El libro de arturito Marco Manazzone El problema de Arturo eran las noches. Desde pequeño, siempre había sido como cualquier cerdito. Pasaba los días jugando en el barro, charlando con sus amigos y contando chistes. Pero desde que su amiga cabra le regaló el libro de cuentos clásicos, ya no podía dormir. Había leído la historia de Los tres cerditos y sentía pánico de que llegara el malvado lobo. —El lobo sopló y sopló hasta que derribó la casa de paja y la de madera... ¡Y nosotros dormimos en un porquerizo sin puerta! ¡Estamos en peligro! —trataba de advertir a todos, desesperado. —Eso es un cuento, Arturo —lo tranquilizaban sus amigos—. Acá no hay ningún lobo. Y tenemos a los perros guardianes, que nos protegen. Pero no había caso. Arturo respondía que, si el libro lo decía, debía ser real. Porque los cuentos no mienten. Y, así, pasaba las noches con los ojos abiertos, tratando de distinguir sombras en la oscuridad y murmurando «el lobo, el lobo, el libro dice que viene el lobo malvado...». Recién se tranquilizaba cuando salía el Sol y escuchaba el canto del gallo. Y, claro, como no dormía en toda la noche, de día estaba muy cansado, y ya no tenía fuerzas para jugar en el barro o para contar chistes. Sus amigos estaban muy preocupados. Al final, a su amiga cabra se le ocurrió una idea. Consiguió un cuaderno y un lápiz y se los regaló a Arturo. —Así puedes escribir una historia de cerditos que están a salvo —le dijo—. Si está en un libro, tiene que ser real.... El cerdito desconfió al principio; pero apenas tomó el cuaderno se le ocurrieron un montón de historias. Y pronto escribió un cuento en el que un lobo malvado quería entrar a una granja, pero en el camino se perdía y no lograba llegar, para felicidad de todos los cerditos. Y, así, con su nuevo libro de historias bajo la almohada, Arturo pudo dormir al fin. Porque el cuento decía que en la granja estaba a salvo, y los cuentos dicen la verdad.