecimiento y su estado fitosanitario, las malas hierbas, la importancia de los daños debidos [[288]] eventualmente a una helada, el granizo o cualquier otra causa (divagación de los animales). La campaña agrícola 1978/1979 se caracterizó por una ligera sequía: demora en la llegada de las lluvias, y déficit importante en comparación con el promedio de los meses de enero y febrero, época de floración del maíz. Las primeras heladas, a partir del 15 de abril, pusieron fin bastante tempranamente al ciclo vegetativo del maíz. 1.3.1. Resultados experimentales y análisis agronómico Se destacan globalmente, en el conjunto de las zonas y unidades de producción, rendimientos reales mucho más elevados de lo que podían hacer pensar la encuesta previa y las estadísticas oficiales pero con sensibles diferencias entre zonas agro-climáticas y grupos de UPA (fig. 138). La comparación detallada de los resultados (fig. 139) permite constatar lo siguiente: - Las variedades experimentales llamadas "mejoradas" dan resultados en promedio inferiores a los de las variedades locales, cualquiera que sea el nivel de fertilización empleado. Pero la diferencia entre la variedad local (más productiva) y la variedad experimental (menos productiva) no es estadísticamente significativa sino para un grupo de UPA. - El empleo de la fertilización experimental propuesta (T. Exp. I) se acompaña en la gran mayoría de los casos de un aumento de los rendimientos, cualquiera que sea el tipo de UPA considerado. Y existen diferencias estadísticamente significativas entre las tecnologías utilizadas en cinco de los ocho grupos aquí analizados. - Modificar la densidad y modo de siembra acarrea en las grandes UPA disminuciones en el rendimiento. En cuanto a las pequeñas y medianas UPA, el impacto de estas dos técnicas sobre su productividad es difícilmente cuantificable, en la medida en que a menudo fue imposible controlar las densidades, ya que las de la cosecha sobrepasan la densidad programada (62,500 plantas/ha). El rendimiento promedio de maíz en el campo varía entre 2,68 y 5,96 t/ha en el caso de las UPA pequeñas y medianas, y entre 4,06 y 6,45 t/ha en el caso de las grandes. Pero se trata precisamente de promedios, y la variabilidad en el interior de cada grupo, del orden de un 30 %, permite afirmar que en los valles interandinos del Cusco algunas unidades de producción sobrepasan, con su actual tecnología, las 6 e incluso 7 t/ha, lo cual tiende a desmentir la creencia muy difundida según la cual los agricultores andinos (y sobre todo los pequeños productores) no saben poner en valor los recursos de que disponen. Desde luego que se trata de casos ejemplares; 199 pero todo ello induce a pensar que una investigación comparativa sobre las condiciones (climáticas, agronómicas y socio-económicas) en las que se han obtenido tales resultados permitiría comprender por qué la mayoría de las unidades de producción existentes, pequeñas y grandes, permanece bloqueada en un nivel de productividad muy bajo. [[290]] No se puede inferir a partir de estos resultados consejos técnicos destinados a los productores de maíz (ni a aquéllos con quienes se han llevado a cabo los ensayos ni a los otros), pues ello equivaldría a ignorar las condiciones económicas de la producción en "dimensiones verdaderas." 1.3.2. Comparación de rentabilidades El tipo de análisis económico efectuado aquí tiene como principal objetivo estimar, desde un punto de vista micro-económico, la rentabilidad de las tecnologías experimentales en relación con una tecnología de referencia, que es la empleada actualmente por el grupo de UPA elegido. Como el nivel tecnológico actual varía de acuerdo al tipo de UPA, el análisis económico debe hacerse igualmente de acuerdo a las zonas y grupos de UPA. La figura 140 representa, para cada grupo de UPA, la variaciones del beneficio 145 en función de los costos variables, ordenados en cada caso según sus valores crecientes. La unidad de los gráficos es la tonelada/hectárea, y tanto costos como beneficios han sido convertidos a granos, a fin de permitir comparaciones anuales sin tropezar con el problema de la inflación monetaria. Globalmente se obtienen dos clases de curvas, según el tipo de UPA considerado, pero su interpretación debe tomar en cuenta diferencias importantes de acuerdo a la zona. Las UPA grandes parecen tener interés en tomar la opción tecnológica (I), con sus propias variedades de maíz, salvo en el caso del valle del Urubamba, donde la fertilización que aplican es ya superior a la dosis experimental. Los pequeños y medianos productores de maíz con riego parecen registrar ganancias aparentemente interesantes con sus propias variedades para las opciones (I) y (II). Pero si la densidad de semilla hubiese estado realmente limitada en la opción (II), es probable que, como en el caso de las UPA grandes, los rendimientos, y por lo tanto los beneficios brutos, hubiesen sido inferiores. La opción (I) parece, pues, la única válida. 1.3.3. Conclusiones parciales sobre la primera campaña de experimentación. El nivel de rendimientos medidos en el campo, netamente más alto de lo que se podía creer a priori, lleva a pensar que el proceso de producción de los cultivos alimenticios es potencialmente más eficaz de lo que se dice, en ciertos valles altos inter-andinos. Se confirma la oposición existente entre zonas con riego y zonas de secano, y aparece aquí la influencia del tamaño de las unidades de producción sobre el rendimiento. De las cinco innovaciones comprobadas en las condiciones de la producción, en tanto logros de la investigación, sólo la fertilización se traduce en aumentos significativos de rendimiento. Esto viene a reforzar el diagnóstico anterior que ponía en evidencia el problema de la fertilidad de los suelos, y lleva a poner en duda la investigación y la extensión agrícola que ofrecen soluciones sin plantear los problemas tales como son percibidos por los agricultores, o por el observador en el terreno. La evaluación agronómica ha mostrado que era posible contribuir al aumento de la productividad y de la producción de los pequeños y medianos agricultores, a condición de identificar correctamente, desde el comienzo, la o las variables que podían dar lugar a propuestas técnicas. Así apareció con claridad que sin un buen conocimiento del proceso de producción de las UPA 145 Llamamos aquí beneficio al valor total de la producción, al que se ha restado el costo de los factores utilizados para producir (incluido el trabajo familiar). Este costo varía de una opción técnica a otra. 200 consideradas, toda innovación, por lógica que parezca al observador, comporta grandes riesgos de fracaso. [[292]] La búsqueda de niveles óptimos de fertilización, según los conceptos de la economía marginal, da, de acuerdo a los grupos, resultados variables y contradictorios. Esta fase de experimentación necesita ser profundizada, aumentándose el número de observaciones en beneficio de las zonas donde el problema de la fertilidad de los suelos constituye un freno a la producción (Urcos, Cusco, Anta). Al término de esta primera campaña, se desemboca, pues, en la necesidad de redefinir las zonas de experimentación, y sobre todo el tipo de agricultor con el cual trabajar. Al dar prioridad a los pequeños y medianos productores, se hace necesario orientarse hacia protocolos de ensayo más simples y más confiables, tomando en cuenta dos variables experimentales (fertilización y variedad), para unidades de producción cuyos objetivos, así como el proceso de producción, deben ser mejor conocidos. 1.4. La segunda campaña (1979-80) y la variación interanual. La búsqueda de una mayor homogeneidad socio-económica de la muestra de agricultores conduce a no trabajar ya con el grupo de UPA de Urubamba, para el cual el principal problema en relación con el maíz es la comercialización. Se mantuvo como variable experimental la fertilización, así como la variedad, ya que el CIMMYT había propuesto evaluar el comportamiento de nuevas variedades "sintéticas" 146 disponibles desde hace poco. El clima estuvo marcado por una sequía importante, con una falta de agua particularmente acentuada en diciembre y enero, mes de floración del maíz. Una muy fuerte helada precoz, el 7 de abril, puso fin al ciclo vegetativo, afectando a la mayoría de los sembríos tardíos. Resultados experimentales y análisis agronómico En relación con el año anterior, el rendimiento promedio de las pequeñas y medianas UPA baja entre 20 y 35 % según la tecnología considerada (cuadro 9). El que se obtuvo mediante la tecnología y las variedades de los agricultores oscila entre 2 y 4,3 t/ha, lejos de las 6 t/ha del año anterior. Semejante descenso muestra la vulnerabilidad frente a la sequía de los sistemas de cultivo actuales, incluso en las zonas con riego. Se confirma que las variedades experimentales "mejoradas" dan resultados en promedio inferiores a los de las variedades locales, cualquiera que sea la fertilización empleada. Cuadro 9. Rendimientos promedios (t/ha) de las pequeñas y medianas UPA, Cusco, 1979-1980 Tecnología del agricultor Tecnología experimental Variedad local 3,15 c.v. = 37% 4,17 c.v. = 40% Variedad experimental 2,71 c.v. = 49% 3,55 c.v. = 49% [[293]] El uso de una fertilización complementaria se traduce, en el caso de cultivos bajo riego, en un aumento de la producción con respecto a la tecnología de los agricultores, sobre todo en el caso de las 146 Las variedades sintéticas se distinguen de las variedades híbridas de primera generación por las largas operaciones de selección e incorporación de genes que les dan origen. Por ello son costosas. 201 variedades locales. En cambio, se cuestiona el empleo de la fertilización química en los cultivos de secano en razón de los riesgos de pérdida que se corre en caso de sequía. Tratamos de dar cuenta de la variabilidad de los rendimientos obtenidos por los agricultores con su propia tecnología estableciendo el cuadro 10 donde - se ordena las parcelas en columnas, de acuerdo a rendimientos decrecientes; - se ponen en líneas las variables (cuantitativas y cualitativas) susceptibles de explicar las diferencias de rendimiento. En razón de la gravedad de la sequía en la campaña 1979-80, las diferencias de rendimiento se explican principalmente por la disponibilidad de agua de riego, influenciada a su vez, en algunos casos, por las dimensiones de la parcela: el rendimiento se correlaciona positivamente con el número de turnos de riego disponibles, y negativamente con la extensión de las parcelas. En efecto, en el caso de parcelas pequeñas, en las que el productor pudo obtener dos turnos de riego, el rendimiento es superior al de parcelas más grandes que no se beneficiaron más que con un solo turno. El análisis económico confirma las conclusiones de la campaña anterior: si dejamos aparte la fertilización, ninguna de las innovaciones técnicas propuestas produjo beneficio alguno para los agricultores. No es, pues, una casualidad si la encuesta de diagnóstico mostró que los dos principales problemas que perciben los agricultores son la "fertilidad" del suelo y la disponibilidad de agua, y no las variedades cultivadas, la manera de sembrar o las malas hierbas... Todos los protocolos de experimentación llevados a cabo en la región del Cusco permitieron poner en evidencia rendimientos de maíz de dos a tres veces superiores a los generalmente admitidos sobre la base de las estadísticas oficiales, con una muy fuerte variabilidad de un año a otro, de una zona agro-climática a otra, de un productor a otro. La transferencia de tecnología depende de la eficacia de las técnicas propuestas. Varias de las técnicas recomendadas por los programas nacionales no eran superiores a las de los agricultores en los medios cultivados por éstos, y no fueron por lo tanto adoptadas. En cambio, las técnicas que demostraron una verdadera superioridad en el marco de los condicionantes que actúan sobre la explotación fueron difundidas de boca en boca. Por ejemplo, en otro valle andino, el Callejón de Huaylas, un estudio de las técnicas de cultivos que versaba esencialmente sobre el maíz, asociado a las leguminosas (Tardieu, 1978), mostró que un tipo de agricultores que busca a la vez trabajar fuera de la finca durante los meses de mayo a agosto, y obtener dos cosechas por año (maíz seguido por papas, por lo general), no podía utilizar las técnicas necesarias para el segundo cultivo en buenas condiciones, por falta de tiempo, ya que debían salir en mayo, algunos días después de la cosecha de maíz. Se introdujo una variedad de maíz precoz, que fue rápidamente adoptada por los agricultores. 202 [[294]] Cuadro 10. Experimento « Evaluación de tecnología » : rendimientos y datos técnicos de las parcelas de maíz cultivadas por los agricultores, Anta, 19791980 Parcelas clasificadas según el rendimiento por ha 1 2 3 4 5 6 7 8 9 800 800 1200 2200 1700 900 3300 3300 3300 P-M-P-M M-H-H M-M D-P M-P-M M-T-P P-P-M P-M M-T-M Maíz Habas Maíz Papa Maíz Papa Maíz Maíz Maíz Nitrógeno mineral Deyecciones animales secas 0 9,400 0 3,000 0 4,200 74 6,000 0 3,800 0 9,300 0 3,000 50 0 11 1,800 Variedades sembradas (A: Amarillo Oro, B: Blanco común, S: Saqsa, G: Granada, P: Pucuto) A, B, G A A A A, S, B, G P A A P 109 66 59 114 72 67 44 103 55 45 92 46 44 96 55 55 85 59 55 68 50 47 142 95 63 Control fitosanitario de la semilla No Aldrin No Aldrin Aldrin No No No No Número de días entre siembra y cosecha 191 214 205 222 234 178 178 230 192 sequía sequía sequía sequía 8 12 7 18 28 Extensión de la parcela (m2) Rotación de los años precedentes (M: maíz, P: papas, T: trigo, H: habas, D: descanso) Cultivo precedente Fertilización del precedente (kg/ha)1 cultivo Densidad de cultivo (miles de plantas / ha) a la siembra al brote a la cosecha Daños significativos Pérdidas en la cosecha % 10 Momento de la aplicación de la fertilización mineral 14 9 er 9 er siembra siembra 22 27 5 9,400 0 0 0 6,000 0 0 0 0 26 0 0 0 0 0 0 7,000 0 0 0 0 0 0 0 3,500 50 0 0 0 12 0 0 1,500 Número de turnos de riego 2 2 1 2 1 0 1 1 0 Rendimiento de grano (kg/ha) 4,410 4,200 4,100 4,020 3,490 2,770 2,340 1,440 360 Fertilización (kg/ha) 1 N P K Deyecciones animales 1 aporque 1 aporque Datos idénticos para todas las parcelas : ausencia de fertilización mineral P-K del precedente ; preparación del suelo con arado de palo, deshierbe manual ; fertilización orgónica del maíz aplicada a la siembra. 203 [[295]] 2. El ejemplo de la papa en el valle del Mantaro 1 Los resultados que preceden ponen en duda tanto el conocimiento de la producción campesina por los organismos oficiales encargados de proponer mejoras a los campesinos, como los métodos (y por lo tanto los resultados) de la investigación agronómica destinada a este tipo de agricultura. Pero se trata de una sola región, y sobre todo de un solo cultivo: el maíz. Ahora bien, dejando fuera las especies y técnicas aportadas por los españoles, sabemos que desde hace mucho tiempo, "(...) el maíz y los tubérculos andinos pertenecían a dos agriculturas distintas, tanto en su historia como en su papel social. En los dos sistemas de cultivo se usaban medidas y pesos distintos; se aprovechaban, también, dos calendarios rituales muy diferentes. Además, parece probable que los accesos a las tierras respectivas diferían también: el testamento de Paullu Thupa, uno de los hijos de Wayna Qhapaq, sugiere diferencias profundas entre cómo como se heredaban las tierras de tubérculos en la puna de aquéllas más bajas, en los valles maiceros."(Murra, 1979: 277). Oposición que conserva gran parte de su vigencia; y lo que se observa en relación con el maíz no es necesariamente cierto en lo que concierne a la papa: "Y es así que en la antigua hacienda Vicos del Callejón de Huaylas, (...) los campesinos se mostraban indiferentes para el mejoramiento o sustitución de sus cultivos de maíz en sus minúsculas parcelas individuales. Ellos mismos habían sido testigos y partícipes de cultivos comunales exitosos con la papa, cuyo mejor cultivo había conducido a una elevación de los rendimientos del 300%. El problema no constituía evidentemente un asunto de comunicación, ni reticencia a los extensionistas del S.I.P.A., ni resistencia a las innovaciones en sus técnicas agrícolas. Todos escuchaban los argumentos en pro del cambio, y seguían cultivando conforme a sus métodos tradicionales. Y es así que durante un curso para líderes comunales de la Quebrada del Mantaro, en Anco, Tayacaja, durante una clase sobre el cultivo de la papa, todos escucharon pacientemente respecto a las innovaciones necesarias para elevar sus rendimientos en las alturas. En cambio cuando se trataba del maíz, surgían problemas y resistencias. Todos manifestaban razones muy valederas para evitar cualquier innovación en el cultivo, desde la pendiente de los suelos, hasta su ignorancia para cambiar las prácticas culturales. (Sabogal Wiesse, 1966: 16). Y, tal como ha acontecido con otros agrónomos, es en el caso de la papa que hemos podido observar y obtener la multiplicación por 5 e incluso por 10 de los rendimientos campesinos, gracias a la aplicación de las técnicas recomendadas por la vulgarización: de un promedio de 3 a 8 t/ha medidas entre los campesinos (cuadro 11), se pasa fácilmente a 30 ó 40 t/ha en parcelas experimentales o de demostración en las comunidades (Goineau, 1973; Franco et al., 1979; Valladolid, 1982 y 1984; Morlon et al., 1986). Es tanto más notable, por ello, que la conclusiones de las investigaciones llevadas a cabo por Centro Internacional de la Papa (CIP) en el valle del Mantaro coincidan con las referentes al maíz en el Cusco: "La encuesta agronómica que se realizó en la campaña que precedió los ensayos mostró la importancia de los problemas de insectos parásitos, que debieron ser tomados como variables experimentales, a pesar del poco interés del CIP sobre estos problemas. Pero también en ello los consejos que se dieron [[296]] a los agricultores (como la utilización de semillas certificadas, el aumento de la fertilización) resultaron decepcionantes: no hubo por lo general respuestas notables frente a estos factores; por ejemplo, el resultado de los 1 Fuera de las citas de otros autores, los resultados y conclusiones que aquí se presentan provienen de "Los científicos sociales en la investigación agrícola. Lecciones del Proyecto del Valle del Mantaro. Perú." (Douglas Horton, documento IDRC - 219, Ottawa, 1984, 71 p.). 204 ensayos relativos a las semillas en la zona de gran producción de papa (de 3,450 a 3,950 m. sobre el nivel del mar) del valle del Mantaro (cuadro 12). Ninguna de tales técnicas permitió alcanzar un 20 % de aumento en el rendimiento, lo que explica el hecho de que no fueron adoptadas por los agricultores. Cuadro 11. Rendimientos de los tubérculos (t/ha) medidos en las comunidades campesinas de 3 regiones del Perú (campaña 1980-1981) Se trata de promedios del conjunto de medidas hechas en cada comunidad, menos en Luquina Grande (“rango”). En Amaru, las cifras entre paréntesis son los “rangos” de parcelas de una familia considerada como “representativa”. Región Ayacucho Cusco Comunidad Qasanqay Arizona Altura mínima 3100 Papas 8.9 Ocas Puno Amaru Paru-Paru Sacaca Cuyo Gde Luquina Camacani 3400 3400 3600 3400 8.8 6.5 (5-15) 7.6 5.4 3400 3800 3800 4.8 2.4-9.3 3.5 9.4 9.9 14.8 (12-16) 15.5 18.0 10.1 1.1-1.3 - Olluco 8.7 8.3 13.5 (11-15) 11.0 Añu o mashua 13.6 9.7 14.2 (11-16) 14.0 13.2 9.4 - - 13.8 11.1 - - Cuadro 12. Promedio de los aumentos de rendimiento (%) en relación a los de los agricultores (papas, 5 experimentaciones) (CIP, 1980) Semilla del agricultor Aumento del tamaño de la semilla Semilla certificada Sin « verdeo » testigo + 11 + 17 Con « verdeo » +3 + 20 +7 Estas dos series de ensayos condujeron al rechazo de hipótesis importantes en dos sentidos: por una parte, mostraron que las técnicas que por lo general se recomendaban, como consecuencia de sus resultados positivos en parcelas experimentales, no produjeron un incremento notable de los rendimientos en las condiciones de medio de las parcelas de agricultores. Por otra parte, permitieron mejorar el conocimiento del medio: la hipótesis que condujo al empleo de semilla certificada era que la utilizada por los campesinos estaba infectada por virus; pues bien, las poblaciones de cicadelas y [[297]] de pulgones son bajas en la zona considerada, lo cual limita la transmisión de virus; la utilización de semilla certificada no tenía, pues, interés, en este caso. Asimismo, los métodos para mejorar el estado fisiológico de las semillas no dieron el resultado que se esperaba: a causa del clima frío (temperatura media; 14º C), y de variedades de larga latencia utilizadas por los agricultores, no hubo emisión de gérmenes blancos y ninguna degradación notable del estado de las semillas." (Tardieu, 1980). "La tecnología de los agricultores es, en muchos casos, igual o superior a las prácticas recomendadas. La mayoría de los especialistas en producción asumen que los sistemas "tradicionales" de producción están caracterizados por bajos rendimientos o ineficiencias económicas que pueden superarse si los agricultores adoptan las prácticas recomendadas. En el Proyecto del Valle del Mantaro se consideró que la principal limitante del rendimiento era la baja calidad de la semilla. Se creyó, por tanto, que el empleo de "semilla mejorada" resultaría altamente rentable. Sin embargo la investigación demostró que la semilla de los productores de semilla registrados resultaba muy costosa y daba un rendimiento apenas superior al de las semillas comúnmente empleadas por los agricultores. El consecuencia, el uso de "semilla mejorada" redujo el retorno neto de los agricultores. Dos factores explican estos sorprendente resultados. Primero, los agricultores usan con éxito numerosas estrategias para lograr y mantener la buena calidad de la semilla. Por tanto, la semilla obtenida a través del sistema informal de semillas de los agricultores, es mejor de lo que los especialistas habían supuesto". Tales estrategias aprovechan el escalonamiento altitudinal: 205 se "purifica" una semilla cultivándola a gran altura, donde insectos y enfermedades se propagan mucho más difícilmente. (Auroi, 1985). En la zona baja (3,200-3,450 m), las dosis de abonos y de plaguicidas aplicadas por los agricultores eran mucho más elevadas de lo que se creía, a menudo por encima de los niveles recomendados. Aquí, incluso los pequeños agricultores aplican en promedio más de 100 kg. de nitrógeno por hectárea. En las zonas intermedia (3,460 - 3,950 m) y alta (3,950 - 4,200 m), no es por causa de su "tradicionalismo" que los pequeños agricultores utilicen mucho menos, sino porque - en primer término, al ser muy alta la probabilidad de perder la cosecha a causa de las heladas o del granizo, minimizan los riesgos financieros reduciendo el empleo de insumos comprados; - además, como dos tercios de las extensiones de papa se siembran después de un período de descanso (capítulo 2), necesitan una menor cantidad de abonos y de pesticidas. Por tanto, es claro que el uso de insumos adquiridos no es determinado por el nivel cultural, la falta de conocimientos o de suministro de insumos, ya que los mismos agricultores que usan una menor cantidad en la zona alta, aplican una cantidad mayor en sus parcelas a menor altitud. Casi todos los grandes y pequeños agricultores siembran variedades modernas en la zona baja, mientras en la zona alta la mayoría siembra variedades nativas. Ello se debe en parte a que se prefiere sus cualidades culinarias (Carney, 1980), por lo cual se venden a precios más altos en los mercados urbanos, donde se les considera un producto de lujo. Pero sobre todo son variedades muy bien adaptadas a las condiciones de producción de las zonas andinas más altas. Con la tecnología actual, las variedades modernas tienen en promedio rendimientos mucho más altos que las variedades nativas en la zona baja. Este no es siempre el caso en las zonas más altas (cuadro 13): las variedades tradicionales son altamente resistentes a las heladas y al granizo, y producen de manera razonablemente satisfactoria con pocos abonos químicos y pesticidas. [[298]] Cuadro 13. Rendimientos promedios en el valle del Mantaro (t/ha) (Franco et al., 1979) Variedades modernas Variedades indígenas Papas amargas Zona baja 5,7 3,7 / Zonas alta e intermedia 4,8 4,7 4,9 Las variedades mejoradas actuales alcanzan rendimientos de 20-30, hasta 40 t/ha y más. Las variedades indígenas no son necesariamente menos productivas, como se cree por lo general, en buenas condiciones de cultivo. Son justamente éstas las que les faltan en la mayoría de los casos. 2.1. Economía de los sistemas de producción de los pequeños campesinos. El cuadro 14 ilustra cómo un sistema "tradicional" de consumos intermedios bajos puede ofrecer más ventajas económicas para los productores que un sistema "moderno" que requiere más insumos. [[299]] En las zonas intermedia y alta el sistema "ticpa", que utiliza variedades nativas, no requiere labranza previa a la siembra, sino que el barbecho con chaquitacclla se efectúa después de ella (capítulo 1), utiliza trabajo manual en todas las operaciones de cultivo y cosecha, y requiere muy pocos fertilizantes y plaguicidas químicos (pero en cambio fertilización orgánica), da un retorno económico neto más alto que el sistema que emplea variedades modernas, tractor y un alto nivel de fertilizantes y plaguicidas químicos. Tanto el rendimiento como el costo total de los insumos eran aproximadamente 20% menores en el primer sistema. Pero el beneficio es más alto en el sistema de 206 "ticpa", gracias al mejor precio de venta de las variedades nativas. Además, el costo de los insumos comprados equivale allí a un tercio de lo que se gasta en el sistema moderno, por lo cual este sistema "tradicional" coloca al agricultor en una situación de menor riesgo económico. Cuadro 14. Rendimientos, costos y beneficios en dos sistemas de cultivo de papas en las zonas alta e intermedia del valle del Mantaro (Horton et al., 1980) Sistema tradicional « ticpa » (1) Sistema « moderno » Rendimiento (t.ha) 7.3 9.4 Ganancia total (US $/ha) [rendimiento x precio de la tonelada (2)] 1,030 1,102 235 218 0 14 18 59 278 186 64 67 62 15 544 114 672 316 486 916 430 786 Insumos (US $/ha) Semilla Trabajo Tracción Pesticidas Fertilizantes químicos Fertilizantes orgónicos Total, de los cuales se ha comprado Resultados económicos (US $/ha) : Ganancia total menos insumos totales Ganancia total menos insumos (1) Labranza con chakitaclla después de plantación directa en el césped. (2) Las papas del sistema tradicional, que los consumidores prefieren, se venden más caras. Las observaciones que anteceden, en abierta contradicción con los supuestos de muchos científicos y expertos en desarrollo que trabajaban en los Andes, ayudaron a destruir el mito según el cual el tradicionalismo de los pequeños agricultores es el principal obstáculo para la tranferencia de tecnología. No hay un 'paquete tecnológico' óptimo único. Como se puede observar en la figura 141, los resultados experimentales difieren ampliamente entre las diferentes fincas. Dentro de una misma zona agro-ecológica, la zona intermedia, los rendimientos de los agricultores varían de menos de 5 t/ha a cerca de 30 t/ha, mientras los conseguidos con la aplicación de los paquetes tecnológicos van de más o menos 5 t/ha a más de 40 t/ha. [[300]] Esta diversidad refleja variaciones en la fertilidad de los suelos y las condiciones climáticas, a las que se suman las diferencias en los métodos que los agricultores ponen en práctica (variedades empleadas, labranza y rotación...). Queda claro que ningún solo "paquete tecnológico" representa un optimum económico en las diversas condiciones de producción de esta sola zona agro-ecológica. Esta figura ilustra gráficamente el riesgo de determinar las recomendaciones técnicas para el agricultor basándose en los resultados agregados o promedios de los ensayos en finca: estos promedios pueden encubrir un alto grado de variabilidad. Es interesante subrayar aquí que, en términos estadísticos convencionales, el promedio del rendimiento de los paquetes de mediano y alto costo fue significativamente más alto (a un nivel de 5 % de significancia) al de los campesinos, es decir que la utilización mecánica de las estadísticas puede conducir en este caso a recomendaciones prácticas erróneas. Las mismas constataciones que en el caso del maíz llevan a las mismas preguntas. Vamos a discutir ahora estas mismas preguntas, así como su generalización a otras regiones, ya que el valle 207 del Mantaro es la más "moderna" y "occidentalizada" de los Andes peruanos, gracias a su cercanía a Lima.2 3. No uno, sino numerosos rendimientos 3.1. Cuestiones de método: ¿encuesta o medición? Paralelamente a los estudios llevados a cabo sobre el maíz en la región del Cusco, otros equipos del CIMMYT obtuvieron, en el valle del Mantaro y el Callejón de Huaylas, resultados que condujeron a las mismas conclusiones, con niveles de rendimientos muy diferentes de una zona a otra: para la campaña de 1978-1979, el equivalente en granos del beneficio neto era en promedio de 4 t/ha en Huancayo, y 2 t/ha en el Callejón de Huaylas (cuadro 15). En esta región una de las causas probables de las diferencias entre los rendimientos obtenidos por encuesta y los obtenidos por medición (superiores en un 50 %) es que el agricultor declara, en las encuestas, lo que almacenó, y no lo que, por haberse echado a perder, se dio a los animales. Ahora bien, fuera de los equipos citados en este capítulo, son muy pocos a nuestro conocimiento los técnicos que han medido rendimientos en el campo en el momento de la cosecha. En general, es mucho después de ella que un encuestador pregunta al "jefe de familia" cuánto ha cosechado de tal o cual especie cultivada, y luego divide la respuesta por una estimación de las extensiones 3. Así no se toma en cuenta sino una parte de la producción, ya que se suman numerosas deducciones, voluntarias o no (fig. 142): - Los "daños", producidos cuando los animales ingresan a los cultivos, comen de sus plantas, y las pisotean;4 [[301]] - Los robos de cosecha, que influyen en la localización de los cultivos, y obligan a una vigilancia constante; Cuadro 15. Rendimientos (kg/ha)de los ensayos CIMMYT en el Perú (maíz) Técnicas del agricultor Modificación de la fertilización Modificación de la fertilización y de la densidad Cuzco (promedio de 24 ensayos) Variedad local Variedad PCIM 4,860 4,622 6,145 5,435 6,025 5,310 Mantaro (promedio de 22 ensayos) Variedad local Variedad PCIM 4,460 3,693 4,795 4,257 4,883 4,395 Callejón de Huaylas (campañas 1977-78 y 78-79) Resultados similares, pero difíciles de resumir por la diversidad de las zonas agroclimáticas y de las variedades 2 Las raíces históricas de esta particularidad se remontan - ¡una vez más! - a la época de la conquista española, durante la cual la etnia Huanca, que habitaba el valle, se alió con los españoles, los cuales establecieron allí, en Jauja, su primera capital, que se trasladó pocos años después a Lima. 3 Para obtener un rendimiento promedio se podría realizar una encuesta entre los productores. Pero (...) los datos indicados (producción total, extensión de las parcelas) no corresponden nunca a la realidad: ya sea, con mayor frecuencia, porque el campesino no ha efectuado nunca tales mediciones [con nuestras unidades y nuestros criterios], ya sea porque piensa que la encuesta podría servir para otros fines (...). Una encuesta de este tipo no sirve, pues, estrictamente, para nada." (Greslou, 1980: 179). 4 Los perjuicios causados por el ganado son una fuente inagotable de juicios entre vecinos en ciertas regiones, como Andahuaylas, donde los grandes propietarios a menudo han acrecentado sus tierras en compensación por los "daños" ocasionados por el ganado de los pequeños campesinos... (ver también Kaerger [1898] 1979: 46). 208 Daños de animales Robos de cosecha Cosecha progresiva para la alimentación de cada día Pérdidas al momento de la cosecha Pago en especie de los trabajadores en la cosecha Alimentación de los trabajadores en la cosecha Productos malogrados o de mala calidad Pago en especie del transporte de la cosecha Semilla Dones y contra dones Lo que se vende o guarda para el consumo familiar Fig. 142. La sucesión de las sacas: ¿en qué momento se evalúa el “rendimiento” y se compara técnicas, parcelas, unidades de producción, zonas ecológicas? - La cosecha escalonada, a veces mucho antes de la madurez (hojas de quinua), para variar los gustos o para llenar la olla en período de transición. El jefe de familia no sabe la cantidad utilizada, porque aquélla es realizada por la mujer encargada de la cocina; - Las pérdidas en la cosecha (granos caídos al suelo, tubérculos que permanecen en tierra) son inevitables, pero su importancia depende grandemente de las relaciones sociales entre los que participan en la cosecha: ¿Hay rebusca de espigas? ¿Se ha mostrado el propietario generoso con los alimentos que brinda a los trabajadores...? - Los alimentos de los trabajadores son descontados, en el caso de los tubérculos, de la cosecha del día, y cocidos en el lugar mismo en un horno cavado en el suelo ("pachamanca" o "huattia"). Y, ese día, ¡se come en abundancia! - El pago en especie, en el producto cosechado, de los jornaleros que han participado en la cosecha misma, o en su transporte; - Los productos malogrados o de calidad inferior son separados ya sea para darlos al ganado, ya sea para ser deshidratados (conversión de la papa en "chuño"), ya sea transformados en chicha, en el caso del maíz (Sabogal Wiesse, 1966). - Las semillas son separadas y conservadas aparte; - Regalos y "contra-regalos" diversos, vinculados a la reciprocidad andina, y que son efectuados en ciertas especies, que varían según las regiones; - Queda, en fin, lo que se vende o se almacena para ser consumido por la familia: con frecuencia ¡es esta cantidad la que se obtiene por medio de la [[302]] encuesta! 5 Ya que las extensiones cultivadas son, a menudo, sobreestimadas (cf. Salis 1987: 4-8), se comprende que un cálculo económico hecho sobre esta base puede conducir a una rentabilidad negativa, y por lo tanto a la conclusión de que uno o varios cultivos o incluso la totalidad de los mismos no se justifica en tal lugar... Pero no se trata solamente de un problema de medición del rendimiento en granos: 5 El conjunto de las "pérdidas" y de los pagos o intercambios representaría a menudo entre un tercio y la mitad de la cosecha (Tardieu, 1978; Tapia, 1986; Brunschwig, comunicación personal). 209 3.2. No hay "subproductos" "El maíz es aprovechado íntegramente (...) Las hojas, los tallos y las panojas secas son separadas, formando un forraje, la chala, que se va proporcionando al ganado vacuno y asnal durante la época de la sequía, desde mediados de mayo a diciembre, henificado. En algunos casos se le agrega tallos de cereales, y rara vez plantas forrajeras específicas. Sirven de ración de mantenimiento, a duras penas. (...) La chicha (aqata) o cerveza de maíz resulta muy importante en la vida cotidiana. Tan es así que los agricultores establecían automáticamente los tres usos que se le da al maíz: forraje, chicha y alimento (...) El "sutuchi" o desecho de la fabricación de la chicha se utiliza para engordar los cerdos y carneros." (Sabogal Wiesse, 1966: 9, en la región de Cusco). [[303]] Como hemos visto en el capítulo 4, los campesinos no cultivan solamente para producir granos y tubérculos destinados a la alimentación humana, sino también forraje para los animales (fig. 143), y, eventualmente, otros artículos de consumo.6 Lo que en otras regiones del mundo se llaman "subproductos" (paja, tallos, hojas, carozos...) son aquí productos en sí mismos; en consecuencia, para cada especie cultivada, no es uno solo el rendimiento que hay que medir, sino al menos dos. Es así como los agrónomos peruanos del Proyecto de Investigaciones sobre los Sistemas de Cultivos Andinos (PISCA) han puesto en evidencia la importancia cuantitativa del forraje en relación con el grano, en cuatro comunidades de altura cerca del Cusco (fig. 144): "Otro factor que afecta al rendimiento es el objetivo del cultivo, bien sea dedicado especialmente para la producción de grano o para grano y chala. En general el maíz contribuye fuertemente a la producción de forraje (...)" (Kervyn et al., 1983). Cuanto más frío el clima (altura) o seco, más secundario resulta el rendimiento en grano, débil y aleatorio, con respecto al forraje.7 A partir del momento en que hay varias producciones, no existe ya unidad común (no se puede sumar kilos de granos y kilos de paja) que permita juzgar cuál es "el" rendimiento más elevado. Fig. 143: Alimentación del ganado con "residuos" de cosecha (Julio; Huatta, Puno, 3820 m.s.n.m.). PM. [[304]] 3.3. Los cultivos asociados. (Puede desarrollarse un punto de vista análogo con la sucesión de dos cultivos en el mismo año). En el Callejón de Huaylas, en más del 80 % de las parcelas, el maíz es asociado con otras especies: frejoles, quinua, calabazas, o habas y tubérculos secundarios en las zonas altas. En un ensayo realizado en esta región, Cerrate y Camarena (1975) muestran que existe un ligero descenso en el rendimiento de maíz cuando éste se halla asociado, pero la Utilización Equivalente del 6 La importancia del centeno en la provincia de Huancané, en el Altiplano, se debe, según los campesinos a la utilización de su paja para cubrir los techos; los carozos del maíz sirven como combustible; las cenizas de la quinua y la "cañihua" forman la "llipta", masticada con las hojas de coca.. 7 En el altiplano boliviano, Hatch et al. (1983) indican una producción de cebada por familia de 200 kg. de granos después de la trilla (o sea 400 kg/ha) y 1,050 kg de forraje, como promedio de 3 años sucesivos para 31 familias de 5 comunidades. 210 Terreno8 (UET) es superior a 1 (entre 1,83 y 2,07) cuando se siembra maíz al mismo tiempo que un frejol trepador. La utilización del terreno es, pues, más intensiva, ya que una sola hectárea cultivada con la asociación maíz-frejoles produce casi tanto como dos hectáreas en cultivo puro, maíz por una parte, y frejoles por otra. Ahora bien, sucede que con ocasión de las encuestas, en las que las preguntas se [[305]] refieren separadamente a cada una de las especies cultivadas, los cultivos asociados son ignorados, ya que la extensión que ocupan juntos ¡es contada tantas veces como hay especies diferentes asociadas! A pesar de que desde hace unos diez años se han publicado, por una parte, descripciones y clasificaciones (arreglos en el espacio y en el tiempo) de estos cultivos asociados, y, por otra parte, resultados de ensayos en estaciones experimentales, son muy escasas las referencias de rendimientos campesinos. Tal es la razón por la cual no nos ocuparemos aquí de los cultivos asociados de acuerdo a su importancia en los Andes Centrales. En cambio, hemos desarrollado en un anexo a este capítulo la cuestión de las "malas hierbas", cuya cosecha para alimentar el ganado se puede asimilar a un cultivo asociado. 3.4. ¿Rendimiento por hectárea, en relación con la semilla, o productividad del trabajo? "Todo sistema que depende de las decisiones humanas debe ser analizado antes que nada en su lógica interna. Es decir, la eficacia de una decisión deberá ser apreciada siempre en función de los objetivos perseguidos por su autor (...) siendo el problema identificar los objetivos de los productores, y ofrecer una traducción de los mismos que no sea una caricatura." (Landais et al., 1987). No es necesariamente el rendimiento expresado en relación con la extensión del terreno lo que más interesa al agricultor, y guía por lo tanto sus decisiones. En muchas regiones el agua de riego es escasa, y los rendimientos deberían ser, pues, calculados allí igualmente en función al volumen de agua utilizada. En el Altiplano boliviano, en lo que respecta a las papas , "Casi siempre las parcelas se miden según el número de costales de semilla de papa que se necesita para sembrarlas, y no por metros u otra unidad establecida de superficie. En años buenos y cuando el suelo está bien abonado y pulverizado, la cosecha puede rendir de 10 a 14 veces la cantidad sembrada. En los peores años, apenas se cosecha cuatro veces la cantidad sembrada." (Carter y Mamaní, 1982: 87, 100 y 101). Cuando en 1988 preguntamos a los campesinos de Antauta (distrito situado en su totalidad a más de 4,000 m. de altura, vecino a Nuñoa), cuánto rendían los cultivos en los nuevos sectores de barbecho construidos diez años antes a 4,200 m. de altitud, nos respondieron: "cosechamos de un quintal de papas amargas 4 ó 5; de una media libra de cañihua cosechamos un quintal en los años buenos (o sea 200 por 1), y una media arroba (o sea 25 por 1) en los malos." Hace cuatro siglos Garcí Diez ([1567] 1964: 18, 29, 39) indicaba, refiriéndose a la ribera meridional del lago Titicaca, que de cada fanega9 de papas sembradas, se cosechaban 10; otro tanto en papas amargas; 30 fanegas por una de maíz sembrado; 70 y 80 por una de quinua, y 50 por una de 8 U.E.T. : Utilización Equivalente del Terreno = L.E.R. : Land Equivalent Ratio. U.E.T. = Rendimiento de maíz asociado + Rendimiento de frejol asociado Rendimiento de maíz solo Rendimiento de frejol solo Queda claro que no se puede calcular la UET si no se conoce los rendimientos en cultivo puro, en los mismos lugares y condiciones técnicas. 9 La fanega*, unidad de volumen, correspondía, de acuerdo a los productos, a un peso de 156 a 250 libras, es decir 75 a 120 kg. Ver en Kaerger, [1898] 1979 (p. 23 a 26) cálculos de rendimientos en quintales métricos/ha a partir de los expresados en fanegas/fanega sembrada o fanega/topo... 211 cañihua. Con las densidades de siembra practicadas actualmente en la misma región, eso daría rendimientos del orden de 15 toneladas /ha en papas y 500 kg/ha en quinua: pero ésta, como el maíz, probablemente se cultivaba por lo general en asociación. Los órdenes de magnitud confirman los logros de la agricultura tradicional, pero nos cuidaremos mucho de comparar estos datos antiguos con los rendimientos actuales: lo que importa aquí es la expresión del rendimiento en relación con el factor de producción percibido como escaso: la semilla procedente de la última cosecha o guardada de otro año (ver igualmente Walle 1913: 199). [[306]] Hallamos una lógica muy similar en la elección de las densidades de siembra en Ambana, en la vertiente oriental de los Andes en Bolivia (Julian, 1983: 55-58): "Las densidades de siembra son muy altas (...) 125,000 papas por hectárea. En realidad, hay una gran variación de densidad en la siembra de acuerdo a las tierras: en "aynocas" tenemos entre 100,000 y 130,000 plantas/ha; en cambio, encontramos hasta 200,000 plantas/ha en los terrenos regados que están cerca a las casas. Si se pregunta por la causa de la variación, será difícil obtener una respuesta técnica de parte del campesino. Prefiere las contestaciones evasivas, pero no justifica explícitamente esa alta densidad y sus variaciones. Es difícil captar las motivaciones profundas del agricultor. Sin embargo, observaciones continuas permiten resolver algunos enigmas. Hay en primer lugar una correlación cierta entre la densidad de siembra y la lucha contra la erosión: una buena cobertura del suelo lo protege contra la lluvia. Hay tres constataciones, sobre todo, que deben retener nuestra atención: -La densidad de siembra es proporcional a la fertilidad del suelo. La diferencia es de 50,000 plantas/ha entre las buenas y malas tierras. - El campesino concede más importancia al número de papas que al peso total cosechado. En efecto, (...) todo se cosecha, tanto la papa de 10 g. como la de 300 g. El campesino prefiere tres papas de 100 g. a una sola de 300, ya que gran parte del trueque se hace por unidad (cosa que se justifica por su utilización como semilla). - En fin, el campesino expresa de modo diferente el rendimiento de sus cultivos de acuerdo a la riqueza del suelo. En los suelos pobres y "aynocas" el rendimiento se expresa en relación con la cantidad de semilla invertida. En el contexto de una economía de autoconsumo, la cantidad de semilla representa una inversión tomada de la reserva alimentaria. Por otra parte, la presión de la demanda de tierras, en el caso de las que son de suelo pobre, es baja. La extensión que se siembra no tiene otra limitación que el trabajo necesario para la preparación del terreno. En estas tierras pobres, el campesino mira sobre todo cuántas papas cosechará con respecto a la cantidad de semilla empleada. En las tierras ricas, de acceso fácil, esa presión es muy fuerte. El campesino verá la extensión de su propiedad limitada por el vecindario. El rendimiento será expresado entonces en relación con la extensión sembrada y no con la cantidad de semilla utilizada. Tenemos pues una densidad de 100,000 plantas/ha en los "aynocas" con el fin de asegurar una cobertura vegetal anti-erosiva. Pero también cada planta producirá sin entrar en competencia con las otras y dará un resultado óptimo. En las tierras fértiles, una siembra de 200,000 plantas/ha permitirá una cobertura casi total del suelo; por otra parte, obtendremos un rendimiento muy grande con un máximo de papas de calibre mediano. Este ejemplo preciso ilustra que muchas técnicas agrícolas no hechas explícitas con claridad por los campesinos de Ambana, tienen una justificación económica evidente, cuando se intenta comprender su lógica de producción, que es muy diferente de la nuestra, pues lo que está en juego no es lo mismo." Se puede escribir, formalmente: Rendimiento/hectárea = rendimiento/semilla x densidad de siembra/ha. 212 Si, para una misma especie, las densidades de siembra fuesen homogéneas, estos dos "rendimientos" serían, grosso modo, proporcionales, y podrían ser utilizados indiferentemente. No es tal el caso, ya que desde el punto de vista biológico, [[307]] los rendimientos elevados en proporción a la semilla son obtenidos en ausencia de competencia entre plantas, es decir con densidades de siembra muy bajas que no permiten rendimientos en relación por hectárea altos. Inversamente, rendimientos por extensión de tierra elevados corresponden a poblamientos vegetales densos que captan toda la luz del sol: la competencia entre plantas es allí fuerte, y, en consecuencia, los rendimientos en relación con la semilla bajos. Desde un punto de vista económico, en las agriculturas tradicionales manuales esta oposición está vinculada a las disponibilidades y costos relativos de la semilla y del trabajo (Sigaut, 1989): los rendimientos altos en relación a las cantidades de semilla se consiguen con técnicas de siembra exigentes en mano de obra (siembra en surcos, en hoyos con raleo, en almácigo con repique), en oposición a la siembra al voleo que consume mucho menos trabajo pero más semilla. Tal oposición diferencia a las regiones, pero también, dentro de una misma región, los años de cultivo (de acuerdo a la abundancia de la cosecha anterior), y las familias campesinas (de acuerdo a la relación mano de obra disponible/extensión cultivable, y el costo de oportunidad de su trabajo). Ello hace igualmente azarosas las comparaciones entre diferentes períodos de la historia. Hemos visto en el capítulo 1 cómo las observaciones efectuadas en Pullpuri se explican mejor en términos de productividad del trabajo en el momento en que éste es más limitante, es decir en producción por día de trabajo de barbecho. Es así que se pueden interpretar los términos utilizados por Mishkin en 1946: "En Kauri constatamos que los rendimientos de papas se aproximaban a 30 cargas de llama por masa."10 La masa, extensión que un equipo barbecha con la chaquitaclla en un día, es sólo en apariencia una unidad de extensión, ya que es variable: se trata en realidad de una unidad de tiempo de trabajo (son tiempos de trabajo los que los campesinos intercambian en el ayni). Así pues es en relación con las limitaciones y objetivos de los sistemas de producción campesinos que examinaremos las cuestiones siguientes: ¿Por qué los rendimientos son tan variables, y, en promedio, tan bajos? ¿Cómo, en cambio, los campesinos obtienen los elevados rendimientos señalados por los estudios precedentes? 4. Los rendimientos como resultado de las estrategias campesinas 4.1. La comercialización, factor limitante de la producción Los rendimientos promedios de maíz en las comunidades de altura, arriba de Pisac (fig. 5.6), entre los 950 y 1840 kg/ha, están muy por debajo de la producción de la zona [y en particular de los rendimientos que mencionamos al comienzo de este capítulo, obtenidos en el fondo de los valles], porque en comunidades por encima de 3,400 m. este cultivo está en su límite de adaptación a la altura y al frío (Cosio et al., 1983: 100-101). ¿Para qué cultivar maíz tan arriba, allí donde otros cultivos serían más productivos? He aquí la explicación propuesta por Sabogal Wiesse (1966 : 1115): [[308]] "En el mundo actual, los campesinos indígenas practican una economía que en los altos círculos oficiales se califica de subsistencia (...) los rendimientos del maíz en Chacán [otra comunidad de altura del Cusco] resultan bajísimos. Esto es debido principalmente a Ya que la carga de la llama es de 25 a 30 kg., y la masa de 500 a 800 m2 en la región, ello equivaldría a 1215 toneladas/ha, en un período anterior a la difusión de las técnicas "modernas" en esta zona. 10 213 las condiciones ecológicas adonde se llega a producir maíz a los 3,700 metros sobre el nivel del mar (...) La agronomía moderna nos indica que este constituye un riesgo no-económico. La producción de maíz en las condiciones de Chacán consistiría en un absurdo manifiesto, existiendo valles en los cuales muchas veces la plétora abarrota los mercados (...) La meta explícita (...) del Ministerio de Agricultura es alcanzar una mayor producción agrícola, con la sementera más apropiada a condiciones ecológicas dadas (...) De esta manera el comunero dispondría de excedentes que pueda comerciar en los mercados de la zona (...) En consecuencia, en las condiciones ya descritas de Chacán, es preciso propiciar la sustitución de los muchos maizales por el cultivo "más racional" de la papa (...) Los precios en un mercado aún insatisfecho son iguales y a veces superiores a los del maíz (...) A más de la compulsión familiar para el cultivo anual del maíz, que constituye una pauta cultural en Chacán, los campesinos actúan de acuerdo a su experiencia vital, la cual, al ser confrontada con la de sus vecinos, es coincidente. (...) El hecho es que (...) [en] los sistemas de mercadeo (...) 'los peces grandes se comen a los chicos'" Y quienes mayor experiencia tienen al respecto son los propios campesinos indígenas, a los cuales la historia de sus propias vidas les indica los peligros de caer en las manos de los numerosos y voraces intermediarios de los centros de 'mistis' en la región.(...) La sustitución del maíz por un cultivo más 'racional' como la papa, les llevaría a entregarse inermes en manos de los 'rescatistas" (...) a los cuales los campesinos han eludido sistemáticamente. Y se lograría así reemplazar a gente pobre, relativamente autárquica y libre por deudores sumisos y siempre pobres (...)" Según este punto de vista, el autoconsumo aparece no como una supervivencia, sino como respuesta a condiciones muy actuales. Además, el riesgo de una mala cosecha impulsa a los campesinos a comprar lo menos posible de productos o de técnicas cuyo costo no será reembolsado con seguridad por el aumento de la producción; es el caso de los cultivos para el autoconsumo, o cuando el costo de esas técnicas es superior al valor monetario del aumento de la producción que permiten, cualquiera que sea la razón: "un minifundista que trabaja al partir, no tiene ningún interés en intensificar el cultivo de la papa, siendo así que ello significa, en promedio, una multiplicación por 1,8 del valor agregado por hectárea para un campesino propietario de sus medios de producción." (Salis, 1987: 10-18). Pero varios ejemplos muestran (y entre ellos el de la familia I, capítulo 6), que incluso aquellos campesinos cuya situación es muy precaria pueden adoptar nuevas técnicas más productivas cuando éstas se adaptan a su situación y les parecen tan seguras como las demás actividades económicas de la familia. 4.2. La competencia en el interior del sistema de producción. Prácticamente todos los estudios que hemos citado muestran que los rendimientos obtenidos dependen de la elección de prioridades efectuada en relación con las actividades no agrícolas de la familia: "En un ensayo sobre el efecto de cambio con una nueva variedad de semilla de papa y control de plagas, que se instaló en el campo de cinco diferentes agricultores, se tuvo una variable respuesta. Al analizar en detalle las razones para rendimientos tan diferentes como de 8 y 16 TM/ha, se encontró [[309]] que la diferencia se debía a que en unos casos el agricultor efectuó dos aporques oportunos, y en el de bajo rendimientos se había efectuado uno solo, en forma y época no adecuadas. Esta falta de atención al cultivo estuvo relacionada con una migración del jefe de familia, durante la época de labores culturales, hecho que se repite continuamente." (Tapia, 1986: 91). De manera más general, no se puede efectuar un diagnóstico sobre los rendimientos sin examinar la competencia entre producciones en el calendario de trabajo y en la afectación de los recursos monetarios. 214 4.3. La variabilidad "Es muy difícil tener una idea exacta de la productividad de los cultivos, porque varía según los años, según las unidades de producción y según las parcelas. (...) Si bien es cierto que así se consiguen resultados confiables, por el hecho de la extrema variabilidad, las cifras obtenidas valen para la parcela pero no pueden ser generalizadas." (Greslou, 1980: 179180). Es así que en el "maizal" bajo riego de Laraos, entre los 3,200-3,500 m. de altura, en el valle de Cañete, Brunschwig (1986) calculó, en un año climático favorable y para las cinco familias estudiadas (capítulo 6.3), un rendimiento promedio de 5,100 kg/ha, Pero los extremos que semejante promedio recubre y oculta son de 1,600 y 12,000 kg por hectárea (fig. 145)! 11 A 3,800 m. de altura (pero en un microclima muy abrigado en la península de Copacabana), a orillas del lago Titicaca, Hatch et al. (1983) informan también, en el caso de una parcela de 1,500 m2, un rendimiento de maíz muy elevado: 10,000 kg/ha de mazorcas enteras, o sea aproximadamente 5,000 kg/ha de grano. Obtenidos en dos regiones muy diferentes, estos rendimientos son probablemente excepcionales. Pero son precisamente las excepciones lo que nos interesa, por la respuesta completamente inesperada que dan a la pregunta formulada al comienzo: ¿qué rendimientos puede obtener una agricultura tradicional con medios técnicos tan limitados, en medios naturales tan diferentes y constrictivos? Y entonces, ¿en qué condiciones alcanzan los campesinos esos rendimientos, y por qué éstos son excepcionales y no habituales? t/ha 12 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0 Santiago Walter David Juan Antonio Fig. 145: Rendimientos de maíz en los campos de 5 familias de la comunidad de Laraos, el mismo año (Brunschwig, com. pers.) Todas las parcelas están ubicadas en el mismo maizal bajo riego. Las cinco familias son las de que se trata en el capitulo 6.3. Rendimientos de grano secado al aire. 11 Todos estos rendimientos, obtenidos en andenes bajo riego de algunas decenas a algunas centenas de metros cuadrados, no pueden ser comparados con los de parcelas grandes, de varias hectáreas. Por otra parte, no se midió la humedad del grano ni se redujo a la norma de 15 %, que sirve tanto para para las comparaciones de rendimiento como para las transacciones comerciales: lo esencial aquí está en la distancia entre los extremos, que es de la misma magnitud en el caso de los demás cultivos: de 4,770 a 19,340 kg/ha de papas en las parcelas de un mismo agricultor, en el mismo año, en Laraos (ver igualmente la fig. 146). 215 t/ha 10 Papas 9 8 7 6 5 4 3 2 1 Campos 0 t/ha 5 4 Cebada 3 2 1 0 Campos Fig. 146: Rendimientos logrados en sus diferentes campos por una familia campesina del Altiplano (N°2, cap. 6.1) en el mismo año. Oscuro: preparación del suelo con arado de palo jalado por bueyes Claro: preparación del suelo con chaquitaclla. "En zonas de monocultivo de maíz o sobre suelos poco desarrollados, la producción de grano puede variar entre 300 y 1000 kg/ha, mientras que en los suelos más profundos bajo riego, los rendimientos sobrepasan los 4000 kg/ha, como es el caso en el valle del Urubamba." (Tapia, 1987). "De estas variadas condiciones ecológicas es normal que los índices de producción sean también variables. Las variaciones no sólo obedecen a los pisos térmicos a los cuales tiene acceso el campesino, sino que estando caracterizada el 90 % de la tierra agrícola en condiciones de secano, es lógico que la intensidad y distribución de las lluvias afecte fuertemente el total de la producción. (...) El cultivo de la papa en sí incluye tres condiciones agroeconómicas diferentes (en una misma comunidad): - el cultivo en siembra grande , generalmente en secano o con riego temporal, entre los 3,500 a 3,800 m., cuya producción puede variar entre 4 a 30 TM/ha, dependiendo de la calidad y variedad [[310]] de semilla, densidad de siembra, nivel de fertilización, tipo de suelos y rotación, disponibilidad de riego, ataque de plagas y enfermedades, época y número de aporques, método de cosecha, con lo cual se puede explicar esta alta variación; - el cultivo en "maguay" o siembra adelantada con riego, que generalmente se cosecha entre enero a febrero. Este cultivo se efectúa en los mejores suelos y puede alcanzar rendimientos entre 20 a 30 TM. Es muy apreciado por el campesino en razón de que será el alimento para los críticos meses de febrero-abril antes de la cosecha grande. - el cultivo en "muyuy" o terrenos de rotación con largos períodos de descanso, en los terrenos más altos sobre los 3,800 m. Sus rendimientos son también muy variables entre 6 - 25 TM, y utilizan variedades amargas que soportan mejor las bajas temperaturas. (...) Los rendimientos son igualmente variables, según las condiciones, para los demás cultivos: de 400 a 1,500 kg/ha de habas y tarwi, de 400 a más de 3,000 kg/ha de quinua." (Kervyn et al., 1983: 8-10). La variabilidad (o la dispersión, en el sentido estadístico del término) de los rendimientos, entre parcelas que pertenecen a una misma familia, es una consecuencia directa ineluctable de la estrategia de dispersión de riesgos y complementariedad entre medios ecológicos diferentes. En efecto, ésta conduce a multiplicar las combinaciones tipo de medio x 216 variedad x fecha de siembra 12 x técnicas, para que [[311]] al menos algunas de ellas produzcan con toda seguridad. Pues bien, de hecho, en cada año sólo un pequeño número de estas combinaciones resulta "óptima", proporcionando un rendimiento elevado, y, como el clima es imprevisible, el campesino no sabe por anticipado qué combinación será la mejor. Cuadro 16. Pronósticos climáticos y resultados de la producción de papas en Asillo (Ramos, 1988: 41) Campaña agrícola 1983-84 1984-85 1985-86 1986-87 Pronósticos: fecha de siembra “favorable”. P = precoz, I = intermedia, T = tardía P IyT IyT IyT Fecha de siembra que ha dado los mejores resultados PeI IyT P P Rango de rendimientos medidos en el distrito (t/ha) 4 - 11 15 - 20 <9 P : 12 I y T: 1,5 - 5 Si tenemos en cuenta lo que se dijo más arriba sobre la comercialización y las competencias entre producciones, el resultado es un rendimiento promedio automáticamente bajo: así, en un nivel global, las estadísticas oficiales no están necesariamente muy alejadas de la realidad. Pero el interés de estos promedios se limita a algunas utilizaciones. Toda comprensión de lo que hacen los campesinos, y aún más toda acción, deben tener en cuenta necesariamente esta variabilidad y sus causas: las estrategias de dispersión de riesgos, de utilización complementaria de zonas de producción diferentes, y de pluriactividad, con las prioridades y jerarquías propias de cada familia campesina. [[312]] Una de las facetas del trabajo del agrónomo es comparar los rendimientos reales obtenidos en cada parcela con el rendimiento "potencial" permitido, en las mismas condiciones de medio natural, por las mejores técnicas actualmente disponibles, y luego identificar los "factores limitantes" que expliquen las diferencias observadas. Lo que antecede plantea dos preguntas: - ¿cuáles son las potencialidades, a veces insospechadas, que revelan los rendimientos más elevados? - cuando los factores limitantes eran modificables por el agricultor, ¿por qué no lo ha hecho éste? ¿Qué obstáculos se lo han impedido? ¿De acuerdo a qué criterios evalúa "el" rendimiento de cada una de sus parcelas? Un análisis de los rendimientos obtenidos en el campo no tiene sentido sino en relación con el sistema de producción de la familia que las cultiva. El agrónomo no tendrá oportunidad de utilizar eficazmente sus métodos para permitir aumentar los rendimientos en los casos en que tal pueda ser su objetivo sino allí donde este aumento, y los medios para lograrlo, correspondan a la estrategia de la familia campesina: antes que nada y desde luego su estrategia actual, pero también, prudentemente, otras estrategias a considerar cuando los aportes técnicos exteriores permitan ampliar el abánico de posibilidades. 12 Los campesinos determinan en parte sus fechas de siembra en función de un "pronóstico climático" que resulta de la observación de las plantas, los animales, las estrellas... Pero este pronóstico es a menudo erróneo, lo cual no contribuye mucho que digamos a reducir la variabilidad de los rendimientos, como ilustra el cuadro 16. 217 Anexos al capitulo 5 A- El papel de las llamadas malas hierbas : pistas de investigación [[313]] Daniel W. GADE, Albéric HIBON, Pierre MORLON, François TARDIEU 13 "El primer problema que se nos planteó fue definir cuáles son las plantas en una parcela que deben considerarse como "cultivos asociados", y cuáles son las "malas hierbas": el límite entre ambas categorías es muy impreciso en los minifundios andinos. Cuando ingresa en un campo de maíz asociado, el observador se da con un gran número de especies. Todas esas plantas no son consideradas de la misma manera por el agricultor, y no tienen el mismo origen. Proponemos por ello distribuir las plantas de una parcela en cuatro categorías, que son las siguientes: - las plantas sembradas y cosechadas: son las consideradas habitualmente como cultivos (...) - las plantas cultivadas no sembradas pero sí cosechadas: luego de la cosecha, algunas semillas del cultivo se quedan en el suelo y brotan al año siguiente. El número de plantas de este tipo es generalmente reducido, pero en ciertos casos puede ser importante (granizo que a la vez "cosecha" y siembra para el año siguiente, o cañihua que a menudo es cosechada por dos años consecutivos, ya que muchos granos se caen al suelo en el primero). Los cultivos no sembrados son considerados de manera diferente por un minifundista que los cosecha, y por un agricultor medio que no los cosecha, y los considera, por lo tanto, como malas hierbas. - las adventicias no sembradas pero cosechadas : existe un gran número de especies que son utilizadas por los agricultores, ya sea para la alimentación humana, ya sea para la alimentación de los animales. Estas plantas no pueden, en consecuencia, ser consideradas como "malas hierbas", ya que son deseadas por los minifundistas. - las adventicias no sembradas y no cosechadas: algunas de estas plantas son fácilmente eliminadas, en tanto que otras plantean un real problema agronómico (Pennisetum clandestinum o "kikuyu" y Rumex acetosella, en la región estudiada). En las parcelas principales de un agricultor mediano, toda planta diferente del cultivo principal es considerada mala hierba y eliminada, en tanto que el minifundista no considera mala hierba sino las plantas que no puede utilizar, y que al mismo tiempo significan el riesgo de una reducción del rendimiento del cultivo principal." (Tardieu, 1978, 1980). En la encuesta sobre maíz en la región del Cusco, de 70 a 100 % de los agricultores (de acuerdo a la zona y el tipo de UPA) manifestaron que las malas hierbas constituyen un problema, y casi todos que luchaban contra ellas. Pero de 67 a 88 % dan un uso a estas "malas hierbas." En Chacán, cerca del Cuzco, [[314]] "la alimentación del ganado se completa durante los 5 meses de lluvia con la "grama" o kikuyo que cubre todos los caminos y espacios libres, y con el "nabo", "perka," que crece como maleza en el maizal. Su volumen es suficiente para abastecer a las reses 14 y aun para engordarlas de acuerdo a las exigencias del mercado 13 El presente texto es una puesta al día de la "Note sur le rôle des herbes dites mauvaises dans les systèmes de production andins" (in: Morlon, 1981a). 14 Según Sotomayor (1988, citado por Kervyn et al., 1989), en la comunidad de Cuyo Grande "las malezas cortadas durante tres meses en las chacras de maíz y habas bajo riego, representan en promedio unos 9,500 218 peruano, solamente en la citada época (...) Puede observarse así, en las tardes a los miembros de las diferentes familias retornando a sus casas cargados con enormes atados a sus espaldas." (Sabogal Wiesse, 1966). "En la mayoría de los terrenos agrícolas existe una invasión significativa de "malezas" que no son eliminadas sino que se emplean como recurso forrajero. El nabo silvestre (Brassica sp.), trébol de carretilla (Medicago lupulina e hispida) son ampliamente utilizados como forraje." (Tapia, 1986: 61). Esto es notable en la medida en que el estudio de la repartición de cultivos practicada en las unidades de producción pequeñas y medianas muestra que un porcentaje muy bajo de tierras es destinado exclusivamente a pastos temporales o cultivos forrajeros. La existencia del ganado, principalmente de los bovinos de labor, indispensables en el contexto agroeconómico actual para realizar determinadas labores, es posible, pues, gracias a una valorización de todos los recursos forrajeros del sistema de producción, cualquiera que sea su valor nutritivo reconocido y su origen: pastos naturales (correspondientes a las tierras menos fértiles, las que se hallan a mayores alturas y a mayor pendiente), bordes con hierba de las parcelas y de los caminos, desechos de cosecha de los diferentes cultivos, y adventicias que acompañan a estos cultivos. Esta valorización, llevada al extremo, y este hábito de no dejar que se pierda nada, ¿traduce la presión demográfica que se ejerce actualmente sobre los sistemas de producción estudiadados? Hace cuatro siglos, Garcilaso hablaba sobre todo de la eliminación de las malas hierbas: "De todas estas flores y yerbas que hemos nombrado, y otras que no he podido traer a la memoria, hay ahora tanta abundancia que muchas de ellas son ya muy dañosas, como nabos, mostaza, yerbabuena y manzanilla, que han cundido tanto en algunos valles que han vencido las fuerzas y la diligencia humana toda cuanto se ha hecho para arrancarlas (...) (Garcilaso, 1610, libro IX, capítulo 29). En nuestros días, "por mala hierba que sea, la mostaza silvestre (Brassica campestris) es claramente valorizada por la población campesina, como alimento para ella misma y para los animales. Esta idea de utilidad, condicionada por una magra existencia y por una percepción ávida de todos los recursos disponibles, [[315]] tiene su origen en una larga tradición andina de empleo de hierbas en la alimentación.15 El consumo, ampliamente kg de forraje verde por hectárea, consumido por los animales. Después de la cosecha quedan en las chacras, para el pastoreo colectivo, unos 2,000 kg de materia verde comestible por ha". Ello hace en total aproximadamente 3,000 kg de materia seca por hectárea, ... que se tienen que añadir a los datos de la figura 144. 15 En lo que respecta a la alimentación humana, Guamán Poma, a comienzos del siglo XVII, había repetido con insistencia la importancia de los "yuyos" o hierbas en la alimentación, sobre todo el los períodos entre cosechas: "... y cogían hierbas de comida de las susodichas para secarlas y tenerlas en el depósito - collca para el otro año." (p. 228). "... en este mes [agosto] hay gran falta de yuyos y mucha carne y poca fruta." (p. 251). "... desde este mes [febrero] se puede comer verduras sin daño porque están maduras (...) y en este mes han de sacar acequias y aderezar las aguas manantiales y pozos y aderezar las chacras andenes y sacar piedras para casas y sembrar mucha verdura..." (p. 1134). "[marzo] y comer lindas verduras y sanas." (p. 1137). "[mayo] se ha de coger yuyos verduras y secarlas para ogaño y tener que comer coger onquenallachoc - pinau - paconca y todos los demás yuyos y ponerlas a secar y guardarse para todo el año (...) en este mes todas las verduras son buenas y medicina." (p. 1143). "[julio] se ha recogerse todas las comidas y frutas pasadas y verduras secas - cachayuyo - y meterlos en los depósitos y despensas." (p. 1149). Pero parece que bajo el término de "verduras" Guamán Poma designa tanto las legumbres verdes cultivadas como las hierbas "salvajes", sin precisar si éstas últimas crecen como adventicias de los cultivos o fuera de los 219 difundido de octubre a marzo, de plantas de hojas anchas silvestres o adventicias, se vio reforzado por la introducción y la dispersión de Brassica. En lugar de quitarles un precioso espacio a otros cultivos, con el fin de hacer crecer las legumbres verdes necesarias, se los obtiene fácilmente entre los cultivos existentes. La organización e intensidad de con que se saca las Brassica reviste la importancia de una cosecha, y es más que una simple recolecta. Como hierba comestible, las hojas basales en forma de lira de las Brassica son especialmente bienvenidas como suplemento alimentario cuando bajan las reservas de la cosecha precedente. Inclusive son vendidas en los mercados a fines del año. Las hojas cocidas son el ingrediente de base de una decocción picante ("yuyo jancha"), corriente en el régimen alimenticio de estos meses. Se consigue [así] de las Brassica adventicias variedad en el menú y vitaminas y elementos minerales (Leung, 1961: 38); si se considera que es la principal verdura que la gente del pueblo consume durante una parte del año, puede desempeñar un papel no desdeñable en el mantenimiento del nivel de salud." (Gade, 1972: 39-40). Este ejemplo de Brassica campestris en los Andes centrales muestra las bases biológicas, ecológicas y culturales sobre las cuales se puede iniciar un proceso de domesticación de muchas plantas por el hombre: 1) Existe o se introduce una especie determinada; 2) Esta crece en un habitat modificado por el hombre; y 3) Es percibida como un elemento, actual o potencialmente, útil para la economía doméstica, más que como un elemento intruso y sin interés. Juntos estos tres factores crean una simbiosis inconsciente entre la planta y el hombre, en que la Brassica se beneficia con la preparación de un habitat abierto, con la dispersión de las semillas y con alguna protección, y en que a su vez el campesino aprovecha útilmente la adventicia. Numerosas generaciones de colonización no intencional y de cosecha puedan hacer una adventicia cultivable un cultivo in statu nascendi antes de que sea realmente cultivada. Sin embargo, la domesticación propiamente dicha comienza solamente con el cultivo premeditado, y más tarde el control selectivo de la variación natural. (...) El cultivo de Brassica campestris por su intrínseco interés en los Andes Centrales dependerá, por una parte, de la continuación de la actitud negativa respecto a las huertas y los forrajes cultivados, de la baja productividad de los cereales, o de la no aplicación de las técnicas de deshierbe industrial como los herbicidas. Dados los cambios sociales y agrícolas que se producen actualmente en la región, una futura domesticación local de esta especie es improbable." "La actitud del hombre frente a las plantas en el complejo cultivo-adventicias es revelada por la manera con que las define con palabras o con acciones: "adventicias rechazadas," "adventicias toleradas", "adventicias estimuladas," "adventicias cultivadas," hasta los "cultivos domésticos" propiamente dichos. Adventicias que finalmente evolucionaron a plantas cultivadas, y que primeramente [[316]] tuvieron que ser percibidas como plantas útiles, antes de ser domesticadas. Una atenta observación de sus posibilidades de cultivo es una de las actividades agrícolas secundarias que hoy ha desaparecido de las latitudes medias industrializadas." (Gade, 1972). Pero, se nos dirá, se sabe bien que la presencia de "malas hierbas" reduce, a menudo de manera considerable, el rendimiento del cultivo. Ello es verdad, pero exactamente tal como sucede en los cultivo asociados: el rendimiento en granos o tubérculos del cultivo que consideramos principal no es el único que interesa al campesino. Recordemos cómo Isidro (familia II, cf. capítulo 4 ) explica la invasión de sus parcelas de cultivo: "Habría podido quitar las malas hierbas, pero las necesitaba para los animales; es por eso que las he dejado para cuando éstos regresen" (de la puna). campos. En todo caso su papel era muy importante, y estrechamente vinculado en su espíritu a los problemas de salud. En el estudio que presentamos en el capítulo siguiente, la principal carencia alimentaria es la de la vitamina A. 220 Con ocasión de un cursillo para promotores campesinos del Altiplano, éstos reaccionaron de modo muy vivo ante una exposición sobre el deshierbe químico: "¡Pero nosotros necesitamos esas hierbas para el ganado!". En el valle de Cañete, "en una terraza con riego invadida por el kikuyo, un agricultor sembró maíz en hoyos, entre los terrones no pulverizados que resultaron del barbecho con chaquitaclla. Una parte del kikuyo fue quemada; la otra, enterrada bajo los terrones, no fue destruida. Al escalonar la operación del deshierbo en dos ciclos sucesivos de cultivo de maíz, el agricultor se garantizó, en detrimento del rendimiento de maíz, una reserva forrajera para el pastoreo luego de la cosecha, y un aporte de cenizas renovado en cada ciclo." (D. Hervé, comunicación personal). En lugar de cultivar separadamente parcelas de especies alimenticias (productoras siempre de forraje), y parcelas de especies exclusivamente forrajeras, que exigirían trabajo y semillas, los campesinos tienen asociaciones entre especies alimenticias cultivadas y adventicias espontáneas. Estas no necesitan semillas y ningún trabajo hasta la cosecha, y proporcionan forraje mucho más precozmente que los pastos naturales, que brotan muy lentamente, con lo cual llenan un vacío en el calendario forrajero. ¿Son importantes las disminuciones de rendimiento por causa de las malas hierbas? Más bien que citar los pocos resultados de las mediciones que poseemos, ninguna de las cuales se puede generalizar, mostraremos en dos situaciones diferentes de qué modo las prácticas campesinas de deshierbe tienden a evitar la competencia entre adventicias y cultivos: - Cuando la densidad de cultivos es muy baja, tal como sucede a menudo en el Altiplano, al comienzo de la temporada, "el aporque y la desyerba generalmente no comienzan hasta fines de diciembre o principios de enero (...) se realiza el aporque y desyerbe una sola vez en una temporada. El granizo y la helada representan amenazas de magnitud e importancia mucho mayores." (Carter y Mamaní, 1982: 101). Y es precisamente en razón de las heladas que la siembra o la plantación se efectúan tardíamente, dejando campo libre a las adventicias, que valorizan factores del medio aún no utilizados plenamente por el cultivo, al mismo tiempo que protegen el suelo trabajado contra la erosión. - A una altura más baja, y en el caso del maíz que a comienzos de su crecimiento es mucho más sensible a la competencia de las adventicias , lo más frecuente es que los pequeños agricultores andinos practiquen de 1 a 3 deshierbes por escarda y/o aporque en los dos primeros meses del cultivo. A continuación dejan crecer las [[317]] adventicias hasta que alcancen un volumen importante; las cosechan entonces, progresivamente, para la alimentación animal, y, en algunos casos (Brassica campestris) humana. En la región de Cuzco el control de las malas hierbas se hace manualmente, en dos etapas principales: la primera en el momento del primer aporque (Jallmay), más o menos de 30 a 40 días después de la germinación; luego antes de la floración, cuando el agricultor las cosecha poco a poco, seleccionando las que pueden servir de forraje o para la alimentación humana. El efecto negativo de las "malas hierbas" en el cultivo es relativamente reducido, ya que, gracias a los primeros deshierbes, la invasión por las adventicias no se efectúa sino una vez que que el cultivo se halla sólidamente establecido; por otra parte, determinadas especies de adventicias no prosperan sino en suelos abundantemente provistos de elementos nutritivos, de los cuales son, por otra parte, indicadores. Estas "malas hierbas" pueden desempeñar papeles positivos en la agricultura, siendo el más importante la fijación del nitrógeno: a menudo podemos observar "asociaciones" de cebada o maíz con alfalfas (Medicago lupulina o hispida) y de quinua con lupinos salvajes. Estos últimos no son comestibles por los animales, pero, si nos referimos al volumen de los nódulos, probablemente fijan cantidades superiores de nitrógeno a las de la mayoría de las demás especies. Todas estas razones pueden explicar porqué el deshierbe selectivo tradicional permite rendimientos culturales más elevados que los de los deshierbes químicos efectuados en fechas 221 impuestas por la naturaleza del producto, y no escogidos en función de objetivos de rendimiento o de alimentación de los animales. B- agronomía y gastronomía 16 Cuando volvimos a visitar a las cinco familias campesinas con las que habíamos trabajado ocho o nueve años antes (ver el capítulo siguiente), les preguntamos qué técnicas seguían empleando de las que les habíamos propuesto nosotros, o les habían propuesto otros. Algunas de las respuestas fueron las siguientes: - Se dejó de lado una variedad de cebada traída de Huancayo a Huancho hace mucho tiempo (familia III) porque el grano no revienta cuando se pone a tostar (e "incluso los burros no comen su paja"). En Camata, Isidro (II) sembró en las parcelas de mayor riesgo (heladas, inundaciones) , y por lo tanto perdió, a lo largo de los años - las variedades de cebada común que le habíamos llevado nosotros, reservando las parcelas más seguras para las variedades de granos desnudos, cuya preparación culinaria es mucho más fácil. - En Huatta (V) y Huancho (III), las papas "mejoradas" y de alto rendimiento fueron convertidas en "chuño", mediante la alternancia helada-sol, ¡de la misma manera que las variedades amargas y los tubérculos enfermos o dañados, y eso a pesar de que su gran tamaño obligue a pelarlas previamente para ello! En efecto, los campesinos les reprochan ser "aguanosas", siendo así que preferen las variedades "harinosas", sobre todo cuando se plantan precozmente en octubre. De manera general en la región, los campesinos se quejan de que las papas que recibieron fertilización química son "aguanosas" (lo cual podría deberse a un desequilibrio entre elementos en las dosis recomendadas). [[318]] - En Huatta (V), las mashuas o isaños cosechadas en el morro son consumidas por los mismos campesinos, ya que son mejores que las que se cultivan en los camellones de la pampa, que se destinan a la venta. Y el grano de cañihua no revienta cuando se tuesta sino sólo cuando proviene de suelos arcillosos (ch'anka), y no de arenosos (aq'o). Uno se topa con las mismas observaciones en otras partes del Perú. Cerca del Cusco, "experimentalmente, se ha encontrado que los rendimientos de papa obtenidos por los campesinos podrían aumentar de 60 a 80 % con sólo el cambio de variedad. Sin embargo, los incrementos no van aparejados con la calidad del producto, por lo cual existe un rechazo al cambio total" (Cosio et al., 1983: 9). En el valle del Mantaro, "en general, los productores consideran a las variedades mejoradas en relación con las nativas como que rinden más (...), y por el contrario son de baja calidad culinaria, tienen precios más bajos y no soportan períodos más o menos largos de almacenamiento" (Franco et al., 1979: 43). Brush et al. (1981), citados por Rhoades (1984: 10), "han demostrado que las parcelas plantadas con mezclas de variedades indígenas son apreciadas por sus cualidades culinarias y el consumo en casa, mientras que las variedades mejoradas están destinadas al mercado o al intercambio, y son plantadas en cultivo puro." Y, en el caso de todas las especies, la enumeración por los campesinos de las numerosas variedades que cultivan, incluye en primer lugar, antes que las características agronómicas (precocidad, resistencia a las heladas...), la utilización culinaria de cada una: por ejemplo en las cercanías del Cuzco, en el caso del maíz, cada una de las variedades existentes responde a hábitos y costumbres alimentarias diferentes: la variedad "Blanco Urubamba", de grano grande, blanco y tierno, da magníficas mazorcas que se cogen en estado lechoso ("choclo") y se comen sancochadas con el queso local. La variedad "Amarillo Oro," de grano amarillo, más pequeño y duro, se conserva mejor que la anterior; se consume a lo largo de toda la temporada en forma de granos sancochados: 16 Los autores son los mismos que los del conjunto del capítulo 5. 222 se trata del "mote", una de las bases de la alimentación, junto con las habas, en los días de labores agrícolas. Otras variedades (Chullpi, occe, piskorunto, confite) son consumidas en forma de granos reventados, después de tostarse en las cenizas, o con un poco de aceite: la cancha. Todas estas variedades son la base, igualmente, de una bebida: la "chicha" o cerveza de maíz, ligeramente fermentada y rica en vitaminas. Las variedades de maíz que se cultivan en seco (pucuto, uchumuyo) son, en general, variedades precoces, de mazorca corta y grano pequeño y coloreado, bastante duro. Es el que los agricultores consumen al último, durante los meses de marzo o abril. Permiten hacer puente con la cosecha siguiente. Todas estas modalidades de consumo del maíz y de otros alimentos revisten en general una gran importancia en las relaciones de trabajo recíprocas, ayni o minka. La calidad del trabajo realizado por los miembros de la comunidad que vienen a trabajar en ayni depende en mucho de las viandas y bebidas que ofrecen los propietarios de la parcela (cf. igualmente Gade, 1975; Fonseca, 1977; Tapia, 1986: 52-58; Carter y Mamaní, 1982: 90-108; Orlove, 1987). Se puede tratar de averiguar en qué medida lo que los campesinos producen determina lo que comen, relación que no siempre es fácil de poner en evidencia a causa de la importancia de los intercambios (Sautier y Amemyia, 1986). ¿No se podría, inversamente, tratar de comprender de qué manera lo que los campesinos quieren [[319]] consumir determina lo que cultivan, y el modo cómo lo hacen? Hemos visto la primacía de la búsqueda de la seguridad alimentaria, mientras que el paso por el mercado representa a menudo una pérdida considerable. Pero tal seguridad no es solamente cuantitativa, y en particular: - de la misma manera que la dispersión de riesgos, la diversidad de usos culinarios implica la de las especies y variedades; - en regiones donde el combustible es escaso y la temperatura de ebullición del agua más baja, a causa de la altura, la facilidad de cocción es un criterio esencial de elección. Sin embargo, hay que ser muy prudentes antes de convertir en regla estas observaciones. Las prácticas evolucionan y no siempre corresponden a lo que dicen las gentes. Así, en Chumbivilcas (Bourliaud y Reau, comunicación personal), con ocasión de encuestas en las casas de los campesinos, éstos afirman que separan las parcelas de papa para la venta de las que se destinan para el auto-consumo. Pero si se concurre a la cosecha se constata que hay de 12 a 15 variedades en una parcela que se había señalado como de una sola...y los 3 montones para consumo, para "chuño" y para venta, se hacen tanto en las parcelas de variedad reciente "comercial" como en las de variedades tradicionales, y no se advierte prácticamente ninguna relación entre variedad, destino anunciado y técnicas culturales, explicándose éstas por otros factores (capítulo 1). 223 CUARTA PARTE. PUNTOS DE VISTA SOBRE LOS SISTEMAS DE PRODUCCIÓN. [[321]] Capítulo 6 Agricultura y ganadería en la economía de la familia campesina : identidad andina y diversidades regionales [[322]] [[323]] Tantos esfuerzos empleados para dispersar los riesgos y acondicionar el medio, ¿permiten a los campesinos andinos vivir, y más simplemente alimentarse? ¿Cómo? Para responder - a falta de una película sobre los trabajos y los días, las fiestas y las enfermedades - presentaremos aquí algunas de las familias campesinas con las que hemos trabajado por largo tiempo. 1. Diez años en la vida de campesinos de las riberas del Titicaca Beatriz MONTOYA, Pierre MORLON, Sharon CHANNER 17 1.1. Marco y objetivos institucionales; método de estudio. El Proyecto "Colza y Cereales" de la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional tuvo como misión introducir el cultivo de la colza, la reintroducción del cultivo de trigo (prácticamente abandonado desde hace varias decenas de años), y la mejora del de la cebada en el altiplano del lago Titicaca, por encima de los, 3,800 metros de altura (fig. 147): esta región es la única que posee en los Andes peruanos vastas llanuras mecanizables y susceptibles, a pesar de los obstáculos climáticos, de producir para reducir de manera significativa las importaciones del país en cereales y oleaginosas (Morlon, 1981 b). El Perú, en efecto, sólo produce una centena de miles de toneladas de trigo por año, frente a un consumo creciente que ha sobrepasado el millón de toneladas a comienzos de los años 80: las importaciones de cebada representan el tercio del consumo, y un 70 % en el caso de la cebada cervecera; y, en fin, la dependencia frente del exterior es superior al 95% en lo que respeta a oleaginosas (Lajo, 1982). [[324]] Es en tal perspectiva que, a mediados de 1978, se decidió estudiar las condiciones y obstáculos para el aumento de la producción de los cultivos alimenticios para el mercado por los productores de la zona climática más favorable a la agricultura : los alrededores del lago Titicaca, los mismos que, según las estimaciones oficiales de 1977, reunían en comunidades campesinas el 45 % de la población rural de toda la región, y proporcionaban más del 60 % (en valor) de los productos agrícolas del departamento de Puno. 17 Respetivamente antropóloga, agrónomo y nutricionista. Este capítulo reproduce, completándolas, las exposiciones de Morlon et al. (1986, en francés) y Montoya et al. (1986, en español). 224 Tal perspectiva planteaba un conjunto de preguntas, la primera de las cuales resulta central: - ¿Hay compatibilidad entre un objetivo macro-económico externo a los campesinos, formulado en la época como "transformar el Altiplano en granero del Perú," y el funcionamiento actual de los sistemas de producción campesinos (condicionado a su vez por un papel muy diferente, cual es el de proveedor de lana y reservorio de mano de obra barata, asignado a la región desde hace un siglo y medio)? [[325]] - ¿Cómo se puede explicar e interpretar este funcionamiento, más allá de las exposiciones descriptivas de la literatura etnológica, y de las cifras de la literatura económica? ¿Qué relaciones se puede encontrar entre lo que producen los campesinos y su nivel de vida, en particular su alimentación? - ¿Qué mejoras técnicas y económicas se debe buscar para estos campesinos? ¿Qué es lo que ellos piensan al respecto? ¿En qué condiciones el apoyo técnico o una ayuda económica limitada en el tiempo pueden tener consecuencias positivas duraderas, es decir susceptibles de desencadenar un proceso capaz de autosostenerse? La idea de partida era identificar los "cuellos de botella" a través del ensayo, entre las diversas técnicas propuestas por nuestro Proyecto y otros presentes en la región, de las que nos parecían adecuadas a la situación de cada una de las familias campesinas estudiadas. Expusimos en cinco comunidades, en que el Proyecto ya trabajaba, los objetivos y método de estudio a una asamblea, que eligió una familia entre las voluntarias. Así fue implicada toda la comunidad, la misma que pudo observar nuestra labor y sus resultados... lo que por otra parte determinó, al año siguiente, peticiones que, en razón de las separaciones institucionales y la política elegida por el Ministerio de Agricultura, no pudimos satisfacer en su integridad. El camino elegido garantizaba las mejores probabilidades de éxito a la tarea emprendida, pero excluía evidentemente la búsqueda de toda representatividad estadística (¿basada en qué datos, en qué criterios...?). Hemos trabajado así con cinco familias campesinas, todas moradoras de las proximidades del lago Titicaca, y diferentes sobre todo en su situación en cuanto a la tenencia de tierras, y asimismo en lo relativo a las condiciones del suelo, el clima y la lengua (quechua y aymara). Luego de un inventario inicial del conjunto de medios de producción (y, como parte de ello, el levantamiento de un plano de las parcelas, tomando nosotros a nuestro cargo el trabajo de medirlas, ya que no existen catastros en las comunidades), había que ofrecer, en relación con cierto número de parcelas o fracciones de las mismas, y sin cambiar la naturaleza del cultivo previsto, lo siguiente: - consejos técnicos, nunca obligatorios, basados en la percepción que teníamos de los problemas de la parcela y del sistema de producción; - semillas seleccionadas y certificadas, provenientes de las investigaciones agronómicas efectuadas en la región, y fertilizantes. Durante todo el año agrícola de 1978-1979 nuestro equipo, compuesto por una antropóloga, un agrónomo y una nutricionista, ha seguido y registrado las actividades de cada familia: trabajos agrícolas en las parcelas, intercambios en los mercados semanales, y alimentación. No conocíamos estudios similares realizados con familias campesinas de los Andes peruanos, y nos concentramos, por ello, más en la comprensión de lo que sucedía a nivel familiar que en el de la comunidad, sobre el cual existía ya una abundante literatura. Cerca de diez años más tarde, en 1986 y 1988, uno de nosotros regresó a visitar a esas familias. Un lapso como éste, excepcional en esta clase de estudios 18, nos permite: 18 Señalemos aquí, en el Altiplano boliviano, el trabajo realizado sobre un período de quince años en la comunidad de Irpa Chico, por Carter y Mamaní (1982), en una perspectiva mucho más antropológica. 225 [[326]] - disponer de unos doce años de la historia de cada familia y de su sistema de producción. Durante este período se produjeron importantes cambios en la composición de las familias, las cuales, por otra parte, debieron soportar las más grandes inundaciones del siglo (1986), luego de la grave sequía de 1983; - comparar lo que había sucedido en cada una de ellas con las perspectivas que habíamos avizorado y escrito después de la primera etapa de estudio, pues un trabajo como éste debe ser juzgado en función de la calidad de las previsiones que permite. Tal es la razón por la que presentaremos sucesivamente, para cada familia, las dos etapas, no reteniendo sino lo que nos parece necesario, ya sea para ilustrar la vida de las familias campesinas, ya sea para extraer un esquema y conclusiones que habremos de comparar en seguida con otras regiones de los Andes. 1.2. Presentación de las familias y de su historia. 1.2.1. Composición familiar y medios de producción al comienzo del estudio: comparación de conjunto. Hemos reunido en el cuadro 17. las características principales de las cinco familias y de sus comunidades, tal como fueron anotadas al empezar el estudio. Se distinguen muy claramente dos grupos: - I y II : familias muy pobres, con más o menos media hectárea de tierra, en la que el descanso pastoreado desaparece progresivamente, pero que explotan parcelas de totora en el lago Titicaca (figs. 166 y 174); - las familias III, IV y V poseen superficies diez veces mayores, de las cuales más de la mitad está en pastizales naturales o en descanso. En cambio no hay utilización de parcelas lacustres, o carece de importancia (figs. 153, 156, 163). Hay una relación indirecta entre extensión de tierra disponible por familia y acceso al lago: las más altas densidades de población, que alcanzan hasta 200 habitantes por km2 de tierra firme, se hallan en las riberas del lago, en particular allí donde abundan las totoras que sirven de forraje para los bovinos en la estación seca, y de materia prima para la fabricación de embarcaciones, techumbres, "q'esanas"... A pesar de la desproporción entre las superficies totales, el número de parcelas de cultivo varía muy poco en torno a 25; vemos en ello, más allá de los azares de la historia de la constitución de las propiedades, un reflejo de las necesidades del manejo de un sistema de policultivo-ganadería, teniendo en cuenta la variedad de cultivos y sucesiones practicadas y la dispersión de riesgos entre diferentes condiciones de tierra y clima. Tal dispersión se consigue gracias a dos tipos de disposición de las parcelas en el terreno, característicos de cada comunidad (capítulo 3.6): - en "banda" o "faja transversal", alargada de la línea de crestas a la orilla del lago o al límite del terreno en la llanura. Las divisiones efectuadas con ocasión de las herencias se hacen longitudinalmente, dejando explotaciones de una sola pieza, o casi de una sola (figs. 149, 152, 155). - en "archipiélago" de parcelas aisladas y dispersas, cada una de las cuales es dividida con cada generación (figs. 167 y 171). Interpretamos esta disposición como resultado de una degradación bastante reciente (¿más o menos un siglo?), vinculada a una muy fuerte densidad poblacional en comunidades en las que la extensión promedio por familia, incluidas las totoras y hierbas acuáticas, es de 1 a 2 hectáreas. [[328]] Notaremos en fin que la escolarización de los niños depende a la vez del nivel de vida de la familia (aunque la enseñanza es gratuita, la escuela cuesta caro y es, por lo tanto, un poderoso factor 226 de agravación de las desigualdades sociales) y de su estrategia a largo plazo. En el caso de las cinco familias, todos los niños en edad escolar van a la escuela, excepto dos niñas de la familia I, y el hijo mayor de la "comadre" alojada en casa de la familia IV. Presentaremos sucesivamente las cinco familias, comenzando por la que posee más tierras: 1.2.2. Familia V (comunidad de Huatta - Collana Segunda). 1978 - 1979. Viven juntas aquí tres generaciones. Los padres tienen más de 70 años. Silvestre trabaja todavía en la chacra y posee una fragua donde repara las herramientas de la familia; su esposa permanece en la casa, donde teje y cocina. Un hijo soltero, Melesio, 30 años, se ocupa de los cultivos; es en su comunidad uno de los promotores de campos colectivos experimentales o de demostración, conducidos bajo diferentes proyectos de desarrollo. Una hija, Inocencia, vive con sus dos hijos en la segunda casa en la "pampa," donde cuida los animales, ordeña las vacas y fabrica quesos. Otros cuatro hijos han dejado el hogar, entre ellos Héctor, jefe de la familia IV. Los terrenos, hasta que se dividen com el cambio generacional, alcanzan casi 10 hectáreas (figs. 148 y 149). La elevada proporción de pastos naturales se explica, desde luego, por las extensiones situadas en la pampa, expuestas a las heladas y a menudo húmedas, incluso más o menos salinizadas, pero también por la falta de mano de obra: la familia recurre ya sea al ayni, ya sea a jornaleros pagados con dinero en las labores y la siembra, y con productos en la cosecha. En 1978, y por primera vez, se utilizó en una parcela un tractor "que pasaba sobre el camino" (sic). Y sobre todo, dice Melesio, la importancia de los pastizales se debe a que "cultivamos sólo para comer, y el ganado también necesita hierba." Fig. 148: Comunidad de Collana Segunda. La casa de Melesio está en el centro de la foto (Julio de 1986). PM. En efecto, en los últimos años los recursos monetarios de la familia provenían casi exclusivamente del ganado: quesos, huevos y animales en pie (fig. 177), con excepción de los alimentos de la ayuda internacional distribuidos en compensación por trabajos realizados por la colectividad (las cinco familias estudiadas habían recibido así aceite y cereales). Pero a fines de marzo de 1979 una granizada de violencia excepcional destruyó casi todo: una vez deducido el pago en producto a los jornaleros, la cosecha se redujo a unas diez arrobas de cebada y otro tanto de cañihua, cosechados antes de la granizada, y tres toneladas de papas (con un rendimiento promedio de 12 t./ha., muy superior al de los vecinos, gracias a las técnicas propuestas: semillas y abonos). 227 [[327]] Cuadro 17. Composición familiar y medios de producción al inicio del estudio. I Aymara II Aymara III Aymara Poco unida, población densa. Plan piloto de comunidades modelos. Población muy densa. Chacras comunales. Organización dinámica y reivindicativa. Colegio, feria semanal. Superficie total (ha) Cantidad de familias 355, incluye una laguna 186 (1967), 136 (1978 120 (1967, 153 (1978) 109 (1967), 84 (1978) 3,000 512 (1967), 785 (1978) 397, de los cuales una minoría son comuneros. Medio natural Península aluvial plana, inundable Ribera del lago en parte inundable. Topografía variable. Valle abrigado con árboles. Terrazas. Riego. -Pampa húmeda en tiempo de lluvias, con riesgo de heladas nocturnas -Cerro seco con piedras (caliza y arenisca) Composición familiar Padres 35 y 34 años Padres 42 y 40 años Padres 45 y 44 años Padres 31 y 27 años (subrayados : escolarizados) 3 hijas (17 – 8 - 2 años), 2 hijos (12 - 5 años) 2 hijas (21 - 10 años), 2 hijos (19 - 7 años) 5 hijas (18-17-16-12- 8 años), 3 hijos (20-18-16 años) 2 hijos (6 - 1 años) Padres 30 y 35 años Comadre 26 años con 2 hijos (7 - 1) 1 hija 13 años, 1 hijo 10 años FAMILIA ESTUDIADA COMUNIDADES Idioma IV V Quechua Organizada y dinámica. Chacras comunales con proyectos diversos. Cabeza de distrito. Juicios de tierras con latifundio. Abuelos 70 y 79 años Territorio ha medidas Número de chacras Incluyendo parcelas de totora Tipo de parcelario Número de arados de palo propios 0.5 18 4 Archipiélago 2 0.7 16 6 Archipiélago 0 3.4 13 1 pequeña Mixto (transición) 2 4.8 6 9.6 12 Faja transversal 1 Faja transversal 3 Vacas Toros y bueyes Becerros Ovinos adultos Porcinos (jóvenes y adultos) Unidades bovinos, aprox. (1) 3 2 « al partir » 2 0 2 7 0 0 1 2 0 1 3 1 2 28 4 9-10 7 2 3 10 3 11 7 2 2 45 15 18 Jornalero. Migración temporal Tejido de chompas. Migración temporal (Carpintero) Alcalde. Antes, albañil. (Herrero) Otras actividades (enre paréntesis : en caso de necesidad) (1) Equivalente en bovinos adultos del rebaño total 228 Para compensar la pérdida, Silvestre retornó entonces a la herrería, arreglando herramientas agrícolas para los vecinos, siendo el pago por cada reparación (50 a 100 soles) equivalente al precio de venta de dos o tres quesos (a 30 ó 40 soles cada uno) o una decena de huevos. Se vendió igualmente un toro, como se hacía todos los años, y la mitad del dinero obtenido se empleó en adquirir un torete (notemos que con este sistema los animales que jalan juntos el arado no tienen nunca la misma edad), y la otra mitad para la compra de calaminas para la casa, lo cual indica al mismo tiempo la ausencia de todo proyecto de emigración personal, y una confianza suficiente en las próximas cosechas gracias a una nueva utilización de las técnicas ensayadas este año. [[330]] Pero tal confianza, explícita, no va hasta considerar la posibilidad de cultivos comerciales. El aumento de las extensiones de cebada y avena, desde hace varios años, se destina a la alimentación del ganado vacuno, ya que las ovejas comen lo que pueden en los pastizales y en las tierras en descanso: "Las recomendaciones del Ing. Agrónomo han sido buenas, pero también quisiéramos asesoramiento en la ganadería... porque rinde más... Lo único que me hace falta es un pequeño capital de 50,000 soles para comprarme un toro Brown Swiss y cruzarlo con las vacas que tengo ahora. Por eso he sembrado bastante cebada y avena para tener buen forraje y en cantidad. También estoy interesado en sembrar alfalfa. Si resultaran mis proyectos yo me dedicaré al comercio de ganado." (grabación, diciembre de 1978). (Notemos para ser francos que todas las recomendaciones agronómicas no fueron buenas, y que las que fracasaron se relacionaban precisamente con el sembrío de alfalfa bajo cobertura, a causa de un error en la identificación de las semillas). Sin embargo, es posible imaginar, a mediano o largo plazo, que en una propiedad suficientemente grande, y luego de varios años de experimentación, ya sea individuales como aquí, o ya sea sobre todo colectivas, en las cuatro hectáreas utilizadas para el efecto por la comunidad, se puedan realizar cultivos comerciales con un comienzo de mecanización. 1986 - 1988: Todo el mundo se ha quedado, con la misma distribución de tareas. Pero la familia ha crecido: Melesio se casó con Virginia en 1980; han nacido tres hijos (figs. 150 y 151). Eso significa más bocas que alimentar, en extensiones de tierra más importantes, pero con apenas un poco más de fuerza de trabajo, pues si Silvestre trabaja todavía con arado las parcelas que cultiva personalmente detrás de la casa, y eventualmente sigue reparando herramientas de la familia o de los vecinos, ha sobrepasado ya los 80 años (murió en diciembre de 1987) y su mujer los 85... Fig. 150: Melesio y su familia (Julio de 1986). PM. [331]] Las tierras "del lado de su señora," que Melesio administra en conjunto con las "del lado de su padre," y "del lado de su madre," no son muy extensas: 0,5 hectáreas de cultivos, y 0,7 de pastos. Pero situadas como están a 4 kilómetros del otro lado de la colina (fig. 152), están lo suficientemente 229 alejadas para que una granizada no destruya todo, como en 1979, y, sobre todo, una parte de ellas está situada en un rincón abrigado frente al lago, y, por lo tanto, expuestas a menor es riesgos de helada. Fig. 151: Melesio, Virginia y sus hijos (Julio de 1986). PM. X X 3900 O 1 km X lago lago Fig. 152: Las parcelas explotadas por las familias 4 (en rojo) y 5 (en verde). X: localización de los aportes de las mujeres. Planos parcelarios en "banda vertical" discontinua, entrecruzando los diferentes tipos de suelo y de micro-climas debidos a la topografía. En las tierras que cultivaba antes de su matrimonio (fig. 153), Melesio pudo dejar de esta manera como pastos las parcelas de la pampa más expuestas a las heladas y al exceso de agua, y, en consecuencia, los cultivos propios de terrenos de ese tipo: cañihua y papas amargas, que desaparecen. Las superficies destinadas a papas dulces y cereales se estabilizan (alrededor de 1/3 y de 1 ha, respectivamente), a pesar de la sequía de 1983, que la familia soportó mucho mejor que sus vecinos gracias a las reservas que guarda sistemáticamente, y a pesar de las lluvias de 1984 a 1986. El cultivo que exige menos trabajo luego de la cosecha, el de arvejas, experimentó un fuerte aumento en 19851986, en la parcela más alejada, donde los peligros de robo son más importantes. En el otro extremo del cerro, donde construye su casa al lado de la de su suegro (fig. 154), Melesio cultiva las mismas especies (habas, papas, cereales), y también quinua, que ha dejado casi por completo de este lado. El ganado mayor va mejorando por cruce con el toro de raza Brown Swiss del suegro. Ahora las vacas paren cada año, lo que permite contar, para tirar del arado, con dos toros de la misma edad y nacidos allí, y no con dos animales comprados y de diferente edad. Y el aumento de recursos forrajeros (pastos, cereales, tallos y hojas de las habas y arvejas...) permite acrecentar el número de animales - con prudencia, sin embargo, pues las lluvias de 1985 y 1986 echaron a perder gran parte de 230 la avena forrajera, así como la alfalfa que se acababa de sembrar: puede ser necesario, a fines de la estación seca, llevar los bovinos a pastar las hierbas acuáticas ("llachu") en las extensiones que posee la [332]] comunidad en el lago, cuyo acceso es ahora más fácil tanto porque las tierras "del lado de su mujer" las aproximan, como porque el lago ha crecido (fig. 165). Fig. 154: Virginia ata a sus ovejas en el corral al lado de la casa de sus padres (Mayo de 1988). PM. Los recusos comunales no se limitan al lago: tal como en los años anteriores, Melesio, elegido dirigente de la comunidad, ha tomado parte en los trabajos en los campos colectivos, cuyo producto sirve en un cincuenta por ciento para los proyectos comunes (este año, cuna y jardín de la infancia), y en otro cincuenta por ciento se reparte de acuerdo al trabajo efectuado : así en el caso de la cosecha de 1986, Melesio recibió más o menos 250 kilos de papas y 8 kilos de trigo de invierno producido en los camellones reconstruidos hace poco en la pampa, luego de muchos siglos de abandono (ver capítulo 4 y fig. 112). [334]] 1.2.3. Familia IV (Comunidad de Huatta - Faón). 1978 - 1979 Héctor es uno de los hermanos de Melesio. Después de su matrimonio, a comienzos de los años 70, él y su mujer, Lucila, se establecieron en terrenos heredados de la abuela de ella.Poco a poco aumentaron la proporción de cultivos, volteando nuevos pedazos en la larga parcela de pastos naturales que se extiende en la pampa hacia el lago (fig. 153 y 155). Ello compite, sin embargo, con las actividades exteriores que Héctor ha desempeñado durante años: - hasta 1974, cuatro meses por año, aproximadamente, como ayudante de albañil en Juliaca; - en 1975 y 1976 presidente del comité de educación de la SAIS a la que pertenece la comunidad, percibiendo una dieta por el tiempo que dedicaba; - de 1977 a 1979 alcalde del distrito; Estas actividades ocupan mucho tiempo, por lo cual su esposa tuvo que encargarse de la actividad agropecuaria. Y a pesar de que hace unos tres años acogieron en su casa a una comadre muy pobre, les falta mano de obra: - para los trabajos del campo, contratan con frecuencia peones, a los que se les paga en especie. Pero en 1978 no se pudo sembrar cinco parcelas en razón de que el retraso de las lluvias redujo el período disponible (fig. 156). Una posible solución, considerada por Héctor, sería el empleo de tractores por contrato. [334]] - para el cuidado del ganado: el estado sanitario de las ovejas es pésimo (según Héctor por falta de dinero para comprar los productos veterinarios), y no hay tiempo para ir a 231 recolectar totoras en los terrenos comunales en el lago, demasiado alejados - y, por lo demás, no disponen de ningún bote. Ladera seca : antiguos andenes erosionados Llanura con restos de camellones Zona inundable 0 500 m Fig. 155: Plano parcelario y perfil del terreno, familia 4 (1978/79). Pero esta falta de mano de obra no les impide a la pareja ensayar cultivos nuevos o mejorados, propuestos por diferentes proyectos de desarrollo: los campos de colza y de lupino ya estaban previstos antes de que la familia fuese escogida para nuestro estudio. A media estación los cultivos eran lo suficientemente prometedores como para vender a los vecinos las semillas propias guardadas hasta entonces... Pues bien, aquí también la granizada de fines de marzo de 1979 destruyó todo, ya que, al revés de su hermano Melesio, menos ocupado fuera, Héctor no había cosechado aún nada. No pudieron recoger sino los tubérculos (un poquito más de una tonelada de papas pequeñas, con un rendimiento promedio inferior a 4 t/ha), y tuvieron que vender ganado vacuno por falta de forraje, y para comprar semillas para la campaña siguiente, así como alimentos para la familia. Esta catástrofe climática, además de graves problemas de salud de Lucila, que ocasionaron gastos de un "monto considerable" (pero no especificado), precipitaron una decisión que había venido madurando desde hacía unos años: el establecimiento de una panadería en el pueblo. En total, cinco de los nueve vacunos fueron vendidos, no solamente para compensar la pérdida de las cosechas, sino también para comprar un horno de pan y una reserva de harina. [334]] Se observa así una "descampesinización" concomitante con problemas de salud de la mujer, abrumada de trabajo. Pero no es porque faltasen tierras, sino más bien por deseo de un cambio de status social (de campesino a "citadino"), apoyado en la experiencia de cargos ejercidos y en el nivel de instrucción más elevado entre las cinco familias: Héctor ha cursado hasta el tercer año de secundaria en Arequipa; Lucila por su parte terminó la escuela primaria, cosa excepcional en una campesina de la región, y prepara a su hijo mayor para su ingreso en la escuela el año próximo. [337]] 1986: La casa, vacía, amenaza con desplomarse por la mucha agua que hay en el suelo (fig. 157). Mas no son las lluvias de la estación presente lo que ha determinado su abandono: la panadería fue un fracaso por causas de organización interna y no de mercado; se han separado de la "comadre" a la que daban hospedaje, y en 1982 Lucila volvió a casa de sus padres, a la salida del pueblo (fig. 152, mientras que Héctor, una vez concluido su mandato de alcalde en 1979, partió a ganarse la vida fuera. Ha sido así durante dos años asesor de comunidades campesinas para la Liga Campesina del Valle de Sandia, que une el Altiplano con la Amazonía (fig. 147). Desde entonces trabaja como minero, a 4,800 metros de altura arriba de Ananea, en una cooperativa que explota un yacimiento de oro abandonado por las grandes compañías. Los socios se reparten, en cantidades iguales, el valor de la cantidad de oro obtenida, que varía, de acuerdo a los días, de 30 a 100 intis por trabajador; el promedio, que alcanza en la actualidad a 60 intis, es decir cuatro veces más que el salario de un jornalero agrícola, permite pagar 232 los medicamentos de Lucila y el salario de los jornaleros que Héctor contrata cuando regresa, una o dos veces por mes (fig. 158). Fig. 157: La casa (un poco a la derecha del centro de la foto) y los terrenos de Héctor y Lucila, durante la inundación (Marzo de 1986). PM. Fig. 158: Héctor, Lucila y sus hijos (Marzo de 1986). PM. Fig. 159: Lucila ordeña una de sus vacas (Marzo de 1986). PM. Esos ingresos exteriores no fueron suficientes cuando se abatieron los dos duros golpes que fueron la sequía de 1983 y la hospitalización de Lucila en Arequipa en 1984: se tuvo entonces que vender todo el ganado, salvo una vaca para la reconstitución del rebaño, y en la actualidad no tienen más que dos vacas (fig. 159) y cuatro ovejas con sus corderos (fig. 160), cuidados junto con los animales de los padres de Lucila, los mismos que debieron vender también sus toros - pueden vender queso, pero ya no tienen animales de trabajo. 233 [338]] La fuerza de trabajo disponible para la agricultura es, pues, muy reducida: Lucila, su padre que tiene 74 años y continúa igualmente su actividad de sastre (confecciona uniformes para los policías del pueblo), y un "compadre", el mismo que, a cambio de productos cosechados, les ayuda en sus terrenos y los sustituye en los trabajos colectivos en los campos de la comunidad. Se hallan, pues, en una situación de gran dependencia de la posibilidad de conseguir, en el momento requerido, trabajadores y yuntas, y a menudo las extensiones realmente cultivadas son inferiores a lo que habían previsto: ¿sucederá lo mismo en la próxima campaña, para la cual Héctor considera duplicar la superficie dedicada a papas (fig. 6.6), gracias por una parte a la cantidad de semilla disponible luego de la abundante cosecha de este año, y, por otra, a los ingresos de la mina, que le permitirían alquilar un tractor? Fig. 160: Las ovejas en el corral de los padres de Lucila (Marzo de 1986). PM. Los terrenos de los padres de Lucila - que no hemos medido - son administrados en forma conjunta con los suyos, en los que la extensión cultivada se ha reducido en un cuarto, debiendo ser entregadas "al partir" algunas parcelas, dejadas así en descanso, al "compadre" y a un tío. La producción de habas ha sido transferida en su totalidad al lado de la casa de los padres; en 1983 se abandonó un intento de cultivo comercial de lechugas, prometedor sin embargo, a causa del peligro de robo en razón de la lejanía del habitat: al contrario de lo que acontece con las familias V, III y II, cuyas parcelas "por el lado de la mujer" son vigiladas por los familiares de ésta, Héctor y Lucila no parecen contar, en medida adecuada, con la ayuda en vigilancia de sus vecinos, a pesar de los lazos de parentesco. [340]] 1988 Sin dejar la mina - se hará reemplazar por peones asalariados, y por el hijo de la comadre, al cual acogen de nuevo después de la muerte de su madre -, Héctor piensa en regresar a cultivar la tierra. Varias razones lo impulsan a ello: no quiere que Lucila, siempre delicada de salud, se quede sola, ahora que su último hijo va a ir a la escuela el próximo año, y que sus suegros se hacen cada vez más viejos. El y Lucila han recibido seis hectáreas más: una parte por herencia luego de la muerte de Silvestre, padre de Héctor y Melesio, y otra donada por los padres de Lucila, seguros ahora de que su hijo (empleado del Ministerio de Agricultura) se quedará en la ciudad. Para trabajar sus once hectáreas, situadas en ambos lados de la colina, es muy difícil encontrar un tractor de alquiler cuando no se vive en el lugar. En fin, los ingresos de la mina han permitido ahorrar lo suficiente para realizar su proyecto: comprar una bomba de agua, sembrar alfalfa y criar vacas lecheras seleccionadas, de raza Brown Swiss. 234 1.2.4. Familia III (comunidad de Huancho) 1978 - 1979: En el censo efectuado en 1967 para el reconocimiento de la comunidad, Gregorio está registrado como agricultor y carpintero, casado y padre de seis hijos; propietario de 1 ha, 3 vacunos, 10 ovinos y 3 porcinos. La extensión de su propiedad había sido seguramente subestimada, pues el total declarado por el conjunto de familias no representaba más que un tercio de las tierras de la comunidad: algo lejos realmente de la verdad, aun contando algunos terrenos comunales posteriormente privatizados. Desde entonces (fig. 163), han nacido dos niños; se añadieron al menos 13 parcelas, 12 por compra a los hermanos emigrados a la ciudad, y una trabajada "al partir", llegando a 3,5 ha. (o sea exactamente el promedio de la comunidad), y el ganado ha aumentado en proporción. Han pasado ya 20 años desde la última vez en que Gregorio fue a trabajar como carpintero a la costa, y, salvo en caso de pedidos de los vecinos, ya no ejerce esa actividad sino para la familia - entre las cinco familias, ésta es la que posee, de lejos, la casa más bonita y confortable. Cuando tiene dinero para invertir, no lo destina a la compra de las herramientas de carpintería que le faltan, sino a la adquisición de tierras y a la mejora del ganado: 3 vacas y 1 toro son producto del cruce con reproductores Brown Swiss (lo cual permite precios de venta más elevados), y, cosa excepcional en las familias estudiadas, hay dos corderos que son producto del cruce con Merinos. Cuatro hijos han dejado ya la casa: dos hijas están en Lima, una como trabajadora doméstica, otra en Moquegua, en la costa sur, y el hijo mayor realiza su servicio militar. A pesar de que las informaciones recogidas sobre las relaciones económicas actuales con esos cuatro hijos son contradictorias, se puede considerar que fue su partida lo que permitió el comienzo de una capitalización, al reducirse las necesidades de consumo en el hogar. Fig. 162: La casa de Gregorio (tercera a partir de la derecha) y una parte de sus terrenos (Julio de 1986). PM. El arrendamiento percibido por una casa que Gregorio heredó en Huancané, capital de la provincia, asegura un ingreso mensual fijo que permite: - por una parte consumir una parte importante de leche, queso y huevos, que en el caso de las demás familias son vendidos prioritariamente para asegurar ingresos semanales en dinero (fig. 177); [341]] - pagar los gastos de colegio mensuales para el mayor de los 4 hijos que permanecen en la casa. Con una situación relativamente cómoda, es la familia que muestra más interés y efectúa, de lejos, los gastos más altos en la escolaridad de los hijos, con el manifiesto objetivo de que abandonen 235 el campo: "Hoy en día, ya no se puede hacer nada con la chacra; con la educación de alguna manera se puede vivir." Son las mismas familias cuyo nivel de vida les permitiría vivir mejor en el campo, las que tienen mejores oportunidades en el éxodo rural (y viceversa: familias I y II...). Pero si Gregorio prepara sus hijos para la emigración, no lo hace consigo, ya que mejora su casa, y, al comprar las parcelas de sus hermanos y hermanas que partieron a la ciudad, tiende a reconstituir en parte la propiedad de la generación precedente. De las 5 "explotaciones" 1 la suya es la única en ser a la vez lo suficientemente grande y estar situada enteramente en un medio favorable: un valle abrigado cuyo clima se ve mejorado aún más por los acondicionamientos existentes: andenes, arboledas y riego (figs. 161, 162 y 26). [342]] ¿Cuáles fueron los resultados agrícolas en el año de nuestra intervención? El exceso de agua durante la segunda mitad de la campaña, así como una granizada en la pampa, afectaron duramente a toda la comunidad. Sólo Gregorio obtuvo una cosecha correcta (en promedio 7 t/ha. de papas), gracias a variedades mejoradas (por ejemplo cebada precoz y más resistente al granizo), y a consejos agronómicos dirigidos en particular a la aereación del suelo. En consecuencia, a la vez para verificar directamente los resultados logrados, y, sobre todo, para regresar con su salario pagado en productos cosechados, con los cuales ensayar la misma variedad al año siguiente, 16 vecinos se presentaron espontáneamente para tomar parte en la cosecha de papas: aunque una mano de obra de esa magnitud no era necesaria, las reglas sociales andinas obligaban a aceptarla, luego de lo cual quedaron, no obstante, 2 toneladas para la familia. Gregorio vendió, de otro lado, desde febrero, las semillas propias que había guardado desde antes de nuestra intervención para estas parcelas. Gracias a condiciones económicas iniciales favorables, es probable que Gregorio sea quien aproveche de manera más duradera nuestra intervención, con resultados que se traducen de inmediato en una mejora del nivel de vida. No obstante, si bien es el que está en mejores condiciones para una agricultura de venta (por lo demás cambia con regularidad productos agrícolas por tejidos de lana de llama y de alpaca traídos por los pastores de altura, y los vende ocasionalmente en el mercado; de igual modo ha seguido sembrando colza hasta el fin del Proyecto, el mismo que le aseguraba su compra), sus perspectivas de futuro inmediato nos parecen ser prolongación directa de lo que pudimos observar: aumento de las tierras y del ganado que alimentan, gracias a la posibilidad de [343]] acudir, en caso de necesidad, a recursos muy variados, como venta de ganado, arrendamiento, ebanistería, remisiones de los hijos que han emigrado (?), y, eventualmente, venta de productos agrícolas o algún negocio. 1986: Luego de la emigración de otros dos hijos a la costa, no quedan más que dos: la última hija y, con su mujer y su recién nacido, el menor de los muchachos ,"que quisiera estudiar pero no hay dinero para hacerlo" (fig. 164). Uno de los dos será, sin duda, el único que herede las extensiones que Gregorio ha aumentado en un 50 % más, por compra a sus hermanos y hermanas que viven en la ciudad (fig. 163). Tal ampliación, sin embargo, fue brutalmente detenida por la sequía de 1983: el río, los canales de riego y la laguna se secaron, y una parte del ganado murió, de modo que Gregorio y su familia tuvieron que ir a comprar totoras por cortar en el lago. En 1986 acababa de reconstituir el ganado que tenía en 1978. [344]] En conjunto, los cultivos han seguido el crecimiento de la extensión total, con los límites impuestos por la falta de mano de obra: la papa, cultivo que exige mayor cantidad de mano de obra, oscila como antes alrededor de 1/2 hectárea; las especies que más han progresado (cebada, avena, habas y arvejas) son las que, además de servir para la alimentación humana, proporcionan forraje para las vacas, en tanto que las ovejas pastan en los pastizales y los terrenos en descanso (no es sino en 1 Ponemos entre comillas esta palabra, que no utilizamos en otra parte, porque en el caso de esta familia, así como en el de las demás que presentamos en el presente capítulo, las relaciones con la vecindad, la comunidad y los membros de la familia emigrados, hacen que no haya superposición entre la unidad de producción, cuyos límites son vagos (o, más bien, varían según los criterios que se adopta), la unidad de consumo y la unidad de presupuesto. 236 octubre y noviembre, cuando ya no hay nada que comer, que las ovejas reciben avena y paja de cebada, en tanto que las vacas se alimentan entonces con las totoras de la laguna y las hierbas acuáticas sacadas del río y de los canales de riego). Fig. 164: Cena en la casa de Gregorio (Julio de 1986). PM. 1.2.5. Familia I (comunidad de Sullcacatura Segunda) 1978 - 1979: En los documentos del censo realizado para el trámite del reconocimiento de la comunidad en 1967, Santiago figura como agricultor y panadero con dos hijos, poseedor de 5,5 hectáreas; 3 bovinos, 10 ovinos y 1 asno. En nuestro estudio de 1978-79 la actividad de panadero había cesado por completo, y nunca nos habló al respecto, señal sin duda de su fracaso. La diferencia de extensión, considerable, con nuestros datos de 1978 (una media hectárea y ningún carnero - cuadro 6.1) se explica a la vez: - por una sobreestimación en 1967 (en una encuesta mucho más reciente, pudimos constatar el caso de parcelas registradas con una extensión ¡5 a 10 veces mayor que la real!) y la omisión en 1978 de una parcela declarada posteriormente; - por una subida de cerca de dos metros del nivel del lago Titicaca (fig. 165), que cubrió cuatro (¿grandes?) parcelas en 1973-74. Cultivos de totora, o una [345]] vegetación natural de "llachu" (Myriophyllum y Elodea), ambos utilizados como forraje de estación seca para los bovinos, han reemplazado allí los cultivos en rotación. Además, varias parcelas cultivadas son inundadas por la crecida anual del lago, lo que sólo permite sembrar cebada o avena, que se recogen inmaduras y sirven de forraje. En cambio, el descanso pastoreado ha sido abandonado en las rotaciones (fig. 166), excepto en tres parcelas, a pesar del interés que revisten por su clima y su suelo arenoso; situadas como están en un cordón litoral aislado por 3 kilómetros de agua (fig. 167), no han vuelto a ser cultivadas sino al año siguiente de nuestro estudio. 237 m 3 2 1 0 -1 --2 -3 -4 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 Fig. 165: Variaciones del nivel del Lago Titicaca durante el siglo XX (M. Banegas, según datos del SENAMHI). Cada metro corresponde aproximadamente a 250 km2, o sea 25,000 ha. ² La extrema precariedad de los cultivos alimenticios - en 1978 y 1979 se perdió la cosecha de varias parcelas como resultado de granizadas e inundaciones -, en una extensión tan reducida, obliga, pues: - por una parte a valorizar al máximo la producción forrajera, que es la única segura, ya que es, en el conjunto, menos sensible a las heladas y la sequía. Con el dinero adelantado por su compadre, Santiago compra cada año dos bueyes o toros flacos, los hace engordar con totoras durante el estiaje del lago, hasta diciembre, y los utiliza para la labranza. Cuando el nivel del lago vuelve a subir, los vende, y el precio obtenido se reparte por partes iguales ("al partir"). - por otra parte, a valorizar la fuerza de trabajo que queda disponible al concluir la estación de lluvias, antes de las necesidades de mano de obra para la cosecha, y de dinero para la época de inicio de las labores escolares. Santiago va así en marzo, al [346]] menos una vez cada dos años, a trabajar en la cosecha de arroz en Camaná (a 500 km. por carretera, fig. 147): de ese modo prolonga, en otro contexto, las relaciones económicas de sus ancestros Lupaqa con los valles de la costa...Su salario, que le es cancelado en dinero, sirve sobre todo para pagar el viaje, pero la autorización de espiguear concedida a su hija mayor, que le acompaña, les permitió traer la última vez 350 kg. de arroz con cáscara, en marzo de 1978. En la evolución de las extensiones cultivadas (fig. 166), los viajes a Camaná corresponden a menores superficies de papas. [347]] Ello no permite sin embargo sino un nivel de vida muy bajo, y esta familia es la única de las cinco que no envía a sus hijas a la escuela, y las relega al cuidado de los animales y las tareas domésticas: "Sólo los varones deben ir a la escuela, y no las chicas, ya que éstas deben quedarse siempre en casa para ayudar a su madre en la cocina, o para cuidar los animales." (Santiago, 1978). ¿Qué sucedió el año de nuestra intervención? El nivel del Lago subió aún más, obligando a la familia a evacuar su casa a partir de febrero. En cambio, las semillas traídas y los consejos agronómicos (por ejemplo, tomar en alquiler un bote de un vecino para transportar a las tres parcelas arenosas del cordón [348]] litoral de Sicata la mayor parte de las deyecciones animales, en lugar de acumularlas en los asfixiados terrenos próximos a la casa; o también, inspirándonos en las técnicas costeñas precolombinas consignadas por los cronistas, recoger los peces muertos arrojados por las olas para abonar los campos de papas de Sicata), permitieron una cosecha de papas realmente excepcional, de 15 a 40 t/ha., según las parcelas: luego de pagar en especie el transporte en bote, quedaron 3,500 kg. para semillas y el consumo de la familia, la cual, por primera vez, no tuvo necesidad de comprarlas. Santiago prefirió no ir a Camaná, para vigilar los cultivos y asegurar la cosecha, y empleó una parte del dinero de la venta de los toros en reparar sus 238 herramientas agrícolas y comprar otras nuevas, así como adquirir costales para transporte y almacenamiento, afirmando que estaba decidido a hacer todo lo posible para obtener los mismos resultados al año siguiente. Mostró así su apego a la actividad agrícola, de lo cual era indicio la no escolarización de las niñas (pues la escolarización es vista sobre todo como una preparación para el éxodo rural). Nuestra intervención técnica mostró lo que era posible hacer para los cultivos (el ganado, muy parasitado, ¡habría requerido un trabajo análogo!), con medios lo bastante limitados como para poder ser renovados en cada campaña. Pero esta perspectiva sigue siendo muy frágil luego de un solo año, y de todas maneras la muy reducida superficie disponible no permitirá que continúen en el terruño los 5 hijos, que deberán emigrar; las niñas se verán entonces en desventaja muy grande, por su analfabetismo. El recojo de arroz en Camaná, y el recurso a la crianza de ganado "al partir", resultarán así indispensables. Fig. 168: Panorama de la península de Ilave, en dirección del Lago Titicaca. La comunidad de Santiago y Alejandrina, Sullcacatura, está al fondo a la izquierda (Diciembre de 1985). PM. 1986: Durante cuatro años, hasta la muerte accidental de Santiago al regreso de un día de mercado en 1984, la familia continuó bajo el impulso tomado en 1978-1979, con buenas cosechas; en esta zona al nivel del agua (fig. 168), incluso la sequía de 1983 no tuvo en lo inmediato consecuencias tan graves como en las partes más altas. Pero como todo el mundo preveía que la sequía iba a continuar, y que el nivel del lago habría de bajar [349]] (fig. 165) - cosa que fue anunciada incluso por la radio y en los diarios por pretendidos "especialistas" 2 -, se realizaron muchas siembras en los terrenos que acababan de quedar al descubierto, pero luego el agua alcanzó de un solo golpe el nivel anterior al de la sequía, como consecuencia de las lluvias torrenciales de enero de 1984; las de 1985 y 1986 hicieron que se elevara aún más, a un metro y medio... Gran parte de la comunidad se halla bajo el agua, y la mayor parte de las casas de adobe, entre ellas la de Santiago y Alejandrina, se desplomaron (fig. 169). Alejandrina se refugió en una parcela no inundada, perteneciente a su padre, junto con sus hijos, su padre, su hermana, su cuñado y sus hijos, donde viven en una cabaña construida con las calaminas recuperadas de sus antiguos techos. Como no saben lo que ha de suceder con el lago, no se atreven a construir allí una nueva casa, cosa que permitirían sin embargo los ingresos actuales, mucho más importantes que antes. En efecto, en el agua que ha cubierto estas tierras ricas en materia orgánica a causa de la densidad del ganado y de la población, las hierbas acuáticas crecen en abundancia: la alimentación 2 Estas "previsiones" no son en realidad válidas sino cuando varios años consecutivos se asemejan, pues se fundan en la observación de plantas y animales, los mismos que no informan sino sobre el clima pasado, y no sobre el que ha de venir. 239 de las vacas se halla garantizada y permite la venta de quesos (de 3 a 4 intis cada pieza, la misma que es luego revendida a 10 - 15 en Puno, a 70 km. de distancia...) Pero sobre todo se han multiplicado los peces, y toda la comunidad se ha puesto a pescar después de haber aprendido a hacerlo en las comunidades de pescadores.3 La familia de Alejandrina ha comprado un bote y redes (fig. 170); en julio (fin de la estación de pesca) obtiene de 60 a 70 intis al día por la venta de pescado a comerciantes que acuden en camioneta; y además la alimentación resulta mucho más nutritiva que antes. Fig. 169: La tumba de Santiago y, saliendo apenas del agua al centro de la foto, las ruinas de su casa (Julio de 1986). PM. Fig. 170: Como consecuencia de la inundación, Alejandrina y su familia se han hecho pescadores (Julio de 1986). PM. [350]] Si el lago baja, volverán a cultivar las parcelas que queden otra vez a descubierto; y si el nivel se mantiene, plantarán totoras para alimentar las vacas, y seguirán pescando, con la esperanza de que la pesca sea siempre tan abundante como ahora. 3 "La pesca ha sido siempre una ocupación inferior, dejada a la población más pobre del altiplano. Economía de simple subsistencia, se torna a veces en complementaria en el caso de ciertas comunidades pobres, que para compensar la insuficiencia de sus recursos agrícolas se dedican a la pesca de modo temporal." (VELLARD, 1963: 65 - 66). 240 1.2.6. Familia II (Comunidad de Camata) 1978 - 1979: Si se considera solamente el medio natural, la situación parece más favorable que la precedente, ya que se presenta más variada y con posibilidades de riego... útiles cuando el nivel del lago es más bajo. Sin embargo, si nuestra interpretación de la forma de los conjuntos de parcelas es exacta, ésta (fig. 171) ha llegado a un punto de degradación extrema, pues ya no hay parcelas junto a la casa, lo cual acarrea problemas de vigilancia, y el riesgo de robo impide en particular la horticultura, estándose no obstante en la zona hortícola que aprovisiona a la ciudad de Puno. Julia recibió de su padre, muerto en 1976, tres parcelas que, aprovechando un microclima entre árboles y muros, y no expuesta nunca a excesos de agua, son muy productivas, aunque están a dos kilómetros de distancia, en la vecina comunidad de Camacani. Zona con heladas pero sin exceso de agua 0 200 m Lago (6 parcelas de totoras) Casa de la familia Parcelas : Zona húmeda e irrigable Pendiente muy fuerte, microclima entre casas y árboles Zona muy favorable (árboles, muros) salvo en caso de sequía en propiedad Límite de zona agro-climática « al partir » Cerro Fig. 171: Plano parcelario, familia 2 (1978-79). Dos acontecimiento recientes, quizás vinculados entre sí, parecen determinantes para la evolución de la familia: - la única vaca lechera murió de meteorismo en febrero de 1978, en ausencia de Isidro. Ahora bien, su leche, fresca o transformada en quesos, era en parte consumida por la familia, y en parte vendida en la feria semanal, constituyendo la única fuente de ingresos monetarios regulares. A falta de ganado, se obtiene dinero con la venta de la fuerza de trabajo, y la familia se ha puesto a confeccionar en su domicilio chompas de lana de alpaca. Esta es comprada todas las semanas en la feria (en la fig. 177 hemos descontado el valor de esta circulación de fondos de las columnas de "ingresos" y "gastos"), hilada por Isidro y tejida por Julia hasta altas horas de la noche. Para la venta de las chompas, así como de los demás productos, [351]] los pequeños campesinos dependen de un único intermediario, cuyos precios no siguen ni el alza en el costo de vida ni la de los precios de reventa en la ciudad; la remuneración del trabajo se halla muy por debajo del mínimo legal. La mayor parte de los ingresos monetarios ya no proviene de la actividad agropecuaria. Se tiene aquí un ejemplo de "descampesinización".No hemos registrado ningún gasto productivo para la agricultura, excepto una vacuna... Notemos que la familia compra fuera incluso la lana para su ropa, pues las totoras, cultivo forrajero, quedan reservadas para los vacunos. 241 [352]] - Tanto la desaparición de productos lácteos en la alimentación, como los horarios y condiciones de trabajo, pueden haber agravado los problemas de salud de Julia (en enero de 1979 perdió su recién nacido). Los grandes gastos en salud en ese momento fueron financiados con un préstamo de la familia. Después hubo que vender la última vaquilla, en octubre de 1979, para que la enferma pudiese descansar unos meses y reponerse de problemas en los pulmones, con intención de recomenzar cuando el dinero se terminase: a partir de entonces, en caso de necesidad, ya no habría animales que vender... En tales condiciones, nuestro apoyo técnico no podía tener resultados espectaculares, y los rendimientos han seguido siendo mediocres en papas: 5,5 t/ha. en promedio, con un máximo de 9 t/ha. Se pudo efectuar toda la cosecha sin recurrir a la mano de obra exterior, [353]] y desde fines de octubre hubo que comprar en la feria papas y habas, como en otros años. En cambio, es Isidro el que obtuvo los mejores rendimientos de cebada: al revés de lo que sucede con la papa, que debe aporcarse en momentos precisos, la cebada es uno de los cultivos menos exigentes en trabajo. Isidro, quien nos manifiestaba en 1978 que no iba a desde hacía varios años a trabajar como albañil en la costa, "pues a 45 años uno ya no encuentra trabajo fácilmente," volvió a ir a Moquegua por un mes, en mayo y junio de 1979, esta vez como jornalero en la cosecha de maíz. Regresó con un poco de dinero y cerca de 60 kg. de maíz, y como juzgó satisfactorios los resultados, anunció que continuaría trabajando así, alternando ocupación agrícola y migración. El hijo mayor emigra también para trabajar como obrero, y no vuelve a la comunidad sino cuando se halla desocupado; no tenemos información sobre el salario que percibe, el mismo que, siendo muy exiguo, apenas si alcanzaría para sus necesidades personales (?). En conclusión, queda claro que una pequeña ayuda técnica o de otro tipo (Isidro trabajó igualmente a tiempo parcial durante un mes en la construcción de locales del Proyecto...) no puede contrarrestar un proceso semejante, sin duda muy frecuente. La actividad agrícola no da para vivir a una familia en una extensión tan pequeña. La horticultura demandaría el intercambio de varias parcelas, cosa difícilmente realizable. El tejido de chompas a domicilio, como complemento, no sería realmente interesante sino en caso de venta directa a los turistas en el marco de una organización de tipo cooperativo, pero los ejemplos exitosos en el Altiplano no son, a este respecto, ni numerosos ni tampoco, sin duda, generalizables. La familia IV nos ha mostrado ya, en condiciones desde luego mucho menos precarias, cómo la "descampesinización" se halla, también en este caso, vinculada a problemas de salud de la esposa, lo cual muestra cuán esencial es el trabajo de la mujer en la actividad agrícola. Más allá de una constatación como ésta, habría que estar en aptitud de comprender, remontándonos para ello mucho antes en la historia de esta familia y del conjunto de la comunidad, cómo es que se produjo tal situación en la propiedad de la tierra: - Crecimiento demográfico: por el lado de Isidro las tierras fueron repartidas entre cinco hijos, de los cuales cuatro siguen en la comunidad; en cambio Julia es la única que se ha quedado, pues sus tres hermanos y hermanas partieron a la ciudad: según Isidro y Julia ya no es posible dividir más la tierra, y sólo podrá quedarse uno solo de sus cuatro hijos; - ¿Un "roer" desde fuera las tierras de la comunidad?. En 1976 la Reforma Agraria le asignó quince hectáreas (es decir, ¡1,200 metros cuadrados por familia!), que son explotadas colectivamente: su producción se reparte de acuerdo al trabajo de cada cual (por ejemplo, 10 kg. de papas por día), y el excedente se vende para financiar obras de interés común. 1986: Isidro, elegido vocal del consejo de la comunidad, y Julia, participan activamente en las actividades comunales: trabajos agrícolas y construcción del jardín de la infancia y del salón comunal, labor remunerada con víveres de la ayuda internacional. Los mecanismos comunales, y sobre todo la muy importante ayuda de su hijo y de su yerno (obreros de carreteras en Moquegua), les permitieron afrontar el año 1983: en una de sus migraciones temporales a la costa, Isidro debió ser operado y 242 hospitalizado durante seis [353]] meses, lo cual le costó 3,500 intis. Debieron entonces vender todo lo que les quedaba de animales, en tanto que la mayor parte de sus terrenos se quedaban en abandono, o eran entregados a otras personas, en garantía por préstamos de dinero (fig. 174). Desde entonces, en extensiones reducidas o transformadas por la subida del lago (figs. 172 y 173) y la recuperación por su propietario de las tres parcelas que cultivaba "al partir", y luego de un canje amistoso con un tío para "acercar" una parcela alejada, y de la herencia de otra, vuelven a aumentar cada año la superficie dedicada a papas, a medida que la cosecha precedente les proporciona las semillas suficientes (fig. 174). Fig. 173: Panorama de la comunidad de Camata en Mayo de 1988. El nivel del agua ha bajado, pero parte de las chacras queda inundadas. PM. A pesar de su nombre - San Isidro es el patrono de los labradores - Isidro nunca tuvo un arado ni animales de tiro; anteriormente los obtenía por "ayni", a cambio de su trabajo personal. Luego de su operación eso ya no es posible, y depende para el trabajo en el campo de la ayuda de los vecinos: sus cultivos son raquíticos, ya sea por haber sido sembrados muy tarde, ya sea porque los ahoga la mala hierba que Isidro "guarda para alimentar el ganado," actualmente refugiado en pastizales de altura prestados por la SAIS vecina. Ahora bien, si la práctica, muy generalizada, del recojo progresivo de las malas hierbas para dar de comer al ganado, puede justificarse a comienzos de estación, no lo es ya en marzo, cuando los cultivos alcanzan su pleno desarrollo. Isidro y Julia comienzan a reconstituir un pequeño rebaño de carneros, y crían dos vacas lecheras y cuatro terneras que pertenecen a su yerno y a su nuera, que viven en Moquegua. Actualmente sólo la capacidad de trabajo limita la cosecha de forrajes acuáticos, y, como en otros tiempos, la venta de quesos y huevos proporciona una parte de los ingresos monetarios empleados en la alimentación y en la escolaridad del último hijo, que entrará al colegio el año próximo. Pero lo esencial de los ingresos proviene del tejido de chompas, vendidas ya sea al intermediario que les provee de lana bruta y les paga de 5 a 10 intis cada pieza. ya sea a la cooperativa fundada por la Iglesia Católica en la vecina comunidad de Camacani, de donde Julia procede. Desearían entrar a esa cooperativa, cuyos precios son más ventajosos, pero les falta dinero para pagar su aporte social y un stock de lana de alpaca. [356]] 1988: Isidro y Julia (fig. 175) no pudieron (¿o no quisieron?) pagar su ingreso a la cooperativa de Camacani; se han dado cuenta de que la venta de los tejidos en el circuito tradicional no remunera el trabajo empleado, y han abandonado en gran parte esa actividad. En reemplazo, cuidan las vacas que pertenecen a sus hijos y a vecinos que han emigrado a la ciudad, y venden la leche (de 2 a 3 litros por vaca y por día) a la vera del camino. Para obtener forraje han plantado totoras (fig. 176) "que dan bien" en sus parcelas inundadas, y van a trabajar como jornaleros a la granja experimental de la Universidad de Puno, en Camacani. 243 Fig. 175: Julia, su hija y su nieta (Mayo de 1988). PM. Fig. 176 : Las totoras del Lago Titicaca sirven como forraje para el ganado vacuno hasta el mes de Diciembre (aquí en la bahía de Puno). PM. 244 [357]] 2. Vender para vivir Beatriz MONTOYA, Pierre MORLON, Sharon CHANNER, Luis LESCANO, Fernando HUAPAYA Sería de veras riesgoso tratar de extraer conclusiones a partir solamente de los casos de estas cinco familias. Por ello los vamos a completar a lo largo de estas páginas con los resultados obtenidos por otros estudios realizados cerca del lago Titicaca (fig. 147), en particular el llevado a cabo desde 1980 por el proyecto PISCA 4 en las comunidades campesinas de Luquina Grande y Camacani (esta última citada ya a propósito de la familia II). Interpretaremos en primer lugar lo que constatamos actualmente - lo que es -, y luego discutiremos lo que podría ser. 2.1. Ensayo de interpretación Al comenzar el estudio nuestra intención era cubrir un abanico bastante amplio de las extensiones de tierra poseídas, criterio utilizado por lo general en el Perú para clasificar a los campesinos. Pero, antes de medir una por una sus parcelas, sabíamos solamente que las familias I y II se encontraban entre las más pobres en comunidades densamente pobladas, y las IV y V entre las familias "acomodadas" en comunidades en situación comparativamente menos estrecha. Ignorábamos la medida exacta de las desigualdades de situación y de perspectivas. Ignorábamos sobre todo la amplitud de los cambios que, en pocos años 5, iban a producirse en la naturaleza y la importancia relativa de las actividades económicas: cultivos, ganadería, artesanía, trabajos asalariados en el lugar o en el exterior, mina... A merced de las oportunidades, o de los accidentes (clima, salud), los campesinos dan prueba de una notable capacidad de adaptación para sobrevivir, o para mejorar su situación, apelando a uno u otro de los recursos a los que tienen acceso 6 - se ve bien que cuanto más variados son éstos, mejores son las perspectivas de la familia. Por analogía con la terminología de Murra (cf. capítulo 3: no olvidemos que ciertas "islas" de los "archipiélagos" correspondían a recursos y actividades no agrícolas: sal, cerámica, metalurgia...), podemos hablar de la "utilización de un número máximo de actividades económicas diferentes." [358]] "Yo hago puertas para mí; si estoy en necesidad tengo que vender... Ahora, sólo me dedico a la chacra. Si yo no tuviera suficiente chacra también me dedicaría a la artesanía; para sacar plata me puedo dedicar a cualquier cosa. Ahora estoy conforme, no tengo necesidad. Cuando estoy en necesidad, tengo que hacer artesanía, tejer, hacer puertas y ventanas, llevar el ganado a la plaza." (Gregorio, familia III) 4 Proyecto PISCA = Proyecto de investigación en Sistemas de Cultivos Andinos. Los resultados que se reproducen aquí son tomados de las publicaciones: "Diágnóstico Técnico Agropecuario y Socioeconómico de las comunidades de Camacani y Luquina Grande." (1982); "Caracterización Preliminar del Sistema de Producción de la Unidad familiar campesina" (1986); "Recursos forrajeros en una comunidad del Departamento de Puno" (1986), así como de las de Tapia ( 1986) y Kervyn et al. (1983). 5 Tales cambios, en todos los ámbitos - ver por ejemplo la evolución de las extensiones de cada cultivo, figs. 153, 156, 163, 166, 174 - relativizan en inmensa medida los resultados de encuestas obtenidos en un momento dado. E incluso las evoluciones observadas en un período corto no pueden ser extrapoladas, ya que pueden ser reversibles: Héctor volverá probablemente a la tierra después de haberla abandonado; cuando, en un plazo desconocido, el lago haya bajado de nuevo, las familias I y II sustituirán las totoras y el "llachu" por la cebada y las papas... 6 Hemos propuesto la expresión de "sistema de producción rural", y no solamente agrícola (Morlon, 1981a; Morlon et al., 1982). 245 Todas las familias han afirmado que lo que cultivan les sirve para comer, pero que con esta única actividad no les alcanza para vivir, porque el campo no rinde plata para comprar los demás bienes que la familia no produce 7 ; esta función corresponde a la crianza de ganado, a la artesanía o al trabajo asalariado temporal: "La agricultura sólo es para comer; no acostumbramos vender [los productos del cultivo], nunca lo hemos hecho" (Melesio, quien sin embargo ¡ dispone de la extensión más grande!). Así, en el año del cual conocemos casi todos los intercambios que efectuaron (fig. 177), las familias no vendieron productos vegetales. 8 En cambio todas vendieron al menos un vacuno, y, salvo en el caso de la familia II, la parte de las entradas originadas en la venta de animales es abrumadora (en el campo, las familas consideradas [360]] más pobres son las que no tienen bovinos). Todas vendieron igualmente su trabajo, bajo modalidades y en lugares muy diversos, para obtener el dinero necesario. Aun si no es tan nítida en todas partes, esta constatación resulta universal en las márgenes del lago. Tomemos como ejemplo el de la comunidad de Luquina Grande (fig. 147), que disfruta de un microclima muy favorable. Los ingresos monetarios de una familia considerada representativa de los campesinos "medios", con 1,5 ha. de tierras, provienen sólo en un 20 % de los cultivos (tubérculos 8,2 %, y cereales 11,7 %), contra más de 50% de los animales (29,6 % animales en pie, y 21,7 % en productos), y cerca de un 30 % de la venta de su fuerza de trabajo (12,6 % en la comunidad, y 16,2 % en migraciones temporales). Los cultivos comerciales de flores y legumbres en la orilla sur del lago, cerca de la ciudad de Puno, constituyen la excepción que confirma la regla: gracias al microclima y a los recursos de agua, que reducen los riesgos de la producción, y gracias a condiciones de comercialización remuneradoras en el mercado de la ciudad. En cambio (fig. 178), lo esencial de la alimentación de las familias consiste en productos vegetales e incluso la totalidad, en el caso de las más pobres, en las cuales la leche y los huevos son destinados, antes que nada a proporcionar un ingreso semanal. Son estas opciones lo que debemos explicar ahora. [361]] 2.1.1. Los riesgos Cualesquiera que sean las estrategias aplicadas por las familias campesinas para dispersar los riesgos climáticos (capítulo 3.6), y teniendo en cuenta la insuficiencia actual de infraestructuras y acondicionamientos para reducirlos (capítulo 4), la cosecha no está nunca garantizada. Y a los riesgos climáticos se añaden otros: enfermedades de las plantas o robo de las cosechas en las parcelas que no pueden ser vigiladas desde la casa , son éstos los que impiden a Isidro y Julia practicar la horticultura, y han impedido a Héctor y a Lucila renovar su intento de producción comercial de lechugas. Como explicaba E. Romero en 1928 (p. 405): "el clima de la meseta es una de las causas principales de ese atraso. La desigualdad del grado de frío entre los diferentes años agrícolas ha hecho vacilar las experiencias indígenas (...)." Es por eso que los campesinos no tratan de aumentar la producción comprando fertilizantes, productos fitosanitarios, semillas mejoradas y, para los períodos de más trabajo, material o mano de obra, pues no están seguros de recuperar los gastos en la cosecha: 7 Los bienes que la familia utiliza pero no produce son numerosos: productos industriales (utensilios de cocina, útiles escolares, velas, petróleo, cerillas, bicicletas, receptores de radio, máquinas de coser, medicamentos...), servicios (sobre todo transporte, pero también asesoría legal, consultas médicas...), e igualmente vestidos y alimentos. 8 Es nuestra intervención (entrega de semillas para los ensayos) lo que explica la venta de algunas de sus semillas. Pero ésta es por completo anormal; globalmente, su monto es desdeñable. 246 "Hace años el SIPA nos dio semilla de papa y fertilizantes. Nos prestaba para pagarles cuando recogiéramos la cosecha. Se devolvía la misma cantidad, más intereses pagados también en productos. No nos conviene ese trabajo porque no se puede asegurar buena cosecha. Sería bueno tener crédito , pero el problema es el interés grande que se debe pagar, y por eso preferimos morirnos de hambre que endeudarnos." (Isidro, noviembre de 1978). 2.1.2. El "topo" Los campesinos reservan los gastos monetarios (productos fitosanitarios, semilla o reproductores) a las producciones destinadas a la venta, y no los efectúan, prácticamente, para los cultivos dedicados al auto-consumo. Pero como la alimentación es la necesidad fundamental, y la menos postergable, dedican en prioridad al autoconsumo alimenticio la extensión de tierra que estiman suficiente 9, y la mano de obra correspondiente. En la península de Capachica (Velasco, 1986 b), ello significa una media hectárea de papas, otro tanto de "cultivos andinos" (quinua, cañihua y tubérculos secundarios), y 1,25 ha. de cebada y avena (una parte de la cual se destina a los animales) : el orden de magnitud es el mismo que el de las extensiones cultivadas por las familias III, IV y V (fig. 153, 156, 163). Velasco (1986, a y b) llama a esta extensión de tierra "EVAA": "espacio vital agrícola de autoconsumo"; pero evoca sobre todo lo que Garcilaso (1610, libro V, capítulo 3) decía de la repartición de las tierras en tiempos de los Incas: "Daban a cada indio un tupu (...). Era bastante un tupu de tierra para el sustento de un plebeyo y casado y sin hijos. Luego que los tenían le daban para cada hijo varón otro tupu, y para las hijas a medio. Cuando el hijo varón se casaba le daba el padre el tupu de tierra que para su alimentación había recibido, porque echándolo de su casa no podía quedarse con ella."10 [363]] 2.1.3. Primer factor de diferenciación: la propiedad de la tierra Actualmente es siempre de regla que al casarse los hijos, los padres les den para vivir una porción de tierras, igual para hombres y mujeres en nuestra región. Pero ella queda siempre en el interior de la familia. Las diferencias demográficas, y siglos de conflictos por la tierra, han desembocado en grandes desigualdades entre las comunidades, y entre familias en el seno de una misma comunidad: por ejemplo, los 25 % más pobres de la población disponen de sólo el 4,1 % de las tierras cultivadas en Luquina Grande, y 5,7 % en Camacani, en tanto que los 25 % más ricos, explotan más del 70 % de estas tierras (Kervyn et al., 1983). Tenemos aquí un primer factor de diferenciación de los comportamientos económicos campesinos (cuadro 18 y fig. 179). 9 Se trata de una noción estadística, teniendo en cuenta años buenos y años malos. Cuando hay excedentes, son por lo general guardados para los años malos (familia V). 10 No conocemos con exactitud el alcance y generalidad de esta regla, ya que sabemos que por otra parte el derecho a la tierra se trasmitía hereditariamente (ver la discusión que hace Murra 1979: 278-279). Lo que nos importa aquí es la persistencia, en la concepción andina: - por un lado, de la noción de una extensión necesaria para la subsistencia de una familia, que depende a la vez del tamaño de la familia y de las condiciones ecológicas: "...un topo que se reparte a un indio en tierras templadas, se debe multiplicar por seis y a veces por diez en lugares fríos..." (don Guillermo Gato, 1713, citado por Rostworowski, 1964, cf. cap. 2 de este libro). - por otro lado, de la relación entre esa extensión de terreno y el trabajo para hacerla producir, sin lo cual la tierra no tiene ningún valor: "Un factor básico en la capacidad de controlar las tierras era el hecho de que en los Andes, las tierras sin gente no tenían valor, eran estructuralmente inexistentes. La tierra y la gente para trabajarla sobre un recíproca formaban una sola unidad, que los estudiosos de las ciencias sociales pueden separar con fines analíticos, pero que nosotros debemos volver a unir si deseamos comprenderlo según el criterio andino." (Murra, 1964: 435). 247 - Muchos, como las familias I y II, no disponen sino de superficies muy pequeñas, muy insuficientes para asegurar su autoconsumo al menos con las técnicas y rendimientos habituales. Incluso cultivando la casi totalidad de esa superficie, deben comprar una gran parte de su alimentación de base (fig. 180, A): ya sea papas, habas y cebada producidas en la vecindad, ya sea alimentos industriales (azúcar, fideos...), que aportan calorías muy baratas cuando son subvencionados. Se trata de una alimentación esencialmente calórica, con deficiencias cualitativas que pueden ser importantes en ciertas épocas del año (cuadro 19). Venden productos de la ganadería, pero como el ganado se ve limitado por las dimensiones de la propiedad (más o menos, según la extensión de las totoras), las familias deben vender también su trabajo, mal remunerado: artesanía, migraciones temporales... [363]] Cuando el trabajo es esencial para sobrevivir, se ve privilegiado en relación con los cultivos, los mismos que, mal atendidos, producen poco: un círculo vicioso. Cuadro 18. Pobreza y repartición desigual de las tierras en las comunidades campesinas. Comunidad y año Sullcacatura 1967 Huancho 1967 Collana 2da 1977 Porcentaje de las familias que tienen Sin tierra 0 a 1 ha 1 a 2 ha Más de 10 ha 21 12 2.6 1 231 4 10 31 13 5 19 10 s.d. 6.5 s.d. s.d. Camacani 1980 Luquina Grande 1980 92 79 Cuadro 19. Intento de diagnóstico de consumo alimentario (1979) : deficiencias. Familia Calorías Proteínas Minerales Calcio I 7 pers. a : 3 pers. b : 1 pers. c : 1 pers. (todos los niños) II 5 pers. Vitaminas Hierro A c : el niño más joven c : todos (promedio 47%) 13 a 25% a : 3 pers. C : los 2 niños (prom. 60%) 13 a 22% III 5 pers. a : los 2 niños No representativo del consumo habitual 9 a 21% IV 6 pers. a : 2 pers. a y b : 2 niños c : 1 niño 6 a 10% V 4 pers. c : el niño c : el niño B1 B2 PP C b : 2 pers. c : el niño Los alimentos consumidos por cada una de las personas presentes han sido pesados individualmente durante 3 días consecutivos (las observaciones anteriores han demonstrado una gran estabilidad en el consumo de un día para el otro). El período de estudio ha sido el final de la estación de lluvias, es decir cuando las producciones animaes (leche, huevos) y de verduras son las más elevadas,pero cuando las reservas de granos y tubérculos cosechados están en su nivel más bajo. En este cuadro se ha indicado solamente las deficiencias : sea los porcentajes de las cantidades ingeridas en relación a las normas (provenientes de diversas fuentes : FAO, OMS, USDA), sea la cantidad de personas cuya ingestión se encuentre : a : entre 100 y 90%, b : entre 90 y 80%, c : inferior a 80%. Las deficiencias afectan más que todo a los niños. ¿Ha sido su comportamiento influenciado por la observación ? La fuente principal de vitamina A son los ajíes, menos para la familia I que no compró y la familia V que cultivó para su consumo zanahorias al lado de su casa. Una fuente importante de calcio es la llipta (cenizas de los tallos de quinua), masticada con la coca. Las familias las consumen cuando trabajan en las chacras, lo que no sucedió durante la observación. - Los que disponen de una extensión exactamente suficiente (fig. 180, B), tienen necesidad de comprar muy pocos alientos en el exterior: la proporción de autoconsumo alimentario es la máxima. 248 [364]] - Más allá de este umbral, como sucede con las familias III, IV y V, pero también, y con mayor razón, con los "agricultores medios" y los grandes propietarios, toda extensión suplementaria es destinada a la ganadería, la misma que, a la vez: . permite capitalizar, ya sea en la agricultura, ya sea lanzándose al comercio o los transportes, o invirtiendo en los estudios de los hijos; . puede proporcionar una parte creciente de la alimentación de la familia (figs. 178 y 180); [365]] . procura dinero que permite consumir productos de tipo "urbano": pan, cerveza, frutas, más caros en el campo que los tubérculos y granos que compran las familias pobres (fig. 180, C). Por lo tanto, la proporción de autoconsumo alimenticio disminuye - la familia III es la que compra en el exterior alimentos por el monto más elevado (en particular frutas, legumbres, condimentos, bebidas gaseosas...), mientras que su sistema de producción es el que permite la alimentación autoconsumida más nutritiva, variada y equilibrada... El trabajo de varios años con numerosos productores de todas las categorías, y los demás estudios llevados a cabo en la región, nos permiten pensar que es muy general la "regla" según la cual no se cultiva toda extensión por encima de la necesaria para la alimentación básica de la familia. No es por casualidad, entonces, que en el departamento de Puno los pequeños campesinos, que representan el 80 % de la población rural, producen igualmente el 80 % de los artículos alimenticios, en tanto que no disponen más que del 10 % de las tierras. Las grandes propiedades (privadas o formalmente "cooperativas"), incluso cuando poseen las mejores tierras, practican allí una ganadería extensiva para la exportación de lana, y en lugar de utilizar las deyecciones animales como fertilizante para los cultivos (cap. 2.2.4), las venden por camiones enteros como combustible a los fabricantes de ladrillos de la ciudad... 2.1.4. Función de la ganadería Los recursos monetarios provienen "normalmente" de la venta 11 de los productos de ganadería, por dos razones: - en general, la producción está a pesar de todo más segura en materia de forrajes (planta entera, y/o especies más resistentes) que en alimentación humana (granos), y por lo tanto es gracias a la producción animal que se obtendrá, con menores riesgos, un suplemento de recursos. - los productos animales, y en particular la carne, tienen un mercado garantizado (¡a pesar de que hay mucho que decir sobre los circuitos y condiciones de comercialización!): a la vez para el consumo regional y la "exportación" hacia Lima. En las riberas del lago, donde las totoras compensan en parte la exigüidad de tierras, esta función es desempeñada por los vacunos: venta de animales en pie 12 , de quesos y leche; y secundariamente, por cerdos y aves de corral. En la lógica de asignación de recursos, evocada anteriormente 13 , los campesinos les reservan, por lo tanto las compras en el exterior (vacunas, cuidados veterinarios) y los recursos forrajeros de 11 Existe el trueque, pero es residual. Es exigido por los pescadores del lago y los criadores de altura, que lo consideran más ventajoso gracias a la supresión de los intermediarios (Montoya, 1979; cf. igualmente Orlove, 1982b y 1983). 12 Un 60 % de los vacunos exportados por la región provienen de las márgenes del Lago, ya sea que hayan nacido en ellas, ya sea que hayan sido engordados allí luego de nacer en la puna. 13 Velasco (1986a y b) efectuó la misma constatación en 350 familias encuestadas en la península de Capachica. Habla de una "doble racionalidad campesina", pero pensamos que estas opciones son la expresión de una sola y misma racionalidad - los campesinos no son por lo demás los únicos en hacerlo. 249 valor aquéllos cuya producción y cosecha requieren trabajo: totoras, avena y cebada, tallos y hojas de habas y quinua... [366]] En cambio, la producción de las ovejas y carneross está destinada al autoconsumo: a causa del bajo precio relativo de su carne en el departamento de Puno, y, en lo que concierne a la lana, de la competencia de las grandes propiedades, y también porque hay menos pérdidas cuando una familia abate un animal de pequeña talla, cuya carne puede consumir o hacer secar más rápidamente (cf. Thomas, 1973). No se benefician, "pues", de cuidados veterinarios, y pastan en magras praderas naturales, como explicaba Gregorio en 1978: "Si tenemos pastos naturales, podemos hacernos de ovejas; si no tenemos, no podemos, porque las ovejas sólo comen pastos naturales." 2.1.5. Segundo factor de diferenciación: la propiedad del ganado El recurso ganadería se halla repartido de manera muy desigual entre los campesinos, tal como sucede con la tierra, pues las cabezas que se puede alimentar dependen directamente de las extensiones productoras de forraje. Si se toma el ejemplo de las comunidades de Luquina Grande y Camacani, los pastos naturales y la tierras en descanso, que ocupan la mitad de la superficie total, no pueden satisfacer sino el 3 y 5 %, respectivamente, de las necesidades alimenticias del total de ganado (incluidas todas las especies). Para todo el año, comprendidas todas las edades, cada bovino dispone respectivamente de 360 y 440 kg de materia seca proveniente de los tallos y hojas de cereales y leguminosas, o sea de 15 a 20 % de las necesidades de un adulto de 250 kg; el resto de su alimentación proviene de los cultivos forrajeros: consumo de cebada y avena en planta entera, y totoras. Ahora bien, la desigualdad en el acceso a las totoras prolonga y agrava la de la propiedad de la tierra (cuadro 20). Cuadro 20. Relación entre superficies de totoras y de tierras firmes poseídas, comunidad de Luquina Grande (promedio de familias de cada grupo) Superficie de totoras (m2) Superficie de tierra firme en la comunidad < 1 ha 1 a 2 ha > 2 ha Poseída 36 962 16,800 Prestada Total 185 250 0 221 1,212 16,800 Pero la proporcionalidad no es sistemática. La posesión de ganado, que puede ser muy diferente para dos familias que disponen de la misma extensión, es el segundo factor de diferenciación de los comportamientos económicos campesinos. Las familias II y IV debieron vender todo o parte de su ganado para sufragar los gastos de salud; durante los largos años que necesita la reconstitución de un rebaño vacuno, deben compensar la falta de este recurso esencial por medio de la venta de su fuerza de trabajo. La venta de ganado, por un lado, y la artesanía o el trabajo asalariado en el exterior, por otro, desempeñan desde este punto de vista un papel semejante, y son hasta cierta medida "intercambiables": después de la granizadade marzo de 1979, Héctor (IV) vendió ganado, mientras que Silvestre (V) volvió a la herrería...: la distinción clásica entre lo agropecuario [367]] y lo no agropecuario no es aquí pertinente para comprender la economía de las familias campesinas. En el caso de los más pobres, el trabajo en el exterior (migración temporal) se convierte fácilmente en emigración definitiva. En Chujucuyo, Verliat (1978) puso en evidencia la anormalmente baja proporción de la clase de edad 15-40 años: de 316 habitantes en la comunidad, 73 personas nacidas allí habían emigrado. En Sullcacatura (familia I), en 1967 fueron censadas 186 familias, cuando se tramitaba el reconocimiento de la comunidad; en 1978 habitaban realmente 136. En Camata (II) el número de familias varía considerablemente según el criterio adoptado: pertenencia a la comunidad o residencia. En la península de Capachica, donde prácticamente todas las familias ya no poseen sino la extensión mínima (Velasco, 1986b), no hay ya división de tierras desde hace algunos años, y sólo queda como agricultor uno de los hijos, el que tiene más "vocación." 250 2.1.6. El trabajo dentro de una "verticalidad" mutilada En todos los casos el trabajo en el exterior es posible en los períodos vacíos que, en un número restringido de pisos ecológicos, deja el calendario agrícola entre dos puntas: las labores de labranza y sembrío (octubre noviembre) y las de la cosecha (abril-mayo)14 Una parte importante de las necesidades monetarias, es decir de las compras que la familia no puede producir, tiene el mismo origen: las comunidades estudiadas no tienen actualmente acceso sino a un abanico restringido de pisos ecológicos o de zonas de producción: - el lago para la pesca y las totoras (ver Orlove, 1982 b, y Levieil, 1987, para un detallado análisis de la utilización de los recursos acuáticos). Pero Huancho no dispone más que de una lagunita de un kilómetro de largo; en Luquina Grande el agua se torna bruscamente demasiado profunda para las totoras: los comuneros realizan todos los años una decena de viajes, de dos días y medio cada uno, para ir a buscarlas donde los "Uros." Y las familias que viven lejos de la orilla (IV y V), aun si tienen derecho, no pueden aprovechar el recurso; - la pampa, llanura costera o fondo de valle; - el cerro ¡Sullcacatura ni siquiera lo tiene! Ninguna tiene actualmente acceso: - ni a la puna para la ganadería de altura (e, inversamente, las comunidades de puna no tienen acceso al lago...); - ni a las tierras bajas tropicales, a diferencia de algunas comunidades situadas al norte del lago; - ni a recursos minerales, con excepción de un muy pequeño yacimiento de yeso, explotado por Luquina Grande para uso local. Pero no siempre ha sido así, y podría no ser así... [368]] 2.2. Discusión y perspectivas La interpretación que precede es muy parecida a la de Caballero (1983, ver el capítulo 7 de este libro). Esperamos que no traicione demasiado lo que nos explicaron los campesinos - nuestro primer artículo de 1986 fue discutido con ellos antes de ser publicado -. Pero, en cualquier forma, no es más que la explicación inmediata de lo que es en la actualidad: no busca las causas profundas, ni dice lo que podría ser. Y las evoluciones constatadas en una decena de años relativizan lo observado en un momento dado.15 Algunos años después de haber afirmado que los carneros comen solamente pastos naturales, el mismo Gregorio mejoró los suyos por medio del cruce, y garantiza a sus corderos un buen comienzo en la vida al alimentarlos durante cinco meses ¡con la leche de sus vacas! Rompe así el círculo vicioso: Los esquemas precedentes no son "modelos", en el sentido de un ideal por alcanzar; no representan sino un estado momentáneo, fruto de la historia y de la necesidad; pueden evolucionar con el tiempo, así como diferir de una región a otra. Así como la utilización de varios pisos ecológicos por un mismo grupo puede desaparecer cuando uno solo de ellos basta para asegurar un nivel de vida "aceptable" (capítulo 3.3), podría resultar inútil recurrir a varias actividades económicas diferentes si una sola de ellas asegura recursos que se estimen suficientes. Debemos preguntarnos, pues, si los campesinos no podrían aplicar otras lógicas, y en qué condiciones; así como resituar estas observaciones en un contexto más amplio: 14 Hasta hoy en día las acciones de desarrollo han buscado mucho más acrecentar la productividad de las horas de trabajo de los campesinos (por medio de mejoras técnicas), que el número de las mismas (por cambios en la tenencia de la tierra, por ejemplo...). 15 Desde este punto de vista, la duración del presente estudio representa una ventaja considerable. 251 - en el espacio: la región no está aislada del resto del mundo; - en la sociedad; - en el tiempo: tenemos la suerte de que las comunidades de Sullcacatura y Camata (familias I y II) y las de Camacani y Luquina Grande, así como Santa Rosa de Yanaque, se hallan en lo que fue el reino Lupaqa, cuyos documentos de inspección de 1567 permitieron a J. V. Murra proponer el modelo "en archipiélago" (capítulo 3). Sullcacatura es mencionado como ayllu, y Camacani como "nombre [369]] de las tierras" en la "Descripción de las Tierras de la Antigua provincia de Chucuito" en 1685 (Martinez, 1981). 2.2.1. La propiedad de la tierra La extensión promedio por familia no alcanza las 4 hectáreas en Huancho, 3 en Camacani, 2 en Luquina Grande y Sullcacatura, 1 sola en Camata y se trata además de la superficie total, incluyendo terrenos no cultivables (pero no tomando en cuenta los totorales). Semejante densidad de población indujo a la generación anterior a suprimir las rotaciones colectivas (aynokas) en Huancho y Huatta: "Ya no las hay desde hace 20 ó 30 años. Los hemos abandonado porque ahora la comunidad se ha desorganizado. Había cada vez más habitantes, y la gente comenzó a construir sus casas en esos terrenos." "Desapareció por falta de tierras."(Huatta). En 1967, en Sullcacatura, subsistían todavía 7 aynokas... de menos de 1 hectárea cada uno. Tal densidad resulta de la combinación: - del crecimiento demográfico del siglo XX (fig. 181); del acaparamiento de tierras por las grandes propiedades, que en la región es posterior en su mayor parte a 1830 (Martínez 1962, Vellard 1963, Chevalier 1966). Ello es claramente visible en el mapa de Camacani (fig. 182); en cambio no hallamos huellas al respecto en los casos de Sullcacatura y Luquina Grande. miles de habitantes 250 hipótesis de estructura de la población 200 150 100 50 Conquista 0 1500 1600 1700 1800 1900 2000 Fig. 181: Variaciones de la población del "reino" Lupaca, luego Provincia de Chucuito (según Smith, 1970; Maletta y Bardales, 1987). Las estimaciones son hechas en base al censo de los "tributarios", es decir de los varones adultos. [370]] La Reforma Agraria de 1969 1975 no ha cambiado en lo fundamental la situación; las grandes propiedades han sido convertidas jurídicamente en cooperativas o SAIS de varios millares o decenas de millares de hectáreas, donde la extensión promedio por familia es del orden de 200 ha.; las comunidades no recibieron nada o recibieron muy poco (16 hectáreas para más de 100 familias en Camata): los campos comunales de Collana Segunda (familia V) son resultado de la ocupación ilegal de terrenos acaparados en el siglo XIX por la hacienda, transformada en SAIS con la Reforma 252 Agraria. La repartición de la la tierra permanece muy semejante a la anterior a toda reforma agraria (Bourricaud 1962: 103 107; Vellard 1963: 71; fig. 183). % de las familias 47.8 < 1 ha 38.7 0.4 1-5 ha > 1000 ha 73.8 0.8 3.2 % de las superficies explotadas Fig. 183: Repartición de las tierras antes de la Reforma agraria (total de los departamentos de Puno, Cuzco, Apurímac y Junín, censo de 1961). En 1986 se decidió la "reestructuración" de las tierras, lo cual debería corregir la anomalía: Huatta debía recibir al menos 6,000 hectáreas, repartidas entre los 4 sectores, y entre ellos Faon y Collana Segunda; ésta optó por hacer de su parte una empresa comunal. No solamente se ha arrebatado tierras a las comunidades. También se les ha quitado: - el agua, que Camacani debe compartir por tercios con el pueblo de Platería y la granja experimental de la Universidad; y - los recursos minerales, pues Huata no tiene derecho de explotar sus yacimientos calcáreos para hacer cal, ni los de yeso, ya que se encuentra en la muy vasta zona reservada para la cementería de Caracoto. Se podría imaginar, sin embargo, que la exigüidad de las tierras estuviese compensada por técnicas muy intensivas, que permitiesen rendimientos muy altos por unidad de superficie... [371]] 2.2.2. Elección de técnicas agrícolas y de un "estilo de agricultura" "Una familia normal de 5 miembros puede consumir al año entre 1,100 a 1,500 kilos de papa; esta producción se puede obtener en 2,200 a 3,000 m2 con bajos rendimientos de 5 TM/ha., o en 700 a 1,000 m2 con rendimientos altos de 15 TM/ha. Sin embargo ésta no es toda la papa que una familia requiere, pues se considera que entre 300 a 500 kilos se utilizan como regalo, intercambio o trueque y pago de trabajos."(Tapia, 1986: 95). Más arriba hemos afirmado que los campesinos destinan en prioridad al autoconsumo alimenticio la extensión de tierra que estiman suficiente, así como la mano de obra correspondiente. Las dos etapas de este ajuste: trabajo extensión cultivada extensión cultivada alimentos cosechados, son pensados en conjunto, es decir: ¿permite la mano de obra disponible trabajar una extensión suficiente para producir lo esencial de la alimentación (obteniendo al mismo tiempo ingresos monetarios)?. Pues bien (capítulos 1 y 5), tanto la extensión trabajada por una persona en un día, como la producción obtenida por unidad de superficie, varían en muy fuertes proporciones, de acuerdo a las técnicas utilizadas. 253 La opción elegida de no emplear técnicas intensivas (en dinero y/o trabajo) se explica por los riesgos climáticos 16 , los mismos que a su vez dependen de las técnicas usadas: [372]] - por una parte, de las infraestructuras permanentes (camellones, andenes, árboles, riego), cuya degradación o abandono son resultado de la historia social y política, y que los campesinos no mantienen o reconstruyen sino cuando se hallan seguros del disfrute de la tierra; - por otra parte, del conjunto de técnicas de cultivo (incluidas las variedades) - uno se puede preguntar si el atraso de la región a este respecto no proviene de la exclusión autoritaria de toda investigación sobre cultivos hasta más o menos 1970, para dejar campo libre a la ganadería de las grandes propiedades (¿qué sucedió con el equipo de agrónomos peruanos que en 1955-56 obtuvieron más de 3,000 kg/ha de quinua y cañihua?). "Otra de las causas del atraso de la agricultura, ha sido la orientación industrial. Ella fue primero minera cuando el auge de los yacimientos, pasando después a ser ganadera. (...) Los capitales se han dedicado así a la ganadería por ser de mayores rendimientos y mejores ventajas."(Romero 1928: 406). Hay otro obstáculo de envergadura que no incita, precisamente, a invertir dinero en la agricultura de víveres: los bajos precios que se pagan a los agricultores, y la insuficiencia de los circuitos de recolección (ver nota 18). 2.2.3. La comercialización Algunos hitos históricos en relación con los cereales, y en particular con el trigo, permiten identificar los problemas, que serán tratados desde otro ángulo en el capítulo 6.4. En 1567 Garcí Diez notaba: "trigo no ha visto vender en la provincia por no haber molinos en que se muela." Un tiempo después, en el Altiplano el cultivo del trigo siguió a la introducción de los molinos, y se mantuvo durante más de tres siglos. En 1899 Kaerger decía de los valles del Cusco, próximos al Altiplano, pero beneficiados por un clima mucho más favorable, lo siguiente: "Dos razones explican el precio sorprendemente bajo del trigo. En primer lugar, la calidad del trigo es mala y la harina sólo se produce en molinos muy pequeños, por lo que hasta en el Cusco se prefiere importar la buena harina chilena. En segundo lugar, porque en los valles del Cusco en realidad no existe un comercio del trigo. Los únicos compradores son los panaderos, quienes sólo se abastecen de lo inmediatamente necesario para moler y hornear. (...) Mientras los panaderos del Cusco pagaban 4 soles por la fanega de trigo, el dueño de un molino en Arequipa, en el mismo momento, anunciaba en el periódico que quería comprar 200 lbs. de trigo blanco, seco, puro y de buena calidad por 6.80 soles, o sea 260 lbs. (que es el peso de la fanega en el Cusco, en Arequipa la medida es otra vez distinta), a 8.84 soles. (...) Al mismo tiempo, y también a través de un anuncio en el periódico, el molino vendía el quintal (100 lbs.) de trigo nacional a 6.40 soles y el de trigo chileno a 7.50 soles. Las cifras indican tanto el alto margen de ganancia de los molinos como la supremacía del trigo chileno." ([1899] 1979: 28-29) (ver 3.3.2.1.). En 1913 Paul Walle escribía: "la agricultura no ha alcanzado un gran desarrollo en la sierra, pues la actividad de los agricultores se ve grandemente paralizada por la dificultad de los 16 Los dos obstáculos, riesgos climáticos y dificultades de comercialización, no afectan solamente a los campesinos de las comunidades. En la "microregión" de Juliaca, hay 930 "agricultores medios", propietarios de algunas decenas a centenas de hectáreas, que no se ven limitados ni por la extensión, ni por la falta de material agrícola, ni por el acceso al crédito y a las técnicas modernas. Pero todos ganan dinero mucho más fácilmente en otras ocupaciones (comerciantes, profesiones liberales, funcionarios), que vendiendo el producto de sus cosechas (O. Velasco, com. pers.). 254 medios de comunicación. Su insuficiencia es tal que la zona templada de la sierra, que podría producir en abundancia todos los cereales, pues por doquiera el suelo está cubierto por una enorme capa de humus, no puede proveer a los habitantes de la Costa, que deben comprar su harina en Chile (...) El maíz y el trigo son objeto de cultivos bastante [373]] importantes, sobre todo en el departamento del Cuzco (...) desgraciadamente, como no es posible trasportarlos a los centros de consumo, se debe dejar de lado la exportación de estos productos (...) Los departamentos susceptibles de iniciar un gran desarrollo agrícola son los de Puno, Cuzco, Huánuco, Junín (...) Como se ve, la explotación en grande de estos diferentes productos podría ser remuneradora, (...) 1) si las técnicas agrícolas de la sierra se modernizaran un poco; 2) si los precios de flete por ferrocarril bajasen a 2 centavos por tonelada por kilómetro" (p. 197-200). Pero el desarrollo de los transportes ha tenido efectos inversos a los esperados por P. Walle: En 1980, a 50 kilómetros de Puno, ante los magníficos trigales que había cultivado utilizando los resultados de la investigación agronómica local, un "agricultor medio" nos declaraba; "¿Dónde voy a vender todo este trigo?". En el mismo año el Perú importó el 90 % de su consumo total de trigo, cifra que subió a 99 % en el caso de las industrias agro-alimentarias, concentradas en los puertos (Lajo 1980 y 1982; Ballay 1984); es lógico que las mismas prefieran no la producción nacional, dispersa y no subvencionada, sino las importaciones, "concentradas" y a menudo subvencionadas ya sea por el país exportador, ya sea, en ciertas épocas, por el mismo gobierno peruano, preocupado en brindar una alimentación barata a la población pobre de las ciudades... resultado del éxodo rural: ¡un círculo vicioso sin fin! El mismo agricultor añadía: "si al menos se tratase de quinua, pues entonces yo la llevaría a Juliaca y encontraría de inmediato comprador". La quinua se consume, en el conjunto del país, en cantidades inferiores a las del trigo, pero se beneficia de tres diferencias: - las importaciones (desde Bolivia) son mínimas, y no están nunca subvencionadas; - en su mayor parte se consume sin transformación industrial; - la parte industrializada lo es en el Cuzco, en el corazón de una región productora. Otro ejemplo a contrario es el que ofrece la Compañía Cervecera del Sur del Perú, que, en primer término alrededor del Cuzco y de Arequipa, y luego hasta el Altiplano, estimuló la producción comercial de cebada cervecera, remuneradora para los productores (al menos para aquéllos con extensiones suficientes como para contratar con la Compañía). En contraste, y comentando los resultados agronómicos obtenidos en las variedades alimenticias, un responsable del Ministerio de Agricultura en Puno nos manifestaba en 1982: "En cuanto hay un aumento de producción, hay superproducción" (o, más exactamente, embotellamiento de los circuitos actuales), y por lo tanto caída de los precios. La respuesta a la pregunta formulada al comienzo del estudio es, pues, totalmente paradójica tratándose de un país y una región fuertemente deficitarios: uno de los principales obstáculos para un crecimiento de las producciones alimenticias destinadas al mercado ¡es la falta de salidas! Los esquemas de interpretación propuestos en esta parte parecen muy vinculados a la precariedad de una agricultura practicada en condiciones ecológicas extremas, y a la lejanía de los centros económicos y de decisión del país. Su interés es reducido si no son válidos en otras partes, o si no se puede indicar de qué manera se modifican según las condiciones. Las páginas que siguen intentan esbozar esa generalización. 255 [374]] 3. El alto valle de Cañete: el matorral y la puna Gilles BRUNSCHWIG17 Los campesinos del alto valle del río Cañete 18, lo mismo que en la mayor parte de los Andes Centrales, tienen acceso a un mayor número de pisos ecológicos que los del Altiplano: para un comunero de Laraos , desde los huertos y terrazas con riego de Llapay, a 3,000 metros de altura, hasta el límite superior de los pastizales de altitud, hacia los 4,500-4,700 m, pasando por las terrazas de maíz y las de barbecho sectorial colectivo. Ello posibilita la producción de casi todos los alimentos necesarios, y en consecuencia los campesinos pueden vivir casi en autarquía. Pero lo que dijimos acerca de las necesidades monetarias de los campesinos del Altiplano es igualmente válido para los del Cañete, que se ven obligados a vender para conseguir dinero. En relación con los campesinos de las riberas del Titicaca, se benefician de una segunda ventaja, pues se hallan de cuatro a cinco veces menos lejos del mayor centro de consumo del país: la ciudad de Lima. Estamos, pues, en posición de esperar a priori grandes diferencias entre las familias campesinas de este valle y las del Altiplano tan grandes como entre los paisajes de ambas regiones. Nos serviremos para esta comparación de un estudio realizado con métodos similares al precedente (aunque más orientado hacia la ganadería), que versa sobre familias de las comunidades de Laraos y de Huancaya (fig. 66). 3.1. Laraos: un pueblo de altura típico de la vertiente occidental de los Andes El territorio cultivable de la comunidad de Laraos (fig. 43 y 46) se halla en su mayor parte en el valle del río Laraos, pequeño afluente del Cañete. Este valle presenta un perfil en V muy marcado, con un fondo estrecho por donde desciende el torrente, y flancos cuya pendiente oscila entre 20 y 45º. La zona cultivable se extiende en los pisos quechua y suni, desde la orilla izquierda del Cañete, a más o menos 3,000 m. de altura, hasta el límite inferior del piso puna. Más arriba, los pastizales y el matorral bajo 19 suben hasta las crestas que culminan a más de 5,000 m. de altura. Todo el territorio cultivable se caracteriza por un acondicionamiento importante en andenes, provistos de muros de contención de piedras sin mortero en los sectores con [375]] riego, de disposición y trabajo menos cuidado en los sectores de cultivos pluviales. En el fondo del valle, una densa red de canales de irrigación, empedrados o cimentados, se inserta discretamente en esas estructuras. Por doquiera pequeños senderos tortuosos, abruptos y estrechos dan acceso a las parcelas. El escalonamiento altitudinal y el riego permiten distinguir cinco grandes zonas. Por debajo de los 3,200 m. de altura, en el bajillo, los cultivos son necesariamente de riego, y se encuentran cerca de los cursos de agua. Las temperaturas benignas permiten el desarrollo de árboles frutales. Entre los 3,200 y 3,500 m. de altura, la irrigación abarca un amplio campo de terrazas incaicas (Lavallée, 1987), reservado al maíz: el maizal (fig. 44). Los cultivos de secano, tubérculos y cebada, sólo aparecen realmente más arriba de los 3,500 m., pero debajo de los 4,000. Se distribuyen por los flancos del valle 17 Lo esencial de los datos utilizados aquí proviene del artículo "Sistemas de producción de laderas de altura" (Bull. IFEA, XV, 1-2, 1986: 27-52) y la tesis de Doctor Ingeniero "Systèmes d'élevage extensif d'altitude dans les Andes Centrales du Pérou" (INA-PG París, 1988, 510 p.). Para la metodología, ver Brunschwig, 1990. 18 19 Este valle, y ciertas comunidades como Laraos, han sido descritos en los capítulos 2.1 y 3.3. Llamo aquí matorral bajo un tipo de formación vegetal situado entre los 3,200 y los 4,500 m de altura, en la vertiente occidental de los Andes, en las regiones centrales del Perú. La vegetación se compone de herbáceas, arbustos y cactus. El deficit hídrico climático se ve acentuado por la pendiente, a menudo muy fuerte: las pocas lluvias escurren sin penetrar en el suelo. 256 en un sistema de barbecho sectorial colectivo (fig. 46): es la zona aisha. A esta altura, el riego se halla todavía presente a lo largo de los cursos de agua en la zona mahuay. Por encima de los 4,000 m. de altura, el matorral bajo y algunos pastos dispersos se disputan el espacio con las rocas y los desmoronamientos; este pastizal natural, a menudo escarpado, recorrido por pequeños bovinos rústicos, es el ámbito principal de la ganadería extensiva que practican los campesinos de Laraos. Los pastizales permanentes situados en el matorral, divididos en grandes sectores llamados localmente "canchada" o "estancia"20 , son siempre propiedad comunal; cada criador paga a la comunidad un derecho por el alquiler de los pastos. La tarifa depende de la extensión concedida; si un "comunero" posee un rebaño grande de bovinos - más de quince cabezas -, puede disponer de una "canchada" para él solo; pero en la gran mayoría de casos, varios campesinos, a menudo vinculados por lazos familiares, utilizan asociados una misma "estancia." Hay también "canchadas" en la puna, que son propiedad comunal, y son asignadas de la misma forma que las del matorral. 3.1.1. Presentación de las familias (cuadro 21) Cuadro 21. Características principales de los sistemas de ganadería extensiva estudiadas en el matorral (Laraos) Ganadería extensiva asociada a los cultivos. Poca integración al mercado Tipo de ganadería Jefe de familia Estado civil Walter soltero David soltero Santiago casado Juan soltero Antonio casado 2 2 5 5 6 4 7 5 5 3 Agricultura Superficie cultivada (m2), 1984-85 Superficie cultivada por persona (1) Alfalfares: número superficie 1,754 877 4 9,400 5,575 1,115 1 alquilado 1,950 3,295 549 / / 2,650 366 / / 1,820 364 / / Ganadería Rebaño Bovinos, total Vacas Grande 19 10 Chico 9 5, de las Mediano 11 7 Chico 1 2 muertas en 1985 Mediano 14 7 Familia: Personas Trabajadores hermanas del jefe de familia Diversos Actividades no agrícolas del jefe de familia Principales Segundarias 2 burros 1 burro Peón Juez de paz, peón, trabajos menudos Carpintero, yesero Minero Tejedor, músico, yesero, peón (1) La superficie cultivada por persona es la relación entre la superficie cultivada total y el número de personas peresentes en la familia ; no es la superficie que trabaja una persona. No es fácil obtener una delimitación precisa de las explotaciones agrícolas de Laraos. En efecto, persisten lazos e intercambios entre los diferentes miembros de una familia, aun si algunos de ellos han emigrado a Lima, Huancayo u otra parte. Esas relaciones permiten obtener puntualmente una mano de obra suplementaria para ciertos trabajos agrícolas, por ejemplo las cosechas; los migrantes 20 Como muchos otros en América Latina, el término estancia no designa lo mismo, de acuerdo a las regiones y países. 257 reciben en retorno productos de su pueblo, papas, a veces un poco de carne o de queso, y siguen siendo miembros de la comunidad de Laraos. Cada vaca, ternera, toro o becerro pertenece a una persona, a veces a dos, pero raramente a una familia, y no es fácil saber, en una conversación, si se habla de los animales del interlocutor o de los de su familia; sucede lo mismo con los productos de origen animal. En el presente estudio he tratado siempre de tomar en cuenta los animales de todos los miembros de la familia. Designaré aquí a cada familia con el nombre del jefe de familia o de mi interlocutor principal. [376]] Antonio Antonio es minero en la mina de Yauricocha, cerca de Laraos (a 4,600 m. de altura, fig. 66). Su familia reside en Laraos, adonde él regresa en motocicleta cada fin de semana (una hora de trayecto). En su caso, teniendo presente el poco tiempo que le deja su trabajo, la pequeña extensión de que dispone (1,820 m2 cultivados en 1984-85)21 y su salario (cuadro 6.6), las actividades agrícolas son secundarias; las deja a cargo de su esposa y de sus tres [377]] hijos. Sólo toma parte en las cosechas más importantes (maíz y tubérculos) y en el barbecho. Para todos los trabajos difíciles su esposa recurre a jornaleros; para los trabajos corrientes, apela a su hermana, en el sistema de ayuda mutua. La familia posee 7 vacas adultas y 7 becerros (noviembre de 1986) en una estancia que dista más o menos dos horas de camino del pueblo, así como de un burro en las tierras de descanso. La producción agrícola en esta familia parece destinada a proporcionar una alimentación de calidad y mantener una tradición familiar; sin pretender alcanzar objetivos de rentabilidad, desempeña un papel no desdeñable en la economía familiar (cuadro 22 y fig. 186). Cuadro 22. Retribución de las actividades no agrícolas Actividad Peón Tejedor Yesero Carpintero Operario de socavón Músico Juez de paz Unidad de base para el pago Retribución por unidad (US $) Retribución prom. por día de trabajo (soles peruanos) Día Por un poncho Contrato Contrato Quincena Día variable 0.6 11.6 10,000 15,000 15,000 15,000 46,000 100,000 100,000 34.8 5.8 David David es soltero y vive con su madre, sus dos hermanos y su hermana casada con un minero. Posee en Llapay una gran extensión de alfalfa (1,950 m2), que alquila periódicamente al mismo criador, lo cual le asegura un ingreso regular. Además, sabe trabajar la madera y efectúa, cuando se lo solicitan, trabajos de mueblería y de carpintería, actividad que le ocupa sobre todo durante la estación seca. Su madre tiene una pequeña tienda, que aporta un complemento financiero; sus hermanos dejan con frecuencia Laraos durante varias semanas o varios meses para buscar trabajo afuera. David posee una extensión importante a la escala de Laraos (5,575 m2 cultivados en 1984-85) y trata de mejorar su producción agrícola; desarrolla actualmente al fruticultura (manzanos y peros) en 21 La extensión cultivada es la extensión realmente puesta en cultivo durante el período mencionado. No se incluye la extensión dedicada a alfalfa, que es indicada aparte cuando hay lugar a ello. Para una familia, la extensión de tierras en descanso, sumada a la extensión que cultiva, da el total de la extensión cultivable de que dispone. Por el tipo de rotación usado (cap. 2), sólo se puede cultivar una parte de la extensión cultivable en cada año. La relación entre ambas extensiones es relativamente constante, para cada familia, de un año a otro. 258 una de sus parcelas en la ribera del Cañete. Recurre poco a la ayuda recíproca, y la mano de obra que necesita proviene de la familia y de jornaleros. Tiene unos cincuenta ovinos confiados a un pastor en la puna. En una estancia situada a tres horas del pueblo, su hermana posee 3 vacas y un becerro; ella se ocupa igualmente de 5 bovinos que pertenecen a su otra hermana, que vive en Lima (noviembre de 1986). [378]] Walter Walter ha desempeñado durante 3 años el cargo de juez de paz, que le aseguraba buenos ingresos; debió dejarlo en febrero de 1986. Es soltero y vive con su anciano padre, que tiene una pequeña tienda. Realiza diversos trabajos de mantenimiento: reparación de tubos de agua potable, pintura, albañilería; en ciertas ocasiones trabaja como jornalero. Walter posee tierras suficientes (1,754 m2 cultivados en 1984-85) y animales para subvenir ampliamente a sus necesidades; además de 40 carneros y 12 alpacas, que están en la puna bajo la vigilancia de un pastor, tiene 10 vacas, 4 terneras, 3 becerros y 2 toros (noviembre de 1986). Los 19 bovinos están en una canchada de más o menos 300 ha, situada entre los 3,400 y 4,600 m. de altura, sobre el río Cañete, con una pendiente promedio cercana a los 40º. Walter cultiva algunas de sus parcelas de alfalfa (9,400 m2) para mejorar la alimentación de sus bovinos durante los períodos difíciles. No trata de aumentar sistemáticamente su producción agrícola, y prefiere disponer de tiempo libre para sus distracciones o para ir a ver sus vacas. Es por ello que cultiva una parte de sus parcelas al partir: asociado con otro agricultor de Laraos, aporta la tierra y la mitad de las semillas, en tanto que su socio contribuye con la otra mitad de las semillas y efectúa todos los trabajos intermedios (deshierbe, aporque, riego); trabajan juntos en la siembra y en la cosecha, la cual es repartida entre ambos. Walter, que privilegia sus horas libres en comparación con las que consagra a la producción, parece constituir un caso aislado en la población de Laraos. Juan Juan, jornalero en la mayor parte de su tiempo, ganaba así un magro salario. Soltero, vivía en casa de sus padres, los mismos que, con su hermano, siguen ocupándose de sus cultivos. Hay tres sobrinos a cargo de la familia. Si bien Juan se desempeñaba como jornalero en el exterior, tomaba parte en todos los trabajos difíciles de sus parcelas: barbecho, cosecha, siembra. La mano de obra es exclusivamente familiar, por ser la solución más económica. La familia dispone de una extensión reducida (2,560 m2 cultivados en 1984-85) y ya no posee más que una vaquilla en una estancia a dos horas de camino del pueblo; los demás 4 bovinos del rebaño familiar han muerto. A fin de aumentar la producción agrícola, y, con ello, la alimentación, pues sus finanzas no permiten comprar sino un mínimo de alimentos complementarios, la familia toma en arrendamiento a bajos precios algunas parcelas mediocres de bajo potencial productivo. Juan murió en junio de 1985; su padre y su hermano se colocan desde entonces como jornaleros, cuando les es posible. Santiago Santiago vive con su mujer, su hijo mayor, su nuera y sus dos nietos; su segundo hijo estudia en Lima. Sus necesidades financieras son por eso importantes; utiliza todos los recursos posibles para mejorar sus ingresos: es músico en las fiestas, yesero, albañil, a veces jornalero, y teje ponchos en el telar de cintura (caywa). 259 Empleando al máximo la mano de obra familiar, recurre poco a la ayuda mutua y a los jornaleros. Toma en alquiler algunas parcelas para aumentar su producción agrícola, pues no pose una extensión suficiente (3,295 m2 cultivados en 1984-85). [379]] Tiene 2 asnos que pastan en terrenos en descanso, y 7 vacas y 4 becerros en una canchada a tres horas del pueblo (noviembre de 1986). ________________ Estas cinco familias asumen actitudes diferentes frente a la agricultura, la crianza de ganado y las actividades no agrícolas, según los medios de producción de que disponen y las actividades remuneradoras que practican o pueden practicar. Ellas representan la variedad de situaciones observadas en Laraos (cf. las investigaciones realizadas por Brougère, 1986; L. Figueroa Urbina, 1989), por lo tanto, las diferentes orientaciones de los sistemas de producción de esta comunidad; todas son pluriactivas, y ninguna se dedica exclusivamente a trabajos agrícolas.22 3.1.2. Ingresos monetarios y rol de las diferentes actividades Hemos visto (cap. 6.2) que todos los habitantes de los Andes tienen necesidad de dinero para vivir. Tratándose de campesinos, ¿pueden obtenerlo mediante sus actividades agrícolas? La agricultura La agricultura stricto sensu en Laraos se rige todavía por el control comunal; la rotación de los cultivos de secano (en barbecho sectorial colectivo, cap. 2), la duración del largo descanso pastoreado (8 a 11 años), así como las fechas de cultivo del maízal, se siguen decidiendo anualmente en asambles comunales, lo cual frena las eventuales tentativas individuales de intensificación. Cada familia no posee más que una pequeña extensión cultivable cada año, de 1,800 a 5,500 m2, o sea 360 a 1,100 m2 por persona. En fin, las posibilidades de mecanización son nulas o extremadamente reducidas por la pronunciada pendiente, aquí, y la disposición en andenes que, allá, divide la tierra en pequeñas parcelas (unos 100 m2 en el maízal); en todas partes las parcelas son muy escarpadas y su acceso, por una yunta de bueyes o un motocultor, es rara vez posible. Si se tiene en cuenta los altos costos de mano de obra que impone el aprovechamiento de las tierras, y el bajo precio de los productos cosechados, es hoy imposible para una familia de Laraos obtener del cultivo de sus tierras un ingreso monetario suficiente para subvenir a todas sus necesidades durante el año. Un rápido cálculo puede ilustrar esta afirmación. Sólo las zonas irrigables se pueden cultivar intensamente sin peligro importante de helada o de sequía, y su extensión total en el territorio de la comunidad de Laraos es globalmente de 50 ha. Con un rendimiento promedio de 5,000 kg/ha para el maíz (cap. 5.5), se obtiene una producción total de 250 toneladas a repartir entre más o menos 150 familias, o sea de 1,5 a 2 toneladas por familia. Como cada una consume una cantidad del orden de 500 kg por año, queda disponible para la venta de 1 a 1,5 tonelada por familia y por año. Teniendo en cuenta la evolución de la relación entre el precio del grano y el de la mano de obra, en las condiciones actuales, el ingreso obtenido por la venta no podría bastar para cubrir todas las compras de una familia durante un año. [380]] Por otra parte, el largo descanso en las tierras de secano, el alto costo de la mano de obra para su barbecho completo al comienzo de la rotación, y los imprevistos climáticos, no permiten tampoco considerar la intensificación o el desarrollo de los cultivos de aisha, y tampoco la obtención por esta vía de un ingreso monetario suficiente para cubrir las necesidades de una familia. 22 Laraos es una de las tres comunidades del Alto Cañete, donde 100 % de los jefes de familia son pluriactivos (55 % de ellos trabajan en la mina y solamente 20 % residen en la comunidad); en las demás 20 comunidades este porcentaje es, con una sola excepción, superior a 68 % (Figueroa Urbina, 1989). 260 La agricultura en sentido estricto en Laraos no está, pues, en posibilidad de proporcionar a los campesinos, en las condiciones actuales, los ingresos monetarios que necesitan. ¿Pueden conseguirlos con la ganadería? La ganadería En esta parte sólo estudiaremos la crianza de ganado bovino localizada en el matorral y asociada a la agricultura tradicional de tubérculos, de maíz y de cebada. En Laraos los camélidos andinos y los ovinos criados en la puna no pertenecen, por lo general, a las mismas familias. [381]] La crianza de bovinos se halla esencialmente presente bajo dos formas en Laraos: una crianza lechera semi-intensiva en alfalfares de riego (Roman, 1984) y una crianza extensiva de animales rústicos en el matorral. Si la primera está en aptitud de proporcionar interesantes ingresos monetarios en razón del alto precio del queso en la región, sigue siendo sin embargo privilegio de algunos; los terrenos aptos para el riego y el cultivo de la alfalfa en Laraos son escasos fuera del maízal, y sólo los tiene una minoría de campesinos. La segunda forma de crianza de ganado, que se apoya casi exclusivamente en el pastoreo, se halla mucho más difundida; todas las familias de Laraos, o casi todas, tienen algunos bovinos en el matorral, dejándolos allí sin vigilancia durante casi todo el año, y no los visitan más que de veinte a cuarenta veces en ese período. Como no se les distribuye ninguna forma de forraje cortado, los animales deben encontrar por sí mismos toda su alimentación. Esto los obliga a desplazarse (fig. 184) por los diferentes tipos de pastizal que les son accesibles: las canchadas en el matorral, el maízal durante el rastrojo, y las tierras en descanso. La crianza de bovinos en Laraos es, pues, diferente de la que se practica en las márgenes del lago Titicaca, donde una parte importante de la alimentación corresponde a forraje cultivado, pastado directamente por los animales, o segado y distribuido por el criador. A lo largo de cada año la cobertura de las necesidades energéticas de los bovinos en Laraos está asegurada, casi en su totalidad, por el pastoreo del matorral y de las tierras en descanso (91 %); el resto proviene de los residuos de cultivo (8 % en el caso del rastrojo) y del maíz que contiene el concentrado distribuido, con ocasión de cada visita, por los criadores (0,6 %). Durante la estación de lluvias, la mayor disponibilidad de forraje permite a los animales ganar algo de peso y acumular reservas que les servirán durante la estación seca, cuando los pastos se hacen escasos. La aptitud de los bovinos para constituir reservas y utilizarlas luego es fundamental en este tipo de crianza, en el cual el ritmo climático anual produce una insuficiencia alimenticia estacional (fig. 185). [382]] Si las grandes etapas del ciclo de reproducción, las montas, gestaciones y partos se realizan casi sin ninguna intervención del criador, los animales recién nacidos son objeto, en cambio, de una vigilancia particular; un becerro tierno es en efecto particularmente vulnerable hasta la edad de quince días. Como no tiene aún suficiente sentido del equilibrio, y facilidad para seguir a su madre por los escarpados pastizales del matorral, corre peligro de caer y de herirse, y constituye una fácil presa para el cóndor o el puma. Después de dos semanas, puede seguir a su madre sin mayores riesgos. Los criadores vigilan por eso a los terneros durante los quince primeros días, a fin de evitar pérdidas y asegurar la renovación del rebaño, vigilancia que permite también ordeñar a las vacas. Posteriormente la protección de los terneros depende de la actitud del campesino frente al ordeño. Walter, a quien le interesa poco la produccción lechera, deja sueltos a la vaca y al becerro al cabo de dos semanas, y no los visita sino de tiempo en tiempo, mientras que Santiago, que se esfuerza en producir quesos para su consumo, ordeña a sus vacas hasta que su ternero llega a los tres meses de edad, o mientras pueda y tenga el tiempo necesario para hacerlo. La crianza de bovinos en el matorral es pues algo muy cercano a una ganadería en semilibertad: durante la mayor parte del tiempo los animales pastan libremente en vastas extensiones accidentadas y no cercadas; se reproducen sin intervención, o casi sin ella, del campesino. Este no interviene sino en la vigilancia de los terneros de menos de quince días de nacidos, en la 261 administración esporádica de productos veterinarios, dos veces al año cuando se cambia de pastizal, y, desde luego, en la recolección de los productos de sus animales. Esta ganadería de tipo "recolecta" podría proporcionar, eventualmente, un ingreso monetario relativamente importante: los bovinos se venden a buen precio y el costo en mano de obra de su producción de carne es bajo. Pero requiere de importantes extensiones de pastos, y si bien algunas familias disponen de canchadas lo bastante extensas (más de 300 ha) para alimentar un rebaño de más de veinte cabezas - número capaz de proporcionar un ingreso monetario suficiente para cubrir las necesidades de una familia -, la extensión total de matorral (31,500 ha) de la comunidad campesina de Laraos (200 familias) no permite globalmente alimentar a un ganado importante que incluya un rebaño de esas dimensiones por cada familia. Además, se necesita un importante aporte de capital inicial para tener un rebaño de veinte bovinos o más, lo cual no está al alcance de todas las familias. Esta ganadería extensiva es sin embargo fundamental en sistemas de producción como éste. Como no requiere sino pocos medios de producción y se caracteriza por una gran facilidad de adaptación, puede aportar productos alimenticios e ingresos monetarios; interviene también en la producción de maíz y de tubérculos al limpiar el maízal y al transformar en el terreno la materia orgánica de los residuos. Además, en la actualidad es la única actividad capaz de utilizar para sus fines de producción la vasta extensión de matorral de que dispone la comunidad, y que representa cerca del 50 % de su extensión total. En fin, en un país donde la economía nacional conoce una fuerte inflación, una ganadería como ésta representa un modo de inversión de rentabilidad riesgosa, es cierto, pero en el cual se puede disponer fácilmente del capital. La ganadería extensiva parece servir efectivamente de algo así como una caja de ahorros; el aumento natural del rebaño representa la tasa de interés que procura el capital animal. Esta función de la ganadería bovina es señalada también por Lausent-Herrera (1986a y b) en el valle de Chancay, más al Norte y en la misma vertiente de los Andes. [383]] Fuerza de trabajo y actividades no agrícolas Como la agricultura ni la ganadería no pueden proporcionar un ingreso monetario suficiente para cubrir las necesidades familiares durante un año, los campesinos de Laraos se ven obligados a recurrir a la venta de su fuerza de trabajo para obtener dicho ingreso. Ello se puede hacer en forma de trabajo en el exterior, en actividades agrícolas (jornalero) o no agrícolas (minero, músico, juez de paz), o artesanales (tejido, carpintería) (cuadro 22). Si se toma en cuenta el tiempo de que disponen fuera de los trabajos en su explotación agrícola, y del precio de la mano de obra, los campesinos de Laraos pueden obtener de esta manera un ingreso más o menos regular que les permite satisfacer las principales necesidades de su familia a lo largo del año. Gracias a la posición geográfica particular de Laraos, muy próximo a la gran mina polimetálica de Yauricocha, el empleo no constituye problema. Numerosos campesinos de Laraos son en realidad mineros a tiempo completo y no van a trabajar en sus tierras sino en los fines de semana. Ahora bien, sus necesidades de mano de obra para sus trabajos de cultivo son superiores a lo que su familia y ellos mismos pueden aportar; y como su salario de mineros es relativamente alto, emplean jornaleros. Utilizan también los servicios de artesanos para la construcción o el mantenimiento de sus casas, o para conseguir otros productos o servicios. La mina proporciona así, directa o indirectamente, una fuente de ingresos de la cual aprovecha todo el pueblo. La pluriactividad: ¿una necesidad en el pasado y en el futuro? La ganadería constituye, pues, una fuente de ingresos monetarios muy superior a la de la agricultura; pero ambas formas de producción tienen una importancia inversa en la alimentación familiar: los productos vegetales de las cosechas (papas, tubérculos andinos, maíz, habas, cebada y productos de la huerta) proporcionan de 20 a 70 % del consumo energético total de los campesinos, mientras que la ganadería (carne, leche fresca y quesos) no participa más que de 0 a 9 % de ese mismo consumo (fig. 186) (Sautier, comunicación personal). 262 Actualmente, los agricultores de Laraos producen, pues, con sus cultivos, una parte de lo que necesitan para su alimentación, obtienen ingresos monetarios gracias a sus actividades no agrícolas, y mantienen un capital por medio de la ganadería. En condiciones naturales muy diferentes, los sistemas de producción de las cinco familias de Laraos presentan importantes semejanzas con los de las cinco familias de las orillas del lago Titicaca. En ambas situaciones, los cultivos están destinados en efecto a la alimentación de la familia, quedando asegurados los ingresos financieros por la ganadería y/o la venta de la fuerza de trabajo. La situación geográfica, las características de las tierras cultivables y la falta de mecanización y de tracción animal, casi no permiten considerar, en el mediano plazo, un desarrollo de las producciones vegetales que pueda asegurar ingresos monetarios suficientes para subvenir a las principales necesidades de los campesinos y de sus familias; los oasis costeros o los grandes valles interandinos (valle del Mantaro, por ejemplo), mecanizables y cercanos a un eje de comunicación rápida, oponen o pueden oponer una muy fuerte competencia. Por razones similares (competencia de zonas mejor situadas, dificultad de organizar circuitos de comercialización), la conversión de las tierras agrícolas de Laraos en alfalfares y la reorientación de la ganadería bovina hacia la producción de leche, no me parecen una solución aceptable con miras a proporcionar lo esencial de los ingresos monetarios a más de unos cuantos campesinos. [384]] Asimismo, el desarrollo exclusivo de las actividades no agrícolas, y por lo tanto de la artesanía, o hasta de pequeñas empresas, parece demasiado riesgoso en esta zona relativamente alejada de las grandes aglomeraciones y de las vías de comunicación rápidas. Y si bien existe desde hace mucho una actividad minera importante en la región de Laraos, los actuales precios de los minerales en los mercados internacionales no permiten augurar un próximo florecimiento de este sector. En fin, ya que no es posible soslayar o levantar las limitaciones en el pastoreo y en la mano de obra disponible en las condiciones presentes, los sistemas de ganadería extensivos en el matorral, al parecer, no se podrán beneficiar, a mediano plazo, sino de una mejora y de un desarrollo limitados. Los sistemas de producción de Laraos parecen destinados a conservar su múltiple actividad y a mejorar poco a poco cada una de sus actividades, a menos que un cambio profundo de las políticas agrícolas (cf. cap. 7) o de las condiciones del mercado (precios garantizados, aumento de los precios de los productos agrícolas, instauración de etiquetas de calidad) modifique los supuestos del problema. Tales cambios, sin embargo, no parecen probables en un futuro próximo. Pero ¿es gracias al aporte de dinero proveniente de la mina (ver cap. 3.4.6) que el sistema agrario tradicional de la región del Alto Cañete se ha conservado, en apariencia, [385]] al no haberse visto obligado a recurrir a la especialización23 y/o a modificaciones profundas para obtener ingresos monetarios? ¿O es esta fuente de dinero lo que ha permitido el mantenimiento de este pueblo, que, al no disponer de posibilidades agrícolas para enfrentar la evolución, podría haberse despoblado o incluso desaparecido? En otros tiempos, Laraos estaba situado en un sitio privilegiado: en el límite entre la zona del maíz de riego y la de los cultivos de secano, a menos de un día de camino de los fondos de valle donde hay cultivos tropicales, y a un día de camino de la puna y de la ganadería de altura. Pero actualmente, como acabamos de ver, Laraos no dispone mayormente de posibilidades para adecuar su agricultura a las condiciones del mercado, y adopta, en consecuencia, soluciones particularmente basadas en la venta de la fuerza de trabajo. Huancaya, cuya situación es globalmente comparable a la de Laraos, presenta sin embargo una importante diferencia: todos sus habitantes tienen acceso a la vasta extensión de puna de que dispone la comunidad, lo cual conduce a una evolución diferente. 23 Los pueblos de San Juan y de Huascoy, en el valle del Chancay, donde los agricultores han aumentado sus extensiones de tierra con riego y se han especializado en la producción de manzanas y de duraznos (Greslou y Ney, 1983), constituyen a este respecto un ejemplo opuesto al de Laraos, pero ello ha sido posible porque poseen terrenos a una altura más baja, por debajo de los 2,000 m. 263 3.2. Huancaya: un pueblo orientado hacia la puna La comunidad campesina de Huancaya está situada aguas arriba de Laraos. Una vasta parte de su territorio está ocupada por la puna, arriba; la parte baja corresponde al valle del río Cañete, cuyo fondo está a 3,500 m. de altura en ese punto, y cuyos flancos, muy abruptos (figs. 187 y 35) ofrecen pocas posibilidades de riego; las condiciones favorables para el cultivo de maíz son por ello muy limitadas. Esta situación territorial explica en parte la neta orientación de esta comunidad hacia una ganadería extensiva en la puna (fig. 188). Fig. 187: La parte baja del territorio de la comunidad de Huancaya en la época seca (Agosto). PM. [386]] Las tierras con riego corresponden al antiguo maízal, situadas aguas abajo del pueblo y a orillas del Cañete, y se hallan cultivadas hoy con alfalfa; casi la totalidad pertenece a un solo propietario. En las demás tierras con riego, de extensión modesta, se cultivan tubérculos, esencialmente papas. Los terrenos de cultivo de secano se rigen por el barbecho sectorial colectivo, con un descanso de más o menos 10 años, según modalidades comparables a las de Laraos. Puede dividirse los pastizales de la puna, propiedad comunal, de dos maneras: - ya sea en dos grandes zonas de altitud, una "baja", gruesamente por debajo de los 4,400 m., y una "alta", por encima de este límite; - ya sea en numeosos sectores llamados canchadas, de extensiones equivalentes y repartidos entre las zonas alta y baja. La atribución y uso de los pastizales comunales se rigen por normas comunales y se tratan en las asambleas anuales. Los criadores pagan a la comunidad un canon calculado sobre la base de su número de animales. El acceso a los pastizales de la comunidad está reservado a los comuneros de Huancaya, y las canchadas son asignadas por pares: una en la zona alta y otra en la zona baja. Son utilizadas ya sea por un solo criador, que dispone de un gran rebaño (equivalente a más de 250 ovinos), ya sea por varios pequeños criadores que han reunido sus modestos [387]] rebaños y se asocian según modalidades variables: los diversos propietarios de los animales se turnan a lo largo del año para vigilar el ganado puesto en común, o bien un criador cuida en permanencia sus animales así como el de los otros, y recibe un pago en especies o en dinero por este trabajo de pastor. Todas las formas intermedias son posibles. 264 3.2.1. Las explotaciones agrícolas: ejemplo de cinco familias. En Huancaya como en Laraos es difícil delimitar lo que constituye una explotación agrícola. Son identificables, sin embargo, algunos grandes ejes: las producciones agrícolas se reparten desigualmente entre algunos cultivos de panllevar (papas, oca, olluco, mashua, cebada) situados en los alrededores del pueblo - y una parte de las cuales puede ser con riego -, y una ganadería extensiva localizada en la puna y orientada hacia el mercado de lana y de carne. Un criador puede tener así una casa en el pueblo, algunas tierras en las inmediaciones, que regresa a cultivar periódicamente, dos canchadas en la puna con una cabaña en cada una de ellas, y un rebaño compuesto principalmente por ovinos, a los cuales dedica la mayor parte de su tiempo.²² En la presentación de casos (cuadro 23) el jefe de familia, o mi interlocutor principal, es designado por su nombre; la composición de los rebaños es la que se observó en octubre de 1985 24 [388]] Cuadro 23. Características principales de los sistemas de ganadería extensiva estudiadas en la puna Tipo de ganadería Ganadería extensiva tradicional, pequeños productores. Integración al mercado (lana, carne) Comunidad Jefe de familia Tomás Aquiles, 1 familia Huancaya Jorge, 4 familias asociadas Huancaya Agavio, 1 familia Huancaya Ervin 1 familia Huancaya Lucio 1 familia Trabajadores 2 2 (+5) 2 2 1 (+3) Crianza Número de canchadas Superficie (ha) Rebaño Ovinos criollos Alpacas Llamas Bovinos Caprinos Caballos Variación Unidades ovinos (1) 1 375 Grande 250 110 7 22 / / estable 546 2 390 Grande 340 69 10 25 4 2 estable 598 2 415 Grande 360 / 26 30 / 2 estable 554 2 100 Mediano 120 (+170) / / 5 2 / creciente 313 0 Chico 13 / / / / / creciente 13 Agricultura un poco un poco un poco un poco un poco Actividades no agrícolas de la familia Segundarias Principales (o que va a serlo) Tejedor Chofer Músico Negocio de caballos Restaurant Peón Agavio Agavio posee mucho ganado: un gran rebaño de carneros criollos de 350 cabezas, 26 llamas, de las cuales 6 machos castrados que utiliza para el transporte de carga, y 34 bovinos, entre los cuales 15 vacas adultas; tiene también 2 caballos para desplazarse. El y su esposa asumen todos los trabajos agrícolas, haciéndose ayudar a veces por sus hijos durante las vacaciones escolares. Tienen cinco varones y una joven, el más joven de 18 años, y sólo 2 24 No debe extrañarse de las diferencias de cifras entre el texto y los cuadros: corresponden a diferentes fechas de observación y, desde un punto de vista metodológico, subrayan la necesidad de una observación prolongada. Ver el anexo B. 265 estudian todavía; todos viven en la ciudad, en Huancayo 25 , o en Lima. Como no tiene un sucesor que continúe con la crianza de ganado, Agavio, que tiene ya más de 50 años, no se esfuerza mucho en aumentar el número de su rebaño de ovinos. En Huancaya tiene una casa y algunas parcelas cultivadas con tubérculos y cebada; viene de tiempo en tiempo a ocuparse de ellas, pero la mayor parte del tiempo reside en la puna con sus animales. Explota un par de canchadas (170 y 245 ha) para su rebaño, y no tiene pastor. Jorge Jorge (cuadro 24) se ha asociado con su padre Ibsen, su hermano Víctor, y su tío Anastasio, en la explotación de un par de canchadas (125 y 265 ha); el rebaño común se compone de 320 ovinos criollos, 69 alpacas, 12 llamas, 25 bovinos, 4 cabras y 2 caballos; el número de caballos es más o menos estable, en tanto que el de alpacas aumenta poco a poco. La mayor parte del ganado , y dentro de ella todas las llamas, pertenece a Ibsen; Jorge posee un pequeño sub-rebaño de cada especie, y Víctor sólo algunos animales. Anastasio tiene solamente alpacas en ese rebaño, y sus bovinos están en otra parte. Cuadro 24. Sistema de crianza de Jorge : detalle de la asociación Pastizal Mano de obra 2 canchadas (125 y 265 ha) Jorge Ibsen el padre Víctor el hermano Anastasio el tío 2 hermanas + 1 hermano Composición del rebaño común : 320 ovinos, 69 alpacas, 12 llamas, 25 bovinos, 4 cabras, 2 caballos. Propiedad de los animales (1) Ovinos Alpacas Llamas Bovinos Caprinos Caballos Cuidado del rebaño, meses por año Residencia Ocupaciones diversas *** ** ***** *** ** *** * * ** * 8 0 (demasiado viejo) 2 0 (pagado en especies) 2 en la puna Huancayo Huancaya Huancaya Huancayo, Lima Cultivo sobre las tierras familiares Cultivo sobre sus tierras ; tienda de la comunidad estudiantes ** * * chofer *** * (1) La cantidad de * indica la importancia relativa de cada rebaño En esta asociación el papel de cada cual es diferente. Anastasio no cuida jamás los animales, y paga en especie por su trabajo al pastor. Ibsen, que es ya de cierta edad (55 años) y se halla enfermo, no soporta ya vivir en la puna con el frío y la altura; reside en Huancayo, a veces en Huancaya, y no se ocupa ya, en la práctica, de su ganado. Jorge (28 años) cuida el rebaño durante una gran parte del año, más o menos 8 meses, y en la estación de lluvias encarga la tarea a Víctor (25 años) durante 2 meses, y luego, en los 2 meses restantes, a sus tres hermanas y a su hermano, aún estudiantes. Jorge, su esposa y sus dos nietas viven la mayor parte del tiempo en la puna, con sus animales, y efectúan lo esencial de los trabajos de crianza del ganado. Víctor y su esposa residen en Huancaya en la casa de la familia y han asumido el cultivo de tubérculos y de cebada en las parcelas de Ibsen, que no las ha repartido aún entre sus seis hijos. [389]] Anastasio vive en Huancaya, donde se ocupa de sus cultivos y de la tienda comunal de abastecimiento. 25 No confundir Huancayo, la ciudad grande más próxima (en el valle del Mantaro), y Huancaya. 266 En lo que sigue, el rebaño de los cuatro asociados será designado arbitrariamente como el rebaño de Jorge. Ervin Ervin tiene un rebaño de mediana importancia: 120 ovinos criollos, 5 bovinos y 2 cabras; el número de sus carneros y de sus vacas va en aumento. Se ha asociado, para la utilización de un par de canchadas (90 y 210 ha), con una viuda que no vigila sus animales y se dedica a sus cultivos. Hasta mediados de 1986 cuidaba así de 170 ovinos, además de los suyos, y su trabajo de pastor le era pagado básicamente en corderos. Ervin (25 años) vivía con su mujer y sus dos hijos en la puna; sólo regresaban a residir en Huancaya durante 1 ó 2 meses en la estación de lluvias; durante su ausencia empleaba un pastor para cuidar su rebaño, Por lo demás, Ervin retornaba de vez en cuando a Huancaya para atender sus parcelas en cultivo. En la estación seca de 1986, Ervin se lanzó al comercio de ganado: compra carneros en la puna a los criaderos de la zona y va a venderlos en cada fin de semana a la feria de Huancayo; lleva a pie a los animales vivos hasta la estación ferroviaria de Chuquipita, [390]] donde los beneficia y transporta luego los cuerpos, las vísceras y los pellejos por tren. Al comienzo su esposa se encargaba sola del cuidado del rebaño durante esas ausencias semanales de 3-4 días, pero luego la familia tomó los servicios de un pastor por todo el año. Lucio Lucio es un pequeño, muy pequeño criador, cuyo rebaño comprende solamente 11 carneros, por lo general incluidos en uno grande, de más de 300 cabezas, que, cuidado por un pastor, pace en dos canchadas. Siendo tan pocos sus animales, no paga el trabajo del pastor, pero le brinda su mesa cuando éste viene al pueblo. Lucio (más o menos 40 años), su esposa y sus ocho hijas viven en Huancaya, donde cultivan algunas parcelas y tienen episódicamente una pensión; se ocupan poco de sus animales, cuyo número aumenta lentamente. Lucio se emplea de tiempo en tiempo como jornalero. Aquiles Aquiles pertenece a la comunidad campesina vecina de Tomas, donde se asigna no dos, sino una sola canchada por rebaño. Explota allí una de 490 ha, colindante con el territorio de Huancaya, para su rebaño compuesto de 250 ovinos criollos, 96 alpacas, 7 llamas castradas y 22 bovinos. Compró 2 caballos en julio de 1986. Aquiles (40 años, más o menos) y su esposa viven todo el año en la puna con sus animales y tienen a su cargo todos los trabajos de ganadería; sus hermanos y sobrinos los ayudan esporádicamente. El se dirige de vez en cuando a Tomas para ocuparse de sus parcelas cultivadas, mientras ella cuida los animales. En mayo de 1986 Aquiles cambió de canchada; la comunidad le asignó una nueva (375 ha), mejor según él, y ha devuelto la que tenía; tuvo pues que trasladarse con su ganado y sus cosas. Los pastos de los que dispone ahora le parecen más adecuados para los camélidos andinos que para los ovinos, por lo cual procede a disminuir su número de carneros y aumenta el de alpacas. Tiene una hija y un hijo, que estudian en el pueblo de Tomas, y que probablemente no seguirán la ocupación de criador de ganado. Hasta 1984 se encargaba el rebaño a un pastor pagado, pero la producción era por entonces baja, por lo cual Aquiles la tomó a su cargo desde entonces. Sus hermanos tienen algunas alpacas. 267 Estas cinco familias representan la variedad de situaciones observables en el tipo de sistema de crianza ganadería en Huancaya. Los medios de producción no son idénticos para todos; las prácticas, las estrategias y las orientaciones que adopta cada criador son por ello diferentes. 3.2.2. Ganadería, agricultura, pluri-actividad e ingresos monetarios En Huancaya como en Laraos los campesinos necesitan ingresos monetarios. Sin embargo, la anexión por un solo propietario de casi la totalidad del antiguo maizal, y la reducida extensión de las tierras con riego, así como el descanso sectorial colectivo y la pronunciada pendiente de las tierras de secano, no permiten, salvo en pocos casos, extraer de la agricultura stricto sensu más que un poco de tubérculos y otro de cereales, destinados al auto-consumo. [391]] En cambio, la vasta extensión de puna de la cual dispone la comunidad proporciona pastizales cuya explotación extensiva por ovinos y camélidos permite la producción de animales en pie y de lana. Los rebaños resultantes parecen aportar una renta suficiente para subvenir a las necesidades de una familia; casi todos los campesinos de Huancaya practican, directamente o con ayuda de un pastor, la crianza extensiva de ovinos y a menudo también de camélidos en la puna, conservando algunas parcelas donde cultivan cebada y tubérculos para el auto-consumo. No se dedican sino en pequeña medida, a actividades remuneradoras no agrícolas 26 La crianza de ovinos y de camélidos En los sistemas de crianza tradicionales observados en la puna de Huancaya y en los alrededrores, los rebaños se componen a menudo de varias especies: ovinos criollos (rústicos, excelentes caminantes y poco selectivos en su alimentación), alpacas y bovinos del mismo tipo que los del matorral. En la puna de Huancaya, como en el matorral de Laraos, hay que distinguir dos niveles de desplazamiento: los movimientos estacionales (fig. 189) y los cotidianos (fig. 190); los primeros se realizan entre dos canchadas, los segundos en el interior de una sola canchada. En razón de la gradiente pluviométrica altitudinal, los pastizales de la zona alta sufren menos por la sequía que los de la zona baja, y los rebaños se hallan de preferencia en ésta durante la estación lluviosa, y arriba en la estación seca (fig. 189). Si los desplazamientos estacionales tienen como fin, sobre todo, llevar a los animales de un pastizal a otro, la función de los desplazamientos cotidianos es la de proporcionar a los animales la alimentación necesaria para su mantenimiento y producción. Todas las especies que integran un rebaño no pastan juntas y no consumen los mismos vegetales. Los pastos de las canchadas son por ello aparentemente utilizados de manera complementaria por las diversas especies animales: los bovinos y llamas pastan las plantas "altas", en tanto que las alpacas y los ovinos pastan las plantas "bajas." Sin embargo, las primeras utilizan más bien las partes superiores de las canchdaas, según la altura, y las segundas las partes inferiores. En realidad no hay siempre, por ello, un "pastoreo complementario" según la definición de Malpartida (1985), es decir la "utilización de diversos estratos de vegetación por diferentes especies animales en una misma unidad de superficie." La repartición espacial de los sub-rebaños, la excesiva importancia o ausencia de ciertas especies animales en la composición de los rebaños, y la carga a veces exagerada de ganado por canchada pueden acarrear a menudo un sobrepastoreo. Durante el pastoreo, la separación del rebaño según las diversas especies que lo integran, no permite conceder una igual atención a todos los animales. Las llamas y los bovinos son objeto, por lo general, de una vigilancia floja y reducida; en cambio, los carneros y alpacas son vigilados todo el tiempo, y todas las noches entran a un corral, y de día el pastor los guía en sus desplazamientos y los conduce adonde pueden encontrar alimento. El pastoreo se conduce por lo general en secciones o 26 Según Figueroa Urbina (1989), 85 % de los jefes de familia de Huancaya tienen una "actividad complementaria", dentro de ellas 27 % como jornaleros o pastores, y 24 % como comerciantes. 43 % de ellos residen en Huancaya, mientras que un 20 % en Laraos. 268 sectores, y el pastor lleva cada mañana a sus animales en una dirección diferente; el número de posibilidades está en función del relieve. En la puna, toda la alimentación de los animales proviene del pastoreo; no se les da nada de forraje cortado ni ningún concentrado. Se da a ovinos y bovinos un poco de sal, [392]] completada a veces por algunos minerales; el 100 % de la energía ingerida proviene, pues, del pastoreo. Estos sistemas de crianza son particularmente dependientes de la disponibilidad instantánea de pastos y del ajuste del calendario alimenticio de los animales al calendario forrajero, pues no se guarda ningún tipo de forraje, sino es en pie. Así como a alturas más bajas, la disponibilidad de forraje en la puna está en función de las lluvias; los animales deben aprovechar, en consecuencia, de la relativa abundancia [393]] de pastos durante la estación lluviosa para acumular reservas adiposas a fin de pasar lo mejor que sea posible la estación seca. La elaboración de reservas durante la estación favorable, y luego su utilización durante la otra, es un elemento clave de esta ganadería extensiva que se sirve de un medio natural muy poco acondicionado; en efecto, en este ecosistema, el hombre no ha alterado la comunidad biótica preexistente que aún hoy comparten las llamas y alpacas domésticas con las vicuñas salvajes (Custred, 1977). La ganadería tradicional en la puna presenta, pues, un carácter extensivo muy marcado; depende fuertemente del medio natural en donde se encuentra y que prácticamente no controla, y se apoya en la vigilancia permanente de los rebaños. La reproducción de los animales en la puna no da lugar, mayormente, a prácticas particulares; los pastores mantienen sin embargo una vigilancia constante, ayudan si es necesario a los recién nacidos, y realizan una selección de los reproductores machos sin evitar necesariamente, no obstante, la consanguinidad. Para cada especie, ovinos, camélidos andinos y bovinos, las épocas de parición y las de monta se superponen en su mayor parte, siendo sin embargo relativamente breves, salvo para los bovinos. Por esto se concentra las épocas en que se necesita una vigilancia atenta. Estos acontecimientos se hallan desfasados entre las especies (fig. 191), de tal manera que el pastor puede dedicar una mayor atención a los bovinos en sus períodos de parición y de acoplamiento sin perjudicar por ello el manejo de los camélidos andinos, y recíprocamente. Los bovinos en la puna reclaman poca vigilancia y mano de obra; la dispersión de los partos y de los períodos de estro no aumenta el trabajo de los criadores, sino que lo escalona, y se puede dedicar un poco de tiempo, cotidianamente, al ordeño de las vacas y al encierro en corrales de los becerros tiernos. Además, la producción lechera del rebaño se escalona a lo largo de la mayor parte del año. De este modo, a pesar de que los ovinos y alpacas ocupan posiciones muy cercanas en el consumo de los vegetales de la puna, son muy diferentes en lo referente al empleo del tiempo del pastor y en lo concerniente a la época de mayores riesgos de mortalidad, que se dan en el primer mes de los recién nacidos. Por otra parte, los bovinos y las llamas, [393]] que requieren mano de obra de una manera muy diluida, se llevan bien con los ovinos y las alpacas. El manejo sanitario no es objeto de prácticas o controles numerosos, a pesar de la importancia de las consecuencias económicas que ello puede acarrear. En conjunto, la mortalidad de las alpacas, y más aún la de los ovinos, es bastante importante, siendo los jóvenes los más afectados; en cambio, las pérdidas en llamas y en bovinos son bajas. La profilaxis, que actualmente se desarrolla, se dirige esencialmente contra los parásitos, y no se efectúa de manera regular. Por esto subsisten problemas sanitarios, especialmente en el caso de los animales jóvenes, que no reciben por lo general ningún tratamiento preventivo en el momento del nacimiento, no obstante de que son por entonces muy sensibles a las infecciones. Las prácticas sanitarias actuales se apoyan, en gran parte, en la rusticidad y la resistencia natural de los animales frente a las enfermedades. 269 Una mejora de las prácticas profilácticas actuales parece, pues, una vía posible para el aumento de la producción animal en la puna, y una necesidad si animales de raza mejorada reemplazan a los animales rústicos que son los que se explota por ahora. Productos ganaderos y comercialización Los campesinos obtienen esencialmente, de esta crianza extensiva de ovinos y camélidos, lana y animales en pie; estos productos, al contrario de lo que sucede con la carne, pueden conservarse por largo tiempo en la puna, y se adaptan perfectamente a las condiciones locales de comercialización: venta en caso de necesidad o cuando pasa un comprador. Por lo demás, sus precios se mantienen relativamente a lo largo del año. Tales prácticas de ventas escalonadas no dejan de estar relacionadas con la dispersión de los riesgos que, como se ha indicado a propósito de las producciones vegetales, se halla también presente en las animales. Gracias a la ganadería extensiva en la puna, los criadores de Huancaya obtienen ingresos monetarios que satisfacen sus necesidades a lo largo del año. Aunque se han especializado en esta rama, conservan sin embargo algunos cultivos para el auto-consumo, y venden a veces fuerza de trabajo fuera de su explotación agrícola. El carácter pluriactivo de estos sistemas de producción no ha desaparecido, pues, por completo, pero se ha hecho marginal. Sin embargo, parece que cuando el tamaño del rebaño es pequeño, situándose el límite entre 170 y 400 Unidades Ovinas, el jefe de familia encarga su ganado a un pastor y recurre a otra actividad principal, para conseguir los ingresos monetarios que su familia necesita. Ervin es negociante de ganado, Lucio jornalero y tiene una pensión. 3.2.3. Sistemas de ganadería tradicionales y moderno: perspectivas de progreso técnico y económico En el estudio que se llevó a cabo en Huancaya, se estimó la producción sobre la base de algunas mediciones puntuales, y no se cuantificó directamente, a causa de problemas prácticos que el segundo método comportaba, habida cuenta de la dispersión de los criadores y de las dificultades de llegar hasta los rebaños. Era muy difícil para un solo investigador pesar de modo regular a los animales y el vellón recogido. Sin embargo, la producción estimada, reducida a una unidad de extensión superficial o de mano de obra, permite efectuar comparaciones con otros sistemas más modernos; tomaremos aquí como referencia el caso de la unidad de producción Cochas de la SAIS Tupac Amaru, vasta [395]] cooperativa de ganadería que colinda con la comunidad campesina de Huancaya, globalmente en las mismas condiciones de medio natural (cuadro 25 y fig. 188). Cuadro 25. Comparación entre sistemas de crianza de ganado estudiados en la puna. Sistema de crianza Superficie (ha) Mano de obra (UTH) Rebaño Carga Cabezas U.O. U.O. / ha Cabezas/UTH Tradicional (total de 5 familias) 1,500 7 1,560 2,015 1.5 220 Cooperativo 31,000 43 17,560 27,450 0.9 410 Los sistemas de ganadería tradicionales y cooperativo practican ambos una ganadería fundada en el pastoreo extensivo y la vigilancia continua de los rebaños. La composición de su ganado es semejante. Los ovinos (> 80 % del número de cabezas) constituyen la especie principal. A pesar de que su cantidad se acrecienta, las alpacas (11.5 % del número de cabezas) no están presentes, sin embargo, en todas las explotaciones ganaderas; algunos criadores tradicionales de Huancaya , y la mayor parte de las unidades de la SAIS Tupac Amaru, no poseen camélidos andinos. Hay bovinos en cantidad moderada. 270 Las extensiones de pastoreo son proporcionalmente menores en las explotaciones ganaderas tradicionales que en el cooperativo 27 , lo que determina una carga más fuerte por unidad de extensión en las primeras, del orden de 1,5 contra 0,9 Unidad Ovina/ha/año. Esta presión de pastoreo en los asientos ganaderos de Huancaya sería causa de un sobre-pastoreo limitado de la puna, y, por ello, de una más baja producción forrajera por unidad de superficie. No parece que tal estado se haya agravado actualmente, y más bien haberse estabilizado su producción a un nivel inferior al nivel potencial. La hipótesis de un sobre-pastoreo se refuerza por la presencia en la puna de Huancaya, pero no en la de Cochas, del cactus lanoso (Opuntia floccosa); sin embargo, parece necesario efectuar mediciones para obtener una confirmación y una evaluación de tal degradación, ya que las recomendaciones de la ONERN (1 U. O./ha/año en lugar de 1,5) y mis propias estimaciones son insuficientes. La producción por Unidad Zootécnica 28 es superior en el sistema cooperativo de ganadería a la de los sistemas de crianza de ganado tradicionales (cuadro 26): respectivamente 29,8 kg contra 19,3 kg y 6,9 kg contra 1,2 para las producciones de carne y lana de los ovinos; 29,6 kg contra 14,7 kg y 3,0 kg contra 2,5 kg para las producciones de carne y de lana de alpacas. El mejoramiento genético de los ovinos determina, pues, un aumento de la producción por UZ; en el caso de las alpacas, las diferentes prácticas de reproducción y de protección sanitaria traen consigo una más fuerte producción teórica de carne en el sistema cooperativo, y, en la práctica, un mayor aumento del número de [396]] alpacas. En el caso de ambas especies juega igualmente un papel importante la mayor disponibilidad de extensiones de pastoreo. Cuadro 26. Producción comparada de sistemas de crianza de ganado tradicional y cooperativo. Indicadores Sistema de crianza de ganado Tradicional Cooperativo 1.5 0.9 Producción de carne (kg / UZO) (kg / ha) Producción de lana (kg / UZO) (kg / ha) 19.3 29.0 1.2 1.8 29.8 26.8 6.9 6.2 Alpacas Producción de carne (kg / UZA) (kg / ha) Producción de lana (kg / UZA) (kg / ha) 14.7 22.1 2.5 3.8 29.6 26.6 3.0 2.7 Ovinos Tasa de fertilidad anual (%) por estación (%) Tasa de mortalidad de los corderos (%) 70 a 130 30 a 67 10 a 45 84 84 8 a 11 Alpacas Tasa de fertilidad anual (%) Tasa de mortalidad de los jóvenes (%) 40 a 42 7 a 50 50 a 75 5 a 10 Carga (U.O. / ha) Ovinos La mano de obra es globalmente más abundante en las explotaciones ganaderas tradicionales que en las de tipo cooperativo: 220 cabezas de ganado por Unidad de Trabajo Hombre (UTH) contra 410 (cuadro 26). La especialización de los trabajadores, por ejemplo en la vigilancia o la protección sanitaria, en ovinos o alpacas, permite valorizar mejor la mano de obra y multiplicar globalmente por 27 Recordemos que las cooperativas y SAIS creadas por la Reforma Agraria son herederas de las haciendas que en otros tiempos se apropiaron de las tierras, expulsando a los campesinos y criadores indígenas: la extensión disponible por familia es en ellas mucho más grande que en las comunidades campesinas. 28 La unidad zootécnica está compuesta por una hembra reproductora y su descendencia; se calcula estableciendo, para cada especie, la relación entre el número de animales de cada clase con el número de hembras reproductoras. Sólo utilizaremos aquí las Unidades Zootécnicas Ovinas (UZO) y Alpacas (UZA). 271 dos, aproximadamente, el número de animales por persona. Sin embargo, no puede conseguirse una especialización sino en las explotaciones muy grandes, ya que los sistemas de crianza siguen siendo pluri-específicos. El problema no es, pues original: las grandes empresas, que emplean una mano de obra especializada, producen más por UTH que las pequeñas, que se sirven de una mano de obra polivalente. En razón de las economías de escala, el sistema de ganadería cooperativo dispone de mayor capacidad de financiación que los tradicionales: la mejor valorización de la mano de obra, una producción más importante por cabeza de ganado, y, sobre todo, los mejores precios que se obtienen para los productos ganaderos son los elementos esenciales de esa diferencia. [397]] El bagage técnico, y por lo tanto las prácticas de crianza, presentan también importantes diferencias entre ambos sistemas. Las técnicas y las prácticas de crianza de los sistemas tradicionales son relativamente estables en el tiempo, adecuados a la conducción de un rebaño pluri-específico por un pastor o por una pareja. Apuntan a obtener cada año un mínimo garantizado de producción, más bien que una producción máxima. Por el contrario, las técnicas y prácticas ganaderas del sistema cooperativo se caracterizan por un gran dinamismo y por la búsqueda de una producción máxima o de una ganancia igualmente máxima. Gracias a los varios controles, se pueden introducir rápidamente modificaciones y mejoras. Esa vigilancia atenta y el dinamismo permiten correr más riesgos, a fin de mejorar y aumentar la producción.29 En fin, los criadores tradicionales venden los productos en bruto, mientras que la SAIS selecciona y reúne los suyos en lotes relativamente homogéneos, si el volumen de producción es suficiente. Además, la SAIS trata directamente con las empresas o puede conquistar ciertos mercados gracias a ventas regulares y en gran cantidad, mientras que los criadores tradicionales tienen que servirse de intermediarios. Ambas razones influyen fuertemente sobre los precios que se obtienen por los productos: la SAIS comercializa su lana de ovino a $ 1,84 por kg contra $ 0,72 que se paga a los criadores tradicionales, o sea un precio más de dos veces superior; pero la calidad (finura) de la lana de los ovinos Junín es también superior a la de los ovinos criollos. El precio unitario de la carne ovina en pie (de $ 0,66 a 0,69 por kg) es , no obstante, igual en ambos sistemas. En cambio, en relación con el espacio, la tendencia de los logros de producción es inversa (cuadro 6.10). Habida cuenta de las respectivas cargas por hectárea de los sistemas ganaderos tradicional y cooperativo, las produciones de carne de ovino y de lana de alpaca del primero son comparables, incluso superiores a las del segundo (29,0 kg contra 26,8 kg, y 3,8 contra 2,7 kg); la relación permanece sin embargo conforme en el caso de las producciones de lana ovina y de carne de alpaca (1,8 kg contra 6,2 kg, 22,1 kg contra 26,6 kg). Valores y comparación que hay que tomar con cierta distancia por el hecho de la pluri-especificidad de los rebaños, aunque la composición globalmente comparable de éstos les conserva un valor indicativo. En conjunto el sistema de ganadería cooperativo aparece más eficiente y más productivo en numerosos puntos que los sistemas tradicionales. Parece interesante, por ello, mejorar los segundos mediante la transferencia y adaptación de elementos propios del primero, permaneciendo muy conscientes, no obstante, de las limitaciones inherentes a los sistemas de crianza tradicionales. La SAIS Tupac Amaru propone de alguna manera un nivel potencial que los criadores deberían alcanzar en el futuro. Los principales puntos capaces de beneficiarse con tal modificación son la alimentación, la reproducción, la selección, el tratamiento de las producciones y la protección sanitaria de los animales. 29 El caso de la SAIS Túpac Amaru es excepcional entre las empresas creadas por la Reforma Agraria en esta franja altitudinal. Las otras no están tan bien administradas como ella, tanto técnica como económicamente. 272 3.3. Pluriactividad, especialización y evolución Al término de esta presentación de dos formas de ganadería extensiva de altura, observadas en dos comunidades campesinas del valle del Cañete, destacaré dos tendencias en la evolución de su agricultura : Por una parte, la ganadería extensiva puede cumplir dos papeles esenciales : ya sea una función de "ahorro", ya sea una función de "producción"; ambas están muy a menudo [398]] asociadas de manera compleja, aun si una u otra perecen predominar. Tratar de comprender estas formas de ganadería, o de intervenir en su funcionamiento, resulta por ello en vano si uno se atiene sólo a su función principal, sobre todo la de producción, como sucede con frecuencia. Por otra parte, las cinco familias de Laraos y las cinco de Huancaya son pluri-activas: todas practican el cultivo de tubérculos y de cereales, la ganadería extensiva de rumiantes, y ejercen actividades no agrícolas, fuente de recursos financieros. Si la pluri-actividad sigue siendo la regla general, se percibe nítidamente la emergencia de una especialización, signo de una adaptación al mercado; especialización que parece comunal, y por ello colectiva, más bien que individual. Los campesinos de Laraos se han orientado a la venta de mano de obra, bajo la forma de trabajo como mineros o jornaleros, de artesanía o de oferta de servicios; los de Huancaya a la ganadería extensiva de ovinos y de camélidos andinos para la producción de lana y de carne. Consecuencia de una situación geográfica y socio-económica local, esa especialización de los sistemas de producción andinos atestigua su capacidad de adaptación. Su carácter colectivo refuerza la idea según la cual la comunidad campesina continúa siendo una célula social viviente. Hoy nada concreto permite suponer que esta evolución haya alcanzado su término final, y que esa capacidad de adaptación se haya agotado. Después de considerar los casos del Altiplano, donde el acceso a varios pisos ecológicos es limitado; de Laraos, pueblo de ladera con posibilidades de mejoras agrícolas restringidas; y de Huancaya, vinculado a la puna, habría sido necesario analizar un ejemplo de región donde los campesinos comercialicen sobre todo producciones vegetales. Por razones independientes de nuestra voluntad, tal cosa no ha sido posible en la presente oportunidad. 273 4. Agricultura, alimentación y políticas 30 Benjamin ORLOVE ¿Qué comen los campesinos? ¿En qué medida, y de qué manera, depende su alimentación de la producción agrícola? ¿Comen lo suficiente, y de manera equilibrada? ¿Todo ello es estable, o evoluciona? ¿En qué sentido, y por qué razones? [399]] 4.1. Los regímenes alimenticios tradicionales en los Andes Centrales 4.1.1. Especies que se consumen y variaciones alimentarias (figs. 192 y 193) Los principales alimentos son los tubérculos (papas, que se consumen frescas o en forma de chuño, y secundariamente olluco, isaño o mashua) y los cereales (cebada, maíz, quinua y cañihua). Hay que añadir las habas, lupino (tarwi) y, en ciertos lugares, arvejas y diversas especies de frijoles. Los carneros son la principal fuente de carne, pero sin duda lo que se consume con mayor regularidad son los cuyes, por capas más grandes de población. Se consumen igualmente la carne de bovinos, llamas, cerdos y aves de corral; así como leche, fresca o convertida en quesos. Las frutas y legumbres verdes están poco presentes, a pesar de que las frutas provenientes de las regiones bajas son muy apreciadas; se añaden a los guisos y sopas hojas de diversas plantas. Los condimentos incluyen sal, ají (muy rico en vitamina A), y numerosas plantas. Un elemento importante es la hoja de coca cuyo uso, altamente ritualizado, sigue siendo objeto de una violenta controversia 31 . La funciones y proporciones de estas especies varían considerablemente, de un sitio a otro, principalmente según la altura. En general, dominan los productos locales, de modo que los moradores de los valles bajos comen muchas frutas, los de la zona "quechua" más de maíz, los de la puna mucho más de queso y de carne... 4.1.2. La trama cultural de los modelos tradicionales: preferencias y aversiones Las poblaciones andinas valoran mucho el hecho de compartir los alimentos, y su distribución a todas las personas presentes con ocasión de una comida. Ello se traduce en insultos como manka kirpa ("el que esconde la olla"), o proverbios ("el hueso se le atora en la garganta al que esconde la comida y se la come solo"). También se aprecia la abundancia lo cual se traduce en criterios como los de corpulencia y de belleza. Pero no sólo se toma en cuenta la cantidad, ya que las cualidades específicas son también apreciadas, como la de ser harinosas, en el caso de las papas; la literatura antropológica abunda en anotaciones sobre la oposición entre alimentos llamados "cálidos" y "fríos", etc... Las preferencias o aversiones no son difíciles de explicar. El alto aprecio de la coca puede deberse en parte a las ventajas nutricionales que procura su masticación (Burchard, 1975). Algunos grupos que viven a alturas demasiado elevadas para el cultivo de maíz realizan esfuerzos considerables 30 El punto de partida para la redacción de este texto ha sido el capítulo escrito por B. Orlove con el título de "Stability and Change in Highland Andean Dietary Patterns," en el libro "Food and Evolution: Toward a Theory of Human Food Habits" (Marvin Harris y Eric B. Ross, eds., 1987). Tradución, remodelación y notas por P. Morlon. 31 Ver Burchard, 1975, Allen, 1981, y la reciente recopilación del Instituto Indigenista Americano: "La coca indígena, Visión andina de una planta satanizada.". 274 para obtenerlo, ya sea cultivando parcelas muy alejadas, ya sea viajando para intercambiarlo con sus propios productos. Lo utilizan para la preparación de la chicha, cerveza de maíz consumida de manera ritual, por ejemplo durante las jornadas de trabajo en común con ocasión de las cosechas y del techado de las casas. En cuanto a las papas, no son objeto de un consumo ceremonial, pero los ritos de su plantación pueden tener una gran importancia para el establecimiento y el mantenimiento de relaciones sociales, y los individuos que, en un determinado año, no las han plantado, se hallan en desventaja. Se puede situar la importancia de estas plantas en el modelo de "verticalidad" andina de Murra (capítulo 3). Se puede interpretar su empleo ceremonial como una cartografía simbólica de la economía andina, en que cada piso ecológico está representado por un producto particular. Así Custred (1980) considera la utilización de la grasa de llama como una representación simbólica de las zonas pastorales de altura. La valorización de la carne (piso puna), de las papas (suni), del maíz (quechua) y de la coca (yunga) sería así una traducción del modelo de verticalidad en términos de preferencias alimenticias. [400]] Esta complementaridad simbólica co-existe con la alta estima que cada grupo profesa a los alimentos que produce y el desdén relativo a los de los otros grupos. Los criadores que viven por encima del límite superior de los cultivos compadecen a los de las zonas más bajas, que no comen tanta carne, en tanto que éstos, según los casos, están [401]]orgullosos de sus papas y ocas, o de su maíz.32 Los habitantes de las riberas del lago Titicaca aprecian la parte baja de los tallos de totora, que no son consumidos en otras partes, etc. Los vínculos entre producción agrícola y alimentación son así, antes que nada - pero no solamente - de orden ecológico: 4.2. La producción agrícola y la alimentación A pesar de que a menudo se considera que los campesinos producen en primer término para alimentarse (cf. capítulo 6.2 y 7), pocos son los estudios publicados en los [402]]Andes Centrales que sean resultado de la observación simultánea del sistema de producción y de la alimentación de los campesinos. Los dos que presentamos anteriormente en este capítulo, así como el efectuado más recientemente en cuatro comunidades del Altiplano (Ayala et al., 1989), nos muestran una sociedad que no tiene nada de homogénea, inmóvil, aislada en su autarquía: a) La naturaleza y la cantidad de los alimentos consumidos, así como la proporción de los producidos por la familia (autoconsumo), difieren considerablemente, de acuerdo a lo siguiente: - el acceso de la comunidad a pisos ecológicos o zonas de producción (cf. capítulo 3) que permiten la crianza de ganado, el cultivo de papas, de diferentes cereales, de frutas, legumbres...; - las extensiones que cada familia posee, o sus derechos de uso, en cada uno de esos pisos; - los recursos no agrícolas (pluriactividades, migraciones); - la facilidad de las comunicaciones y la proximidad de los mercados. La desigualdad entre familias en el interior de una misma comunidad es a menudo más grande de lo que se imagina desde el exterior. [403]] b) La naturaleza y cantidad de los alimentos varían igualmente de un año a otro - en una misma familia, una misma comunidad, una misma región - a causa de la variabilidad del clima y por lo 32 "...Los indios de Chinchaysuyo aunque son indios pequeños de cuerpo, animosos porque les sustenta maíz y bebe chicha de maíz qu es de fuerza y de los Collasuyos los indios tienen muy poca fuerza y ánimo y gran cuerpo y gordo... porque comen todo chuño y beben chicha de chuño." (Guamán Poma, [hacia 1615] 1936: 336). Cf. igualmente lo que consigna Garci Diez en Chucuito: "...papas y quinua y cañigua, que es mantenimiento de poca sustentación." ([1567] 1964: 153 y 156). 275 tanto de las cosechas, pero también de los acontecimientos familiares y de las modificaciones del medio económico. c) Ambas siguen a lo largo del año un ciclo estacional (fig. 194) vinculado al calendario de los trabajos agrícolas, de las cosechas y de la producción de los animales, de las actividades exteriores y de las migraciones, y, en fin, de las fiestas. Ciclo que depende, claro está, de la naturaleza y de la variedad de los recursos (fig. 195). La mayoría de los productos vegetales son cosechados en dos o tres meses, justo después de la estación de lluvias, y el pico estacional sigue siendo notorio aun allí donde el clima más suave y el riego permiten dos y hasta tres cosechas por año. La disponibilidad de forraje, y por lo tanto el estado de engorde de los animales y la producción de leche, siguen también la alternancia de las estaciones. Ello se traduce, de un lado, en la importancia del almacenamiento y las técnicas de conservación, y, de otro, en niveles más elevados de consumo de los productos que se conservan mal, justo después de las cosechas: la proporción de tubérculos y de productos frescos (habas verdes, maíz choclo) es muy fuerte en la época de las cosechas, y disminuye luego rápidamente para ser sustituida por la de granos secos. Pero este ciclo anual es menos acentuado que en otras regiones del mundo, sin duda gracias a la complementaridad de los pisos ecológicos [404]] (capítulo 3). El consumo alimenticio - y, en particular, de carne, coca y alcohol - es a menudo muy alto en el momento de las fiestas, algunas de las cuales son comunes, y otras propias de cada aldea o distrito. d) Todos los campesinos compran alimentos en el mercado con el dinero que proviene de la venta de su fuerza de trabajo, de productos no alimentarios (lana...), y casi siempre también de alimentos: venta de leche, queso, huevos, animales vivos, para adquirir productos a base de almidón, aceite y azúcar; venta en el momento de las cosechas, luego compras (a precio mucho más alto) cuando las reservas se han agotado. La relación entre producción y consumo de alimentos es, pues, en parte indirecta; pasa por el mercado y los ingresos monetarios de la familia, que a su vez influencian tanto en lo que los campesinos producen como en lo que comen. Las consecuencias metodológicas de estas cuatro características interesan a los que planifican estudios sobre la alimentación, y a los que utilizan sus resultados: - La interpretación de los datos supone que la población estudiada sea "estratificada" en función de una caracterización bastante precisa de la totalidad de ingresos y [405]] recursos, tanto agrícolas como no agrícolas; en el caso de los primeros, el conocimiento del acceso a los diferentes pisos ecológicos es tan importante como el de la extensión total de las tierras explotadas (Ferroni 1980: 44; Ayala et al, 1989). - Se requieren observaciones escalonadas a lo largo de todo el año. - Las fluctuaciones interanuales plantean los mayores problemas, tanto para dar un diagnóstico en un momento dado, como para detectar tendencias a largo plazo. Por ejemplo, a comienzos de los años 60 se llevaron a cabo encuestas alimentarias por Mazess y Baker (1964), y algunos años más tarde por Gurski (1969), en el distrito de Nuñoa, alejado del lago Titicaca y situado en su mayor parte por encima del límite superior de los cultivos. La primera puso en evidencia un régimen basado en los alimentos producidos localmente, en tanto que el maíz y el trigo sólo proporcionaban el 2,5 % del consumo energético total. La segunda podría conducir a la conclusión de que había habido un retroceso del modelo tradicional, con una mayor importancia de los productos no locales (trigo, arroz, azúcar, aceite), en particular en la capital del distrito. Pero Picón-Reátegui (1976: 235) previno contra una interpretación demasiado rápida de los datos: como la cosecha de papas de 1969 fue excepcionalmente mala, la región había recibido ayuda alimentaria. El modelo de consumo se había modificado en dos de las localidades estudiadas por Gurski, y los habitantes de la tercera quizás habían sub-declarado su consumo para recibir esa ayuda. Estos datos no muestran, pues, de manera indiscutible, una evolución de los regímenes alimenticios de Nuñoa, pero ilustran su susceptibilidad frente a las 276 fluctuaciones interanuales, y, por ello mismo, ponen en duda la representatividad de la mayor parte de las encuestas alimentarias. Confirman igualmente la importancia de la variabilidad de los precios de los alimentos, inducida por los programas gubernamentales. Tal es la razón por la cual nosotros hemos manejado los datos disponibles sobre la alimentación y el estado nutricional 33 con prudencia, no reteniendo sino las conclusiones generales, sin entrar en detalles expuestos al riesgo de ser demasiado contingentes. 4.3. Alimentación y nutrición : ensayo de un diagnóstico sobre el Altiplano de Puno No hemos osado intentar aquí una síntesis sobre el conjunto de los Andes Centrales, ni siquiera una comparación entre varias regiones, y nos limitaremos por lo tanto a la región tomada ya como ejemplo en lo que respecta a la dispersión y reducción de los riesgos: el Altiplano de Puno. Los campesinos del Altiplano, ¿comen lo suficiente y de manera equilibrada? Con excepción de una grave y sistemática carencia de vitamina A34 , la respuesta podría ser sí, si es que nos atenemos a las cifras promedio (Picán-Reátegui, 1976; Ferroni, 1980). Pero las desigualdades socio-económicas, y las variaciones en el tiempo, [[406]] hacen que aparezcan, con mayor o menor regularidad e intensidad, desequilibrios y deficiencias alimenticias, afectando a proporciones más o menos importantes de la población (cuadro 27). Se trata en primer término de aportes insuficientes de energía - de los cuales más de un 80 % proviene de los glúcidos, ya que el consumo de grasas es muy bajo - con los que se vinculan las carencias de proteínas.35 Los consumos de hierro y de vitamina B2, que aparecen como ampliamente suficientes en la Encuesta Nacional de Consumo de Alimentos (ENCA) de 1972, analizados por Ferroni (1980), están a menudo por debajo de las normas en el estudio de Ayala et al (1989), cuyos datos han sido recogidos quince años más tarde; pero no podemos decir si ello se debe a una degradación de la alimentación en este período, a una diferencia en el muestreo (campesinos más pobres), o a un afinamiento de los métodos y conocimientos. Ferroni analiza la dificultad de elegir entre criterios alimenticios, antropométricos, clínicos y bioquímicos, para detectar y evaluar la malnutrición - de todas maneras, los datos de la ENCA no permiten utilizar sino los dos primeros. «El 37 % de las dos mil familias que constituyen la muestra de la ENCA, para el caso de la Sierra del Centro y Sur del Perú, reciben una ración calórica insuficiente.y el deficit se acrecienta fuertemente con la proporción de ingresos que proviene del trabajo asalariado. Hay que añadir 16 % en "situación de riesgo", definida por consumos comprendidos entre las raciones "mínima" e "ideal": "ligeras perturbaciones en las fuentes de ingreso de la familia, como una sequía o una falta temporal de trabajo, han de provocar muy probablemente una deficiencia energética. Y el grupo en "situación de riesgo" incluye siempre un cierto número de familias realmente subalimentadas, pues las necesidades reales sobrepasan la ración mínima en numerosos casos (...) Si bien es cierto que los coeficientes medios de satisfacción de las necesidades de calorías sobrepasan el 100 % en varias submuestras (...), 33 Generalmente se entiende por nutrición el equilibrio cuantitativo y cualitativo de la alimentación, así como el proceso biológico de utilización de los elementos nutritivos por el organismo, y sus consecuencias en el estado del individuo. La alimentación es la manera de escoger, preparar y consumir los alimentos. Su valor no es solamente nutricional, sino también económico, cultural y simbólico. 34 La reducción de acuidad visual que puede resultar de ella en condiciones de poca luz es, tanto como el frio u otras razones, una causa posible del miedo de muchos campesinos del Altiplano a caminar afuera por la noche. 35 Cuando el consumo energético es insuficiente, el organismo "quema" proteínas para suplir el déficit. 277 Cuadro 27. Porcentaje de cobertura de las necesidades alimentarias, Altiplano de Puno (normas FAO / OMS, 1973-1976-1979-1985) Calorías Puno rural. Grasas (1) Minerales Vitaminas (3) Ca (2) Fe A B1 B2 116 147 88 211 17 221 162 74 99 54 83 51 76 73 Jiscuani. Labranza y siembra Trabajos de cultivo Cosecha Post-cosecha 100 82 97 83 133 117 114 90 38 38 33 28 103 75 119 98 107 75 115 75 33 31 35 36 131 119 133 118 104 92 121 116 Anccaca. Labranza y siembra Trabajos de cultivo Cosecha Post-cosecha 61 68 99 64 61 84 108 71 28 33 64 25 41 80 75 50 43 75 77 59 12 23 40 17 115 120 109 128 80 96 75 93 Llallahua. Labranza y siembra Trabajos de cultivo Cosecha Post-cosecha 113 87 81 89 155 150 134 137 41 39 25 46 84 141 98 88 149 126 146 149 33 34 29 22 117 120 153 131 94 121 126 105 Apopata. Labranza y siembra Trabajos de cultivo Cosecha Post-cosecha 98 112 137 69 154 194 190 103 56 67 89 34 48 55 71 48 124 146 179 129 57 41 31 49 80 87 105 162 63 64 67 78 ENCA 1971-1972 Proteínas Proporción del autoconsumo en el total de las calorías : 87% Puno urbano. Proporción del autoconsumo en el total de las calorías : 9% 4 comunidades en 1986-87 (Ayala et al., 1989). (Porcentaje según las épocas de trabajo) (1) A pesar de ser muy bajo, el consumo de grasa parece aportar cantidades suficientes de ácidos grasos no saturados. (2) El consumo real de calcio es, sin duda, superior por la riqueza en calcio de alimentos no medidos (coca, llipta…) (3) Los aportes promedios en fósforo y otras vitaminas son suficiente.s 278 la cantidad total de alimentos disponibles para una familia de cada dos no basta para satisfacer las necesidades de energía de todos los miembros de la familia, (...) pero todos sus miembros no se ven afectados de la misma manera." (Ferroni, 1980: 85-87). Las relaciones antropométricas, similares en las zonas urbanas y rurales, van en el mismo sentido. Un tercio de los niños entre 1 y 6 años está subalimentado, si se considera la relación pesoedad (clasificación de Gomez), y la mitad si se considera juntos el peso, la talla y la edad (clasificación de Waterlow). Los casos de malnutrición aguda, consecuencia de enfermedades infecciosas y de stress cíclicos o accidentales en el sistema alimenticio familiar (sequías, fluctuaciones de los precios...), son tan numerosos como los de la malnutrición crónica, expresión de la pobreza (Ferroni, 1980: 100-106); ello refleja una gran vulnerabilidad frente a calamidades de toda clase. En las cuatro comunidades estudiadas por Ayala et al (1989), los indicadores de subnutrición infantil varían a lo largo del ciclo estacional de los cultivos. Esta situación poco brillante, ¿está al menos en vías de mejora? 4.4. Cambios en los modelos de consumo alimenticio Es tentador presumir que es posible describir el régimen alimenticio "tradicional", y, a partir de allí, sus cambios. Pero todo análisis de este tipo sería a la vez arbitrario e inexacto. Cualquiera que sea el ámbito - y no solamente el de la alimentación - ninguna época puede ser escogida con seguridad como representativa de un estado natural o de equilibrio de la sociedad andina. Las especies vegetales y animales traídas [[408]] por los europeos se han difundido ampliamente en los Andes desde el siglo XVI. Aun si dispusiéramos de datos sobre el Imperio Inca, es probable que los regímenes alimenticios de esta época fuesen diferentes de los que los habían precedido, en la medida en que los Incas modificaron los sistemas de almacenamiento y de transporte de los alimentos a gran escala, y, si creemos a Garcilaso, expandieron el cultivo de maíz y la crianza de llamas y alpacas. Los modelos que llamaremos aquí "tradicionales" son los practicados, en nuestra época, por poblaciones relativamente aisladas y poco integradas en la economía monetaria: modelos "tradicionales" que son consecuencia de siglos de cambio. El análisis de los cambios contemporáneos se sirve de dos tipos principales de fuentes. Los datos de la ENCA, que describen un conjunto importante y diversificado de hogares, en un año dado, pueden ser utilizados formulando la hipótesis de que todas las familias siguen una misma evolución, que se podrá así conocer comparando las que aparecen como "menos tradicionales" con las "más tradicionales." El otro tipo de fuente son las observaciones hechas en un mismo lugar, con varios años de intervalo, y permiten, pues, una observación directa de los cambios. 4.4.1. La Encuesta Nacional de Consumo de Alimentos (1971-1972). Las grandes tendencias son sugeridas por los contrastes entre diferentes grupos: Costa / Sierra Urbanos / Rurales Rurales, Centro del Perú / Rurales, Sur del Perú Sierra, ricos / Sierra, pobres. En cada una de estas oposiciones, el segundo grupo puede ser considerado como más tradicional. Se puede formular la hipótesis de que en la Sierra los hogares más ricos han seguido un proceso de cambio en que no han participado plenamente los más pobres. La dirección de las evoluciones parece ser la misma para los habitantes del Centro, y para los más ricos del Sur: sustitución de los productos tradicionales de la Sierra (papas, chuño, maíz, cebada, quinua, habas) por otros procedentes de la costa (arroz, azúcar) o importados (harina de trigo, en forma de pan o de fideos, aceite). La estructura de las comidas parece no haber cambiado mucho en las zonas rurales, 279 pero las bebidas calientes azucaradas y el pan aportan una más fuerte proporción de calorías, en tanto que los fideos y el arroz son más frecuentes en las sopas y guisos. Ferroni explica estas observaciones en términos económicos, más que culturales. Los gobiernos peruanos han mantenido bajos los precios de los alimentos, favoreciendo a corto plazo a las masas de consumidores urbanos y a sus empleadores, que pueden fijar así bajos salarios. Esos bajos precios han desalentado la producción alimentaria en el país, colmándose los déficits creados así con importaciones. Durante todo este tiempo, los campesinos de los Andes obtienen pocos ingresos por la venta de su producción: los que no pueden producir por sí mismos lo esencial de lo que consumen, compran lo que sus medios les permiten: pues bien, los alimentos no tradicionales tienden a ser más baratos a causa de las subvenciones a las importaciones de alimentos. ¿Cuáles son los efectos de todo ello en el estado nutricional? Los hogares de bajos ingresos, o con una fuerte proporción de autoconsumo, tienden a consumir sobre todo alimentos tradicionales, y viceversa. Dentro de cada categoría, los hogares con ingresos altos consumen en promedio más calorías y proteínas, [[409]] con carencias menos frecuentes: todo lo cual es clásico. Más notable es el hecho que, en cada clase de ingresos, una mayor proporción de calorías autoconsumidas corresponde igualmente a mayores niveles de consumo de calorías y proteínas, y a menores riesgos de deficiencias (cuadro 28). Cuadro 28. Relaciones entre nivel de ingresos, autoconsumo alimentario y riesgos de subnutrición. Sierra Centro y Sur del Perú – Ferroni, 1980, según datos de ENCA, 1971-1972 Ingresos Proporción del autoconsumo en los gastos totales de la familia Bajo Elevado Proporción del autoconsumo en el total de las calorías consumidas (%) Bajos Elevados 17 20 84 84 Calorías / persona /día Bajos Elevados 1,850 2,205 2,045 2,716 alimentos Bajos Elevados 37 28 60 60 Familias disponiendo de una cantidad de calorías inferior al mínimo (%) Bajos Elevados 64 30 49 12 Proteínas (g / persona / día) Bajos Elevados 48 61 56 76 Calorías contenidas tradicionales (%) en los Los hogares para los que el auto-consumo no representa más que una pequeña parte de la ración alimenticia y de los gastos totales, tienen en general un estado nutricional inferior, a causa de la menor calidad nutricional de los alimentos no tradicionales (azúcar, aceite, arroz), y de su más bajo consumo calórico. Ferroni muestra que, en la Sierra, la subnutrición es ante todo un problema de consumo insuficiente de calorías, vinculado a los bajos ingresos y a las bajas proporciones de auto-consumo. La solución que propone sería aumentar los ingresos de los campesinos en la Sierra, entre otros por medio de políticas como el cambio de la estructura de los precios de los alimentos, vía la disminución de los subsidios a la importación de los mismos, y el estímulo a la producción de los serranos. Pero al aumentar los precios de los alimentos que compran los campesinos, una política como ésa tendría probablemente efectos muy diferenciados, de acuerdo a la medida en que esos campesinos posean o no suficientes tierras para producir lo esencial de lo que consumen (fig. 180). 4.4.2. Evoluciones después de la ENCA Appleby estudió de manera detallada el sistema de mercados del departamento de Puno en 1973, y luego en 1979. Mientras tanto la economía peruana había conocido un aumento de la deuda 280 externa, una elevada inflación así como devaluaciones de la moneda nacional (¡fenómenos todos que se agravaron después!). Bajo presión de los consumidores urbanos, los concejos municipales en esa época nombrados por el gobierno, y no elegidos de las dos principales ciudades del departamento, Puno y Juliaca, habían [[410]] mantenido los precios de los alimentos producidos localmente a un nivel tan bajo que los de los productos importados se habían hecho relativamente más altos. Como consecuencia de ello, "los campesinos guardaban la mayor parte de su producción para el consumo doméstico" (Appleby, 1982: 7), y vendían menos, mientras que se reducía el consumo de productos comprados, sobre todo los no tradicionales. "El pan y los condimentos, especialmente el ají, que antes era posible encontrar en todas partes en los mercados, se hallan en vías de desaparecer de la alimentación rural, por ser demasiado caros." (id.)201 Es verosímil que su más alta proporción de autoconsumo haya conducido a una mejora de su estado nutricional, a menos que hayan sido víctimas, al mismo tiempo, de una brutal disminución de sus ingresos, lo que no puede excluirse a causa de la reducción de sus actividades no agrícolas como consecuencia de la contracción de la economía nacional. Las observaciones de Appleby son particularmente sorprendentes, pues muestran un retorno a modelos de consumo alimenticio más tradicionales: en este caso, la evolución global de los últimos decenios es reversible, una razón de más para tomar precauciones en la utilización del término "tradicional." 4.4.3. Los factores de evolución. Abastecimiento alimentario: importaciones y precios Estos estudios confirman la importancia de la influencia de los precios tanto en la producción como en el consumo en los Andes del Perú. Pero ello no explica el nivel mismo de los precios. En la economía neoclásica, la teoría de las ventajas comparativas proporciona una explicación: sería más ventajoso (fácil) para el Perú importar los alimentos de países que están mejor dotados para la agricultura que hacer fructificar su árido desierto costero, sus frías altiplanicies, o su lejana llanura amazónica, corriendo a cargo de la expotación minera el pago de la factura correspondiente... No se puede rechazar del todo un razonamiento como éste, pero su punto débil es que en todos los países la agricultura depende fuertemente de la política gubernamental, a través de medidas tanto directas (créditos, regulación de los precios) como indirectas (tasa de cambio). Es en tal contexto que debe analizarse el mantenimiento, por parte de los gobiernos peruanos, de bajos precios de los productos alimenticios. Luego de revisar cuatro libros sobre la agricultura y la política alimenticia peruana, Painter (1983) mostró que las complejas y a veces contradictorias políticas agrícolas peruanas tuvieron resultados limitados pero reales. De 1968 a 1975, la primera fase (progresista) del gobierno militar, aplicó una reforma agraria radical y trató de hacer al Perú más auto-suficiente en lo que respecta a la alimentación. Pero sus esfuerzos se limitaron a las grandes empresas (cooperativas agrícolas de producción y SAIS), lo cual muestra la escasa influencia política de los campesinos andinos. El gobierno estimuló la producción alimentaria en las grandes plantaciones mecanizadas de la costa, pero no [[411]] concedió créditos a los pequeños productores de los Andes, y no suprimió tampoco los subsidios a las importaciones. Varios sectores clave de la industria alimentaria están dominados por empresas multinacionales (Lajo, 1980, 1982). Tres de ellas controlan el 80 % de las oleaginosas importadas para la producción de aceite; Nestlé y Carnation (adquirida después por Nestlé) son propietarios de las dos fábricas de leche concentrada. Las importaciones de trigo están dominadas igualmente por grandes compañías. Los esfuerzos de los gobiernos para asegurar un pan barato a la población urbana, subvencionando las importaciones de trigo, son desviados en parte por las empresas harineras, que 201 El ensayo de diagnóstico alimenticio de las 5 familias (cuadro 6.3), que data del mismo año, pone en evidencia la carencia de vitamina A, cuya principal fuente es el ají. Los campesinos de las 5 familias nos dijeron que compraban fuera menos que antes. 281 ganan más vendiendo galletas, cuyos precios no están controlados... (Painter 1983: 213). Las subvenciones gubernamentales benefician así tanto a una pequeño número de compañías como a la masa de los consumidores. La emergencia de políticas que favorecen las importaciones de trigo se puede vincular, según Painter, a: "la aprobación por el Congreso norteamericano, en 1954, de la Public Law 480, llamada Alimentos para la Paz. Destinada a disminuir los excedentes de grano en el estados Unidos, esta ley autorizó préstamos con bajas tasas de interés para la compra de cereales norteamericanos por países en vías de desarrollo. (...) Más tarde, el hecho de aceptar un reembolso en monedas locales se convirtió a su vez [a causa de la inflación] en una de las diversas formas de préstamo con bajos intereses, accesibles a las empresas norteamericanas deseosas de realizar operaciones en estos países. Se esperaba que tales facilidades aumentarían la proporción de población asalariada capaz de comprar productos a base de cereales US" (1983: 215). En realidad, el trigo de la ley 480, enviado al Perú para aliviar temporalmente las consecuencias de las desastrosas sequías de los años 50, acarreó un aumento del consumo de pan y de fideos, que subsiste hasta ahora. Pero los precios no son sólo consecuencia de estos factores externos. Platt (1982,a y b) ha mostrado de manera documentada la voluntad de las clases dirigentes bolivianas de ver su país inundado de trigo importado a bajo precio. Una vez eliminado así el trigo local del mercado, los campesinos de ciertas regiones orientaron su producción agrícola hacia una mayor autosubsistencia. Tampoco puede descartarse el papel de las preferencias de los consumidores: el consumo de productos a base de trigo en el Perú puede ser consecuencia inmediata de las subvenciones, pero éstas lo son a su vez de la demanda local. A veces es difícil separar aquí las causas de las consecuencias. La demanda alimenticia: formación de las preferencias Si el establecimiento de un sistema de precios no es totalmente transparente, la respuesta al mismo tampoco lo es. Al comparar los datos de precios, consumo y nutrición, de la ENCA, Ferroni (1980) muestra que la población de los Andes del Centro y del Sur del Perú compra en general los productos que aportan calorías y proteínas a menor precio. Pero intervienen también otros factores. Por ejemplo, el pan se almacena bien 202, 203, se consume directamente sin necesidad de preparación alguna luego de su adquisición, y da una mayor impresión de saciedad que muchos otros alimentos. [[412]] El empleo de aceite para freir indica a menudo un cambio en el tipo de cocción. En efecto, las ollas tradicionales de barro cocido, y los fogones de adobe, que permiten la utilización de sebo fundido de carnero o de llama, no son adecuados para la fritura con aceite. Esta se efectúa con más frecuencia en sartenes, sobre cocinillas a gas o a kerosene, lo cual exige no sólo gastos adicionales en ustensilios, sino también en combustibles, cuya utilización depende de los precios 9 . En Bolivia el gas en balones se ha hecho relativamente barato desde la construcción de gasoductos a partir de los yacimientos de las tierras bajas del Oriente. Ello permite que este combustible se utilice mucho alrededor del lago Titicaca, donde el aumento de la población puede haber limitado la disponibilidad de deyecciones animales empleadas habitualmente como combustible (capítulo 2). La escolarización se ha desarrollado mucho también en el campo después de la revolución de 1952, y los niños que antaño recolectaban esas deyecciones sin duda tienen ahora menos tiempo para hacerlo (Orlove 1982c: 20). 202 Los pequeños panes que se fabrican en los Andes se conservan fácilmente por una semana, y aún más, en bolsas de plástico. 203 Ver el Anexo A de este capítulo. 282 Algunas preferencias alimenticias siguen siendo, no obstante, difíciles de explicar en términos de adaptación, incluso si se toman en cuenta factores tales como los precios, la facilidad de utilización y el tiempo de trabajo necesario para su preparación. La cebada, por ejemplo, es una fuente de calorías y proteínas menos cara que el arroz, y puede ser preparada en general de la misma manera (en sopas, hervida y escurrida). Pero la cebada es considerada como un alimento típicamente campesino, mientras que el arroz sancochado es un plato urbano "refinado" 204 . Trataremos más adelante de la influencia del prestigio en las preferencias. Conclusión: tres puntos de vista sobre los cambios en los modelos alimenticios andinos Las explicaciones de las evoluciones observadas difieren según el punto de vista que se adopte. Una perspectiva fundamentalmente "adaptacionista" argumentaría que que los modelos tradicionales de utilización de los recursos permiten a los campesinos andinos tomar su alimentación de su medio natural, áspero e imprevisible. El modelo de verticalidad, tratado en el capítulo 3, permite una utilización eficaz de la mano de obra, y reduce el riesgo de pérdida total de la cosecha. La combinación de los diferentes alimentos producidos así satisface las necesidades nutricionales. Desde este punto de vista, la alimentación cambia porque las adaptaciones tradicionales no son ya viables, a causa antes que nada del aumento de la presión demográfica. Una argumentación como ésta es válida, pero no es suficiente como para ser la única a retener. En efecto, de una región a otra, la importancia de la introducción de los alimentos no tradicionales no parece estar vinculada con la demografía. Y la aceptación de nuevos alimentos no se explica simplemente por la relación entre su costo y su valor nutricional, como tendería a proponer este punto de vista. [[413]] Un segundo tipo de explicación, que adoptó Ferroni (1980), toca la economía política. Los campesinos andinos, empobrecidos, son considerados como fuente de mano de obra a bajo precio, y, en menor medida, de productos baratos. Pueden trabajar por bajos salarios, ya que ellos mismos producen la mayor parte de su alimentación. Las evoluciones alimenticias pueden explicarse por el deterioro de su posición en la economía nacional. Sus recursos disminuyen a causa de la presión demográfica, de la falta de apoyo técnico e económico a la agricultura andina, de la incapacidad de los campesinos marginalizados para invertir el trabajo necesario para acondicionar y mantener la tierra, etc. También esta aproximación puede explicar algunos cambios alimenticios que se han observado. Pero se basa sobre la hipótesis implícita de que las familias campesinas buscan, antes que nada, producir tantos alimentos como puedan en sus propias tierras, y sólo luego completar sus ingresos por medio de otras actividades. En otros términos, las proporciones de autoconsumo (subsistence ratios), tales como las define Ferroni, estarían determinadas, en cada familia campesina, por los factores de producción de los que dispone, en particular la extensión de tierra y la cantidad de mano de obra que controla. Esta hipótesis, si bien frecuente en el análisis de las economías campesinas, merece un examen más de cerca. En primer lugar, en una situación económica idéntica, dos familias campesinas diferentes pueden elegir dar un destino diferente a sus recursos, poniendo una el acento en la agricultura de subsistencia mediante el cultivo más cuidadoso de sus parcelas, y la otra buscando ante todo ingresos de trabajo no agrícola: en la primera parte de este capítulo ésa fue, precisamente, la diferencia de comportamiento observada entre las familias I y V, por una parte, y II y IV, por otra. En segundo lugar, prácticamente todas las familias compran suministros para la 204 En los restaurantes que hay a lo largo de los caminos es difícil, con frecuencia, conseguir que sirvan papas, pues los camioneros se esfuerzan en exhibir su diferencia con las clases populares precisamente porque han salido de ellas. Cuando hubo que establecer una lista de productos que había que adquirir, para un curso de nutrición destinado a campesinas del Altiplano, una de las organizadoras (una monja originaria de Arequipa) puso en primer lugar leche evaporada en lata. Otra propuso sustituirla por quinua, producto local cuyas proteínas tienen una composición en ácidos aminados cercana a la de la leche. La primera exclamó: "Quinua, ¡qué vergüenza!". 283 agricultura: herramientas, abonos, productos fitosanitarios, semillas, y, en ocasiones, contratan trabajadores y bueyes. Una familia puede destinar parte de su tiempo al trabajo asalariado en el exterior, para poder efectuar tales compras ya sea regularmente, cada año, ya sea durante cierto período , hasta acumular suficiente dinero para capitalizar. Los cuestionarios de la ENCA no contienen información detallada sobre otras actividades que las de subsistencia. El tercer punto de vista pone el acento sobre el carácter de grupo étnico dominado de los campesinos andinos. A pesar del relajamiento de las rígidas barreras de casta entre indios y mestizos, hay numerosas diferencias objetivas y subjetivas que los marcan todavía como grupos separados. Puede esperarse, por lo tanto, que en ciertos casos, el significado de los alimentos se encuentre asociado más con su prestigio que con su costo o su valor nutritivo. El examen del consumo en otros aspectos (vestido, vivienda) puede ser útil. Dos cambios notables en la región del lago Titicaca son la sustitución de los techos de paja por los de calamina y el uso de ropa de confección industrial en lugar de la tejida en casa. Aunque decepcionante para el deseo de exotismo de los extranjeros, y a pesar de sus muy mediocres cualidades de aislamiento térmico cuando no se acompañan de un cielo raso, los techos de calamina ofrecen numerosas ventajas. Duran más tiempo (la diferencia se acentúa con la humedad del clima); no exigen una armadura pesada en una región donde la falta de madera se hace sentir duramente; y se pueden instalar mucho más rápidamente, con el concurso de un número más reducido de personas. Asimismo, tejer la ropa en casa ocupa un tiempo considerable. En ambos casos, los campesinos implicados a la vez en la agricultura de subsistencia y en el trabajo en el exterior, puede optar por ahorrar tiempo reduciendo otras actividades, aun si ello origina gastos monetarios más elevados. Sin embargo, también se halla aquí en juego un componente étnico. No está lejana la época [[414]] en que en las "élites" mestizas consideraban inapropiada, e incluso subversiva, la utilización de ciertos artículos por los indios. Un ejemplo extremo es la manera en que, a comienzos de este siglo, se recibió a los primeros indios que regresaron a Acora (aldea próxima a Chucuito, en la orilla Sur del lago Titicaca), después de haber trabajado en las minas de Chile: los mestizos que los vieron con camisas de tela industrial, y no tejida a mano, los golpearon con violencia. 205 Se les prohibió igualmente el uso de la calamina. No sorprende que las márgenes del lago Titicaca, donde semejante dominio era corriente206 , fueran teatro de las sublevaciones indias que se produjeron en los años 1920. Otros cambios, consecutivos a la instalación de los misioneros protestantes anglo-sajones (tales como la sustitución de las trenzas por cabellos cortos en los hombres, y la declinación del uso de la coca), parecen haber representado, al mismo tiempo, una ruptura con el antiguo estilo de vida indio y la adopción de atribuciones antes reservadas exclusivamente para los mestizos. En ese contexto, me parece posible que el pan y el aceite de cocina sean considerados no por su valor económico y nutricional, sino por su significado como alimentos antaño consumidos casi exclusivamente por los 205 Cruel ironía, o vaivén de la historia: después de la gran insurrección de Tupac Amaru, que quiso restaurar en 1780 el imperio inca, el virrey del Perú trató de asimilar por la fuerza a los indios a la cultura española: dictó un decreto que les prohibía utilizar ropa e instrumentos de música indígenas, y aun hablar en quechua. Tales prohibiciones no pudieron se aplicadas nunca de manera total, pero causaron sin duda perjuicios.... 206 "Pasar de trabajar los archivos de la sierra central a los de la sierra sur supone inevitablemente un choque emocional que debiera consignarse. La imagen de lo que era la condición del campesinado indígena varía fuertemente, pero sobre todo, lo que más conmociona es observar la radical diferencia en el terreno de la relación entre los indígenas y las otras fracciones de la población (principalmente blancos y mestizos). La constatación fundamental es que la percepción de la naturaleza esencial de estas diferencias anotadas por José María Arguedas es justa: en las evidencias, revisadas en la sierra central no se percibe que entre indios, mestizos y blancos hubiera una diferenciación social que supusiera el "establecimiento de un status que significaba diferenciación que comprometía la propia naturaleza, como ocurrió y ocurre en el Cuzco, donde señores e indios parecen aceptar diferencias que comprometen la propia naturaleza de las personas y no únicamente su condición socioeconómica." (Arguedas, 1983: 119). En otras palabras, el racismo supone aquí una insuperable dificultad, para las fracciones locales dominantes, de reconocer en los indígenas una básica humanidad que permitiera entablar una relación social entre individuos pertenecientes a estratos socioeconómicos muy diferentes, pero de quienes pudieran aceptar, más allá del discurso teórico, que eran básicamente sus semejantes." (Manrique, 1988: 95). 284 mestizos (Orlove, 1980), y que, a la inversa, se consuma menos otros alimentos porque son considerados emblemáticos de un estilo de vida antiguo, ahora despreciado. Nuestro punto de partida para este libro fue un emblema de la agricultura tradicional, la chaquitaclla que abre la tierra al comienzo de un ciclo de cultivo. Y es sobre el carácter emblemático de los alimentos producidos y consumidos que se acaba aquí nuestro largo recorrido andino. Nos queda todavía, en el último capítulo, ampliar nuestra perspectiva, mostrando de qué modo las diferentes teorías disponibles explican el comportamiento económico de los campesinos andinos. 285 Anexos al capítulo 6 [[415]] A- Producción y consumo de trigo en Chumbivilcas Jean BOURLIAUD, Raymond RÉAU 207 El trigo, introducido por los Españoles después de la conquista, entra desde esa época en los sistemas de producción tradicionales de la agricultura andina. El Perú era en el siglo XVII exportador del cereal. Sin embargo, en la costa su cultivo retrocedió en beneficio de cultivos de exportación más rentables: caña de azúcar y algodón. Muy pronto se empezó a importar, desde el siglo XVIII. No obtante, aun en esta época, había regiones enteras, como la de Arequipa, especializadas en la producción de trigo. Especialización que después dejó el lugar a otra, la de la producción lechera. De este modo las importaciones de trigo no cesaron de aumentar en el Perú, con la crisis de la producción y la urbanización, hasta alcanzar más del 90 % del consumo actual. Hoy ocupan el primer lugar en las importaciones alimentarias del país, ya que el pan y los fideos se han convertido en los alimentos básicos de la población urbana. El trigo, importado principalmente de los Estados Unidos, está destinado a una industria de la molienda muy concentrada, implantada a proximidad de los puertos y en los grandes centros urbanos. Estas industrias, que se abastecen al precio mundial, y se han beneficiado con subvenciones suplementarias hasta fines de los años 70, venden sus productos no solamente en los grandes centros urbanos sino también en el medio rural, que representa una parte importante de su mercado. Frente a la competencia de las harinas industriales, los molinos de agua de la Sierra han sido abandonados casi en su totalidad, y la producción de trigo ha retrocedido fuertemente. En la provincia de Chumbivilcas, una de las primeras iniciativas que tomaron los técnicos del Ministerio de Agricultura, a fines de los años 70, fue lanzar el proyecto de implantar un molino de tecnología moderna destinado a tratar los cereales de la zona, que habría de reemplazar así la harina importada. El proyecto fue llevado a cabo por una organización no gubernamental, CICDA, que instaló un molino administrado por la "central de comunidades" de la provincia, constituida en esta oportunidad para asegurar la recolección y la comercialización del trigo y otros productos agrícolas. Los técnicos pensaban favorecer así la diversificación de los sistemas de producción, muy especializados por entonces en papas, así como el consumo de un pan de harina completa, de mejor calidad nutritiva que el pan de harina blanca. No sucedió nada de eso, ya que los campesinos se contentaron con utilizar el molino para servicio de molienda, marchándose luego con su propia harina destinada al auto-consumo. ¿Eran los precios del trigo, alineados con los de la harina importada, y la influencia de los modelos de consumo, la única explicación de la preferencia que mostraba la población de Chumbivilcas, eminentemente rural, por el pan a base de harina importada? Una investigación que se realizó sobre la competencia entre el renglón industrial y el renglón artesanal puso de relieve los puntos siguientes: [[416]] - El consumo de trigo importado y de sus derivados no es algo que concierne solamente a los centros urbanos, sino que es igualmente importante en el medio rural, donde las redes de comercialización establecidas llegan a todos los pueblos de importancia. Santo Tomás, Velille, Colquemarca, son abastecidos por los camiones que vienen, cada semana, de Arequipa. Numerosas tiendas aseguran luego su distribución. - Aun los campesinos y pastores de las comunidades más alejadas compran harina y pan con ocasión de su visita al pueblo en el fin de semana. El mercado es importante a escala local.208 207 Tomado de "Recherche sur l'intensification des systèmes de production existants en vallée interandine du Pérou. La province de Chumbivilcas dans la région de Cusco." Informe de Investigación INRA/DGRST, sin fecha, 54 p. 286 - Pero los panaderos artesanales locales no se aprovisionan de trigo local. Prefieren utilizar la harina industrial por varias razones. El abastecimiento por camiones desde Arequipa es seguro, regular y fácil; la harina que traen es de calidad homogénea y adecuada para la panificación y adaptada a la reglamentación del peso y precio del pan, que son fijados por el Estado y las municipalidades. Ahora bien, el pan de harina local, a pesos iguales, es de menor volumen que el pan de harina blanca. Habría que emplear entonces una mayor cantidad de harina local para obtener un pan de aspecto equivalente. Por otra parte, la leña para calentar los hornos representa una gran parte del costo total de la producción de pan, lo cual se debe a su escasez en la provincia. Para disminuir la cantidad de leña que necesitan para la fabricación, los panaderos agregan una cantidad mayor de grasa, técnica que presenta una desventaja, ya que así el pan se conserva sólo unos pocos días. Esta es la razón por la cual los panaderos locales no producen pan de larga conservación. Ahora bien, éste es el tipo de pan que buscan los campesinos que vienen al pueblo a lo más una vez por semana, y sobre todo los criadores de ganado en la altura, acostumbrados desde hace mucho a comprar cantidades importantes de pan gracias a sus ingresos monetarios regulares. Adquieren por ello el pan elaborado por las industrias de Arequipa, que se conserva por mayor tiempo. De esta manera el mercado para el trigo local es muy reducido. Ello explica en parte el lugar que ocupa el trigo en los sistemas de producción: es cultivado al final de la rotación, después de la papa, objeto de mayores cuidados (abonos químicos, estiércol, trabajo de la tierra) y luego de otros cultivos intensivos, como el maíz y las habas. El trigo no recibe ningún abono y se produce de modo extensivo. Su papel se reduce al de un producto de auto-consumo. Sería posible considerar su relanzamiento en esta provincia, cuyas tierras son relativamente extensas en relación con la población. Ello implicaría una política de conjunto que vaya más allá de una simple elevación de los precios, pero que sería de bajo costo: considerar a los campesinos y a la gente del campo como consumidores advertidos y no sólo como víctimas de una aculturación que les ha sido impuesta; y responder a las exigencias de los panaderos artesanales, si se quiere competir eficazmente con las reales ventajas que representa la harina industrial. En fin, tomar en cuenta la gestión del conjunto de los recursos del espacio andino para luchar contra la disminución de la leña de que se puede disponer, problema que sobrepasa de lejos el aspecto que presentamos aquí. [[417]] Todos los discursos políticos sobre los problemas alimentarios del país denuncian el grado de dependencia frente al extranjero en lo que respecta a los cereales. Nos parece absolutamente posible reducir el nivel de importación comenzando por disminuir los cereales importados en las zonas rurales. Resultado que puede conseguirse a un costo razonable combinando medidas sobre los precios y créditos, sobre la política tecnológica en el renglón artesanal, y sobre el acondicionamiento del espacio. 208 Durante los primeros años de su puesta en servicio el molino procesó una cantidad promedio de unas 15 toneladas por año, ¡lo cual equivale a la harina industrial que ingresa en cada semana a Santo Tomás, sin tomar en cuenta el pan importado de Arequipa!! Esta cantidad subió a 150 toneladas (trigo y cebada) en 1989. 287 Anexo B Metodología y aprovechamiento crítico de los datos sobre la ganadería andina en tiempos de sequía. El caso de las comunidades del alto valle del rio Chancay, Perú, 19761980 209 Isabelle LAUSENT-HERRERA El Perú forma parte de las naciones donde se producen sismos y grandes desórdenes naturales. A pesar de que escanden la vida de las poblaciones, las autoridades nacionales no pueden - si es que tuvieran el deseo - medir sus impactos inmediatos o a largo plazo. El aislamiento de las regiones montañosas, las diferencias étnicas entre sus poblaciones y la clase dirigente, el sub-equipamiento, la insuficiencia de las infra-estructuras de comunicación, la falta de estaciones y de centros de previsión meteorológicos, y la rareza de catastros y estadísticas detalladas, son otros tantos factores que conducen al desconocimiento económico, social y político de las consecuencias de las anomalías climáticas de gran envergadura. Dada su diversidad geográfica, la dispersión de su población y las condiciones socioeconómicas de su desarrollo, nadie puede pretender establecer y disponer de estadísticas confiables sobre el conjunto del territorio peruano en ámbitos tan importantes como los de recursos naturales, accidentes climáticos y, sobre todo, la producción agropecuaria nacional y regional. El estudio de las repercusiones económicas y sociales de la severa sequía de 1976 a 1980 en las comunidades del Alto Valle del río Chancay muestra cuán difícil fue una aprehensión cuantitativa de este fenómeno, por la falta de estadísticas de base. En el terreno la recolección de datos cuantitativos y cualitativos referentes al estado comunal e individual de la ganadería durante esos cinco años de crisis, puso en evidencia problemas metodológicos que confirmaron que, en un campo tan complejo como el del mundo comunal andino, no se puede concebir la elaboración definitiva de datos estadísticos sin estar animado, de una parte, por una gran prudencia frente a la información directamente accesible, y, de otra, sin recurrir a los reajustes críticos que pueden aportar la antropología y la sociología. [[418]] He aquí, como ilustración de las observaciones en el terreno, un resumen de algunos de los mayores obstáculos que encontramos con ocasión de dicho estudio. Las fuentes comunales y la ganadería familiar Censos comunales de la población y de sus bienes y Libros de Cuentas Estos libros, llevados por las autoridades comunales, sirven en primer lugar para garantizar la existencia y la integridad de la comunidad (archivos sobre la historia y los límites territoriales, sobre el papel social de los individuos y las decisiones de las orientaciones económicas colectivas). Deberían ser, pues, por los datos que contienen, un reflejo estadístico, económico y social, de las situaciones por las que han atravesado esas comunidades. En el plano que nos interesa, las informaciones más buscadas son las que guardan los censos del ganado y de los comuneros; ahora bien, y en contra de las apariencias, estos datos de primera mano son una trampa para más de un investigador. 209 Este texto se publicó en "Sociétés Rurales des Andes et de l'Himalaya" (Bourliaud et al, eds., 1990: 129 135). Ver igualmente Lausent, 1986 a y b. 288 Los censos Estos censos, realizados por la comunidad misma, están las más de las veces destinados a la "Dirección de Asuntos Indígenas", o a otros organismos oficiales, y levantados de tal manera que puedan justificar los pedidos que infaltablemente los acompañan. Es así que, de acuerdo a las solicitudes formuladas a las autoridades regionales y nacionales, la comunidad indica una población masculina intencionalmente menor en razón de un "éxodo de pobreza," o, al contrario, voluntariamente aumentada, con el fin de denunciar la pequeñez de sus tierras y la dificultad que experimentan todos para tener una parcela o contar con agua y pastos suficientes. Tales argumentos, reforzados por una falsificación "legitimada" de los censos y balances, apoyan las peticiones de ayuda en dinero, equipo, abonos y alimentos. Las crisis estimulan estos procedimientos. Así se pudo notar, durante la sequía, que un número de comunidades del Alto Chancay presentaron a CARITAS 210 y otros organismos oficiales ligados al desarrollo, listas infladas de agricultores-criadores, que comprendían comuneros ausentes, muertos o que no habían existido nunca. Esos censos periódicos y oportunos son por desgracia y de modo regular asentados en los libros comunales, y utilizados sin cesar como referencia. A fuerza de recurrir a semejantes procedimientos, los registros comunales pierden todo valor; no se puede contar, por lo tanto, con este material demográfico y socio-económico a pesar de todo único, sin considerar su sistemática reinterpretación. Los libros llamados de "Control de animales" Muy atractivos, estos libros, que deberían ofrecer una imagen exacta del ganado familiar y comunal, son sin embargo muy engañosos. No será posible aprovecharlos sino después de una rigurosa verificación, que permita efectuar las modificaciones indispensables. Antes de abordar esos incriminados documentos, hagamos sin embargo justicia a los que, en el plano de la crianza de ganado, versan sobre las rentas comunales relacionadas con el arrendamiento de los pastizales, su administración y las decisiones tomadas colectivamente para enfrentar acontecimientos tales como sequías o epizootías. [[419]] Si bien confiables, sus datos resultan confusos cuando se trata de comportamientos individuales o de pequeños grupos: informaciones anónimas, mención única de los presidentes de grupúsculos de criadores emparentados ("juntas"), arrendatarios de potreros, sin referirse a los miembros que los integran, etc... Practicados todos los años, entre mayo y septiembre, de acuerdo a las comunidades, tales controles se realizan con ocasión de una batida general, juntando en un cerco los animales que se han de marcar y contar. Pero, sobre todo en período de sequía, hay un cierto número, que va de una decena a una centena, que queda fuera y escapa al registro. De manera muy desigual, los animales extraviados pueden ser registrados fuera de tiempo, sin por ello aparecer en las cuentas comunales que sirven para los censos. Hay por lo tanto una regular subestimación del ganado familiar, como atestigua el caso de la comunidad de Pampas. El control de 1976, primer año de sequía, tomaba nota de la ausencia de 73 bovinos; más tarde, y luego de una averiguación, se constató que 42 de los extraviados del efectivo de 1976 habían sido encontrados luego, pero que su anotación se había hecho mucho más tarde, y confundido con el efectivo de 1977. Por otra parte, la misma investigación demostró que 21 animales habían muerto y otros 10 vendidos sin que jamás hubiesen sido registrados. El caso de las ventas efectuadas a lo largo del año o con ocasión de la gran reunión de control - sobre todo durante las sequías - plantean así ciertos problemas; de una parte porque los registros no pueden explicar el origen de la disminución del número de cabezas de tal o cual dueño, ya que no contabilizan las ventas ni las muertes ocurridas en el año comprendido entre dos controles, y de otra 210 Socorro Católico Internacional, que distribuye en particular la ayuda alimentaria extranjera. 289 parte porque aun si el encuestador formula un cuestionario destinado a establecer la "verdad," las respuestas que obtendrá serán insatisfactorias, como se verá más adelante. En cuanto a las ventas efectuadas con ocasión de los controles, son causa de nuevos errores. La comunidad, en efecto, exige que se pague de todas maneras el impuesto correspondiente al animal vendido durante esta operación, es decir, indiferentemente, por el criador, o por el comprador. Varias soluciones son posibles cuando se registra los animales y se cobra simultáneamente el impuesto: - sea que la venta tenga lugar luego de que el criador haya declarado la totalidad de su rebaño, de modo que resulte, luego de la aplicación del impuesto, propietario de un número en realidad menor de animales, mientras que su rebaño aparece sobrevaluado en la contabilidad comunal; en el momento de la venta el criador recupera el valor del impuesto a expensas del comprador. - sea que la venta tenga lugar antes del paso al registro, y en este caso el negociante de ganado paga el impuesto a la comunidad - sin mencionar a su vendedor -, en tanto que el criador declara, esta vez, un rebaño subvaluado amputado por la transacción, y ello sin que jamás aparezca su real dimensión. Ya sea que el pago sea hecho por el criador, o luego de la venta por el negociante de ganado, el mismo que reembolsará al criador, lo importante sería que la contribución fuese claramente señalada en el registro: bastaría entonces, para conocer el real número de cabezas de los rebaños individuales en el momento del control, asegurarse de que los animales, objeto de la venta, hayan sido incorporados al contingente del criador, señalando al mismo tiempo su salida. No es necesario decir que muy rara vez se hace esta precisión, y que el comunero que paga su impuesto no señala que, unas horas antes o después del control, su rebaño era mayor o menor en uno y hasta diez animales (caso de compra-venta entre comuneros). [[420]] Cuando en tiempo de sequía se toma conocimiento de estas desapariciones, se tiene la tentación - a falta del testimonio individual - de explicar semejantes fluctuaciones por causas tales como la muerte de animales famélicos, su extravío, etc..., lo cual, en el caso de un estudio sobre el impacto de la sequía y las estrategias campesinas consiguientes, constituiría una interpretación equivocada. Tales errores, así como los expuestos más adelante, ponen en duda toda tentativa de elaboración de tipologías de criadores fundadas en la evolución de los rebaños individuales, o sobre los comportamientos de las familias, a menos de intentar otra aproximación. El complemento de encuesta y las prácticas de crianza de ganado La encuesta personalizada engendra a menudo conclusiones totalmente opuestas a las precedentes. Siempre en la comunidad de Pampas, tomemos el caso de X, propietario de 45 bovinos. Alertado por la sequía confirmada después del control de mayo de 1976, este criador adopta un comportamiento particular, diferente al del resto de la comunidad. En enero de 1977, disminuye peligrosamente el cauce de las fuentes para abrevar a los animales, y hay pocas hembras preñadas. Este criador procede entonces a dividir su rebaño a fin de limitar los riesgos: conserva consigo 25 animales, y envía los 20 restantes a pastizales alquilados en el exterior. En el interior de la comunidad, después del parto de las vacas y en el momento del control, registra 30 animales (los 25 aumentaron con 5 nacimientos), mientras que en el exterior pasa de 20 a 27 animales, que no serán registrados. Una primera interpretación del Registro Comunal podría hacer creer que, con 30 bovinos, este criador había sufrido, por causa de la sequía, una pérdida de más de 15 animales - si se toma en cuenta el aumento natural - en relación con el año anterior. Ahora bien, en su caso, lo que caracteriza el transcurso entre 1976 y 1977, no es la supuesta pérdida, sino al contrario un crecimiento casi normal (ganancia de 12 animales en total), gracias a una estrategia original. En cambio el control subsiguiente (junio de 1978), que, basado como está en los 30 animales declarados en 1977, indicaría una notable mejora, señala en realidad grandes dificultades. Con la idea 290 de que la sequía no se prolongaría, y de que había gastado ya mucho para mantener en buen estado sus dos rebaños, este criador no renueva su arrendamiento en el exterior; pero la sequía se agrava y las pérdidas son grandes. El criador se presenta entonces al control de 1978, no con una ganancia de animales en relación con el año anterior, sino con un cruel déficit. De los 57 bovinos alcanzados en 1977, 3 se vendieron durante el control, dejando a nuestro hombre con 54 animales. Después de un año de dificultades se presentó, pues, al control de 1978 con un rebaño que sólo tenía 38 animales (8 muertos, 4 desaparecidos, 4 vendidos a pérdida). Si se creyera el Registro Comunal del control, el camino recorrido por este criador habría sido el siguiente: 1976 var. 1977 var. 1978 Registro comunal 45 - 30 + 38 Cálculo rectificado 45 + 57 - 38 La interpretación a posteriori, o cálculo rectificado, está más cerca de la realidad, y denuncia un gran margen de error (57/30). Confirma también , contra lo que pudiera [[421]] deducirse de la lectura de los registros, que el año crucial para los criadores fue 1978 y no 1977. Muestra, en fin, la fragilidad de las tipologías establecidas mediante una simple lectura de las cifras y la necesidad de encuestas en profundidad. Y, a falta de toda otra información, no puede considerarse el aprovechamiento de estos documentos - regalo para los investigadores y técnicos - sin un profundo conocimiento del medio y de los hombres. Para concluir, quisiéramos subrayar un obstáculo adicional para una comprensión de este material y para la elaboración de estadísticas afinadas; se trata de las prácticas de "encargos" y herencias anticipadas o "donaciones entre vivos." Los encargos y las donaciones entre vivos Se trata de una práctica relativamente corriente, pero difícil de rastrear, pues es muy compleja. Se recurre a ella sobre todo en tiempos de crisis, cuando se produce una ruptura de la normalidad; sirve por lo general para aliviar dificultades de orden familiar o económico. Tomemos el caso de una viuda, criadora-agricultora, que enfrenta en difíciles condiciones las actividades y gastos para el control de 1975. A fin de ahorrar, pide a uno de sus hijos que tome una parte de su ganado, a su nombre y a costa suya. En el momento del registro, el rebaño correspondiente al hijo se ve anormalmente duplicado, haciendo pensar en una compra de animales, mientras que el de la madre muestra una fuerte pérdida. Viene la sequía y la madre continúa encargando su rebaño a todos sus hijos. En plena sequía desaparece del registro de criadores, pero reaparece algo más tarde con un rebaño poco disminuido. Resulta desde entonces evidente que los datos correspondientes a lo miembros de la familia implicados en tal procedimiento son inaceptables y exigen ser reinterpretados. Practicados por un gran número de parientes, primos y primos hermanos, tal sustitución permitió a algunos de ellos, durante la sequía, consagrarse exclusivamente a la agricultura, o, al contrario, salir para emplearse como asalariados en la Costa con el fin de mejorar sus ingresos. La gran movilidad que el encargo supone - y de lo cual no se tratará aquí, por ser muy diversificada - es resultado a la vez de estrategias encaminadas a proteger el ganado individual (dividiéndolo transitoriamente para reunirlo una vez pasado el peligro) y a mantener, en caso de crisis, el equilibrio individual y familiar de los comuneros. Vinculado directamente con situaciones de ruptura de la normalidad, el encargo sirve así tanto, por ejemplo, para proteger a una mujer en trance de divorcio o a un comunero sin recursos, como para atenuar los efectos de la sequía. Entre todas las prácticas susceptibles de invalidar los censos comunales de criadores y animales, o las encuestas mediante formularios, hay que considerar además "las donaciones entre vivos." Menos presente en la ganadería que en la agricultura (en la que el comunero exhibe un individualismo mucho más marcado), presenta el inconveniente del doble registro de un mismo bien. 291 Es así que como resultado de un don o de un adelanto de herencia, se produce una inscripción de los mismos bienes - en este caso animales - bajo diferentes nombres. Y hasta que el donador se desprenda "afectivamente", el objeto del don continuará siendo declarado al mismo tiempo como propiedad del suya y como propiedad del beneficiario. Conclusión En período de crisis, y particularmente durante una sequía, los comportamientos, y con ello las estrategias personales o de grupo, revisten una gran importancia. Asimismo, [[422]] todos los pequeños errores que en tiempos normales, en un estudio socio-económico de comunidad, se advierten y eliminan con facilidad, se acrecientan, escapan al entendimiento y finalmente se acumulan peligrosamente. Como he tratado de demostrar, tales errores son responsables de la desaparición o aparición no justificadas de criadores; ofrecen una imagen cuantitativa falseada de los rebaños individuales así como del capital ganado a escala comunal; inducen a colocar a los criadores en rúbricas tipológicas que no les corresponden. En fin, de comunidad en comunidad, las fuentes de errores, semejantes o diferentes, acentuadas por la crisis, van sumándose, hasta el punto de que la información estadística de conjunto se hace ajena a la realidad. 292 QUINTA PARTE DISCUSIÓN Y PERSPECTIVAS [[423]] Capítulo 7 La economía campesina en los Andes peruanos: teorías y políticas [[424]] Bruno KERVYN 211 La finalidad de este capítulo es someter a discusión algunos de los temas de las investigaciones recientes sobre la economía campesina en el Perú. Situaremos las teorías a que ellas se refieren en el marco de los debates internacionales, con la esperanza de escapar así a lo que Adolfo Figueroa llama el "provincialismo peruano". Estaremos de esta manera en mejor posición de distinguir qué características son específicas de la economía campesina andina y requieren, por este hecho, modelos teóricos y políticos igualmente específicos. El camino a seguir consistirá, en un primer momento, en presentar un breve panorama de las principales teorías existentes sobre el funcionamiento y la dinámica de la economía campesina en general. Teorías que abarcan al mismo tiempo los planos micro-económico (individuos y familias campesinas) y macro-económico (del grupo social, del sistema agrario y de la agricultura en la sociedad). Se analizará su utilización y sus implicaciones para la política económica en el caso del Perú. Dedicaremos la dos partes siguientes a poner en evidencia de qué forma esas herramientas nos permiten comprender las situaciones observadas en los Andes, a partir de dos ejemplos: el problema del cambio técnico y el de la organización del espacio en el marco de las comunidades campesinas. En este capítulo, "economía campesina" tiene el sentido de economía de las familias campesinas. Es evidente sin embargo que analizar las economías campesinas no tiene sentido si antes no se tienen ideas bastante claras sobre la composición del campesinado, su importancia (demográfica, social, económica), sus relaciones con los demás sectores, sus funciones económicas en el desarrollo del país, y su dinámica a largo plazo. 1. Las teorías sobre el funcionamiento y la dinámica de la economía campesina 1.1. En el nivel micro-económico En el análisis de las lógicas de funcionamiento de las economías campesinas hay nociones que constituyen conceptos claves en torno a los cuales se oponen diferentes teorías. Encontramos entre ellas: los objetivos perseguidos por los campesinos, los comportamientos que adoptan para alcanzar sus objetivos (lo que se llama en general su racionalidad económica), así como su eficiencia. 211 Este capítulo ha sido tomado del libro "La economía campesina en el Perú: Teorías y Políticas" (Centro Las Casas, Cusco, 1988) y del artículo "Campesinos y acción colectiva: La organización del espacio en comunidades de la Sierra sur del Perú (Revista Andina, Cusco, 1989), remodelados y condensados por Pierre Morlon y Nadine Sebill. 293 Presentaremos aquí, brevemente, la manera en que las diferentes teorías definen y articulan estos diferentes conceptos, y los problemas que plantea su utilización en los estudios peruanos. [[426]] 1.1.1. La teoría de Schultz Las proposiciones de Schultz se sitúan en el marco de la teoría neo-clásica, según la cual el objetivo perseguido por los individuos es la maximización de una función de utilidad reducida a menudo a la maximización de la ganancia o del ingreso. Ello implica que el campesino asume una actitud neutra frente al riesgo. Dada la importancia de los riesgos en la agricultura andina, consagraremos un párrafo entero a esta cuestión. Según esta teoría el campesino es eficiente en la afectación de sus recursos. El uso de este concepto por lo general mal definido acarrea consecuencias determinantes en las políticas económicas, por lo cual conviene detenerse en él por un momento. Hay que comenzar por distinguir la eficiencia técnica, la eficiencia en la afectación de los recursos, y, en fin, la eficiencia económica, que es combinación de las dos primeras (Ghatak e Ingersent, 1984: 123). Un agricultor es técnicamente eficiente si alcanza una "frontera" de producción, es decir si alcanza la producción máxima que puede obtenerse con diferentes combinaciones de insumos, dado un cierto nivel de conocimientos tecnológicos. Eficiencia en la asignación de los recursos implica simplemente que las cantidades relativas utilizadas de dos factores de producción ( insumos ) son tales que la relación de los valores de sus producciones marginales (producción suplementaria por unidad adicional de insumo ) sea igual a la relación de sus precios en el mercado. Ello implica una adaptación inmediata de las proporciones de insumos utilizados a nuevos precios relativos. Un agricultor técnicamente eficiente no es necesariamente eficiente en la afectación de sus recursos, y vice-versa. Sólo si es eficiente en los dos sentidos es económicamente eficiente. La tesis de Schultz es que el campesino es "pobre pero eficiente." Este autor, y sus discípulos, han mostrado en efecto que en un mundo de recursos pobres y escasos, estático, los agricultores se ven obligados a una cierta eficacia en la utilización de sus recursos, pues ello es condición de su supervivencia. Se puede por lo tanto aplicar a la economía campesina la hipótesis de la racionalidad económica. Subrayan luego que el desarrollo de la agricultura tradicional depende de la cantidad y de la calidad de los recursos puestos a disposición de los campesinos, y que uno de los recursos más importantes es el conocimiento, que debe ser ampliado por la educación. La tesis de Schultz, que tiende a idealizar el minifundio, lleva a la conclusión de que el problema de la pobreza rural no tiene su raíz en la estructura agraria ni en los mecanismos de explotación, sino principalmente en la no-disponibilidad de técnicas que permitan aumentar la producción. Ya que es imposible mejorar la eficiencia de los factores existentes, es necesario proporcionar a los campesinos nuevos factores de producción. 1.1.2. La teoría de Chayanov. A, V. Chayanov 212, economista ruso de comienzos de siglo, señala que las teorías neoclásicas, de igual manera que la teoría marxista, son inadecuadas para analizar la economía de las familias campesinas. En efecto, éstas no son empresas capitalistas: no se puede comprender su funcionamiento empleando los conceptos elaborados para empresas [[427]] industriales, como salario, interés, renta, ganancia. En la explotación familiar campesina, no hay capital sino herramientas e insumos. No hay salario sino un ingreso global producido por el conjunto de las actividades de la familia. 212 La obra principal de Chayanov, publicada en 1924, es La organización de la unidad economica campesina, de la que hay edición en español: Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1985. 294 Las familias campesinas no buscan maximizar ni el beneficio ni los ingresos. Su objetivo es la satisfacción de ciertas necesidades esenciales que están en relación con la composición de la familia. Sus miembros dejan de trabajar cuando tales necesidades están satisfechas. Ello significa que los campesinos modularían sus ventas en función de sus necesidades monetarias, es decir, producirían y venderían tanto menos cuanto más tiendan los precios a elevarse. El principio básico del funcionamiento de la economía campesina familiar es, según Chayanov, la búsqueda de un equilibrio entre el nivel de satisfacción de las necesidades familiares y el grado de dificultad del trabajo. pero el principal aporte de Chayanov está en haber puesto en evidencia la lógica propia de producción-reproducción de la explotación familiar, lógica sistematizada por otros autores (en particular antropólogos marxistas) bajo el concepto de "forma de producción mercantil simple" o, con Sahlins, de "modo de producción doméstica." 1.1.3. Comportamientos frente al riesgo El punto de partida de la consideración del riesgo en el análisis de la economía campesina es la idea de que los campesinos tienden a minimizar los riesgos simplemente porque se hallan tan cerca del mínimo de subsistencia, que no pueden darse el lujo de incurrir en ellos. En términos económicos, el objetivo de reducción de la variancia del ingreso tiene prioridad en relación con el de la maximización de la esperanza matemática de ese ingreso. Ahora bien, ambos objetivos son a menudo contradictorios: si el fin que se persigue es la supervivencia económica, no se podrá maximizar el ingreso, y viceversa. Recordemos tres precauciones en el empleo de este concepto. En primer lugar el comportamiento de "aversión al riesgo" de los campesinos debe ser comprendido como búsqueda de sistemas de seguro. Cuanto más costoso es el riesgo, más importantes y complejos son tales sistemas. ¿Cómo explicar, si no, que campesinos pobres gasten en una fiesta todos los excedentes acumulados durante un año? Pueda ser que lo hagan justamente porque ofrecer una fiesta es una manera de comprar un seguro en el medio rural tradicional (obtener la garantía de ser ayudado en caso de necesidad), porque se trata de una inversión social (adquirir prestigio), y porque en el campo las relaciones sociales son menos perecederas que el excedente producido (puede ser más racional invertir en compadres, ahijados, etc... que en granos y animales). Suscribir un seguro no elimina el riesgo, pero permite soportar sus consecuencias. Tales mecanismos, que a veces son entendidos como basados en supuestos sentimientos de solidaridad, tienden a desaparecer cuando se desarrollan sistemas de seguro extra-comunales, como los precios garantizados, crédito agrícola, mercados estables, etc. En segundo lugar, con mucha frecuencia los campesinos asumen voluntariamente riesgos enormes. Tal es el caso cuando se sobrepasan ciertos umbrales, por ejemplo una vez asegurado un ingreso mínimo, o cuando el costo de oportunidad de un factor de producción es muy bajo. Así se pueden explicar muchas decisiones relativas a la mano de obra (ciertas migraciones provisionales cuando el campesino ignora si encontrará trabajo) o la siembra (plantación directa de papas en el pasto de los terrenos en descanso, cf. cap. 1). [[428]] En tercer lugar, la aversión al riesgo no afecta la difusión de las innovaciones que no acrecientan los riesgos. Sólo se ve afectada la velocidad de difusión de los cambios que aumentan la irregularidad del ingreso. 1.1.4. La teoría sistémica La corriente sistémica permite responder a los problemas mayores del análisis de la economía campesina. Toma en consideración, en particular, la inter-dependencia general entre las diferentes actividades de la familia campesina. Es en el nivel del conjunto del sistema que se propone estudiar los comportamientos y la racionalidad y aplicar la noción de eficiencia, y no solamente a las actividades agrícolas - y mucho menos a una sola producción. El paradigma sistémico se funda en las 295 exigencias de pertinencia, globalidad, de tomar en cuenta lo cualitativo así como lo cuantificable, de la finalidad del sistema, de la articulación entre diversos sub-sistemas, de los mecanismos de regulación. En el análisis sistémico ya no hay realidad pre-existente, sino construcción del objeto por estudiar (el sistema de producción, o el sistema familia-explotación) en función del observador. En consecuencia, se trata de entender las prácticas campesinas y no de imponer normas preconcebidas. En razón de la complejidad de los objetos a estudiar, el métido sistémico implica muy a menudo equipos de trabajo pluri-disciplinarios. Agreguemos que permite poner en evidencia dinámicas, en tanto que las teorías precedentes son más estáticas. 1.1.5. El modelo familia-explotación. Las explotaciones agrícolas, incluso las más "industriales" en las regiones de gran agricultura, presentan un carácter fuertemente familiar. Los flujos de trabajo entre la explotación y la familia, los flujos monetarios, la pluriactividad de sus miembros, su participación en la toma de decisiones, revisten gran importancia. Esta constatación ha llevado a ciertos autores a optar por una "aproximación global" de acuerdo a los principios de la teoría sistémica descrita en el parágrafo precedente, y a elaborar un modelo familia-explotación. En particular, A. Barthez (1982) subraya, tal como hace Chayanov, que las categorías utilizadas para las empresas industriales no pueden ayudar a comprender la existencia y reproducción de la agricultura familiar, que difiere de ellas radicalmente, desde diversos puntos de vista: - En la agricultura familiar la unidad de producción es la familia y no el individuo; - La familia no es aquí proletaria ni capitalista (los dos términos de la relación de producción capitalista: en la industria el individuo es ya sea lo uno, ya sea lo otro). - La familia es a la vez unidad de producción y de consumo. En la industria las dos funciones están separadas. - El trabajo desempeña tres funciones a menudo simultáneas e inseparables: la reproducción (trabajo doméstico), la producción para el consumo familiar, y la producción mercantil. Sólo la última de estas tres funciones se da en la industria. - El medio de trabajo no está separado del medio familiar, en tanto que en la industria son claramente diferentes. [[429]] Una primera consecuencia de ello es que las relaciones de trabajo, incluso cuando toman forma asalariada, son diferentes: el trabajo (familiar, de vecindad o comunal) tiene un aspecto cualitativo que impide considerarlo como un factor de producción homogéneo. Las relaciones de producción están más personalizadas y menos mediatizadas por la mecanización y la división del trabajo. Ello es también cierto en el caso de otros recursos: la tierra es considerada tanto patrimonio como factor de producción, lo cual explica las relaciones muy personalizadas entre el propietario y su tierra. Una segunda consecuencia es que la "explotación familiar no es una empresa ni una familia, sino las dos a la vez" (Barthez, 1982: 113). Las relaciones de trabajo son al mismo tiempo relaciones entre sexos, entre generaciones, entre familias, relaciones de alianza y de parentesco. 1.1.6. Discusión y consecuencias para las políticas económicas en el caso del Perú. Los estudios peruanos sobre el funcionamiento de las economías campesinas han enfatizado la aversión al riesgo, la heterogeneidad, la diversificación de las actividades, la reciprocidad, y la mayor parte de ellos terminan por admitir el objetivo de subsistencia (y no de maximización) como el más razonable. 296 A nuestro conocimiento, el único texto que discute de manera sistemática y original las diferentes observaciones e hipótesis sobre la racionalidad del campesinado andino, es el de Caballero (1983: 300 ss). Propone "distinguir dos principios en la programación de la asignación de los recursos de la familia campesina." El primero corresponde a la finalidad de "asegurar sus necesidades elementales," para la cual el comportamiento campesino está dominado por la aversión al riesgo. El segundo corresponde a un objetivo de "maximización del ingreso neto," sobre la base de los "recursos que quedan," y aquí "la actitud frente al riesgo es neutral o incluso favorable" (p. 301). Caballero parte de una hipótesis de Figueroa (1981: 95) según la cual los campesinos, en su tiempo de trabajo, darían prioridad a las actividades agrícolas, para proponer un orden de prioridad en los objetivos económicos de los campesinos: la satisfacción de las necesidades elementales (la subsistencia) sería prioritaria, seguida por la maximización del ingreso. En cuanto a nosotros, pensamos que el orden de prioridad en la asignación de recursos y en los objetivos económicos depende de los factores disponibles y de otras restricciones, tales como el mercado o el nivel de información, y no de una racionalidad inherente al campesinado en general. Por lo tanto es indispensable partir de una tipología de las explotaciones para hablar de los comportamientos. Creemos, en este caso, que sería más razonable volver al modelo neo-clásico que define un comportamiento homogéneo de maximización de la utilidad bajo diversas restricciones posibles. Estas observaciones tienen importantes consecuencias para la política económica, pues comportamientos diferentes (es decir restricciones diferentes) implican respuestas diferentes a un mismo estímulo económico. Es importante no oponer el objetivo de subsistencia a la acumulación, y no olvidar que la producción de excedentes es para los campesinos una necesidad. Lo ha sido a lo largo de toda la historia cuando los campesinos debían pagar los tributos, impuestos y diversas formas de renta precapitalista; y la acumulación y la inversión son necesarias para la reproducción del patrimonio familiar (OSSIO y MEDINA, 1985: 218), so pena de ver reducirse los recursos al ritmo del crecimiento demográfico. [[430]] Para abordar la cuestión de las alternativas que existen en materia de políticas de desarrollo, partiremos pues de la hipótesis de que las economías campesinas no son eficientes en el sentido neoclásico, que no desembocan tampoco en la eficiencia social, y que, en fin, los campesinos tienen una diversidad de objetivos y comportamientos dentro de los cuales es posible encontrar la maximización del ingreso, y por lo tanto de la productividad del trabajo que lo determina. ¿Qué implican estas hipótesis para la política económica? Si no hay un solo objetivo posible, sino varios, el primer desafío es el de adaptar las acciones a los objetivos. Por ejemplo, los tradicionales "paquetes tecnológicos" que aumentan significativamente el excedente comercializado durante algunas semanas cada año, pueden muy bien no mejorar mayormente la alimentación campesina, que es más un problema de distribución alimentaria a lo largo de todo el año que de disponibilidad promedio de calorías y proteínas (cap. 6.4). Maximizar la seguridad alimentaria supone, en consecuencia, un orden de prioridad diferente en las acciones: conservación después de la cosecha, diversificación de la producción...Y la investigación agronómica debería interesarse más en los productos tradicionales auto-consumidos. Es finalmente evidente que objetivos y órdenes de prioridad diferentes exigen acciones de desarrollo de una gran flexibilidad: puede ser necesario obtener rendimientos más elevados en la producción de subsistencia en un sitio dado, y promover las actividades comerciales en otro. Más aún: estos diferentes objetivos y comportamientos se dan con frecuencia en el interior de una misma comunidad, y la experiencia muestra que las acciones de desarrollo afectan de modo muy diferente a los campesinos de acuerdo a la cantidad de recursos de que disponen. El problema más difícil, en general, es la dificultad de diseñar programas especialmente orientados hacia los más pobres, que a menudo son campesinos a tiempo parcial. Las acciones de desarrollo están condicionadas también por los procesos de toma de decisiones. Cuando, a causa de la aversión al riesgo, o de la necesidad de obtener un ingreso mínimo, las restricciones son fuertes, los cambios técnicos son lentos y progresivos (Gonzalez y Kervyn, 1987). Si una posibilidad de cambio afecta la organización de la actividad productiva en su conjunto, las 297 motivaciones (la esperanza de ganancia) deben ser muy grandes para que el cambio se produzca: una simple variación en los precios es por lo general insuficiente para provocar una nueva decisión. Veamos ahora las consecuencias de la teoría de la "ineficiencia" de los campesinos. La más evidente es que permite invertir las consecuencias de la tesis de Schultz: si los campesinos son técnicamente ineficientes (es decir bastante alejados en general de la frontera de producción) es posible aumentar de manera significativa la producción sin revolución técnica mayor. Se podría mejorar considerablemente la utilización de los recursos existentes antes de introducir otros nuevos. Las diferencias de productividad son en efecto enormes, tanto entre regiones ecológicamente comparables, como en el interior de cada una de ellas (Figueroa, 1986a; Cotlear, 1986: 173). Aquí el problema es saber, en primer término, por qué se producen tales diferencias entre los campesinos. Nuestra experiencia personal tendería a conceder un peso importante a las diferencias de motivaciones y capacidades personales para explicar las grandes diferencias en los resultados obtenidos por diferentes campesinos. Sería por lo tanto ilusorio imaginar una homogenización de los rendimientos, y lo que hay que buscar a nivel microregional es un aumento del promedio más que una disminución de la variancia. Otra conclusión importante es la necesidad importante de diseñar políticas destinadas a mejorar la utilización de los recursos colectivos (máquinas agrícolas, irrigación, pastizales, infraestructuras) y a estimular la cooperación, para aprovechar las economías [[431]] de escala propias de tales recursos y de las actividades agrícolas, que no pueden ser aprovechadas en un sistema de minifundio individual. Tales políticas suponen, todas, un apoyo a las organizaciones colectivas de los agricultores, pero no la colectivización de todo el proceso productivo, ni tampoco la imposición de modelos de estructura agraria pre-establecidos desde el exterior. 1.2. Las teorías macro-económicas y la dinámica a largo plazo. ¿Cuáles son las transformaciones que ha experimentado la pequeña agricultura, sus causas y sus consecuencias? ¿Cómo interpretarlas? ¿Cómo actuar sobre ellas? Este tema se ha visto dominado por la teoría marxista, una de las pocas que ofrece un modelo dinámico de la agricultura. La mayor parte de la voluminosa literatura y de los intensos debates sobre los cambios agrarios proviene directamente de las diferentes interpretaciones y tendencias del pensamiento marxista. Veremos en qué son insuficientes para comprender la evolución de la economía campesina peruana, y qué otras elaboraciones teóricas se necesitan. 1.2.1. Teorías marxistas sobre el cambio agrario Las ideas originales de Marx, Lenin y Kautsky sobre el cambio agrario son bastante conocidas: la competencia capitalista entre los productores los obliga a utilizar técnicas siempre más intensivas en capital (que aumentan la productividad de la mano de obra), haciendo necesaria la concentración de las tierras, pues el progreso técnico "contiene" economías de escala. Tal concentración de tierras provoca la polarización entre una clase capitalista y otra de proletarios o campesinos marginalizados, y la expulsión de una parte de la población rural fuera de la agricultura. Este proceso puede estar en los orígenes de diferentes vías de desarrollo de la agricultura capitalista ("junker", "farmer,"...), según la estructura agraria dominante y el poder político de las diferentes clases con intereses en la agricultura. En esta teoría , la agricultura obedece a las mismas leyes generales de desarrollo económico que los demás sectores (concentración, polarización, mecanización en gran escala). La única diferencia reside en el ritmo, que puede ser mucho más lento que en la industria, a causa: - de la propiedad privada de la tierra, que no se concentra tan fácilmente como el capital; - de la "renta absoluta" (reflejada por el precio de alquiler de las tierras), que obliga al capitalista no propietario a producir un excedente al menos igual a la misma, más la tasa de 298 beneficio "promedio" de la economía. Allí donde es muy elevada, constituye un evidente freno a la penetración capitalista, al menos en la medida en que el mercado de tierras es lo suficientemente imperfecto como para hacer muy lento el ajuste de precios. Así, a muy largo plazo, la pequeña agricultura y las relaciones de trabajo no asalariadas son simplemente características de formas de transición condenadas a desaparecer. En los países occidentales la evolución de la agricultura, con su fantástico aumento de la productividad del trabajo, ha desmentido las previsiones marxistas: la innovación [[432]]técnica ha permitido al mismo tiempo una intensificación de la producción, una fuerte concentración de las tierras y una muy fuerte reducción de la mano de obra empleada, desembocando todo ello en el modelo de granja familiar actual, difundido tanto en los países desarrollados como en los del Tercer Mundo. Numerosos autores han tratado de explicar la persistencia de la pequeña explotación familiar. Algunos subrayan su funcionalidad en relación con el sistema dominante: en los países del Tercer Mundo el capitalismo requiere para desarrollarse la mano de obra y los alimentos baratos que le proporciona la agricultura campesina. Esta es pobre porque es explotada, y el crecimiento del sector capitalista se funda sobre dicha explotación. En los países desarrollados se ha considerado que la estructura familiar de producción constituye la forma específica de la integración de la agricultura al modo de producción capitalista. Permite, en efecto, producir al menor costo para la economía (ya que el agricultor no busca una remuneración "normal" de sus factores de producciòn), y se halla técnicamente más adaptada a una actividad que no permite una gran división del trabajo, y en que las economías de escala son menores que en otros sectores (Servolin, 1972; Vergopoulos, 1975). 1.2.2. ¿Qué otros modelos para explicar la dinámica de la economía campesina en el Perú? La principal debilidad de los modelos marxistas proviene de que no toman suficientemente en consideración el hecho de que, al contrario de lo que sucede en la industria, la agricultura es un proceso biológico y no mecánico. Esto acarrea varias consecuencias. En primer lugar, las operaciones agrícolas son cronológicas y no pueden ser simultáneas, lo cual obstaculiza una especialización extrema de la mano de obra y la utilización de un proletariado permanente. En segundo lugar, existen evidentes limitaciones espaciales para un aumento de las escalas de operación. En fin, un proceso biológico exige una gran flexibilidad en el empleo de una mano de obra cuya calidad es mucho más importante que la cantidad. Ello significa que una empresa agrícola capitalista, tal como sucede en la hacienda tradicional andina, incurre siempre en elevados costos de control de la mano de obra en relación con la empresa familiar. En efecto, la primera no llega a resolver de manera satisfactoria el problema de los estímulos (motivación o incentivos) en tanto que en la segunda este problema no existe, ya que los trabajadores (miembros de la familia) reciben la totalidad del producto neto de la explotación 213. Así, pues, los modelos marxistas o neo-marxistas no son satisfactorios, no sólo porque la economía campesina no es funcional en el sentido definido más arriba; sino, más que todo, porque lejos de constituir un fenómeno anormal, la persistencia de la economía campesina aparece, al contrario, como la regla. En consecuencia, los problemas que plantea la investigación tienen que ser diferentes: ¿Cuáles pueden ser los modelos de evolución de la economía campesina? ¿Cuál es su dinámica interna? ¿Es necesariamente sinónimo de pobreza? ¿En qué medida su pobreza depende del tipo particular de desarrollo seguido en el Perú? Aportemos algunos elementos de respuesta a tales preguntas: 213 Lo cual constituye, por otra parte, la principal justificación económica de la aparcería. 299 [[433]] Relaciones familiares y relaciones mercantiles Hemos visto anteriormente que relaciones de trabajo y relaciones familiares se hallan estrechamente imbricadas en la explotación familiar. Pues bien, las modificaciones actualmente en curso en las relaciones de trabajo (monetarización creciente de los intercambios de servicios entre parientes) provocan transformaciones en las relaciones familiares y comunales. La integración de las comunidades campesinas al mercado provoca una transformación del papel de las familias y de las comunidades, que deben adaptarse a un nuevo entorno. Por este hecho, nos parece imposible analizar estas instituciones como lo hacían los antropólogos hace 20 años: nuevas necesidades crean nuevas funciones para las instituciones. He aquí algunos ejemplos: - La mayor presión sobre los recursos desplaza el papel de las alianzas y del parentesco, del control de la mano de obra al de la tierra (ver cap. 3.6). - En algunas comunidades del Cuzco, ya dominadas por los jóvenes, éstos han pedido un control comunal sobre la trasmisión de la herencia: si una nueva pareja necesita tierras, la comunidad podría obligar a los padres a dárselas (situación similar a la que se produce en ciertos países europeos, donde la legislación agraria reciente reglamenta la "co-participación" en las decisiones de dos generaciones que viven en la misma finca, y obliga a los padres a retirarse a 60 ó 65 años). - La repartición por el Estado de donaciones y préstamos a largo plazo a las comunidades provoca una "revolución contable", similar a la "revolución educativa" causada por la instalación de Consejos de Administraión y de Vigilancia a comienzos de los años 70: en la actualidad, para ser dirigente, no basta saber leer, hay que saber administrar, planificar y controlar fondos a veces importantes. En conclusión: - Las familias y las comunidades campesinas se asemejan a la "danza inmóvil" descrita por M. Scorza: un movimiento profundo, bajo una apariencia de inmovilidad. El movimiento aquí se debe al carácter doble y contradictorio de la familia y de la comunidad, espacios de relaciones inter-personales de dependencia mutua, y de relaciones de trabajo (de explotación) cada vez más mercantiles. La comprensión de tal movimiento exige un análisis a la vez económico y antropológico, y su objeto debe ser el conflicto y no la "armonía", so pena de recaer en el mito y la utopía. - La agricultura es y seguirá siendo básicamente familiar, pues si existe una ley del desarrollo agrario, ella indica la perfecta compatibilidad entre el desarrollo del capitalismo y el de la explotación agrícola familiar, a condición de que el aumento de la productividad de la mano de obra sea suficiente. Esta afirmación es un punto de partida, no de llegada. "Agricultura familiar," puede significar fincas medianas altamente capitalizadas, con ingresos relativamente elevados, como también minifundios pobres con niveles de vida por debajo o próximos al mínimo de subsistencia. Puede ser totalmente individual, o incluir comunidades campesinas con niveles muy diversos de organización y de control colectivo de los recursos. Ninguna de estas vías parece haber sido trazada de antemano, y la evolución futura dependerá mucho de la política económica y del desarrollo macro-económico. Entender los procesos de adaptación de la economía campesina a los cambios exógenos supone pasar del análisis estático al análisis dinámico, es decir cambiar las variables explicativas de nuestros modelos: la demografía, la propiedad de la tierra, las [[434]] infraestructuras, las políticas económicas, los contextos regional y nacional, la integración al mercado internacional, son todos elementos que deben entrar en la explicación de la evolución social y económica. La evolución de la relación entre población humana, población animal y superficie cultivada, ilustra de modo notable las tendencias a largo plazo y las crisis, para regiones pequeñas o comunidades (Rosner et al, 1984). La dinámica a largo plazo La explicación de la pobreza campesina y las propuestas de nuevas políticas agrarias para el largo plazo deben partir de la historia económica: el pasado no solamente explica el presente, sino que condiciona el futuro. 300 La historia del Perú se distingue de la de numerosos países occidentales en primer lugar porque el proceso de acumulación capitalista se ha apoyado en el sector de exportación y no en la extracción de excedentes de mano de obra y de capital del sector agrícola; en segundo lugar, el aumento de la demanda de alimentos es satisfecha en gran parte por las importaciones. La historia rural de las regiones andinas del Perú podría ser así la de una progresiva marginalización del campesinado, es decir, de una paulatina reducción de la contribución relativa de los campesinos: - al producto (a la oferta total de alimentos y de bienes intermedios) - al mercado (a la demanda de bienes, servicios e insumos .) - a los factores de producción (transferencia de mano de obra o de capitales al resto de la economía). - a las exportaciones. Ello significaría que los campesinos andinos son, históricamente, cada vez menos necesarios al desarrollo económico del Perú. Pero la marginalización no implica que este sector disminuya en número absoluto, que tienda a desaparecer. No es, de otro lado, contradictoria con la progresiva integración de los campesinos al mercado (que significa simplemente una reducción de la autosuficiencia): hay a la vez mayor integración al mercado, y menor importancia relativa del campesinado con respecto a los demás sectores. La marginalización campesina sería así producto de un tipo particular de desarrollo capitalista, que, por una parte, no se ha interesado en modernizar o en transformar la agricultura en zonas relativamente marginales (porque esa modernización no ha sido jamás necesaria para el capital); y, por otra, no ha sido capaz de absorber la mano de obra campesina en los sectores modernos de la economía. La hipótesis de marginación tiene una consecuencia evidente de política económica: el desarrollo de la economía campesina en el Perú dependerá de cuanto este sector sea necesario para la economía nacional, es decir: - los campesinos "deben" resultar indispensables en la producción de alimentos y de insumos: políticas de importaciones y políticas alimentarias (cap. 6.4.); - deben tener una importancia comparable a la de su peso demográfico en la demanda de bienes y servicios: política de ingresos. Ello implica revertir una tendencia histórica que dura ya cuatro siglos y medio, y, por lo tanto, un profundo cambio político. En lo que sigue de este capítulo, se abordarán, en el caso del Perú, dos importantes aspectos del funcionamiento y la dinámica de la economía campesina: el progreso técnico, [[435]] por una parte, y la utilización del espacio, por otra. Estos ejemplos pondrán a luz la utilidad y los límites de las herramientas presentadas más arriba para comprender las situaciones andinas. 2. El progreso técnico En esta segunda parte presentaremos y discutiremos los resultados de los principales trabajos realizados en el Perú sobre el progreso técnico. Expondremos igualmente las enseñanzas que se derivan de los proyectos de desarrollo agrícolas. 2.1. Técnicas andinas: ¿utopía o realidad? Las conclusiones que más atraen nuestra atención en los trabajos sobre técnicas andinas son las siguientes: 301 - La mayoría de los autores subraya que la agricultura prehispánica aseguraba la renovación a largo plazo de los ambientes cultivados. En particular, el manejo de los suelos y del agua parecen haber estado particularmente bien adaptados a la topografía y al clima (cap. 4). Las razones que se han adelantado para explicar el abandono de las infraestructuras y técnicas prehispánicas (cap. 3.3) son la hecatombe demográfica después de la conquista española, el cambio de los sistemas de cultivo, de la racionalidad campesina (se privilegiaría ahora el corto plazo sobre el largo plazo), del papel del Estado (ver más abajo). - Han desaparecido enormes inversiones realizadas en acondicionamientos e infraestructuras antes de la conquista. Para referirnos sólo al caso de los andenes, se abandonaron por lo menos 750,000 hectáreas (Burga, 1986), o sea ¡el 30 % de las extensiones actualmente cultivadas en el Perú! ¿Cómo, a qué precio, y con qué resultados, sería posible rehabilitar tales acondicionamientos (cap. 4.2)? - Dada la estrecha relación que existe entre las técnicas empleadas y el contexto social, económico y político, se hace necesario emplear modelos de análisis que permitan dar cuenta de las dinámicas, es decir que integren las variables que definen el contexto. En el caso de los acondicionamientos prehispánicos más espectaculares (andenes y obras de irrigación, camellones, qochas... (cap. 4), esas variables serían las siguientes: - la demografía: según la mayoría de los autores, la construcción, el mantenimiento y la utilización de tales obras habrían exigido una densidad demográfica bastante alta;214 - la importancia de la agricultura andina como fuente principal de alimentación de la población, y de extracción de excedentes; - la existencia de un Estado autoritario capaz de organizar la población y de orientar los excedentes de mano de obra hacia la construcción de esas infraestructuras. Si suponemos que estas variables determinaron las técnicas precolombinas que hoy admiramos, resulta capital interrogarse sobre la necesidad de recurrir, hoy en día, a [[436]] las mismas variables para rehabilitar las mismas técnicas: el contexto social, económico y político actual, ¿permiten su restauración? Este es el punto central del debate sobre las técnicas agrícolas antiguas y actuales, y es el problema sobre el cual la investigación en ciencias sociales puede y debe darnos más luces. Un primer aspecto a profundizar sería la demografía. Según Boserup (1970), el crecimiento demográfico provoca el desarrollo agrícola, en lugar de frenarlo como se afirma a menudo. Parecería que desde la Conquista y hasta hace poco, la agricultura de los Andes Centrales hubiese evolucionado hacia sistemas más extensivos, mientras la presión demográfica sobre los recursos permanecía baja. Aumentó de nuevo en el siglo XX, en una época en que se disponía de otras técnicas que las que conocía la agricultura precolombina: tracción animal y motorizada, fertilizantes químicos y variedades mejoradas. Estas técnicas, consideradas modernas, ¿son el único medio de aumentar significativamente la productividad (verificándose así la hipótesis de Schultz en los Andes)? El debate no debe olvidar un hecho fundamental: la mayoría de las comunidades campesinas practica la agricultura en tierras en pendiente, en un clima en que no llueve durante la mitad del año. Las técnicas "modernas", que no conservan los suelos, ni hacen un uso óptimo del agua, no están siempre, pues, bien adaptadas a las condiciones de la agricultura andina. ¿Puede fundarse el desarrollo de la agricultura en las técnicas consideradas "tradicionales"? Debería ser posible ahora emprender una evaluación sistemática de su potencial productivo. 214 Pero Erickson (1987) llega a conclusiones diferentes en relación con los camellones: "Si bien es cierto que los camellones habrían podido subvenir a las necesidades de una población numerosa y densa (...) el sistema se desarrolló mucho antes de que la alimentación de una población numerosa se convirtiese en un problema grave." "No hay ninguna prueba de que fuese necesaria una organización socio-política más elaborada que el ayllu andino para la construcción de un sistema de camellones." 302 Evaluación que no puede limitarse a cálculos de beneficios/costos, sino que debe tomar en cuenta las variables mencionadas: demografía, prácticas culturales y de conservación de suelos, importancia de la agricultura, organización social y política. El contexto socio-económico, político, científico y también geográfico, desempeña, en efecto, un papel fundamental en toda "revolución agrícola," y determina sus bases técnicas (preponderancia de los factores genéticos, energéticos, de la fertilización, de las prácticas culturales, de las infraestructuras). Pensamos que una "revolución" orientada hacia la agricultura campesina en el Perú, que no conceda un papel importante a las infraestructuras (irrigación, andenes, etc... pero también vías de comunicación) es tan impensable como sería imposible un aumento mayor de la producción sin modificaciones significativas en la fertilización y las prácticas culturales. Queda planteado el problema de saber si las comunidades son actualmente capaces de construir y de mantener esas infraestructuras. 2.2. El progreso técnico: análisis económico Los trabajos de Figueroa (1986, a y b) y Cotlear (1986) sobre los determinantes y características del cambio técnico e institucional muestran que la "diferenciación inter-regional" en la Sierra peruana es tan importante como la "diferenciación intra-regional." Regiones con características ecológicas y sociales en apariencia semejantes son "pobres," "medianas" o "ricas," y las desigualdades entre ellas son tan fuertes como las ya conocidas que se dan entre campesinos de una misma comunidad o micro-región (que muchos autores llaman diferenciación campesina). Junto con las conclusiones de los trabajos sobre las tecnologías precolombinas, estos resultados destruyen el mito del agotamiento de las posibilidades de extensión de la "frontera agrícola" en el Perú, y las estimaciones catastróficas que se solían efectuar hace algunos años sobre el potencial productivo de la agricultura andina (cap. 5). Si es posible, por una parte, ampliar en más de un 30 % las superficies cultivadas solamente por la [[437]] rehabilitación de las infraestructuras abandonadas, y, por otra parte, multiplicar por cinco la productividad de la tierra mediante la aplicación de metodologías ya utilizadas y de sistemas más intensivos, es técnicamente posible, entonces, alimentar una población muy superior a la actual sin inventar nada nuevo. El problema agrario en el Perú no es, por lo tanto, el de falta de tierras, sino el de intensidad de la agricultura, y de productividad de la tierra y del trabajo agrícola. La pregunta es entonces la siguiente: ¿cuáles son los medios económicos y sociales que permiten intensificar la agricultura y elevar la productividad? Figueroa y Cotlear dan a esta pregunta respuestas muy sugestivas a través del análisis del papel de la educación, de los proyectos de desarrollo agrícola, del crédito y de los procesos de adopción de nuevas tecnologías. Sus obras constituyen por eso consultas obligatorias. Sin embargo, a pesar de que son producto de un equipo pluridisciplinario, adolecen en nuestra opinión de apreciaciones técnicas erradas (por ejemplo la posibilidad de sustituir el descanso pastoreado por fertilizantes químicos, cf. cap. 2). Y, sobre todo, ninguno de esos análisis estáticos aporta una respuesta satisfactoria a preguntas que exigen un estudio dinámico: - ¿Permiten las políticas voluntaristas (transferencias de tecnología, etc.), obtener un aumento suficiente de productividad? - ¿Cómo explicar las diferencias encontradas entre las regiones y en el interior de cada región? Según Cotlear la explicación fundamental de las diferencias de desarrollo entre las regiones reside en la proximidad a un mercado importante y dinámico (cf. cap. 6), es decir la existencia cercana de una demanda creciente de productos agrícolas, y de una oferta de insumos y de servicios. Así, a largo plazo, la oferta agrícola se adaptaría (más o menos bien) a la demanda urbana: pero si ésta no existe, es improbable que la productividad aumente de manera significativa. En esta perspectiva, el papel de las políticas de transferencia de tecnología, crédito, educación, sería el de acelerar el proceso de adaptación de la oferta agrícola a la demanda urbana: podrían tener éxito si permiten acelerar una tendencia ya existente, pero no pueden crear las condiciones de desarrollo de las economía campesinas. El desarrollo de la agricultura campesina sería así, a corto y 303 mediano plazo, un problema rural (de oferta = de producción), y a largo plazo un problema urbano (de demanda). Gonzalez y Kervyn (1987) abordan las cuestión del cambio técnico bajo un ángulo diferente, e indican que en las dos micro-regiones estudiadas de la región del Cuzco la evolución de los precios relativos de los factores no parece haber jugado un papel significativo en el cambio. Los dos elementos principales que determinan la intensificación de la agricultura y el cambio técnico son el crecimiento demográfico y la dinámica del mercado regional (incluso internacional, en el caso de la tecnología de producción del maíz blanco en el valle de Calca-Urubamba). Para estos autores los cambios ocurridos han significado poco progreso técnico (aumento de la productividad del trabajo) pues los campesinos han debido enfrentar una lenta pero segura degradación de sus recursos (difusión de plagas y enfermedades), degeneración de las variedades, erosión de los suelos). Esta conclusión subraya la importancia de la adaptación de las técnicas al medio (cf. Figueroa, 1986a: 149 ss.), y la necesidad de acondicionamientos agrícolas. Nos parece que las investigaciones deberían retomar el problema del cambio técnico en el punto en que Figueroa y Cotlear lo dejaron: en el estudio de los procesos de desarrollo, quedan por explicar las enormes diferencias inter e intra-regionales entre [[438]] campesinos, y establecer cuáles son las condiciones de desarrollo de las economías campesinas. 2.3. Los proyectos de desarrollo: ¿qué enseñanzas nos dejan? Hay muy poco que añadir a las reflexiones de Figueroa (1986a: 130 ss) sobre el papel de los proyectos de desarrollo. Su argumentación es la siguiente: Casi todos los proyectos de desarrollo rural son muy costosos en relación con el número de personas beneficiadas, lo cual impide su generalización al conjunto de los campesinos andinos. Lo que debe esperarse, en consecuencia, no es una modernización significativa de la agricultura campesina en general, sino una función de experimentación (¿qué hacer? ¿cómo?). Para cumplir esta función, los proyectos deben cumplir tres condiciones: - "Una organización dirigida a la acumulación de conocimientos sobre las bondades y deficiencias de los proyectos ya aplicados." - "Una orientación hacia la investigación tecnológica y socio-económica de los problemas específicos que limitan el desarrollo rural." - "Una participación de los agricultores en todas las etapas del proyecto." - Agreguemos: Formar (intelectual y prácticamente) su personal, pues aún es grande la falta de cuadros capaces de conducir acciones de desarrollo. No hay ninguna duda de que son muy pocos los proyectos que cumplen con esas cuatro condiciones, pero es justo decir que ello se debe tal vez más a las instituciones que financian los proyectos, que a los conductores de los mismos. La visión a corto plazo, la exigencia de resultados inmediatos, y la falta de interés en el problema agrario en su conjunto, son mucho más defectos de las instituciones que los financian que de los financiados. Si deseamos que en el futuro los proyectos ofrezcan elementos más serios para diseñar otras políticas agrarias, será necesario lograr un mejor entendimiento entre los que tienen el dinero y aquéllos cuyas ideas son resultado de la experiencia en el terreno. En este sentido, la evolución de los últimos años es innegablemente positiva; podría ser acelerada aún más mediante un mayor acercamiento entre tres polos: los que estudian, analizan, evalúan y proponen políticas agrícolas globales; los técnicos de los proyectos de desarrollo; y los actores directos del cambio agrario: los campesinos. Enfaticemos, en fin, que los proyectos de desarrollo aportan dos enseñanzas mayores: 304 La primera es que las investigaciones pueden ser más provechosas, precisas y baratas con la participación de instituciones que tienen años de presencia en el mundo rural. Algunos proyectos ensayan técnicas de "investigación de grupo" o "investigación participativa," cuyos resultados indican que es posible obtener no sólo una información mucho más confiable que por medio de las técnicas de encuesta tradicionales (cap. 5 y 6), sino sobre todo una devolución inmediata de los resultados a los campesinos, para el diseño de alternativas de acción. La segunda es que los campesinos proponen soluciones técnicas, sociales y organizativas a casi cualquier problema que se plantee, pero en general no cuentan con los recursos (humanos y materiales) para aplicarlas. Lo cual muestra que es absurdo marginar a los campesinos de los debates sobre las acciones y las políticas de desarrollo. El hecho de que en este país no hayan tenido jamás voz en la discusión y en las decisiones, no significa que no tengan ideas. [[439]] 3. La organización comunal del espacio. 3.1. ¿Vale la pena estudiar las comunidades campesinas? Los estudios sobre economía campesina consideran por lo general que la única unidad de análisis que importa es la familia. Sociólogos y antropólogos enfatizan el papel del nivel "suprafamiliar" o comunal, pero sin dar cuenta por completo de su importancia económica. Ello deja de lado un hecho fundamental: la mitad de los agricultores peruanos - o sea un poco más del 15 % de la población nacional - pertenece a comunidades campesinas. Las comunidades campesinas en el Perú son grupos territoriales cuyos miembros son mutuamente interdependientes por la obligación de explotar ciertos recursos en común para maximizar el bienestar colectivo. Comunidades que constituyen, actualmente, la única forma asociativa realmente significativa en la estructura agraria peruana. Tienen sus propias autoridades y gozan de una relativa autonomía para su administración interna. Sus títulos de propiedad son colectivos e intransferibles. No existe por lo tanto, en teoría, ni una clase de campesinos proletarios, ni un verdadero mercado de tierras. Como otros campesinos, los comuneros están integrados al mercado de productos agrícolas y al mercado de trabajo. Su tasa de emigración es elevada. La comunidad ejerce, las más de las veces, una forma de responsabilidad colectiva en el manejo de los recursos, e impone restricciones al derecho de propiedad privada de sus miembros (cap. 3.4). ¿Por qué subsisten todavía estas formas de organización antiguas, y cuáles son sus funciones? En el Perú, el debate en torno a estas preguntas se halla todavía muy polarizado: por un lado, una defensa de la comunidad, que sería un germen de "socialismo andino" (Castro Pozo [1936] 1969 y [1924] 1979; cf. Marzal, 1981), una forma "privada social" entre lo estatal y lo totalmente privado (Quijano, 1988), y que se encontraría particularmente bien adaptada al medio natural; por otra, una condena por ineficiencia e incompatibilidad con una rápida modernización de la agricultura.215 Esta polarización, que se encuentra también en los trabajos metodológicos y teóricos más generales, hace que las numerosas recomendaciones de política económica no formulen ninguna propuesta en materia de organización. Hay dos razones mayores que nos inducen, sin embargo, a pensar que las comunidades, como formas de organización, sí son importantes, y que pueden y deben ser consideradas ellas también como unidades de análisis. La primera procede de estudios comparativos a nivel internacional, que 215 En 1987 el debate en el Parlamento peruano sobre la nueva Ley de Comunidades Campesinas ilustró muy bien la polarización de las posiciones. La posición "modernizante" fue asumida por el Ministerio de Agrcultura, que propuso la liberalización del mercado de tierras, siguiendo las recomendaciones del banco Mundial y la corriente "liberal" (en el sentido económico de la palabra) que domina en Chile, en Bolivia, en Guatemala y en otros países de América Latina. Finalmente la propuesta fue rechazada, y la nueva Ley es más conservadora que la anterior en lo que respeta a la defensa del territorio y la autonomía de las comunidades. 305 muestran que el tipo de desarrollo agrario en los países del Tercer Mundo puede depender críticamente de la manera en que las comunidades rurales responden a los cambios provocados por el crecimiento demográfico, la expansión de los mercados y las innovaciones tecnológicas. El crecimiento de la producción, del empleo y la distribución de ingresos en el medio rural dependen en gran parte de la respuestas de las instituciones agrarias (Ishikawa 1975 y 1986, Hayami y Kikuchi 1981). La segunda razón proviene de una observación empírica: muy a menudo los [[440]] proyectos de desarrollo constatan que el resultado de sus esfuerzos por modernizar la pequeña agricultura (transferencia de técnicas, crédito, infraestructuras) depende, de manera crucial, de la organización de las comunidades campesinas, es decir de su capacidad de llevar a cabo acciones colectivas. Abordar la cuestión de la organización de la agricultura parece, pues, importante, desde el punto de vista de la política económica, tanto más porque en los estudios de economía agraria decenios de dominación de un paradigma exclusivamente centrado en el individuo han logrado difundir la idea de que el modelo ideal, en el caso de los países del Tercer Mundo, es la generalización del minifundio privado y autónomo, o lo que Bruno Revesz llama un "capitalismo agrario sin empresas." 3.2. Un estudio de caso216 3.2.1. Fundamentos y muestra Escogimos este estudio sobre la organización de la utilización del espacio para mostrar que, en los Andes Centrales, las instituciones colectivas no son, de ningún modo, vestigios del pasado condenados a desaparecer, sino una necesidad actual, y que las [[441]] formas de organización comunal responden precisamente a dicha necesidad. Enfatizaremos las diferencias en los patrones asociativos entre las comunidades: pues, conoceremos mejor las condiciones de acción colectiva si podemos entender por qué algunas comunidades mantienen y desarrollan sus instituciones, en tanto que otras no lo hacen. Desde el punto de vista teórico, nos serviremos de los conceptos de la "Nueva Economía Institucional" (Williamson 1975, Platteau 1987), que explica las estructuras sociales y económicas en términos de una naturaleza humana universal - egoísta y maximizadora - actuando en condiciones históricas, geográficas y socio-económicas diferentes. Este punto de partida representa un progreso notable en relación con las teorías que tratan de descubrir la "naturaleza esencial" de las sociedades campesinas. En la economía institucional no es la "racionalidad propia" del campesinado, sino las condiciones en las que se encuentra, lo que suscitará respuestas diferentes en términos de organización. Hemos estudiado 14 comunidades campesinas en la región del Cusco. Aunque no hay más de un día de camino entre las más alejadas, esta muestra, que por cierto no es representativa, es muy diversificada. Tal heterogeneidad es bastante típica del mundo rural andino. Todas ellas comparten, sin embargo, al menos cuatro características importantes: - Los comuneros practican la agricultura y el pastoreo en un paisaje de montañas, en laderas situadas entre los 3,000 y 4,500 metros de altura (figs. 196 y 197). - El clima es seco, contrastado e irregular. En promedio llueve un poco menos de 700 mm. por año, pero esta misma cantidad, así como su distribución en la estación de lluvias (noviembre a 216 Estudio realizado en 1987 en las comunidades campesinas de la zona de Pisac, bajo la dirección de B. Kervyn, por el equipo del CEDEP Ayllu (Organismo no Gubernamental), compuesto por Alexander Chávez, Cecilia Granadino, Raúl Mendívil, Hermógenes Cusihuamán, Pedro Germán Valero, Eduardo Díaz, Juan de Dios Guevara, Dominique Van der Borght, Celso Quispe, Nguyen Chávez, Enrique Guzmán, Miguel Mendoza, Jorge Chávez, Luis Minan y Andrés Loayza. 306 abril), varían de un año a otro. La heladas son en parte imprevisibles, y, por encima de los 3,500 metros, pueden producirse durante el crecimiento de los cultivos. [[442]] - La presión sobre los recursos es fuerte. La densidad demográfica promedio es de 58 habitantes por km2 (con un rango de 20 a 167), pero llega a 70 si se excluyen los terrenos improductivos. En la escala de Boserup estas comunidades se situarían en su mayor parte en el grupo "densamente poblado." El crecimiento anual de la población es elevado : alrededor de 1,2 % en promedio durante los últimos 50 años. - No hay extremos en la repartición de esos recursos. Los únicos campesinos sin tierras son los jóvenes que no han recibido todavía su herencia; y nadie cultiva más de 7 hectáreas (el promedio es de 1.4 ha/familia), ni posee un rebaño de centenas de ovejas. Fig. 197: Vista parcial de las comunidades estudiadas entre Cuzco y Pisac (Diciembre). PM. 3.2.2. La agricultura en campo abierto ("open field") Para entender la organización del espacio, partiremos de los principios generales de la agricultura en campo abierto. Este sistema ha dominado la producción agrícola de varios países europeos (en particular Inglaterra, Francia y España) hasta el siglo XVIII, y prevalece todavía en numerosos países del Tercer Mundo. Su estudio por parte de los historiadores y economistas es global e integral, enfatizando las interacciones entre la agricultura y la crianza de ganado. Agricultura en "campo abierto" (open field) quiere decir que no hay cercos. Las principales características del sistema son las siguientes: - En razón de la escasez de pastos, o de consideraciones agronómicas tales como el descanso de la tierra o las transferencias de elementos fertilizantes (cap. 2), agricultura y pastoreo deben alternarse en las mismas parcelas. El tiempo de pastoreo (entre la cosecha y la siembra siguiente) puede durar de 15 días a 7 años, según la intensidad de la agricultura. - La forma que toma la propiedad o el acceso a un recurso depende del costo de la exclusión de otras personas. Es muy fác il excluir a otros agricultores del derecho de cultivar una determinada parcela, pero es difícil excluir los animales ajenos del derecho de pastar en estas parcelas luego de la cosecha, porque ello demandaría cercos, que son costosos. Por ello la agricultura es una actividad privada, y el pastoreo es colectivo. Cada parcela de tierra cultivable, y cada animal, tienen su propietario, pero entre la cosecha y la siembra del cultivo siguiente estas parcelas están abiertas a los animales de todos los miembros de la comunidad. Es importante, por lo tanto, que para evitar daños en las parcelas que aún contendrían cultivos, y conflictos entre los comuneros, las cosechas sean sincronizadas en una zona determinada. 307 - La agricultura y el pastoreo son interdependientes (cap. 5.4.), y praticados en general simultáneamente en el seno de las familias y de las comunidades. Por ejemplo, hay campesinos que cultivan maíz por encima de los 3,400 metros, allí donde el riesgo de helada limita fuertemente el rendimiento en grano que se puede esperar. En gran parte, ello puede explicarse de la siguiente manera: no tienen acceso a tierras más bajas, y los tallos y hojas del maíz secos permiten alimentar a los bueyes en septiembre-octubre, cuando hay que labrar, en tanto que faltan otras formas de forraje. - Cada familia cultiva varias parcelas pequeñas y dispersas. Tal dispersión ocasiona evidentemente costos adicionales en razón de las pérdidas de superficie y de tiempo, pues hay muchos linderos, una mayor necesidad de controlarlos, más conflictos potenciales. Pero dado que cubre zonas ecológicas diferentes, ofrece [[443]] también las ventajas descritas en el capítulo 3: dispersión de los riesgos climáticos, diversificación de condiciones naturales y especies, escalonamiento de las necesidades de mano de obra, e igualmente (Dahlman, 1980: 189), el costo del cercado de las parcelas es muy elevado, lo cual frena la diferenciación campesina. Estas cuatro características muestran que un sistema de agricultura abierta crea numerosas formas de interdependencia entre los productores. El nivel de la producción del agricultor A no depende solamente de sus recursos y capacidades propias, sino también de lo que hace el agricultor B: cómo utiliza el agua de riego (¿la roba? ¿inunda las parcelas que se hallan al pie?), cómo cuida sus animales para evitar que causen daños en los cultivos de A, cómo controla las plagas y las enfermedades en sus parcelas que colindan con las de A, cómo sincronizan ambos sus cosechas para hacer pastar conjuntamente sus rebaños. Estas interdependencias provienen de "externalidades"217 que se dan en el sistema. Lo importante aquí es que si las externalidades negativas no son controladas por la acción colectiva, provocan importantes ineficiencias, ya que reducen la producción o el interés de invertir en la agricultura, o aumentan los costos si cada cual debe cuidar de continuo lo que hacen sus vecinos. De este modo las externalidades negativas, inevitablemente asociadas a un sistema de campo abierto, son fuente de riesgos elevados de pérdida de producción y de conflictos sociales. Resulta evidente la necesidad de reducir esos riesgos. Esa es, precisamente, una de las funciones de la organización colectiva de las comunidades. 3.2.3. Las zonas de producción Para analizar la organización del espacio, emplearemos aquí el concepto de zona de producción definido en el capítulo 3.4, que designa una parte del territorio de la comunidad caracterizada por sus sistemas de cultivo y de pastoreo, por los mecanismos comunales de regulación del acceso a los recursos, así como por la intensidad de la agricultura.218 Si las clasificamos en un orden altitudinal decreciente, las cuatro principales zonas de producción cultivadas que se encuentran en torno a Pisac son las siguientes (figs. 196, 198 y 199): A.- La zona de barbecho sectorial o "muyuy" (cap. 2) es la más extensa, y sólo una entre las 14 comunidades que hemos estudiado no la tiene. Se divide en sectores o muyuy en los que se siguen ciclos regulares de cultivos y descanso. Cada uno de ellos se divide en parcelas individuales (en promedio una media hectárea por año y por comunero). En nuestra muestra un sector se cultiva, por lo general, durante dos años consecutivos, y se le deja luego unos cuatro en descanso abierto al pastoreo 217 La acción de un agente (individuo, grupo, empresa) tiene externalidades cuando afecta directamente la producción o el bienestar de otras gentes. Las externalidades pueden ser negativas (una industria que contamina un río) o positivas (un ganadero que hace rondas durante la noche para vigilar su ganado, impide también que sea robado el de sus vecinos). 218 Tomada aquí en el sentido que le da Boserup (1965), la intensidad de la agricultura se define por el número de cosechas realizadas cada año en un espacio cultivable (0,1 si una parcela es cultivada en un año de cada diez, 2 si se siguen 2 cultivos en cada año). 308 colectivo. La intensidad de la agricultura es de 0,37, pero con fuertes diferencias de una comunidad a otra en función de la calidad de los suelos y de la presión demográfica. El cultivo principal es el de la papa, que cubre el 64 % de la superficie cultivada. [[444]] Las decisiones relativas a las organización de las zonas de barbecho sectorial deben ser colectivas desde tres puntos de vista: para sincronizar las fechas de siembra y de cosecha (no determinadas del todo por el clima, incluso a una altitud como ésta) a fin de evitar los daños a los cultivos; para determinar qué sector será cultivado en un año dado, y lo que se sembrará; y, en fin, barbechar un terreno luego de varios años de descanso es un trabajo duro, que se efectúa manualmente por equipos de dos a cuatro adultos (cap. 1), lo que requiere la cooperación de varias familias. ¿Cómo responden las diferentes comunidades a estos requerimientos? En 8 comunidades de las 13, la fecha de cosecha se decide colectivamente. En algunos casos no se necesita una decisión colectiva, por ejemplo si la demora de las lluvias ha ocasionado una sincronización de la siembra. En las 5 comunidades restantes, un grupo de comuneros decide comenzar a cosechar sus parcelas y obliga a los demás a seguirlos, para evitar así daños ulteriores a las suyas. Son casos en los cuales el interés de pequeños grupos prevalece sobre el interés del conjunto de la comunidad. Los campesinos llevan de hecho sus animales a pastar en sus propias parcelas en curso de cosecha (las vacas primero, y luego, progresivamente, caballos, carneros y en fin cerdos). Así el pastoreo es privado al comienzo, cuando los residuos de la cosecha son abundantes, y se vuelve colectivo a medida que disminuye el rastrojo disponible. En algunas comunidades se decide colectivamente la fecha de barbecho, sobre todo luego de un descanso de larga duración, cuando los límites de las parcelas no se distinguen ya claramente (cap. 2). Todos barbechan entonces al mismo tiempo, para controlar así el respeto a las propiedades. El barbecho se organiza siempre en grupos de ayuda recíproca (ayni), compuestos por tres a quince familias; son instituciones colectivas que se manejan fácilmente. Todas las comunidades deciden, una vez por año, qué sectores serán cultivados. Las más de las veces esta decisión es puramente formal, pues los ciclos de cultivo y reposo son repetitivos, y, por lo tanto, tiene costos de transacción 219 muy bajos. [[445]] En conclusión, observamos aquí un primer caso de relaciones entre restricciones ecológicas y decisiones colectivas, pero nos parece más interesante la manera en que las comunidades prefieren una "colectivización" progresiva del pastoreo en la época de las cosechas, que tiene costos de transacción menores que una exclusión total hasta el fin de la cosecha (que observaremos en la zona con riego). De modo general, y con el fin de minimizar los costos de una intervención colectiva, ésta se reduce a los aspectos que no pueden manejarse de otra manera. [[446]] B.- La zona de secano o "trigales" ha conservado su nombre desde la época en que el trigo era el cultivo más importante. Se trata de una zona muy diversificada. La intensidad promedio de agricultura es allí de 0,58 (un cultivo cada dos años), y los trigales desempeñan un papel de "zona colchón": los campesinos cultivan en ella mayores extensiones cuando hay pocas tierras disponibles en la zona de barbecho sectorial. Son cinco los cultivos principales (habas, cebada, papas, arvejas y trigo) que revisten aquí una importancia semejante, pero con períodos vegetativos diferentes. Hay muy pocas razones, por lo tanto, 219 Los costos de transacción son de dos tipos: Los costos directos se refieren al tiempo, al dinero o a los productos usados para realizar contratos y transacciones entre individuos. Las asambleas comunales, por ejemplo, duran fácilmente un medio día, o más cuando las decisiones por tomar interesan a todos los comuneros. Los costos indirectos expresan los gastos en incentivos, medidas de control o sanciones, necesarios a causa del comportamiento oportunista de los individuos. Por ejemplo, las comunidades deben consagrar recursos para controlar la participación en los trabajos colectivos, el respeto de los turnos de agua, el pago de las cuotas. En la Nueva Economía Institucional, la teoría de los costos de transacción es una herramienta indispensable para comprender las instituciones y el funcionamiento de la economía en general. 309 para sincronizar las cosechas, y, de hecho, no lo son, y pueden escalonarse en un período de al menos dos meses. Pero, entonces, ¿cómo se resuelve el problema de la alternancia entre cultivos y pastoreo? Durante todo el período de cosecha de los trigales, los animales pastan en la zona de barbecho sectorial, que siempre se cosecha antes. Allí los rebaños disponen de mayor forraje que en los trigales, donde los suelos son por lo general pobres y los rendimientos de paja bajos. Las individuos no tienen, por lo tanto, interés en hacer bajar a sus animales antes del fin de la cosecha. Pero en tres comunidades (de las 9 que poseen zona de trigales), en las que una solución como ésta no es posible a causa de la falta de forraje en la parte alta, la fecha de comienzo de la cosecha, y de la entrada de los animales, son decididas colectivamente. Dos comunidades privatizan los rastrojos durante algunos días después de la cosecha. En su caso el pastoreo ofrece pocas economías de escala, pues si bien los rendimientos de los rastrojos son bajos, el costo del pastoreo privado se ve reducido por la dispersión de las parcelas cultivadas, separadas por terrenos en descanso o incultos, lo cual facilita considerablemente el control de los animales. Esta zona presenta también una posibilidad de sustitución entre limitaciones ecológicas y restricciones sociales al derecho de propiedad privada, e ilustra la importancia de los costos y beneficios en la elección entre soluciones institucionales privadas o colectivas. C.- La zona con riego o maizales es muy importante para la crianza de ganado, pues los rendimientos en rastrojos son altos. Según mis estimaciones, produce en promedio 40 % (en materia seca) del total del forraje disponible en las comunidades estudiadas (incluyendo los pastos naturales). La sincronización de las cosechas y la alternancia entre cultivo y pastoreo funciona aquí fácilmente, por dos razones principales: - En primer lugar, predomina el maíz (72 % de la superficie) porque necesita de 2 a 6 veces menos de agua de riego que cualquier otro cultivo que sea interesante a esta altitud (por ejemplo papas). Allí donde el agua es escasa, permite la maximización de la superficie regada. Por ello todos cultivan lo mismo, no porque estén socialmente obligados a hacerlo, sino porque hay pocas alternativas. - En segundo lugar, a una altura como ésta, el maíz tiene un período vegetativo muy largo (alrededor de 250 días), y la fecha de siembra es determinada exógenamente por la disponibilidad de agua de riego. Por encima de los 3,300 metros, la fecha de cosecha es también exógena, pues es determinada por la primera helada. Es por ello que solamente las comunidades más bajas deciden colectivamente el comienzo de la cosecha, que a su vez determina la fecha de ingreso de los animales. La decisión colectiva sólo complementa las restricciones ecológicas, cuando ello es necesario. Sin embargo, en cuatro comunidades el pastoreo no es realmente colectivo sino a partir de una semana después de la cosecha. Al revés de lo que sucede en los trigales, sólo acontece así cuando los rendimientos en rastrojos son muy altos. Sólo en este caso, en [[447]] efecto, los beneficios cubren el alto costo fijo que representa la vigilancia, necesaria entonces, de la parcela. Pero, incluso así, tal beneficio es globalmente mayor en un sistema colectivo, porque los costos son en tal caso mucho más bajos. Es la heterogeneidad y la desigualdad de los recursos entre los campesinos lo que explica la elección de la solución privada, globalmente menos eficiente: el que posee menos animales o produce más paja que su vecino, prefiere apropiarse de la totalidad de la renta en forraje de sus parcelas cultivadas. Vemos que el nivel de las restricciones sociales es bajo en la zona con riego, porque son los factores exógenos (clima, disponibilidad de agua) los que regulan la alternancia entre agricultura y pastoreo. Otra conclusión es que un arreglo privado puede ser preferido a un arreglo colectivo, incluso cuando éste es más eficiente. 310 D.- La zona cercada existe en 8 de las 14 comunidades, y no tiene importancia sino en dos de ellas, donde cada familia posee en promedio 1/2 hectárea cercada. Se trata de pequeñas parcelas con riego, rodeadas por muros de piedra, de adobe o de espinos. En ellas se cultiva sobre todo maíz y horticultura intensiva (la intensidad promedio es de 1,21). Se podría pensar que aquí el sistema de campo abierto no funciona. Sin embargo en ambas comunidades existen restricciones a la propiedad individual. En una de ellas los cercos deben abrirse después de la cosecha, para permitir el pastoreo colectivo, en fecha decidida por la comunidad. En la otra se comparten las parcelas cercadas entre varias familias, de tal manera que el patrón de cultivo común y la alternancia entre agricultura y pastoreo se ven restringidos a un pequeño número de comuneros unidos por lazos de parentesco, en que se controla con facilidad a los "oportunistas." En este caso los comuneros han reducido el costo de los cercos levantándolos en torno a grandes parcelas (economía de escala). Pero ello obliga a las familias a seguir estrategias matrimoniales estrictas, a fin de limitar el acceso a estas parcelas comunes (Marisol de la Cadena, comunicación personal). La extensión e importancia de la zona cercada dependen de los costos y beneficios de este arreglo institucional. El beneficio es correlacionado negativamente con el costo del cerco, y positivamente con la intensidad de la agricultura, los rendimientos, la relación animales/tierra (es decir, con los riesgos de daños a los cultivos) y con la concentración de la propiedad. Tales son algunos de los factores que pueden llevar a un proceso de privatización y a la desaparición del sistema de agricultura en campo abierto. Hasta aquí hemos visto las limitaciones impuestas sobre lo que los individuos pueden cultivar, y cómo, en cada zona de producción. La conclusión principal es que, en todas las zonas, las restricciones sociales complementan las limitaciones ecológicas para controlar las externalidades inherentes a una agricultura en campo abierto, es decir permitir la alternancia entre agricultura privada y pastoreo colectivo. La razón principal por la cual esas restricciones sociales son solamente complementarias, y por lo tanto poco numerosas, es que las comunidades buscan siempre minimizar los costos de transacción vinculados a la acción colectiva, y, como consecuencia, minimizan las intervenciones comunales. No hay en estos grupos ninguna preferencia "natural" por lo colectivo. Ello no quiere decir que no actúen colectivamente, pero es importante distinguir lo que constituye una necesidad, de algún tipo de "naturaleza esencial" o inclinación hacia la acción colectiva. Otra conclusión que se desprende de nuestras observaciones empíricas es que resulta necesario comparar los costos y beneficios de diferentes estrategias alternativas para comprender las formas institucionales adoptadas en cada caso. Como las condiciones [[448]] naturales y los beneficios de la acción colectiva difieren sensiblemente de una comunidad a otra, y de una zona de producción a otra en la misma comunidad, las instituciones están determinadas de manera local. No existe, pues, un modelo de organización idéntico para todas las comunidades campesinas andinas. 3.2.4. Control de los daños causados por el ganado Durante la mayor parte del año, los animales deben alimentarse al lado de parcelas cultivadas, o deben bordearlas para llegar a los pastos naturales de la comunidad. Los riesgos de daños a los cultivos y de conflictos son por lo tanto altos. El problema de los daños es por eso más delicado que el de la sincronización de las fechas de cosecha, porque los riesgos de comportamiento oportunista son más elevados. Además, el riesgo se ve reforzado por la asimetría en los comportamientos, es decir que un campesino tiene un interés muy directo en evitar que animales ajenos dañen sus cultivos, pero al mismo tiempo no siempre tiene el mismo interés en evitar que sus animales coman en los cultivos ajenos. Las comunidades deben imponer reglas y sanciones para reducir tales riesgos. He aquí, de modo muy resumido, cómo proceden. Eligen "arariwas" para que evalúen los perjuicios y determinen las responsabilidades, así como "agentes" o "jueces" de los daños, que sancionen a los culpables y hagan pagar las multas. Deciden el monto de la compensación que el culpable debe pagar a la víctima, y el de la multa a pagar a la comunidad y cuyo objetivo es desalentar los comportamientos oportunistas aumentando su costo. Para resolver los conflictos, proponen diversas 311 instancias: arreglo directo amistoso, decisión del juez de daños, sentencia de la asamblea comunal, y, en fin, recurso a las autoridades del distrito. La comunidad desempeña así el papel de provedor de un seguro. La prima de seguro consiste en el ejercicio por turno de los cargos, no remunerados, de arariwa y de agente de daños. Sin un sistema de seguros como éste, sería demasiado costoso para los comuneros "auto-asegurarse" o comprar un seguro en el mercado. Ello no significa, evidentemente, que todo funcione fácil y eficazmente. Los daños quedan por lo general controlados, pero con muchos problemas. Así por ejemplo los agentes de daños, no remunerados, carecen de motivación para los controles, pues sienten que el prestigio vinculado a la función no es suficiente para compensar los esfuerzos que tienen que desplegar. A veces no tienen la autoridad necesaria para juzgar problemas delicados, tales como la evaluación exacta de las responsabilidades y de los perjuicios. El aumento general de las densidades de población humana y animal es seguido por el de los riesgos y de la frecuencia de los daños, y la respuesta de las comunidades consiste en monetarizar las indemnizaciones y multas. Al hacerlo, cambian el tipo de autoridad necesaria para controlar los daños: es más importante ahora saber leer y escribir que ser un comunero maduro y respetado - y, de manera inevitable, ellas atraviesan una "transición de confianza" 220 (Lipton, 1985: 51). Es interesante notar que, al menos en una comunidad, los daños no son controlados colectivamente, y que el costo privado de esa carencia institucional es bastante elevado [[449]] en términos de pérdidas y de disputas. Para explicar tal situación hay que introducir otras variables explicativas, tales como la desigual distribución de los recursos (tierra y ganado), los patrones migratorios, y características sociológicas. No existe siempre, por lo tanto, relación directa entre la necesidad (o utilidad) de una institución colectiva, y la existencia de la misma. ¡No basta que una institución sea funcional para que exista! 3.2.5. Conclusiones (fig. 200) [[450]] El sistema dominante en todas las zonas de producción de las comunidades estudiadas es la agriocultura en campo abierto221. Este sistema se puede explicar racionalmente por las condiciones ambientales : es necesario en una agricultura mixta (cultivos y ganadería), practicada en un gran número de pequeñas parcelas dispersas (hemos visto en los capítulos 2 y 3 las explicaciones de estas características ), y caracterizada por una escasez general de forraje. Confrontadas con tales condiciones, las comunidades cumplen dos funciones principales. La primera es regular la alternancia entre agricultura privada y pastoreo colectivo, y la segunda controlar los daños de los animales. La primera función es llevada a cabo con un nivel relativamente bajo de restricciones sociales y de intervenciones colectivas, ya que, por un lado, el problema de la alternancia se resuelve con frecuencia mediante limitaciones naturales, y, por otro, existen en ciertos casos alternativas privadas que se prefieren cuando la relación beneficio/costo lo justifica. Pero la segunda función conduce a instituciones bastante complejas y costosas, sobre todo porque no hay alternativas. Queda claro, sin embargo, que los beneficios colectivos y privados permitidos por estas instituciones son elevados. 220 Según Lipton una "transición de confianza" se produce cuando una sociedad pequeña se integra rápidamente en mercados vastos y despersonalizados, en economías dominadas y reglamentadas por el Estado. Las autoridades tradicionales cambian entonces de funciones; pierden una parte de su poder y de su capacidad para dirigir la acción colectiva, pero durante un período de transición no son sustituidas por nuevas autoridades que disponen de una capacidad, de un poder y de un peso moral suficientes. 221 4). No es así en todas partes. Cf. ls alfalfares cercados de la vertiente Pacífica (cap. 3.3.) y las "campiñas" (cap. 312 Nos hemos limitado aquí a instituciones vinculadas con la organización del espacio, 222 pero los sistemas descritos permiten cumplir tres condiciones necesarias para el desarrollo agrícola: una cierta especialización de los cultivos, el aprovechamiento de las nuevas oportunidades ofrecidas por el mercado, y la intensificación de la agricultura. En efecto, las instituciones que hemos presentado se hallan muy determinadas por las condiciones locales, ya que están adaptadas a una ecología extremadamente variada. Tal diversidad institucional permite una gran flexibilidad en el proceso de adaptación a nuevas necesidades, porque permite modificar una parte del sistema - por ejemplo ampliar la zona cercada, o cambiar los sistemas de cultivo - sin afectar en lo fundamental los principios generales de una agricultura en campo abierto. Tal diversidad, y esta flexibilidad, explican también la extraordinaria "capacidad de supervivencia" - en realidad capacidad de adaptación - de estas comunidades. Las comunidades andinas no tienen como función resolver un supuesto antagonismo entre un modelo privado y otro colectivo, sino de permitir una autonomía suficiente en las relaciones individuales, y al mismo tiempo llegar a controlar las externalidades, a reducir los riesgos y a aprovechar las economías de escala inherentes a esos sistemas. Es por eso que las comunidades son instituciones indispensables no sólo para la reproducción de la agricultura andina, sino también para su desarrollo. 4. Conclusiones ¿Cuál es, a fin de cuentas, la especificidad de la agricultura campesina en los Andes? ¿Cómo construir modelos explicativos de una realidad tan heterogénea? ¿Qué paradigmas pueden ser útiles para ello?223 Quisiéramos, a manera de conclusión, hacer resaltar los elementos de este capítulo que dan un comienzo de respuesta a estas preguntas. [[451]] 4.1. La especificidad andina Cuatro características se han revelado fundamentales en el funcionamiento de la economía campesina de los Andes peruanos : la heterogeneidad, la diversidad y la interdependencia de las actividades familiares, la aversión al riesgo. Ninguna, sin embargo, es específica del campesinado andino o peruano. La heterogeneidad significa una gran variedad de sistemas de cultivo, técnicas, relaciones de producción, formas de organización, acceso a los recursos. Plantea un problema común a todas las ramas de la teoría económica y ha sido abordada de manera diferente según la época y el enfoque teórico adoptado. La diversificación de las actividades es inherente al campesinado en general. "Son conocidas la omnipresencia y permanencia de la pluriactividad campesina. Identificable en todas las épocas y en todos los lugares, ésta funciona como una estructura económica y social duradera. De ninguna manera puede ser considerada como un "accidente de la Historia." Pero es más o menos visible, más o menos marcada, más o menos atractiva. Por ello suscita una atención variable." (Rinaudo, 1987: 283). La interdependencia entre las actividades es probablemente la característica menos estudiada en la literatura internacional y el aporte más original de los economistas peruanos al problema campesino. Sin embargo, es también un rasgo común a todos los sistemas agrícolas relativamente poco especializados; su importancia depende del nivel de desarrollo. La aversión al riesgo, en fin, es tan universal que aparece en todos los modelos modernos que pretenden explicar los comportamientos, organizaciones o relaciones de producción en la agricultura 222 No tratamos aquí de otras externalidades y funciones colectivas. El agua de riego y los pastos naturales son probablemente los dos recursos cuya utilización crea más externalidades en estas comunidades. 223 Estas fueron, en síntesis, las preguntas planteadas por Adolfo Figueroa en el SEPIA II. 313 de los países del Tercer Mundo. La aversión al riesgo puede variar considerablemente de un individuo a otro, pero en general depende del nivel de bienestar. El hecho de que estas características no sean específicas de la agricultura andina no implica que sean triviales. Su universalidad significa que vale la pena estudiar de qué manera otros autores han tratado cada una de ellas. La especificidad no se da en el nivel micro sino macroeconómico e histórico. El estudio de la realidad peruana se aparta, de una manera u otra, de lo que se hace por lo general en otros sitios en relación con los cuatro aspectos fundamentales siguientes: A.- La marginalización de la agricultura andina es una hipótesis central, pues conduce a explicar el estancamiento rural por la falta de incentivos internos y externos. Para salir de este círculo vicioso son indispensables un cambio radical en el modelo de desarrollo nacional, y opciones claras de política a largo plazo: para progresar, la agricultura andina debe hacerse necesaria para el desarrollo nacional. Si la tendencia actual continúa, es probable que regiones enteras del país se tornen aún más atrasadas. El paliativo que con mayor frecuencia se recomienda es acentuar las políticas de "satisfacción de las necesidades básicas," cuyo objetivo es alcanzar un nivel mínimo de consumo per capita: programas de empleo, de distribución de alimentos, de acceso a ciertos servicios de base. A menudo estos programas reflejan la incapacidad de los gobiernos (y de los intelectuales) para atacar las causas del subdesarrollo rural; si bien pueden aliviar la pobreza a corto plazo (mientras duran), no estimulan mayormente ningún desarrollo. Los economistas han advertido desde hace largo tiempo que el desarrollo desigual se da tanto entre regiones como entre países y continentes. En el caso del Perú, la necesidad [[452]] de investigaciones en historia económica es evidente: ¿Cuál es el papel que desempeñó la agricultura andina a lo largo de la historia? ¿Cómo y por qué su funcionalidad se transformó en marginalización? ¿Cuáles son las características de ésta? Si ella es la principal causa de la pobreza rural en los Andes, es necesario comprender el proceso para modificarlo. B.- Los campesinos andinos están organizados en comunidades. Hemos visto que la mayoría de los estudios económicos peruanos o bolivianos descuidan estas instituciones. Sin embargo, al mismo tiempo florece a nivel internacional toda una literatura económica que concede una importancia decisiva a las relaciones comunales en el desarrollo agrario. Deberíamos considerar las comunidades andinas no como vestigios del pasado condenadas a desaparecer ante la agresión del mercado, sino como formas de organización indispensables para el progreso económico, si bien obligadas a adaptarse a nuevas condiciones y a nuevas funciones. Es probable que una parte del desarrollo agrario en la Sierra dependa de la manera en que las comunidades (y no solamente los individuos) logren responder ante los cambios exógenos. Es importante, por lo tanto, profundizar nuestros conocimientos sobre las relaciones entre cambios institucionales y cambios demográficos, técnicos y en los mercados. Ello implicará pasar del estudio de las economías campesinas al de las economías comunales, y admitir que la organización de la producción debe ser parte fundamental de la política agraria. C.- Factores estructurales e históricos modelan la evolución agraria de cada país. Es indudable que la Reforma Agraria de 1969 marcó un hito en la historia peruana, pero conocemos mal las relaciones entre estructura agraria y producción, y entre producción y políticas agrícolas (precios, crédito, tecnología). En teoría la cuasi-desaparición de la clase terrateniente y la organización de formas cooperativas habrían podido hacer posible una evolución más "campesina" (en oposición a una modernización fundada en una rápida concentración de recursos). Pero esta posibilidad parece haberse materializado muy poco. ¿Hasta qué punto los decepcionantes logros de la agricultura peruana, y de la andina en particular, dependen de la estructura agraria y de las políticas de corto y mediano plazo? En lo relativo a la estructura agraria, en lugar de condenar sin apelación la reforma de 1969 - que sería un "fracaso total" - así como toda idea de cooperación, tal como se ha hecho en ciertos trabajos peruanos, 314 debemos considerar la necesidad de encontrar formas de cooperación que permitan cumplir con las cuatro funciones siguientes: aprovechar las economías de escala, ocupar la mano de obra en situaciones de subempleo estructural, defenderse contra ciertos sistemas de explotación, suplir el subdesarrollo de los mercados de seguros, de crédito, de insumos y de factores de producción (cf. Ishikawa, 1975). D.- Los factores geográficos introducen una especificidad evidente (fuera del control vertical de los recursos que existe en todos los sistemas agrícolas de montaña). Tienen al menos una ventaja en los Andes: la de obligar a la utilización de tecnologías relativamente intensivas en trabajo. Junto con el mantenimiento de la organización comunal, esta característica explica la casi inexistencia de una clase de campesinos sin tierra, tan importante en otros países. En conclusión, no creo que sea necesario buscar para los campesinos andinos nuevos modelos teóricos de comportamiento individual, ya que su racionalidad es muy semejante a la de los campesinos de otras partes del mundo. Pero, a nivel macro-económico, hay un conjunto de factores históricos, organizativos y geográficos que hacen del [[453]] ca