Subido por Jimena Valentina Difilippo Jimenez

Anorexia Nerviosa

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Jimena Valentina Di Filippo Jiménez
Sharyt Natalia Gómez Cárdenas
Laura Camila Martínez Rojas
Juan Manuel Mora Romero
La influencia de la anorexia nerviosa en el autoestima de adolescentes de 16 a 18 años:
Analizando cómo la enfermedad afecta la autopercepción, imagen corporal y el desarrollo
de dismorfia corporal.
Métodos Cuantitativos II
Introducción
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) comprende a los
trastornos de la conducta alimentaria (TCA) como una “alteración persistente en la alimentación
o en el comportamiento relacionado con la alimentación que lleva a una alteración en el consumo
o en la absorción de los alimentos y que causa un deterioro significativo de la salud física o del
funcionamiento psicosocial” (American Psychiatric Association, 2013). Estos trastornos o
enfermedades de la salud mental pueden ser ocasionados por una diversidad de factores y su
afectación mayoritariamente suele verse reflejada en adolescentes y mujeres (López C &
Treasure, 2011).
La anorexia nerviosa se reconoce como uno de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA)
más frecuentes, especialmente en la población adolescente (Salazar,2019), la cual se ve
principalmente afectada debido a la constante exposición a la que se ven inmersos por los medios
de comunicación digital e impresa, redes sociales, empresas de moda, belleza u otros. En años
recientes se han realizado diversos estudios que constatan el papel que estos factores han
tomado en la creación personal de diversos aspectos vitales en un adolescente,como se refleja
en el estudio Snaps, Selfies, and Shares: How Three Popular Social Media Platforms Contribute
to the Sociocultural Model of Disordered Eating Among Young Women en el que se constata
como el uso de Instagram se ha relacionado con el posible desarrollo de algún TCA,
siendo una plataforma donde las presiones socioculturales a favor de la delgadez y la
internalización del ideal de belleza se ven reflejadas, dando lugar a la posible comparación
social entre usuarios (Saunders y Eaton,2018).
De igual forma, como explica Sturman y Moghaddam (2011), la adolescencia es una etapa en la
cual se está realizando un sondeo ambiental de los círculos sociales, esta etapa es donde el
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adolescente descubre, explora y evidencia sucesos en los cuales va teniendo momentos de
aprendizaje para formar una adultez,hemos de reconocer este período como una de gran
fragilidad frente a que se está construyendo la percepción de su propio cuerpo y la creación de
una identidad de sí mismo.
El estudio de la anorexia es trascendental ya que como constata el boletín de salud mental
número 4 del Ministerio de Salud (2018), en Colombia, entre los años 2009 y 2017, 38,896
personas de 0 a 19 años recibieron tratamiento por anorexia, con un promedio anual de 4,322
pacientes, de estos 60.8% de ellos eran mujeres. Datos que no han de ser tomados a la ligera
pues este es unos de los trastornos psiquiátricos con mayor grado de mortalidad, afectando
aproximadamente al 6.5% de la población general (Tabares, 2020).
Más sin embargo, el estudio de la anorexia nerviosa en sí es conflictiva pues su etiología no se
limita a factores fisiológicos o genéticos, puesto que también están inmersos factores sociales y
psicológicos siendo así que Álvarez (2018) define la etiología de la anorexia nerviosa como de
carácter multifactorial donde los aspectos psicológicos, biológicos y socioculturales interaccionan
entre sí, dando lugar a la vulnerabilidad de cada persona a desarrollar la enfermedad. Estos
factores pueden surgir como predisposición a que la persona desarrolle el trastorno o precipite
su aparición, incluso llegando a actuar como mantenedores durante su desarrollo; el
conocimiento de estos factores es fundamental puesto que el análisis de cada una de las
variables causantes del trastorno sobre las que se fundamenta la evaluación y diagnóstico
posterior de la anorexia determinará el camino adecuado al que debe dirigirse su intervención;
así reconocemos que conceptos como la autoestima, autopercepción, la imagen corporal y la
alteración de la imagen corporal o dismorfia como factores esenciales en el entendimiento del
trastorno.
La autoestima forma parte fundamental en la manera en que un individuo se percibe a sí mismo,
lo cual se puede ver evidenciado en el Modelo Teórico del autoestima planteada por Stanley
Coopersmmith desarrollada en la década de 1960 que nos muestra una amplia perspectiva
integrada respecto a cómo se desarrolla y se mantiene el autoestima en las personas.
Coopersmith definió el autoestima como aquella evaluación que hacemos sobre nosotros
mismos, y esta valoración puede ocasionar una actitud de rechazo o de aceptación hacia uno
mismo, afectando la manera en que no valoramos y percibimos en distintos aspectos
(Coopersmith, 1967).
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Dentro de su marco teórico, Coopersmith plantea cuatro dimensiones del autoestima en 1976
que Castillo Falla, Echavarría Aristizabal , & Vanegas Carretero (2022) describen de la siguiente
manera: autoestima personal, que consiste en cómo un individuo se valora a sí mismo, las
cualidades que se atribuye y su autoimagen; el autoestima social consiste en la evaluación
constante que realiza el individuo respecto a sus interacciones en los grupos sociales a los que
pertenece; el autoestima familiar, consiste en cómo la persona evalúa su valor por medio de sus
interacciones y el apoyo que recibe de su familia, fortaleciendo así su percepción de desempeño
dentro de este grupo; y por último, el autoestima académica, la cual es aquella valoración que
hace el individuo respecto a su desempeño en el ámbito académico, teniendo en cuenta lo que
recibe como resultado de su comportamiento en este contexto.
La teoría cognitiva de las obsesiones de Rachman proporciona un marco útil para entender la
dismorfia corporal, dado que explica cómo los pensamientos intrusivos pueden convertirse en
obsesiones debido a interpretaciones erróneas catastróficas. Según Rachman, estos
pensamientos intrusivos se perciben erróneamente como eventos personales significativos y
amenazantes, llevando a su sobrevaloración (Leal, 2012). En el contexto de la dismorfia corporal,
este mecanismo se manifiesta en preocupaciones obsesivas sobre defectos físicos que son
mínimos o imperceptibles para los demás, afectando la autoestima del individuo (American
Psychiatric Association, 2013). La investigación de Dipré Ortiz y Font Peláez (2022) también
resalta cómo las influencias externas, como los filtros en redes sociales, pueden intensificar estas
preocupaciones al promover estándares de belleza poco realistas. Este conocimiento sugiere
que el tratamiento de la dismorfia corporal debe considerar no sólo los pensamientos intrusivos,
sino también las influencias externas que contribuyen a estas obsesiones, ayudando a los
individuos a reevaluar y reducir la importancia que otorgan a sus defectos percibidos (Dipré Ortiz
& Font Peláez, 2022; Leal, 2012).
La autopercepción es un concepto relevante dentro de la psicología del desarrollo,
específicamente en la adolescencia, una etapa en la cual la persona presenta cambios tanto
físicos como emocionales. Según Ortega (2010), la autopercepción es un logro que se desarrolla
a través del crecimiento y las experiencias. A medida que el individuo madura, aprende a
reconocer cómo están integradas las diferentes partes de su cuerpo y a diferenciar lo que es
intrínseco a él de lo que no lo es. Este proceso incluye no sólo la percepción física, sino también
la manera en que otros interactúan con el individuo y cómo él mismo influye en esas
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interacciones. Con el tiempo, el adolescente adquiere la capacidad de observarse a sí mismo y
de reflexionar sobre su conducta en relación con los demás, lo que culmina en una conciencia
compleja del yo (Ortega, 2010, citado en Quiroz Ríos, 2015).
Igualmente, la imagen corporal es un tema directamente conectado con el riesgo de padecer un
Trastorno de conducta alimentaria pues este concepto abarca gran conexión con la compleja
etiología que está inmersa en la anorexia nerviosa, según Thompson (1996) citado en Torres
(2017) existen 3 componentes de la imagen corporal: a) el perceptivo, relacionado a tamaño y
forma corporal; b) el cognitivo-afectivo, alusivo a la evaluación del cuerpo, por la que se obtiene
satisfacción, preocupación, ansiedad; y c) el comportamental, que permite asumir ciertas
conductas o evitar otras como mirarse al espejo. Así mismo explica que la distorsión de la imagen
corporal existe cuando la representación mental del cuerpo no coincide con el cuerpo que está
siendo representado viéndose reflejado en los postulados de Mesenes et al. (2008), este
relacionaba a la imagen corporal como un elemento del auto concepto que incide en la vida
misma de la persona, no sólo físicamente sino integralmente, ya que puede acarrear desde
desórdenes alimentarios hasta trastornos, alteración e insatisfacción corporal, dismorfia corporal
y distorsión perceptiva corporal.
La anorexia nerviosa tiene un gran impacto en la autoestima de los adolescentes, lo cual provoca
una afectación en las cuatro dimensiones del autoestima planteadas por Coopersmith en 1976:
autoestima personal, social, familiar y académica. La fijación por la delgadez y una imágen
corporal distorsionada son unas de las características principales de la anorexia, y estas operan
como detonantes para el autoestima personal, ya que esto conlleva a que los adolescentes
desarrollen una autopercepción errónea y negativa que se encuentra basada en estándares
irreales. Esta percepción errónea se agrava a nivel social debido a que la presión por el peso, la
apariencia y demás factores pueden ocasionar que el adolescente se aisle como consecuencia
del temor a sentirse juzgados o incluso rechazados, afectando de esta manera su autoestima
social.
En cuanto al contexto familiar, el apoyo que reciben estos adolescentes es algo crucial; el estar
en un entorno comprensivo puede ser de utilidad para que se diagnostique a tiempo el trastorno
e incluso para que se dé un tratamiento adecuado del mismo, pero por el contrario, un entorno
hostil y poco comprensivo puede llevar a que su autoestima se fragmente aún más. Por último,
el rendimiento académico de los adolescentes con anorexia se puede ver afectado debido a la
malnutrición y el estrés asociado con el trastorno, lo que puede provocar una disminución en el
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autoestima académica ya que pueden sentirse incapaces de cumplir con las expectativas en este
ámbito.
La influencia de la anorexia nerviosa en la autoestima de los adolescentes puede entenderse a
través de la teoría cognitiva de las obsesiones de Rachman (2003), la cual nos sugiere que las
obsesiones se desarrollan cuando los pensamientos intrusivos son interpretados de manera
errónea y catastrófica. Los adolescentes que padecen anorexia nerviosa pueden experimentar
pensamientos intrusivos sobre su peso o apariencia corporal que interpretan como indicadores
de falta de valor, estos pensamientos son interpretados como amenazas significativas que
requieren una acción inmediata y extrema, como la restricción alimentaria o el ejercicio
compulsivo.
Esto genera un ciclo en el que la obsesión por la delgadez se refuerza constantemente,
agravando la dismorfia corporal y llevando a una disminución de la autoestima. La presión social
y los ideales de belleza impuestos por los medios de comunicación refuerzan estas creencias
erróneas, contribuyendo a la continuidad de la enfermedad. La teoría de Rachman, por lo tanto,
ofrece un marco para comprender cómo la anorexia nerviosa afecta la autoestima al transformar
pensamientos intrusivos sobre la apariencia en obsesiones, impactando negativamente en la
autopercepción y en el desarrollo de la identidad durante la adolescencia. Esta interpretación
errónea de los pensamientos sobre la apariencia física como amenazas importantes promueve
comportamientos autodestructivos y refuerza una imagen corporal negativa, perpetuando así el
ciclo de baja autoestima y malestar emocional en los adolescentes afectados.
Desde la teoría de la autopercepción la presencia de anorexia nerviosa puede ocasionar una
distorsión grave en cuanto a cómo un adolescente percibe su propio cuerpo. Características
principales de este trastorno como la obsesión por ser de contextura delgada y el miedo extremo
a ganar peso, alteran de manera significativa la autopercepción corporal. Siguiendo la idea de
Ortega (2010), la autopercepción es construida mediante experiencias e interacciones sociales.
Aun así, relacionándolo con la anorexia, esta construcción podría verse alterada por los
inalcanzables ideales o estándares de belleza que están inmersos en todo el contexto llevando
a los jóvenes a una continua insatisfacción con su apariencia. Este respectivo desbalance entre
la autopercepción y la realidad aumenta las probabilidades de una baja autoestima, ya que las
personas con este trastorno suelen medir su valor como individuos según qué tan delgados
puedan llegar a ser, lo que sostiene este ciclo interminable de baja autoestima dañando su
bienestar físico y emocional.
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Objetivo
Implementar la aplicación del Inventario de Autoestima de Coopersmisth para medir el
autoestima, el Body Shape Questionnaire (BSQ) para la evaluación de la imágen corporal y la
Escala de Dismorfia Corporal (BDD-YBOCS) para la identificación del nivel de dismorfia corporal
en los adolescentes entre 16 y 18 años con anorexia.
Al utilizar el Inventario de autoestima de Coopersmith, podemos obtener una medida respecto al
nivel de autoestima que tienen los adolescentes con anorexia; el Body Shape Questionnaire
permitirá la evaluación de la percepción que tienen estos adolescentes respecto a su imagen
corporal y de esta manera se podrán identificar los niveles de distorsión presentados en la imágen
corporal, por último, la Escala de Dismorfia Corporal ayudará en la determinación en la severidad
de la dismorfia corporal presentada en los adolescentes.
Referencias
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