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GERARDO BARBOSA CASTILLO

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GERARDO BARBOSA CASTILLO
Magistrado Ponente
SP1606-2024
Impugnación Especial No. 56575
Acta No. 154
Bogotá, D.C., veintiséis (26) de junio de dos mil veinticuatro (2024).
OBJETO DE LA DECISIÓN
Con el fin de garantizar el derecho a la doble conformidad judicial, la Sala resuelve el recurso de
impugnación especial promovido por la defensa técnica de DIANA JANNETH GARCÍA SUELTA, en
contra de la sentencia proferida el 24 de julio de 2019 por la Sala de Decisión Penal del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, que revocó la sentencia absolutoria emitida por el Juzgado
7º Penal del Circuito Especializado de la misma ciudad y condenó por primera vez a la acusada por
los delitos de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes agravado y destinación ilícita de
bienes muebles o inmuebles.
ANTECEDENTES RELEVANTES
Fácticos
Teniendo en cuenta lo expuesto en la acusación, en la sentencia impugnada se precisaron los
hechos jurídicamente relevantes de la siguiente manera:
El 26 de junio de 2016 miembros de la Policía Nacional realizaron diligencia de allanamiento y
registro en el inmueble ubicado en la calle 3ª bis No. 3-21, barrio El Guavio, localidad de Santa Fe,
la cual fue atendida, entre otras personas por Diana Janneth García Suelta.
En la vivienda, específicamente en una habitación del primer piso donde dormía el hijo de García
Suelta y en el segundo piso, donde habitaba ésta, se incautaron los siguientes elementos: i) una
bolsa negra contentiva de 75 bolsitas con 44 gramos de cocaína; ii) una maleta negra con 6
envolturas con 2.502 gramos de cocaína; iii) un bolso rosado con 8 bolsitas con 7.660 gramos de
marihuana; iv) una maleta marrón con 41.800 gramos de cocaína; v) una caja de cartón con 64
envolturas con 14.250 gramos de marihuana; vi) una caja de cartón con 38 envolturas con 9.100
gramos de cocaína.
Procesales
El 27 de junio de 2016, ante el Juzgado 34º Penal Municipal con funciones de control de garantías
de Bogotá, se legalizó la captura de DIANA JANNETH GARCÍA SUELTA y se realizó la audiencia de
formulación de imputación en la que la fiscalía le atribuyó los delitos de tráfico, fabricación o porte
de estupefacientes agravado y destinación ilícita de muebles o inmuebles en calidad de autora. La
imputada no se allanó a los cargos.
El 18 de octubre de 2016, ante el Juzgado 7º Penal del Circuito Especializado de Bogotá, se llevó a
cabo la audiencia de formulación de acusación. El 24 de enero de 2017 se realizó la audiencia
preparatoria. En sesiones de 3 de abril, 22 de mayo, 9 de junio, 1º de agosto, 26 de octubre, 5 de
diciembre de 2017 y 15 de marzo de 2018, se desarrolló la audiencia de juicio oral.
En esa última fecha se anunció el sentido del fallo absolutorio y se profirió la correspondiente
sentencia de primera instancia. La Fiscalía interpuso el recurso ordinario de apelación.
El 24 de julio de 2019, el Tribunal Superior de Bogotá revocó la sentencia absolutoria y en su lugar
condenó a la acusada como autora de los delitos imputados, al cumplimiento de una pena
principal de 276 meses de prisión, multa acompañante de 4.001.33 smlmv e inhabilitación para el
ejercicio de derechos y funciones públicas por el término de 20 años.
En contra de esta decisión la defensa técnica de la procesada interpuso y sustentó oportunamente
el recurso de impugnación especial.
SENTENCIAS DE INSTANCIA
Sentencia absolutoria en primera instancia
El Juez 7º Penal del Circuito Especializado consideró que, aunque la materialidad de la conducta
atribuida a la procesada se encuentra acreditada con la prueba practicada en juicio, no ocurre lo
mismo con su responsabilidad penal.
En su criterio, existe un vacío probatorio que hace imposible determinar si la persona a la que
aludió la fuente humana como Diana corresponde a la procesada Diana Janneth García Suelta, en
tanto no existe patrón de comparación físico conforme al cual se pueda constatar o descartar la
identidad entre ésta y aquella.
Indicó que, de conformidad con lo declarado por los tres testigos policiales, emergen dudas frente
al número de personas que se encontraban en la vivienda el día del allanamiento y si todas fueron
identificadas, desconociéndose si, además de la procesada, había otra u otras personas con
nombre Diana, por lo que no se logró demostrar que se tratara de la misma persona encargada de
almacenar y expender sustancias estupefacientes en el inmueble allanado.
Respecto del hallazgo de un bolso rosado, unas maletas grandes y unas cajas que contenían
estupefacientes en el apartamento pequeño a cargo de la procesada, estimó que ello no
determinaba por sí mismo su participación en el ilícito, pues dadas las condiciones físicas de ese
apartamento, cualquiera de los moradores de la casa podría haber guardado allí el material
encontrado.
Por consiguiente, afirmó que el hallazgo de la cocaína en las dependencias a cargo de la procesada
no acreditaba más allá de toda duda razonable la autoría o participación en el delito de tráfico de
estupefacientes.
Sobre la intervención en el ilícito de Luis Eduardo Arias Naranjo, no acusado en esta actuación,
destacó que surge el interrogante de si se trata de la misma persona que la fuente no formal
referenció como “Luis”, quien en compañía de “Diana”, eran los encargados del almacenamiento y
distribución de la sustancia estupefaciente en el inmueble.
Con base en lo declarado por los testigos de la defensa, consideró que no era claro si la acusada
era propietaria o copropietaria del estupefaciente, o si solo se asoció con Luis Eduardo Arias
Naranjo para almacenarlo y distribuirlo, incertidumbres que según el artículo 7º de la Ley 906
deben ser resueltas en favor de la procesada.
Respecto del otro punible imputado anotó que, como existen dudas sobre la participación de la
procesada en el delito de tráfico de estupefacientes, de igual manera se presenta incertidumbre
sobre que hubiese dispuesto el inmueble para almacenar la sustancia encontrada.
En el mismo sentido, agregó que tampoco existe prueba que demuestre que, a pesar de no tomar
parte en el delito de tráfico de estupefacientes, la procesada consintió o toleró el almacenamiento
de marihuana y cocaína en el inmueble.
Sentencia condenatoria en segunda instancia
La Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior de Bogotá consideró que, valorados los medios de
conocimiento bajo los principios de la sana crítica, resultan desacertadas las consideraciones
expuestas por el a quo para dar por no acreditada la responsabilidad penal de la acusada en los
hechos, puesto que se evidencia que no valoró en su integridad el conjunto probatorio.
Contrario a lo expuesto en el fallo apelado, el Tribunal estimó que quedaron claramente
determinadas las circunstancias fácticas relacionadas con los delitos imputados y la actuación
dolosa de la acusada, por lo que es posible edificar su responsabilidad penal sobre un análisis serio
de los testimonios rendidos en juicio oral, con observancia del estándar de conocimiento más allá
de toda duda para condenar.
Resaltó que la captura en flagrancia de la procesada ocurrió porque se encontraron, tanto en el
primero como en el segundo piso de la vivienda en la que ella residía -en el primero dormía con su
hijo y en el segundo se estaba trasteando y por ende estaban sus cosas-, maletas y cajas con
sustancias estupefacientes, con lo cual se pueden edificar dos clases de indicios, el de presencia en
el lugar de los hechos y el de oportunidad para delinquir, pues DIANA JANNETH GARCÍA ocupaba
las dos habitaciones en las que se incautaron sustancias ilícitas.
Adicionalmente, indicó que no se podía pasar por alto lo siguiente: i) al momento del allanamiento
la acusada reconoció que las habitaciones en las que se encontraron las sustancias era la suya y la
de su hijo, situación que informó en forma directa al policía captor y que por tanto no constituye
prueba de referencia; ii) el nombre de la procesada corresponde con el que suministró la fuente
humana, y si bien se mencionó por parte de los testigos de la defensa la presencia de otra Diana, lo
cierto es que no superó la mera afirmación.
En cuanto a los testigos de descargo, destacó que se notó en ellos una clara intención de favorecer
a la procesada, pues se presentaron varias inconsistencias entre las declaraciones ofrecidas por
ellos con las propias manifestaciones de GARCÍA SUELTA durante el allanamiento, de lo cual dio
cuenta el testimonio del agente captor.
Así, aunque los declarantes hicieron referencia a la existencia de otra Diana y de Luis Eduardo, el
Tribunal estimó que eso no desnaturaliza el hecho probado de que las habitaciones donde se
encontraron las sustancias eran de la procesada, tal como ella misma lo reconoció en su testimonio
en juicio oral.
Agregó que, si bien la acusada manifestó que desconocía el contenido de las cajas y de las maletas
porque pertenecían a Luis Eduardo, se trata de una explicación que no resulta razonable porque no
era cualquier cantidad la sustancia incautada, sino que eran 75 kilos de cocaína y marihuana, las
maletas y cajas donde fueron hallados ocupaban un espacio considerable, sumado a que no
resulta lógico que no se haya preocupado por estos objetos que estaban en el apartamento al que
se estaba trasteando.
Entonces, en criterio del Tribunal, quedaron probados los fundamentos fácticos con los cuales se
acusó a DIANA JANNETH GARCÍA SUELTA y, por tanto, se demostró que incurrió en los delitos
objeto de acusación en la modalidad de almacenar, pues se estableció que los elementos eran
guardados por ella en los lugares donde fueron incautados.
LA IMPUGNACIÓN ESPECIAL
El defensor recurrente, en contravía de lo resuelto por el Tribunal, considera que la Fiscalía no
aportó ninguna prueba para demostrar la culpabilidad de la acusada, sino que se limitó a
demostrar la materialidad del delito y la manera como se adelantó la diligencia de allanamiento y
registro.
En este sentido, agrega que no existe ningún medio probatorio que desvirtúe la presunción de
inocencia de la acusada, pues únicamente se cuenta con una declaración de una fuente humana
que no fue llevada al juicio, que quedó rezagada al testimonio de referencia del intendente De La
Hoz.
Asegura que la defensa demostró cómo, de manera «honesta e inocente», una vez encontrados los
estupefacientes, fue la propia acusada la que le manifestó a los policiales que el apartamento que
se construía en el segundo piso era de su propiedad. Además, expone que se acreditó que su
defendida carece de antecedentes judiciales o investigaciones pendientes.
Indica que, erradamente, el Tribunal afirmó que la captura de Diana se realizó porque tanto en el
primero como el segundo piso de donde residía se encontraron elementos estupefacientes,
desconociendo con ello la imputación fáctica, pues solo se le enrostró la incautación de lo hallado
en el apartamento del segundo piso.
En relación con los indicios de responsabilidad que argumentó el Tribunal en la sentencia
impugnada, manifiesta que se olvidó vergonzosamente que en el sistema penal acusatorio no se
puede condenar con indicios, pues solo puede hacerse con las pruebas introducidas en juicio oral.
Resalta que la procesada, tanto en la diligencia de allanamiento como en su testimonio en juicio
oral, siempre reconoció que se trataba de su habitación del primer piso donde compartía vivienda
con su hijo menor y con Luis, tal como lo declararon los demás testigos de descargo, pero, lo
importante allí, es que la habitación era compartida con Luis, a quien la procesada señaló en juicio
oral de ser el propietario del morral en el que se halló la sustancia estupefaciente. Por lo anterior,
en criterio del recurrente, el único reproche que podría hacérsele a la acusada es no haber
revisado las pertenencias de alias Luis.
Respecto de lo afirmado por los testigos de descargo sobre la existencia de otra persona con
nombre Diana en la misma casa, expone que la propia policía judicial declaró que el día del
allanamiento había más personas en la casa, pero que no todas quedaron relacionadas en la
correspondiente acta.
Cuestiona al Tribunal por inferir el dolo de la acusada tan solo porque se trataba de una cantidad
considerable, casi 75 kilos de estupefacientes, que además estaban ocupando bastante espacio,
pues con ello lanzó juicios de valor personales que nunca se trajeron a juicio, lo mismo que
pretender que irrumpiera en la privacidad de Luis para indagar por el contenido de las cajas y
maletas.
Reprocha que los investigadores no se hayan tomado el trabajo de realizar un retrato hablado de
alias Diana, al menos para decirse en juicio que se trataba de la misma persona, ni siquiera
indagaron a fondo sobre sus particularidades morfológicas, limitándose a señalar que se trataba de
una mujer de aproximadamente 165 cm de estatura y de 30 o 35 años de edad, lo que
corresponde a la morfología general de las mujeres colombianas, pero, además, la edad de alias
“Diana” no coincide con la de la acusada, quien para la fecha de los hechos contaba con 41 años de
edad.
Sobre el apartamento del segundo piso, destaca que los policiales dijeron que no contaba con
ninguna seguridad, cualquier persona podría subir, por tanto, la acusada no tenía la posesión ni el
dominio de ese espacio del inmueble, pese a que era ella quien estaba realizando la construcción a
título de propietaria.
INTERVENCIÓN DE NO RECURRENTES
Dentro del traslado previsto en el artículo 183 de la Ley 906 de 2004 para las partes e
intervinientes no recurrentes no se allegó ninguna intervención.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
6.1. Competencia
La Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia es competente para conocer de la
impugnación especial presentada por el defensor de DIANA JANNETH GARCÍA SUELTA, conforme a
lo dispuesto en el numeral 7º del artículo 235 de la Constitución Política, modificado por el Acto
Legislativo 01 de 2018, y las directrices plasmadas en el auto AP1263 del 3 de abril de 2019, dentro
del radicado 54215.
La impugnación especial será analizada siguiendo la lógica propia del recurso de apelación. En
consecuencia, en virtud del principio de limitación, la Sala se concentrará en examinar los aspectos
sobre los cuales el recurrente expresa inconformidad, pero, en caso de ser necesario, se extenderá
a los temas inescindiblemente vinculados al objeto de la censura.
6.2. Delimitación del problema
Corresponde a la Sala definir si, de conformidad con los hechos objeto de acusación y las pruebas
practicadas en la audiencia de juicio oral, concurren los presupuestos necesarios para confirmar la
declaratoria de responsabilidad penal de la acusada como autora de los punibles de tráfico,
fabricación o porte de estupefacientes agravado y destinación ilícita de bienes muebles o
inmuebles; o si, por el contrario, lo procedente es su revocatoria.
Para resolver el anterior problema jurídico, la Sala dividirá la presente parte considerativa en los
siguientes apartados: i) los hechos y conductas punibles objeto de imputación y acusación (6.3.); ii)
la prueba legalmente incorporada al proceso (6.4.); iii) análisis del caso concreto (6.5.).
6.3. Los hechos y conductas punibles objeto de imputación y acusación
Es importante destacar, en primer término, que según lo consignado en el escrito de acusación, las
autoridades de policía se encontraban investigando la existencia de tres inmuebles, prácticamente
contiguos, ubicados en la calle 3ª bis No. 3-21 este, calle 3ª bis No. 3-30 este y carrera 5ª este No.
3A – 45 en la ciudad de Bogotá, en los que se estaría almacenando, comercializando y
distribuyendo sustancias estupefacientes por varias personas.
De acuerdo con la información suministrada por una fuente de la investigación, una de las
personas involucradas sería una mujer que responde al nombre de Diana, encargada de almacenar
las sustancias estupefacientes que posteriormente son llevadas a las diferentes casas de expendios
conocidas como “ollas”.
Es por este motivo que, con cumplimiento de los requisitos legales, se solicitaron y realizaron
diligencias de registro y allanamiento en los referidos inmuebles, encontrando sustancias
estupefacientes en dos de ellos.
En lo que respecta al inmueble involucrado en este caso, en tres de sus habitaciones se hallaron
cerca de setenta y cinco (75) kilos de estupefacientes repartidos entre cocaína y marihuana,
contenidos en bolsas, morrales, maletas y cajas de cartón.
De esas tres habitaciones, dos se encontraban relacionadas directamente con la procesada DIANA
JANNETH GARCÍA SUELTA, una por ser la habitación en la que dormía con su hijo menor de edad, y
otra por ser la habitación de un “apartamento” de su propiedad que se estaba adecuando en el
segundo piso del inmueble.
En el escrito de acusación, la Fiscalía se refirió a estos hechos en los siguientes términos:
(…) a DIANA JANNETH GARCÍA SUELTA se le pregunta sobre la habitación a registrar informando
que pertenece al hijo, se registró y encuentran (1) una bolsa plástica de color negro la cual tiene en
su interior (75) bolsas plásticas transparentes con un logo de un sombrero de duende, pequeñas
bolsas contentivas cada una con sustancia pulverulenta de color beige con características de color
y olor similares al bazuco se procede a incautar, en otra habitación se encuentra una maleta color
negra la cual contiene en su interior (6) envolturas en bolsa plástica contentivas de sustancia
vegetal seca correspondiente a marihuana, y se procede a registrar el apto de la señora DIANA
JANNETH GARCÍA SUELTA, encontrando en una habitación una maleta de color rosado, en donde se
encuentran 8 envolturas selladas con bolsa plástica transparente contentiva cada una de ellas con
sustancia pulverulenta de color blanco correspondiente para cocaína, también se encuentra una
maleta color marrón en cuyo interior se encuentran (42) envolturas selladas con bolsa plástica
transparente contentiva cada una de estas con cocaína, en una caja de cartón de color marrón se
encuentran (64) envolturas de papel carbón contentivas de cocaína, en una caja de cartón de color
marrón en cuyo interior se encuentran (30) envolturas de papel carbón contentivas cada una de
estas de sustancia pulverulenta de cocaína, por esto se procede a capturar en situación de
flagrancia a GARCÍA SUELTA (…)
Enseguida enlistó los resultados de la experticia técnica realizada sobre las sustancias incautadas a
la acusada, confirmando que se trataba de cocaína y sus derivados y canabinol y sus derivados, en
una cantidad total cercana a los 75.000 gramos.
Por estos hechos, en la audiencia de formulación de acusación, la Fiscalía le atribuyó a la acusada
el delito de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes agravado, en concurso heterogéneo con
destinación ilícita de bienes muebles o inmuebles, previstos en los artículos 376 inciso 1º, 384
numeral 3º y 377 de la Ley 599 de 2000.
En relación con la específica modalidad de la conducta típica imputada, la Fiscalía precisó que el
verbo rector era almacenar y vender (art. 376), y almacenar (art. 377), que se atribuían en calidad
de autora.
Aunque no se presenta ningún reparo al respecto, es pertinente recordar que el concurso efectivo
de esos delitos es jurídicamente viable, como de antaño lo tiene establecido la jurisprudencia de
esta Corporación.
6.4. La prueba legalmente incorporada al proceso
En la audiencia de juicio oral, la actividad probatoria de las partes se concretó en la incorporación
de tres estipulaciones probatorias, la práctica de tres testimonios de cargo y cuatro testimonios de
descargo, incluyendo la declaración de la acusada que renunció a su derecho a guardar silencio.
Por vía de estipulación de las partes, además de la plena identidad de la procesada, se declararon
probados los siguientes hechos:
(i) Que en el allanamiento realizado el 26 de junio de 2016 al inmueble ubicado en la calle 3ª bis 321 este, fue hallada sustancia estupefaciente, lo que se respaldó con el informe de campo FPJ-11
de junio 26 de 2016, a través del cual se realizó la fijación fotográfica de la sustancia incautada.
(ii) Que el peso y la naturaleza de la sustancia encontrada es el siguiente:
Una bolsa negra con 75 bolsitas con contenido positivo para cocaína con peso neto de 44 gramos.
Una maleta negra con 6 envolturas con contenido positivo para cocaína con peso neto de 2.502
gramos. Un bolso rosado con 8 bolsitas con contenido positivo para marihuana con peso neto de
7.660 gramos. Una maleta marrón con contenido positivo para cocaína con peso neto de 41.800
gramos. Una caja de cartón con 64 envolturas con contenido positivo para marihuana con peso
neto de 14.250 gramos. Una caja de cartón con 38 envolturas con contenido positivo para cocaína
con peso neto de 9.100 gramos.
Esta estipulación se respaldó con la prueba de identificación preliminar homologada de 26 y 27 de
junio de 2016, y con el informe químico definitivo de 22 de septiembre de 2016.
(iii) La mismidad de la sustancia incautada, lo que se soportó con la fijación fotográfica y el
respectivo álbum de las sustancias incautadas, el cual hace parte del informe de 26 de junio de
2016.
A instancia de la Fiscalía se practicaron los testimonios del intendente Sandro Gómez Palma, el
patrullero Richard Steven De La Hoz y el intendente Leonidas Guisao Gómez.
El intendente Sandro Gómez Palma declaró que apoyó la diligencia de allanamiento, que ubicaron
a todas las personas que se encontraban en el inmueble en un patio y que se les fue preguntando
quiénes eran los responsables de cada habitación. En la habitación que registró no encontró
sustancias estupefacientes. Escuchó cuando el patrullero líder informó que se encontraron
elementos en otra habitación y que se capturó a una mujer. Durante el contrainterrogatorio,
contestó que no sabía exactamente en donde encontraron la droga y que había cerca de cinco
personas en el inmueble.
En la misma sesión de audiencia declaró el intendente Leonidas Guisao Gómez, quien se limitó a
informar que apoyó el procedimiento de allanamiento, que registró una habitación ubicada en el
primer piso sin hallazgo de estupefacientes y que se produjo una captura.
El patrullero Richard Steven De La Hoz Hernández, líder de la investigación, declaró que le solicitó a
la Fiscalía la realización de un allanamiento porque una fuente se acercó a las oficinas de la SIJIN
para entregar información sobre unos inmuebles dedicados al expendio de estupefacientes.
Realizada la entrevista de rigor con la fuente no formal, procedieron a realizar labores de
vecindario para verificar la información, pero las personas no querían entregar sus datos
personales.
Declaró que la fuente le informó que la venta en el inmueble que le fue asignado estaba a cargo de
Luis y Diana, que sacaban la droga para las ollas de distribución. El día del allanamiento, como se
trataba de un inmueble con varias habitaciones en el que vivían los miembros de una familia,
realizaron el registro con cada persona a la que le pertenecía cada habitación.
Informó que en la habitación que le dijeron que era del hijo de Diana encontraron una maleta
colgada en la pared con varias bolsas contentivas de estupefacientes, no pudieron identificar al hijo
porque no se encontraba en la casa. Luego, en el segundo piso, como en un apartamento pequeño,
subieron con Diana y en la primera habitación encontraron varios bolsos, uno rosado con cocaína,
maletas grandes con envolturas con cocaína y también cajas con contenido de estupefacientes.
El declarante señaló que no existían seguridades en las cajas, que ahí no más estaban las bolsas
selladas y que era mucha la cantidad que se encontraba en ellas, y que se sentía el olor apenas
ingresaron a la habitación.
En desarrollo del contrainterrogatorio, el testigo contestó que no se realizaron retratos hablados
de Luis o de Diana, solo se obtuvieron sus características físicas. Que en el acta de allanamiento se
involucraron todas las personas que se encontraban en la vivienda y que las cajas no estaban
ocultas. Respondió, además, que la acusada le manifestó que se estaba trasteando a la habitación
del segundo piso en la que se encontraron los estupefacientes y que había una cama, un televisor,
un armario y las maletas en desorden.
Ante pregunta de la representante del Ministerio Público, el testigo informó que la procesada le
manifestó que le estaba guardando eso a unas personas.
A instancia de la defensa se practicaron los testimonios de Óscar Guillermo García Suelta, Sandra
Janeth García Rodríguez, Marlen García Suelta y DIANA JANNETH GARCÍA SUELTA.
Óscar Guillermo García Suelta, hermano de la acusada, declaró que el día del allanamiento estaban
todos reunidos en la casa de la mamá, que había unas 15 o 20 personas en total. Introdujo que ahí
estaba “la otra Diana”, a la que la mamá le daba posada, que ella iba intermitentemente porque es
consumidora. Respecto de Luis Eduardo Arias Naranjo informó que lo conoce porque es como de la
familia, prácticamente su mamá lo crio y, para la época de los hechos, tanto Luis Eduardo como “la
otra Diana” se estaban quedando en la casa. Explicó que, aunque su hermana tenía habitación en
el primer piso, le estaba construyendo dos alcobas en el segundo porque eso era de ella. Agregó
que aparte de él y su hermana Diana por allá no subía nadie más, pero que eso mantenía sin llave.
Durante el contrainterrogatorio, ante pregunta de la fiscal sobre esa última afirmación, el testigo
agregó que para ese momento ya había dejado la construcción porque a la hermana se le había
acabado la plata, por lo que realmente no sabía quién más entraba por allá.
Ante pregunta del Juez de Conocimiento, el testigo informó que para esos días estaba en la casa la
otra persona con el mismo nombre, Diana Paola, pero que no recordaba el apellido.
Sandra Janeth García Rodríguez, prima de la acusada, informó que DIANA JANNETH GARCÍA
SUELTA se iba a pasar para el segundo piso, se estaba trasteando, pero que Luis Eduardo tenía llave
de la casa y también entraba al segundo piso. Declaró que la acusada dormía en el primer piso,
que no se alcanzó a pasar, y que las maletas eran de Luis Eduardo porque un día la estaba
buscando a ella para que se las guardara en la casa. Explicó que Diana Paola García a veces se
queda en la casa, que la abuelita la crio, pero que ella consume y desde el día del allanamiento no
ha vuelto a aparecer, que se la pasaba con Luis Eduardo y para el día de los hechos llevaba
aproximadamente una semana en la casa.
Expuso que Luis Eduardo era el que más tenía acceso al segundo piso porque tenía llaves de la
puerta de entrada y de la puerta de arriba. Ante pregunta del mismo defensor sobre si el segundo
piso tenía o no una puerta de ingreso, la testigo contestó que el segundo piso no tenía puertas,
que Luis Eduardo solo tenía llaves de la entrada, pero podía acceder al segundo piso donde
estaban las cajas y las maletas.
En desarrollo del contrainterrogatorio, la testigo contestó que los hijos de la acusada tenían 21 y 16
años de edad, pero que ella «sacó» al hijo mayor para darle posada a Luis Eduardo en su
habitación porque son como familia. Dijo que en la casa no había inquilinos, salvo Luis Eduardo y
Diana Paola, y que su prima hasta ahora estaba pasando sus cosas para el segundo piso donde
encontraron los estupefacientes.
Ante preguntas del Ministerio Público, sobre cómo era posible que subieran al segundo piso a
tomar tinto con la acusada, contestó que allá era más amplio y que ya le estaban ayudando a subir
la ropa. Precisó que fue en la habitación donde dormían su prima DIANA JANNETH, el hijo menor y
Luis Eduardo, que encontraron el morral con las papeletas. Respecto de Diana Paola García,
informó que dormía en un cuarto de atrás y que estaba presente el día del allanamiento pero que
no le tomaron sus datos.
Marlen García Suelta, hermana de la acusada, declaró que Diana Paola García se estaba quedando
en la casa para la época de los hechos, que es una persona indigente, pero que la mamá la crio
desde que tenía 8 meses de edad. Afirmó que ella se iba y volvía, que es consumidora y desde el
día del allanamiento no volvió a aparecer.
Aseguró que el apartamento del segundo piso estaba en obra negra, pero que permitían que Diana
Paola García se quedara ahí. Respecto de las maletas encontradas expuso que un día vio a Luis
Eduardo con ellas queriendo entrar donde una sobrina, pero que como ella no estaba, entonces
ingresó a la casa derecho para el segundo piso a dejarlas allá en el apartamento de la hermana.
Agregó que ese día también vio cuando Diana Paola García lo acompañó hasta el segundo piso.
Finalmente, aseveró que las maletas que entró Luis Eduardo a la casa son las mismas que fueron
incautadas por la policía.
En desarrollo del contrainterrogatorio, la testigo contestó que para el día de los hechos Diana Paola
García se estaba quedando en el apartamento del segundo piso. Sobre las cajas halladas con
estupefacientes, explicó que Luis Eduardo las tuvo guardadas en su sala, pero que un día, cuando
su hija le solicitó que entregara las llaves de esa sala, Luis Eduardo le dijo que primero sacaría unas
cosas -que eran las cajas- y, entonces, las subió al apartamento del segundo piso donde ya se
encontraban las maletas.
Sobre su aseveración de que el apartamento estaba en obra negra, contestó que el segundo piso
donde aparecieron los estupefacientes no estaba habitable, pero que allí se quedaba Diana Paola
porque igual vivía en la calle y eso no le afectaba.
Frente a pregunta del Juez de Conocimiento, la testigo contestó que tres o cuatro días antes de los
hechos vio a Luis Eduardo con las maletas, pero que el día del allanamiento él no se encontraba en
la casa, motivo por el cual no habló ni denunció al respecto.
DIANA JANNETH GARCÍA SUELTA, en condición de procesada, declaró que ni Luis Eduardo ni Diana
Paola se han aparecido para poner la cara, que desde el día del allanamiento ninguno de los dos
volvió a aparecer.
Expuso que no conocía la existencia de las maletas en el segundo piso, ni mucho menos su
contenido. Sobre el morral que fue encontrado colgado en la pared de su habitación, indicó que
pertenecía a Luis Eduardo porque dormía en la cama que se encontraba ahí.
Ante pregunta del Ministerio Público, contestó que Diana Paola dormía en una habitación que
quedaba debajo de su apartamento, no donde se encontraron las maletas; y que durante la
semana previa a la ocurrencia de los hechos no subió al segundo piso, por ello no sabía que esos
objetos estaban arriba.
6.5. Análisis del caso concreto
Con fundamento en el anterior recuento probatorio, la Sala, se anticipa, no accederá a la
pretensión del impugnante y confirmará la decisión del Tribunal Superior de Bogotá, puesto que
las pruebas practicadas demuestran más allá de toda duda razonable la ocurrencia de los ilícitos y
la responsabilidad penal de la acusada en ellos.
La Fiscalía, se reitera, acusó a DIANA JANNETH GARCÍA SUELTA como autora de los delitos
contemplados en los artículos 376 y 377 del Código Penal, por almacenar sustancias
estupefacientes en el inmueble de su residencia.
Mediante las estipulaciones probatorias quedó plenamente demostrado que el día 26 de junio de
2016, en el inmueble ubicado en la calle 3ª bis 3-21 este, de la ciudad de Bogotá, funcionarios de la
SIJIN en ejecución de un operativo de allanamiento y registro encontraron una cantidad
equivalente a 75 kilos de estupefacientes, repartidos entre cocaína, marihuana y sus derivados, en
las condiciones expuestas en el numeral anterior.
Con el testimonio de Richard Steven De La Hoz, funcionario encargado de liderar la investigación,
se acreditó que el allanamiento de este inmueble no provino del azar, sino que, por información
recibida en las oficinas de la SIJIN, se tuvo conocimiento de la existencia de unos inmuebles en los
que se estaban almacenando sustancias estupefacientes con fines de distribución y venta al
menudeo.
En lo que respecta al inmueble cuyo allanamiento y registro le correspondió, el testigo declaró que
la fuente no formal le manifestó que las personas encargadas del almacenamiento de los
estupefacientes respondían a los nombres de “Luis” y “Diana”.
Lo anterior, por supuesto, no significa que el informante cuyo nombre se desconoce sea testigo
dentro de esta actuación procesal. Tampoco que sus aseveraciones puedan ser tenidas en cuenta
como prueba de referencia, incorporadas a través del testimonio del funcionario que lo escuchó en
entrevista, pues nada de ello fue solicitado en los términos y oportunidades previstas en la Ley.
Por ello, contrario a lo sostenido erróneamente por el recurrente, no es cierto que el Tribunal para
declarar la responsabilidad penal de la acusada haya tenido en cuenta lo aseverado por fuera del
juicio oral por una fuente humana no identificada.
Con el testimonio de Richard Steven De La Hoz no se está acreditando la veracidad de lo declarado
por fuera de juicio oral por una fuente cuya identidad se desconoce; cosa diferente es que se
demuestren los motivos que originaron el allanamiento a ese inmueble en particular y, sobre todo,
las razones por las cuales los investigadores contaban con algunos nombres que eventualmente
podrían resultar involucrados en el operativo, como efectivamente sucedió.
En este sentido, con el testimonio del funcionario líder de la investigación se pudo acreditar, sin
duda alguna, que en tres de las habitaciones del inmueble sorpresivamente registrado se encontró
una considerable cantidad de estupefacientes almacenados, equivalentes a 75 kilos de cocaína y
marihuana.
En lo que respecta individualmente a la acusada, que resultó responder al nombre de DIANA
JANNETH GARCÍA SUELTA, con el mismo declarante y con las pruebas de descargo, quedó
plenamente demostrado que dos de las tres habitaciones en las que se hallaron las sustancias
estupefacientes estaban directamente relacionadas con ella, así: (i) una habitación ubicada en el
primer piso del inmueble, en la que se manifestó que pernoctaba con su hijo menor de edad, en
donde se encontró una bolsa negra con 75 bolsitas con cocaína en cantidad de 44 gramos; y (ii)
una habitación en una especie de apartamento de su propiedad, ubicado en el segundo piso del
inmueble, en donde se encontró una maleta negra con seis envolturas con cocaína en cantidad de
2.502 gramos, un bolso rosado con 8 bolsitas con marihuana en cantidad de 7.660 gramos, una
maleta marrón con cocaína en cantidad de 41.800 gramos, una caja de cartón con 64 envolturas
con marihuana en cantidad de 14.250 gramos y una caja de cartón con 38 envolturas con cocaína
en cantidad de 9.100 gramos.
Con base en la prueba recaudada se puede concluir, sin incertidumbre alguna, que la acusada
DIANA JANNETH GARCÍA SUELTA fue sorprendida en su residencia almacenando ilícitamente
sustancias estupefacientes en cantidad cercana a los 75.000 gramos.
El recurrente censura que el Tribunal, para edificar la responsabilidad penal de la procesada y el
conocimiento que tenía de la existencia de los estupefacientes almacenados, haya acudido a
indicios y a la cantidad de las sustancias incautadas, así como a la forma en la que se encontraban
dispuestos en las habitaciones en las que fueron hallados, lo que calificó como juicios de valor
personales.
Sobre lo primero basta con señalar, como reiteradamente lo ha sostenido la jurisprudencia de esta
Corporación, que la construcción de indicios o inferencias lógicas por parte del juzgador de
ninguna manera se encuentra prohibido en la dinámica probatoria de la Ley 906 de 2004.
Y sobre lo segundo, resulta suficiente con recordar que la cantidad de estupefacientes encontrados
y la mismidad de lo incautado, con sus respectivos soportes fotográficos, fue objeto de
estipulación probatoria debidamente incorporada durante el juicio oral.
De esta manera, la Sala coincide con el Tribunal cuando considera que, si bien la acusada manifestó
que desconocía el contenido de las cajas y las maletas que según su dicho pertenecían a un tercero
de nombre Luis Eduardo, lo cierto es que se trata de una explicación inverosímil, no razonable,
puesto que las sustancias estupefacientes incautadas se acercaban a los 75.000 gramos y se
encontraron en bolsos, cajas y maletas a la vista de la acusada en sus propias dependencias y/o
lugares de habitación.
Ahora bien, no se puede perder de vista que el patrullero Richard Steven De La Hoz declaró que las
cajas no tenían seguridades, que ahí no más se encontraban las bolsas selladas y que era mucha la
cantidad que se encontraba en ellas, pero, adicionalmente, que percibieron el olor de los
estupefacientes apenas ingresaron a la habitación, lo que, teniendo en cuenta la cantidad y
naturaleza de la sustancia incautada no resulta inverosímil.
Con todo lo anterior, para la Sala no solamente se encuentra acreditado que la acusada
almacenaba en su residencia una gran cantidad de sustancias estupefacientes, sino que, además,
conocía perfectamente estos hechos y quería su realización, lo que se corresponde con el actuar
doloso que le fue imputado.
Entonces, contrario a lo sostenido por el impugnante, no corresponde a la verdad su afirmación de
que no se aportó prueba alguna para demostrar la “culpabilidad de la acusada” -refiriéndose en
realidad a la modalidad del tipo subjetivo-, pues, además de demostrarse con suficiencia el
almacenamiento de las sustancias estupefacientes en la habitación de la procesada capturada en
flagrancia, se acreditó con la prueba incorporada -y con la construcción de las inferencias lógicas
que de ella derivan-, que no resultaba siquiera razonable que desconociera su existencia.
Como hipótesis alternativa, la defensa se empeñó en demostrar con sus testigos lo siguiente: (i)
que toda la sustancia incautada en el inmueble pertenecía a una persona que responde al nombre
de Luis Eduardo Arias Naranjo, sujeto que no se encontraba presente para el día del allanamiento y
que desde ese día desapareció sin conocerse su paradero; y (ii) que en ese inmueble también
pernoctaba intermitentemente una mujer que responde al nombre de Diana Paola García, persona
que sí se encontraba presente para el día del allanamiento, pero que no quedó registrada en la
respectiva acta. Y al igual que sucedió con Luis Eduardo, desde el día del allanamiento desapareció
sin conocerse su paradero.
En el fallo impugnado, el Tribunal estimó que a los testigos de descargo se les notó una clara
intención de favorecer a la procesada, pues se advirtieron diversas inconsistencias entre lo
declarado por ellos y lo manifestado por la propia procesada durante la diligencia de allanamiento,
de lo que dio cuenta el funcionario captor.
La Sala, en el mismo sentido de lo estimado por el Tribunal, considera que se trata de coartadas
que no cuentan con mayor respaldo probatorio, pero que, lo más trascendente, es que no ponen
en duda el fundamento fáctico de la acusación y la responsabilidad penal de la acusada por
almacenar en su habitación una gran cantidad de estupefacientes, empacados en condiciones que
sugieren sin dificultad alguna su futura venta o distribución.
La hipotética existencia de otra persona de nombre Diana Paola García, indigente, consumidora de
droga, que esporádicamente residía en el inmueble allanado, que se encontraba presente el día de
los hechos pero que no quedó registrada en el acta, tal como lo declaran los testigos de descargo,
en nada desvirtúa los hechos acreditados en relación con la acusada DIANA JANNETH GARCÍA
SUELTA, pues ninguno de los cerca de 75.000 gramos de cocaína y marihuana incautados en el
inmueble le fueron hallados en su poder, ni existe evidencia de que el día de los hechos se le haya
registrado habitación alguna.
Ahora bien, lo que sí resulta evidente es que los testigos de descargo, hermanos y primos de la
acusada, seguramente con la finalidad de incriminar a una persona desconocida para el proceso,
pretenden a toda costa ubicarla en cercanías del apartamento en el que fueron incautados la
mayor cantidad de estupefacientes, incurriendo en inconsistencias que minan su credibilidad.
Así, aunque todos declararon que Diana Paola García sin ser familiar residía en el inmueble por
temporadas y que «iba y venía», la testigo Marlen García Suelta, hermana de la acusada, declaró
que a ella la dejaban residir en el apartamento donde incautaron la droga porque, a pesar de estar
supuestamente en obra negra, estaba acostumbrada a vivir en la calle y por eso no le afectaba.
No obstante, Sandra Janeth García Rodríguez, prima de la acusada, e incluso la misma procesada,
declararon que Diana Paola García residía en el primer piso en la parte de atrás del inmueble, es
decir, en lugar diferente a la habitación en la que se llevó a cabo la incautación del objeto material
del ilícito.
De la misma manera, con el ánimo de exculpar a la acusada, las declarantes Marlen García Suelta y
Sandra Janeth García Rodríguez manifestaron que las sustancias incautadas pertenecían a una
persona que también residía desde hacía poco tiempo en el inmueble, que era prácticamente un
familiar, que no era compañero sentimental de la acusada, pero que residía en la misma habitación
de ella con su hijo menor de edad, de nombre Luis Eduardo Arias Naranjo; lo que no cuenta con
mayores elementos de corroboración.
Sandra Janeth García Rodríguez, prima de la procesada que reside en otro inmueble contiguo, se
limitó a manifestar que tuvo conocimiento de que Luis Eduardo la estuvo buscando para «meterle»
esas maletas en su casa, pero que no pudo hacerlo porque ella no estaba, aunque nunca supo
nada sobre el contenido de las mismas. Manifestación que resulta poco creíble, cuando la misma
testigo declaró que Luis Eduardo tenía llaves del inmueble en el que residía y que tenía acceso libre
al apartamento del segundo piso en el que finalmente se hallaron los estupefacientes; luego, no se
entiende por qué razón habría de pretender su inmueble para guardar únicamente las maletas que
asevera eran las mismas que posteriormente fueron incautadas.
Marlen García Suelta, hermana de la acusada, quien claramente faltó a la verdad sobre la supuesta
habitación de residencia temporal de Diana Paola García, ubicándola en el interior del
apartamento en el que fueron encontradas las sustancias estupefacientes, respecto de las maletas
manifestó que un día vio a Luis Eduardo en la calle con ellas queriendo entrar donde una sobrina,
pero que como ella no estaba, entonces las ingresó a la casa derecho para el segundo piso a
dejarlas en el apartamento de su hermana Diana.
Sin advertir lo inverosímil que resultaría su testimonio, pues todos los testigos declararon que el
apartamento de la acusada se ubicaba en la parte de atrás del inmueble, añadió que también pudo
ver cuando Diana Paola García lo acompañó hasta el segundo piso, donde según ella residía.
Y como su declaración aparentemente resolvía el problema de las maletas, pero no el de las
diferentes cajas que fueron halladas, durante el contrainterrogatorio explicó que Luis Eduardo las
tuvo guardadas en una sala de su propiedad dentro del mismo inmueble, pero que un día, cuando
su hija le solicitó que les entregara las llaves de esa sala, Luis Eduardo le dijo que primero sacaría
unas cosas -que eran las cajas-, y entonces, las subió al apartamento del segundo piso donde
previamente se encontraban las maletas.
La Sala encuentra que estos relatos carecen de elementos de corroboración e incluso, como se
anotó, tienen una naturaleza inverosímil. De hecho, aparte de lo referido por los testigos de
descargo, no se incorporó ninguna evidencia material que corrobore la presencia en el inmueble
de las personas que mencionaron para exculpar a la procesada.
Finalmente, respecto de lo afirmado por el recurrente sobre que la Fiscalía no solicitó condena por
el delito de destinación ilícita de muebles o inmuebles, es suficiente con señalar que, confrontada
la actuación, la representante de la Fiscalía solicitó condena por los delitos que fueron objeto de
acusación, o sea, tráfico, fabricación o porte de estupefacientes y destinación ilícita de muebles o
inmuebles; atribución que se mantuvo sin modificaciones desde la audiencia de formulación de
imputación.
Por todo lo anterior, la sentencia condenatoria proferida por primera vez en segunda instancia será
confirmada.
7. Conclusión
De conformidad con los hechos objeto de acusación y las pruebas practicadas en la audiencia de
juicio oral, la Sala declara que concurren los presupuestos necesarios para confirmar la declaratoria
de responsabilidad penal de la acusada como autora de los punibles de tráfico, fabricación o porte
de estupefacientes agravado y destinación ilícita de bienes muebles o inmuebles y, en
consecuencia, declarará que debe sostenerse la condena impuesta a la procesada.
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,
RESUELVE:
Primero: CONFIRMAR la sentencia impugnada proferida por la Sala de Decisión Penal del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá el 24 de julio de 2019, mediante la cual condenó a DIANA
JANNETH GARCÍA SUELTA como autora de los punibles de tráfico, fabricación o porte de
estupefacientes agravado y destinación ilícita de bienes muebles o inmuebles, en la modalidad de
almacenar.
Segundo: INFORMAR que contra esta decisión no procede recurso alguno.
Notifíquese, cúmplase y devuélvase la actuación al tribunal de origen.
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