HERMENEUSIS DEL VACÍ0 Mirar desde la transdisciplinariedad Ensayos RAMÓN E. AZÓCAR A. 2024 [2] “Nada está vacío en el universo.” Herón [3] HERMENEUSIS DEL VACÍ0© Ramón Eduardo Azócar Añez / Editorial: Fundación Editorial de la Universidad Ezequiel Zamora Diseño y diagramación: Ramón Azócar/ FEDUEZ-PORTUGUESA Carátula: Depósito legal: ISBN: 2024 [4] Contenido Presentación ..................................................................... 6 MICHEL FOUCAULT: RELACIONES HUMANAS COMO RELACIONES DE PODER ............................... 8 HERMENEUSIS Y COMPLEXUS DE LA TRANSDISCIPLINARIEDAD ..................................... 21 PRINCIPIO DIALÓGICO DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL CONTEXTO VENEZOLANO .... 74 TEORÍA INNATISTA, TEORÍA CONDUCTISTA Y TEORÍA CONSTRUCTIVISTA DEL LENGUAJE ..... 95 EL EPICENTRO DE DIOS: MÁS ALLÁ DEL VACÍO ........................................................................................ 99 PARADIGMA.............................................................. 118 HERMENEUSIS A JOSÉ PADRÓN .......................... 131 REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA GENERAL ......... 142 [5] Presentación La transdisciplinariedad establece un puente entre la ciencia y los procesos de aprendizaje, permitiendo moldear los saberes en el marco de una cultura integral de autoproducción y auto creación de valores y principios racionalistas. En este sentido, la complejidad implica eliminar la simplicidad, reconociendo la incertidumbre, la contradicción y lo irracional como parte inherente de la realidad. El pensamiento complejo supera la visión simplista y positivista del conocimiento. En ese tenor, el paradigma dialéctico y el constructivismo son enfoques que permiten abordar la complejidad, reconociendo la complementariedad entre sujeto y objeto, y la modificación del mundo a través de las distinciones del observador. Desde esta perspectiva, la modernidad se caracteriza por paradojas y contradicciones en la experiencia vital, lo cual lleva a concebir la existencia como un proceso de transformación constante. En concreto, el presente libro destaca la necesidad de adoptar enfoques transdisciplinares y complejos para comprender la realidad de manera más integral y dinámica, superando las limitaciones del pensamiento simplificador y positivista. Esta obra hace varios aportes importantes a la academia universitaria, por un lado propone una visión transdisciplinaria de la investigación y el conocimiento, que trasciende los límites de las disciplinas individuales; destaca la importancia de la intersubjetividad, la creatividad y la reflexión crítica en los procesos de aprendizaje y construcción del saber; así mismo resalta la necesidad de reconocer el carácter complejo, incierto y aleatorio de los fenómenos, en contraposición a los enfoques racionalistas y deterministas tradicionales. Esto implica reorientar el pensamiento hacia la comprensión del orden, el desorden y la emergencia de [6] nuevas propiedades a nivel del todo. En un aspecto puntual, plantea las ideas abordadas un conocimiento personal y la subjetividad donde el investigador tiene un papel decisivo en la conceptualización y teorización de las realidades complejas, superando la visión positivista. Se subraya la importancia de la meta-comunicación y la auto-referencia como capacidades humanas que enriquecen el proceso de conocimiento, al permitir la crítica, el cuestionamiento y la creación de nuevos niveles de conocimiento; y se propone una concepción de la ciencia centrada en sus métodos y procesos, más que en sus resultados, lo cual implica una visión dinámica y abierta del conocimiento científico. Estos escritos muestran la transdisciplinariedad y su aporte a la academia universitaria, proponiendo una visión compleja y reflexiva del quehacer académico. En opinión de uno de los revisores de estilo de la obra, el Dr. Elys Rivas, es un “...texto que concentra el papel de lo humano y lo divino en temas tan cotidianos como complejos”. Editores, 2024. [7] MICHEL FOUCAULT: RELACIONES HUMANAS COMO RELACIONES DE PODER [8] (1) A juicio del filósofo, historiador, sociólogo y psicólogo francés, Paul-Michel Foucault, 1926-1984, es importante entender la sociedad desde la biopolítica y las formas modernas de gubernamentalidad; su objetivo no fue reconstruir de manera minuciosa las distintas referencias a la formación de las ciencias humanas, sino buscar dar abordar la realidad desde la crítica que muestre la sociedad en sus diversas variantes y bajo la influencia de elementos de la convivencia humana donde se impone el liderazgo y la comunicación (Foucault, 1997). Según resalta Foucault (2008): “…me parece que la elección filosófica a la que nos encontramos confrontados actualmente es ésta. Hay que optar por una filosofía crítica que se presentará como una filosofía analítica de la verdad en general, o por un pensamiento crítico que tomará la forma de una ontología de nosotros mismos, de una ontología de la actualidad. Y es esta forma de filosofía la que, de Hegel a la Escuela de Frankfurt, pasando por Nietzsche, Max Weber, etc., ha fundado una forma de reflexión a la cual, desde luego, me vínculo en la medida en que puedo…” (p.25). Esa “filosofía crítica” que se presentará como una filosofía analítica de la verdad en general, a la que hace mención Foucault (2008), tiene su interés en las posibilidades del conocimiento y sus límites en las relaciones humanas que se dan en el contexto de una sociedad confrontada a los valores más intrínsecos del poder; el filósofo, es entendido por Foucault (2008), como el depositario de la práctica de la crítica haciendo uso de la inflexión del gesto crítico que no pretende erigirse como una analítica de la verdad, sino que se constituye en un foco interpretativo de la historia donde identifica los intereses de poder y reelabora el modo en que cada sujeto pudiera enfrentar las nociones de saber y genealogía, problematizando el carácter crítico de la filosofía y haciendo una lectura arqueológica del saber retomando ideas de Nietzsche. Sostiene Foucault (2007), que la tesis principal de Nietzsche, la cual comparte, se enmarca dentro de la tradición crítica de la Ilustración [9] y que la construcción histórica de la sociedad está inmersa de subjetividades libres las cuales constituye estrategias metodológicas para reproducir un debate acerca de la subjetividad y la verdad en la perspectiva que muestre el sentido e interés de las relaciones humanas. A juicio de Foucault (2007), en Nietzsche se da un pensamiento cuya necesidad, sin hipérbole, es propiciar un verdadero giro civilizatorio, el cual se debe adoptar bajo el propósito de una nueva mirada antropocéntrica, donde los seres humanos, con todo aquello de lo que formamos parte, la vida, pueda expresar sus idea si colindar con los juicios de un Estado de Derecho que orienta y circunscribe las actuaciones de las personas en sociedad. Con esto busca Foucault (2007), crear un interés sobre Nietzsche acerca de su percepción sobre el Derecho y la noción de derechos humanos; la mirada de Nietzsche sobre el Derecho encierra un juicio negativo; para demostrarlo Foucault (2007), cita un pasaje de “La gaya ciencia” de Nietzsche: ¡El carácter del conjunto del mundo es, desde toda la eternidad, el del caos, en razón no de la ausencia de necesidad, sino de la falta de orden, de articulación, de forma, de belleza, de sabiduría y de cualesquiera que sean nuestras categorías estéticas humanas (…) No le afectan ninguno de nuestros juicios estéticos o morales! (…) Desconoce toda clase de ley. Guardémonos de afirmar que hay leyes en la naturaleza. No hay más que necesidades (p.46). Acá Foucault (2007), hace una lectura de Nietzsche donde como crítico del Derecho y, desde luego, portador de una noción de derechos humanos que le remonta al valor de las relaciones humanas como expresión de comunicación activa y de reconocimiento de que el hombre en sociedad no está aislado, sino que se complementa y genera con el tiempo nuevas matrices interpretativas de su lugar. Sin duda, Nietzsche, sostiene Foucault (2007), ofrece una lectura corrosiva, debeladora de lo jurídico y aun de la noción de derechos humanos; entendiendo la igualdad como garantía de las necesidades básicas por las que no debemos dejar de luchar como lo es enfrentar la manipulación de la religión de a través de la iglesia, los sacerdotes y dogmas. Lo antropocentrismo de [10] Nietzsche y su patriarcalismo y eurocentrismo, dan espacio para una crítica a la religión que se revela como un instrumento particularmente eficaz de domesticación, mediante esa falacia que consiste en proporcionar la buena conciencia propia de hombres mejorados. Otro aspecto importante en Nietzsche, leído por Foucault (2007), y vinculado a las relaciones humanas y al poder, es el riesgo que ocupa él, un riesgo que no está solo en su naturaleza, en la musicalidad de su persuasivo lenguaje, sino que consiste más bien en una mezcla inquietante de filosofía y sofística; Nietzsche, resalta Foucault (2007), ofreció al mundo la oportunidad de pensar con independencia, con libertad; fue capaz de preguntarse acerca de la relación de los humanos con los demás animales, creando la máxima de que el coraje intelectual debe mostrar virtudes y no intensiones, tal cual en el libro de Nietzsche “Así hablaba Zaratustra”, sentenciara: “Uno corresponde mal a un maestro si sigue siempre sin ser más que un discípulo”. El hombre, resalta Foucault (2007), está domesticado, se le ha arrancado su pasado animal y se ha rebelado contra sus instintos, que se descargan contra su interior; es el origen del alma, según Nietzsche; a lo que sentencia: “…ese hombre, el más enfermo de los animales, el más inseguro, el que le dice no a la vida y abraza el ideal ascético”. En este sentido, la razón de ser de las relaciones humanas, como en su momento lo enunciara Francis Bacon en su Instaurativo Magna, la primera parte de su “Novum Organum”, “guardemos silencio sobre nosotros mismos”; se trata de no resistirse a cerrar un círculo; las virtudes de las relaciones humanas están en orientar un conjunto de conductas, actitudes y respuestas al desenvolvimiento armonioso de la vida sin tener una venda ante la verdad; se asume la verdad como escenario de los cambios necesarios que propician el avance del hombre en la vida civilizatoria, pero a su vez lo sentencia a un escenario donde limitando sus apetitos y deseos se ve sucumbido por las normas y registros que establece como imposición para desenvolverse en paz y en convivencia plena. Al ir conociendo la postura de Foucault acerca de la [11] pregunta sobre el origen de las relaciones humanas, uno se encuentra la figura de la resistencia al poder, la cual responde a la percepción de que el sujeto y el poder, están inmersos en la ética del cuidado de sí como práctica de la libertad y la historia Foucault (1997), más allá del principio del placer, resistencia y represión, el cual abordó con pertinencia Sigmund Freud, Foucault (1997), problematiza el vínculo entre resistencia y la resistencia al poder, que dan origen a las relaciones de poder y al liderazgo del poder, donde este no es algo que posee la clase dominante, no parte de su naturaleza y propiedad, sino que es una estrategia; el poder, expresa Foucault (2000), no se posee, se ejerce, en una relación laboral el poder es ejercido por el jefe que posee el conocimiento y lo trasmite al personal que tiene a cargo. El propósito de estudiar ese poder natural de los seres humanos, es mostrar la importancia de la resistencia para la construcción de relaciones de poder, que se opongan a las relaciones de dominación. Micro poder El poder hace alusión a la potestad, la autoridad y la competencia de la que disponen las personas, o algunas personas, para llevar el mando de una sociedad u organización. Según ÁvilaFuenmayor (2006), Foucault fue un estudioso de los mecanismos del poder y la insurrección de los saberes, acá es de destacar que no generó ideas contra los métodos, contenidos o conceptos de una ciencia, sino que creó mecanismos de insurrección contra los efectos o consecuencias de poder centralizadores que estuvieron ligados al discurso científico y a su funcionamiento dentro de una universidad, en un aparato académico y político bajo el cual se da las relaciones humanas bajo un criterio de empatía y solidaridad. Foucault trata de responder, infiere Ávila-Fuenmayor (2006), a la posibilidad de que el poder pueda deducirse de la economía; el planteamiento lo realiza en virtud de encontrar dos concepciones del poder en la historia, por un lado una, la concepción jurídica y liberal del poder político, que se puede encontrar en los filósofos del siglo XVIII; y la segunda, la concepción marxista, porque fue un lector Foucault que internalizó las ideas de Karl Marx y algunos de sus seguidores, calificando de pensamiento [12] economicista, engendrado bajo la óptica de una teoría del poder o funcionalidad económica del poder que ordena las ideas, estableciendo que el poder es un derecho que uno posee como un bien y que puede transferir o enajenar, de manera total o parcial mediante un acto jurídico. En concreto, el poder es el que todo individuo posee y que puede ceder total o parcialmente para constituir un poder o soberanía política; el poder político tiene en la economía su razón de ser histórica y el principio de su funcionamiento actual; hace alusión a la sociedad, como saber que está representado por una idea fragmentaria, repetitiva, y discontinua que corresponde a lo que el calificó como llama pereza febril que afecta a los enamorados de los documentos que jamás se leen, los libros que apenas salen de la imprenta se cierran y duermen en los archivos, de los que solamente son desempolvados después de largo tiempo. En ese proceso de entender el poder, Foucault propone la idea del micropoder, el cual califica así porque no se encuentra a la cabeza de la jerarquía social, sino que permea en todos los ámbitos de la sociedad de manera silenciosa, casi imperceptible. Al respecto Foucault (2000), elabora una teoría del poder que su valor o sustancia, no se encuentra centralizada al Estado, sino difuso en el tejido social, no es solamente negativo o represivo en la forma de la ley, sino que en las sociedades liberales crea la sensación de libertad y no reprime el deseo. (2) El poder, a través del micro poder a juicio de Foucault (2000), es considerado como funcionalidad económica, ya que su rol consistiría en mantener relaciones de producción y a la vez, constituir una dominación de clase que el desarrollo de las fuerzas productivas hace posible; el poder político se sostiene en los principios de una economía planificada, orientadorado; la finalidad del poder gira en razón de su funcionalidad en el manejo del interés económico, constatando el despliegue de una relación de fuerza, la cual aborda las relaciones humanas desde tres vertientes: 1.- las [13] relaciones de poder funcionando en la sociedad como centro de gravedad bajo la condición de una relación histórica que influye en sus decisiones y actuaciones; 2.- la lucha política se da en períodos de paz civil, los enfrentamientos para lograr el poder, con respecto al poder o por el poder, no debería entenderse sino como consecuencias de los grandes conflictos sociales; y 3.- la decisión final sólo puede aflorar de la guerra, de una medición de fuerzas en que las armas y no el raciocinio, se convierten en jueces. El micro poder se ve de cara a las relaciones humanas, como la vía expedita para entenderse como algo intrínseco al aparato del Estado, el cual dependería de un modo de producción que sería su infraestructura. El poder no es una la simple sobrestrucrura, es decir, donde toda economía supone unos mecanismos de poder intrínsecos a ella, a pesar de que es posible hallar correspondencias en cierto sentido estrictas, entre un modo de producción que esgrime algunas necesidades y un conjunto de mecanismos que se ofrecen como solución. En cuanto al liderazgo como categoría político-social, Foucault (2000) resalta que implica un relación de subordinación voluntaria, en cambio el poder implica la obediencia con base en la coerción; se da en el contexto de una dimensión coercitiva del liderazgo y de los mecanismos a través de los cuales el líder ejerce presión sobre el colaborador, percibiéndose el poder como expresión de relaciones de diferencia, y en particular de los efectos de tales diferencias en las estructuras sociales; es legítimo considerar al liderazgo, esgrime Foucault (2000), en el que un individuo ejerce influencia sobre uno o más individuos, con quienes en muchos casos está unido por un vínculo de subordinación, bajo la relación de poder. (3) El poder para Foucault (2000), proporciona argumentos para sustentar el liderazgo, siendo el poder de comprender cómo funcionan, en qué dirección operan y a través de qué mecanismos se da, el liderazgo en las personas para imponerse a través de un [14] discurso descriptivo de la realidad donde se analizan las teorías sobre el liderazgo como una serie de dispositivos discursivos orientados a producir un efecto concreto en el desenvolvimiento de las relaciones humanas; y por el otro, comprender que el monopolio del discurso legítimo es uno de los mecanismos de los que dispone el líder para ejercer el poder sobre los colaboradores. El liderazgo es poder, no un poder que pueda ser visto solamente como una potencia negativa (opresión, dominación), resalta Foucault (2000), sino también positiva, en tanto produce y transforma la subjetividad de los individuos; esta perspectiva permite estudiar empíricamente los efectos transformadores de la relación de liderazgo sobre los individuos involucrados, tal como los estudian las teoría del liderazgo transformacional y de la identidad social. Para que el poder se imponga es necesario una sociedad de soberanía resalta Foucault (2000), una sociedad disciplinaria, y luego, de ésta se salta a una sociedad de control la cual permite una interpretación novedosa del surgimiento del discurso del liderazgo al interior de las ciencias de gestión. (4) Todo poder implicar la posibilidad de resistencia, sin ella, toda relación de poder deriva en una relación de violencia; el liderazgo, como problema para Foucault (2000), implica contradicciones entre el poder y resistencia, permitiendo considerar la posibilidad de que hay reacciones tácticas coercitivas que influencia las relaciones humanas y las relaciones de poder, donde la la resistencia asume múltiples manifestaciones tales como boicots, huelgas y protestas, hasta prácticas banales y cotidianas, como las diversas formas de humor y de cinismo frente al líder; Foucault (2000), considera el liderazgo como un discurso que implica preguntarse por los mecanismos que han hecho posible que el líder y su comportamiento se hayan convertido en un objeto de estudio legítimo para las ciencias de gestión, alrededor del cual ha surgido toda una serie de proposiciones, conceptos y teorías, y se ha [15] consolidado una comunidad de saberes en constante interacción. Comunicación La comunicación, infiere Foucault (2005), sirve como un elemento que salvaguarda la integridad de las relaciones humanas, marcando la identidad y naturaleza de los mensajes en los saberes, permitiéndole readaptarse a los cambios del entorno, evolucionando y generando una cultura a través del lenguaje instaurado y, permitiendo determinar las dinámicas bajo las cuales las relaciones en la organización se estructuran, teniendo en cuenta sus propiedades de instituida e instituyente, donde resalta la producción de un discurso que describe la sociedad controlada, seleccionada y redistribuida a través de un número determinado de procedimientos, esto hace posible conjurar y sobrepasar algunos obstáculos, así como de superar la incertidumbre. (5) La comunicación se apropia de la voluntad de verdad que Foucault (2005), enfatizando en la verdad integrada y en un discurso cuyo lenguaje pueda genera parámetros de normalización, dependiendo del lenguaje utilizado en el proceso comunicativo. La comunicación, a juicio de Foucault (2005), es un mecanismo del poder, que permite diferenciar y obtener los objetivos propuestos, como un instrumento para el ejercicio del poder. Además, la comunicación se institucionaliza y obtiene ciertos grados de racionalización. Para Foucault (2005), el poder no debe ser comprendido necesariamente bajo una concepción negativa, porque el poder también tiene consecuencias positivas, donde los procesos de comunicación se identifican como un mecanismo de poder presente en la sociedad en general, pero su uso particular en cada organización debe ser objeto de un análisis específico comprendiendo el entorno social, político, económico y cultural en el cual se genera. A juicio de Foucault (2005), las instituciones deben ser siempre analizadas a partir de las relaciones de poder y no a la inversa; siendo este contraste coherente con el reconocimiento de la [16] identidad de cada organización social o económica, lo que permite identificar esas particularidades que la hacen diferente de las otras. Otra categoría importante es “vigilancia”, la cual en el texto más reconocido Foucault es “Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión”, en francés, “Surveiller et Punir: Naissance de la prison”, publicado por vez primer en 1975, expone una valoración de los mecanismos sociales y teóricos que hay detrás de los cambios masivos que se produjeron en los sistemas penales occidentales durante la Edad Moderna. Según Foucault, interpretado por ÁvilaFuenmayor (2006), desde la Edad Media el suplicio era un riguroso modelo de demostración penal, la acción era manifestar la verdad que se había obtenido gracias al resto del proceso penal, y que hacía del culpable el pregonero de su propia condena al llevar el castigo físicamente sobre su propio cuerpo; el suplicio consistía en un ritual político, ya que en el derecho de la Edad Antigua el crimen suponía sobre todo un ataque al soberano, que era aquel del que emanaba la ley; la pena no solamente debía reparar el daño que se había cometido, sino que suponía también una venganza a la ofensa que se había hecho al rey. Sin embargo, entre los siglos XVII y XIX, comienzan a desaparecer los suplicios, debido a la desaparición del espectáculo punitivo; el castigo pasa a ser la parte oculta del proceso penal. Se da el relajamiento de la acción sobre el cuerpo del delincuente, y el objeto de la operación punitiva deja de ser el cuerpo y pasa a ser el alma. En la segunda mitad del siglo xviii, explica Ávila-Fuenmayor (2006), citando el aporte de Foucault, se dan protestas en contra de los suplicios, que se consideran tanto vergonzosos como peligrosos; las críticas buscar reivindicar el concepto de humanidad como como expresión del respeto a los derechos del reo, incluso a pesar de haber accionado el peor de los asesinatos. En este contexto, expresa Foucault, según Ávila-Fuenmayor (2006), se considera que el delito ataca a la sociedad entera, que tiene el derecho de defenderse de él y de castigarlo. A grandes rasgos, el castigo ya no fue entendido como venganza, sino como una acción justificada a partir de la defensa de la sociedad y de su utilidad para el cuerpo social; hay unas reglas [17] que quedan como parámetros de acción en la sociedad moderna: reglas de la cantidad mínima, donde el castigo tiene que superar, pero solo un poco, esas ventajas; las regla de la idealidad suficiente, donde el castigo tiene que basarse en la representación que el posible delincuente hace de él. También están las reglas de los efectos laterales, donde se da intensidad y se producen constricciones de conducta, pero que no pasa de allí; la regla de la certidumbre absoluta, la cual debe tenerse una seguridad de que el delito va a ser castigado y no quedar impune; la regla de la verdad común, la cual se adhiere al método científico; y la regla de la especificidad óptima donde se hace necesario que todas las infracciones estén especificadas. Las nuevas penas se buscan para desarrollar la tecnología del castigo y tienen que cumplir varias condiciones: el vínculo entre delito y castigo debe ser inmediato; es necesaria una modulación temporal, una pena que aproveche que el delincuente regenerado no vuelva a la sociedad. En una palabra se resignifica el castigo que afecta a los posibles delincuentes, mostrando al culpable como uno de sus blancos; los castigos pueden ser considerados como una retribución que el culpable da a cada uno de sus conciudadanos por el crimen que los ha perjudicado a todos. Esta postura de Foucault (1986), invita a que las relaciones humanas sean más equilibradas a la hora de entender cómo lidiar con personas que han transgredido las normas convencionales de convivencia. Foucault (1986), hace alusión a que la institución penal debe transportar al cuerpo social entero, los efectos que pueden ir ocasionando el desorden, la infracción y la desviación respecto de la regla; mostrar la sanción no es suficiente, debe haber una comprensión de la desviación y la anomalía que lleva consigo el desorden, el crimen, la locura, mostrando como alternativas en la propia sociedad, elementos disuasivos com el castigo o canales a través de los cuales se recluta a los delincuentes, que con frecuencia pasan a lo largo de sus vidas destilando acciones reformatorias que no terminan de cambiar su conducta. Se hace fundamental consolidar aparatos de disciplina, [18] como la prisión, que supone más que un grado suplementario en la intensidad del mecanismo que actúa ya desde las primeras sanciones. Foucault (1986), describe el tejido carcelario de la sociedad como una vía expedita e instrumental para impulsar criterios de formación del saber donde las ciencias humanas consoliden la paz y la cultura por encima de los vicios y rompimientos del orden social conservador establecido. Disciplina De acuerdo a Foucault (1986), la disciplina es una anatomía política del detalle; es decir, la disciplina implica técnicas minuciosas, ínfimas, pero que tienen su importancia puesto que definen cierto modo de adscripción política y detallada del cuerpo, una nueva microfísica del poder. (6) La disciplina, explica Foucault (1986), está constituida por una serie de métodos que permiten el control de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les impone una relación de docilidad-utilidad; la vigilancia, como instrumento anónimo y co-extensivo del poder, que posibilita el control de las tareas, se presenta enmarcada en las técnicas en conjunto que garantizan la obediencia y la administración adecuada de los gestos y el tiempo,, así como la presencia del poder en el tejido de las relaciones entre los individuos. Foucault (1986), desarrolla el concepto de poder desde una fase arqueológica y otra fase genealógica; la primera se ubica entre 1954 y 1969, y en ella tuvo una concepción intuitiva del poder como esencialmente negativo, asociado a la idea de represión y que tiene en el poder jurídico si máxima representación. En apreciación de Foucault (1986), la noción de represión es totalmente inadecuada para dar cuenta de lo que hay justamente de productivo en el poder; cuando se definen los efectos de poder por la represión se da una concepción puramente jurídica del poder; se identifica el poder a una ley que dice no; se privilegiaría sobre todo la fuerza de la prohibición. Ahora bien, pienso que esta es una [19] concepción negativa, estrecha, esquelética del poder que ha sido curiosamente compartida. El propósito de Foucault (1986), al tomar distancia de las posiciones tradicionales que habían primado en el análisis del poder, es reelaborar, conceptualmente, las relaciones humanas de poder bajo la proyección pura y simple del poder del soberano sobre el individuo; se trata entonces, de un nuevo poder que construye y funciona a partir de poderes, de multitud de cuestiones y de efectos de poder. La importancia creciente de la tecnología, no solamente en las organizaciones, sino en la vida en general, modificó los procesos comunicativos y condujo a cambios en las organizaciones, que deben readaptarse a partir del nuevo esquema de comunicación, poniendo en evidencia la importancia de la comunicación y del lenguaje en las organizaciones, pero principalmente de los medios utilizados en los procesos comunicativos. A todas estas, la comunicación sirve como un elemento que salvaguarda la integridad de la organización, su identidad y naturaleza, permitiéndole readaptarse efectivamente a los cambios del entorno, lo que permite su evolución; la comunicación permite generar una cultura organizacional a través del lenguaje instaurado y, así mismo, permite determinar las dinámicas bajo las cuales las relaciones en la organización se estructuran, teniendo en cuenta sus propiedades de instituida e instituyente. [20] HERMENEUSIS Y COMPLEXUS DE LA TRANSDISCIPLINARIEDAD [21] (1) El origen de estas ideas comienza con el acercamiento del autor, allá en1991, a sus primeros lustros como catedrático en la Universidad de Los Andes (Mérida- Venezuela), en la Escuela de Ciencias Políticas, dictando la asignatura de Metodología de la Investigación. En aquellos días se comenzó a entrar en contacto con la filosofía de la ciencia y la lógica de la investigación. Se hicieron notas, esquemas, resúmenes, entre otras tantas estrategias para fijar conocimiento. Pero siempre se vio la necesidad de un texto que reuniera gran parte de esa información y permitiera crear, de manera concisa e idónea, un acercamiento a la investigación científica desde el punto de vista disciplinar y no desde un punto de vista ideológico. Siempre el peso ideológico está en las investigaciones, se quiera o no, y eso perjudica la calidad, quesería la objetividad, y la autenticidad de un trabajo científico. Esas notas que entre1991 y1993, se fueron tomando, dio nacimiento a un primer manuscrito que se llamó “Razón y Ciencia” (materiales que se encuentran en el Libro 1, de este texto); luego, siguiendo con el ejercicio intelectual, con un ejercicio epistemológico con experiencias directas con José Padrón, Orlando Albornoz y Gabriel Ugas Fermín (fallecido en el 2017),de esos discernimientos surgieron otras notas que titulé “Elementos esenciales de la Transdisciplinariedad” (materiales que se encuentran en el Libro 2, de este texto), y que su data de elaboración estuvo entre el año2003-2008. Sin abandonar la visión de los investigadores mencionados, se continuó con el tema de la transdisciplinariedad pero ahora en un contexto donde lo complejo tomara mayor protagonismo, sobretodo, con el aporte de Edgar Morin (que leyó el manuscrito y lo publicó en su página web oficial, en español y francés),fue tomando cuerpo “Complejidad y sistemología”, que tiene un precedente originario en otro texto que se publicara en el 2007, titulado “Pensamiento Complejo” (materiales que se encuentran en el Libro 3, de este texto); aunado a esto, producto de unos cursos doctorales dictados en la Universidad Fermín Toro de Barquisimeto [22] y Guanare-estado Portuguesa, se le fue dando cuerpo a un manuscrito titulado “La Sociedad del Conocimiento en la transcomplejidad” (materiales que se encuentran en el Libro 4, de este texto), relacionando la visión de la transdisciplinariedad con los hechos de la cotidianidad, algo así como llevar al uso reflexivo lo abstracto de las ideas que modelan el Universo. En un plano más metodológico y práctico, entre el 2008 y el 2017, se abordó el tema del Orden y Caos en la transdisciplinariedad”, en varios escenarios académicos nacionales e internacionales, de allí surgieron algunas reflexiones que centran el tejido de la transdisciplinariedad en un contexto que va mucho más allá del uso corriente de una sistematización de disciplinas y sistemas inter y plus disciplinares, se trata de trascender el campo reflexivo y situar el criterio “trans” en el marco de un conocimiento que se da en el contexto de la autopoiesis de Humberto Maturana, pero a su vez en un mundo de vida delimitado por Husserl y Heidegger, como el fin último de los saberes: acercarse al hombre y los problemas que ese hombre tiene que resolver en su vida cotidiana. Como se ve, estas ideas son el cúmulo de varios años de trabajo académico y ejercicio investigativo, no nace hoy, nació hace mucho tiempo y están dispersos sus juicios y reflexiones a lo largo y ancho del espacio virtual de la red 2.0., en ensayos, artículos y opiniones que el autor ha ido produciendo de manera ininterrumpida desde 1999 (esto se aclara ante la nueva modalidad de plagio con que se tiende acusar a los académicos: autoplagio. Es decir, colocar ideas producidas en un tiempo pasado y no hacer la acotación de ello, así la cites debidamente, con tu nombre y todo, es considerado autoplagio en algunas Universidades de Europa). Podría decirse que es un esfuerzo de recopilación de toda una trayectoria académica de una persona que, como expresara Ángel J. Cappelletti (1925-1997), la tarea de uno (como escritor académico) “…si se llevara a una película, sería muy triste: a ratos leyendo, a ratos escribiendo, a ratos durmiendo; y repitiendo la acción de manera infinita…”. A diferencia de Cappelletti, que fue un monstruo en la [23] creación académica-intelectual (traductor, ensayista filosófico, docente, investigados…), el autor se considera un escritor a secas. Me gusta compartirlo que voy aprendiendo, sin mezquindad ni guardados; soy abiertamente expresivo de las ideas que concibo no son mías, sino de todos, porque para crearlas me he valido de muchos pensadores y académicos que antes que yo, pensaron e interpretaron la realidad. Yo me apoyo en lo ya existente y me proyecto desde ello hacia nuevas incógnitas y bifurcaciones del pensamiento. Es importante destacar que el texto no tiene un orden preestablecido; está ahí para leerse desde donde prefiera el lector hacerlo; es independiente en cada uno de sus apartes y tiene la grandeza, a mi entender, que en ninguno de sus espacios dice la última palabra. Esa última palabra la tiene el lector que, a través de ese proceso crítico que aspiro despertar, vaya lacerando las ideas y mejorando sus significados. Si esa tarea se hace, entonces se ha logrado el objetivo o propósito de hacer un libro para la academia moderna y liberadora, en tiempos de la modernidad líquida que destacara Zygmunt Bauman (1925-2017). En concreto, este es un libro para identificar elementos de la disciplinariedad que nos permita luego crear un pensamiento independiente, reflexivo y crítico. Agradezco el apoyo y dedicación que puso mi amigo y reconocido académico Fidias Arias, en aportar observaciones y sugerencias que vinieron a darle mayor peso específico a muchas de las ideas acá dispersas. Su desprendimiento y amistad sincera, cada vez me reconcilian con la vida y con la responsabilidad del oficio que decidí hacer en este mi paso transitorio por el planeta. A la distancia, después que haya partido, que vuelva al polvo de donde vine, solamente quisiera que mis escritos fueran una excusa valiosa para recordarme y para seguir debatiendo conmigo hasta el fin de los días que quedan por venir. (2) Es difícil, en un mundo con tantas escuelas de interpretación [24] de la realidad, alcanzar definir el papel que hoy juega la transdisciplinariedad. La reflexión filosófica en la modernidad sobre transdisciplinariedad lo promovió Basarab Nicolescu, en su ensayo “La transdisciplinariedad: manifiesto” (1998), expresando que la “…transdisciplinariedad no es la vía, sino una vía de testimonio de nuestra presencia en el mundo y de nuestra experiencia vivida a través de los fabulosos saberes de nuestra época. Una vía donde resuenan las potencialidades del ser” (p. 115). En un aspecto puntual, Nicolescu (1998), “…todo sistema cerrado de pensamiento, sea cual sea, de naturaleza ideológica, política o religiosa, no puede sino fallecer” (p. 116). Es un sistema cerrado de pensamiento que coloca su acento sobre la noción de masa, indistinta e informe, concepto abstracto que elimina toda la importancia del desarrollo interior del ser humano, donde la ideología es importante, pero no determinante. La visión transdisciplinaria, que es a la vez una visión transcultural, transreligiosa, transnacional, transhistórica y transpolítica, conduce, en el plano social, a un cambio radical de perspectiva y de actitud. No es cuestión, bien entendido, de que un Estado interfiera, con sus estructuras, en la vida interior del ser humano, lo cual no es de la incumbencia sino de la estricta responsabilidad individual. Pero las estructuras sociales deben crear las condiciones para que esta responsabilidad pueda nacer y ejercerse. El crecimiento económico a cualquier precio no puede estar al centro de las estructuras sociales. La economía política y lo vivo están íntimamente ligados. La investigación creadora de una economía política transdisciplinaria está fundada sobre el postulado de que aquella está al servicio del ser humano y no lo inverso. El bienestar material y el bienestar espiritual se condicionan uno a otro (Nicolescu, 1998, p. 117). Nicolescu (1998), aporta un nuevo concepto al plano reflexivo de la realidad, denominando “transhumanismo”, a la nueva “…forma de humanismo que ofrece a cada ser humano la capacidad máxima de desarrollo cultural y espiritual. Se trata de buscar lo que hay entre, a través y más allá de los seres humanos – [25] lo que se puede llamar el Ser de los seres” (pág. 117). El concepto de transhumanismo no busca la “homogeneización fatalmente destructiva”, por lo contrario consolida la unidad en la diversidad y de la diversidad por la unidad.”, motivando estructuras flexibles y orientadas a confrontar la complejidad. Se le da un reconocimiento al mundo planetario, o Tierra, como patria matricial, donde los seres humanos tienen el derecho a una nacionalidad pero es al mismo tiempo llegar a ser transnacional, reforzando la idea de nación. La palabra nación tiene la misma raíz nasci que la palabra Naturaleza: la forma nacio-onis tiene como sentido original, ella también, nacimiento. Las naciones podrán dar nacimiento a lo transnacional, y lo transnacional podrá eliminar el egoísmo nacional, generador de tantos conflictos mortíferos. La elefantiasis de las naciones tiene la misma causa que la elefantiasis del ego: el no respeto de la dignidad del ser humano (Nicolescu, 1998, pág. 124). La postura de Nicolescu, es consustanciada por Morin (2012), al expresar que “…la transdisciplinariedad se concibe como una visión del mundo que busca ubicar al hombre y a la humanidad en el centro de nuestra reflexión, y desarrollar una concepción integradora del conocimiento” (p. 13). Esta corriente de pensamiento ha desarrollado tres pilares: los niveles de realidad, la lógica del tercero incluido y la complejidad. La metodología se ha construido en razón de responder a las necesidades del ser humano para consolidar su condición humana; un conocimiento desde una perspectiva de interconexión en el sentido de complexus o lo que está tejido junto, partiendo de una visión totalizadora y completa de lo humano y del conocimiento en el marco de la incertidumbre y la incompletud que caracteriza a los fenómenos sociales en este mundo planetario. En varios abordajes acerca del tema de la transdisciplinariedad, el conocido académico Gabriel Ugas Fermín (2006) hizo importantes avances. Entendió lo transdisciplinario como una vía que viene desde “lo trans-metodológico”, e implica un pensar diverso y heterogéneo, donde el pluralismo en los [26] diferentes campos disciplinares permitiría aprehender en una realidad invadida de interconexiones, lo que la hace compleja y laberíntica, entendiendo lo trans como un acopio de saberes ordenados para integrar una visión más totalizante que deja incólumes a los saberes heredados. Ugas (2006), en este aspecto, hace alusión a lo ontocreatividad, definiéndolo como un “proceso-producto”, que da espacio para pensar los saberes en su devenir, por la vía de la acción socio-histórica, la ontocreatividad es pensar el futuro como un presente con devenir. A grandes rasgos, Ugas (2006), muestra lo “trans saberes”, como la capacidad de reinventar las formas que están en la realidad, no para academizarse, ni llegar a una élite del nuevo pensamiento moderno, sino para participar en las fronteras, los bordes, las teóricas y prácticas, desde la pluralidad y plasticidad del punto de vista de cada sujeto. Es el carácter intersubjetivo de los trans saberes que lleva hacia una mirada polifónica y crítica, que reconozca la conciencia productiva conocida como la Poiesis como un concepto fundamental de la tradición estética que designa la fuerza creadora del propio razonamiento humano. En este sentido, la transdisciplinariedad establece un puente sólido entre la ciencia y los procesos de aprendizaje, como vía expedita para moldear los saberes en el marco de una cultura integral de autoproducción y auto creación de valores y principios racionalistas. De este modo, Pérez, Alfonzo y Curcu (2012), quienes exponen que solamente es posible hablar de transdisciplinariedad si se desarrolla un diálogo que potencie el carácter intersubjetivo del acto educativo. Este debe estar identificado por la creatividad de sus protagonistas. De esta manera, se rescata el concepto de formación, en este proceso diferentes imágenes transversan la construcción del saber, el diálogo de saberes se constituye en un espacio donde transitan las imágenes de los diferentes estudiantes, las imágenes del docente, las imágenes que se captan de lo real, las imágenes de los tex-tos. “…Esta diversidad abre posibilidades para un acto pedagógico en libertad y donde el centro de la enseñanza sea la reflexión. Por esto, [27] el tránsito de imágenes crea espacio de subjetividad, formándose un tejido intersubjetivo para que afore la creatividad que comienza en un principio de individuación y se hace hermenéutica colectiva cuando lo pedagógico despliega vínculos de habitabilidad” (p. 21). La transdisciplinariedad se fundamentó, a todas estas, y ha sido su corpus teórico oculto, en el paradigma cartesiano, recordando que lo cartesiano se utiliza como un adjetivo para hacer referencia a lo que tiene que ver con las teorías filosóficas propuestas por el filósofo francés del siglo XVII y XVIII, René Descartes, Cartesius es la versión latina de su nombre, basado en la “razón y legitimidad del saber”, en cuanto a conocer y dominar los elementos descriptivos de la naturaleza; conocimiento que abarca al sujeto y analiza su constructo de ciencia desde la experiencia, visualizando las disciplinas y sus métodos, para desmontar el diálogo entre “sordos”, ya que los científicos de ramas diferentes no tienden a no comprender cómo interrelacionar sus saberes con otras disciplinas y viceversa. En esa realidad se pueden comprender los fenómenos sociales como expresión de un lenguaje de las ciencias experimentales y otro lenguaje de las ciencias humanas; lo cuantitativo versus lo cualitativo para redimensionar el contexto social en el cual se dan los análisis de la realidad. El paradigma cartesiano, plantea en el ámbito disciplinar un solo bloque que incluya todas las disciplinas, compuesto tres realidades cognitivas: la metafísica, la ciencia universal y el sistema de la ciencia. Según Gueroult (2005), la metafísica para Descartes significa insertar en su tratado de física, la idea de la creación libre de las verdades eternas; en la ciencia universal, comprometer la búsqueda de la verdad en el marco de un proceso coherente y sistemático de reflexión y contrastes de ideas, para generar de allí nuevas estructuras de pensamiento; y el sistema de la ciencia, o “sistema total de un saber cierto”, donde Descartes , a juicio de Gueroult (2005), percibe la “totalidad de un sistema …(como la )…unidad de los primeros principios” (pág. 14). Esta propuesta de Descartes tuvo dos momentos significativos: antes de 1630, donde el modelo se encargaba de premisas particulares y elementos del [28] pensamiento abstracto; y después del 1630, abandonando las soluciones precisas y recreando un contexto de unidad en torno al sistema de la ciencia integrado. Otro aspecto que viene de Descartes y que asume en la modernidad el pensamiento transdisciplinario es el correspondiente al método. A concepción de Gueroult (2005), es un método que promueve la recolección de información conforme a la “indivisibilidad de la verdad, el saber absolutamente cierto originalmente presente en la unidad de la sapientia humana, que abarca todas las ciencias…” (p. 16). La transdisciplinariedad, desde ese modelo de sistema universal de saberes, asume un interés especial por el establecimiento de relaciones entre disciplinas, combinando la pluridisciplinariedad, multidisciplinariedad, en yuxtaposición dialéctica y orgánica de varias disciplinas, sin ninguna tentativa de síntesis entre ellas. En este mismo tenor se da la interdisciplinariedad que supone las disciplinas ya constituidas a las que intenta relacionar de manera que respondan a los objetivos de los saberes de los campos dispares que integran una visión de conjunto que permite estudiar sus conexiones y relaciones de coordinación de unas discípulas con otras. La interdisciplinariedad hace ver el mundo y la realidad de otra manera; Morin (2012), marca una influencia significativa en las reflexiones sobre la percepción de la educación desde la reforma de la enseñanza centrada en la interdisciplinariedad, ya que, según Morin, la interdisciplinariedad conduce a consolidar la disciplinariedad en lo trans, más allá de los saberes dogmáticos, en rechazo del hiperespecialismo, haciendo hincapié en las habilidades de las personas en el uso que le da a los saberes y en la flexibilidad adaptativa, cuyo entrenamiento conduce a la capacidad de síntesis y el autoaprendizaje continuo. En la transdisciplinariedad, la coherencia entre los saberes es algo que fortalece la percepción de la realidad, vislumbrando un plano desde donde esta abarque la totalidad, sin que con ello se pierda la esencia de cada una de sus partes. [29] A grandes rasgos, la transdisciplinariedad articula el conocimiento racional, el cual acepta que el hombre tiene ideas innatas y esas ideas tienen su espacio sistémico disciplinar el cual se comunica de forma directa y conforma un conjunto interdisciplinar; la conjunción de varios modelos interdisciplinar para conformar pluri-modelos-disciplinares que desembocan en una estructura mayor de sistemas y subsistemas, que dan cuerpo al conocimiento transdisciplinar. De ese modelo totalizador, interconectado y en flujo constante de saberes bajo un esquema flexible y racional, se dan criterios de evidencia y certeza, para consolidar la verdad como instrumento objetivo que le brinde confianza y fiabilidad al conocimiento indagado. En ese modelo de interconexión, la intuición, acto propio de los seres humanos que conllevan a un conocimiento instantáneo de una idea cuyo referente directo es la razón que con la capacidad de los sentidos de acercarse y extraer información de los objetos y sujetos estudiados, permite construir una percepción desde el objeto de carácter empírico, orientando la exploración de los saberes hacia criterios científicos que consolide la información adquirida a través de las sensaciones y contraste lo dogmático y relativo de la verificación científica. Acerca de los elementos mencionados, profundizaremos en los próximos párrafos. Desde una perspectiva sistémica, la interdisciplinariedad es un sistema de niveles y objetivos múltiples, que se integra por la vía de una coordinación o dirección que guarda una finalidad común en objetivos e intencionalidad; en cambio, la transdisciplinariedad es un sistema de dos niveles, cuya coordinación procede de un nivel superior. (3) La complejidad humana desemboca en una visión del hombre basada en la supere hiperanimalidad humana, en la bioculturalidad que define lo humano y en la demencia consustancial a lo humano. Para Morin (1999), el cerebro como el epicentro [30] organizativo de las diversas esferas constitutivas del universo antropológico y establece una relación entre la hipercomplejidad cerebral y la demencia constitutiva delo humano. Morin (1999), a todas estas, explica que la reforma del sistema de enseñanza es una tarea ineludible e inaplazable. Debido al prestigio multidisciplinar de que goza, el gobierno francés le encargó la reforma del sistema educativo en Francia. Sus propuestas han quedado plasmadas en libros como “La mente bien ordenada”, “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, o “La Cabeza bien puesta”. En estos momentos un equipo transdisciplinar, e internacional acomete un Programa de investigación sobre la reforma de la enseñanza universitaria. Morin (1999), no es un “moralista”, un predicador de normas y de “buenas costumbres”. No nos presenta una lista de cosas que deben hacerse y otra de cosas prohibidas. El seguimiento de morales normativas puede llegar a resultar humanamente muy doloroso y destructivo en ciertas circunstancias, pero intelectualmente y éticamente resulta una “vía fácil”, en la que desaparece el cuestionamiento de lo que hacemos y la perplejidad ante lo real. La ética que nos propone Morin es ética de resistencia a la crueldad. Pero también es ética creadora de realización de la vida humana. Uno de los ensayos de Morin más directos en lo que respecta a la búsqueda de respuesta entorno al pensamiento complejo, es el texto denominado “Epistemología de la complejidad”. Morin desarrolla en nueve puntos su percepción del estado actual del pensamiento humano, destacando sus avances y sus desaciertos en la necesidad de responder qué relación tenemos con la naturaleza y cuál es el lugar que ocupa esa relación en el marco de un pensamiento racional cada vez más incoherente con las acciones, interacciones y retroacciones del mundo social. Entre las afirmaciones más agudas de Morin acerca del pensamiento complejo, está que éste no existe como explicación o como fundamento para “dar una explicación”, sino que señala “una dificultad para explicar”. Un pensamiento complejo, de existir como lo resalta Morin, no es un pensamiento capaz de abrir todas [31] las puertas, sino de identificar nudos constantes de dificultades que en la medida que son despejadas y abordadas surgen nuevas y más complejas dificultades. Es un espiral constante e infinito, pero a su vez alcanza ciertos niveles de lucidez que permiten a las personas comprehender y aprehender de los cambios y dinámicas del universo y de la civilización humana. El concepto de complejidad se ha formado de la periferia al centro de los objetivos o metas de estudio de las personas; devino de un macro-concepto ligado en sí mismo, de allí en más, el problema de las relaciones entre lo empírico, lo lógico, y lo racional. Morin expresa que en la complejidad se puede destacar dos polos: el empírico, en el cual lo que ocurre en el mundo es producto de constantes interacciones y transferencias de estímulo que hacen posible materializar hechos o situaciones que influyen en la dinámica universal; y el lógico, que se refiere a la insuficiencia del pensamiento racional de dar respuesta a las reacciones del sistema de pensamiento y surgen las contradicciones como emergencia para crear múltiples alternativas que despejen algunas de las dificultades propias de la dinámica de pensar Morin enfatiza que tanto el “todo” como la “parte” tienen elementos comunicantes que le son afines, pero sin que esto corrompa la autonomía de la parte: “…somos singulares, puesto que el principio el todo está en la parte no significa que la parte sea un reflejo puro y simple del todo. Cada parte conserva su singularidad y su individualidad pero, de algún modo, contiene el todo; un ejemplo palpable de esto es el ser humano, el cual pertenece a un todo que es la sociedad humana, pero a su vez es independiente en su parte como ser humano individual, con personalidad e intereses relativos Ahora bien: ¿qué somos como seres humanos en la actualidad según Morin? Somos portadores de un pensamiento disyuntivo, reductor; en el cual buscamos la explicación de un todo a través de la constitución de sus partes y aspiramos eliminar el problema de la complejidad, la cual vemos como un obstáculo, pues obedece al arraigamiento de una forma de pensamiento que se impone en nuestra mente desde la infancia, que se desarrolla en la escuela, en la universidad y se incrusta en la especialización; y el [32] mundo de los expertos y especialistas maneja cada vez más nuestras sociedades. Pero esta manera de pensar es irreal, su fundamento está construido sobre la base de falsedades, de superficialidades y de un desconocimiento total de lo que es el hombre y lo que es la sociedad. Para ello Morin da variados ejemplos que ocurren en el sistema biológico y/o físico, demostrando que los límites de las interacciones y reacciones en el mundo, tanto entre objetos y cosas como viceversa, son altamente complejos y por muy variada que sean las explicaciones, no terminan de ser explicaciones, puesto que materializar un pensamiento completo acerca de algún evento de estudio, es infinitamente imposible. A esto Morin llama “dialógica del orden y desorden”; dialógica en el sentido de que las interacciones y reacciones en el mundo humano y físico son totalmente heterogéneas (que se rechazan mutuamente), por lo cual se concentra en un intercambio de información y retro-alimentación que hace posible avanzar sobre algunas dificultades pero no sobre todas las dificultades; el orden y desorden, es una dinámica propia de las organizaciones existentes en el universo. De manera puntual, Morin (1999), esgrime que “…todo ha nacido a través de encuentros aleatorios…” Por ello, del orden aparente, ese que existe en las antesalas de la existencia, hasta las reacciones que generan desorden y caos, son producto natural del proceso de creación en esta realidad universal que reconocemos. Es ante tan evidente realidad que se hace necesario reorientar nuestro pensamiento racional y llevarlo hasta límites de profundidad que tenga como objeto de estudio esas reacciones heterogéneas, aleatorias y de incertidumbre, que es donde encontraremos respuesta acerca del lugar que ocupa el hombre en el universo y, ¿por qué no?, del lugar que ocupa el universo en el pensamiento complejo humano. Ese pensamiento complejo humano está anclado en una organización, la cual está ligada a un sistema, que es un todo constituido de elementos diferentes ensamblados y articulados. Según Morin (1999), “...el todo tiene una cantidad de propiedades y [33] cualidades que no tienen las partes cuando están separadas…Podemos llamar emergencias a esas cualidades que nacen a nivel del todo, dado que emergen, que llegan a ser cualidades a partir del momento que hay un todo…El todo, por lo tanto, es más que la suma de sus partes…” (p.43). Ahora bien: ¿cómo entender ese asunto del orden y desorden en el ámbito de una sociedad moderna que ha creado mecanismos artificiales para aminorar el desorden y tener mayor control sobre el medio y sus relaciones? Morin comprende esta situación y responde a ella explicando que las sociedades humanas toleran una gran parte del desorden. “Podemos (expresa Morin)…utilizar el desorden como un elemento necesario en los procesos de creación e invención, pues toda invención y toda creación se presentan inevitablemente como una desviación y un error con respecto al sistema previamente establecido…” (Morin, 1999, p.55). En el mundo occidental de hoy día, ese desorden tolerable lo llamamos libertad, y el orden lo entendemos como lo acordado por las mayorías como sistema; es más adaptar ese acuerdo a nuestra estructura mental, la cual reconoce un mundo externo que le es afín pero ajeno a sus intereses más sentidos. Ello nos lleva a que al aceptar un orden, que llamaría aparente, nos damos a la tarea no sólo de tolerar la libertar y los deseos de cambio de algunas personas, sino de traducir el conocimiento tanto el que viene como precedencia de nuestros antepasados como el que apreciamos a través de nuestros sentidos humanos. Esa traducción al persistir acuerdos y dogmas sociales, la reconstruimos en razón de códigos que nos alineen al orden existente, pero no por ello ese conocimiento traducido pernotará en ese margen de interpretación, está allí y en cualquier momento reacciona en contra de una imposición difícil de mantener: la ignorancia. Lo que Morin (1999), expone en cuanto a la acción de traducir y reconstruir, no es más que la acción de nuestra percepción en representar ese conocimiento y realidad acorde a un orden existente, siempre en razón del contexto en donde se encuentre, [34] nunca perdiendo la idea de que el hombre es un ser de naturaleza multidimensional que mezcla un pensamiento doble: uno racional, empírico, técnico; y otro simbólico, mitológico. Ambos están al mismo nivel, a veces uno supera por momentos al otro, pero nunca se superan totalmente. A todo esto, Morin (1999), dedica una pequeña reflexión de esa complejidad humana a la política, como factor determinante de las relaciones en la hoy moderna sociedad de consumo. Expresa Morin que la política dejó de ser un “arte de gobernar” para llegar a ser el arte de las relaciones políticas en sociedad. La política ha entrado en muchos aspectos de los humanos, sobre todo en el interés de conservar el estatus de las personas tanto en su existencia como seres planetarios (que viven bajo condiciones de innumerables interconexiones entre los diversos segmentos del planeta), como en la conservación del medio ambiente y sus riquezas. Si una frase resume la posición de Morin (1999), ante la idea de un pensamiento complejo, es: “Con nuestros ojos somos capaces de ver de manera compleja. Pero no somos capaces de pensar de manera compleja”. El pensamiento complejo, a grandes rasgos, es un pensamiento que se reconoce como local, ubicado en un contexto determinado; no es completo, se produce y auto-eco-organiza en razón de la incertidumbre; rechaza el dogmatismo, no es escéptico; privilegia la estrategia y no lo programático. Pero para entender esto es necesario reconocer que estamos en el pre- historia del espíritu humano. “No estamos (como expresa Morin) en la batalla final sino que estamos en la lucha inicial: estamos en un período inicial en el que hay que repensar las perspectivas de un conocimiento y una política dignos de la humanidad en la era planetaria, para que la humanidad pueda nacer como tal. Y debemos trabajar en el azar y la incertidumbre” (Morin, 1999, p.59). El problema teórico de la complejidad es el de la posibilidad de comprehender el origen de las incertidumbres. Por ello es básico considerar la complejidad organizacional (que enfatiza en lo racional) y la complejidad lógica; es decir, la dificultad no está sólo en la renovación de la concepción del objeto, sino que está en [35] revertir las perspectivas epistemológicas del sujeto, que no es más que el observador científico; lo científico hasta hoy es eliminar la imprecisión, la ambigüedad, la contradicción; hace falta aceptar la imprecisión, no solamente en los fenómenos, sino también en los conceptos, de allí que Morin (1999), nos llame a estudiar el azar y la incertidumbre. (4) Los nuevos saberes, generados a partir de la digitalización y la consecuente construcción social, son dependientes de la evolución de los nuevos modos de vida en sociedad. Najmanovich resumió esta realidad de manera concreta: “La escritura proveyó un contexto en el cual la filosofía y el pensamiento teórico en general pudieron emerger, desarrollarse y cristalizar. Además de jugar un rol clave en el nacimiento de una nueva práctica: el estudio, y de un nuevo espacio: la Academia” (Denise Najmanovich, 2004, “El desafío educativo en un mundo en mutación”). Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Cuáles serán los pasos que nos permitirán transitar la Sociedad del Conocimiento? ¿Se tratará de una lenta construcción social como la experimentada por las sociedades modernas en lo que a sus territorios e identidad se refiere, o una ruptura epistemológica abrupta como la que le permitió al hombre desarrollar, por primera vez, un artefacto para volar? Para responder a estas interrogantes, se hace necesario ahondar las ideas occidentales tal cual las ha venido interpretando Morin que es a través de reflexiones en la teoría de la información y de los sistemas, la cibernética y los procesos de autoorganización biológica, construyendo un método que intenta estar a la altura del desafío de la complejidad. Morin describe el estadio actual de la humanidad como el de una prehistoria del espíritu humano y sólo el pensamiento complejo (que no es más que el reconocimiento de un principio de incompletud y de incertidumbre en el seno de todo conocimiento) nos permitirá civilizar nuestro conocimiento. [36] Morin, que expresara sus ideas sobre la esencia misma de la educación del futuro en el contexto dinámico del pensamiento complejo, lo que ha materializado en su proceso reflexivo es que los saberes fundamentales que el hombre ha conocido y descuidado y que requiere retomar para alcanzar promover valores y principios en educación que hagan posible optimizar la formación humana ante los retos del siglo XXI. De manera concreta, Morin hace alusión a siete saberes cuya esencia ha sido descuidada: saber 1, “La ceguera del conocimiento: el error y la ilusión” (en su trabajo Morin organiza cada saber por capítulos). Morin inicia sus reflexiones cuestionando la educación en razón de que no ha proyectado sus instrumentos persuasivos en motivar a las personas a conocer “que es conocer”, es decir, la persona va comprendiendo la vida y sus relaciones como producto de ideas vagas y superficiales, no atendiendo a interpretar la realidad por sí misma. Es necesario desarrollar un estudio de las características biológicas y humanas de los procesos mentales del hombre para ver el entorno y sus relaciones con certeza y no con ilusiones; el saber 2, “Los principios de un conocimiento pertinente”, en donde se destaca que el papel del conocimiento es apreciar el entorno y sus relaciones de forma integral y global, en el que el ser humano sea no sólo capaz de identificar los objetos, sino aprehender de ellos y de su lugar en el marco de la naturaleza. Morin motiva a los educadores a desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana, la cual no es otra que la ubicación de las informaciones en un sistema de interrelaciones que le dé sentido de pertenencia con el todo, pero que a la vez devele la profundidad y razón de ser de las partes. Si bien Morin deja en claro la necesidad de hacer del conocimiento una opción consciente y temporalmente oportuna con las necesidades humanas, no es menos cierto que no contesta qué entiende él por métodos que permitan aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo. El saber 3, “Enseñar la condición humana”, es una reflexión acerca de lo que es el hombre en su total dimensión: “El ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico”, expresa Morin, advirtiendo que en toda esa composición del hombre [37] está dispersa en la educación a través de las disciplinas, impidiendo una verdadera unidad que permita reunir y organizar los conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza, las ciencias humanas, la literatura, la filosofía, entre otras. Lo que destaca Morin en este saber, y al cual nos suscribimos totalmente, es que la unión entre la unidad y la diversidad de todo, es lo que se traduce en la condición humana. El saber 4, “Enseñar la identidad terrenal”, responde a la necesidad de que el hombre conozca su lugar en el universo. El ser humano del siglo XXI no podrá entender su realidad sólo comprendiendo su condición humana, sino interpretando, e internalizando la condición del mundo que hoy se muestra en una era planetaria, cuya fase actual es la mundialización. A lo largo de la explicación que da acerca de este saber, Morin habla de la necesidad de un pensamiento policéntrico, que tenga la condición de un universalismo no abstracto, sino consciente de la unidad- diversidad de la condición humana. Un pensamiento que siendo alimentado por las culturas humanas respete sus límites individuales y profundice sus lazos comunicantes. El saber 5, “Enfrentar la incertidumbre”, es un llamado a la educación, como sistema, a que se preocupe más por comprender el campo de las incertidumbres pero desde la óptica de la certeza; es decir, que el educador asuma la responsabilidad de generar estrategias alternativas ante los acontecimientos o hechos inesperados, muy a la par de poner en práctica el liderazgo transformacional para enfrentar con plenitud los cambios. El saber 6, “Enseñar a comprender”, es la respuesta a la necesidad de que el ser humano aprecie con sus sentidos el conocimiento y no se quede en superficialidades. El diálogo es una vía expedita para que el hombre cultive su intelecto y comprenda la heterogeneidad y complejidad de su mundo. A pesar de existir, hoy más que nunca una profunda amplitud en el ámbito de la información y la comunicación, hay debilidad en la comprensión de los mensajes, por ello es preciso enseñar a comprender, a eliminar el egoísmo propio de los hombres y transmitir eficientemente el conocimiento, de ese modo se eleva [38] la moral en las relaciones humanas y se superan los obstáculos propios de la condición de imperfección de los hombres. Y el saber 7, “La ética del género humano”, tiene explícita relación con el cumplimiento del deber de enseñar a comprender: la educación debe conducir a un proceso constante de interacción y comunicación entre el individuo-la sociedad-y la especie; cada ser humano, nos expresa Guichot analizando a Morin, lleva en sí mismo esa triple realidad de la que debe ser consciente, remarcándose la condición de dos finalidades ético-políticas inherentes al hombre y a su circunstancia: una, el establecimiento de una relación de control mutuo entre la sociedad y los individuos, teniendo como estructura expedita el sistema democrático; y otra, concebir la condición humana como comunidad planetaria, en la cual ya no sólo es importante lo terrestre como influencia en el hombre, sino el universo como potencialidad compleja e incierta de nuevos escenarios humanos. Todo el texto de “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” (Morin, 1999), es una muestra del discurso filosófico-poético de uno de los pensadores más agudos de la actualidad, aunque su propuesta teorética no es un esquema concebido como receta mágica, sino una “flecha” que aspira entrar hasta la última de nuestras células para que reaccionemos y fijemos nuestra atención sobre esos detalles que por su simplicidad y cotidianidad pasan desapercibidos ante los ojos de los investigadores. (5) Para entender el cuerpo teórico que está implícito en la concepción planetaria de Morin, hay que entender un tanto la nomenclatura de eso que se llama complejidad. Lo simple es lo que puede concebirse como “una unidad elemental indescomponible”, excluye lo complicado, lo incierto, lo ambiguo, lo contradictorio. La aplicación de un “pensamiento” – “teoría” – “método” simple a un fenómeno complejo conduce a una simplificación, la cual es la [39] disyunción entre entidades separadas y cerradas, la reducción a un elemento simple, la expulsión de lo que no entra en el esquema lineal. En una palabra lo resume Morin: “Lo simple no existe: solo existe lo simplificado”. La complejidad es lo que no es simple; lo que no puede resumirse en una palabra maestra, a una ley. Es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados, una paradójica relación de lo uno y lo múltiple, una mezcla íntima de orden y desorden. ¿Cómo se nos presenta? Como lo inextricable, lo enredado, lo ambiguo, la incertidumbre. Por ello, la educación debe estar orientada a comprender la incertidumbre y no a desviarse de su influencia, tratando, erróneamente, de alcanzar soluciones que terminan por ser “ilusiones”, es decir, pensamiento superficial. Debemos ser prudentes para no caer en ilusiones La complejidad conduce a la eliminación de la simplicidad. La confusión de la complejidad con la completud, hace que no se perciba la realidad en el contexto real en que se encuentra en nuestras relaciones en sociedad: la totalidad es la no verdad. La confusión de la complejidad con complicación, hace creer que lo complejo puede resumirse en la palabra complejidad, retrotraerse a una “ley de complejidad”. Creer en la posibilidad de eliminar la contradicción, la incertidumbre y lo irracional, es el inmenso laberinto en el que se encuentra el Sistema Educativo actual. Por un pensamiento complejo se ha de entender en el ámbito de la Reforma Educativa como el reconocimiento de un principio de incompletud y de incertidumbre en el seno de todo conocimiento; ante el cual se ha de aspira a un saber no parcelado, no dividido, no reduccionista, evitando un conocimiento-acción unidimensional y mutilante. El paradigma orienta, gobierna y controla la organización de nuestros razonamientos y sistema de ideas, en opinión de Morin (1999), es organizador de la organización en tanto gobierna los principios de pensamiento y se encuentra en el corazón de los sistemas de ideas, y comporta un múltiple enraizamiento: lingüístico-lógico- ideológico y también cerebral-psíquicosociocultural. [40] Necesitamos Reformar la Educación para motivar el surgimiento de un pensamiento que se dé cuenta de que el conocimiento de las partes depende del conocimiento del todo, y que el conocimiento del todo depende del conocimiento de las partes; así mismo, que reconozca y analice los fenómenos multidimensionales en lugar de aislar, mutilando, cada una de sus dimensiones y analice las realidades que son al mismo tiempo solidarias y conflictivas. Ello sin obviar el respete a lo diverso, en donde al mismo tiempo se reconozca la unidad. Según Morin los principios para una reforma del pensamiento generarán un pensamiento del contexto y de lo complejo. Un pensamiento que vincule y afronte la falta de certeza, reemplazando la causalidad lineal por una causalidad multireferencial. A todo esto, Morin se pregunta: ¿Quién educará a los educadores? Y se responde: Una minoría de educadores, animados por la fe en la necesidad de reformar el pensamiento y en re-generar la enseñanza, los cuales proporcionaran una cultura para contextualizar, distinguir, globalizar, preparar las mentes para que respondan a los desafíos complejos, para enfrentar las incertidumbres y educar para la comprensión humana. Otro aspecto que toca Morin en sus ideas, es el error, el cual es muy común en la actual visión simple del pensamiento; para evitar las cegueras, o errores en el conocimiento, se hace necesario reconocer sus imperfecciones, debilidades y errores. No subestimar estos componentes, enseñar a convivir y dialogar con el error y la ilusión. La búsqueda de la verdad exige meta-puntos de vista, a juicio en la era planetaria es necesario un conocimiento que entienda los problemas globales, en su contexto y en su conjunto. Ese conocimiento debe superar las antinomias de los conocimientos hiperespecializados e identificar la falsa racionalidad (abstracta y unidimensional); pero a la vez ese conocimiento ha de venir acompañado por la enseñanza de condición humana, en donde el proceso formativo esté guiado en aprehender al ser humano, situado en el universo y a interrogarse sobre nuestro devenir. [41] Ahora bien, para Morin enseñar la condición humana implica crear condiciones en las cuales cada persona reconozca su identidad terrenal, develando lo humano de la humanidad y su pertenencia a una comunidad de destino, a una tierra-patria. El siglo XX, representó, según Morin, una era de antagonismos que dejó una mundialización unificadora y global pero conflictiva y desigual. El siglo XXI enfrenta retos descomunales, dando cuenta de las nuevas incertidumbres en la ciencia para demostrar las debilidades del paradigma de la simplicidad. Así mismo, se incluye la incertidumbre como variable en nuestro pensamiento, para pensar estratégicamente y no programáticamente. Ese es el gran desafío, hace alusión a pensar en el futuro como incertidumbre, es asumir el nuevo tiempo con la mente calzada en el esquema real de los nuevos desafíos educativos. Enseñar la comprensión es estudiar las raíces de esa incomprensión, fuente de males para el hombre (racismo, xenofobia, discriminación). (6) La misión espiritual de la educación es enseñar a comprender al ser humano, y luchar por una ética de la comprensión humana, para lograr una paz planetaria. La ética del género humano es promover una educación que mire a una antro poética, la cual reconozca y forme conciencia de la trinidad individuo-sociedadespecie; que muestre a la humanidad como comunidad planetaria; que fomente una educación para la toma de conciencia de nuestra tierra-patria y traducirla a una ciudadanía terrenal; y que consiga una reforma del pensamiento, una política del hombre y una política de civilización. Cuando Morin se refiere a la complejidad se refiere a lo enredado, al desorden, a la ambigüedad, a la incertidumbre, lo que implica la necesidad de un pensamiento múltiple y diverso que permita su abordaje. El no reconocimiento de esta dialógica orden/desorden nos sumerge en lo que él llama una “inteligencia ciega”, que no ve más allá de sus propios límites y ni siquiera [42] reconoce esos límites. Morin entiende por “paradigma de la complejidad”, un principio de distinciones/relaciones/oposiciones fundamentales entre algunas “nociones matrices” que generan y controlan el pensamiento, es decir la constitución de teoría y la producción de los discursos de los miembros de una comunidad científica determinada. De ello resulta una evidente ruptura epistémica, una transformación fundamental de nuestro modo de pensar, percibir y valorar la realidad signada por un mundo global que interconecta pensamientos y fenómenos, sucesos y procesos, donde los contextos físicos, biológicos, psicológicos, lingüísticos, antropológicos, sociales, económicos, ambientales son recíprocamente interdependientes. Morin distingue acciones concretas entre dos términos: educación y enseñanza. Por un lado, la palabra “enseñanza” no basta, y por el otro, la palabra “educación” implica algo de más y una carencia. Por esta razón, piensa en una enseñanza educativa. La misión de esta enseñanza es trasmitir, no saber puro, sino una cultura que permita comprender nuestra condición y ayudarnos a vivir. Al mismo tiempo, debe favorecer una manera de pensar abierta y libre. Morin busca favorecer la autonomía del pensamiento. Por esta razón, un pensamiento capaz de no estar encerrado en lo local y lo particular, que pueda concebir los conjuntos sería capaz de favorecer el sentido de la responsabilidad y de la ciudadanía. La reforma del pensamiento tendrá consecuencias existenciales y éticas. El conocimiento es una orientación del hombre en el mundo, es una forma de dar coherencia y sentido a su posición interna con respecto a su realidad y a la de los otros. Por su naturaleza, el ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico. Morin remarca, que esta unidad compleja que es la naturaleza humana, está completamente desintegrada en la educación. Por esta razón, hay que restaurarla de tal manera que cada uno, - desde donde esté- tome conciencia al mismo tiempo de su identidad compleja y de su identidad común a todos los demás humanos. [43] En el desenvolvimiento e intercambio con los otros, el sujeto sufre una constante interferencia de su posición interna como de su proceder en el mundo. De este feed back entre individuos se constituye lo socio- cultural, el medio en donde se organiza y reorganiza la vida tanto singular de los sujetos como toda la posibilidad deconstrucción común de los conocimientos. La ciencia, la educación, la política, los procesos sociales y económicos no puede escapar al condicionamiento cultural. Las manifestaciones científicas y culturales ligadas a los conceptos emergentes están involucradas en circuitos recursivos, en interacciones no lineales dentro de la ciencia y la cultura misma. La subjetividad y las relaciones socio- cultural se organizan en el trazado de ciertas metáforas, de ciertos horizontes que generan presuposiciones y expectativas, configurando creencias y visiones a futuro. Más allá de la connotación reduccionista que puede significar el término "enseñanza" en el sentido de "instrucción", Morin plantea una "enseñanza educativa" cuya misión habría de ser, no sólo la transmisión de conocimientos, sino de una cultura que permita comprender nuestra condición y ayudarnos a vivir. El "paradigma de la simplificación", formulado por Descartes, que ha sido rector del saber occidental desde el siglo XVII, postuló como principio de toda verdad las ideas "claras y distintas" (Descartes, 1637) y la búsqueda de reglas fijas para descubrir verdades. Este pensamiento disyuntor, terminó por entorpecer el camino de la ciencia hacia su propio conocimiento, coartándole la posibilidad de reflexionar sobre sí misma. En todo el pensamiento cartesiano se distinguen dos importantes principios: el de separación y el de reducción, teniendo este última una doble articulación: por una parte, la reducción del conocimiento del todo, al conocimiento de la suma de las partes; y por la otra, la limitación de lo cognoscible a lo mensurable, donde lo verdadero es lo evidente y lo evidente a su vez, debe estar definido por la claridad y la distinción. La historia del pensamiento moderno estuvo signada por este esfuerzo de comprender la naturaleza de las cosas y los sucesos simplificando permanentemente los fenómenos para su mejor [44] comprensión. Y fue, precisamente, bajo el manto de este pensamiento mecanicista, que se produjo la reducción de lo complejo a lo simple y la hiperespecialización, fragmentando profundamente el entramado complejo de la realidad hasta llegar a la ilusión de admitir que una mirada reducida sobre lo real, puede llegar a tomarse por la realidad misma. La educación no ha sido ajena a este pensamiento simplificador. Frente a realidades cada vez más complejas que ponen en evidencia la necesidad de un conocimiento multidisciplinario, la educación, tradicionalmente, ha formado al ser humano con esquemas disyuntores, que buscan la comprensión a través de la separación de las partes. Una verdadera reforma educativa, requiere un profundo cambio en los esquemas tradicionales de enseñanza. Una postura abierta a la realidad en sus múltiples facetas, desde sus distintas aristas, enmarcada en una dialógica de aspectos que pueden ser, al mismo tiempo, antagónicos y complementarios. En este sentido, la reforma que plantea Morin, trasciende a la reforma curricular, porque entraña el concepto de un hombre que entrelaza una vertiente biofísica y otra psico-socio-cultural, ambas en permanente interacción. Ante esto es necesario formular una pregunta: ¿puede existir una ciencia que no se base exclusivamente ni preponderantemente en la medición, una comprensión de la realidad que incluya tanto la calidad y las relaciones de las cosas percibidas como la experiencia de ellas y que pese a ello, pueda ser llamada científica? Un primer acercamiento a la respuesta indica que la ciencia no tiene que estar limitada forzosamente a mediciones y análisis cuantitativos. Debemos de considerar científicamente cualquier manera de abordar el conocimiento siempre que satisfaga dos condiciones: que el conocimiento se base en observaciones sistemáticas y que se exprese organizadamente desde el punto de vista de modelos coherentes, aunque sean limitados y aproximativos. A juicio del humanista Miguel Martínez, hay un cause fructífero para develar en el ámbito cualitativos inmensos [45] escenarios de producción científica que bien pueden estar equiparados con las conclusiones de los estudios más rigurosos en el ámbito cuantitativo. Es un tiempo, no de un cambio de paradigma, sino del reconocimiento de un nuevo paradigma que fundamente la profundización y la retórica de lo cualitativo, como una propuesta fehaciente de veracidad y verdad. Pero para comprender mejor lo expresado por Martínez M., él revisa el planteamiento de Thomas S. Kuhn, en su búsqueda por definir los paradigmas. Según Kuhn: “El estudio de los paradigmas,...es lo que prepara al estudiante para entran a formar parte como miembro de la comunidad científica particular con la que trabajará más tarde. Debido a que se reúne con hombres que aprenden las bases de su campo científico a partir de los mismos modelos concretos, su práctica subsiguiente raramente despertará desacuerdos sobre los fundamentos claramente expresados. (7) Los hombres, a grandes rasgos, cuya investigación se basa en paradigmas compartidos están sujetos a las mismas reglas y normas para la práctica científica. Este compromiso y el consentimiento aparente que provoca son requisitos previos para la ciencia normal, es decir, para la génesis y la continuación de una tradición particular de la investigación científica. Los paradigmas, en un sentido más concreto, vienen de las distintas formas en que se despliega la episteme; por ésta ha de entenderse un modo de vida producido por un sistema de relaciones económicas, sociales y humanas, que abarcan un período precisable en el tiempo. De esta manera, las respuestas que el hombre persigue están condicionadas por la episteme, que viene a ser entonces el cauce por el cual circula todo proceso y acto de conocimiento, y aunque su régimen es duro y rígido, es flexible en la multiplicidad de formas en que se manifiestan los procesos y productos cognoscitivos. Los paradigmas, a todas estas, muestran la diversidad de formas de conocer una época y cada paradigma constituye un modo [46] común, fuera del cual no es posible conocer más allá que otros paradigmas o puntos de vistas científicos. La presencia de paradigmas nos justifica la existencia de criterios posibles para la estructuración, supervisión y control de una organización, ya sea social, política, económica, administrativa o cultural. La modernidad no es más que una conciencia crítica que niega lo instituido para postular un nuevo orden de plenitud. Lo moderno se concibe como la creación de algo que se supone superior a lo existente. Las características de este pensamiento moderno se sintetizan en los siguientes aspectos: Las organizaciones piramidales, en donde prevalece la jerarquía de unos pocos y las líneas verticales de mando; Los postulados de Newton y Descartes, en cuanto a que el mundo está inmerso en coordenadas masaespacio-tiempo; La ética a la obediencia, o el reino de los “subalternos sumisos”, en acepción de Hurtado y Toro; La racionalidad como principio y la instrumentación de lo formal como procedimiento para alcanzar el conocimiento; El sujeto disciplinado, amoldado a perfiles de cargo y rangos preestablecidos para la inserción en la sociedad (comunidad autómata guiada por las leyes); Importancia a los fundamentos de la historia, la visión social de progreso y la valoración de las utopías como ideas posibles; El manejo de un discurso cuantitativo, que observa la realidad a través de lo palpable y rígido, con preponderancia a calificativos de óptimo, objetivo, verificable, observable, etc.; y Creación de una unidad cultural e ideológica en razón de las ideas de racionalidad y objetividad de principios. En este contexto la investigación cualitativa proporciona una descripción verbal o explicación de los fenómenos, su esencia, naturaleza, comportamiento, en contraste con la exposición ofrecida en la investigación cuantitativa que se circunscriben a cifras. La investigación cualitativa es corriente en las ciencias humanas, mientras que en las ciencias naturales la tendencia es a favor del enfoque cuantitativo. No obstante, y esto lo deja claro Martínez, muchos fenómenos pueden ser estudiados con cualquiera de ambos métodos, o con ambos, y es al investigador a quien [47] corresponde elegir. A veces el análisis puede estar basado en un modelo teórico anterior que tal vez pueda ser tratado en una hipótesis que pongamos aprueba. La presencia o ausencia de tal modelo afecta en gran medida al proceso lógico de análisis; a este respecto hay tres alternativas principales: investigación exploratoria, investigación con miras a la ampliación o depuración de un modelo anterior, e Investigación para probar hipótesis (escasa en investigación cualitativa). El objetivo de cualquier ciencia es adquirir conocimientos y la elección del método adecuado que nos permita conocer la realidad es por tanto fundamental; el problema surge al aceptar como ciertos los conocimientos erróneos o viceversa. Los métodos inductivos y deductivos tienen objetivos diferentes y podrían ser resumidos como desarrollo de la teoría y análisis de la teoría respectivamente. Los métodos inductivos están generalmente asociados con la investigación cualitativa mientras que el método deductivo está asociado frecuentemente con la investigación cuantitativa. Los científicos sociales enfrentan en la actualidad problemas epistemológicos y metodológicos que tienen que ver con el poder y la ética en la generación de datos así como con la validez externa de los mismos. La investigación cuantitativa se ha caracterizado por recoger y analizar datos cuantitativos sobre variables. La investigación cualitativa evita la cuantificación; los investigadores cualitativos hacen registros narrativos de los fenómenos que son estudiados mediante técnicas como la observación participante y las entrevistas no estructuradas o en profundidad. La diferencia fundamental entre ambas metodologías es que la cuantitativa estudia la asociación o relación entre variables cuantificadas y la cualitativa lo hace en contextos estructurales y situacionales. La investigación cualitativa trata de identificar la naturaleza profunda de las realidades, su sistema de relaciones, su estructura dinámica. La investigación cuantitativa, por su parte, trata de [48] determinar la fuerza de asociación o correlación entre variables, la generalización y objetivación de los resultados a través de una muestra para hacer inferencia a una población de la cual toda muestra procede. Tras el estudio de la asociación o correlación pretende, a su vez, hacer inferencia causal que explique por qué las cosas suceden o no de una forma determinada. El pensar, cambia en gran medida nuestra apreciación y conceptualización de la realidad. Nuestra mente no sigue sólo una vía causal, lineal, unidireccional, sino, también, y, a veces, sobre todo, un enfoque modular, estructural, dialéctico, gestáltico, interdisciplinario, donde todo afecta e interactúa con todo, donde cada elemento no sólo se define por lo que es o representa en sí mismo, sino, y especialmente, por su red de relaciones con todos los demás. El denominado paradigma emergente no es más que la nueva concepción de la "objetividad científica", basada en una renovada teoría de la racionalidad, que ayuda a superar las antinomias descritas anteriormente y que pone de relieve el carácter complementario, interdisciplinario y no contradictorio de las ciencias experimentales, que crean y manipulan sus objetos, y las ciencias humanas, que tienen como problema la descripción del sentido que descubren en las realidades. El objetivo del nuevo paradigma será lograr un todo integrado, coherente y lógico, que nos ofrezca una elevada "satisfacción intelectual", que es el criterio y meta última de toda "validación". La tendencia al orden en los sistemas abiertos supera el carácter simplista de la explicación causal lineal y unidireccional y la ley de la entropía, establecida por el segundo principio de la termodinámica, y pone ante el hecho cotidiano de la emergencia de lo nuevo y de lo imprevisto, como fuentes de nueva coherencia. Por otra parte, la ontología sistémica y su consiguiente metodología interdisciplinaria cambian radicalmente la conceptualización de toda entidad. El conocimiento personal supera la imagen simplista que tenían los antiguos y la misma orientación positivista de un proceso tan complejo como es el proceso cognoscitivo, y resalta la dialéctica que se da entre el objeto y el [49] sujeto y, sobre todo, el papel decisivo que juegan la cultura, la ideología y los valores del sujeto en la conceptualización y teorización de las realidades complejas. La meta-comunicación y la auto-referencia, esgrime Martínez, coloca al frente una riqueza del espíritu humano que parecen ilimitados por su capacidad crítica y cuestionadora, aun de sus propias bases y fundamentos, por su poder creador, por su habilidad para ascender a un segundo y tercer nivel de conocimiento y por su aptitud para comunicar a sus semejantes el fruto de ese conocimiento. En cuanto al concepto de ciencia, hay diversas formas y maneras de apreciarla; para algunos científicos es una “sistematización del conocimiento positivo”; para otros “una serie de conceptos interrelacionados y de esquemas conceptuales que se originan de la experimentación y la observación y que dan como fruto mayores experimentos y observaciones”. Pero quien apreciamos más cercano a nuestra idea de ciencia es a Morris Cohen: “Al referirnos a la ciencia, hacemos mayor hincapié en sus métodos que en sus resultados. En efecto, en una época de expansión científica, no sólo constituyen los métodos los rasgos más permanentes de la ciencia, sino que los supuestos resultados no son, a menudo, sino convenciones popularizadas, altamente equivocadas para aquellos que ignoran los procesos por los cuales han sido obtenidos. Porque la ciencia, comienza con el asombro o con la curiosidad activa, alcanzando espacios que se atiborran de preguntas y problemas, de allí salen los eventos de estudio, los cuales el investigador, valiéndose de un orden personal, intenta descifrarlos y determinarlos en razón de tareas que contribuyan a crear fundamentos válidos que identifiquen modelos de pensamiento. En este sentido la ciencia se dice desde un punto de vista objetivo y desde un punto de vista subjetivo. Objetivamente, la ciencia es un conjunto de verdades lógicamente encadenadas entre sí, de modo que formen un sistema coherente; subjetivamente, la ciencia es conocimiento cierto de las cosas por sus causas o por sus leyes…En otro sentido, la ciencia es una cualidad que perfecciona [50] intrínsecamente a la inteligencia en un dominio del saber, y le permite obrar en él con facilidad, seguridad y gozo. En concreto, la ciencia no solamente tiene que ver con un proceso de investigación y exposición del conocimiento, sino con el establecimiento de las generalizaciones que gobiernan el comportamiento del mundo frente al sentido común y a la filosofía, un saber acreditado y determinante: el científico es el que posee las claves auténticas de lo real. Desde un punto de vista disciplinar, la modernidad, de forma gradual, ha venido a comprometiéndose más con el pasado que con el futuro, insistiendo que habría que rescatar las formas y procedimientos que dan emblema civilizatorio a la humanidad, para crear condiciones de tradición y alcanzar los máximos niveles de perfección en la búsqueda de una relación más directa entre la razón y la naturaleza. (8) El modernismo comenzó con un repudio del pasado; pero después, este repudio fue a su vez repudiado por algunos modernistas quienes trataron de hacer prevalecer en el proyecto modernista una reafirmación de lo que antes éste había rechazado. Para Jürgen Habermas, lo que ha persistido es un abandono de la ideología de progreso y de la idea de emancipación, para tornarse hacia la aceptación de la cultura occidental como la única cultura que podemos tener. En el siglo XX, y ya en buena parte del siglo XXI, la modernidad se ha vista influenciada por nuevas formas de ver la realidad del hombre en sus relaciones con sus semejantes y con la naturaleza; a esta nueva búsqueda de relaciones se le ha llamado “post- modernidad”, con cuyo calificativo se intenta describir una nueva doctrina filosófica o estética que reemplace al estéril culto del futuro visualizado por los primeros modernistas. En percepción del filósofo francés Jean- François Lyotard, la condición postmoderna se originó en dos importantes revoluciones: 1.- el colapso la literatura de legitimación de la sociedad occidental desde la época de la ilustración; y 2.- el [51] surgimiento de la tecnología de la informática que con una nueva proyección de las relaciones en el entorno y la sociedad, pasó a ocupar el lugar que antes había ocupado la cultura tradicional. Se podría intuir que la postmodernidad no va plagada de creencias y tradiciones, sino de emancipaciones ante la percepción de razonamientos impuestos como verdades universales. Los postmodernos no aceptan un método; asumen métodos, experiencias y relaciones que rompen el esquema de la regla. En este mismo sentido, pero en una posición más fatalista, el propio Lyotard expone: “…puede resumirse en su más simple expresión (la postmodernidad), como la filosofía de las comas invertidas. Como en las nuevas condiciones postmodernas, sólo la gente no sofisticada puede tener creencias, valores y significado, los filósofos deben colocar todo eso entre comillas. En esa forma usamos la condición postmoderna para lograr una especia de emancipación de las narrativas del poder”. Esta condición de orientación e influencia del pensamiento humano, nos lleva a la consideración de los modelos o esquemas estructurados para propiciar un razonamiento verdadero en determinadas relaciones del hombre y su medio natural. Nos referimos a los paradigmas y a la forma de verlos no sólo como unidad de una diversidad de causas y efectos, sino como nudos de definición acerca de cómo un investigador se ha de relacionar con su evento de estudio, condonando la aceptación de sus conclusiones científicas a verdades inherentes a los grupos a favor del modelo que escogiera para elaborar su estudio, así como apreciado, desde el punto de vista de la contradicción, por quienes no perteneciendo a ese paradigma, ven en el esfuerzo científico elementos de coherencia y conceptualización que son válidos para la ciencia. Porque podrán persistir diversidad de paradigmas, pero sólo la ciencia como investigación y exposición de los eventos estudiados, permite unificar criterios y crear márgenes de tolerancia inscritos en el uso adecuado de métodos y enfoques analíticos. Volviendo a la idea de paradigma, siguiendo un tanto la propuesta de Thomas Kuhn, es una constelación y un modelo; una constelación porque se dan cambios internos evolutivos, [52] independientes y radicales, que modifican la forma de relacionarnos con la realidad y su entorno; y un modelo, porque busca tomar un perfil externo que sirva de orientación para la ciencia en cuanto a cómo encarar las relaciones válidas en el contexto del interés científico de la investigación. La nueva visión del paradigma, plantea un estilo de ver, percibir, conocer y pensar, que es configurado predominantemente en el interior de las comunidades científicas, que recoge creencias anidadas en el pensar colectivo que no es científico, que se traduce en palabras principalmente escritas, consagradas oficialmente por manuales, y que se establece institucionalmente en organizaciones que se forman a su alrededor. El paradigma positivista separa lo que en realidad está unido, aprecia que las cosas existen y punto, son inmutables y eternas; ignora el movimiento a favor del reposo, el cambio a favor de lo idéntico. Clasifica de una sola vez todas las cosas; si no hay una explicación verificable y comprobable, las cosas no existen. Mantiene la tesis de que los contrarios no pueden existir al mismo tiempo. En una palabra, es un paradigma que niega el cambio, la separación de lo que es inseparable, la exclusión sistemática de los contrarios, y la despersonalización del investigador de su evento de estudio, lo que hace del proceso de investigación un camino desprendido de la motivación y el interés que mueven, definitivamente, los valores en un estudio científico. Por esta razón, la opción más acertada a lo que debería ser una investigación en el ámbito de las ciencias de la educación, es la dialéctica. Desde esta percepción metodológica es posible profundizar los elementos inmersos en el evento de estudio, apreciando no sólo su razón de ser inmediata, sino sus cambios y etapas evolutivas que permitan contemplar en el reposo un aspecto relativo de la realidad, en donde el movimiento es absoluto y los contrarios se complementan. Es la dialéctica, a grandes rasgos, un instrumento del paradigma fenomenológico, pero a su vez es un método que permite tomar mecanismos de análisis del paradigma positivista, [53] generándose la complementariedad básica para alcanzar en una investigación no sólo una perspectiva de forma adecuada, sino de fondo claro y concreto desde donde ir abordando soluciones y generando nuevas incógnitas. Otra manera de ver ese surgir de un nuevo paradigma, es desde el constructivismo, el cual no duda que exista el entorno (realidad externa) y mucho menos que sean posibles contactos reales con éste, pero su distinguibilidad aparece de la mano de las distinciones que un observador dispone y en ese caso el mundo, inevitablemente se modifica. Estas afirmaciones incorporan dos importantes referencias cruzadas entre sí: La diferencia entre conocimiento y objeto, que es una distinción inmanente al conocimiento; y los sistemas cognoscentes, a través de observaciones, producen conocimiento como sistemas reales en un mundo real y suponen operaciones empíricas que les implican transformaciones. Por ello, no pueden existir sin mundo, pues sin él no tendrían nada que conocer. Es en este aspecto que el positivismo es apreciado con interés por parte de nuestra investigación; antes que nada el positivismo es un sistema de filosofía basado en la experiencia y en el conocimiento empírico de los fenómenos naturales. El propio Augusto Comte (siglo XIX), uno de los precursores de esta línea de pensamiento, expresó en su Discurso sobre el espíritu positivo, que el único carácter esencial del nuevo espíritu filosófico que no está todavía indicado directamente por la palabra positivo, consiste en su tendencia necesaria a sustituir en todo lo absoluto por lo relativo. Pero ese gran atributo, a la vez científico y lógico, es tan inherente a la naturaleza fundamental de los conocimientos reales, que su consideración general no tardará en ir íntimamente unida a los diferentes aspectos que esta fórmula combina ya, cuando el moderno régimen intelectual, hasta ahora parcial y empírico, pase generalmente ha estado sistemático. Se concibe, en efecto, que la naturaleza absoluta de las nuevas doctrinas, tanto teológicas como metafísicas, daba por resultado inevitable que cada una de ellas fuera negativa con relación a todas las demás, so pena de degenerar en un absurdo eclecticismo. Por el [54] contrario, la nueva filosofía, en virtud de su genio relativo, puede siempre apreciar el valor propio de las teorías más opuestas a ella, sin por eso llegar nunca a ninguna vana concesión susceptible de alterar la claridad de sus puntos de vista y la firmeza de sus decisiones. Hay, pues, motivos para suponer, según el conjunto de tal apreciación especial, que la fórmula empleada aquí para calificar habitualmente esta filosofía definitiva recordará en lo sucesivo a todas las buenas inteligencias la completa combinación efectiva de sus diversas propiedades características. Esto nos lleva a resaltar el sentido de complementariedad que desde sus inicios como reflexión filosófica ha tenido el positivismo; el propio Comte lo resaltó en el párrafo anteriormente citado: “Hay…motivos para suponer…que la fórmula empleada aquí para calificar habitualmente esta filosofía (la positiva) definitiva recordará en lo sucesivo a todas las buenas inteligencias la completa combinación (aquí está el llamado) efectiva de sus diversas propiedades características…” Es decir, sus propiedades, métodos e instrumentos de indagación, están al servicio de un proceso de reflexión y concatenación de ideas en el proceso investigativo, pero, y aquí es crucial leer a fondo el sentido planteado por Comte, de “completa combinación”, es decir, asumiendo la totalidad del discurso positivista y no fragmentándolo; las etapas del proceso de investigación, no así como la construcción “combinada” de enfoques, puesto que esta percepción desvirtúa el sentido científico de orden y coherencia en el discurso. Las limitaciones del enfoque positivista están enmarcadas en su radical posición de no aceptar como válido y/o científico, aquellas conclusiones de estudios que no surjan de investigaciones confirmatorias de verificación empírica. Este punto tendría discusión, puesto que el propio Comte nos menciona que su interés en proponer ese espíritu positivista es en crear una tendencia necesaria que sustituya en el todo lo absoluto por lo relativo, y si no nos falla nuestra apreciación crítica, la posición de los seguidores del positivismo ha sido en criterios de lo “absoluto” y no en el marco de “lo relativo” como escenario cambiante que puede llegar a conclusiones determinadas en un [55] momento histórico y otras de total diferencia bajo otras condiciones de temporalidad. Lo cierto es que la multiplicidad de estilos, las contradicciones entre autores y la manera de concebir los paradigmas como rígidos, contradictorios e irreconciliables, propias de las propuestas de investigación desarrolladas en el siglo XIX y XX, han ocasionado más confusión entre los investigadores, que vías prácticas para abordar el proceso de investigación. Si se asume la condición de que sólo lo que está dentro de la concepción positivista es válido y científico, toda la labor que se encarga del desarrollo de teorías, las descripciones, taxonomías y los estudios proyectivos, por ejemplo, quedaría descartada del quehacer científico. Igualmente si se considera como lo único válido, al paradigma estructuralista, la experimentación y la confirmación también quedarían fuera. El investigador en la actualidad necesita integrar las diversas perspectivas y/o enfoques, para lo cual requiere de una estructura de condensación que sin “combinación de partes, tome la totalidad de las propuestas y las lleve hasta sus conclusiones finales de manera integral y complementaria en el grado deconocimientos adquiridos. Una propuesta en este aspecto lo constituye la investigación holística, la cual surge como una necesidad de proporcionar criterios de apertura y una metodología más completa y efectiva a las personas que realizan investigación en las diversas áreas del conocimiento. Es una propuesta que presenta la investigación como un proceso global, evolutivo, integrador, concatenado y organizado. La investigación holística trabaja los procesos que tienen que ver con la invención, con la formulación de propuestas novedosas, con la descripción y la clasificación, considera la creación de teorías y modelos, la indagación acerca del futuro, la aplicación práctica de soluciones, y la evaluación de proyectos, programas y acciones sociales, entre otras cosas. Los racionalistas se han inclinado a pensar que las creencias basadas en la experiencia estaban infectadas por el error. Para ellos, no se puede obtener el entendimiento del mundo mediante la [56] percepción sensible, que es confusa, sino mediante la especulación metafísica. Si la ciencia teórica era indefinible a base de términos observacionales y no susceptible de prueba a base de enunciados observacionales, entonces, la ciencia teórica no era más que sofistería e ilusión y, por ende, el conocimiento científico era una empresa imposible e inútil. Si bien era verdad que ninguna teoría científica podía ser probada, era igualmente verdad que las teorías tenían un grado de probabilidad. Pero muy pronto resultó que, dado el número infinito de casos posibles respecto del número en extremo limitado de casos reales, la probabilidad de toda teoría era cero. En este estado de cosas, hace aparición el llamado falsacionismo dogmático o naturalista. El falsacionismo dogmático admite la falibilidad de todas las teorías científicas sin cualificaciones, pero retiene una clase de base empírica infalible. Es estrictamente empirista sin ser inductivistas; niega que la certeza de la base empírica pueda ser transmitida a las teorías. Por su parte, el falsacionismo dogmático aceptando que ninguna teoría científica es justificable, pues todas son por igual indemostrables e improbables, afirma que todas ellas son conjetúrales y que si bien no se puede demostrar su verdad, si se puede demostrar su falsedad mediante una base empírica infalible. No obstante, los supuestos sobre los que se asienta y su criterio de demarcación, hacen del falsacionismo dogmático una respuesta insostenible. Como expresara el filósofo alemán Karl Popper, toda observación involucra expectativas; Bajo la concepción de Popper, sin embargo, el progreso científico se cifra en una tendencia asintótica hacia la verdad. Su posición, conocida a veces como racionalismo deductivo, está basada en el empleo sistemático del método hipotético-deductivo como instrumento de progreso del conocimiento científico. Lo que pasa es que Popper también formula un modelo de ciencia, un modelo de cambio científico. Propone un modelo de construcción de la ciencia sobre la base del constructivismo, y por [57] lo tanto actualiza otra manera de interesarse por el fenómeno de la ciencia, enfatizando sus ideas en las ideas del contexto del descubrimiento, no tanto ya en la justificación del modelo propiamente tal. Popper agrega que las Teorías son conjeturas que deben ser falseadas y se han de poner a prueba para observar su validez y confiabilidad, aun cuando este método resulte un tanto absurdo, porque los científicos no trabajan así en la realidad, es decir no están falseando sus ideas hipotéticas a cada momento. A diferencia de los empiristas, Popper se interesa por la evolución del pensamiento científico, insistiendo en el poder explicativo de la lógica. Renuncia a justificar las teorías a partir de los fenómenos observables, por métodos inductivos. Así mismo, Popper aceptaba el criterio de Hume de que la inducción basada en la confirmación de una relación causa/efecto, o confirmación de una hipótesis, nunca ocurre; planteó que el conocimiento sólo se acumula mediante la falsación. Según este punto de vista, las hipótesis acerca del mundo empírico nunca son probadas con la lógica inductiva, pero pueden ser desaprobadas, es decir, falsadas. La estrategia consiste en formularlas mediante la intuición y la conjetura, usar la lógica deductiva para inferir predicciones sobre ellas y comparar las observaciones con esas predicciones deducidas. Es decir, el concepto de falsación consiste en: si conseguimos demostrar mediante la experiencia que un enunciado observable es falso, se sigue deductivamente, por modus tollens, que la proposición universal es falsa. A grandes rasgos, Popper rechazaba también el abandono de la causalidad. Argumentaba vigorosamente que una filosofía de la ciencia que fuera indeterminista únicamente podría tener incertidumbre" de Heisenberg no ponía límites estrictos al descubrimiento científico. Para Popper, el creer en la causalidad era compatible con la incertidumbre, puesto que las proposiciones científicas no están probadas: son sólo explicaciones tentativas, que serán sustituidas al final por otras mejores, cuando las observaciones las falseen. La filosofía de la ciencia de Popper puede ser criticada bajo [58] tres punto de vista: 1) la refutación no es un proceso cierto puesto que depende de las observaciones, que pueden ser erróneas; 2) la deducción puede permitir predicciones a partir de las hipótesis, pero no existe estructura lógica mediante la que comparar las predicciones con las observaciones, y 3) la infraestructura de las leyes científicas en que las nuevas hipótesis están insertadas es, en sí misma, falsable, de forma que el proceso de refutación se reduce sólo a una elección entre refutar la hipótesis o refutarla. Basta recordar cómo Thomas Kuhn dividió la evolución de la ciencia en dos tipos de periodos, llamados respectivamente ciencia normal y revoluciones; en estos periodos, Kuhn lo que hace articular un paradigma, es decir, resolver problemas utilizando los elementos de la matriz disciplinar. En esta evolución intrateórica, sea en la concepción kuhniana o en otras, hay algo que permanece. Se van cambiando tal vez leyes especiales, o aplicaciones concretas, pero no los principios fundamentales ni, sobre todo, las aplicaciones paradigmáticas. El proceso, por tanto, es progresivo en un sentido claro: se va mejorando y ajustando el paradigma o la teoría, y se va incrementando su capacidad explicativa. En cuanto a su racionalidad, depende de si la elección primera del paradigma ha sido racional, esto es, depende de la racionalidad o no de los cambios ínter teórico. De acuerdo con Kuhn, en los cambios revolucionarios los paradigmas no se abandonan porque sean falsados y después son sustituidos por otros, sino que llega un momento en el que un problema se convierte en anomalía, aparece un nuevo paradigma que promete dar cuenta de ella, y poco a poco los científicos van convirtiéndose al nuevo paradigma. Entre ambos paradigmas, por así decirlo, se abre un abismo, de tal modo que la nueva teoría es inconmensurable con aquella a la que sucede. La doctrina kuhniana muy explotada en las comparaciones postkuhnianas que se han querido hacer entre la evolución de la ciencia y la de las humanidades, el arte o incluso la moda. Podemos, en cualquier caso, dudar de algunas afirmaciones del propio Kuhn como que Kepler y Tycho Brahe veían cosas distintas al observar una puesta de Sol: Kepler y Tycho, parece plausible sostener, [59] percibían las puestas de sol de idéntico modo, a pesar de sus teorías astronómicas contradictorias. En la estructura científica que propuso Kuhn mantiene que como en las revoluciones políticas, en la elección de paradigmas no hay un estándar más alto que el asentimiento de la propia comunidad y que para argüir en la defensa de ese paradigma cada grupo utiliza su propio paradigma. Esta postura inicial de Kuhn ha llevado, como se ha comentado en otras ocasiones, a pensar que los cambios teóricos no tienen fundamento racional, sino que se deben a factores y controversias sociales, o simplemente, sucesiones de modas. Kuhn intentó desmarcarse de interpretaciones más o menos extremas de sus teorías, y propuso cinco criterios para la aceptación racional de teorías, a saber, precisión, consistencia, alcance, simplicidad y productividad. Seguramente, no es cierto que cada teoría sucesora sea más precisa, consistente, etc. que su antecesora. A menudo se ha pasado de una teoría de gran alcance (física aristotélica) a una de alcance restringido (dinámica galileana), pero es posible defender que las teorías sucesoras puntúan siempre más alto que las antecesoras en alguno de esos parámetros, y que teniendo en cuenta otras cuestiones, sea racional tomar decisiones a partir de un balance total no siempre meridianamente favorable a la nueva teoría. Los sucesores de Kuhn, como Lakatos, han intentado dar con una idea de progreso y racionalidad aplicable a los cambios interteóricos. Lakatos, en lugar de teorías, hablaba de “programas de investigación”, consistentes en un núcleo y un “cinturón protector” de hipótesis auxiliares. El núcleo del programa lo vertebra y le confiere unidad, y lleva asociada una heurística que determina dos tipos de reglas metodológicas: hay una heurística negativa (qué no hay que hacer), y una positiva (qué senderos hemos de seguir). Según Lakatos, llega un momento en que esta práctica puede convertirse en lo único que se hace en el programa: en ese momento el programa de investigación se vuelve un programa estancado. El contraste se produce con los programas progresivos, que se caracterizan por sus [60] éxitos predictivos. En una palabra, un programa progresivo predice, mientras que uno estancado postdice. En concreto, es importante destacar en qué sentido conceptual Kuhn nos habló de sus estructuras científicas: paradigma, es el que coordina y dirige la resolución de problemas y su planteamiento. Es el modelo de hacer ciencia que orienta la investigación científica y bloquea cualquier presupuesto, método o hipótesis alternativa. El paradigma es el soporte para la ciencia normal. Consta de leyes y supuestos teóricos, así como de aplicaciones de esas leyes y el instrumental necesario para las mismas. De fondo, aparece también un principio metafísico, una concepción de la realidad y las cosas; Ciencia normal, es actividad de resolver problemas (teóricos o experimentales) gobernada por las reglas de un paradigma. Sólo desde el paradigma se logran los medios adecuados para resolver problemas. Los fenómenos inexplicados son anomalías, responsabilidad del científico, no de la teoría. (9) El científico “vive” en el paradigma. La presciencia se caracteriza por la falta de acuerdo en lo fundamental, por el “debate” sobre las leyes principales y los principios rectores. La ciencia normal, por el contrario, se sustenta en un modelo compartido, en un acuerdo que sirve como punto de partida para la investigación científica; Crisis, es la existencia de anomalías no implica una crisis. Sólo si afecta al fundamento del paradigma y no es superado, sería el fenómeno una crisis. Las anomalías conducen a una crisis también cuando haya necesidades o exigencias sociales, tiempo escaso, o acumulación de anomalías. La crisis produce “inseguridad profesional marcada”: surge la duda, la discusión, e incluso terminará formándose un paradigma rival; Revolución, es un cambio, pero un cambio promovido por “la crisis”; la crisis puede dar lugar a un cambio, a un “nuevo mundo”. Por su parte Lakatos, como discípulo de Kuhn y de Popper, trata de solventar los problemas del falsacionismo desde el [61] historicismo de Kuhn. Su concepto central es el de programa de investigación, el cual concibe como una estructura que sirve de guía a la futura investigación tanto de modo positivo como negativo. La filosofía de Lakatos de la ciencia empieza con una premisa simple con todo profunda: no que hay conocimiento, lo que hay es crecimiento del conocimiento; procurando especificar sistemáticamente porqué esta premisa debe ser verdad. Él prevé un programa de investigación sano que nada positivamente en las anomalías. Todas las teorías son falsas, pero algunas son mejores que otras en que explican todos los viejos resultados y predicen nuevos. Una teoría, a todas estas, no se puede rechazar en base de la observación a menos que exista una teoría alternativa superior; una sucesión de tales teorías se llama un programa de investigación, que es lo que precisamente aludimos en el párrafo anterior. Mientras el falsacionismo ingenuo de Popper mantiene que el cambio de ideas tiene lugar cuando se comprueba que estas son falsas, Lakatos sostiene que el cambio ocurre cuando existe un programa mejor. La novedad de Lakatos es que propone tres criterios para decidir si un programa de investigación es mejor que otro: 1. La nueva teoría debe explicar todo lo que explicaba la teoría anterior; 2. La nueva teoría debe tener un exceso de contenido empírico con respecto a la teoría anterior, es decir, la nueva teoría debe predecir hechos nuevos que la teoría anterior no predecía; y 3. La nueva teoría debe ser capaz de orientar a los científicos para que puedan comprobar empíricamente una parte al menos del nuevo contenido que ha sido capaz de predecir. En el marco de lo expuesto, que no es más que una apretada síntesis de los elementos constitutivos del pensamiento que ha creado accesos y rutas al conocimiento de las relaciones inherentes al hombre y a la mujer, se nos presenta un inmenso horizonte de disertación que hace imperioso reformular teorías para acercarnos a los valores integrales y humanos que nos defina como “raza cósmica” en latencia-tendencia emancipatoria. En cuanto al contexto donde la razón se desenvuelve, se da, según Berman (1982), las voces que han vaticinado el surgimiento [62] de la Era de la post-modernidad, no es más que un rebuscar de interpretaciones acerca de la modernidad. El tiempo post-moderno no existe, dado que apenas se inicia la modernidad. Es un asunto parecido a la muerte. La muerte interactúa con la vida, al llegar a su estado final o culminante, sólo es muerte. El ser humano va muriendo lentamente. La modernidad está en su esplendor, el proceso hacia un estado posterior aún está en ejecución y de llegar, no precisamente sería un tiempo post, sino un “nuevo tiempo moderno”. El andamiaje metodológico puede o no ser referencia para pensadores contemporáneos denominados postmodernos, pero ello no implica que estén fuera de la modernidad: “Ser moderno es vivir una vida de paradojas y contradicciones”. Hay una forma de experiencia vital, la cual comparten hoy las personas de un mundo urbano y global. La experiencia de esas personas con las paradojas y contradicciones de las relaciones en sociedad, les hace concebir la existencia como el producto de experiencias modernas que en el espacio y el tiempo se comportan como objetos sólidos que en la medida del ejecutar de la vida va tornando transparente, se va desvaneciendo. La mayoría de las personas desean explorar y trazar el mapa de las contradicciones, haciendo comprender las formas en que pueden nutrir y enriquecer la modernidad. La vorágine de la vida moderna ha sido alimentada por muchas fuentes: los grandes descubrimiento en las ciencias físicas, que han cambiado nuestras imágenes del universo y nuestro lugar en él; la industrialización de la producción, que transforma el conocimiento en tecnología, crea nuevos entornos humanos y destruye los antiguos, acelera el ritmo general de la vida, genera nuevas formas de poder colectivo y de lucha de clases. En un plano evolutivo, la historia de la modernidad en tres fases: La primera que se extiende más o menos desde comienzos del siglo XVI hasta finales del XVIII, donde las personas comienzan a experimentar la vida moderna; la segunda, que comienza con la gran revolución de la década de 1790, inspirada por las ideas que dieron cuerpo a la Revolución Francesa de 1789, abriendo las posibilidades de compartir la cotidianidad con las dimensiones de cambio y transformación de la vida social y política. La tercera y [63] última fase, se da en el siglo XX, tiempo en el cual el proceso de modernización se expande para abarcar gran parte de las sociedades y culturas del mundo. Es importante recordar que fue Jean- Jacques Rousseau, el primero en utilizar el término modernidad, en el sentido en que sería usado en los siglo XIX y XX, otros pensadores que ciertamente ahondaron el tema Moderno, sólo expresaban ideas de cambio, no así una sensibilidad, una espiritualidad o una dignidad que ubicara los contornos de la Modernidad en el desarrollo de una perspectiva crítica que clasifique la cotidianidad del mundo en un punto desequilibrio en que los seres humanos interpreten su lugar en el universo y los alcances espirituales que la modernidad ofrece. La modernidad, a todas estas, constituida por sus máquinas, de las cuales los hombres y las mujeres modernos son meramente reproducciones mecánicas, va en la búsqueda de una individualidad absoluta, donde el hombre se va apartando de la socialización y ha entretejido relaciones directas con un nuevo aliado: el chip de la era de la información y comunicación a través de los avances tecnológicos. ¿Cómo interpretar el efecto de la era digital en una civilización que después de pasar por la máquina de vapor retó el espacio hasta llevar el hombre a la Luna? ¿Se quiere realmente dar un nombre determinado a los nuevos tiempos, o la intención es diferenciarnos del siglo XX, por la vía de un renombrar de los paradigmas? En nuestras disertaciones acerca del tema (disertaciones realizadas no en claustros académicos, sino con los ciudadanos comunes, habitantes verdaderos de esta aldea global), consideramos que el punto de vista de Berman es el que más coincide con un acercamiento objetivo a las pulsaciones nuevas del pensamiento. Ya en trabajos de Thomas Negel, se deja ver la intención del pensamiento norteamericano por romper las barreras especulativas de la escuela francesa y centrarse en un empirismo más humano e interpretativo de la realidad de nuestras sociedades modernas. El asunto no es definir la post-modernidad, sino la modernidad. En la medida que se detectan los elementos de lo moderno, adquirimos criterios para comprender qué sucede con el [64] día a día y cómo nos inserta en la búsqueda de una identidad como seres humanos. Sin embargo, el modernismo no significa más que problemas: tiende a proponer como modelo de sociedad moderna una sociedad que en sí misma está exenta de problemas. Omite todas “las perturbaciones ininterrumpidas de todas las relaciones sociales, la inquietud y la agitación perpetuas” que durante doscientos años han sido elementos fundamentales de la vida moderna. La post-modernidad se ha adoptado una conducta mística, que se esfuerza por cultivar la ignorancia de la historia y la cultura moderna, expresándose en distintas formas: como sentimiento, juego, sexualidad, entre otros; la modernidad ha sido dividida en una serie de componentes separados (industrialización, construcción del Estado, urbanización, desarrollo de los mercados, formación de una elite) y se han opuesto a cualquier intento de integrarlos en un todo. Ello los ha librado de generalizaciones extravagantes y totalidades vagas, pero también de un pensamiento que pudiera comprometer sus propias vidas y obras y su lugar en la historia. La post-modernidad, desde un plano concreto, es una idea abstracta que no tiene relación directa y palpable con una corriente determinada de pensamiento. Renunciar a la idea dogmática y doctrinal, no es una muestra de pensamiento nuevo, sino de una perspectiva de cómo entender y comprender ese pensamiento; en una palabra, es un cambio de metodología, no así de concepciones a fondo acerca del hombre y la naturaleza. Es inútil tratar de resistir a las presiones e injusticias de la vida moderna, puesto que hasta nuestros sueños de libertad no hacen sino añadir más eslabones a nuestras cadenas; no obstante, una vez que comprendemos la total inutilidad de todo, podemos por lo menos relajarnos. La modernidad está acá en su fase embrionaria como ideología dominante. En este aspecto, la teoría de sistemas, del pensamiento complejo y de los semilleros de investigación como alternativas de una visión más amplia del mundo que involucra cambios en la vida cotidiana del sujeto individual y colectivo, en sus formas de [65] pensamiento y acciones conductuales, en la cosmovisión y en los procesos de intervención social, especialmente en la educación y la enseñanza. La visión de nuevos paradigmas es el producto de una reconversión de las ciencias sociales colombianas, especialmente de la historia, reforzando los puntos de vistas desde donde nos hemos percibido, observado y descrito a partir de las ciencias sociales clásicas que adoptaron como camino explicativo la simplicidad, la disyunción, el objetivismo y el reduccionismo. Ya no se trata de ver en términos generales el sistema como un conjunto de elementos o partes interrelacionados, coincidiendo todavía con la noción de estructura, o con la visión holística de algunas corrientes que proponen que el todo es más que la suma de las partes; la nueva visión de la teoría sistémico, que incluye un calificativo de compleja, apunta hacia la comprensión de sistemas abiertos, autopoiéticos, autorreferentes y dinámicos en constantes interacciones y conexiones entre los elementos que los configuran y en interacciones y relaciones del sistema como totalidad con el entorno y los sistemas en el entorno. La teoría clásica observa, a todas estas, que las partes por sí mismas tienen sus propiedades y que la suma de las partes configura el todo, aspecto que no contemplaba la acción del todo sobre las partes y de las partes sobre el todo. Por eso su método de observación consiste en el análisis, es decir, en la disyunciónseparación del todo en sus partes constituyentes o en anular las partes con la única observación del todo (holismo). En la teoría no clásica este pensamiento se invierte. Es decir, el pensamiento sistémico no se concentra en los componentes básicos, sino en los principios esenciales de la organización. Y es precisamente en las organizaciones que está la clave para entender lo sistémico en la complejidad del pensamiento; exponiendo que la organización es la disposición de relaciones entre componentes o individuos que producen una unidad compleja o sistema dotado de cualidades desconocidas en el nivel de componentes o individuos. Lo sistémico, en concreto, está basado en elementos de [66] interacción, donde la capacidad de cada organización de autodeterminarse hace posible que transforme los elementos en un sistema que se produce y se mantiene como escenario donde potencialidades, virtualidades y actualidades, dado su condición de intrasistémicas y extrasistémicas. A todas estas, el conocimiento reside en el complejo sistema de procesos que da como resultado, la materialización de los bienes o servicios. Existen dos soportes básicos del conocimiento: Los recursos humanos que intervienen en los procesos de producción o de soporte organizacional (formación, capacidades, cualidades personales, entre otras); y la información manejada en dichos procesos, que capacita a estas personas a incrementar su formación o habilidades para el desarrollo de sus tareas. De la fusión de estos dos soportes emerge el conocimiento. De manera, que en la medida de que la estructura organizacional facilite la sincronía entre persona e información se creará un entorno de conocimiento. Este es uno de los objetivos esenciales de la gestión del conocimiento. Las condiciones necesarias para la creación de un entorno de conocimiento se presenta en la figura 1 como una red de orden superior que enlaza los recursos constituidos por: La calidad del recurso humano, La capacidad de gestionar la información, La habilidad del modelo organizativo para implementar e integrar las herramientas, técnicas y métodos adecuados. Este conjunto de herramientas, técnicas y métodos es lo que constituye el sistema de gestión del conocimiento en las organizaciones públicas y privadas. La principal característica funcional del sistema de gestión del conocimiento es hacer coincidir las necesidades concretas de información de las distintas personas y equipos de trabajo con la disponibilidad efectiva de dicha información. De esta concepción acerca del conocimiento y la información manejada han surgido nuevas áreas de trabajo vinculadas a la creación de nuevos modelos organizacionales. Sobre la base de lo anterior, se puede señalar que una organización es una suprarred de recursos de conocimiento compuesta por una red de [67] recursos humanos, la red de recursos de información y la red de recursos informáticos y telemáticos. Una de las ventajas más significativa de este enfoque es que una organización dotada de un sistema de gestión del conocimiento tenderá a maximizar el rendimiento del aprendizaje. En este sentido, uno de los mayores exponentes de una corriente en la administración ha sido Peter Senge, quien plantea la necesidad de que los equipos, en una organización abierta al aprendizaje, funcionen como una totalidad, es decir que la energía de cada uno de los miembros del equipo se encaucen en una misma dirección. Este fenómeno denominado alineamiento, a nivel de los equipos también es necesario entre los equipos, la red de información y la de recursos telemáticos. Tal alineamiento de recursos genera costos de aprendizaje muchos menores. En la actualidad, hay al menos dos factores a favor de la concepción de sistemas de gestión del conocimiento: una mayor conciencia de los gerentes hacia la información como un recurso más de la organización y como fundamento del capital intelectual; y el avance tecnológico en informática documental, telemática y la integración de ambos a partir de Internet, y de su desviación privada, las Intranets. En la sociedad actual, la base de conocimiento de una entidad está convirtiéndose rápidamente en la única ventaja competitiva sustentable. Como tal, este recurso debe ser protegido, cultivado y compartido entre los miembros de la entidad. Hasta hace poco, las empresas podían tener éxito basado en el conocimiento individual de un conjunto de individuos estratégicamente posicionados. Sin embargo, cuando los competidores prometen más conocimiento como parte de sus servicios, termina la competencia. ¿Por qué? Porque el conocimiento organizacional no reemplaza el conocimiento individual; complementa el conocimiento individual y lo hace más fuerte y más amplio. Así, la utilización plena de la base de conocimiento de una entidad, acoplada con el potencial de habilidades individuales, las [68] competencias, pensamientos, innovaciones e ideas permitirán a una organización competir más eficazmente en el futuro. La gestión del conocimiento involucra dos aspectos relevantes. Por una parte la idea de gestión indica de algún modo, la organización, la planificación, la dirección y el control de procesos para conformar o disponer de ciertos objetivos. De otro lado, al hablar de conocimiento se pone de manifiesto que una organización, como cualquier ser humano, está sometida a una dinámica en la que del exterior y del interior mismo, capta o percibe información, la reconoce, la organiza, la almacena, la analiza, la evalúa y emite una respuesta al exterior, basada en dicha información y englobada en el total de información almacenada procurando un resultado. La realidad o parte de la realidad que es el objeto de la comprensión por parte de una entidad siempre se ve bajo los ojos de un paradigma o conjunto relacionado de ideas, principios, teorías, métodos, técnicas, herramientas y, también, creencias básicas o esenciales. El paradigma constituye el entorno mental y sobre él se construyen las decisiones y las acciones. En la actualidad, el modelo holístico por excelencia es el modelo biológico, sistemas con sus propias reglas y auto organizados, capaces de optimizar sus propios recursos. De allí su uso referencial al momento de identificar problemas y ofrecer soluciones para poder realizar algo nuevo. Evidentemente un sistema neuronal de un ser vivo es capaz de elevadísimos y sutiles procesos de datos y de información, de elevados ratios de respuesta y de aprendizaje. En la gestión del conocimiento interesa sobre todo el aprendizaje. No en vano una de las tendencias más sólidas durante la última década en las organizaciones ha sido el de los programas de formación permanente del personal y demás postulados planteados en la V Disciplina relativos al aprendizaje en equipo. En el ámbito organizacional se ha valorado el recurso humano como algo dinámico. Sin embargo, se valora más la capacidad de aprendizaje que los conocimientos adquiridos. Es más importante aprender, ya que esto significa conocer el conocimiento, [69] que poseer una colección de conocimientos. (10) De esta manera, la gestión del conocimiento implica la explotación continua del mismo para desarrollar nuevos y diferentes procesos y productos dentro de las organizaciones. El autor señala que las organizaciones deben incorporar tres prácticas sistémicas en la gestión del conocimiento, estas son: Mejorar continuamente procesos y productos, aprender a explotar el éxito y Aprender a innovar. Asociado a la gestión del conocimiento, el problema de las organizaciones consiste en consultar o acceder a la información y producir información de factores estáticos y de otros dinámicos. En particular, se debe analizar la información que se maneja en la organización real, por ejemplo, datos o bases de datos, soportes de decisiones, documentos diversos, tanto en formato de papel como en procedencia o localización de documentación electrónica. El éxito de la organización resulta de su capacidad de identificar y respetar los individuos y de la capacidad de integrarlos en un todo. Un sistema de gestión del conocimiento, en un sentido general, supone que una organización se dote de tres funcionalidades estratégicas distintas, pero reunidas en una sola y misma aplicación informática: 1.- Reutilización o realimentación del valor añadido que la organización genera y adquiere, y que representa el capital intelectual de la misma, al servicio de la resolución de nuevos problemas, incrementando de esta manera el valor añadido de los servicios producidos y el rendimiento de dicha actividad. 2.- Investigación y análisis al servicio de las personas, que en la organización son los productores de valor añadido y/o so n responsables de tomar decisiones críticas, sobre la base de una adecuada disposición de información diversa (datos, papel, textos electrónicos, etc.), y una rápida respuesta. 3. - Acceso unificado a todas y cada una de las capas de información [70] tejidas sobre la estructura organizacional. En la práctica, el individuo en la organización se enfrenta a todo el conocimiento o a una parcela de él, por eso la gestión del conocimiento organizacional debe ser también un instrumento de investigación. El soporte de un sistema de gestión del conocimiento lo constituye la información documental que a diario es generada en las organizaciones. De manera que sí la misma se maneja en forma automatizada se podrá mantener más accesible y más segura, por lo tanto más viva. Este objetivo justifica por sí mismo la incorporación de unos métodos y unas aplicaciones informáticas apropiadas. En la consideración entre el manejo de información producida en la organización y la integración de esa información a nuevo conocimiento se deben considerar dos alternativas válidas. La primera es la posibilidad de introducir un sistema de gestión documental el cual soluciona la gestión de los archivos que internamente se mantienen, transformando operaciones manuales en automatizadas y generando documentos electrónicos y soportes en papel en los casos requeridos. La segunda opción está referida al manejo integrado e independiente de los sistemas de información ya existentes el cual introduce el concepto de sistemas de gestión del conocimiento, sin que ello signifique mayores costos o mayores complicaciones tecnológicas. Esta posibilidad incorpora la presencia de una capa superior a la estructura informacional de la red existente o metasistema externo e independiente de los sistemas de información operativos. Al capturar, almacenar y emplear el conocimiento, en los procesos organizacionales se genera valor añadido a las organizaciones lo cual reduce el costo de aprendizaje. Los sistemas de gestión del conocimiento, de acuerdo a la figura 2, deben orientarse a minimizar la energía consumida y maximizar la energía producida para la adquisición y producción de nuevos conocimientos que a su vez agreguen valor a la organización. La ecuación del conocimiento en las organizaciones plantea que en un momento dado cuando la realización de los procesos organizacionales envuelve la utilización del conocimiento, se [71] consume una determinada cantidad de energía en recursos (humanos y materiales). Al plantearse en otro momento un proceso análogo pueden ocurrir dos cosas: reproducir el mismo consumo energético o minimizar dicho consumo, disponiendo de un sistema de gestión del conocimiento que permita utilizar el conocimiento producido y acumulado. En concreto, un sistema de gestión del conocimiento permite la reutilización de la información almacenada en la organización y su incorporación en los procesos funcionales y operacionales integrando los sistemas de información existentes y permitiendo la durabilidad de la información y el conocimiento. El paradigma tradicional de los sistemas de información está basado en buscar una interpretación consensual de la información basándose en normas socialmente dictadas o el control de los directivos de las organizaciones. Esto ha producido la confusión entre el conocimiento e información. El conocimiento y la información, sin embargo, son entidades distintas. Mientras que la información generada por sistemas computacionales no es portadora muy rica de interpretación humana para la acción potencial, el conocimiento reside en el contexto subjetivo del usuario que promueve la acción basado en esa información. De allí que no es incorrecto sugerir que el conocimiento reside en el usuario y no en el conjunto de información en los archivos y sistemas de soporte de las organizaciones. Aún no hay un acuerdo acerca del concepto de Gestión del Conocimiento, sin embargo, el tema es cada vez más compartido a nivel gerencial reconociendo que el conocimiento en las mentes de los miembros de la organización es el valor más grande entre los recursos organizacionales. Las organizaciones están empezando a darse cuenta que el conocimiento de sus empleados es su más valioso recurso. Estos pueden hacer que las empresas funcionen eficazmente, pero pocas han empezado a manejar sus recursos de conocimiento activamente de manera amplia. La gestión de conocimiento se ha orientado tanto al aspecto filosófico como el [72] tecnológico, con muy poca discusión pragmática acerca de cómo el conocimiento puede manejarse y puede usarse más eficazmente en forma cotidiana. En esta fase temprana de la gestión del conocimiento en las empresas, la forma más apropiada de diálogo no se realiza en los niveles tácticos, sino en los altos niveles de la organización. Cuando una organización decide con que principios está de acuerdo en la gestión de conocimiento, puede formular los enfoques detallados y planes basados en esos principios. [73] PRINCIPIO DIALÓGICO DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL CONTEXTO VENEZOLANO [74] (1) Las siguientes ideas abordan la temática de los Derechos Humanos, en el contexto constitucional venezolano; los derechos humanos son asumidos, en los términos de los documentos de las Naciones Unidas (2016), como “…derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición” (p.3). Se ha indagado, desde el punto de vista del pensamiento científico de las ciencia política y jurídica, la percepción de los derechos humanos universales enmarcados en la ley, los cuales garantizan, a través de ella, convenios que desde el derecho internacional consuetudinario, destaque las obligaciones que tienen los gobiernos de tomar medidas en determinadas situaciones, o de abstenerse de actuar de determinada forma en otras. La idea de esto, es develar la cartografía técnica de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los individuos o grupos, como principio de su universalidad, donde los derechos humanos se apoyen en las instituciones para imponer las necesidades humanas por encima de los intereses particulares de sectores ostentadores de Poder. Uno de los referentes históricos importantes que sirve de fundamento a un estudio como este, es la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Viena en 1993, donde se debatió que los Estados tenían el deber, independientemente de sus sistemas políticos, económicos y culturales, de promover y proteger todos los derechos humanos y las libertades fundamentales. Es decir, que los Estados han de entenderse desde los principales tratados de derechos humanos, reflejando así el consentimiento de dichos Estados para establecer obligaciones jurídicas que se comprometen a cumplir, y confiriéndole al concepto de la universalidad una expresión concreta. [75] En un aspecto concreto los derechos humanos, vistos desde sus elementos constitucionales, en el caso de Venezuela, presentan un perfil en el cual se suprime toda restricción del derecho a la libertad que pueda intentar buscarse desde un tribunal de justicia, es decir, los Derechos Humanos priorizan la vida y la dignidad humana, y la preservan por encima de las decisiones de las instituciones que imparten justicias en el país. Los Derechos Humanos, sean civiles y/o políticos, como el derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión; los derechos económicos, sociales y culturales, como el derecho al trabajo, la seguridad social y la educación; o los derechos colectivos, como los derechos al desarrollo y la libre determinación, todos son derechos indivisibles, interrelacionados e interdependientes; están por encima de cualquier consenso de los Estados o naciones, nunca podrá privar su desvalorización o visión discrecional, puesto su razón de ser es por naturaleza humana y así ha de mantenerse siempre. Es decir, no puede haber discriminación, dado que en todos los principios del Derecho, sobre todo en el Derecho Internacional, como derechos humanos integrados a la convivencia de los pueblos, está presente este respeto en los tratados de derechos que constituye el tema central de las Convenciones Internacionales, promoviendo la eliminación de las formas de discriminación racial y de todas las formas de discriminación. La a no discriminación, a todas estas, se complementa con el principio de igualdad, como lo estipula el artículo número uno de la “Declaración Universal de Derechos Humanos”, donde se dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. A todas estas, los derechos humanos incluyen tanto derechos como obligaciones y la obligación de los Estados no es solamente abstenerse ante quienes busquen doblegar estos derechos, sino abstenerse de apoyar a Estados que atenten contra el disfrute de los derechos humanos, o de limitarlos, exigiendo que dichos Estados no infrinjan el abusos de los derechos humanos contra individuos y grupos; la obligación de los Estados está en adoptar medidas [76] positivas para facilitar el disfrute de los derechos humanos básicos. En ese marco constitucional se le da el mandato, haciendo referencia a las actividades administrativas y de control y registro contable, existen dos categorías de recursos que pueden ser ejercidos con relación a los actos y operaciones de la administración para la preservación de los Derechos Humanos: los recursos administrativos y los recursos contenciosos. Los recursos administrativos, se refieren a los medios de que disponen los interesados para obtener por la vía administrativa la reconsideración de aquellos actos que estimen contrarios a la ley, la equidad o la conveniencia colectiva; y los recursos contenciosos, que vienen a ser los medios de los que disponen los interesados para someter ante un tribunal, en la forma legal, una pretensión jurídica, con la finalidad de que ésta sea satisfecha mediante una sentencia y alcance un estatus de interpretación jurídica donde se imponga el respeto a la vida y a la condición humana por sobre todas las cosas. Estos recursos se denominan contenciosos, esgrime BrewerCarías (2004), porque en todos ellos, hay siempre un emplazamiento en virtud del cual quedan enteradas del procedimiento intentado todas las personas interesadas en oponerse a la pretensión del actor, y en hacer valer en el juicio sus puntos de vista. Desde esta realidad planteada, cuyo problema medular es descubrir el vínculo teórico e interpretativo entre la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), y los elementos de norma que brinda el Estado venezolano para imponer la supremacía de los Derechos Humanos en los actos de tipo administrativo propios de las Ciencias Sociales. Ante esta realidad surge una incógnita que internaliza el tema desde la politología y la teoría del derecho: ¿Cuáles elementos, en el caso del marco jurídico constitucional vigente en Venezuela, caracterizan los Derechos Humanos desde la figura de los Derechos tutelados, el Derecho Internacional y la visión del Derecho Contencioso Administrativo? Antes de ahondar acerca de los Derechos Humanos desde la postura constitucional venezolana, se hace necesario delimitar el contexto en el cual se da el resguardo y cuidado de estos Derechos Fundamentales del ser Humano; es decir, el Estado de Derecho [77] como principio que permite la articulación entre los deberes de los ciudadanos y ciudadanos, y el reconocimiento del Estado de preservar su vida y la subsistencia de la humanidad. Lo que se entiende por Estado de Derecho, expresa BrewerCarías (2012), no es una categoría que acepte el reconocido jurista, filósofo y político austriaco Hans Kelsen (1881-1973), de origen judío, para quien existe identidad del orden estatal y del orden jurídico; de este modo todo Estado tiene que ser Estado de Derecho en sentido formal, puesto que todo Estado tiene que constituir un orden coactivo y todo orden coactivo, recalca Kelsen, tiene que ser un orden jurídico. En este aspecto, Kelsen admite que se puede aludir un Estado de Derecho material para plantear la cuestión de en qué medida se exigen garantías jurídicas concretas que aseguren los actos jurídicos individuales. La idea del Estado de Derecho tiene sentido desde el punto de vista jurídico y político, recalca BrewerCarías (Ob.cit.), en tanto que representa la funcionalidad del sistema estatal, e introduce en ese sistema la normalización, la racionalidad y, por ende, la disminución de factores de incertidumbre. En el ámbito constitucional, pocas Constituciones han adoptado expresamente el principio de Estado de Derecho; en el caso de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (de aquí en adelante CRBV), los órganos del Estado deben someter su acción a la norma constitucional, conforme a ella, con lo cual sin hacerse referencia directa al Estado de Derecho, se enuncia su significado. En cuanto a las características del Estado de Derecho, hay cuatro grandes tendencias: la liberal, la social, la democrática y la cultural. Cuando entró el siglo XX, dominaba el constitucionalismo liberal, fraguado a todo lo largo de la centuria precedente; la CRBV, se estructura a partir de los derechos de libertad, propiedad, seguridad jurídica e igualdad; algunos de sus corolarios son los derechos de asociación, participación ciudadana, petición, sufragio, libertad de conciencia, entre otras. El constitucionalismo, advierte Brewer-Carías (Ob.cit.), en sus raíces europeas, desde la perspectiva social, apareció en la carta [78] de Querétaro de 1917 y en la Constitución alemana de Weimar de 1919; fue ésta la que mayor influencia tuvo en Europa, mientras que la mexicana recibió mayor difusión en América Latina. Las tesis sociales del Estado Weimar tuvieron resonancia en las sociedades industriales, sobre todo porque permitían hacer frente a las presiones obreras que encontraban inspiración en la revolución soviética. Las tesis mexicanas fueron más atractivas para quienes tenían que paliar la inquietud de las sociedades rurales. Las características fundamentales del constitucionalismo social consistieron en el reconocimiento de los derechos a la organización profesional, a la huelga, a la contratación colectiva, al acceso a la riqueza y de principios de equidad en las relaciones jurídicas y económicas. De este modo, se explica, recalca BrewerCarías (Ob.cit.), aludiendo a la CBRV, el surgimiento de la seguridad social, de los tribunales laborales, y la defensa de derechos como la jornada, el salario y el descanso obligatorio. También se ha destacado, los derechos prestacionales con cargo al Estado, como los concernientes a educación, salud, vivienda y seguridad alimentaria. Uno de los efectos que ha resaltado en el constitucionalismo social venezolano, es servir como base a la acción intervencionista del Estado. Por eso durante el proceso iniciado en la década de los ochenta, el progresivo desmantelamiento del Estado intervencionista ha implicado, inevitablemente, la reducción progresiva del Estado de bienestar. A todas estas, el constitucionalismo democrático participativo, por su parte, ha tomado como objeto de importantes previsiones en seguida de la los cambios ideológicos y de sentido social de la Venezuela del siglo XXI. A partir del concepto adoptado por la “Ley Fundamental de Bonn”, recuerda Brewer-Carías (Ob.cit.), se estableció una percepción de tutelaje de los sistemas presidencialistas, siendo dichos sistemas caracterizados por una progresiva flexibilidad para hacerse más receptivos los instrumentos y procedimientos de control político, de origen democrático. En la experiencia de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), se han establecido límites a la reelección presidencial, pero sin quitar de ella el tutelaje del alto cargo ejecutivo de los criterios de Derecho [79] que ha de preservar el Estado. (2) En el marco de estas ideas, el constitucionalismo democrático participativo, en el caso de Venezuela, se caracteriza por ser un reconocimiento de los partidos políticos y de la vida plural de las organizaciones de carácter político; esto es la garantía de procesos electorales libres e imparciales, bajo un ambiente que promueve la descentralización del poder, incluyendo las formas del estado federal y regional; en el fortalecimiento de la organización, facultades y funcionamiento de los cuerpos representativos; en la adopción de formas de democracia semidirecta, a veces incluso en perjuicio de los sistemas representativos, como el referéndum legislativo, el plebiscito, la iniciativa popular y, aunque mucho más raro, en la revocación de los representantes. El Estado de Derecho en el constitucionalismo venezolano, significa el énfasis en los derechos culturales, que no son, como los sociales, derechos de clase, ni como los democráticos, derechos universales. En una palabra, los culturales son derechos colectivos y se traducen en intereses concretos y que conciernen a todos los estratos socioeconómicos. Entre los más relevantes están los derechos humanos, pero la gama es muy amplia, comprende el derecho a la protección del ambiente, al desarrollo, al ocio y el deporte, a la intimidad, a la no discriminación, a la migración, a la información, a la objeción de conciencia, a la seguridad en el consumo y a la diversidad lingüística, cultural y étnica, entre otros aspectos. Lo característico de la CRBV y del nuevo Estado venezolano, es la vinculación entre los contenidos sociales y los concernientes al pluralismo; la participación ciudadana aparece como vía expedita para ampliar los derechos que corresponden al cuerpo social, ejerciendo un efectivo control vertical sobre los órganos del poder. El Estado de Derecho parte de un punto de vista débil o [80] formal (estado de derecho en sentido formal), ya que su origen es el de un Estado de Derecho, según esta acepción es que en su organización político-social de cualquier poder deba ser conferido por la ley y ejercido en las formas y procedimientos establecidos por ella. Y la acepción fuerte o substantiva, en el cual el Estado de Derecho, tiene un sentido real o material, para lo cual se requiere que el poder sea limitado por la Ley, que condiciona no solamente sus formas, sino también sus contenidos. En este sentido, es importante ahondar en el marco del artículo 23, de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la cual tiene su primera versión en 1999 (la segunda versión es del 2000), trata el tema de las Convenciones de Derechos Humanos. El artículo dice: “Los tratados, pactos y convenciones relativos a los derechos humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en que contengan normas sobre du goce y ejercicio más favorables a las establecidas en esta Constitución y en las leyes de la República y son de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del Poder Público”. El Estado venezolano, se orienta a garantizar los derechos humanos y lograr la inclusión plena de los venezolanos y las venezolanas, haciendo posible su realización y disfrute de manera integral y, especialmente, los derechos colectivos económicos, sociales y culturales. El artículo 23, expresa Garay (2007), “es terminante en cuanto a la aplicación de las garantías y derechos humanos, hasta el punto que los convenios que firme Venezuela en esta cuestión tienen jerarquía constitucional y son de aplicación inmediata por los tribunales, entre otras…”(p.32). El Título III, de la CRBV (Ob.cit.), desarrolla el articulado de derechos consagrados para la construcción del nuevo modelo de nación, basado en el respeto de los derechos humanos; el artículo 19, garantiza el respeto de los derechos humanos conforme al principio de progresividad y sin discriminación, siendo obligatoria para los órganos del Poder Público, de conformidad con la Constitución, con los tratados sobre derechos humanos suscritos y ratificados por la República. Venezuela asume el importante [81] compromiso internacional de presentar el Examen Periódico Universal, mecanismo del Consejo de Derechos Humanos encomendado por la Resolución 60/251, de las Naciones Unidas: “…d) Promoverá el pleno cumplimiento de las obligaciones en materia de derechos humanos contraídas por los Estados y el seguimiento de los objetivos y compromisos relativos a la promoción y protección de los derechos humanos emanados de las conferencias y cumbres de las Naciones Unidas; e) Realizará un examen periódico universal, basado en información objetiva y fidedigna, sobre el cumplimiento por cada Estado de sus obligaciones y compromisos en materia de derechos humanos de una forma que garantice la universalidad del examen y la igualdad de trato respecto de todos los Estados; el examen será un mecanismo cooperativo, basado en un diálogo interactivo, con la participación plena del país de que se trate y teniendo en consideración sus necesidades de fomento de la capacidad; dicho mecanismo complementará y no duplicará la labor de los órganos creados en virtud de tratados; el Consejo determinará las modalidades del mecanismo del examen periódico universal y el tiempo que se le asignará antes de que haya transcurrido un año desde la celebración de su primer período de sesiones; f) Contribuirá, mediante el diálogo y la cooperación, a prevenir las violaciones de los derechos humanos y responderá con prontitud a las situaciones de emergencia en materia de derechos humanos;…” Los Instrumentos internacionales de derechos humanos ratificados por el Estado venezolano, son: El “Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales”, 1966; adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General, en su resolución 2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966. Este entró en vigor, 3 de enero de 1976, de conformidad con el artículo 27, donde los Estados firmantes, conforme a los principios enunciados en la Carta de las Naciones Unidas, la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e [82] inalienables, reconociendo que estos derechos se desprenden de la dignidad inherente a la persona humana, y con arreglo a la Declaración Universal de Derechos Humanos, no puede realizarse el ideal del ser humano libre, liberado del temor y de la miseria, a menos que se creen condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos económicos, sociales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y políticos; Está el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de 1966, adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966, el cual entró en vigor el 23 de marzo de 1976, de conformidad con el artículo 49, conforme a los principios enunciados en la Carta de las Naciones Unidas, la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e inalienables, reconociendo que estos derechos se derivan de la dignidad inherente a la persona humana, y adecuando a la Declaración Universal de Derechos Humanos, el ideal del ser humano libre en el disfrute de las libertades civiles y políticas y liberado del temor y de la miseria, a menos que se creen condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos civiles y políticos, tanto como de sus derechos económicos, sociales y culturales; El Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 1966, adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI), de 16 diciembre de 1966, entrada en vigor el 23 de marzo de 1976, de conformidad con el artículo 9, donde los Estados, partes en el siguiente Protocolo, aseguran el mejor logro de los propósitos del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (en adelante denominado el Pacto) y la aplicación de sus disposiciones sería conveniente facultar al Comité de Derechos Humanos establecido en la parte IV del Pacto para [83] recibir y considerar, tal como se prevé en el presente Protocolo, comunicaciones de individuos que aleguen ser víctimas de violaciones de cualquiera de los derechos enunciados en el Pacto; El Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la pena de muerte, 1989, probado y proclamado por la Asamblea General en su resolución 44/128 15 de diciembre, donde los Estados que son partes en del Protocolo, se solidarizan con la abolición de la pena de muerte contribuye a elevar la dignidad humana y desarrollar progresivamente los derechos humanos, recordando el artículo 3, de la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948, y el artículo 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, aprobado el 16 de diciembre de l966; La Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, 1965, adoptada y abierta a la firma y ratificación por la Asamblea General en su resolución 2106 A (XX), de 21 de diciembre, y entrada en vigor el 4 de enero de 1969, de conformidad con el artículo 19, donde los Estados partes del convenio, se adhieren a los principios de la dignidad y la igualdad inherentes a todos los seres humanos, comprometiéndose a tomar medidas conjunta o separadamente, en cooperación con la Organización, para realizar uno de los propósitos de las Naciones Unidas, que es el de promover y estimular el respeto universal y efectivo de los derechos humanos y de las libertades fundamentales de todos, sin distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión; El convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, 1984, adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 39/46, de 10 de diciembre, el cual entró en vigor el 26 de junio, donde los Estados que forman partes en la presente Convención, proclaman el reconocimiento de los [84] derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana es la base de la libertad, la justicia y la paz en el mundo, reconociendo que estos derechos emanan de la dignidad inherente de la persona humana; El convenio sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, 1979, adoptado en la resolución 34/180, de 18 de diciembre, entrando en vigor el 3 de septiembre de 1981, y donde los Estados firmantes reafirman la fe en los derechos humanos fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres; El protocolo Facultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, 1999, adoptado por la Asamblea General en su resolución A/54/4 de 6 de octubre, donde los Estados firmantes del protocolo, reafirman la fe en los derechos humanos fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, señalando que en la Declaración Universal de Derechos Humanos Resolución 217 A (III), se proclama que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y que toda persona tiene todos los derechos y libertades en ella proclamados sin distinción alguna, inclusive las basadas en el sexo y los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos; El convenio sobre los Derechos del Niño, 1989, adoptado por la Asamblea General en su resolución 44/25, de 20 de noviembre, entrando en vigor el 2 de septiembre de 1990, proclama la libertad, la justicia y la paz en el mundo basada en el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana, y teniendo presente que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre y en la dignidad y el valor de la persona humana, y que han decidido promover el progreso social y elevar el nivel de vida dentro de un [85] concepto más amplio de la libertad; El Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía, 2000, según la Resolución A/RES/54/263 del 25 de mayo, que entrara en vigor el 18 de enero, y donde los Estados firmantes se adhieren a la idea de asegurar el mejor logro de los propósitos de la Convención sobre los Derechos del Niño1 y la aplicación de sus disposiciones y especialmente de los artículos 1, 11, 21, 32, 33, 34, 35 y 36, sería conveniente ampliar las medidas que deben adoptar los Estados Partes a fin de garantizar la protección de los menores contra la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía; El Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados, 2000, aprobado en la Resolución A/RES/54/263 del 25 de mayo, y que entró en vigor el12 de febrero del 2002, donde los Estados firmantes, alentados por el inmenso apoyo de que goza la Convención sobre los Derechos del Niño1, que demuestra que existe una voluntad general de luchar por la promoción y la protección de los derechos del niño, reafirman que los derechos del niño requieren una protección especial y que, para ello, es necesario seguir mejorando la situación de los niños sin distinción y procurar que éstos se desarrollen y sean educados en condiciones de paz y seguridad, buscando atender a los reocupados por los efectos perniciosos y generales que tienen para los niños los conflictos armados, y por sus consecuencias a largo plazo para la paz, la seguridad y el desarrollo duraderos; entre otros (se ha nombrado solamente los convenios y pactos más representativos). En materia de derechos humanos, Venezuela ha suscrito la Declaración Universal de Derechos Humanos, y ha ratificado, entre [86] otros tratados, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su primer protocolo y la Convención Americana y ha aceptado someterse a la jurisdicción de la Corte Interamericana. La CRBV, hace hincapié en el reconocimiento y respeto a los derechos humanos de las más extensas a nivel mundial. Esa Constitución, al decir de Hildegard Rondón de Sansó quien, para la fecha de su promulgación, era Magistrado de la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, constituye “…una de las piezas más hermosas del constitucionalismo moderno.” Cuando se lee la CRBV, se observa que en su normativa sobre derechos humanos se establecen cuáles son los derechos y las garantías que los Estados, partes de dichos tratados, están obligados a respetar y hacer cumplir. Según el Derecho Internacional, en Venezuela se tiene vigencia de los Principios Básicos Relativos a la Independencia de la Judicatura, adoptados por el “Séptimo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente”, aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en sus Resoluciones 40/32 del 29 de Noviembre de 1985 y 40/146 del 15 de Noviembre de 1985. Esos principios son los siguientes: Independencia de la judicatura. La independencia de la judicatura será garantizada por el Estado y proclamada por la Constitución o la legislación del país. Todas las instituciones gubernamentales y de otra índole respetarán y acatarán la independencia de la judicatura; Libertad de expresión y asociación. En consonancia con la Declaración Universal de Derechos Humanos y al igual que los demás ciudadanos, los miembros de la judicatura gozarán de las libertades de expresión, creencias, asociación y reunión, con la salvedad de que, en el ejercicio de esos derechos, los jueces se conducirán en todo momento de manera que preserve la dignidad de sus funciones y la imparcialidad e independencia de la judicatura; Condiciones de servicio e inamovilidad. La ley garantizará la permanencia en el cargo de los jueces por los períodos establecidos, su independencia y su seguridad, así como una remuneración, pensiones y condiciones de [87] servicio y de jubilación adecuadas; las decisiones que se adopten en los procedimientos disciplinarios, de suspensión o de separación del cargo estarán sujetas a una revisión independiente. Podrá no aplicarse este principio a las decisiones del tribunal supremo y a las del órgano legislativo en los procedimientos de recusación o similares, entre otras. En este sentido, Venezuela es un estado social y democrático de derecho; además, que en él se ha planteado llevar hasta sus últimas consecuencias la construcción del Estado Socialista. A este respecto el Estado social la realización del socialismo se lleva a cabo las mencionadas exigencias fundamentales del Estado de derecho, imperio de la ley; ley como expresión de la voluntad general, división de poderes y legalidad de la administración como mecanismos jurídicos anti totalitarios; y, finalmente, respeto, garantía y realización material de los derechos y libertades fundamentales (Díaz, 1981, p.54). El Estado tiene la tarea fundamental de propugnar y, por ende, garantiza "…la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político" (CRBV, Ob.cit., artículo 2). Igualmente, el Estado tiene dentro de sus fines esenciales la defensa de la persona de su desarrollo y de su dignidad; el garantizarle al pueblo prosperidad y bienestar y el ejercicio democrático de su voluntad; la construcción de una sociedad justa y amante de la paz; y, en general, "el cumplimiento de los principios, derechos y deberes (CRBV, Ob.cit., artículo 3). El texto es explícito al establecer el deber del Estado de garantizar los derechos humanos, cuyo "respeto y garantía son obligatorios para los órganos del Poder Público" (CRBV, Ob.cit., artículo 19). En consecuencia, se otorga el derecho de toda persona a la protección por parte del Estado "a través de los órganos de seguridad ciudadana regulados por ley, frente a situaciones que constituyan amenaza, vulnerabilidad o riesgo para la integridad física de las personas, sus propiedades, el disfrute de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes" (CRBV, Ob.cit. artículo 55). El derecho a la protección, a todas estas, por parte del [88] Estado, obliga a éste a adoptar medidas adecuadas y dentro del Estado de Derecho, para garantizar la seguridad ciudadana. Finalmente, cabe destacar que por mandato expreso del artículo 23 de la CRBV, los instrumentos de derecho internacional ratificados por Venezuela tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno en la medida en que reconozcan una protección más amplia de los derechos humanos. Así, el bloque de la Constitución está integrado por el propio texto constitucional y los tratados de derechos humanos ratificados por el estado. De esto se desprende que, por ser parte del bloque de la constitución, los instrumentos internacionales sobre derechos humanos vinculan al resto del ordenamiento jurídico nacional, por lo cual todas las personas y los órganos que ejercen el poder público quedan sujetos a ellos con la misma calidad de norma suprema y fundamento del ordenamiento jurídico que tiene la Constitución. En un aspecto puntual, la interpretación constitucional de la figura de los Derechos Humanos, está orientada por la precomprensión que marca la elección del método, según Loewenstein (1982), que ejercita la capacidad del abogado en la identificación de un cuerpo doctrinario que acompaña la carta magna de una nación. La pre-comprensión, agrega Loewenstein (Ob.cit.), tiene que ser desvelada y racionalizada en lo posible; el investigador puede representar su teoría como universal y pura, sin efectos colaterales, pero una interpretación constitucional, tiene que avalar el ejercicio de una o varias instancias mediadoras, donde el pluralismo y el antagonismo de ideas e intereses, pueden verse comprometidos, dado que en ese nivel de discernimiento debe prevalecer la integración pragmática de elementos teóricos y los efectos de sanción que la moral consensuada, normada por la Constitución, ha establecido, porque indica el valor de las diversas teorías constitucionales. La propuesta creada por Smend, citado por Loewenstein (Ob.cit.), del año 1928, es el concepto de Constitución imantado por la idea de impulso y límite; en su época tuvo una gran difusión su teoría de la integración, donde el Estado está siempre ante nuevos procesos de integración; el Estado constitucional europeo moderno, [89] tiene, internamente, nuevas cuestiones que plantear y nuevas respuestas que buscar. Está también la propuesta teórica de Schmitt, en 1928, también citada por Loewenstein (Ob.cit.), presentando el marco Constitucional bajo una perspectiva dogmática, en la forma de la teoría de las garantías de instituto y las garantías institucionales como la propiedad o la herencia y su contenido esencial protegido por el legislador. Es a lo que se refería H. Heller, citado por Loewenstein (Ob.cit.), como el tercero del triunvirato de los tiempos de Weimar. No sólo acuñó la expresión “Estado social de derecho”, sino que también aplicó de manera creativa al contexto jurídico la expresión de los grandes de la literatura romántica de finales del siglo XIX, es decir, ver a la Constitución como una forma acuñada que se desarrolla viva. No podía faltar la presencia de H. Kelsen, citado por Loewenstein (Ob.cit.), quien propone la teoría sobre la construcción escalonada del sistema jurídico en la variante de la supremacía de la Constitución. En el contexto del desarrollo de la Constitución en los Estados Nacionales Latinoamericanos, después de 1949, con la influencia europea y norteamericana, surgieron teorías constitucionales que ven esta Carta Magna, como norma y tarea (según Scheuner), la Constitución como plan estructural fundamental para la conformación jurídica de una comunidad (según Hollerbach), entre otros; de la experiencia política de Suiza, procede la teoría de la Constitución como orden jurídico fundamental del Estado y una comprensión acentuadamente histórica de la Constitución que permite sea valorada como limitación y racionalización del poder y conformación de un proceso político libre. En palabras llanas, la Constitución debe conformar el poder estatal y tiene que limitar igualmente el poder social. Ante todo, tomando ideas de Loewenstein (Ob.cit.), la Constitución es también un proceso público que defiende la comprensión mixta de la Constitución con lo que se sitúa en el elemento planificador del Estado y su relación con la Sociedad, desde el punto de ponerle [90] freno a la preponderancia absoluta del mercado, aspecto que daña las relaciones entre las personas de una sociedad. Las Constituciones son un documento que sirve de cartografía cultural de las sociedades, es un texto jurídico o sistema normativo de regulación, expresión de un estado de desarrollo cultural, instrumento para la auto representación cultural de un pueblo, reflejo de su patrimonio cultural y fundamento de sus esperanzas (Loewenstein, Ob.cit.). Esa percepción de las Constituciones, descrita por Loewenstein (Ob.cit.), no tuviera razón de ser, sino se da una comprensión científico-cultural de su letra y significado, incorporando de manera flexible elementos en el espacio y el tiempo que desarrollan la comparación jurídica horizontal en el tiempo (historia constitucional) y la comparación jurídica vertical en el espacio (comparación sincrónica). Desde el punto de vista de la técnica jurídica, los métodos de interpretación los juristas unas herramientas seguras; se parte del tenor literal del texto (interpretación gramatical), volviendo a la historia (interpretación histórica, con las variantes de la interpretación histórica subjetiva y objetiva) y analizando la posición sistemática de la norma en su conjunto, lo que se caracteriza como el contexto. Los métodos de interpretación son un armazón flexible de argumentación, que puede ser descrita como una estructura de principios y como un sistema de reglas. A todas estas, los derechos humanos no son un sueño de utópicos; ya funcionan como parte del imaginario colectivo y desempeñan una función reguladora en la globalización. A pesar de lo que digan los etnocentristas, a la hora de la verdad el relativismo no se lo cree nadie. Quien tiene por irracional quitar la vida, dañar física y moralmente, privar de libertades, o no aportar los mínimos materiales y culturales para que las personas desarrollemos una vida digna, no lo cree sólo para su sociedad, sino para cualquiera. Los derechos humanos constituyen un camino de salida de las falacias del relativismo cultural y ético, aunque no estén exentos de dificultades. Una consecuencia práctica de pensar la ciudadanía desde los derechos humanos se refiere directamente a la inmigración: las naciones receptoras tienen que responder con más [91] coherencia al desafío de este ideal. Como es sabido, el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (1948), protege la libertad de circulación: "toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado". También conviene recordar aquí el artículo 3º, aunque su sentido sea mucho más general: "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona". Frente a estos imperativos, las legislaciones de estos países se quedan cortas porque "en la práctica, el derecho de cada Estado a regular y limitar esta libertad [de circulación] prevalece sobre el derecho de los migrantes, y lo que debería ser un derecho inalienable se ha convertido, de hecho, en una excepción que los diversos Estados conceden a regañadientes y con muchas reticencias". Junto a los derechos humanos, la ciudadanía en un mundo globalizado tiene que construirse a partir de la noción de solidaridad. Por solidaridad no debería entenderse únicamente el deber moral de acoger al inmigrante o compadecernos de sus sufrimientos. La solidaridad se refiere a una de las dimensiones de la ciudadanía: la responsabilidad cívica. El ser ciudadano de una comunidad política significa también el deber de construir el ámbito de lo público y de buscar el bien común por encima de los intereses particulares. Sin embargo, este deber cívico, que no se identifica ni de lejos con el patriotismo, está muy venido a menos últimamente. La ciudadanía parece haberse reducido en todos las naciones únicamente al reclamo de los derechos políticos y sociales que ella garantiza. Los derechos humanos juegan un papel que puede parecer paradójico a primera vista. Por un lado refuerzan las demandas de más derechos y más beneficios socio-económicos para los inmigrantes, pero al hacerlo parecieran dar a entender que la ciudadanía es únicamente un soporte de derechos y beneficios. Por este motivo, un nuevo concepto de ciudadanía debe integrar también la solidaridad, como responsabilidad cívica por el bien común. Los Derechos humanos pueden entonces dar una identidad renovada a las naciones que, con razón o sin ella, se preocupan por el rostro [92] cada vez más multicultural de sus sociedades. Esto lleva a reconocer en el concepto de Estado, denominación que reciben las entidades políticas soberanas sobre un determinado territorio, su conjunto de organizaciones de gobierno y, por extensión, su propio territorio, el término soberanía, el cual es el reconocimiento efectivo, tanto dentro del propio Estado como por parte de la comunidad, de que hay una autoridad gubernativa es suprema que dirige los destinos del colectivo. La soberanía define en este sentido el carácter legítimo de un Gobierno (instrumento ejecutor de las políticas públicas de un Estado) y que se sustenta en el dominio del Poder, el cual es la facultad y jurisdicción de la que dispone el individuo o grupo de ellos, para mandar o ejecutar acciones, con capacidad de imponer la propia voluntad sobre los otros. El Poder, en las sociedades modernas, es el conferimiento a una persona de la potestad para que pueda llevar a cabo un acto por cuenta de otro o ejercitar un derecho que le es ajeno. La representación voluntaria surge del negocio jurídico de apoderamiento, pudiendo ser el poder general o especial. La representación legal es obra de la ley e instrumento por lo general para suplir un defecto en la capacidad de obrar de determinadas personas. Hay también en este sentido una variación de los modos y usos del Poder: por disposición, que da la posibilidad conferida al titular de un derecho subjetivo de realizar actos que afecten a la sustancia y a la subsistencia misma del derecho, enajenándolo, transmitiéndolo, dando lugar a otros derechos limitados o menores a partir de él, o, incluso, renunciándolo; constituyente, que es el poder político supremo y extraordinario, ejercido dentro de una nación, con el fin de determinar su destino mediante la formulación de una Constitución democrática. En el caso de los estados nacionales modernos latinoamericanos, hay lo que se conoce como poder constituido; éste no es más que el poder legítimo y ejercido de modo constitucional por los órganos correspondientes del Estado. Ello nos lleva a la teoría de la división de poderes, en donde cabe mencionar la [93] siguiente división: poder legislativo, órganos a los que corresponde la elaboración de las leyes; Poder ejecutivo: órganos a quienes está encomendada la ejecución de las leyes y el Gobierno del Estado; y Poder judicial: órgano o serie de órganos que desempeñan la tarea de administrar justicia. Pero en el caso de Venezuela, haciendo énfasis en el nuevo marco jurídico establecido desde la promulgación de la Constitución de 1999, a esta división tradicional se le adhieren dos nuevos poderes más: el poder ciudadano y el poder electoral. El poder ciudadano, según se define en la CRBV, en su capítulo IV, es u órgano que tiene a su cargo prevenir, investigar y sancionar los hechos que atenten contra la ética y la moral administrativa (Artículo 274). Por su parte, el poder electoral, capítulo V de la CRBV, tiene autonomía para la administración y ejecución de actos relacionados con la participación política. Esto nos lleva a valorar, en el caso específico de Venezuela, la existencia de un Estado delimitado y con claras funciones en cómo organizar su soberanía para dar respuestas al colectivo de forma eficaz y oportuna. Si hubiese que escoger uno de esos cinco poderes, obviamente el poder ciudadano se impone: ¿cómo puede existir un estado puro, consciente de sus responsabilidades, sino no hay transparencia y ética en el ejercicio de las acciones de Gobierno? Primero se “barre la casa” para decir que “tenemos casa limpia”, no lo contrario. Se habla también de poder moderador para hacer referencia al ejercido por el jefe del Estado, cuando su papel consiste en mediar entre los poderes clásicos del Estado y su gestión pretende evitar, en lo posible, que éstos se extralimiten en el ejercicio de las funciones que le vienen conferidas por las leyes. Esto nos lleva distinguir con claridad que una cosa es el Estado y otra el Gobierno: aquél es la unidad territorial y soberana para la toma de decisiones; éste representa los órganos de ejecución del Estado en el pleno ejercicio de su soberanía. Por ello, el rol del Gobierno es de promotor y preservador de los derechos humanos que el Estado admite y defiende como razón vital de su existencia institucional. [94] TEORÍA INNATISTA, TEORÍA CONDUCTISTA Y TEORÍA CONSTRUCTIVISTA DEL LENGUAJE [95] (1) La denominada teoría innatista hace referencia, según resalta Larsen-Freeman y Long (2004), a la idea de que los seres humanos nacen biológicamente programados para el lenguaje. Si bien, como sugiere Chomsky (1999), hay una postura racionalista que se apoya en la idea de que los seres humanos nacen biológicamente programados para el lenguaje, es una afirmación que concentra su mensaje en resaltar que el hombre está dotado genéticamente para hacer uso del conocimiento y el la lengua, de manera simultánea, lo que este autor califica de “gramática universal”. Este don natural de la especie humana se desarrolla al entrar en contacto con el lengua natural en el cual lo introducen sus semejantes directos (quienes desde la gestación y nacimiento le vienen haciendo oír de alguna manera) y da lugar a la lengua interna de cada hablante nativo. La postura de Chomsky (1999), quien es uno de los que construye una hipótesis fundamentada acerca del innatismo, la desarrolla fundamentándola en la teoría sobre el aprendizaje de la lengua, desde los principios de defensa de la corriente conductista del aprendizaje; desde el punto de vista innatista, explica Chomsky (1999), el proceso de adquisición ya no es definido como el resultado de la imitación y la repetición, que es una explicación conductista del lenguaje, sino como un proceso de selección y construcción creativa de la lengua. En ese proceso de selección, que se produce internamente, parte del supuesto de que la contiene un inventario de los principios comunes a todas las lenguas naturales y unas cadenas de rasgos parametrizados, el niño selecciona las combinaciones posibles pulsando o activando los rasgos de aquellas cadenas que se corresponden con la lengua a la que está expuesto. La teoría innatista, esgrime Chomsky (2008), es que la teoría conductista no es capaz de dar respuesta al denominado problema lógico de la adquisición del lenguaje, un problema radica en explicar [96] cómo es posible, por un lado, que los niños lleguen a adquirir una lengua a partir del input tan pobre y caótico al que están expuestos y, por otro, que produzcan espontáneamente regularidades que no existen en la lengua y que no han podido imitar como las formas; Chomsky (2008) hace alusión, en el caso de la enseñanza de lenguas extranjeras, el problema lógico de la adquisición del lenguaje se ha centrado en la disponibilidad, para explicar la diferencia de logros existente entre el niño que aprende la lengua materna y el adulto que aprende una lengua extranjera; a partir de cierta edad, explica Chomsky (2008), el límite para la adquisión del lenguaje, se ajusta al periodo de la pubertad, a partir de allí se necesita de otras herramientas como, por ejemplo, un sistema de resolución de problemas asociado a otras estrategias de aprendizaje como es el caso de la memorización, repetición consciente, creación de relaciones entre la lengua materna y la lengua que se aprende. (2) A juicio de Larsen-Freeman y Long (2004), la teoría conductista del lenguaje se muestra en razón del entorno social del niño; siguiendo esta teoría, la imitación juega un papel fundamental y todo conocimiento procede de la experiencia; estos aspectos fundamentan la base de la mayoría de críticas ya que no consideran las etapas evolutivas en el aprendizaje del lenguaje ni la complejidad del mismo, se trata se adecuar el lenguaje a la realidad positiva del conductismo, valorando de un modo sistemático el entorno de la persona como pilar fundamental para el desarrollo de su símbolo de comunicación e interrelación que es el lenguaje. Recalcan Larsen-Freeman y Long (2004), la teoría conductista, motiva la aproximación a la lengua por la vía gramatical y expositiva, dejando espacio a los ejercicios repetitivos y a la imitación: el aprendizaje de la lengua depende de la enseñanza de la misma, ya que el aprendizaje emana del exterior, en este caso, del docente; el papel del facilitador es fundamental pues supone el input al que la persona se ve expuesta. Se da la concreción, a juicio de Chomsky (2008), de un [97] modelo mentalista de aprendizaje de lenguas, el cual tiene su base en las estructuras prediseñadas, preparada para aprender la lengua mediante la maduración de esa capacidad intrínseca. A juicio de Chomsky (2008), la adquisición de la lengua se produce de manera innata, estaríamos genéticamente preparados para ello; el input ya desencadena los mecanismos internos necesarios para que el aprendizaje tenga lugar. El conductismo, a todas estas, se fundamenta en el mentalismo que defiende que la mente humana es la única fuente de conocimiento; la consecuencia de esto es que en el aula, el facilitador o docente puede centrarse en el aprendizaje de aspectos culturales. Algunas de las críticas a esta teoría inciden en el hecho de que aún no se ha encontrado ese dispositivo innato común a todas las lenguas y en que no contempla la importancia del entorno, sino que considera que el niño va a aprender la lengua independientemente del mismo. (3) La teoría constructivista del lenguaje tiene su fundamento en Vygotsky (Lev Semiónovich Vygotsky, psicólogo y epistemólogo ruso de origen judío, 1896-1934) quien no solamente abarca el desarrollo del lenguaje, sino también el de otros procesos mentales superiores incluyendo todas las formas de inteligencia y memoria. A juicio de Coll (2005), el pensamiento de Vygotsky ha influido en los estudios sobre el desarrollo cognitivo infantil, especialmente sobre los procesos de memoria, la solución de problemas y la relación entre lenguaje y pensamiento; el desarrollo del niño en el lenguaje hablado, escrito y de los sistemas numéricos es equiparado a los cambios culturales en el uso y dominio de esos sistemas de signos; desde esta perspectiva, el lenguaje a través del constructivismo, afirmar que el lenguaje y el pensamiento tienen raíces separadas y que se desarrollan de forma independiente durante un tiempo, manteniendo el desarrollo intelectual del niño es contingente a su dominio de los medios sociales de pensamiento, es decir, del lenguaje. [98] EL EPICENTRO DE DIOS: MÁS ALLÁ DEL VACÍO [99] (1) Hacer alusión a la figura espiritual de Dios, ha sido, en la historia de la filosofía moderna, un problema por cuanto no se ha podido aportar ninguna prueba racional de su existencia o de su ausencia que o haya sido razonablemente refutada además, lo más apropiado para nuestra época actual parece ser la evitación de este problema. La falta de fe sobre su existencia se percibe cuando de manera transeúnte se presenta dificultades en las familias o el entorno social de tal manera, que Dios, se sigue manifestando en todos y para todos de manera misteriosa, por esta razón creer en ese motor que es Dios deriva de cada hombre que de manera racional debe asumir, desde un punto de vista ontológico y metafísico. En este sentido, Aristóteles lo describe como el primer motor inmutable, incorruptible, y lo define como el pensamiento del pensamiento, es decir, como un Ser que piensa que su propio pensamiento, inteligencia y acto de inteligencia son uno y el mismo. A su vez el hombre cómo lo denomina Aristóteles -animal racional- no puede conocer o dar a conocer a Dios, de manera somera acercarse a tan gran misterio, es decir es conocerse a sí mismo para luego poder hablar de la existencia de Dios. Hoy, en la sociedad en cuál nos movemos todavía podemos ver cómo muchas personas no conocen esta Divinidad, motivo por el cual seguimos sumergidos en la Doxa: el hombre fue creado para pensar en grande, pero para esto debemos pasar a epistemes de alto grado de conocimiento. Por ello, el mundo entero hoy presenta grades desafíos en la parte intelectual, no menos cavando la parte de la educación donde los valores son fundamental en un individuo. Aunado a esto, la filosofía es una disciplina que ayuda al sujeto a ver más allá de las cosas y mediante ella los seres humanos han intentado dar soluciones a las problemáticas existentes en el mundo, la sociedad y su cultura; desde esta arista se presenta la necesidad de buscar respuesta a estas dificultades, lo que ha llevado [100] al hombre a indagar sobre otras formas de resolver los fenómenos, utilizando diferentes enfoques que le han permitido tomar los principios de la filosofía, la ciencia y el pensamiento como base fundamental para enfrentar la realidad actual, en tal sentido, es un auge de como Dios se puede mostrar y dar a conocer al ser racional sin necesidad de teorías, a juicio de Ratzinger (2020, p. 65). La razón se limita a si misma cuando solo considera como verdadero lo verificable, independientemente de quien y como sirva; la razón se confina, se cuarta a si misma cuando no muestra, ni quiere mostrar, su perspectiva humana, social, histórica. A la vez, el problema de la existencia de Dios es una dimensión radical de la vida humana, a tal punto que puede indicarse que el individuo consiste en el problema mismo de Dios y se retrotrae finalmente a una cuestión acerca del hombre, pidiendo incluir bajo el debate filosófico los argumentos bajo cuestiones metafísicas, como describe Husserl (2012). La postura de la teodicea sobre la existencia de Dios, ha sido mostrar y demostrado que es un tema donde se plantea cuestiones, implicando un debate entre diferentes ideas, cuya expresión habitualmente no se limita al mundo de la racionalidad, sino que extiende al de las creencias. Asimismo, el teísmo y el ateísmo son las posturas teóricas favorables y contrarias a la existencia de Dios o divinidad, por su parte, el agnosticismo niega la posibilidad de conocer la existencia de Dios, razón por la cual ha sido un problema para la humanidad en tal sentido, de no reconocer que no existe un ser sobre natural es motivo del desconocimiento de las leyes naturales. Hacer alusión a la presencia de Dios es un debate de argumentos a favor y en contra, propuestos por filósofos y otros pensadores; las tesis a favor de la existencia de Dios suelen incluir cuestiones metafísicas, empíricas, antropológicas y gnoseológicas desde una perspectiva social a la búsqueda de la luz de lo trascendente como lo explica la filosofía primera, la ciencia ha querido alcanzar de una u otra manera tan gran misterio de la trascendencia en términos vulgar. Cabe destacar, que si la ciencia llegase a descubrir quién lo ha creado todo dejaría de ser un Ser [101] superior. Es importante resaltar, que se le hace más fácil creer en un Dios invisible, omnisciente omnipotente que estimar que se hizo hombre. A lo que podemos llamar un problema de fe. Aunque hace tiempo buena parte del mundo académico occidental veía la problemática de la existencia de Dios, como un debate intocable o un pseudoproblema, este ha vuelto a suscitar controversias vivas en la ciencia de la filosofía. De hecho, se ha llegado a escribir en el mundo académico, Dios no está muerto en referencia a la muerte de Dios descrita por Nietzsche (2000). Hoy en día no es problema tanto intelectual como social hablar de la existencia de Dios pero de forma lógica y racional como hijos de una divinidad se debe dar respuesta a estas interrogantes de muchos hermanos nuestros que se mueven en una determinada sociedad. De modo accesorio, santo Tomás afirma, que todos los seres existen porque algo o alguien le ha dado la existencia, menos Dios que es el único ser que desde su esencia coincide con su existencia. “Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado” (Nietzsche, 2000, p. 125). Si ahondamos en esta postura tan radical, valga expresar que Dios, en este sentido que muestra Nietzsche, no “existe”, porque no hay pruebas que justifiquen la realidad de Dios desde un punto de vista especulativo. Pensar en lo posible o en lo imposible no justifica al Ser superior. En este sentido, el teísmo clásico afirma que Dios posee toda posible perfección, incluyendo cualidades tales como la omnisciencia, la omnipotencia, y la omnibenevolencia, y que es providente con su creación. A grandes rasgos, describir a Dios, partiendo de una simple definición como motor inmóvil o el creador definitivo; de otra manera es un ser superior sobre el cual nada puede ser concebido, por el contrario, el panteísmo no cree en un Dios personal. Valga decir, como expresara Spinoza y sus seguidores filosóficos, que Dios es la sustancia o principios esenciales de la naturaleza. Para Spinoza Dios no es una deidad personal o antropomórfica que dirige la existencia externamente, sino la [102] totalidad de todo lo que existe, expresado tanto en extensión como en pensamiento. Este concepto de Dios a menudo se asocia con el panteísmo, la idea de que lo sagrado es toda la naturaleza misma. La visión de Spinoza sobre el mundo y la fe se basa en la idea de que la realidad está formada por una sola sustancia, que es Dios, una entidad infinita con múltiples propiedades y dimensiones, de la que sólo podemos conocer una parte. Creía que el alma lo impregna todo, no sólo la mente humana, y que todo lo que solemos atribuir a lo extracorpóreo y lo divino es lo mismo que lo que no forma parte de lógicas paralelas. Einstein creía en el Dios de Spinoza porque se alinea con su cosmovisión científica, que busca leyes estables e inmutables que hayan sido las mismas desde el principio de los tiempos. El Dios de Spinoza es un ente despersonalizado, creador y contenedor de todo lo real, ese concepto de naturaleza que tanto Spinoza como Einstein defendieron. Este concepto de Dios no es un creador de nuestro mundo, sino que el mundo en sí mismo es parte de Dios. La filosofía de Spinoza no es sólo una construcción teórica, sino una práctica espiritual cuyo principal objetivo es la felicidad y la liberación. Sus ideas y pensamientos implican una práctica espiritual encaminada al bienestar y la liberación de todas las personas. Esto es evidente en su mejor obra, Ética, donde combina metafísica, teología, epistemología y psicología humana. La filosofía de Spinoza es una forma de vida que permite a las personas integrarla en su vida diaria, creando hábitos y perspectivas únicas. El Dios de Spinoza no es una deidad personal o antropomórfica, sino la totalidad de todo lo que existe, expresado tanto en extensión como en pensamiento. Este concepto de Dios suele asociarse con el panteísmo y se alinea con la cosmovisión científica de Einstein, que busca leyes estables e inmutables que hayan sido las mismas desde el principio de los tiempos. La filosofía de Spinoza no es sólo una construcción teórica, sino una práctica espiritual dirigida al bienestar y la liberación de todas las personas. La difusión de la filosofía de Aristóteles supuso el replanteamiento de las relaciones entre la fe y la razón. Hemos entendido que el problema de la relación entre la [103] razón y la fe fue un problema clásico de todo el pensamiento judío, árabe y cristiano. En general, la solución de esta dificultad había sido la subordinación de la filosofía como explicación del mundo basado en la Revelación Bíblica y esta explicación era aclarada mediante la razón. La filosofía, en el contexto cristiano, era sobre todo la filosofía de Platón, relativamente fácil de armonizar con la Biblia. En este orden, el descubrimiento de las obras de Aristóteles supuso descubrir una explicación racional del mundo y del hombre independiente de las verdades cristianas. Ahora, se demuestra que hay una visión que es autónoma e independiente de la fe, de forma que la filosofía puede aspirar a ser independiente de la teología; por estas razones, el filósofo árabe Averroes había afirmado que existen dos verdades, de fe y de razón. La verdad racional es autónoma e independiente de la fe. En concreto, solamente dos verdades pueden entrar en conflicto: lo verdadero para la razón puede ser falso para la fe y viceversa; y la razón como instancia independiente de la fe, porque puede sostener afirmaciones falsas para la fe. Santo Tomás rechaza esta teoría de la doble verdad. Para él hay, en efecto, distinción entre la verdad teológica (fe) y la verdad filosófica (razón); cada una tiene su propio campo de acción; a la filosofía corresponde el campo de la verdad natural y a la teología el de la verdad sobrenatural, por lo que no puede haber conflicto entre ambas ya la que las dos proceden de Dios; son distintas, pero no contradictorias. Para Santo Tomás no hay conflicto entre razón y fe, sino armonía. Esta armonía se muestra en el hecho de que hay verdades que son a la vez de razón y de fe, como la inmortalidad del alma y la existencia de Dios, es decir, razón y fe son dos caminos para llegar a la misma verdad. Supongamos que hay contradicción entre fe y razón. En este caso -según Santo Tomás- podemos estar seguros que la fe siempre tiene la verdad y que es el filósofo que usa la razón el que se ha equivocado en sus argumentos. De hecho, nos hemos confundido nosotros, personalmente, pero evidentemente la razón humana [104] como tal no se equivoca, y por otro lado la revelación tampoco. Por eso dice que la fe colabora con la razón en buscar la verdad: la fe es una norma o criterio (extrínseco) para la razón. Pero la razón también favorece la fe, porque ayuda a ordenar racionalmente las afirmaciones de la fe en la teología. La existencia de contenidos comunes a la fe y a la razón permite que el filósofo llegue a establecer demostraciones racionales sobre Dios, el hombre, la ética, y que esos argumentos coincidan con lo que afirma la fe y la moral (Tomás de Aquino 1225, p. 1,2, 3). Desde lo ontológico, como argumento filosófico deductivo a priori a favor de la existencia de Dios, se prueba se basa en la definición o concepto de "lo que es" (ontos) de Dios: está en el ser o esencia de Dios existir. Muchos argumentos entran en la categoría de lo ontológico, y tienden a involucrar a los testimonios sobre el estado de ser o existir. Más específicamente, los fundamentos ontológicos tienden a comenzar con una teoría sobre la organización del universo. Si esa estructura organizacional es verdadera, el argumento proveerá las razones por las cuales Dios debe existir. Ahora bien, el problema es cómo alcanzar este nivel o esfera del pensamiento, y en ello consisten las pruebas de la existencia de Dios, pues, el sentido de las mismas es la elevación del espíritu del hombre a Dios expresándola para el pensamiento, tal como la prominencia misma es una elevación del pensamiento y en el reino del razonamiento es la recta comprensión de esta altura que se juega todo el sentido de las pruebas. No se trata de un mero movimiento subjetivo, de un mero inferir, deducir o reflexionar propio del entendimiento. De tal manera, siguiendo la fe cristiana se puede demostrar la existencia de Dios la iglesia católica además incluye un tercer tipo de develamientos, conocidas como revelaciones privadas. Es el caso de apariciones marianas, visiones que experimentaron los santos cómo San Pablo, milagros, y otro tipos de fenómenos que no pretenden ampliar ni mejorar la revelación de Dios, si no que la confirman. Los fieles católicos no tienen obligación de asentir este tipo de revelaciones. Aunado a esto, la Biblia no parece interesada en demostrar la existencia de Dios mediante pruebas metódicas o [105] convencionales. Se asume la existencia de Dios como evidente, cómo perspectiva del ser, pues la fe, aunque puede apoyarse en los datos de la razón, no surge necesariamente de un proceso demostrativo: la idea de que el hombre llega a conocer a Dios, o alcanza comunión con él mediante sus propios esfuerzos es completamente extraña al Antiguo Testamento. Dios habla, aparece, y el hombre le escucha y contempla, la Divinidad, se acerca a la persona; acuerda un pacto o inicia vínculos especiales con este; le da mandamientos; lo recibe cuando se acerca a Dios, acepta su voluntad y obedece sus preceptos. Jamás se presenta a Moisés o a las profetas en actitud pensante, reflexionando y llegando a conclusiones con respecto a Él, o ascendiendo a concepciones elevadas de la divinidad. El invisible se manifiesta a sí mismo ante ellos, y ellos la saben. De tal modo, es así que toda la vida cristiana está definida por las expectativas de la comparecía de Dios al final de los tiempos. Esta es la referencia de la vida cristiana fáctica, un peculiar estar ante Dios. Ya que este no aparece como una eternidad, si no en la expectativa de su venida en un futuro, que es el final de los tiempos. Asimismo, Dios se manifiesta plenamente al hombre en todos los sentido de la vida donde he incluso da conocer a su Hijo único de esta forma el Ser transcendental se compadece del hombre dando un libre albedrío, que parte de esa misma ética de Dios. El homo sapiens desde su naturaleza reconoce que existe un ser superior a todo, que no ha sido creado por la ciencia misma ni materia pre existente, de esta manera, la vida del ser humano dimana plenamente de Dios, aunque en la sociedad actual a través de teorías consolidadas y vinculadas para negar la existencia de la causa primera que es Dios solo se queda en meros conceptos abstractos. (2) Al hacer alusión al Dios creador, del cual depende el mundo y nuestra existencia personal, si es verdad que el politeísmo ha acompañado muchas fases de la historia humana, también lo es que la dimensión más profunda de la religiosidad y de la sabiduría [106] filosófica han buscado la justificación radical de la vida de los hombres en un único Dios, como fundamento de la realidad y cumplimiento de nuestra aspiración a la felicidad, Dios sobre los temas centrales de la existencia humana, la vida, la muerte, el bien, y el mal, el destino último y el sentido de todas la cosas. A lo largo de la historia, se puede decir, que la referencia a Dios pertenece a la cultura humana y constituye una dimensión de la sociedad. (Juan Pablo II, 1998, p. 5). El intelecto humano puede conocer la existencia de Dios acercándose a Él a través de un camino que tiene como punto de partida el mundo creado y que posee dos itinerarios, las creaturas materiales y las personas humanas. Aunque este sendero haya sido desarrollado por autores cristianos, los itinerarios que partiendo de la naturaleza del espíritu humano llevan hasta Dios, han sido recorridos por muchos filósofos de diversas épocas. Las vías hacia a Dios también se llaman pruebas refiriéndose en argumentos filosóficos convergentes y convincentes que el sujeto comprende con mayor o menor profundidad dependiendo de su formación específica. Dios no es objeto de nuestro conocimiento empírico (Juan Pablo II, 1992, p. 586). El conocimiento de Dios también es accesible al sentido común, es decir, al pensamiento filosófico espontáneo que ejerce todo ser humano como resultado de la experiencia existencial de cada uno: la maravilla ante la belleza y el orden de la naturaleza, la gratitud por el Don gratuito de la vida, el fundamento y la razón del bien y del amor. Este tipo de conocimiento también es importante para captar aquel tipo de sujeto a las que se refieren las pruebas filosóficas de la existencia de Dios. Santo Tomás termina su fundamento sobre la existencia Divinas uniéndolas con la afirmación de fe; y es lo que todos llamamos Dios. Del mismo modo, el testimonio (salomón, sagradas escrituras vulgata latina13,) las enseñanzas del magisterio de la iglesia afirma que el intelecto humano puede llegar, hasta el conocimiento de la existencia de Dios (Tomás de Aquino, 1265, p. 6). La gente a través de la historia, en todas las culturas, en todas las civilizaciones, en todos los continentes, creen en la existencia de [107] Dios, debe de haber algo o alguien que cause esta creencia. Cada cultura ha tenido alguna forma de ley, todos tiene un sentido de lo correcto y lo erróneo. Los testimonios de diversas personas están conscientes de que existe un Ser supremo que es Dios, que de una forma ha marcado las vidas de ellos, lo cual ha sido trasmitido de generación en generación. A su vez, los hechos históricos en muchas comunidades, países, ciudades, que han amado su estilo de vida gracias a una experiencia de un Ser Divino sobre natural en la historia de la humanidad. A través de esta nos damos cuenta de la existencia de Dios, lo cual debe ser aceptada por la fe (Hebreos 11:6); de tal modo, hay dos cosas centrales que definen los que somos los hijos de Dios, nuestra historia. (3) El problema que hoy radica, en que nos hemos olvidado de que hacemos comunidad juntos, con otros, dejándonos inundar por la acción permanente del resucitado que crea y anima a la comunidad, la cual necesita estar centrada en la amistad sincera en Jesús vivo y vivificador y en consecuencia, con los de los hermanos de camino. Jesús insiste en vincular la amistad con sus seguidores y la comunicación de su doctrina: "desde ahora los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que ha oído del Padre" (Jn. 15,15). Recordemos que Jesús no realizó nada por su propia cuenta. El trasmitió la comunidad perfecta, en el Padre, somos comunidad. (Jn. 14, 9) sagradas Escrituras versión Jerusalén). Es necesario recuperar la alegría para trasmitir el Evangelio genuinamente como ellos y ellas lo hicieron, porque como dice el Papa Francisco en Evangelli Gaudium: cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar su clamor y socorrerlo. Desde una postura práctica, los problemas que plantea la [108] predicación de la palabra de Dios según su intrínseca naturaleza filosófica son muchos y diversos. A juicio de Heidegger, la verdad onto-epistémica gnoseológica o a la luz de lo sacro lo que podría llevar a comprender la Divinidad; además, concibe su pensamiento de la verdad del ser como una preparación del pensar y decir a Dios en forma originaria sobre la existencia de una grandeza, “Dios” es dado a conocer por si solo ante la humanidad. (Heidegger, 1963, p. 11). Es importante resaltar que el hombre Dios lo hizo libre totalmente, de una manera de tomar sus propias decisiones para que voluntariamente busquemos aquello que nos ayude a crecer como personas y a buscarlo a ÉL, pero es importante resaltar, que nos encontramos ante un tema que la persona humana tiene como fin la libertad como la connotación de escoger voluntariamente entre varias cosas, todos los seres humanos creadas a imagen de Dios tenemos inteligencia y voluntad. Esas son las herramientas que Dios nos ha dado para semejarnos a Él. De tal manera, ha encontrado un método y avanzado, por esta razón, se han realizado investigaciones de fondo sobre el fenómeno religioso. El ser humano es un fenómeno que ha buscado desde su raciocinio sobre qué es ese ser que lo mueve, ha sido una tarea que ha correspondido de manera singular a cada investigador y a la ciencia de la fenomenología de la religión. (4) Es evidente, que la religión es un fenómeno complejo y de múltiples niveles. Su objeto de investigación es difuso, ambiguo e ilimitado. Forma parte de las interacciones y vínculos humanos, de la comunicación y del lenguaje, de la imaginación y del sentido de la vida, de los valores morales y de los cánones estéticos, de la sobrevivencia y del poder. Por lo cual no es fácil encontrar una definición que permita abarcar sus diversas dimensiones. Aun así, se han realizado numerosos intentos por definirlo. Bajo este rigor, se puede establecer una tipología basada en varias categorías generales: etimológica, socio histórica, psicológica y filosófica. En [109] tal sentido, para hablar hoy de religión se hace de una manera transcompleja debido a que la mayoría de personas no tienen esa óptica para una crítica óntico-reflexiva de las cosas. Desde otro enfoque, ha de notarse que la resistencia de Dios ante la fe y la objetivación, encuentra una atestiguación propia en las fuentes fundamentales de la traducción religiosa judeocristiana. Del mismo modo también en las sagradas escrituras nos afirma el profeta Isaías, verdaderamente tu eres Dios que te encumbre, Dios para Isaías es aquel ser supremo que salva y que de manera formidable es aquel Ente que de formas sobre natural, se da a conocer ante la colectividad, así como se dio a conocer al pueblo de Israel para salvarlo, siendo así, que tal muchedumbre confusa y avergonzada serán todos aquellos que fabriquen imágenes. Un ejemplo claro, nos muestra en el evangelio de Juan, que Dios es un ser Supremo de misericordia para los hombre y en este sentido lo podemos apreciar cuando el ser infinito se presenta en el pozo de Jacob. A la samaritana quien en ese lugar buscaba agua para el oficio de la casa. (5) Aunado a esto, no se puede mostrar la existencia de Dios, o de ese Ente que desde un principio de la creación se viene dando a todos aquellos quienes de manera personal y por medio de un llamado se acercan a él. En resumen, quiero decir que Dios o tal gran misterio no se puede teorizar, en concordancia, Heidegger arguye que la filosofía no es un saber especulativo de Dios ya ha habido un desplazamiento en el evento en que el motor, entra en la filosofía y en, que en un momento de tribulación incide en la filosofía, de este modo Dios se hace visible a toda la humanidad a través de un misterio. (Adrián, 2018, p. 5). Es menester que el investigador, conozca la filosofía fenomenológica, y en este sentido tenerla en cuenta, porque se le denomina epoché dentro del proceso de la investigación científica, es importante resaltar que desde el principio de la humanidad el [110] hombre ha buscado de manera intrínseca extrínseca, conocer los objetos sobrenaturales e incluso del mismo ser humano, de tal manera, que mencionando a los grandes pensadores que forman la tríada en la filosofía occidental; cómo Platón, Sócrates, y Aristóteles, entre otros, manifestaron el gran interés en demostrar el problema que aún sigue generando dificultades en la sociedad como lo es el Alma, cuerpo. En tal sentido, la fenomenología forma parte de ese gran interés del saber para demostrar con proposiciones lógicas los argumentos usados; por otra parte la fenomenología denota la estructura del pensar del hombre. Y de lo que le circunda. Desde otro ángulo, la filosofía se sigue manifestando de manera prolífera ante grandes investigaciones sobre la existencia del ente sobre natural, razón por la cual, la fenomenología debe dar respuesta a estas interrogantes planteadas por el hombre; el ser humano busca responder preguntas de grandes manifestaciones naturales de la Divinidad perfecta. En este sentido, la fenomenología estudia un papel de mucha importancia en el concepto de investigación, y en espacio que ocupa el hombre en el universo, Aunado a esto, quiero reflejar con un sentido propio, que la fenomenología es vista como una rama de la psicología en tal sentido no es así; podemos ver con mucha facilidad cuando leemos filosofía del lenguaje, en investigadores actuales, suelen hacer es literatura. En conclusión, la fenomenología busca interpretar la realidad del ente y su ser. En efecto, la ciencia da a conocer por medios matemáticos los resultados del comportamiento humano, entonces por qué no demuestran donde está la conciencia. Al respecto, quiero dar un breve boceto de los filósofos que han demostrado la existencia de Dios, pero antes intento dar a conocer que desde los orígenes del mundo, muchos científicos han declarado que no existe Dios, sin embargo existieron otros que explicaron que para existir un mundo tan perfecto y creado con tanta armonía, debía ser obra de Dios. A continuación uno de ellos René Descartes, filósofo matemático creador de la geometría analítica, basado en la duda metódica postuló que la ciencia debía rehusarse a creer en todo [111] aquello que podía dudar racionalmente. De este modo, Descartes (1998) fue un ferviente hombre católico e intentó usar su sistema para demostrar la existencia de Dios, usando una de sus frases célebres: sé que Dios es el autor de todas las cosas, y de que estas verdades son algo, y consecuentemente que Él es su autor. Para no caer en el error debemos usas la razón antes de que la voluntad. Dios nos proporcionó la herramienta de la voluntad, nosotros le hemos dado un mal uso. Para realizar buenos juicios debemos ver si la idea viene de Dios de manera clara y distinta, pues será verdadera, debemos evitar ideas confusas probablemente creadas por un genio maligno. La res cogitans (alma) piensa, reflexiona, razona, imagina…pero necesita de un cuerpo para interactuar /unir el alma con el mundo exterior. Evidentemente será también tarea del cuerpo toda decisión que lo afecte. No comernos ni bebemos por voluntad, si no por necesidad; dicho de otra forma, las reacciones emocionales dependen del cuerpo. En relación con lo precedente, se pueden mostrar pruebas lógicas presentadas por la filosofía idealista, del dogma principal de la religión: la fe en la existencia de Dios. Se conocen tres pruebas fundamentales de este tipo. La cosmológica ya se encuentra en Platón y en Aristóteles; en la época moderna la defendieron Leibniz y Wolff: Dios existe como causa primera de todas las cosas y de todos los fenómenos. Esta prueba se basa en la conjetura anticientifista de que el mundo es finito en el tiempo y existe una causa inmaterial del mismo. La prueba teológica fue expuesta por Sócrates y Platón; luego la desarrollaron los estoicos: en la naturaleza se halla todo tan armoniosamente concertado que el hecho sólo puede explicarse si se admite la existencia de un ser racional sobrenatural que ordene todos los fenómenos. Este argumento fue refutado por teoría Darwiniana de la evolución que mostro las causas naturales de aquella armonía. La prueba ontológica fue presentada por San Agustín, quien afirmaba que en todas las personas el concepto de Dios se percibe como ser [112] perfecto. Ahora bien, esta noción no puede surgir si el ser perfecto no existe en realidad. Por consiguiente, emerge el axioma Dios existe. En la edad media, defendió esta demostración Anselmo de Canterbury. La inconsciencia de la prueba ontológica que identifica lo pensado con lo objetivamente resultaba tan palmaria que se manifestaron contra ella no solo los filósofos materialistas, sino, además muchos teólogos; la rechazo por ejemplo, Tomas de Aquino. En las distintas doctrinas idealistas, se admiten otras pruebas de la existencia de Dios: la gnoseológica, la psicológica y la moral. La refutación, en el marco del idealismo, de las diversas pruebas mencionadas pertenece a Kant. (1997), quien afirmaba que Dios era un ser supra experimental, accesible al intelecto, por lo que su existencia era indemostrable. El análisis de las pruebas de la existencia de Dios demuestra que todas aquellas contienen un error lógico petición de principio y, en última instancia, se basan en la fe ciega. A continuación, se dejan preguntas abiertas sobre la existencia de Dios. ¿Existencia de un Dios benévolo o Malévolo? ¿Se puede alcanzar el misterio de Dios por la ciencia filosófica? Antes de examinar, también se puede decir en un sentido abstracto y referente de las cosas material e imperfecta, que Dios no existe aun así los filósofos lo demuestran, lo que quiero es colocar de contra parte lo ante ya expuesto; en tal sentido, no usando el argumento de la contradicción es conocer a profundidad lo que se puede conocer de Dios o no conocer nada. Dios no existe y los filósofos explican por qué. Por tal razón, Dios es un invento del hombre producto de la no aceptación de la muerte, se promete la vida eterna y como una forma de mitigar las crueldades que tiene la propia vida sobre las pérdidas de seres queridos, enfermedades injusticia, traumas. La Biblia por un lado y con una buena pauta de conductas entre los seres humanos la vida de las personas está totalmente resumida en las Sagradas Escrituras. Si estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, entonces deberíamos ser todos perfectos tanto en lo físico como en lo moral, [113] ético, psicológico etc; si Dios es tan bueno y misericordioso y está en todos lados, por qué hay que rezarle para que produzca una curación o favor por qué la enorme mayoría de las veces no escucha. La dimensión religiosa caracteriza al ser humano desde sus orígenes, purificado de la superstición, debida en definitiva a la ignorancia y del pecado, las expresiones de la religiosidad humana manifiesta que existe un Dios creador, del cual depende el mundo y nuestra existencia. Si es verdad que el politeísmo ha acompañado muchas fases de la historia humana, también es verdad que la dimensión más profunda de la religiosidad y de la sabiduría filosófica ha buscado la justificación radical del mundo y de la vida humana en un único Dios, fundamento de la realidad y cumplimiento de nuestra aspiración a la felicidad; en opinión de Juan Pablo II (1997. p. 24) la existencia de algo suficientemente complejo no puede atribuirse razonablemente al azar, ni a ningún proceso ciego, sino que debe llevarnos a aceptar la existencia de una inteligencia que lo haya creado. En el mundo existen cosas suficientemente complejas y sofisticadas que, evidentemente, no son obra del hombre, empezando por el hombre mismo y muchas otras maravillas naturales. Por lo tanto, tiene que haber un ser inteligente que las haya creado para poder apreciar las grandes maravillas de Dios en el mundo; el hombre, de manera intrínseca solo busca fijar la mirada sobre aquello que partiendo desde la ciencia no hace más que buscar argumentos para la demostración del objeto. El mundo, desde esta perspectiva, no puede ser creado por la ciencia si no por ese ente supremo invisible ordenador del cosmos; el universo mismo es algo tan complejo que no puede ser obra del hombre. Por lo tanto, tiene que haber un ser inteligente que lo haya formado desde la complejidad que la racionalidad no alcanza entender. Los ejemplos son cotidianos y damos por hecho que lo ha creado Dios; esas inferencias son legítimas y escapan de la razón para anidarse en la fe. De este modo, todo ser racional con voluntad de usar la [114] razón admitirá no ha existido desde siempre, pero no porque sea compleja. Desde esta arista tiene sentido preguntarse qué proceso ha llevado a la existencia del hombre; nunca está de más plantearse si hay otras alternativas, para qué, entre todas las que se presenten, podamos optar honestamente por la que consideremos más razonable, donde, se insiste, que no vale descartar ninguna por el hecho de que no nos guste. El servidor que alberga el sentido de la moral podría haberse reconfigurado aleatoriamente de modo que, por azar, una parte de su memoria se hubiera dispuesto de la forma precisa para que quien entre se encuentre con lo que se ve ahora. Desde aquí se apela por primera vez, no obstante, que esto no basta para concluir racionalmente que no haya podido surgir por puro azar. Todavía hace falta una consideración más que no se ha tomado en cuenta: podría ser plausiblemente obra del azar si existiera en el mundo alguna clase de proceso físico que generara aleatoriamente, una detrás de otra, de modo que fuera una sarta de tantas surgidas al azar. Si así fuera, la red estaría repleta de teorías caóticas, entre las cuales habría surgido alguna, que casualmente tendría sentido, pero hasta ahora esto no ha sido demostrable. Si nos planteamos si el mundo necesita de una causa, de un creador, por lo pronto ya no podemos descartar como antes la posibilidad de que el mundo haya existido siempre. Solo se plantea la posibilidad de que el mundo exista sencillamente porque no podría no existir. ¿Existe basamento para descartar esta posibilidad? Pues si admitimos que el Universo que es enorme y complejísimo existe sin necesidad de una causa, entonces un cuadro que no deja de ser un poco de lienzo, pigmentos y maderas tranquilamente también. Si a lo complejísimo y vasto le quitamos la causa, a lo sencillo y acotado, también deberíamos quitársela ¿No? Sin embargo, esto choca con el elemental sentido común y la elemental observación. La cercanía del ser respecto del Dios divino y verdadero consiste según Heidegger, en que es el ser quien permitiría la manifestación de Dios, al configurar un "verdadero" mundo, un mundo del acontecer, uno para otro, ente y hombre en íntima [115] familiaridad, donde ambos se reflejan mutuamente. Finalmente, el hombre es quien determina se creer o no en Dios eso ocurre cuando el ser, responsablemente acepta esa verdad como correspondencia, una verdad que lo hacer ser libre de tomas sus propias decisiones, ciertamente, que suele ser un problema óntico, antológico y Gnoseológico no aceptar en juicio esas propiedades de Dios. El debate sobre la existencia Dios, a todas estas, tiene que confrontar que Dios no necesita ser demostrado a través de ciencia debido a que el ser supremo es la misma ciencia o de otra manera Dios es conocimiento sobre conocimiento, de alguna forma ha sido complejo demostrar a Dios en la sociedad. Demostrar la existencia de esa Divinidad perfecta debe ser desde un punto de vista personal y con íntima relación de Dios con el hombre. Del mismo modo, no podemos de ninguna forma teorizar a Dios. Él es más que una teoría y llegar ese extremo es profanar su Divinidad sagrada. Este Ser que se encumbre en lo alto del cielo se ha dado a conocer en su hijo único Jesucristo. (Kant, 1797, p. 5). Iniciando un excurso con la historia natural y teórica de los cielos (1755), que representa una exposición rigurosa y amena acerca de la cosmología, fundada en las informaciones de los científicos como Newton, Huygens, Laplace y otros. En este primer momento de la obra Kantiana se mantiene una polémica con Newton, aunque su posición aun permita la comprensión de Dios mediante comprobaciones teóricas de corte tradicional. No ha decantado todavía los principios dela filosofía crítica. Kant (Ibídem) estableció allí que, más allá del cósmico, en relación con Ser supremo, el universo infinito opera como una realidad ordenada de una manera puramente mecánica. El espacio y tiempo, en el contexto que se describió anteriormente, hace posible desplegar la actividad creadora de la naturaleza, aunado con el carácter de composición progresiva, compleja a través de la eternidad y del infinito, pero a la materia de esos universos le atribuye como razón creadora, a Dios; de suerte que la perfección de la mecánica natural es demostración de la acción creador. De allí que, la crítica de la actitud epistémica está [116] relacionada en el análisis del objeto de investigación. El estudio explora y discute las practicas actuales, haciendo énfasis en las entrevistas, desplego una actitud cuidadosa, reflexiva proponiendo actitudes epistémicas re significada en el presente estudio en este trabajo de investigación emerge un sin fin de modelos teóricos, en este estudio reciente se aborda desde la episteme del investigador para completar el análisis crítico investigativo así es posible sintetizar la dimensión epistémica, praxiología, metodológica, ontológica, axiológicas. [117] PARADIGMA [118] (1) La humanidad ha pasado por diversas revoluciones en el ámbito científico, se generaron cambios y surgieron nuevos paradigmas como consecuencia de los momentos de crisis, que establecen un nuevo modo de hacer las cosas. Como investigadores es necesario entonces, tener un conocimiento amplio de los diferentes paradigmas existentes y de los emergentes al momento de iniciar cualquier proceso investigativo que permita realizar trabajos interesantes e innovadores, como resultado de la aplicación de prácticas investigativas exitosas, apoyadas en alguna de estas posturas teóricas. Un paradigma constituye una concepción filosófica integral que se vincula con un tipo de método de investigación (Cook y Reichardt, citado en Arias, 2019). Es decir, adoptar un paradigma implica asumir una naturaleza de la realidad que se estudia (supuesto ontológico), una forma de relación entre el investigador y el objeto o realidad investigada (supuesto epistemológico) y el modo con el que se obtienen los conocimientos acerca de dicha realidad o supuesto metodológico (Lincoln y Guba, citado en Arias, 2019). El mismo autor, considera la clasificación de los paradigmas que identifica dos modelos opuestos: el paradigma positivista, también conocido como cuantitativo, hipotético deductivo y empírico analítico; y el paradigma post-positivista, denominado cualitativo, naturalista o interpretativo. El paradigma positivista surge en el siglo XIX y tiene como fundamento filosófico el positivismo. El positivismo es una corriente filosófica cuyo origen se le atribuye a los planteamientos de Auguste Comte (1798-1857), según los cuales, sólo son válidos los conocimientos provenientes de las ciencias empíricas. Sin embargo, se ha dicho que algunos de los preceptos positivistas surgen en el siglo XVIII, gracias a los filósofos David Hume y [119] Saint-Simon (Meza, citado en Arias, 2019). Los postulados del paradigma positivista, de acuerdo con Dobles, Zúñiga y García (citado en Arias, 2019), se resumen en los siguientes: el sujeto descubre el conocimiento; el sujeto tiene acceso a la realidad mediante los sentidos, la razón y los instrumentos que utilice; el conocimiento válido es el científico; hay una realidad accesible al sujeto mediante la experiencia, donde la realidad existe independiente del ser humano que la conoce; lo captado o percibido por los sentidos puede ser considerado como real; la verdad es una correspondencia entre lo que el ser humano conoce y la realidad que descubre; ll método de la ciencia o “método científico” es el único procedimiento válido y confiable; la ciencia describe los hechos y muestra las relaciones constantes entre los hechos, que se expresan mediante leyes y permiten la previsión de los hechos; y el sujeto y el objeto del conocimiento son independientes y se plantea como principio la neutralidad valorativa. Esto significa que el investigador debe ubicarse en una posición neutral con respecto a las consecuencias de sus investigaciones. En cuanto a las implicaciones del positivismo en la investigación, se presentan las siguientes características: 1. El paradigma positivista parte de teorías previamente seleccionadas, de las cuales se derivan hipótesis que se someten a comprobación en la investigación para confirmarlas o desecharlas. Razón por la cual también se denomina hipotético- deductivo. 2. Los positivistas asumen que la realidad puede ser fragmentada para su análisis y que las partes pueden ser manipuladas independientemente. De ésta forma, la investigación descompone los hechos u objetos en variables e indicadores y por lo general, les asigna valores numéricos; el enfoque metodológico de la investigación positivista es predominantemente cuantitativo. 3. El enfoque positivista asume que es posible desarrollar una investigación libre de valores, dejando a un lado deseos y emociones, en búsqueda de la objetividad. [120] 4. La investigación positivista se realiza en laboratorios especialmente diseñados o en contextos de campo ajustados a condiciones previamente establecidas, como el cálculo y selección de muestras estadísticas. 5. El positivismo asume que es posible establecer las causas de los hechos, por tanto, la investigación, además de ser descriptiva, también puede ser explicativa. 6. Para el paradigma positivista el fin último de la investigación es la formulación de leyes científicas universales y generales que expliquen los hechos que ocurren en la naturaleza y en la sociedad. Por su parte, el paradigma post-positivista, también llamado paradigma cualitativo, fenomenológico o interpretativo, se propone el estudio de los significados de las acciones humanas y de la vida social. Esta concepción intenta sustituir las nociones científicas de explicación, predicción y control del paradigma positivista por las de comprensión, significado y acción. Según Martínez (1997), la diferencia fundamental entre el paradigma positivista y el post-positivista se encuentra en su gnoseología o teoría del conocimiento. En el post- positivista se supera el esquema positivista que considera la percepción como simple reflejo de las "cosas reales" y el conocimiento como copia de esa realidad. Al contrario, para el post-positivismo, el conocimiento es considerado como el resultado de una interacción dialéctica entre el conocedor y el objeto conocido. En cuanto a los supuestos básicos del paradigma post-positivista, según Sandin (citado en Arias, 2019): 1. Considera los hechos sociales desde una óptica interpretativa, holística, dinámica y simbólica. 2. Asume el contexto o entorno como un elemento [121] constitutivo de los significados sociales. 3. El objeto de investigación es la acción humana (en oposición al término conducta humana) y las causas de tales acciones, las cuales se atribuyen al significado que tienen para las personas que las realizan. 4. El objeto de la construcción teórica es la comprensión teleológica (relativa a los fines), antes que la explicación causal. 5. La pretendida objetividad se consigue conociendo el significado subjetivo que tiene la acción para su protagonista o ejecutor. La investigación cuantitativa y cualitativa, a todas estas, tiene aspectos distintivos entre los paradigmas de investigación cuantitativo y cualitativo. Según Arias (2019), las corrientes filosóficas que soportan los paradigmas cuantitativos (Positivismo) y cualitativo (Post-positivismo y Fenomenología), son el origen de una serie de divergencias en la forma de asumir la realidad o de abordar un objeto de estudio. Sin embargo, en la actualidad el debate se ha concentrado más en los aspectos técnicos y metodológicos y se reconoce que debe existir flexibilidad con respecto a la distinción y utilización de los métodos y técnicas cuantitativas y cualitativas de investigación. A tal punto que se considera la posibilidad de integrar y complementar los métodos cuantitativos y cualitativos. Con respecto a las diferencias entre los paradigmas, Arias (2019), hace referencia a varios autores como: Cook y Reichardt; Sandín; Hernández Sampieri, Fernández y Baptista, entre otros. A continuación, se presentan algunas de ellas: 1. Para el paradigma cuantitativo la naturaleza de la realidad es perceptible y divisible, mientras que para el paradigma cualitativo la realidad es compleja y holística. 2. En cuanto a la finalidad de la ciencia y de la investigación el paradigma cuantitativo busca explicar, controlar y verificar. El paradigma cualitativo persigue la comprensión de las relaciones. 3. El paradigma cuantitativo supone que el proceso de [122] investigación está libre de valores y que el investigador puede asumir una posición neutral. En el paradigma cualitativo se entiende que los valores y creencias del investigador influyen en el proceso y que éstos deben estar explícitos. 4. Sobre la relación sujeto-objeto, en el paradigma cuantitativo se asume una asociación con independencia entre el sujeto que conoce y el objeto de conocimiento. En el paradigma cualitativo se parte de una interacción entre el sujeto que conoce y el objeto de conocimiento. 5. El paradigma cuantitativo emplea el método hipotético deductivo. Parte de teorías y utiliza los datos para verificar hipótesis formuladas previamente, a diferencia del cualitativo que utiliza la inducción, es decir, a partir de los datos se elaboran categorías teóricas. 6. El paradigma cuantitativo se vale de instrumentos basados en escalas numéricas y clasificatorias. Al contrario, el paradigma cualitativo emplea métodos naturalistas y de interacción directa con el informante. La formación académica, a juicio de Balsa (2005), es un proceso epistémico complejo e inacabable de construcción y reconstrucción crítica del conocimiento, a través de un esfuerzo intelectivo sistemático de aprendizaje de la investigación el cual se fortalece cuando el investigador asume una postura propia frente a distintos modos de pensar la realidad para interpretarla. Realidad que generalmente resulta ser multireferencial y transcompleja, lo que hace necesario el uso a plenitud de la libertad de pensamiento. Un académico en formación debe ser un investigador permanente de la realidad. En éste nivel la investigación científica debe ser una indagación sistemática, planificada y autocrítica que opera como un todo coherente y sólido, cuyas estructuras deben estar debidamente articuladas y mutuamente relacionadas, a los fines de asegurar la validez y la pertinencia social del conocimiento [123] construido. Las líneas de investigación, deben ser espacios académicos permanentes para la gestión del conocimiento, tanto en su origen como destino; los cuales deben operar a través de un esfuerzo intelectivo planificado, tras-individual e institucionalizado, que facilite la solución de problemas; además de enriquecer el currículo de pre y postgrado. Sirviendo como herramientas para gerenciar la investigación a través de una red de áreas, programas y proyectos; como parte de un proceso de aprendizaje auto sostenido desde la transdisciplinariedad del conocimiento. La línea de investigación es el eje ordenador de la actividad investigativa a todos sus niveles, es el vector direccionador de un esfuerzo sistémico, institucional y académico; realizado por una comunidad o grupo para diagnosticar una problemática común que necesita respuestas a través de la investigación científica. El académico debe ser un investigador permanente, un pensador de la realidad con capacidad gnoseológica para movilizarse a través de cinco grandes portales de la interrogación humana en la búsqueda de la verdad, tales como la lectura, la imaginación, la curiosidad, la criticidad y la libertad de pensamiento. Con respecto a los dos últimos portales es importante mencionar que un aspirante a doctor, debe atreverse a abordar el saber disponible desde la criticidad, para desconstruir y reconstruir mapas de conocimientos, sean éstos modelos teóricos, teorías formales o de rango intermedio y teorías sustantivas o sustentadas. La criticidad en el investigador, se refiere a una postura epistémica según la cual toda estructura de conocimiento puede ser desestructurada, es decir descomponer lo compuesto de acuerdo a la razón teleológica, axiológica y transteórica del conocimiento por construir. De igual forma, un investigador debe pensar en forma independiente y en absoluta libertad para transitar diversos paradigmas y metódicas de trabajo flexibles que le permitan el estudio de la realidad y generar nuevas teorías del conocimiento. [124] Las líneas de investigación son el soporte e instancia referencial legítima para la planificación, conducción y evaluación de una programación académica de postgrado y el soporte vertebrador de un programa doctoral. En efecto, estos estudios están orientados a la producción intelectual, en sus manifestaciones más elevadas, puesto que apuntan a la transformación de realidades concretas a través de la aplicación de un sistema de acciones eficientes conforme a la razón pragmática del conocimiento. De acuerdo a Padrón (2010), las líneas de investigación en los estudios doctorales deben ser el epicentro de todo el proceso de generación de conocimiento, mientras que su confiablidad dependerá de su capacidad para impactar y transformar la realidad a través de acciones aplicables a la red de problemas de la sociedad. Razón por la cual debe existir una conexión entre las instancias de producción investigativa y los contextos socioculturales. Lo que plantea esta realidad, es la necesidad de reflexionar y discutir acerca de cuáles demandas de conocimiento se requiere satisfacer, y cómo aprovechar los recursos humanos, institucionales y tecnológicos para realizar investigaciones doctorales que satisfagan las exigencias, tanto de la comunidad científica como del entorno social. El discurso científico es considerado un ejercicio de profundización desarrollado por el maestrante, así lo interpreta quien suscribe, para optar a ese título profesional de maestría; el cual, a partir de la integración y aplicación teórica o teórico-práctica de conocimientos y habilidades, se propone fortalecer las distintas competencias adquiridas en el proceso de formación y, a la vez, contribuir con el análisis y búsqueda de soluciones creativas a una problemática relacionada con los fenómenos o problemas de la disciplina o campo de acción de su profesión. Al respecto Mancoksky, citado por Arias (2018), señala que una investigación tiene requisitos que van desde las propias líneas, como una primera forma cuyo proceso de aprendizaje fortalece el oficio de investigar. Se espera que un investigador aprenda a definir un objeto de investigación a partir de sus preguntas iniciales o de [125] una demanda específica del grupo de investigación al cual pertenece, sistematizar bibliografía tendiente a la producción de un marco teórico-conceptual coherente con el objeto, llevar adelante la recolección de datos en función de alguna metodología específica y delinear algunos posibles resultados de su trabajo, según la sistematización y el análisis de datos realizado. Desde este punto de vista, para Gómez, Deslauriers y Alzate citado por Ortiz-Ocaña (2018), el discurso científico debe presentar un análisis minucioso de una problemática y de un marco teórico, la presentación de una metodología de investigación y los resultados de investigación, al igual que la discusión profunda de sus resultados. Según Gonzalo y González, citado también por Arias (2018), el discurso científico es el resultado de un trabajo de investigación cuya finalidad consiste en demostrar la capacidad investigadora de su autor, así como en realizar una aportación original y sustantiva al acervo de conocimientos relativos a una materia determinada o, si se prefiere, un valor añadido al estado de la cuestión concerniente a algún aspecto particular de la misma. Por su parte Mancoksky, citado por Arias, opina que el discurso científico “... debe dar cuenta del proceso de autorización y creación de saberes originales haciendo una contribución a un campo disciplinar específico” (Arias, 2018, p. 203). Es importante destacar algunos criterios que Arias (2018), plantea que toda investigación, debe dar origen a nuevos conocimientos mediante el descubrimiento científico, mucho más si se trata de una tesis doctoral. Pero si esos conocimientos generados provienen de un tema no tratado antes, o el si el abordaje se realiza con un enfoque teórico distinto o con un método diferente a los empleados en estudios anteriores, entonces se le está imprimiendo a la tesis un carácter novedoso. El siguiente criterio es el de la originalidad, al respecto Peñalver citado por Arias (2018), señala que este criterio está relacionado con la originalidad. Se infiere que una investigación cuando es suficientemente investigado y trabajado, es original si el autor deja una muestra clara de su aporte personal y su propia forma [126] de expresión. El criterio de impacto o trascendencia, se mide, según Arias, mediante indicadores bibliométricos, como la cantidad de citas que se hacen de lo expuesto y concluido en la tesis. Esto quiere decir que el impacto o trascendencia del discurso científico no es inmediata luego de la aprobación de tesis, es un atributo que se observa a mediano y largo plazo. El último, y no menos importante es el criterio de la universalidad que no es otra cosa que una tesis doctoral debe ser vista como una tesis doctoral en cualquier institución, universidad o país del mundo. A todas estas, hoy día, el boom de las líneas investigación se enfoca en lo cualitativo y cuantitativo, la cual surge en el paradigma, con el propósito de generar una divergencia de características donde el investigador refleje juicios valorativos que realmente se apeguen a las necesidades de la investigación, utilizando para ello los diferentes elementos que establecen la categorización y comprensión de pensamiento, es decir, no se puede estructurar cuantitativamente el estudio sino reflejar las cualidades extraídas del método cualitativo, como parte esencial del proceso de investigación. En cuanto a la investigación, desde un plano cualitativo, tiende a estructurarse en razón de un proceso minucioso de indagación y revisión interpretativa. La investigación cualitativa, en acepción de Mario Tamayo (2012), produce hallazgos a los que no se llega por medio de procedimientos estadísticos u otros medios de cuantificación; la investigación cualitativa busca describir las experiencias, indagando el sentido y significado dentro de una historicidad especifica (interpretativa y comprensión), es decir abordaje de la realidad de múltiples maneras a fin de estudiar la vida humana donde naturalmente ocurre. Por lo tanto, la investigación cualitativa interpretativa, busca comprender el comportamiento de los sujetos implicados en el proceso, con la intención de captarla en su totalidad, así como las interacciones y significados entre los sujetos con el medio ambiente donde se realiza el estudio. [127] Por otra parte, la investigación cualitativa tiene interés por comprender la realidad dentro de un contexto dado, por ello debe captarla como un todo unificado, no puede fragmentarse, no puede dividirse en variables dependientes o independiente. En este sentido, el citado autor señala que la metodología cualitativa se refiere en su más amplio sentido a la investigación que produce datos descriptivos; las propias palabras de las personas, habladas o escritas y la conducta observable. En el marco de esta realidad, el paradigma cualitativo desarrolla conceptos basados en interpretaciones y comprensiones, partiendo de la experiencia de los involucrados en el fenómeno de estudio, por lo tanto, se optará por el método inductivo y se conjuga con las definiciones que envuelven al proceso, la intuición y la creatividad. Desde el punto de vista cualitativo, el conocimiento científico no se legitima por la cantidad de sujetos estudiados, sino por la cualidad de su expresión. Este proceso inductivo, tiende a dar una interpretación sobre un tópico relevante, en este caso la necesidad de instaurar una cultura organizacional que de cómo resultado la dinámica gerencial que se requiere en las organizaciones complejas. A través de este método, la información recabada se comparará con la recolectada previamente para el desarrollo de las categorías de análisis, se buscarán similitudes y diferencias, coherencias e incoherencias y se tratará de explicar la relativa importancia de la información. Esta recolección y revisión de información a través de diferentes entrevistas y la observación participante permitirá que emerjan nuevas categorías de análisis, repitiéndose hasta su punto de saturación. Por ello, conviene subrayar la importancia del proceso de categorización que permite situar la realidad mediante categorías con el fin de conseguir los incidentes en el suceder de los hechos o de los comportamientos que están necesariamente contextualizados en el escenario donde se investiga el fenómeno y donde adquieren su pleno significado. Este método, considerado como un proceso emergente para [128] la construcción de las teorías, se desarrollará mediante cuatro etapas, las cuales son: (1) Comparación de los incidentes aplicables a cada categoría; (2) Integración de cada categoría y sus propiedades; (3) Delimitación de la Teoría; y (4) Redacción de la Teoría. En concreto, la investigadora asume para su estudio las cuatro etapas planteadas por Katz y Khan (1990), incorporando dos etapas previas, las cuales considera de importancia para el desarrollo de la misma, estas son una primera etapa referida al estudio del arte relacionado con el fenómeno a investigar, y una segunda etapa, denominada montaje institucional y metodología de la investigación, por cuanto se hace necesario determinar antes del inicio del proceso investigativo, el consentimiento de información a generar en el escenario seleccionado y la metodología a utilizar en la investigación, aspectos que deben privar en todo proceso de intervención científica. De allí, que la metodología cualitativa utilizada está basada en los fundamentos del método comparativo continuo de Hernández (2006), como un proceso donde se compara la información obtenida por medio de los informantes claves. Esto involucra una selección sistémica de conceptos, categorías y proposiciones que tienen arraigo en los hechos de la realidad problemática estudiada, como es la ausencia en la cultura organizacional de una comunicación efectiva que arroje eficiencia en la dinámica gerencial que se requiere en las organizaciones complejas. En cuanto al método o enfoque de indagación del presente estudio, se aborda desde la fenomenología, la cual, en acepción de Katz y Khan (Ob.cit.), es la doctrina filosófica que estudia lo que aparece, y lo que parece son fenómenos, en el caso específico de las ciencias gerenciales, son fenómenos relacionados con la gerencia y el manejo de las relaciones humanas en el ámbito organizacional. Uno de sus precursores, desde una perspectiva metodológica, explican Katz y Khan (Ob.cit.), es el “…filósofo J.H. Lambert (1728-1777), el cual, al investigar sobre el tema de las apariencias, propone pasos sistemáticos para ir acercándose a la realidad objeto [129] de estudio” (p.67). En el tiempo moderno, surge, siglo XX, se va a dar en Alemania un movimiento intelectual que retoma las ideas de Lambert y le dan un sentido más práctico y directo, en lo que al plano interpretativo y descriptivo se refiere de los fenómenos sociales. La figura de Edmund Gustav Albrecht Husserl (18591938), abordó la fenomenología como la ciencia del fenómeno, es decir, es proceso descriptivo de aquello que aparece y que tiene una vinculación con la realidad propiciando en ella los potenciales cambios y transformaciones que necesite. La fenomenología según Husserl (2004), es una ciencia de objetos ideales, por tanto, a priori y universal, porque es ciencia de las vivencias; es "…una ciencia esencialmente nueva, alejada del pensar natural, por lo que tiene de peculiar y por desarrollarse sólo en nuestros días se llama a sí misma ciencia de fenómenos" (p.14). El enfoque fenomenológico en cualitativa, desde el punto de vista de Husserl (Ob.cit.), es un método haciendo una distinción en la evidencia que aparece a el espíritu, de la cual dice que hay evidencias acertóricas, que se refiere a una verdad, pero no hace imposible que lo contrario sea verdadero, este tipo de evidencias se encuentran en los hechos que continuamente palpamos; y evidencias apodícticas, de carácter superior a la anterior, pues no solamente se refiere a algo verdadero, sino a lo necesario; en este tipo de evidencias están las verdades rigurosas. En acepción de Husserl (2006), la ciencia ha procurado basarse en verdades apodícticas, mientras que la filosofía todavía no lo ha hecho, pues continúa enunciando proporciones que carecen de validez universal, o sea, que no son válidas para toda conciencia. En consecuencia, debe proponerse un método que aborde lo fenomenológico desde la intuición hasta las esencias que posibilitan las captaciones ordinarias; así la fenomenología de la gestión de la comunicación no consistirá en describir experiencias concretas y realistas de la gerencia organizacional, sino las vivencias necesarias para experimentar la gestión de la comunicación como un valor. [130] HERMENEUSIS A JOSÉ PADRÓN In Memoriam [131] El gran José Padrón, fue un filósofo, con estudios en Lógica Matemática, Lingüística, Planificación Educativa y Teoría de la Ciencia; docente titular Emérito de la Universidad Nacional Abierta, Venezuela; llevó adelante los Seminarios de Epistemología del Doctorado en Ciencias Humanas de La Universidad del Zulia, , del Seminario de Epistemología de la Investigación Cualitativa del INICC de Lima, Perú y del Seminario de Investigación del Doctorado de la Universidad de la Amazonia, Florencia, Colombia; fue tutor de más de cincuenta tesis doctorales aprobadas. En acepción de la Dra. Teresita Pérez de Maza, Padrón falleció en el 2019, no solamente dejando un legado importante en los estudios académicos y metodológicos latinoamericanos, sino dejando una gran cantidad de respuestas a temas que iban más allá del argot de la complejidad. Sus contribuciones no solamente fueron a la investigación científica, sino también por sus modelos cognitivos emergentes, como es el caso del Modelo VIE (Modelo de la Variabilidad de las Investigaciones Educativas) que rompió las estructuras de los modelos clásicos de investigación. Fue un pensador crítico, justo, humilde y sobre todo honesto. tutoreaba de forma abierta, ofreciendo sin tapujo alguno su conocimiento, sus ideas y sus papeles de trabajo; fue un luchador incansable ante el cliché de los métodos clásicos de investigación, que desvinculan al investigador, al estudiante de su propia realidad cognitiva y social. Sobre Padrón también escribió Gladys Guevara, quien en su momento expresó: “…De día dictaba cursos y promovía sus novedosas y racionales perspectivas de cómo organizar los procesos de investigación científica, mientras de noche leía y producía papeles de trabajo científico que luego proyectaba en cursos, talleres, conferencias, libros, artículos y monografías… Fue tutor de no menos de cincuenta trabajos de grado de maestría y doctorado, sin aspirar por ello ningún tipo de retribución económica, y sí el disfrute cooperativo del intercambio de conocimientos con sus [132] tutorizados. José produjo una teoría de la investigación científica, un modelo cognitivo y evolucionista de la producción científica…” Como un homenaje a figura de Padrón permítanme reproducir diez respuestas a temas académicos que dejó plasmadas en su espacio web: https://l1nq.com/kC7fL : 1. ¿Puede plantearse que la comprensión es a la hermenéutica, lo que la falsabilidad es al racionalismo y la verificación al empirismo? RESPUESTA: Esas correlaciones son exactas en el sentido de que la comprensión es propuesta desde el enfoque hermenéutico, así como la falsabilidad es una propuesta del racionalismo crítico y la verificación lo es del empirismo lógico. Sin embargo, la verdadera dualidad está entre Comprensión (función de la ciencia desde el ángulo hermenéutico) y Explicación (función de la ciencia desde el ángulo tanto racionalista como empirista). En ese sentido, la Comprensión no forma una oposición con respecto a la falsabilidad ni con respecto a la verificación, sino más bien con respecto a la Explicación. Otra oposición está entre falsabilidad (Popper) y verificación (Círculo de Viena). Estas dos nociones constituyen divergencias en relación con el problema de cuál es el proceso de evaluación al que se someten las Teorías científicas. 2. ¿Puede enseñarse a los niños la perspectiva hermenéutica, como metodología de interpretación de textos? RESPUESTA: En general, en los niños debería promoverse no sólo la perspectiva hermenéutica, sino todas las perspectivas y, aun más en general, deberían promoverse la Filosofía. Actualmente hay todo un movimiento mundial, denominado "Filosofía para Niños" (Philosophy for Children);…Otro aspecto distinto implícito en esta pregunta es el riesgo de enseñarle a los niños solamente una perspectiva de análisis, sobre todo si se hace en modo excluyente, proselitista o fanático. Los niños están madurando hacia un cierto estilo de pensamiento, una cierta estructura cognitiva para el planteamiento y resolución de problemas, y no parece recomendable [133] castrarles su propio desarrollo ni imponerles perspectivas que podrían resultarles ajenas a sus propias circunstancias o necesidades. 3. ¿Podemos decir que la hermenéutica es una “filosofía del sujeto”, una metodología que enfatiza la condición del sujeto cognoscente? RESPUESTA: Sí, decididamente. Esta postura se basa en un sistema de convicciones de fondo según el cual lo más importante no es la realidad en sí misma sino la visión que de ella tienen el individuo y los grupos humanos. Hay posturas aun más extremas, radicalmente idealistas, según las cuales, por ejemplo, "un libro no es un libro mientras no haya alguien que lo lea" o, como decía el obispo Berkeley, "existir consiste en ser percibido". Bajo ese tipo de convicciones, es evidente que la Investigación se concibe fundamentalmente desde el ángulo del "sujeto". 4. ¿Existen algunos elementos teórico-metodológicos que me permitan clarificar si mi investigación es capaz de aportar respuestas pertinentes? RESPUESTA: Parece haber criterios tanto de tipo epistemológico como de tipo sociocultural, cuando menos, que sirvan de referencia para la "Pertinencia" de una investigación. Es decir, cuando se dice que las investigaciones deben ser "pertinentes", parece suponerse que deben serlo con respecto a necesidades tanto epistemológicas como socioculturales. Una investigación es epistemológicamente pertinente cuando satisface los estándares de la comunidad científica, del enfoque epistemológico y del programa de trabajo en los cuales se inscribe la investigación. La pertinencia sociocultural, por otro lado, se define por la "rentabilidad" de la investigación, es decir, por la medida de su impacto en una sociedad en un cierto momento histórico (aunque resulte chocante, también hay un mercado de conocimientos y tecnologías; de hecho, el conocimiento es, entre otras cosas, una mercancía). Las investigaciones de rápida obsolescencia, por ejemplo, tienden a ser menos pertinentes. Las [134] investigaciones que no interesan sino a un grupo reducido de potenciales usuarios o beneficiarios tienden igualmente a ser menos pertinentes socioculturalmente. Hay una idea muy general que puede servir de guía para analizar la pertinencia de nuestras investigaciones: la investigación es, antes que otra cosa, un proceso altamente socializado, un importantísimo compromiso con los demás, una enorme responsabilidad con la sociedad a la que pertenecemos. No es un acto individualizado o personal como, por ejemplo, amar, soñar o pensar. Y es este carácter fuertemente institucional de la investigación lo que permite analizar la pertinencia y relevancia de un trabajo particular. 5. Desde el punto de vista epistemológico, ¿es posible realizar una investigación únicamente descriptiva? RESPUESTA: Sí. De hecho, en la historia de las investigaciones encontramos una impresionante cantidad de investigaciones descriptivas (dicho de modo muy general, aquéllas que se orientan sólo a esclarecer las características observables de un hecho, sin pretender explicar ni evaluar ni derivar tecnologías). Sin embargo, el valor de una investigación descriptiva (o del tipo que fuera) radica en la magnitud de su aporte con respecto a un programa de investigación. En realidad, es el nivel de avance del programa de investigación (o sea, sus necesidades con respecto a unos objetivos programáticos) lo que determina que un particular trabajo de investigación (descriptivo, por ejemplo) resulte más o menos apreciable que otro. En cuanto a los estudios descriptivos, éstos suelen ser muy requeridos sobre todo cuando el programa de investigación es nuevo y cuando todavía se halla en una fase de organización de los hechos seleccionados como área empírica u observacional. En la medida en que el programa colectivo avanza hacia fases de construcción teórica cada vez más refinadas (como podría ser actualmente el caso de muchos programas en física), en esa medida las investigaciones netamente descriptivas van siendo menos solicitadas. [135] 6. ¿Es el método de las Ciencias sociales radicalmente diferente al de las Ciencias Naturales? ¿Deben las investigaciones caracterizarse por un único método o, en cambio, existe la posibilidad de escoger entre una vasta gama de ellos? RESPUESTA: El término "método", como tantas otras palabras de esa área, suele ser usado con total imprecisión (igual que "teoría", “problema", etc.). Esa imprecisión se revela sobre todo en la polémica alrededor de las diferencias entre “Ciencias del Espíritu” y “Ciencias de la Naturaleza” (Dilthey, Husserl...). Las discusiones son estériles cuando no se define primero aquello acerca de lo cual se discute y nada logramos con definiciones ambiguas. Casi todos afirman, por ejemplo, que "método" es una "vía", una manera sistemática de hacer las cosas. Pero ¿a qué nivel? ¿Al nivel de los grandes enfoques o al nivel de las pequeñas ejecuciones? Si por "método científico" entendemos cualquier conjunto de operaciones que sean organizadas, susceptibles de examen y de crítica, que tengan un alcance intersubjetivo y que se orienten hacia la credibilidad de los resultados, entonces no debe admitirse ninguna diferencia metodológica entre Ciencias Naturales y Ciencias Sociales. Si, en cambio, confundimos "método" con "técnicas" e "instrumentaciones", entonces es obvio no sólo que hay diferencias radicales entre lo Social y lo Natural, sino que, en general, hay diferencias radicales aun en el interior de las diversas ciencias, incluso las naturales. Esta confusión sobre "método" fue ya advertida por Abbagnano en su célebre Diccionario. 7. En la presentación de mi proyecto de tesis me exigen que especifique los instrumentos de recogida de datos y el marco teórico definitivamente desarrollado. ¿Realmente un proyecto de tesis exige esos puntos? RESPUESTA: Existe el concepto de Proyecto de Investigación, que originalmente ha estado correlacionado con la necesidad de planificar la investigación. Pero actualmente, en la mayoría de los ambientes curriculares, ese concepto ha perdido toda su original [136] vinculación con la noción y con las técnicas de la planificación. En efecto, muy pocos están conscientes de que el término proyecto es sinónimo de plan y, en la mayoría de los casos, dicho término ha quedado asociado, exclusivamente, a un examen de las competencias investigativas del individuo. De ese modo, muchos piensan que el proyecto es una especie de mini-investigación, algo así como el borrador previo a la versión definitiva o como todo aquello que está antes de la obtención de los resultados o hallazgos finales. Olvidan, así, que un proyecto de investigación es ante todo, de entrada, un proyecto, igual que cualquier otro, igual que un proyecto de comercialización, por ejemplo. Una evidencia de esto es la gran diferencia que existe entre los proyectos académicos, contemplados dentro de los requerimientos curriculares normales, y los proyectos exigidos por empresas privadas y por organismos de financiamiento de investigaciones. En éstos sí se plantea una estructura de acción orientada a proponer claramente una idea y a definir sus condiciones de relevancia, interés, factibilidad, etc. Otra evidencia está en la pobre formación que el curriculum provee a los tesistas en materia de planificación. Todo se reduce a una metodología de la investigación que enfatiza la recolección y procesamiento de datos y que ignora olímpicamente los aspectos estratégicos, la programación de operaciones, los cálculos de costos y recursos, las condiciones de impacto a inversión, etc. Si un proyecto es un plan, es contradictorio (e irresponsable) incluir allí elementos que forman parte de la ejecución y no de las "previsiones". ¿Qué diría Ud. de un ingeniero que, cuando Ud. le solicita el proyecto para la construcción de un puente, se aparece ya con lo sacos de cemento, las cabillas y todo eso, esperando que Ud. pague el costo de los materiales que él compró sin que Ud. supiera cuál era el plan? 8. En mi Proyecto de Tesis me objetan el modo en que está formulado el problema (...). Una de las observaciones es que no está bien delimitado. ¿En qué consiste la delimitación del problema? [137] RESPUESTA: Algunos docentes suelen aconsejar la "Delimitación" del problema de investigación, concibiéndola como la necesidad de identificar el lugar, el tiempo y los personajes concretos a los que se refiere la interrogante básica del trabajo. Vemos así muchas tesis con títulos de la forma "la incidencia de x sobre z en los alumnos del n grado de la escuela w" o "Estudio del fenómeno x en el instituto w del Municipio k". La "Delimitación", así entendida, restringe los alcances de la investigación, ya que sólo favorece al ámbito en el cual se sitúan los personajes concretos identificados, habiendo todo un universo de casos que revisten las mismas características y que, sin embargo, está siendo inútilmente desatendido. Es como si Newton, en la célebre leyenda de la manzana que le cayó encima, se hubiera planteado algo así como "La caída de las manzanas en Inglaterra" (o "en el patio de mi casa")", en vez de plantearse la caída de los cuerpos en cualquier parte de la tierra. ¿Qué pasaría, además, con nuestro tesista sí, justo antes de defender su trabajo, desapareciera del mapa el Instituto o la Escuela w o, incluso, el Municipio k? Su investigación ya no tendría referencia ni sería, por ende, importante para una verdadera 'Teoría de la Educación'. Cabe preguntarse: ¿va el investigador hacia "teorías' o sólo va hacia descripciones de casos? En realidad, la delimitación del problema (o, más bien, de la investigación) se refiere a la expresión de los límites más allá de los cuales el estudio no promete nada y más acá de los cuales el usuario sí debe esperar ciertas respuestas. Delimitar el problema tiene que ver con la definición de los alcances precisos de la búsqueda que se está planteando. Esto se puede lograr con un buen sistema de objetivos de trabajo, pero muchas veces, además de tales objetivos, hace falta una sub-sección donde se aclaren mejor las limitaciones del estudio (o los alcances, que es otra manera de decir lo mismo). Por cierto, las "limitaciones" no deben jamás referirse a las dificultades cotidianas o prácticas que obstaculizaron el estudio (como los célebres casos de "no se consiguió la bibliografía", "se careció de computadoras", etc.). En efecto, si los obstáculos impidieron el [138] logro de los objetivos, entonces no se hizo una buena investigación. Y, si no lo impidieron, entonces no hay por qué lloriquear. 9. En mi Tesis tengo que manejar muchos aspectos legales (normativas, decretos, leyes, contratos) y no sé dónde ubicarlos. ¿Deben ir en el Marco Teórico? RESPUESTA: Hay quienes prescriben que los aspectos legales concernientes a un cierto planteamiento investigativo deben ser ubicados dentro del llamado "Marco Teórico". Se ven así muchas tesis y proyectos que incluyen en las "teorías" cosas como la Constitución Nacional, las leyes de la República, los reglamentos o los Decretos gubernamentales. ¿Qué naturaleza time realmente este tipo de datos? ¿Son de carácter teórico? ¿Son parte de las descripciones empíricas? ¿Dónde, en fin, deben ubicarse con respecto a la estructura documental de un proyecto o una tesis? RESPUESTA: Un argumento común consiste en que las leyes y las reglamentaciones no reflejan hechos observables, en sí mismas, sino estados conceptuales o situaciones ideales, guardando así por lo menos un gran parecido con las teorías. Tal vez el contrargumento más importante es que no todo lo que es conceptual o ideal es necesariamente teórico. Las teorías son sistemas de conocimiento universal y abstracto, mientras que las Normas son sistemas de regulación de comportamientos o acciones. Las teorías nos explican por qué ocurren las cocas, pero no cómo están obligadas a ocurrir por mandato del hombre, lo cual sí es función de las normativas. "Explicar" y "Normar" son cuestiones que tienen una naturaleza muy diferente. Por otra parte, las reglamentaciones tienden a ser modificadas de acuerdo con los cambios de las circunstancias (de lo contrario no existirían los órganos legislativos). O sea, no son universales, cosa que sí se les pide a los campos teóricos. Si consideramos que las normas equivalen a hechos 'deseables' y que las realidades equivalen a hechos 'efectivamente existentes', entonces veremos que ambas cosas son hechos (y no teorías) y que, [139] por tanto, responden a los tratamientos descriptivos del trabajo. Según este argumento, los marcos legales y las normativas deberían ubicarse en la sección empírica de la investigación, relacionados con los planteamientos problemáticos y con los datos observacionales. 10. ¿A qué se aplica el concepto de los enfoques epistemológicos? ¿Es que cada problema de investigación exige determinados enfoques o un mismo enfoque sirve para cualquier problema? RESPUESTA: Con frecuencia se ha planteado la discusión acerca de si la selección de un enfoque epistemológico (algunos hablan de "paradigma") depende del problema de investigación o si, a la inversa, el planteamiento de un problemas depende de la adopción previa de una determinada perspectiva epistemológica. La primera de estas dos tesis (las características del problema condicionan la selección de un enfoque epistemológico) presupone que el investigador es neutral con respecto a las decisiones sobre la naturaleza del conocimiento y sobre las vías más adecuadas para producirlo y validarlo (precisamente, son estos cuerpos de decisiones los que definen un enfoque epistemológico). Presupone también que todo investigador es igualmente hábil para el manejo del método y técnicas adscritos a cada uno de los distintos enfoques investigativos. En efecto, sostener que el problema es anterior a toda elección epistemológica equivale a sostener que, según sean las características del problema, el investigador debe acudir al enfoque que resulte más apropiado, lo cual implica, a su vez, que él no se ha comprometido previamente con ninguno de éstos y que, si es buen investigador, debe resolver todos los aspectos operativos y procedimentales asociados al enfoque resultante de la evaluación de los rasgos del problema. De aquí se seguiría, erróneamente, que los enfoques epistemológicos no son convicciones personales ni especialidades de trabajo, sino elecciones indiferentes al punto de vista y a las competencias individuales, elecciones que aparecen vinculadas más [140] bien al tipo de problema que se está manejando. Si llevamos este razonamiento a sus extremas consecuencias, deberíamos concluir que Newton, por ejemplo, debió haber investigado también sobre psicología, pongamos por caso, y que además debió haber utilizado enfoques etnográficos, interaccionistas, etc. Tampoco se justificarían, por ejemplo, los investigadores que sólo trabajan por la vía fenomenológíca-interpretativa. La segunda de las tesis mencionadas arriba presupone, coincidiendo con ciertos principios de las teorías cognitivas, que las personas tienen diferentes estilos de pensamiento y que, bien sea por formación personal o bien por tendencias originales, privilegian ciertas rutinas operativas de descubrimiento. Presupone también que los investigadores no escapan a estas marcas diferenciales sino que, en función de las mismas, desarrollan ciertos cuerpos de convicciones acerca de la naturaleza del conocimiento y de sus vías de producción/validación (es decir, llegan a adoptar un deteminado enfoque epistemológico que resulta previo al planteamiento de cualquier problema). La consecuencia más importante de esta tesis es la siguiente: las diferencias epistemológicas deben buscar la coexistencia. Por tanto, nadie debe tratar de imponer un determinado "paradigma" por encima de otros ni pretender proselitismos epistemológicos: quedaría así descartado hablar de un "paradigma emergente" o de "el nuevo paradigma", ya que no se trata de modas ni de imposiciones sino de diferencias cognitivas que llevan a diferencias epistemológicas. En tal sentido, esta segunda tesis es más piagetiana que kuhniana. [141] REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA GENERAL [142] Acebo, G. Sofía. (1997). Diccionario enciclopédico 2000. 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Reside en Guanare, estado Portuguesa, donde funge como Editor de la Revista Arbitrada “Equidad”, de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (UNELLEZ). [157] [158]