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ENSAYO

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ENSAYO
¿POR QUÉ PSIQUIATRÍA Y NO OTRA ESPECIALIZACIÓN?
Autora: Lit Diane García Linares
Si bien es cierto, el concepto de salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se basa
en el equilibrio biopsicosocial de las personas. Este concepto, generalizado y abarcador,
constituye un punto de partida en el abordaje integral del individuo como un ser social que se
interrelaciona con su medio mediante un adecuado estado físico y mental.
La OMS advierte que la salud humana está determinada por muchos factores sociales,
psicológicos y biológicos. El estrés social continuo plantea una grave amenaza para la salud de
las personas y las comunidades; la evidencia más obvia se refiere a los síntomas de la pobreza
y las condiciones en las que vive la gente. La salud mental es fundamental para la salud y se
extiende más allá de la ausencia de enfermedad mental.
Existen muchas formas de eliminar las metas a largo plazo, sin embargo, entre ellas, la
enfermedad mental se manifiesta como un grupo de condiciones que afectan el estado interno
del paciente y el mundo que lo rodea ya sea de manera a corto plazo o permanente. La
enfermedad mental se considera un problema importante que afecta el comportamiento
psicológico de los pacientes; una buena salud mental ayuda a las personas a afrontar situaciones
de la vida diaria, mantenerse saludables, ser más productivas en el trabajo y desarrollar su
potencial a través de las relaciones con colegas.
Se reporta que existe un creciente aumento, incidencia y prevalencia de afecciones mentales,
motivado por eventos como desastres naturales, la pobreza y la violencia que afecta a las
comunidades. Se describe que en los Estados Unidos de América más de la mitad de las
personas adultas serán diagnosticados de algún trastorno mental durante el transcurso de su
vida y que constituyen uno de los cinco primeros motivos de consulta en pacientes adultos
mayores.
Esta situación motiva que 46 % de los países sudamericanos dedican anualmente entre 2 y 5 %
de su presupuesto de salud a satisfacer las demandas de atención de los pacientes con este tipo
de afectación y aún son cifras insuficientes.
En Ecuador son escasos los estudios sobre incidencia, prevalencia y condicionantes de
enfermedades relacionadas con la salud mental, se considera que existe un subregistro de estas
enfermedades; el país se encuentra entre el 30 % de países sudamericanos que destinan menos
del 2 % del presupuesto sanitario para la atención de pacientes con enfermedades mentales.
En 2019, casi mil millones de personas, entre ellas un 14% de los adolescentes de todo el
mundo, estaban afectadas por un trastorno mental. Los suicidios representaban más de una de
cada 100 muertes y el 58% de ellos ocurrían antes de los 50 años de edad. Los trastornos
mentales son la principal causa de discapacidad y son responsables de uno de cada seis años
vividos con discapacidad. Los abusos sexuales en la infancia y el acoso por intimidación son
importantes causas de depresión. Las desigualdades sociales y económicas, las emergencias de
salud pública, las guerras y las crisis climáticas se encuentran entre las amenazas estructurales
para la salud mental presentes en todo el mundo.
Incluso antes de la pandemia de COVID-19, solo un pequeño porcentaje de las personas que la
necesitaban tenían acceso a atención de salud mental eficaz, asequible y de calidad. Por
ejemplo, el 71% de las personas con psicosis en todo el mundo no reciben servicios de salud
mental. Si bien en los países de ingresos altos el 70% de las personas con psicosis reciben
tratamiento, en los países de ingresos bajos solo el 12% de las personas con psicosis reciben
atención de salud mental. Por lo que respecta a la depresión, las lagunas en la cobertura de los
servicios son amplias en todos los países: incluso en los de ingresos altos, solo un tercio de las
personas con depresión recibe cuidados de salud mental formales y se estima que el tratamiento
contra la depresión mínimamente adecuado oscila desde el 23% en los países de ingresos altos
hasta el 3% en los países de ingresos bajos y medianos bajos.
El Director General de la OMS, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló «Todos conocemos
a alguien afectado por trastornos mentales. La buena salud mental se traduce en buena salud
física y este nuevo informe presenta argumentos convincentes para el cambio. Los vínculos
indisolubles entre la salud mental y la salud pública, los derechos humanos y el desarrollo
socioeconómico significan que transformar las políticas y prácticas con respecto a la salud
mental puede arrojar beneficios reales y considerables para las personas, las comunidades y
los países de todo el mundo. La inversión en salud mental es una inversión en una vida y un
futuro mejores para todos».
No hay duda de que la depresión todavía está relacionada con las enfermedades mentales: las
mujeres tienen el doble de probabilidades de sufrir depresión que los hombres. Entre el 10 y el
15 por ciento de las mujeres en los países ricos y entre el 20 y el 40 por ciento de las mujeres
en los países en desarrollo sufren de depresión durante o durante el embarazo.
Por otro lado, los trastornos mentales y neurológicos en los adultos mayores, como la
enfermedad de Alzheimer, otras demencias y la depresión, contribuyen significativamente a la
carga de enfermedades no transmisibles. En las Américas, la prevalencia de demencia en los
adultos mayores (más de 60 años) oscila entre 6,46 % y 8,48%. Las proyecciones indican que
el número de personas con este trastorno se duplicará cada 20 años.
En el caso de Ecuador, la salud mental se ha visto afectada por la pandemia y algunos aspectos
de la vida diaria han cambiado. La gente se vio obligada a esconderse en casa y cambiaron los
trabajos que solían hacer. Muchas personas perdieron sus trabajos, perdieron a sus seres
queridos o simplemente se negaron a aceptar la noticia. La explosión afectó a las personas no
sólo a nivel social, sino también a nivel físico y mental.
El 10 de septiembre de 2021, el Sistema Integrado de Seguridad ECU911 evidenció que, entre
enero y agosto de este año hubo un aumento del 17% en suicidios en comparación con el año
2020. Dentro de este periodo se han registrado 253 suicidios, mientras que el año pasado
hubieron 216. Entre las provincias con mayor índice de suicidios están Guayas con el 20%;
Pichincha con el 15%; Azuay con 10%; Tungurahua con el 8% y Manabí con el 9%. En estas
cifras se encuentran ciudadanos y ciudadanas de entre 15 a 29 años mayormente.
De acuerdo a la encuesta nacional "Tu Voz, Tus Derechos", el 76% de los niños, niñas y
adolescentes en Ecuador se consideran felices, mientras que el 12% se siente est resado, el
6% cansado y el 2% triste. Sin embargo, resulta preocupante que el 20% de ellos enfrenta
dificultades para reconocer y gestionar sus sentimientos negativos, como la tristeza y el
estrés. Estos hallazgos se obtuvieron a través de la participación de 247,102 encuestados
de las 24 provincias del país, lo que proporciona una visión importante sobre la salud
mental en esta población.
Para Alejandra Almeida, coordinadora Nacional de Incidencia y Protección de World
Vision Ecuador, a escala mundial, la salud mental de niñas, niños y adolescentes se
encuentra en una situación preocupante. “Aunque las cifras reveladas en el estudio no
parecen alarmantes, es importante reconocer que esta población vulnerable no siempre
puede identificar sus propios sentimientos de tristeza, estrés o abrumo, lo que sugiere que
las cifras de tristeza, estrés o ansiedad podrían ser aún mayores”, agregó.
Estas preocupaciones se corroboran con las estadísticas del Ministerio de Salud Pública
de Ecuador, que indican que el 20% de los niños y adolescentes en el país presenta
síntomas de depresión o ansiedad, y el 10% ha considerado o intentado suicidarse.
La recopilación de información se realizó mediante una encuesta virtual llevada a cabo del
01 al 22 de junio de 2023. Participaron un 26% de niñas y un 25% de niños, con edades
comprendidas entre los 9 y 13 años. También se contó con la participación de un 24% de
adolescentes hombres y un 23% de adolescentes mujeres, con edades comprendidas entre
los 14 y 18 años.
“El equilibrio en la salud mental es primordial en el desarrollo integral de las niñas,
niños y adolescentes que se encuentran en una etapa decisiva de su desarrollo físico,
emocional y cognitivo, pues no solo impacta su capacidad de aprendizaje, sino también
su bienestar general y su capacidad para enfrentar los retos y demandas del entorno en
el que se desenvuelven. Es fundamental comprender que los trastornos y dificultades en
la salud mental pueden afectar a todas las personas, sin importar edad, género, etnia o
nivel socioeconómico”, agregó Almeida.
Al consultarles acerca de su sensación de seguridad en su entorno escolar o familiar, el
74% manifestó sentirse siempre seguro, mientras que el 16% respondió casi siempre, el
8% pocas veces y el 1% siente inseguridad en todo momento
En un informe de la salud mental ecuatoriana realizado en el año 2021 se determina:

70% de personas solteras tenían más tendencia a presentar riesgo suicida.

En el caso de las mujeres se determinó que sus conductas violentas más frecuentes son
mentir, ignorar, ofender; mientras que los hombres marcaron que, sus conductas eran
cenar, mentir, ofender.

En los adultos; en relación al sexo, 6 de cada 10 casos de depresión son mujeres, según
el estado civil, 7 de cada 10 casos son personas solteras. En relación a los adultos
mayores 4 de cada 10 personas ciudad padecen depresión.

6 de cada 10 estudiantes experimentan un riesgo emocional alto, el 17% de los
estudiantes presentó al menos un riesgo medio asociado al consumo de alcohol, el
principal problema de salud mental fueron las somatizaciones.
No cabe duda que en Ecuador se ha venido trabajando por lograr elevar la salud mental de la
población mediante la disminución de elementos que inciden negativamente en el debut y
actividad de este grupo de enfermedades; sin embargo, a pesar de los esfuerzos
gubernamentales todavía se enfrentan dificultades como son el subregistro de enfermedades
mentales, las dificultades de cobertura de recursos humanos calificados y la poca disponibilidad
de atención de salud mental mediante seguros públicos y/o privados. Estos aspectos deben
superarse para poder cumplir el objetivo de elevar los índices de salud mental de la población
ecuatoriana.
Es todo ello, que es imprescindible la formación de profesionales en el ámbito de psiquiatría,
particularmente en mi caso, no para sumar ni para ser una cifra más, sino que mediante los
conocimientos adquiridos, ser gestora y parte integral de un grupo de profesionales
encaminados a reducir todas aquellas cifras relacionadas con los trastornos mentales en el país,
¿Por qué no?, dar un vuelco de 360° y lograr que la salud mental, hasta ahora muy descuidada
en nuestro país, logre cambios notorios que tengan como resultado la recuperación e
integración del individuo en la sociedad.
Estudié Medicina en la Universidad Nacional de Loja, convencida que el conocimiento en el
área de salud permitiría cambiar la vida de las personas; sin embargo, en el camino descubrí
que mientras interactuaba, diagnosticaba y trataba a cada uno de mis pacientes, fueron ellos
los que cambiaron mi vida, representando un desafío y descubriendo lo mejor de mí; por ello
después de mi experiencia de más de 11 años en el ámbito de la salud, tengo la necesidad de
seguir creciendo; el mundo cambia muy rápidamente y quiero seguir actualizándome para
cumplir mis metas personales y profesionales.
El principal motivo desde que inicié mi carrera, ha sido la satisfacción de ayudar a la población
de la mejor manera posible, ofreciendo cada uno de mis conocimientos médicos para el bien
de su salud, atendiendo a cada uno de mis pacientes con calidad y calidez, teniendo siempre
presente la importancia de mantener una relación de confianza con cada uno de ellos.
Recordando que: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, se considera a la salud mental como
parte fundamental de una persona, ya que puede afectar aspectos específicos de la vida escolar
y laboral de los individuos, siendo imprescindible a corto plazo enfocarnos en el área al analizar
e interpretar la salud mental, para posteriormente a largo plazo abordar la prevención, la
evaluación, el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación de las personas que padecen
trastornos mentales, con la finalidad de mejorar la salud mental de los pacientes y con el firme
objetivo de mejorar la calidad de vida, sopesando y tratando el impacto de las enfermedades
mentales en los pacientes y ayudarlos, permitiéndoles integrarse a la sociedad.
Convencida de ello, aportar a ese objetivo es mi firme propósito, considero que la Universidad
de Cuenca y la especialidad de Psiquiatría pueden ayudarme en mi propósito por ser un
referente en innovación educativa e investigación, por permitir la formación académica y por
ende la satisfacción general.
Recuerdo hace aproximadamente 5 años, mientras realizaba una de mis guardias en el área de
emergencia, ver llegar a un adolescente de 11 años acompañado por personal policial,
esposado, gritando por el dolor generado por el uso de gas pimienta en su rostro; en ese
momento, la pregunta en mí ¿Qué delito pudo haber este niño para tener que llegar en estas
condiciones al área de emergencia?, si era en ese entonces solo un niño; amigo, compañero de
escuela mi hija mayor y conocido de mi familia, al indagar sobre aquella situación, el policía
indicó que había sido detenido en un intento por acuchillar a su abuelita, quién era la encargada
directa de su cuidado, dado que la madre de aquel niño también presente en ese momento en el
área de emergencia, manifestaba que ella no vivía con el niño y al manifestarle que se iba a
hospitalizar al paciente en otra casa de salud, debido a que el hospital en cual laborada no tenía
un área apta para hospitalizar dichos pacientes, se le indicó que se requería de acompañamiento
familiar, la reacción de la madre ante ello fue un “no” rotundo, manifestando que ella no quería
saber nada del adolescente, que para ella él no era un niño, sino un demonio y que no lo quería
cerca, meses después dado que como indiqué anteriormente el niño era conocido de mi familia
y colaboraba en un negocio que en ese entonces tenía mi esposo, llegó una denuncia contra el
adolescente, y la demandante era la madre, quién acusaba adolescente de maltrato, dicha
denuncia contenía imágenes en la cual se apreciaba las lesiones ocasionadas; interesándome en
el caso descubrí que el adolescente se encontraba en tratamiento por diagnóstico de trastorno
de bipolaridad; tratamiento en el cual era más que evidente la carencia del apoyo de la familia.
¿Y acaso no es la familia el núcleo de la sociedad, la que debe cumplir el rol de
acompañamiento y apoyo en esta y muchas otras situaciones? Entonces ¿Por qué muchas veces
la familia decide dejar de involucrarse o nosotros no los involucramos?
Durante los últimos años en el cantón en el que laboraba (Zamora), a pesar de ser pequeño se
ha hecho evidente el incremento de personas afectadas por trastornos mentales, personas que
las circunstancias generadas en el ámbito laboral, familiar, ha generado un desequilibrio en la
salud mental, entonces ¿Por qué no intervenir?
Es aquí cuando nace mi interés por el fascinante mundo de la Psiquiatría, en busca de lograr
para aquellas personas, muchas subdiagnosticadas, ser aquella médica, que logre generar un
cambio y logre el desenvolvimiento adecuado y reinserción en la sociedad.
Actualmente, mi interés se encamina a la Psiquiatría infantil y de adolescentes, como madre de
una adolescente (hija mía, porque conmigo creció) que en su momento requirió tratamiento
psiquiátrico por múltiples desórdenes a raíz de la separación de sus padres, viaje de su madre
hacia otro país y alejamiento de su hermano mayor; múltiples pérdidas en su vida que la familia
en su momento no supo reconocer; madre también de una niña de 6 años en la que veo reflejada
a mi hija mayor, con la que aprendo cada día y reconozco la importancia de intervenir a tiempo
para lograr una salud mental plena; porque no cabe duda que los niños son el futuro del mundo,
quizá se lea cursi, pero como madre no puedo concebir una idea diferente, como madre, médico
y ser humano, puedo afirmar que es en etapas tempranas de la vida donde se debe detectar e
intervenir para lograr que los abusos en los niños, las separaciones de los padres, la violencia
intrafamiliar, etc., no siga siendo uno de esos factores que conlleven a estados depresivos y
suicidios en los niños y adolescentes.
Por lo antes expuesto, considero que reúno el perfil adecuado para formar parte de la
especialidad de Psiquiatría que deseo aprovechar al máximo, pues vertebrará el inicio de la
carrera profesional que deseo emprender, siendo en este proceso, importante este posgrado para
adquirir los conocimientos y destrezas suficientes para desempeñarme en un futuro como
Psiquiatra y ser actora del cambio en la sociedad.
Para concluir puedo indicar que no existe salud sin salud mental; siendo ésta última
indispensable para lograr un estado de equilibrio y adaptación activa y suficiente, que permite
al individuo interactuar con su medio, logrando un equilibrio entre una persona y su entorno
socio-cultural, de esta manera con ese equilibrio, la persona puede tener una participación
exitosa en lo laboral, lo intelectual y de relaciones con su entorno, que le permite vivenciar un
bienestar y una calidad de vida.
Aunque la salud mental ha sido reconocida como una cuestión social a diferencia de los
problemas de salud física, ahora se reconoce que las enfermedades mentales no ocurren de
forma aislada; sin embargo, a menudo se asocian con otros problemas de salud como el cáncer,
la diabetes, las enfermedades neurológicas y las respuestas a muchos eventos globales. Los
problemas de salud y las condiciones del estilo de vida afectan no sólo a una parte del cuerpo,
sino a todo el cuerpo, e interactúan entre sí. Parece que el tratamiento adecuado puede lograr
buenos resultados para la salud humana, aumentando las posibilidades de recuperación y
beneficio.
No es fácil, pero tampoco imposible que los países progresen hacia una mejor salud mental
para su población, ya sea formulando políticas y legislaciones más sólidas sobre salud mental,
o introduciendo la salud mental en los seguros médicos, fomentando o fortaleciendo los
servicios comunitarios de salud mental o integrando la salud mental en la atención general de
salud, además de contar con una red de servicios de salud mental e incrementar los servicios
de salud públicos destinados a atender a pacientes con afectación mental.
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